Estructura social contemporánea (libro entero)

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ESTRUCTURA SOCIAL CONTEMPORANEA Las clases sociales en los países industrializados Rafael Feito Alonso Madrid, SigloXXI, 1995.

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ESTRUCTURA SOCIAL CONTEMPORANEA Las clases sociales en los países industrializados Rafael Feito Alonso Madrid, SigloXXI, 1995.

INDICE

1. Introducción al concepto de estructura social ...... 1

2. Introducción al estudio de las clases .............. 34

3. El enfoque funcionalista de la estratificación social 51

4. Enfoques clásicos sobre las clases ................. 71

5. Enfoques actuales sobre las clases ................. 88

6. Valoración del análisis de clases .................. 149

7. El estudio de las clases sociales en España ........ 160

8. Algunos problemas actuales en el estudio de las clases 184

9. Clases y movilidad social .......................... 255

** Indice pormenorizado .............................. 270

INDICE PORMENORIZADO

1. INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL ..... 1

1.1. Definiciones de estructura social ............... 1

1.2. El concepto de estructura social:

el debate estructura acción .................... 8

1.3. Las aportaciones de Bourdieu, Giddens

y la teoría de la elección racional ............ 19

1.4. Una solución al dilema estructura/acción:

el estudio de caso de Willis ................... 27

2. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS CLASES ............ 34

2.1. Teorías gradacionales y teorías

relacionales de las clases ..................... 34

2.2. Evolución reciente del concepto de clase ....... 36

2.3. Las clases sociales en los noventa ............. 46

3. EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE LA

ESTRATIFICACION SOCIAL ......................... 51

3.1. Planteamientos generales ....................... 51

3.2. Características de las distintas clases ........ 61

3.3. La medición de la estratificación .............. 68

4. ENFOQUES CLASICOS SOBRE LAS CLASES ............... 71

4.1. Marx ........................................... 71

4.2. Weber .......................................... 80

5. ENFOQUES ACTUALES SOBRE LAS CLASES ............... 88

5.1. Principales enfoques neomarxistas .............. 88

5.1.1. Poulantzas ................................... 88

5.1.2. Wright: de las posiciones contradictorias

a las explotaciones múltiples ....................... 96

5.2. Principales enfoques neoweberianos ............. 116

5.2.1. Dahrendorf ................................... 116

5.2.2. Parkin ....................................... 124

5.2.3. Giddens ...................................... 135

5.2.4. Goldthorpe ................................... 142

6. VALORACION DEL ANALISIS DE CLASES ................ 149

6.1. La desaparición del concepto de status ......... 149

6.2. Diferencias y semejanzas en los análisis

de Marx y Weber ..................................... 150

6.3. Convergencias y divergencias en los análisis

neomarxistas y neoweberianos ................... 151

6.3. Esping-Andersen: ¿un paradigma emergente? ...... 155

7. EL ESTUDIO DE LAS CLASES SOCIALES EN ESPAÑA ...... 160

7.1. Enfoque estructural-funcionalista .............. 161

7.2. Enfoque marxista ............................... 165

7.3. Estudios de la época de la transición .......... 171

7.4. Estudio internacional sobre clases (informe español)179

7.5. Un intento de superar las deficiencias del análisis

de clases: las aportaciones recientes de J.J. González 181

8. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES ...................... 184

8.1. Las clases medias .............................. 184

8.1.1. La pequeña burguesía tradicional ............. 175

8.1.2. La nueva clase media ......................... 183

8.2. La infraclase .................................. 195

8.3. Segmentación de los mercados de trabajo ........ 206

8.4. La posición de clase de las mujeres ............ 214

8.5. Estructura social e ideología .................. 223

8.6. Clases sociales y poder político ............... 226

8.7. Clase y comportamiento electoral ............... 232

8.8. La distribución de la riqueza entre

las distintas clases ............................ 237

9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL ......................... 255

9.1. Principales estudios sobre movilidad social .... 255

9.2. Consecuencias de la movilidad social .......... 267

1

1. INTRODUCCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL

1.1. DEFINICIONES DE ESTRUCTURA SOCIAL

A pesar de la importancia trascendental que para la sociología

tiene el término estructura social, es prácticamente imposible

encontrar una definición acabada del mismo. Más bien parece ser una

especie de eslogan invocado periódicamente que permite diferenciar

un trabajo sociológico de otro de corte psicológico. Ya advertía

Giddens que es tal la importancia del término que se da por supuesta

su definición, a pesar de que finalmente tal definición no exista.

Se trata de una perplejidad similar a la que sentía San Agustín

cuando se enfrentaba a la definición del tiempo y del espacio: sabe

perfectamente qué es el tiempo y qué es el espacio, pero le resulta

imposible llegar a definirlo cabalmente.

El concepto de estructura social tiene una larga historia. En

su acepción original la palabra estructura hace referencia a la

construcción de edificios, pero en el siglo XVI se emplea para

denotar las relaciones entre las partes que constituyen un todo. Era

una palabra utilizada normalmente en los estudios anatómicos que por

entonces comenzaban a florecer. El paso del término de la anatomía

a la sociología, aunque se produjo varios siglos después, fue una

consecuencia lógica del empleo de las analogías orgánicas por parte

de los pensadores políticos. En su Leviathan Hobbes no llega a

utilizar este término, pero su concepción del estado como un

organismo artificial en el que se distinguen con toda precisión la

función de cada institución hubiera justificado la utilización del

término.

Spencer estableció una analogía entre el funcionamiento de los

organismos vivos y el de la sociedad. De este modo, lo que resulta

válido para los fenómenos biológicos, también lo es para los

fenómenos sociológicos. La historia, tanto la de la vida orgánica

como la de la vida social o supraorgánica, es un proceso de

desarrollo y dicho proceso supone un crecimiento en cantidad y

complejidad. Del mismo modo que las primeras formas de vida orgánica

fueron unicelulares y de estructura simple, el género humano vivió,

en sus comienzos en unos cuantos grupos u hordas simples y aislados.

Tanto las formas tardías de vida orgánica como las de vida social

presentan una diferenciación y multiplicidad, en su estructura y en

2

sus funciones. Spencer1 plantea que las estructuras sirven para

desempeñar funciones esenciales de la sociedad. La primera y más

urgente necesidad de una sociedad consiste en afrontar el entorno,

especialmente las actividades ofensivas y defensivas. La segunda

gran necesidad es la de organizar las actividades internas para el

sustento (actividades económicas). La tercera, a la que denomina

sustento general, tiene que ver con el intercambio entre las partes

diferenciadas del organismo. Y, finalmente, como consecuencia de la

mutua dependencia entre las partes de la sociedad, aparece un

sistema regulador para facilitar la cooperación entre las distintas

partes. Si predominan las actividades de defensa y ataque estamos

ante una estructura social militar, si preponderan las actividades

de sustento nos encontramos ante una estructura social industrial.

Smelser2 advertía que resulta difícil concebir cualquier área

de investigación científica en la que tarde o temprano no se invoque

la noción de estructura. Se trata de un término que encontramos en

todas las ciencias. Términos como estructura atómica, estructura

molecular, estructura anatómica, etc., están en la mente de todos.

La razón por la que el concepto de estructura resulta tan atrayente

se debe a que la noción de estructura describe (a) regularidades en

cualquier parte de la realidad que investiga y (b) relaciones

sistemáticas entre las cosas que estudia. Se trata de una idea que

recoge Boudon3:

Quien dice estructura quiere decir sistema, coherencia, totalidad,

dependencia de las partes con respecto al todo, sistema de

relaciones, totalidad no reducible a la suma de sus partes,

etc.

El término estructura social se usa casi siempre en un sentido

muy vago y amplio, aplicable a algunos o a todos los rasgos que

1 H. Spencer, Principles of Sociology, Nueva York, Macmillan,

1969.

2 N.J. Smelser, "Social Structure", Handbook of Sociology,

Londres, Sage, 1988.

3 R. Boudon, ¿Para qué sirve la noción de estructura?, Madrid,

Aguilar, 1973, p. 14.

3

intervienen en la constitución de alguna sociedad. En la práctica,

muchas veces, su significado no se aleja en exceso de la expresión

"la sociedad en su conjunto". He aquí algunos ejemplos:

La estructura social es el tejido de las fuerzas sociales en

interacción, de las cuales surgen los distintos modos de

observar y pensar...4

[El estudio de la] estructura social atiende a las formas

principales de la organización social, a saber, los tipos de

grupos, asociaciones e instituciones, y el complejo de los

mismos que constituye las sociedades... Una exposición

completa de la estructura social supondría un estudio de todo

el campo de las estructuras comparadas.5

Es posible identificar una serie de rasgos comunes a todas las

pretendidas definiciones de estructura social. Generalmente el

término estructura social se refiere a las características de las

colectividades, los grupos y las sociedades, rasgos no imputables

a los individuos y que ejercen un efecto constrictivo sobre las

creencias y acciones de estos. Las variables estructurales son

definidas como propias de los agregados o de los sistemas sociales.

A veces se denominan condiciones socio-históricas. Algunos ejemplos

típicos de variables estructurales en la sociología contemporánea

son: los modelos de comunicación, la distribución de la población

en función del sexo y de la edad, la división del trabajo, los niveles

y grados de desigualdad. A veces también se incluye la distribución

social del poder.

Para Murdock6 la noción de estructura social designa la

coherencia de las instituciones sociales: las instituciones no son

conglomerados arbitrarios o aleatorios; en este sentido, están

dotadas de una estructura.

4 K. Mannheim, Ideology and Utopia, citado por S.F. Nadel,

Teoría de la estructura social, Madrid, Guadarrama, 1966, p. 29.

5 Ginsberg, Reason and Unreason in Society, citado en Nadel, op.

cit, p. 29.

6 cfr. Boudon y Bourricaud, Dictionnaire critique de la

sociologie, París, PUF, 1982, p. 17

4

Otras veces la noción de estructura se opone a la de coyuntura.

El concepto de estructura designa los elementos estables de un

sistema en oposición a los elementos variables. El término

estructura social se refiere a las relaciones más permanentes y

organizadas de la sociedad. Así se ha definido como el complejo de

los principales grupos e instituciones que constituyen las

sociedades. Toda sociedad requiere un mínimo de elementos para

existir. Estas exigencias mínimas, de acuerdo con Bottomore7, son

las siguientes: (a) un sistema de comunicación; (b) un sistema

económico que gire en torno al consumo, la producción y la

distribución de las mercancías; (c) organismos y ordenamientos

(incluyendo la familia y la educación) para la socialización de las

nuevas generaciones; (d) un sistema de autoridad y de distribución

del poder y (e) un sistema de ritos que mantenga e incremente la

cohesión social y otorgue reconocimiento social a acontencimientos

personales como el nacimiento, el matrimonio o la muerte.

Salvador Giner8 define la estructura social como el conjunto

relativamente estable de las interrelaciones entre las diversas

partes de una sociedad, más la distribución de estas partes según

un orden dinámico. Estas interrelaciones poseen un grado

considerable de permanencia que muy frecuentemente trasciende la

duración de la vida de los individuos. Si estudiamos, por ejemplo,

el status de la nobleza en una sociedad feudal podremos delinear sus

privilegios a través del tiempo y del espacio en virtud de su

estabilidad mínima como estamento dominante. La nobleza ocupa un

cierto lugar (posición social) lo suficientemente estable para que

estudiemos lo que podemos denominar estructura social feudal.

En otras ocasiones el término estructura se utiliza para

distinguir lo fundamental de lo secundario, lo esencial de lo no

esencial. Para Mannheim9, la estructura social es el tejido de las

7 T.B. Bottomore, Introducción a la sociología, Barcelona,

Península, 1978.

8 Sociología, Barcelona, Ediciones de Bolsillo, 1976, p. 66

9 cfr., Boudon y Bourricaud, op. cit., p. 18.

5

fuerzas sociales en interacción de donde surgen los diversos modos

de observación y de pensamiento. La noción de estructura social

designaría implícitamente el conjunto de elementos de un sistema

social que domina y determina a los otros. Para Mannheim se trata

de elementos materiales (vagamente agrupados en la expresión

fuerzas sociales) que permiten explicar los elementos ideales. Es

un uso que recuerda a la distinción entre estructura y

superestructura. La influencia de la tradición marxista explica que

frecuentemente se utilice la noción de estructura social como

sinónimo de sistema de estratificación. Esta definición también se

recoge en el Penguin Dictionary of Sociology de Abercrombie et al..10

Los sociólogos utilizan este concepto para explicar algo en

términos causales. Este enfoque presenta la dificultad de que las

estructuras sociales no son directamente observables. Esto ha hecho

que muchas veces el concepto de estructura se haya contemplado como

algo reificado.

En este mismo sentido, se puede citar el planteamiento

metodológico de Wright en Clase, crisis y estado11 al considerar que

las estructuras sociales imponen limitaciones dentro de las cuales

puede variar otra estructura o proceso, fijando además las

probabilidades de las estructuras o procesos específicos posibles

dentro de esos límites. Un buen ejemplo de tal limitación es la

relación entre la estructura económica y las formas de estado en la

sociedad feudal. Dada la naturaleza de las relaciones económicas en

el feudalismo clásico (el control de los medios inmediatos de

producción por el campesinado, la apropiación del plusproducto

mediante la coerción, la limitada cuantía del excedente

disponible), la democracia representativa mediante el sufragio

universal era estructuralmente imposible como forma de estado, es

decir, quedaba fuera de los límites estructurales fijados por las

estructuras económicas. Dentro de esos límites, sin embargo, podían

darse una variedad de formas de estado, oscilando desde sistemas

señoriales de dominio político altamente descentralizados a estados

absolutistas relativamente centralizados.

10 Harmondsworth, Penguin, 1984.

11 Madrid, Siglo XXI, 1983.

6

Abercrombie et. al.12 señalan que la estructura social se ha

definido como cualquier pauta de conducta social. Sin embargo, esta

definición incluiría tanto las conductas triviales como las

significativas. Una definición más acertada es la que considera que

la estructura social se refiere a las relaciones ordenadas,

duraderas y pautadas entre los elementos de una sociedad.

En el Diccionario de Sociología13 de Shoeck se recoge la

definición de estructura social como la constelación especial de los

grupos sociales más importantes (castas, estamentos, clases) dentro

de toda una sociedad, juntamente con las correspondientes formas

específicas de los acuerdos sociales entre estas. En este mismo

diccionario se mantiene que la estructura de una sociedad industrial

de hoy es pluridimensional: viene determinada por la estructura de

la población, la clasificación profesional, las actividades

económicas, las organizaciones, así como por campos de

comportamiento institucionalizados, como la familia, la escuela, la

empresa, las asociaciones, las iglesias, con sus sistemas típicos

de roles, y, además, por los grupos dirigentes y por los tipos de

asentamiento.

En el Diccionario de Sociología14 de Henry Pratt Fairchild se

plantea que, en abstracto, podemos distinguir dos clase de

estructura social: (a) la división de los grupos sociales en

subgrupos y, finalmente, en miembros individuales o personas que,

con frecuencia, difieren unas de otras por su función o status; y

(b) la división de un tipo de cultura, es decir, del cuerpo total

de la cultura de una sociedad o grupo de la misma en sus elementos

constituyentes tales como usos sociales, costumbres, complejos

culturales, institucionales y creencias.

Desde la perspectiva de un área de conocimiento como es la

estructura social contemporánea resultan especialmente

12 op. cit.

13 Barcelona, Herder, 1977.

14 México, FCE, 1987.

7

significativas las consideraciones de Ossowski15 sobre el concepto

de estructura social. De acuerdo con él, es factible concebir la

estructura social en el sentido literal, espacial, de la palabra.

Esto ocurre cuando nos referimos al sistema espacial de los

individuos o los grupos humanos en atención a las relaciones

sociales que existen entre ellos. Al aludir al sistema espacial de

los individuos y los grupos, se refiere a la magnitud, la

localización y la configuración de las poblaciones, a la densidad

de la población en las diversas partes del territorio, a las líneas

de comunicación, etc.

En relación con la estructura de clases,

la estructura social es un concepto más extenso, puesto que los

grupos que consideramos componentes de la estructura social

no han de ser necesariamente clases sociales. Pueden ser,

pongamos por caso, categorías de edades (niños, jóvenes,

adultos, ancianos: de ahí el "envejecimiento"), que analizamos

a tenor de los cambios de relaciones institucionales que en

su seno se verifican y al reparto de sus funciones, o bien en

relación con las diferencias que se manifiestan en ellas en

cuanto a los derechos y obligaciones se refiere.16

Puede tratarse también de otros grupos como es el caso de los

étnicos.

De acuerdo con esta postura,

concebimos la estructura social como un sistema de relaciones

interhumanas, de distancias y jerarquías, tanto en sus formas

organizadas, como inorganizadas, mientras que habremos de

considerar la estructura de clases en tanto que un cierto -y

muy trascendental- aspecto de la estructura social.17

En este mismo sentido Daniel Lacalle18 hacía referencia a las

distintas maneras en que se puede estudiar la estructura social:

15 S. Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,

Barcelona, Península, 1969.

16 op. cit., pp. 17-18.

17 op. cit., p. 18.

18 Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endymion, 1990.

8

estructura social por edades y sexo, estructura por tipos de

asentamiento, estructura sectorial, estructura de ingresos y

estructura de clases.

1.2. EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL

¿Cuántos sociólogos -se preguntaba Giddens19 empiezan los

cursos introductorios de sociología tratando de mostrar que el

agente individual no es el autor de sus acciones? El suicidio20 de

Durkheim goza de gran popularidad como libro introductorio debido

a que explica esto muy bien. Incluso un individuo implicado en un

acto solitario de autodestrucción es víctima de las constricciones

de la sociedad en la que vive. En este sentido, Boudon21 se preguntaba

si no sería la sociología la ciencia de los determinismos sociales.

Basándose en este estado de cosas Daniel Bell22 llega a sugerir que

la sociología suele definirse como la ciencia de los efectos de las

clases sociales o de los sistemas de estratificación social.

Hablar de la estructura social es hablar de la razón de ser

de la sociología. Desde la aparición de la sociología el debate sobre

si los agentes sociales son libres a la hora de actuar o si están

constreñidos, y hasta qué grado, por condicionantes estructurales

(la religión, la familia, la educación, la clase social, etc.) ha

estado siempre sobre el tapete. La definición de Durkheim de la

sociología como el estudio de los hechos sociales y su

caracterización de estos como elementos externos que se imponen a

los individuos es un claro ejemplo del predominio de la estructura

sobre la acción social.

19 "R.K. Merton on Structural Analysis", en J. Clark et. al.,

R.K. Merton. Consensus and Controversy, Londres, Falmer Press,

1990.

20 Madrid, Akal, 1985.

21 La lógica de lo social. Introducción al análisis sociológico,

Madrid, Rialp, 1981.

22 Citado en Boudon, op. cit.

9

Entre los sociólogos clásicos, quien más contribuyó a la idea

de la sociología como ciencia de los determinismos sociales (o

sociologismo) fue Durkheim. Durkheim convierte al homo sociologicus

en un sujeto pasivo, una especie de autómata cuyo comportamiento

sería el efecto casi exclusivo de causas sociales. Su descripción

de los hechos sociales como modos de pensar, actuar y sentir externos

a los individuos y dotados de poder coercitivo, y su uso de variables

de nivel macro como la división del trabajo, parecen enfatizar la

importancia de las propiedades objetivas de la organización social

y el carácter dependiente y subordinado de la conciencia individual.

A diferencia de lo que ocurre en Weber, quien -como veremos-

se centra en los estados subjetivos de las personas, en el caso de

Durkheim el foco de interés se refiere a realidades externas a las

personas. Durkheim recurre a dos criterios para determinar el

carácter social de la acción humana: la exterioridad de las maneras

de obrar, pensar y sentir y la coacción que estas maneras ejercen

sobre el comportamiento de las personas.

Para comprender esto cabalmente debemos remitirnos a la teoría

de las dos conciencias: la colectiva y la individual. La colectiva

está constituida por las maneras de obrar, pensar y sentir que

integran la herencia común de una sociedad dada, lo que en el

estructural-funcionalismo de Parsons y otros se dió en llamar

orientación normativa de la acción. Estas maneras se transmiten de

generación en generación por medio de la educación. Por contra, la

conciencia individual está formada por el ámbito privado de cada

persona.

En este sentido, resulta absolutamente magistral la tesis

central de su obra El suicidio. El suicidio es un acto que ofrece

todas las características de un hecho social: es un fenómeno que se

da en todas las sociedades, pero que varía en cada una de ellas.

Además, la tasa de suidicios es distinta dentro de un país entre cada

uno de los grupos que lo componen: los católicos se suicidan menos

que los protestantes, los judíos menos que los católicos, las

personas casadas menos que las solteras, las casadas con hijos menos

que las casadas sin hijos, etc. Es decir, la tasa de suicidios es

mayor entre aquellas personas menos integradas en conjuntos

sociales.

10

Durkheim está profundamente inspirado por la tradición

positivista. Una de sus afirmaciones famosas es aquella que mantiene

que debemos estudiar los hechos sociales como si fueran cosas, es

decir, objetos de observación. A diferencia de Weber, Durkheim no

oponía la sociología a la historia, sino a la psicología.

Como contraste, la sociología de Weber, nacida al calor del

debate sobre las diferencias entre las ciencias naturales y las

ciencias humanas, se inclina hacia un mayor peso de la acción sobre

las estructuras. Weber define la sociología como

la ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social

para de esta manera explicarla causalmente en su desarrollo

y efectos. Por "acción" debe entenderse una conducta humana

(bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir

o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción

enlacen a ella un sentido subjetivo. La "acción social", por

tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto

o sujetos está referido a la conducta de otros, oriéntandose

por ésta en su desarrollo.23

Para Weber la acción es social siempre que los individuos

enlacen a ella un sentido subjetivo. Se trata de una acción en donde

el sentido mentado por el sujeto está referido a la conducta de

otros. Esto significa que las personas deben tener en cuenta el

comportamiento de los demás, así como la presencia o la existencia

de los mismos. El segundo criterio de la acción social es el de la

significación. El sujeto indicaría por medio de su acción que ha

comprendido las expectativas de los otros.

Weber vivió una época en la que en Alemania preponderaba una

corriente intelectual muy poderosa que establecía una oposición

radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del

hombre. Las ciencias naturales estudian un orden necesario, regido

por el determinismo, la regularidad, la previsibilidad. Por contra,

las ciencias humanas han de estudiar el comportamiento humano,

comportamiento regido por la indeterminación, la irregularidad y la

ausencia de previsibilidad. En este sentido, la historia era

considerada como el estudio de aquellos acontecimientos únicos y

singulares, no sujetos a leyes, que jamás volverían a repetirse. Sin

23 Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 5.

11

llegar a negar la diferencia entre ciencias del hombre y ciencias

naturales, Weber trató de salvaguardar el carácter científico de las

primeras. Mostró la posibilidad de la explicación causal en los

comportamientos humanos y además puso de manifiesto la ventaja de

estas ciencias frente a las de la naturaleza. Estas últimas carecen

de la posibilidad de comprender desde dentro los fenómenos

estudiados.

Lo que parece fuera de toda duda es que para la sociología,

la acción humana no es arbitraria, sino que obedece a un cierto

determinismo. La sociología precisa establecer el principio del

determinismo. En caso contrario, se reduciría a la historia de lo

particular y lo singular. Siguiendo a Carr podemos definir el

determinismo como la "convicción de que todo cuanto ocurre tiene una

o varias causas, y no podía haber ocurrido de otro modo más que si

algo, en la causa o las causas, hubiese sido asimismo distinto".24

El vocablo determinismo goza de una mala acogida intelectual porque

se asocia a la noción de fatalismo. El fatalismo mantiene la tesis

de que la ocurrencia de los acontecimientos está predestinada, cosa

que ocurre en las filosofías de la historia de inspiración

teológica. Aquí la secuenciación histórica depende de la

intervención de una entidad de carácter suprahistórico

(generalmente dios). Sin embargo, para el determimismo esta

secuenciación depende de las condiciones imperantes y se rechaza la

intervención de cualquier pretendida entidad al margen del propio

proceso histórico.

Una segunda fuente de desprestigio de la tesis determinista

proviene de su asociación con la inevitabilidad histórica. Se trata

de la creencia teleológica en alguna meta final capaz de regir el

curso de la historia.

Finalmente, la última versión que desprestigia al determinismo

es la que reduce a una sola causa la explicación de la compleja

diversidad de los acontecimientos históricos. De este modo se ha

podido hablar de determinismo geográfico, racial, biológico,

24 E.H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix Barral, 1967,

p. 125.

12

económico, sociológico, etc. Al marxismo se la ha solido atribuir

por parte de algunos de sus críticos este defecto. Marx y Engels

fueron conscientes de estas críticas:

El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el

aspecto económico es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa

Marx y yo mismo. Frente a los adversarios teníamos que subrayar

este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos

de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia

a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones

y las reacciones.25

De acuerdo con Pereyra26 se puede considerar que el principio

de determinación establece que: a) los acontecimientos históricos

ocurren siempre en forma definida o determinada, b) el desarrollo

del proceso no es arbitrario sino legal, y c) las formas a través

de las cuales los acontecimientos adquieren sus características

específicas dependen de condiciones preexistentes.

El determinismo histórico no niega el papel de la

intencionalidad, la decisión y la voluntad en los hechos sociales:

simplemente rechaza el supuesto metafísico de una abstracta e

indeterminada voluntad pura.

Para Giddens27 y Bourdieu

28 el debate sobre estructura y acción

social ha de comprenderse en el contexto de la división tradicional

en la teoría social entre el objetivismo y el subjetivismo. En el

primero el objeto social, la sociedad, tiene un grado de prioridad

sobre el agente individual y las instituciones sociales son

25 F. Engels, carta a J. Bloch, 21 de setiembre de 1890. En K.

Marx y F. Engels, Obras escogidas, vol. 2, Madrid, Akal, 1975, p.

522.

26 C. Pereyra, "El determinismo histórico". En teoría, 3, 1979.

27 A. Giddens, Social Theory and Modern Sociology, Cambridge,

Polity Press, 1987.

28 El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.

13

contempladas como el núcleo del análisis social. El subjetivismo es

justamente lo opuesto. El agente humano es tratado como el eje

central del análisis social. Cada una de estas perspectivas

tiene su atractivo. Por un lado, aquellos que pertenecen a las

tradiciones objetivistas tienen razón al subrayar que la sociedad

o las instituciones sociales tienen propiedades estructurales que

van más allá de las actividades de los miembros individuales que

componen la sociedad. Los subjetivistas destacan el hecho de que los

seres humananos son seres capaces de comprender las condiciones en

que ejecutan la acción.

Los objetivistas -muy influidos por el positivismo- han

predicado la unidad del método científico: un monismo metodológico

que hace extensibles los postulados y metodología de la ciencia

natural al estudio de las sociedades.

Los subjetivistas son hostiles a las doctrinas del positivismo

y argumentan que, debido al carácter significativo de las acciones

humanas, la explicación de estas últimas requiere un enfoque

especial y da lugar a diferentes formas de conocimiento.

Tal y como señalaba Rubinstein29 se puede afirmar, con algunas

reservas, que el objetivismo es la expresión del positivismo

en las ciencias sociales. Como recordaba De Pablo, según

Durkheim, la estructura social hace referencia a relaciones

entre hechos sociales que son fenómenos sui generis. Pero, ¿de

qué relaciones se trata? Son, como él mismo aclara, relaciones

de "variación concomitante". Así, por ejemplo, variaciones en

el grado de diferenciación de una colectividad estarían

supuestamente relacionadas con variaciones concomitantes en

su grado de cohesión y regulación internas.30

29 D. Rubinstein, Marx and Wittgenstein. Social Praxis and

Social Explanation, Londres, RKP, 1981.

30 A. De Pablo, "Causalidad, estructura y acción social:

consideraciones en torno a la sociología de la educación", en M.F.

Enguita (ed.), Marxismo y sociología de la educación, Madrid, Akal,

1986, p. 174.

14

Uno de los principios fundamentales del positivismo es la idea

de que el conocimiento científico debe basarse en los datos brutos.

Los datos simples pueden ser descritos con independencia de

cualquier perspectiva teórica. En este sentido el ejemplo que aducía

Hempel31 es suficientemente clarificador. Para explicar por qué

motivos se ha reventado durante la noche el radiador de mi automóvil

hay que empezar por describir las condiciones antecedentes: el coche

estaba en la calle, la temperatura bajó por debajo de los cero

grados, etc. Conociendo las leyes de la física podemos explicar por

qué reventó el radiador. Con estos elementos (antecedentes más

conocimientos de física) podríamos haber previsto los

acontecimientos. Cualquier cuestión, sea física, orgánica o social,

puede explicarse a partir de estos parámetros. Se trata de un modelo

de ciencia intrínsecamente vinculado a la predicción.

Las explicaciones objetivistas suelen ser de corte

behaviorista. Es decir, se trata de explicaciones que desdeñan el

problema de la conciencia de los seres humanos. Así, algunos de los

defensores del objetivismo afirman que se debe partir del dato de

que las personas no tienen mente, hasta el punto de considerar los

diferentes términos referidos a la mente, la voluntad, el

sentimiento, etc. como el flogisto de la ciencia social. Para

Durkheim todo lo relativo a la intención es demasiado subjetivo como

para permitir un tratamiento científico.

Un enfoque alternativo reconoce que las personas tienen una

vida mental, pero argumenta que las propiedades mentales pueden

operacionalizarse en afirmaciones relativas a lo que hacen los

sujetos.

Una respuesta más sutil es la que afirma que las personas tienen

vida mental, pero esta debe incorporarse a alguna forma de la acción.

Las explicaciones de la acción son similares a las explicaciones de

los eventos físicos.

Los objetivistas son partidarios de desarrollar el

conocimiento de la sociedad independientemente de las ideas de los

31 C. Hempel, "The function of general laws in history", Journal

of Philosophy, 39, pp. 335-48, 1942. Citado por Rubinstein, op. cit.

15

actores sociales. Pareto32 proporciona un ejemplo al separar las

ideas científicas de la sociedad de las ideas en la sociedad. De este

modo disntingue entre "residuos" -causas efectivas de la conducta-

y "derivaciones" -explicaciones ideológicas de los actores-.

Durkheim define la sociología como una búsqueda de

explicaciones en términos de causas más profundas que no son

percibidas por el inconsciente ("Todas las preconcepciones deben

erradicarse"). Esto enseña al sociólogo a huir de las ideas

profanas.

Un concepto básico del positivismo es que el conocimiento

científico debe asentarse sobre observaciones no sujetas a

interpretación. Para algunos filósofos, siguiendo a Hume, o más

recientemente a Russell, Mach y Ayer, el fundamento último del

conocimiento son las impresiones sensoriales, es la observación.

Sin embargo, reducir la interpretación de la realidad a datos

observables exteriormente con independencia de la intencionalidad

de los sujetos conduce al serio problema de no poder diferenciar,

en multitud de ocasiones, unos hechos de otros. Así, por ejemplo,

no puede diferenciarse una acción de un movimiento. Un movimiento

reflejo del brazo no sería sustantivamente distinto de un movimiento

deliberado. Si no se incorporan las ideas sociales se deja de captar

un importante segmento de la vida social.

A menudo los objetivistas han reducido la investigación a los

análisis estadísticos con la intención de esquivar el problema de

la comprensión. Es decir, las encuestas y demás datos estadísticos

suministrarían datos objetivos sobre lo que piensan (o más bien

manifiestan) los sujetos. Sin embargo, las encuestas no son

observaciones neutras. En primer lugar, se plantea el problema de

lo que entiendan por las preguntas los sujetos entrevistados, En

segundo lugar, no se pueden separar las encuestas del contexto en

que tienen lugar. Es conocido el ejemplo de las respuestas de

cortesía sobre el uso de preservativos en el caso de campesinos

hindúes.

32 V. Pareto, The Mind and Society. A Treatise on Causal

Sociology, Nueva York, Dower, 1963.

16

Si hay algo que nos interesa destacar aquí es cómo se conceptúa

la estructura social desde el objetivismo. En el enfoque

objetivista, la estructura social es considerada como una serie de

rasgos objetivos de la organización social que existen aparte de la

conciencia subjetiva de los actores. De este modo, las teorías

estructurales explican la incidencia de acciones como el suicidio

y el homicidio, o estados subjetivos como la alienación y la anomia,

en términos de los aspectos objetivos de la organización social. Es

decir, la intencionalidad o cualquier otro rasgo subjetivo es

secundario, cuando no irrelevante, para explicar los

acontecimientos sociales.

La concepción subjetivista emergió en Alemania a finales del

siglo XIX. La corriente intelectual dominante en aquel entonces era

el idealismo neokantiano. Es en este marco donde tiene lugar el

debate entre ciencias naturales frente a ciencias culturales. Así,

por ejemplo, Dilthey se opuso a quienes consideraba positivistas

(como Comte) por pretender el empleo de métodos propios de las

ciencias naturales en el estudio de las ciencias sociales. Las

ciencias físicas estudian hechos, mientras que las culturales

estudian significados. En las ciencias físicas el pensamiento se

convierte en explicación, mientras que en las culturales, se

convierte en comprensión. La explicación establece leyes causales

e investiga a su objeto desde fuera. Por contra, la comprensión une

o enlaza significado con significado o trata de comprender a su

objeto por medio de la intuición.

La conducta humana no puede abordarse del mismo modo que los

datos brutos. Debe ser interpretada, en lugar de ser simplemente

observada. Weber afirmaba que debemos ir más allá de la mera

demostración de las uniformidades y relaciones funcionales. Debemos

conseguir algo inalcanzable para la ciencias naturales, a saber, la

comprensión subjetiva de la acción de los individuos. El

subjetivismo se plantea básicamente dos objetivos: a) la

comprensión motivacional de la acción y b) la explicación del

sentido común de los actores. En el ámbito del subjetivismo

incluimos tradiciones teóricas como la fenomenología, el

interaccionismo simbólico y la etnometodología. Se pueden agrupar

17

en función de lo que rechazan: las encuestas, la cuantificación y

la reificación de la realidad social.

El punto de partida de estas escuelas es la creencia de que

la característica distintiva de la conducta humana es la presencia

de la mente, el significado o la conciencia. Esto es más cierto aun

en la sociología fenomenológica, la cual iguala el estudio de la

sociedad con el estudio de la conciencia.

Para Dilthey33, la comprensión del otro requiere una recreación

de su experiencia mental, lo cual resulta difícil, sino imposible.

El campo de la psiquiatría plantea la posibilidad de que el tener

cierto tipo de experiencias excluye de modo lógico la posibilidad

de comprenderlas, como ocurre en el caso de la locura.

Schutz34, cuyo trabajo es celebrado porque parece resolver el

problema de las otras mentes, rechaza el concepto de empatía. Habla

de la "reciprocidad de perspectivas" a través de la cual nos

proyectamos de modo imaginario en el lugar de otro y por lo tanto

comprendemos. Esta perspectiva está sujeta a las mismas críticas que

la empatía.

El argumento de la analogía afirma que dado que no podemos tener

acceso directo a la experiencia mental de otros, las demás personas

me proporcionan la idea de que su vida mental es similar a la mía.

Un problema obvio de este énfasis en la comprensión de la acción

intencional es que buena parte de la temática sociológica no se

refiere a la acción. Las cuestiones científicas sociales a menudo

se refieren a grupos y sociedades, y este nivel explicatorio es, al

menos en algunos respectos, lógicamente distinto de las acciones

intencionales de los miembros constituyentes. Marx ponía el ejemplo

del funcionamiento de la economía capitalista, economía en la que

se dan cita a un mismo tiempo la racionalidad del empresario junto

con la irracionalidad del sistema.

33 W. Dilthey, Pattern and Meaning in History, citado por

Rubinstein, op. cit.

34 A. Schutz, Common Sense and Scientific Interpretations of

Human Action, citado por Rubinstein, op. cit.

18

Las explicaciones estrictamente intencionales no valen. Por

ejemplo, puede ser útil saber que una persona vota a Pérez por

considerarle honesto. Una encuesta puede revelar que el 60% del

electorado que vota a Pérez lo hace porque le considera honesto al

igual que lo hace el 60% de los votantes de Gómez. En este caso el

sociólogo debe buscar una explicación de las intenciones subjetivas

en algo más básico: quizás algo que considere la influencia de la

clase social.

Una de las soluciones más sugerentes al problema de la sociedad

como realidad objetiva desde un punto de vista interaccionista es

la propuesta por Berger y Luckman35. Estos autores explican el

proceso de institucionalización a partir de la tendencia humana a

restringir al máximo las opciones, a evitar el desgaste psíquico que

supone el tener que recurrir a nuevos planteamientos frente a cada

nueva situación. La institucionalización es una consecuencia de la

tendencia a la habituación. La habituación hace innecesario volver

a definir cada situación de nuevo, paso por paso. Además, la

institucionalización supone un mecanismo de control por medio del

cual cada individuo tiene la posibilidad de saber cómo reaccionará

el otro. Uno de los fenómenos más curiosos que puede producirse es

el hecho de que el hombre es capaz de institucionalizar un mundo

frente al que posteriormente, en el decurso de las generaciones,

sentirse extraño.

El siguiente esquema36 explica, de un modo muy sintético las

antinomias fundamentales que enfrentan al objetivismo y al

subjetivismo.

Objetivo

Materialismo

Explicación

Observación

Hechos

Causa

Conducta

Subjetivo

Idealismo

Comprensión

Interpretación

Ideas

Significado

Acción

35 P. Berger y T. Luckman, La construcción social de la realidad,

Buenos Aires, Amorrortu, 1979.

36 Rubinstein, op. cit., pp. 24-25.

19

Existencia (modo de

producción)

Subestructura

Organización social

Estructura

Sistema objetivo

Conciencia (ideología)

Superestructura

Psicología social

Cultura

Sistemas de significado.

1.3. LAS APORTACIONES DE BOURDIEU, GIDDENS Y LA TEORÍA DE LA ELECCION

RACIONAL.

Entre los intentos más recientes para solucionar el problema

del peso de las estructuras sobre las acciones sociales podríamos

citar los aportados por Bourdieu, Giddens y la teoría de la elección

racional (y su derivación en el marxismo analítico).

Bourdieu37 advierte sobre el carácter ruinoso de la división

entre objetivismo y subjetivismo.

El hecho mismo de que esta división renazca sin cesar bajo formas

apenas renovadas, bastaría para atestiguar que los modos de

conocimiento que distingue le son igualmente indispensables

a una ciencia del mundo social que no puede reducirse ni a una

fenomenología social ni a una física social.38

El objetivismo tiene por finalidad establecer regularidades

en forma de estructuras, leyes, etc. al margen de lo que puedan

pensar los individuos y al margen de su voluntad. Introduce una

fuerte división entre el conocimiento teórico y el conocimiento

práctico y rechaza como prenociones o ideologías las

representaciones explícitas de este último.

Recusa así el proyecto de identificar la ciencia del mundo social

con una descripción científica de la experiencia precientífica

de ese mundo o, más precisamente, el proyecto de reducir la

ciencia social, como hacen Schutz y la fenomenología, a

"construcciones de segundo grado, o sea, construcciones de las

construcciones producidas por los actores en la escena

social.39

37 P. Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.

38 Op. cit. p. 47.

39 A. Schutz, Collected papers. I. The Problem of Social Reality,

citado por Bourdieu, op. cit.,p. 59.

20

El objetivismo contempla lo social a modo de un espéctaculo

de manera que el observador toma un punto de vista sobre la acción.

Bourdieu propone superar la antinomia

objetivismo-subjetivismo subordinando la práctica científica a un

conocimiento del "sujeto de conocimiento", un conocimiento tanto

objetivista como subjetivista.

La ciencia social no debe romper sólo, como lo quiere el objetivismo,

con la experiencia indígena y la representación indígena de

esa experiencia; le es necesario, además, mediante una segunda

ruptura, poner en cuestión los presupuestos inherentes a la

posición del observador "objetivo" que, dedicado a interpretar

prácticas, tiende a trasladar al objeto los principios de su

relación con el objeto, como lo prueba, por ejemplo, el

privilegio que concede a las funciones de comunicación y de

comunicación y que le inclina a reducir las interacciones a

puros intercambios simbólicos.40

No se trata de sustituir el conocimiento teórico por el

práctico, sino de fundamentarlo.

Para Bourdieu, las estructuras sociales se convierten en un

elemento que, por de pronto, excluyen, como imposibles,

determinadas acciones.

Si se observa regularmente una correlación muy estrecha entre las

probabilidades objetivas científicamente construidas (por

ejemplo, las oportunidades de acceso a tal o cual bien) y las

esperanzas subjetivas (las "motivaciones" y las

"necesidades"), no es porque los agentes ajusten

conscientemente sus aspiraciones a una evaluación exacta de

sus probabilidades de éxito, a la manera de un jugador que

regulara su juego en función de una información perfecta de

sus probabilidades de victoria. En realidad, dado que las

disposiciones duraderamente inculcadas por las posibilidades

o imposibilidades, libertades y necesidades, facilidades y

prohibiciones que están inscritas en las condiciones objetivas

(y que la ciencia aprehende a través de regularidades

estadísticas como probabilidades objetivamente ligadas a un

grupo o clase) engendran disposiciones objetivamente

compatibles con esas condiciones y, en cierto modo,

preadaptadas a sus exigencias, las prácticas más improbables

se encuentran excluidas sin examen alguno, a título de lo

impensable, por esa especie de sumisión inmediata al orden que

40 op. cit., p. 50.

21

inclina a hacer de la necesidad virtud, es decir, a rehusar

lo rehusado y querer lo inevitable.41

La solución que Bourdieu plantea al dilema estructura-acción

se centra en el complejo concepto de habitus. La propia definición

de este término revela su complejidad y su multidimensionalidad. Así

un habitus es un sistema

de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras

estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras

estructurantes, es decir, como principios generadores y

organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar

objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda

consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones

necesarias para alcanzarlos, objetivamente "reguladas" y

"regulares" sin ser el producto de la obediencia a reglas, y,

a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser

producto de la acción organizadora de un director de

orquesta.42

El habitus es una capacidad de actuar en libertad pero siempre

dentro de los límites impuestos por la estructura social. Nada

es más engañoso que la ilusión retrospectiva que hace aparecer

el conjunto de huellas de una vida, como son las obras de un

artista o los acontecimientos de una biografía, como si se

tratara de la realización de una esencia que las precediera:

del mismo modo que la verdad de un estilo artístico no se

encuentra en germen en una inspiración original, sino que se

define y redefine continuamente en la dialéctica entre la

intención de objetivación y la intención ya objetivada,

asimismo es mediante la confrontación entre cuestiones que

solo existen por y para un espíritu dotado de ciertos

principios y soluciones obtenidas por la aplicación de dichos

principios, pero capaces de transformarlos, como se constituye

esta unidad de sentido que, posteriormente, puede parecer

previa a los actos y obras anunciadores de la significación

41 Op. cit. p. 94.

42 op. cit. p. 92.

22

final, transformando retroactivamente los diferentes momentos

de la serie temporal en simples bosquejos preparatorios.43

La pertenencia a una clase se convierte en un elemento

unificador de los comportamientos, de modo que se hace visible la

pertenencia a la misma.

La homogeneización objetiva de los habitus de grupo o de clase que

resulta de la homogeneidad de las condiciones de existencia,

es lo que hace que las prácticas puedan estar objetivamente

concertadas sin cálculo estratégico alguno ni referencia

consciente a una norma, y mutuamente ajustadas sin interacción

directa alguna, y, a fortiori, sin concertación explícita

-obedeciendo la forma de la interacción misma a las estructuras

objetivas que han producido las disposiciones de los agentes

en interacción y que les asignan todavía, a través de ellas,

sus posiciones relativas en la interacción y fuera de ella.44

Giddens propone la teoría de la estructuración. La estructura,

en primer lugar, no debe identificarse única y exclusivamente con

la coacción. La estructura es al mismo tiempo un elemento de

constricción y de facilitación de la acción. En segundo lugar, no

debe identificarse la distinción entre acción y estructura con la

diferenciación entre micro y macrosociología. En tercer lugar, la

acción no ha de definirse en términos de intención, la acción se

refiere a la capacidad que tienen los individuos para hacer cosas.

Giddens se enfrenta a quienes contemplan a los agentes sociales

como elementos cuyas acciones están dirigidas por las estructuras.

Así se opone a Weber cuando este último se refiere a la burocracia

como una jaula de hierro. Weber no tiene en consideración el modo

en que las relaciones de autoridad pueden ser esquivadas. De la misma

manera es crítico frente a los plantemientos de Braverman, el cual

en su análisis sobre el taylorismo concibe un trabajador atrapado

en la cuadrícula de la división del trabajo.

Giddens insiste en que la acción humana está intrínsecamente

relacionada con la actividad subjetiva en la sociedad, tratando de

este modo de superar el dualismo entre voluntarismo y determinismo.

43 op. cit., p. 96.

44 op. cit. p. 101.

23

En segundo lugar, trata de mediar en la dicotomía existente entre

el sujeto y el objeto asignando un papel principal a la capacidad

cognitiva de los actores a la hora de producir y reproducir su

sociedad. En tercer y último lugar, rechaza cualquier teoría que

pretenda analizar por separado la estática y la dinámica social.

Su teoría no minimiza el peso constrictivo de la estructura.

El término constricción tiene tres sentidos: constricción material,

constricción ligada a las sanciones y constricción estructural. La

primera es una constricción derivada del carácter del mundo material

y de las cualidades físicas del cuerpo. La segunda deriva de las

respuestas punitivas por parte de unos agentes hacia otros. La

tercera deriva de la contextualidad de la acción, del carácter de

las propiedades estructurales frente a los actores.

Los principales puntos que definen la estructuración son los

siguientes:

1- Todos los seres humanos son seres capaces de conocer, es decir,

todos los actores sociales poseen un conocimiento elevado de

las condiciones y consecuencias de lo que hacen en su vida

cotidiana.(...). Los actores son capaces de dar explicaciones

a su conducta.(...).

2- La cognoscibilidad de los agentes humanos está vinculada por un

lado al inconsciente y por otro a los efectos no queridos de

las acciones.(...).

3- El estudio de la vida cotidiana forma parte integral del análisis

de la reproducción de las prácticas institucionalizadas.(...)

4- La rutina, vinculada psicológicamente a la minimización de las

fuentes inconscientes de la ansiedad, es la forma predominante

de la actividad social cotidiana. (...)

5- El estudio del contexto, o de las contextualidades de la

interacción, es inherente a la investigación de la

reproducción social.(...)

6- Las identidades sociales, y la relaciones a ellas asociadas, son

los "hacedores" de la estructura espacio-temporal.(...)

7- No se puede otorgar un significado unitario a la "constricción"

en el análisis social. Las constricciones asociadas a las

propiedades estructurales de los sistemas sociales son solo

un tipo de entre otras características de la vida humana

social.

8- Entre las propiedades estructurales de los sistemas sociales, los

principios estructurales son particularmente importantes,

dado que especifican tipos globales de la sociedad.(...)

9- El estudio del poder no puede contemplarse como una consideración

de segundo orden en las ciencias sociales. El poder no puede

abordarse a continuación de los conceptos básicos de la ciencia

social. (...) El poder es el medio de conseguir que se hagan

24

las cosas y, como tal, está directamente implicado en la acción

humana. (...)

10- No hay ningún mecanismo de la organización social o de la

reproducción social identificado por los analistas sociales

que los actores profanos no puedan llegar a conocer y a

incorporar en lo que hacen. (...)45

A partir de aquí Giddens considera paradigmática la

investigación etnográfica de corte estructural. De acuerdo con él

la investigación de Willis sobre alumnos antiescuela en un contexto

de clase trabajadora46 es ejemplar en este sentido.

La tercera aportación a este debate es la de la elección

racional, teoría que parte del individualismo metodológico. El

individualismo metodólogico considera que los fenómenos sociales se

explican a partir de las propiedades de los individuos implicados

en los fenómenos sociales. Cualquier explicación que implique

conceptos sociales a nivel macro debería reducirse a explicaciones

a nivel micro.

La derivación del individualismo metodólogico hacia la teoría

de los juegos y su incorporación en el denominado marxismo analítico

ha supuesto un sólido intento de elaborar una teoría marxista de la

acción sin excluir -a diferencia de lo que ocurre en el caso de

Thompson- el peso de la estructura.

Como señalan Wright et al.47 se puede comprender qué es el

individualismo metodológico si lo comparamos con otras

explicaciones de las relaciones entre estructura y acción, como son

el atomismo y el holismo radical.

45 A. Giddens, The Constitution of Society, Cambridge, Polity

Press, 1984, pp. 281-284.

46 P. Willis, Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase

obrera consiguen trabajos de clase obrera, Madrid, Akal, 1988.

47 E.O. Wright, A. Levine y E. Sober, Reconstructing Marxism.

Essays on Explanation and the Theory of History, Londres, Verso,

1992.

25

El atomismo es una postura metodólogica que niega la eficacia

causal de las estructuras. Podemos poner el ejemplo del paso del

feudalismo al capitalismo. El atomista consideraría que esta

transición podría explicarse por medio de las acciones de los

individuos.

El atomista argumentaría que todo aquello que parece explicatorio

acerca de las relaciones irreductibles entre los individuos

es explicatorio debido exclusivamente a los estados

psicológicos correspondientes a estos individuos; lo que

importa a la hora de explicar, por ejemplo, las relaciones de

poder entre los individuos no es una relación irreductible

entre estos individuos, sino que lo hay que considerar son sus

creencias y deseos, considerados de un modo atomístico. Si yo

creo que tú me castigarás si hago X y tú crees que tengo esta

creencia, cada uno actuará de un modo peculiar. La aparente

"relación" de poder entre los individuos, continuando con el

argumento, en realidad no es más que un conjunto de creencias

recíprocas y son estas creencias, y no cualquier "relación

objetiva", lo que explica las acciones.48

El individualismo metodológico comparte con el atomismo esta

idea de que las explicaciones sociales son, en última instancia,

reducibles a las explicaciones a nivel individual. Wright et al.

citan a Elster cuando considera que el individualismo metodológico

es la doctrina que mantiene que

todos los fenómenos sociales -su estructura y su cambio- en

principio son explicables a partir de los individuos -sus

propiedades, sus objetivos, sus creencias y sus acciones.

Partir desde las instituciones sociales y de los modelos

agregados de conducta hasta llegar a los individuos es los

mismo que ir desde las células a las moléculas.49

Sin embargo, el individualismo metodológico sí acepta la

importancia de las relaciones entre las partes. Es decir, no rechaza

la idea holística de que el todo es más que la suma de las partes.

Esto puede explicarse mediante una simulación lógica.

Consideremos un sistema con dos partes, X e Y. Si el todo, Z, es igual

a la suma de las partes, podríamos expresarlo del siguiente modo:

Z = b1X + b2Y

48 Op. cit., p. 110.

49 Making Sense of Marx, p. 5. Citado en Wright et al. p. 111.

26

Es decir, Z está totalmente determinado por el sumatorio de

los efectos de b1 de la sección X y de b2 de la sección Y. Si hubiera

interacciones entre X e Y tendríamos el siguiente modelo:

Z = b1X + b2Y + b3XY

De este modo, el todo es algo más que la suma de las partes.

Volvamos a describir las partes del siguiente modo:

X* = X(1 + b3Y/2b1) Y

* = Y(1 + b3X/2b2)

En estas nuevas descripciones de las partes, las interacciones

de las partes en el seno del todo se representan como propiedades

relacionales de las propias partes.

Z = b1X* + b2Y

*

El holismo radical, al contrario que el atomismo, niega la

eficacia causal de las acciones de los individuos. El marxismo, con

la importancia concedida a la totalidad, ha contribuido en buena

medida a la expansión del holismo. Wright et al. citan tres

corrientes holistas radicales: las teleologías holísticas, el

marxismo estructuralista y los argumentos basados en la acción de

colectivos. La teleología concibe la historia como el desarrollo de

un núcleo esencial, orientada hacia el cumplimiento de un objetivo.

El estructuralismo marxista -cuyo máximo exponente es Althusser-

considera que los agentes sociales son meros soportes de estructura,

que se limitan a representar el papel cuyo guión escribe la

estructura. Finalmente, los argumentos basados en la acción de

colectivos hacen uso de afirmaciones del siguiente tenor: "la

burguesía no quiere pactar". Muchas veces estas expresiones son una

simple facilidad de lenguaje, queriendo en realidad hacer

afirmaciones relativas a los actos de partidos políticos,

sindicatos, etc. Pero, en otras ocasiones, se trata de expresar la

creencia en una conciencia colectiva y en una acción colectiva, en

donde las clases o la humanidad piensan de tal o cual modo.

Los individualistas metodológicos consideran que para

explicar un fenómeno debemos aclarar los micro-mecanismos que lo

producen. Este enfoque propugna la irreductibilidad de lo micro a

lo macro: lo macro se explica a partir de lo micro. La importancia

del análisis micro para comprender el análisis macro puede captarse

a partir de la explicación que Elster suministra de cómo se forman

las clases sociales. Elster defiende que la clave para comprender

la formación de clases recae sobre los mecanismos que facilitan o

27

dificultan el desarrollo de la conciencia de clase en los

individuos. Para explicarlo recurre a la teoría de los juegos. En

concreto se trata de reflexionar sobre el llamado problema del

prisionero, el problema de cómo comprender los motivos que impulsan

a los individuos a participar o a abstenerse de tomar parte en

acciones colectivas. Si el trabajador es un egoísta racional

preferirá que los demás trabajadores actúen colectivamente y él se

abstenga de tomar parte en los esfuerzos colectivos pero participe

de los beneficios derivados de la acción colectiva (por eso a este

dilema también se le llama el dilema del gorrón). Es decir, en caso

de huelga, lo mejor para el trabajador individual es que los demás

la hagan (con las consecuencias que ello conlleva para los

participantes: significación frente a los jefes, deducción

salarial, etc) y beneficiarse de los logros conseguidos por tal

huelga.

La propuesta de Elster es comprender la solidaridad de clase como

una transformación de las preferencias características del

problema del gorrón en un juego de garantías. (...) En un juego

de garantías la gente no desea ser altruista unilateral

-sacrificarse aunque los demás no lo hagan-. No quieren ser

tontos. Pero, prefieren la cooperación al gorroneo. Elster

denomina a esta preferencia "altruismo condicional".50

1.4.UNA SOLUCIÓN EMPÍRICA AL DILEMA ESTRUCTURA/ACCION:

EL ESTUDIO DE CASO DE WILLIS.

Como vimos, Giddens considera como paradigmática la obra de

Willis Aprendiendo a trabajar. En ella se afronta el problema de cómo

explicar que chicos procedentes de la clase obrera se integren

alegremente en, es decir deseen, trabajos de clase obrera. Explicar

esta aparente contradicción es lo que pretende Willis.

Para ello se sirve de la etnografía. El enfoque etnográfico

-sustentado epistemológicamente en la fenomenología, el

interaccionismo simbólico y la etnometodología- es una reacción

contra el cuantitativismo positivista del

estructural-funcionalismo. El positivismo contempla la realidad

social desde fuera. A lo sumo, se limita a cuantificarla, a

matematizarla. Para la etnografía el mundo social debe estudiarse

50 E.O. Wright et al., op, cit., p. 123.

28

en un estadio "natural", inalterado en la medida de lo posible por

la presencia del investigador. La fidelidad investigadora recae

sobre los fenómenos que se estudian y no -como ocurre en el

positivismo- sobre ningún conjunto de principios metodológicos.

Siguiendo a Husserl se arranca de la "actitud natural", de las ideas,

de los convencimientos e incluso de los prejuicios ambientales. La

escuela deja de ser concebida como una caja negra -black box- de la

que se puede saber lo que ocurre en su interior sin necesidad de

adentrarse en ella.

El interaccionismo simbólico proviene de la obra de Herbert

Blumer y sus colegas, de lo que se denominó la Escuela de Chicago.

Los interaccionistas simbólicos consideran que el ser humano es

básicamente distinto del resto de los animales. Mientras que los

animales actúan en respuesta a otros objetos y acontecimientos a

partir del instinto o del condicionamiento previo, los seres humanos

adoptan una actitud o comportamiento sobre los objetos a partir de

los significados que estos objetos tiene para ellos. Los

significados surgen a través de la interacción social con los demás.

Los significados son comprendidos como productos sociales. La

conducta humana no es causada de un modo determinado predefinido por

fuerzas internas (instintos, etc). La conducta es causada por una

interpretación reflexiva y derivada de la cultura de los estímulos

internos o externos presentes.

La racionalidad que subyace a las investigaciones etnográficas

es la hipótesis naturalista-ecológica y la hipótesis

cualitativo-fenomenológica. Muchos científicos consideran que la

conducta humana depende de modo decisivo de los escenarios en que

tiene lugar. Se obtienen resultados muy distintos cuando la

investigación tiene lugar en situaciones de laboratorio. El

científico social no puede entender la conducta humana sin

comprender el marco dentro del cual los sujetos interpretan sus

pensamientos, sentimientos y acciones.

El empirista tradicional se considera a sí mismo la primera

fuente de conocimiento, y confía más en sus propios sentidos y en

su propia lógica que en la de los sujetos. El observador

participante, por otro lado, considera las intepretaciones de sus

sujetos como lo más importante. Adoptando el papel de los sujetos,

recrea en su propia imaginación y experiencia los pensamientos y

29

sentimientos que se encuentran en la mente de aquellas personas a

las que estudia.

El principio subyacente a la investigación etnográfica es que

lo que la gente dice y hace está inconscientemente configurado por

las situaciones sociales.

La etnografía estructural arrancaría de la famosa idea

expuesta por Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte51 según la cual

los hombres hacen su propia historia pero no la hacen en

condiciones libremente elegidas. Se trataría de responder al debate

de qué modelo de hombre, el activo o el pasivo, conviene a la

investigación social.

De acuerdo con Willis52

habría tres modos de conexión

objeto/sujeto. El primero sería la determinación estructural e

histórica de la subjetividad y la cultura; es decir, no podemos

elegir nacer en una u otra región, ser ricos, ser varones,... La

segunda conexión se refiere a que los agentes sociales, dado que son

formados de determinadas maneras se comportan de un modo apropiado,

o sea, votan, se casan... La tercera, y esta sería la conexión

novedosa, es que estos agentes ejercen un uso activo y colectivo de

los recursos naturales, simbólicos e ideológicos recibidos. Con

ello consiguen modificar las condiciones estructurales y materiales

no elegidas libremente.

Willis analiza la transición de un grupo de alumnos

marcadamente anti-escuela desde el sistema educativo al sistema

productivo. Lo que quiere explicar es por qué estos chavales desean

realizar trabajos de clase obrera. Para ello elabora una

terminología que capte lo que ocurre en la realidad.

Los términos que utiliza son los de penetración y limitación.

Por penetración entiende los impulsos dentro de una forma cultural

hacia la captación de las condiciones de existencia de sus miembros

y su posición dentro del todo social, de un modo no individualista.

51 K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid, Akal, 1975.

52

P. Willis, "Producción cultural y teorías de la

reproducción", Educación y sociead, 5, 1986.

30

Se trata de la captación de las contradicciones sociales:

explotación, alienación, división social, etc.

Por limitación entiende aquellos obstáculos, desviaciones y

efectos ideológicos que confunden e impiden el desarrollo total y

la expresión de estos impulsos. Lo que hace la limitación es restar

peligrosidad a las penetraciones, impidiendo o dificultando la

transformación social.

A partir de estos elementos es posible explicar la entrada

libremente aceptada en determinados trabajos en condiciones que no

son libremente elegidas (lo que supone retomar la idea de Marx de

que los hombres hacen la historia libremente en condiciones que no

son libremente elegidas). Hay un momento en la cultura obrera en que

la entrega de la fuerza de trabajo representa al mismo tiempo la

libertad, la elección y la trascendencia. Si los chicos de la clase

obrera en su camino al trabajo no creyeran en la lógica de sus propias

acciones, ninguna persona ni acontecimiento exterior podrían

convencerles.

Las principales penetraciones son las que se refieren a la

educación y el empleo. La cultura contraescolar manifiesta un fuerte

escepticismo con respecto al valor de las credenciales educativas,

y, especialmente, con respecto al sacrificio que supone su

obtención; en definitiva un sacrificio no solo de tiempo muerto,

sino de una cualidad de la acción: implica aceptar la subordinación.

La gratificación inmediata, no es solo inmediata, es un estilo de

vida. Por otro lado, no está del todo claro que el sacrificio en la

escuela conduzca a mejores empleos.

En segundo lugar, la cultura establece una especie de

valoración de la calidad del trabajo disponible. La mayor parte del

trabajo industrial es un trabajo carente de sentido, alienante,

repetitivo, requiere muy poca habilidad y muy poco aprendizaje. Si

básicamente todos los trabajos son iguales, si de ellos es

prácticamente imposible obtener satisfacción intrínseca alguna,

por qué molestarse en soportar tantos años de escuela. Hay una

indiferencia casi total con respecto a la clase particular de

trabajo a realizar, siempre y cuando cumpla unos requisitos

culturales mínimos. La lógica interna del capitalismo consiste en

que todas las formas concretas de trabajo están estandarizadas y que

todas ellas contienen el potencial para la explotación del trabajo

31

abstracto. Es la expansión del sector servicios y del sector público

lo que se convierte en el fundamento de la pretensión de que existe

una mayor amplitud de oportunidades para los jóvenes. Sin embargo,

contra esta afirmación se puede argumentar que el modelo capitalista

industrial es dominante en todos los sectores de empleo. El minuto

standard se está convirtiendo en la unidad básica para todos los

sistemas de control de tiempo en todos los sectores de empleo,

independientemente de la forma de trabajo de que se trate. El

surgimiento del capitalismo desde el feudalismo estuvo asociado con

el cambio en las nociones del tiempo. La lógica natural de las

estaciones cíclicas, las posiciones del sol en el cielo, la hora de

comer o la tarea que había que efectuar fueron reemplazados por la

lógica del reloj como la base del tiempo. En el capitalismo el tiempo

es lineal en lugar de circular. Se tiene que ahorrar y usar. La

cultura contraescolar es una derrota limitada de este sentido del

tiempo.

Por instinto, la cultura contraescolar tiende a limitar la

entrega de la fuerza de trabajo (llegar al final del trimestre sin

haber escrito una sola palabra,...).

El comportamiento en la escuela de estos chicos refuerza la

solidaridad de grupo, rechazando radicalmente la competitividad que

la escuela alienta. La cultura contraescolar contrapone la lógica

individualista a la grupalista. Para el individuo de la clase obrera

la movilidad en esta sociedad puede significar algo. Sin embargo,

para la clase y el grupo en su conjunto, la movilidad no significa

nada. La única movilidad verdadera sería la destrucción de la

sociedad de clases.

Las principales limitaciones de la cultura contraescolar son

las que se refieren al desdén por la actividad intelectual y su

marcado sexismo. El rechazo de la escuela es también el rechazo de

la actividad mental en general. El individualismo no es derrotado

por lo que pueda ser en sí, sino por su participación en la máscara

escolar donde el trabajo mental se asocia a la autoridad

injustificada y con títulos cuyas promesas son ilusorias. Por lo

tanto el individualismo es penetrado a costa de rechazar la

actividad intelectual (dirección, concepción), lo que facilita la

dominación de clase.

32

La otra gran división que desorienta la penetración cultural

es la que se da entre hombres y mujeres. Anteriormente hacíamos

referencia al hecho de que los trabajos aceptables por los alumnos

anti-escuela han de caer dentro de un cierto universo cultural.

Estos chicos rechazan cualquier tipo de trabajo que tenga

connotaciones femeninas, o donde no se ejerza la masculinidad en

forma de fortaleza física. Esto implica el rechazo absoluto del

trabajo de oficina (al que despectivamente llaman pen-pushing

-empujar un lápiz-) y todo lo que se asimile a ella. El hecho de que

no todos aspiren a las recompensas y satisfacciones del trabajo

mental es algo que necesita explicación. El que el capitalismo

necesite esta división no explica por qué se satisface esa

necesidad. Un miembro de la cultura contraescolar solo puede creer

en la feminidad del trabajo de oficina mientras que las esposas, las

novias y las madres sean contempladas como personas limitadas,

inferiores o incapaces para ciertas cosas.

Hasta ahora no se ha prestado atención al impacto de fuerzas

externas: al estado o a las ideologías.

El sexismo, la división, el racismo tiene lugar más

intensamente en la sociedad civil que en el estado. Por supuesto,

esto no impide la exportación hacia arriba de factores ideológicos

que son utilizados por el estado, ni impide que el estado ayude a

reproducirlos.

Los dos impactos verticales descendentes de la ideología en

la cultura contraescolar son los de la confirmación y la

dislocación. Confirman aquellos aspectos útiles para la

reproducción social y dislocan aquellos que retienen un grado de

penetración crítica.

La ideología oficial refuerza el sexismo. El servicio de

orientación profesional coincide con la cultura contraescolar a la

hora de distribuir empleos en función del género.

Sin embargo, los intentos de la escuela por hacer ver que existe

una amplia diversidad de trabajos de manera que la gente puede elegir

el que mejor satisfaga su vocación son dislocados por la cultura

contraescolar. Para los "colegas" (los miembros de la cultura

contraescolar en el estudio de Willis) todos los trabajos son

básicamente iguales. No es culpa de nadie en concreto que el trabajo

33

sea aburrido y cansino. En consecuencia, la aceptación del trabajo

manual no es ningún acto absurdo por parte de los "colegas".

La perspectiva culturalista presente en esta obra es pesimista

y optimista a la vez. Es pesimista al hacer ver que la creatividad

de la cultura conduce a la aceptación de trabajos subordinados, pero

es optimista al mostrar que los resultados no son inevitables, no

están inscritos de antemano en ninguna estructura. Las teorías

estructuralistas de la reproducción presentan la ideología

dominante como impenetrable. Los agentes sociales, defiende Willis,

no son soportes pasivos de la ideología, sino que son apropiadores

activos que reproducen las estructuras existentes a través de la

lucha, de la contestación y de una penetración parcial de aquellas

estructuras.

Las libertades capitalistas son potencialmente libertades

reales y el capitalismo hace una apuesta: las libertades pueden ser

usadas para la auto-condena. La clase dominante nunca podrá asegurar

férreamente que esas libertades no conduzcan al derrocamiento del

orden social. El amplio crecimiento de los gastos estatales en

bienestar social y en educación, por ejemplo, no responde

necesariamente a los intereses del capitalismo. En gran medida ha

sido forzado a ello debido a la presión ejercida por grupos

competidores, los cuales utilizan sus libertades reales para lograr

su propio progreso.

2. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LAS CLASES

2.1. TEORIAS GRADACIONALES Y TEORIAS RELACIONALES DE LAS CLASES

Tal y como explicaba Erik Olin Wright53, quien a su vez se apoya en Ossowski, el

concepto de clase puede ser comprendido en términos gradacionales o en términos

relacionales. Cuando se analiza la clase en términos gradacionales la división de la

sociedad en grupos sociales tiene lugar en función del grado en que poseen la

característica que constituye el criterio de división, el cual puede ser el nivel de renta, el

status, las credenciales educativas, etc. Cuando se habla de clases en términos

relacionales las clases sociales constituyen un sistema de dependencia mutua o

unilateral, dependencia basada en relaciones causales.

53 E.O. Wright, Class Structure and Income Inequality, Nueva

York, Academic Press, 1978.

34

El elemento distintivo del enfoque gradacional es el hecho de que las clases

siempre son caracterizadas como entes que están por debajo o por encima de otras

clases. Los nombres otorgados a las diferentes clases reflejan esta imagen cuantitativa,

espacial: clase alta, media alta, media media, etc.

Dentro de la sociología hay fundamentalmente dos versiones de las

concepciones gradacionales: una define las gradaciones de clase en términos de renta

y la otra lo hace en términos de status social. La primera supone la definición más

popular de clase social: la gente pobre constituye la clase baja, la gente con nivel de

renta intermedio la clase media, etc. La distribución de la renta coincide con la

distribución de las clases sociales. La diferenciación en función del status consiste en

jerarquizar a los miembros de una sociedad a partir de la evaluación que los demás

hacen con respecto al resto de los individuos. Normalmente esta jerarquización se basa

en la ocupación. De este modo, las posiciones más altas en la jerarquía social estarían

ocupadas por las profesiones de corte intelectual y las más bajas por las de corte

manual. Tal y como señalara Parsons "las clases deberían definirse como un agregado

de unidades tales, individuales o colectivas, que en su propia estimación y en la de los

demás en la sociedad ocupan posiciones de un status aproximadamente igual"54.

En contraste, las concepciones relacionales definen las clases por su relación

social estructurada con otras clases. Las clases no se definen simplemente por su

relación con otras, sino por su relación social con otras. Las diferencias recaen en

elementos de tipo cualitativo. Los nombres otorgados a las clases reflejan las

definiciones subyacentes: clase obrera, clase de servicio, clase profesional-directiva,

etc. Las clases no son etiquetadas a lo largo de un continuum desde lo más bajo a lo

más alto. En su lugar, los nombres son del tipo de clase capitalista, clase obrera,

señores, siervos, clase dominante, clase subordinada. Dentro del enfoque relacional,

por ejemplo, la clase obrera es definida por su posición cualitativa en el seno de una

relación social que define de modo simultáneo a la clase capitalista. De este modo, en la

teoría weberiana, los trabajadores son percibidos como vendedores de fuerza de

trabajo y los capitalistas como compradores de la misma. La cuestión no radica en que

los obreros posean menos que los capitalistas, sino que más bien se trata de que

ocupan una posición dentro de una relación social que define tanto al capitalista como al

trabajador: la relación social de intercambio en el mercado de trabajo. Nótese la

54 T. Parsons, "Equality and Inequality in Modern Society or

Social Stratification Revisited", citado por E.O. Wright, op.

cit., p. 6.

35

importancia trascendental del aspecto cualitativo frente al cuantitativo en el anterior

enfoque. Todas las concepciones relacionales de las clases sociales insisten, de un

modo u otro, en que las estructuras básicas de la desigualdad en una sociedad son

también estructuras de intereses y de ese modo constituyen la base para la acción

social colectiva. Las relaciones sociales no solo definen las clases, sino que también

determinan las clases.

La estructura de clases definida en términos gradacionales es

fundamentalmente una taxonomía estática. Estas definiciones pueden suministrar una

base para etiquetar descriptivamente a la gente, pero son incapaces de explicar las

fuerzas sociales dinámicas que determinan y transforman esa distribución. Se puede

entender fácilmente con un sencillo ejemplo. Es difícil ver de qué modo la Revolución

francesa pudiera explicarse en términos de los esquemas gradacionales de clase. A

pesar de que pudiera ser que la mayor parte de los participantes en la toma de la Bastilla

tuvieran unos status inferiores a 40 y que la mayor parte de la aristocracia francesa

superase los 70, tales etiquetas no captan la dinámica subyacente al proceso

revolucionario.

2.2. EVOLUCIÓN RECIENTE DEL CONCEPTO DE CLASE55

Durante los años cuarenta y cincuenta se asiste al periodo del predominio del

análisis estructural-funcionalista (el llamado "consenso ortodoxo") de la estratificación.

Uno de los objetivos del estructural-funcionalismo era, siguiendo una sólida tradición

estadounidense, sustituir las teorías anteriores sobre las clases y, en especial, acabar

con la teoría del conflicto.

De acuerdo con Caínzos56 son ocho los rasgos básicos del estratificacionismo. 1. Enfasis en la dimensión distributiva de la desigualdad, en detrimento de su dimensión

relacional, esto es, énfasis en la asignación de diversas recompensas sociales consideradas como atributos de los individuos y grupos.(...)

2. Imagen gradualista de la estratificación, que se desprende de la adopción de aquella óptica distributiva y tiende a situar a los individuos en un continuum más o memos ininterrumpido de la base a la cima.(...)

3. La insistencia en el carácter multidimensional de la estratificación, en cuanto que se entiende que cada uno de los atributos considerados tiene una naturaleza

55 La estructura del contenido de parte de este epígrafe procede

del excelente y clarificador analísis de M. A. Caínzos, Marxismo,

posmarxismo y teoría de las clases, Santiago de Compostela, tesis

doctoral, 1992.

56 op. cit.

36

cualitativamente diferente y, por tanto, hay una diversidad de principios de estratificación independientes e irreductibles entre sí. (...)

4. Predominio de una comprensión nominalista de los estratos diferenciados. (...) Los estratos parecen no tener existencia real, no dan lugar a comunidades. Más bien se trata de simples estratos estadísticos construidos por el investigador. (...)

5. Insistencia en el carácter evaluativo de la estratificación. (...) 6. Consideración de la ocupación como elemento privilegiado de la estratificación. (...) 7. Tendencia a explicar la desigualdad social en términos de su valor funcional, es decir,

las diferentes ocupaciones tienen una asignación diferencial de recompensas a partir de su mayor relevancia para el funcionamiento de la sociedad. (...)

8. Orientación consensualista, de modo que acentúa la integración y el equilibrio frente al conflicto de intereses.(...)

La supremacía del funcionalismo no significa que no existieran enfoques sobre

las desigualdades que las analizaran desde la óptica del conflicto. Incluso dentro de los

Estados Unidos podemos citar la obra de Mills57 como un claro ejemplo del paradigma

conflictualista.

En Europa, debido a su muy diferente experiencia histórica con respecto a los

Estados Unidos, el concepto de clase social nunca desapareció de las reflexiones e

investigaciones sociológicas. Sería en Europa donde surgiría un movimiento contrario a

la hegemonía del funcionalismo. Se acusaba al funcionalismo de proponer una imagen

utópica de la sociedad en exceso centrada en la idea de la balsa de aceite.

Esta reacción frente al funcionalismo se apoyaba directamente en Marx y en

Weber. Este es el caso de Dahrendorf, quien pretende ofrecer una nueva formulación

de la teoría de las clases en diálogo con estos dos autores.

Un segundo frente en la reevaluación del análisis de clases procede de la obra

de Lockwood, quien en su El trabajador de la clase media58 propone una síntesis de los

enfoques de Marx y de Weber a través de su concepción de la posición de clase,

posición que incluye tres factores: la situación de mercado, es decir, la posición

económica en el sentido más restringido (nivel de renta, seguridad en el trabajo, etc.); la

57 No obstante la obra de Mills The Power Elite (Oxford, Oxford

Press, 1956) se apoya en un paradigma opuesto a la teoría de la

clases: la teoría de las élites. Sin embargo, sus planteamientos son

un duro aldabonazo a la teoría del consenso, al poner de manifiesto

la capacidad de manipulación de unas pocas personas sobre el

conjunto de la población estadounidense.

58 Madrid, Aguilar, 1962.

37

situación de trabajo, es decir, el conjunto de relaciones sociales en que se ve envuelto el

individuo en virtud de la división del trabajo y la situación de status que, al igual que

ocurre entre los funcionalistas, se refiere a la posición del individuo en la jerarquía

social. Lockwood argumentaba que aunque los trabajadores de cuello blanco y los

trabajadores manuales pudieran tener en común el hecho de ser no propietarios, las

consecuencias derivadas de su status de empleo no son las mismas. Sirviéndose del

concepto weberiano de oportunidades de vida, Lockwood sostuvo que la posición de

trabajo y de mercado de los empleados era superior a la de los trabajadores manuales,

y en consecuencia no comparten la misma situación de clase. La influencia de

Lockwood fue enorme. Basta para ello con pensar en su intervención junto a

Goldthorpe, Bechhofer y Platt en la elaboración del conocidísimo estudio sobre The

Affluent Worker59.

Habría que citar también la aparición de la obra del sociólogo polaco Ossowski

sobre La estructura de clases y la conciencia social.60 Aquí nos encontramos con un

impresionante repaso a las teorías sobre las clases sociales, con especial insistencia en

las aportaciones de Marx y Weber y una valoración del análisis de la desigualdad en el

estructural-funcionalismo.

En cualquier caso, estas elaboraciones apenas pudieron socavar mínimamente

la hegemonía del estratificacionismo. Los años cincuenta y los primeros sesenta eran

poco propicios para el desarrollo del concepto de clase. Téngase en cuenta que el

capitalismo conoció en esos años una etapa de crecimiento económico sin precedentes

y que la clase obrera estaba accediendo de modo generalizado a bienes de consumo, a

la seguridad social, a las vacaciones pagadas, etc. Eran los tiempos del apogeo del

llamado acuerdo socialdemócrata, del pacto de no agresión entre clases sociales.

Otra corriente teórica que se oponía al desarrollo del concepto de clase fue la

teoría de la sociedad postindustrial. Esta teoría (desarrollada, entre otros, por autores de

la talla de Bell o Touraine) planteaba la convergencia de todas las sociedades

industriales independientemente de su organzación política, es decir,

independientemente de que fueran socialistas o capitalistas. Esa convergencia se

materializa en términos de una sustancial elevación de los requisitos de conocimiento

de los puestos de trabajo, una reducción de la desigualdad social, la sustitución de la

burguesía como clase dominante por los técnicos, etc. Esto está clarísimo en la obra de

59 The Affluent Worker. Industrial Attitudes and Behaviour,

Cambridge, Cambridge University Press, 1970.

60 Barcelona, Península, 1969.

38

Bell El advenimiento de la sociedad postindustrial 61 . En esta obra Bell divide

analíticamente la sociedad en tres partes: la estructura social, la política y la cultura. La

estructura social comprende la economía, la tecnología y el sistema de trabajo. La

política regula la distribución del poder y ejerce las funciones de juez en las

reivindiciones conflictivas y en las demandas de los individuos y grupos. La cultura es el

reino del simbolismo expresivo y los significados.

El concepto de sociedad postindustrial hace referencia en primer lugar a cambios

en la estructura, a la manera en que está siendo transformada la economía y

remodelado el sistema de empleo, y a las nuevas relaciones entre la teoría y la actividad

empírica, en particular entre la ciencia y la tecnología. Estos cambios plantean

problemas al resto de la sociedad. En primer lugar, se asiste a una clara burocratización

de la ciencia lo que da lugar a resistencias entre los científicos, quienes se oponen a la

alienación en su trabajo. En segundo lugar, se plantean problemas al sistema político.

Los grupos sociales en ascenso como los científicos, los tecnócratas y los ingenieros

han de competir con los políticos o convertirse en sus aliados.

Se puede considerar que las actuales sociedades son postindustriales porque la

propiedad de los medios de producción no determina ya el dominio, el poder o el

privilegio en la sociedad. Entonces, ¿quién dirige esta sociedad? Las élites gobernantes

están constituidas por el alto personal administrativo del Estado, los ministros, los

jueces. La sociedad postindustrial es cada vez más postburguesa, ya que la estructura

de clases del siglo XIX tiende a disolverse. Los mecanismos de mercado se ven

suavizados gracias a la intervención económica del Estado.

Al igual que Bell, Touraine62 habla de sociedades postindustriales, a las que

también se puede denominar sociedades tecnocráticas, si lo que se pretende es

designarlas según el poder que las domina. Igualmente pueden llamarse sociedades

programadas, si lo que se enfatiza es la naturaleza de su modo de producción y de

organización económica. En este tipo de sociedades el crecimiento económico está

determinado por el proceso político, en lugar de hacerlo por mecanismos económicos

puros. El Estado goza de una amplia autonomía, por lo que las formas de dominación

social resultan profundamente transformadas. La dominación social adopta mucho más

que anteriormente tres formas. En primer lugar, adopta la forma de la integración social,

lo que significa que los actores sociales no solamente han de participar en el trabajo,

sino que también han de hacerlo en el consumo. En segundo lugar adopta la forma de la

61 Madrid, Alianza, 1976.

62 La sociedad postindustrial, Barcelona, Ariel, 1971.

39

manipulación cultural. Es preciso actuar tanto sobre las necesidades y las actitudes

como sobre el trabajo. La educación escapa de las manos de la familia y pasa a ser

controlada por el Estado. Finalmente, se trata de una sociedad de aparatos, dominada

por grandes organizaciones que son a la vez políticas y económicas, se orienta más que

nunca hacia el poder, hacia el control propiamente político de su funcionamiento interno

y de su entorno.

Todos estos problemas son comunes a las sociedades capitalistas y socialistas,

ya que ambas son sociedades industriales. En ambas resulta más útil hablar de

alienación que de explotación, puesto que la alienación define una relación social y la

explotación una relación económica.

En las sociedades industriales era el obrero cualificado quien más se oponía al

capitalismo. Hoy la verdadera oposición es la que tiene lugar frente a la tecnocracia. Se

trata de un oposición social y cultural más que económica. Anteriormente, el poder del

capitalismo se ejercía única y exclusivamente en el marco del trabajo. En las

sociedades postindustriales la dominación se extiende a todos los terrenos de la vida

social, lo que se moviliza no es solo la faceta de trabajador asalariado, sino que lo hace

toda la personalidad. De ahí que la juventud, especialmente la universitaria, se haya

convertido en punta de lanza en la lucha contra los poderes económicos y políticos. Al

igual que tantos autores de los años 60 (La sociedad postindustrial fue publicada en

1969) considera que la clase obrera ha dejado de ser un agente histórico privilegiado en

la tarea de la transformación social. Y esto es así, no porque el movimiento obrero se

haya debilitado, (Touraine tiene en mente los acontecimientos de mayo del 68) sino

porque el ejercicio del poder en el seno de la empresa ha dejado de ser el resorte

principal del sistema económico y, por tanto, de los conflictos sociales. Las luchas

obreras no ponen en cuestión el orden social.

Todos estos planteamientos chocaban de lleno contra los supuestos básicos de

la teoría de clases marxista y lo hacía por lo menos en tres sentidos:

1. Su prospectiva es justamente la contraria de la planteada por Marx. Mientras que

Marx hablaba de la descualificación continua de la fuerza de trabajo -tendencia a la

proletarización-, las teorías postindustriales proponen justamente lo contrario.

2. Defienden la tesis del aburguesamiento de la clase obrera, lo que choca con la idea

de una clase obrera revolucionaria.

3. Uno de los colofones de las teorías postindustriales es el planteamiento del fin de las

ideologías. Esto significa que las sociedades postindustriales han sido capaces de

generar mecanismos consensuados de resolución de los conflictos de modo que

desaparecen aquellos movimientos sociales que ponen en duda los fundamentos

esenciales del orden social establecido. Por otro lado la adopción de decisiones no se

rige por convicciones ideológicas, sino que lo hace por medio de criterios científicos o

40

técnicos. En este sentido, se estaría accediendo al gobierno de los cientícos y de los

técnicos.

Una visión no marxista del conflicto de clases que ejerció gran influencia fue la de

T.H. Marshall63. Se trata de un enfoque que guarda grandes similitudes con el de la

sociedad post-industrial, dado que explica cómo el movimiento obrero ha sido integrado

en las sociedades industriales, es decir, trata de explicar por qué la lucha de clases ya

no es una amenaza para el orden existente. De acuerdo con Marshall son tres los tipos

de derechos vigentes en las sociedades contemporáneas: los legales, los políticos y los

ciudadanos. El primero se refiere a la igualdad de todos ante la ley. El segundo se

refiere fundamentalmente a los derechos de asociación y de voto. El tercero se refiere a

los derechos que todo ciudadano tiene como consecuencia de la extensión del estado

del bienestar. Desde aquí Bendix llega a explicar el carácter inocuo de la lucha de

clases: los conflictos de clases que Marx detectó eran consecuencia de la exclusión de

la clase obrera de los derechos ciudadanos, con lo cual a partir de la consecución de

esos derechos la lucha de clases se expresaría en la competencia electoral.

El marxismo fue incapaz en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial

de ofrecer alguna aportación sustantiva al concepto de clase. Y eso a pesar de su

influencia en el clima social y político de la época. Piénsese en la presencia

gubernamental en los casos francés e italiano de los partidos comunistas de ambos

países. O considérese la famosa declaración de Sartre en el sentido de que el marxismo

es la filosofía de nuestro tiempo. El marxismo se había concentrado más bien en la

reflexión de corte filosófico, desdeñando la reflexión sobre la sociedad.

A partir de los sesenta el panorama cambia. Lo que aquí importa es tener

presente el hecho de que se redescubre el marxismo en la ciencia social y se relanza de

modo generalizado la teoría y el análisis de clase. En el año 1965 Althusser publica Pour

Marx64 y junto con Balibar y otros Lire le Capital65. El año anterior se había producido un

cambio en la dirección de la revista británica New Left Review que supuso la sustitución

de la filosofía o la economía política por la sociología como sistema principal del

pensamiento intelectual con el cual el marxismo debía confrontarse.

63 T.H. Marshall, Citizenship and Social Class, Cambridge,

Cambridge University Press, 1950.

64 La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, 1968.

65 Para leer 'El Capital', México, Siglo XXI, 1981.

41

En lo que se refiere a la recuperación de la problemática de las clases, en 1965

aparece un pequeño libro de Tom Bottomore sobre las clases, Las clases en la

sociedad moderna66. Se trata de una obra cuyo principal objetivo es considerar cómo el movimiento hacia la igualdad social que dio comienzo con las

revoluciones del siglo XVIII ha afectado a la jerarquía social en la sociedades industriales, y cómo, a su vez, ha sido influido por el desarrollo de la industria moderna67.

En el libro se aborda la cuestión de la naturaleza de las clases sociales, lo que

implica analizar el pensamiento sobre esta cuestión de autores como Marx, Weber y los

teóricos de las élites. También se analiza a la clase obrera en el capitalismo moderno y

se presenta un estudio de las clases en los países del Este y las jerarquías sociales a

que ha dado lugar el socialismo realmente existente.

Sin embargo, si hubiera que situar en algún año el punto de ruptura con el

estratificacionismo, no hay duda que debiera ser 1968. En torno a este año se produce

un florecimiento de movimientos anticapitalistas y antisistémicos de muy distinta base y

alcance.

Por otro lado, hay una fuerte movilización de carácter clasista. La lucha de clases

no solo expresa reivindicaciones de carácter económico, sino que también expresa sus

críticas a una organización del trabajo que vacía de sentido la existencia humana (el

tema de la alienación se convierte en objeto privilegiado de reflexión). Se impugna el

modo de vida asalariado y se reclama el control obrero de la producción, elementos que

socavan el acuerdo socialdemócrata.

Todo ello parece acabar con la hegemonía del funcionalismo y de las teorías

sobre la sociedad postindustrial: las clases sociales se convierten en protagonistas de la

contestación social, el consenso dista de ser monolítico, la clase obrera parece no estar

aburguesada, etc.

En los años setenta y ochenta el análisis de clases vive un momento de claro

esplendor. En concreto se ha asistido a una intensa proliferación de modelos de

conceptualización de las clases y de análisis empíricos de clase. Y esto ha ocurrido

tanto en el ámbito marxista como en el weberiano. Entre los modelos marxistas

destacan los de Poulantzas, Carchedi y Wright y, entre los weberianos, Giddens, Parkin

66 Classes in Modern Society, Londres, George Allen & Unwin,

1973.

67 op. cit., p. 3.

42

y Goldthorpe. Parece haber pocas dudas con respecto a la idea de que los dos modelos

más potentes hoy en día son los de Wright y Goldthorpe. En el caso de Goldthorpe

además se ha asistido al desarrollo del análisis de la movilidad social en términos de

clase.

Son varios las temáticas sobre las que se ha desplegado el concepto de clase.

Así, se ha investigado el proceso de trabajo en términos de clase, tradición que inaugura

la obra de Braverman, donde se esboza una problemática que aun perdura:

degradación del trabajo, taylorismo, etc. El Estado ha sido analizado en términos de

clase en el seno del marxismo lo que dio lugar a la famosa polémica entre Poulantzas y

Miliband. Lo mismo puede decirse con respecto al análisis político, donde es frecuente

analizar el comportamiento electoral, afiliativo, etc. de las diversas clases.

En un libro reciente Rosemary Crompton68 apuntaba el desarrollo del concepto

de clase en tradiciones humanistas. En el Reino Unido cita el caso de Bottomore y el

diálogo entre la sociología y la historia propiciado por Thompson, Stedman Jones y

otros. Igualmente, Crompton señala que el concepto de clase ha resultado esencial en

la sociología urbana y en la geografía radical. Se podría decir lo mismo de la sociología

de la educación, del trabajo, la sociolingüística, etc.

No obstante, dentro del propio marxismo -o habría que decir postmarxismo- hay

interpretaciones opuestas a la primacía del concepto de clase. Esto es lo que ocurre en

el marxismo textualista o discursivo de Laclau y Mouffe69. La clase obrera pierde su

posición privilegiada en la lucha contra el capitalismo y su lugar es ocupado por algunos

de los nuevos movimientos sociales tales como los grupos ecologistas, antimilitaristas,

etc., grupos que están constituidos por personas que ocupan distintos lugares en la

estructura social, o lo que es lo mismo, son interclasistas. Laclau y Mouffe mantienen

que las luchas contestarias solo tienen lugar cuando aparece el discurso democrático,

cosa que ocurre a partir de la Revolución francesa.

Una de las últimas corrientes que se ha opuesto a la centralidad de las clases es

la idea del postmaterialismo. Esta propuesta se debe a Inglehart70. De acuerdo con él, a

68 Class and Stratification. An Introduction to Current Debates,

Cambridge, Polity Press, 1993.

69 E. Laclau y Ch. Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista.

Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987.

70 R. Inglehart, "Value Change in Industrial Societies",

American Political Science Review, 81, 4, 1987.

43

medida que aumenta el bienestar económico de una sociedad los valores que

conforman a los individuos que en ella viven dejan de estar presididos por valores

materialistas, los cuales se concretan en el combate contra las desigualdades

económicas, el apoyo a los sindicatos, la defensa de las nacionalizaciones, etc. Por

contra, los valores postmaterialistas, más acentuados entre los jóvenes y quienes

disfrutan de mayores niveles educativos, se centran en la defensa del medio ambiente,

de los derechos humanos, el feminismo, el desarme unilateral, etc.

El desarrollo económico se traduce en una decreciente importancia de la clase

como base de la acción política, dado que la acción de clase se sustenta

fundamentalmente sobre postulados materialistas. Las viejas generaciones y los

miembros de las clases trabajadoras manuales serían las más propensos a asumir los

valores materialistas.

Estos planteamientos son puestos en duda por Heath, Jowell, Curtice y Evans71.

De acuerdo con sus datos es difícilmente sustentable la idea del postmaterialismo de los

miembros izquierdistas de la clase de servicio frente al materialismo de la clase obrera.

He aquí algunos de los datos que aducen para mostrar que esto no es

exactamente así. _______________________________________________________________ Actitudes ante la expansión de la energía nuclear _______________________________________________________________ % de individuos opuestos a tal expansión 1979 _______________________________________________________________ Laboristas Liberales Conservadores _______________________________________________________________ Clase de servicio 34 34 23 Clases intermedias 41 39 28 Clases trabajadoras 34 44 33 ________________________________________________________________ % de individuos opuestos a tal expansión 1987 _______________________________________________________________ Laboristas Liberales Conservadores _______________________________________________________________ Clase de servicio 76 40 19 Clases intermedias 67 47 26 Clases trabajadoras 62 43 26 _______________________________________________________________

Como se puede observar, el cambio hacia valores postmaterialistas también

afecta a las clases trabajadoras.

71 "The rise of a new political agenda?, European Sociological

Review, 6, 1, 1990.

44

2.3. LAS CLASES SOCIALES EN LOS NOVENTA

Quizás el último debate sobre las clases es el provocado a raíz de un artículo

publicado por Clark y Lipset en 1991 y titulado Are Classes Dying? (¿Están

desapareciendo las clases?)72, pregunta a la cual daban por respuesta un inequívoco sí.

Este texto ha provocado un debate en el seno de la revista International Sociology (la

revista de la ASA) en septiembre de 1993. En este número los propios Clark y Lipset, a

quienes se añade Rempel,73 reafirman su posición favorable a la desaparición de la

clases.

Clark, Lipset y Rempel reiteran la vieja idea según la cual el análisis de clases

tiene sentido en épocas históricas precedentes, pero no hoy en día. La clase obrera ha

dejado de estar interesada en la revolución social. De acuerdo con ellos son dos

básicamente los factores que explican la escasa militancia de la clase obrera: el

desarrollo del Estado Benefactor y la diversificación de la estructura ocupacional, lo que

se ha traducido en un mayor nivel de renta y riqueza para la población, lo que ha

supuesto la aparición de nuevas formas de comportamiento político, especialmente

centradas en temas como la ecología, la paz o las libertades civiles.

Se han producido cambios en la dinámica de los partidos políticos, asistiéndose

a un declive del continuum izquierda-derecha, lo que ha moderado notoriamente los

contenidos reivindicativos de los partidos de la izquierda, al tiempo que han aparecido

partidos políticos de nuevo cuño, como los verdes. Al mismo tiempo se han ido

consolidando partidos de base regional que apelan fundamentalmente a la conciencia

regionalista, aunque puedan dotar a sus planteamientos programáticos de algún

contenido de clase.

Además aparecen nuevas formas de divisiones sociales no fundamentadas en la

clase. En este sentido los autores citan las siguientes divisiones:

1. Credencialismo. Se trata de una consecuencia de la expansión del sistema educativo.

Las credenciales educativas se convierten, dada su trascendencia en términos de

movilidad social y de fuente de la identidad personal, en un elemento de desarticulación

de la protesta social.

72 International Sociology, 6, 4, 1991.

73 "The Declining Political Significance of Social Class",

International Sociology, 8, 3, 1993.

45

2. Se asiste a nuevas distinciones en el mercado de trabajo. La división entre contratos

temporales y fijos, a tiempo completo y a tiempo parcial, introduce serias e insalvables

divisiones entre los trabajadores.

3. Se han producido significativos cambios en el vecindario y la estructura social local. El

hecho de residir en una ciudad o en otra, o dentro de una misma ciudad en un barrio u

otro, introduce desigualdades sociales más importantes que las derivadas de la clase.

El principal resultado de todo esto en el terreno político es el declive de la política

de clase, declive que se puede situar en tres terrenos: el declive del voto de clase

(ausencia de correlación clara entre clase y voto), la aparición de nuevos valores

sociales (que dan lugar a nuevos partidos) y el surgimiento de la clase media y la

transformación de los programas de los partidos de la izquierda (intentos de

desmantelar el estado benefactor por parte de la propia socialdemocracia).

Hout et al.,74 por contra, consideran que las clases siguen vivas. De acuerdo con

ellos, las clases resultan ser un concepto indispensable en sociología por varias

razones: (1) la clase es clave para determinar los intereses materiales, (2) las clases

definidas estructuralmente dan lugar a la aparición de actores colectivos que tratan de

llevar a cabo el cambio social y (3) la pertenencia de clase afecta a las oportunidades de

vida y a otros aspectos relevantes de la vida social.

Las diferencias de renta y riqueza asociadas a la clase social siguen siendo

altamente significativas. Para empezar, la propiedad sigue siendo el elemento clave que

explica las grandes fortunas individuales. En los EE.UU., durante los ochenta, la mayor

parte de ellas procedieron de las rentas vinculadas a la propiedad. Incluso los grandes

ingresos de los altos ejecutivos, procedían no de su función como tales, sino de la

propiedad de acciones de la empresa. Por otro lado, las diferencias salariales entre

unas clases y otras siguen siendo altas. En las investigaciones de Wright las diferencias

de renta entre capitalistas y los proletarios son enormes: de 4.2 a 1 en el caso de los

hombres y de 2.5 a 1 para las mujeres. En el caso de los trabajos de Erikson y

Goldthorpe estas diferencias son de 4.9 a 1 y de 3.6 a 1, respectivamente.

Es difícilmente sostenible que asistamos a un declive de las jerarquías

tradicionales cuando los índices de pobreza y de desempleo se incrementan.

74 M. Hout, C. Brooks y J. Manza, "The Persistence of Classes

in Post-industrial Societies", International Sociology, 8, 3, 1993.

46

Clark y Lipset75 mantienen que la relevancia de las clases en lo que se refiere al

comportamiento político electoral es nula. Para ello se apoyan en los datos resultantes

del índice de voto de clase de Alford.76

La dimensión clásica de izquierda-derecha es irrelevante. Está surgiendo una

nueva izquierda centrada en aspectos distintos a los tradicionales de clase. Los

jóvenes, la gente con mayores niveles de renta y de educación se alejan de la política

tradicional de clase.

La primera crítica que cabe hacer a estos planteamientos es que se apoyen en el

índice Alford. Este índice está basado en un modelo de sociedad con dos clases: la

clase de los que ejercen ocupaciones manuales y las de los ejercen ocupaciones no

manuales, lo cual es una muy burda simplificación de la estructura de clases. Otros

autores por ejemplo, Przeworski y Sprague (cfr. Hout et al 77 .), utilizando una

metodología más sofisticada hallaron que el voto de clase entre 1900 y 1975 fue

relativamente estable en tres países (Alemania, Noruega y Finlandia), declinó en un

país (Dinamarca) y se incrementó en otros tres (Suecia, Bélgica y Francia).

De acuerdo con Lipset y Clark los crecientes grados de riqueza de las

sociedades occidentales debilitan las estratificación social jerárquica. Por otro lado,

proliferan multitud de pequeñas empresas (concebidas como menos jerárquicas que las

grandes) y en general se asiste a un "declive de la autoridad tradicional, la jerarquía y

las relaciones de clase. Las tecnologías actuales exigen menos trabajadores no

cualificados que desempeñen tareas de rutina, o un gran número de supervisores para

coordinarlos"78. Esta afirmación supone ignorar todo el amplio debate relativo a la

cuestión de si las nuevas tecnologías cualifican o descualifican el trabajo.

3. EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE LA ESTRATIFICACION SOCIAL.

75 op. cit.

76 Este índice se basa en el porcentaje de personas en función

de su clase social que votan a partidos de la izquierda o de la

derecha. Por ejemplo, si el 75% de la clase obrera vota a la izquierda

y el 25% de la clase media hace lo propio, el resultado en este índice

es 50.

77 op. cit.

78 op. cit., p. 406.

47

3.1. PLANTEAMIENTOS GENERALES.

Al empezar a hablar de la estratificación en el funcionalismo

habría que insistir en la clásica diferencia entre los conceptos de

clase y estrato. No obstante, es relativamente frecuente en los

autores funcionalistas utilizar el concepto de clase, en ocasiones

-como en el caso de Centers- con referencias explícitas a las luchas

de clases.

Siguiendo a Tezanos79 podemos considerar que, en lo que se

refiere a la estratificación, los dos puntos fundamentales de la

teoría funcionalista son los siguientes: la distinción entre los

conceptos de clase y estrato y en segundo lugar, la justificación

funcional de la estratificación social. De acuerdo con este autor,

la teoría de los estratos se apoya sobre las siguientes instancias

teóricas y empíricas:

a) La idea de complementariedad funcional de las distintas

clases a partir de los cometidos económicos que realizan.

b) La idea de Durkheim de la funcionalidad de la división del

trabajo, o lo que es lo mismo, no hay espacio para la lucha de clases,

puesto que las distintas clases se complementan entre sí.

c) La teoría de la estratificación por el status (o en grupos

de status) de Weber.

d) La realidad empírica de los comportamientos sociales

estratificacionales tal como se producen principalmente en EE.UU.

El punto de diferenciación más sustancial entre la teoría de

las clases y la de los estratos es el que hace referencia al mayor

componente objetivista y subjetivista de uno y otro enfoque,

respectivamente. Así, las clases sociales son vistas como

conformadas básicamente a partir de factores objetivos, que hacen

referencia a una determinada ubicación en el sistema social de

producción. Los estratos sociales son vistos como conformados a

partir de factores preferentemente subjetivos.

79 J.F. Tezanos, "Principales teorías sobre la estratificación

social", en S. del Campo, Tratado de sociología, Madrid, Taurus,

1986.

48

Tezanos80 aporta este interesante cuadro aclaratorio:

ESQUEMA DE DIFERENCIAS ENTRE LOS CONCEPTOS DE CLASE Y ESTRATO

Elementos de

diferenciación

Clase social Estrato social

Niveles preferentes de

apreciación

Ambito de apreciación

Criterios de

clasificación

Factores configuradores

Factor fundamental

Carácter social

Visión de la pirámide

social

Ideas relaciones

connotadas

Papel social que cumple

Marco de referencia básico

Enfoque teórico de

referencia

Objetivo

Estructuras

Precisos y concretos

Un factor prevalente

(unidimensional)

Económico

Grupos bastante

cristalizados

Antagonismos

dualizados

Conflicto de clases

Ser factor de cambio

social

La historia

Dialéctico-estructur

al

Subjetivo o de ordenación

Procesos de interacción y

funciones

Fluidos y, a veces, de difícil

medición (varían de una

sociedad a otra, cambiando con

el tiempo, no siempres

establecen distancias sociales

precisas, etc)

Varios factores

Pluridimensional

Prestigio social (asociado a la

ocupación y en relación con

riqueza y poder)

Grupos abiertos (gran

movilidad social)

Continuum plural de posiciones

escolanadas pero

complementarias y emulativas

Ajuste funcional

Distribuir estimuladoramente

las recompensas entre

cualificaciones y competencias

desiguales

El sistema social en equilibrio

Interacción social

80 op. cit., p. 296.

49

Centers81 establece una clara diferenciación entre clase y

estrato. De acuerdo con él, la clase, en tanto que algo distinto del

estrato, puede perfectamente ser comprendida como un fenómeno

psicológico en el más literal sentido del término. Es decir, la clase

de un hombre forma parte de su ego, es un sentimiento de su

pertenencia a algo, una identificación con algo mayor que él. Más

incluso que el hecho de ser tejano o californiano, es un tipo

subjetivo de pertenencia. No obstante, el propio Centers no oculta

la existencia del conflicto de clases. Centers parte de la

existencia de un conflicto de clases, la lucha entre los gerentes

(o el capital) y el trabajo. La cuestión final consiste en saber si

los EE.UU. seguirán siendo o no una economía de mercado. Tras la

Segunda Guerra Mundial los gobiernos de Francia e Italia cuentan con

la presencia de poderosos partidos comunistas, en el Reino Unido

gobierna el socialismo laborista. Toda Europa se ve amenazada por

el comunismo. Por otro lado, en los propios EE.UU. las huelgas eran

cada vez más numerosas. Cita la intervención de Truman para acabar

con la huelga de ferrocarriles, utilizando, incluso, el Ejército.

Recoge la preocupación del sociólogo Robert S. Lynd en su crítica

a la sociología americana:

La ciencia social americana desdeña el hecho omnipresente de los

antagonismos y conflictos de clase en la vida de todos

nosotros. Estudia las huelgas industriales y analiza las

diferencias de salario y el funcionamiento de los sindicatos

industriales y la maquinaria de la negociación colectiva. Pero

es cuidadosa, en general, en lo que se refiere a la posibilidad

de la existencia de divisiones esenciales que no tengan ningún

remedio en nuestro tipo de economía. La ciencia social hace

esto porque los conceptos de "clase" y de "lucha de clases"

llevan directamente a temas espinosos. Se apoya para ello en

la tradición de que las divisiones de clases son no americanas

y que tales diferencias, tal y como existen, son transitorias

y se eliminarán por la elevación general del nivel de vida y

el "movimiento general del progreso".82

En general, entre los habitantes de los EE.UU., parece

concederse escasa importancia al tema de las clases sociales. Como

81 R. Centers, The Psychology of Social Classes. A Study of Class

Conciousness, Princenton, Princenton University Press, 1949.

82 Citado en Centers, op. cit., p. 8.

50

indicaba Ossowski83, la explicación de ello quizás pueda encontrarse

en la ausencia de feudalismo, la idea de frontera y la consiguiente

posibilidad de expansión territorial, los ejemplos de los self-made

men, el desarrollo económico imparable, las posibilidades de

movilidad social, la heteregoneidad étnica, etc.

Quizás la explicación más clara de en qué consiste y a qué se

debe la estratificación social es la que encontramos en Davis y

Moore. Davis y Moore84 parten de la idea de que toda sociedad debe

distribuir de algún modo a sus miembros en posiciones sociales y

convencerles o inducirles a que cumplan con los deberes inherentes

a esas posiciones.

Si las obligaciones derivadas de las posiciones fuesen

igualmente agradables, todas igualmente importantes para la

supervivencia de la sociedad y si todas exigieran las mismas

destrezas o talentos, no existiría este problema de cómo distribuir

a la gente en las distintas posiciones, puesto que todas tendrían

las mismas ventajas e inconvenientes.

Pero las cosas no son así. Algunas obligaciones son más gratas

y además requieren distintas capacidades para su desempeño.

Inevitablemente toda sociedad ha de tener alguna clase de premios

que se puedan usar como incentivos y, en segundo lugar, esos premios

se distribuirán diferencialmente de acuerdo con las posiciones.

¿Cuáles son esos premios? Primero, las cosas que contribuyen

a la subsistencia y a la comodidad. Segundo, las que contribuyen a

la diversión y, finalmente, las que contribuyen al respeto propio

y a la expansión del ego.

Los premios son una parte integrante de la posición. Si los

premios se distribuyen de un modo desigual, las distintas posiciones

deben ser desiguales, es decir, la sociedad debe estar

83 Stanislaw Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,

Barcelona, Península, 1969, p. 132 y ss.

84

K. Davis y W.E. Moore, "Algunos principios de

estratificación". En R. Bendix y S. Lipset, Clase, status y poder.

Tomo I, Madrid, Euramérica, 1972.

51

estratificada. La desigualdad social es una idea inconscientemente

desarrollada por la que las sociedades aseguran que las posiciones

más importantes están conscientemente ocupadas por las personas más

cualificadas.

Los puestos a los que se otorgan los mejores premios son

aquellos que tienen la mayor importancia para la sociedad y que

requieren la mayor capacitación o talento. Realmente una sociedad

no necesita premiar los puestos en proporción a su importancia

funcional. Necesita meramente asignarles un premio para asegurar

que estarán ocupados competentemente. Si un puesto es fácilmente

ocupado no necesita ser premiado ampliamente, aunque sea

importante.

Todas las posiciones requieren algún tipo de destreza. Hay

solamente dos maneras en que se manifiestan las capacidades de una

persona: a través de la capacidad inherente o por medio de

entrenamiento.

Parsons considera que la esencia de la estratificación, en

cualquier sociedad, es la evaluación moral relativa de que gozan las

diferentes unidades sociales. De acuerdo con él, la estratificación

social consiste en la "ordenación diferencial de los individuos

humanos que componen un sistema social dado y su tratamiento como

superiores e inferiores entre sí en ciertos aspectos socialmente

importantes"85. Esta ordenación es una de las muchas bases posibles

a partir de las cuales los individuos pueden diferenciarse.

Según Parsons un sistema social consiste en un "una pluralidad

de individuos que interactúan entre sí". Todo sistema exige cuatro

componentes:

1) un conjunto de unidades que mantienen interacción unas con otras,

2) un conjunto de reglas o de otros factores de "codificación",

cuyos términos estructuran tanto las orientaciones de las

unidades como la propia interacción; 3) un sistema o proceso

ordenado o modelado de la propia interacción; 4) un medio en

85 T. Parsons, "An Analytical Approach to the Theory of Social

Stratification", en Essays in Sociological Theory, Glencoe, The

Free Press, 1954, p. 69.

52

el que opere el sistema y con el que se produzcan intercambios

sistemáticos.86

Los individuos ocupan roles diferenciados, lo que obliga a

analizar el proceso de asignación por el que las personas y las

posesiones (bienes y recompensas) se distribuyen dentro del sistema

de roles.

El primer problema de asignación que ha de resolver cualquier

sociedad consiste en conseguir que la persona idónea encaje en los

roles adecuados y que las personas sean situadas en el lugar que les

pertenece en términos de status. En lo que se refiere a la asignación

de las personas, Parsons distingue tres tipos de procesos

asignativos: (a) los procesos adscriptivos, procesos que proceden

de la naturaleza de la cosa (Parsons cita el caso de la familia);

(b) el segundo tipo de asignación es el que se lleva a cabo por

decisión explícita de otras personas, es decir, el sistema de

designación y (c) el tercer tipo es la asignación como resultado de

un proceso selectivo no planeado.

El segundo problema es el de la asignación de bienes. "Los

bienes son posesiones que son significativas como medios para otras

metas en los complejos de orientación instrumental".87

El tercer problema en los procesos de asignación es el que

plantea la distribución de recompensas.

Por recompensas entendemos aquellas posesiones o entidades

transferibles que son deseadas como objetos de gratificación

inmediata por los actores. Una posesión [...] es una recompensa

en la medida en que la orientación del actor (es decir, la base

de su interés) es predominantemente expresiva,88

86 T. Parsons, El sistema social, Madrid, Alianza, 1975, p.

170. Citado en L. Cachón, ¿Movilidad social o trayectorias de clase?

Elementos para una crítica de la sociología de la movilidad social,

Madrid, CIS, 1989.

87 op. cit., p. 118.

88 op. cit., p. 125.

53

frente a los bienes en los cuales la orientación del actor es

básicamente instrumental. Los aspectos relacionales del sistema de

recompensas adquieren una elevada significación, hasta el punto de

que constituyen la base del prestigio, prestigio definido como "la

estima relativa en que se encuentra un individuo en un sistema total

ordenado de evaluación diferenciada"89.

Barber90insiste en la función moral de la estratificación. De

acuerdo con él, la estratificación social tiene una doble función:

integradora e instrumental -o adaptativa-. La función integradora

hace referencia al hecho de que la estratificación es legítima, es

decir, convence a la mayor parte de los componentes de una sociedad

de que se ha hecho justicia al distribuir desigualmente a las

personas. En este sentido, la estratificación expresa una tabla

común de valores.

La función instrumental o adaptativa se refiere al hecho de

que la sociedad proporciona un conjunto de servicios y recompensas

a los individuos para que realicen las tareas que tienen

encomendadas.

En las sociedades modernas las formas de estratificación

social son diversas y numerosas. Sorokin91 piensa que la mayoría de

ellas se pueden reducir a tres tipos principales: la económica, la

política y la ocupacional. La estratificación económica se utiliza

para referirse a las gradaciones de riqueza y de renta que existen

dentro de una comunidad. La estratificación política se refiere a

la existencia de gobernantes y gobernados. La estratificación

ocupacional se vincula al hecho de que unas profesiones son

consideradas como más honorables que otras.

Algunas de las actividades que realizan los individuos son

funcionalmente más importantes que otras. Esta importancia depende

89 op. cit., p. 129.

90 Bernard Barber, Estratificación social. Análisis comparativo

de estructura y proceso, México, FCE, 1964.

91 P.A. Sorokin, Estratificación y movilidad social, México,

Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional, 1961.

54

de la evaluación que haga el conjunto de los individuos que componen

una sociedad.

Uno de los aspectos fundamentales del enfoque parsoniano en

esta cuestión será que la ubicación de los individuos y sectores

sociales en la escala estratificacional se producirá en términos de

la evaluación moral. Para Parsons, el status de cualquier individuo

en el sistema de estratificación de una sociedad puede considerarse

como la resultante de las valuaciones comunes que se encuentran tras

la atribución de status que se le confiere de acuerdo con las seis

categorías que, en su opinión, constituyen las bases fundamentales

de la valuación diferencial. Estas seis categorías son las

siguientes:

1. La participación como miembro en una unidad de parentesco,

participación que se adquiere por nacimiento y también por

matrimonio.

2. Cualidades personales. Se refieren a lo que la persona es

y no a lo que la persona hace (sexo, edad, inteleligencia, belleza

personal, fortaleza, etc.). A veces estos rasgos se solapan con el

esfuezo necesario para conseguir los logros. Cita el caso de la

belleza de las mujeres y el esfuerzo que supone conseguirla. Las

cualidades pueden ser fruto de desempeños anteriores (por ejemplo,

resultado de procesos de aprendizaje).

3. Logros. Son los resultados evaluados de las acciones de los

individuos y pueden estar o no estar incorporados en objetos

materiales. "Es aquello que puede ser adscrito a la acción de un

individuo en un sentido moralmente responsable"92.

4. Posesiones. Son cosas, no necesariamente objetos

materiales, que pertenecen al individuo y tienen la propiedad de ser

transferibles.

5. Autoridad. La autoridad es un derecho institucionalmente

reconocido, de influir en las acciones de los otros, sean cuales

fueren las actitudes personales respecto de la dirección de la

influencia.

92 Parsons, op. cit, 1954, p. 75.

55

6. Poder. Una persona tiene poder -dirá Parsons- solo en la

medida en que su capacidad para influir sobre otros y conseguir

posesiones no se encuentra institucionalmente sancionada.

Según Barber, los criterios de valoración que se pueden

utilizar para jerarquizar a los individuos pueden ser muy variados.

Barber cita una pequeña lista: en qué trabaja uno, con cuánta

elegancia viste, cuánto sabe, en qué grado domina determinados

juegos, cuán buen amigo es, cómo practica la religión. Todos estos,

y multitud de papeles y actividades sociales, son bases potenciales

de valoración que pueden aplicarse a los individuos de una sociedad

para determinar su posición relativa en el sistema de

estratificación. Evidentemente, no todos los criterios son

igualmente importantes. Barber propone agruparlos en criterios

primarios y criterios secundarios. En la sociedad actual se tienen

en alta estima los papeles religiosos, políticos, militares,

económicos, educativos y científicos.

Hay dos dimensiones de acuerdo con las cuales se valoran los

papeles y actividades sociales, que son el saber y la

responsabilidad. El concepto de saber es sinónimo de

posesión de un conjunto de ideas y de destrezas asociadas a ellas

que son pertinentes a un papel social dado. Todos los papeles

sociales requieren, naturalmente, la posesión de ideas y

destrezas; pero ese saber varía en cantidad, o quizás sería

preferible decir en generalización y sistematización. Un

científico, un teólogo, un erudito, un filósofo, un artista

creador, un jurista distinguido, o un médico, poseen un saber

que está altamente generalizado y sistematizado, aunque, como

es natural, el contenido del saber es algo diferente en cada

caso. Las destrezas requeridas en esos papeles se basan

directamente en ese saber.93

La responsabilidad se refiere al ejercicio de la autoridad

sobre otras personas, es decir, dirigir sus actividades. Es algo

equivalente a lo que Caplow llamó "control de la conducta".

En lo que se refiere a la riqueza y la propiedad, Barber afirma

que se encuentran asociadas a la mayor parte de los papeles más

importantes, aunque no siempre es así. En algunos papeles

importantes se considera inapropiada la posesión de riqueza (al

93 Barber, op. cit., p. 35.

56

menos en el sentido de ser el titular jurídico de la misma, otra cosa

es su usufructo temporal). Barber señala la paradoja de que cada vez

es más frecuente tener una posición social distinguida sin que ello

suponga tener grandísimos ingresos o una elevada riqueza acumulada.

Por tanto, se trata de un criterio secundario.

El nacimiento o linaje es, al igual que la riqueza y la

propiedad, un buen trampolín para acceder a las posiciones

privilegiadas. Se trata de un criterio secundario en el sentido de

que no es determinante fundamental de la posición en la jerarquía

social.

Las cualidades personales, tales como la valentía, la

simpatía, la honradez son también criterios secundarios. Las

cualidades personales socialmente deseables son un medio para

obtener valores sociales altamente estimados.

Las actividades de la comunidad se refieren al hecho de que

en todas las sociedades hay algunas acitividades que gozan de

estimación social y que solo exigen un grado de implicación parcial

o incompleto. Se trata de las actividades de servicio social,

recreativas, etc. Se trata también de criterios secundarios de

jerarquización social.

De acuerdo con Tumin94 desigualdad social y estraficación

social son términos sinónimos. Por estratificación social

entendemos la disposición de cualquier sociedad o grupo social en

una jerarquía de posiciones que son desiguales, en relación, al

poder, la propiedad, la evaluación social y/o la gratificación

psíquica.

El poder se refiere a la capacidad para alcanzar nuestros

propios fines en la vida, incluso en contra de la oposición de los

demás. Por su parte, la propiedad puede definirse como los derechos

sobre bienes y servicios. La evaluación se refiere a un juicio

societario, en el sentido de que un status o una posición es más

prestigioso y honrable que otros, más popular o preferible por

alguna razón. La gratificación psíquica incluye todas las fuentes

94 M. Tumin, Estratificación social. Formas y funciones de la

desigualdad, México, Trillas, 1974.

57

de placer y contento que no pueden clasificarse como propiedades,

poder y evaluación.

Al igual que señalara Parsons, la distribución de las

recompensas está guiada por ciertas normas comunes a los miembros

de una sociedad. Estas normas se transmiten de generación en

generación.

La existencia de estas normas tiene cinco implicaciones: a)

el contenido de cualquier sistema de estratificación depende de los

significados que se le atribuyen tradicionalmente y los criterios

y las prescripciones socialmente determinadas; b) las normas y las

sanciones son ingredientes primordiales en la constitución y

mantenimiento del sistema; c) las normas deben enseñarse de nuevo

a cada generación; d) todos los sistemas tienen posibilidades de ser

inestables, al menos hasta cierto punto, debido a que la

socialización nunca es idéntica en toda la sociedad, y por otros

factores distorsionantes, tales como los diferentes índices de

nacimientos que corresponden a distintos estratos sociales y e)

cualquier sistema de estratificación está conectado íntimamente,

tanto porque afecta a como porque se ve afectado por otros sistemas

de la sociedad, tales como las instituciones políticas, familiares,

religiosas, económicas y educativas.

3.2. CARACTERISTICAS DE LAS DISTINTAS CLASES.

Una de las preocupaciones del funcionalismo ha consistido en

establecer los rasgos actitudinales típicos de las distintas

clases. En general, a partir de ahí se pretenden explicar los logros

diferenciales de unas clases frente a otras. Las clases medias son

caracterizadas en términos de frugalidad, posposición de las

gratificaciones inmediatas, visión a largo plazo, etc. La clase

obrera aparece como el negativo de estos rasgos.

Centers en su Psicología de las clases sociales establece la

siguiente clasificación.

La clase alta. La clase alta es la clase menos numerosa de la

sociedad. Solo el 3 ó el 4% de la población considera pertenecer a

ella. Tal y como se define por sus propios miembros está formada

principalmente por propietarios de negocios y ejecutivos y

profesionales com médicos y abogados.

58

La clase media. Alrededor del 40% de la población se identifica

con esta clase. Está constituida fundamentalmente por propietarios

y gerentes de pequeños negocios; gerentes de fábricas y de

almacenes, y, mayoritariamente, por vendedores y oficinistas.

La clase obrera. Es la mayor de las clases sociales. Incluye

algo más del 50% de la población. Está constituida por trabajadores

de fábrica, mineros, camioneros, agricultores, camareros, etc. El

principal criterio de pertenencia consiste en ser un trabajador o

vivir del trabajo.

La clase baja. Es una clase muy poco numerosa. Entre el 1 y

el 5% de la población declara pertenecer a ella.

Warner realizó una investigación sobre las clases sociales en

las ciudades americanas medias95. El interés de este trabajo proviene

del hecho de que ilustra de manera notoria el sentido de los

postulados y nociones característicos de la problemática

funcionalista sobre las clases sociales.

Para Warner el status de un individuo es lo que los demás

piensan de él, y lo que los demás piensan de él está en función de

lo que es y de lo que hace, es decir, de sus maneras de vivir y de

pensar, las cuales a su vez son juzgadas y evaluadas según los

criterios del sistema común de valores.

Las clases son dos o más órdenes de personas a las que se consideran,

y son clasificadas consecuentemente, por todos los miembros

de la comunidad en posiciones sociales superiores o

inferiores.96

Las investigaciones de Warner y sus colaboradores tratan sobre

el sistema de estratificación de tres pequeñas ciudades americanas:

Yankee City, localidad de Nueva Inglaterra de 17.000 habitantes; Old

City, ciudad del sur de los EE.UU. de 10.000 habitantes y Joesville,

ciudad del Medio Oeste de 6.000 habitantes.

95 L. Warner, Yankee City, New Have, Yale University Press, 1947.

96 op. cit., citado por Nicole Laurin-Frenette, Las teorías

funcionalistas de las clases sociales. Sociología e ideología

burguesa, Madrid, Siglo XXI, 1985, p. 202.

59

Los resultados de las encuestas permiten delimitar seis clases

sociales. Lo que distingue esencialmente a esas seis clases y

constituye la base de su prestigio diferencial es ese conjunto de

actitudes y conductas que componen su estilo de vida y que traduce,

en los hechos, el sistema de valores al que se refieren sus miembros.

En Yankee City la composición porcentual de esas seis clases

es la siguiente:

- Clase superior-superior---1.4

- Clase superior-inferior---1.6

- Clase media-superior-----10.0

- Clase media-inferiro-----28.0

- Clase inferior-superior--33.0

- Clase inferior-inferior--25.0

La clase superior-superior es una especie de aristocracia, de

casta heriditaria basada a la vez en la riqueza y en la pertenencia

a una familia instalada en Yankee City desde varias generaciones

anteriores. Esta clase tiene tendencia a seguir normas estrictas de

endogamia.

La clase superior-inferior es igual a la anterior en varios

puntos. Sus miembros viven en casas muy espaciosas y levantadas en

barrios residenciales exclusivos. Participan en las mismas

asociaciones y llevan una vida mundana muy intensa. Ejercen el mismo

tipo de profesión que los miembros de la clase superior. Sin embargo,

a los ojos de los miembros de la clase superior-superior son unos

advenedizos, nuevos ricos, gentes cuya fortuna y posición son

demasiado recientes y a los que les falta el prestigio del apellido.

De hecho, los ingresos de la clase superior-inferior son más

elevados que los de la superior-superior.

La clase media-superior se compone de hombres de negocios y

de miembros de las profesiones liberales que han tenido éxito. Son

gentes serias, sólidas, respetadas, pero que no tienen acceso a la

alta sociedad. Su nivel de ingresos es inferior a las de las otras

dos clases altas.

La clase media-inferior comprende a los pequeños negociantes,

oficinistas y administrativos, así como algunos obreros

especializados. Son gentes, como dice Warner, "como debe ser",

sobrias y conservadoras, ahorradoras, previsoras y trabajadoras; se

sienten muy preocupadas por su status y respetabilidad, y

perpetuamente inquietos por la opinión de sus ciudadanos.

60

La clase inferior-superior es la del trabajador honrado, la

del pobre pero limpio. Incluye a los obreros semi-especializados,

a los empleados subalternos de la industria y de los servicios y a

los pequeños artesanos.

La cualidad de la que están desprovistos los miembros de la

clase inferior-inferior es precisamente la respetabilidad. Esta

clase se sitúa por debajo del hombre medio. Se compone de obreros,

entre los que hay un alto porcentaje de parados y personas acogidas

a la beneficiencia.

Uno de los estudios más citados sobre las clases y los estilos

de vida es el de Hyman,97 quien descubrió que las diferentes clases

no tienen los mismos valores de éxito. Por ejemplo, los datos

demostraron que, cuando los estratos se definen según los ingresos,

la ocupación o el valor mensual del alquiler de sus residencias, se

observan diferencias notables y con frecuencia significativas, en

lo que se refiere al grado en que consideran importante la educación

universitaria de los jóvenes para triunfar en el mundo. Respecto a

la cuestión de cuáles son las características importantes de una

ocupación vital, Hyman se encontró con que las clases superiores

ponían más énfasis en los aspectos personales del trabajo

-entendimiento con los demás, intereses y capacidades-, que las

clases inferiores, mientras que estas últimas concedían una mayor

importancia a las consideraciones económicas directas, tales como

la seguridad, los salarios y la continuidad en el empleo. Las

diferencias de clase tendían a disminuir con la edad, de tal modo

que a partir de los 40 años todos los individuos, fuera cual fuera

su clase, concedían mayor importancia a los factores de estabilidad

y seguridad. Las clases superiores creían mucho más firmemente que

las inferiores en que hay oportunidades para cualquier joven que

tenga capacidad y ambición de elevarse en el mundo, que el futuro

encierra buenas oportunidades para el progreso y que la calidad del

trabajo y la energía darán como resultado buenos logros

ocupacionales.

97 "Value systems of different classes: A social-psychological

contribution to the analysis of stratification", citado por Tumin,

op. cit.

61

Fitzgerald98 descubrió los efectos de la clase social sobre la

personalidad:

1. Las mujeres de clases inferiores tienen menos imaginación, menos

supresión de impulsos, mayor temor a lo desconocido y mayor miedo

a no poder alcanzar el éxito.

2. Las esposas de la clase inferior participan más en las decisiones

relativas a la familia.

3. Hay una tendencia menos generalizada, en las familias de la clase

inferior, a aceptar el retraso de las gratificaciones.

4. Los hombres y las mujeres de la clase inferior se muestran más

directos en sus expresiones emotivas, además de que dan muestras de

tener menos restricciones.

5. Las relaciones entre padres e hijos de la clase inferior son

psicológicamente más cerradas, jerárquicas y rígidas.

6. Los niños de la clase media se sienten más ansiosos, debido al

hincapié que se hace en la posición y las realizaciones y más

culpables por el mayor realce del desarrollo moral.

7. La clase media tiene una orientación mucho más firme hacia las

realizaciones y desarrolla los patrones necesarios de personalidad

de respaldo.

8. Hay un porcentaje más alto de autoritarismo en la clase inferior

que en la media o la superior.

9. Hay un mayor sentimiento de impotencia, incapacidad y

desconfianza en la clase inferior, de tal modo que ve al munco, en

general, de una manera hostil.

Cohen en su estudio sobre la delincuencia juvenil detectó

pautas de comportamiento y valores muy distintos entre los chicos

de clase obrera y los de clase media.99 De acuerdo con él, los rasgos

culturales de la clase media serían los siguientes:

1. La ambición es una virtud y su ausencia un serio defecto.

La ambición significa un elevado nivel de aspiraciones, una

98 Citado por Tumin, op. cit.

99 A. Cohen, Delinquent Boys. The Culture of the Gang, Londres,

Macmillan, 1955.

62

orientación hacia el largo plazo y las recompensas diferidas. El

primer deber es pretender ser alguien.

2. Etica de la responsabilidad individual. Aplaude la posesión

de recursos propios y es poco dada a ayudar a los demás. La

preocupación de los padres es preparar a sus hijos para una carrera

que habrán de disputar en solitario. Minimiza la obligación de

compartir con los demás, incluso con los familiares, especialmente

si esto interfiere la consecución de los objetivos que uno se marca.

3. Las normas de clase media enfatizan el cultivo y posesión

de destrezas y de logros tangibles que denoten la posesión de estas

destrezas y la aplicación del esfuerzo.

4. Ascetismo mundano. Disposición y habilidad para posponer

y subordinar las tentaciones de las satisfaciones inmediatas en

función del logro de objetivos a largo plazo.

5. Racionalidad. Planificación consciente, control del tiempo

y asignación de recursos del modo económica y tecnológicamente más

eficiente.

6. La clase media alienta y recompensa el despliegue de modales

de cortesía y de personalidad. En el mundo de la clase media el

control de ciertas convenciones de palabra y de gestos suponen

prestigio y son instrumentales cara al éxito: es importante aprender

a llevarse bien con la gente. El logro de estas destrezas implica

necesariamente el cultivo de la paciencia, el auto-control y la

inhibición de la espontaneidad.

7. La ética de la clase media enfatiza el control de la agresión

física y de la violencia, a las que se considera subversivas.

8. El tiempo de ocio no debe suponer malgastar el tiempo, debe

consumirse de un modo constructivo (insistencia de los padres en que

los hijos tengan algún hobby).

9. Respeto por la propiedad, cuestión que no merece mayores

comentarios.

Cuando Cohen habla de cultura de clase obrera se refiere a

características que no definen necesariamente a todas las familias

de clase obrera pero que, estadísticamente, tienden a diferenciar

el medio cultural del chico de clase obrera del de clase media.

La gente de clase media enfatiza el orden, la puntualidad, la

conciencia del tiempo. El niño de clase media tiene mayor tendencia

que el de clase obrera a comer y a dormir ateniéndose a un horario,

63

a compartir las comidas familiares. El niño de clase media está

motivado para conformarse con las expectativas paternas. El hogar

de clase media tiene una fuerte tendencia a generar en el niño la

necesidad de depender del amor paterno.

La socialización de los niños de clase obrera es más indolente.

Las actividades del niño tienden a conformarse por sus inclinaciones

del momento, por impulsos no premeditados. Hay un menor grado de

atenimiento a la hora de comer, de dormir, etc. Otro estudio,

bastante posterior, que probaba las diferentes pautas de

comportamiento entre las distintas clases sociales fue el de Kohn.

Kohn100

quedó impresionado por el parelelismo destacado entre las

condiciones ocupacionales típicas de cada clase social y los valores

elegidos para sus hijos por los padres de esa clase social. Las

ocupaciones de clase media tienen más que ver con la manipulación

de las relaciones interpersonales, las ideas y los símbolos,

mientras que las ocupaciones de clase obrera tienen mayor relación

con los objetos. Las ocupaciones de clase media están libres de la

supervisión estrecha, mientras que las ocupaciones de clase obrera

están mucho más sujetas a la estandarización y a la supervisión

directa. En resumen, las ocupaciones de clase media demandan un

mayor grado de auto-dirección; las ocupaciones de clase obrera

requieren la conformidad individual con las normas y procedimientos

establecidos por la autoridad.

La auto-dirección en el trabajo da cuenta de una parte

sustancial de la diferencia en la evaluación por los padres de la

auto-dirección o conformidad por parte de los niños.

El primer elemento de la tesis de Kohn es que la clase social

está correlacionada estrechamente con los valores y la orientación.

Cuanto más elevada sea la posición de clase de una persona, mayor

es la probabilidad de que valore la auto-direción tanto para sus

hijos como para sí mismos.101 Por auto-dirección el autor se refiere

M. Kohn, Class and Conformity. A study in values. Chicago,

Universty of Chicago Press, 1977.

101

Los padres de clase media no solo leen lo que los expertos

dicen acerca de los niños, sino que buscan otras fuentes posibles

64

al hecho de pensar por sí mismo, lo opuesto al seguimiento de los

dictados de la autoridad.

Los miembros de diferentes clases sociales, en virtud de que

disfrutan de (o sufren) distintas condiciones de vida, ven el mundo

de un modo distinto.

El modelo de clases simplificado que utiliza Kohn es el

siguiente: una clase baja de trabajadores manuales no cualificados;

una clase obrera de trabajadores manuales cualificados o

semicualificados; una clase media de trabajadores de cuello blanco

y profesionales y una élite, diferenciada de la clase media no tanto

en términos de educación como de riqueza y de linaje. La clase media

comprende dos segmentos significativos: la clase media-alta de

profesionales, propietarios y gerentes, los cuales cuentan con

formación universitaria y una clase media baja de tenderos,

vendedores, empleados, generalmente con menor nivel de educación.

La esencia de la posición de clase alta es la expectativa de

que las decisones y acciones de uno son importantes; la esencia de

la posición de clase baja es la creencia de que uno está a merced

de fuerzas y de personas más allá de su control.

La auto-dirección requiere oportunidades y experiencias que

están más disponibles a aquellas personas que ocupan puestos

elevados en la jerarquía social.

3.3. LA MEDICION DE LA ESTRATIFICACION.

¿Cómo medir la estratificación? Hasta ahora hemos visto que

son muchos los elementos que contribuyen a conformar el status: la

profesión, la renta, la educación, el tipo de vivienda, etc. La

ocupación se ha convertido en el elemento básico para cuantificar

la estratificación. Gerth y Mills lo aclaraban perfectamente:

Como fuente de ingreso, las ocupaciones se vinculan, de esta forma,

con la posición de clase, dado que, normalmente, las

ocupaciones tienen una cuota separada de prestigio, dentro y

fuera del trabajo son importantes para la posición de status.

También comprenden ciertos grados de poder sobre otra gente,

en forma directa, en el trabajo, y en forma indirecta, en otras

de información. Es más probable que consulten a los médicos y que

acudan a las escuelas para hablar con los profesores.

65

áreas sociales. De este modo, las ocupaciones están ligadas

a la clase, al status y al poder, lo mismo que a la habilidad

y a la función; para comprender las ocupaciones que componen

cualquier estrato social debemos considerarlas en términos de

cada una de esta dimensiones interrelacionadas. Y debemos

comprender cómo limitan, y aún determinan, los roles y

actividades no económicos accesibles a sus ocupantes102.

Es la evaluación popular la que determina la escala axiológica

de las ocupaciones. Todas estas escalas se construyen a partir de

encuestas en las que la gente clasifica las distintas ocupaciones.

Quizás la más conocida sea la escala de prestigio ocupacional

del NORC (National Opinion Research Center) de los EE.UU., realizada

por Hatt y North. El NORC lo que hizo fue presentar a una muestra

nacional de 2930 inidividuos, 90 ocupaciones. La gente entrevistada

debía responder a la siguiente cuestión:

"Escoja la afirmación que mejor exprese su opinión personal sobre

el nivel general de cada uno de los puestos mencionados:

1. Excelente

2. Bueno.

3. Medio.

4. Por debajo del medio.

5. Bajo.

6. No sabría dónde ubicarlo."

La última contestación queda eliminada. Se clasifican las 90

ocupaciones otorgando valores decrecientes de 5 a 1 a cada una de

estas categorías, de modo que la puntuación media es el sumatorio

de los porcentajes de personas que han asignado determinada

valoración a cada de las profesiones dividido entre 5.

A partir de aquí se obtiene la siguiente escala:

102

H. Gerth y C.W. Mills, Carácter y estructura social, Paidós,

Buenos Aires, 1971, pp. 291-292, citado por Cachón, op. cit., p. 133.

66

______________________________________________________________

Clasificación Nº de ocupaciones Puntuación

media

______________________________________________________________

Funcionarios del gobierno 8 90.8

Profesionales y semiprofesionales 30 80.6

Propietarios, managers y empleados 11 74.9

(excepto agrícolas)

Empleados de oficina, vendedores 6 68.2

y similares

Artesanos, capataces y similares 7 68.0

Agricultores y managers agrarios 3 61.3

Trabajadores y servicios de 3 58.0

protección

Obreros y similares 8 52.8

Trabajadores agrarios 1 50.0

Trabajadores de servicios (excepto 7 46.7

domésticos y de protección

Peones (excepto agrícolas) 6 45.8

______________________________________________________________

(Cuadro tomado de Cachón)103

4. ENFOQUES CLASICOS SOBRE LAS CLASES SOCIALES

No hay la más mínima duda de que las interpretaciones actuales

actuales más sólidas actuales son las que arrancan de los postulados

sociológicos de Marx y de Weber. En las páginas siguientes

analizaremos qué es lo que dijeron, y en parte lo que no dijeron,

estos dos autores sobre las clases.

4.1 LAS CLASES EN MARX

Tal y como muchas veces se ha señalado, Marx nunca desarrolló

sistemáticamente el concepto de clase social, a pesar de la

centralidad del término en su obra. Lamentablemente, el último

capítulo de El capital, dedicado precisamente a las clases, está

inacabado.

En este sentido Giddens104

señalaba tres problemas con el

concepto de clase en Marx. El primero es el de su amplia polisemia.

103

op. cit., p. 141.

104

A. Giddens, La estructura de clases en las sociedades

avanzadas, Madrid, Alianza, 1983.

67

Normalmente Marx utiliza el término clase, pero en ocasiones utiliza

el término estrato o estamento, como si fueran intercambiables entre

sí. También utiliza el término clase para designar a grupos que más

bien constituirían un segmento o fracción de una clase. Así habla

del lumpemproletariado al cual se refiere como la clase peligrosa;

de los banqueros y de los prestamistas, a los cuales considera la

clase de los parásitos; etc.

El segundo problema detectado por Giddens en la teoría de las

clases en Marx es la existencia de un modelo puro o abstracto de

dominación de clase, el cual se aplica a todos los sistemas

clasistas. En cada tipo de sociedad existen dos clases

fundamentales. Las relaciones de propiedad constituyen la base de

este sistema bipolar: la minoría de no trabajadores controla a los

trabajadores. La clase queda definida a partir de la relación de los

individuos con los medios de producción. La clase, como señaló Marx

en el capítulo inacabado al que hemos hecho referencia más arriba,

no debe confundirse con la fuente de ingresos, lo que llevaría una

proliferación abultada de clases sociales. Además de estas dos

grandes clases que constituyen el eje bipolar básico de la

estructura de clases de toda sociedad, Marx da cuenta de la

existencia de otras clases. Por un lado están (1) las clases de

transición que se encuentran en el proceso de formación dentro de

una sociedad basada en un sistema de clases que se queda anticuado.

Es el caso por ejemplo de la burguesía, en el feudalismo. Además

existen (2) las clases de transición que representan rémoras de

anteriores modos de producción. Sería el caso de las clases feudales

en el siglo XIX europeo. A estas dos clases se pueden añadir (3)

"grupos de cuasi-clase", como son los esclavos del mundo antiguo o

el campesinado independiente en el periodo medieval. Se trata de

grupos que comparten ciertos intereses económicos, pero que se

mantienen al margen del conjunto dominante de relaciones de clase.

Finalmente, (4) se podría añadir un factor más de complejización:

las fracciones de clase. Es decir, las clases no son entidades

homogéneas y dentro de ellas hay subdivisiones. Basta pensar, por

ejemplo, en la aristocracia obrera.

La tercera dificultad señalada por Giddens se refiere al

análisis por parte de Marx de las clases en el capitalismo. Aquí

68

distingue entre modelos puros o abstractos de clases y modelos

concretos, aplicados a coyunturas históricas concretas.

Parte de estas objecciones son respondidas por Wright, de un

modo implícito, en su obra Classes.105 De acuerdo con él, con alguna

que otra excepción, el trabajo de Marx gira en torno de dos

problemas: la elaboración de esquemas estructurales abstractos de

las relaciones de clase y el análisis de esquemas coyunturales

concretos de las clases como actores. El primero de este tipo de

análisis se refiere a la manera en que la organización social de la

producción determina una estructura de "lugares vacíos" de

relaciones de clase, lugares ocupados por la gente. Este análisis

estructural se halla en las obras más conocidas de Marx,

fundamentalmente en El Capital, donde decodifica la estructura y

dinámica del Modo de Producción Capitalista (MPC).

El segundo tipo de análisis, por otro lado, no se relaciona

con la estructura de clase como tal, sino con los modos en que la

gente, en el seno de una estructura de clases, se organiza en

colectividades implicadas en la lucha social. Este análisis se

encuentra en los textos históricos de Marx, donde trata de

comprender las fuerzas sociales organizadas colectivamente en su

interrelación con las transformaciones históricas.

De la explicación estructural procede un esquema polarizado

de relaciones de clase, el cual aparece en la mayor parte del

análisis marxista del MPC y en la mayor parte de sus discusiones más

abstractas sobre la trayectoria histórica: esclavos y amos,

siervos y señores, burguesía y proletariado.

En contraste con este enfoque simple y polarizado, los análisis

de coyunturas históricas se caracterizan por un cuadro complejo de

clases, fracciones, facciones, categorías sociales, estratos y

otros actores del escenario político. En El 18 Brumario, por

ejemplo, se refiere por lo menos a los siguientes actores:

burguesía, proletariado, grandes propietarios, aristocracia

financiera, campesinos, pequeña burguesía, clase media,

lumpen-proletariado, burguesía industrial, altos dignatarios. No

se hace ningún intento de presentar una teoría coherente sobre las

105

E.O. Wright, Classes, Londres, Verso, 1987.

69

diferentes categorías o del status conceptual de todas estas

distinciones. Su preocupación en este texto es comprender la

relación entre las luchas de estos actores y el estado. En particular

trata de explicar la relación entre las victorias y derrotas que se

producen en estas luchas y las transformaciones del estado y los

efectos de estos cambios sobre la alteración de la correlación de

las fuerzas sociales en liza y la aparición de nuevas alianzas. Aquí

no está preocupado por la elaboración de un esquema riguroso de la

estructura social concreta en que se desenvuelven los protagonistas

de estos dramas. Cuando Marx proporciona una lista descriptiva

correspondiente a las categorías de los actores implicados en los

conflictos, no suministra un conjunto preciso de conceptos para

captar rigurosamente la base estructural de la mayor parte de estas

categorías.

En un reciente artículo Hayes106

hacía una interesante

reflexión sobre los escritos de Marx referidos a Francia (El 18

Brumario de Luis Bonaparte, La lucha de clases en Francia y La Guerra

Civil en Francia). Estos textos resultan especialmente

interesantes, ya que suministran la imagen de una estructura de

clases que va más allá de las relaciones entre capitalistas y

trabajadores. Como señala Hayes, la interpretación de Marx sobre los

acontecimientos franceses supone un amplio análisis de los estratos

intermedios constituidos por la pequeña burguesía y el campesinado,

y además desarrolla la idea de la existencia de clases degeneradas

e improductivas, las cuales son básicamente la aristocracia y el

lumpemproletariado.

En las obras referidas a la sociedad francesa Marx reformula

la polarización simple presente en El manifiesto comunista. Dos eran

las principales limitaciones de la polarización. En primer lugar,

la polarización no explicaba cómo las clases bajo el capitalismo

podrían estar internamente fragmentadas o cómo podrían solaparse a

otras. En segundo lugar, no prestaba suficiente atención al

significado de las alianzas de clase que no incorporaban a la

burguesía o al proletariado.

106

P. Hayes, "Marx' analysis of the French class structure",

Theory and Society, 11, 1, 1993 (99-124).

70

Son dos las estructuras de clases que subyacen a esta forma

revisada de análisis. La primera es una estructura lineal utilizada

por Marx para explicar las acciones de la pequeña burguesía, clase

insignificante frente a la polaridad (linealidad)

burguesía/proletariado. Marx describía a esta clase como una clase

de transición.

La segunda estructura de clases identificaba las clases en

función de las características que cada clase comparte con otras

clases. Esta estructura es más bien circular, frente a la linearidad

que caracteriza a la anterior. En contraste con la estructura

lineal, que situaba a la pequeña burguesía entre el proletariado y

la burguesía, la estructura circular permitía a Marx identificar

clases que están más allá de estas dos últimas. Marx empezó a

desarrollar este análisis circular en la La lucha de clases. El

primer paso consistió en distinguir diferentes grupos dentro de la

burguesía, como es el caso de la aristocracia financiera. La

aristocracia financiera se enriquece gracias a la especulación, sin

necesidad de estar implicada en actividades productivas.

Por otro lado, Marx considera que los miembros de la Guardia

Real, que se encargan de reprimir brutalmente al proletariado,

proceden del lumpen. A pesar de que los miembros del lumpen carecen

de propiedad comparten una serie de características con la

aristocracia financiera: ambas clases se ganan el sustento al margen

del desempeño de actividades productivas y ambas muestan "apetitos

insanos y disolutos", característas estas últimas que permiten

comprender el calificativo de degeneradas aplicadas a estas clases.

El siguiente cuadro aclara estas propuestas.

No degeneradas Degeneradas

Propietarias No propietarias propietarias No propietarias

Productivas Burguesía Proletariado Gran burguesía -------

No productivas ------- Población excedente Aristocraia financiera Lumpemproletariado

Hay algo en lo que parecen coincidir todos los análisis

marxistas sobre la estructura de clases: las clases se definen a

partir de las relaciones sociales de producción. En donde empieza

el desacuerdo es en cuál o cuáles de los efectos generados por las

71

relaciones sociales de producción son los más importantes para el

concepto de clase. Señalaba Wright que son tres los tipos de factores

sobre los que se han centrado los análisis marxistas107

: los

intereses materiales, la experiencia vivida y la capacidad de acción

colectiva.

Intereses materiales. En lo que se refiere a los intereses

materiales las clases son contempladas como la respuesta a quién

obtiene qué y cómo lo consigue. Los intereses materiales se

centrarían en el bienestar económico y en el poder económico. El

bienestar económico no es sinónimo de renta o de consumo.

Más bien se refiere al conjunto total de trabajo-ocio-renta de que

puede disponer una persona. De este modo, decir que la gente

tiene un "interés objetivo" en ampliar su bienestar económico,

no significa que tenga un interés objetivo en el consumo como

tal, sino que simplemente, permaneciendo igual el resto de los

factores, tiene un interés objetivo en alcanzar un mejor

equilibrio entre el ocio, la renta y el consumo. Si se da la

opción entre un conjunto de 8 horas de trabajo más 8 horas de

ocio más 40 dólares de renta y el conjunto de 6 horas de trabajo

más 10 horas de ocio y 50 dólares de renta, este último conjunto

supone una mejora objetiva en el bienestar económico108.

El poder económico se refiere a la posibilidad de apropiarse

del producto excedente.

En la teoría marxista el interés por el bienestar material y

el interés por el poder económico se encuentran ligados por medio

de la explotación, lo que significa, no que las clases tengan

diferentes intereses materiales como se podría deducir de la

tradición weberiana, sino que tienen intereses opuestos.

Experiencia vivida. Aquí la respuesta a qué son las clases deriva

de la pregunta ¿Quién hace qué y por qué?. Esto significa que las

relaciones sociales de producción homogeneizan el tipo de vida, de

experiencias que la gente vive. En el caso de la clase obrera tres

serían los elementos que conformarían esa experiencia común. (1) En

107

E.O. Wright, "Rethinking Once Again, the Concept of Class

Structure", en E.O. Wright (ed.), The Debate on Classes, Londres,

Verso, 1989, pp. 280 y ss.

108

op. cit., pp. 281-282.

72

primer lugar, se encuentra la experiencia de tener que vender su

propia fuerza de trabajo para poder subsistir. (2) En segundo lugar,

la experiencia de que el propio trabajo es organizado por otras

personas. (3) La incapacidad de la clase obrera para poder controlar

el producto excedente, lo que da lugar a la experiencia de ausencia

de poder. Estos elementos a veces aparecen agrupados bajo el término

alienación.

Este tipo de análisis es el que defiende Thompson quien en las

primeras páginas de La formación histórica de la clase obrera

plantea:

La clase aparece cuando algunos hombres, como resultado de

experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y

articulan la identidad de sus intereses entre ellos y contra

otros hombres cuyos intereses son diferentes (y corrientemente

opuestos) a los suyos. La experiencia de clase está ampliamente

determinada por las relaciones productivas en el marco de las

cuales han nacido o bien entran voluntariamente los hombres.

La consciencia de clase es la manera como se traducen estas

experiencias a términos culturales, encarnándose en

tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas

institucionales109.

Una objección que se puede plantear a este tipo de análisis

es su fuerte sesgo varonil. Es decir, se trata de un enfoque que

describe más bien la experiencia de la clase obrera masculina y nada

dice sobre las esposas de los trabajadores.

Capacidad colectiva. El concepto de clase puede derivarse de la

capacidad para la acción colectiva. Por ejemplo, Marx, al referirse

a los campesinos franceses los definía como un saco de patatas, como

una colección discreta de individuos, como un agregado más que un

colectivo.

Subrayando este aspecto, recientemente Przeworski considera

que las clases son efectos de las luchas de actores organizados

colectivamente, especialmente los partidos políticos110.

109

E.P. Thompson: La formación histórica de la clase obrera,

Vol 1, Barcelona, Laia, p. 8.

110

A. Przeworski: Capitalismo y socialdemocracia, Madrid,

Alianza, 1988.

73

Son varios los problemas no resueltos u omitidos en los

planteamientos de Marx sobre las clases. Para Marx, a largo plazo

solo existirían dos clases: la burguesía y el proletariado. El

capitalismo posee una dinámica tan potente que simplifica hasta la

polarización el mapa de las clases. Como se afirma al inicio del

Manifiesto Comunista:

Nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por

haber simplificado estos antagonismos de clase. Toda la

sociedad tiende a dividirse, cada vez más, en dos grandes

campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan

directamente:la burguesía y el proletariado.111

No obstante, esto no significa la total desaparición de otras

clases sociales. Habría que entenderlo en el sentido de la escasa

importancia de las demás clases. En cualquier caso la tendencia

hacia la polarización y la proletarización de la sociedad parece

bastante clara. El motivo por el que Marx defiende la existencia de

solo dos clases en el capitalismo se debe a que considera la

propiedad privada como la base de las relaciones económicas, lo que

da lugar a tan solo dos posiblidades: una clase que posee los medios

de producción y otra que, en consecuencia, ha de vender su fuerza

de trabajo. Las relaciones entre empleadores y empleados es

necesariamente de antagonismo, dado que los primeros para

sobrevivir en un contexto altamente competitivo han de explotar a

los segundos. Queda claro que la teoría de las clases de Marx es una

teoría dinámica que concibe a las clases como el motor del cambio.

La naturaleza autodestructiva del capitalismo procede del

proceso de proletarización, proceso que, como recuerda Edgell112

,

cabe interpretar en tres sentidos:

111

K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista (Madrid, Akal,

1974), p. 73. Afirmaciones similares pueden encontrarse en K. Marx,

La ideología alemana (Barcelona, Grijalbo, 1972), pp. 60 y 77, o en

Miseria de la filosofía (Madrid, Aguilar, 1973), p. 280, entre otros

lugares.

112

S. Edgell, Class, Londres, Routledge, 1993.

74

1. proletarización de la sociedad,

2. proletarización del trabajo y

3. proletarización política.

La primera se refiere, por supuesto, a la tendencia de la clase

obrera a crecer en tamaño, a concentrarse en grandes fábricas y a

ser cada vez más pobre. Las leyes del capitalismo conducen a la

paulatina desaparición tanto del campesinado como de los artesanos

y de la pequeña burguesía en general.

La segunda propuesta hace referencia al hecho de que los

trabajadores son sometidos a una división del trabajo cada vez más

intensa y alienante. Bajo el capitalismo los trabajadores son

tratados como una mercancía más que ha de adquirirse al precio más

reducido posible.

El tercer sentido del término proletarización es el que lo hace

equivaler al crecimiento de la conciencia política de la clase

obrera. Las condiciones de vida de la clase obrera conducirían a la

unidad política de los trabajadores.

Son varias las limitaciones del análisis de clases en Marx.

Señalemos, en primer lugar, que Marx no tuvo en consideración la

posibilidad de que la cualificación pudiera convertirse en una base

de creación de clases sociales. Para Marx la fuerza de trabajo

cualificada es simplemente una mercancía más costosa, puesto que es

mayor el tiempo de trabajo medio socialmente necesario para su

producción. A pesar de que es consciente de que la clase obrera está

dividida en varias fracciones, considera que su importancia es

escasa.

Marx concibió el estado como un intrumento de dominación por

parte de la burguesía. El desarrollo del estado en términos de empleo

de la población activa era tan insignificante que difícilmente pudo

teorizar sobre las clases presentes en la administración estatal.

En cuanto a la autoridad en la empresa capitalista -tema sobre

el que se centraría Dahrendorf-, Marx nunca la consideró al margen

de la propiedad del capital, o de la relación directa

capital-trabajo.

Marx algo dijo sobre la posibilidad de existencia de la

explotación fuera de las relaciones de producción. En este sentido,

en alguna ocasión se refirió a acreedores y deudores en formaciones

sociales anteriores o en los albores del capitalismo, pero

75

consideraba que éstas relaciones eran reductos de modos de

producción anteriores y por tanto eliminables con el desarrollo del

capitalismo.

Marx apenas se ocupó de las desigualdades derivadas del género,

los grupos de edad o la etnia. En cuanto a los grupos étnicos,

cualquier relación de explotación o dominación basada en las

diferencias de raza le pareció cosa del pasado. Si acaso podemos

considerar alguna referencia por parte de Marx al tema del racismo

en sus escritos relativos a la esclavitud. Otras formas de

dominación étnica, como las relacionadas con la nación o la

religión, fueron despreciadas por Marx.

En lo concerniente a las desigualdades de género fue poco lo

que aportó Marx. En cualquier caso está fuera de toda duda que la

lucha de las mujeres ha de subordinarse a la lucha de la clase obrera.

Marx nunca consideró la posibilidad de que la esfera doméstica

pudiera constituir un modo de producción (patriarcal o doméstico).

Algo mayor fue la atención dispensada a la posición de los

niños, sobre todo en relación con el trabajo infantil en las

fábricas. Se trata de una cuestión a las que nos refereriremos con

mayor detalle en el epígrafe dedicado a las desigualdades derivadas

de la edad. Con respecto a los mayores Marx, por razones obvias, nada

dijo.

4.2. LAS CLASES EN WEBER

Weber proporciona una exposición sistemática, aunque breve,

de su teoría sobre las clases en dos secciones de Economía y

sociedad: "IV. Estamentos y clases", y "VIII.6. División del poder

en la comunidad: clases, estamentos, partidos".

Weber distingue tres órdenes en la sociedad: el orden

económico, el orden social y el orden político. Al primero

pertenecen las clases, al segundo los grupos de status y al tercero

los partidos políticos. Las clases están formadas por "todo grupo

humano que se encuentra en una igual situación de clase", y la

situación de clase se define como

el conjunto de probabilidades típicas:

1. de provisión de bienes,

2. de posición externa,

3. de destino personal,

76

que derivan, dentro de un determinado orden económico, de la

magnitud y la naturaleza del poder de disposición (o de la

carencia de él) sobre bienes y servicios y de las maneras de

su aplicabilidad para la obtención de rentas o ingresos.113

Weber defiende una concepción pluralista de las clases

sociales. Así distingue entre clases propietarias y clases

lucrativas.

Clase propietaria se llama a aquella en que las diferencias

de propiedad determinan de un modo primario la situación de

clase.

Clase lucrativa se llama a aquella en que las probabilidades

de la valorización de bienes y servicios en el mercado

determinan de un modo primario la situación de clase.114

Así pues, es la diferencia en las fuentes de obtención de los

beneficios lo que explica la diferencia entre uno y otro tipo de

clases.

Una clase propietaria positivamente privilegiada es aquella

que reúne algunos de los siguientes requisitos:

a) el monopolio en la compra de objetos de consumo de precios

elevados;

b) la situación de monopolio y la posibilidad de una política

planeada monopólica con relación a las ventas;

c) el monopolio de las probabilidades de formación de patrimonio por

medio de los excedentes no consumidos;

d) el monopolio de las probabilidades de formación de capital por

medio del ahorro, o sea la probabilidad de hacer inversiones

de patrimonio como capital de préstamo, y con ello la

disposición sobre posiciones directivas (de empresa);

e) privilegios estamentales (de educación) en la medida en que son

costosos.115

Son clases propietarias positivamente privilegiadas distintos

tipos de rentistas (de esclavos, de tierras, de minas, etc.) y los

acreedores (de ganado, de cosechas y de dinero).

Clases propietarias negativamente privilegiadas son las

personas que son "objeto de propiedad (serviles)", los "déclassés

113

Max Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 242.

114

op. cit., p. 242.

115

op. cit., pp. 242-243.

77

(proletarii en el sentido de los antiguos), los "deudores" y los

"pobres".

Entre ambas se encuentran las "clases medias",

que se hallan integradas por las capas de toda especie de los que

equipados con propiedades o con cualidades de educación, sacan

de ellas sus ingresos. Algunas de éstas pueden ser "clases

lucrativas" (empresarios positivamente privilegiados,

proletarios negativamente privilegiados). Pero no todas lo son

(campesinos, artesanos, empleados).116

Las clases lucrativas se definen básicamente por las

siguientes dos características:

a) el monopolio de la dirección de la producción de bienes en interés

de los fines lucrativos de sus propios miembros;

b) el aseguramiento de las oportunidades lucrativas influyendo la

política económica de las asociaciones tanto políticas como

de otro tipo117

.

Clases lucrativas positivamente privilegiadas son los

diversos empresarios (comerciales, industriales, agrarios,

bancarios y financieros), las "'profesiones liberales' con

capacidades o formación de valor preferencial (abogados, médicos,

artistas)" y los "trabajadores con cualidades monopólicas (propias

o adquiridas)"; negativamente privilegiadas, los trabajadores,

sean "calificados", "semicalificados" o "no calificados o

braceros"; clases medias, en fin, los campesinos y artesanos

independientes y, frecuentemente, los "funcionarios (públicos y

privados)", las profesiones liberales y los trabajadores con

cualidades monopólicas.118

El concepto de clase social es distinto al de clase sin más.

De acuerdo con Weber

Clase social se llama a la totalidad de aquellas situaciones de clase

entre las cuales un intercambio

a) personal

b) en la sucesión de generaciones

116

op. cit., p. 243.

117

op. cit., p. 244.

118

op. cit., p. 244.

78

es fácil y suele ocurrir de un modo típico119.

Son clases sociales:

a) el proletariado en su conjunto, tanto más cuanto más automático

sea el proceso de trabajo,

b) la pequeña burguesía,

c) la intelligenstia sin propiedad y los expertos profesionales

(técnicos, "empleados" comerciales o de otra clase,

burócratas; eventualemente pueden estar muy separados entre

sí en lo social, en proporción a los costos de su educación).

d) las clases de los propietarios y de los privilegiados por

educación120.

El siguiente cuadro aclara las propuestas de Weber.

119

op. cit., p. 242.

120

op. cit., p. 244.

79

Clases Clases propietarias Clases lucrativas

Positivamente

privilegiadas

Rentistas, acreedores Empresarios, profesiones liberales y trabajadores con cualidades

monopólicas

Negativamente

privilegiadas

Serviles, "déclassés",

deudores y pobres

trabajadores

Clases medias Quienes tienen

propiedades o educación

Campesinos y artesanos independientes y los funcionarios, las

profesiones liberales y los trabajadores con cualidades

monopólicas

La distinción entre los conceptos de clase y clase social es

trascendental. Giddens, guiado por la terminología marxista,

sugiere que se debe establecer en Weber una clara distinción entre

los conceptos de clase "en sí" y clase "para sí". De este modo, la

clase "en sí", la clase económica o simplemente la clase -sin más

calificativos- es una característica objetiva que hace referencia

a las oportunidades de vida de las personas. Solo bajo ciertas

condiciones quienes comparten una situación de clase llegan a tomar

conciencia de su situación. Cuando eso ocurre cabe hablar de clase

social o de clase "para sí".

En modo alguno constituye un fenómeno universal que, a consecuencia

de una posición común de clase, surja una socialización, o

inclusive una acción comunitaria. Más bien puede limitarse su

efecto a la producción de una reacción esencialmente homogénea

y, por consiguiente (según la terminología aquí empleada), a

la producción de una "acción de masas"121.

Las clases no constituyen grupos reales. Las personas que

ocupan en el mercado una posición similar a la de un individuo no

le aportan orientación subjetiva alguna. Las posiciones objetivas

ocupadas en el mercado constituyen hechos objetivos, no hechos de

conciencia.

(...) la situación de clase no puede constituir la base de una acción

concertada por parte de los individuos en juego: como mucho,

puede dar pie, en ciertos casos, a "reacciones semejantes" o

a un "comportamiento condicionado por la masa". Esta acción

de masa -que no es una acción social según los criterios de

Weber- se define como "la actividad uniforme de varias

personas". La situación de clase explica el hecho de que varias

personas reaccionen del mismo modo, en el mismo momento, a un

121

op. cit., p. 685.

80

estímulo idéntico, que en este caso sería la presencia de

intereses económicos individuales aproximadamente semejantes

en varios individuos. Por ejemplo, un pánico en la Bolsa o una

huelga obrera serían casos de "reacciones en masa" resultantes

de una situación de clase. La reacción de los individuos no

es consecuencia de un interés colectivo, sino de la presencia

simultánea de intereses personales semejantes en el promedio

de los sujetos que ocupan una posición idéntica en el

mercado122

.

En consecuencia, las situaciones de clase existen dondequiera

que las personas se encuentran en una situación similar en lo que

se refiere a su control relativo sobre los bienes y las

cualificaciones. El enfoque weberiano, según subraya Bendix123

,

modifica el análisis de Marx en tres aspectos. En primer lugar, Weber

niega que una situación común de clase pueda dar lugar a una

asociación, indicando que muchas de tales situaciones solo conducen

a reacciones amorfas de masas. Para Marx la conexión entre situación

de clase y organización política es necesaria. En segundo lugar,

Weber amplía el concepto de Marx de la determinación económica de

las situaciones de clase. Aunque importantes, la propiedad de los

medios de producción o la venta de la fuerza de trabajo son solo unos

elementos más en la determinación de las clases. Para Weber la

situación de clase es, en última instancia una situación de mercado;

tales situaciones varían conjuntamente con las experiencias comunes

de los individuos en respuesta a los cambios económicos. En tercer

lugar, Marx mantuvo que los ideólogos burgueses podrían contribuir

a la radicalización política del movimiento obrero. Marx

consideraba que la experiencia radicalizada de los trabajadores y

las creencias radicalizadoras de los ideólogos eran una respuesta

a las contradicciones estructurales del capitalismo. Para Weber

122

N. Laurin-Frenette, Las teorías funcionalistas de las clases

sociales. Sociología e ideología burguesa, Madrid, Siglo XXI, 1985,

pp. 102-103.

123

R. Bendix, "Inequality and social structure: a comparison

of Marx and Weber". American Sociological Review, 39, 2, 1974.

81

responden a dinámicas distintas. Weber es pesimista con respecto a

la solidaridad de clase de los trabajadores. Esta solidaridad se ve

continuamente quebrantada por las diferencias religiosas y étnicas.

Esta idea de la no correspondencia entre las clases económicas

y las luchas políticas también ha encontrado su desarrollo en el seno

del marxismo. Es el caso de algunos teóricos marxistas como ocurre

en Hindess, Hirst, Laclau y Przeworski.

El problema... es que cuando nos enfrentamos a los problemas

políticos dominantes de hoy en día, las "clases", las

categorías de agentes económicos, no están presentes de un modo

directo en ellos. Nos encontramos con aparatos del estado, con

partidos... sindicatos y organizaciones empresariales,

hombres armados, manifestaciones, alborotos, etc, pero nunca

clases... Las clases no son organizaciones políticas, así que

las luchas políticas no tienen lugar en la forma de conflictos

directos entre clases por la hegemonía política, contiendas

en las que la cuestión es la naturaleza de las relaciones

sociales de producción: capitalismo frente a socialismo124.

La tesis central es que no hay correspondencia necesaria entre

las clases y la política. Las clases son simplemente categorías de

agentes económicos. Las clases no tienen intereses al margen de los

partidos o los sindicatos. Przeworski es igualmente claro al

respecto.

La organización de la clase como sujeto histórico... no está

determinada por los lugares ocupados por los individuos en la

esfera de las relaciones de propiedad. No hay relación que

deducir aquí. La historia del capitalismo no tiene porqué ser

una historia de lucha de clases... aunque pudiera ocurrir que

si los trabajadores y los capitalistas se organizan como tales

y si cada uno lucha solo en función de su capacidad de

trabajadores y capitalistas125

.

Bastante similares son los planteamientos del marxismo

textualista de Laclau y Mouffe. Estos autores conciben la

124

P. Hirst, citado por U. Becker, "Class theory: the axis of

social scientific analysis?", en Wright et al., The Debate on

Classes, Londres, Verso, 1989, pp. 131-132.

125

Przeworski. Citado por Becker op. cit., pp. 132-133.

82

subjetividad política como resultado de la articulación discursiva,

es decir, como un proceso de producción del significado. Ni siquiera

conceden un papel preeminente a las clases. La raza, el sexo, la

nacionalidad o algún otro factor puede tener tanta o más importancia

que la clases.

Como subraya Weber, las clases no constituyen por sí mismas

comunidades, a diferencia de lo que ocurre con los estamentos. El

estamento está formado por quienes comparten una situación

estamental, definida ésta como

una pretensión, típicamente efectiva, de privilegios positivos o

negativos en la consideración social, fundada:

a) en el modo de vida y, en consecuencia,

b) en maneras formales de educación; pudiendo ser éstas 1)

empíricas, o 2) con una doctrina racional y posesión de las

formas de vida correspondientes;

c) en un prestigio hereditario o profesional.126

El estamento se manifiesta en el connubium (es decir, en la

endogamia), en la comensalidad eventualmente (o sea, en el trato),

frecuentemente en la "apropiación monopolista de probabilidades

adquisitivas privilegiadas, o estigmatización de determinados

modos de adquirir", y en otras convenciones estamentales. Puede

originarse "por un modo de vida estamental propio", particularmente

"por la naturaleza de la profesión", "secundariamente, por carisma

hereditario" y "por apropiación estamental, como monopolio, de

poderes de mando políticos o hierocráticos".127

En lo que se refiere a los partidos, estos se mueven en la esfera

del poder y su acción se orienta hacia el poder social.

En oposición a la acción comunitaria ejercida por las "clases" y los

"estamentos" -en los cuales no se presenta necesariamente este

caso-, la acción comunitaria de los "partidos" contiene

siempre una socialización. Pues va siempre dirigida a un fin

metódicamente establecido, tanto si se trata de un fin

"objetivo" -realización de un programa con propósitos ideales

o materiales- como de un fin "personal" -prebendas, poder y,

126

op. cit., p. 245.

127

op. cit., pp. 245-246.

83

como consecuencia de ellos, honor para sus jefes y secuaces

o todo esto a la vez128

.

A diferencia de Marx, Weber sí analiza las desigualdades

sociales derivadas del monopolio de ciertas cualificaciones. Aunque

Weber no llegó a desarrollar completamente esta idea, desde aquí se

han desarrollado las ideas del credencialismo, de los cierres

sociales, de las semi-profesiones, etc.

Del mismo modo abordó la cuestión de la explotación a través

de la posesión de bienes escasos, de manera que cabe posponer su

venta con el objeto de incrementar su precio. Así Weber hace

referencia a

las probabilidades de ganancia obtenida por intercambio a favor de

todos aquellos que, provistos de bienes, no están obligados

a efectuar intercambio y, cuando menos de un modo general,

aumenta su poder en la lucha de precios contra aquellos que,

no poseyendo ningún bien, deben limitarse a ofrecer los

productos de su trabajo en bruto o elaborados y a cederlos a

cualquier precio para ganarse el sustento.129

Weber también presenta con respecto a Marx la ventaja de haber

abordado el tema de los grupos étnicos, cuestión a la que dedicó un

capítulo en Economía y sociedad.

Finalmente, en lo que se refiere a la situación de las mujeres

no hay ningún punto de avance con respecto a Marx, puesto que es una

cuestión que Weber no aborda.

5. ENFOQUES ACTUALES SOBRE LAS CLASES.

La influencia de Marx y Weber se ha traducido en la aparición

de enfoques teóricos directamente inspirados en ellos. Los autores

elegidos lo han sido en virtud de que sus modelos se han discutido

ampliamente en la sociología de las clases. No obstante, es

perfectamente posible haber incluido a algún autor más, pero lo que

sí es cierto es que los elegidos han dado lugar a amplios debates.

De entre ellos, hay dos que han dado lugar a modelos teóricos con

una amplia proyección empírica: el de Wright y el de Goldthorpe. En

128

op. cit., p. 693.

129

op. cit., p. 683.

84

el siguiente capítulo haremos un balance de lo que han dado sí el

marxismo y el weberianismo en el análisis de las clases.

5.1. PRINCIPALES ENFOQUES NEOMARXISTAS

5.1.1. LAS CLASES SOCIALES EN POULANTZAS

Quizás uno de los mayores méritos de la obra de Poulantzas,

Las clases sociales en el capitalismo actual130 sea que se trata de

un libro en el que se acomete el intento de sistematizar la teoría

marxista sobre las clases, todo ello en diálogo con otras

interpretaciones como las de Weber, Dahrendorf, Cronner, etc.

La publicación de este trabajo abrió una intensa discusión

sobre las clases sociales dentro y fuera del marxismo. En buena

medida, la obra de Wright arranca de una valoración crítica de Las

clases sociales ....

Poulantzas trata de clarificar conceptos fundamentales dentro

del marxismo. Las clases son conjuntos de agentes sociales

determinados principal, pero no exclusivamente, por su lugar en el

proceso de producción, es decir, en la esfera económica. Lo político

y lo ideológico desempeñan un papel sustancial en la determinación

estructural de las clases.

La determinación de las clases (...) designa unos lugares

objetivos ocupados por los agentes en la división social del

trabajo: lugares que son independientes de la voluntad de tales

agentes.

Puede decirse así que una clase social se define por su lugar

en el conjunto de las prácticas sociales, es decir, por su lugar

en el conjunto de la división social del trabajo, que comprende

las relaciones políticas y las relaciones ideológicas. La

clase social es, en este sentido, un concepto que designa el

efecto de estructura en la división social del trabajo (las

relaciones sociales y las prácticas sociales). Este lugar

cubre así lo que voy a designar como determinación estructural

de clase, es decir, la existencia misma de la determinación

de la estructura -relaciones de producción, lugares de

dominiación-subordinación política e ideológica- en las

prácticas de clase: las clases no existen más que en la lucha

de clases131.

130

Madrid, Siglo XXI, 1977.

131

op. cit., p. 13.

85

La determinación estructural es un concepto distinto al de

posición de clase en la coyuntura. Esto quiere decir que una clase,

o una fracción o capa, puede tener una posición de clase que no se

corresponda con los intereses derivados de su determinación

estructural. El ejemplo archiconocido es el de la aristocracia

obrera, que aun perteneciendo a la clase obrera, suele adoptar

posiciones de clase burguesas. También puede ocurrir que clases o

fracciones de clase no pertenecientes a la clase obrera adopten

posiciones proletarias. Tal podría ser el caso de los técnicos.

El lugar en las relaciones económicas juega un papel principal

en la determinación de las clases. La esfera económica está

determinada por el proceso de producción, proceso en que se

"encuentra ante todo el proceso de trabajo".132

La teoría marxista de las clases distingue fracciones y capas

de clase. A pesar de esta distinción, dista de estar claro cuál sea

la diferencia, si es que hay alguna, entre fracciones y capas.

Las fracciones son fracciones de clase: la burguesía comercial por

ejemplo es una fracción de la burguesía; igualmente, la

aristocracia obrera es una capa de la clase obrera133.

Si acaso podría pensarse que las fracciones son divisiones

dentro de la burguesía y las capas divisiones dentro de la clase

obrera.

A su vez, la teoría marxista se refiere a las categorías

sociales, "delimitadas principalmente por su lugar en las

relaciones políticas e ideológicas"134

. Ejemplos de categorías

serían la burocracia del estado y los intelectuales. A diferencia

de lo que ocurre con las fracciones y capas, las categorías están

constituidas por agentes procedentes de varias clases sociales.

132

op. cit., p. 17.

133

op. cit., p. 23.

134

op. cit., p. 23.

86

Tras este breve excurso terminológico, pasamos a delimitar

cuáles son las aportaciones específicas de Poulantzas a la teoría

de las clases.

Su principal preocupación consiste en cómo categorizar a los

grupos asalariados de cuello blanco: trabajadores de oficinas,

empleados públicos, técnicos, cuadros, etc. Poulantzas subraya

el aumento considerable (...) del número de los asalariados no

productivos, de conjuntos tales como los empleados del

comercio y de los bancos, de los empleados de las oficinas y

de los servicios, etc, en suma, de aquellos a quienes se designa

comúnmente como "cuellos blancos" o "terciarios"135

.

Son varias las interpretaciones que, en términos de clase, se

han dado de este nuevo y creciente colectivo.

1. Una primera interpretación niega el carácter específico de clase

de estos colectivos, integrándolos bien en la burguesía, bien en la

clase obrera. A su vez, dentro de esta interpretación, cabe señalar

tres variantes.

a) La mayoría de estos asalariados pertenecen a la burguesía,

con lo cual cabría hablar de un aburguesamiento paulatino del

conjunto de la sociedad. Esta es la postura de Renner, Croner,

Bendix, etc. Estos autores se apoyan en la llamada teoría de las

delegaciones: la burguesía se desprende del ejercicio de

determinadas funciones y las delega -en un acto de confianza- en

determinados asalariados.

b) La mayoría de estos asalariados pertenece a la clase obrera.

Y ello es así porque son asalariados, con lo cual asistimos a la fácil

ecuación de clase obrera=clase asalariada, o porque, simplemente,

sus ingresos son modestos, su status no es burgués, no ejercen

funciones de autoridad, etc. Aquí podemos incluir a autores como

Mills o Geiger.

c) Parte de estos asalariados pertenece a la clase obrera y

parte a la clase burguesa.

2. Una segunda gran interpretación es la que considera que estos

colectivos de asalariados pertenecen a la clase media. Clase media

que vendría a cumplir básicamente una función de estabilidad social,

135

op. cit., p. 179.

87

hasta el punto de que más que de clase, deberíamos hablar de grupo

social, debido a que esta concepción supondría tratar de separar el

concepto de clase del de lucha de clases. En alguna medida esta

pareció ser la postura que mantuvo el Partido Comunista Francés,

dado que negaba la especificidad de clase de estos conjuntos. Estas

capas medias no pertenecerían a ninguna clase.

A la clase media se la

considera como un "grupo homogéneo" definido en general a partir del

criterio de los ingresos, del de las actitudes mentales y de

las motivaciones psicológicas, etc136

.

Esta clase se constituiría en la clase más numerosa de las

sociedades capitalistas.

Frente a estas concepciones Poulantzas propone delimitar la

pertenencia a una clase u otra a partir de los tres criterios que

vimos al principio: económicos, políticos e ideológicos. Vamos a ver

cada uno de ellos por separado.

Criterios económicos. Aquí el criterio que Poulantzas utiliza es el

de la diferenciación entre trabajo productivo y trabajo no

productivo. El término productivo nada tiene que ver con la idea de

utilidad.

Se diría así que es trabajo productivo, en el modo de producción

capitalista, el que produce plusvalor al reproducir

directamente los elementos materiales que sirven de sustrato

a la relación de explotación: aquel, pues, que interviene

directamente en la producción material produciendo valores de

uso que aumentan las riquezas materiales137.

El trabajo productivo, para Poulantzas, se limita al trabajo

que, además de producir plusvalor, está directamente involucrado en

el proceso de producción material. Esta definición descansa en la

creencia de que solamente se genera plusvalor en la producción de

mercancías físicas y en el transporte de las mismas, lo que es una

hipótesis arbitraria. La famosa comparación de Marx entre una

136

op. cit., p. 182.

137

op. cit., p. 201.

88

fábrica de enseñanza y una fábrica de embutidos aclara esta

cuestión:

Solo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el

capitalista o que sirve para la autovaloración del capital.

Si se nos permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera

de la producción material, digamos que un maestro de escuela,

por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de

cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para

enriquecer al empresario. Que este haya invertido su capital

en una fábrica de enseñanza en vez en hacerlo en una fábrica

de embutidos, no altera en nada la relación.138

Esta definición significa excluir de la clase obrera a los

asalariados del comercio, de la publicidad, del marketing, de la

contabilidad, de la banca, de los seguros, etc.

También significa excluir a los empleados públicos, incluido

el personal docente de la escuela pública, puesto que su trabajo

tampoco es productivo. Uno puede plantearse a partir de aquí qué es

lo que haría que un barrendero, mal pagado, empleado por un

ayuntamiento no perteneciera a la clase obrera, mientras que sí lo

haría, por ejemplo, un conductor de autocares en una empresa

privada, a pesar de que estuviera mucho mejor pagado que el primero.

¿A qué clase social pertenecen todos estos colectivos

asalariados que no realizan trabajo productivo? Poulantzas los

incluye en lo que denomina "nueva pequeña burguesía" -y ya veremos

más adelante el porqué de esta denominación de pequeña burguesía.

Criterios políticos. Con estos criterios Poulantzas indica que para

que un agente asalariado pertenezca a la clase obrera además de

realizar trabajo productivo, su trabajo no puede implicar control

sobre la labor de otros trabajadores. Los trabajos de dirección y

vigilancia son productivos, pero debido a su carácter de control

sobre la clase obrera no pueden ser incluidos en esta última clase.

Esto significa que los capataces, contramaestres y demás pasan a

pertenecer a la nueva pequeña burguesía. Y todo ello a pesar de que

138

El capital, libro I, Madrid, Siglo XXI, 1975, p. 616. Citado

por Wright en Clase, crisis y estado, Madrid, Siglo XXI, p. 39.

89

se trata de un trabajo tan explotado como el que realizan los

trabajadores.

Poulantzas se apoya directamente en Marx cuando afirma que este

trabajo cumple funciones del capital.

Este trabajo de dirección y de vigilancia capitalista es la

reproducción directa, en el seno mismo del proceso de

producción, de las relaciones políticas entre la clase

capitalista y la clase obrera.139

Las funciones del contramaestre y del capataz están marcadas

por "el predominio de las relaciones políticas que llevan a cabo

sobre el aspecto productivo en la división del trabajo"140.

Criterios ideológicos. Aquí se hace referencia a la distinción entre

trabajo intelectual y trabajo manual. Poulantzas aduce que dicha

división excluye a la clase obrera del conocimiento secreto del

proceso de producción, y que esta exclusión es necesaria para la

reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Esta división

resulta central para la determinación de la posición de clase de

todos los trabajadores mentales, no solamente técnicos, ingenieros

y similares. Los empleados administrativos en general participan,

aunque solo sea de manera residual, del elevado status del trabajo

mental, participando por lo tanto, en la dominación ideológica de

la clase obrera. Poulantzas insiste en que incluso los empleados y

secretarias de categoría inferior comparten la posición ideológica

del trabajo mental, perteneciendo, por consiguiente, en mayor grado

a la nueva pequeña burguesía que al proletariado.

Habría que subrayar el hecho de que Poulantzas incluye en la

clase obrera a grupos de trabajadores que poseen unos conocimientos

reservados a unos pocos, lo que permite que estén bien pagados. Basta

pensar en los maquinistas de tren, los fresadores, los encofradores,

etc.

139

op. cit., p. 211.

140

op. cit., p. 211.

90

La unidad de clase de la nueva pequeña burguesía y la tradicional.

La pequeña burguesía tradicional y la nueva pequeña burguesía

son fracciones de una misma clase.

La nueva pequeña burguesía comparte con la pequeña burguesía

tradicional elementos tales como el reformismo, el individualismo

y el fetichismo del poder. Con el término reformismo Poulantzas se

refiere al hecho de que la ideología pequeño burguesa tiende a ser

anticapitalista, pero considera que el medio de resolver los

problemas del capitalismo es la reforma institucional, no el cambio

revolucionario. Con la palabra individualismo se hace referencia al

temor a la proletarización desde abajo y a la atracción de la

burguesía desde arriba. La nueva pequeña burguesía suele aspirar a

la promoción, a la carrera, al ascenso social. Finalmente, el

fetichismo de poder menciona la tendencia a considerar el estado

como una fuerza neutra en sí, cuyo papel sería efectuar un arbitraje

entre las distintas clases sociales.

La determinación estructural de la burguesía.

Poulantzas argumenta que la burguesía no debe ser definida en

términos de categorías jurídicas como la propiedad legal, sino que

debe serlo a partir de categorías sustantivas que caracterizan las

relaciones sociales de producción. De entre tales dimensiones, dos

son particularmente importantes: la propiedad económica y la

posesión. La propiedad económica, la cual se refiere al control

económico real de los medios de producción, a la posibilidad de

disponer así de los productos obtenidos. Tal propiedad económica no

debe ser confundida con el derecho legal a la propiedad productiva.

La primera designa la propiedad económica real, el control real de

los medios de producción y se distingue de la propiedad jurídica,

tal como la consagra el derecho, que es una superestructura. La

posesión es la capacidad de emplear los medios de producción. Se

refiere al control real sobre el funcionamiento físico de la

producción. Simplificando, la propiedad económica se materializa en

la posibilidad de decidir cómo y dónde invertir, mientras que la

posesión se refiere a la capacidad de organizar el proceso

productivo.

La burguesía dispone de la propiedad económica y de la

posesión. Dado que los directivos ejercen funciones del capital,

91

pertenecen a la burguesía con la misma intensidad que los

propietarios de los medios de producción.

Dicho esto, ¿cuáles son las críticas que cabe hacer al análisis

de Poulantzas? La crítica más conocida, entre otras razones por su

coherencia y sistematicidad, es la efectuada por Wright. Para Wright

los criterios de Poulantzas conducen a una significativa reducción

de los efectivos numéricos de la clase trabajadora.

A pesar de la brillantez y la osadía del análisis de Poulantzas,

cada uno de los tres tipos de criterios que utiliza para delimitar

la determinación estructural de las clases presenta serias

debilidades. Basta con que un colectivo deje de cumplir los

requisitos planteados en los tres tipos de determinación

estructural -económicos, políticos e ideológicos- para ser excluido

de la clase obrera.

En lo que se refiere a los criterios económicos, la definición

de trabajo productivo que suministra Poulantzas tiene poco que ver

con la definición de Marx, en quien tantísimo se apoya el sociólogo

griego. Por otro lado, dista de estar claro, aun en el supuesto de

que admitiéramos la definición de Poulantzas, por qué un trabajador

no manual de rutina pertenece a la nueva pequeña burguesía, mientras

que sí pertenece a la clase obrera un trabajador manual empleado por

el capital privado. En este sentido, Wright se pregunta si esta

diferenciación supone que los intereses de clase fundamentales de

los asalariados manuales del sector público son distintos a los

empleados del sector privado. Como bien subraya Wright:

Pues situar en diferentes clases, en base a criterios económicos,

dos posiciones dentro de la división social del trabajo implica

que sus intereses de clase respectivos a nivel económico son

fundamentalmente diferentes141

.

El uso que hace Poulantzas de los criterios políticos e

ideológicos pone en duda su planteamiento inicial sobre la primacía

de lo económico, pues basta con que una clase no cumpla algunos de

estos tipos de requisitos para que sea excluida de la clase obrera.

141

op. cit., p. 41.

92

En lo que se refiere a los criterios políticos, Poulantzas

parece ignorar las serias divisiones que se han producido en la

posesión de los medios de producción. No es igual el grado de

posesión de los altos directivos, quienes pueden controlar todo el

proceso de producción, al que puedan tener los capataces, quienes

más bien se convierten en una mera correa de transmisión de las

directrices emanadas desde las instancias superiores de la

jerarquía laboral.

El uso de los criterios ideológicos por Poulantzas es

simplemente abusivo. Suponer que las secretarias, los

administrativos y demás trabajadores de cuello blanco de bajo nivel

participan del prestigio del trabajo intelectual es una

alucinación, a pesar de que Poulantzas posteriormente trata de

suavizar estas afirmaciones al distinguir fracciones de la nueva

pequeña burguesía polarizadas hacia la clase obrera. En alguna

medida, termina por coincidir con la por él denostada teoría de las

delegaciones.

Una cosa que preocupa seriamente a Wright en el análisis de

Poulantzas es la disminución de la clase obrera. Preocupación que

no debiera ser muy importante. No habría ningún serio problema, en

términos de transformación social, si la clase obrera fuera poco

numerosa, pero a cambio contara con sólidos aliados.

5.1.2. LAS CLASES SOCIALES EN WRIGHT: DE LAS POSICIONES

CONTRADICTORIAS A LAS EXPLOTACIONES MULTIPLES.

Sin duda, Erik Olin Wright es uno de los autores más destacados

hoy en día en lo que se refiere a la teorización y análisis empíricos

sobre las clases sociales. La evolución de su pensamiento ha sido

tal que podemos hablar por lo menos de la existencia de dos tipos

distintos de categorizaciones en el propio Wright.

El primer Wright es el de Clase, crisis y estado142 y el segundo

sería el de Classes.143

Nos referiremos al primer análisis como el

142

op. cit.

143

op. cit.

93

de las posiciones contradictorias y al segundo como el de las

explotaciones múltiples.

A) Las posiciones contradictorias

Veamos primero sus planteamientos en Clase, crisis y estado.

Aquí arranca de la crítica a los planteamientos de Poulantzas y

propone una alternativa a los mismos. Wright plantea la necesidad

de introducir el término de situaciones contradictorias de clase.

ciertas posiciones dentro de la estructura de clases constituyen

situaciones doblemente contradictorias: representan

posiciones a caballo entre las relaciones de clase

contradictorias básicas de la sociedad capitalista144.

En concreto, Wright distingue situaciones contradictorias en

el seno del modo de producción capitalista (directivos y

supervisores) y situaciones contradictorias entre el modo de

producción mercantil simple y el capitalista (pequeños patronos y

empleados semiautómos).

El siguiente cuadro aclara tentativamente esta cuestión.145

MPC MPM

BURGUESÍA

PEQUEÑOS PATRONOS

DIRECTIVOS PEQUEÑA

Y SUPERVISORES BURGUESIA

ASALARIADOS

SEMIAUTONOMOS

PROLETARIADO

¿De qué manera estas situaciones proceden de la dinámica del

capitalismo? Wright detecta tres cambios estructurales en el curso

del desarrollo capitalista.

1. Pérdida de control sobre el proceso de trabajo por parte de los

obreros, proceso acentuado con el taylorismo.

144

op. cit., p. 55.

145

En trazo discontinuo aparecen las posiciones

contradictorias y en continuo las no contradictorias.

94

2. La diferenciación de las funciones del capital. La separación

parcial de la propiedad económica (el control del flujo de

inversiones en la producción o, más concretamente, el control de qué

se produce) y la posesión (el control del proceso de producción, o

lo que es lo mismo, el control de cómo se produce) es una consecuencia

de la concentración y la centralización del capital en el proceso

de acumulación. El desarrollo capitalista también se ha

caracterizado por una disociación gradual de la propiedad jurídica

formal y la propiedad económica real.

3. El desarrollo de jerarquías complejas. Con la expansión de la

empresa capitalista surgieron nuevas capas de supervisores, lo que

condujo a la compleja jerarquía de control social de la gran empresa

monopolista.

Hay dos tipos de situaciones contradictorias en el seno del

modo de producción capitalista. La situación contradictoria más

próxima a la clase obrera es la de los capataces y supervisores de

la cadena. Normalmente los capataces gozan de poco control real

sobre los medios físicos de producción, y, aunque ejercen control

sobre la fuerza de trabajo, dicho control no va mucho más allá de

ser la correa de transmisión formal de órdenes procedentes de los

niveles superiores. Los antiguos capataces con frecuencia

participaban directamente en el proceso de producción junto a los

trabajadores, e incluso defendían a estos del tratamiento

arbitrario del patrón. Como hubiera dicho Weber, los capataces se

convirtieron cada vez más en administradores de reglas

impersonales, dejando de ser dispensadores de mandatos personales.

En las empresas organizadas burocráticamente el ejercicio del poder

se institucionaliza. Las órdenes externas, arbitrarias,

personales, del patrón son reemplazadas por procedimientos y reglas

establecidos: el dictado burocrático sustituye al dictado del mando

personal.

Hay dos situaciones contradictorias entre la pequeña burguesía

y las clases polares del modo de producción capitalista: los

pequeños patronos y los asalariados semiautónomos. Los primeros son

propietarios que emplean a un número reducido de trabajadores (menos

de cincuenta), lo que les sitúa en una posición a medio camino entre

los capitalistas y los pequeño burgueses. Los segundos plantean el

95

problema de cómo entender el concepto de semi-autonomía. La mejor

forma de entender la situación contradictoria entre la pequeña

burguesía y el proletariado quizá sea volver al proceso histórico

de proletarización de la pequeña burguesía. Existen todavía hoy

categorías de empleados que poseen un cierto grado de control sobre

sus condiciones inmediatas de trabajo, sobre su proceso de trabajo

inmediato. En tales casos, el proceso de trabajo no está totalmente

proletarizado. ¿Cuánta autonomía se requiere en realidad para decir

que una posición ocupa una situación contradictoria entre la clses

obrera y la pequeña burguesía? Provisionalmente Wright adopta el

criterio de semiautonomía entendido como que tales posiciones deben

poseer al menos cierto grado de control sobre lo que se produce

(propiedad económica) como sobre la forma en que se produce

(posesión mínima). A partir de aquí la estructura de clase de los

EE.UU. sería la siguiente:

BURGUESÍA

1-2%

PEQUEÑOS PATRONOS

6-7%

DIRECTIVOS

ALTOS Y MEDIOS

TECNOCRATAS

12%

PEQUEÑA BURGUESIA

4-5%

BAJOS DIRECTIVOS,

CAPATACES Y

SUPERVISORES

18-23%

TRABAJADORES

SEMIAUTONOMOS

5-11%

PROLETARIADO

41-54%

En un análisis más detallado del concepto de control, Wright

distingue cuatro grados distintos de control (pleno, parcial,

mínimo y nulo) además de los tres tipos de control citados

anteriormente: medios de producción, inversión y fuerza de

96

trabajo.146

Esto le permite diferenciar cuatro situaciones

contradictorias en lugar de una o dos entre el proletariado y la

burguesía: altos directivos (que ejercen un control mínimo sobre la

inversión), directivos intermedios (que ejercen un control parcial

sobre la inversión, los medios de producción y la fuerza de trabajo

de otros), tecnócratas (que ejercen un control mínimo sobre la

producción y el trabajo) y capataces (que ejercen un control mínimo

única y exclusivamente sobre la fuerza de trabajo). Wright también

diferencia entre la burguesía y el capitalista tradicional y los

altos ejecutivos que poseen una parte significativa del capital de

la empresa.

El esquema sería el siguiente:

1. Burguesía: Capitalista tradicional.

2. Situación cuasi-contradictoria: altos ejecutivos.

3. Situación contradictoria: altos directivos.

4. Situación contradictoria: directivos intermedios.

5. Situación contradictoria: tecnócratas.

6. Situación contradictoria: capataces.

7. Proletariado.

8. Situación contradictoria: trabajadores semi-autónomos.

9. Pequeña burguesía.

10. Pequeños empleadores.

Hasta ahora no se ha dicho ni una sola palabra sobre la posición

de clase de aquellas personas no vinculadas directamente a la

producción, como es el caso de las amas de casa, de los estudiantes,

de los jubilados, etc. Wright propone definir su posición de clase

a partir de cuáles sean sus intereses de clase.

Los intereses de clase en la sociedad capitalista son aquellos

objetivos potenciales que se convierten en objetivos reales

de lucha en ausencia de las mistificaciones y distorsiones de

las relaciones capitalistas147

.

Diferencia entre intereses fundamentales e intereses

inmediatos. Los intereses fundamentales son aquellos que cuestionan

146

E.O. Wright "Class boundaries in advanced capitalist

societies", New Left Review, 98.

147

op. cit., p. 82.

97

la estructura misma de las relaciones sociales (la lucha por el

socialismo), mientras que los inmediatos son de carácter reformista

(las luchas salariales, por ejemplo). A partir de aquí Wright

explica cuál es la posición de clase de las amas de casa, los

estudiantes, los pensionistas, los desempleados y los empleados de

los aparatos políticos e ideológicos.

En lo que se refiere a las amas de casa, sus intereses de clase

fundamentales son idénticos a los de su marido.

La situación de clase de los estudiantes debe definirse en

función de la posición que ocuparán una vez que acaben sus estudios.

En este sentido, se trata de una situación preclasista. Aquí Wright

se apoya en el concepto de trayectorias de clase de Bertaux. Bertaux

propone que en lugar de contemplar las posiciones de clase como

lugares vacíos, deben analizarse como trayectorias, lo que supone

un cierto grado de indeterminación con respecto a cuál sea la

posición de clase de un individuo en un momento determinado. En

cualquier caso, Wright se refiere, parece ser, a estudiantes

universitarios, o por lo menos, mayores de edad. Nada dice sobre los

estudiantes de primaria y de secundaria.

Los pensionistas plantean una situación opuesta a la de los

estudiantes. Aquí estamos frente a una situación postclasista. Su

clase está en función de su trayectoria previa a la jubilación.

En lo que se refiere a los desempleados habría que distinguir

a los desempleados temporales de los permanentes. En el caso de los

primeros, resulta de aplicación lo que hemos dicho anteriormente

sobre las trayectorias de clase. En el caso de los segundos, Wright

se declara insatisfecho con las teorías sobre el lumpenproletariado

o la infraclase y manifiesta su incapacidad para otorgar una

respuesta a esta cuestión.

Finalmente queda la cuestión de la posición de clase de los

empleados de los aparatos políticos e ideológicos tales como los

policías, los sacerdotes, los profesores, etc. Aquí cabe distinguir

varias posiciones:

a) Posiciones burguesas, las cuales implican el control sobre

la toma de decisiones.

98

b) Situaciones contradictorias que suponen la puesta en

práctica de decisiones políticas. Ejemplos serían las labores de los

policías antidisturbios y los profesores.

c) Posiciones proletarias que suponen la exclusión total en

la toma de decisiones. Como ejemplos se puede citar el portero de

una comisaría o una secretaria en un colegio.

Dicho esto podemos afirmar que la clase obrera cabe ser

definida como aquellos individuos que:

a) ocupan una posición de clase obrera dentro de las relaciones

sociales de producción, es decir, los trabajadores asalariados

excluidos del control sobre el capital monetario, el capital

físico y la fuerza de trabajo;o

b) están directamente ligados a la clase obrera por su trayectoria

familiar inmediata o por trayectoria de clase; u

c) ocupan una posición de clase obrera dentro de los aparatos del

políticos e ideológicos, es decir, una posición excluida tanto

de la toma de decisiones y de su puesta en práctica como de

la creación y difusión de su ideología.

De forma complementaria, la clase burguesa puede definirse

como aquel conjunto de indivuduos que:

a) ocupan una posición burguesa dentro de las relaciones sociales

de producción, es decir, una posición de control sobre el

capital monetario, el capital físico y la fuerza de trabajo;

o

b) están ligados directamente a la burguesía por su familia o por

trayectorias de clase; u

c) ocupan posiciones burguesas dentro de los aparatos políticos e

ideológicos, es decir, posiciones que suponen control sobre

la toma de decisiones políticas y la producción de ideología148

.

B) Las explotaciones múltiples.

Quizás el principal crítico con estos planteamientos

analíticos de las clases sociales que hemos visto en el anterior

epígrafe sea el propio Wright, el cual en su siguiente libro,

Classes, desmonta este clarificador esquema que acabamos de ver.

El Wright de las explotaciones múltiples se suma a la corriente

denominada marxismo analítico o marxismo de elección racional. De

148

op. cit., p. 91.

99

acuerdo con uno de sus principales mentores, John Roemer, del cual

Wright toma prestadas y reelabora varias ideas, tres serían las

principales características del marxismo analítico149

. En primer

lugar, la necesidad de la abstracción.

El ancla más profunda del marxismo es una cierta perspectiva de la

historia que la define como el progreso de las sociedades

clasistas, en donde una clase minoritaria de no trabajadores

se apropia o expropia el excedente económico de una clase

mayoritaria de trabajadores. Si se leva el ancla, ¿queda otro

remedio que ser arrojado a la playa, contra los arrecifes del

escolasticismo burgués? Antes de saberlo es preciso adoptar

la necesidad de la abstracción cuando se desea centrar la

atención y revelar de modo adecuado las partes dinámicas de

cualquier teoría. Por ello, los marxistas analíticos no se

oponen a hacer abstracciones150.

De aquí se deduce una segunda característica del marxismo

analítico, su necesidad de encontrar fundamentos. Buena parte de las

cuestiones a que tratan de responder los autores de los textos

recopilados por Roemer en su reader sobre marxismo analítico dan

cuenta de esta actitud: ¿por qué emergen las clases como actores

colectivos importantes?, ¿por qué es incorrecta la explotación?,

¿tiene el socialismo algún atractivo para los trabajadores en el

capitalismo moderno?, etc.

La tercera característica del marxismo analítico es su enfoque

no dogmático. La mayoría de los autores dentro de esta tradición

apenas se preocupan por lo que Marx dijera o dejara de decir, lo que

les importa es la coherencia de su pensamiento.

¿Por qué debe considerarse marxista este tipo de esfuerzo? Para

todos los marxistas analíticos el materialismo histórico, las

clases sociales y la explotación son tratados como categorías

centrales en la organización de las ideas. Existe la creencia ética

de que alguna forma de socialismo es superior al capitalismo. En

149

Introducción a J.E. Roemer, El marxismo: una perspectiva

analítica, México, FCE, 1989.

150

Op. cit., p. 9.

100

definitiva, se trata de redefinir el socialismo, de presentar un

socialismo atractivo para la mayoría de la población.

Como bien señalaba Paramio151

reconciliar la teoría de la

elección racional con el marxismo parece a priori una tarea poco

menos que alocada. La teoría de la elección racional es

individualista por naturaleza, mientras que el marxismo parte de las

clases como grandes actores colectivos.

Si un obrero no se comporta según lo previsto por el análisis

marxista de sus intereses de clase, es una anomalía carente

de significación, explicable por su falsa conciencia sobre sus

intereses en cuanto miembro de esa clase: en otras palabras,

es un asno y un esquirol. Para la elección racional, por el

contrario, no hay intereses de clase si no hay una coincidencia

de intereses individuales: la clase es un agregado de

individuos o es un simple espejismo.152

Roemer se empeñó en buscar los microfundamentos que explican

por qué los individuos de una clase social se comportan cómo lo

hacen, cuestión que veremos a continuación al hilo de las propuestas

de Wright.

Wright parte de la insatisfacción con su tipología inicial,

la cual impide situar diferentes situaciones de clase. Esta

tipología inicial era la siguiente:

____________________________________________________________

AUTO-EMPLEADOS

SI NO

____________________________________

SUPERVISAN SI CAPITALISTAS DIRECTIVOS

EL TRABAJO ____________________________________

DE OTROS NO PEQUEÑA BURGUESIA TRABAJADORES

____________________________________

____________________________________________________________

Este esquema plantea dos grandes problemas. El primero es que

utiliza con peligrosa ampulosidad el término directivos. Aquí cabe

incluir desde capataces hasta los altos ejecutivos. En segundo

lugar, se plantea el problema de dónde situar a quienes desempeñan

151

"Marxismo analítico", Claves de razón práctica, 7, 1990.

152

Op. cit., p. 22.

101

trabajos técnicos y profesionales, trabajos considerados de "clase

media", pero que no implican supervisión.

Como se vio en Clase, crisis y estado existen tres criterios

o dimensiones de las clases: relaciones de control sobre el capital

financiero, sobre el capital físico y sobre la fuerza de trabajo,

a los que se añaden varios niveles de control en cada una de estas

relaciones: pleno, parcial, mínimo y nulo. Los trabajadores y los

capitalistas quedan perfectamente definidos a lo largo de estas tres

dimensiones; los directivos oscilan desde el control pleno o

parcial, sobre varias, pero no todas, las dimensiones hasta el

control nulo sobre el capital físico y financiero y solo un control

parcial o mínimo sobre el trabajo.

Este esquema también parece solucionar la cuestión de los

profesionales y técnicos no directivos. Mientras que los directivos

eran caracterizados como simultáneamente burgueses y proletarios,

las posiciones técnicas y profesionales son caracterizadas como

proletarias y pequeño-burguesas al mismo tiempo. Proletarias por su

carácter asalariado y pequeño-burguesas por su elevado grado de

autonomía en el desempeño de sus actividades laborales. Se trata de

un control sobre su propia fuerza de trabajo, de un control mínimo

sobre los medios físicos de producción y sobre las inversiones.

Cuatro son de acuerdo con Wright los principales problemas

teóricos del planteamiento de las posiciones contradictorias de

clase.

(1) El carácter contradictorio de las situaciones contradictorias.

En el caso de los directivos el planteamiento inicial es salvable,

dado que combinan rasgos de la clase obrera y de la burguesía. Es

decir, tendrían intereses internamente inconsistentes: su polo

obrero se opondría radicalmente a su polo burgués.

Pero esta idea es difícilmente aplicable en el caso de los

empleados semiautónomos. Decir que sus intereses son internamente

inconsistentes significa que el polo proletario de su situación de

clase genera intereses que contradicen a los generados por su

situación de clase pequeño-burguesa. ¿Por qué motivo la autonomía

en el trabajo iba a entrar en contradicción con los intereses

objetivos de la clase obrera?

102

La única respuesta que podía suministrar era decir que los

trabajadores están interesados en el control colectivo del

proceso de trabajo -la autonomía colectiva si se prefiere- lo

que se oponía a la autonomía individualizada de los empleados

semiautónomos. Sin embargo, esto es poco satisfactorio dado

que el control colectivo sobre el proceso de trabajo no se opone

necesariamente a las esferas significativas del control

individual sobre el propio trabajo153

.

Lo mismo cabría decir con respecto a los pequeños empleadores.

Es verdad que pueden oponerse a la expansión del gran capital, pero

esto no significa que sus intereses sean opuestos a los de los

capitalistas.

En consecuencia, lo que en principio Wright llamó posiciones

contradictorias más bien son posiciones duales o heterogéneas.

(2) La autonomía como un criterio de clase. Aquí el problema radica

en la consideración de la autonomía como un carácter pequeñoburgués.

Habría que poner en duda el carácter autónomo del trabajo del

pequeñoburgués. Hay razones de dos tipos para ello: estructurales

e históricas. En lo que se refiere a las primeras, en muchas

ocasiones la pequeña burguesía goza de una autonomía muy reducida

en su trabajo. Aquí operan las restricciones impuestas por el

mercado, los bancos, los contratos con empresas capitalistas, etc.

Por otro lado, muchos trabajadores ejercen un elevado grado de

control sobre su propio trabajo. Lo único que diferencia

tajantemente a la pequeña burguesía de la clase obrera es que la

primera es propietaria de los medios de producción.

En términos históricos, deberíamos tener en cuenta que hay

dentro de la categoría de trabajadores semiautónomos dos tipos:

trabajadores de oficio y asalariados técnico-profesionales. Los

primeros sí podrían tener alguna relación con la pequeña burguesía,

dado que son herederos de la artesanía, pero no cabe decir lo mismo

con respecto a los segundos, cuya relación histórica con el modo de

producción mercantil simple es nula.

Otro grave problema que plantea la cuestión de la

semi-autonomía es su indeterminación estructural. Ciertos empleos

153

op. cit., p. 52.

103

en unos centros de trabajo gozan de mucha autonomía y en otros, sin

embargo, es nula. Wright pone el ejemplo de un técnico de laboratorio

cuyo jefe cree que la autonomía de los técnicos ha de ser mínima.

Este mismo técnico podría trabajar en otro laboratorio cuyo

responsable le concediera un elevado grado de autonomía. En

consecuencia, el concepto de semi-autonomía dista de ser útil debido

a esta alta volubilidad.

Un tercer -y último- problema con la cuestión de la

semi-autonomía es que plantea muchísimos problemas en la

investigación empírica. Si la autonomía se define en términos del

control sobre lo que une produce nos podemos encontrar con que el

grado de autonomía de un conserje de una finca urbana es mayor que

el de un piloto de aviones.

(3) Las clases en la sociedad post-capitalista. El esquema de las

posiciones contradictorias nada dice sobre la posibilidad de una

sociedad postcapitalista que no sea socialista.

(4) El paso de la dominación a la explotación. Este es el principal

inconveniente de la categorización anterior. El concepto de

posición contradictoria de clase descansa sobre la dominación en

lugar de hacerlo sobre la explotación. Por ejemplo, a los directivos

los consideraba como ocupantes de situaciones contradictorias

debido a que al mismo tiempo eran dominantes y dominados.

Esto supone desvincular el análisis de clase de los intereses

de las clases. El concepto de dominación no implica que los actores

tengan intereses objetivos. Por ejemplo, los padres pueden dominar

a sus hijos, lo que no implica que tengan intereses distintos. El

concepto de explotación sí implica la divergencia de intereses entre

unas clases y otras.

Este es el atolladero en que se encontraba Wright. Su problema

era cómo devolver al concepto de clase la centralidad de la

explotación. La respuesta a este problema procede de Roemer.

El concepto de explotación es un modo particular de analizar

las desigualdades de renta, de consumo, etc.

Describir una desigualdad como reflejo de la explotación significa

sostener que existe un tipo particular de relación causal entre

las rentas de los diferentes actores. Más concretamente, en

el análisis de Roemer se afirma que los ricos explotan a los

pobres cuando puede demostrarse que el bienestar de los ricos

104

depende causalmente de las privaciones que padecen los pobres

-los ricos son ricos porque los pobres son pobres, son ricos

a expensas de otros154.

Es importante resaltar que este no es el caso de todas las

desigualdades. Un campesino puede gozar de un elevado bienestar

material porque trabaja mucho, y otro puede ser pobre porque

prefiere el ocio al trabajo.

Explicar la explotación supone demostrar que el bienestar de

una persona se obtiene a costa de otras personas. Roemer establece

dos estrategias para demostrar esto: el enfoque de la transferencia

de trabajo y el enfoque de la teoría de los juegos.

(1) El enfoque de la transferencia de trabajo. Aunque no vamos a

entrar en la cuestión, Roemer tira por la borda la teoría del

valor-trabajo y mantiene dos proposiciones: a) es posible la

explotación en un contexto en el que todos los productores son

propietarios de los medios de producción, pero se diferencian en la

cantidad de activos físicos que poseen y b) existe una completa

simetría en la estructura de explotación en un sistema en el que el

capital contrata trabajadores y en otro sistema en el que los

trabajadores alquilan capital.

En definitiva, Roemer prueba que es posible la explotación no

en las relaciones de producción, sino a través del mercado.

Imaginemos el caso de un productor propietario de una serie de

activos, por ejemplo, unas hectáreas de tierra. Supongamos que ha

de comprar las semillas a otro propietario, el cual, es muy libre

de venderlo a un precio elevado, de modo que fuerza al primer

propietario a trabajar más horas con el objeto de pagar las semillas.

Imaginemos ahora un productor al cual le son alquilados los

medios de producción, medios de producción que resultan

indispensables para su subsistencia. Puede ser igualmente explotado

del mismo modo que el trabajador que tiene que vender su fuerza de

trabajo. Imaginemos un taxista que para vivir tiene que pagar el

alquiler del taxi que trabaja. El efecto final podría ser el mismo

que si fuera un asalariado del taxi.

154

op. cit., p. 65.

105

(2) El enfoque de la teoría de los juegos. La idea fundamental de

este enfoque consiste en comparar la explotación considerando la

organización de la producción como si de un juego se tratase. En este

juego los actores disponen de diferentes tipos de activos

productivos (es decir, recursos tales como el capital o las

destrezas laborales) que aportan a la producción y que ponen en

movimiento para obtener renta respetando una serie de normas (las

reglas del juego). La estrategia consiste en preguntarse si

determinados colectivos estarían mejor o peor si se retiraran de

este juego con sus activos productivos y organizaran un juego

distinto.

Dicho en términos más formales un grupo de actores A explota

a un grupo de actores B si (a) existe un juego alternativo y viable

en el que B estaría en mejor situación que en la situación anterior

y (b) como consecuencia A vería disminuir su bienestar. Estos dos

criterios no son suficientes para definir la explotación. Con estos

dos requisitos podría considerarse que los parados o los

minusválidos que cobran subsidios explotan a las personas con

empleo. Es decir, las personas con empleo vivirían mejor si no

tuvieran que transferir recursos a los parados y minusválidos y

estos estarían peor si no percibieran subsidios. Por tanto, falta

una tercera condición y es que el grupo A impide -o trata de impedir

y lo consigue, al menos, en términos históricos- que B se retire del

juego.

Roemer utiliza estos criterios para definir cuatro tipos de

explotación que aclararán esta extraña terminología que estamos

empleando: explotación feudal, explotación capitalista,

explotación socialista y explotación de status.

La "explotación feudal" se basa en la sujección del trabajador

por medio del vínculo feudovasallático, lo que le obliga a trabajar

gratuitamente -o si se prefiere a cambio de protección-, las tierras

del señor. Cuando los economistas neoclásicos afirman que en el

capitalismo los trabajadores no son explotados, en realidad lo que

afirman es que no son explotados feudalmente. La solución para los

campesinos sería retirarse del juego feudal con sus activos y

desentenderse de los señores feudales.

106

La "explotación capitalista" se funda en la distribución

desigual de los medios de producción. Los capitalistas poseen medios

de producción, la clase obrera no, con lo cual los primeros poseen

más y los segundos menos de lo que sería su parte alícuota. Roemer

considera la explotación a través de la compraventa de fuerza de

trabajo como una forma particular de la explotación capitalista, a

la que denomina "explotación marxista". Sin embargo, como hemos

visto, es posible una relación enteramente isomorfa puede tener

lugar a través del mercado de crédito en condiciones de libre

competencia, es decir, si los propietarios de medios de producción,

en vez de comprar la fuerza de trabajo de los que carecen de ellos,

se los arriendan como capital en préstamo.

La "explotación socialista" está poco elaborada en Roemer.

Sería la explotación propia de un hipotético socialismo

democrático. Se funda en la distribución desigual de las

cualificaciones y el talento. Los que poseen un nivel de

cualificación mayor que la media explotan a los que poseen un nivel

menor que éste. Esto es así, siempre y cuando el nivel de renta de

las personas con cualificación no supere el tiempo de trabajo medio

socialmente necesario para adquirira.

La explotación de status, propia del "socialismo realmente

existente", se basa en la distribución desigual del poder y la

autoridad. Quienes ocupan posiciones directivas en la jerarquía del

partido y del estado explotan a quienes están fuera de ellas.

Algunas de estas aportaciones de Roemer son imprecisas y

requieren una reformulación. En concreto, Wright señala tres: la

diferenciación entre opresión económica y explotación económica, la

reformulación del concepto de explotación feudal y la sustitución

de la expresión de explotación de status por la de expotación de

organización.

(1) Explotación económica y opresión económica. Roemer se vio

obligado a rechazar el enfoque de la transferencia del trabajo, dado

que podía conducir a la paradoja de que los ricos explotan a los

pobres. Imaginemos un campesino rico que después de trabajar su

tierra desea seguir trabajando y para eso alquila a un campesino

pobre -cuyas preferencias priman el ocio sobre el trabajo- su

parcela- Aquí, la única transferencia de trabajo va del campesino

107

rico al pobre, con lo cual se llegaría a la peregrina conclusión de

que el pobre explota al rico.

El concepto de explotación añade a la idea de opresión -es

decir, el impedimento de la retirada del juego- la idea de que el

bienestar de unos depende del trabajo de los explotados. El

campesino pobre no explota al rico porque no le oprime: para

susbistir no tiene necesidad de trabajar las tierras del pobre.

La explotación implica la apropiación del fruto del trabajo

de otros, lo que supone que una persona consume más de lo que produce.

Por ejemplo, si los empleados que tienen titulaciones educativas

superiores consiguen restringir el acceso al mercado de nuevos

titulados, pueden conseguir que se incremente el coste de sus

servicios.

(2) Reformulación del concepto de explotación feudal. En el esquema

de Roemer solo se distinguen dos tipos de activos: los físicos

(activos alienables) y los activos de destrezas (activos no

alienables). Aquí lo que hace Wright es introducir la matización de

que la fuerza de trabajo es un activo, de tal manera que lo que ocurre

es que los campesinos poseen cada uno menos de una unidad de fuerza

de trabajo, su propia fuerza de trabajo. El campesino se ve obligado

a entregar parte de su trabajo al señor feudal.

(3) La explotación basada en los activos de organización. Roemer

categoriza la explotación que se da -¿o se daba?- en las sociedades

del Este en términos de explotación de status. Se trata de un término

poco acertado. En primer lugar, el término status está fuera del

ámbito de la explotación. En segundo lugar, resulta difícil

diferenciar la explotación de status de la explotación feudal. El

señor recibe determinada renta porque ocupa determinada posición.

Por estas razones, Wright considera que es mejor hablar de

explotación basada en los activos de organización. La organización

en sí es una fuente de productividad. La capacidad de organizar el

proceso productivo se convierte en una base de explotación.

Podemos entender todo esto mucho mejor analizando siguiente

esquema que presenta una posible línea de evolución histórica.

108

Activos, Explotación y Clases.

Tipo de estructura

de clase

Principal activo

desigualmente

distribuido

Mecanismo de

explotación

Clases Tarea central de la

transformación

revolucionaria

Feudalismo Fuerza de trabajo Extracción

coercitiva de

plustrabajo

Señores y vasallos Libertad individual

Capitalismo Medios de

producción

Intercambios

mercantiles de

fuerza de trabajo y

de mercancías

Capitalistas y

trabajadores

Socialización de

los medios de

producción

Socialismo

burocrático de

estado

Organización Apropiación

planificada y

distribución del

plustrabajo basada

en la jerarquía

Directivos/

burócratas y no

directivos

Democratización del

control

organizativo

Socialismo Destrezas Redistribución

negociada del

plustrbajo desde

los trabajadores a

los expertos

Expertos y

trabajadores

Igualdad sustantiva

A partir de todo lo anterior Wright establece una parrilla

constituida por doce clases distintas. En la primera columna se

encuentran los propietarios de los medios de producción: pequeña

burguesía, pequeños propietarios y capitalistas. En las restantes

se encuentran los asalariados jerarquizados en torno a dos líneas

delimitadas por el grado de control sobre los bienes de organización

y la posesión o no de titulaciones educativas.

+

Activos

0 de

organización

-

Propietarios No propietarios

1. Burguesía

4. Directivo

cualificado

7. Directivo

semi-cualificado

10.Directivo no

cualificado

2. Pequeño

empleador

5. Supervisor

cualificado

8. Supervisor

semi-cualificado

11. Supervisor no

cualificado

3. Pequeña

burguesía

6. Expertos 9. Trabajador

semi-cualificado

12. Proletariado

+ 0 -

Activos de cualificación

109

Una de las consecuencias de esta reconceptualización es que

deja de ser axiomático que el proletariado sea la única clase rival

del capitalismo. Sería posible, al menos en el terreno de las

hipótesis, que las directivos o los expertos pudieran constituir una

coalición anticapitalista, una posibilidad teorizada desde

diferentes perspectivas.

Puede haber otros mecanismos por medio de los cuales los

individuos o los grupos sean capaces de apropiarse de parte del

plusvalor social. El control de los medios de salvación puede

proporcionar a las iglesias la capacidad de explotar a sus adeptos.

La dominación masculina en el seno de la familia puede permitir a

los hombres apropiarse del plusvalor en la forma de servicios

domésticos de su esposas.

¿Por qué privilegiar las relaciones de propiedad en el análisis

de las clases?, ¿por qué no hablar de clase religiosas, o de clases

militares, o de clases basadas en el género?

En primer lugar, el concepto de clase es una figura esencial

en la explicación del cambio social. El desarrollo de las fuerzas

productivas juega un papel fundamental. El control de las relaciones

de producción definen el terreno básico de los intereses con

respecto al desarrollo histórico.

(...) el concepto de clase es básico en la explicación de las grandes

transformaciones sociales. En tales transformaciones, el

desarrollo de las fuerzas productivas juega un papel decisivo.

Incluso si no concedemos al desarrollo de las fuerzas

productivas un papel autónomo, transhistórico y dinámico en

la teoría de la historia, sin embargo puede mantenerse que sea

cual sea el desarrollo de la historia es el resultado del

desarrollo de las fuerzas productivas.155

En segundo lugar, las relaciones de producción son una base

distintiva para la explotación porque están implicadas en la

155

op. cit., p. 97.

110

subsistencia básica de los explotados. Las relaciones de propiedad

no solo determinan los mecanismos por los que se apropia el

plusvalor, sino que al mismo tiempo determinan los mecanismos por

los que los explotados acceden a la subsistencia, a su medios de

existencia.

Posteriormente Wright ha detectado aun nuevos problemas, en

concreto tres, con esta nueva categorización de las clases. El

primero es el hecho de que hay gente, más en unos países que en otros,

que tiene más de un empleo o que tiene más de una fuente de ingresos.

El segundo, al que en parte trató de responder en libro Clase, crisis

y estado, es el de la posición de clase de los niños, las amas de

casa, etc. Y, el tercero, se refiere a la dimensión temporal de las

situaciones de clase. Veamos con cierto detenimiento cada uno de

estos problemas.

(1) Situaciones múltiples. Hasta ahora Wright había supuesto que la

gente solo tenía una posición de clase, fuera monolítica,

contradictoria o sometida a explotaciones múltiples.

Hay gente que tiene más de un empleo. En los países capitalistas

más desarrollados esta es una situación cada vez menos frecuente,

pero en otros la situación no es así. Wright cita el caso de Hungría,

donde se calcula que el 75% de los hogares recibe algún tipo de renta

procedente del autoempleo, pese a que menos del 5% son autoempleados

en su trabajo principal.

Además hay gente que, en lugar de tener dos empleos, tiene

varias fuentes de renta, derivadas de la propiedad de bienes

inmuebles o de bienes muebles. Hay personas que disponen de acciones

de empresas, lo cual no las convierte, en la mayoría de los casos

en una fuente de ingresos relevantes, lo que permite excluir de esta

situación a la mayoría de los accionistas (lo cual sirve para echar

por tierra la idea thacherista de capitalismo popular).

(2) Situaciones de clase mediadas. Hay personas que no están

directamente vinculadas a los procesos de producción. Este sería el

caso de las amas de casa o de los niños. Este concepto es esencial

para vincular el análisis de clase con el de género, tema que veremos

con mayor detenimiento más adelante. Ahora apuntaremos simplemente

que

111

La situación de clase de los maridos y las mujeres deberían tratarse

como una función tanto de su situación directa de clase y de

su situación mediada. Esto significa que en ciertos aspectos

comparten una situación de clase común y en otros aspectos

tienen -potencialmente- diferentes situaciones de clase. Los

"intereses de clase" globales de los individuos, por tanto,

se forman como resultado de algún tipo de combinación ponderada

de estas situaciones de clase mediadas y directas156

.

(3) Situaciones temporales. Una objección que se puede hacer a los

análisis marxistas es el hecho de que tratan de un modo estático a

las clases. Wright aduce el ejemplo de una empresa en la que los

directivos, antes de ejercer de tales, han de pasar por un periodo

de formación consistente en efectuar trabajos de inferior nivel

-para que conozcan la realidad de la empresa-. Si durante un tiempo

estos futuros directivos realizan trabajos administrativos de bajo

nivel sería absurdo incluirlos durante ese momento en la clase

obrera. Aquí no cabría hablar de movilidad social, sino de carreras

ocupacionales. Existe un cierto grado de indeterminación en la

situación de clase de los individuos. Esta temporalidad permite

introducir el concepto de clase en la sombra (shadow class) que sería

la situación de clase que ocuparía, por ejemplo, un ama de casa en

el caso de enviudar o divorciarse.

En el marco de las explotaciones múltiples Wright ha emprendido

el llamado Proyecto Comparativo de estructura de clases. Este

proyecto, como el propio Wright explica157

, surge como consecuencia

de las deficiencias detectadas en la investigación marxista sobre

las clases. Hasta hace bien poco las investigaciones empíricas de

corte marxista se habían restringido a las investigaciones

históricas o a las de corte cualitativo. Por parte de los marxistas

había una fuerte oposición a todo lo que pudiera identificarse con

el positivismo, lo que explica el rechazo a las investigaciones de

156

op. cit., p. 328.

157

E.O. Wright, "The Comparative Project on Class Structure and

Class Conciousness: An Overview", Acta Sociologica, 32, 1, 1989.

112

corte estadístico. Wright considera que la única manera de que el

marxismo sea considerado como un enfoque serio en los ambientes

académicos es hacer ver el poder explicatvivo de esta teoría. El

marxismo mejororía mucho si se aprovecha de las ventajas derivadas

de la investigación estadística.

Uno de los principales problemas con que tropieza este intento

es la ausencia de datos apropiados para llevar a cabo tal

investigación, lo que supone la necesidad de elaborar tales datos

Muchas veces se hace difícil conseguir financiación para una

investigación que se presente en términos marxistas.

Para subsanar este problema mantuve que el Proyecto Comparativo

ayudaría a remediar dos desajustes significativos entre los

debates teóricos y la investigación empírica en la sociología.

El primero se refiere al papel del marxismo en la sociología,

especialmente las teorías de las clases y la desigualdad.

(...).

El segundo desajuste(...) se refiere a la relación entre la teoria

macro-estructural y los análisis de datos empíricos. A pesar

de que el núcleo de muchas teorías sociológicas se centra en

las causas y consecuencias de las propiedades

macro-estructurales de las sociedades, las investigaciones

sistemáticas macro-comparativas han desempeñado un papel

relativamente marginal en la investigación sociológica

contemporánea.158

Hoy en día este proyecto se está realizando o ya se ha realizado

en países como los Estados Unidos, Suecia, Reino Unido, Australia,

Finlandia, y también España.

Los focos de interés teórico de este proyecto son múltiples.

Baste con citar las siguientes áreas: descripción de estructuras de

clases de diferentes países, estudios comparativos de estructuras

de clases, poder explicativo de diferentes teorías de las clases,

conciencia de clase, temporalidad y estructura de clases, las

mujeres en la estructura de clases, el grado de apertura de las

fronteras de clase.

5.2. PRINCIPALES ENFOQUES NEOWEBERIANOS.

158

op. cit., p. 4.

113

5.2.1. LAS CLASES SOCIALES EN DAHRENDORF.159

Dahrendorf arranca de una valoración crítica de la obra de

Marx. Los análisis de este último son un acierto en lo que se refiere

a la sociedad del siglo XIX, pero su esquema interpretativo es

difícilmente aplicable al siglo XX. De acuerdo con Dahrendorf, Marx

no distingue los dos sentidos con que cabe comprender el concepto

de propiedad. Por un lado, la propiedad puede ser concebida como el

control de los medios de producción, es decir, como el derecho de

propiedad reconocido jurídicamente. Por otro lado, cabe concebir la

propiedad como un caso especial de autoridad, como el control

directivo de la empresa.

Dado que Marx no concede importancia a esta distinción, es

incapaz de analizar el significado de la división del trabajo entre

los directivos, que son quienes ejercen el control efectivo de la

empresa, y los propietarios o accionistas, quienes delegan en los

primeros la gestión de la empresa.

El capitalismo es solo una de las formas posibles de sociedad

industrial. Según Dahrendorf, la sociedad actual, aun siendo

industrial, ha dejado de ser capitalista. Los cambios más

significativos son los siguientes:

1. La descomposición del capital. El desarrollo de las

sociedades anómimas hace que la figura del capitalista se

descomponga en dos: el accionista y el directivo. Es lo que

Dahrendorf denomina el desarrollo del "racionalismo económico". En

este sentido Dahrendorf sigue los razonamientos de Berle y Means.

Estos autores señalaban que, en 1929, el 65% de todas las sociedades

americanas eran sociedades por acciones, lo que representaba el 80%

de todo el capital empresarial. Rosenstiel habla de 8.6 millones de

poseedores de acciones (aproximadamente el 8% de la población

adulta) en los Estados Unidos en el año 1956160. La separación entre

ambas funciones es prácticamente total. En este sentido,

159

R. Dahrendorf, Las clases y su conflicto en la sociedad

industrial, Madrid, Rialp, 1979.

160

op. cit., p.65.

114

Dahrendorf, señala que de las 200 mayores empresas norteamericanas,

solo una media del 1.74% de los votos de accionistas recaía sobre

los managers. La autoridad, dentro de la empresa, ha pasado a este

colectivo. Esto da lugar a una nueva forma de estratificación.

En el lugar de los propietarios, privados ahora de función, aparece

ahora, como nuevo sector superior, el que integra la jerarquía

funcional de la producción. Se recluta ésta unas veces entre

antiguos capitalistas y otras entre elementos nuevos, pero

desarrolla progresivamente sus rasgos característicos

funcionales y su propia ideología161.

La separación de la propiedad y del control deja intacta la

división bipartita de autoridad en la empresa industrial, es decir,

la existente entre quienes planifican y ejecutan y los que disponen

y obedecen.

2. La descomposición del trabajo. Marx, como vimos, sostenía

que el trabajo tendía a homogeneizarse, subsumido bajo el proceso

de descualificación marcado por el desarrollo de los procesos

laborales capitalistas. Por contra, Dahrendorf sostiene que la

clase obrera se ha diversificado cada vez más. A partir de finales

del siglo XIX se puede dar por concluida la tendencia hacia la

descualificación del trabajo.

En realidad, hasta finales del siglo XIX puede comprobarse un

continuo crecimiento de la proporción de los trabajadores no

especializados dentro del conjunto de la clase trabajadora.

Quiere ello decir que se consideró suficiente, dada la

constitución social del momento, el empleo de fuerzas de

trabajo sin formación ni experiencia algunas. Se pensaba que

las actividades industriales no requerían una cualificación

que fuera más allá de un nivel de adecuación. Mas a partir de

la intensificación y racionalización industrial se produjo un

cambio esencial en esta idea. Se volvió a descubrir el valor

de las especializaciones en el hombre como factores de

producción, no obstante haber variado las necesidades técnicas

de la mayoría de los procedimientos de trabajo. En realidad,

solo un número reducido de cualificaciones, nuevamente

descubiertas, correspondían al plano técnico-funcional. Se

consideró, incluso, más eficaz exigir de la mayoría de los

trabajadores ciertas condiciones extrafuncionales, como

161

op. cit., pp. 67-68.

115

sentido de la responsabilidad, capacidad de adaptación,

comprensión e inteligencia162.

Dahrendorf diferencia tres niveles de destrezas entre los

trabajadores: cualificación, especialización y no cualificación.

Los trabajadores cualificados son cada vez más numerosos. Los

trabajadores especialistas, cuyas cualificaciones

técnico-funcionales, son más bien modestas, constituyen la mayor

parte de la clase trabajadora. Por contra, los trabajadores no

cualificados han ido reduciendo su participación porcentual en la

clase obrera hasta oscilar entre el 10 y el 20%.

3. El crecimiento de una nueva clase media. Este crecimiento

es consecuencia del desarrollo de las grandes empresas y la

consiguiente necesidad de ampliar las labores destinadas a

administración, contabilidad, etc. El desarrollo de esta clase ha

sido espectacular. Hacia la última década del siglo XIX la

proporción entre empleados y trabajadores estaba, aún en las

industrias de los países más desarrollados, muy por debajo del 10%.

Hacia mediados de los años treinta suponían más del 15% y a mediados

de los cincuenta superaban el 20%.

Con los empleados y funcionarios ha surgido un nuevo sector,

frente al cual caben, por lo menos, dos tipos de caracterizaciones.

Una posibilidad es considerarlos como parte de la clase trabajadora,

diferenciada de esta tan solo por rasgos superficiales. Tal es la

posición de Geiger y, hasta cierto punto, de Mills. Frente a esta

postura está la de quienes caracterizan a este colectivo como clase

media. Aquí Dahrendorf sigue la teoría de las delegaciones de

Croner, Renner y Bendix. Se trata de un colectivo que asume funciones

otrora desempeñadas por los empresarios, quienes, en un acto de

confianza, delegan en él algunas de sus funciones. Dahrendorf

propone una solución que combina ambas propuestas.

¿Quiénes pertenecen a esta nueva categoría de burócratas y

empleados? Para responder a ello, propone una teoría tanto vertical

como horizontal. Verticalmente, abarca desde el directivo hasta el

repartidor de cartas, desde del secretario de Estado hasta la

162

op. cit., p. 72.

116

mecanógrafa, desde el juez federal al jefe de taller.

Horizontalmente se extiende desde el funcionario del Estado hasta

el empleado industrial, desde el empleado de una pequeña tienda

hasta el empleado de banca.

Con un criterio horizontal tal división abarca tres grandes

esferas: la administración pública, la industria y el comercio. La

administración pública se refiere a los empleos administrativos de

los municipios, las regiones y el Estado. La industria debe incluir,

además de las empresas privadas, a las empresas públicas de

transporte, de suministro de energía eléctrica, etc. El comercio,

incluye, además del propio comercio, la banca y los seguros.

Según un criterio vertical abarca los "puros burócratas", los

expertos y los "meros" empleados. El "puro burócrata" es un empleado

al que se confían cometidos administrativos en sentido amplio. El

"mero" empleado no tiene asignados cometidos preferentemente

administrativos. El experto se diferencia del burócrata porque su

actividad no es administrativa y del "mero" empleado por su

cualificación. Las secretarias, los contables y los jefes de sección

son "puros" burócratas; las vendedoras, los repartidores de cartas

y los jefes de taller, "meros" empleados; los médicos de empresa,

los jueces y los ingenieros, expertos. En la Administración pública

solo hay expertos y burócratas, mientras que las otras dos esferas

hay además meros empleados. Del cruce de ambos criterios -horizontal

y vertical- surgen ocho categorías. A partir de aquí podemos

elaborar un cuadro cuyos números hacen referencia a las teorías que

explican la existencia de cada una de las ocho categorías.

NUEVA CLASE

MEDIA

Puros

burócratas

Expertos Meros

empleados

Administración

pública

3 3 --

Industria 1 1 2

Comercio 3 3 2

Para los burócratas y expertos (1) de la industria se puede

aplicar la teoría de las delegaciones.

117

Para los "meros" empleados (2), desde la vendedora al

repartidor de cartas o al conductor de autobús, resulta aplicable

la teoría marxista. Estos asalariados ocupan situaciones de

trabajadores.

En lo que se refiere a esta parte de la "nueva clase media" no

encontramos más que una pura diferenciación de cometidos de

estos cargos ejecutivos, sin consecuencias inmediatas para la

estructura de clases163

En lo concerniente a los burócratas y expertos del comercio

y de la Administración pública(3), estos constituyen el grueso de

la nueva clase media. Se trata de un grupo excesivamente heterogéneo

que difícilmente llega a articular una conciencia de clase, a pesar

de que "la apetencia de elevación y las preocupaciones de prestigio

constituyen una característica de muchos burócratas y empleados"164

4. El aumento de los índices de movilidad social. Este aumento

se traduce en la dulcificación de la frontera entre clases y

convierte el conflicto de clases en un conflicto entre individuos.

Aquí Dahrendorf cita diversos estudios que prueban el aumento de la

movilidad social ascendente y descendente en la sociedad industrial

desarrollada.

5. Los derechos de ciudadanía. La consecución de los derechos

de ciudadanía, manifestados en el sufragio universal y el desarrollo

del Estado del Bienestar. Dahrendorf se apoya en T.H. Marshall.

Marshall, como vimos, distingue tres aspectos de los derechos de los

ciudadanos a la igualdad: el legal, el político y el social. El

primero es una conquista del siglo XVIII, el segundo del XIX y el

tercero del siglo XX. Esta extensión de los derechos de ciudadanía

hace que en lugar de hablarse de la proletarización de los sectores

medios, se hable de aburguesamiento del proletariado.

6. Institucionalización del conflicto de clases. El conflicto

de clases se institucionaliza mediante procedimientos consensuados

de arbitraje en los conflictos industriales.

163

op. cit., p. 80.

164

op. cit., p. 80.

118

Las armas, métodos y técnicas de la lucha de clases han sido

reconocidos y simultáneamente sometidos a control. La lucha

tiene lugar conforme a determinadas reglas de juego. Con ello

se ha privado a la lucha de clases de su punta más afilada y

transformando aquella en una relación de tensión entre dos

factores de poder que mantienen el equilibrio de la balanza165

.

Dahrendorf se plantea la controvertida cuestión de si existen

aun clases. Su respuesta es inequívocamente afirmativa. Su

respuesta mantiene que hay clases allí donde existan asociaciones

de dominación. Esto plantea un serio problema. Significaría que hay

clases no solo en la industria y en la burocracia, sino que también

las habría, como señalaba Giddens, en los clubes de cricket.

Siguiendo este criterio, un mismo individuo podría pertenecer

simultáneamente a tantas clases como a asociaciones de dominación

perteneciera. Dahrendorf es extremadamente claro al respecto:

Clases sociales y conflictos de clases existen en todas partes

dentro de aquellas asociaciones en las que se distribuye

desigualmente la autoridad según las posiciones sociales166

.

En la industria está bien clara la existencia de dos clases:

quienes ejercen la autoridad estarían de un lado de la frontera y

quienes carecen de ella del otro. Ahora bien, ¿dónde meter a aquellas

personas como los ingenieros, los químicos, los físicos, los

juristas, los psicólogos y otros profesionales que no ejercen

autoridad directa -a los que Dahrendorf se refiere como la "plana

mayor"? De nuevo el problema se resuelve recurriendo a la

distribución de la autoridad.

Más frecuente es, sin embargo, que esta "plana mayor" esté vinculada

a la línea de autoridad a través de un sistema complejo de

relaciones, careciendo sus miembros de capacidad directa de

mando. En este caso, la situación de clase de los especialistas

queda relativamente indeterminada, ya que ni son elementos

ejecutivos ni de mando, estando sus puestos al margen de la

estructura jerárquica de la empresa. Solo en la medida en que

son elementos auxiliares de la dirección tienen una autoridad

165

Th. Geiger, Die Klassengesellschaft in Schmeltztiegel, p.

101. Citado en Dahrendorf, op. cit., pp. 100-101.

166

op. cit., p. 271-272.

119

indirecta, a veces relevante, por lo que pueden ser

considerados como integrando un sector marginal de la clase

dominante de la empresa industrial167

.

En lo que se refiere a las organizaciones burocráticas, estas

se diferencian de las industriales en un punto esencial. Es el hecho

de que en estas últimas los límites que separan a quienes ejercen

de autoridad de quienes no lo hacen están muy claros. En este sentido

son organizaciones dicotómicas. Por contra, en las organizaciones

burocráticas existe una graduación de competencias, siendo en tal

sentido organizaciones jerarquizadas.

(...) todos los titulares de funciones burocráticas figuran, en la

asociación de dominación de la sociedad política, del mismo

lado de la divisoria que separa a los titulares de autoridad

de aquellos que carecen de ella168

.

Todas las funciones burocráticas son titulares de autoridad,

aunque a veces es una autoridad difícilmente perceptible.

Llegados aquí, queda responder a la cuestión de cuál sea la

clase dominante. Dahrendorf rechaza las soluciones propuestas por

Burhman, Mills, Renner o Reisman. Burham en un principio equipara

la clase dominante con los directivos, para a continuación ofrecer

una ampliación del concepto de manager hasta incluir en él a los

burócratas, los parlamentarios, los dictadores y a otros grupos

dominantes. Mills añade a la élite capitalista de las "60 familias"

los "nuevos hombres de poder", los funcionarios sindicales,

políticos, etc.. Renner habla de la existencia del imperio exclusivo

de la ley, resultado de la democracia política. Sin embargo no

explica en qué consiste esta ley o cómo se aplica. Riesman equipara

la clase dominante con los llamados grupos vetantes. Cada uno de

estos grupos representa alguno de los intereses parciales de las

clases dominantes. Por tanto, más bien hay una pluralidad de grupos

dominantes, ninguno de los cuales domina a los demás.

Frente a estas dificultades Dahrendorf defiende que la clase

dominante está constituida por los ministros, los parlamentarios (o

167

op. cit., p. 283.

168

op. cit., p. 311.

120

más exactamente los elementos integrantes de los grupos

parlemantarios en el gobierno) y las jefaturas burocráticas.

¿A qué posiciones -hemos de preguntarnos- corresponde en las

sociedades industriales desarrolladas la última facultad de

dominación? ¿De qué posiciones parten las directivas que la

burocracia administra? La respuesta a tales preguntas no solo

no es difícil, sino que resulta trivial. Las verdaderas

posiciones de dominación en la esfera política, corresponden,

en las sociedades modernas, junto al aparato burocrático

estatal, a los puestos de ministro (en la medida en que se trate

de ministros del poder ejecutivo) y a los parlamentarios, o

más exactamente, a los elementos integrantes de las fracciones

parlamentarias gubernamentales. Por razón de sus posiciones,

constituyen los titulares de estos tres grupos de cometidos,

esto es, los diputados de los partidos gubernamentales, los

ministros y las jefaturas burocráticas, la clase dominante de

las sociedades desarrolladas169.

5.2.2. LAS CLASES SOCIALES EN PARKIN170

Parkin comienza su estudio sobre las clases desde una

valoración crítica de las aportaciones del marxismo y de la

sociología al estudio de la estructura de clases.

Quizás el único punto de acuerdo en lo que se refiere al estudio

de las clases es la división entre trabajo manual y no manual. Esta

división carece de cualquier tipo de connotación que implique

enfrentamientos, al contrario de lo que ocurre con los conceptos de

burguesía y proletariado.

Esta división aun podría ser operativa en el marco de la empresa

capitalista. La situación se complica a medida que el sector público

emplea a un porcentaje elevado de la población asalariada. La base

para integrar a los trabajadores no manuales de niveles intermedios

o bajos en la clase dominante deriva de la idea de que se han

identificado con los intereses del capital (basta quizás para ello

169

op. cit., p. 319.

170

F. Parkin, Marxismo y teoría de clases. Una crítica burguesa,

Madrid, Espasa-Calpe, 1984.

121

con pensar en la actitud pasiva de los trabajadores de oficinas en

una de las últimas huelgas de la empresa madrileña de autobuses EMT).

Esto es más difícilmente sostenible para los trabajadores del sector

público. En este último en muchas ocasiones los trabajadores no

manuales carecen de la presencia física de un grupo de trabajadores

manuales a los que considerar como inferiores. Además, como indica

Parkin, aquí es mucho más difícil que el empleado pueda trasladar

sus destrezas laborales a otro ámbito de trabajo, con lo que el

empleador público ejerce una especie de monopolio de demanda de

fuerza de trabajo.

La pura relación de propiedad o no propiedad de los medios de

producción apenas sirve para captar los cambios en la estructura de

clases. Así, desde un enfoque marxista, Westergaard y Resler, al

hablar de la nueva pequeña burguesía, introducen criterios de

mercado, los cuales infuyen decisivamente en la determinación de sus

ingresos. Fue Weber y no Marx quien planteó el marco teórico dentro

del cual captar las clases en términos de oportunidades de mercado.

"Dentro de cada neomarxista parece encontrarse un weberiano ansioso

por salir", concluye Parkin171

.

Parkin propone el concepto weberiano de cierre social. De este

modo las divisiones de clase se fundamentan en cuál sea el tipo de

cierre al que recurren prioritariamente los distintos grupos

sociales.

Por cierre social Weber entiende el proceso mediante el cual las

colectividades sociales buscan ampliar al máximo sus

recompensas limitando el acceso a los recursos y oportunidades

a un número restringido de candidatos. Ello supone la necesidad

de designar ciertos atributos sociales o físicos como bases

justificativas de tal exclusión. Weber supone que deben

considerarse todos los atributos de grupo -raza, lengua,

origen social, religión- por cuanto se los puede emplear para

monopolizar determinadas oportunidades, normalmente

económicas. (...) Su intención es siempre cerrar el acceso a

oportunidades sociales y económicas a extraños.172

171

op. cit., p. 44.

172

op. cit., p. 69.

122

No obstante, Weber no vinculó el concepto de cierre social a

la formación de clases sociales.

Parkin distingue tres tipos de cierre social: el excluyente,

el usurpador y el dual.

A) Cierre social excluyente. Parkin considera que el "rasgo

específico del cierre social excluyente es la pretensión por parte

de un grupo de asegurarse una posición privilegiada a expensas de

otros grupos mediante un proceso de subordinación".173 Se trata de

una forma de acción colectiva que da lugar a la categoría social de

los rechazados o extraños. Gráficamente, el cierre social

excluyente supone la utilización del poder hacia abajo porque

implica necesariamente la creación de un grupo, clase o estrato de

individuos definidos como inferiores. Esto da lugar a una reacción

por parte de los excluidos, quienes hacen uso de su poder en un

sentido ascendente con la pretensión de apropiarse de los recursos

de que han sido excluidos.

La exclusión es la forma principal de cierre social en todas

las sociedades estratificadas. Históricamente, el nacimiento y

consolidación de los grupos dominantes fue debido al "control

monopólico sobre recursos valiosos tales como la tierra,

conocimientos esotéricos o las armas, por parte de un círculo

limitado de individuos marcados por determinadas características

sociales".174 Las formas burguesas de exclusión se apoyan en lo que

Weber llamó la adscripción racional a los valores. Entre los

ejemplos de cierre social Weber menciona el uso de exámenes de

cualificación, un periodo de prueba, elección de nuevos miembros

mediante el voto, la admisión en virtud de los logros, abierta a todo

el mundo.

En la sociedad capitalista moderna los dos dispositivos

principales de exclusión que la burguesía emplea para formarse y

mantenerse como clase son, primero, la propiedad y, segundo, las

calificaciones y los méritos académicos o profesionales.

173

op. cit., p. 70.

174

op. cit., p. 74.

123

La propiedad es un elemento que permite restringir el acceso

a los medios de producción a la mayoría de la población. Parkin

rechaza la idea de Dahrendorf de la propiedad como una manifestación

del fenómeno más amplio de la autoridad y la considera como una forma

de exclusión. En este sentido se apoya en Durkheim, quien afirmaba

que "el derecho de propiedad es el derecho que posee un individuo

de excluir a otros individuos o entidades colectivas del uso de un

determinado objeto"175

.

El concepto de propiedad se ha devaluado en la moderna

sociología de las clases debido a su vinculación con la idea de

herencia y su alejamiento de los ideales de mérito y sacrificio

personal. En el manifiesto funcionalista de Davis y Moore recibe

únicamente una referencia marginal en el sentido de que la propiedad

estrictamente legal y carente de funcionalidad es ilegítima. En

términos similares, Durkheim declaró que la herencia de la propiedad

estaba ligada a prácticas y a conceptos arcaicos para los que no hay

lugar en la ética de hoy en día.

A diferencia de la propiedad, la titulación educativa se asocia

con el esfuerzo individual y aparece como un criterio legítimo de

otorgamiento de recursos privilegiados a los individuos. Ahora

bien, el uso de los títulos educativos ha dado lugar a formas de

cierre social y por tanto de explotación. Esto es lo que se suele

conocer como credencialismo, estrategia a la que recurren

habitualmente los grupos profesionales. Por "credencialismo se

entiende el uso exagerado de los títulos educativos como medio de

controlar la entrada a posiciones claves en la división del

trabajo".176

La posesión del título se asocia con la posesión de

determinados conocimientos, sobre los cuales los profanos, o sea los

clientes, no tienen derecho a opinar, lo que permite al profesional

una amplia libertad de movimientos.

Las credenciales sirven para limitar el número de individuos

que pueden acceder a una profesión, estableciendo restricciones de

175

op. cit., p. 82.

176

op. cit., p. 82.

124

los tipos más variados: desde numerus clausus en las universidades,

hasta la determinación de cuántos profesionales puede haber por

barriada o por número de habitantes. Es decir,

la profesionalización puede entenderse como una estrategia

dirigida, entre otros propósitos, a limitar y a controlar la

oferta de aspirantes a una determinada ocupación con objeto

de preservar o mejorar su valor en el mercado. La tendencia

universal entre las profesiones consiste en elevar los niveles

mínimos de entrada a medida que un creciente número de

candidatos alcanza cualificaciones que fueron escasas hasta

un momento dado.177

Ni siquiera el cuidadoso estudio de Berg178 pudo mostrar que

las variaciones en el nivel de educación se correspondieran con

variaciones en el nivel de calidad. La importancia que se concede

hoy a los títulos se debe a que simplifican y legitiman el proceso

de exclusión. Parkin se apoya en Jencks179

cuando afirma que "el

empleo de titulaciones o de resultados de exámenes para excluir a

los grupos que no lo alcanzan de los trabajos atrayentes puede

interpretarse bajo el mismo enfoque que cualquier otra forma

arbitraria de discriminación"180. Para los empleadores, los títulos

son una señal que permiten simplificar los criterios de

contratación.

A partir de aquí Parkin compara las profesiones de base

intelectual con las ligadas al deporte y al espectáculo. En estas

últimas es el público el que juzga quien puede dedicarse a ellas,

cosa que no ocurre en las profesiones de base intelectual. Parkin

va aun más lejos y afirma que el hijo de un actor de renombre rara

vez alcanza la fama de su padre si elige la profesión de actor. Aquí

177

op. cit., pp. 84-85.

178

I. Berg, Education and Jobs. The Great Training Robbery,

Harmonsworth, Penguin, 1973.

179

C. Jencks, Inequality, Nueva York, Basic Books, 1972.

180

op. cit., p. 85.

125

Parkin confunde el alcance de la comparación. También puede

afirmarse que es raro que el hijo de un intelectual de renombre

alcance la fama de su padre si sigue la profesión de su progenitor.

Si lo que quiere decir Parkin es que es fácil que el hijo de un

profesional intelectual también se convierta en un profesional, la

cosa parece acertada. También un hijo de actor tiene grandes

posibilidades de ejercer una profesión relacionada con el cine o el

teatro. Y, tanto en las profesiones de base intelectual como en las

vinculadas al deporte o al espectáculo, el público dispone de

ciertas posibilidades de juicio. Por ejemplo, ni todos los abogados

ni todos los futbolistas tienen el mismo nivel retributivo. El

público juzga quien es un buen profesional y eso puede explicar su

retribución. Del mismo modo que hay futbolistas de segunda división,

hay profesionales de segunda categoría. Otra cosa es que

determinados grupos profesionales consigan para todos sus miembros

unos niveles retributivos mínimos que por sí solos son una situación

de privilegio. Este podría ser, por ejemplo, el caso de los notarios.

No obstante, en este caso, habría que tomar en consideración la larga

duración de los estudios (licenciatura más oposiciones) conducentes

al acceso a estas profesiones como explicación de unos elevados

ingresos mínimos.

El empleo de restricciones en el acceso a determinados empleos

no es solo propio de profesiones intelectuales. También se da en

algunos oficios manuales organizados en forma de gremios.

Además de la propiedad y los títulos hay otras bases de

exclusión que funcionan con la misma eficacia que estas dos. Parkin

cita los ejemplos de la pertenencia al partido comunista en los

países socialistas y la exclusión de los negros por los blancos en

el sistema del apartheid.

Las estrategias de cierre social se apoyan en tácticas

legalistas, es decir, buscan que la legislación del estado ampare

sus pretensiones.

Un problema interesante es el de cómo logran o no los padres

que sus hijos hereden su situación de privilegio. Ni la propiedad

ni los títulos bastan para conseguir que los hijos de los grupos

excluyentes sigan perteneciendo a ellos.

126

La propiedad, en una sociedad comercialmente dinámica y en

expansión, es demasiado volátil para servir de salvaguardia

tanto contre el descenso social de la descendencia como contra

la continua infiltración de recién llegados. Constantemente

surgen nuevas familias en las filas de los propietarios aupadas

por la rueda capitalista de la fortuna, mientras otras ya

establecidas se hunden sin dejar rastro. (...) Las formas de

propiedad agraria, industrial, comercial y financiera

tienden, cada una, a poseer una base social distinta, lo cual

dificulta a cualquier grupo asentado sobre una de ellas que

pueda evitar la aparición de nuevos grupos basados sobre las

demás181.

El mismo carácter frágil presentan las titulaciones. No todos

los hijos de las personas con titulación finalmente acaban sus

estudios universitarios. Parkin cita datos de Gran Bretaña según los

cuales menos de la mitad de los hijos provenientes de los grupos

profesionales más altos han conseguido reproducir el status de sus

padres y la mayoría de los restantes han debido conformarse con un

empleo no manual.

Todo ello plantea la cuestión de hasta qué punto la burguesía

se preocupa por su autoperpetuación a través de su descendencia. La

respuesta a esta cuestión proviene de Weber y no es otra que la

adscripción racional a los valores. La consecuencia de creer en los

valores meritocráticos supone caer en el riesgo de que los hijos

desciendan socialmente.

El cierre social excluyente puede basarse en criterios

colectivos y criterios individuales. Un ejemplo aclarará esta idea.

En la antigua sociedad soviética la nomenklatura es un dispositivo

de exclusión individual. Cada aspirante a la nomenklatura es

sometido a un cuidadoso examen para determinar su pureza ideológica.

La clase obrera europea del siglo XIX es un ejemplo de exclusión de

carácter comunitario, puesto que era fácilmente distinguible a

simple vista quien era un proletario y quien no.

181

op. cit., p. 93.

127

B) El cierre social como usurpación. Se entiende por usurpación el

tipo de cierre social puesto en práctica por un grupo como

consecuencia de su carácter de excluido y a las experiencias

colectivas asociadas a esa exclusión. Las acciones de usurpación

comparten el objetivo de apoderarse de una parte de los beneficios

y recursos propios de los grupos dominantes en la sociedad. Esta

apropiación incluye una amplia gama de posibilidades: desde la

redistribución hasta la completa expropiación. Entre los ejemplos

típicos se pueden incluir las luchas entre sindicatos y capital, así

como los programas políticos radicales anticapitalistas. Así mismo

incluye los esfuerzos colectivos de los grupos raciales y étnicos

subordinados para obtener la igualdad de derechos cívicos y

sociales, y también los esfuerzos efectuados por las organizaciones

de mujeres a fin de conseguir la completa igualdad con el hombre.

En todos estos casos se trata de la movilización del poder de que

dispone un grupo o colectividad para utilizarlo contra otro que

mantiene con él una relación dominante. En un sentido metafórico,

la usurpación es el uso del poder en dirección ascendente.

Una de las principales diferencias entre el cierre usurpador

y el excluyente es que el primero tiende a apoyarse fundamentalmente

en la movilización colectiva de los implicados, lo que ocurre, tal

y como señala Parkin, en el caso de las huelgas, manifestaciones,

sentadas, piquetes, etc. La línea de separación entre los actos de

usurpación legales e ilegales es con frecuencia muy tenue y tiende

a ser redefinida una y otra vez a lo largo del tiempo.

La acción sindical es muchas veces considerada como una forma

de chantaje, es decir, como un acto ilegítimo que rompe la

convivencia. Por parte de las clases dominantes las pretensiones

sindicales plantean el problema durkheimiano de cómo imponer

restricciones a las exigencias desmedidas de los grupos

subordinados.

Es posible incrementar la eficacia de los actos de usurpación

mediante lo que Parkin denomina "potencial perturbador", es decir,

la capacidad de generar molestias a la comunidad de modo que esta

puede volverse en contra de los grupos excluyentes, aunque, en

ocasiones, los perjudicados sean los grupos usurpadores. Un ejemplo

128

típico de capacidad perturbadora lo suministran las huelgas en

servicios públicos como transportes, sanidad, educación, etc.

Normalmente el cierre social usurpador no tiene carácter

revolucionario.

Las formas de cierre social propias del área productiva tienen por

objeto combatir los efectos de la exclusión y casi nunca se

proponen el desmantelamiento del aparato institucional de

exclusión.182

En este sentido Lenin acusaba de economicismo o tradeunionismo

al movimiento sindical. Los sindicatos serían incapaces de ir más

allá de la consecución de pequeñas reformas, subidas salariales, que

jamás pondrían en peligro el orden social favorable a los grupos

excluyentes.

En cualquier caso, la lógica del capitalismo parece favorecer

los actos usurpadores. Buena parte de la legitimidad de la sociedad

capitalista deriva de su capacidad para hacer efectiva su promesa

de abundancia para todos.

La perspectiva de mejoras materiales ininterrumpidas es la clave

para la aceptación condicional de todo el montaje político y

económico que pretende dar a la desigualdad una buena

apariencia. Con tal de que la clase menos favorecida sea

consciente de su mejora gradual y se mantega optimista sobre

las perspectivas de modestos avances en el futuro, no va a haber

necesidad de emprender acciones muy elaboradas con fines de

persuasión moral.183

La estabilidad, especialmente tras la segunda guerra mundial,

ha sido consecuencia del crecimiento económico. Si los obreros

insisten en mantener o aumentar su participación en la distribución

de la riqueza el sistema empieza a tambalearse.

Las formas usurpadoras de cierre social se producen en otros

contextos además del de las clases. Parkin destaca la acción

colectiva de las mujeres o las minorías étnicas para conseguir la

igualdad de derechos, acción similar a la que despligan las clases

subordinadas.

182

op. cit., p. 119.

183

op. cit., p. 121.

129

Una de las diferencias importantes que distingue al cierre usurpador

por parte de una clase explotada del efectuado por otros grupos

sociales igualmente explotados es que la primera dispone de

una serie de recursos perturbadores para respaldar sus

pretensiones.184

Es decir, las minorías étnicas o las mujeres no ocupan

normalmente posiciones estratégicas en la división del trabajo que

les permitan adoptar actitudes de fuerza. Sus miembros se hayan casi

siempre dispersos en el mercado de trabajo de forma que cualquier

negativa a seguir prestando sus servicios carecería de efectos

especialmente graves. Por lo general ocupan puestos de trabajo mal

retribuidos y despreciados por los trabajadores del sexo o grupo

étnico dominante.

A falta de represalias basadas en la producción, estos grupos están

obligados a apoyarse, sobre todo, en movilizaciones colectivas

de carácter discursivo con objeto de conseguir sus

reivindicaciones. Esto es, cuando un grupo no tiene la

capacidad de impedir el funcionamiento del sistema en sus

puntos más vulnerables se ve obligado a emprender una

estrategia cuya eficacia radica en el despliegue de

sentimientos morales y de energía política.185

C) El cierre social dual. Exclusión y usurpación no son términos

sinónimos de capital y trabajo. El cierre social excluyente es una

división que tiene lugar tanto entre clases, que es lo que hemos

visto ahora, como dentro de ellas.

Conviene tener en cuenta que el cierre social excluyente

constituye tanto un aspecto de la división y conflicto dentro de las

clases como entre ellas.

Las estrategias de exclusión dirigidas hacia lo que Weber llama

"monopolización de oportunidades" las utiliza normalmente un

segmento de la clase subordinada en contra de otro

perteneciente a la misma, en general sobre la base de

particularidades étnicas, de sexo, de raza y otros atributos

colectivos. Ello quiere decir que la explotación se produce

al mismo tiempo tanto en el interior de la clase subordinada

como contra ella, dado que las formas de acción colectiva

184

op. cit., p. 125.

185

op. cit., p.125.

130

implican un uso del poder que crea una capa de individuos

inferiores socialmente excluidos.186

Parkin aduce los ejemplos de las prácticas obreras de

resistencia masculina a aceptar la igualdad de oportunidades con las

mujeres (tema ya denunciado por Engels), los esfuerzos de los

trabajadores protestantes del Ulster para excluir a los católicos

de los puestos calificados y de los cargos políticos, la acción de

los trabajadores blancos en los EE.UU. para negar a los negros la

igualdad en el acceso a las escuelas y a las viviendas, la pretensión

de un grupo idiomático como en el caso del Canadá o de Bélgica de

monopolizar puestos y recursos claves.

Sin embargo, aunque el cierre social dentro de una clase arranca,

la mayor parte de las veces, de sus supuestos beneficiarios,

tampoco puede decirse que siempre sea así. Un ejemplo de ello

lo constituye la relación entre la clase obrera indígena de

los países del occidente europeo y los trabajadores

inmigrantes que forman un amplio segmento de la mano de obra

no calificada. Resulta evidente que los trabajadores

inmigrantes están situados en una posición negociadora

extremadamente débil como consecuencia de las restricciones

legales de índole punitiva que sobre ellos imponen los diversos

gobiernos europeos.187

No obstante, sería incorrecto imputar a los trabajadores

indígenas la responsabilidad por esta situación. Sin embargo, es

cierto que el movimiento obrero no ha mostrado excesivo interés en

tratar de mejorar su situación.

Parkin aduce ejemplos que prueban que no siempre ha sido la

indiferencia el rasgo que ha caracterizado al movimiento obrero,

sino que, en ocasiones, ha aparecido la hostilidad. El movimiento

obrero australiano, por ejemplo, jugó un papel determinante en la

implantación de una política blanca para su país con objeto de exluir

del mercado de trabajo a la mano de obra de procedencia asiática.

Así mismo los obreros de la costa oeste de Canadá y de los EE.UU.

formaron la Working Men's Protective Association, movimiento que

186

op. cit., p. 128.

187

op. cit., p. 129.

131

hizo de la exclusión de los chinos el punto principal de su

plataforma política. Algo similiar puede decirse con respecto al

movimiento obrero sudafricano. En este último caso la clase obrera

blanca, dado que practica fundamentalmente el cierre social

excluyente sobre la clase obrera negra, pertenecería a la clase

dominante.

Incluso en el contexto de homogeneidad racial, el cierre social

emprendido por un sector de los trabajadores contra otro ha sido un

hecho normal como demuestra el caso de la aristocracia obrera.

El fenómeno del cierre social dual no solo se da entre los

trabajadores, sino que también se produce en los grupos de empleados

a los que normalmente se designa como profesionales bajos o

semiprofesionales.

Se trata de ocupaciones que justifican su demanda de recompensas

sobre la base de calificaciones formales pero que no han sido

capaces de establecer un cierre social profesional mediante

un monopolio legal o el control del número y la calidad de los

aspirantes a ejercerlas. Así se plantean dos preguntas. La

primera es por qué las semiprofesiones no han sido capaces de

completar un cierre social como lo han hecho los abogados, los

médicos y otros monopolios profesionales por el estilo.188

La segunda plantea las razones del ascenso de la afiliación

sindical entre estos asalariados.

Los trabajadores sociales, las enfermeras y las demás

ocupaciones similares constituyen profesiones frustradas. Esto es,

deben considerarse como actividades que no han consolidado su status

profesional.

Por otro lado, las semiprofesiones suelen ser desempeñadas por

mujeres. El hecho de que las mujeres aun sean las principales

responsables de las tareas domésticas las coloca en una mala

posición para que sus actividades laborales alcancen plena

autonomía. No obstante, esta explicación le parece a Parkin

excesivamente sexista. Más interesante parece la explicación de que

la elevada presencia femenina en estas actividades se debe al hecho

de que los hombres han rehusado su ejercicio.

188

op. cit., pp. 146-147.

132

Otra explicación es la que se centra en la creciente

proletarización de las semiprofesiones.

Llegados aquí convendría hacer alguna valoración de las

interesantes y sugerentes aportaciones de Parkin. De acuerdo con él,

como hemos visto, las clases no se definen por su relación con los

medios de producción sino por el tipo de acción colectiva al que

recurren para asegurarse los máximos beneficios posibles. Parkin no

explica si todos los grupos que practican o que son víctimas del

cierre social ursurpador constituyen o no una clase. ¿Qué ocurre con

las mujeres o con las minorías étnicas? A estos grupos nunca les

aplica la denominación de clase. Téngase en cuenta cuál es la

definición de clase que suministra el propio Parkin.

No es la posición del grupo en la división del trabajo o en el proceso

productivo lo que determina su clase, sino el carácter de su

forma de cierre social principal.189

Parkin considera que todos los grupos o clases que practican

el cierre social usurpador, si además practican la exclusión, son

explotadores, lo cual es por lo menos discutible. Una cosa es que

la clase obrera indígena de los países capitalistas pueda elaborar

estrategias de exclusión frente a las minorías étnicas y otra muy

distinta es que sea explotadora de estas minorías.

5.2.3. LAS CLASES SOCIALES EN GIDDENS.

Frente al marxismo, Giddens190

matiza la importancia de la

estructura de clases en la conformación de los procesos sociales.

Por un lado, y en esto no hace más que sumarse a los enfoques

weberianos, solo en el capitalismo la clase se convierte en un

principio estructural central de la sociedad globalmente

considerada. Por otro lado, en el seno del capitalismo, la clase

explica, junto con otros elementos, como la etnia o el género, la

explotación y la dominación.

189

op. cit., p. 134.

190

A. Giddens, A Contemporary Critique of Marxism, Londres,

MacMillan, 1982.

133

Giddens establece una importante distinción entre sociedades

de clases (sociedades en las que la clase es el principio estructural

básico) y sociedades divididas en clases ("sociedades en las que hay

clases, pero en las que el análisis de clase no sirve como base para

identificar el principio estructural básico de la organización de

dicha sociedad"191

). Giddens lleva a cabo una distinción entre

recursos de asignación (recursos que implican un control sobre la

naturaleza) y recursos de autoridad (recursos que implican un

control sobre interacciones sociales de diversos tipos). A partir

de aquí las sociedades pueden ser clasificadas en función de qué (a)

tipo de dominación de los recursos, de autoridad o de asignación,

sea más importante y (b) de cuál sea la magnitud del control sobre

cada uno de estos recursos en el tiempo y en el espacio. De acuerdo

con Giddens solo en el capitalismo tiene una importancia

trascendental el control sobre los recursos de asignación. En lo que

se refiere a la cuestión del tiempo y del espacio, el capitalismo

supone el punto máximo en el control de los recursos de asignación.

Basta comparar las sociedades capitalistas con las de recolectores

y cazadores. En estas últimas los recursos son adquiridos en el

presente, con un horizonte temporal corto y con un comercio muy

escaso.

Giddens vincula el concepto de clase a las "formas sectoriales

de dominación creadas por la posesión privada de la propiedad".192

Por posesión se entiende el control directo sobre el uso y la

disposición de la propiedad y privada se refiere a los derechos

individuales de disposición sobre esa propiedad. Esto significa que

allí donde la apropiación del excedente dimana del control sobre los

recursos de autoridad no podemos hablar de una sociedad de clases

sino de una sociedad dividida en clases.

191

Op. cit., p. 108.

192

Op. cit., p. 107.

134

Como bien indica Wright193, muchos marxistas compartirían con

Giddens esta diferenciación analítica, aunque discutirían la

terminología empleada. En cualquier caso, el lenguaje no es

inocente. ¿Por qué Giddens utiliza estos términos?

Al combinar el control sobre los recursos de asignación y de

autoridad en la especificación de las relaciones de clase, los

marxistas afirman, al menos implícitamente, que estas dos

formas de control de los recursos no están interrelacionadas

de un modo meramente contingente. Están sistemáticamente

unidas entre sí, de modo que sólo pueden darse ciertas formas

estables de combinación. Al excluir la relación con los

recursos de autoridad del concepto de clase, Giddens, por el

contrario, mantiene su tesis de que la organización social de

los recursos de autoridad, así como su desarrollo y

transformación, son autónomos con respecto a los recursos de

asignación.194

La preocupación fundamental de Giddens es explicar el proceso

de estructuración de la relaciones de clase, es decir, cómo explicar

la conversión de relaciones económicas en estructuras sociales de

carácter no económico. Esto es lo que hace en su obra clásica La

estructura de clases en las sociedades avanzadas.195

Hay dos modos de analizar los procesos de estructuración:

mediato e inmediato. La estructuración mediata de las relaciones de

clase se refiere a los vínculos globales que conectan ciertas

capacidades de mercado y la formación de grupos identificables. Este

proceso está gobernado por la distribución de las posibilidades de

movilidad social, de tal modo que cuanto más cerrada es una sociedad,

mayor es la estructuración de clases. Giddens toma en consideración

tres tipos de capacidades de mercado relevantes: la propiedad de los

medios de producción, la posesión de credenciales educativas y

técnicas y la posesión de la fuerza de trabajo.

193

E.O. Wright, "La crítica de Giddens al marxismo", Zona

Abierta, 31, 1984, pp. 141 y ss.

194

Wright, op. cit., p. 145.

195

op. cit., 1983.

135

La estructuración inmediata consiste en los varios factores

que moldean la formación de clases, a saber, la asignación de tareas

ocupacionales dentro de la empresa, las relaciones de autoridad

dentro de la empresa y la influencia de los grupos distributivos en

los que la segregación de comunidad o de vecindario da lugar a

patrones comunes de consumo de bienes económicos y estilos de vida

compartidos.

Como resultado de ambos fenómenos de estructuración tenemos

tres clases sociales: alta, media y obrera.

Existen tres fuentes de estructuración inmediata de las

relaciones de clase: la división del trabajo dentro de la empresa,

las relaciones de autoridad en los centros de trabajo y la influencia

de lo que llama "grupos distributivos".

La división del trabajo facilita la formación de grupos que

se encuentran en similar situación frente a otros. La división

técnica del trabajo entre trabajo manual y no manual contribuye a

crear al menos el reconocimiento de clase entre los trabajadores

manuales.

La división entre trabajadores manuales y no manuales se

acentúa con el ejercicio de la autoridad. Aquí Giddens parece

apoyarse en Poulantzas al considerar que todos los trabajadores

administrativos participan en la elaboración y/o ejecución de las

normas de autoridad.

El tercer factor, el de los "grupos distributivos", se

desenvuelve en la esfera del consumo, a diferencia de los dos

anteriores que lo hacen en la esfera de la producción. Aun

reconociendo que las clases tienen su asiento, en última instancia,

en la esfera económica, no es desdeñable la influencia que en la

estructuración de las clases desempeñan las pautas de consumo. De

este modo, Giddens define los "grupos distributivos" como

aquellas relaciones que entrañan formas comunes en el consumo de

bienes económicos, independientemente de si los individuos

implicados llevan a cabo cualquier tipo de evaluación

consciente de su honor o prestigio en relación con otros; el

"status" se refiere a la existencia de semejantes evaluaciones

y un "grupo de status" es, entonces, cualquier conjunto de

136

relaciones sociales que deriva su coherencia de la aplicación

de estas196

.

Giddens argumenta que, en la medida en que la clase es un

fenómeno estructurado, habrá una conciencia de clase común,

actitudes, creencias y estilos de vida compartidos. Diferencia el

reconocimiento de clase de la conciencia de clase. El reconocimiento

de clase no significa que estas actitudes y creencias den lugar a

una particular afiliación de clase o que existan clases opuestas.

La conciencia de clase supone que las creencias compartidas están

enraízadas en la clase y que existen otras clases identificables.

Para Giddens, la diferencia marxista de clase en sí y clase para sí

resulta insuficiente. Distingue tres modos de conciencia de clase.

En primer lugar, está la identidad de clase, estadio en el cual

existe una idea de cierto grado de diferenciación social. En segundo

lugar, está la conciencia de conflicto, la percepción de una

oposición de intereses entre una o más clases. En tercer lugar, la

conciencia revolucionaria, la cual implica la creencia de que es

posible, por medio de la acción de clase, la transformación radical

de las estructuras socioeconómicas existentes. Para Giddens, el

problema para la clase obrera consiste en que la conciencia del

conflicto no lleva a la conciencia revolucionaria. Para que exista

y se desarrolle la conciencia revolucionaria, se deben fundir los

sentimientos de privación y de resentimiento con un proyecto creíble

de transformación social. La conciencia revolucionaria es más

fácilmente desarrollable en los países menos desarrollados que en

los más desarrollados.

¿Qué es, en definitiva, una clase social?

En primer lugar, las clases son grupos en gran escala. El nacimiento

de las clases presupone una ruptura con el tipo de sistema

económico y social, característico del feudalismo, así como

con otros tipos de sociedad tradicional, basados

fundamentalmente en la comunidad autosuficiente. Un factor

decisivo que promueve esta superación de la comunidad local

es la formación de las relaciones de mercado y la división del

trabajo que permite la producción de bienes. En segundo lugar,

las clases son más bien agregados de individuos que "grupos"

196

op. cit., 1983, pp. 123-124.

137

sociales. Esto no significa que las clases no puedan dar lugar

a grupos concretos con "fronteras" claramente definibles,

formados por un conjunto común de interrelaciones que unen a

sus miembros entre sí. Pero el que esto sea así o no, depende

de varias condiciones adicionales. En tercer lugar, la

aparición de las clases presupone la disolución de los vínculos

personalizados de fidelidad o de obligación característicos

de la sociedad feudal y su sustitución por relaciones

"impersonales" de tipo contractual. Finalmente, las clases son

nominalmente "abiertas": es decir, la pertenencia a una clase,

no está determinada por una posición hereditaria respaldada

por la costumbre o la ley197

.

Si importante es saber lo que es una clase social, no lo es

menos el saber lo que no constituye una clase. Las clases no son

entidades específicas, es decir, no constituyen una forma social

delimitada, como pueda serlo una empresa o una universidad, y no

poseen una identidad sancionada públicamente. Por tanto, las clases

no gozan de un estatuto jurídico que permita deslindar con precisión

matemática quien pertenece a una clase y quien no. Nadie puede

pretender afiliarse a una clase.

En segundo lugar, Giddens distingue la clase del estrato. El

estrato comprende eso que Ossowski y Wright llaman un esquema de

gradación, "entraña un criterio o conjunto de criterios por el que

los individuos pueden ser ordenados descriptivamente según una

escala".198

A diferencia de lo que ocurre con las clases, las

divisiones entre estratos se pueden efectuar con claridad

meridiana. Pensemos por ejemplo en la división en estratos en

función del nivel de renta.

Finalmente, se debe diferenciar entre clase y élite. La teoría

clásica de las élites es en parte opuesta a la teoría de las clases.

Grosso modo, la teoría de las élites sustituye el conflicto de clases

por la oposición entre élite y masa.

La burguesía y la clase obrera quedan definidas,

respectivamente, a partir de su posesión o su no posesión de los

197

op. cit., 1983, pp. 94-95.

198

op. cit., 1983, p. 120.

138

medios de producción. Esto no quiere decir que la clase obrera

carezca de poder. La clase obrera posee la fuerza de trabajo, lo cual

le proporciona una cierta capacidad de negociación en el mercado.

A diferencia de Marx, Giddens plantea claramente que las clases se

definen, no en las relaciones de producción, sino en las relaciones

de mercado.

(...) podemos percibir inmediatamente que, incluso en el enfoque

marxiano, la noción de "no propiedad" es algo así como un nombre

equivocado. Porque si la "propiedad" se concibe como un

conjunto de capacidades de acción en relación con el

funcionamiento del mercado, es evidente que el trabajador

asalariado posee dichas capacidades. La "propiedad" del

trabajador asalariado es la fuerza de trabajo que pone en venta

al entrar en la relación contractual. Si bien esto le coloca

en una posición de desventaja en la negociación competitiva

con respecto al dueño del capital, esto no constituye

simplemente una relación de poder de dirección única: el

patrono necesita de la "propiedad" que posee el trabajador

asalariado y debe atender al menos mínimamente a las exigencias

de este -si quiere evitar la retirada colectiva de la fuerza

de trabajo como posible sanción199

.

Aquí Giddens critica a Marx por suponer que la fuerza de trabajo

tendería a la homogeneización. Ocurre justamente lo contrario:

distintas personas con diferentes niveles educativos poseen

distintas capacidades de negociación en el mercado.

En lo que se refiere a la clase media, arranca Giddens de una

cita de Marx en la que el pensador alemán hacía alguna advertencia

sobre el crecimiento de las ocupaciones de clase media. Marx

concretamente las caracterizaba como aquellas posiciones que se

encuentran entre el trabajador, por una parte, y el capitalista y

el terrateniente por la otra. Estas clases medias, siguiendo a Marx,

"son una carga que soporta la base trabajadora y que aumenta la

seguridad social y el poder de los diez mil que se encuentran

arriba".200

199

Citado por Giddens, op. cit., 1983, p. 116.

200

op. cit., 1983, p. 116.

139

Las diferencias en la capacidad de mercado que suponen las

credenciales educativas y técnicas se traducen no solo en un mayor

nivel de renta, sino en distintas condiciones de trabajo no menos

importantes. Giddens señala que no ha desaparecido la superioridad

tradicional del trabajador de cuello blanco en lo tocante a

seguridad en el empleo: en general, los trabajadores no manuales

continúan disfrutando de una mayor seguridad, aun cuando hay ciertas

categorías de trabajadores manuales que gozan también de una alta

seguridad en el empleo. En segundo lugar, las pautas típicas de los

salarios profesionales son distintas en las dos categorías. No solo

es el hecho de que los trabajadores de cuello blanco tengan más

posibilidades de promoción, sino que experimentan otras pautas de

recorrido salarial. Cita una investigación de 1959, de Fogarty, que

prueba que el punto culminante salarial de los trabajadores manuales

no cualificados se alcanza a los treinta años, mientras que los

trabajadores especializados alcanzan ese techo diez años después.

Señala que la duración de la jornada de trabajo semanal es algo mayor

en el caso de los trabajadores manuales que en los no manuales.

También cita las diferencias que existen en lo que concierne al cobro

de pensiones, con aportaciones de la propia empresa, entre ambos

tipos de trabajadores. No obstante hay una cierta confluencia entre

las ocupaciones manuales y las ocupaciones administrativas y

comerciales, desempeñadas estas dos últimas fundamentalmente por

mujeres. Destaca también la diferencia que supone trabajar en un

entorno limpio como es la oficina, incluso situada físicamente por

encima del taller. Esto es cierto en empresas donde hay trabajadores

de oficina que gestionan lo producido por los trabajadores manuales,

donde incluso, en ocasiones, supervisan a los trabajadores

manuales.

140

5.2.4. LAS CLASES EN GOLDTHORPE.

Goldthorpe es un ejemplo de la gran atención que los enfoques

weberianos han prestado a la movilidad social. De hecho, su esquema

de clases procede de sus estudios sobre la movilidad social en Gran

Bretaña, en concreto, de la escala Hope-Goldthorpe sobre la

deseabilidad social.

Las clases derivan de la agrupación de las personas a partir

de sus ocupaciones, ocupaciones que son categorizadas en función,

por un lado, de sus fuentes y niveles de renta, su grado de seguridad

económica y las posibilidades de ascenso económico; y, por otro

lado, por su localización en las jerarquías de control y autoridad

en los lugares de trabajo. El resultado de esta agregación es el

esquema de siete clases utilizado por Goldthorpe.

En Goldthorpe la enumeración de las clases que detecta en las

sociedades desarrolladas apenas se acompaña de una explicación. No

obstante, como se verá a continuación, la inspiración weberiana está

clara dado que combina los dos elementos básicos del esquema de

Weber: la propiedad y el conocimiento.

CLASE DE SERVICIO

I. Profesionales superiores; directivos de grandes empresas y

grandes empleadores (más de 25 empleados).

II. Profesionales de nivel medio e inferior; técnicos superiores,

directivos de pequeñas empresas (menos de 25 empleados);

supervisores de empleados no manuales.

CLASES INTERMEDIAS

IIIa Empleados no manuales de rutina en la administración y el

comercio.

IIIb Trabajadores de servicios personales y de seguridad.

IVa Pequeños propietarios, artesanos, etc. con empleados (menos de

25).

IVb Pequeños propietarios, artesanos, etc. sin empleados.

IVc Agricultores, pescadores, etc.

V Supervisores de trabajadores manuales, técnicos de nivel

inferior, etc.

CLASE OBRERA

VI Trabajadores manuales cualificados.

VIIa Trabajadores semicualificados y sin cualificar no agrarios.

VIIb Trabajadores agrarios.

Las clases I y II están constituidas por individuos asalariados

y autoempleados como profesionales, gerentes y propietarios de

141

grandes empresas. Juntos constituyen la clase de servicio. La clase

III está compuesta por trabajadores de cuello blanco: empleados

administrativos y de ventas que ejercen trabajos rutinarios. La

clase IV está constituida por pequeños propietarios y la pequeña

burguesía tradicional. La clase V está formada por los trabajadores

técnicos de bajo nivel y los supervisores de los empleados manuales.

La clase VI está constituida por los trabajadores manuales

cualificados. La clase VII está formada por los trabajadores de

cuello azul no cualificados y semicualificados.

Estas siete categorías puedan ampliarse hasta llegar a once.

La clase III se subdivide en IIIa (administrativos) y IIIb

(vendedores). La clase IV se puede subdividir entre quienes tienen

empleados (IVa) y quienes no (IVb) y desgajar a los propietarios

campesinos -con o sin empleados- del resto (IVc). Lo mismo puede

hacerse con los campesinos asalariados del grupo VII (VIIb).

Posteriormente201

Goldthorpe modificó este esquema,

presentado el siguiente:

1.Clases I y II. Todos los profesionales, administradores y

directivos (incluyendo grandes propietarios), técnicos de

alto nivel y supervisores de trabajadores no manuales.

2.Clase III. Empleados no manuales de rutina de la administración

y del comercio, personal de ventas y otros trabajadores de

servicios.

3.Clase IVab. Pequeños propietarios, artesanos autónomos y otros

trabajadores por cuenta propia con y sin empleados (que no

pertenezcan al sector primario).

4.Clase IVc. Campesinos y pequeños propietarios y otros

trabajadores autónomos del sector primario.

5.Clases V y VI. Técnicos de grado medio, supervisores de

trabajadores manuales y trabajadores manuales cualificados.

6.Clase VIIa. Trabajadores manuales semi-cualificados y no

cualificados (que no pertenezcan al sector primario).

7.Clase VIIb. Campesinos y otros trabajadores del sector primario.

Los principales cambios consisten en la unificación de la clase

de servicio y de las clases V y VI debido a las dificultades de

201

R. Erikson y J. Goldthorpe, The Constant Flux: a Study of

Class Mobility in Industrial Societies, Oxford, Clarendon Press,

1992.

142

conseguir que estas diferencias puedan ser consistentes a nivel

empírico. Nótese que unificar en la clase trabajadora a las clases

V y VI supone introducir en una misma clase a colectivos (técnicos

de bajo nivel y supervisores de trabajadores manuales) que

anteriormente pertenecían a las clases intermedias.

Son varias las críticas que se pueden realizar al modelo de

Goldthorpe. En primer lugar, se trata de un modelo donde parece

preponderar lo jerárquico, lo gradacional, frente a lo relacional.

Un segundo problema deriva del uso que hace Goldthorpe del

concepto de clase de servicio. En las teorizaciones primigenias

sobre la clase de servicio (Renner y el propio Goldthorpe) esta

aparece como una clase que desempeña funciones al servicio de la

clase capitalista. Sin embargo, como hemos visto, la clase de

servicio incluye también a los propietarios de los medios de

producción.

En tercer lugar, parece poco conveniente agrupar en una misma

clase a los empleados de cuello blanco de rutina junto con los

pequeños propietarios. Comparados con muchos empleados del sector

público la situación de la pequeña burguesía es precaria, aunque

puede ser mejor que la de los empleados del sector privado.

Y, finalmente, como veremos más adelante, a Goldthorpe se le

ha criticado por excluir la presencia de mujeres en sus primeros

estudios sobre movilidad social, en especial, por su defensa de lo

que llamó enfoque convencional sobre la posición de clase de las

mujeres casadas que trabajan extradomésticamente.

Quizás la aportación teórica más relevante de Goldthorpe al

tema de la estructura de clase sea su reflexión sobre la clase de

servicio.202

La idea de clase de servicio procede del austromarxista Renner.

Para Renner la clase de servicio comprende tres elementos básicos:

empleados en el servicio público (funcionarios y otros

administrativos); empleados en el sector privado de la economía

(administradores de negocios, directivos, técnicos, etc); y

202

J. Goldthorpe "Sobre la clase de servicio, su formación y

su futuro", Zona Abierta, 59/60, 1992.

143

empleados en los servicios sociales ("agentes distribuidores del

bienestar"). Renner sigue al pie de la letra la argumentación

marxista al considerar que estos trabajadores son no productivos,

no están implicados directamente en la producción de plusvalía.

Renner diferencia a la clase de servicio de la clase obrera por otro

rasgo que Goldthorpe considera sociológicamente más relevante.

Renner resalta la idea del código de servicio que regula la relación

de empleo de esta clase. Arrancando de Max Weber diferencia los

conceptos de salario y sueldo (wage y salary, respectivamente). La

clase obrera recibe un salario y la clase de servicio un sueldo. La

percepción de un sueldo se asocia a la seguridad en el empleo, pero

además implica una relación de confianza entre el empleador y el

empleado.

El requisito de confianza está en función de dos exigencias

fundamentales que el empleador debe afrontar: primero, la que se

plantea cuando es preciso delegar la autoridad; y segundo, la que

se plantea cuando es necesario recurrir al conocimiento

especializado y experto. Esto significa que el control social dentro

de la organización debe difuminarse, no puede seguir siendo ejercido

de un modo directo por parte del empresario.

Aquellos empleados en los que se delega autoridad o a los que se les

confiere responsabilidad en ciertas funciones especializadas

reciben a consecuencia de ello un cierto grado margen legítimo

de autonomía y discrecionalidad. Y debe ser por tanto una

cuestión de confianza el que esos empleados actúen -esto es,

decidan, elijan, juzguen, etc- de un modo coherente con los

fines y los valores de la organización. Dicho de otro modo,

cuán bien se comporten esos empleados desde el punto de vista

de la organización es algo que dependerá, en aspectos

cruciales, del grado de compromiso moral que mantengan con la

organización, más que de la eficacia de sanciones y recompensas

"externas".203

Goldthorpe previene contra el error de asociar el nivel

retributivo con el grado de discrecionalidad. Subraya que son mucho

más importantes otros rasgos de tipo cualitativo. En el caso del

obrero manual el contrato de trabajo estipula la entrega de horas

203

op. cit., p.238

144

de trabajo por parte de este al empleador, el cual, a su vez, se ve

obligado a pagarle un salario y ahí se acaba la relación contractual.

Sin embargo, en el caso de la clase de servicio la relación entre

empleador y empleado se define de un modo menos específico, a más

largo plazo y con un grado de contenido moral mucho mayor.

No se trata tanto de ofrecer una "compensación" y un

"reconocimiento" en pago de la aceptación de una obligación

como de hacer honor a la confianza "fielmente"204.

Esto se traduce en una serie de "recompensas colaterales", de

entre las que destacan las de carácter prospectivo, o sea, las

referidas a los aumentos salariales a lo largo de la carrera,

seguridad en el empleo, jubilación, atención médica y, sobre todo,

oportunidades de promoción.

La clase de servicio, tal y como la presenta Goldthorpe,

incluye dos grandes grupos ocupacionales: profesionales, por un

lado, y administradores y directivos, por otra. No obstante, ambos

subgrupos comparten un elevado grado de autonomía y

discrecionalidad en el ejercicio de sus funciones y la existencia

de dos subgrupos se debe a que en uno de ellos -los administradores

y directivos- se delega autoridad y en el otro -los profesionales-

se delega conocimiento especializado o experto.

Goldthorpe rechaza que la clase de servicio pueda ser una clase

dirigente o capitalista. La clase de servicio es controlada por

"cierto número de élites con una composición más o menos estable"205

.

Existe un elemento claramente distintivo de la clase de servicio con

respecto a los grupos que están por encima de ella. Quienes están

por encima de ella no deben su posición a "un proceso de designación

y promoción burocrática, sino a su propio poder, ya sean las bases

de este económicas, políticas, militares o de otro tipo".206

204

Op. cit., p. 239.

205

Op. cit., p. 241.

206

Op. cit., p. 242.

145

Conviene también deslindar a la clase de servicio de quienes

se encuentran inmediatamente por debajo de ella. Se trata de

empleados muy numerosos en las empresas como oficinistas,

dependientes, técnicos, encargados y otros tipos de personal de

supervisión. Estos empleados, a pesar de compartir algunos rasgos

típicos de la clase de servicio, carecen de recompensas de tipo

prospectivo, es decir, seguridad en el status y vías reconocidas de

promoción. Estos grupos ocupacionales constituyen los verdaderos

grupos intermedios en la estructura de clases del capitalismo

actual.

Una vez aclarados los rasgos estructurales de la clase de

servicio queda por explicar cuáles sean los intereses de esta clase.

Siguiendo la problemática weberiana clásica, Goldthorpe propone

diferenciar dentro de los procesos de formación de las clases el

proceso de identidad demográfica y el proceso de identidad cultural,

es decir, el paso de las clases económicas a las clases sociales.

La clase de servicio ha experimentado un elevado crecimiento

en las últimas décadas. A principios de siglo los profesionales,

directivos y administrativos, constituían el 5-10% de la población

activa, mientras que en la actualidad suponen entre el 20 y el 25%.

Las causas de esta expansión es el crecimiento de las organizaciones

-"escala de la organización"- y el número de funciones que esas

organizaciones asumen.

Uno de los primeros rasgos a destacar de esta clase es la

amplitud de sus fuentes de reclutamiento.

En segundo lugar, la expansión de esta clase ha sido tan intensa

que muchos de sus miembros, especialmente quienes ocupan posiciones

directivas y administrativas, tienen un bajo nivel educativo.

Goldthorpe analiza cuál sea el potencial sociopolítico de esta

clase. Se inclina por considerar que se trata de una clase

esencialmente conservadora, es decir, una clase que tratará de

preservar para sí y para sus hijos su bienestar material. Frente a

las ideas de igualdad de la clase obrera, esgrimiría la ideología

meritocrática y frente al fin de la división del trabajo argüiría

la ideología tecnocrática. Aprovecha esta ocasión para desmontar

las teorías de la nueva clase, en especial, la de Gouldner. Gouldner

sostenía que esta clase mantiene un sentimiento de hostilidad hacia

146

quienes la sobrepasan por razón de riqueza. Se trataría de un odio

de carácter más bien psicológico. Y aquí es donde Gouldner falla

estrepitosamente. También rechaza las explicaciones que sitúan el

posible radicalismo de esta clase en la crisis de capitalismo y la

posible extensión del malestar económico a los componentes de esta

clase. Goldthorpe mantiene que en situaciones de crisis las

desigualdades de clase pueden aumentar y además el desempleo se ceba

entre los trabajadores manuales, activándose de esta manera los

mecanismos de seguridad en el empleo de que disfrutan los

profesionales, directivos y administradores.

6. VALORACION DEL ANALISIS DE CLASES

A la hora de hacer una valoración de lo que da de sí el análisis

de clase podría ser útil contrastar los diferentes enfoques teóricos

que hemos visto.

6.1. LA DESAPARICION DEL CONCEPTO DE STATUS.

En la mayor parte de los tratados recientes sobre clases el

enfoque funcionalista ni siquiera se aborda. No obstante, en uno de

ellos, el de Crompton, aunque no se dedica un capítulo específico

a este enfoque, sí se introduce una interesante reflexión sobre qué

significado atribuir a la omisión del concepto de status. Una de las

propuestas de Crompton es devolver el concepto de status al análisis

de clase.

La fuerte distinción entre clase y status en el desarrollo de medidas

empíricas teóricamente informadas ha tenido ciertas

consecuencias, no todas ellas positivas. Estos argumentos han

tendido a identificar status con prestigio u ordenación

social. Sin embargo, el prestigio es solo una dimensión del

complejo concepto de status, y puede sugerirse que la atención

concedida a esta dimensión ha tendido a evitar la exploración

de otros aspectos del status. Además, el deseo de separar

empíricamente la clase del status ha tendido a desviar la

atención a la investigación de sus interrelaciones.207

El concepto weberiano de status tiene por lo menos tres

dimensiones: (a) grupos de prestigio, (b) estilos de vida o standing

social y (c) pretensiones de títulos materiales o de posibilidades

de vida no basadas en el mercado.

207

op. cit., p. 127.

147

La primera dimensión es la que ha provocado el alejamiento del

estudio de las clases de cualquier intererés por el concepto de

status.

El concepto de estilo de vida no se corresponde necesariamente

con el de comunidades de conciencia. Los estilos de vida pueden

contribuir a la aparición de nuevos grupos y pueden ser la base de

articulación de intereses.

El tercer aspecto puede ser útil para describir la situación

de los estamentos de la era pre-industrial y oponerlos a las clases.

Sin embargo, en las sociedades capitalistas el orden ocupacional

está estructurado tanto económica como socialmente. Ejemplos de

esta estructuración serían el género, el profesionalismo o la

ciudadanía.

6.2. DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS EN LOS ANÁLISIS DE CLASES DE MARX Y

DE WEBER.

En lo que se refiere a Marx y Weber los análisis comparativos

de sus enfoques de clase han detectado generalmente varias

cuestiones, perfectamente explicadas por Val Burris.208 De acuerdo

con él son cuatro las diferencias fundamentales en el pensamiento

clásico referido a las clases entre el enfoque marxista y el

weberiano.

1. Marx considera las clases como una estructura objetiva de

posiciones sociales, mientras que Weber analiza las clases a partir

de la teoría de la acción social, cuestión sobre la cual ya incidimos

al presentar la contraposición entre Durkheim y Weber.

2. Marx mantiene una concepción unidimensional de la

estratificación social, desempeñando el concepto de clase un papel

determinante, mientras que Weber mantiene un enfoque

multidimensional en el que las relaciones de clase interseccionan

y a menudo cuentan con menos peso específico que otras bases de

asociación como es el caso del status o del partido.

208

"The neo-marxist synthesis of Marx and Weber on class". En

N, Wiley, The Marx-Weber Debate, Londres, Sage, 1987.

148

Los críticos weberianos del marxismo han convertido a esta

primacía de la clase en uno de sus principales elementos de rechazo.

Por ejemplo, Parkin empieza su asalto al marxismo con la afirmación

de que ahora que los conflictos raciales, étnicos y religiosos

ocupan una posición central en los conflictos sociales, cualquier

modelo de clase o estratificación que no incorpore plenamente estas

dimensiones pierde credibilidad. Parkin también critica al marxismo

por su incapacidad para analizar formas no clasistas de dominación

como las basadas en el género.

Un breve repaso a las teorías actuales dentro del marxismo

sobre la estratificación pone de manifiesto que esto no es así.

Piénsese en autores y autoras que abordan la opresión de género, de

etnia o de edad, en el marco del marxismo.

3. En la teoría de Marx la lógica de las relaciones de clase y del

conflicto de clase es una lógica de explotación, de modo que la

dominación ideológica y política es interpretada com un medio por

el cual se asegura la explotación, mientras que para Weber la

dominación se concibe con un fin en sí misma, con su propia lógica

y fuerza independientes.

4. Para Marx, las clases son la expresión de las relaciones sociales

de producción, mientras que para Weber las clases son posiciones

comunes dentro del mercado.

6.3. CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN LOS ANALISIS NEOMARXISTAS Y

NEOWEBERIANOS.

Como ya dijimos, los dos modelos de clase más potentes son los

de Goldthorpe (entre las filas noeweberianas) y Wright (entre los

neomarxistas). A pesar de que es posible detectar una confluencia

empírica entre ambos enfoques, las diferencias teóricas parecen

insalvables, y así lo manifiestan, con gran contudencia, los dos

afectados.

Junto con Gordon Marshall209

, Goldthorpe explicitaba cuáles

eran los objetivos y las potencialidades del análisis de clase.

209

J.H. Goldthorpe y G. Marshall, "The promising future of class

analysis: A response to recent critiques", Sociology, 26,3, 1992.

149

Su primera preocupación consiste en clarificar la naturaleza del

análisis de clase y diferenciarlo del análisis de clase propio de

la sociología marxista. El análisis de clase es relevante para el

estudio de las estructuras de clase, la movilidad de clase, las

desigualdades basadas en la clase social y la acción de clase.

Pretende investigar las interconexiones entre las posiciones

definidas en función de las relaciones de empleo en los mercados de

trabajo y las unidades de producción en los diferentes sectores de

las economías nacionales. Se trata de captar y explicar las

interrelaciones entre las estructuras macrosociales y la

experiencia cotidiana de los individuos.

Sin embargo, ambos autores rechazan el supuesto de la

preeminencia del análisis de clase. Aquí empiezan las diferencias

con el análisis marxista.

En primer lugar, su concepción del análisis de clase no implica

una teoría de la historia de acuerdo con la cual el conflicto de

clases se convierta en el motor de la historia.

En segundo lugar, el concepto de clase no supone una teoría

de la explotación de clases, de acuerdo con la cual todas las

relaciones de clase han de ser antagónicas. Por otro lado, no

conviene despreciar las explicaciones liberales o funcionalistas

sobre las desigualdades de clase.

En tercer lugar, la teoría de clases que se propone no arranca

de ninguna teoría de la acción colectiva basada en las clases, de

acuerdo con la cual los ocupantes de ciertas posiciones de clase

automáticamente desplegarán una conciencia de clase determinada.

En cuarto y último lugar el análisis de clase no supone una

visión reduccionista de la teoría de la acción política -colectiva

o individual- de acuerdo con la cual la acción sea comprendida

simplemente como la expresión inmediata de las relaciones de clase

y la búsqueda de intereses de clase determinados estructuralmente.

La identidad precede a los intereses y lo primero que hay que

explicar es cuáles son los elementos que conforman la identidad de

los individuos, identidad que en parte puede ser conformada por la

pertenencia de clase.

Pudiera parecer que habría que relegar el análisis de clase

a la irrelevancia: nada más erróneo. En primer lugar, el concepto

150

de clase ha de ser definido de un modo tan concreto como sea posible,

con la intención de evitar la confusión de la clase con otros

factores relevantes. A menudo el concepto de clase se mezcla con el

de status.

En segundo lugar el análisis de clase ha de ser de un carácter

genuinamente multivariable. Por ejemplo, se afirma que el poder

explicativo de la clase es cada vez menor y a cambio son cada vez

más relevantes, elementos como las pautas de consumo o los estilos

de vida. Se trata de establecer vínculos entre la posición de clase

y una serie de variables independientes como puedan ser la

educación, la salud, etc.

Un tercer requisito del análisis de clase es que debe

incorporar la dimensión temporal. En este sentido conviene tener en

cuenta el declive de la industria manufacturera y la extensión del

sector servicios, la menor presencia de la clase obrera tradicional,

el desarrollo de la privacidad del hogar, etc. En cualquier caso,

Goldthorpe y Marshall previenen contra la ley del péndulo: pasar de

considerar una clase obrera comunitaria y solidaria a una clase

obrera atomística y consumista.

Para Wright210

los enfoques weberianos están exentos de tres

constricciones teóricas sin embargo presentes en el marco marxista,

constricciones que concreta del siguiente modo:

1. Clase, modo de producción y la teoría de la historia. Para

los weberianos las clases son un fenómeno específico de las

sociedades de mercado, de este modo, no precisan elaborar un esquema

general de las clases aplicable a modos de producción distintos al

capitalismo. Este esquema se desarrrolla incluso en aquellas

tradiciones marxistas que renuncian a suministrar una teoría de la

historia.

210

E.O. Wright: "The conceptual status of class structure in

class analysis", en S.G. McNaill et al.: Bringing Class Back In.

Contemporary and Historical Perspectives. San Francisco, Westview

Press, 1991.

151

2. Explotación y clases antagónicas. El modelo weberiano no

está basado en la existencia de relaciones antagónicas. Esto supone

que, en principio, puede admitir la existencia de un número

indefinido de clases además de los trabajadores y los capitalistas.

Todo lo que hace falta es que una clase dada se caracterice por una

situación de mercado o de trabajo distintiva, o si se prefiere, unas

posibilidades de vida distintivas. Para el marxismo las clases

sociales han de situarse en el seno de las relaciones de explotación,

y por tanto, de antagonismo.

3. Amplitud de la ordenación teórica de los conceptos. Los

weberianos no asumen el esfuerzo de articular y de ordenar los

problemas de los intereses materiales, las experiencias vividas y

la capacidad de acción colectiva. Por ejemplo, los weberianos nada

dicen sobre si dos trabajos que comparten una misma situación de

mercado, pero difieren en las situaciones de trabajo, constituyen

o no divisiones dentro de una misma clase o si son clases distintas.

La ausencia de estas tres distinciones conceptuales facilita

considerablemente la localización de grupos como los profesionales,

los empleados técnicos y los gerentes. Basta con demostrar que las

destrezas que ofrecen en el mercado les suministran ventajas

económicas distintivas en el mercado de trabajo. No plantea ninguna

dificultad el hecho de que la posesión de determinadas destrezas no

corresponda a ninguna relación social polarizada entre los

propietarios de destrezas y los no propietarios de las mismas.

El compromiso de Wright con el marxismo deriva de tres

consideraciones.

1. Políticamente. El marxismo suministra un marco teórico

comprensivo dentro del cual analizar las posibilidades y los

obstáculos del cambio social emancipador.

2. Teóricamente. El marxismo convierte la estructura de clases en

el elemento central que permite explicar el cambio social y el

conflicto social.

3. Metodológicamente. Considera que es mucho mejor desarrollar y

reconstruir los conceptos específicos dentro de un conjunto de

constricciones claramente especificadas. La elección es más bien

entre una teoría y una no teoría.

152

Dicho esto, son varios los autores que consideran que existe

una identidad de fondo, al menos en lo que se refiere a los análisis

empíricos, entre los enfoques weberianos y marxistas, o, por ser más

preciso, entre los estudios de Goldthorpe y de Wright. Es decir, es

posible leer un esquema de clases en clave de la categorización de

Wright a partir de un cuadro de Goldthorpe y viceversa. La siguiente

ilustración211

aclara esta idea.

Convergencia de los modelos de Goldthorpe y Wright.

Goldthorpe

Wright

I II IIIa IIIb IV V VI VII

Burguesía

Pequeños empleadores

Pequeña burguesía

Directivos expertos

Supervisores expertos

Expertos

Directivos cualificados

Supervisores cualificados

Obreros cualificados

Directivos no cualificados

Supervisores no cualif.

Proletarios

* *

* * *

* * *

* *

* *

* *

* * * * *

* * * * * *

* * * * *

* * * * * *

* * * * * *

* * * * *

Como podemos ver, los propietarios de los medios de producción,

comprendiendo a la burguesía, los pequeños empleadores y la pequeña

burguesía dentro de la tipología de Wright son descritos por

Goldthorpe como pequeños propietarios o trabajadores por cuenta

propia. Los empleadores y la pequeña burguesía de Wright se

encuentran en escasa medida en las clases I y II de Goldthorpe debido

a que poseen credenciales educativas.

211

Tomado de Michael Emmison, "Wright and Goldthorpe:

Constructing the Agenda of Class Analysis". En Janeen Baxter et al.,

Class Analysis and Contemporary Australia, MacMillan, Melbourne,

1991.

153

6.4. ESPING-ANDERSEN: ¿UN PARADIGMA EMERGENTE EN EL ANALISIS DE LAS

CLASES?

Esping-Andersen212 arranca de la idea de que la mayor parte de

la sociología gira en torno al concepto de clase social, concepto

que pareció declinar en los años 50 y 60. Plantea la necesidad de

proceder a un nuevo tipo de análisis de la estructura de clases en

el escenario de las sociedades postindustriales.

La teoría sobre las sociedades postindustriales cuenta con sus

versiones optimista y pesimista. En la explicación de Bell, la

sociedad postindustrial es caracterizada por el dominio del sector

servicios y la aparición de cuadros técnico-profesionales.

Una visión paralela es la que se presenta en la literatura

post-fordista. Aquí el acento recae sobre la continua

transformación dentro de las manufacturas y su efecto sobre la

elevación de las destrezas, el aumento de la autonomía y control del

trabajador y el declive de las jerarquías fordistas tradicionales.

Hay básicamente dos versiones pesimistas. Una predice que la

automatización tiene como consecuencia el desempleo. Esto puede dar

lugar a una nueva división entre los instalados y los excluidos

(insiders-outsiders). La tenencia o no de empleo podría convertirse

en una base de formación de clases.

La literatura de la desindustrialización presenta otro

escenario pesimista. En lugar de asistir a la expansión de la

población excluida, asistiríamos a una fuerte reducción salarial

que se traduciría en la disminución de los efectivos de clase media.

Giddens213

contempla la posibilidad de una polarización en donde,

en el fondo, se encontraría una subclase atrapada en el círculo

212

G. Esping-Andersen, "Post-industrial Class Structures: An

Analytical Framework", en G. Esping-Andersen (ed.), Changing

Classes. Stratification and Mobility in Post-Industrial Societies,

Londres, Sage, 1993.

213

op. cit., 1983.

154

vicioso de la carencia de privilegios. Piore y Sabel214 sugieren la

posibilidad de un modelo napolitano de flexibilización en el que las

empresas combinan su fuerza de trabajo altamente cualificada con una

periferia de fuerza de trabajo de reserva. Esto supone la aparición

de un importante grupo de personas marginales.

Las teorías dominantes de las clases sociales, sean marxistas

o weberianas, identifican las clases con el eje de la autoridad, la

propiedad o el mercado puro. Esping-Andersen propone un esquema

tentativo de clases cuyo objetivo principal es distinguir las clases

del escenario postindustrial de las clases del escenario fordista.

En la estructura de clases fordista el trabajador conoce con

relativa certeza cuál va a ser su trayectoria profesional. Además

se trata de una estructura con una peculiar división del trabajo,

donde las mujeres son prácticamente relegadas al desempeño de las

tareas domésticas, dado que el salario del varón permite mantener

a la familia. Quizás lo más destacado de la estructura de clases

postindustrial es la desaparición paulatina de esta lógica sexista.

A medida que se expanden los servicios sociales, la necesidad de que

las mujeres se dediquen en exclusiva al trabajo doméstico es menor.

Por otro lado, la participación de las mujeres en empleos a tiempo

completo está en función de la existencia de esos servicios

sociales. Los servicios para las mujeres crean empleos para mujeres

(el caso paradigmático sería el de las maestras en general y de las

profesoras de educación infantil en particular). Esto conduce a la

posibilidad de coexistencia de una estructura de clases fordista con

una clara división sexista (en el sentido de excluir a las mujeres)

del trabajo y una estructura postindustrial con un marcado sesgo

sexista en la distribución de los empleos.

Uno de los rasgos más destacados de la estructura de clases

postindustrial es el hecho de que muchos de los trabajos no

cualificados son trabajos de transición, es decir, hay poca base

para la constitución de clases sociales, dado el continuo flujo

social.

214

M. Piore y C. Sabel, The Second Industrial Divide, Nueva

York, Basic Books, 1984.

155

Los esquemas de clases en los escenarios fordista y

postindustrial serían los siguientes (se excluye el sector primario

y a los militares).

1. La jerarquía fordista.

(a) directivos y propietarios (incluye al personal ejecutivo y la

"pequeña burguesía");

(b) trabajadores de oficina, administrativos (no directivo) y de

ventas que realizan tareas de control, distribución y y

administración;

(c) trabajadores cualificados/artesanos, incluyendo trabajadores

"técnicos" de bajo nivel;

(d) trabajadores manuales no cualificados y semicualificados,

incluyendo trabajadores de transportes y otras ocupaciones

manuales implicadas en la distribución y en la manufactura,

tales como los empaquetadores, conductores, transportistas y

demás.

2. La jerarquía post-industrial.

(a) profesionales y científicos;

(b) técnicos y semi-profesionales (maestros, enfermeras,

trabajadores sociales, trabajadores de laboratorio,

diseñadores, etc);

(c) trabajadores cualificados de los servicios (cocineros,

peluqueros, policías, etc).

(d) trabajadores no cualificados de los servicios o proletariado de

los servicios (limpiadores, camareros, etc).

Además, Esping-Andersen propone integrar en la estructura de

clases a la población sobrante excluida, la cual está formada por

personas incapaces de acceder o de retornar al empleo. En primer

lugar, el estado del bienestar puede contribuir a la creación de una

población excluida de prejubilados, desempleados de larga duración

y otras personas que viven de los subsidios estatales. En segundo

lugar, la política de mercados de trabajo puede desincentivar la

oferta de trabajo, tal y como ocurre con las políticas fiscales que

penalizan el empleo de las mujeres o donde los salarios de eficiencia

(para los instalados) crean desempleo involuntario.

Concluyendo, la mayor parte de la literatura sobre las clases

ha adoptado una perspectiva estática, perspectiva que dificulta la

comprensión de la formación del proletariado de servicios. La

cuestión de si estas personas permanecerán toda la vida en estos

empleos o si pasarán a ocupar otros es una cuestión absolutamente

clave.

156

Las cinco características esenciales del escenario de clases

posindustrial son las siguientes. En primer lugar, asistiremos a un

estancamiento del número de directivos y a un agudo declive del

proletariado manual no cualificado. En segundo lugar, la aparición

de cuadros profesionales o semiprofesionales dependerá sobre todo

de la vitalidad de las empresas y de los servicios sociales. En

tercer lugar, el tamaño relativo del proletariado del sector

servicios está en función de dos factores. El proletariado de los

servicios crecerá a medida que lo haga (a) el consumo a bajo precio,

y en consecuencia bajos salarios para el proletariado, de

actividades anteriormente realizadas en el seno del trabajo

doméstico y (b) que se expanda el sector de servicios sociales. En

cuarto lugar, el tamaño relativo de la población excedente es una

función del efecto combinado de la política del estado del bienestar

y de la cuestión del coste de la atención sanitaria. Finalmente, las

sociedades postindustriales ofrecen una estructura ocupacional más

positiva, dado que permiten la posibilidad de dos tipos de

polarizaciones: o entre una población integrada y una población

excluida o entre la primera y un amplio proletariado del sector

servicios.

7. EL ESTUDIO DE LAS CLASES SOCIALES EN ESPAÑA

Tezanos215

sitúa el inicio del interés por la investigación

sociológica de las clases en España a partir de la aparición de la

llamada cuestión social. Son tres los enfoques de aproximación al

análisis de este tema. En primer lugar, se podría citar la aportación

de signo marxista, representada por el famoso informe de Jaime Vera

sobre el estado de las clases trabajadoras en 1884. La segunda

aproximación se conecta con el pensamiento krausista. El exponente

más destacado es Adolfo Posada y su materialización es el Instituto

de Reformas Sociales. Y, finalmente, está el análisis suministrado

desde la Iglesia, consecuencia del influjo del Rerum Novarum. Su más

claro exponente fue Severino Aznar (1870-1959), quien promovió las

Semanas Sociales de España y fundó la Revista Internacional de

Sociología.

215

J.F. Tezanos, "Inequality and Social Classes", en S. Giner

y L. Moreno, Sociology in Spain, IESA, Madrid, 1990.

157

Por su parte, Díaz Nicolás y Del Pino Artacho216

señalan la

escasez de estudios sobre las clases en España debido entre otras

razones al carácter reciente de los estudios de sociología en

nuestro país. Citan los estudios históricos de Prieto Escudero217

,

Mateo del Peral218

y Beneyto Pérez219

. Pérez Escudero hace

estimaciones de clase alta, media y popular para cuatro fechas:

1500, 1850, 1950 y 1975.

___________________________________________________________

Clase alta Clase media Clase popular

_______________________________________

1500 1 16 83

1850 2 49 49

1950 0,5 34,5 65

1975 1 41 58

___________________________________________________________

En este capítulo vamos a agrupar los estudios sobre las clases

en cuatro apartados220

-más un apartado dedicado a las últimas

aportaciones de Juan Jesús González-: estudios de carácter

estructural-funcionalista, de signo marxista, los estudios de la

216

J. Díaz Nicolás y J. del Pino Artacho, "Estratificación y

movilidad social en España en la década de los años 70". En M. Fraga,

J. Velarde y S. del Campo (eds.), La España de los años 70. I.La

sociedad., Madrid, Moneda y Crédito, 1972.

217

G. Prieto Escudero, "Estratificación social en la España

balmesiana", Revista Internacional de Sociología, 111-112, 1970.

218

I. Mateo del Peral, "Andrés Borrego y el problema de las

clases medias", Revista de Estudios Políticos, 1962.

219

J. Beneyto Pérez, "La concepción jerárquica de la sociedad

en el pensamiento medieval español", Revista Intenacional de

Sociología, 17, 1947.

220

Agradezco al profesor Salustiano del Campo su sugerencia de

agrupar en estos cuatro epígrafes los estudios sobre clases en

España.

158

época de la transición y, finalmente, el estudio específico sobre

el caso español en el marco de la investigación internacional que

dirige E.O. Wright.

7.1. ENFOQUE ESTRUCTURAL-FUNCIONALISTA.

Una de las primeras contribuciones al análisis de las clases

es la de Ros Gimeno, quien en dos trabajos se ocupa de la

determinación y cuantificación de las clases sociales en España221

.

En el primero de los trabajos define la clase social a partir de la

cultura, la profesión y la renta, aunque a efectos de resolución

empírica se apoya en exclusiva en la ocupación.

No se debe perder de vista la publicación en 1959 del libro

de Murillo sobre las clases medias222. Se trata de una obra escrita

a petición del Mittelstandsinstitut Soziologische Abteilung que

dirigía R. Köning. Este trabajo tiene el inmenso valor de ser una

de las primeras descripciones empíricas sistemáticas de la

estructura social de España. Frente a las alabanzas indiscriminadas

con relación al papel de las clases medias, Murillo analiza su

composición ocupacional y su concepción del mundo. Destaca la

asusencia de una "burguesía propiamente dicha", lo cual es herencia

histórica de la Reconquista "que ocasionó que no hubiera burguesía,

porque el hispano se acostumbró a ganar de golpe una buena posición

arriesgando la vida, y no por vías industriales o mercantiles,

laborales al fin"223

. El siguiente cuadro reproduce la estructura

de la clase media en el año 1950.224

___________________________________________________________

PROFESIONES %

___________________________________________________________

221

J. Ros Gimeneo, "Estructura de la sociedad española desde

el punto de vista de las clases que la integran", XI Semana Social

de España, Barcelona, 1951, y "Las clases sociales y el problema de

su determinación", Revista Internacional de Sociología, 65, 1959.

222

Las clases medias españolas, Escuela Social, Granada, 1959.

223

op. cit., p. 12.

224

op. cit., p. 30.

159

Profesionales, técnicos y afines 12.5

Empleados administrativos, de dirección,

de oficinas y similares 27.1

Trabajadores dedicados a la venta 12.2

Militares profesionales 4.8

Empresarios o patronos agrícolas con fincas propias 43.5

___________________________________________________________

La clase media supondría el 27% de la población española,

mientras que la clase alta supondría el 0.1% de la población,

perteneciendo el restante 72.9% a la clase obrera.

Otro hito en el estudio de las clases sociales es la

publicación, en 1960, de las Actas del Congreso Internacional del

Instituto de Clases Medias. Aquí podemos destacar los trabajos de

Salustiano del Campo225

, de Murillo y Perpiñá, de Jordana Fuentes

y Borrajo Dacruz entre otros.

Por su interés destacan las conclusiones a las que llegó

Murillo.

1) España posee una baja proporción de clase media en relación con

el total de su población aplicando los criterios de valoración

social vigentes en su sociedad. 2) La proporción es

especialmente baja en la mitad sur de la península, por el gran

contingente del proletariado agrícola. 3) La proporción es

mayor en las provincias más industrializadas, pese a tener un

gran proletariado industrial. 4) La proporción máxima

corresponde a provincias poco importantes, poco

industrializadas y con una mejor distribución de la propiedad

del campo. 5) Está surgiendo una clase media nueva, aún no

asimilada a la anterior, como consecuencia de las nuevas

condiciones económicas. 6) Aunque numéricamente no puede

fijarse si existe tendencia a la regresión en el porcentaje

de clase media antigua, parece razonable suponer que la

subcultura específica está a la defensiva frente a los valores,

formas de vida y modos de comportamiento de la nueva clase

ascendente. 7) Sin embargo, por la desigual distribución de

la transformación económica existe hoy una tendencia en las

zonas de menor porcentaje de clase media a disminuir aún más,

no dándose en ellas por manera notable el ascenso de la nueva

225

"Las clases medias y la movilidad en la sociedad industrial".

También publicado en S. del Campo, La sociedad de clases medias,

Espasa Calpe, Madrid, 1989.

160

clase. Una tendencia, por tanto, que ahonda las diferencias

entre la mitad sur y la mitad norte de la Península.226

A mediados de los sesenta Cazorla publica un estudio en el que

se cuantifica la estratificación social en España227. Cazorla es un

discípulo de Murillo y escribe sus textos más significativos sobre

estratificación entre mediados de los sesenta y mediados de los

setenta. Se trata de un conjunto de textos que abordan de un modo

diverso las desigualdades: desigualdades personales, diferencias

regionales, las relaciones de la familia con la estratificación, la

posición de clase de los funcionarios, la práctica religiosa, etc.

Sus preocupaciones son claramente de carácter empírico. El

siguiente cuadro explicita el estudio empírico sobre

estratificación.228

226

Actas del Congreso Internacional del Instituto de Clases

Medias, Madrid, 1960, pp. 181-182.

227

"Un ensayo de estratificación social española para 1957",

Revista Española de la Opinión Pública, 1, 1965. Reeditado en J.

Cazorla, Problemas de estratificación social en España, Cuadernos

para el Diálogo, Madrid, 1973.

228

op. cit., pp. 96-97.

161

Ocupaciones Hogares %

CLASE ALTA . Urbana 2.0%) Profesiones liberales 9.193

Agricultores 28.974

Empresarios 50.006

Directores de empresa 2.673

Administrativos, funcionarios, 43.757

Otros 3.622

2.0

CLASES MEDIAS (41.4%)

Nueva y "evolucionada"

Tradicional

Rural-agraria. Tradicional.

Empresarios 385.914

Directivos, vendedores, téc-

nicos medios, administrativos 374.458

Trabajadores cal., capataces,

contramaestres, etc 763.140

Personal de servicios y otros 93.551

Comerciantes, propietarios al

por mayor y detail 156.793

Militares 68.530

Funcionarios públicos 178.900

Profesiones liberales 30.824

Agriculotres medios 728.494

Jornaleros y trabajadores

agrícolas 135.471

23.0

6.2

12.2

CLASES TRABAJADORAS (56.5%)

Urbana. Modesta

Rural-agraria

Urbana. Pobre

Rural-agraria

Empresarios 342.597

Profesiones liberales 11.357

Directores de empresa 1.688

Administrativos 393.814

Trabajadores manuales 1.407.039

Personal de servicios 220.480

Otros 20.700

Agricultores 521.545

Jornaleros agrícolas 332.209

Empresarios 64.815

Profesiones liberales 2.703

Directores de empesas 422

Administrativos 43.757

Trabajadores manuales 214.633

Personal de servicios 112.320

Otros 17.077

Agricultores 144.873

Jornaleros agrícolas 147.688

34.0

12.1

6.4

4.1

162

Dentro de este epígrafe debemos citar los primeros informes

FOESSA: el de 1966 y el de 1970. En el primero no hay ningún capítulo

específicamente dedicado a la estratificación, a pesar de que la

considera uno de los aspectos centrales de la estructura social: "la

estructura social comprende tanto el sistema de estratificación -lo

que los clásicos de la Sociología denominaban "clases sociales"-

como las instituciones organizadas (familia, comunidades,

instancias políticas, empresas, etc) y las normas sociales por las

que se entiende el funcionamiento de ese sistema de estratificación

y de esas instituciones".229

El FOESSA de 1970 dedicaría un capítulo a los problemas de

estratificación y movilidad social. En este capítulo se hace una

recopilación de los diferentes enfoques teóricos sobre las clases,

para a continuación ofrecer una cuantificación de las clases a

partir encuestas subjetivas en las que los entrevistas se autoubican

en una clase social u otra.

____________________________

Alta (menos de 0.5%)

Media-alta 6

Media-media 31

Media-baja 18

Obrera 32

Pobre 13

___________________________

229

Amando de Miguel, Informe sociológico sobre la situación

social de España, Madrid, Fundación FOESSA, Euramérica, 1966.

163

En el IV Informe FOESSA230 se incluye una amplia sección sobre

estratificación social en la que se pregunta a la muestra

seleccionada sobre cuestiones como la percepción subjetiva del

número de clases que existen en nuestra sociedad, si existe o no

lucha de clases, grado de conciencia de clase, percepción de la

desigualdad, etc. Resulta especialmente significativa la respuesta

a la pregunta sobre el número de clases. El 54% de las respuestas

declara percibir dos, tres y cuatro clases. Conviene hacer notar el

elevado número de personas (29%) que no sabe o no contesta. Solo un

3% de los entrevistados considera que no existen clases. La

percepción de tres capas (31%) es la que se suele considerar más

conservadora, dado que incluye una clase media, normalmente

percibida como elemento estabilizador de la estructura de clases.

7.2. ENFOQUE MARXISTA.

Emperaremos por el trabajo de Ignacio Fernández de Castro y

Antonio Goytre231

. Estos autores se declaran firmes partidarios del

método de análisis de Poulantzas.

En líneas generales seguimos y aceptamos el análisis de

Poulantzas sobre las clases sociales, aunque ello no suponga

una coincidencia general y absoluta, sino un punto de partida

que consideramos razonable y suficiente para poder avanzar en

nuestra reflexión sobre el problema de las clases.

Nos parece acertada y sugestiva la afirmación de este autor

de que las clases sociales se identifican con relaciones

sociales y que es posible reconocerlas por las prácticas, no

todas las prácticas, sino aquellas que producen efectos

pertinentes en la formación social.232.

230

Informe sociológico sobre el cambio social en España.

1975-1983, Madrid, Euroamérica, 1983.

231

Clases sociales en España en el umbral de los años '70,

Madrid, Siglo XXI, 1974. Buena parte de los resultados y

conclusiones de este libro reaparecerían en el informe FOESSA de

1975, informe cuyo amplísimo capítulo consagrado a las clases cuenta

con una extensa explicación de las corrientes teóricas en el estudio

de las clases a cargo de Antonio de Pablo.

232

op. cit., pp. 14-15.

164

En cualquier caso, a diferencia de lo que ocurre con el

sociólogo griego, suministran datos con los que cuantifican las

clases sociales existentes en una formación social. En concreto, lo

que hacen es utilizar los datos que suministra la Encuesta de la

Población Activa entre 1964 (año de inicio de esta estadística) y

1970 (año de finalización del análisis de Fernández de Castro y

Goytre. Las razones para hacer uso de estas series estadísticas son

diversas: la necesidad de utilizar oleadas de datos configuradas con

criterios homogéneos, los elementos detectados en estas encuestas

son muy diversos al tiempo que se constituyen en un buen punto de

partida -en tanto que datos brutos- para elaborar análisis

sociológicos.

Los autores distinguen la existencia en la formación social

española de un modo de producción capitalista -mayoritario y

hegemónico- y un modo de producción precapitalista -reducido y

residual-. Grosso modo y con matizaciones sustantivas, como

veremos, el primero estaría constituido por la población empleada

en los secortes industrial y de servicios y el primero por la

empleada en el sector primario. La distribución de la población

activa sería la siguiente:

1969 1970 Diferencia %

Modo de

producción

capitalista

5.679.300

7.034.500

+ 1.355.200

+ 23.9

Modo de

producción

precapitalista

5.933.100

5.395.900

- 537.200

- 9.1

No obstante estas cifras han de ser matizadas:

Dentro de lo que llamamos modo de producción capitalista existe

población activa que pese a su condición de asalariada no puede

considerarse como incluida en él (tal, por ejemplo, el servicio

doméstico que no puede asimilarse a este sector por las razones

que veremos).

Dentro del sector que llamamos precapitalista existen activos que

se encuentran en un modo capitalista de producción (tales, por

165

ejemplo, los empleadores y empresarios agrarios y sus

asalariados cuando se trata de explotaciones capitalistas).233

Las pautas de evolución serían las que se reflajan en el

siguiente cuadro:

1964 1970 Diferencia %

Modo de producción

capitalista

Empleadores

Asalariados

Total

283.600

4.138.300

4.421.900

272.700

5.546.700

5.819.400

- 10.900

+ 1.408.400

+ 1.397.500

- 3.8

+ 34.0

+ 33.8

Sector público 864. 700 824.900 - 39.800 - 4.6

Sector agrario

Empleadores

Asalariados

91.900

1.320.100

38.300

1.104.200

- 53.600

- 215.900

- 57.3

- 16.3

Servicio doméstico 392.100 390.200 - 1.900 - 0.5

Sector precapitalista

(aratesanos,

campesinos,

profesionales

liberales, familiares)

4.521.100

4.253.400

- 267.700

- 5.8

Para finalizar con la investigación de Fernández de Castro y

Goytre, el siguiente cuadro resume la estratificación de la

formación social española en 1970.234

233

op. cit., p. 40.

234

op. cit., pp. 306-307.

166

Estrato clase alta (53) Empleadores 14

Profesiones liberales 4

Ejecutivos capitalistas 1

Técnicos superiores 2

Altos funcionarios 2

Técnicos superiores del Estado 2

"Sus labores" 17

Estudiantes de enseñanza superior 10

TOTAL 53

Estrato "clase

media" (539)

Clase media

alta (256)

Industriales y comerciantes indifiduales 50

Técnicos medios 13

Empleados 45

Técnicos medios sector público 9

Empleados sector público 11

"Sus labores" 88

Alumnos enseñanzas "medias" 40

TOTAL 256

Clase media

baja (283)

Indsutriales y comerciantes individuales 20

Campesinos familiares 36

Obreros calificados sector privado 100

Obreros calificados agrarios 4

Obreros calificados sector público 8

"Sus labores" 115

TOTAL 283

Estrato "clase baja" (408) Campesinos familiares 80

Obreros no calificados sector privado 94

Obreros no calificados sector agario 46

Obreros no calificados sector público 4

Servicio doméstico 18

"Sus labores" 166

TOTAL 408

(Entre paréntesis tantos por mil).

No podemos dejar de citar, en el ámbito marxista, los trabajos

que sobre estructura de clases ha llevado a cabo Daniel Lacalle235

.

De acuerdo con este autor, quien se apoya fuertemente en Westergaard

y Resler, la estructura de clases del capitalismo actual está

compuesta por una clase dirigente, que supone entre el 5 y el 10%

de la población activa. Los grupos hegemómicos de esta clase son

entre el 0.5 y el 1%. Un segundo bloque, que porcentualmente supone

entre el 15-20% es el constituido por los grupos intermedios,

técnicos y profesionales medios, pequeña burguesía tradicional y

235

Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endemyon, 1990.

167

profesionales bajos. Finalmente, las clases dominadas suponen

aproximadamente el 75% de la población activa. Los resultados

serían los siguientes.

ESTRUCTURA DE CLASES EN ESPAÑA 1978 (%)

Empleadores, profesionales liberales,

gerentes, directores.

8

Técnicos y similares

Pequeña burguesía

4

19

Empleados

Obreros manuales y otros

13

55

En España se ha asistido desde los años sesenta a una progresiva

salarización de la población activa. En 1964 los asalariados eran

el 62.1% de la población activa, en 1970, el 64.7%, en 1979 el 69.9%

y en en 1987 el 70.3%.

De acuerdo con Lacalle los cambios más significativos son los

que se han dado en el seno de cada una de las clases sociales. Así

en la clase dominante han perdido peso los terratenientes y

empresarios agrícolas, mientras que entre los grupos asalariados

han perdido peso los obreros.

ESTRUCTURA DE CLASES EN ESPAÑA

1950 1970 1975

Alto personal directivo 2.4 3.8 4.4

Terratenientes y

empresarios agrícolas

1.7 1.4 0.6

ESTRUCTURA DEL CONJUNTO SALARIAL

1979 1987

Profesionales y técnicos 12.7 13.5

Administrativos 14.5 16.2

Obreros cualificados y no cualif. 55.0 50.1

Servicios y otros 17.8 20.2

168

Un estudio escasamente conocido sobre las clases sociales en

España es el realizado por los Grupos Obreros de Estudios Sociales.

Se trata de un análisis marxista de la formación social española.

Aquí lo que nos interesa es el amplio capítulo dedicado a las clases.

El marco analítico para el estudio de las clases procede

directamente de Poulantzas. No obstante, los autores introducen

algunas fracciones de clase no nombradas por el sociólogo griego.

El siguiente cuadro aclara el esquema de clases utilizado por estos

autores.

169

MP CLASES DOMINANTES CLASES

DOMINANTES-DOMINADAS

CLASES DOMINADAS

CAPITALISTA

MONOPOLISTA

OLIGARQUIA FINANCIERA

TRADICIONAL

BURGUESÍA IMPERIALISTA

BURGUESÍA FINANCIERA MODERNA

BURGUESÍA FINANCIERA ESTATAL

PROLETARIADO MONOPLISTA

PROLETARIADO EVENTUAL

PROLETARIADO NO

MONOPOLISTA

CAPITALISTA NO

MONOPOLISTA

BURGUESÍA MEDIA INDEPENDIENTE

BURGUESÍA MEDIA DEPENDIENTE

BURGUESÍA RENTISTA

FEUDAL Y

ESCLAVISTA

ARISTOCRACIA LATIFUNDISTA

TERRATENIENTES RENTISTAS

SEÑORÍO DOMÉSTICO

ARRENDATARIOS Y

COLONOS

PROLETARIADO FEUDAL

SERVICIO DOMÉSTICO

MERCANTIL

SIMPLE O

TRANSICIÓN

FEUDALISMO-CA

PITALISMO

PEQUEÑA BURGUESÍA

PROFESIONAL

PEQUEÑA BURGUESÍA

URBANA

PEQUEÑA BURGUESÍA

CAMPESINA

PEQUEÑO PROLETARIADO

ARTICULACION

CAPITALISMO

MERCANTIL

SIMPLE

NUEVA PEQUEÑA

BURGUESÍA

Como se puede observar los autores diferencian clases y

fracciones de clase en función del modo de producción de que se

trate. Como suele suceder en tantas lecturas marxistas de la

estructura de clases, la producción mercantil simple aparece como

un elemento condenado a la desaparición. Resulta llamativa la

presencia en el cuadro del modo de producción esclavista, a pesar

de que en el texto, como era de esperar, los esclavos no aparecen

por ningún sitio.

170

Lo que hace especialmente atractivo este estudio es, en primer

lugar, el intento de dotar de sustento empírico al abstracto modelo

de Poulantzas236

, es decir, el intento de cuantificar las clases.

En segundo lugar, resulta interesante, aunque muy discutible, el

desmenuzamiento en diferentes fracciones de cada una de las clases

de la sociedad española.

Se puede observar en el cuadro cómo se detectan algunos de los

problemas de las divisiones internas dentro de las clases

trabajadoras, especialmente en lo que se refiere a estabilidad en

el puesto de trabajo. Quizás aquí hubiera sido más apropiado haber

hecho uso de las teorías sobre la segmentación de los mercados de

trabajo, quizás aún no conocidas para el público español.

Un intento más de cuantificar las clases es el realizado por

Rafael Díaz-Salazar237

. Este autor se apoya en recientes

teorizaciones de corte marxista: Poulantzas, Preworski y Wright

(especialmente el primer Wright). Al igual que en el caso anterior,

las teorías weberianas quedan marginadas. De acuerdo con

Díaz-Salazar, utilizando el modelo del Wright de las posiciones

contradictorias, la estructura de clases en España (a partir de la

EPA del tercer trimestre de 1989) sería la siguiente:

______________________________________________________________

%

_____________________________________________________________

BURGUESÍA 3.6

PEQUEÑOS PATRONOS 11.1

DIRECTIVOS ALTOS Y MEDIOS 2

BAJOS DIRECTIVOS, CAPATACES Y SUPERVISORES 1

PEQUEÑA BURGUESÍA 1.2

TRABAJADORES SEMIAUTÓNOMOS 9

PROLETARIADO 60.3

______________________________________________________________

236

Sustento empírico que en el caso de la oligarquía llega a

una amplia enumeración de los apellidos más importantes.

237

¿Todavía la clase obrera?, Madrid, HOAC, 1990.

171

7.3. ESTUDIOS DE LA EPOCA DE LA TRANSICION.

Entre los estudios de esta época destacan los Tezanos -y su

correspodiente polémica co Gomáriz- y el singular, aunque endeble,

estudio de Luis García San Miguel.

Tezanos ha mantenido constante su preocupación por

cuantificar, a partir de datos de la EPA, las clases sociales

existentes en España. Podemos citar dos estudios de los años

setenta: Estructura de clases en la España actual 238 y Estructura

de clases y conflictos de poder en la España posfranquista239

. Se

trata de obras en las cuales no se da una fuerte identificación con

algún enfoque en particular. Son estudios amplios sobre la

estructura social de España en donde se presenta la literatura

sociológica de la época referida a las clases sociales. Aquí se

analizan cada una de las clases existentes en España: clases medias,

clases en el campo, clase obrera, profesionales, élites.

Tezanos ha vuelto recientemente a analizar la estructura de

clases en España240

, resumiendo de esto modo sus investigaciones

anteriore. De acuerdo con este último trabajo, se asiste a un proceso

de desruralización de la población activa que se acelera

intensamente en los años sesenta. Esto ha tenido como consecuencia

una fortísima disminución del porcentaje de obreros agrícolas, y en

general de la población activa dedicada a la agricultura.

El proceso de industrialización de la población activa se

mantiene hasta mediados de la década de los setenta, momento en que

la industria llega a ocupar más personas que cada uno de los otros

dos sectores productivos.

A partir de mediados de la década de los setenta se asiste a

un significativo proceso de terciarización, pero con una acusada

aceleración durante los ochenta.

238

Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1975.

239

Madrid, Edicusa, 1978.

240

J.F. Tezanos, "Clases sociales", en VV.AA.: España. Sociedad

y política. Madrid, Espasa, 1990.

172

A su vez se consolida un importante sector de autónomos y de

trabajadores independientes de la industria y de los servicios, que

se mantiene en torno al 11% de la población activa durante los

sesenta y los setenta y experimentando un sustancial crecimiento en

los ochenta.

_____________________________________________________________

ESTRUCTURA DE LA POBLACION ACTIVA OCUPADA EN 1988

_____________________________________________________________

1. Bloque de clases propietarias

1.1. Sector empresarial capitalista 4,8

1.1.1. Empresarios agrarios con asalariados.... 38.500 0,3

1.1.2. Empresarios con asalariados de la

industria y los servicios ................... 389.400 3,3

1.1.3. Gerentes y directores .................. 140.600 1,2

1.2. Sector de autopatronos e independientes 23,3

1.2.1. Profesionales liberales ................ 147.500 1,3

1.2.2. Empresarios sin asalariados y

trabajadores independientes .................. 1.588.600 13,6

1.2.3. Propietarios agrícolas sin asal. ....... 987.800 8,4

2. Bloque de clases asalariadas

2.1 Empleados 36,1

2.1.1. Personal adm., comercial y técnico ..... 2.845.700 24,3

2.1.2. Contramaestres y capataces ............. 128.200 1,1

2.1.3. Personal de sevicios ................... 1.248.000 10,7

2.2. Obreros 32,9

2.2.1. Obreros especializados ................ 2.748.600 23,5

2.2.2. Obreros sin especializar ............... 595.500 5,1

2.2.3. Obreros agrícolas ...................... 504.300 4,3

3. Otros y no clasificables ................... 345.800 2,9

______________________________________________________________Fu

ente: INE, Encuesta de la Población Activa, segundo trimestre de

1988.

_______________________________________________________________

Los asalariados del sector público son un grupo creciente que

ha pasado de ser el 7.7% en 1972 al 15.8% en 1988.

Los grandes núcleos sociales serían los siguientes:

- Un gran sector de clases trabajadoras manuales, que

representa en 1988 un 32.9% de la población activa, formado

básicamente por trabajadores manuales especializados de la

industria y los servicios (23.5%) y en mucha menor medida por

173

trabajadores sin especializar (5.1%) y por obreros agrícolas

(4.3%).

- Un amplio sector de activos de la nueva clase media, es decir,

de empleados de oficina, técnicos, profesionales y vendedores que

ejercen trabajos asalariados. Este sector representa por sí solo una

fracción bastante importante de las clases trabajadoras, algo

superior al sector de trabajadores especializados de la industria

y los servicios. Si a este sector se le suma el personal de los

servicios (empleados en servicios educativos, saniatarios,

culturales, turísticos, etc) llega a representar un 35% de la

población activa ocupada.

- Un tercer grupo lo forman las viejas clases medias, es decir,

los pequeños propietarios y autónomos de la agricultura, la

industria y los servicios.

- Finalmente, el sector de empresarios con asalariados y el

de gerentes y directivos, aun siendo bastante minoritario, se ha

mantenido durante la última década en una situación estabilizada,

sumando ambos en 1988 un 4.8% de la población activa.

Quizás la polémica más destacada, por no decir la única, en

torno al tema de las clases sociales en España, en el ámbito de la

sociología, fue la mantenida por Enrique Gomáriz y J.F. Tezanos

desde las páginas de las revistas Zona Abierta y Sistema241

,

respectivamente. Además de un ser un debate teórico y empírico sobre

qué clases cupiera distinguir en España en la segunda mitad de los

setenta, se trata de un debate conectado con la singular coyuntura

política española de 1978, en concreto, la posible renuncia del PSOE

al marxismo (el Bad Godesberg español) planteada por su secretario

general, Felipe González. Fruto de los planteamientos referidos a

las clases es al artículo de Gomáriz que lleva por título

241

E. Gomáriz, "La sociología de Felipe González" Zona Abierta,

20, 1979; E. Gomáriz, "Clases sociales y parasociología". Zona

abierta, 24, 1980; J.F. Tezanos, "La teoría marxista de las clases",

Sistema, 29/30, 1979; J.F. Tezanos, "La sociología del 'recelo' o

¿cómo trivializar el debate sobre las clases", Sistema, 34, 1980.

174

precisamente "La sociología de Felipe González". González planteó

que el PSOE renunciase al término marxista, entre otras cosas,

porque a diferencia de lo ocurrido cuando se constituyó este

partido, a fines del siglo XIX, la clase obrera ha dejado de ser

mayoritaria.

Cuando [hace cien años] el partido sale a la luz se plantea un

antagonismo de clase tremendamente bipolar. Por una lado, hay

una clase mayoritaria -la clase obrera- desposeída por

completo y, además, marginada del juego político [...] Hoy la

complejidad de la sociedad es infinatemente mayor. [Ahora] no

hay una confrontación de dos clases, hay una confrontación

policlasista, de varias clases sociales con varias clases

sociales. [...] Y para encontrar una vía mayoritaria hay que

comprender un abanico mucho más grande que el definido

inicialmente. Un ejemplo puede bastar para entender lo que

digo: hay 26 millones de votantes en este país de 36 millones

de ciudadanos. De estos 26 millones, 13 -es decir, el 50%- no

son población activa, pero esa mitad puede decidir con su voto

el porvenir de nuestro país (Entrevista a Felipe González en

El Socialista de 13 de mayo de 1978).

Esto se traduce en que hay que sectorializar el mensaje que

el partido lanza a la sociedad.

González ofrece un primer gran error que demuestra un

superficial conocimiento de nuestra historia económica y social. En

el año 1900, de los 18.500.000 habitantes había 6.500.000 de

población activa. De éstos, cuatro y medio trabajaban en la

agricultura, un millón en la industria y otro millón en el comercio.

Si se suman a los dos millones de jornaleros que trabajaban en el

campo los asalariados de la industria -que difícilmente alcanzaría

el millón- esa clase obrera ampliada es claramente minoritaria.

En cualquier caso, el intento de empequeñecer a la clase obrera

cuenta con el apoyo de Tezanos, quien en un artículo publicado en

Sistema242

pone de manifiesto la fuerte tendencia decreciente de la

clase obrera. He aquí los datos que presenta.

242

op. cit., 1980.

175

______________________________________________________________ES

TRUCTURA DE LA POBLACIÓN ACTIVA OCUPADA EN 1978

______________________________________________________________

N %

1. BLOQUE DE CLASES PROPIETARIAS 29,6

1.1 Sector empresarial capitalista 4,8

1.1.1. Empresarios agrarios con asalariados 46.700 0,4

1.1.2. Empresarios con asalariados de la

industria y de los servicios 305.100 2,5

1.1.3. Gerentes y directores 233.100 1,9

1.2. Sectores de autopatronos e independientes 24,8

1.2.1. Profesionales 91.400 0,7

1.2.2. Empresarios con asalariados y

trabajadores independientes 1.250.200

10,3

1.2.3. Propietarios agrícolas sin asal. 677.800 13,8

2. BLOQUE DE CLASES ASALARIADAS 69,2

2.1 Trabajadores no manuales y de servicios 30,1

2.1.1. Personal administrativo, comercial

y técnico 2.392.100

19,7

2.1.2. Contramaestres y personal servicios 1.259.600 10,4

2.2. Obreros 39,1

2.2.1. Obreros especializados 3.464.500 28,5

2.2.2. Obreros sin especializar 603.600 5,0

2.2.3. Obreros agrícolas 683.300 5,6

Otros 139. 000 1,1

______________________________________________________________

Fuente: INE, Encuesta de la población, tercer trimestre de 1978

176

________________________________________________________________

_

EVOLUCIÓN DE LOS GRUPOS OCUPACIONALES DE LA POBLACION ACTIVA DE 1965

A 1978

________________________________________________________________

1965 1978 Variación

% % en el

periodo

Grupos que han aumentado

Profesionales ...................... 0,5 0,7 + 66,2

Personal de servicios .............. 6,2 10,4 + 51,1

Personal administ., comercial y téc. 13,5 19,7 + 49,7

Empresarios, gerentes y directores . 3,4 4,8 + 44,6

Obreros especializados ............. 22,1 28,5 + 34,2

Grupos que han disminuido

Obreros agrícolas .................. 9,9 5,6 - 48,1

Obreros sin especializar ........... 9,6 5,0 - 45,8

Propietarios agrícolas sin asalar. . 23,3 13,8 - 41,5

Empresarios sn asalariados y

trabajadores independientes ....... 10,9 10,3 - 4,8

________________________________________________________________

Fuente: INE, Encuestas de población activa, 1965 y 1978.

A partir de estos datos Tezanos concluye que la clase obrera

manual sería en poco tiempo el sector numéricamente menos importante

de los asalariados. Gomáriz acusa a Tezanos de precipitación en este

intento de empequeñecimiento. El personal administrativo,

comercial y técnico alcanzaría una proporción superior a la de los

obreros manuales. Gomáriz señala que aquí debe haber un error de

calculadora, porque de seguir las tendencias indicadas, en 1991 los

obreros manuales serían más numerosos que el personal

administrativo. Haciendo la proyección, en 1991 habría 3.581.000

personas trabajando en estos tres ámbitos y 4.976.600 obreros

manuales. Más grave quizás resulte la siguiente acusación que

reproduzco textualmente:

Lo que resulta indiscutible es que el cuadro de la estructura de la

población activa ocupada en 1978 ha convertido a los

barrenderos, a los obreros del Metro, los peones de carga, etc.

en "trabajadores no manuales". Y es que en él se olvida que

en las encuestas de población activa también se cuentan los

obreros que trabajan en el sector servicios, que naturalmente

son el 40 por 100 de los trabajadores del sector. (...)

La traducción de todo lo anterior es que en las 3.651.600 personas

que Tezanos clasificaba precipitadamente como nuevas clases

177

medias hay 1.350.000 que son obreros, lo que supone que la

población obrera del país sea en realidad de 6.101.400

personas.243

Gomáriz procede a una reclasificación de los datos. En lugar

de agrupar a las clases por el criterio de propiedad, lo hace en

función del grado de poder. Así distingue entre clases dominantes

y clases dominadas.

____________________________________________________________

ESTRUCTURA DE LA POBLACION ACTIVA

____________________________________________________________

N %

** CLASES DOMINANTES 1,7

1. Empresarios agrícolas 12.500

2. Empresarios indsutriales y de servicios 45.000

3. Gerentes, ejecutivos y altos funcionarios 163.000

** CLASES DOMINADAS

A. Clases intermedias 24,1

1. Pequeños empresarios con asalariados 294.100

2. Empresarios sin asalariados 2.193.000

3. Gerente, técnicos sup. y profesionales 457.400

B. Clases trabajadoras 74,2

1. Trabajadores autónomos 694.000

2. Personal adm., comercial y téc. 1.896.000

3. Maestros, encargados y capataces 490.000

1+2+3 25,0

4. Obreros manuales 49,2

a) De la industria 4.068.100

b) De los servicios 1.350.000

c) Del campo 683.000

____________________________________________________________

Fuente: INE; Encuesta de la población activa, tercer trimestre de

1978 y Estructura de la empresa española.

____________________________________________________________

El otro estudio que citamos al comienzo de este epígrafe es

el de Luis García San Miguel244. Se trata de la presentación de un

posible marco de investigación para el estudio de las clases. El

marco teórico sobre el concepto de clase es especialmente endeble.

Prácticamente el único autor sobre el que reflexiona es Marx,

243

Op. cit., p. 70.

244

Las clases sociales en España, Madrid, CIS, 1980.

178

obviando a Weber y a los autores neomarxistas y neoweberianos hasta

1980, año de aparición del libro. Más interesante es la exposición

sobre los estudios de clases en España: Tezanos245

, Fernández de

Castro, De Pablo, etc.

Las clases sobre las que reflexiona, sin ninguna apoyatura

empírica246

, son la aristocracia, la clase alta (básicamente la

burguesía), la clase media (la pequeña burguesía) y la clase baja

(el proletariado), a las cuales se podrían añadir, pero esta vez sin

el calificativo de clase, los marginados (a los cuales el autor

dedica un excurso). San Miguel analiza los componentes básicos de

cada una de las clases: ingresos, empleo del tiempo libre, tipo de

vivienda, modo de vida, etc. En esta obra no hay ningún intento de

determinar estructuralmente cuál o cuáles sean los criterios de

pertenencia de clase, sino que no se va más allá de una descripción

empiricista de rasgos destacables de cada clase social.

7.4. ESTUDIO INTERNACIONAL SOBRE CLASES (INFORME ESPAÑOL).

No cabe duda de que el estudio más importante sobre clases

sociales en España es el que está llevando a cabo el equipo dirigido

por Julio Carabaña, estudio que forma parte del proyecto

internacional de análisis de clases sociales a su vez dirigido por

Erik Olin Wright. Hasta el momento solo se ha publicado un primer

informe redactado por Juan Jesús González247

. Se trata de un completo

estudio que cuenta con el soporte de una amplia encuesta relativa

245

De Tezanos solo cita el estudio realizado junto con López

Aparicio y Domingo Rodríguez, Las nuevas clases medias, Madrid,

Cuadernos para el diálogo, 1973. Sin embargo, no cita la obra más

fundamental de Tezanos, a la que anteriormente hemos hecho

referencia, sobre la estructura de clases en la España actual.

246

Salvo que consideremos como tales los innumerables

chascarrillos y citas literarias con los que el autor ilustra su

conocimiento empírico directo de la clase alta española.

247

Clases sociales: estudio comparativo de España y la

Comunidad de Madrid 1991, CAM, Madrid, 1992.

179

a diferentes aspectos relacionados con la clase social: ingresos,

ocupación, matrimonio, nivel educativo, conciencia clase,

intención de voto y un largo etcétera. Todo ello precedido de una

esclarecedera presentación teórica. La amplitud metodológica es tal

que permite la lectura de los datos desde la categorización de clases

de Wright y de Goldthorpe. Uno de los primeros resultados

observables en la comparación entre los países encuestados es la

existencia, a grandes rasgos, de dos modelos de estructura clasista:

el modelo nórdico o escandinavo (compartido también por Alemania)

y el modelo anglosajón, el primero de los cuales presenta un peso

relativamente alto de la clase trabajadora, en términos de Wright,

en tanto que el segundo presenta un peso relativamente alto de la

clase media.

En términos de Wright los propietarios de los medios de

producción representan una proporción muy similar en estos países,

que oscila entre el 10.4% (Suecia) y el 17.4% (EE.UU.), de manera

que la principal diferencia estructural radica en la distinción

entre los principales modelos: en este sentido, la clase trabajadora

representa el 61% en Suecia, en tanto que el 52% en EE.UU. (el Reino

Unido ocupa una posición equidistante). Por contraste, la clase

media representa apenas el 28% de Suecia, en tanto que llega a un

tercio de la estructura en EE.UU.. Si en lugar de utilizar el modelo

de Wright, utilizamos el de Goldthorpe, más permisivo a la hora de

delimitar el área intermedia de la estructura, esta se convertiría

en una mayoría relativa, pero, lamentablemente, no disponemos de los

resultados de la aplicación del modelo en estos dos países.

La primera observación con respecto al caso español es su

carácter excepcional. En el esquema de Wright, las clases

propietarias tienen en España un peso que duplica al de Inglaterra

(27 frente a 12.5%), si bien toda la diferencia se debe al peso

extraordinario de la pequeña burguesía (23.8 frente a 6%).

Si utilizamos el modelo de Goldthorpe, las clases intermedias

representan una amplia mayoría relativa e, incluso, si excluimos

de ellas a los autónomos no agrarios y a los agricultores, el

pordentaje resultante (el citado 27.9%) no está muy lejos de la clase

obrera (33.4%).

Los siguientes cuadros aclaran todos estos extremos.

180

________________________________________________________________

ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN WRIGHT

ESP. SUE ING. EE.UU. AUST

Total 3161 1179 1315 1487 1196

CLASE PROPIETARIA

Empresario

Pequeña burguesía

27.0

3.2

23.8

10.4

5.5

5.4

12.5

6.5

6.0

14.7

7.8

6.9

14.0

5.0

9.0

CLASE MEDIA

Directivo experto

Directivo no experto

Supervisor experto

Supervisor no experto

Empleado experto

16.6

2.5

4.7

1.7

4.4

4.0

27.8

4.4

6.5

3.8

6.3

6.8

30.2

5.6

11.1

2.2

7.2

4.1

33.2

3.9

8.5

3.7

13.7

3.4

42.0

6.0

17.0

2.0

14.0

3.0

CLASE TRABAJADORA

Trabajador cual.

Proletario

55.7

18.5

37.2

61.3

17.8

43.5

57.3

14.4

42.9

52.1

12.2

39.9

44.0

12.0

32.0

181

_____________________________________________________________

ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN GOLDTHORPE

ESPAÑA INGLATERRA AUSTRALIA

TOTAL 3161 1315 1196

CLASE DE SERVICIO

I. Nivel alto

II. Nivel bajo

20.8

6.3

14.5

27.3

9.4

17.9

34.0

10.5

23.5

CLASES INTERMEDIAS

IIIa. No manual alto

IIIa. No manual bajo

IVa. Pequeño empleador

IVb. Autónomo

IVc. Agricultor

V. Supervisor manual

45.9

17.9

3.9

2.5

11.5

6.5

3.6

36.3

15.1

4.4

3.4

4.5

0.8

8.1

40.4

10.3

11.8

8.9

(*)

1.6

7.8

CLASE OBRERA

VI. Obrero cualificado

VIIa. Obrero no cual.

VIIb. Obrero agrario

33.4

14.9

15.6

2.9

36.4

12.5

23.4

0.5

25.6

11.6

13.3

0.7

7.5. UN INTENTO DE SUPERAR LAS DEFICIENCIAS DEL ANALISIS DE CLASES:

LAS APORTACIONES RECIENTES DE JUAN JESÚS GONZALEZ.

J. J. González arranca de las limitaciones que padece el

actual análisis de clases como consecuencia de las propias

deficiencias teóricas del mismo y como resultado de la aparición de

nuevas formas de desigualdad -en especial la divisoria que supone

trabajar en el sector privado de la economía o hacerlo en el público-

que moldean el comportamiento electoral.

182

Propone establecer la existencia de dos tipos de clases: las

clases de propiedad y las clases de movilidad. Las primeras son

típicas del análisis marxista, que aun yendo más allá del esquema

propiedad/no propiedad de los medios de producción, cuando

introduce otros activos -los de organización y cualificación en el

caso de Wright- siguen girando en torno a la propiedad/no propiedad

de estos últimos. Las clases de movilidad son más bien propias de

los enfoques weberianos y, como vimos en Parkin, se definen a partir

de la acción social. De este modo, dos posiciones sociales

pertenecen a una misma clase cuando "la pauta y la probabilidad de

entrada son similares, lo cual va estrechamente asociado a la

probabilidad de seguir una cierta trayectoria de movilidad".248

Parece fuera de toda discusión la influencia que las expectativas

-fundadas o no- con respecto a la movilidad sobre el comportamiento

electoral. El siguiente cuadro resulta sumamente expresivo a este

respecto.249

Resto de

España

Noman

estable

Noman

ascendente

Manual

estable

Manual

ascendente

Nocual

estable

Descenden.

Derecha 25.9

5.9

29.0

2.7

20.0

-0.2

9.5

-1.0

6.0

-4.8

9.6

-4.5

PSOE 8.9

-6.7

21.4

-2.4

21.2

0.6

11.0

0.5

18.1

6.4

19.3

3.6

Izquierda 21.2

0.9

23.5

-0.6

18.5

-0.6

12.2

0.8

6.1

-2.0

18.4

1.5

Columna(N)

Total (%)

212

18.7

287

25.3

230

20.3

119

10.5

122

10.7

166

14.6

248

J.J. González: "Sobre el declive político de las clases",

Economía y Sociedad, 11, 1994 (pp. 9-24).

249

op. cit., p. 23.

183

Dos son los escollos del análisis de clases sobre los que se

centra Juan Jesús González. Por un lado, el problema de la nueva

clase media la cual en realidad se compone de "una diversidad de

fracciones o segmentos, cuyos intereses pueden ser contradictorios

no solo con respecto a las clases tradicionales, sino también entre

sí, por lo que la tarea consiste en identificar esta pluralidad de

nuevas clases medias y los conflictos o tensiones a que dan lugar".250

Por otro lado, falta por abordar el papel que juega el Estado

en la conformación de las clases. Esto supone tener en cuenta la

existencia de colectivos excluidos de la participación laboral (o

dicho en términos más técnicos, que no activan su fuerza de trabajo).

Aquí tendríamos cuatro situaciones de dependencia: amas de casa,

jubilados, jóvenes (en busca de trabajo o estudiantes) y parados.

A partir de aquí tendríamos que establecer una distinción entre

clases productivas (las que aparecen en los análisis de clases

convencionales) y las no productivas. El siguiente cuadro ilustra

esta distinción:251

DISTRIBUCIÓN RELATIVA DEL VOTO SEGUN CLASE.

(Porcentajes horizontales/residuos ajustados).

Pas 1. Jubilados y parados.

Pas 2. Jóvenes estudiantes y buscadores de primer empleo.

Resto de España

(N=1.537)

Clases activas Pasivas

Propi

etar.

Cuadro Noman. Manual Pas 1 Pas 2

Derecha 31.9

8.4

14.1

4.7

19.7

0.3

16.1

-9.3

11.3

-4.5

6.9

3.3

PSOE 13.8

-6.4

6.4

-4.0

15.9

-2.8

40.6

9.4

21.1

4.6

2.2

-4.0

Izquierda 14.4

-3.0

8.2

-1.1

27.8

3.4

27.6

0.1

15.6

0.0

6.3

0.9

Columna (N)

Total (%)

344

22.4

158

10.3

297

19.3

420

27.3

242

15.7

77

5.0

250

op. cit., p. 13.

251

op. cit., p.21.

184

8. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES

Son, sin duda, muchos los problemas planteados por las teorías

generales sobre clases sociales. En lo que sigue se pretende exponer

sucintamente algunos problemas insuficientemente abordados, o en

ocasiones no abordados, por estas teorías generales. Podríamos

agrupar esta problemática en tres grandes grupos.

El primero sería la cuestión de en qué clase situar a la gente.

Aquí lo que se pretende es explicar algunas cuestiones que o bien

han sido insuficientemente abordadas -la posición de clase de las

mujeres o la segmentación de la clase obrera- o incluso no abordadas

-el tema de la infraclase- en las teorías generales sobre las clases

o bien han gozado de interesantes desarrollos teóricos fuera de

ellas -diversas reflexiones sobre las clases medias. En primer

lugar volvemos, una vez más, a la cuestión de las clases medias

(tanto la tradicional como la nueva). En segundo lugar, algo habría

que decir sobre aquellas personas que experimentan un

comportamiento errático en el mercado de trabajo, comportamiento

que puede ir desde el paso del empleo al desempleo y al contrario,

hasta la completa exclusión de la población ocupada. Y, finalmente,

quedaría el problema de dónde situar a las mujeres (especialmente

si estando casadas pertenecen a la población ocupada).

El segundo gran bloque sería el referido al comportamiento

político de las clases, tema que nos lleva a la problemática de la

dominación ideológica, la existencia de élites, el supuesto

carácter de clase del estado, la sociología política de las clases,

etc.

Finalmente, un tercer bloque sería el de la distribución de

la riqueza entre las distintas clases sociales.

Veamos por separado cada una de estas cuestiones.

8.1. LAS CLASES MEDIAS

En este epígrafe analizaremos dos grupos especialmente

problemáticos: uno condenado "teóricamente" a la desaparición por

parte del marxismo -la pequeña burguesía tradicional o clase media

tradicional tanto urbana como rural- y la llamada nueva clase media

185

constituida fundamentalmente por asalariados que desempeñan

trabajos intelectuales.

8.1.1. LA PEQUEÑA BURGUESIA TRADICIONAL

La pequeña burguesía tradicional estaría constituida por

aquella parte de la población activa propietaria de los medios de

producción que no contrata fuerza de trabajo y que, por tanto, ha

de poner en funcionamiento la suya propia y la de su propia familia

nuclear o familiares allegados. En consecuencia no se implica en

procesos de explotación. Sin embargo, la pequeña burguesía no deja

de ser tal aunque contrate a un número muy reducido de empleados,

lo que significa que en ocasiones es difícil deslindar a la pequeña

burguesía del pequeño capitalista. Conviene insistir en dos rasgos

absolutamente claves en la definición de la pequeña burguesía, a

saber, el capital personal y el trabajo personal.252 Por tanto, no

se debe excluir de la pequeña burguesía a aquellos pequeños

propietarios que contratan fuerza de trabajo, siempre y cuando no

se de una separación radical del propietario con respecto al trabajo

directo de los medios de producción. Siguiendo a Wright, se podría

tomar como criterio de pertenencia a esta clase social el no emplear

a más de un trabajador.253

252

Así, por ejemplo, Scase y Goffee (The Real World of Small

Business Owner, Londres, Croom Helm, 1980, p. 24) hablando sobre

pequeñas empresas diferenciaban las siguientes cuatro categorías:

1. Los autoempleados, los cuales trabajan para sí mismos y

formalmente no emplean a trabajadores.

2. Los pequeños empleadores, los cuales emplean a trabajadores,

pero también trabajan con ellos.

3. Propietarios-controladores, los cuales no realizan las mismas

labores que sus trabajadores, sino que se dedican, única y

exclusivamente, y a la administración y gestión de su negocio.

4. Propietarios-directores, quienes crean una estructura de

control en la empresa, de modo que los propietarios se hacen cargo

del control total de las jerarquías.

253

En un estudio realizado por el economista Juan Trespalacios

(Estudio del sector comercial en la ciudad de Oviedo, Oviedo,

Universidad de Oviedo, Documento de trabajo 052/1992) sobre el

186

La existencia de la pequeña burguesía ha sido problemática para

la sociología desde que Marx la condenara a la desaparición bajo el

torbellino del capitalismo. En este sentido, Scase y Goffee254

identificaban tres teorías con respecto a esta clase. La primera

sería la teoría de la desaparición, la segunda la de la marginación

y la tercera la de la des-marginación. Hasta hace bien poco los datos

parecían confirmar la teoría de la desaparición. Por ejemplo, Wright

y Martin255

señalaban que entre 1960 y 1980 la pequeña burguesía pasó

del 13.8% al 9.3% de la población activa. No obstante la pequeña

burguesía (autónomos, pequeños propietarios, etc.) ha incrementado

sus efectivos en los últimos tiempos, aunque seguramente muchos de

ellos sean simplemente trabajadores asalariados que pasan a la

condición de autónomo por conveniencias de la empresa que los

contrata (es decir, sería un proletariado disfrazado).

La teoría de la marginación condena a la subordinación de la

pequeña burguesía a intereses que están por encima de ella. De este

modo, su supervivencia se vincula a la transmisión de propiedad, la

huida frente al trabajo asalariado, la expansión de la idea de que

cualquiera puede generar su propio puesto de trabajo, etc.

La teoría más optimista es la de la des-marginación, la cual

contempla a la pequeña burguesía como una clase en expansión. Se basa

en una interpretación singular de algunas de las tendencias del

empleo que se observan en la actualidad. En primer lugar, la

transición de una economía de producción de bienes a otra de

servicios favorece el crecimiento de la producción mercantil simple

debido a su carácter intensivo en trabajo. En segundo lugar, los

sector del comercio en la ciudad de Oviedo, se detecta que

prácticamente la mitad de los comercios no cuentan con empleados

asalariados.

254

R. Scase y R. Goffe, op. cit.

255

"The transformation of the American Class Structure",

American Journal of Sociology, 88, 1987.

187

pequeños negocios pueden florecer gracias a su aprovechamiento de

ventajas tecnológicas de extensión casi universal, como es el caso

de la informática. En tercer lugar, está el argumento sobre el

carácter más próximo del pequeño comercio frente al grande. En

cuarto lugar, una época de afianzamiento de la ideología capitalista

favorece la proliferación de pequeños negocios. Y, finalmente, la

producción mercantil está siendo una respuesta frente al desempleo.

Uno de los elementos destacados en las investigaciones sobre

la pequeña burguesía es el de la peculiar visión del mundo por parte

de sus componentes, visión que se caracteriza por los siguientes

tres rasgos:

1. Una intensa fe en las ventajas de la independencia. Esto

significa la valoración del trabajar para sí mismo, de tener éxito

gracias a los propios esfuerzos, lo que refleja una valoración moral

más que económica.

2. Rechazo de los elementos racional-legales de la sociedad.

Se trata de la desconfianza hacia las grandes organizaciones

burocráticas, desde el Estado hasta los sindicatos.

3. Rechazo del cambio. Lo que importa es la estabilidad y la

continuidad en las maneras tradicionales de hacer las cosas.

Todo esto da lugar al desarrollo de una mentalidad a la que

se puede llamar individualismo radical. Esta mentalidad se

despliega en el apoyo a los partidos políticos que subrayan la

defensa de la propiedad. Se trata de un grupo que, por sus

reivindicaciones, su organización y sus modos de acción se opone a

los capitalistas, a las organizaciones obreras y a determinados

coelctivos de asalaridados (muy especialmente los empleados

públicos).

La independencia en el trabajo es sin duda un elemento

altamente valorado en la pequeña burguesía256

. Por ejemplo, en un

256

F. Bechoffer y B. Elliott, "Petty property: The survival of

a moral economy", en F. Bechoffer y B. Elliot (eds.), The Petite

Bourgeoisie. Comparative Studies of the Uneasy Stratum, Londres,

MacMillan Press, 1981.

188

estudio referido al sector comercial en la ciudad de Oviedo,

Trespalacios257

señala que el 82.8% de los comerciantes son

independientes, encontrándose el restante 17.2% en régimen de

franquicia, comercio integrado, etc.

Normalmente suele considerarse como vital para la salud

general de la economía moderna la presencia de un relativamente

amplio sector de pequeños negocios.

En lo que se refiere al caso español se podría señalar la

evolución reciente del número de personas desempleadas que se

acogieron a la capitalización de la prestación por desempleo.

Mientras que en 1986 se acogieron 59.240 personas (cobrando una

media de 0.95 millones de PTA), en 1988 lo hicieron 74.827 (cobrando

una media de 1.07 millones de PTA).258

El sector de la pequeña burguesía más estudiado es el del

comercio, quizás por los serios problemas que está atravesando como

consecuencia de la expansión del capitalismo en este sector de la

economía.

Al referirse a los pequeños comerciantes, Bechofer et al.259

señalan dos elementos distintivos de la pequeña burguesía: la

tenencia de un pequeño capital y la independencia en el trabajo. Esta

valoración de la indepedencia ha provocado comparaciones con los

artesanos. Hay por lo menos tres diferencias de los primeros con

respecto a estos últimos. En primer lugar, los pequeños comerciantes

realizan una actividad centrada en la venta en lugar de en la

257

Op. cit.

258

J.I. Palacio Morena,"La política de empleo". En Miguélez,

F. y Prieto, C. (eds): Las relaciones laborales en España. Madrid,

Siglo XXI, 1991.

259

F. Bechoffer et al., "The petits bourgeois in the class

structure: The case of the small shopkeepers", en F. Parkin (ed.),

The Social Analysis of Class Structure, Londres, Tavistock, 1974.

189

realización de bienes. En segundo lugar, su trabajo precisa una

amplia variedad de destrezas en lugar de una sola destreza

específica; y, finalmente, están orientados hacia el cliente más que

hacia el oficio (el cliente es prioritario frente a la idea de las

cosas bien hechas260

).

Los comerciantes experimentan cierto tipo de procesos que les

conducen a la proletarización. Sus condiciones de trabajo empeoran,

debido a la existencia de grandes superficies comerciales, su

jornada de trabajo se convierte en interminable y sus ingresos

terminan por ser inferiores a los de la mayor parte de los

asalariados. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los

campesinos, los comerciantes no han disminuido su participación en

la población activa. Hay un proceso de reemplazamiento continuo de

los comerciantes.

No obstante, en los últimos años se ha asistido a un cierto

crecimiento de las pequeñas empresas. Y esto, de acuerdo con

Bechoffer y Elliot261

debido a varias razones. En primer lugar, el

peso creciente de los impuestos induce a algunas personas a

establecer determinadas formas de negocios independientes. En

segundo lugar, el crecimiento del sector terciario de la economía

abre una amplia gama de oportunidades para los negocios a pequeña

escala. A esto hay que añadir que algunos de los inmigrantes han

optado por establecer sus propios negocios (caso de los hindúes en

Canarias o en Londres). Y, finalmente, no es desdeñable el deseo,

260

No obstante, en el estudio de Trespalacios (op. cit.) el 50%

de los entrevistados cita la vocación como primer elemento que

explica su dedicación laboral.

261

"The petite bourgeoisie in late capitalism". Annual Review

of Sociology, 11, 1985.

190

especialmente por parte de los más jóvenes, de escapar a las rutinas

del trabajo asalariado262.

En el caso español el sector del comercio experimenta una serie

de dificultades recientes derivadas de factores tales como: la

fiscalidad, represtentada por el polémico Impuesto sobre

Actividades Económicas (IAE); la reforma de la Ley de Arrendamientos

Urbanos que indudablemente incrementará los costos de explotación

del pequeño comerciante; la inexistencia de una Ley del Comercio que

haga saber a qué atenerse en este tipo de actividades; la aparición

de grandes superficies comerciales; la regulación de la venta

ambulante, las dificultades de financiación, la insuficiente

profesionalidad en determinados aspectos, etc.

Se trata, en cualquier caso de un sector altamente heterogéneo.

Por ejemplo, dentro del sector de alimentación es muy diferente la

problemática, en términos de posibilidades de subsistencia, de las

pescaderías a la de los pequeños autoservicios.

No obstante, las iras del pequeño comerciante parecen

dirigirse fundamentalmente contra la cultura del carrito, hasta el

punto de que en alguna ocasión ha lanzado sus críticas contra el

espíritu consumista que intensifican las grandes superficies, como

si la pequeñ burguesía no viviera del consumismo263

. Especialmente

262

En este aspecto también coinciden Scase y Goffee, op. cit.

quienes consideran la búsqueda de independencia como un factor

decisivo para el ingreso en las filas de la pequeña burguesía. No

obstante, estos autores, en lugar de referirse a los jóvenes, lo

hacen a personas más bien maduras, en torno a los cuarenta años, los

cuales pueden haber acumulado un pequeño capital (por herencia,

porque los hijos ya no están en casa, porque han terminado de pagar

la vivienda, etc), lo que les permite dar una respuesta a la

monotonía del trabajo asalariado.

263

En un texto publicado en la revista Alfoz, Primitivo Sanz

presidente de una asociación de comerciantes madrileños, señala que

191

grave es la cuestión de los horarios, los cuales abarcan todos los

días de la semana, con más horas de apertura al público, lo que

dificulta considerablemente la labor del pequeño comerciante. En

este sentido, una de las reivindicaciones de las asociaciones de

pequeños comerciantes consiste en imitar la legislación de países

europeos (según ellas la mayoría) en el sentido de cerrar día y medio

por semana. En el estudio de Trespalacios anteriormente citado los

comerciantes consideran que sus principales problemas son los

siguientes: agresividad de las grandes superficies (63%), exceso de

establecimientos (52%), la insolidaridad en el sector (33%), la

falta de profesionalidad (31%), la falta de defensa legal en el

comercio (30%).

De acuerdo con los datos de la Encuesta de Comercio Interior

de 1988 el sector del pequeño comercio se caracteriza por su

atomización, las reducidas dimensiones de los locales que ocupan y

su carácter familiar.

En general, parece augurable un difícil futuro para aquellos

comercios que oferten bienes estandarizados que no requieran

ninguna manipulación. Así por ejemplo, una lechería o un pequeño

supermercado frente a una carnicería o una tienda de repuestos de

automóviles (en la cual además de una mejor información es factible

las grandes superficies modifican los hábitos de compra de los

consumidores: "En vez de ir con sus hijos a hacer deporte, visitar

museos o contactar con la naturaleza, va a comprar a alguuna

superficie. En definitiva, se le está dirigiendo para consumir y no

para formarse. Esto es aún más grave en época de crisis en que se

debería reducir el consumo, fomentar el ahorro e incentivar la

inversión". Poco antes se dice que el abrir todos los días de la

semana hace que al comerciante le "sea imposible practicar algún

tipo de deporte, ir al cine, teatro o profesar alguna religión" (P.

Sanz, "Algunas razones que explican la insumisión del pequeño y

mediano comercio, Alfoz, 97, 1993, p. 69).

192

la instalación en el coche de los productos adquiridos). No

obstante, al pequeño comercio se le presentan oportunidades. En

algunos sectores, como la moda, el pequeño comercio sirve mejor a

la necesidad de diferenciación. Las grandes empresas minoristas son

menos flexibles a la hora de introducir nuevos productos, cosa que

no ocurre con el pequeño comercio. Los productos que requieren

estrecho contacto con el cliente son difícilmente asumibles por las

grandes superficies (véase el ejemplo anterior de la tienda de

repuestos).

Lo que está fuera de toda duda es que las tiendas de

autoservicio son más productivas (mayor volumen de ventas por metro

cuadrado de superficie).

En el caso concreto de Madrid, en lo que se refiere al comercio

minorista, solo el 11% de las personas ocupadas en el sector lo están

en las grandes superficies. La gran mayoría de los empleos se

encuentran en el pequeño comercio. En este último caso se trata

normalmente, a diferencia de lo que ocurre en las grandes

superficies, de un empleo estable y que atiende a una población con

bajo nivel educativo (y, por tanto, con serias dificultades para su

inserción en el mercado de trabajo).

En lo que se refiere a los pequeños propietarios rurales,

habría que destacar los estudios de Chayanov.264 Chayanov quizás sea

el autor que mejor ha analizado a la familia campesina como unidad

económica. La lógica económica del campesinado se basa en la

existencia de una fuerza de trabajo familiar y en la satisfacción

de las demandas de la unidad económica familiar campesina, por lo

que los mecanismos a través de los que operan son esencialmente

diferentes a los de la economía capitalista. Posiblemente este sea

el aspecto más destacado del análisis de Chayanov: la descripción

de las explotaciones familiares como una forma económica que difiere

de la agricultura capitalista, incluso en un ambiente claramente

dominado por el capitalismo (y que no puede ser considerada como

264

Citado por E. Sevilla Guzmán, "El campesinado", en S. del

Campo, Tratado de Sociología, vol. I, Madrid, Taurus, 1986.

193

feudal o "semifeudal" solo por ser no-capitalista265

). Las

explotaciones campesinas funcionan a menudo a tipos nominales de

beneficio negativos y sin embargo sobreviven, algo imposible para

la explotación agraria capitalista. Chayanov llegó a formular la

existencia de un específico "modo de producción campesino"266.

Para Chayanov los conceptos elaborados por la teoría económica

tradicional no son aplicables al campesinado. Esto se debe a

que aquella analiza todos los fenómenos económicos desde una

perspectiva capitalista. Las categorías analíticas de renta,

capital, precio y otras muchas se han elaborado en un marco

teórico en el que el trabajo asalariado, por un lado, y la

maximización de los beneficios, por otro, operan como

variables presentes en el desenvolvimiento de la actividad

económica. La lógica económica del campesinado, por el

contrario, se basa en la existencia de una fuerza de trabajo

familiar y en la sastisfacción de las demandas de la unidad

económica familiar campesina por lo que los mecanismos a través

de los cuales operan son esencialmente diferentes a los de la

economía capitalista.267

El volumen de la actividad económica familiar no responde a

la búsqueda de ganancias, sino que está sujeto al producto total

obtenido tanto en la cosecha como de las actividades no agrarias.

El campesino para Chayanov mide subjetivamente los insumos de su

trabajo: son las necesidades que hay que satisfacer las que originan

la organización económica de la producción en el campesinado. Así,

esta viene determinada por el tamaño y composición de la familia,

el número de miembros activos de la misma, la fuerza de trabajo

familiar, y, sobre todo, por el grado de autoexplotación actual, es

decir, por el esfuerzo y fatiga a que se ven sometidos sus miembros.

265

T. Shanin, "El mensaje de Chayanov: acalaraciones, faltas

de comprensión y la "teoría del desarrollo" contemporánea".

Agricultura y sociedad, 48, 1988.

266

E. Sevilla Guzmán, "Redescubriendo a Chayanov: hacia un

neopopulismo ecológico". Agricultura y sociedad, 55, 1990.

267

E. Sevilla Guzmán, op. cit., 1986, p. 320.

194

El grado de autoexplotación de la fuerza de trabajo familiar es

percibida por la unidad campesina desde una doble perspectiva. Por

un lado, desde la de su significado para el consumo. Y, por otro,

desde la del esfuerzo y fatiga que produce cada incremento del

producto.

8.1.2. LA NUEVA CLASE MEDIA

Desde la extensión a comienzos del siglo XX de las ocupaciones

de carácter no manual, las discusiones sobre qué sea o siquiera si

existe la clase media han sido interminables.

Ya vimos como Marx, en algunos de sus escritos, parecía

condenar a la irrelevancia cualquier clase que no fuera o la

burguesía o el proletariado, es decir, las clases prototípicas del

modo de producción capitalista. No obstante, el carácter

asistemático de los textos de Marx permite poner en duda esta idea

del carácter bipolar de la estructura de clase. Este insistencia en

el enfoque bipolar se debe más a los análisis del Partido

Social-Demócrata Aleman (SPD), en especial en el programa de Erfurt

de 1891. Aquí el proletariado es definido simplemente como el

conjunto de todas aquellas personas asalariadas. El resto de las

clases o bien son los capitalistas o bien se trata de una pequeña

burguesía en vías de extinción.

El concepto de nueva clase media, concepto que pretendía

incluir a aquellos trabajadores no implicados en tareas manuales,

es exterior al desarrollo teórico del marxismo. El término fue

popularizado en torno a la última década del siglo pasado y hacía

referencia al creciente número de funcionarios civiles, empleados

técnicos y personal de oficinas y de ventas.

No obstante, dentro de SPD empezaron a aparecer enfoques que

no tenían el menor recato en hablar de la existencia de la nueva clase

media. A los defensores de esta postura les cayó encima la pesada

losa de ser denominados revisionistas. Entre ellos, cómo no, podemos

citar a Bernstein.268

Bernstein negaba la tendencia a la

desaparición de la pequeña burguesía o vieja clase media. Aunque

evitó usar el término nueva clase media, sí era consciente de que

268

Evolutionary Socialism, Nueva York, Schocken Books, 1961.

195

había importantes diferencias entre los trabajadores manuales y los

no manuales. Otro autor socialdemócrata opuesto a la homogeneidad

de los asalariados fue Emil Lederer.269 Lederer detectó la presencia

de grupos asalariados entre el proletariado y la burguesía, grupos

intermedios definidos más que por sus características económicas o

técnicas por su status social. A pesar de este carácter dual

-asalariados con alto estatus- Lederer consideraba que este grupo

era proclive a las alianzas con la clase obrera. A diferencia de

Bernstein, Lederer preveía la desaparición paulatina de la pequeña

burguesía tradicional.

El declive de este conjunto de nuevos asalariados durante y

después de la primera guerra mundial llevó a Lederer a reconsiderar

sus posiciones, defendiendo una sustancial confluencia de intereses

entre la nueva clase media y la clase obrera.

La gran mayoría de los empleados asalariados ha tenido que reconocer

la incompatibilidad fundamental entre el capital y el trabajo,

entre el empleador y el empleado, ya que no se encuentran en

posición de eliminar esa distancia; no pueden permanecer entre

las dos clases opuestas, y, por tanto, deben elegir qué lado

sirve mejor a sus intereses270

.

Sin embargo, las derrotas sufridas por el movimiento

socialista occidental tras la revolución soviética, marcaron el

punto de no retorno en la idea de una clase obrera unificada. Fue

especialmente el auge del fascismo lo que indujo a teorizar sobre

la existencia de un grupo o clase social distintiva que se había

convertido en el soporte del mismo. En este sentido bastaría con

tener en cuenta textos como "Pánico en la clase media" de Geiger,

pánico especialmente extendido entre la clase media baja o marginal

que le llevó a apoyar el fascismo.

269

E. Lederer, The Problem of the Modern Salaried Employee,

Nueva York, Department of Social Science, Columbia University,

1937.

270

Citado por V. Burris, "The discovery of the new middle

class", Theory and Society, 15, 1986.

196

Los teóricos comunistas de la III Internacional subrayaron el

carácter de clase media del fascismo. Esta vinculación entre clase

media y fascismo llegó a los ambientes académicos norteamericanos.

Así Harold Laswell, en 1933, escribió un influyente artículo

titulado "La psicología del Hitlerismo".271 Laswell consideraba que

el nazismo era una reacción desesperada de la clase media baja, la

cual se veía eclipsada por los trabajadores y la clase alta. Lipset

mantendría que el fascismo es esencialmente un movimiento de clase

media. Se trata de un tema abordado por los teóricos de la Escuela

de Frankfurt exiliados en los Estados Unidos. Baste con recordar el

Miedo a la libertad de Erich Fromm272

o los análisis sobre la

personalidad autoritaria de Adorno.

La existencia de trabajadores no manuales con alta

cualificación ha sido uno de los grandes problemas del análisis de

clases. A este grupo se le ha denominado de varias maneras: burguesía

cultural, clase de conocimiento, clase profesional-directiva,

nueva clase, etc. Se trata de un colectivo que ejerce trabajos

intelectuales. Se puede definir negativamente el trabajo

intelectual como aquel que no es ni manual, ni administrativo.

Lacalle273

considera, reformando la definición de la OIT, trabajador

intelectual aquel que

haya recibido una enseñanza y una formación profesional de nivel

superior, es decir, universitario o subuniversitario, en un

campo específico, técnico, administrativo o artístico;

que ejerza funciones de carácter predominantemente intelectual, que

supongan la aplicación de un alto grado de discernimiento e

iniciativa e impliquen un nivel relativamente alto de

responsabilidad y autonomía;

271

"The Psychology of Hitlerism",, Political Quarterly, 4,

1933.

272

Buenos Aires, Paidós, 1978.

273

D. Lacalle, Los trabajadores intelectuales y la estructura

de clases. Madrid, CIS, 1982.

197

que, en algunos casos, tenga la responsabilidad de prever, dirigir

y coordinar las actividades de una parte de la empresa o

institución, con la correspondiente facultad de mandar al

personal de que se trate.274

Con esta definición se incluyen a profesionales como

ingenieros de todo tipo, arquitectos, médicos, investigadores,

licenciados en ciencias y letras, economistas, sociólogos,

politólogos, enseñantes, abogados, jueces, fiscales, notarios y

otros licenciados en derecho, peritos, ingenieros y arquitectos

técnicos, aparejadores, técnicos sanitarios, pintores artistas,

deseñadores, grafistas, publicitarios, escritores, todo tipo de

actores y artistas, ensayistas, decoradores, maestros,

delineantes-proyectistas, jefes de administración, contables,

periodistas, técnicos de información, técnicos de informática,

técnicos de taller, etc; desde luego, a esta lista habría que añadir

dos profesiones como la de militar y sacerdote.

Con el desarrollo del capitalismo monopolista aparece una

nueva clase cuyo elemento común sería que se trata de un grupo cuya

base económica reside en su capital cultural, esto es, en la posesión

por parte de sus miembros de niveles relativamente altos de

educación y formación-, y cuyos intereses pueden por tanto

distinguirse de los de los poseedores del capital en el sentido

convencional y de los que no tienen otra cosa que ofertar en el

mercado más que su trabajo.275

De entre esta clase se ha reclutado la mayoría de los

componentes de la nueva izquierda. Hay quien achaca esta actitud

política a la envidia, la ambición frustrada y el arribismo.

Gouldner afirmaba que se trata de una clase moralmente ambivalente.

De acuerdo con Daniel Lacalle276 la radicalización/alienación de la

274

Op. cit. p. 15.

275

J. Goldthorpe, "Sobre la clase de servicio, su formación y

su futuro". Zona Abierta, 59/60, 1992.

276

OP. cit.

198

Nueva Clase es consecuencia de su creciente proceso de

proletarización. Los componentes básicos del proceso de

proletarización serían la salarización, el trabajo regular, de

carácter rutinario y monótono, sometido a una disciplina

empresarial, localizado, junto con la vida cotidiana, en grandes

ciudades, desaparición de situaciones pretéritas a lo que se añade

la degradación relativa de sus condiciones de vida, es decir,

pauperación relativa.

Masificación. La masificación se refiere a los aumentos

cuantitativos dentro de un grupo o conjunto de grupos que alcanzan

magnitudes de tal categoría que trastocan de forma básica las

funciones y relaciones sociales. En el caso español, la población

activa pasó de 11.816.000 personas en 1960 a 12.529.800 en 1970,

mientras que los técnicos pasaron, en ese mismo periodo de ser

267.200 a 472.000. Es decir experimentó un crecimiento del 78%,

frente a un aumento de la población activa del 6%.

Salarización. En 1970 los técnicos ejercían ocupaciones

asalariadas en un porcentaje del 91.4% (82.2% en 1960). No obstante,

hay variaciones significativas en función del grupo profesional.

Por ejemplo, entre los farmaceúticos la salarización solo afecta al

7%, mientras que en el caso de los ingenieros y los economistas el

porcentaje supera el 90%.

La ruptura de la homogeneidad profesional- Se refiere a la tremenda

disparidad de salarios entre unas profesiones y otras.

LA FALTA DE HOMOGENEIDAD PROFESIONAL277

Relación máximo/mínimo salario

Ingenieros... .... .... .... ... ... ... 1 a 6.7

Doctores y licenciados... ... ... ... .. 1 a 8

Sociólogos.. ... ... ... .... ... ... .. 1 a 3

Economistas... ... ... ... .. ... ... ...1 a 35

Aparejadores ... ... . ... ... ... ... ..1 a 10

Concentración en el trabajo. Se trata del hecho de que este tipo de

trabajadores ha perdido la práctica del trabajo individualizado y

277

Lacalle, op. cit. p. 35.

199

ha ido pasando a un trabajo integrado, en equipo, y esto no solo entre

los que son del mismo o distinto rango sino con e coonjunto de los

aslariados.

Superespecialización, repetitividad y dependencia. Hace mención al

hecho de que ejerzan o no tareas de control.

NIVELES DE DEPENDENCIA

No pertenecen a la alta dirección

Porcentaje

Total ingenieros 75.1

Aeronaúticos... .... .... 87.2

Agrónomos... ... ... .... 80.9

Caminos ... ... .... .... 77.7

Industriales ............ 65.7

Minas.. ... ... ... ..... 74.1

Montes ... ... ... ... .. 84.6

Navales ... ... ... .... . 76.6

Telecomunicación.. .. .... 83.7

La inserción el mercado de trabajo. Se refiere a las crecientes

dificultades que experimentan estos trabajadores para acceder al

mercado de trabajo y hacerlo en una profesión acorde con su

formación.

La aparición de este nuevo grupo social, especialmente el

segmento cuya posición deriva de sus títulos educativos, ha

suscitado un amplio debate en torno a la posibilidad de que se

convierta en la nueva clase dominante.

El término nueva clase fue acuñado por Bakunin en 1870 en su

libro El imperio alemán y la revolución social al referirse a la

posibilidad de que los intelectuales que dirigían los partidos

socialistas se convirtiesen en la clase sucesora de la burguesía.

Al analizar las posibles consecuencias del socialismo marxista

escribió:

existirá un gobierno extremadamente complejo, que no se contentará

con gobernar o administrar a las masas políticamente, como

hacen todos los gobiernos actuales, sino que también las

administrará económicamente. Todo esto exigirá un amplísimo

conocimiento... Será el reino de la inteligencia científica,

el más aristocrático, despótico, arrogante y despreciable de

200

todos los regímenes. Aparecerá una nueva clase, una nueva

jerarquía de científicos y eruditos reales y sedicentes, y el

mundo se dividirá en una minoría que gobernará en nombre del

conocimiento y una inmensa mayoría ignorante.278

La idea de esta nueva clase, la posibilidad o el peligro de

una sociedad postcapitalista, en donde la dominación no se basaría

en la propiedad de la riqueza sino en el monopolio del conocimiento,

ronda a las ciencias sociales desde entonces.

La expresión teórica de la nueva clase describe una variedad

de enfoques. Hay dos puntos de claro consenso en todos los teóricos

de la nueva clase: (1) Marx estuvo en lo cierto al predecir que el

gobierno de la burguesía no sería eterno y (2) no se ha cumplido la

profecía de que al capitalismo le sucedería una sociedad sin clases.

A partir de aquí surge un cúmulo de cuestiones. ¿En qué tipo

de sociedad se convertirá en dominante la nueva clase: capitalista,

socialista o burocrático-colectivista? ¿Dónde emergerá esta nueva

clase: en las sociedades socialistas, en Occidente, en ambos sitios?

¿Se tratará de una clase progresista, de la mejor clase dirigente

de la historia, o será la más despótica e intransigente? ¿Es la nueva

clase realmente una clase o es más bien un estado, un grupo

dominante, una burocracia o un nuevo sacerdocio?

Se pueden diferenciar tres tipos de teorías sobre la nueva

clase: las teorías anarquistas de finales del XIX y comienzos del

XX, las teorías de clases burocrático-tecnocráticas de los años 30,

40 y 50 y las teorías de la clase de conocimiento de los años 70.

En todas estas teorías se detectan las tres dimensiones típicas

que explican la formación de clases: actividad, posición

estructural y conciencia. La primera de las teorías enfatiza la

actividad, la segunda la estructura y la tercera la conciencia.

a) Teorías anarquistas. Los anarquistas fueron los primeros en

señalar el cientifismo y el elitismo latente en el marxismo. Bakunin

argumentaba que la complejidad de un gobierno centralizado que

278

Tomado de I. Szelenyi y B. Martin, "The three waves of new

class theories", Theory and Society, 17, 1988.

201

dirigiera la economía y la sociedad implicaría el gobierno de los

eruditos y de los sabios.

Machajski, un anarquista polaco-ucraniano, sugería que hay dos

diferentes versiones del socialismo: la de los trabajadores y la de

los intelectuales. Los primeros desean que el socialismo sea

igualitario, mientras que los segundos ven la esencia del socialismo

en el poder del estado. De acuerdo con este autor en realidad lo que

ocurre es que los intelectuales utilizan a la clase obrera como

excusa para medrar y hacerse con el poder estatal. Si triunfase la

interpretación intelectual del socialismo la sociedad resultante

sería escasmente igualitaria: el monopolio de la propiedad sería

sustituido por el monopolio del conocimiento.

b) Teorías tecno-burocráticas. A partir de los años 30 aparecieron

diferentes teorías que afirman que se está formando o se ha formado,

dependiendo del país, una nueva clase dominante de corte

burocrático, tecnocrático o gerencial. Algunas teorías insisten en

que esta nueva clase solo existía en la URSS, mientras que otras

hablan de la evolución de una nueva clase dominante tanto en el

capitalismo como en el socialismo.

Aunque se pueden rastrear los orígenes de esta teorización en

las obras de Veblen, Berle y Means, la mayor parte de las teorías

sobre la burocratización pueden remitirse a Trotsky. Sin embargo,

debe tenerse muy en cuenta que Trotsky no fue un teórico de la nueva

clase. De hecho nunca consideró al grupo dirigente de la URSS como

una nueva clase. Sin embargo, ilustró con gran claridad los

conflictos de intereses entre la burocracia estalinista y la clase

obrera en los años 30, de modo que abrió el espacio teórico para

las teorías sobre la burocracia. De hecho, las primeras teorías que

se referían a la clase dirigente de la URSS como una burocracia

fueron elaboradas por ex-trotskystas. Hay al menos dos versiones

inspiradas en el trotskismo. Para unos la URSS fue un estado

capitalita y Stalin fue quien restauró el capitalismo. Otros, bajo

la influencia de Rizzi, consideraban que la URSS se convirtió en un

régimen burocrático-colectivista. Sin duda, esta última versión es

la que se ha demostrado más potente y ha dado lugar a distintas

derivaciones.

202

Algunos de los teóricos más destacados sobre la nueva clase

en el capitalismo también eran ex-trotskistas. Burham, otro

trotskista, fue quien formuló a comienzos de los cuarenta, la teoría

de la revolución de los managers.

Las relaciones de producción no son el único elemento

delimitador de la pertenencia de clase. En este sentido, Barbara y

John Ehrenreich279 mantienen, en un conocidísimo artículo, que se

ha de considerar también el estatuto diferencial de los agentes en

lo que respecta a la reproducción de las relaciones de producción.

El argumento básico de estos dos autores consiste en considerar

que ha aparecido una nueva clase social en la fase del capitalismo

monopolista de estado: la clase profesional directiva (en adelante

CPD). Ha habido una cierta tendencia a considerar a la clase obrera

una clase prácticamente universal, en el sentido de abarcar a la

práctica totalidad de los colectivos asalariados.

El análisis marxista clásico solo se ha preocupado por el

análisis de dos clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.

Entre medias existe una clase en trance de desapiración como

consecuencia del desarrollo capitalista: la pequeña burguesía. Esto

ha provocado que durante mucho tiempo el análisis de las nuevas

clases medias se haya realizado fuera del ámbito del esquema

marxista. En este sentido destacan los trabajos del sociólogo

radical americano Wright Mills.

Las explosiones sociales de los años sesenta provocaron un

súbito interés por parte del marxismo hacia los asalariados con

titulación universitaria: técnicos, ingenieros, científicos, etc.

Autores franceses como Gorz y Mallet hablaron de la aparición de una

nueva clase obrera.

Los técnicos, los ingenieros, los estudiantes, los científicos

descubren que son asalariados como los demás, pagados por un

trabajo que resulta ser "bueno" en la medida en que reporta

beneficios a corto plazo. Se dan cuenta de la investigación

de largo alcance, el trabajo creativo sobre problemas

279

"The professional-managerial class", en Pat Walker (ed.),

Between Labor and Capital, Boston, South End Press, 1979.

203

originales y el amor por el trabajo bien hecho es incompatible

con los criterios del capitalismo280.

De acuerdo con estos análisis los trabajadores de elevada

cualificación constituyen un estrato de la clase obrera.

Poulantzas consideró que los trabajadores intelectuales, por

las razones que hemos visto, no pertenecen a la clase obrera, sino

que forman parte de la nueva pequeña burguesía.

Los Ehrenreich insisten en que la CPD constituye una nueva

clase específica del capitalismo monopolista. Desde su perspectiva

una clase social se define por dos rasgos distintivos:

1. La clase se caracteriza por una relación común con los fundamentos

económicos de la sociedad. Con este tipo de relación no se hace

referencia solamente a la relación jurídica propietarios-no

propietarios de los medios de producción. La clase se define por la

relación entre grupos de personas, no relaciones entre las personas

y los objetos.

2. En segundo lugar introducen el criterio, en parte weberiano, de

que los miembros de una misma clase comparten un estilo común de

vida, un mismo historial educativo, redes de parentesco, hábitos de

trabajo, creencias.

Definimos a la clase profesional directiva como una clase

consistente en trabajadores mentales asalariados que no son

propietarios de los medios de producción y cuya función

principal en la división social del trabajo puede describirse

ampliamente como la reproducción de la cultura capitalista y

de las relaciones sociales capitalistas281

.

La existencia de esta clase presupone que (1) el excedente se

ha desarrollado hasta tal punto que se puede mantener a una nueva

clase y que (2) las relaciones entre la burguesía y el proletariado

se han desarrollado hasta un extremo tal que exigen la aparición de

una clase especializada en la reproducción de las relaciones de

clase capitalistas.

280

Gorz: Strategies for Labor, en Ehrenrich, op. cit., p.7.

281

Op. cit., p. 12.

204

Son como mínimo tres los motivos que explican la aparición de

la CPD:

1. La concentración del capital hacía necesaria la transformación

de la ciencia en un instrumento del capital, con lo cual los

científicos son directos colaboradores del capitalismo.

2. El capitalismo necesitaba legitimarse, lo que supuso la

expansión de ciertas actividades de beneficiencia desarrolladas por

el estado. En este sentido hay que destacar la expansión del sistema

escolar, el cual contribuyó a integrar a los trabajadores

inmigrantes en los llamados valores americanos.

3. Por otro lado, el capitalismo precisaba expandir sus mercados

de consumidores. Para ello nada mejor que evitar la autoproducción

de la que aun hacían uso amplias capas de trabajadores. Había que

conseguir que la gente comprara mercancías en lugar de que las

produjeran en sus propias casas. En este sentido ponen el ejemplo

de la desaparición de las parteras y la tendencia a dar a luz en

instituciones como los hospitales.

Todo esto explica que las relaciones entre la CPD y la clase

obrera hayan sido siempre unas relaciones conflictivas. En el caso

de la producción científico-técnica de Taylor esta relación está

clarísima: se trata de apropiarse del saber de los trabajadores. Más

allá de la producción se podrían citar las conflictivas relaciones

entre maestros y padres, trabajadores sociales y minorías, etc.

Incluso cuando algunos de los grupos componentes de la CPD se han

aliado con los trabajadores, militando en partidos socialistas y

comunistas, han provocado el recelo de la clase obrera. La clase

obrera ha temido la tendencia hacia el socialismo tecnocrático de

que puede hacer gala esta clase.

No obstante, sus relaciones con la clase capitalista tampoco

han estado exentas de tensión. Todo ello a pesar de que en un

principio los componentes de la CPD eran hijos de hombres de

negocios, de los profesionales independientes, de los propietarios

agrícolas, etc. Estos últimos eran conscientes de que para

sobrevivir, el capitalismo debía afrontar ciertas reformas de

carácter progresivo. Incluso alguien tan absolutamente

procapitalista como Taylor fue, al menos en principio, contemplado

con desconfianza por parte de los empresarios, quienes temían ceder

205

a los técnicos una parte sustantiva de sus prerrogativas. En alguna

medida, la aparición de la CPD siempre ha hecho planear el fantasma

de una tecnocracia que desplazara a los propietarios de los medios

de producción de sus posiciones dirigentes. Veblen, en su Teoría de

la clase ociosa, describía a los capitalistas como una clase

parasitaria, frente a la cual los ingenieros y los directivos eran

los únicos auténticamente capacitados para dirigir la actividad

económica. El progreso exigía que los capitalistas se quitasen de

en medio. Algo similar atisbó Schumpeter, al predecir la

desaparición del capitalismo y su sustitución por un socialismo

tecnocrático.

Con la intención de defenderse tanto de la clase obrera como

de la clase capitalista, la CPD se parapeta tras el concepto de

profesión, lo que permite ponerse a salvo de las opiniones de los

profanos y dotar a su actividad de un cierto aire de beneficiencia

pública.

De acuerdo con los cálculos de los Ehrenreich, en los EE.UU.

entre el 65 y 70% de la población pertenecería a la clase obrera

(incluyendo en ella además de a los trabajadores manuales a todos

los trabajadores no manuales de rutina, vendedores, etc.). El 8%

pertenecería a la pequeña burguesía tradicional. Entre el 20 y y el

25% pertenecería a la CPD y el 1% constituiría la clase dominante.

c) Las teorías de la clase del conocimiento de los setenta. En los

70 la derecha política empezó a desarrollar sus propias teorías

sobre la nueva clase (hasta entonces esto había sido cosa de

marxistas o anarquistas). Su argumento era que los intelectuales de

izquierda habían desarrollado una cultura de la oposición que

pretendía socavar el sistema de valores de la sociedad democrática

moderna y establecer el poder de una nueva casta sacerdotal

compuesta por una moralizante intellegentsia de izquierda. Estos

intelectuales ejercen una fuerte presión sobre los medios de

comunicación, o utilizan el estado benefactor, la academia, las

universidades para crear su propia dominación de clase. Bell, Bloom,

etc. son ejemplos clarísimos de esta manera de concebir las cosas.

206

Gouldner escribió un libro específicamente dedicado a esta

cuestión: El futuro de los intelectuales y el ascenso de la nueva

clase. De acuerdo con él, en este siglo se ha asistido al ascenso

de una nueva clase compuesta por los intelectuales -cuyos intereses

son fundamentalmente críticos, emancipadores y hermeneúticos- y por

la intelligentsia técnica. Sin duda es el marxismo el cuerpo teórico

y práctico que ha posibilitado a la nueva clase adquirir grandes

dosis de importancia y eso a pesar de que el enfoque marxista

primigenio fue incapaz de explicar cuál era la posición de clase de

los intelectuales. En cualquier caso, las grandes revoluciones

socialistas, especialmente la rusa, la china y la cubana no podrían

haberse realizado sin el concurso de los intelectuales, los cuales

dirigieron los respectivos partidos comunistas que coronaron las

revoluciones triunfantes.

Una estrategia básica de la nueva clase es cultivar la alianza

con la clase trabajadora, dirigiéndola contra la vieja clase.

La Nueva Clase se ha convertido en una burguesía cultural con

su propia elaboración discursiva, lo que Gouldner denomina la

Cultura del Discurso Crítico. Al igual que la clase obrera, la Nueva

Clase trabaja asalariadamente, pero a diferencia de esta no se ve

expropiada del control de su proceso de trabajo. La institución

necesaria para la producción de la Nueva Clase y su especial cultura

es la escuela. La escuela brinda una educación lejos del hogar y por

tanto lejos de la supervisión de los padres y es una educación

suministrada por un grupo especial de la Nueva Clase, los maestros.

8.2. LA INFRACLASE

El concepto de infraclase nunca se ha llegado a definir de un

modo consistente, a pesar de que se trata de un término, utilizado

a lo largo de las tres últimas décadas,282

aunque con carácter

esporádico.

282

R. Aponte, "Definitions of Underclass: A critical analysis",

en H.J. Gans (ed.), Sociology in America, Londres, Sage, 1990.

207

El término infraclase fue utilizado por vez primera por el

sociólogo sueco Gunnar Myrdal283 al explicar los problemas sociales

de los Estados Unidos. El término abarcaba aquellas familias e

individuos que se encontraban en los estratos más bajos de la

sociedad. Incluía a los pobres de larga duración, aquellos que

apenas experimentaban progreso alguno a pesar del desarrollo

económico. Para Myrdal el problema procedía del desempleo

estructural, particularmente de los crecientes niveles de

titulación educativa exigidos para trabajar. Esto significaba que

el desempleo se cebaba entre los trabajadores con menores

credenciales escolares. Los gastos gubernamentales de asistencia

social no conseguían sacar a estas personas de la pobreza. De acuerdo

con Myrdal la formación de la infraclase nada tenía que ver con el

comportamiento o la conducta de la gente pobre, sino que más bien

se debía a las privaciones materiales y a la ausencia de canales de

movilidad social.

Un segundo uso del concepto de infraclase se produjo en los

años sesenta por parte de Tom Kahn284, miembro de la Liga para la

Democracia Industrial. Aunque cita con frecuencia a Myrdal, su

concepto de infraclase es distinto. Lo aplicaba únicamente a

trabajadores y sostenía que la proporción de parados de larga

duración aumentaba, de modo que este era el origen de la infraclase.

Este grupo estaba constituido fundamentalmente por negros, varones

de más de 65 años, jóvenes, campesinos, trabajadores no cualificados

y quienes tienen menos de 12 años de escolarización.

Sin duda una de las grandes obras que ha marcado un hito en

el estudio de la pobreza y de la infraclase es The Other America (La

283

G. Myrdal, "Challenge to Affluence. The Emergence of the

'underclass'", en C.S. Heller (ed.), Structured Social Inequality.

A reader in Comparative Social Stratification, Londres, Macmillan,

1969.

284

The Economics of Equality, Nueva York, Ligue for Industrial

Democracy. Citado en Aponte, op. cit.

208

cultura de la pobreza en los Estados Unidos)285

de Michael

Harrington. Aquí se plantea la existencia de una infraclase

hereditaria.

En los setenta de nuevo nos encontramos con diversas

referencias al concepto de infraclase. El concepto de infraclase se

refiere a las dimensiones económicas de la pobreza.

Uno de los estudios más influyentes sobre la infraclase es el

de Willian Wilson The Declining Significance of Race. El concepto

de infraclase se refiere a la base de la jerarquía social.

El concepto de infraclase se refiere a una realidad que no es captada

con el término más general de "clase baja". Por ejemplo, en

las familias de la infraclase, a diferencia de otras familias

de la comunidad negra, el cabeza de familia es, casi

invariablemente, una mujer. La estructura distintiva de la

infraclase también se refleja en el muy elevado número de

varones adultos que carecen de domicilio fijo -que viven

fundamentalmente en las calles, vagando de un lugar a otro,

de un refugio a otro.286

Otra obra influyente es la de Glasgow The Black Underclass.

El término infraclase se refiere a los pobres persistentes a lo largo

de generaciones.

El término infraclase no se refiere a la carencia de valor moral o

ético, ni tiene ningún carácter peyorativo; simplemente

describe a una población relativamente nueva en la sociedad

industrial. No se trata de que vivan una situación de privación

cultural, de carencia de aspiraciones o de que no estén

motivados para el logro. Muchos de los pobres de larga

duración, aquellos que han trabajado a lo largo de la mayor

parte de su vida laboral, pero que no han pasado del nivel

mínimo de subsistencia, constituyen parte de la infraclase.287

285

FCE, 1969.

286

The Truly Disadvantaged, Chicago, Chicago University Press.

Citado por Aponte, op. cit., p. 122.

287

The Black Underclass, San Francisco, Jossey-Boss, 1980.

Citado por Aponte, op. cit., p. 123.

209

El concepto de infraclase pretende abarcar un cierto número

de enfermedades sociales incluyendo la pobreza, el desempleo, el

delito, la dependencia de las agencias de bienestar social, las

familias sin padre y bajos niveles de educación. Sin embargo,

conviene dejar bien claro que no tiene porqué haber coincidencia

entre pobreza e infraclase, es decir, no todos los miembros de la

infraclase son pobres. Esto lo explican muy bien Rickets y Sawhill

mientras que los pobres y la infraclase pueden solaparse, es

improbable que sean idénticos o que uno sea simplemente un

subconjunto del otro. El hecho de que algunos miembros de la

infraclase cometan actividades delictivas, como el tráfico de

drogas, sugiere que no todos los miembros de la infraclase son

pobres. De modo similar, muchos pobres -se puede pensar de modo

especial en los trabajadores pobres y la gente pobre con

carácter persistente que son pobres o minusválidos- no son

considerados normalmente como miembros de la infraclase288.

Especialmente interesantes son las recientes aportaciones de

Galbraith en su obra La cultura de la satisfacción.289

Galbraith

alerta sobre el crecimiento alarmante de la pobreza en los EE.UU.

(en 1989, vg, el 12.8% de la población del país vivía por debajo del

nivel de pobreza de 12.674 $ para una familia de cuatro miembros).

Del mismo modo las desigualdades se han incrementado. En 1988 el 1%

formado por los grupos familiares más ricos tuvo una renta media

anual de 617.000 $ y controló el 13.5% de los ingresos antes de

impuestos, y un 20% vivió en condiciones de cierto desahogo con unos

ingresos de al menos 50.000 $ al año. A este 20% les correspondió

el 51.8% de la renta total antes de impuestos. Este conjunto es lo

que el autor denomina mayoría satisfecha. Esta mayoría contempla con

amplia satisfacción los gastos estatales en temas militares,

reflotamientos financieros de empresas, etc. Sin embargo, no duda

en considerar como una pesada carga los gastos sociales destinados

288

"Defining and Measuring the Underclass", Journal of Policy

Analysis and Management, 7 (2), 1988. Citado por Aponte, op. cit.,

p. 126

289

Barcelona, Ariel, 1992.

210

a los más pobres: ayudas oficiales para la adquisición de viviendas,

subsidios de desempleo, etc. Son precisamente los pobres quienes más

precisan de la solidaridad que pueden significar los impuestos. Ese

20% de la población afortunada puede comprar sus casas, sus parques

y sus instalaciones deportivas, mientras que aquellos que gozan de

menor de nivel de renta no tienen más remedio que exigírselo al

Estado.

En las sociedades capitalistas avanzadas aparece lo que

Galbraith denomina la subclase funcional. El autor es consciente de

la repulsa que provoca en la mentalidad norteamericana hablar de

clases sociales (Bush afirmó en alguna ocasión que eso de las clases

es cosa de las democracias de Europa). La mayor parte de esta

subclase se compone de miembros de grupos minoritarios, negros o

gentes de origen hispano. Galbraith constata el hecho de que la

sociedad precisa de los pobres para hacer los trabajos que los más

afortunados no hacen y que les resultarían claramente

desagradables.

Desde un punto de vista opuesto al de Galbraith, Charles

Murray, un influyente teórico conservador, no duda en culpabilizar

a las políticas de bienestar de haber asentado a los pobres en su

situación de pobreza290. Tradicionalmente se diferenciaban dos tipos

de pobres: los honrados, es decir, personas con pocos recursos, pero

que trabajan y crían a sus hijos, y los pobres no respetables,

depravados, degradados o como se quiera llamar. Son tres los

elementos que utiliza el autor para identificar a la infraclase: los

nacimientos fuera del matrimonio, el crimen violento y el abandono

del trabajo.

Las familias monoparentales son más frecuentes entre la

infraclase. La ausencia del padre muchas veces significa la ausencia

de disciplina sobre los hijos, hasta el punto de que es frecuente

que niños de 18 meses estén solos en la calle.

Las políticas de ayuda financiera a quienes no encuentran

empleo han terminado por socavar la cultura del trabajo.

290

C. Murray, "Underclass". En VV.AA.: The Emergent British

Underclass, Londres, The IEA Helath and Welfare Unit, 1990.

211

La infraclase se suele reclutar entre los siguientes

colectivos:

1. Personas que abandonan la escuela tempranamente.

2. Jóvenes sin empleo regular.

3. Hogares encabezados por mujeres no casadas y/o sin empleo).

Nuevas formas de pobreza. Las nuevas pobrezas se refieren a los

colectivos en situación de seria precariedad, a la que han accedido

procedentes, no de la pobreza clásica, sino de situaciones

culturales y económicas estables.

Los nuevos pobres están constituidos por los parados de larga

duración; las madres jóvenes solteras carentes de vivienda y de

ingresos adecuados, los refugiados, los emigrantes retornados, los

trabajadores sumergidos, determinadas minorías étnicas, etc.

La pobreza afecta a aquellas personas que perciben un nivel

de renta inferior a la mitad de la renta per cápita. De acuerdo con

este criterio las personas que se encuentran bajo el umbral de la

pobreza en la Unión Europea han ascendido entre 1976 y 1986 de 38

a 44 millones, es decir, ha pasado del 11 al 14% de la población.

García-Nieto291

cita una serie de datos alarmantes sobre la

pobreza. Los índices de desigualdad son escandalosos. Según el

conocido estudio de Cáritas de 1984, mientras que el 10% de las

familias españolas acumula el 40% de la renta, un 21.6% de las

familias, las más pobres, tan solo dispone de un 6.9%.

En 1987 el servicio de estudios del Banco de Bilbao situaba

la renta per cápita en 911.138 PTA. La mayoría de los españoles,

alrededor de 27 millones no supera esa cifra. Por el contrario, 12

millones sobrepasaban con creces esa media. 11.5 millones de

españoles vivían con una renta inferior a las 500.000 PTA. Dicho de

otra manera, según el Banco de Bilbao, el 30% de los hogares vive

en condiciones de pobreza, el 40% se sitúa entre los límites de la

estrechez y del bienestar, el 20% vive bien y el 10% estupendamente

291

J.N. García Nieto, "Nueva pobreza en España", Debats, 35/36,

1991.

212

bien. Con estas cifras se superan los famosos 8 millones de pobres

del Informe de Cáritas.

Otro dato nada desdeñable es la precarización de los contratos

de trabajo. En estos momentos cerca del 40% de los contratos son

eventuales, la mayoría de ellos firmados en los últimos años.

A esto hay que añadir la existencia de la ecomomía sumergida.

Según el Ministerio de Economía son unos tres millones de personas

las que trabajan en la economía sumergida. Gran parte de estos

trabajadores son jóvenes sin ninguna experiencia laboral (el 43% del

trabajo irregular está hecho por jóvenes, mientras que en el trabajo

regular el grupo de edad 16-25 años solo representa al 11% de los

empleados. Cerca del 70% solo tiene estudios primarios).

El paro de larga duración es cada vez más amplio. En 1981 el

15.6% de los parados llevaba más de dos años en esa situación. A

finales de 1989 eran el 40.3. Se trata de trabajadores expulsados

del mercado de trabajo, el 78% de los cuales son o analfabetos o solo

tienen estudios primarios.

De acuerdo con el informe sobre la Pobreza en Europa elaborado

por la Sección de Asuntos Sociales del Comité Económico y Social de

las Comunidades Europeas en marzo de 1989, las causas principales

de la pobreza son la falta de alojamiento, el desempleo, la

inexistencia de formación, la imposibilidad de comunicarse

adecuadamente, la inadaptación o la ausencia de protección social,

el cambio de los modelos familiares y la indaptación o insuficiencia

de las políticas de vejez.

¿Por qué hablar de nueva pobreza en lugar de simplemente

pobreza?. Miguélez292

suministra una respuesta a esta cuestión.

Hay evidencia sobrada de que la pobreza entendida como falta de

ingresos no ha desaparecido de nuestras ciudades más

desarrolladas. Pero existe, junto a ésta, un tipo de situación

mucho más extendida, menos visible -en parte porque choca con

la ideología dominante que desprecia la pobreza y exalta el

enriquecimiento y el consumo, por lo que los propios implicados

tienden a ocultarla- que es la de aquellas familias que tienen

292

F. Miguélez, "Pobres en el área metropolitana de Barcelona",

Debats, 35/36, 1991.

213

un poder adquisitivo sensiblemente por debajo del nivel

considerado medio o normal en un país o área determinada293

.

Hoy en día parece claro que no son una minoría quienes no pueden

triunfar. A esto hay que añadir el hecho de que los nuevos pobres

anteriormente eran personas que vivían en una situación económica

más desahogada.

Zaldívar y Castells294

consideran normal que en los últimos

años se hayan incrementado las desigualdades en España, dado que en

periodos de expansión, como el vivido en España entre 1985 y 1990,

aumenta en mayor medida la retribución de los individuos más

capaces. Lo que caracteriza a los años 80 en España es la

coexistencia de una mejora de los niveles medios de renta con un

aumento de la desigualdad social, parcialmente corregida mediante

el desarrollo de un Estado de Bienestar que apenas existía

anteriormente en el país.

A pesar del crecimiento del segundo lustro de los años 80,

España se encuentra a la cabeza del pelotón de cola de la CEE, siendo

su nivel de renta el 79% de la media de los doce, y ello a pesar de

que España es, en 1992, un país un 40% más rico que en 1980,

considerando el crecimiento del PIB en términos reales.

Si analizamos la distribución de ingresos de los declarantes

del IRPF del año 1987, por tramos de salario mínimo (44.040 PTA) se

observa una fortísima concentración, de más del 40% de individuos

cuyos ingresos son inferiores a dos veces el SMI, situándose por

encima de cinco veces el SMI el 12% de los declarantes.

Si medimos las desigualdades en función del nivel de gastos

(a partir de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares) se

observa también una fuerte desigualdad en el periodo analizado: de

1985 a 1989. Así, el 20% de los hogares de más alto nivel gastó el

35.07% del total del gasto familiar español en 1985 y el 34.99% de

dicho total en 1989. Mientras tanto, el 20% inferior de los hogares

gastó en 1985 un 8.9% y se mantuvo en un 8.82% en 1989. De acuerdo

293

Op. cit., p. 117.

294

España, fin de siglo, Madrid, Alianza, 1992.

214

con el estudio publicado recientemente por el INE Estudio de los

hogares menos favorecidos,295 el cual analiza el periodo 1981-91 el

porcentaje de hogares que gastaba menos del 50% de la media ha pasado

de ser el 20.5% en 1974, al 19.5 en 1981 y el 19.7% en 1991.

Sin duda el estudio más comentado sobre la pobreza es el famoso

informe de Cáritas de 1984 que revelaba la existencia de 8 millones

de pobres (uno de cada cinco españoles sería pobre). Zaldívar y

Castells matizan que esta pobreza no sería tal en un contexto rural,

donde con muy poco dinero se pueden satisfacer las necesidades

básicas. En 1981 la CEE consideraba pobre al 21% de la población

española, porcentaje solo superado por Portugal (32.2%) y Grecia

(21.6%).

Los grupos que nutren la pobreza serían básicamente los

siguientes:

- Disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales sin pensión o con

escasísima pensión, la mayoría dejados al cuidado de sus familias.

Se estimaban en torno a un millón de personas.

- Toxicómanos, particularmente consumidores de heroína y

cocaína (al menos en torno a 100.000 personas) y alcohólicos

disfuncionales que cosntituyen una parte importante, imposible de

precisar, de los casi dos millones de alcohólicos existentes en

España.

- 30.000 transeúntes, mendigos e indigentes sin hogar.

- 34.000 reclusos de las cárceles.

- Una cifra indeterminada, pero que se eleva con seguridad por

encima de 100.000, de mujeres marginadas, incluidas prostitutas.

- Una parte del pueblo gitano cuyo número puede llegar a los

800.000.

- Inmigrantes en situación ilegal (200.000)

295

Madrid, INE, 1992.

215

¿Constituyen los parados una clases clase social?. Esta es una

cuestión candente que plantea el sociólogo belga Philippe Van Parijs

en su comentario a la obra de Wright296. Arranca Van Parijs del hecho

de los niveles crecientes de desempleo y del número de parados de

larga duración. Partiendo de la teoría de los activos de explotación

de Wright, Van Parijs se plantea la cuestión de si el tener un empleo

fijo a jornada completa no será también un activo de explotación.

Una persona en paro involuntario es alguien que dispone de las

destrezas y la capacidad necesaria para trabajar y que sin embargo

no encuentra empleo. Esto significa que la existencia del desempleo

supone que la posesión de empleos influye sobre la distribución del

bienestar material.

¿Por qué hay tantísimas personas en situación de desempleo,

a pesar de que seguramente las personas en situación de desempleo

estarían dispuestas a trabajar a cambio de salarios menores que los

empleados? Frente a esta cuestión se han dado varias respuestas. Una

de ellas es el enfoque que se puede denominar integrados-excluidos

(insiders-outsiders). De acuerdo con esta explicación estar dentro,

estar trabajando, supone una seria ventaja en términos de

perseverancia en el empleo. Para una empresa, desprenderse de un

empleado supone en incurrir en una serie de costes que normalmente

desea evitar. Si una empresa pierde a un empleado y necesita a

alguien que cubra el puesto vacante, ha de incurrir en gastos

derivados de anunciar la convocatoria de un puesto vacante, ha de

seleccionar a los candidatos que se presenten, etc. Por otro lado,

un trabajador recién llegado es más susceptible de cometer errores,

hay que formarle, etc. Todo esto significa que los ya empleados son

capaces de ejercer un considerable grado de presión sobre sus

empleadores. A todo esto hay que añadir la posible existencia de

sindicatos, organizaciones que estructuran la acción colectiva de

los trabajadores, acción que supone negociaciones colectivas en las

que los asalariados tratan de conseguir ciertas ventajas.

296

"A Revolution in Class Theory", en E.O. Wright (ed.), The

Debate on Classes, Londres, Verso, 1989.

216

Otra teoría que explica la perseverancia en el empleo de los

ya empleados es la teoría del salario de la eficiencia. Esta teoría

trata de responder directamente a la cuestión de por qué motivos los

empresarios no sustituyen a sus empleados por parados, teniendo en

cuenta que estos trabajarían por un salario menor. Esta teoría no

se remite a la capacidad de negociación de los ya empleados, sino

al hecho de que la productividad está en función del nivel de los

salarios. Unos salarios altos se traducen en un mayor interés de los

asalariados por su trabajo. Es decir, unos salarios más altos son

sinónimos de mayor productividad.

Si estas teorías son correctas se podría aplicar el esquema

de Roemer-Wright sobre la teoría de los juegos y considerar que una

persona se convierte en un explotador de empleo (o explotado en

términos de empleo) si estuviera peor (o mejor) si los empleos (o

los activos de empleo) estuvieran distribuidos de un modo

equitativo. Van Parijs no tiene ninguna duda: los parados estarían

mejor si se produjera una distribución equitativa de los empleos y

esta es una opción preferible a la redistribución de la renta por

vía impositiva. No obstante, Van Parijs es consciente de que además

hay que tener en cuenta cómo es la distribución de los empleos entre

los empleados: trabajo a tiempo completo, a tiempo parcial, fijo,

inestable, etc.

Un problema que plantea esta interpretación de los activos de

empleo es la cuestión de si los desempleados pudieran llegar a

constituir una clase, especialmente de si estos pueden llegar a

desplegar una conciencia de clase.

Incluso si los pobres en términos de empleo son una clase en el

sentido objetivo aquí considerado, muchos mantienen que nunca

constituirán una clase en el sentido subjetivo; es decir, jamás

adquirirán conciencia de clase o serán capaces de organizar

acciones de clase. Los desempleados y los trabajadores

ocasionales forman un grupo heterogéneo, que es incapaz de

desarrollar un sentimiento de pertenencia297.

En este sentido, por ejemplo, Gorz hablaba en Adiós al

proletariado de la no-clase de los no-trabajadores.

297

Op. cit., p. 237.

217

¿Cuáles pueden ser las estrategias a seguir para acabar con

las desigualdades sociales y económicas derivadas de la desigual

distribución de los empleos? Una sería el reparto del empleo,

limitando el número de horas o de días de trabajo. Se trata de una

política que ha tenido escaso éxito. En lugar de ello Van Parijs

plantea la necesidad de establecer una beca o asignación económica

universal suficiente para cubrir al menos las necesidades básicas.

Una asignación universal no solo significa una reducción de los

costos de carecer de empleo, también significa la posibilidad real

de que la gente sea capaz de generar sus propios empleos. Además el

hecho de tener una asignación mínima permite que los parados posean

un mayor poder de negociación en el mercado de trabajo, lo que

evitaría que estuvieran dispuestos a trabajar por menos dinero que

los empleados.

Según Van Parijs la articulación política de esta propuesta

es difícil. Resulta poco probable que los partidos de derecha e

incluso los de izquierda (especialmente los socialdemócratas) estén

dispuestos a incrementar los gastos sociales de protección por

desempleo. La solución podría venir de la mano de los partidos

verdes, debido a la importancia que estas formaciones políticas

conceden a la resolución del problema del desempleo y a la cuestión

del ocio no productivo.

No hay duda de que los planteamientos de Van Parijs son

desafiantes y estimulantes. Sin embargo, resulta difícilmente

sostenible que los empleos constituyan una base de explotación. Aquí

podría aplicarse la misma crítica que a la teoría de los cierres

sociales de Parkin. Quienes tienen empleos fijos podrían ser capaces

de restringir el acceso al empleo por parte de los parados, pero en

modo alguno podría afirmarse que los empleados explotan a los

parados.

8.3. SEGMENTACION DE LOS MERCADOS DE TRABAJO.

El sistema económico del siglo XX lejos de acabar con las

diferencias de niveles de vida, ha tendido a institucionalizarlas.

En particular, se ha producido una dicotomización entre la economía

central y la periférica. La discriminación sexual y racial

institucionalizada ha servido para profundizar las divisiones en el

seno de la clase obrera. Se han generado fracciones permanentes y

distintas.

Para explicar esta situación se desarrollaron las teorías

dualistas del mercado de trabajo, las cuales, en un principio, eran

de inspiración claramente weberiana, lo que ocurre en el subenfoque

institucionalista. No tardaron en aparecer enfoques de claro signo

marxista -como el de Edwards298- el cual atribuía a la voluntad de

los capitalistas por dividir a la clase trabajadora la aparición de

los segmentos de trabajo primario y secundario. En cualquier caso

todas las vertientes de la segmentación comparten la creencia de que

las distribuciones de los salarios y las rentas son injustas para

los pobres y que se hace precisa una mayor intervención

gubernamental para alterar este estado de cosas.

En una primera aproximación definiremos al mercado de trabajo

primario como el caracterizado por los empleos estables y con

posibilidades de promoción, justamente lo contrario de lo que ocurre

en el mercado de trabajo secundario.

Los estudios de los economistas institucionales no solo

muestran que los resultados de mercado son distintos para cada

segmento, sino que, y esto es más importante, los procesos de mercado

son diferentes para cada uno.

Edwards distingue, no dos mercados de trabajo, sino tres: el

mercado secundario, el mercado primario subordinado y el mercado

primario independiente (a estos dos últimos Piore los demonina

mercados de trabajo inferior y superior). Cada uno de estos

segmentos emplea entre una cuarta y una tercera parte del total de

298

Contested Terrain. The Transformation fo the Workplace in

the Twentieth Century, Nueva York, Basic Books, 1979.

la fuerza de trabajo, siendo el resto patronos y directivos de alto

nivel.

Los segmentos primarios se suelen localizar en las industrias

intensivas en capital, mientras que los segmentos secundarios se

localizan en las industrias intensivas en fuerza de trabajo y donde

la demanda de esta última es inestable o descendente.

La teoría del mercado dual se desarrolló como reacción frente

a la incapacidad de la economía neoclásica para explicar por qué

algunos grupos de trabajadores no se desenvolvían

satisfactoriamente en el mercado de trabajo. Esta teoría ataca la

explicación neoclásica del salario y del empleo. Argumenta que el

énfasis puesto en el papel de la educación y en otras formas de

capital humano no es del todo correcto. Los economistas de las

teorías dualistas ponen más énfasis en los determinantes

institucionales o aquellos que provienen del lado de la demanda de

los salarios y de los empleos.

El mercado secundario es la reserva del trabajo casual. Aquí

el trabajo es considerado como una simple mercancía desprotegida al

no existir sindicación u otras constricciones institucionales.

El mercado secundario incluye trabajos del siguiente tenor:

conserjes, celadores, mensajeros, vendedores, trabajadores de

oficina de bajo nivel (mecanógrafos, perforistas...),

trabajadores agrícolas temporales.

El trabajo no suele requerir formación o educación más allá

de la alfabetización. Se precisan pocas destrezas y pocas hay que

aprender. Son trabajos de baja remuneración y apenas hay seguridad

en el empleo. Lo único que aporta el trabajador es su fuerza de

trabajo y así es tratado y pagado. En un estudio de Osterman299 se

halló que, en 1967, el salario de estos trabajadores era el 69% de

los del sector primario.

También se puede considerar el tiempo de ejercicio de un

empleo. En 1968 entre los trabajadores del grupo de edad 50-54 los

299

"An Empirical Study of Labor Market Segmentation", Journal

of Industry and Labor Relations, 1975.

blancos habían ocupado su trabajo durante 12.8 años, mientras que

las mujeres solo lo habían ocupado durante 6.2 y los no blancos

10.1.300

Carnoy y Rumberger301 descubrieron que los empleos secundarios

no tienen salida en el sentido de que la experiencia adicional no

conduce a unos ingresos superiores.

Un nivel más alto de educación no se traduce en salarios más

elevados. Buchelle302 halló que aquellos trabajadores que tenían un

nivel educativo inferior a la secundaria conseguían algo más de

salario, pero aquellos que tenían educación secundaria no consiguen

ningún tipo de ingreso superior. En la muestra de Osterman, el efecto

de la educación sobre unos salarios crecientes era seis veces mayor

para los trabajadores del sector primario que para los del

secundario.

De este modo, la investigación sobre mercados de trabajo parece

llevar a la conclusión de que el mercado secundario es de hecho un

mercado diferente, caracterizado por distintos resultados y

distintos procesos de mercado. Contiene trabajos poco remunerados,

trabajos casuales, empleos que proporcionan escasa seguridad o

estabilidad.

Todos los empleos primarios comparten la característica de

ofrecer ocupaciones bien definidas, con caminos establecidos de

ascenso. Estos trabajos se diferencian de los secundarios

principalmente por la presencia de los sindicatos, lo que suele

traducirse en mayor estabilidad, salarios más altos,...

Los trabajos primarios subordinados se distinguen de los

primarios independientes por el hecho de que sus tareas son

repetitivas, rutinizadas y sujetas al ritmo de las máquinas o de la

300

Monthly Labor Review, Septiembre, 1969.

301

Segmented Labor Markets: Some Empirical Forays, Palo Alto

Center for Economic Studies, 1975.

302

Jobs and Workers. Citado por Edwards, op. cit.

organización burocrática. Las destrezas requeridas se aprenden

rápidamente (en unos pocos días o semanas) y a menudo se adquieren

en el propio trabajo. Los empleos apenas suministran oportunidades

para ejercer control sobre el propio trabajo. El mayor grupo es el

constituido por los trabajos de la clase obrera industrial

tradicional. El otro grupo principal incluye las posiciones de los

trabajadores de ventas, de oficinas y administrativos de grado

inferior. La educación -al menos hasta secundaria o los primeros

años de universidad- parece recompensar económicamente a los

trabajadores.

El mercado de trabajo primario independiente está constituido

por empleos altamente estables, con mecanismos establecidos de

progresión -de carrera profesional-, y relativamente bien

remunerados. Difiere del mercado de trabajo subordinado porque

normalmente exige destrezas generales, más que destrezas

específicas de la empresa. Se trata normalmente de destrezas

adquiridas en la escuela superior o especializada. Tres grupos de

empleos dominan el mercado primario independiente. El primero está

constituido por los estratos más bajos de la estructura de empleo

de la empresa y consiste en trabajadores de oficina, personal

técnico, capataces, contables, secretarias especializadas y

personales. El segundo grupo incluye el personal artesano:

electricistas, carpinteros, fontaneros... El tercer grupo incluye

a los profesionales -investigadores, ingenieros, abogados,

especialistas en temas fiscales...-. Otra característica de este

mercado primario es el papel desempeñado por el sector público. Para

los trabajadores técnicos y profesionales en particular, la

proporción de empleo público ha crecido consistentemente a lo largo

de las últimas tres décadas, hasta el punto de que el estado emplea

entre el 35 y el 45% de todos los trabajadores profesionales y

técnicos. Profesores, trabajadores de asistencia social,

enfermeras, médicos, otros profesionales de la salud, abogados,

ingenieros y otros han sido ocupados en una gran proporción para

desempeñar las funciones del estado en los campos del bienestar

social, la defensa y la regulación. El nivel medio salarial es mucho

mayor que en el caso de los otros segmentos. Por supuesto, la

educación juega un papel fundamental en los trabajos primarios.

Para los supervisores y otros empleados administrativos su

futuro está vinculado a la permanencia en la empresa. Son los que,

estadísticamente, más tiempo permanecen en ella.

Los empleados profesionales y artesanos tienden a establecer

recorridos a partir de standares de tipo profesional o artesano. Su

movimiento de empleo se asemeja al de los trabajadores del mercado

secundario. Los años de permanencia en el trabajo actual de los

profesionales y artesanos (11.7 y 11.6) son comparables a los del

sector secundario (11.3) y quedan alejados de los años de

permanencia de los trabajadores primarios subordinados (13.8) y de

los supervisores del sector primario independiente (15.2).303

El hecho de que los trabajadores profesionales consiguen

ingresos altos gracias a su experiencia durante sus primeros veinte

años, mientras que los secundarios no obtienen ninguna ventaja,

significa que los profesionales se van a otros empleos y consiguen

mayor experiencia, lo que se traduce en un mayor salario.

Piore considera que cada uno de los tres mercados de trabajo

a los que hemos aludido se corresponde con las subculturas de tres

clases sociales distintas. Al mercado de trabajo secundario

corresponde la subcultura de la clase baja; al primario subordinado

o inferior, la subcultura de clase trabajadora y al primario

independiente o superior, la subcultura de clase media.

La subcultura de clase trabajadora se corresponde con un estilo

de vida estable, rutinario.

La vida gira en torno a una unidad familiar ampliada y a un conjunto

de relaciones con un grupo de compañeros que procede de los

amigos de la infancia y de la adolescencia. Los individuos

tienden a definirse a sí mismos y a definir sus papeles en

función de estas relaciones. El trabajo se considera como un

instrumento para obtener la renta necesaria para mantener a

la familia y participar en actividades del grupo de compañeros;

303

Edwards, op. cit.

la educación se ve como un instrumento para conseguir un

trabajo304

.

A diferencia de lo que ocurre en la subcultura de clase

trabajadora, la subcultura de clase media difumina las fronteras

entre la familia, por un lado, y el trabajo y la educación, por otro.

Tanto el trabajo como la educación son actividades intrínsecamente

satisfactorias. Muchas veces los amigos de la familia proceden del

trabajo, dado que se comparten con ellos intereses profesionales e

intelectuales comunes.

En la clase baja se da una relación con el trabajo además de

instrumental, esporádica. En este sentido, Sabel llamaba a este tipo

de asalariados, trabajadores campesinos305

. Con ello se quiere

distinguir la existencia de una fuerza de trabajo central, que asume

los valores de la sociedad capitalista y una fuerza de trabajo de

carácter marginal que acepta empleos inferiores dado que no está

plenamente integrada en la sociedad. Este sería el caso de ciertos

grupos de inmigrantes, de algunas mujeres, de algunos jóvenes, etc.

Los hombres de la clase baja tienen un concepto muy personalizado

de sí mismos, separado e independiente de una red de relaciones

con la familia y con los amigos. Por tanto, esas relacions

tienden a ser volátiles, de corta duración e inestables y su

vida tiende a estar caracterizada por un esfuerzo por escapar

de la rutina mediante la acción y la aventura. Se trata, pues

de una pauta coherente con el empleo errático en el mercado

de trabajo secundario, así como de otras características como

la relación personal entre el trabajador y el supervisor306

.

304

M. Piore, "Notas para una teoría de la estratificación del

mercado de trabajo", en L. Toharia El mercado de trabajo. Teoría y

aplicaciones, Madrid, Alianza, 1983, p. 196.

305

C. F. Sabel, "Los trabajadores marginales en la sociedad

industrial", en M.J. Piore (ed.), Paro e inflación, Madrid, Alianza,

1983.

306

Piore, op. cit., p. 197.

Una cuestión altamente interesante es la de la conexión entre

mercados de trabajo y las llamadas cadenas de movilidad. Con este

término Piore se refiere a los distintos peldaños que en la jerarquía

laboral puede recorrer un trabajador en el seno de una misma empresa.

A los puntos existentes a lo largo de una cadena se les puede llamar

estaciones. En el sector primario estas cadenas están definidas de

un modo más o menos rígido, mientras que en el secundario los puestos

de trabajo no siguen una progresión regular: se avanza, si es que

se avanza, de un modo aleatorio.

El paradigma de cadena de movilidad es el tipo de progresión

que se da en los trabajos de cuello azul. Normalmente son los

convenios los que determinan cuáles son las estaciones a recorrer.

Muchas de estas estaciones dependen en ocasiones simplemente de la

antigüedad en el puesto de trabajo.

Una teoría alternativa de la segmentación es la que proviene

de aquellos economistas que contemplan la segmentación como

resultado del desarrollo del capitalismo monopolista y del

conflicto de clases.

La segmentación es un mecanismo por medio del cual los

empleadores son capaces de mantener su control sobre la producción.

En primer lugar, dividiendo a la fuerza de trabajo en grupos

fácilmente identificables, los cuales difieren en estatus social,

renta, lo que dificulta o impide la unidad de la clase obrera.

En segundo lugar, la segmentación permite a los empleadores

controlar a los trabajadores dado que suministra una manera de

mantener la producción. En las primeras etapas del capitalismo los

empleadores controlaban directamente la fuerza de trabajo. El

desarrollo del capitalismo monopolista significa que el control

directo es cada vez más difícil. Para seguir ejerciendo control

sobre los trabajadores, las grandes empresas desarrollan mercados

de trabajo internos, los cuales aislan a sus trabajadores de la

competencia exterior.

Los mercados de trabajo están segmentados porque expresan la

segmentación histórica de los procesos de trabajo. En cada segmento

existe un diferente sistema de control de los trabajadores. El

mercado de trabajo secundario es la expresión de los lugares de

trabajo organizados a partir de un control simple, el primario

subordinado está caracterizado por el control técnico mientras que

el independiente lo está por el control burocrático.

El control simple es el control directo, en el que el supervisor

indica al trabajador qué es lo que tiene que hacer.

El control técnico aparece allí solo donde todo o casi todo

el proceso de producción se basa en una tecnología que determina el

ritmo y dirige el proceso de trabajo. Se trata de un control

estructural en el sentido de que está incorporado en la estructura

tecnológica o en la organización de la producción. Al ser la

maquinaria la que determina el ritmo, este ya no depende de los

trabajadores. El capataz se transforma en un elemento reforzador de

los requisitos de la estructura técnica. Presiona a los trabajadores

para que realicen sus funciones, pero no es él quien las inicia o

dice cómo se ha de hacer. El capataz penaliza a quien no trabaja

adecuadamente siguiendo el ritmo de la producción, ritmo que, al

igual que en el caso de los trabajadores, él no controla.

Mientras que el control técnico está incorporado en los

aspectos físicos y tecnológicos de la producción y se construye a

partir de las máquinas, el control burocrático está incorporado en

la estructura social y organizativa de la empresa y se construye a

partir de las categorías laborales, las normas de trabajo, los

procedimientos de promoción, la disciplina, las escalas salariales,

las definiciones de responsabilidades y demás. El control

burocrático establece la fuerza impersonal de las normas de la

empresa como base del control. La definición y dirección de las

tareas laborales, la evaluación del rendimiento del trabajador y la

distribución de recompensas y castigos dependen de normas

pre-establecidas de modo elaborado y sistemático. Este tipo de

control aparece en primer lugar en las oficinas y posteriormente se

aplica al trabajo de producción.

El siguiente cuadro aclara el análisis sobre la segmentación

de los mercados.

Mercados de

trabajo

Características Colectivos Subculturas Mecanismos de

control

Secundario Trabajos inestables Mensajeros, trabajadores

temporales

Clase baja Simple

Primario

subordinado

Estables. Tareas

repetitivas.

Clase obrera industrial,

venderores, oficinistas,

etc

Clase

trabajadora

Técnico

Primario

independiente

Estables.

Destrezas altamente

especializadas

Personal técnico,

ingenieros, abogados,

artesanos, etc

Clase media Burocrático

8.4. LA POSICION DE CLASE DE LAS MUJERES

Tradicionalmente las mujeres, especialmente si trabajan

extradomésticamente y están casadas (o cohabitan), han sido

excluidas del análisis de la estratificación. En la medida en que

se ha incrementado la participación femenina en la fuerza de

trabajo, empieza a ser excepcional el estudio de clases que no

considera la posición de las mujeres.

La cuestión que se quiere plantear es la del debate producido

a raíz del llamado enfoque convencional sobre la situación de clase

de las mujeres casadas. ¿A qué clase social pertenece una mujer

casada que trabaja extradomésticamente? ¿Pertenecería a la clase

del marido? ¿Pertenecería a la clase que determina la situación de

la mujer? ¿Se podría elaborar un índice combinado? ¿Habría que

diferenciar la situación de trabajo de la situación de mercado?

En el caso de las mujeres que no han constituido pareja, la

determinación de clase no plantea a priori ningún problema. Lo mismo

ocurre en el caso de las mujeres que viven en pareja y, o bien se

dedican en exclusiva a las tareas domésticas o bien ejercen un

trabajo extradoméstico que les sitúa en la misma clase que su

cónyuge. Ahora bien, ¿qué ocurre en el caso de que el marido y la

mujer desempeñen trabajos que les sitúen en diferentes clases

sociales? Es decir, ¿cuál es la posición de clase de las mujeres -o

de los varones- en el caso de parejas heterogéneas en términos de

clase?

Lo que vamos a abordar a continuación son las respuestas -o

más bien las dudas- que la sociología ha planteado a estas

cuestiones.

Aunque el debate ya es antiguo, se planteó con especial

virulencia a raíz de la publicación de un artículo por Goldthorpe

en la revista británica Sociology en 1983307. A partir de aquí esta

revista recogió diferentes críticas, defensas y contracríticas a

este texto. Se trata de un debate que solo podía plantearse con toda

su crudeza en los últimos años, dado el crecimiento porcentual de

la participación de la mujer casada en la población activa y de la

mayor diversidad en el tipo de empleos ocupados por la mujeres, en

términos de acceso a la autoridad, la propiedad y la cualificación.

Las soluciones aportadas por la sociología las vamos a agrupar

bajo las denominaciones de enfoque convencional, enfoque de

dominación, enfoque conjunto y enfoque individualista.

a) Enfoque convencional Quienes defienden el enfoque convencional,

cuyo más claro exponente es Goldthorpe, sostienen que la unidad de

análisis en el caso de las clases está constituida por las familias,

de modo que todos los componentes de una familia pertenecen a una

misma clase. Ahora bien, ¿cuál de los dos cónyuges determina la

posición de clase de la familia? La respuesta convencional no tiene

ninguna duda. Dada la mayor implicación de los varones en el trabajo,

tanto en términos de jornada como en continuidad ininterrumpida

hasta la jubilación, la posición de clase de la familia entera deriva

de la posición de clase del varón.

Goldthorpe insiste en la escasa relevancia de la implicación

laboral de las mujeres. De hecho solo en el caso de las esposas de

aquellos que pertenecen a la clase I (la clase de servicio alta) se

da una mayor implicación en el trabajo en términos de permanencia

en el mismo. Así en el caso de parejas cuyo marido pertenece de un

modo estable -sin haber experimentado un proceso de movilidad

social- a la clase I la mayoría de las mujeres rara vez ha abandonado

el mercado de trabajo. Para medir esto Goldthorpe toma en

consideración una variable tan significativa como es el de los años

de matrimonio (a más años mayores son las posibilidades de dejar de

trabajar) y el hecho de haber experimentado movilidad social o ser

estable. Así en el caso de las mujeres que llevan casadas menos de

10 años y cuyos maridos son estables en la clase I, el 55% de ellas

307

J. Goldthorpe, "Women and class analysis: in defence of the

conventional view", Sociology, 17, 4, 1983.

nunca ha abandonado el trabajo, cosa que, para la misma duración del

matrimonio, solo ocurre entre el 18% de las mujeres cuyos maridos

pertenecen con carácter estable a las clases VI y VII.

b) Dominación. El enfoque convencional puro fue sometido a duras

críticas. Como consecuencia de ellas el sociólogo sueco Robert

Erikson308

, habitual colaborador de Goldthorpe, refina este enfoque

proponiendo lo que el llama situación de dominio, que consiste

básicamente en determinar la posición de clase de la familia a partir

de la situación de clase del cónyuge cuyo trabajo sea más decisivo

cara a la determinación de los intereses, conciencia, etc de la

familia. Esta mayor o menor importancia se consigue conocer

analizando qué elementos -trabajo a jornada completa, propiedad de

los medios de producción, etc- contribuyen en mayor medida a

determinar la conciencia de clase de los cónyuges.

Con la intención de medir el grado de influencia sobre la

posición de clase de la familia de las posiciones de trabajo de los

cónyuges, Erikson elabora un listado de dominación, es decir, trata

de determinar qué tipo de situaciones laborales ejercen mayor

influencia sobre la conciencia de clase de ambos cónyuges. Las

categorías de elevada cualificación dominan a las de baja. Las

categorías de auto-empleados dominan a las de empleados. Entre los

auto-empleados las empresas de mayor tamaño dominan a las de menor.

Sin embargo, los grupos profesionales, incluso cuando se trata de

asalariados, dominan a los auto-empleados.

Concluyendo, la investigación de Erikson incide en la escasa

relevancia de la situación de trabajo de las mujeres para explicar

la posición de clase de las familias, dado que suelen encontrarse

en el peldaño inferior de la escala de dominación.

Esta explicación ha sido descalificada por sus críticos como

neoconvencional. En definitiva, se trata de huir de las acusaciones

de sexismo que recayeron sobre el enfoque convencional. El resultado

final es prácticamente el mismo que en este último: la situación de

308

R. Erikson, "Social Class of Men, Women and Families",

Sociology, 18, 1, 1984.

clase de la familia deriva casi siempre de la situación de clase del

marido.

c) Modelo de clasificación conjunta

Esta solución arranca de la distinción weberiana, reelaborada

por Lockwood, entre situación de trabajo y situación de mercado. La

situación de mercado se refiere a elementos como la fuente y el nivel

de la renta, el grado de seguridad en el empleo y las oportunidades

de movilidad social ascendente. La situación de mercado ejerce

efectos sustantivos sobre el nivel de consumo y el tipo de vivienda

en que se habita, el tipo de educación de los hijos, etc.

La situación de trabajo se refiere a la manera en que se

organiza la producción y se refiere a la situación dentro de los

sitemas de autoridad y control presentes en los procesos

productivos.

La situación de mercado es una característica de las familias

y de los hogares. La familia, a pesar de los gastos diferenciales

que puedan realizar sus componentes, es la unidad básica de consumo.

Se trata de una unidad que comparte la misma vivienda, que educa a

los hijos y los envía a la escuela. Sin embargo, es el individuo quien

experimenta la situación de trabajo, las relaciones de autoridad,

etc.

Esta interpretación considera que el hogar o la familia es la

unidad de clase, pero, a diferencia de lo que sucede con el enfoque

convencional, la posición ocupacional de las mujeres se toma en

consideración a la hora de asignarle una situación de clase. Las

características del marido y de la mujer se tienen en cuenta a la

hora de determinar la situación de clase de las familias.

Una vez que ha quedado clara la distinción entre la clase

ocupacional del individuo y las pautas de consumo de la familia, hay

poco dificultad conceptual para asignar una posición de clase tanto

al marido como a la esposa a título individual. Sin embargo, resulta

imposible suponer una relación directa y determinante entre la

ocupación y el estilo de vida o las oportunidades de vida.

Dale, Gilbert y Arber309 insisten en diferenciar la existencia

de dos dimensiones de la clase. Por un lado, la derivada de la

relación con el mercado (la ocupación), y, por otra, la derivada del

estilo de vida.

Una de las cuestiones más interesantes de esta interpretación

son los estudios sobre las llamadas familias heterogénas

(cross-class families). Quizás lo primero que no esté del todo claro

es qué se entiende por familias heterogéneas. La interpretación más

extendida es la que considera como tales a aquellas en que los

cónyuges pertenecen a distintas clases económicas. Sin embargo,

para algunas interpretaciones solo serían tales aquellas en que la

situación de clase de la mujer está por encima de la del marido.

Incluso en la interpretación que considera como heterogéneas a las

familias en que simplemente ambos cónyuges pertenecen a clases

distintas, falta por precisar cuál sea la divisoria de clase. Así,

por ejemplo, Britten y Heath310

consideran que son familias

heterogéneas aquellas en las que uno de los cónyuges ejerce un

trabajo manual y otro un trabajo no manual, lo que daba como

resultado un elevado número de parejas en las que la mujer ejercía

un trabajo superior al del marido. Goldthorpe311

consideraba endeble

esta distinción, dado que los trabajos no manuales que

mayoritariamente ejercen las mujeres están peor retribuidos que los

trabajos manuales ejercidos por los varones. Heath y

309

A. Dale, G. Nigel Gilbert y S. Arber, "Integrating women into

class theory", Sociology, 19, 3, 1985.

310

N. Britten y A. Heath, "Women, Men and Social Class", en E.

Gamarnikow et al. (eds.), Gender, Class and Work, Londres,

Heinemann, 1988.

311

Op, cit.

Britten312

aceptan parte de esta crítica. Consideran que no todas las

mujeres en puestos no manuales casadas con trabajadores manuales en

realidad ocupen posiciones superiores a las de sus maridos. Teniendo

en cuenta elementos como el sueldo, planes de pensiones, subsidios

de enfermedad, etc. concluyen que, en general, las mujeres que

trabajan en el sector de ventas ocupan posiciones en peores

condiciones que los trabajos manuales, mientras que esto no es así

en el caso de las mujeres que ejercen trabajos de oficina.

La esencia del estudio de las familias heterogéneas consiste

en poner de manifiesto las notorias diferencias que con respecto al

resto de las parejas suponen las familias heterogéneas en términos

de división del trabajo doméstico, de comportamiento político, de

conciencia de clase, etc.

Entre las defensoras de esta postura podemos citar a dos

sociólogas que utilizaron datos referidos a Suecia, Lieiulfsrud y

Woodward313

. De acuerdo con ellas las familias en las que los dos

cónyuges ocupan diferentes posiciones de trabajo suponen un

elemento significativo en la estructura de clases. Las parejas

heterógeneas ofrecen un potencial importante en lo que se refiere

al aburguesamiento, la proletarización o la ambivalencia. Las

actitudes frente al trabajo, los roles de género, la división de las

tareas domésticas, etc, se ven seriamente afectada por este carácter

heterogéneo.

En esta misma línea podríamos situar a Wright314. Wright utiliza

datos de Suecia y los Estados Unidos. Debido al tamaño de las

312

A. Heath y N. Britten, "Women's jobs do make a difference:

A reply to Goldthorpe", Sociology, 14, 4, 1984.

313

H. Leiulfsrud y A. Woodward, "Women at class crossroads:

Repudiating conventional theories of family class", Sociology, 21,

3, 1987.

314

E.O. Wright, "Women in the Class Structure" Politics and

Society, 17, 1, 1989.

muestras, Wright agrupa la tipología inicial de seis clases

(empleadores, pequeña burguesía, directivo experto, directivo no

experto, experto y clase obrera) en tres: autoempleado -que agrupa

a las dos primeras-, clase media -que agrupa a los directivos y a

los expertos- y clase obrera -que permanece invariable-. Tras esta

agrupación solo el 18% de los hogares en los Estados Unidos tienen

una composición heterogénea, proporción que se eleva al 26% en el

caso de Suecia. Sin embargo, en aquellos hogares en los que confluyen

dos sustentadores muchos de ellos son heterogéneos en términos de

clase: el 45% en los Estados Unidos y el 43.2% en el caso de Suecia.

El tema fundamental en que se han centrado los estudios que

analizan la validez del enfoque convencional ha sido el de la

identidad de clase. Se trata de averiguar las consecuencias

empíricas de adoptar una posición u otra. Los resultados de las

investigaciones distan de ser claros. Así Ritter y Hargens315

utilizando datos sobre mujeres casadas en Estados Unidos entre 1960

y 1970, han encontrado que las mujeres trabajadoras derivaban su

identidad de clase de su propia situación ocupacional en lugar de

la posición ocupacional del marido. Velsor y Beeghley316

, en un

estudio posterior que utilizaba la misma metodología que el de

Ritter y Hargens, informan que las mujeres derivan su posición de

una combinación de sus propias características, las de sus maridos

y las de sus padres. En Gran Bretaña, Abott317 llegó a la conclusión

315

K. Ritter y L. Hargens, "Occupational Positions and Class

Identifications of Married Working Women: a Test of the Asymmetry

hipothesis", American Journal of Sociology, 80, 4.

316

E. Velsor y Beegghley, "The Process of Class Identification

among Married Women: a Replication and Reanalysis", Journal of

Marriage and the Family, 41, 1979.

317

P. Abbott, "Women's social class identification: does

husband's occupation make a difference?", Sociology, 21, 1, 1987.

de que la ocupación de los maridos es solo uno de los factores que

determinan la identidad de clase de las mujeres. Por contra hay

estudios, como el de Jackman y Jackman318, que prueban que son las

características del status de los maridos los que determinan la

identidad de clase de las mujeres. El apoyo más fuerte al enfoque

convencional se da, como era de esperar, entre las mujeres que

trabajan a tiempo parcial.

Baxter319 se apoya en los datos del estudio sobre estructura

de clases en Australia y llega la conclusión de que los datos

corroboran tanto el enfoque convencional como el individual en

términos de explicar la identidad de clase de las mujeres. Los datos

que ella maneja indican que

para explicar de manera adecuada el nivel de identificación con la

clase trabajadora de las mujeres es necesario examinar tanto

la propia ubicación de clase de las mujeres como la de sus

maridos. Mientras que esto implica que los análisis de clase

que se centran solamente en el "cabeza" de familia suponen

modelos mal especificados, también indica que por lo menos para

las mujeres, es también incorrecto centrarse solamente en el

individuo. En otras palabras, en términos de explicar la

identidad de clase, los resultados dan apoyo a un enfoque de

clase de familia, que toma en cuenta la ubicación de clase de

los maridos y las esposas.

Baxter termina por suscribir una solución conciliadora,

coincidente con la propuesta por Marshall et al., la cual ella misma

cita:

Las clases sociales no se componen ni de familias ni de

individuos, sino de individuos en familias. Es esta la razón,

por lo tanto, por la que el estudio de clase se realiza

adecuadamente a diferentes niveles de análisis. De esta manera

pueden ser explicados los efectos colectivos del acceso

limitado de las mujeres al poder económico y político sobre

la reproducción de posiciones dentro de la estructura, así como

318

M.R. Jackman y R. W. Jackman, Class Consciousness in the

United States, Berkeley, University of California Press, 1984.

319

J. Baxter, "Las mujeres y el análisis de clase: una

perspectiva comparada", Política y Sociedad, 11, 1992.

la determinación compleja de posibilidades de vida que les

surgen a los individuos en las unidades conyugales320.

Enfoque individualista Este enfoque propone que la situación de

clase de las mujeres pertenecientes a la población activa depende,

vivan o no en familia, de su propia situación de clase. Es decir,

en el caso de familias heterogéneas, la mujer pertenecerá a una clase

y el marido a otra, con lo cual, a diferencia de lo que hemos visto

hasta ahora, la familia deja de ser la unidad de clase.

Quizás la interpretación individualista más extrema sea la de

Walby321. Walby, quien como es habitual, parte de una crítica a los

planteamientos de Goldthorpe, considera que las amas de casa y sus

maridos constituyen clases sociales distintas. Esto significa

alejarse de aquellos planteamientos que consideran que todas las

mujeres, por el mero hecho de ser tales, forman una clase social.

De acuerdo con Walby todas las amas de casa son explotadas por sus

maridos, y ello con independencia de las horas dedicadas a las tareas

domésticas y con independencia de los ingresos del marido. La

cuestión es más bien cualitativa, hace referencia a las relaciones

sociales que implican lo que denomina el modo patriarcal de

producción.

En el caso de que la mujer trabaje extradomésticamente tendría

otra adscripción de clase derivada, única y exclusivamente, de su

relación laboral. En consecuencia, una mujer puede ocupar

simultaneamente dos situaciones de clase.

Walby mantiene que no se ha llevado a cabo un examen de la

desigualdad de género considerada en sí misma, sino que más bien se

ha analizado esta desigualdad en el marco de la sexista teoría de

la estratificación. Esto es lo que ha ocurrido cuando se asigna una

situación de clase a las mujeres. Para ello se utiliza una medida

de las clases sociales basadas en las ocupaciones de los hombres.

320

Marshall et al., Citado en Baxter, op. cit., p. 88.

321

S. Walby, "Gender, Class and Stratification", en R.,

Crompton y M. Mann (eds.), Gender and Stratification, Cambridge,

Polity Press, 1986.

No es extraño que diferentes estudios hayan elaborado esquemas

singulares de clasificación de clases para el caso de las mujeres.

Una interpretación que no va tan lejos, dado que no aborda si

las amas de casa constituyen o no una clase social, es la de

Stanworth. Stanworth322

efectúa una acerba crítica a los

planteamientos de Goldthorpe323

(cuya contradefensa no es menos

ácida). Stanworth comparte con Goldthorpe la propuesta de

considerar que la mayoría de las mujeres que efectúan trabajos no

manuales en realidad ocupan posiciones proletarias. Es decir,

ejercen trabajos poco cualificados, rutinarios, etc. A partir de

aquí, su propuesta consiste en considerar que la experiencia de

clase de las mujeres es sustantivamente distinta a las de los

hombres.

322

Op. cit.

323

"Women and class analysis: A reply to the replies",

Sociology, 18, 4, 1984.

8.5. ESTRUCTURA SOCIAL E IDEOLOGIA

La cuestión de la dominación ideológica de las clases

subordinadas cobra especial interés tras la generalización del

sufragio universal en la mayoría de los países capitalistas

desarrollados. ¿Qué es lo que explicaría que en las elecciones

triunfen opciones políticas que o bien solo pretenden reformar el

sistema -caso de la socialdemocracia- o bien conservarlo tal cual

es? Dicho de otra manera, ¿cuál es el origen de este manifiesto

conformismo de la globalidad de la sociedad con un orden económico

que crea terribles desigualdades sociales? Anteriormente ya hemos

esbozado alguna respuesta. Así, por ejemplo, Galbraith hablaba de

la existencia de una mayoría satisfecha que ignora, o aparenta

ignorar, la existencia de lo que este autor llama subclase

funcional. Esto significaría que todos aquellos que están por encima

de esta subclase -compuesta fundamentalmente por inmigrantes,

pobres, minorías étnicas- consideran que disfrutan de un modus

vivendi aceptable que les lleva a acomodarse en el sistema. Aún así,

cabría preguntarse por cuáles son las razones que llevan a la clase

obrera a abondonar los ideales de transformación social. Quizás fue

Gramsci el primer pensador que se tomó en serio esta cuestión y a

ella trató de responder por medio del complejo concepto de

hegemonía. La obra de Gramsci está profundamente influida por

la convicción de que no existen leyes históricas inexorables, leyes

históricas similares a las que existen en la naturaleza. Su

oposición al reduccionismo económico le llevó a conceder mayor

importancia a las superestructuras. De aquí deriva su deseo de

establecer teóricamente la autonomía de la práctica política e

ideológica. Esta orientación será el origen del concepto de

hegemonía.

El criterio metodológico en el cual hay que fundar el examen es este:

que la supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos:

como "dominio" y como "dirección intelectual y moral". (...)

Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes

de conquistar el poder gubernativo... Luego, cuando ejerce el

poder y, aunque lo tenga firmemente en las manos, se hace

dominante, tiene también que seguir siendo "dirigente".324

Hegemonía es sinónimo de dominación ideológica. La obediencia

no es automática sino que debe ser alcanzada. La tarea de Gramsci

consiste en analizar el mecanismo por el cual se efectúa la

dominación ideológica.

Para Gramsci toda relación de hegemonía es necesariamente una

relación educativa y es la capa intelectual la que educa

directamente. No existe nada parecido a un estrato intelectual

autónomo. Todos los intelectuales están ligados a una clase social

y realizan la función de articular la visión del mundo apropiada a

su clase social.

En su análisis de los distintos momentos de la conciencia

política de una clase social distingue tres grados distintos325:

1. El momento económico productivo en el que la conciencia de los

intereses profesionales propios se expresan, pero no como los

intereses de una clase social. Se trata de intereses puramente

corporativos, de empresa, etc.

2. El momento político económico en el que la conciencia de los

intereses de clase se expresa solo a nivel económico.

3. El tercer momento es el de la hegemonía, en el que se toma

conciencia de cuáles son los propios intereses corporativos y cuál

sea su futuro desarrollo. Esta conciencia trasciende los límites

corporativos de los intereses económicos de clase. El momento de

hegemonía es posible solo si la clase renuncia a una concepción

estrechamente corporativa, dado que para ejercer el liderazgo debe

preocuparse por tener en cuenta los intereses de aquellos grupos

sobre los que quiere ejercer la hegemonía.

324

Tomado de N. Abercrombie et al., La tesis de la ideología

dominante, Madrid, Siglo XXI, 1987.

325

C. Mouffe, "Hegemony and ideology in Gramsci". En Bennett,

T. et.el. : Culture, Ideology and Social Process. Londres, Open

University Press, 1986..

Refiriéndose a los métodos a través de los cuales una clase

puede alcanzar la hegemonía, distingue dos caminos principales: el

transformismo y la hegemonía expansiva.

El transformismo es el método por el cual se alcanza el poder

a través de lo que Gramsci llama la revolución pasiva. Aquí las masas

son integradas a través de un sistema de absorción y de

neutralización de sus intereses de modo que se impide su oposición

a los intereses de la clase hegemónica.

La hegemonía expansiva consiste en la creación de un consenso

activo resultante directo de la adopción genuina de los intereses

de las clases populares por parte de la clase hegemónica. Con la

hegemonía expansiva avanza el conjunto de la sociedad.

Solo una clase fundamental puede convertirse en hegemónica.

Aunque la hegemonía es ético-política, también debe ser económica,

debe asentarse en el control de la economía. Solo la clase obrera,

cuyo interés coincide con la limitación de toda explotación, puede

ser capaz de llevar a cabo una hegemonía expansiva.

Gramsci se sitúa en un lugar teórico opuesto a la concepción

de la ideología como falsa conciencia o como un sistema de ideas,

y se rebela contra concepciones fenoménicas que la reducen a meras

apariencias carentes de eficacia.

La ideología debe captarse como un campo de batalla, como una

lucha continua, dado que la adquisición de la conciencia a través

de la ideología no tiene lugar individualmente, sino a través del

terreno ideológico donde los dos principios hegemónicos se

enfrentan el uno al otro. La ideología tiene su base material. Lejos

de consistir en un conjunto de realidades espirituales, siempre se

materializa en la práctica. Un aspecto esencial de la problemática

gramsciana de la ideología es la importancia que atribuye a la

naturaleza material e institucional de la práctica ideológica.

Gramsci insiste en el hecho de que la práctica posee sus propios

agentes, los intelectuales. La hegemonía se consigue a partir de la

actividad de los aparatos hegemónicos: escuelas, iglesias, medios

de comunicación. A este conjunto de aparatos Gramsci lo denomina la

estructura ideológica de una clase dominante, y al nivel de la

superestructura donde se produce la ideología lo llama sociedad

civil.

Lo que resulta peculiarmente novedoso en este análisis es la

conciencia de la naturaleza material de la ideología y el hecho de

que constituye una práctica inscrita en los aparatos que desempeñan

un papel práctico social indispensable en todas las sociedades.

Gramsci se opone al reduccionismo de la ideología. Los tres

principios que subyacen a la problemática reduccionista de la

ideología son los siguientes:

1. Todos los sujetos son sujetos de clase.

2. Las clases sociales tienen sus propias ideologías exclusivas.

3. Todos los elementos ideológicos tienen necesariamente una

adscripción de clase.

De acuerdo con Gramsci los sujetos de la acción política no

pueden identificarse necesariamente con las clases sociales. Hay

voluntades colectivas que son resultado de los sistemas hegemónicos

creados por la ideología. Por lo tanto, los sujetos (las clases

sociales) que existen a nivel económico, no se duplican a nivel

político; en su lugar, aparecen distintos sujetos inter-clase. Esta

concepción le permite a Gramsci pensar en la hegemonía como algo que

va más allá de una simple alianza de clase para contemplarlo como

la creación de una unidad superior en la que se producirá una fusión

de los elementos que participan en el bloque hegemónico.

Es decir, no se trata de la simple imposición de la ideología

de una clase sobre las otras. La creación de una nueva hegemonía

implica la transformación del terreno ideológico previo y la

creación de una nueva visión del mundo que servirá como principio

unificador para una nueva voluntad colectiva. Gramsci aclara que la

reforma intelectual y moral no consiste en una eliminación total del

mundo existente y su reemplazamiento por una concepción totalmente

nueva. Más bien, consiste en un proceso de transformación, una

rearticulación de los elementos ideológicos previos existentes.

Queda claro que en una concepción reduccionista que contempla

la existencia de ideologías exclusivas de clase, la reforma moral

e intelectual es imposible.

Gramsci insiste en que en un sistema hegemónico debe existir

democracia entre el grupo dominante y los grupos dominados.

8.6. CLASES SOCIALES Y PODER POLITICO

Para la teoría política liberal no existe ninguna conexión

entre una clase social en concreto y el poder político estatal, es

decir, simplemente no tiene ningún sentido la propuesta de que una

clase social, en este caso la burguesía, sea también la clase

dominante. En consecuencia, niega la existencia de una clase que

controle, con el grado de autonomía que se quiera, el estado. De

acuerdo con este enfoque, lo que ocurre es que el estado se convierte

en un reflejo de las distintas fuerzas sociales existentes en un

momento dado. El estado refleja la pluralidad de fuerzas que hay en

la sociedad. Esta manera de analizar el estado tiene, como señala

Hall,326 tres consecuencias:

1. A pesar de la fuerte concentración del poder económico en unos

cuantos individuos, el estado solo reconoce a individuos dotados de

los mismos derechos políticos individuales. Es decir, para el estado

todos los individuos son iguales.

2. En el mejor de los casos el estado reconoce la existencia de

poderosos grupos sociales, políticos o económicos, pero estos

grupos nunca llegan a apoderarse de la maquinaria del estado.

3. A lo sumo, lo que hace el estado es acordar una solución a los

conflictos que pudieran surgir de la competencia entre tales grupos.

El enfoque marxista sobre la relación entre el poder y los

grupos sociales es radicalmente distinto. En una primera

aproximación, para el marxismo no hay ninguna duda en lo que se

refiere a la conexión del poder político estatal y las clases

dominantes. Basta para ello con pensar en la famosa afirmación de

El manifiesto comunista en el sentido de que el estado no es más que

una especie de Consejo de Administración de los intereses de la

burguesía. No obstante, como bien recordaba Elster327

, Marx presentó

tres teorías del estado: la anteriormente apuntada, la teoría de la

326

S. Hall, "Culture and the State", en VV.AA., The State and

Popular Culture, Milton Keynes, Open University Press, 1982.

327

Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, Madrid, Siglo XXI,

1991.

abdicación y la del estado como actor independiente. La teoría de

la abdicación es la teoría bonapartista según la cual los

capitalistas se abstienen de tomar el poder político porque

descubren que sus intereses se cumplen así mejor. La teoría del

estado independiente subraya la independencia del estado con

respecto a la clase capitalista, de modo que los intereses de esta

clase se convierten más bien en restricciones o posibilidades de

veto (ley de las reacciones anticipadas) que en una intervención

directa.

Recientemente, experiencias como las de Chile bajo la

presidencia de Allende han puesto de manifiesto la fuerte conexión

del aparato estatal con los intereses de las clases dominantes,

hasta el punto de que estas son capaces de derrocar a un gobierno

democrático que no respete unas reglas de juego netamente favorables

a la burguesía. Esto ha posibilitado el desarrollo de eso que se ha

dado en llamar teoría instrumentalista del estado, teoría según la

cual el estado es un ente manipulable a voluntad por parte de las

clases dominantes. Miliband en su obra El Estado en la sociedad

capitalista328

se muestra como un firme defensor de la conexión

directa entre el estado y la clase dominante. Según su esquema el

control de los medios de producción explica el control de los medios

de coacción política. Su argumentación se apoya en los siguientes

elementos:

1. El personal que controla el estado tiene un idéntico origen

de clase que la burguesía. Para ello se remite a datos estadísticos

que prueban que esto es así.

Los testimonios indican de manera concluyente que, en relación al

origen social, a la educación y a la situación de clase, los

hombres que encontramos en todas las posiciones de mando del

sistema del Estado provienen en gran parte, y en muchos casos

en mayoría abrumadora, de los círculos de los negocios y de

los propietarios, o de las clases medias profesionales.329

328

Madrid, Siglo XXI, 1978.

329

Op. cit., p. 66.

2. La existencia de unos límites bien determinados que impone la

lógica del sistema capitalista (el sistema de empresa privada y su

racionalidad económica) a toda política legislativa y

gubernamental.

Miliband critica a Weber por haber subestimado la

participación de los hombres de negocios en la política estatal.

Weber mantenía que los empresarios carecían del tiempo y de las

cualidades particulares que se precisan para dirigir a una nación.

Miliband cita datos que ponen de manifiesto una clara y directa

implicación de los capitalistas en la gestión del estado. Por

ejemplo, en los Estados Unidos, los hombres de negocios

constituyeron el grupo ocupacional que más individuos colocó en los

gabinetes desde 1889 a 1949. Del número total de miembros del

gobierno, en ese periodo, más del 60% fueron hombres de negocios.

Sin embargo, Miliband es consciente de que las élites económicas en

los países capitalistas no constituyen una clase gobernante en el

sentido en que los fueron las clases aristocráticas y latifundistas

de la era preindustrial. A pesar de que la élite política y

burocrática no se recluta entre los propios capitalistas, la mayor

parte de los componentes de esta élite procede de las clases altas.

Basta para ello con pensar en la funciones selectivas del sistema

educativo, especialmente por parte de algunas instituciones

escolares. Miliband cita el caso de la ENA (École National

d'Admistration) en Francia y su función de filtro elitista de acceso

a los puestos más elevados de la jerarquía burocrática.

La interpretación instrumentalista pasa por alto por lo menos

dos elementos fundamentales:

1. En primer lugar, el estado ha de legitimar el orden social.

Díficilmente puede hacerlo si es excesivamente obvia la conexión

entre su aparato y la clase dominante.

2. En segundo lugar, el instrumentalismo no detecta que el estado

debe servir a los intereses generales del capital, lo cual puede

llevarle a emprender acciones contrarias a los intereses privados

de los capitalistas, o de determinados grupos capitalistas.

Frente a esta interpretación, aparece el enfoque

estructuralista, según el cual la organización y funcionamiento de

las instituciones políticas no dependen de las personas que ocupen

el poder político sino que dependen de las constricciones

estructurales. De acuerdo con una primera interpretación, esto

significaría que el estado funciona con una lógica capitalista por

lo que no cabe otra opción política de transformación socialista que

su derrocamiento y destrucción. Es decir, da igual quiénes sean o

de dónde provengan las personas que dirijan el estado: su

comportamiento siempre será el mismo, puesto que tienen que atenerse

a serias constricciones estructurales.

Desde esta interpretación, Poulantzas en su obra Poder

político y clases sociales en el Estado capitalista330 elaboró la

teoría de la autonomía relativa del estado. Con esta teoría

Poulantzas explicaba que el estado lo que hace es reflejar no los

intereses de una clase en concreto, sino los intereses de lo que,

utilizando un término prestado de Gramsci, denomina bloque en el

poder. El estado tiene que articular un conjunto contradictorio de

intereses procedentes de las pugnas en que puedan incurrir entre sí

diferentes fracciones de la burguesía (vg., capital financiero

frente al capital comercial) y además ha de hacer lo posible porque

la articulación de estos intereses no despierte las ansias

revolucionarias de las clases dominadas, es decir, debe generar una

labor de convicción ideológica, o, si se prefiere de hegemonía.

El problema básico de las teorías de la autonomía relativa

estriba en la concepción que tienen de la clase dominante, la cual

responde efectivamente al abuso de esta autonomía por parte del

estado. Pero, para que la clase dominante sea capaz de emprender

tales acciones correctivas, ha de tener un cierto grado de cohesión

política, es decir, de conciencia de clase, con lo cual al final se

caería en una versión refinada del instrumentalismo. Block331

propone rechazar la idea de una clase dominante con conciencia de

clase. En lugar del marco de la autonomía relativa, lo que propone

330

Madrid, Siglo XXI, 1976.

331

F. Block, "La clase dominante no gobierna: notas sobre la

teoría marxista del Estado". En teoría, 6, 1981.

es la división del trabajo entre los que acumulan el capital y los

que administran el aparato del estado:

Los que acumulan el capital son conscientes de sus intereses como

capitalistas, pero en general no son conscientes de lo que es

necesario para reproducir el orden social en unas

circunstancias cambiantes. Los que administran el aparato del

Estado, sin embargo, se ven obligados a preocuparse en mayor

grado por la reproducción del orden social, porque la

continuidad de su poder se basa en el mantenimiento del orden

político y económico.332

Hoy en día, de acuerdo con Carnoy,333

los análisis marxistas

del estado se caracterizan por el rechazo tanto de la teoría

instrumentalista como de la idea de una teoría universal del estado.

En lugar de proponer una visión simple del estado capitalista

proponen análisis históricos específicos en el seno de concepciones

universales que relacionan el estado con la sociedad capitalista.

Offe334

ofrece una interesante interpretación opuesta a la

instrumentalista y a la estructuralista. Para él, estos dos enfoques

se centran en los elementos externos, dejando de lado la lógica

interna del funcionamiento del aparato capitalista. Offe se centra

en lo que denomina mecanismos de selección a través de los cuales

se mantiene la dominación de clase. Hay dos tipos de procesos de

selección: uno negativo y otro positivo. El negativo se refiere a

la exclusión de toda política opuesta a la lógica capitalista. El

positivo se refiere a la selección de mecanismos de actuación

política innovadora orientada al mantenimiento del sistema

capitalista. Aquí es donde cobra sentido la aparición del Estado

Benefactor.

Como contraposición a todas estas teorías aparece la teoría

del estado independiente, la cual supone concebir al estado como un

332

op. cit. pp. 7-8.

333

M. Carnoy, The State and Political Theory, New Jersey,

Princeton University Press, 1984.

334

C. Offe, "Theses on the Theory of the State", New German

Critique, 6, 1975.

ente independiente resultado de la incapacidad de las clases

capitalista y obrera para organizarse por sí mismas. El estado es

responsable de organizar la acumulación capitalista dentro de los

límites impuestos por la legitimación frente a los trabajadores.

Block,335

Skocpol336

y Wolfe 337 llegan desde aquí, a la conclusión

de que en ausencia de posiciones coherentes de clase en la sociedad

civil el estado es un poder político independiente. De acuerdo con

Block338 la teoría ortodoxa marxista del estado está viciada por la

idea de una clase dominante con conciencia de clase, lo que da lugar

a la teoría instrumentalista del estado: el estado es un instrumento

manipulable a voluntad por la clase dominante.

8.7. CLASE Y COMPORTAMIENTO ELECTORAL

Lo que se pretende con este epígrafe es analizar la vinculación

que existe entre las distintas clases y las opciones políticas.339

No cabe duda de que una de las cuestiones más relevantes en el estudio

de las clases sociales es el análisis del comportamiento electoral.

Son muchos los analistas que han sostenido que cada vez es menor la

335

op. cit.

336

T. Skocpol, "Political Response to Political Crisis:

Neo-marxist Theories of the State and the Case of the New Deal",

Politics and Society, 10, 2, 1981.

337

A. Wolfe, The Limits of Legitimacy: Political Contradiction

of Late Capitalism, Nueva York, Free Press, 1977.

338

op. cit.

339

Podríamos incluir también el dato de la vinculación sindical

en función de la clase. Aparte del estudio de González (op. cit.),

se puede consultar también O. Taboadela, "Clases sociales y acción

colectiva", REIS, 63, 1993.

vinculación entre las clases y los partidos, es decir, la clase ha

dejado de ser la principal fuente de identidad política.340

Empezaremos apoyándonos en el caso británico, dado que suma

a la experiencia histórica el hecho de ser uno de los países en los

que más se ha estudiado esta cuestión. Las tesis sobre el no

alineamiento político de las clases se apoyan en el dato empírico

del declinar del apoyo de la clase obrera al partido laborista. Para

ello el índice Alford (la simple resta del porcentaje de personas

de clase obrera que votan al partido laborista del porcentaje de

personas de clase media que votan al mismo partido) resulta

suficientemente revelador.

________________________________________________________________

1955 1957 1958 1959 1962 1964 1966 1970 1974

1979

________________________________________________________________

% clase obrera

que vota al PL 62 67 64 57 57 64 66 59 59 51

% clase media

que vota al PL 23 224 22 21 22 23 25 27 26 23

Indice Alford 39 43 42 36 35 41 41 32 33 28

________________________________________________________________

_

Cuadro tomado de Marshall et al.341

Entre las elecciones de 1945 y las de 1983 el porcentaje de

personas de clase media que vota Conservador pasó de ser 63% al 55%,

y en el caso de la clase obrera el voto al partido laborista, para

el mismo periodo, pasó del 62 al 47%. De aquí, a priori, cabría

colegir una cada vez menor correspondencia entre la clase y el

comportamiento electoral.

Para quienes defienden el papel preponderante de las clases,

lo que ocurre es que ha tenido lugar un cambio político en lugar de

uno social, es decir, son los cambios en los partidos, y no en las

clases, los que explican esta varibilidad del comportamiento

340

Ya vimos algo de esto en la presentación del debate sobre

las clases.

341

Social Class in Modern Britain, Londres, Routledge, p. 227.

electoral. Marshall et al.342

proponen diferenciar entre voto

absoluto de clase y voto relativo de clase. El voto absoluto de clase

se refiere a la proporción del electorado que vota por su partido

"natural" de clase. Este voto es claramente favorable a la tesis del

no alineamiento político de las clases. El voto relativo de clase

es una medida que permite calibrar la fuerza relativa de los

distintos partidos en cada una de las clases. En el caso británico,

esto podría significar que el declive del voto tanto de clase obrera

como de clase media al Partido Laborista se debe a un cierto

desplazamiento electoral hacia la Alianza Liberal

Social-Demócrata. Pero podría ocurrir que el porcentaje de votos

obreros para el partido laborista sea idéntico. Aquí tendríamos una

modificación del voto absoluto de clase compatible con un idéntico

voto relativo. Podría ocurrir que el Partido Laborista perdiera

votantes entre la clase obrera y los mantuviera entre la clase media.

En este caso podríamos estar asistiendo tanto a una modificación del

voto absoluto como del relativo.

Con esta terminología en mente, Heath et al.343 descubrieron

que no hay ninguna tendencia en las modificaciones del voto

relativo. Es decir, nada permite mantener la idea de una menor

vinculación entre las clases y los partidos.

Llegados aquí, analizaremos lo que quepa deducir del caso

español.344

El estudio español sobre estructura y conciencia de

clase distingue cuatro tipos de partidos o agrupaciones políticos:

la derecha (Partido Popular y Centro Democrático y Social),

regionalistas (todas las opciones regionalistas y nacionalistas),

PSOE e izquierda (Izquierda Unida, ecologistas y otras opciones a

la izquierda del PSOE).

342

op. cit.

343

A. Heath et al., How Britain Votes, Oxford, Pergamon, 1985.

344

De nuevo nos apoyaremos en el estudio de González op. cit.,

caps VI y VII.

Las intenciones de voto, utilizando el esquema de Goldthorpe,

serían las siguientes.

Total Clase de

servicio

No manual Propietario Manual

cualif.

Manual no

cualif.

Total

DERECHA

REGIONALISTAS

PSOE

IZQUIERDA

2086

30.5

13.9

41.3

14.4

353

37.8

20.8

22.2

19.3

409

28.8

18.6

35.4

17.2

447

50.1

11.5

32.1

6.4

405

21.4

12.8

47.1

18.7

473

15.5

8.0

64.5

12.0

Como se puede observar las clases en las que se da una mayor

vinculación con determinadas opciones políticas son la propietaria

y la clase obrera. La primera dirige el 50.1% de sus votos a la

derecha y la segunda el 64.5% al PSOE.

Como señala J.J. González este cuadro nos permite ver una de

las particularidades del caso español. Las alternativas de derecha,

regionalistas y PSOE son opciones marcadamente clasistas, mientras

que la opción de izquierda es socialmente transversal, aunque con

un fuerte rechazo por parte de las clases propietarias. Son cuatro

las pautas que J.J. González detecta:

- Los propietarios dirigen la mitad de sus votos a la "derecha" y

distribuyen la otra mitad en función de la cualificación.

- Los cuadros dirigen más de un tercio de sus votos a la "derecha"

y más de la mitad a la "derecha" y a las opciones

"regionalistas". El resto de sus apoyos se reparte, como en

el caso anterior, en función de la cualificación.

- Los empleados no manuales en su conjunto (tanto expertos como no

cualificados) tienden a diversificar sus apoyos, llegando, en

el caso de los expertos, a una considerable polarización:

parece, a primera vista, como si esta categoría fuese el

paradigma de posición contradictoria de clase (de hecho, en

ella coincide el grado más alto de cualificación con el más

bajo en cuanto a "situación de empleo").

- La clase obrera concentra más de dos tercios (en el caso de los

"empleados cualificados manuales") y más de cuatro quintos (en

el caso de los empleados "no cualificados") de sus votos en

opciones PSOE o de izquierda.345

345

op. cit., p. 168.

Otro estudio que nos permite analizar el comportamiento

electoral en el caso español es el de Feldman et al.346. Aquí no se

opta por ningún modelo de clases. Simplemente se hace uso de la

posición que ocupan los individuos en la División Social Del

Trabajo. Los autores utilizan el método de los residuos ajustados

con la intención de determinar entre qué categorías sociolaborales

un partido se encuentra significativamente arraigado o rechazado

(residuos de +/- 3, respectivamente), fuertemente arraigado o

rehazado (residuos de +/- 6) y extremadamente arraigado o rechazado

(residuos de +/- 9).

346

A.S. Feldman, J.R. Menés y N. García-Pardo, "La estructura

social y el apoyo partidista en España", REIS, 47, 1989 (7-72). Los

datos proceden de una macroencuesta realizada por el CIS en marzo

de 1989.

Situación laboral AP CDS PSOE IU Abst.

Trabaja por cuenta propia 14,1 4,9 -10,4 -4,4 -0,8

Asalariado fijo -7,8 0,6 5,0 9,9 -5,4

Asalariado eventual -7,8 -4,8 2,9 5,1 3,5

Ayuda familiar 3,7 0,1 -1,5 -0,8 -1,0

Parado y ha trabajado antes -7,9 -3,9 2,1 4,4 5,0

Jubilado, pensionista, etc 3,7 -4,0 4,7 -2,9 -4,9

Parado y busca 1º empleo -3,9 -0,6 -3,6 3,5 6,8

Estudiante -2,4 -0,9 -9,5 4,6 12,7

Sus labores 3,4 4,0 2,3 -11,5 -2,8

Al igual que veíamos en el estudio anterior, la derecha (en

esta ocasión Alianza Democrática) cuenta con un residuo de 14.1

entre quienes trabajan por cuenta propia, mientras que para esta

misma categoría el residuo del PSOE es de -10,4.347 Por contra, entre

los asalariados fijos los residuos para AD348

son de -7,8 y de 5,0

para el PSOE.

Resulta especialmente interesante la distribución de los

residuos entre el colectivo profesionales, semiprofesionales y

técnicos.

Profesionales, semi-prof.

y técnicos

AP CDS PSOE IU Abst.

Científicos, ingenieros y

otras prof. tradicionales

2,1 -0,8 0,8 -1,3 -1,2

347

Conviene no perder de vista que el PSOE es el partido más

votado en todas las categorías sociolaborales. Lo único que se

pretende con el estudio de los residuos es analizar el grado de

arraigo o rechazo de cada fuerza política.

348

Alianza Democrática, en coalición con el Partido Demócrata

Popular y el Partido Liberal.

Técnicos -0,1 0,7 -0,4 0,2 -0,1

Profesionales

subordinados

-2,6 0,2 -0,5 1,4 1,6

Como se puede observar los profesionales subordinados son los

menos inclinados hacia AP y son los que muestran un mayor arraigo

en IU de entre todo este colectivo de profesionales que aparece en

el cuadro.

8.8. LA DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA ENTRE LAS DISTINTAS CLASES

El estudio de la distribución de la riqueza (entendiendo por

tal básicamente la renta y el patrimonio) entre las distintas clases

no está exento de dificultades.

Sin duda, en el caso español, la mejor fuente para conocer como

se distribuyen los ingresos monetarios entre las distintas clases

sociales en España es el informe sobre clases sociales en el marco

del Proyecto Internacional dirigido por Erik Olin Wright. En el caso

español los datos se han configurado de tal modo que sea posible su

lectura a partir tanto del esquema de Wright como del de

Goldthorpe.349

DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS LABORALES SEGUN GOLDTHORPE

____________________________________________________________

CLASE DE SERVICIO SERVICIO ALTO 189.177

SERVICIO BAJO 128.089

CLASES INTERMEDIAS NO MANUAL ALTO 88.498

NO MANUAL BAJO 82.884

PEQUEÑO EMPLEADOR 204.451

AUTONOMO 96.482

AGRICULTOR 56.270

SUPERVISOR MANUAL 115.952

CLASE OBRERA OBRERO CUALIFICADO 85.261

OBRERO NO CUAL. 69.144

OBRERO AGRARIO 59.361

349

J.J. González, Clases sociales: estudio comparativo de

España y la Comunidad de Madrid 1991, Madrid, CAM, 1992.

________________________________________________________________

_

DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS LABORALES SEGÚN WRIGHT

___________________________________________________

CLASE PROPIETARIAS CAPITALISTA 203.043

PEQUEÑO EMPRE. 178.262

PEQUEÑA BUR. 91.074

DIRECTIVOS DIRECTIVO EXP 228.480

DIRECTIVO SEMI-EXP 139.337

DIRECTIVO NO EXP 104.479

SUPERVISORES SUPERVISOR EXP 170.349

SUPERVISOR SEMI-EXP118.814

SUPERVISOR NO EXP 107.402

EMPLEADOS EXPERTO 132.594

EMPLEADO SEMI-EXP 94.486

PROLETARIO 75.747

___________________________________________________

Estas diferencias entre clases sociales también pueden

apreciarse en los datos que suministra Wright en Classes, donde

procede a un estudio comparativo de Suecia (SW) y los Estados Unidos

(US).

+

Activos

de

0 organización

-

TIPOLOGÍA BASICA DE LA EXPLOTACION Y DE LAS CLASES Propietarios No-propietarios (asalariados) (%)

1. Burguesía

US 52.621

SW 28.333

4.Directivo

cualificado

US 28.665

SW 29.952

7. Directivo

semi-cualifica

do

US 20.701

SW 20.820

10.Directivo no

cualificado

US 12.276

SW 15.475

2. Pequeño

empleador

US 24.828

SW 17.237

5.Supervisor

cualificado

US 23.057

SW 18.859

8. Supervisor

semi-cual.

US 18.023

SW 19.711

11. Supervisor no

cualificado

US 13.045

SW 15.411

3. Pequeña

burguesía

US 14.496

SW 13.503

6. Experto

US 15.251

SW 14.890

9. Trabajador

semi-cual.

US 16.034

SW 14.879

12.Proletariado

US 11.161

SW 11.876

+ 0 -

Activos de cualificación

No obstante, en España se disponen de pocas fuentes para

conocer la evolución y distribución de los ingresos laborales. Lo

que sí resulta factible es analizar la distribución de los salarios

(y conviene no perder de vista que las clases propietarias -la

pequeña burguesía, los pequeños empleadores y los capitalistas en

el esquema de Wright y parte de la clase de servicio y de las clases

intermedias en Goldthorpe- no perciben ingresos salariales).

Existen en España tres fuentes estadísticas para conocer su

distribución: la Encuesta de Salarios, la Estadística de

Negociación Colectiva (del Ministerio de Trabajo y Seguridad

Social) y la Encuesta sobre negociación colectiva en las grandes

empresas (Ministerio de Economía). La Encuesta de Salarios es

considerada la principal fuente estadística para el conocimiento

del comportamiento salarial, pero presenta serias limitaciones dado

que no incluye ni el sector agrario, ni las administraciones

públicas, ni el empleo temporal, ni a las empresas con menos de cinco

trabajadores.

La Estadística de Negociación Colectiva proporciona datos

sobre los salarios negociados en los convenios (tarifa salarial),

suministrando así un buen indicador, dado el extenso ámbito de

extensión de la negociación colectiva.

La Encuesta sobre Negociación Colectiva en grandes empresas

aporta el desglose de los distintos componentes de la masa salarial,

pero tiene el inconveniente que aparece en su enunciado: se limita

a las grandes empresas.

La dinámica salarial de los últimos años se ha caracterizado

por un incremento salarial medio superior al IPC350. De hecho, más

del 90% de los convenios firmados en el periodo 1987-1991 recogieron

350

A. García Laso, "La dinámica salarial de los años ochenta.

De la política de rentas al 'Pacto de Competitividad'", Información

Comercial Española, 705, 1992.

subidas superiores a las del IPC. A pesar de ello, si tenemos en

cuenta la elevación de la productividad, los costes labores

unitarios han disminuido. El siguiente cuadro aclara esta

situación.

COSTES LABORALES REALES UNITARIOS351

________________________________________________________________

_

1. PIB real/Pob. 2. Remuneración real 3. Coste laboral

ocupada(a) por asalariado(b) unitario

________________________________________________________

Miles de Tasa Miles de Tasa (2/1x100) Tasa

pesetas anual% pesetas anual% anual%

________________________________________________________________

_

1980 1.353,1 997.9 73.7

1981 1.388,0 2,5 1.003,2 0,5 72,3 -1,9

1982 1.413,9 1,8 994,3 -0,9 70,3 -2,7

1983 1.423,7 0,7 996,4 0,2 69,9 -0,5

1984 1.507,0 5,8 1.008,5 1,2 66,9 -4,3

1985 1.533,2 1,7 986,4 -2,2 64,3 -3,9

1986 1.534,3 0,1 976,1 -1,0 63,6 -1,1

1987 1.530,0 -0,2 991,9 1,6 64,8 1,9

1988 1.567,1 2,4 1.002,8 1,1 63,9 -1,4

1989 1.579,6 0,8 1.003,8 0,1 63,5 -0,6

1990 1.627,4 3,0 1.007,4 0,3 61,9 -2,5

________________________________________________________________

_

(a) Por deflactor PIB 1980.

(b) Por deflactor consumo privado 1980.

________________________________________________________________

_

Paralela a esta evolución salarial es el elevado crecimiento

del resultado neto de las empresas el cual experimenta en el periodo

1981-89 un aumento del 225,5% (frente aun 116,2% de los gastos de

personal).

Roca352

suministra datos en la misma línea. El cuadro que

aparece a continuación resume el comportamiento del coste laboral

351

A. García Laso, op. cit., p. 188.

352

J. Roca: "Evolución de los salarios y evolución del discurso

"oficial" sobre los salarios". En Albarracín, J. et al: La larga

noche neoliberal. Políticas económicas de los ochenta, Madrid,

Icaria, 1993.

por asalariado en términos monetarios y en términos reales, es

decir, comparado con los precios, utilizando tanto el deflactor del

PIB al coste de los factores (indicador de precios relevante para

las empresas) como el índice de precios al consumo (indicador de

inflación más relevante para los asalariados). Durante la década de

los setenta se produce un aumento significativo de los costes

laborales que, sin embargo, representó un aumento del poder de

compra mucho menor dado que parte del aumento fue debido a la

creciente presión sobre los trabajadores y al incremento de las

cotizaciones sociales. Los años ochenta se caracterizaron, en

cambio, sobre todo antes de la expansión económica de la segunda

mitad de la década, por el práctico estancamiento de los salarios

brutos; estancamiento que sin duda representó pérdidas de poder

adquisitivo para gran parte de los asalariados con retribuciones más

bajas, porque la tendencia general fue de ampliación de las

diferencias salariales.

____________________________________________________________

Costes laborales por asalariado y productividad, 1970-91)

(% de variación media anual acumulativa)

____________________________________________________________

Coste laboral unitario

Coste laboral por asalariado en

real Productividad términos reales

____________________________________________________________

(1) (2) (3) (4)

1970-79 4,8 4,4 4,1 0.3

1979-85 0,6 2,0 3,4 -1,4

1985-91 1,3 0,6 1,4 -0,8

____________________________________________________________

(1) Coste laboral por asalariado deflactado según el IPC (media

anual)

(2) Coste laboral por asalariado deflactado según el deflactor del

PIB al coste de los factores.

(3) Valor añadido bruto a pesetas constantes dividido por la

población ocupada.

(4) Aproximamente igual a (2) - (3). Estima la variación del

porcentaje de pesetas que, de cada 100 pesetas de valor añadido de

las empresas con asalariados, sirven para pagar los costes

laborales.

Fuente: Elaboración a partir de los datos del INE, Contabilidad

Nacional de España (base 1980 para los dos primeros periodos y base

1985 para el último periodo), de datos del IPC del INE y de datos

sobre deflactor del PIB al coste de los factores del Banco de

Bilbao-Vizcaya).

(Tomado de Roca)353

A partir de los datos de la Encuesta Nacional sobre Negociación

Colectiva se puede observar que el abanico salarial se ha

incrementado notoriamente.

353

op. cit., p. 199.

ABANICO SALARIAL354

1980 1985 1988

Empleados

Titulados superiores

Titulados medios

Jefes administrativos

Técnicos no titulados

Oficiales administrativos

Auxiliares administrativos

Subalternos y personal serv.

Operarios

Jefes y maestros de taller

Oficiales de 1ª y de 2ª

Oficiales de 3º y especialistas

Peones

Aprendices y pinches

Media general

Desviación tipo

Empleados

Operarios

Ratio Max/min

Empleados

Operarios

Empleados y operarios

345,71

634,87

486,89

458,72

364,80

309,51

223,27

235,34

254,19

345,21

263,64

250,61

202,48

117,07

279,31

148,8

59,3

2,84

1,70

3,13

671

1.259

902

868

682

571

415

469

484

654

509

473

367

195

555

295,2

118,6

3,03

1,78

3,43

876

1.610

1.200

1.113

887

732

510

597

613

868

645

600

443

245

716

386,2

175,5

3,15

1,95

3,63

A este cuadro faltaría añadirle las retribuciones del personal

fuera de convenio. Según esta encuesta este personal asciende al 4%

del total de la plantillla. Su retribución media en 1989 era de unos

6,5 millones, aproximadamente un 30% por encima de la retribución

media de la categoría más alta. García Laso355

cita los datos

354

Tomado de García Laso, op. cit., p. 190. Fuente: Ganancia

media por hora trabajada. Pagos ordinarios en jornada normal.

355

Op. cit., p. 191.

procendentes de auditorías realizadas a 15 grandes empresas en 1990

y de acuerdo con ellas los consejeros de estas empresas reciben una

media de 10 millones de pesetas. Estos datos no incluyen los pagos

en especie ni su participación en beneficios.

A esto aún hay que añadir el dato nada desdeñable de que los

trabajadores con contrato temporal ganan un 40% del salario de los

que tienen empleo estable.

La participación de la remuneración de los asalariados (en

tanto por ciento sobre el PIB a coste de los factores) corregida para

tener en cuenta las variaciones de la población asalariada respecto

al total de la población ocupada, ha pasado de representar el 75,4%

en 1970 al 67,6% en 1991.

Es cierto que los salarios de convenio -conviene no perder de

vista que no todos los asalariados disfrutan de negociación

colectiva- han crecido en mayor proporción que el IPC en los últimos

años. Aquí es donde entra el tema de los deslizamientos salariales.

Si las empresas se desprenden de los trabajadores recientemente

contratados, quienes permanecen son los trabajadores más antiguos,

quienes por mor de esa antigüedad tienen unos costes y unos

incrementos salariales relativamente elevados. Así, por ejemplo, en

1992 mientras que el IPC subió un 5,9%, los salarios de convenio

subieron un 7,1%.

El discurso oficial considera que el crecimiento de los

salarios ha sido más elevado de lo que la economía puede asumir. Dos

son fundamentalmente los argumentos utilizados para defender esta

postura: uno es el de que la productividad observada debe ser

matizada y otro es el que considera que las variaciones salariales

habrían de tener en cuenta también las modificaciones en la relación

real de intercambio.

El primer argumento fue presentado por el actual gobernador

del Banco de España, Luis Angel Rojo.356 La idea es la siguiente:

si se producen aumentos de los salarios reales importantes entonces

tiende a reducirse el empleo, lo que puede provocar un aumento de

356

"Desempleo y factores reales", Papeles de la Economía

Española, 8, 1981.

la productividad observada o aparente del trabajo sin que ello sea

debido a un progreso técnico; cuando se discute cuánto pueden crecer

los salarios debería distinguirse entre aumentos de la

productividad activa o normal y aumentos de la productividad

provocados únicamente por la reducción del empleo. Empíricamente se

estimaba que la productividad activa de un periodo equivalía al

cociente entre el PIB y el nivel de ocupación máxima, que indica el

producto por trabajador que se hubiera obtenido si la producción de

aquel periodo hubiera sido generada con el nivel de empleo máximo

alcanzado anteriormente; así, mientras la productividad observada

del trabajo entre 1974 y 1985 aumentó, según una estimación del

Ministerio de Economía, un 48,5% para el conjunto de la economía,

la productividad con ocupación máxima habría crecido menos de la

mitad: un 20,4%. Este argumento parte de dos supuestos altamente

discutibles. El primero es que un crecimiento del salario real por

encima del aumento de la productividad atribuible a mejoras

tecnológicas provoca siempre disminuciones del empleo. Se trata de

una afirmación totalmente discutible si se tiene en cuenta que las

variaciones salariales del conjunto de la economía no solo afectan

a las empresas como costes sino también como deteminantes de la

demanda de bienes de consumo. El segundo supuesto es que cuando

disminuye el empleo aumentará la productividad del trabajo de forma

que, con la misma evolución del conocimiento tecnológico, la

destrucción de empleo se asociaría a mayor productividad respecto

a la que observaría de crecer o mantenerse el empleo.

El segundo argumento es el de la relación real de intercambio,

entendida como relación entre el precio de las exportaciones y el

de las importaciones. Se trata de un argumento utilizado solo en una

dirección. Por ejemplo, durante la crisis energética de 1973 se

habló de los elevados costes del petróleo lo que debía traducirse

en menores costes salariales. Sin embargo, cuando el precio del

petróleo disminuyó no se habló de elevar los salarios. En cualquier

caso es un argumento esgrimido en estos momentos en que los países

del sudeste asiático pueden hegemonizar el mercado de determinados

productos merced a sus menores costes salariales.

9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL

9.1. PRINCIPALES ESTUDIOS SOBRE MOVILIDAD SOCIAL.

Hasta ahora hemos hablado de la estructura de clases y no se

ha dicho ni una sola palabra sobre los procesos de movilidad social.

La sociología clásica apenas ha prestado atención al tema de la

movilidad. Incluso en algunos de los enfoques teóricos más potentes,

como es el caso del marxismo, ha sido una cuestión desdeñada. A pesar

de ello, parece lógico pensar que el hecho de que los individuos

experimenten procesos de movilidad social -o crean que pueden

experimentarla- ejercerá un efecto significativo sobre su identidad

de clase, sobre su comportamiento político, sindical, etc. Frente

al discurso liberal relativo a la igualdad de oportunidades, el

marxismo se ha centrado en las desigualdades de origen, las cuales

suponen un seria restricción a las alegrías de la meritocracia. Esta

contraposición encuentra su expresión más descarnada en Poulantzas,

quien no duda en afirmar:

Insistamos ante todo en la inanidad de la problemática burguesa de

la movilidad social, recordando simplemente que el problema

fundamental de la reproducción de las relaciones sociales -de

las clases sociales- no es el de los "agentes", sino el de la

reproducción de los puestos de estas clases. Según una

hipótesis totalmente absurda, si, en la serie de las

generaciones, los burgueses se volvieran proletarios y los

proletarios burgueses, los burgueses pequeñoburgueses y

viceversa, o los pequeñoburgueses proletarios, la estructura

de clase de la formación capitalista no cambiaría en nada

esencial, ya que siempre habría puestos del capital, de la

clase obrera, de la pequeña burguesía, etc".357

En este sentido parece haber una plena coincidencia con la

concepción que mantenía Schumpeter de las clases sociales como

hoteles o autobuses que están siempre llenos de gente distinta.

Goldthorpe358 señala tres razones que explican este desdén por parte

del marxismo hacia la problemática de la movilidad social: por una

parte, considera que este tema es banal y propio de la sociología

357

N. Poulantzas, Las clases sociales en el capitalismo actual,

Siglo XXI, Madrid, 1977, p. 264.

358

Tomado de L. Cachón, ¿Movilidad social o trayectorias de

clase?, Madrid, CIS, pp. 9-10.

burguesa; además desprecia el objeto (es decir, la movilidad social)

por insignificante en el análisis de las clases y, finalmente, el

marxismo insiste en que lo único importante es la estructura de

posiciones. No obstante, en los setenta comienza a articularse una

sociología postmarxista de la movilidad social, donde cabría

incluir a autores como Westergaard y Resler o Bertaux.

Sin embargo, el propio Goldthorpe considera que en Marx sí

existe una cierta preocupación por la cuestión de la movilidad

social359

en sus escritos referidos a los Estados Unidos de América.

Allí se asistía, más que a un proceso de proletarización, a una

continua conversión de los trabajadores asalariados en campesinos

independientes. Para muchos de los trabajadores la permanencia en

empleos asalariados es concebida como algo temporal. Evidentemente

esta elevada tasa de movilidad social plantea la cuestión de si es

posible o no la existencia de una estructura de clases. La movilidad

social ascendente ejerce un efecto de estabilización social, es

anti-revolucionaria. Es más, incluso llega a señalar que con la

evolución del sistema de préstamos concedidos por los bancos es

posible que un hombre sin fortuna, pero que dispone de energía y

habilidad, pueda convertirse en un capitalista próspero.

Aunque esta circunstancia continuamente hace afluir un número no

deseado de nuevos mercenarios al espacio y a la competencia

de los capitalistas que ya existen, también refuerza la propia

supremacía del capital, expande su base y le permite reclutar

nuevas fuerzas procedentes del sustrato de la sociedad. De un

modo similar, la circunstancia de que la Iglesia Católica en

la Edad Media formase su jerarquía a partir de los mejores

cerebros, independientemente de su estado, nacimiento o

riqueza, fue uno de los medios principales de consolidación

del gobierno eclesiástico y de su supresión del laicismo.

Cuanta mayor es la capacidad de una clase dominante para

asimilar a las mentes más aventajadas de la clase dominada,

más estable y peligrosa se vuelve su dominación.360

359

J. Goldthorpe, Social Mobility and Class Structure in Modern

Britain, Oxford, Clarendon Press, 1987.

360

Citado por Goldthorpe, op. cit., p. 5.

Entre los sociólogos clásicos posiblemente el único que ha

prestado atención sistemática al tema de la movilidad ha sido

Pareto.361

De acuerdo con él, la extensión del sufragio universal

había provocado la sustitución de los privilegios de la burguesía

por los de la clase obrera. Su idea básica es que toda sociedad

precisa de élites y hay una continua circulación entre ellas. El

socialismo puede sustituir al gobierno de la burguesía, pero el

socialismo significa que una élite reemplaza a otra. La idea del

socialismo como gestión de la nación por el conjunto de los

ciudadanos o por los trabajadores era una simple quimera. Al igual

que Marx, Pareto considera que la movilidad social tiene efectos

estabilizadores. La movilidad puede alargar la duración de un

régimen político. Sin embargo, lo que termina por suceder es que una

élite desplaza a otra del gobierno.

Tal y como señala Cachón362

el renacer del interés por la

movilidad social se debe no solo al interés intrínseco de la cuestión

sino a su importancia como cuestión política. Incluso nuestro texto

constitucional parece consagrar la importancia de la movilidad

cuando en su artículo 35 reconoce el derecho a la promoción a través

del trabajo.

El término movilidad social alude al proceso por el cual los

individuos pasan de una posición a otra en la sociedad -posiciones

fruto del consenso: escalas de jerarquía social-363. En este sentido

la movilidad puede ser horizontal o vertical.364

La movilidad

horizontal se refiere al cambio ocupacional en una misma línea de

la jerarquía social o al cambio ocupacional que implica cambio de

residencia. La movilidad vertical, que es a la que comúnmente nos

361

op. cit.

362

op. cit., p. 12

363

M.S. Lipset y R. Bendix, Movilidad social en la sociedada

industrial. Eudeba, Buenos Aires, 1963.

364

P. Sorokin, op. cit., p. 135.

referimos cuando hablamos de movilidad social, alude al movimiento

de los individuos desde posiciones que gozan de una determinada

jerarquía hasta otras ubicadas más arriba o más abajo dentro del

sistema social. El resultado de este proceso puede concebirse como

una distribución del talento o de los conocimientos tal, que los

privilegios y las gratificaciones van aumentando proporcionalmente

a la dificultad y a la responsabilidad de cada una de las

posiciones365.

Hay dos maneras de estudiar la movilidad. Primero, pueden

examinarse las propias carreras de los individuos, cuánto se

desplazan arriba o abajo en la escala social en el curso de su vida

laboral. Esto se suele denominar movilidad intrageneracional. Por

otro lado, puede analizarse la diferencia entre las ocupaciones de

los hijos con respecto a las de los padres. A este tipo de movilidad

se le denomina movilidad intergeneracional.

Quizás el pionero en el estudio de la movilidad social sea

Sorokin. Sorokin analizó la movilidad en varias sociedades,

365

Dentro de la movilidad social vertical ascendente se podría

hablar de la existencia de la movilidad inducida. Con este término

se hace referencia al hecho de que determinados individuos ocupan

determinados status que les fuerzan a seguir una trayectoria de

movilidad social ascendente. Es este el comportamiento que se espera

de ellos. Salustiano del Campo (Cambios sociales y formas de vida.

Estudios de sociología, Barcelona, Ariel, 1973) cita el caso de los

profesores universitarios en los EE.UU. donde el permanecer más de

veinte años en una escala que no sea la superior, además de provocar

burlas entre los compañeros de profesión, puede llegar a ser

sancionado institucionalmente (la jerarquía profesoral empieza por

los intructores y continua con los profesores ayudantes, los

profesores asociados y culmina con los profesores).

incluyendo la Roma clásica y China en un estudio publicado en 1927.366

Concluyó que las oportunidades para un ascenso rápido eran mucho más

limitadas que las sugeridas por el folklore estadounidense. A

Sorokin debemos la definición clásica de movilidad. Al hablar de

movilidad social distingue entre intensidad y generalidad. Con la

palabra intensidad se designa la distancia social vertical, o sea,

el número de capas que atraviesa un individuo en su movimiento

ascendente o descendente en un determinado periodo de tiempo. Por

el contrario, con la expresión generalidad se refiere al número de

individuos que han cambiado su posición social en la dirección

vertical dentro de un periodo definido de tiempo. Combinando los

datos de la intensidad y la generalidad se obtiene el índice agregado

de la movilidad vertical de una sociedad dada.

Sorokin establece cinco principios generales por los que se

rige la movilidad vertical:

1. Casi no ha habido ninguna sociedad cuyas capas hayan estado

absolutamente cerradas o en la cual la movilidad vertical no haya

existido.

2. Nunca ha habido una sociedad en la cual la movilidad vertical

haya sido absolutamente libre y en la que la transición de una clase

social a otra no haya presentado dificultades.

3. La intensidad, lo mismo que la generalidad de la movilidad

social vertical, varía de una sociedad a otra.

4. La intensidad y la generalidad de la movilidad vertical

fluctúan dentro de la misma sociedad de acuerdo con las distintas

épocas.

5. Parece que no hay ninguna tendencia definida perpetua, ni

hacia el aumento ni hacia la disminución de la intensidad y la

generalidad de la movilidad.

Además de Sorokin, el gran predecesor en los estudios sobre

movilidad social fue Schumpeter.367 Schumpeter es un firme defensor

de la existencia de la movilidad social. La composición de las clases

366

P. Sorokin, op. cit.

367

Imperialismo y clases sociales, Madrid, Tecnos, 1965.

está cambiando constantemente. "La persistencia de la posición de

clase es una ilusión creada por la lentitud del cambio [...] las

barreras de clase deben ser superables, tanto por arriba como por

abajo"368

. La estructura de clases permanece y cambia la gente que

ocupa las distintas posiciones de clase. De ahí la idea citada

anteriormente de las clases como hoteles o autobuses.

La teoría sobre la movilidad social ha progresado muy poco

desde Sorokin. Sin duda, el ateoricismo de la sociología de la

movilidad social es uno de los aspectos unánimemente señalados por

los críticos de la misma. En cualquier caso, el mayor avance se ha

producido en la recopilación y análisis de datos, faceta en que los

estudios de la movilidad social se han convertido en un área de

difícil acceso para los no iniciados.

El primer estudio que contó con una muestra representativa fue

el realizado por David Glass y su equipo de la London School of

Economics. Glass y su equipo llevaron a cabo una investigación en

el verano de 1949 con una muestra aleatoria de 10.000 adultos de más

de 18 años residentes en Inglaterra, Escocia y Gales. Los datos

recopilados consistían básicamente en información biográfica

acerca de cada uno de los entrevistados. Las cuestiones se referían

a la edad, el sexo y el estado civil de los entrevistados, acerca

de las escuelas en las que estudiaron y las credenciales conseguidas

y, lo que es relevante desde el punto de vista de la movilidad social,

la ocupación actual y la del padre. La principal conclusión que se

puede extraer del estudio es que en el Reino Unido había una

considerable cantidad de movilidad social de corto alcance unida a

una elevada rigidez y autoreclutamiento en los extremos, y, en

particular, en los niveles más altos de la estructura social, donde

es muy fuerte la tendencia de los hijos a seguir los pasos de sus

padres en términos de ocupación. Sin embargo, como señala Head369

,

las conclusiones más destacadas de este estudio se encuentran en la

368

Citado en Cachón op. cit p. 43.

369

A. Head, Social Mobility, Londres, Fontana, 1981.

obra de Westergaard y Resler Class in a Capitalist Society370

,

aparecida veintiséis años despúes de la investigación de Glass.

Estos dos autores, de clara inspiración marxista, ponen de

manifiesto que el estudio de Glass deja bien patente la existencia

de amplias posibilidades de movilidad social en las sociedades

capitalistas. Pero, no olvidan señalar que, aunque frecuente, la

movilidad sigue una serie de reglas. La desigualdad de origen

establece límites muy claros a la movilidad.

La segunda gran conclusión de Glass es que la mayor parte de

la movilidad social supone efectuar un pequeño recorrido, mientras

que los grandes recorridos, desde la pobreza a la riqueza o a la

inversa, son harto infrecuentes. La barrera trabajo manual/no

manual se convierte en una barrera difícilmente franqueable. Los

hijos de los trabajadores no manuales de rutina tienen más

probabilidades de ascenso hacia las posiciones altas que aquellos

que proceden de hogares de trabajadores manuales cualificados.

Sería en los Estados Unidos en los años cincuenta cuando se

produciría el florecimiento de los estudios sobre movilidad social.

Ya Tocqueville quedó maravillado en 1830 en su visita a este país

por las amplias posibilidades de promoción que ofrecía: tierra en

abundancia, riqueza natural, poca población, territorios por

civilizar, etc. Tal es así que Sombart, en un texto titulado

precisamente ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?,

afirmaba que el socialismo no podía extenderse en este país debido

a las grandes posibilidades que los trabajadores tenían de abandonar

su clase.

Quizás el estudio internacional más conocido sobre movilidad

social sea el de Lipset y Bendix371. Estos autores analizaron datos

de nueve sociedades industrializadas concentrándose en la movilidad

de los hombres en función de que su trabajo fuera manual, no manual

o agrícola. Lipset y Bendix utilizaron datos secundarios

disponibles en nueve países: Francia, Alemania, Suecia, Suiza,

370

Londres, Heinemann, 1975.

371

S.M. Lipset y R. Bendix, R. op. cit.

Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Dinamarca e Italia.

Reclasificaron las ocupaciones para homogeneizarlas en torno la

divisoria anteriormente explicitada: manual, no manual y agrícola.

Se concentraron en la movilidad social ascendente y descendente a

lo largo de estas líneas.

En contra de sus expectativas, sus resultados no mostraron que

la sociedad norteamericana fuese más abierta que los demás países.

La movilidad vertical total entre la línea cuello azul/cuello blanco

era del 30% en los Estados Unidos, mientras que en Alemania era del

31%, en Suecia y en el Reino Unido del 29% y en Japón y en Francia

del 27%.

Lo llamativo de estos resultados era la similitud de las tasas

de movilidad vertical. Para explicarlos cabalmente, Lipset y Bendix

hubieron de buscar factores universales que calrificasen esta

identidad. Los rasgos comunes que señalaron eran los siguientes: (1)

Cambios en el número de puestos disponibles, (2) diferentes tasas

de fertilidad, (3) cambios en la valoración otorgada a las distintas

ocupaciones, (4) cambios en el número de posiciones heredables, y

(5) cambios en las restricciones legales relativas a las

oportunidades potenciales. Sin duda, los aspectos más

significativos son el primero y el cuarto.

En los años sesenta se llevó a cabo una de las investigaciones

sobre movilidad social más importante. Nos referimos al estudio de

Blau y Duncan372

. Este trabajo constituye una de las investigaciones

más minuciosas sobre la movilidad social en un solo país. Se recogió

información de una muestra nacional de 25.000 hombres de entre 20

y 64 años, representativos de 45 millones de varones en los Estados

Unidos en 1962. En esta investigación se recurre a la técnica llamada

path analysis, que es una reformulación de la regresión múltiple

utilizada en 1919 por el genetista Sewall Wright. Básicamente, el

path analysis permite estimar la importancia relativa de diferentes

determinantes de los logros ocupacionales del individuo. Esto

supuso, en primer lugar, el paso del estudio de la movilidad social

372

P.M. Blau. y O.D. Duncan, The American Occupational

Structure, Nueva York, Wiley, 1967.

al de la consecución del logro y, en segundo lugar, el cambio desde

la medición de las tasas de movilidad a la de los determinantes de

esta. En lugar de preguntarse, ¿cúanta movilidad existe en una

sociedad?, la pregunta se transforma en ¿cúal es la importancia

relativa de factores como los orígenes sociales y la escolarización

en tanto que determinantes de los posteriores logros ocupacionales

del individuo?

El principal motivo que explica esta reformulación es que la

probabilidad de movilidad ascendente depende en gran medida del

nivel del cual se parta. Evidentemente una persona que procede los

estratos más altos de la sociedad tiene pocas posibilidades de

experimentar movilidad ascendente, a diferencia de lo que ocurre con

alguien que se encuentre en la base de la pirámide social. Es decir,

los estudios sobre movilidad social pueden mostrar la existencia de

una gran movilidad sin que eso suponga que la sociedad en cuestión

sea igualitaria. Lo que hace falta saber, por ejemplo, es si los

negros consiguen mejores empleos que los blancos que parten de una

situación similar. Para este propósito las ecuaciones de regresión

y el path analysis se convierten en instrumentos fundamentales.

La pregunta básica a la que Blau y Duncan tratan de responder

es de qué modo los status adscritos influyen sobre los status

adquiridos. Concluyeron que hay mucha movilidad vertical en los

Estados Unidos, pero que casi toda se produce entre posiciones

ocupacionales muy cercanas la una a la otra. Buena parte de la

movilidad ascendente no es más que una consecuencia del incremento

del número de empleos en el sector terciario de la economía.

Desde finales de los años 70 el interés de la movilidad social

ha confluido con el estudio de las clases, convirtiéndose, de este

modo, en el estudio, más bien, de la movilidad de clases. Este es

el caso de Goldthorpe, quien centra su atención en la influencia de

la movilidad social sobre la conciencia de clase y la formación de

las clases.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, ha sido evidente

la separación entre los estudios sobre la movilidad y los

referidos a la estructura de clase. Por razones, en parte

metodológicas y en parte ideológicas, la mayor parte de las

investigaciones sobre movilidad emprendidas en este periodo

se han llevado a cabo en términos de jerarquías de prestigio

o de status socioeconómico en lugar de hacerlo en términos de

clase.373

Basándose en los datos de la investigación realizada en 1972

por el Grupo de Movilidad Social del Nuffield College, Goldthorpe

realiza un balance de lo que ha dado de sí la investigación sobre

esta cuestión en el Reino Unido. Las referencias a Glass,

obviamente, son continuas. En concreto Goldthorpe desmonta tres

tesis sobre la movilidad social hasta entonces dominantes: la tesis

del "cierre", la tesis de la zona de amortiguación y la tesis del

"contra-equilibrio".

(a) La tesis del "cierre". Esta tesis puede resumirse en las

siguientes tres propuestas: (i) es más probable que la movilidad se

produzca entre grupos que tienen un similar nivel dentro de la

jerarquía ocupacional; (ii) la movilidad tenderá a ser mayor en las

zonas intermedias de la jerarquía y (iii) la menor movilidad se

localizará en la cúspide de la jerarquía, dado que quienes ocupan

las posiciones sociales más elevadas tenderán a preservarlas. Por

lo común los hombres y mujeres que ocupan posiciones de estatus

elevado se esfuerzan por preservar sus privilegios para sus

parientes y herederos. Es generalmente admitida la idea de que un

buen padre procura transmitir el status de que él disfruta a sus

hijos, y en muchas sociedades intentará extenderlo también a sus

parientes próximos y lejanos. De aquí que en toda sociedad

estratificada y compleja exista, como lo sugirió Platón, una

tendencia hacia la aristocracia y una limitación de la movilidad.

Los datos obtenidos muestran que, para la clase I (la clase de

servicio alta), las fuentes de reclutamiento son muy amplias. Aunque

una cuarta parte de sus componentes son hijos de padres que

pertenecen a la clase I, el resto procede de las otras seis clases.

Más del 28% de los miembros de esta clase proceden de las clases

trabajadoras (clases VI y VII).

A partir de estos datos resulta difícilmente sostenible la

tesis del cierre. En cualquier caso, los defensores del cierre se

373

J. Goldthorpe y C. Llewellyn, "Class mobility in modern

Britain: Three thesis examined", Sociology, 11, 2, 1977.

refieren a un grupo más reducido que la clase I de Goldthorpe. Las

sociedades modernas suelen legitimarse con la promesa de que todo

el mundo, si media el esfuerzo necesario, puede alcanzar la cima.

Sin embargo, esta es una idea bastante peregrina. Los puestos de alto

status o nivel de renta son escasos por definición. Giddens374

citaba

el caso británico donde para una población de 55 millones de

habitantes no más de dos o tres mil personas pueden llegar a ser

directores de una de las 200 mayores empresas. Por otro lado, por

mucho que se insista en la idea del esfuerzo, la herencia o

simplemente el hecho de haber nacido en tal familia o tal ambiente

social condiciona notablemente el futuro profesional. No obstante,

Goldthorpe reprocha a los defensores de esta postura su falta de

precisión empírica para demostrar su tesis.

(b) La tesis de la zona de amortiguación. Esta tesis plantea los

siguientes puntos: (i) los hijos de los trabajadores manuales

cualificados (clase VI) tienen mayores posibilidades que los hijos

de los trabajadores semi-cualificados o no cualificados (clase VII)

de alcanzar ocupaciones no manuales, y si las alcanzan serán

mayoritariamente ocupaciones que se encuentren en la base de la

jerarquía de las ocupaciones no manuales; y (ii) las posibilidades

de que los hijos de quienes ocupan posiciones bajas no manuales

(empleados, vendedores, supervisores, pequeños burgueses, etc.)

terminen por desempeñar trabajos manuales son mucho mayores que las

de los hijos cuyos padres ocupan las posiciones altas no manuales,

y tal movimiento les llevará normalmente a la clase VI (trabajadores

manuales cualificados) en lugar de a la clase VII.

Los datos prueban una fuerte tendencia o a la inmovilidad o

a la movilidad de pequeño recorrido por parte de aquellos cuyos

padres proceden de la clase VI o VII. En cualquier caso, habría que

calibrar el hecho de más de un 15% de aquellos cuyos padres

pertenecen a la clase VI y VII terminan por pertenecer a las clases

I y II o que cerca del 20% de aquellos cuyo padre pertenece a la clase

VI acaban en las clases VI y VII.

374

A. Giddens, Sociología, Madrid, Alianza, 199*.

(c) La tesis del contra-equilibrio. Aquí entra en juego la movilidad

a lo largo de la vida o intrageneracional. Esta tesis afirma que,

debido a la extensión de la educación, las posibilidades de

experimentar movilidad ascendente a lo largo de la vida laboral son

menores. Es decir, el nivel de entrada se convierte prácticamente

en definitivo.

Para probar la validez de esta tesis Goldthorpe compara la

clase actual del entrevistado en 1972 y su primera ocupación para

el caso de que su padre perteneciera a las clases I y II o a las clases

III y IV, diferenciando además entre aquellos entrevistados nacidos

entre 1908 y 1927 y los entrevistados nacidos entre 1928 y 1947 (con

ello se pretende medir el influjo de la mayor extensión de las

credenciales educativas para los nacidos en este periodo). Si la

tesis del contra-equilibrio fuera cierta tendríamos que

encontrarnos con una mayor proporción de entrada directa en la clase

de servicio entre los entrevistados más jóvenes y una menor entrada

de personas que proceden de otras clases. Los datos confirman un

mayor nivel de entrada en la clase de servicio para los más jóvenes

(un 42% frente a un 25% para los mayores), pero desmienten

parcialmente la idea de un menor acceso indirecto (del 27% para los

más jóvenes y del 36% para los mayores). Si realizamos la misma

operación, pero esta vez referida a las clases III y IV, el acceso

indirecto está prácticamente equilibrado (del 22% para los más

jóvenes y del 23% para los mayores).

Sin duda, la movilidad descendente es menos frecuente que la

ascendente. Por ejemplo en el caso del Reino Unido alrededor del 20%

de los hombres son móviles descendentes375

. La mayor parte de la

movilidad descendente intrageneracional afecta a las mujeres.

Todavía es frecuente, en el caso de estos últimos, abandonar su

carrera profesional al tener hijos y al reincorporarse al mercado

de trabajo hayan descendido varios peldaños.

El estudio de la movilidad social presenta varios problemas.

Por ejemplo, no está claro si la movilidad desde los trabajos de

375

op. cit., p. 262.

cuello azul a los de cuello blanco se define siempre correctamente

como ascendente. Los trabajadores cualificados de cuello azul

pueden tener mayores ingresos salariales que los cuello blanco.

Además las ocupaciones de cuello blanco, especialmente las

administrativas, se han visto sometidas a un serio proceso de

descualificación consecuencia de la automatización.

En los estudios de la movilidad intergeneracional se plantea

la cuestión de si el momento en el que se efectúa la medición es el

adecuado. El padre puede estar experimentado un proceso de movilidad

social cuyo resultado final puede contrariar sensiblemente los

datos obtenidos en un momento dado.

9.2. CONSECUENCIAS DE LA MOVILIDAD SOCIAL.

Aunque es evidente que la cantidad de la movilidad social está

determinada en gran parte por los cambios estructurales más o menos

uniformes de las sociedades industrializadas y que, en

consecuencia, es aproximadamente la misma en todas las sociedades,

debe hacerse hincapié en el hecho de que las consecuencias de la

movilidad social han sido sumamente diversas. Por tomar un ejemplo

extremo376

: si un negro en Suráfrica obtiene una posición no manual,

se constituye en candidato inmediato para un puesto de liderazgo en

algún movimiento de protesta de izquierda. Pero si un norteamericano

blanco procedente de una familia de clase obrera efectúa el mismo

movimiento, se hace por lo común política y socialmente conservador.

Quizás la clave de estas distintas actitudes se encuentre en lo que

se demoniman discrepancias de status, es decir, el hecho de ser poco

frecuente que un negro ascienda en la jerarquía social en el caso

de la sociedad surafricana lo convierte en alguien que tiene mayor

facilidad para percibir las desigualdades e injusticias que afectan

a otros miembros de su raza.

En lo que se refiere a las dimensiones psicológicas de la

movilidad social, los escasos estudios realizados muestran que las

discrepancias de status pueden provocar dificultades para el ajuste

personal, debido a que la elevada autovaloración en una esfera de

la vida está en conflicto con una pobre autovaloración en otra.

376

Tomado de Lipset y Bendix, op. cit.

Durkheim, por ejemplo, sugirió que tanto la movilidad social

ascendente como la descendente redundan en un incremento de los

índices de suicidios al aumentar el número de personas que se

encuentran en una situación anómica, en la que no saben cómo

reaccionar ante las nuevas normas. Algunos estudios sobre

enfermedades mentales indican que en EE.UU. las personas que

ascienden socialmente son más susceptibles de sufrir trastornos

mentales que las no móviles. Por lo común la movilidad social entraña

consecuencias destructivas para la estructura de los grupos

primarios.

Tradicionalmente se ha pensado que las personas que

experimentan movilidad social ascendente o descendente tienden con

mayor frecuencia que los estacionarios a ser apáticos, a abstenerse

de votar y a mostrar un interés político poco pronunciado.

Inversamente, cuanto más homogéneo es el medio político que rodea

a una persona, tanto más decididamente estará en condiciones de

implicarse políticamente.

Normalmente se ha considerado que quienes experimentan

movilidad social descendente es más probable que mantengan lealtad

a su clase de origen, a diferencia de lo que ocurre con los que

experimentan movilidad social ascendente. Si las clases bajas son

más bien de izquierdas, entonces tanto los móviles ascendentes como

los descendentes tenderán a ser conservadores.

Son tres los tipos de argumentos que explican esta asimetría.

El primero es que la gente prefiere adoptar una identidad más

prestigiosa, es decir, la gente que asciende desde la clase obrera

prefiere identificarse con su clase de destino.

Una segunda posibilidad es que la movilidad ejerza un efecto

indirecto sobre las actitudes políticas a través de su influjo sobre

los contactos personales. Los individuos móviles tendrán contacto

con personas de su clase de origen y de su clase de destino. Si la

gente prefiere los status altos, tenderá a mantener mayor número de

contactos con personas de status alto en detrimento de los de status

bajo. Esta interpretación considera que las identidades políticas

son resultado de contactos sociales. Lipset y Bendix señalaban que

los miembros estables de una clase serán escasamente propensos a

asociarse con advenedizos, de tal manera que los móviles ascendentes

no tendrán más remedio que seguir relacionándose con los miembros

de su clase de origen. Este rechazo de status es más fuerte en Europa

que en los Estados Unidos, de modo que los móviles ascendentes

europeos difícilmente adoptarán las ideas políticas de su clase de

destino. Los datos disponibles muestran que en los Estados Unidos

los móviles ascendentes tienen las mismas preferencias partidarias

que los componentes de su clase de destino, a diferencia de lo que

ocurre en Europa.

Una tercera explicación es que los efectos del origen y del

destino puede variar en función de la naturaleza de la socialización

en distintas clases sociales. Algunos grupos sociales pueden tener

una fuerte cultura que crea un carácter distintivo a los

advenedizos. Este sería el caso, por ejemplo, de las escuelas de

élite, las cuales integran a los móviles de clase baja en las pautas

culturales de la clase alta.

Los datos que maneja Weakliem377

ponen en duda la afirmación

de que la movilidad social ascendente beneficie a la derecha

política. El hecho de apoyar a un partido socialista puede ser más

bien una opción instrumental que una declaración de identidad.

Lo mismo se detecta en los estudios compilados por Turner378

.

Aquí se presentan los resultados de un estudio llevado a cabo por

miembros de la Asociación Internacional de Ciencia Política y su

Comité Investigador sobre Opinión Pública comparada controlando el

periodo que va desde 1955 a 1984. Los datos muestran que no hay ningún

efecto regular o consistente de la movilidad sobre las actitudes

políticas.

377

D.L. Weakliem, "Does Social Mobility Affect Political

Behaviour?", European Sociological Review, 8, 2, 1992.

378

F.C. Turner, "Social Mobility and Political Attitudes in

Comparative Perspective", en F.C. Turner (ed.), Social Mobility and

Political Attitudes. Comparative Perspectives, Londres,

Transaction Publishers, 1992.