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ESTRATEGIAS DE APROPIACIÓN TERRITORIAL Y DE CONSTRUCCIÓN DE HEGEMONÍA EN UN CONTEXTO INTERGRUPAL: EL CASO DE SAN LUCAS DE JALPA, EL MEZQUITAL, DURANGO RELACIONES 101, INVIERNO 2005, VOL. XXVI Francisco Guízar Vázquez* E L COLEGIO DE MICHOACÁN

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ESTRATEGIAS DE APROPIACIÓNTERRI TORIAL Y D E CONS TRUCCIÓ N DE HEGEMONÍA

EN UN CO NTEXTO INTER GRUPA L: E L CASO DE

SAN LU CAS DE JALPA , E L MEZQUITAL , DUR ANGO

R E L A C I O N E S 1 0 1 , I N V I E R N O 2 0 0 5 , V O L . X X V I

F r a n c i s c o G u í z a r V á z q u e z *E L C O L E G I O D E M I C H O A C Á N

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El trabajo se basa en un estudio de caso de las disputas por el territorioque han mantenido mestizos y wixaritari en el sur de Durango. Medianteun análisis de las imbricaciones de los campos político y jurídico, se anali-za la correlación entre la identidad y el territorio, y se muestra cómo la he-gemonía es una noción relevante para el estudio de los conflictos territo-riales de carácter intergrupal.

(Territorio, etnicidad, hegemonía, wixaritari y mestizos)

NTRODUCCIÓN

En este trabajo presento una breve reflexión sobre unestudio de caso de las pugnas que han desarrolladowixaritari1 y mestizos dentro de la Comunidad Agra-

ria de San Lucas de Jalpa, situada dentro del Gran Nayar o “regiónHUICOT”,2 las cuales involucran relaciones de rivalidad por la tierra, losrecursos naturales, el territorio, la representatividad política y los flujosfinancieros de origen gubernamental.

El objetivo central consiste en mostrar las implicaciones de la identi-dad en la construcción de la hegemonía local. Analizo determinados as-pectos de la historia reciente de las conflictivas interacciones entre los gru-pos en cuestión, donde se han imbricado los campos político y jurídico.3

*[email protected] Este artículo forma parte de mi investigación de tesis doc-toral (Guízar 2005), que a su vez participa dentro del proyecto Pueblos indígenas y reformadel Estado en América Latina, coordinado por Willem Assies y financiado por el CONACyT.

1 Por wixarika (en plural wixaritari) me refiero al pueblo indígena o a los miembrosdel mismo y que son más conocidos por su etnónimo castellanizado: huichol.

2 HUICOT significa “huichol, cora y tepehuano”, y se refiere a la porción de la sierramadre occidental de México, en la que habitan dichos grupos indígenas, junto a mesti-zos e indígenas tepecanos y mexicaneros. Este vocablo tiene su origen en los programasde desarrollo que se elaboraron bajo la batuta del Instituto Nacional Indigenista durantelas décadas de 1950, 1960 y 1970.

3 Para este artículo me concentro en la vinculación que ha mantenido el desarrollode dichos campos con las disputas territoriales; con esto no niego que otros campos o es-feras sociales, como el de la educación, la economía o el agropecuario, tengan especial re-levancia sobre las pugnas en cuestión. Sólo me limito a ofrecer un aspecto significativode una realidad compleja que puede ser estudiada desde ángulos específicos.

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Para esto muestro los aspectos básicos del impacto local de los cambiosestructurales en el sistema político mexicano (transición democrática yelectoral) y la activación de leyes agrarias y de códigos legales interna-cionales sobre pueblos indígenas.

La Comunidad Agraria de San Lucas de Jalpa se ubica al sur del es-tado de Durango, justo sobre el corazón de la porción sur de la SierraM a d re Occidental, en el noroeste de México. Este núcleo poblacionala p a rece registrado en los archivos agrarios oficiales como “ComunidadI n d í g e n a ” ,4 a pesar de que la mayoría de los inscritos legalmente en lamisma son mestizos que han convivido cotidianamente con wixaritari.

CAMPOS, IDENTIDADES GRUPALES, HEGEMONÍA Y TERRITORIO

El uso de la Ley del Estado ha sido uno de los instrumentos principalespara contender por el acceso a los recursos de la tierra, pues ha resulta-do fundamental el poder coercitivo que se legitima con simbología pro-pia del derecho. Complementariamente, el mantenimiento de fronterasgrupales ha constituido un mecanismo de poder con dos funciones bási-cas interdependientes: por un lado la exclusión por criterios identitarios;por el otro, la cohesión gru p a l .

Distingo la noción de “grupo extenso” o “grupo de base amplia”(broad-based group),5 de la noción de Comunidad Agraria. A ésta la conci-bo como un ente legal, y por lo tanto simbólico, pero mediante el cualse legitiman ante el Estado el acceso y la exclusión de la disposición dela tierra y sus recursos, así como la integración consecuente en un ordenestatal. Como grupo extenso de indígenas wixaritari me refiero a lo quese podría definir como una identidad étnica, pues los que asumen laidentidad wixarika hacen referencia a un origen mítico común. Analíti-

FR ANC I SCO G UÍ ZAR VÁZ QU EZ

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4 En México existen tres formas fundamentales de tenencia de la tierra: PropiedadPrivada; Propiedad Ejidal y Propiedad Comunal. La tierra, en las dos últimas nociones,es propiedad de la nación, pero los titulares, ya sean ejidatarios o comuneros, tienen de-recho a explotarla bajo ciertas normas. Hasta 1992 el carácter de las tierras de este tipoera inembargable e inenajenable (Secretaría de la Reforma Agraria 1998).

5 El grupo extenso puede estar sustentado en identidades de diferentes tipos: étnico,racial, racial y étnico, religioso, de sangre, cultural, etcétera (Schryer 2001).

MAPA 1. Región HUICOT

MAPA 2. Comunidad indígena San Lucas de Jalpa

Sinaloa

Durango

Durango

Zacatecas

Zacatecas

11

5

463 7 8 2 1

9

10

Región HUICOT

Nayarit

Nayarit

Comunidad indígena San Lucas de Jalpa

Jalisco

Jalisco

N

Límite estatalLímite regiónHUICOT

1 Bancos2 Calítique3 Tepetates4 Brasiles5 San Lucas6 Pilas7 Máipura8 Cofradía9 San Juan Peyotán10 San Andrés Cohamiata11 Huazamota

Límite estatalLímite comunal

OcéanoPacífico

10km

10 km

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Para esto muestro los aspectos básicos del impacto local de los cambiosestructurales en el sistema político mexicano (transición democrática yelectoral) y la activación de leyes agrarias y de códigos legales interna-cionales sobre pueblos indígenas.

La Comunidad Agraria de San Lucas de Jalpa se ubica al sur del es-tado de Durango, justo sobre el corazón de la porción sur de la SierraM a d re Occidental, en el noroeste de México. Este núcleo poblacionala p a rece registrado en los archivos agrarios oficiales como “ComunidadI n d í g e n a ” ,4 a pesar de que la mayoría de los inscritos legalmente en lamisma son mestizos que han convivido cotidianamente con wixaritari.

CAMPOS, IDENTIDADES GRUPALES, HEGEMONÍA Y TERRITORIO

El uso de la Ley del Estado ha sido uno de los instrumentos principalespara contender por el acceso a los recursos de la tierra, pues ha resulta-do fundamental el poder coercitivo que se legitima con simbología pro-pia del derecho. Complementariamente, el mantenimiento de fronterasgrupales ha constituido un mecanismo de poder con dos funciones bási-cas interdependientes: por un lado la exclusión por criterios identitarios;por el otro, la cohesión gru p a l .

Distingo la noción de “grupo extenso” o “grupo de base amplia”(broad-based group),5 de la noción de Comunidad Agraria. A ésta la conci-bo como un ente legal, y por lo tanto simbólico, pero mediante el cualse legitiman ante el Estado el acceso y la exclusión de la disposición dela tierra y sus recursos, así como la integración consecuente en un ordenestatal. Como grupo extenso de indígenas wixaritari me refiero a lo quese podría definir como una identidad étnica, pues los que asumen laidentidad wixarika hacen referencia a un origen mítico común. Analíti-

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4 En México existen tres formas fundamentales de tenencia de la tierra: PropiedadPrivada; Propiedad Ejidal y Propiedad Comunal. La tierra, en las dos últimas nociones,es propiedad de la nación, pero los titulares, ya sean ejidatarios o comuneros, tienen de-recho a explotarla bajo ciertas normas. Hasta 1992 el carácter de las tierras de este tipoera inembargable e inenajenable (Secretaría de la Reforma Agraria 1998).

5 El grupo extenso puede estar sustentado en identidades de diferentes tipos: étnico,racial, racial y étnico, religioso, de sangre, cultural, etcétera (Schryer 2001).

MAPA 1. Región HUICOT

MAPA 2. Comunidad indígena San Lucas de Jalpa

Sinaloa

Durango

Durango

Zacatecas

Zacatecas

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463 7 8 2 1

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Región HUICOT

Nayarit

Nayarit

Comunidad indígena San Lucas de Jalpa

Jalisco

Jalisco

N

Límite estatalLímite regiónHUICOT

1 Bancos2 Calítique3 Tepetates4 Brasiles5 San Lucas6 Pilas7 Máipura8 Cofradía9 San Juan Peyotán10 San Andrés Cohamiata11 Huazamota

Límite estatalLímite comunal

OcéanoPacífico

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camente condiciono la manifestación de la identidad grupal de tipoétnico a la identificación expresa de los miembros de un grupo que serefiera a una noción compartida de un “origen común”, sea mítico, geo-gráfico o racial (Wade 2000; Levine 1999). La identidad del grupo exten-so mestizo, a pesar de tener un origen colonial étnico, bajo el contextodel Estado posrevolucionario se ha sustentado sobre una “negación” dela etnicidad, de manera tal que los que se identifican como mestizos seconsideran parte de una sociedad nacional, con un origen común incier-to, aunque su comportamiento es similar al de un grupo étnico. Esta ne-gación se ha manejado como una forma de exclusión y de dominaciónhacia lo indígena, que se acentúa en los sitios y contextos donde se prac-tica una interacción intensa y constante entre indígenas y mestizos; osea, en los lugares donde los grupos marcan fronteras (Barth 1976).

Por lo tanto, la relación que se ha forjado en el siglo XX y lo que vadel XXI entre los wixaritari y los mestizos puede ser concebida como lade una minoría étnica indígena, ante un grupo representante de la socie-dad mestiza mayoritaria. En ese sentido utilizo una noción de étnia si-tuacional, contextual y mutable, y cuyos límites en ocasiones muestranuna correlación estrecha con un territorio, mas éste no determina suexistencia (Barth 1976; Schlee 1987).6

Bajo el contexto del Estado posrevolucionario, en San Lucas de Jalpalas fronteras grupales se han forjado básicamente a través de un juegoque ha seguido una lógica de adscripciones e identificaciones (Assies1999, 23-27), donde la dinámica de elaboración de identidades grupalesentre indígenas y mestizos ha estado estrechamente relacionada con laexclusión del acceso a la tierra y con la lucha por la hegemonía dentrode la Comunidad Agraria (Mallon 1995). Esto ha implicado un cúmu-lo de relaciones que vinculan escalas diversas entre distintos espaciossociales a través de los cuales el campo político y el campo jurídico sehan solapado en las disputas por los principales capitales sociales enjuego: la tierra y sus recursos.

6 Mediante un estudio sobre algunos aspectos básicos que atañen a los procesos dereorganización étnica entre wixarika, muestro la mutabilidad contextual de ciertos prin-cipios organizativos en términos de parentesco, unión conyugal y relaciones de poder(Guízar 2005).

Mestizos (mezclacultura y racial:español-indígena)

Indígenas (cultura y raza:indio, huichol,cora, tepehuano,etcétera)

Español (historia,origenracial)

Mexicanos (político-cultural)

México- estadouni-dense(pocho)

estadouni-dense(gringo)

extranjero(europeo,asiático,sudamericano,etcétera)

CUADRO 1. Categorías adscriptivo-identitarias de los mestizos

En el cuadro 1 muestro los etnónimos o categorías adscriptivo-iden-titarias de mestizos e indígenas. La línea sin flecha representa una rela-ción de equivalencia. La flecha con un sólo sentido representa una re-lación de diferencia relativa, mientras que la flecha con dos sentidos serefiere a una relación de oposición. Por ejemplo, mestizo e indígena sonopuestos, mientras indígena wixarika e indígena tepehuanos son equi-valentes, mas no iguales: “hermanos indígenas”, pero pertenecientes adistintos pueblos. Entre los mestizos y los méxicoestadounidenses(mestizos nacidos y socializados en Estados Unidos), existe una diferen-cia relativa, pero no opuesta: unidos por lazos de parentesco, pero dis-tintos por nacionalidad y rasgos culturales diversos.

En el caso en turno es interesante revisar como el wixarika ha cam-biado los términos mediante los que se hace referencia a sí mismo anteagentes no-wixaritari, pues cada vez rechaza con mayor ahínco el etnó-

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camente condiciono la manifestación de la identidad grupal de tipoétnico a la identificación expresa de los miembros de un grupo que serefiera a una noción compartida de un “origen común”, sea mítico, geo-gráfico o racial (Wade 2000; Levine 1999). La identidad del grupo exten-so mestizo, a pesar de tener un origen colonial étnico, bajo el contextodel Estado posrevolucionario se ha sustentado sobre una “negación” dela etnicidad, de manera tal que los que se identifican como mestizos seconsideran parte de una sociedad nacional, con un origen común incier-to, aunque su comportamiento es similar al de un grupo étnico. Esta ne-gación se ha manejado como una forma de exclusión y de dominaciónhacia lo indígena, que se acentúa en los sitios y contextos donde se prac-tica una interacción intensa y constante entre indígenas y mestizos; osea, en los lugares donde los grupos marcan fronteras (Barth 1976).

Por lo tanto, la relación que se ha forjado en el siglo XX y lo que vadel XXI entre los wixaritari y los mestizos puede ser concebida como lade una minoría étnica indígena, ante un grupo representante de la socie-dad mestiza mayoritaria. En ese sentido utilizo una noción de étnia si-tuacional, contextual y mutable, y cuyos límites en ocasiones muestranuna correlación estrecha con un territorio, mas éste no determina suexistencia (Barth 1976; Schlee 1987).6

Bajo el contexto del Estado posrevolucionario, en San Lucas de Jalpalas fronteras grupales se han forjado básicamente a través de un juegoque ha seguido una lógica de adscripciones e identificaciones (Assies1999, 23-27), donde la dinámica de elaboración de identidades grupalesentre indígenas y mestizos ha estado estrechamente relacionada con laexclusión del acceso a la tierra y con la lucha por la hegemonía dentrode la Comunidad Agraria (Mallon 1995). Esto ha implicado un cúmu-lo de relaciones que vinculan escalas diversas entre distintos espaciossociales a través de los cuales el campo político y el campo jurídico sehan solapado en las disputas por los principales capitales sociales enjuego: la tierra y sus recursos.

6 Mediante un estudio sobre algunos aspectos básicos que atañen a los procesos dereorganización étnica entre wixarika, muestro la mutabilidad contextual de ciertos prin-cipios organizativos en términos de parentesco, unión conyugal y relaciones de poder(Guízar 2005).

Mestizos (mezclacultura y racial:español-indígena)

Indígenas (cultura y raza:indio, huichol,cora, tepehuano,etcétera)

Español (historia,origenracial)

Mexicanos (político-cultural)

México- estadouni-dense(pocho)

estadouni-dense(gringo)

extranjero(europeo,asiático,sudamericano,etcétera)

CUADRO 1. Categorías adscriptivo-identitarias de los mestizos

En el cuadro 1 muestro los etnónimos o categorías adscriptivo-iden-titarias de mestizos e indígenas. La línea sin flecha representa una rela-ción de equivalencia. La flecha con un sólo sentido representa una re-lación de diferencia relativa, mientras que la flecha con dos sentidos serefiere a una relación de oposición. Por ejemplo, mestizo e indígena sonopuestos, mientras indígena wixarika e indígena tepehuanos son equi-valentes, mas no iguales: “hermanos indígenas”, pero pertenecientes adistintos pueblos. Entre los mestizos y los méxicoestadounidenses(mestizos nacidos y socializados en Estados Unidos), existe una diferen-cia relativa, pero no opuesta: unidos por lazos de parentesco, pero dis-tintos por nacionalidad y rasgos culturales diversos.

En el caso en turno es interesante revisar como el wixarika ha cam-biado los términos mediante los que se hace referencia a sí mismo anteagentes no-wixaritari, pues cada vez rechaza con mayor ahínco el etnó-

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prácticas culturales y de reproducción biológica,7 no han manifestadouna identidad étnica específica en oposición a otros sectores de la socie-dad mestiza, pues la negación que implica el diferenciarse del “indio”,ha rebasado con mucho los ímpetus por distinguirse del resto de la so-ciedad no-indígena mexicana. Antes bien, se sienten parte de la misma,como símbolo de lo civilizado, en oposición a lo “salvaje indígena”(algunos quizás se sienten más identificados con Estados Unidos). Estose ha acentuado en los últimos años en que los flujos globales económi-cos y culturales influyen directa y cotidianamente en su vida, tanto porsu ya añeja y recurrente práctica de la emigración al Norte y a otras ciu-dades del país, como por la posibilidad de entrar en contacto con losmedios de comunicación internacionales (televisión vía satélite con 300o 600 canales al alcance de su mano) (Kearney 1995).

Como complemento, propongo una definición operacional de terri-torio que se pueda aplicar a ambos grupos. Consta de dos aspectos yconjuga básicamente lo expuesto en Mallon (1995) y en Zúñiga (1998y 2000): por un lado tenemos el derecho que por medios simbólicos seatribuye a un grupo de personas o a una sola persona para tener accesoa un determinado espacio, sea éste concebido en términos legalistas es-tatales o en términos míticos o religiosos, pero el cual sí tiene una baseo referencia material, cristalizada en sus recursos y en sus múltiples lu-gares como un conjunto; por otro lado tenemos las prácticas socialesreales que se realizan sobre el espacio y que aluden a la lucha por el con-trol de los procesos socioculturales del mismo (hegemonía): uso diferen-cial del suelo acorde a la conformación de las unidades productivas, queson ordenadas bajo criterios de identidad grupal o de clase social, másla aplicación de normatividades de diversa índole con alcance relativode competencias sobre los procesos sociales que se despliegan en luga-res determinados.

nimo castellanizado de “huichol”, y asume en su idioma el de wixarika.Esto se ha reforzado por la influencia de las movilizaciones indígenasen el sur de México y por el acceso a los mecanismos legales interna-cionales. En términos míticos ubican a los mestizos como los descen-dientes de una deidad que tenía piel de puerca, que llevaba una vidapromiscua y paría hijos al por mayor.

Por el lado mestizo, a pesar de que mantienen un sentido identitario“ranchero” en oposición a “la gente de ciudad” o mestizos urbanos, yde que poseen determinadas costumbres que han emulado el comporta-miento de un grupo étnico en el sentido “tradicional”, sustentado en

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Wixarica(gente decostumbre)

Mestizo (vecino, gentesin costumbre,“hijos de puercapromiscua”)

Mexicano puro(descendientede pueblosprehispánicos)

Wixarika amestizado Teiwari (no

wixarika)

Hermano indígena(gente decostumbre: cora,tepehuano,zapoteco, mixe,etcétera

Mexicanos(político-cultural) español o criollo

(categoríahistórica)

extranjero(“gringo”, sies rubio)

Categorías adscriptivo-identitarias de los wixaritari.

7 Durante el periodo comprendido entre la Revolución mexicana y los años de 1970conservaron un alto índice de endogamia entre las localidades mestizas de la región surde Durango, norte de Jalisco, noreste de Nayarit y suroeste de Zacatecas; sin embargo,con la agudización del flujo migratorio, la sobrepoblación territorial y la ampliación deredes familiares, las uniones conyugales ahora tienden a ser exógamas.

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prácticas culturales y de reproducción biológica,7 no han manifestadouna identidad étnica específica en oposición a otros sectores de la socie-dad mestiza, pues la negación que implica el diferenciarse del “indio”,ha rebasado con mucho los ímpetus por distinguirse del resto de la so-ciedad no-indígena mexicana. Antes bien, se sienten parte de la misma,como símbolo de lo civilizado, en oposición a lo “salvaje indígena”(algunos quizás se sienten más identificados con Estados Unidos). Estose ha acentuado en los últimos años en que los flujos globales económi-cos y culturales influyen directa y cotidianamente en su vida, tanto porsu ya añeja y recurrente práctica de la emigración al Norte y a otras ciu-dades del país, como por la posibilidad de entrar en contacto con losmedios de comunicación internacionales (televisión vía satélite con 300o 600 canales al alcance de su mano) (Kearney 1995).

Como complemento, propongo una definición operacional de terri-torio que se pueda aplicar a ambos grupos. Consta de dos aspectos yconjuga básicamente lo expuesto en Mallon (1995) y en Zúñiga (1998y 2000): por un lado tenemos el derecho que por medios simbólicos seatribuye a un grupo de personas o a una sola persona para tener accesoa un determinado espacio, sea éste concebido en términos legalistas es-tatales o en términos míticos o religiosos, pero el cual sí tiene una baseo referencia material, cristalizada en sus recursos y en sus múltiples lu-gares como un conjunto; por otro lado tenemos las prácticas socialesreales que se realizan sobre el espacio y que aluden a la lucha por el con-trol de los procesos socioculturales del mismo (hegemonía): uso diferen-cial del suelo acorde a la conformación de las unidades productivas, queson ordenadas bajo criterios de identidad grupal o de clase social, másla aplicación de normatividades de diversa índole con alcance relativode competencias sobre los procesos sociales que se despliegan en luga-res determinados.

nimo castellanizado de “huichol”, y asume en su idioma el de wixarika.Esto se ha reforzado por la influencia de las movilizaciones indígenasen el sur de México y por el acceso a los mecanismos legales interna-cionales. En términos míticos ubican a los mestizos como los descen-dientes de una deidad que tenía piel de puerca, que llevaba una vidapromiscua y paría hijos al por mayor.

Por el lado mestizo, a pesar de que mantienen un sentido identitario“ranchero” en oposición a “la gente de ciudad” o mestizos urbanos, yde que poseen determinadas costumbres que han emulado el comporta-miento de un grupo étnico en el sentido “tradicional”, sustentado en

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Wixarica(gente decostumbre)

Mestizo (vecino, gentesin costumbre,“hijos de puercapromiscua”)

Mexicano puro(descendientede pueblosprehispánicos)

Wixarika amestizado Teiwari (no

wixarika)

Hermano indígena(gente decostumbre: cora,tepehuano,zapoteco, mixe,etcétera

Mexicanos(político-cultural) español o criollo

(categoríahistórica)

extranjero(“gringo”, sies rubio)

Categorías adscriptivo-identitarias de los wixaritari.

7 Durante el periodo comprendido entre la Revolución mexicana y los años de 1970conservaron un alto índice de endogamia entre las localidades mestizas de la región surde Durango, norte de Jalisco, noreste de Nayarit y suroeste de Zacatecas; sin embargo,con la agudización del flujo migratorio, la sobrepoblación territorial y la ampliación deredes familiares, las uniones conyugales ahora tienden a ser exógamas.

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Esto propició la reproducción y la reorganización de los wixaritaridentro del perímetro de dicha comunidad, de manera tal que ahoraellos son la mayoría demográfica en San Lucas de Jalpa. No sólo mejora-ron las condiciones de salud de la población, sino que el apoyo guberna-mental para la colonización significó un aliciente geopolíticamente es-tratégico (Dehouve 2001) para los wixaritari, quienes, mediante tácticaspolítico legales y “natalistas”9 (Schelee 2004, 138-143) han canalizado suestrategia de apropiación territorial. Localmente las acciones indigenis-tas estatales impulsaron un proceso acelerado de reorganización étnica:

Cambio de tipo asentamiento humano: de extenso a concentrado.Una transición de ser seminómadas, a ser semisedentarios. Ampliación de sus facultades comunicativas con el mundo exterior: pasa-ron del monolingüismo al bilingüismo. También han sido crecientementealfabetizados. Establecimiento y consolidación de nuevas esferas sociales, como la políti-ca, la jurídica, la educativa y la artesanal, entre otras (Guízar 2005).

Actualmente las principales poblaciones wixaritari por su tamaño einfluencia política son: Brasiles, Pilas y Bancos de Calítique o de San Hi-pólito. Antes de 1968, los wixaritari de la zona eran seminómadas y susasentamientos eran dispersos y temporales, pues empleaban una infra-estructura simple para la edificación de sus viviendas que ocupaban es-tacional y temporalmente, por lo que era improbable volverlas a habitar,ya que la elección de sus asentamientos no seguía un patrón determina-do en cuanto a lugares fijos de residencia. Si bien se regían por ciclosproductivos asociados a temporadas climáticas, como lo han hecho dediversas maneras los wixaritari asentados en zonas menos periféricas alos tukite o centros ceremoniales de Jalisco (Weigand 1992, 33-104; Torres2000, 119-186), no tenían lugares de residencia fijos debido a la inestabi-lidad social de la época de las revoluciones. Esta circunstancia no con-tradice el que ya hayan existido entre ellos nociones sobre los límitesgeográficos de los linderos de un territorio comunal de origen colonial,

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El territorio, así definido, se postula como el elemento fundamentalde la disputa: un espacio material del que se pretende excluir o integraral otro al poner en acción diversas estrategias para el control de proce-sos sociales por parte de ambos grupos y que implican en la práctica elimpulso por la fijación de una hegemonía. Ésta se cristaliza básicamenteen la estructuración de un orden jerárquico de las relaciones sociales,que garantice una distribución diferencial de los bienes que beneficie algrupo o facción de grupo mejor posicionado en la misma. Bajo la diná-mica de una dialéctica que se ha generado por la colisión de fuerzasopuestas, se ha configurado una integración conflictiva entre ambosgrupos dentro del espacio de los linderos de la Comunidad Agraria, enel que han estado involucradas instituciones diversas: organizacionesno gubernamentales (ONG), iglesias de credo cristiano y corporativosagroempresariales.

LA LOCALIDAD

San Lucas de Jalpa fue habitada originariamente por coras (Hinton1990), pero, según testimonios orales de los wixaritari de la localidad, enel contexto de los años violentos de la Revolución mexicana (1910-1920)y de la Revolución cristera (1927-1930) sufrió un proceso intenso de mes-tización, que consistió en el despojo y expulsión de dichos indígenas, porlo que nadie en la misma se identifica actualmente como tal. Pero la mes-tización no fue total: parte significativa de esta zona se comenzó a poblarde wixaritari, quienes la habitaban en asentamientos dispersos y estacio-narios. En el contexto de los planes de desarrollo implementados por elInstituto Nacional Indigenista (I N I) de México durante las décadas de1960 y 1970, se edificaron escuelas y centros de salud con la finalidadde concentrar a la población local alrededor de un núcleo semiurbano.8

8 Este aspecto, la transformación teledirigida del patrón de asentamiento indígena,es una de las acciones fundamentales señaladas en el recetario antropológico integracio-nista que Aguirre Beltrán legó al INI. Se trabajaba bajo la premisa básica de que a mayorconcentración poblacional, mayor era la posibilidad de desarrollar a los grupos indíge-nas (Aguirre 1991; INI 1971).

9 Durante la década de 1960 la proporción era de aproximadamente 500 mestizos por300 wixaritari.

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Esto propició la reproducción y la reorganización de los wixaritaridentro del perímetro de dicha comunidad, de manera tal que ahoraellos son la mayoría demográfica en San Lucas de Jalpa. No sólo mejora-ron las condiciones de salud de la población, sino que el apoyo guberna-mental para la colonización significó un aliciente geopolíticamente es-tratégico (Dehouve 2001) para los wixaritari, quienes, mediante tácticaspolítico legales y “natalistas”9 (Schelee 2004, 138-143) han canalizado suestrategia de apropiación territorial. Localmente las acciones indigenis-tas estatales impulsaron un proceso acelerado de reorganización étnica:

Cambio de tipo asentamiento humano: de extenso a concentrado.Una transición de ser seminómadas, a ser semisedentarios. Ampliación de sus facultades comunicativas con el mundo exterior: pasa-ron del monolingüismo al bilingüismo. También han sido crecientementealfabetizados. Establecimiento y consolidación de nuevas esferas sociales, como la políti-ca, la jurídica, la educativa y la artesanal, entre otras (Guízar 2005).

Actualmente las principales poblaciones wixaritari por su tamaño einfluencia política son: Brasiles, Pilas y Bancos de Calítique o de San Hi-pólito. Antes de 1968, los wixaritari de la zona eran seminómadas y susasentamientos eran dispersos y temporales, pues empleaban una infra-estructura simple para la edificación de sus viviendas que ocupaban es-tacional y temporalmente, por lo que era improbable volverlas a habitar,ya que la elección de sus asentamientos no seguía un patrón determina-do en cuanto a lugares fijos de residencia. Si bien se regían por ciclosproductivos asociados a temporadas climáticas, como lo han hecho dediversas maneras los wixaritari asentados en zonas menos periféricas alos tukite o centros ceremoniales de Jalisco (Weigand 1992, 33-104; Torres2000, 119-186), no tenían lugares de residencia fijos debido a la inestabi-lidad social de la época de las revoluciones. Esta circunstancia no con-tradice el que ya hayan existido entre ellos nociones sobre los límitesgeográficos de los linderos de un territorio comunal de origen colonial,

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El territorio, así definido, se postula como el elemento fundamentalde la disputa: un espacio material del que se pretende excluir o integraral otro al poner en acción diversas estrategias para el control de proce-sos sociales por parte de ambos grupos y que implican en la práctica elimpulso por la fijación de una hegemonía. Ésta se cristaliza básicamenteen la estructuración de un orden jerárquico de las relaciones sociales,que garantice una distribución diferencial de los bienes que beneficie algrupo o facción de grupo mejor posicionado en la misma. Bajo la diná-mica de una dialéctica que se ha generado por la colisión de fuerzasopuestas, se ha configurado una integración conflictiva entre ambosgrupos dentro del espacio de los linderos de la Comunidad Agraria, enel que han estado involucradas instituciones diversas: organizacionesno gubernamentales (ONG), iglesias de credo cristiano y corporativosagroempresariales.

LA LOCALIDAD

San Lucas de Jalpa fue habitada originariamente por coras (Hinton1990), pero, según testimonios orales de los wixaritari de la localidad, enel contexto de los años violentos de la Revolución mexicana (1910-1920)y de la Revolución cristera (1927-1930) sufrió un proceso intenso de mes-tización, que consistió en el despojo y expulsión de dichos indígenas, porlo que nadie en la misma se identifica actualmente como tal. Pero la mes-tización no fue total: parte significativa de esta zona se comenzó a poblarde wixaritari, quienes la habitaban en asentamientos dispersos y estacio-narios. En el contexto de los planes de desarrollo implementados por elInstituto Nacional Indigenista (I N I) de México durante las décadas de1960 y 1970, se edificaron escuelas y centros de salud con la finalidadde concentrar a la población local alrededor de un núcleo semiurbano.8

8 Este aspecto, la transformación teledirigida del patrón de asentamiento indígena,es una de las acciones fundamentales señaladas en el recetario antropológico integracio-nista que Aguirre Beltrán legó al INI. Se trabajaba bajo la premisa básica de que a mayorconcentración poblacional, mayor era la posibilidad de desarrollar a los grupos indíge-nas (Aguirre 1991; INI 1971).

9 Durante la década de 1960 la proporción era de aproximadamente 500 mestizos por300 wixaritari.

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blación wixaritari no suele emigrar permanentemente. Lo hace estacio-nalmente a lugares próximos, como la costa de Nayarit o a Fresnillo,donde laboran bajo contrato en el sector agrícola; o a zonas turísticascomo Puerto Vallarta o la ciudad de Zacatecas, donde asisten para ven-der artesanía. Este hecho ha contribuido a incrementar el grado de fric-ciones entre los dos grupos en contienda, pues el espacio ocupado porlos indígenas tiende a ser cada vez mayor y sus exigencias de tierra sonmás apremiantes. La emigración a Estados Unidos entre ellos es inci-piente. Tan sólo existía, durante mi estancia de trabajo de campo, unafamilia con un migrante exitoso, que vivía la mayor parte del tiempo enEstados Unidos y que pretendía llevarse a toda su familia al “otro lado”.Sin embargo entre los jóvenes existe la gran tentación de buscar suerteen dicho país, por lo que es muy probable que el trabajo migratorio semodifique radicalmente, con consecuencias todavía inciertas sobre laorganización étnica y sobre la red de relaciones de poder intergrupales.

La población mestiza implicada en este estudio es, en términos cul-turales, una sociedad ranchera hispanohablante (Barragán 1997a), cuyaactividad económica principal es la ganadería extensiva, por lo que suagricultura está en función de la misma, pues cultivan, mediante el sis-tema de arado, sorgo y pasto para forraje. Hasta 2003 contaban con trestractores comunales que se han comprado con la conjugación de los in-gresos de la explotación maderera y de algunos créditos de programasestatales de desarrollo. Hasta hace unos diez años sembraban con yun-ta. El poco maíz que algunas familias cultivan lo destinan para auto-consumo o para forraje. Otra fuente importante de ingreso es el trabajomigratorio a Estados Unidos. Las entradas se complementan con la ex-plotación forestal y, en algunos casos, con el narcocultivo (marihuana yamapola). Los wixaritari, quienes son bilingües en su mayoría, prac-tican el sistema de tumba, roza y quema para cultivar maíz en combi-nación con la siembra de calabaza y frijol. Todo lo destinan para el auto-consumo. Sin embargo, se les veta el acceso al espacio requerido para lacría de ganadería extensiva, para la explotación maderera y para el cul-tivo con tractor, por lo que su principal ingreso económico lo obtienendel trabajo migratorio hacia distintas regiones de México o en el cultivoocasional de enervantes ilegales. Ambos grupos crían cerdos y aves enpequeña escala para autoconsumo.

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o del todavía más amplio territorio mítico wixarika o kiekari. Sin embar-go, para la visión mestiza, esos territorios estaban deshabitados, puessólo de vez en cuando se asentaban “algunos huicholes con sus familias,pero al poco tiempo se iban sin dar razón a nadie”, me comentó uno delos caciques mestizos de San Lucas.

En la época posrevolucionaria, los mestizos que eludieron los lati-fundios de las haciendas de poblaciones cercanas –como Huejuquilla enJalisco; Fresnillo, Monte Escobedo y Valparaíso en Zacatecas; y BellaVista en Nayarit–, adoptaron el régimen legal de propiedad comunal dela tierra, ya que era la estrategia adecuada para lograr el reconocimien-to oficial. Sin embargo la identidad indígena no la internalizaron. Para-lelamente se apropiaron de parcelas por medio de una distribución ine-quitativa de la tierra, orquestada por los principales caciques mestizosy algunos aliados indígenas.

La mayoría de los mestizos representan apenas la tercera o segundageneración de colonizadores no indígenas en la Comunidad Agraria.Sin embargo, la mayor parte de las nuevas generaciones de mestizos haemigrado a Estados Unidos o a algunas ciudades de México (Guadala-jara, Tepic, Durango o San Luis Río Colorado). Por el contrario, la po-

CUADRO 2. Asentamientos con mayoría de población wixaritari

Nombre del asentamiento Número de habitantesBancos de San Hipólito o de Calítique 605

Brasiles 125 (5 son mestizos)Pilas 120

Víboras 25Número total de la población wixaritari: 910

CUADRO 3. Asentamientos con mayoría de población mestiza

Nombre del asentamiento Número de habitantesSan Lucas de Jalpa 105

Calítique 104Cofradía 100 (30 son wixaritari)Tepetates 40Máipura 70 (10 son wixaritari)

Número total de la población mestiza: 384

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blación wixaritari no suele emigrar permanentemente. Lo hace estacio-nalmente a lugares próximos, como la costa de Nayarit o a Fresnillo,donde laboran bajo contrato en el sector agrícola; o a zonas turísticascomo Puerto Vallarta o la ciudad de Zacatecas, donde asisten para ven-der artesanía. Este hecho ha contribuido a incrementar el grado de fric-ciones entre los dos grupos en contienda, pues el espacio ocupado porlos indígenas tiende a ser cada vez mayor y sus exigencias de tierra sonmás apremiantes. La emigración a Estados Unidos entre ellos es inci-piente. Tan sólo existía, durante mi estancia de trabajo de campo, unafamilia con un migrante exitoso, que vivía la mayor parte del tiempo enEstados Unidos y que pretendía llevarse a toda su familia al “otro lado”.Sin embargo entre los jóvenes existe la gran tentación de buscar suerteen dicho país, por lo que es muy probable que el trabajo migratorio semodifique radicalmente, con consecuencias todavía inciertas sobre laorganización étnica y sobre la red de relaciones de poder intergrupales.

La población mestiza implicada en este estudio es, en términos cul-turales, una sociedad ranchera hispanohablante (Barragán 1997a), cuyaactividad económica principal es la ganadería extensiva, por lo que suagricultura está en función de la misma, pues cultivan, mediante el sis-tema de arado, sorgo y pasto para forraje. Hasta 2003 contaban con trestractores comunales que se han comprado con la conjugación de los in-gresos de la explotación maderera y de algunos créditos de programasestatales de desarrollo. Hasta hace unos diez años sembraban con yun-ta. El poco maíz que algunas familias cultivan lo destinan para auto-consumo o para forraje. Otra fuente importante de ingreso es el trabajomigratorio a Estados Unidos. Las entradas se complementan con la ex-plotación forestal y, en algunos casos, con el narcocultivo (marihuana yamapola). Los wixaritari, quienes son bilingües en su mayoría, prac-tican el sistema de tumba, roza y quema para cultivar maíz en combi-nación con la siembra de calabaza y frijol. Todo lo destinan para el auto-consumo. Sin embargo, se les veta el acceso al espacio requerido para lacría de ganadería extensiva, para la explotación maderera y para el cul-tivo con tractor, por lo que su principal ingreso económico lo obtienendel trabajo migratorio hacia distintas regiones de México o en el cultivoocasional de enervantes ilegales. Ambos grupos crían cerdos y aves enpequeña escala para autoconsumo.

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o del todavía más amplio territorio mítico wixarika o kiekari. Sin embar-go, para la visión mestiza, esos territorios estaban deshabitados, puessólo de vez en cuando se asentaban “algunos huicholes con sus familias,pero al poco tiempo se iban sin dar razón a nadie”, me comentó uno delos caciques mestizos de San Lucas.

En la época posrevolucionaria, los mestizos que eludieron los lati-fundios de las haciendas de poblaciones cercanas –como Huejuquilla enJalisco; Fresnillo, Monte Escobedo y Valparaíso en Zacatecas; y BellaVista en Nayarit–, adoptaron el régimen legal de propiedad comunal dela tierra, ya que era la estrategia adecuada para lograr el reconocimien-to oficial. Sin embargo la identidad indígena no la internalizaron. Para-lelamente se apropiaron de parcelas por medio de una distribución ine-quitativa de la tierra, orquestada por los principales caciques mestizosy algunos aliados indígenas.

La mayoría de los mestizos representan apenas la tercera o segundageneración de colonizadores no indígenas en la Comunidad Agraria.Sin embargo, la mayor parte de las nuevas generaciones de mestizos haemigrado a Estados Unidos o a algunas ciudades de México (Guadala-jara, Tepic, Durango o San Luis Río Colorado). Por el contrario, la po-

CUADRO 2. Asentamientos con mayoría de población wixaritari

Nombre del asentamiento Número de habitantesBancos de San Hipólito o de Calítique 605

Brasiles 125 (5 son mestizos)Pilas 120

Víboras 25Número total de la población wixaritari: 910

CUADRO 3. Asentamientos con mayoría de población mestiza

Nombre del asentamiento Número de habitantesSan Lucas de Jalpa 105

Calítique 104Cofradía 100 (30 son wixaritari)Tepetates 40Máipura 70 (10 son wixaritari)

Número total de la población mestiza: 384

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entre los bandos. Por lo tanto, la relación entre el Estado y los grupos enconflicto se ha transformado con el tiempo.

Los litigios legales entre mestizos e indígenas de San Lucas de Jalpase han dirimido bajo tres contextos básicos: las leyes de Reforma Agra-ria, las leyes internacionales sobre pueblos indígenas y las leyes de la re-forma a la Reforma Agraria. Bajo el manto del primer segmento de leyesy durante el periodo que cubre las décadas autoritarias de 1940 hastainicios de 1990, se configuraron estrategias políticas donde el margen deacción estaba lejos de implicar una presión por vías electorales, por loque la movilización se ceñía al margen de maniobra que las facciones in-ternas del virtual “partido de Estado”, el Partido Revolucionario Insti-tucional (PRI) posibilitaban. Los mestizos solicitaron tierras por la vía dela Confirmación y Titulación de Bienes Comunales (CTBC). Los wixarita-ri lo hicieron por la vía de la Dotación Ejidal y por la de CTBC.

Los dos conjuntos de leyes restantes se fueron implementando en unnuevo contexto. Si las leyes agrarias se desarrollaron principalmentedurante la etapa hegemónica del PRI, las leyes internacionales sobre de-rechos indígenas y las reformas a la ley agraria se elaboraron de mane-ra cuasi-paralela a los llamados procesos de transición democrática-electoral de México, que alcanzarían uno de sus puntos más altos deconsolidación con el triunfo del partido conservador, el Partido AcciónNacional (PAN). Este trance nacional ha modificado paulatinamente lasrelaciones políticas en la zona, por lo que el uso del derecho cobra nue-vos bríos, pues se han abierto alternativas para ejercer presión políticasobre los procesos burocráticos legales.

Las leyes de la Reforma Agraria

En 1946 los mestizos iniciaron los procedimientos para la tramitacióndel expediente de CTBC de la tierra que pretendían apropiarse, bajo el ré-gimen legal agrario heredero de la Revolución mexicana. Sin embargo,en la década de 1950, el trámite para San Lucas de Jalpa se estancó tem-poralmente, pues las autoridades agrarias exigían la presentación de unTítulo de Tierras Comunales de origen virreinal para sustentar el dere-cho a los Bienes Comunales (BC). Los mestizos nunca mostraron dichodocumento, si es que alguna vez existió.

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Dentro de la población mestiza conviven unidades de producción tí-picamente campesinas junto con unidades de producción tendiente-mente capitalistas, cuyo eje central lo constituye la ganaderización, puescon razón a la misma es como se estructuran las unidades de produc-ción. En ese sentido, el mercado juega un papel importante, pues susmúltiples fluctuaciones ocasionan que los ganaderos intensifiquen suproducción, motivándolos según las circunstancias a buscar tierras ex-tras que les sirvan para satisfacer las demandas del mercado. Estas tie-rras extras suelen ser las de los indígenas.

LAS QUERELLAS POR LA TIERRA

Las relaciones de poder asimétricas en pro de los mestizos de esta Co-munidad Agraria, han tenido un referente directo en la distribución di-ferencial de la tierra y los recursos que ofrece, así como en la propiedadde los medios de producción. Esta asimetría también se ha manifestadomediante el mayor apoyo político-jurídico con el que éstos han contadoy que ha operado bajo los lineamientos de las lógicas generalmente in-terpuestas de los campos jurídico y político. Es por ello que resulta es-pecialmente relevante el análisis de las dinámicas de dichos camposbajos distintos contextos, ya que han sido un vínculo directo con lasconflictivas relaciones intergrupales que han girado sobre el eje de ladisputa territorial.

El actuar del Estado posrevolucionario en la zona en cuestión no hasido homogéneo en cuanto a favorecer unilateralmente al grupo mesti-zo, pues por medio del entonces integracionista Instituto Nacional Indi-genista se apoyó a los indígenas de una manera que había sido inéditahasta antes de la década de 1960. Paradójicamente, este accionar guber-namental quizás haya sido el factor fundamental que propició la perma-nencia de los wixaritari en San Lucas, en contraposición a la suerte quecorrieron los coras, quienes padecieron un verdadero etnocidio durantela etapa de las revoluciones. En esta convulsionada época no existían lasposibilidades técnicas o sociales para una intervención estatal bien es-tructurada que impusiera cierto orden y que mediara burocráticamente

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entre los bandos. Por lo tanto, la relación entre el Estado y los grupos enconflicto se ha transformado con el tiempo.

Los litigios legales entre mestizos e indígenas de San Lucas de Jalpase han dirimido bajo tres contextos básicos: las leyes de Reforma Agra-ria, las leyes internacionales sobre pueblos indígenas y las leyes de la re-forma a la Reforma Agraria. Bajo el manto del primer segmento de leyesy durante el periodo que cubre las décadas autoritarias de 1940 hastainicios de 1990, se configuraron estrategias políticas donde el margen deacción estaba lejos de implicar una presión por vías electorales, por loque la movilización se ceñía al margen de maniobra que las facciones in-ternas del virtual “partido de Estado”, el Partido Revolucionario Insti-tucional (PRI) posibilitaban. Los mestizos solicitaron tierras por la vía dela Confirmación y Titulación de Bienes Comunales (CTBC). Los wixarita-ri lo hicieron por la vía de la Dotación Ejidal y por la de CTBC.

Los dos conjuntos de leyes restantes se fueron implementando en unnuevo contexto. Si las leyes agrarias se desarrollaron principalmentedurante la etapa hegemónica del PRI, las leyes internacionales sobre de-rechos indígenas y las reformas a la ley agraria se elaboraron de mane-ra cuasi-paralela a los llamados procesos de transición democrática-electoral de México, que alcanzarían uno de sus puntos más altos deconsolidación con el triunfo del partido conservador, el Partido AcciónNacional (PAN). Este trance nacional ha modificado paulatinamente lasrelaciones políticas en la zona, por lo que el uso del derecho cobra nue-vos bríos, pues se han abierto alternativas para ejercer presión políticasobre los procesos burocráticos legales.

Las leyes de la Reforma Agraria

En 1946 los mestizos iniciaron los procedimientos para la tramitacióndel expediente de CTBC de la tierra que pretendían apropiarse, bajo el ré-gimen legal agrario heredero de la Revolución mexicana. Sin embargo,en la década de 1950, el trámite para San Lucas de Jalpa se estancó tem-poralmente, pues las autoridades agrarias exigían la presentación de unTítulo de Tierras Comunales de origen virreinal para sustentar el dere-cho a los Bienes Comunales (BC). Los mestizos nunca mostraron dichodocumento, si es que alguna vez existió.

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Dentro de la población mestiza conviven unidades de producción tí-picamente campesinas junto con unidades de producción tendiente-mente capitalistas, cuyo eje central lo constituye la ganaderización, puescon razón a la misma es como se estructuran las unidades de produc-ción. En ese sentido, el mercado juega un papel importante, pues susmúltiples fluctuaciones ocasionan que los ganaderos intensifiquen suproducción, motivándolos según las circunstancias a buscar tierras ex-tras que les sirvan para satisfacer las demandas del mercado. Estas tie-rras extras suelen ser las de los indígenas.

LAS QUERELLAS POR LA TIERRA

Las relaciones de poder asimétricas en pro de los mestizos de esta Co-munidad Agraria, han tenido un referente directo en la distribución di-ferencial de la tierra y los recursos que ofrece, así como en la propiedadde los medios de producción. Esta asimetría también se ha manifestadomediante el mayor apoyo político-jurídico con el que éstos han contadoy que ha operado bajo los lineamientos de las lógicas generalmente in-terpuestas de los campos jurídico y político. Es por ello que resulta es-pecialmente relevante el análisis de las dinámicas de dichos camposbajos distintos contextos, ya que han sido un vínculo directo con lasconflictivas relaciones intergrupales que han girado sobre el eje de ladisputa territorial.

El actuar del Estado posrevolucionario en la zona en cuestión no hasido homogéneo en cuanto a favorecer unilateralmente al grupo mesti-zo, pues por medio del entonces integracionista Instituto Nacional Indi-genista se apoyó a los indígenas de una manera que había sido inéditahasta antes de la década de 1960. Paradójicamente, este accionar guber-namental quizás haya sido el factor fundamental que propició la perma-nencia de los wixaritari en San Lucas, en contraposición a la suerte quecorrieron los coras, quienes padecieron un verdadero etnocidio durantela etapa de las revoluciones. En esta convulsionada época no existían lasposibilidades técnicas o sociales para una intervención estatal bien es-tructurada que impusiera cierto orden y que mediara burocráticamente

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agrarias estatales hasta 1968. Ese año se publicó en el Diario Oficial delEstado de Durango la solicitud por “Dotación de Ejido” por parte de loswixaritari de Bancos, con lo cual pretendieron escindirse de la Comuni-dad Agraria de San Lucas y fundar un núcleo agrario totalmente exclu-yente de mestizos.

Esta fecha coincide con las acciones integracionistas que se impul-saron por el INI (Reed 1972), que consistían en planes desarrollistas,mediante los cuales se impartía asesoría en materia de salud, asuntos le-gales y productivos.12 Los wixaritari contaron con la asesoría de losagentes de las “brigadas” del INI y de la Secretaría de Educación Públi-ca, que en la zona trabajaron bajo los esquemas del plan HUICOT. Éste sepuso a andar en 1970, aunque se diseñó y planificó a lo largo de la déca-da anterior. Sin embargo, el auxilio legal no fue del todo correcto, puesla solicitud por la vía de dotación los colocó en una situación desventa-josa ante los mestizos de San Lucas: irónicamente, los mestizos apare-cieron en los documentos de los archivos legales como “indígenas” quehabían ocupado las tierras comunales desde tiempos inmemoriales;13

mientras los indígenas wixaritari se mostraron como un grupo de opor-tunistas, que bajo el amparo de algunos agentes gubernamentales conímpetus sediciosos, ocuparon las tierras de los de San Lucas, y preten-dieron arrebatarles una porción por medio de la vía de la dotación eji-dal. Desde un principio los de Bancos debieron haber solicitado sus tie-

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En la década de 1960 el trámite por BC de San Lucas se agilizó, puescon la publicación el 6 de enero de 1958 del Reglamento para la Tramita -ción de Expedientes Comunales, se especificó que no era un requisito indis-pensable el contar con títulos virreinales, pues bastaba con comprobarque las tierras bajo solicitud hubieran sido ocupadas desde tiempos in-memoriales por una “etnia” indígena o por descendientes de alguna deellas. Así se pudo comenzar con los Trabajos Técnicos Informativos(TTI),10 los cuales consistían básicamente en el levantamiento de un censode comuneros, deslinde del perímetro comunal, elección de autorida-des, entre otros aspectos. El censo y el deslinde comunal fueron los trá-mites que se toparon con mayores obstáculos, pues el quedar apuntadocomo comunero significaba tener el derecho legal a voz y voto en laasamblea comunitaria, así como derecho a usufructuar ganancias pro-ducto de la explotación de los recursos naturales. Los mestizos, median-te la elaboración de dichos trámites y con la colaboración de algunosagentes agrarios, pretendieron excluir a todos los wixaritari de la listadel padrón de comuneros referente a la comunidad de San Lucas. Encuanto a la conformación de linderos, las comunidades y ejidos vecinosse enfrentaron en diversas ocasiones con los intereses de los de San Lu-cas de Jalpa.

Mientras tanto, el 9 de noviembre de 1965 se publicó en el Diario Ofi -cial de la Federación la “resolución presidencial” que reconoció a la comu-nidad wixarika de San Andrés Cohamiata en Jalisco una superficiecomunal de tan sólo 74 940 hectáreas, de las 129 000 que habían deman-dado. Dentro de la superficie segregada, quedaron poblaciones wixari-tari en Nayarit, en Zactecas y en Durango, como la de Bancos. Debido aque los wixaritari de Bancos estaban expectantes del resultado de la re-solución de San Andrés, poblado que reconocen como el centro ceremo-nial o tuki del que provienen,11 reaccionaron apelando a las instancias

10 A lo largo del trámite agrario de San Lucas y de Bancos, que culminó formalmentehasta principios de la década de 1990, se tuvieron que realizar alrededor de diez TTI, de-bido a múltiples irregularidades que se presentaron.

11 El hecho de que no todos necesariamente provienen o han mantenido lazos de pa-rentesco con gente de dicho tuki, sino con gente de otros tukite como San José, no contra-dice el que se señale a Tatei Kie como el punto jerárquico, puesto que los demás tukite

dentro del perímetro provienen del mismo centro teekata, y de alguna forma ocupan unaposición jerárquica inferior al tuki en cuestión. Por ello los wixaritari de Bancos hansostenido la postura de que las tierras que han demandado se ubicaban dentro de losperímetros del territorio del estado de Jalisco.

12 En Bancos se construyó una escuela en 1968, por lo que la población wixarika seasentó alrededor de la misma. Esto implicó la edificación de viviendas sobre un “banco”de tierras de arado cultivadas por mestizos. A pesar de las inconformidades que estodesató, los wixaritari contaron con el apoyo del INI para expulsar a los mestizos de lazona del banco, que comprendía aproximadamente 20 hectáreas. Los otros dos poblados,Brasiles y Pilas, fueron fundados durante la década de los ochenta, siguiendo un patrónsimilar al de Bancos.

13 El establecimiento de su identidad en los documentos agrarios es contradictorio,pues en algunos papeles los adscriben o identifican como mestizos o “gente normal”; enotros, los mestizos se autoadscriben como descendientes de coras.

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agrarias estatales hasta 1968. Ese año se publicó en el Diario Oficial delEstado de Durango la solicitud por “Dotación de Ejido” por parte de loswixaritari de Bancos, con lo cual pretendieron escindirse de la Comuni-dad Agraria de San Lucas y fundar un núcleo agrario totalmente exclu-yente de mestizos.

Esta fecha coincide con las acciones integracionistas que se impul-saron por el INI (Reed 1972), que consistían en planes desarrollistas,mediante los cuales se impartía asesoría en materia de salud, asuntos le-gales y productivos.12 Los wixaritari contaron con la asesoría de losagentes de las “brigadas” del INI y de la Secretaría de Educación Públi-ca, que en la zona trabajaron bajo los esquemas del plan HUICOT. Éste sepuso a andar en 1970, aunque se diseñó y planificó a lo largo de la déca-da anterior. Sin embargo, el auxilio legal no fue del todo correcto, puesla solicitud por la vía de dotación los colocó en una situación desventa-josa ante los mestizos de San Lucas: irónicamente, los mestizos apare-cieron en los documentos de los archivos legales como “indígenas” quehabían ocupado las tierras comunales desde tiempos inmemoriales;13

mientras los indígenas wixaritari se mostraron como un grupo de opor-tunistas, que bajo el amparo de algunos agentes gubernamentales conímpetus sediciosos, ocuparon las tierras de los de San Lucas, y preten-dieron arrebatarles una porción por medio de la vía de la dotación eji-dal. Desde un principio los de Bancos debieron haber solicitado sus tie-

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En la década de 1960 el trámite por BC de San Lucas se agilizó, puescon la publicación el 6 de enero de 1958 del Reglamento para la Tramita -ción de Expedientes Comunales, se especificó que no era un requisito indis-pensable el contar con títulos virreinales, pues bastaba con comprobarque las tierras bajo solicitud hubieran sido ocupadas desde tiempos in-memoriales por una “etnia” indígena o por descendientes de alguna deellas. Así se pudo comenzar con los Trabajos Técnicos Informativos(TTI),10 los cuales consistían básicamente en el levantamiento de un censode comuneros, deslinde del perímetro comunal, elección de autorida-des, entre otros aspectos. El censo y el deslinde comunal fueron los trá-mites que se toparon con mayores obstáculos, pues el quedar apuntadocomo comunero significaba tener el derecho legal a voz y voto en laasamblea comunitaria, así como derecho a usufructuar ganancias pro-ducto de la explotación de los recursos naturales. Los mestizos, median-te la elaboración de dichos trámites y con la colaboración de algunosagentes agrarios, pretendieron excluir a todos los wixaritari de la listadel padrón de comuneros referente a la comunidad de San Lucas. Encuanto a la conformación de linderos, las comunidades y ejidos vecinosse enfrentaron en diversas ocasiones con los intereses de los de San Lu-cas de Jalpa.

Mientras tanto, el 9 de noviembre de 1965 se publicó en el Diario Ofi -cial de la Federación la “resolución presidencial” que reconoció a la comu-nidad wixarika de San Andrés Cohamiata en Jalisco una superficiecomunal de tan sólo 74 940 hectáreas, de las 129 000 que habían deman-dado. Dentro de la superficie segregada, quedaron poblaciones wixari-tari en Nayarit, en Zactecas y en Durango, como la de Bancos. Debido aque los wixaritari de Bancos estaban expectantes del resultado de la re-solución de San Andrés, poblado que reconocen como el centro ceremo-nial o tuki del que provienen,11 reaccionaron apelando a las instancias

10 A lo largo del trámite agrario de San Lucas y de Bancos, que culminó formalmentehasta principios de la década de 1990, se tuvieron que realizar alrededor de diez TTI, de-bido a múltiples irregularidades que se presentaron.

11 El hecho de que no todos necesariamente provienen o han mantenido lazos de pa-rentesco con gente de dicho tuki, sino con gente de otros tukite como San José, no contra-dice el que se señale a Tatei Kie como el punto jerárquico, puesto que los demás tukite

dentro del perímetro provienen del mismo centro teekata, y de alguna forma ocupan unaposición jerárquica inferior al tuki en cuestión. Por ello los wixaritari de Bancos hansostenido la postura de que las tierras que han demandado se ubicaban dentro de losperímetros del territorio del estado de Jalisco.

12 En Bancos se construyó una escuela en 1968, por lo que la población wixarika seasentó alrededor de la misma. Esto implicó la edificación de viviendas sobre un “banco”de tierras de arado cultivadas por mestizos. A pesar de las inconformidades que estodesató, los wixaritari contaron con el apoyo del INI para expulsar a los mestizos de lazona del banco, que comprendía aproximadamente 20 hectáreas. Los otros dos poblados,Brasiles y Pilas, fueron fundados durante la década de los ochenta, siguiendo un patrónsimilar al de Bancos.

13 El establecimiento de su identidad en los documentos agrarios es contradictorio,pues en algunos papeles los adscriben o identifican como mestizos o “gente normal”; enotros, los mestizos se autoadscriben como descendientes de coras.

Page 17: ESTRATEGIAS D APROPIACIÓN · madre occidental de México, en la que habitan dichos grupos indígenas, junto a mesti-zos e indígenas tepecanos y mexicaneros. Este vocablo tiene su

E S T R AT EG I AS D E A PR OP I AC I ÓN T ER R I T OR IA L

9 9

El comisionado agregó que él había realizado un recorrido, y de ma-nera “ocular” tan sólo contabilizó a 18 familias wixaritari. Al año si-guiente, los wixaritari de Bancos intentaron levantar una alambradaque fue donada por el INI, con el fin de demarcar los linderos del territo-rio en disputa. Este hecho provocó una reacción de mestizos y se armóuna tremolina que pudo haber terminado sangrientamente, aunque laviolencia simbólica por medio de amenazas no encontró coto. El deslin-de se tuvo que posponer y las disputas continuaron por la vía legal. Elexpediente por dotación ejidal de Bancos prosiguió por su cuenta y el 29de julio de 1974, mediante nuevos TTI, se mostró un renovado censo enBancos:

Cuadro 6. Censo en Bancos de Calítique (29/VII/1974)

Número de habitantes 265Número de jefes de hogar 66

Número de candidatos a comunero 76

Los mestizos enviaron un oficio al presidente de la República, en elque citaban:

[…] Existe la indebida intromisión del profesor [x], quien representa al Ins-tituto Indigenista y quien viene actualmente haciendo repartición de tierrasy solares, y entendemos que en este caso no tiene facultades para ello, y estaactitud de dicho profesor viene causando un malestar de agitación entrenuestros compañeros, y es tanto así que hemos estado a punto de llegar aun choque sangriento, cosa que hemos evitado por todos los medios posi-bles, y todo con el fin de no exponer las vidas de nuestros compañeros; perohacemos constar este caso como antecedente a fin de evitar responsabili-dades.

Hacemos notar que a nuestra comunidad se están llevando a otros indí-genas de otras comunidades […], y como Usted verá, que con esta manio-bra se nos trata de arrebatar lo que venimos logrando después de lucharpor largos años, y condenamos estos hechos, ya que los vienen provocandopersonas, que muy lejos de ayudarnos, nos dividen.

Sr. Presidente, solicitamos a Usted, tenga a bien intervenir como lo hahecho en otros muchos casos, y en esta forma se evite se nos atropelle y se

FR ANC I SCO G UÍ ZAR VÁZ QU EZ

9 8

rras por la vía de CTBC, lo cual hicieron hasta 1974. Sin embargo no pro-cedió dicha solicitud, pues las autoridades agrarias consideraron que laprimera solicitud por dotación ejidal era la única vigente y procedente.

La dinámica burocrática legal implicó una contienda que se forjó al-rededor de una conflictiva construcción de una noción de la realidad,que quedaría plasmada en unos documentos legalistas que habrían deser trescendentales para la conformación de la estructura de relacionesal interior del núcleo agrario, pues con ellos se ha legitimado la coerciónestatal moderna (Santos 1991, 23-96). La lista censal de comuneros hasido uno de los focos principales de fricción en el ámbito jurídico. Am-bos grupos, a través de sus mediadores respectivos,14 entregaban censoscon resultados divergentes. El 13 de octubre de 1972 (Expediente de SanLucas de Jalpa), un Informe del comisionado del Departamento deAsuntos Agrarios y Colonización de Durango, emitió los siguientes da-tos sobre los pobladores mestizos:

Cuadro 4. Censo de Lucas de Jalpa (6/VI/1972)

Total de habitantes 679Jefes de familia 142

Solteros mayores de 16 años 108

Se apuntó en dicho Informe que los wixaritari de Bancos se negarona ser censados y que una maestra rural, que se había dado la tarea extrade asesorarlos en materia legal, mostró un censo de wixaritari con los si-guientes datos:

Cuadro 5. Censo de Bancos de Calítique (6/VI/1972)

Número total de wixaritari 286Número de jefes de familia 71

14 Los wixaritari, desde 1968 hasta los primeros años de la década de 1990, contaroncon la asesoría legal del INI. Posteriormente, y hasta la fecha, cuentan con la intermitenteasesoría de una ONG. Los mestizos han contado con los servicios legales de la Secretaríade la Reforma Agraria, de la Comisión Nacional Campesina y de abogados particulares.

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El comisionado agregó que él había realizado un recorrido, y de ma-nera “ocular” tan sólo contabilizó a 18 familias wixaritari. Al año si-guiente, los wixaritari de Bancos intentaron levantar una alambradaque fue donada por el INI, con el fin de demarcar los linderos del territo-rio en disputa. Este hecho provocó una reacción de mestizos y se armóuna tremolina que pudo haber terminado sangrientamente, aunque laviolencia simbólica por medio de amenazas no encontró coto. El deslin-de se tuvo que posponer y las disputas continuaron por la vía legal. Elexpediente por dotación ejidal de Bancos prosiguió por su cuenta y el 29de julio de 1974, mediante nuevos TTI, se mostró un renovado censo enBancos:

Cuadro 6. Censo en Bancos de Calítique (29/VII/1974)

Número de habitantes 265Número de jefes de hogar 66

Número de candidatos a comunero 76

Los mestizos enviaron un oficio al presidente de la República, en elque citaban:

[…] Existe la indebida intromisión del profesor [x], quien representa al Ins-tituto Indigenista y quien viene actualmente haciendo repartición de tierrasy solares, y entendemos que en este caso no tiene facultades para ello, y estaactitud de dicho profesor viene causando un malestar de agitación entrenuestros compañeros, y es tanto así que hemos estado a punto de llegar aun choque sangriento, cosa que hemos evitado por todos los medios posi-bles, y todo con el fin de no exponer las vidas de nuestros compañeros; perohacemos constar este caso como antecedente a fin de evitar responsabili-dades.

Hacemos notar que a nuestra comunidad se están llevando a otros indí-genas de otras comunidades […], y como Usted verá, que con esta manio-bra se nos trata de arrebatar lo que venimos logrando después de lucharpor largos años, y condenamos estos hechos, ya que los vienen provocandopersonas, que muy lejos de ayudarnos, nos dividen.

Sr. Presidente, solicitamos a Usted, tenga a bien intervenir como lo hahecho en otros muchos casos, y en esta forma se evite se nos atropelle y se

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rras por la vía de CTBC, lo cual hicieron hasta 1974. Sin embargo no pro-cedió dicha solicitud, pues las autoridades agrarias consideraron que laprimera solicitud por dotación ejidal era la única vigente y procedente.

La dinámica burocrática legal implicó una contienda que se forjó al-rededor de una conflictiva construcción de una noción de la realidad,que quedaría plasmada en unos documentos legalistas que habrían deser trescendentales para la conformación de la estructura de relacionesal interior del núcleo agrario, pues con ellos se ha legitimado la coerciónestatal moderna (Santos 1991, 23-96). La lista censal de comuneros hasido uno de los focos principales de fricción en el ámbito jurídico. Am-bos grupos, a través de sus mediadores respectivos,14 entregaban censoscon resultados divergentes. El 13 de octubre de 1972 (Expediente de SanLucas de Jalpa), un Informe del comisionado del Departamento deAsuntos Agrarios y Colonización de Durango, emitió los siguientes da-tos sobre los pobladores mestizos:

Cuadro 4. Censo de Lucas de Jalpa (6/VI/1972)

Total de habitantes 679Jefes de familia 142

Solteros mayores de 16 años 108

Se apuntó en dicho Informe que los wixaritari de Bancos se negarona ser censados y que una maestra rural, que se había dado la tarea extrade asesorarlos en materia legal, mostró un censo de wixaritari con los si-guientes datos:

Cuadro 5. Censo de Bancos de Calítique (6/VI/1972)

Número total de wixaritari 286Número de jefes de familia 71

14 Los wixaritari, desde 1968 hasta los primeros años de la década de 1990, contaroncon la asesoría legal del INI. Posteriormente, y hasta la fecha, cuentan con la intermitenteasesoría de una ONG. Los mestizos han contado con los servicios legales de la Secretaríade la Reforma Agraria, de la Comisión Nacional Campesina y de abogados particulares.

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El gobernador de Durango en turno emitió el 21 de junio de 1975una resolución mediante la que concedió la dotación provisional de unasuperficie de 10 720 hectáreas a 73 campesinos wixaritari capacitadoscomo comuneros (se excluyó a tres por irregularidades). Este apoyo po-lítico tuvo la finalidad expresa de solucionar el conflicto dividiendo elterritorio de San Lucas y adjudicarle a cada grupo un espacio determi-nado. Pero para los mestizos eso significó otra cosa: fue una estrategiade parte del “gobierno” por dividir y crear mayores conflictos, ya queen última instancia se bloqueó su ejecución mediante pagos subre p t i c i o s,tanto monetarios, como de los definidos por medio del capital políticode la “lealtad”, propios, mas no únicos, del campo político mexicano quese desarrollaba bajo el contexto del PRI autoritario, pero que paradójica-mente podrían ser legalmente calificados de corrupción. Las accionestambién implicaban el envío de oficios dirigidos al presidente de la na-ción, al que le solicitaban su apoyo, como parte de una deuda “cliente-lista” de la lealtad mostrada durante sus actos de campaña proselitista(en este caso era Luis Echeverría).15 Con todo, en 1976 los mestizos se lo-graron amparar y la dotación se pospuso. Estos hechos evidencian eloficialista traslapamiento existente entre las esferas política y jurídica,las cuales se vinculaban a niveles locales, regionales y nacionales.

Paralelo a esto, la población wixaritari aumentó en algunos anexosde San Lucas de Jalpa, mientras la emigrante población mestiza fuemermando. Cabe notar que los mestizos, bajo la lógica propia de la leyagraria, han acusado reiteradamente al grupo indígena de haber abulta-do a la población mediante la inmigración estratégica de gente de otrascomunidades wixaritari, que para su juicio no han sido originarias dellugar. Esto, para el wixarika, es irrelevante en términos de su territoriali-dad, pues la misma se rige por patrones muy diferentes a lo estipuladopor los códigos agrarios. Lo mismo se podría decir de la territorialidadmestiza (Barragán 1997a y 1997b), que tampoco se ha ajustado satisfac-toriamente a lo estipulado en dichos reglamentos, y como muestra el

FR ANC I SCO G UÍ ZAR VÁZ QU EZ

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nos exponga a correr peligros en perjuicio de nuestras vidas y de nuestroscompañeros, que mucho esperan de usted […] (Oficio de autoridades deSan Lucas enviado al Presidente de la República, 16/III/73).

Al año siguiente, los de Bancos también enviaron un oficio al presi-dente de la República:

[…] Los suscritos, representantes del pueblo [Indígena de Bancos de Calíti-que], fuimos designados en Asamblea General celebrada el día 15 […] parasolicitar a usted Lo siguiente:

PRIMERO.- En el año de 1968, nuestro pueblo solicitó DOTACIÓN DE TIE-RRAS: tal solicitud fue publicada en el Periódico Oficial […], para iniciar eltrámite […].

SEGUNDO.- Por la ignorancia de las personas que integran el poblado dereferencia, y por no existir ninguna autoridad que nos orientara en la formadebida, no se llevó a cabo ninguna promoción para continuar la tramitaciónde nuestra petición; por ello y al transcurso del tiempo nos dimos cuenta deque el poblado de SAN LUC AS DE JALPA, municipio de Mezquital, Dgo., al so-licitar la Confirmación y Titulación de lo que ellos llaman Bienes Comuna-les basados únicamente en la posesión de los mismos, pretenden dejarnoscomo ANEXO, cosa ésta que de ninguna manera estamos dispuestos a que-dar en esa situación, ya que se ha visto que continuamente estamos siendoafectados por los vecinos del poblado que se menciona quienes además dehostilizarnos nos obligan a realizar tareas de cuyos resultados no obtene-mos ningún beneficio.

TERCERO.- […] le pedimos atentamente:Que se cancele el Expediente […] instaurado por el poblado San Lucas

de Jalpa […], o bien que el mismo se rectifique, ya que de aprobarse nosperjudica gravemente, ya que nos deja encerrados entre cerros de difícil ac-ceso, sin posibilidad de poder desarrollarnos en el futuro.

Que se sirva ordenar a quien corresponda se dé trámite a nuestra solici-tud de dotación de ejidos […]

“Tierra y Libertad”[z]EL GOBERNADOR INDÍGENA (Oficio de las Autoridades de Bancos enviado

al Presidente de la República, 20/II/74).

15 Para este caso en específico no existen documentos que atestigüen el pago con ca-pital económico para el arreglo del litigio a su favor, pero testimonios orales y la incon-gruencia formal del litigio son datos sociológicamente relevantes. Sobre el pago con capi-tal político, si existen evidencias directas en los documentos.

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El gobernador de Durango en turno emitió el 21 de junio de 1975una resolución mediante la que concedió la dotación provisional de unasuperficie de 10 720 hectáreas a 73 campesinos wixaritari capacitadoscomo comuneros (se excluyó a tres por irregularidades). Este apoyo po-lítico tuvo la finalidad expresa de solucionar el conflicto dividiendo elterritorio de San Lucas y adjudicarle a cada grupo un espacio determi-nado. Pero para los mestizos eso significó otra cosa: fue una estrategiade parte del “gobierno” por dividir y crear mayores conflictos, ya queen última instancia se bloqueó su ejecución mediante pagos subre p t i c i o s,tanto monetarios, como de los definidos por medio del capital políticode la “lealtad”, propios, mas no únicos, del campo político mexicano quese desarrollaba bajo el contexto del PRI autoritario, pero que paradójica-mente podrían ser legalmente calificados de corrupción. Las accionestambién implicaban el envío de oficios dirigidos al presidente de la na-ción, al que le solicitaban su apoyo, como parte de una deuda “cliente-lista” de la lealtad mostrada durante sus actos de campaña proselitista(en este caso era Luis Echeverría).15 Con todo, en 1976 los mestizos se lo-graron amparar y la dotación se pospuso. Estos hechos evidencian eloficialista traslapamiento existente entre las esferas política y jurídica,las cuales se vinculaban a niveles locales, regionales y nacionales.

Paralelo a esto, la población wixaritari aumentó en algunos anexosde San Lucas de Jalpa, mientras la emigrante población mestiza fuemermando. Cabe notar que los mestizos, bajo la lógica propia de la leyagraria, han acusado reiteradamente al grupo indígena de haber abulta-do a la población mediante la inmigración estratégica de gente de otrascomunidades wixaritari, que para su juicio no han sido originarias dellugar. Esto, para el wixarika, es irrelevante en términos de su territoriali-dad, pues la misma se rige por patrones muy diferentes a lo estipuladopor los códigos agrarios. Lo mismo se podría decir de la territorialidadmestiza (Barragán 1997a y 1997b), que tampoco se ha ajustado satisfac-toriamente a lo estipulado en dichos reglamentos, y como muestra el

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nos exponga a correr peligros en perjuicio de nuestras vidas y de nuestroscompañeros, que mucho esperan de usted […] (Oficio de autoridades deSan Lucas enviado al Presidente de la República, 16/III/73).

Al año siguiente, los de Bancos también enviaron un oficio al presi-dente de la República:

[…] Los suscritos, representantes del pueblo [Indígena de Bancos de Calíti-que], fuimos designados en Asamblea General celebrada el día 15 […] parasolicitar a usted Lo siguiente:

PRIMERO.- En el año de 1968, nuestro pueblo solicitó DOTACIÓN DE TIE-RRAS: tal solicitud fue publicada en el Periódico Oficial […], para iniciar eltrámite […].

SEGUNDO.- Por la ignorancia de las personas que integran el poblado dereferencia, y por no existir ninguna autoridad que nos orientara en la formadebida, no se llevó a cabo ninguna promoción para continuar la tramitaciónde nuestra petición; por ello y al transcurso del tiempo nos dimos cuenta deque el poblado de SAN LUC AS DE JALPA, municipio de Mezquital, Dgo., al so-licitar la Confirmación y Titulación de lo que ellos llaman Bienes Comuna-les basados únicamente en la posesión de los mismos, pretenden dejarnoscomo ANEXO, cosa ésta que de ninguna manera estamos dispuestos a que-dar en esa situación, ya que se ha visto que continuamente estamos siendoafectados por los vecinos del poblado que se menciona quienes además dehostilizarnos nos obligan a realizar tareas de cuyos resultados no obtene-mos ningún beneficio.

TERCERO.- […] le pedimos atentamente:Que se cancele el Expediente […] instaurado por el poblado San Lucas

de Jalpa […], o bien que el mismo se rectifique, ya que de aprobarse nosperjudica gravemente, ya que nos deja encerrados entre cerros de difícil ac-ceso, sin posibilidad de poder desarrollarnos en el futuro.

Que se sirva ordenar a quien corresponda se dé trámite a nuestra solici-tud de dotación de ejidos […]

“Tierra y Libertad”[z]EL GOBERNADOR INDÍGENA (Oficio de las Autoridades de Bancos enviado

al Presidente de la República, 20/II/74).

15 Para este caso en específico no existen documentos que atestigüen el pago con ca-pital económico para el arreglo del litigio a su favor, pero testimonios orales y la incon-gruencia formal del litigio son datos sociológicamente relevantes. Sobre el pago con capi-tal político, si existen evidencias directas en los documentos.

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concluido el expediente de Bancos de Calítique: falsamente se señalóque los solicitantes de dicho lugar ya no vivían ahí y que el “grupo soli-citante” se había desintegrado desde 1980, cuando se declaró improce-dente la solicitud de dotación y cuando se “comprobó” que los solici-tantes no guardaban ni de hecho ni por derecho el estado comunal. Elpadrón de la comunidad de San Lucas de Jalpa, a partir de 1988, año desu última depuración, quedó así:

Cuadro 7. Lista de comuneros y avecindados de San Lucas de Jalpa

Comuneros mestizos 198Comuneros wixaritari 23Comuneros fallecidos 18

Comuneros dados de baja 62Número total de comuneros 301

Avecindados (todos wixaritari) 57

Tan sólo se reconoció a 23 comuneros wixaritari. 13 eran de Bancos,y el resto quedó distribuido por los diferentes anexos. En este anexohasta la fecha identifican a estos 13 comuneros como aliados de los mes-tizos. Se otorgó el derecho de “avecindados” a 57 wixaritari. Es así comoambos grupos quedaron integrados por medio de una exclusión selecti-va y jerárquicamente administrada: a los aliados con el grupo dominan-te se les otorgó la “ciudadanía” comunal; al resto se les negó ese dere-cho, pero no se les expulsó de San Lucas. Los mestizos, por lo tanto,lograron establecer una hegemonía en el espacio perimetral de San Lu-cas. Pero como toda situación hegemónica, a la postre los conflictos ha-brían de desestabilizarla.

EL MARCO LEGAL INTERNACIONAL

Después del fallido intento por recuperar su tierra por medio de leyesagrarias, los wixaritari recurrieron a la mediación de una ONG, que habíainiciado su trabajo de defensoría jurídica con wixaritari de Jalisco yáreas circunvecinas a principios de los años noventa. El INI, después depadecer significativos y progresivos recortes presupuestales, conse-

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presente caso resulta singular. Las presiones de los indígenas por la tier-ra se incrementaron, por lo que los mestizos optaron por la estrategia dela división faccional: aceptaron concederles selectivamente a algunoswixaritari el derecho a ser comuneros con la finalidad de ganarse sualianza y su apoyo político y legal en contra de la mayor parte de los in-dígenas que quedarían excluidos. El faccionalismo wixarika, aparte dehaberse fundado no sólo en una oferta (beneficios de comunero), sinotambién en una amenaza limitante de la libre elección (dominio caci-quil), no fue muy difícil de conseguir, pues los wixaritari de Bancos nose ganaron el apoyo de sus compañeros de grupo de los demás anexosde San Lucas, debido a que no lograron ponerse de acuerdo sobre la dis-tribución ulterior del territorio codiciado. Los wixaritari de Brasiles yPilas han acusado a los de Bancos de no estar dispuestos a compartircon ellos el espacio que se pretende ocupar. La violencia, la desconfian-za y la carencia de recursos políticos alternativos en un contexto de po-der autoritario monopartidista, propiciaron la desunión intragrupal.

Por medio de esta división, a los mestizos se les facilitó “justificar”legalmente la exclusión de la mayoría de sus contrapartes, pues argu-mentaron que los indígenas que apuntaron en el censo de San Lucas deJalpa, eran los únicos que realmente habían vivido toda su vida dentrode los perímetros de la comunidad. De esa manera, el 28 de julio de 1981se emitió la “Resolución Presidencial”16 para San Lucas de Jalpa, dondeBancos quedó como un anexo de la comunidad. Los mestizos obtuvie-ron el fallo al haber logrado que en los documentos legales ellos apare-cieran como descendientes de los coras, en gran parte gracias a que noha existido un mecanismo legal mexicano que logre definir la cuestiónde las filiaciones identitarias con mayor rigor que el de la simple auto-adscripción. Después de diversos vaivenes legales, en 1991 se dio por

16 La “resolución presidencial” que estaba estipulada por ley, es una muestra inme-diata de la imbricación de lo político con lo legal: el máximo representante del poder eje-cutivo tenía el máximo poder de decisión sobre lo judicial; existían mecanismos legalesde apelación, pero estructurados bajo una burocracia tal que hacia prácticamente invia-bles las contraposiciones al presidente; los gobernadores de los estados contaban con unpoder similar, pero siempre subordinado al del “jefe del ejecutivo”, como lo muestra estecaso.

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concluido el expediente de Bancos de Calítique: falsamente se señalóque los solicitantes de dicho lugar ya no vivían ahí y que el “grupo soli-citante” se había desintegrado desde 1980, cuando se declaró improce-dente la solicitud de dotación y cuando se “comprobó” que los solici-tantes no guardaban ni de hecho ni por derecho el estado comunal. Elpadrón de la comunidad de San Lucas de Jalpa, a partir de 1988, año desu última depuración, quedó así:

Cuadro 7. Lista de comuneros y avecindados de San Lucas de Jalpa

Comuneros mestizos 198Comuneros wixaritari 23Comuneros fallecidos 18

Comuneros dados de baja 62Número total de comuneros 301

Avecindados (todos wixaritari) 57

Tan sólo se reconoció a 23 comuneros wixaritari. 13 eran de Bancos,y el resto quedó distribuido por los diferentes anexos. En este anexohasta la fecha identifican a estos 13 comuneros como aliados de los mes-tizos. Se otorgó el derecho de “avecindados” a 57 wixaritari. Es así comoambos grupos quedaron integrados por medio de una exclusión selecti-va y jerárquicamente administrada: a los aliados con el grupo dominan-te se les otorgó la “ciudadanía” comunal; al resto se les negó ese dere-cho, pero no se les expulsó de San Lucas. Los mestizos, por lo tanto,lograron establecer una hegemonía en el espacio perimetral de San Lu-cas. Pero como toda situación hegemónica, a la postre los conflictos ha-brían de desestabilizarla.

EL MARCO LEGAL INTERNACIONAL

Después del fallido intento por recuperar su tierra por medio de leyesagrarias, los wixaritari recurrieron a la mediación de una ONG, que habíainiciado su trabajo de defensoría jurídica con wixaritari de Jalisco yáreas circunvecinas a principios de los años noventa. El INI, después depadecer significativos y progresivos recortes presupuestales, conse-

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presente caso resulta singular. Las presiones de los indígenas por la tier-ra se incrementaron, por lo que los mestizos optaron por la estrategia dela división faccional: aceptaron concederles selectivamente a algunoswixaritari el derecho a ser comuneros con la finalidad de ganarse sualianza y su apoyo político y legal en contra de la mayor parte de los in-dígenas que quedarían excluidos. El faccionalismo wixarika, aparte dehaberse fundado no sólo en una oferta (beneficios de comunero), sinotambién en una amenaza limitante de la libre elección (dominio caci-quil), no fue muy difícil de conseguir, pues los wixaritari de Bancos nose ganaron el apoyo de sus compañeros de grupo de los demás anexosde San Lucas, debido a que no lograron ponerse de acuerdo sobre la dis-tribución ulterior del territorio codiciado. Los wixaritari de Brasiles yPilas han acusado a los de Bancos de no estar dispuestos a compartircon ellos el espacio que se pretende ocupar. La violencia, la desconfian-za y la carencia de recursos políticos alternativos en un contexto de po-der autoritario monopartidista, propiciaron la desunión intragrupal.

Por medio de esta división, a los mestizos se les facilitó “justificar”legalmente la exclusión de la mayoría de sus contrapartes, pues argu-mentaron que los indígenas que apuntaron en el censo de San Lucas deJalpa, eran los únicos que realmente habían vivido toda su vida dentrode los perímetros de la comunidad. De esa manera, el 28 de julio de 1981se emitió la “Resolución Presidencial”16 para San Lucas de Jalpa, dondeBancos quedó como un anexo de la comunidad. Los mestizos obtuvie-ron el fallo al haber logrado que en los documentos legales ellos apare-cieran como descendientes de los coras, en gran parte gracias a que noha existido un mecanismo legal mexicano que logre definir la cuestiónde las filiaciones identitarias con mayor rigor que el de la simple auto-adscripción. Después de diversos vaivenes legales, en 1991 se dio por

16 La “resolución presidencial” que estaba estipulada por ley, es una muestra inme-diata de la imbricación de lo político con lo legal: el máximo representante del poder eje-cutivo tenía el máximo poder de decisión sobre lo judicial; existían mecanismos legalesde apelación, pero estructurados bajo una burocracia tal que hacia prácticamente invia-bles las contraposiciones al presidente; los gobernadores de los estados contaban con unpoder similar, pero siempre subordinado al del “jefe del ejecutivo”, como lo muestra estecaso.

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mexicana y sus leyes secundarias (OIT 1998). En contra de este tipo deinterpretaciones se ha declarado López Bárcenas (2002), al argumentarque el código 169 debe regir como legítima ley en México, por lo que lasautoridades e instituciones que se relacionen con indígenas deben su-bordinarse jurídicamente al mismo.

Desde entonces a la fecha, los wixaritari se han conducido por tresestrategias por las cuales canalizar su lucha y que corresponden al pri-mer aspecto espacial y de los recursos del territorio:

La primera, por medio de la presión por quedar incluidos en el pa-drón de comuneros de San Lucas, bajo el esquema de la ley agraria, peroque de alguna manera puede ser formalmente compatible con lo ex-puesto en el Artículo 14 del Convenio 169 (Gómez 1995), donde reco-mienda que en caso de que a los pueblos indígenas no se les pueda asig-nar un territorio exclusivo, se promoverá su derecho a utilizar tierrasque tradicionalmente han ocupado con grupos dominantes en un mis-mo territorio.

La segunda, por medio de la amenaza de escisión de la comunidadde San Lucas, fundando un nuevo núcleo agrario exclusivo de wixarita-ri (sea ejido o comunidad), dentro de los límites de Durango.

Por último, también excluyendo a mestizos, anexándose a San An-drés Cohamiata, y modificando los límites estatales, de manera tal queBancos quede registrado dentro de Jalisco.

Las estrategias 2 y 3 también son compatibles con lo estipulado porla OIT. Sin embargo, la vía que ha parecido más viable ha sido la de fun-dar un nuevo núcleo duranguense, debido a la creciente alianza con lostepehuanos del Mezquital, por medio de la cual han intentado hacersedel apoyo político de gobernantes y candidatos a puestos de elecciónpopular en dicha entidad. En este sentido, el campo político influye so-bre el tipo de estrategia jurídica que se escoja. De cualquier forma, cual-quiera que sea su táctica coyuntural, por medio de la apertura de las le-yes internacionales es como se pudo canalizar la reivindicación de unterritorio mítico-ancestral, cuyos límites, organización territorial y usodel mismo siguen un patrón singular y distinto a lo que formalmente seha establecido en las leyes mexicanas. Por lo tanto, sus reivindicaciones,sean por medio de dotación ejidal o CTBC se fundamentan en la prácticacotidiana y ritual, mediante la acepción mítica de un territorio conocido

FR ANC I SCO G UÍ ZAR VÁZ QU EZ

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cuencia de la reestructuración neoliberal del Estado iniciada en la déca-da de 1980, así como una falta de credibilidad por parte de los wixa-ritari, le cedió cierto margen de acción a esta ONG. Sin embargo, esta ins-titución sólo ha trabajado jurídicamente con los de Bancos, y no hadiseñado alguna estrategia sobre el resto de los anexos wixaritari de SanLucas de Jalpa.

Es así como se aprovechó la nueva coyuntura legal presentada bajola aceptación por el gobierno priísta y neoliberal de Carlos Salinas del“Convenio 169” de la OIT, el cual es un conjunto de leyes relativas a losderechos de los pueblos indígenas y tribales del mundo. Basándose tex-tualmente en los dictados de dicho documento, y con el apoyo de antro-pólogos de la Universidad de Chicago y del Centro de Investigacionesy de Estudios Superiores en Antropología Social, se levantó un peritajeantropológico sobre Bancos de “San Hipólito” (Liffman et al. 1994). Paralograr ingresar el documento a la OIT, se contó con la alianza del Sindi-cato Nacional de Trabajadores de la Educación en su vertiente regional,pues las leyes de dicho convenio estipulan dicho requerimiento buro-crático (OIT 1998).

Los wixaritari, gracias al nuevo margen que ofreció el Convenio 169,pudieron reclamar sus tierras sobre la base de los vínculos de origen in-memorial que han mantenido vigentes con los centros ceremoniales deSan Andrés Cohamiata y donde se documentaron aspectos claves, comola vigencia de sus prácticas comunales, que contradijeron lo expuesto enlos documentos agrarios. Esta fue la primera ocasión en la que se respal-dó institucionalmente en un documento legal la pertenencia geográficae histórica de Bancos a San Andrés, sobre la base de los límites comuna-les de origen colonial. Le cambiaron por ello la terminación “de Calíti-que”, y le pusieron “de San Hipólito”, para diferenciarse del términomediante el cual quedaron anexados en San Lucas. Así mismo, se contócon la posibilidad de reclamar las tierras como un “pueblo indígena”,distinto en términos identitarios al grueso de la sociedad. El peritajeconstituyó un documento sui generis en la lucha por la tierra de los indí-genas de la zona. Sin embargo no han logrado conseguir sus objetivosprincipales por este mecanismo, ya que las autoridades mexicanas argu-mentaron que el caso en turno estaba sujeto a lo que las instituciones na-cionales habrían dispuesto siguiendo los principios de la constitución

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mexicana y sus leyes secundarias (OIT 1998). En contra de este tipo deinterpretaciones se ha declarado López Bárcenas (2002), al argumentarque el código 169 debe regir como legítima ley en México, por lo que lasautoridades e instituciones que se relacionen con indígenas deben su-bordinarse jurídicamente al mismo.

Desde entonces a la fecha, los wixaritari se han conducido por tresestrategias por las cuales canalizar su lucha y que corresponden al pri-mer aspecto espacial y de los recursos del territorio:

La primera, por medio de la presión por quedar incluidos en el pa-drón de comuneros de San Lucas, bajo el esquema de la ley agraria, peroque de alguna manera puede ser formalmente compatible con lo ex-puesto en el Artículo 14 del Convenio 169 (Gómez 1995), donde reco-mienda que en caso de que a los pueblos indígenas no se les pueda asig-nar un territorio exclusivo, se promoverá su derecho a utilizar tierrasque tradicionalmente han ocupado con grupos dominantes en un mis-mo territorio.

La segunda, por medio de la amenaza de escisión de la comunidadde San Lucas, fundando un nuevo núcleo agrario exclusivo de wixarita-ri (sea ejido o comunidad), dentro de los límites de Durango.

Por último, también excluyendo a mestizos, anexándose a San An-drés Cohamiata, y modificando los límites estatales, de manera tal queBancos quede registrado dentro de Jalisco.

Las estrategias 2 y 3 también son compatibles con lo estipulado porla OIT. Sin embargo, la vía que ha parecido más viable ha sido la de fun-dar un nuevo núcleo duranguense, debido a la creciente alianza con lostepehuanos del Mezquital, por medio de la cual han intentado hacersedel apoyo político de gobernantes y candidatos a puestos de elecciónpopular en dicha entidad. En este sentido, el campo político influye so-bre el tipo de estrategia jurídica que se escoja. De cualquier forma, cual-quiera que sea su táctica coyuntural, por medio de la apertura de las le-yes internacionales es como se pudo canalizar la reivindicación de unterritorio mítico-ancestral, cuyos límites, organización territorial y usodel mismo siguen un patrón singular y distinto a lo que formalmente seha establecido en las leyes mexicanas. Por lo tanto, sus reivindicaciones,sean por medio de dotación ejidal o CTBC se fundamentan en la prácticacotidiana y ritual, mediante la acepción mítica de un territorio conocido

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cuencia de la reestructuración neoliberal del Estado iniciada en la déca-da de 1980, así como una falta de credibilidad por parte de los wixa-ritari, le cedió cierto margen de acción a esta ONG. Sin embargo, esta ins-titución sólo ha trabajado jurídicamente con los de Bancos, y no hadiseñado alguna estrategia sobre el resto de los anexos wixaritari de SanLucas de Jalpa.

Es así como se aprovechó la nueva coyuntura legal presentada bajola aceptación por el gobierno priísta y neoliberal de Carlos Salinas del“Convenio 169” de la OIT, el cual es un conjunto de leyes relativas a losderechos de los pueblos indígenas y tribales del mundo. Basándose tex-tualmente en los dictados de dicho documento, y con el apoyo de antro-pólogos de la Universidad de Chicago y del Centro de Investigacionesy de Estudios Superiores en Antropología Social, se levantó un peritajeantropológico sobre Bancos de “San Hipólito” (Liffman et al. 1994). Paralograr ingresar el documento a la OIT, se contó con la alianza del Sindi-cato Nacional de Trabajadores de la Educación en su vertiente regional,pues las leyes de dicho convenio estipulan dicho requerimiento buro-crático (OIT 1998).

Los wixaritari, gracias al nuevo margen que ofreció el Convenio 169,pudieron reclamar sus tierras sobre la base de los vínculos de origen in-memorial que han mantenido vigentes con los centros ceremoniales deSan Andrés Cohamiata y donde se documentaron aspectos claves, comola vigencia de sus prácticas comunales, que contradijeron lo expuesto enlos documentos agrarios. Esta fue la primera ocasión en la que se respal-dó institucionalmente en un documento legal la pertenencia geográficae histórica de Bancos a San Andrés, sobre la base de los límites comuna-les de origen colonial. Le cambiaron por ello la terminación “de Calíti-que”, y le pusieron “de San Hipólito”, para diferenciarse del términomediante el cual quedaron anexados en San Lucas. Así mismo, se contócon la posibilidad de reclamar las tierras como un “pueblo indígena”,distinto en términos identitarios al grueso de la sociedad. El peritajeconstituyó un documento sui generis en la lucha por la tierra de los indí-genas de la zona. Sin embargo no han logrado conseguir sus objetivosprincipales por este mecanismo, ya que las autoridades mexicanas argu-mentaron que el caso en turno estaba sujeto a lo que las instituciones na-cionales habrían dispuesto siguiendo los principios de la constitución

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campo político mexicano. El conflicto ha involucrado a la clase políticagobernante de los estados involucrados, sobre todo a los de Jalisco yDurango. Sin embargo, las animosidades entre ellos no se han expresa-do abiertamente, como sucedió en el reciente caso entre Zacatecas y Du-rango, como comento más adelante.

Uno de los argumentos constantes de los wixaritari, ha sido el de laimposibilidad de convivir en un mismo núcleo agrario con mestizos,pues las condiciones para hacerlo en planos de igualdad y armonía nun-ca se han dado, por lo que las posibilidades de asegurar el acceso a latierra en un espacio compartido con el grupo dominante, y de esta ma-nera asegurar la reproducción étnica, han resultado inviables, debido alafán hegemónico en el que se han visto envueltos los agentes bajo la ló-gica de las relaciones de poder. Se pueden señalar espacios de tiempo enlos que se ha estructurado una integración intergrupal jerarquizada máso menos estable, pero estos periodos no han pasado de cinco años sinque se renueven los conflictos, fruto de la no asimilación de una identi-dad subordinada por parte de los agentes de ambos grupos.

EL PROCEDE

Es hasta la segunda mitad de 2003, que los wixaritari de Brasiles y Pilashan mostrado un renovado interés en sumarse al movimiento de los queviven en Bancos, quienes han sido los más combativos contra los mesti-zos. A pesar de que algunos de los habitantes de dichos anexos cuentancon el título de comunero, han padecido prácticamente la misma exclu-sión por criterios identitarios que los indígenas de Bancos: han sufridoabigeato por parte de mestizos, quienes no les han permitido trabajarsino las tierras magras de las laderas, y han sido excluidos de la mayorparte de las ganancias que arroja la explotación forestal. Como apuntéarriba, ni la ONG que los apoya, ni mucho menos el INI han desplegadoalgún plan bien estructurado que esté dirigido a ganarse el apoyo de loswixaritari de estos anexos para la causa de Bancos.

Los miembros de Brasiles y Pilas, a diferencia de los de Bancos, noparticipan en el sistema de cargos de San Andrés Cohamiata, aunque lamayor parte de sus lazos de parentesco provienen de poblaciones ubi-

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como kiekari, que incluye, pero no se limita al perímetro virreinal subsu-mido coyuntural y míticamente al mismo (Liffman 2002).17

De esta forma han manejado por lo menos dos conceptos articula-dos de territorio: uno mítico, cuya dimensión abstracta es difícil de obje-tivar en términos tridimensionales, pero que se estructura por un senti-do cardinal, y cuya membresía se sustenta por un complejo sistema derelaciones jerárquicas de reciprocidad y parentesco, donde convergendos dimensiones básicas: la ritual-mítica y la política o de sistema decargos. Los wixaritari pueden mantener lazos de reciprocidad ritual, sinque mantengan lazos dentro del sistema de cargos. El otro concepto esel cónico, que es objetivado tridimensionalmente y, en una proporcióninferior, es fractalmente equivalente en su concepción espacial a la terri-torialidad de los estados modernos, pero con competencias normativassubordinadas. Bajo ambas territorialidades se ha forjado su lucha.

El hecho de mezclar el conflicto local con la región interestatal evi-dencia esta cuestión, que de por sí ha dado pábulo a que se hayan pues-to en práctica estrategias geopolíticas por parte de agentes de institucio-nes de gobierno, como el INI. Esto, bajo la lógica del campo políticomexicano, ha servido para dotar a los agentes de dichas instituciones decapital político, con el que han negociado no necesariamente asuntoscircunscritos con el conflicto en cuestión, sino cuestiones que lo rebasany que en ocasiones pueden no corresponder directamente al mismo yque oscilan desde los “favores políticos” concertados en “privado”, has-ta el forjamiento de alianzas estratégicas con faccionalismos de diversosgrupos en el poder. Con esto quiero especificar, que a un nivel regionaly nacional, las acciones indigenistas que se han promovido sobre la lo-calidad no necesariamente han estado diseñadas bajo los principios deuna estrategia estrictamente consecuente con las necesidades del desa-rrollo integracionista, sino que colateralmente han servido al paulatinoy provechoso posicionamiento de ciertos agentes gubernamentales den-tro de la estructura de relaciones que se han construido bajo el mutable

17 El territorio de origen virreinal sobre el que la mayor parte de sus demandas se hancanalizado no es el territorio del kiekari. Éste es de proporciones mucho mayores que elprimero y representa el espacio principal sobre el cual han desarrollado sus prácticas co-merciales y religiosas.

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campo político mexicano. El conflicto ha involucrado a la clase políticagobernante de los estados involucrados, sobre todo a los de Jalisco yDurango. Sin embargo, las animosidades entre ellos no se han expresa-do abiertamente, como sucedió en el reciente caso entre Zacatecas y Du-rango, como comento más adelante.

Uno de los argumentos constantes de los wixaritari, ha sido el de laimposibilidad de convivir en un mismo núcleo agrario con mestizos,pues las condiciones para hacerlo en planos de igualdad y armonía nun-ca se han dado, por lo que las posibilidades de asegurar el acceso a latierra en un espacio compartido con el grupo dominante, y de esta ma-nera asegurar la reproducción étnica, han resultado inviables, debido alafán hegemónico en el que se han visto envueltos los agentes bajo la ló-gica de las relaciones de poder. Se pueden señalar espacios de tiempo enlos que se ha estructurado una integración intergrupal jerarquizada máso menos estable, pero estos periodos no han pasado de cinco años sinque se renueven los conflictos, fruto de la no asimilación de una identi-dad subordinada por parte de los agentes de ambos grupos.

EL PROCEDE

Es hasta la segunda mitad de 2003, que los wixaritari de Brasiles y Pilashan mostrado un renovado interés en sumarse al movimiento de los queviven en Bancos, quienes han sido los más combativos contra los mesti-zos. A pesar de que algunos de los habitantes de dichos anexos cuentancon el título de comunero, han padecido prácticamente la misma exclu-sión por criterios identitarios que los indígenas de Bancos: han sufridoabigeato por parte de mestizos, quienes no les han permitido trabajarsino las tierras magras de las laderas, y han sido excluidos de la mayorparte de las ganancias que arroja la explotación forestal. Como apuntéarriba, ni la ONG que los apoya, ni mucho menos el INI han desplegadoalgún plan bien estructurado que esté dirigido a ganarse el apoyo de loswixaritari de estos anexos para la causa de Bancos.

Los miembros de Brasiles y Pilas, a diferencia de los de Bancos, noparticipan en el sistema de cargos de San Andrés Cohamiata, aunque lamayor parte de sus lazos de parentesco provienen de poblaciones ubi-

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como kiekari, que incluye, pero no se limita al perímetro virreinal subsu-mido coyuntural y míticamente al mismo (Liffman 2002).17

De esta forma han manejado por lo menos dos conceptos articula-dos de territorio: uno mítico, cuya dimensión abstracta es difícil de obje-tivar en términos tridimensionales, pero que se estructura por un senti-do cardinal, y cuya membresía se sustenta por un complejo sistema derelaciones jerárquicas de reciprocidad y parentesco, donde convergendos dimensiones básicas: la ritual-mítica y la política o de sistema decargos. Los wixaritari pueden mantener lazos de reciprocidad ritual, sinque mantengan lazos dentro del sistema de cargos. El otro concepto esel cónico, que es objetivado tridimensionalmente y, en una proporcióninferior, es fractalmente equivalente en su concepción espacial a la terri-torialidad de los estados modernos, pero con competencias normativassubordinadas. Bajo ambas territorialidades se ha forjado su lucha.

El hecho de mezclar el conflicto local con la región interestatal evi-dencia esta cuestión, que de por sí ha dado pábulo a que se hayan pues-to en práctica estrategias geopolíticas por parte de agentes de institucio-nes de gobierno, como el INI. Esto, bajo la lógica del campo políticomexicano, ha servido para dotar a los agentes de dichas instituciones decapital político, con el que han negociado no necesariamente asuntoscircunscritos con el conflicto en cuestión, sino cuestiones que lo rebasany que en ocasiones pueden no corresponder directamente al mismo yque oscilan desde los “favores políticos” concertados en “privado”, has-ta el forjamiento de alianzas estratégicas con faccionalismos de diversosgrupos en el poder. Con esto quiero especificar, que a un nivel regionaly nacional, las acciones indigenistas que se han promovido sobre la lo-calidad no necesariamente han estado diseñadas bajo los principios deuna estrategia estrictamente consecuente con las necesidades del desa-rrollo integracionista, sino que colateralmente han servido al paulatinoy provechoso posicionamiento de ciertos agentes gubernamentales den-tro de la estructura de relaciones que se han construido bajo el mutable

17 El territorio de origen virreinal sobre el que la mayor parte de sus demandas se hancanalizado no es el territorio del kiekari. Éste es de proporciones mucho mayores que elprimero y representa el espacio principal sobre el cual han desarrollado sus prácticas co-merciales y religiosas.

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ha sido reforzada por los férreos mecanismos reguladores de la interac-ción de los mestizos locales. También es necesario apuntar que en térmi-nos generales, entre mestizos existe un mayor capital material que conlos indígenas. Los ganaderos prósperos mestizos de la comunidad (alre-dedor de 8 familias) poseen en promedio unas 400 cabezas de ganadovacuno; mientras los wixaritari con más ganado (alrededor de seis fami-lias), no tienen más de 10 cabezas en promedio (datos obtenidos por en-trevistas en trabajo de campo). La exclusión territorial la han padecidoambos bandos wixaritari. El escaso margen de negociación de la ligacon mestizos consistió en una apuesta por la seguridad de un espaciomínimo de subsistencia y un título de comunero, contra el riesgo de per-derlo todo en una alternativa oposición frontal al mestizo en unión conlos de Bancos. El apoyo estructural del que han gozado los mestizos ensu relación con el Estado los colocó en una posición jerárquicamente su-perior a la de sus contrapartes. Este hecho complejo ha contribuido amantener la frágil cohesión grupal mestiza, la cual no está libre de fac-ciones internas que no pocas veces han llegado al fratricidio grupal. Porlo tanto, la identidad, en el periodo de estudio comprendido en estetexto, ha estado vinculada con el acceso al territorio y sus recursos, masno ha sido un paliativo único para la unión grupal, la cual ha necesita-do de factores situacionales y contextuales diversos.

A partir de julio de 2002 comenzó a implementarse en la Comuni-dad Agraria el proyecto gubernamental titulado Programa de Certifica-ción de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE), que se sus-tenta en los cambios al Artículo 27 de la constitución de México en 1992(la reforma de la Reforma Agraria), y cuya expresa finalidad es la de re-gularizar la tenencia de los núcleos agrarios con la intención de fomen-tar las inversiones del capital y elevar la productividad del campo (INEGI2000; Randall 1999). Este programa forma parte integral de las transfor-maciones estructurales neoliberales del Estado mexicano, entre las quese encuentran la apertura democrática partidista, que hasta ahora sóloha logrado transformar el clientelismo monopartidista a uno pluriparti-dista. El presidencialismo, en lo que toca a las resoluciones agrarias, hasido sustituido por la mediación de los no pocas veces deficientes tribu-nales agrarios (Zepeda 2000). Bajo este escenario, localmente la ciuda-danía pregonada por la ideología estatal neoliberal se limita a una parti-

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cadas dentro del perímetro de dicha comunidad. El sistema de cargosconstituye un mecanismo que fundamenta la membresía al pueblo indí-gena wixarika, sobre todo en términos políticos, pero no la determinatotalmente en términos identitarios. Para forjar alianza con los de Karíti-ke, tendrían que reorganizar su sistema de gobierno interno y anexarseal sistema de cargos de San Andrés Cohamiata, con el fin de estableceralguna membresía simbólica con este centro ceremonial. Sin embargo,aunada a los factores culturales, la conciencia de clase propicia la forjasituacional de alianzas políticas, pues han compartido adversidades se-mejantes. Ritualmente sí practican el sistema mítico wixarika o costum-bre, que en gran medida continúa rigiendo su vida cotidiana, pues reali-zan mandas y peregrinaciones a los principales lugares sagrados. Noobstante, este hecho no ha sido un aliciente para la unión política en sulucha legal por la tierra. Antes bien, han jugado una estrategia expec-tante de las balanzas de poder, donde los mestizos los amedrentan alasegurarles que de ganar los de Bancos el litigio, a ellos los expulsaríande la Comunidad, pues ya no tendría sentido integrarlos a la misma;esta incómoda situación los ha hecho parecer una especie de “como-dín”, que no ha brindado su apoyo condicional a ninguno de los bandosen abierto conflicto.

No obstante, las clases sociales trascienden los límites étnicos (exis-ten algunos mestizos tan pobres como los más pobres de los indígenas;así como algunos indígenas con mayor capital que algunos mestizos), laconciencia de clase no ha unificado “horizontalmente” a mestizos conindígenas. Las alianzas en San Lucas de Jalpa entre facciones de wixari-tari y de mestizos fueron en un sentido “vertical”: entre caciques mes-tizos e indígenas despojados. Los líderes de éstos, que en sí han sidojefes de familia extensa, se han subordinado a los primeros, a pesar demantener por su parte una relación caciquil entre sus allegados, con ca-racterísticas singulares y distintas a las del cacicazgo mestizo. Quizáslas alianzas que han ocurrido en otras zonas de la región del Gran Na-yar entre caciques wixaritari y mestizos se han forjado bajo planos demayor igualdad, o en planos anversos a las de San Lucas de Jalpa.

Los wixaritari aliados a mestizos no han rechazado su identidadgrupal, por lo que las fronteras grupales han persistido, ya que el cam-bio de “identificación” no ha sido análogo a las facciones y su identidad

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ha sido reforzada por los férreos mecanismos reguladores de la interac-ción de los mestizos locales. También es necesario apuntar que en térmi-nos generales, entre mestizos existe un mayor capital material que conlos indígenas. Los ganaderos prósperos mestizos de la comunidad (alre-dedor de 8 familias) poseen en promedio unas 400 cabezas de ganadovacuno; mientras los wixaritari con más ganado (alrededor de seis fami-lias), no tienen más de 10 cabezas en promedio (datos obtenidos por en-trevistas en trabajo de campo). La exclusión territorial la han padecidoambos bandos wixaritari. El escaso margen de negociación de la ligacon mestizos consistió en una apuesta por la seguridad de un espaciomínimo de subsistencia y un título de comunero, contra el riesgo de per-derlo todo en una alternativa oposición frontal al mestizo en unión conlos de Bancos. El apoyo estructural del que han gozado los mestizos ensu relación con el Estado los colocó en una posición jerárquicamente su-perior a la de sus contrapartes. Este hecho complejo ha contribuido amantener la frágil cohesión grupal mestiza, la cual no está libre de fac-ciones internas que no pocas veces han llegado al fratricidio grupal. Porlo tanto, la identidad, en el periodo de estudio comprendido en estetexto, ha estado vinculada con el acceso al territorio y sus recursos, masno ha sido un paliativo único para la unión grupal, la cual ha necesita-do de factores situacionales y contextuales diversos.

A partir de julio de 2002 comenzó a implementarse en la Comuni-dad Agraria el proyecto gubernamental titulado Programa de Certifica-ción de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE), que se sus-tenta en los cambios al Artículo 27 de la constitución de México en 1992(la reforma de la Reforma Agraria), y cuya expresa finalidad es la de re-gularizar la tenencia de los núcleos agrarios con la intención de fomen-tar las inversiones del capital y elevar la productividad del campo (INEGI2000; Randall 1999). Este programa forma parte integral de las transfor-maciones estructurales neoliberales del Estado mexicano, entre las quese encuentran la apertura democrática partidista, que hasta ahora sóloha logrado transformar el clientelismo monopartidista a uno pluriparti-dista. El presidencialismo, en lo que toca a las resoluciones agrarias, hasido sustituido por la mediación de los no pocas veces deficientes tribu-nales agrarios (Zepeda 2000). Bajo este escenario, localmente la ciuda-danía pregonada por la ideología estatal neoliberal se limita a una parti-

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cadas dentro del perímetro de dicha comunidad. El sistema de cargosconstituye un mecanismo que fundamenta la membresía al pueblo indí-gena wixarika, sobre todo en términos políticos, pero no la determinatotalmente en términos identitarios. Para forjar alianza con los de Karíti-ke, tendrían que reorganizar su sistema de gobierno interno y anexarseal sistema de cargos de San Andrés Cohamiata, con el fin de estableceralguna membresía simbólica con este centro ceremonial. Sin embargo,aunada a los factores culturales, la conciencia de clase propicia la forjasituacional de alianzas políticas, pues han compartido adversidades se-mejantes. Ritualmente sí practican el sistema mítico wixarika o costum-bre, que en gran medida continúa rigiendo su vida cotidiana, pues reali-zan mandas y peregrinaciones a los principales lugares sagrados. Noobstante, este hecho no ha sido un aliciente para la unión política en sulucha legal por la tierra. Antes bien, han jugado una estrategia expec-tante de las balanzas de poder, donde los mestizos los amedrentan alasegurarles que de ganar los de Bancos el litigio, a ellos los expulsaríande la Comunidad, pues ya no tendría sentido integrarlos a la misma;esta incómoda situación los ha hecho parecer una especie de “como-dín”, que no ha brindado su apoyo condicional a ninguno de los bandosen abierto conflicto.

No obstante, las clases sociales trascienden los límites étnicos (exis-ten algunos mestizos tan pobres como los más pobres de los indígenas;así como algunos indígenas con mayor capital que algunos mestizos), laconciencia de clase no ha unificado “horizontalmente” a mestizos conindígenas. Las alianzas en San Lucas de Jalpa entre facciones de wixari-tari y de mestizos fueron en un sentido “vertical”: entre caciques mes-tizos e indígenas despojados. Los líderes de éstos, que en sí han sidojefes de familia extensa, se han subordinado a los primeros, a pesar demantener por su parte una relación caciquil entre sus allegados, con ca-racterísticas singulares y distintas a las del cacicazgo mestizo. Quizáslas alianzas que han ocurrido en otras zonas de la región del Gran Na-yar entre caciques wixaritari y mestizos se han forjado bajo planos demayor igualdad, o en planos anversos a las de San Lucas de Jalpa.

Los wixaritari aliados a mestizos no han rechazado su identidadgrupal, por lo que las fronteras grupales han persistido, ya que el cam-bio de “identificación” no ha sido análogo a las facciones y su identidad

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que trabajan, no sin ocasionales desavenencias, en conjunto con los ma-yores. Ellos argumentaron que era injusto que no se concediera a nin-gún wixarika el derecho a registrarse en el padrón de comuneros y asíser incluidos en PROCEDE, puesto que, a diferencia de los emigrados alNorte, ellos han vivido toda su vida en la Comunidad Agraria y hancumplido con los requisitos para ser comuneros: han participado en fae-nas colectivas y han estado atentos a sucesos que se desarrollan en lasasambleas comunitarias. Sin embargo su queja en la asamblea comunalno procedió.

Posteriormente, en noviembre de 2002, los nuevos líderes wixaritari,presentaron una demanda ante el Tribunal Agrario y durante la primeraquincena de julio de 2003, los wixaritari de Bancos tomaron un aserra-dero que se había instalado mediante un contrato celebrado entre lasautoridades mestizas de San Lucas y unos empresarios taladores de Val-paraíso, Zacatecas. Esta vez demandaron dos cosas: o su inclusión den-tro del padrón de comuneros de la Comunidad Agraria (con lo cualellos serían ahora la mayoría en la asamblea comunitaria), o la escisióny creación de un nuevo núcleo agrario wixarika contingente de la super-ficie de 10 720 hectáreas que han demandando, y que se ubique en Du-rango. En esto han contado con el apoyo de otro pueblo indígena: el te-pehuano. También los respaldan políticamente las autoridades de SanAndrés Cohamiata, la sede regional del INI de Jalisco-Colima y el Con-greso Nacional Indígena, que aglutina un número considerable de pue-blos indígenas mexicanos. La estrategia de la alianza con tepehuanosfue diseñada por los jóvenes líderes wixaritari, sin la asesoría de la ONG,cuyos miembros han sido más proclives a fomentar alianzas con lasbases políticas del EZLN que con indígenas priístas regionales (la identi-dad indígena en el Gran Nayar, sea con coras, tepehuanos o wixaritari,mantiene cierta autonomía con respecto a las filiaciones políticas, lascuales pueden cambiar coyunturalmente). La situación ha preocupadoseriamente a los mestizos, pues la solidaridad del pueblo tepehuano ha-bía sido inédita durante el periodo posrevolucionario.

Ésta se logró debido a que meses antes los de Bancos respaldaron alos tepehuanos en una toma de tierras de la que los últimos salieron vic-toriosos en contra de un grupo de ejidatarios mestizos del estado de Za-catecas, con lo que se posicionaron en un lugar estratégico de la estruc-

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cipación electoral subordinada al sistema pluripartidista clientelista(Gledhill 2005) y a una estructuración de los tribunales agrarios sujetosa la excluyente ley constitucional que se ha quedado corta en incorporarlas demandas indígenas (López 2002). El respeto por los derechos hu-manos, localmente se concibe más como un amparo para los verd a d e ro scriminales de la región, que como un mecanismo de defensa ciudadana,pues su promoción y aplicación distan mucho de ser satisfactorias.

Es así como el desenvolvimiento del PROCEDE pasa por los dispositi-vos estructurales de la Comunidad Agraria, de tal manera que se estáutilizando al mismo como un mecanismo para la exclusión de los wixa-ritari del acceso de la tierra, ya que la asamblea comunal ha estado he-gemonizada por mestizos desde los años de 1940. De la lista original decomuneros, han muerto 18, y a 62 se les dio de baja por ausentismo,pues emigraron permanentemente a Estados Unidos o a algunas ciuda-des de México. Existen algunos comuneros, que a pesar de vivir en elNorte, no han perdido su lugar porque mantienen el contacto por me-dio de familiares. Esto ocasiona malestar por parte de algunos mestizosjóvenes y de los wixaritari que no están apuntados en la lista. En totaltan sólo hay 23 comuneros wixaritari, por 168 comuneros mestizosapuntados; de este modo aparecen 62 lugares vacantes.

El PROCEDE se ha topado con muchos obstáculos, pues la normativi-dad del mismo establece que los interesados en registrarse al mismo de-ben estar “físicamente” presentes durante las asambleas. Esto represen-ta una gran dificultad para los comuneros migrantes (aproximadamentela mitad de la lista general), pues deben contactar a sus parientes en Es-tados Unidos, ya que muchos tienen el problema de la normativizaciónde su residencia en dicho país y se les dificulta bastante la circulación deentrada y salida por la frontera del norte. Otros han argumentado quedesconocen el lugar exacto donde radican sus parientes, pues llevanmeses o años que no los contactan.

Ante está situación, una camarilla de wixaritari de Bancos presentósu inconformidad en una asamblea. La mayoría de ellos no rebasan loscuarenta años de edad y han sido educados en la escuela rural de Ban-cos, por lo que cuentan con un grado suficiente de alfabetización, lo queles permite consultar los documentos legales de manera más ágil que alos viejos, por lo que la movilización en este sentido se ha reforzado, ya

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que trabajan, no sin ocasionales desavenencias, en conjunto con los ma-yores. Ellos argumentaron que era injusto que no se concediera a nin-gún wixarika el derecho a registrarse en el padrón de comuneros y asíser incluidos en PROCEDE, puesto que, a diferencia de los emigrados alNorte, ellos han vivido toda su vida en la Comunidad Agraria y hancumplido con los requisitos para ser comuneros: han participado en fae-nas colectivas y han estado atentos a sucesos que se desarrollan en lasasambleas comunitarias. Sin embargo su queja en la asamblea comunalno procedió.

Posteriormente, en noviembre de 2002, los nuevos líderes wixaritari,presentaron una demanda ante el Tribunal Agrario y durante la primeraquincena de julio de 2003, los wixaritari de Bancos tomaron un aserra-dero que se había instalado mediante un contrato celebrado entre lasautoridades mestizas de San Lucas y unos empresarios taladores de Val-paraíso, Zacatecas. Esta vez demandaron dos cosas: o su inclusión den-tro del padrón de comuneros de la Comunidad Agraria (con lo cualellos serían ahora la mayoría en la asamblea comunitaria), o la escisióny creación de un nuevo núcleo agrario wixarika contingente de la super-ficie de 10 720 hectáreas que han demandando, y que se ubique en Du-rango. En esto han contado con el apoyo de otro pueblo indígena: el te-pehuano. También los respaldan políticamente las autoridades de SanAndrés Cohamiata, la sede regional del INI de Jalisco-Colima y el Con-greso Nacional Indígena, que aglutina un número considerable de pue-blos indígenas mexicanos. La estrategia de la alianza con tepehuanosfue diseñada por los jóvenes líderes wixaritari, sin la asesoría de la ONG,cuyos miembros han sido más proclives a fomentar alianzas con lasbases políticas del EZLN que con indígenas priístas regionales (la identi-dad indígena en el Gran Nayar, sea con coras, tepehuanos o wixaritari,mantiene cierta autonomía con respecto a las filiaciones políticas, lascuales pueden cambiar coyunturalmente). La situación ha preocupadoseriamente a los mestizos, pues la solidaridad del pueblo tepehuano ha-bía sido inédita durante el periodo posrevolucionario.

Ésta se logró debido a que meses antes los de Bancos respaldaron alos tepehuanos en una toma de tierras de la que los últimos salieron vic-toriosos en contra de un grupo de ejidatarios mestizos del estado de Za-catecas, con lo que se posicionaron en un lugar estratégico de la estruc-

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cipación electoral subordinada al sistema pluripartidista clientelista(Gledhill 2005) y a una estructuración de los tribunales agrarios sujetosa la excluyente ley constitucional que se ha quedado corta en incorporarlas demandas indígenas (López 2002). El respeto por los derechos hu-manos, localmente se concibe más como un amparo para los verd a d e ro scriminales de la región, que como un mecanismo de defensa ciudadana,pues su promoción y aplicación distan mucho de ser satisfactorias.

Es así como el desenvolvimiento del PROCEDE pasa por los dispositi-vos estructurales de la Comunidad Agraria, de tal manera que se estáutilizando al mismo como un mecanismo para la exclusión de los wixa-ritari del acceso de la tierra, ya que la asamblea comunal ha estado he-gemonizada por mestizos desde los años de 1940. De la lista original decomuneros, han muerto 18, y a 62 se les dio de baja por ausentismo,pues emigraron permanentemente a Estados Unidos o a algunas ciuda-des de México. Existen algunos comuneros, que a pesar de vivir en elNorte, no han perdido su lugar porque mantienen el contacto por me-dio de familiares. Esto ocasiona malestar por parte de algunos mestizosjóvenes y de los wixaritari que no están apuntados en la lista. En totaltan sólo hay 23 comuneros wixaritari, por 168 comuneros mestizosapuntados; de este modo aparecen 62 lugares vacantes.

El PROCEDE se ha topado con muchos obstáculos, pues la normativi-dad del mismo establece que los interesados en registrarse al mismo de-ben estar “físicamente” presentes durante las asambleas. Esto represen-ta una gran dificultad para los comuneros migrantes (aproximadamentela mitad de la lista general), pues deben contactar a sus parientes en Es-tados Unidos, ya que muchos tienen el problema de la normativizaciónde su residencia en dicho país y se les dificulta bastante la circulación deentrada y salida por la frontera del norte. Otros han argumentado quedesconocen el lugar exacto donde radican sus parientes, pues llevanmeses o años que no los contactan.

Ante está situación, una camarilla de wixaritari de Bancos presentósu inconformidad en una asamblea. La mayoría de ellos no rebasan loscuarenta años de edad y han sido educados en la escuela rural de Ban-cos, por lo que cuentan con un grado suficiente de alfabetización, lo queles permite consultar los documentos legales de manera más ágil que alos viejos, por lo que la movilización en este sentido se ha reforzado, ya

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apoyo político y material (despensas) a los wixaritari que se plantaron enel aserradero. De este modo la “democracia clientelista” (Gledhill 2005,94) resulta ser un instrumento importante para los indígenas, que en supapel de ciudadanos mexicanos, pueden ejercer el voto a favor de loscandidatos que les garanticen su apoyo en los litigios jurídicos. En esteaspecto, el P R I, que gobierna Durango, ha apoyado a los indígenas en susdemandas, pues de lo contrario se vería en problemas al momento de laselecciones, las cuales han resultado ser más confiables, debido a la tran-sición democrática por la que atraviesa México actualmente.

Después de múltiples negociaciones, el litigio jurídico fue mediadopor el Tribunal Agrario de Durango, y se dio el fallo a favor de los mesti-zos. Sin embargo, existieron negociaciones políticas locales, donde losmestizos acordaron permitir la edificación de un nuevo poblado wixari-tari, justo en el lugar donde se encontraba el aserradero. En la prima-vera de 2003, los de Bancos ya habían planteado su interés de fundar unnuevo poblado en la sierra, pues argumentaban que ya no cabían enBancos. En la asamblea se les había negado la petición. Al final, legal-mente perdieron el juicio, pero ganaron en diferentes frentes: lograronfundar su xiriki en la zona maderera; no sufrieron el castigo de algunademanda judicial; si bien no lograron recibir parte de los beneficios dela venta de la madera (lo cual era su “aparente objetivo”), la toma delaserradero dejó antecedentes negativos entre los empresarios de Zaca-tecas, quienes no están dispuestos a volver a invertir en una zona dondeno existen garantías. Con esto se lograron posicionar geoestratégica-mente en un espacio vital, que contiene a la principal zona de reservamaderera y a la cual pueden monitorear con mayor eficacia en caso deulteriores intromisiones de taladores. Los mestizos recibieron el dinerodel contrato, pero tuvieron que vender un tractor para cubrir los gastosdel abogado privado que contrataron.

Los mestizos, al verse amenazados por la nueva movilización indí-gena, han optado por comenzar a forjar una organización de comuni-dades mestizas, similar a la que se está organizando entre indígenas,donde se demande el respeto a sus usos y costumbres y a su identidad.Arguyen la necesidad de estar unidos como los indígenas en pos dedefender su territorio. A la manera de un juego local de espejos, los mes-tizos de la zona se encuentran en un proceso de reconstrucción y rein-

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tura de relaciones del campo político regional. Como pago en reciproci-dad, los tepehuanos apoyaron posteriormente a los wixaritari mediantela presencia de un contingente de aproximadamente 200 personas. En elconflicto entre Durango y Zacatecas se involucraron directamente losgobernadores de ambos estados: priísta en el primero; en el segundo eradel Partido de la Revolución Democrática (PRD). El duranguense apoyóa los tepehuanos y el zacatecano a los mestizos de su estado. Cuando sedio el fallo a favor de Durango, el perredista organizó una gran marchade protesta en la capital de su estado.

La alianza wixarika-tepehuano representa una unión indígena re-gional de alcance todavía incierto, debido sobre todo a la similitud decondiciones que desencadenaron dichas movilizaciones: los tepehuanosdisputaban un territorio de poco más de 5 000 hectáreas que se encon-traba ubicado entre los arbitrarios límites del sureste de Durango y eloeste de Zacatecas; los wixaritari, por su parte, disputan un territorioubicado entre los límites de Jalisco, Durango y Zacatecas. La discrimina-ción étnica y racial de parte de los mestizos hacia los indígenas es equi-valente, por lo que la conciencia de una situación común es un factor depeso en el desarrollo de esta contienda. La ineficacia del Estado para re-solver los conflictos agrarios propicia que los grupos indígenas de laregión, recurran a movilizaciones que modifican sus esquemas identita-rios, donde lo “indígena” trasciende los límites locales de la “comuni-dad”, atentando contra algunos ámbitos de competencia del Estado, alreforzarse la idea todavía vaga de territorio étnico y autonomía (DíazPolanco 1996).

Bajo estas circunstancias, el campo político cobra particular impor-tancia, pues los indígenas tepehuanos que ahora apoyan a los wixaritariposeen un capital político de consideración, ya que re p resentan la mayorparte del electorado en el municipio El Mezquital, donde se ubica SanLucas de Jalpa, y en el que los mestizos son una minoría.1 8 De hecho, unode los candidatos a presidente municipal del P R I, es tepehuano, y brindó

18 En dicho municipio los indígenas representan 76.3% de la población total. Elnúmero de mestizos es de 6 238, por 14 138 tepehuanos y 1 397 wixaritari (Serrano et al.2002).

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apoyo político y material (despensas) a los wixaritari que se plantaron enel aserradero. De este modo la “democracia clientelista” (Gledhill 2005,94) resulta ser un instrumento importante para los indígenas, que en supapel de ciudadanos mexicanos, pueden ejercer el voto a favor de loscandidatos que les garanticen su apoyo en los litigios jurídicos. En esteaspecto, el P R I, que gobierna Durango, ha apoyado a los indígenas en susdemandas, pues de lo contrario se vería en problemas al momento de laselecciones, las cuales han resultado ser más confiables, debido a la tran-sición democrática por la que atraviesa México actualmente.

Después de múltiples negociaciones, el litigio jurídico fue mediadopor el Tribunal Agrario de Durango, y se dio el fallo a favor de los mesti-zos. Sin embargo, existieron negociaciones políticas locales, donde losmestizos acordaron permitir la edificación de un nuevo poblado wixari-tari, justo en el lugar donde se encontraba el aserradero. En la prima-vera de 2003, los de Bancos ya habían planteado su interés de fundar unnuevo poblado en la sierra, pues argumentaban que ya no cabían enBancos. En la asamblea se les había negado la petición. Al final, legal-mente perdieron el juicio, pero ganaron en diferentes frentes: lograronfundar su xiriki en la zona maderera; no sufrieron el castigo de algunademanda judicial; si bien no lograron recibir parte de los beneficios dela venta de la madera (lo cual era su “aparente objetivo”), la toma delaserradero dejó antecedentes negativos entre los empresarios de Zaca-tecas, quienes no están dispuestos a volver a invertir en una zona dondeno existen garantías. Con esto se lograron posicionar geoestratégica-mente en un espacio vital, que contiene a la principal zona de reservamaderera y a la cual pueden monitorear con mayor eficacia en caso deulteriores intromisiones de taladores. Los mestizos recibieron el dinerodel contrato, pero tuvieron que vender un tractor para cubrir los gastosdel abogado privado que contrataron.

Los mestizos, al verse amenazados por la nueva movilización indí-gena, han optado por comenzar a forjar una organización de comuni-dades mestizas, similar a la que se está organizando entre indígenas,donde se demande el respeto a sus usos y costumbres y a su identidad.Arguyen la necesidad de estar unidos como los indígenas en pos dedefender su territorio. A la manera de un juego local de espejos, los mes-tizos de la zona se encuentran en un proceso de reconstrucción y rein-

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tura de relaciones del campo político regional. Como pago en reciproci-dad, los tepehuanos apoyaron posteriormente a los wixaritari mediantela presencia de un contingente de aproximadamente 200 personas. En elconflicto entre Durango y Zacatecas se involucraron directamente losgobernadores de ambos estados: priísta en el primero; en el segundo eradel Partido de la Revolución Democrática (PRD). El duranguense apoyóa los tepehuanos y el zacatecano a los mestizos de su estado. Cuando sedio el fallo a favor de Durango, el perredista organizó una gran marchade protesta en la capital de su estado.

La alianza wixarika-tepehuano representa una unión indígena re-gional de alcance todavía incierto, debido sobre todo a la similitud decondiciones que desencadenaron dichas movilizaciones: los tepehuanosdisputaban un territorio de poco más de 5 000 hectáreas que se encon-traba ubicado entre los arbitrarios límites del sureste de Durango y eloeste de Zacatecas; los wixaritari, por su parte, disputan un territorioubicado entre los límites de Jalisco, Durango y Zacatecas. La discrimina-ción étnica y racial de parte de los mestizos hacia los indígenas es equi-valente, por lo que la conciencia de una situación común es un factor depeso en el desarrollo de esta contienda. La ineficacia del Estado para re-solver los conflictos agrarios propicia que los grupos indígenas de laregión, recurran a movilizaciones que modifican sus esquemas identita-rios, donde lo “indígena” trasciende los límites locales de la “comuni-dad”, atentando contra algunos ámbitos de competencia del Estado, alreforzarse la idea todavía vaga de territorio étnico y autonomía (DíazPolanco 1996).

Bajo estas circunstancias, el campo político cobra particular impor-tancia, pues los indígenas tepehuanos que ahora apoyan a los wixaritariposeen un capital político de consideración, ya que re p resentan la mayorparte del electorado en el municipio El Mezquital, donde se ubica SanLucas de Jalpa, y en el que los mestizos son una minoría.1 8 De hecho, unode los candidatos a presidente municipal del P R I, es tepehuano, y brindó

18 En dicho municipio los indígenas representan 76.3% de la población total. Elnúmero de mestizos es de 6 238, por 14 138 tepehuanos y 1 397 wixaritari (Serrano et al.2002).

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Paralelo a esto se ha acrecentado el antagonismo entre los dos gru-pos, donde se han vinculado los campos político y jurídico. Hasta fina-les de la década de 1990, los mestizos habían gozado de un mayor capi-tal económico y político por medio del cual podían influir para inclinarlos litigios a su favor. Sin embargo, ahora los indígenas se han hecho deun capital político considerable del que se han valido en la actual co-yuntura democrática, por lo que tienen posibilidades relativas de ejer-cer una presión acotada con el voto electoral y con el apoyo en moviliza-ciones con otros pueblos indígenas.

Los faccionalismos al interior de ambos grupos han sido un factorconstante, sin embargo éstos han afectado más a los wixaritari, puesfacciones de ellos se aliaron con mestizos. Estos tratos locales han segui-do un patrón caciquil, donde los primeros se han subordinado a los se-gundos, bajo un margen de negociación casi irrelevante. A pesar de esto,las fronteras intergrupales se han mantenido a través de un conflictoque no ha sido homogéneo (indígenas vs mestizos), ni lineal, pues pro-gresivamente se han ido configurando distintas situaciones, según elcontexto histórico.

Los cambios en leyes nacionales e internacionales han jugado un pa-pel importante: los mestizos se han intentado valer del mecanismo jurí-dico del PROCEDE para legitimar la exclusión de la mayoría de los wixari-tari; mientras éstos, bajo la asesoría de instituciones estatales y ONG, hanutilizado su capital jurídico-cultural de “Pueblo Indígena” al apelar a lamediación de instituciones internacionales como la OIT. Es por eso quelas movilizaciones políticas y las pugnas en el caso presente, no sólo ha-cen referencia al marco legal del Estado mexicano, sino que también res-ponden a los estipulado internacionalmente por organismos multina-cionales, aunque dichos estatutos en la práctica no han dejado de estarmediatizados jurídica y políticamente por el Estado mexicano, tanto ensu aprobación oficial como en la puesta en práctica de los mismos.

Los esquemas cognoscitivos de caracterización étnica han incididode manera indirecta en los procesos de estructuración de las relacionesa través de un juego dialéctico entre los procesos políticos, jurídicos y delucha de clases, donde los grupos en pugna por bienes limitados se hanvalido del imaginario identitario para la exclusión o la inclusión relati-va, ya sea asimilando las categorías grupales prevalecientes, o modifi-

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vención de una identidad étnica, similar a lo que ha estado ocurriendoen Guatemala con los ladinos (Morales 1998). Esta postura probable-mente implicará una consecuente reorganización mestiza, difícil de lo-grar si tomamos en cuenta la gran difusión de sus lazos de parentescoen ámbitos transnacionales.

CONCLUSIONES

El conflicto que mantienen localmente wixaritari y mestizos no ha sidolineal, pues se ha modificado históricamente. Durante el siglo XX, la lo-calidad mostró dos tendencias fundamentales: de 1910 a 1970 se desa-rrolló una mestización creciente. De 1970 a nuestros días se ha presen-tado una tendiente reindianización, con una consecuente reetnizaciónde los mestizos. Sobre este fenómeno han incidido factores diversos, ta-les como la acción de los planes desarrollistas de organismos guberna-mentales sobre los indígenas, las movilizaciones indígenas nacionales einternacionales, los cambios en leyes agrarias e indígenas, y el despobla-miento mestizo por la emigración laboral a Estados Unidos y a zonasurbanas del país.

La acción integracionista de agentes gubernamentales durante lasdécadas de 1960 y 1970 fue fundamental para la activación de una reor-ganización étnica de los wixaritari de San Lucas de Jalpa. Las interaccio-nes entre ellos y el Estado se estrecharon; gran parte aprendió a hablary leer español, por lo que aparecieron nuevas funciones en la organiza-ción wixarika: maestros de escuela y líderes letrados. Si bien esta situa-ción afianzó la subordinación y aumentó la dependencia de los wixari-tari con el Estado, contribuyó a empoderar paulatina y relativamente alos mismos con respecto a los mestizos, pues por medio del sindicatomagisterial y de la movilización indígena regional y nacional, se hicie-ron de un capital político que han puesto en juego dentro de los campospolítico y jurídico. Los coras corrieron con peor suerte, pues padecierondel embate mestizo en una época en la que el Estado no contaba con lainfraestructura logística suficiente para mediar y legitimar su injerencia.Es hasta finales del siglo veinte cuando una ONG inició su no muy cons-tante mediación entre los wixaritari de Bancos y el Estado.

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Paralelo a esto se ha acrecentado el antagonismo entre los dos gru-pos, donde se han vinculado los campos político y jurídico. Hasta fina-les de la década de 1990, los mestizos habían gozado de un mayor capi-tal económico y político por medio del cual podían influir para inclinarlos litigios a su favor. Sin embargo, ahora los indígenas se han hecho deun capital político considerable del que se han valido en la actual co-yuntura democrática, por lo que tienen posibilidades relativas de ejer-cer una presión acotada con el voto electoral y con el apoyo en moviliza-ciones con otros pueblos indígenas.

Los faccionalismos al interior de ambos grupos han sido un factorconstante, sin embargo éstos han afectado más a los wixaritari, puesfacciones de ellos se aliaron con mestizos. Estos tratos locales han segui-do un patrón caciquil, donde los primeros se han subordinado a los se-gundos, bajo un margen de negociación casi irrelevante. A pesar de esto,las fronteras intergrupales se han mantenido a través de un conflictoque no ha sido homogéneo (indígenas vs mestizos), ni lineal, pues pro-gresivamente se han ido configurando distintas situaciones, según elcontexto histórico.

Los cambios en leyes nacionales e internacionales han jugado un pa-pel importante: los mestizos se han intentado valer del mecanismo jurí-dico del PROCEDE para legitimar la exclusión de la mayoría de los wixari-tari; mientras éstos, bajo la asesoría de instituciones estatales y ONG, hanutilizado su capital jurídico-cultural de “Pueblo Indígena” al apelar a lamediación de instituciones internacionales como la OIT. Es por eso quelas movilizaciones políticas y las pugnas en el caso presente, no sólo ha-cen referencia al marco legal del Estado mexicano, sino que también res-ponden a los estipulado internacionalmente por organismos multina-cionales, aunque dichos estatutos en la práctica no han dejado de estarmediatizados jurídica y políticamente por el Estado mexicano, tanto ensu aprobación oficial como en la puesta en práctica de los mismos.

Los esquemas cognoscitivos de caracterización étnica han incididode manera indirecta en los procesos de estructuración de las relacionesa través de un juego dialéctico entre los procesos políticos, jurídicos y delucha de clases, donde los grupos en pugna por bienes limitados se hanvalido del imaginario identitario para la exclusión o la inclusión relati-va, ya sea asimilando las categorías grupales prevalecientes, o modifi-

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vención de una identidad étnica, similar a lo que ha estado ocurriendoen Guatemala con los ladinos (Morales 1998). Esta postura probable-mente implicará una consecuente reorganización mestiza, difícil de lo-grar si tomamos en cuenta la gran difusión de sus lazos de parentescoen ámbitos transnacionales.

CONCLUSIONES

El conflicto que mantienen localmente wixaritari y mestizos no ha sidolineal, pues se ha modificado históricamente. Durante el siglo XX, la lo-calidad mostró dos tendencias fundamentales: de 1910 a 1970 se desa-rrolló una mestización creciente. De 1970 a nuestros días se ha presen-tado una tendiente reindianización, con una consecuente reetnizaciónde los mestizos. Sobre este fenómeno han incidido factores diversos, ta-les como la acción de los planes desarrollistas de organismos guberna-mentales sobre los indígenas, las movilizaciones indígenas nacionales einternacionales, los cambios en leyes agrarias e indígenas, y el despobla-miento mestizo por la emigración laboral a Estados Unidos y a zonasurbanas del país.

La acción integracionista de agentes gubernamentales durante lasdécadas de 1960 y 1970 fue fundamental para la activación de una reor-ganización étnica de los wixaritari de San Lucas de Jalpa. Las interaccio-nes entre ellos y el Estado se estrecharon; gran parte aprendió a hablary leer español, por lo que aparecieron nuevas funciones en la organiza-ción wixarika: maestros de escuela y líderes letrados. Si bien esta situa-ción afianzó la subordinación y aumentó la dependencia de los wixari-tari con el Estado, contribuyó a empoderar paulatina y relativamente alos mismos con respecto a los mestizos, pues por medio del sindicatomagisterial y de la movilización indígena regional y nacional, se hicie-ron de un capital político que han puesto en juego dentro de los campospolítico y jurídico. Los coras corrieron con peor suerte, pues padecierondel embate mestizo en una época en la que el Estado no contaba con lainfraestructura logística suficiente para mediar y legitimar su injerencia.Es hasta finales del siglo veinte cuando una ONG inició su no muy cons-tante mediación entre los wixaritari de Bancos y el Estado.

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cos, quienes son una verdadera minoría en el municipio. Por ese ladolos mestizos tendrían mayores posibilidades de presionar a su partido,tanto por las redes transnacionales migratorias y las asociaciones gana-deras, como por sus vínculos con las redes de narcotráfico regionales.Con todas estas limitantes, los de Bancos lograron negociar la edifica-ción de un nuevo xiriki en la zona alta madedera, desde donde puedenmonitorear las acciones de tala que los mestizos pretendan ejecutar,además de haber plasmado un negativo antecedente para los inversio-nistas en dicho recurso. Por otro lado, los que sí se han logrado encum-brar en su grupo son los líderes del movimiento, quienes han gestiona-do recursos para viajar a distintas reuniones en diferentes partes delpaís y han sido los mediadores del apoyo que han recibido, por lo queestos jóvenes se podrían consolidar como clase caciquil al interior de sugrupo, creando nuevas tensiones por la competencia del poder con lossectores más tradicionalistas de su grupo.

La lucha por la hegemonía a nivel local ha seguido una dialécticasingular: la dependencia mutua por los recursos hídricos, madereros yde suelo para uso agropecuario contenidos en un espacio limitado, hasido el “ancla” de la interdependencia conflictiva intergrupal (Brewer2001); las posturas radicales, de cero wixarika o de cero mestizo en al-gún espacio delimitado, han sido inviables, aunque es lo que ambosgrupos desean; la identidad, a pesar de estar hondamente arraigada enambos grupos, en ocasiones no ha sido un aliciente suficientemente sóli-do para las alianzas coyunturales intragrupales o intergrupales; la cohe-sión grupal ha necesitado de factores complementarios a la identidad,la cual no puede verse como causa única de la movilización y la unidad;los conflictos de clase, manejados estratégicamente por los agentes posi-cionados estructuralmente en lugares estratégicos (por lo general caci-ques), han sido el factor principal de la unión y de la facción en sus múl-tiples modalidades señaladas en este artículo, con el matiz de que en lasalianzas entre pueblos indígenas, como la tepehuana-wixarika, el factoridentitario se ha reforzado con elementos de clase y con el ejercicio delpoder por medio de relaciones de reciprocidad bajo coyunturas políti-cas regionales propicias; mientras que en las alianzas intergrupales emi-nentemente jerárquicas, como las de wixarika-mestizo, el factor de cla-se, la incertidumbre propia del “dilema del prisionero” (Brewer 2001) y

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cándolas para darles un sentido diferente (Schryer 2001), en una luchacontinua por imponer una hegemonía sobre el espacio territorial quepermita la supervivencia étnica y grupal. Con las leyes de reforma agra-ria, los mestizos modificaron su identidad, presentándose ante el Esta-do como indígenas coras, aunque en la vida cotidiana no se identifi-caban así. Ahora, con la reciente polarización del conflicto desatada porla aplicación local de las leyes de la “reforma a la reforma agraria” y elPROCEDE, están en un proceso de reetnización o de simple reafirmaciónde la identidad mestiza, que sin embargo es más consecuente con la“identidad” con la que se han “identificado” a sí mismos. Por lo tanto,están ante la impronta de reorganizarse grupal o étnicamente, pues suposicionamiento jerárquico grupal está siendo amenazado por la movi-lización indígena regional.

Los wixaritari, por otro lado, están en vías de superar los límites po-líticos que de alguna manera ha implicado su autoidentificación localwixarika y, sin abandonar la misma, han reforzado una añeja identidadpanindígena regional, por medio de su alianza política con los tepehua-nos. Esta identidad panindígena, tiene parcialmente su sustento en fac-tores transculturales como el referente territorial del kiekari, compartido,con sus acepciones locales correspondientes, por los indígenas del GranNayar (Neurath 2003). Se suman a ello los aspectos que atañen a la con-ciencia de clase (Schryer 2001), donde la situación compartida de despo-jo, marginación y discriminación étnica y racial han sido un alicientefuerte para la construcción de una alianza regional que ejerza presión enuna esfera política para la resolución de las demandas propias de unaesfera jurídica (Bourdieu 2001).

Coyunturalmente también influyó el hecho de que el gobernadorpriísta duranguense apoyó abiertamente a los tepehuanos contra losmestizos de Zacatecas, quienes eran respaldados por el gobernador pe-rredista de su estado. Intereses propios de linderos entre entidades fede-rales y de clientelismo político partidista abrieron una limitada oportu-nidad a los indígenas del Mezquital de empoderarse al mismo nivel quelos mestizos. El escollo que encaran por esta vía los wixaritari es el he-cho de que sus vecinos mestizos han sido fervientes priístas, al igualque los tepehuanos, por lo que se ve difícil que puedan convencer a és-tos para presionar a su partido para inclinar la balanza a favor de Ban-

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cos, quienes son una verdadera minoría en el municipio. Por ese ladolos mestizos tendrían mayores posibilidades de presionar a su partido,tanto por las redes transnacionales migratorias y las asociaciones gana-deras, como por sus vínculos con las redes de narcotráfico regionales.Con todas estas limitantes, los de Bancos lograron negociar la edifica-ción de un nuevo xiriki en la zona alta madedera, desde donde puedenmonitorear las acciones de tala que los mestizos pretendan ejecutar,además de haber plasmado un negativo antecedente para los inversio-nistas en dicho recurso. Por otro lado, los que sí se han logrado encum-brar en su grupo son los líderes del movimiento, quienes han gestiona-do recursos para viajar a distintas reuniones en diferentes partes delpaís y han sido los mediadores del apoyo que han recibido, por lo queestos jóvenes se podrían consolidar como clase caciquil al interior de sugrupo, creando nuevas tensiones por la competencia del poder con lossectores más tradicionalistas de su grupo.

La lucha por la hegemonía a nivel local ha seguido una dialécticasingular: la dependencia mutua por los recursos hídricos, madereros yde suelo para uso agropecuario contenidos en un espacio limitado, hasido el “ancla” de la interdependencia conflictiva intergrupal (Brewer2001); las posturas radicales, de cero wixarika o de cero mestizo en al-gún espacio delimitado, han sido inviables, aunque es lo que ambosgrupos desean; la identidad, a pesar de estar hondamente arraigada enambos grupos, en ocasiones no ha sido un aliciente suficientemente sóli-do para las alianzas coyunturales intragrupales o intergrupales; la cohe-sión grupal ha necesitado de factores complementarios a la identidad,la cual no puede verse como causa única de la movilización y la unidad;los conflictos de clase, manejados estratégicamente por los agentes posi-cionados estructuralmente en lugares estratégicos (por lo general caci-ques), han sido el factor principal de la unión y de la facción en sus múl-tiples modalidades señaladas en este artículo, con el matiz de que en lasalianzas entre pueblos indígenas, como la tepehuana-wixarika, el factoridentitario se ha reforzado con elementos de clase y con el ejercicio delpoder por medio de relaciones de reciprocidad bajo coyunturas políti-cas regionales propicias; mientras que en las alianzas intergrupales emi-nentemente jerárquicas, como las de wixarika-mestizo, el factor de cla-se, la incertidumbre propia del “dilema del prisionero” (Brewer 2001) y

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cándolas para darles un sentido diferente (Schryer 2001), en una luchacontinua por imponer una hegemonía sobre el espacio territorial quepermita la supervivencia étnica y grupal. Con las leyes de reforma agra-ria, los mestizos modificaron su identidad, presentándose ante el Esta-do como indígenas coras, aunque en la vida cotidiana no se identifi-caban así. Ahora, con la reciente polarización del conflicto desatada porla aplicación local de las leyes de la “reforma a la reforma agraria” y elPROCEDE, están en un proceso de reetnización o de simple reafirmaciónde la identidad mestiza, que sin embargo es más consecuente con la“identidad” con la que se han “identificado” a sí mismos. Por lo tanto,están ante la impronta de reorganizarse grupal o étnicamente, pues suposicionamiento jerárquico grupal está siendo amenazado por la movi-lización indígena regional.

Los wixaritari, por otro lado, están en vías de superar los límites po-líticos que de alguna manera ha implicado su autoidentificación localwixarika y, sin abandonar la misma, han reforzado una añeja identidadpanindígena regional, por medio de su alianza política con los tepehua-nos. Esta identidad panindígena, tiene parcialmente su sustento en fac-tores transculturales como el referente territorial del kiekari, compartido,con sus acepciones locales correspondientes, por los indígenas del GranNayar (Neurath 2003). Se suman a ello los aspectos que atañen a la con-ciencia de clase (Schryer 2001), donde la situación compartida de despo-jo, marginación y discriminación étnica y racial han sido un alicientefuerte para la construcción de una alianza regional que ejerza presión enuna esfera política para la resolución de las demandas propias de unaesfera jurídica (Bourdieu 2001).

Coyunturalmente también influyó el hecho de que el gobernadorpriísta duranguense apoyó abiertamente a los tepehuanos contra losmestizos de Zacatecas, quienes eran respaldados por el gobernador pe-rredista de su estado. Intereses propios de linderos entre entidades fede-rales y de clientelismo político partidista abrieron una limitada oportu-nidad a los indígenas del Mezquital de empoderarse al mismo nivel quelos mestizos. El escollo que encaran por esta vía los wixaritari es el he-cho de que sus vecinos mestizos han sido fervientes priístas, al igualque los tepehuanos, por lo que se ve difícil que puedan convencer a és-tos para presionar a su partido para inclinar la balanza a favor de Ban-

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el ejercicio del poder mediante la amenaza han sido contrastantementemás relevantes, y, en este explícito caso, la identidad grupal ha servidomás como mecanismo de poder para la exclusión, que para la cohesión.

MATERIAL DE ARCHIVO AGRARIO CONSULTADO

Expediente 276.1/1660, Población San Lucas de Jalpa, Municipio El Mezquital,Durango, Bienes Comunales, Archivo Histórico del Registro Agrario Nacio-nal, México DF.

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FECHA DE RECEPCIÓN DEL ARTÍCULO: 01 DE DICIEMBRE DE 2004FECHA DE ACEPTACIÓN DEL ARTÍCULO: 13 DE ENERO DE 2005

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