Esto se ha terminado (Año Cero)

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EN PORTADA 20 TEXTO MIGUEL PEDRERO PARA QUE EL SISTEMA CAPITALISTA SE MANTENGA A FLOTE, LA ECONOMÍA DEBE CRECER SIEMPRE DE FORMA CONSTANTE. SIN EMBARGO, NUESTRO PLANETA NO ES INFINITO. TIENE UNOS LÍMITES QUE HEMOS REBASADO CON CRECES Y, SEGÚN LOS EXPERTOS, EN UN PAR DE DÉCADAS ALCANZAREMOS EL PUNTO DE NO RETORNO. ENTONCES YA NO HABRÁ ESPERANZA NI PARA LA TIERRA NI PARA LA HUMANIDAD. EN EL SIGUIENTE REPORTAJE MOSTRAMOS LOS RIESGOS, CONTRADICCIONES Y CAMBIOS RADICALES A LOS QUE DEBEMOS ENFRENTARNOS EN LOS PRÓXIMOS VEINTE AÑOS SI QUEREMOS EVITAR EL COLAPSO DEFINITIVO. ESTO SE HA NUESTRO SISTEMA ECONÓMICO Y LA DEPREDACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES ABOCAN A LA TIERRA A SU FIN EN PORTADA 20 A fuerza de convertirse en un mensaje tan repetido, la opinión pú- blica hace tiempo que ha dejado de prestar atención a este asunto. Sin embargo, no existe problema más importante que debamos re- solver en las próximas décadas, si no queremos que la especie huma- na desaparezca de la faz de la Tierra. Por eso sorprende que gobiernos e instituciones internacionales mues- tren una parálisis tan extraordinaria. La explicación estriba en que nues- tro modo de vida, basado en un sis- tema de mercado capitalista global, se asienta en el crecimiento cons- tante. En el momento en que una economía –local, nacional, continen- tal o mundial– decrece, se equilibra o no aumenta por encima del 1,5% anual, el propio funcionamiento del capitalismo genera una contracción que lleva a esa economía a una crisis que amenaza la estabilidad del propio sistema. Es la mayor contradicción del capitalismo, porque su supervi- vencia depende de un crecimiento indeinido, pero en el mundo tridimensional en el que vivimos los recursos son limitados, por lo tanto existe un punto de no retorno a partir del cual es imposible conti- nuar expandiéndose… Y nuestro hogar, esa pelota azul que gira en algún lugar en el extrarradio de la Vía Láctea, está a punto de alcanzar esa situación irreversible a causa de nuestras actividades extractivas e industriales. EL PLANETA NO DA PARA MÁS La solución para evitar el apocalipsis planetario no es sencilla, puesto que implicaría un cambio radical de sistema económico e industrial y, por lo tanto, de forma de vida en las sociedades más opulentas. ¿Estamos dispuestos a carecer de automóviles, a olvidarnos de viajar por nuestro país y por otros o a dejar de emplear en gran medida equipos electrónicos? ¿Estamos preparados para la desaparición de los supermercados y otras super- icies comerciales y consumir sólo productos generados en nuestra localidad? ¿De verdad aceptaremos no tener la posibilidad de elegir entre miles y miles de productos de toda clase fabricados en cualquier nación de la Tierra? ¿Seremos capa- ces de consumir menos de la mitad de energía y recursos hídricos? Al estado de la cuestión se suma el hecho de que sociedades hasta ahora subdesarrolladas pretenden acaparar su porción de tarta en el tablero del capitalismo mundial. Son los casos de China, India y Brasil, que ya son potencias económicas

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¿Qué futuro nos aguarda?

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TEXTO MIGUEL PEDRERO

PARA QUE EL SISTEMA CAPITALISTA SE MANTENGA A FLOTE, LA ECONOMÍA DEBE CRECER SIEMPRE DE FORMA CONSTANTE. SIN EMBARGO, NUESTRO PLANETA NO ES INFINITO. TIENE UNOS LÍMITES QUE HEMOS REBASADO CON CRECES Y, SEGÚN LOS EXPERTOS, EN UN PAR DE DÉCADAS ALCANZAREMOS EL PUNTO DE NO RETORNO. ENTONCES YA NO HABRÁ ESPERANZA NI PARA LA TIERRA NI PARA LA HUMANIDAD. EN EL SIGUIENTE REPORTAJE MOSTRAMOS LOS RIESGOS, CONTRADICCIONES Y CAMBIOS RADICALES A LOS QUE DEBEMOS ENFRENTARNOS EN LOS PRÓXIMOS VEINTE AÑOS SI QUEREMOS EVITAR EL COLAPSO DEFINITIVO.

ESTO SE HA

NUESTRO SISTEMA ECONÓMICO Y LA DEPREDACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES ABOCAN A LA TIERRA A SU FIN

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Afuerza de convertirse en un mensaje tan repetido, la opinión pú-blica hace tiempo que ha dejado de prestar atención a este asunto.

Sin embargo, no existe problema más importante que debamos re-solver en las próximas décadas, si no queremos que la especie huma-na desaparezca de la faz de la Tierra. Por eso sorprende que gobiernos e instituciones internacionales mues-tren una parálisis tan extraordinaria. La explicación estriba en que nues-tro modo de vida, basado en un sis-tema de mercado capitalista global, se asienta en el crecimiento cons-tante. En el momento en que una economía –local, nacional, continen-tal o mundial– decrece, se equilibra o no aumenta por encima del 1,5% anual, el propio funcionamiento del capitalismo genera una contracción que lleva a esa economía a una crisis que amenaza la estabilidad del propio sistema.

Es la mayor contradicción del capitalismo, porque su supervi-vencia depende de un crecimiento indeinido, pero en el mundo tridimensional en el que vivimos los recursos son limitados, por lo tanto existe un punto de no retorno a partir del cual es imposible conti-nuar expandiéndose… Y nuestro hogar, esa pelota azul que gira en

algún lugar en el extrarradio de la Vía Láctea, está a punto de alcanzar esa situación irreversible a causa de nuestras actividades extractivas e industriales.

EL PLANETA NO DA PARA MÁSLa solución para evitar el apocalipsis planetario no es sencilla, puesto que implicaría un cambio radical de sistema económico e industrial y, por lo tanto, de forma de vida en las sociedades más opulentas. ¿Estamos dispuestos a carecer de automóviles, a olvidarnos de viajar por nuestro país y por otros o a dejar de emplear en gran medida equipos electrónicos? ¿Estamos preparados para la desaparición de los supermercados y otras super-icies comerciales y consumir sólo productos generados en nuestra localidad? ¿De verdad aceptaremos no tener la posibilidad de elegir entre miles y miles de productos de toda clase fabricados en cualquier nación de la Tierra? ¿Seremos capa-ces de consumir menos de la mitad de energía y recursos hídricos?

Al estado de la cuestión se suma el hecho de que sociedades hasta ahora subdesarrolladas pretenden acaparar su porción de tarta en el tablero del capitalismo mundial. Son los casos de China, India y Brasil, que ya son potencias económicas

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ENIGMAS Y ANOMALÍAS

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ATERMINADO

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to de las temperaturas– y la prohi-bición del uso de plaguicidas –que contaminan el medio ambiente– y de la tala descontrolada de árboles son opuestas al crecimiento econó-mico y, por lo tanto, a la continuidad de la globalización capitalista.

2. Todavía hay margen para reac-cionar. Antes de dos o tres décadas, cuando la Tierra llegue al punto de no retorno, los avances tecnológicos y cientíicos permitirán la salvación de nuestro «hogar azul». La historia ha estado plagada de obstáculos para la supervivencia de la especie humana, pero siempre ha prevalecido el instinto de superación y adaptación para resolver cualquier problema.

3. El tercer punto es el más impo-pular porque mercantiliza a la Tierra. Los dirigentes de organizaciones como el Club Bilderberg y la Trilateral –a las que pertenecen los principales directivos de las mayores multina-cionales, además de primeros mi-nistros y presidentes de gobiernos, propietarios de medios de comuni-cación y prestigiosos académicos–, cuyo objetivo esencial es la defensa del sistema capitalista, apuntan en sus reuniones secretas a una verdad incómoda: que la esencia de la especie humana es el desarrollo y el crecimiento continuo. Es cierto que la Tierra se está agotando y que no podrá absorber este ritmo de desa-rrollo por mucho más tiempo, pero el sistema solar, la galaxia y el universo

O ahora o nunca, porque el planeta está al comienzo

de una enfermedad que en un par de décadas será terminal. Los gobiernos más poderosos del pla-neta y las organizaciones cientíicas más prestigiosas están de acuerdo –a grandes rasgos– con el análisis de los «enemigos» del capitalismo, pero diieren en las soluciones. Están bastante más cerca de la postura defendida por las grandes multinacionales, que grosso modo podría resumirse en tres puntos.

1. Las propuestas para la reduc-ción de gases contaminantes –que generan un efecto invernadero en la atmósfera y el consiguiente aumen-

ELEXAGERADO CONSUMISMO SE HA CONVERTIDO

EN EL MOTOR ECONÓMICO DE

OCCIDENTE

e industriales y que pretenden com-petir con EE UU, Europa, Japón y los países productores de petróleo en Oriente Medio. A medida que estos «colosos dormidos» se convierten en economías más prósperas, aumenta el nivel de vida de sus habitantes, que demandan un con-sumo de bienes y servicios similar al de los ciudadanos de Occidente. El problema es que no hay recursos suicientes para tantos millones de almas consumiendo sin parar…

A pesar de esta «imposibilidad técnica», en la actualidad son nece-sarios ¡2,2 países similares a Chi-na para que su territorio se autoabastezca cada año! Estudios cientíicos bastante conservado-res indican que la hu-manidad consumió en 2015 un planeta y medio. Según estos cálculos, en 2030 harán falta más de dos mundos como el nues-tro y para el período 2050-2060 la sufrida Tierra no podrá sostener tal grado de depredación y sobrevendrá el apocalipsis deinitivo.

EL CAPITALISMO

PRIMERO

Como hemos esbozado anterior-mente, la solución que plantean grupos y fundaciones ecologistas y altermundistas –enemigos del sistema de globalización capitalis-ta– es promover un cambio radical de modo de vida y reestructurar desde su base nuestro sistema económico. Estas organizaciones claman que ya no tenemos tiempo.

El sistema

capitalista exige

un crecimiento

constante para

su supervivencia,

pero la Tierra

tiene límites.

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son enormes y ricos en recursos naturales, así que nuestro futuro está en las estrellas, colonizando y explotando otros planetas para continuar con el imperativo de crecer y crecer sin descanso. Qué importa que la Tierra acabe consumiéndose, si el inmenso cosmos en un ininito reservorio de materias primas y mundos en los que asentarnos, ex-pandiendo la globalización capitalista hasta límites que ahora no podemos ni imaginar. Somos los amos del uni-verso y nuestro «impulso genético» es conquistarlo…

LA TIERRA COMO ALMACÉN MUERTOEl brasileño Leonardo Boff es uno de los intelectuales altermundistas con mayor inluencia y prestigio en la actualidad. Exsacerdote francis-cano y profesor de Teología durante más de veinte años, hace décadas que denuncia el agotamiento de los recursos naturales de la Tierra, mostrando las contradicciones del capitalismo. Sus declaraciones y escritos provocaron las iras de la jerarquía vaticana en 1992, que in-tentó acallarlo imponiéndole la pena de silencio. Pero el teólogo eligió dejar el sacerdocio para continuar hablando con total libertad.

Su punto de vista no admite matices: «O el capitalismo triunfa al ocupar todos los espacios, como pretende, y entonces acaba con la

ecología y pone en riesgo el siste-ma Tierra, o triunfa el ecologismo y destruye al capitalismo, o lo somete a tales transformaciones que no pueda ya ser reconocible como tal. Esta vez no va a haber un arca de Noé que rescate a algunos y deje morir a los demás. O nos salvamos todos o perece-mos todos». Está claro que Boff desconoce la existencia de planes para construir ese arca de Noé: na-ves interplanetarias para evacuar a las clases dirigentes de la Tierra y trasladarlas a bases permanentes en otros planetas (ver el primer artículo de portada, titulado El plan oculto de los amos del mundo).

Como apunta el pensador ecolo-gista, la situación de nuestro mundo es terminal. Cada día se extinguen para siempre diez especies de seres vivos y desde 1972 el 65% de las tierras cultivables del planeta han desaparecido, al igual que la mitad de las selvas. En cuanto a las reservas naturales de agua, están próximas a agotarse. Tal como predicen los analistas de la CIA y de otros servi-cios de inteligencia occidentales, las guerras de la próxima década ya no serán por el control de gas o petróleo, sino del

NO LA SOLUCIÓNSOMOS EL PROBLEMA,

Sabemos que somos culpables de

acabar con multitud de especies

animales y vegetales y de la con-

taminación del medio ambiente.

Calculamos la velocidad a la que

hacemos desaparecer la masa fo-

restal y medimos el nivel de exter-

minio a los animales, pero a causa

de nuestra forma de vida y del

sistema económico-político en el

que estamos inmersos, nos resulta

difícil relacionarnos personalmen-

te con el problema. Somos muy

capaces para las cifras, promedios

y estadísticas, pero absolutamen-

te incapaces de fijarnos en una

planta que ya no florece o en un

pájaro que perece a causa de la

contaminación. Desde un punto

de vista paternalista pretendemos

proteger el medio ambiente, cuan-

do el medio ambiente lo único que

necesita es protegerse preci-

samente de quienes lo quieren

salvar: de la especie humana. Pero

¿existen las especies? Sí desde

el punto de vista humano, que

procura catalogar la realidad en

compartimentos estancos: física,

química, historia, biología, ve-

getales, animales, insectos…

Pero la realidad es que

nuestra suerte va unida

a la del resto de seres

vivos que pueblan el

planeta, así que esa

separación sólo existe

en nuestras mentes.

Y mientras no seamos

plenamente conscien-

tes de ello, difícilmente

podremos encarar los

problemas ecológicos con

pleno conocimiento.

Leonardo

Boff (izquierda)

denuncia desde

hace décadas

que nuestro

planeta no podrá

sostener el nivel

de depredación

al que lo estamos

sometiendo.

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líquido elemento, esencial para la supervivencia de cualquier entidad biológica. «Tras este proceso de pillaje –escribe Boff– se oculta una imagen reduccionista de la Tierra. Es vista sólo como un almacén muerto de recursos a explotar. No es respe-tada en su alteridad y autonomía, ni se le reconoce ninguna sacralidad. Mucho menos es amada como un superorganismo vivo, la Gran Madre de los antiguos, la Pacha Mama de nuestros indígenas y la Gaia de algunos cosmólogos».

LOS JUEGOS

DEL HAMBRE

Respecto al efecto invernadero y al calentamiento de la Tierra, los cál-culos más conservadores apuntan a que en los próximos 50 años la temperatura de nuestro mundo po-dría aumentar hasta en tres grados, lo que generaría desastres naturales en cadena de consecuencias impre-visibles, como sequías –y, por con-siguiente, conlictos armados por el control de los recursos hídricos– o el deshielo de los polos.

Otra causa susceptible de generar un mundo ingobernable y sumido en constantes disputas y guerras es la creciente desigualdad social que está provocando el proceso de globalización capitalista. En la actuali-dad, el 20% de la población más rica del planeta acapara el 84% de los

recursos disponibles, mientras que el 20% más pobre debe conformar-se con el 1,4%. Además, los datos inciden en que la brecha entre unos y otros va en aumento, porque en 1960 esa quinta parte menos favo-recida disfrutaba del 2,3% de los re-cursos. Es un auténtico escándalo, porque esta situación es responsa-ble de que un niño menor de cinco años muera cada cinco segundos a causa de la falta de alimentos. Las cifras causan escalofríos: 6.200.000 pequeños pierden la vida cada año por no tener nada que llevarse a la boca. Pero si tenemos en cuenta a todos aquellos que perecen por esta razón, no sólo a los menores de cinco años, debemos multiplicar dicha cifra por cuatro. Lo grave es que esto sucede en un mundo que genera comida suiciente para cubrir las necesidades de 12.000 millones de personas, el doble de la pobla-ción mundial, cifrada hoy en día en torno a los 6.000 millones de almas.

Entonces, ¿por qué se desper-dicia tal cantidad de alimentos? La respuesta es simple: porque si fue-sen a parar gratuitamente a esos miles de millones de necesitados, el mercado se vería seriamente afectado y los precios disminuirían, con la consiguiente pérdida de rentabilidad para las multinaciona-les de la alimentación. No olvide-mos que en el capitalismo prima la

obtención de beneicios, que cada año deben ser mayores al anterior para que continúe el crecimiento imparable y la viabilidad del siste-ma. En este sentido, Boff deiende que «el desarrollo capitalista crea acumulación apropiada para unos pocos a costa de la explotación y del perjuicio de las grandes mayo-rías. Ese crecimiento pretende ser siempre progresivo».

CRECER A

CUALQUIER COSTE

Immanuel Wallerstein es uno de los sociólogos y pensadores más inluyentes del siglo XX, y está con-siderado como uno de los mejores analistas de las contradicciones tan-to del sistema capitalista como de los movimientos altermundistas. El profesor retirado de la Universidad de Binghamton (EE UU) opina que tanto una visión del mundo como su contraria tienen un origen milena-rio, a pesar de que en la actualidad se está imponiendo la primera. Pero esta circunstancia no impide que cada vez un mayor porcentaje de población en las sociedades industrializadas tome conciencia de los problemas ecológicos. Sin em-bargo, esos mismos que pretenden detener la degradación del medio ambiente también aspiran a una mayor comodidad y calidad de vida, lo que invariablemente incide en la

“Las guerras del futuro cercano

serán por el control del bien más necesario para sobrevivir: el agua

ANIMALES Y PLANTAS

sufren las fatales

consecuencias

de la conta-

minación del

medio ambiente,

situación que ya

se está volviendo

contra nosotros.

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creciente destrucción de la naturale-za. «Esto simplemente prueba que estamos metidos en otra contradic-ción del sistema histórico –asegura Wallerstein–. Mucha gente quiere tener más árboles y más bienes materiales, y gran parte de la misma se limita a separar en sus mentes ambas demandas».

El sociólogo también plantea otro problema inherente al imparable proceso de globalización capitalista: el necesario crecimiento económico constante ha provocado que esos beneicios cada vez mayores ya no puedan ser mantenidos, así que el capitalismo ha pasado de basar-se en la industria a hacerlo en el sistema inanciero y todo lo que eso implica, como los «juegos de mo-nopoly» en las bolsas o la creación de burbujas inancieras que tarde o temprano acaban explotando y generando crisis que en cualquier momento pueden acabar con nues-tro sistema, como estuvo a punto de suceder en 2008. Por cierto, ries-go que todavía no ha desaparecido, sino que sigue muy presente en las mentes de aquellos que manejan la economía mundial.

La crisis económica en la que estamos sumidos –que supuso un golpe sin igual al sistema inancie-ro–, unida a la falta de crecimiento del sector industrial, genera una contracción del crecimiento que

El sociólogo

Immanuel

Wallerstein

(abajo) ha

mostrado las

contradicciones

del capitalismo.

CUMBRE DE PARÍS

EL FRAUDE DE LA

El 12 de diciembre de 2015 tuvo

lugar un acuerdo que los medios

de comunicación calificaron de

histórico. 195 países reunidos en

la capital francesa pusieron fin a

varias semanas de encuentros en

la llamada Cumbre de París, tras

alcanzar una serie de pactos para

evitar el aumento de la temperatura

en el planeta. Acordaron limitar la

emisión de gases que provocan el

efecto invernadero, para llegar en

2050 al deseado equilibrio entre

emisiones y capacidad de absorción

del medio ambiente. El objetivo

es mantener las temperaturas por

debajo de los 2 grados centígrados

con respecto a los niveles prein-

dustriales. Sin embargo, ambien-

talistas, ecologistas y científicos

especialistas en el cambio climático

quisieron rebajar el tono triunfalista

que mostraron ante la prensa los

representantes de las naciones

más poderosas de la Tierra.

Uno de los primeros en

alzar la voz fue James

Hansen, pionero en el

estudio del cambio

climático, profesor

en la Universidad de

Columbia (EE UU) y

antiguo climatólogo

de la NASA. Hansen,

que se convirtió en

el primer científico en

advertir en el Congreso

estadounidense sobre

los riesgos del calenta-

miento global, dijo que la

Cumbre de París había sido «un

fraude y una farsa», puesto que

no se mencionó a los auténticos

causantes del problema –multina-

cionales y gobiernos occidentales–

ni se pusieron en marcha medidas

urgentes para acabar con una

economía basada en la explotación

de los combustibles fósiles. Por su

parte, Corinne Le Quéré, del Centro

Tyndall para la Investigación del

Cambio Climático, aseguró que

los compromisos asumidos en la

cumbre eran más que insuficientes

y proyectan un escenario catastró-

fico de 2,7 grados de aumento de la

temperatura del planeta, muy por

encima del punto de no retorno.

YO

UTU

BE

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amenaza a la propia supervivencia del modelo económico imperante. La única solución es que la industria y las inanzas no sólo mantengan sino que aumenten su nivel de ingresos. Pero ¿cómo conseguirlo? A través de dos vías: la reducción de la mano de obra y costes labo-res –lo que se traduce en menores sueldos y pérdida de derechos sociales– y mediante subvenciones más o menos encubiertas de los gobiernos (es decir, de todos los contribuyentes).

En la actualidad estas dos estra-tegias de inanciación a la industria y a las inanzas están salvando la situación a corto plazo, pero a largo signiica un nuevo colapso, puesto que al menguar el poder adquisitivo de la población difícilmente puede invertir en comprar productos y, por tanto, la rueda de la economía no puede seguir girando. En realidad no se trata de un plan de rescate –como intentan vendernos desde organismos internacionales como la Unión Europea–, sino de un modo

de ganar tiempo hasta el crack dei-nitivo. Cuando eso suceda, las élites ya habrán diseñado y puesto en marcha un plan de salvación para sí mismas, guardando a buen recaudo sus activos inancieros e invirtiendo en tierras de cultivo y acuíferos para continuar manteniendo su dominio sobre la población mundial. Tal como apunta Wallernstein: «El capitalismo histórico está en crisis precisa-mente porque no puede encontrar soluciones razonables a los dilemas actuales, entre los que la incapaci-dad para contener la destrucción ecológica es uno de los mayores, aunque no el único».

SABIDURÍA TRADICIONAL O APOCALIPSISDe parecida opinión es el doctor Mathis Wackernagel, presidente de Global Footprint Network, organiza-ción internacional de investigación que proporciona datos concretos y contrastados a gobiernos e institu-ciones públicas y privadas sobre el impacto ecológico de la actividad humana. Desde su experiencia y atalaya privilegiada de observación, concluye lo siguiente: «El compás económico que guía gobiernos, empresas y consumidores está estropeado. Nos presenta como beneicios lo que en realidad es una pérdida de riqueza para toda la sociedad. Llevar un recurso natural al colapso, como stocks de pesca, acuíferos y bosques, cuenta como positivo en el Producto Interior Bruto. Cambiar la forma en que medimos y describimos cosas en términos eco-nómicos es esencial para asegurar la buena gestión de nuestros recursos naturales y la provisión de bienes y servicios que nos proporcionan. El medio natural puede funcionar sin la economía, pero no al revés».

Para Leonardo Boff la solución al punto muerto en el que nos encontramos no la hallaremos en sesudos trabajos cientíicos, ni en tesis doctorales, ni en grupos de trabajo internacionales, sino en las cosmovisiones indígenas, que pueden constituir «una fuente de inspiración en esta crisis civilizatoria, porque nos enseñan que podemos ser humanos de otra forma». Esa sabiduría ancestral, opina el líder social, «debe ser revisada por nues-tra cultura materialista, por nuestra voracidad, que puede llevarnos a un punto de no retorno».

“La solución sólo podrá

venir de la cosmovisión ecológica propia de las poblaciones indígenas