Estado de La Cuestión

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ESTADO DE LA CUESTIÓN ACERCA DE LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LAS ACCIONES TERRORISTAS DESARROLLADAS POR SENDERO LUMINOSO ENTRE 1980 Y 1992 Para efectos de tener una visión panorámica del contexto histórico en el cual desarrollamos este trabajo, queremos exponer sucintamente algunos hechos políticos concurrentes. Ciertamente, uno de los problemas que agobió al segundo mandato de Fernando Belaunde lo constituyó el terrorismo, que si bien comenzó a gestarse en la década de los sesenta, no se materializó sino hasta dos décadas después con la aparición pública de Sendero Luminoso y su llamada “guerra popular”. La agrupación de corte maoísta sentó sus bases en Ayacucho, donde no sólo se reflejaba la pobreza que asolaba la zona, sino también el desamparo estatal al interior del país. La razón por la cual el senderismo no fue detenido a tiempo estuvo ligada, en parte, a la poca importancia que las autoridades le dieron al asunto. A fin de combatir la influencia genocida de Sendero Luminoso, el gobierno declaró en estado de emergencia a Ayacucho y envió a las Fuerzas Armadas para que intervinieran el lugar y pusieran orden. Con la primera gestión de Alan García (1985) el accionar terrorista, además de intensificarse, se extendió a lo largo de todo el territorio. A medida que el grupo terrorista volaba torres de alta tensión, asesinaba y se infiltraba en instituciones educativas, el país se envolvía en una crisis cada vez peor. Pese a los intentos del Estado por aplacar el terror, el establecimiento de las rondas campesinas y la reestructuración del aparato militar, la lucha contrainsurgente no tuvo éxito. En 1992, en pleno gobierno de Alberto Fujimori, se incrementaron los atentados que perturbaron a la población pero se tomó la decisión política de combatirlo frontalmente. Paralelamente, se logró minimizar a Sendero Luminoso a través de la captura de su máximo líder, Abimael Guzmán, y de otros integrantes del movimiento. 1

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ESTADO DE LA CUESTIÓN ACERCA DE LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LAS

ACCIONES TERRORISTAS DESARROLLADAS POR SENDERO LUMINOSO ENTRE 1980 Y

1992

Para efectos de tener una visión panorámica del contexto histórico en el cual desarrollamos este trabajo,

queremos exponer sucintamente algunos hechos políticos concurrentes. Ciertamente, uno de los problemas

que agobió al segundo mandato de Fernando Belaunde lo constituyó el terrorismo, que si bien comenzó a

gestarse en la década de los sesenta, no se materializó sino hasta dos décadas después con la aparición pública

de Sendero Luminoso y su llamada “guerra popular”. La agrupación de corte maoísta sentó sus bases en

Ayacucho, donde no sólo se reflejaba la pobreza que asolaba la zona, sino también el desamparo estatal al

interior del país. La razón por la cual el senderismo no fue detenido a tiempo estuvo ligada, en parte, a la poca

importancia que las autoridades le dieron al asunto. A fin de combatir la influencia genocida de Sendero

Luminoso, el gobierno declaró en estado de emergencia a Ayacucho y envió a las Fuerzas Armadas para que

intervinieran el lugar y pusieran orden. Con la primera gestión de Alan García (1985) el accionar terrorista,

además de intensificarse, se extendió a lo largo de todo el territorio. A medida que el grupo terrorista volaba

torres de alta tensión, asesinaba y se infiltraba en instituciones educativas, el país se envolvía en una crisis

cada vez peor. Pese a los intentos del Estado por aplacar el terror, el establecimiento de las rondas

campesinas y la reestructuración del aparato militar, la lucha contrainsurgente no tuvo éxito. En 1992, en

pleno gobierno de Alberto Fujimori, se incrementaron los atentados que perturbaron a la población pero se

tomó la decisión política de combatirlo frontalmente. Paralelamente, se logró minimizar a Sendero Luminoso

a través de la captura de su máximo líder, Abimael Guzmán, y de otros integrantes del movimiento.

La palabra “terrorismo” y lo que esta conlleva ha significado y es un objeto de estudio clave para gran

cantidad de investigadores. El presente estado de la cuestión ha sido especialmente diseñado para despertar en

el lector el interés por saber cómo un pensamiento extremista puede ser capaz de transformar la mente de un

grupo de mujeres hasta el punto de ponerlas en contra de su propia naturaleza e impulsarlas a cometer actos

de violencia desmesurada con el propósito de generar terror en la sociedad, erradicar el sistema de gobierno

establecido e instaurar uno nuevo, acorde con su doctrina particular. También, ha sido orientado a Perú por

haber sufrido en carne propia la experiencia terrorista hasta el punto de ver condicionado su futuro.

Asimismo, se ha decidido ahondar en el papel que desempeñó la mujer en el accionar subversivo de Sendero

Luminoso a fin de contrastar la actitud pasiva propia de la figura femenina en periodos anteriores de la

historia con el rol protagónico que asumió como senderista. A partir de aquí, lo que se busca es acabar con

múltiples ideas que, aún hoy, se empeñan en colocarla como ejemplo de subordinación absoluta. Si bien no

las justifica, esta investigación pretende comprender su proceder ideológico. Indudablemente, el problema de

investigación planteado alude a un fenómeno social del cual se habla superficialmente, pero poco se conoce,

especialmente en términos de complejidad. Además, teniendo en cuenta la tensa coyuntura sociopolítica que

experimenta la nación hoy en día a raíz de los procesos a los cuales viene siendo sometido el ex presidente

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Alberto Fujimori en el llamado “Juicio del siglo” por delitos cometidos durante la “guerra popular”, es claro

que esta época y lo que ella trajo consigo no solo invita a debatir a las autoridades, sino también a los

ciudadanos, quienes se guían por los medios de comunicación. Inclusive, dicho acontecimiento no se pierde

de vista en el exterior.

Una vez presentado el marco temporal y el contenido temático de este estudio, procederemos a mencionar a

los connotados especialistas que hemos considerado para contestar a la pregunta “¿Cuál fue la participación

de la mujer en las acciones terroristas desarrolladas por Sendero Luminoso entre 1990 y 1992?”. Carmen

Rosa Balbi es Magíster en Sociología y profesora de post grado de esta asignatura en la Pontificia

Universidad Católica del Perú. Se desempeña como investigadora y consultora en temas laborales y políticas

sociales.1 Por su parte, Juan Carlos Callirgos es bachiller en Antropología de la Pontificia Universidad

Católica del Perú, donde se desempeña como docente de la Facultad de Ciencias Sociales. También, es Doctor

en Historia por la Universidad de Florida e investigador en temas de etnicidad, identidad nacional,

construcción de masculinidades y racismo en el Perú.2 Robin Kirk es egresada de la Universidad de Chicago y

especialista en Derechos Humanos. Asimismo, se desempeña como escritora, periodista y perito.3 Al igual

que Balbi, Imelda Vega-Centeno también es investigadora, consultora y profesora universitaria. Socio-

antropóloga de profesión y autora de numerosos libros, ha realizado varios trabajos en torno a la sociología de

las religiones, de la cultura y las juventudes en América Latina.4 De otro lado, la socióloga Isabel Coral

Cordero es especialista de la guerra interna, investigadora del Centro de Promoción y Desarrollo Poblacional

(Ceprodep) y ex Jefa del Programa de Apoyo al Repoblamiento del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social

(Mimdes).5

A modo de comienzo, nos ocuparemos del papel pasivo de la mujer en los movimientos subversivos.

Usualmente, hasta hace algunos años, era impensable que la mujer se alzara en armas y compartiera el mismo

destino que su esposo en el campo de batalla. De hecho, cuando el hombre se desempeñaba como

combatiente, lo común era que su compañera hiciera frente al bando contrario recolectando alimento,

protegiendo la casa o seduciendo al enemigo para obtener información confidencial que solo este podía

facilitarle.6 Está claro que el único mérito que se les reconocía era su diligencia para continuar cumpliendo sus

labores domésticas. Si bien se les exigía que colaboraran, era necesario que lo hicieran desde su posición

habitual. Entonces, se podría deducir que, en estos casos, la ideología en cuestión y los hombres que la

defendían no consideraban a la mujer como un fin en sí mismo, sino como un medio al punto de sacar a flote

su atractivo sexual en detrimento de su espíritu bélico. Tal como lo indica Kirk, en el imaginario popular de

los países afectados por terrorismo ha quedado grabada la figura de una mujer que constituye un híbrido de

1 Cfr. DESCO 20032 Cfr. PUCP 20053 Cfr. HRW 20074 Cfr. UPC 19985 Cfr. MINTRA 2007

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6 Cfr. Kirk 1993: 15

hermosura y brutalidad:

“En la mayoría de culturas, una mujer armada supone algo muy distinto al hombre en la misma condición: es la emoción armada, la violencia empujada más allá de las reglas de un combate formal. En el lugar de la madre hay algo de otro mundo, de una naturaleza terrorífica. Las pocas mujeres que han liderado guerrillas insurgentes modernas son recordadas por su salvajismo, o por su fatal belleza: por ejemplo, Fusako “Dama de Mayhem” Shigenobu, del minúsculo Ejército Rojo japonés, y Ulrike Meinhof, cofundadora de la facción Ejército Rojo de Alemania Occidental (…).” (1993: 15)

Desde un punto de vista personal, el hecho de que la mujer renuncie a su condición de madre para dar

preferencia a la lucha armada puede llegar a ser difícil e, incluso, insoportable, ya que va en contra de su

esencia. Quizás es por esta razón que trata de llenar el vacío de la maternidad negada a través de la

exacerbación de sus emociones más fuertes, las cuales se verán reflejadas en su actitud hacia la guerra.

Ahora que sabemos del contexto en el cual se mantuvo inscrita gran parte de la faceta sociológica de la mujer,

podemos centrarnos en el contraste que hay entre el escenario histórico descrito y la realidad que se vivió en

nuestro país durante la lucha armada con respecto a la presencia femenina:

“Según autoridades penales peruanas, la tercera parte de los acusados de actos terroristas atribuidos a Sendero Luminoso son mujeres. Desde 1990, las investigaciones de inteligencia policial documentan la presencia de ocho mujeres entre los 19 miembros del clandestino Comité Central del Partido, así como la de dos integrantes femeninos en un Politburó compuesto por cinco miembros. (…) El senderismo declara que el 40 por ciento de sus militantes son mujeres.” (Kirk 1993: 14)

A través de estas palabras, Kirk nos indica que, para la época, Sendero Luminoso fue una de las agrupaciones

terroristas pioneras en incorporar y confiarle parcialmente al sexo femenino el comando de sus células. Un

punto en el que, a su vez, coinciden Balbi y Callirgos:

“(…) Sendero Luminoso es la agrupación política peruana que tiene el mayor número de mujeres en sus puestos directivos. Esto también se refleja en el hecho de que las condenas impuestas a las mujeres senderistas son, en promedio, de mayor duración que las de los hombres.” (1992: 50)

Por esta razón, la considerable intervención de mujeres subversivas supone un revuelo político sin

precedentes, pues no sólo hay un elevado índice femenino en las huestes senderistas, sino también un mayor

interés por parte de los dirigentes masculinos en llamarlas a participar activamente de los eventos del partido.7

Empero, aún cuando el ámbito de la política se haya visto conmocionado por esta repentina aparición

femenina, no hay que olvidar que cada estamento de la sociedad la definía e interpretaba según su propio

juicio. En efecto, una de las concepciones que giraron en torno a la consolidación de la mujer en el proyecto

insurgente correspondió a la ciudadanía:

“Cuando sus rostros aparecen en los noticieros nocturnos, la gente se pregunta: “¿Qué hacen allí esas muchachas?”. Sacuden la cabeza; se sorprenden ante este signo de mal agüero, como un cometa o un chubasco en una ciudad en la que jamás llueve. ¿Adónde va a parar el mundo? Es como si la

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naturaleza hubiera producido una criatura totalmente nueva: un cordero con dos cabezas, un niño con aletas en lugar de pies y manos.” (Kirk 1993: 18)

7 Cfr. Balbi y Callirgos 1992: 50

Por el simple hecho de estar presente en un grupo terrorista, la mujer parece indicarle a la población que no

todo marcha bien en el sistema establecido.8 Por ende, es posible que SL haya aprovechado la inquietud

supersticiosa que invadía a los peruanos a este respecto para inducirlos a cuestionar el orden imperante.

De otro lado estaban los más escépticos, quienes argumentaban que no por participar en la guerra popular la

mujer quedaba eximida de sumisión al varón, pues este había hallado la forma de acercarla mediante la farsa,

la estafa y la manipulación: “La imagen dominante era la de una mujer carente de visión política y usada

como un instrumento por estos hombres violentos, psicópatas y sedientos de sangre.” (Kirk 1993: 9)

Indudablemente, esta concepción que se tenía sobre ella es cuestionable, porque la fracción femenina de

Sendero Luminoso estaba compuesta por mujeres dotadas de gran inteligencia. En efecto, muchas de sus

integrantes admiten haberse tomado el tiempo necesario para pensar acerca de lo que implicaba unirse al

Partido Comunista del Perú. En síntesis, ya sea a nivel personal o político, tenían sus razones y eran capaces

de fundamentar por qué su balanza se había inclinado a favor de una utopía mediante complicados debates.

En lo concerniente a la visión mediática de la mujer, la reacción se vuelve algo esquemática. Según los

periódicos, existen, únicamente, dos clases bien diferenciadas de mujer senderista. Estas son: (i) la autómata

asexuada, donde se caracteriza la figura femenina propia de Sendero Luminoso por su frialdad y espíritu

guerrero al ser comparada con un arma blanca; y (ii) la diosa de la lujuria, donde la feminidad senderista

adopta un cariz lujurioso y denota una obsesión casi enfermiza por la muerte. De hecho, sus atributos físicos

van de la mano con su afición por los placeres de la carne y su crudeza.9 Tanto las pertenecientes al primer

tipo como al segundo tipo parecen encontrar su expresión más representativa en la figura de dos famosas

senderistas:

“Ella [Camarada Meche] es la imagen de la “autómata asexuada” senderista, opuesta a la de Edith Lagos. “Como parte de las legiones de hierro, mantenemos nuestra condición de invencibles con el todopoderoso Pensamiento Marxista-Leninista-Maoísta-Gonzalo, y bajo la conducción absoluta del Partido”, dijo a su entrevistador de El Diario.” (Kirk 1993: 54)

“Cuando saco la cuenta de todos los hombres que dicen haber sido amantes de Edith Lagos, obtengo una lista de aproximadamente veinte por año, contando desde la edad en que aprendió a caminar.” (Kirk 1993: 44)

En lo que respecta al criterio con que fue calificada la mujer senderista por el feminismo, Kirk sostiene lo

siguiente: “Ellas [las feministas] creen que no es cierto que las mujeres se unan a Sendero Luminoso, una

guerrilla embustera que solía aparentar más poder del que tenía. “¿Mujeres?”, dicen. “Sólo unas cuantas

locas”.” (1993: 17).

A modo de respuesta, y en un intento por evitar que sus ideas se tergiversen, Kirk aclara que, si bien reconoce

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8 Cfr. Kirk 1993: 199 Cfr. Kirk 1993: 17

que las mujeres senderistas acatan firmemente las órdenes de un hombre, el Presidente Gonzalo, no considera

a SL como alzamiento feminista. Por tanto, cree conveniente advertir a las feministas acerca del error que

cometen al desconocer o negar la realidad de la mujer senderista, quien no duda en implicarse con un móvil

capaz de colmar sus expectativas de justicia e igualdad mundial.10

Desde el punto de vista del “Presidente Gonzalo”, es imprescindible que el aspirante a subversivo esté

dispuesto a entregarse incondicionalmente a los ideales del partido y a dañarse a sí mismo con tal de no

perjudicar a la organización. Sin embargo, invita a sus camaradas hombres a que sigan el ejemplo de las

mujeres, debido a que le atribuye una capacidad implícita para desarrollar la actitud terrorista anteriormente

descrita. Así, expresa un disimulado favoritismo por la fidelidad de la mujer hacía la ideología senderista.11

Ocupémonos ahora de la idea que tenía la policía sobre los rasgos distintivos de la mujer senderista:

“(…) Son más determinadas y peligrosas que los hombres, tienen conductas absolutistas, y se consideran capaces de desempeñar cualquier misión, poseen la dicotomía de la debilidad y la dureza, son indulgentes, sumamente severas… explotan y manipulan al prójimo, son impulsivas y arriesgadas”.” (Kirk 1993: 18)

Considerando que la policía era un organismo conocido por exhibir a los “sospechosos de terrorismo” en

entrevistas periodísticas para presumir el poder que ejercía sobre ellos tras haberlos capturado, cabe resaltar el

cambio rotundo de su actitud al mostrar respeto e, incluso, temor hacia la presteza de la mujer senderista.12

Ciertamente, la ferocidad y alevosía propias del accionar de la mujer senderista son recogidas en este

fragmento registrado por Kirk:

“(…) lo más corriente es que sea una mujer la encargada de dar el tiro de gracia a los oficiales policiales y militares atacados por los especialmente entrenados escuadrones de aniquilamiento de Sendero Luminoso.” (1993: 32)

Prueba de ello es que, en varias ocasiones, el dogmatismo, la radicalidad y la sangre fría que la caracterizaron

superó con creces el nivel que sus “camaradas” hombres alcanzaron al respecto. Como una muestra de este

proceder criminal, con salvajismo y sangre fría, presentamos el siguiente caso:

“(…) “La Chata”, quien en noviembre de 1990 condujo una incursión de 50 senderistas a la hacienda de un prominente líder político limeño. (…) la Chata obligó al dueño de la hacienda, Javier Puiggrós, a arrodillarse en el suelo para el “juicio popular” (…). Aunque los trabajadores dicen que Puiggrós los trataba bien, La Chata fue inconmovible como una roca con él. “La mala hierba”, iba diciendo la senderista, “debe ser arrancada desde la raíz”. Le disparó al pecho dos veces. Según una nota periodística, La Chata se arrodilló ligeramente para propinarle el tiro de gracia en la nuca. Horas más tarde, ella misma era abaleada por la policía en la carretera. Con ella murieron otros dos hombres, a quienes la prensa sindicó como sus amantes.” (Kirk 1993: 17)

10 Cfr. Kirk 1993: 11

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11 Cfr. Kirk 1993: 4912 Cfr. Kirk 1993: 18

Sería absurdo negar que la mujer senderista cometiera múltiples injusticias, asesinatos y excesos. Sin

embargo, este menosprecio por los derechos humanos fue utilizado con otros fines que no se ajustaron a las

normas de imparcialidad. Recordemos que, con el propósito de evitar que las mujeres se confrontaran o

rompieran con la voluntad del varón, se procedió a crear en el contexto cultural un ideario caracterizado por

evidenciar sentimientos de rechazo y recelo hacia aquellas que se atrevieran a contradecir sus palabras.

Ciertamente, este pensamiento influyó directamente en la forma como la colectividad reaccionó ante la

aparición de Sendero, pues al estar poco acostumbrada a ver a una mujer integrando las filas de un

movimiento subversivo, no encontró mejor forma de describirla que ligando su naturaleza a la monstruosidad.

Por esta razón, la mujer senderista pasó a ser sinónimo de perturbación y vicio, y, con ella, la feminidad, pues

tanto el accionar terrorista como el derramamiento de sangre fueron inclinaciones atribuidas exclusivamente a

dicho género.13

Por otro lado, refiriéndonos al tema educacional en la formación de la mujer senderista, de acuerdo con

diversos testimonios recogidos por los periodistas, gran parte de las muchachas captadas por la organización

refieren haberse esforzado más estudiando con los líderes senderistas que con sus profesores en el colegio.

Así, en vez de textos, transcribían fragmentos de las obras de Marx, Lenin y Mao, y, sobre todo, del máximo

jefe de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, previamente memorizados por los dirigentes más expertos. El

aprendizaje era, pues, sinónimo de memoria. Las jóvenes se dedicaban a aprender las fases de la guerra de

guerrillas, por qué razón era imprescindible una destrucción para poder reconstruir. En tanto, las reuniones de

crítica se realizaban prácticamente cada noche. En múltiples ocasiones, eran reprendidas las que no hablaban,

pues era inconcebible que una auténtica revolucionaria callara u ocultara algo al Partido.14

A partir de la década de los setenta, en lo que concierne al procedimiento para captar cuadros, se observa una

tendencia en los senderistas a preferir determinadas disciplinas universitarias, siendo las más comunes las de

ciencias sociales, educación, agronomía, enfermería y obstetricia. Sendero apostó por planificar su estrategia

en función del número de estudiantes que se podía movilizar y de las actividades ligadas al plan subversivo

que podían desempeñar. Con excepción de la carrera de agronomía, los demás programas de educación

superior seleccionados por Sendero Luminoso albergaban una población significativamente femenina. En

cuanto a su nivel educativo oficial, es importante destacar que la mujer terrorista sobresale como más

preparada que los hombres; con mejor formación y cultura superior:

“(…) las mujeres condenadas por terrorismo, en promedio, tienen un nivel educativo mayor que los hombres. Así, la proporción de mujeres sentenciadas por terrorismo con título profesional y/o estudios de postgrado es superior a la de los hombres (10%, contra 3.9% entre los hombres). Asimismo, el 56.7% de las mujeres sentenciadas por terrorismo había recibido educación superior, mientras sólo el 31.4% de los hombres sentenciados por terrorismo poseían ese nivel educativo.” (Balbi y Callirgos 1992: 51)

13 Cfr. Vega-Centeno 1994: 208-209

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14 Cfr. Kirk 1993: 20

Estos porcentajes sorprenden sabiendo que el Perú de ayer era un país cuya sociedad colocaba a la mujer en

desventaja al enfrentarla a una distinción prácticamente inalterable entre los límites de género. Si la mujer

senderista había logrado cumplir un mayor número de expectativas educativas con referencia a sus camaradas

hombres, la mujer peruana también se había abierto camino en su lucha por equiparar el ritmo masculino. Sin

embargo, en términos generales, aún permanecía en posiciones académicas inferiores que las de los varones.

Durante los primeros años de propagación senderista, las relaciones entre géneros no consiguieron

desprenderse del orden tradicional. Más bien, se desarrollaron y cobraron fuerza. Sobre esto último, Coral nos

expresa: “Con el argumento de garantizar la seguridad del partido los patriarcas dirigentes de Sendero buscaron controlar

la vida privada de sus miembros, la ubicación de su vivienda, la manera de vivir y hasta la elección de su pareja (…).”

(1999: 341-342)

Fueron numerosas las veces en las que el partido terrorista tomó la decisión de desintegrar un romance.

Igualmente, hubo otras ocasiones en las que resolvió construirlo siempre y cuando aportara al desempeño de

la organización y no interfiriera con sus planes. Sendero hasta se atrevió a reducir la etapa del enamoramiento

a una simple táctica para captar mujeres. Para tales efectos, introdujo la costumbre de preparar “fiestas

juveniles”, las mismas que eran promovidas con carácter oficial por reconocidos cabecillas del conjunto

senderista.15

De lo expuesto se advierte que, en el campo sentimental, Sendero introduce una poderosa influencia para

modificar los términos normales de las relaciones amorosas, vivencias hogareñas y aspectos concurrentes que

tienen las mujeres en general, sometiendo su sentir al férreo interés del Partido: “Cuando este [su

entrevistador de El Diario] le preguntó por el amor, Meche replicó: “El amor es para la clase, y está en

función de la guerra popular”.” (Kirk 1993: 54)

Estas modificaciones radicales en el manejo de los sentimientos constituyen una veta cuantiosa para

reflexionar sobre las proyecciones sociológicas de la influencia de Sendero en instituciones básicas del

entorno familiar, como por ejemplo, el matrimonio. Así, si un camarada hombre tenía intenciones de contraer

matrimonio con una mujer terrorista y era aceptado por esta, ambos debían comprometerse a conducir su

compromiso en función a una serie de máximas senderistas. Cuando la boda acontecía, la mujer estaba de

acuerdo con el principio de jurar fidelidad no sólo a su futuro esposo, sino también al PCP y, por ende, a su

máximo líder. A partir de entonces, el Comisario Político del lugar, encargado de oficiar el rito, establecía un

pacto inquebrantable donde no interesaba la unidad conyugal, sino la masa revolucionaria.16

La influencia casi mítica de Abimael en el imaginario de sus posibles adeptas se aprecia desde la etapa de

15 Cfr. Coral 1999: 342

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16 Cfr. Kirk 1993: 9

reclutamiento de la mujer senderista, pero signada por la exigencia de absoluta lealtad al líder:

“Fue como si estuviera tratando de capturarme, de seducirme con sus palabras”, me dice Silvia [otra de las ex militantes senderistas entrevistadas por la autora]. “Él siguió tratando de reclutarme hasta un día en que llegó a casa sin avisar para dejar algunos libros. Entonces vio salir a dos de sus rivales políticos e imaginó que yo estaba en el lado contrario. Desde ese momento me miró con odio, como si lo hubiera traicionado. Nunca más me dirigió la palabra. Luego de eso, un día en que iba caminando por la calle, Katia Morote (hermana de Osmán) atravesó la avenida sólo para escupirme. Ella estaba casada con Julio Casanova, otro cuadro importante. Las esposas eran así: leales a sus esposos y, desde luego, al Partido”.” (Kirk 1993: 32)

Veamos a continuación qué formalidad debe cumplirse para enrolarse a Sendero previa aceptación de su base

ideológica. A diferencia de la mentalidad medieval que se caracterizó por demandarle a la mujer europea que

se presentase a un convento para sacudirse de la afrenta de haber nacido bajo el sexo femenino, tal repudio

no se le plantea a la mujer senderista, pues esta, al abandonar su modus vivendi para inscribirse en el

movimiento senderista, establece un acuerdo mágico religioso que la protege de cualquier avatar

desfavorable, porque ingresa libre de estigmas; en igualdad de condiciones que los hombres y que otras

mujeres, sea cual fuere su condición social o étnica, liberándose de prejuicios. Bajo este sentido, superan en

nivel a las mujeres de raza blanca, a las mujeres pudientes y, en general, a todo aquel que no forma parte de la

agrupación terrorista ni comparte sus ideales.17 Todo parece apuntar a que si la mujer aspiraba acceder al

partido era porque estaba consciente de que su pretensión conllevaba el cumplimiento de ciertos requisitos

elementales a la vista de los dirigentes del mismo: ser capaz de liderar y de dedicarse de lleno a las tareas

senderistas aún cuando ello implicara descuidar deberes laborales y académicos, y romper lazos familiares e,

inclusive, sentimentales.

Refiriéndonos a la primacía de la ideología sobre otras vivencias, apreciamos ahora que preservar el

pensamiento político era más importante que la táctica y pericia guerreras, según se advierte de la siguiente

cita, donde se contrasta la preparación para el combate de una senderista con su compromiso doctrinero de

insertarse en la revolución:

“Betty [una de las ex militantes senderistas entrevistadas por la autora, más conocida como Camarada Rita] aprendió a apuntar con un arma y a limpiarla, cómo irrumpir en una estación policial y cómo tender una emboscada. Más importante que la habilidad, era el pensamiento – el Pensamiento Gonzalo. Incluso soñaba con tener ante sí a su glorioso Presidente Gonzalo, con su enorme e imponente silueta ante un brillante amanecer rojo. Pronto, Betty gritaba como los camaradas más experimentados, con el puño apretado y el rostro henchido de amor. Amor al Partido, amor al pueblo, a los camaradas, a la victoria. El Presidente Gonzalo había dicho que tomaría 50 años. ¡Ella estaba lista! No había diferencia por el hecho de ser una mujer. Ellas también eran revolucionarias –guerreras–, en busca de la justicia. ” (Kirk 1993: 9)

El compromiso ideológico (Pensamiento Gonzalo) que vincula a las activistas de Sendero haciéndolo su plan

de vida, como lo hemos visto en el caso de Betty, se lleva al paroxismo para defenderlo; resulta más

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17 Cfr. Kirk 1993: 34importante que la propia existencia; como una suerte de mandamiento para la mujer senderista. Así lo vemos

en el siguiente caso:

“Ella [Augusta la Torre] era una camarada, dice, “capaz de aniquilar su propia vida para no levantar la mano contra el Partido… En la lamentable confusión de su soledad nerviosa, prefirió autoaniquilarse, extinguirse”.” (Kirk 1993: 48)

Mediante estas palabras, Abimael Guzmán considera a Augusta un modelo de abnegación por haberlo

apoyado a lo largo de toda su campaña revolucionaria y hace del fallecimiento de su esposa un verdadero

ejemplo a seguir al presentar su sacrificio como una fuente rica en virtudes senderistas y sublime sacrificio

por el Partido.18 En efecto, supo capitalizar esta acendrada vivencia ideológica de las mujeres senderistas,

explotando el ejemplo de Augusta La Torre, para lograr casi endiosarse:

“El efecto no es sexual, sino paternal. Ellas son sus leales favoritas. Es como si Guzmán viera en ellas a Augusta. Puede temer a los hombres, en tanto rivales. Pero las mujeres son espíritus gemelos, comprometidos con una causa. La causa es la revolución que, para Sendero Luminoso, se ha convertido en sinónimo del propio Guzmán. La causa es él.” (Kirk 1993: 49)

De ahí que las relaciones de dependencia se vieran considerablemente afianzadas mediante el culto que se

profesaba a los dirigentes partidarios de mayor envergadura. Conocedores de su enorme popularidad y

jactándose de sus dotes intelectuales, tan sólo era cuestión de tiempo para que dichos sujetos se adjudicaran

aires de gran señor y guardaran distancia del resto de integrantes del grupo. Como era de suponer, los pilares

de la organización senderista se apoyaban en una sólida propensión a idealizar y divinizar a los aludidos. Lo

cierto es que, tratándose de las mujeres, el escenario descrito fue recogido para múltiples finalidades, a veces

hasta fuera del mismo partido.19 Lo experimentado por la junta de “mujeres frentistas” da fe de ello:

“Aparentemente en reconocimiento de sus méritos habían recibido del partido el delicado encargo de garantizar la seguridad del líder máximo del frente de masas que a su vez era un connotado dirigente del partido. Pero en realidad no eran más que damas de compañía que en disciplinados turnos se encargaban entre otras tareas políticas menores de las necesidades domésticas y personales del líder.” (Coral 1999: 342)

Esta fidelidad, entendida además por el líder como una especie de propiedad sobre el cuerpo y alma de la

mujer reclutada, se refleja aún más en esta cita: “(…) las mujeres del entorno íntimo de Guzmán parecen jugar un rol

tradicional, al construirle al líder un ámbito protector y de seguridad afectiva.” (Balbi y Callirgos 1992: 52-53)

Aunque resulte difícil creerlo, tanto hombres como mujeres encaraban a sus oponentes mediante la

difamación de la imagen femenina. En efecto, si lo que querían era desprestigiar a los dirigentes varones

opositores, bastaba con repartir notas que revelaran la infidelidad de sus esposas. Queda claro que, cuando los

calificaban de “cachudos”, los líderes senderistas, además de avergonzar públicamente a sus enemigos, les

restaban autoridad.20 Empero, atacaban con más frecuencia e intensidad la reputación de las mujeres que

18 Cfr. Kirk 1993: 49

9

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19 Cfr. Coral 1999: 34220 Cfr. Coral 1999: 342

lideraban el bando contrario, porque las acusaban de prostituirse, de dedicarse a los vicios y de cometer

adulterio:

“Recogí el testimonio de una mujer que por discrepancias ideológicas renunció a Sendero y decidió combatir estas posiciones desde fuera. Esta osadía le costó una campaña de desprestigio acusándola de prostituta y de haber contraído por esta razón enfermedades venéreas.” (Coral 1999: 342)

Inclusive, mujeres senderistas conocidas por sus dotes de inteligencia y fuerza no dudaban en autodenigrarse

con tal de incrementar la efectividad de un plan estratégico determinado:

“En una confrontación estudiantil en la que Sendero fue derrotado, perdiendo el control del espacio de la residencia de los estudiantes universitarios, como una estrategia para desvirtuar los acontecimientos, un grupo de líderes senderistas mujeres, algunas de ellas casadas, aparecieron públicamente agitando sus ropas interiores para acusar a sus adversarios de haberlas violado.” (Coral 1999: 342)

Hemos evaluado cuán profunda y compleja era la maquinaria de formación ideológica en torno al Presidente

Gonzalo y su Pensamiento, lo cual marca profundamente a la mujer senderista en su proceder. Esto se rubrica

refiriéndonos al trato impuesto en casos de mujeres delatoras o “soplonas “. Respecto a las sanciones que se

les imponía a las acusadas de proporcionar información confidencial a la policía clandestinamente, se puede

afirmar que tanto la tortura como la violación significaban poco, en comparación con la humillación que

suponía “caer en la negra mugre reaccionaria”. En respuesta a su debilidad, a las delatoras o “soplonas “no

solo se las forzaba a autoinculparse por medio de la palabra escrita, sino también a acudir a talleres de crítica.

Además, se les propinaba golpes y se les rapaba el cabello. Incluso se usaba el castigo para incentivar más la

ideología y profundizar su accionar terrorista. Excepcionalmente se perdonaba a una delatora en casos

extremos, sobre todo cuando esta no se comunicaba, no ingería alimento o no era capaz de soportar la crisis

nerviosa que la atacaba a raíz de la tortura.21 En suma: un esquema casi perfecto de formación ideológica

donde prima la participación femenina incluso rectificando errores de las activistas para no perderlas, lo cual

demuestra que las consideraban valiosas.

Como una manera de resolver la problemática de la dicotomía varón/mujer, que simbolizaba lo malo, lo

inferior y lo despiadado, se optó por someter a esta última, hecho que sustentaba y, en cierto modo, justificaba

la dominación ejercida por el varón que personificaba lo bueno, lo superior y lo meditado. De esta forma, la

mujer en Sendero hizo su aparición bajo condiciones socioculturales adversas que, sin embargo, no le

impidieron manifestar su presencia con una periodicidad nunca antes apreciada en otras agrupaciones

políticas de corte insurgente.22 Se podría aventurar una respuesta aduciendo que, en cuanto al espacio y al

deber político, la mujer senderista no recibía negativa alguna por parte del partido.

Refiriéndonos a los métodos de captación de reclutas mujeres, es interesante acotar que el objetivo que

10

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21 Cfr. Kirk 1993: 6422 Cfr. Vega-Centeno: 209persigue el Partido al pronunciar sus distintos discursos es captar a mujeres pertenecientes a cualquier estrato

socioeconómico. Coral también coincide con este señalamiento cuando subraya:

“Algunas eran hijas de familias, migrantes y provincianas citadinas y accedieron también una franja de mujeres jóvenes urbano marginales y campesinas captadas a través de las “escuelas populares” y/o enroladas compulsivamente.” (Coral 1999: 343)

De esta manera, se inicia un proceso que devendrá en el advenimiento de los primeros grupos senderistas

conformados por mujeres, quienes, en su mayoría, provenían de la clase media estudiantil y profesional.

Empero, no por ello debe obviarse la figura, aunque menor, de mujeres cuyo perfil popular correspondía a

áreas urbanas socialmente segregadas. Conforme el Estado peruano cedía terreno a las luchas armadas

emprendidas por el terrorismo, Sendero iba estimulando paulatinamente la aparición de mujeres

simpatizantes, interesadas en afiliarse.23

El movimiento Sendero Luminoso dista de parecerse a los demás grupos latinos, debido a que la lucha armada

que promueve busca regirse en base a un poder masificado que se alimenta, en parte, de la armonía resultante

entre dos factores aparentemente irreconciliables dentro de la feminidad: la maternidad y la fuerza bruta. 24 De

todos los elementos que Sendero Luminoso ha plasmado en sus arengas, hay uno que sobresale por la

efectividad brindada al movimiento. Justamente, su éxito radica en haber recogido un hecho que se desprendía

directamente de la coyuntura femenina peruana de aquel momento. Se trata de la alusión al malestar del que

era preso un sinnúmero de mujeres, entre alumnas y titulares, al ver frustrados sus intentos de insertarse

dignamente en el mercado laboral:

“En su discurso para captar a la mujer, Sendero incluye los aspectos de su historia reciente (…): “… las estudiantes, las jóvenes universitarias ven que su futuro se trunca, que el viejo Estado les niega desarrollarse como profesionales, que nada pueden esperar del viejo orden.” (Balbi y Callirgos 1992: 52)

Consecuente con lo antes mencionado, se nos presenta el asunto referente a la situación negativa que el país le

ofrece a la mujer profesional, truncándole su realización:

“(…) se dirige a las mujeres profesionales: “Cada año se agudiza el problema de la formación y desempeño de los profesionales en general y de las mujeres en particular. Está ligado precisamente a la crisis de la sociedad peruana, pues el Estado, cada vez más reaccionario, les niega el futuro… ¿Qué deben esperar las mujeres profesionales de este viejo sistema? En síntesis, nada. En un orden donde los profesionales ven truncados sus ideales de forjarse y servir al pueblo… el único camino de la mujer profesional es asumir el rol que como intelectual la historia le demanda, participar en la revolución…” (Balbi y Callirgos 1992: 52)

Este acercamiento a la idea senderista de un gobierno que impulsa a sus ciudadanos a la mediocridad necesita

de una precisión sobre cómo la organización subversiva evaluaba a las emigrantes y a las subempleadas. Si

las primeras han optado por buscar nuevas oportunidades en el exterior, las segundas parecen poner en tela de

11

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23 Cfr. Coral 1999: 34124 Cfr. Balbi y Callirgos 1992: 53juicio la teoría senderista, pues han sido capaces de subsistir en medio de un supuesto caos. Pese a ello, y

dado el elevado grado académico que distinguía a la facción femenina senderista, hay que reconocer que

Sendero Luminoso simbolizaba una opción sumamente atrayente para aquellas mujeres impedidas de subir en

la escala social:

“Sendero Luminoso es consciente de que la mujer ha ingresado al mercado de trabajo, y en función de este fenómeno elaboró un mensaje para la mujer del Perú de hoy: “La mayor incorporación de la mujer al proceso de la producción y la misma agudización de la lucha de clases en el país plantea necesariamente el problema central de la politización de la mujer como parte integrante e indispensable en la guerra popular.” (Balbi y Callirgos 1992: 52)

Reiterando el discurso anterior, que conecta a la mujer senderista con el mundo laboral y la escala social, que

le fueron negados tradicionalmente, los órganos de comunicación masiva del Partido insistían en este hecho:

“La sección de El Diario dedicada a la mujer se encargaba de transmitir la idea de que la mujer debía “incorporarse a la revolución proletaria mundial” para acabar con “la opresión familiar, la religiosa, la del clan y luchando contra los blancos que pesan sobre el pueblo…”.” (Balbi y Callirgos 1992: 52)

Mediante estas líneas, Sendero Luminoso demuestra estar consciente de su capacidad para percibir la

situación opresiva en la que se hallaba inscrita la mujer peruana en aquel entonces. Continuando con su

esquema de incentivar el ascenso social de la mujer senderista, el Partido introduce un elemento novedoso,

permitiendo la participación femenina en los cuadros dirigenciales y de mando en los grupos terroristas

propiamente dichos:

“(…) las mujeres no alcanzan a ocupar puestos importantes en las agrupaciones políticas legales, mientras sí lo logran en Sendero Luminoso, llegando a ser dirigentes regionales, encargadas de comandos de aniquilamiento y columnas armadas, etcétera.” (Balbi y Callirgos 1992: 52-53)

Esta cita nos sugiere que, a diferencia de otros sectores que parecían volverle la espalda, el grupo senderista

no se mostraba indiferente a los requerimientos de la mujer por romper las barreras de género. Ciertamente,

uno de los propósitos de Sendero Luminoso fue generar en ella la convicción de que la causa terrorista era la

única capaz de proveerla con las herramientas necesarias para su resurgimiento social. Y para demostrarlo, no

sólo las impulsó a que siguieran adelante en su deseo por asumir posiciones dominantes en la jerarquía

senderista, sino también a que exigieran ser aceptadas y reconocidas por la agrupación. Las integrantes del

cuerpo femenino de Sendero Luminoso, entonces, aprovecharon sin vacilar el ofrecimiento para ocuparse de

los sistemas de dirección y logística subversivos.25 Para tales efectos, Sendero construye organizaciones

dentro de su estructura que recogen esta dinámica femenina pregonando como aliciente la emancipación de la

mujer y la igualdad de género:

“Entre los organismos de apoyo y difusión de Sendero (…) se encuentra el Movimiento Femenino Popular (MFP) desde el cual, según Abimael Guzmán, se “enarbola la tesis de la Emancipación (sic) de la mujer impulsando la movilización de las mujeres obreras, campesinas, barriales, estudiantiles…”.” (Balbi y Callirgos 1992: 50)

12

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25 Cfr. Balbi y Callirgos 1992: 52-53Avanzando más en el análisis, apreciamos cómo Sendero Luminoso concede un especial valor estratégico a la

mujer. En efecto, muchos de sus discursos fueron exclusivamente diseñados para abordar el conjunto de

problemas relativos a la mujer y su función en la guerra popular.26 Es una compleja combinación de fortalezas

del género femenino con necesidad de reivindicación que Sendero trata de explotar: “El discurso de Sendero

Luminoso resultará (…) doblemente atractivo para la mujer, porque combina las reivindicaciones de género

con la propuesta de lucha política contra las injusticias y desigualdades.” (Balbi y Callirgos 1992: 51)

Como es obvio, la captación de elementos femeninos se orienta, dadas las circunstancias, a la necesidad de

las mujeres para solucionar sus responsabilidades que la sociedad y la familia les imponen como madres:

“Para ellas [las madres de familia] se resalta la dificultad de adquirir los bienes de consumo necesarios para la reproducción familiar, y se enfatiza sus angustias en su condición de madres encargadas de las actividades domésticas: “… las madres de familia que abiertamente repudian a este gobierno genocida que las viene postrando junto a sus hijos cada vez más en la miseria, subiendo decaradamente (sic) los precios de los alimentos, de los servicios públicos (agua, luz, alquiler), de la salud, la educación, mientras a la vez congela sin piedad los bolsillos…” (Balbi y Callirgos 1992: 53)

Se observa el afán de los cabecillas senderistas por destacar lo difícil que resulta para un ama de casa

conseguir productos de primera necesidad para el consumo familiar en un entorno cada vez más agobiado por

el alto costo de vida. Del mismo modo, remarcan el malestar que significa tener que lidiar con las tareas del

hogar siendo madre, en un intento por convencer al ama de casa de que la comprenden y se identifican con

ella.27 La influencia de Sendero, en estos mecanismos de captación, es de tal magnitud que se incluyen a los

niños como futuros combatientes del Partido, bajo la premisa de transformar al mundo:

“Sus Bases de discusión [las de Sendero Luminoso] explicitan las siguientes intenciones: “Hacer que

los niños participen activamente en la guerra popular, pueden cumplir diversas tareas a través de las

cuales vayan comprendiendo la necesidad de transformar el mundo,…cambiar su ideología y que

adopten la del proletariado.” (Balbi y Callirgos 1992: 50-51)

Este fragmento, entonces, conlleva a creer que la mujer supone para los senderistas un mecanismo sustancial

en su intento por incluir a los niños dentro del marco terrorista.28 Consecuentemente, la búsqueda ideal de una

nueva estructura social que recoja su ideología extremista es considerada como un máximo logro de la mujer

senderista en cuanto a madre: “La mayor herencia que uno puede legar: una nueva sociedad. Eso nos hace

felices. No sólo luchamos por nuestros hijos, sino por los miles que se beneficiarán de la Nueva Sociedad.”

(Kirk 1993: 63)

Como hemos apreciado, la mujer senderista se desenvuelve en un entorno donde la paridad con el hombre ya

no supondría más una expectativa inalcanzable. Así, desde el punto de vista de Sendero Luminoso, lo que

verdaderamente marca la diferencia en un posible adepto no es el género, sino la clase. Bajo este sentido,

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26 Cfr. Balbi y Callirgos 1992: 5027 Cfr. Vega-Centeno 1994: 209-21028 Cfr. Balbi y Callirgos 1992: 51teóricamente, el estado biológico femenino es equiparable al de un obrero o pensador. De ahí que, en

contraposición a otros simpatizantes del comunismo que preferían disertar sobre la igualdad de género una

vez ganada la revolución por considerarlo una paradoja poco significativa, el senderismo asegure que tanto la

equidad económica como la de género serán producto del éxito maoísta.29 Así, el planeamiento ideológico se

ve convertido en una expresión del proyecto de vida que en forma colectiva asume la mujer senderista:

“El Partido nos ha dado una brillante perspectiva. Nos estamos preparando para acabar con la democracia y tomar el poder, y así empezar sin vacilaciones con la revolución socialista, y entonces con la revolución cultural que finalmente nos llevará al comunismo. ¡La conquista del poder es una realidad! ¡Esto hace que la reacción se estremezca de terror!” (Kirk 1993: 63)

No obstante todo lo expuesto en cuanto al problema de género, tanto las concepciones como las prácticas

estaban llenas de profundas contradicciones en la estructura senderista. Por una parte, el ámbito político y la

guerra eran percibidos como un asunto en el cual únicamente los “machos” podían intervenir. Inclusive,

llegaron al punto de tildar a la oposición de “cobardes”, “maricones” y “mujercitas”, términos claramente

peyorativos. Por otra parte, se esforzaron considerablemente en captar mujeres, actitud cuyos frutos se vieron

reflejados en los primeros comités femeninos que consiguieron establecer tanto a nivel interno de la

configuración del partido como a nivel del frente de masas en el departamento ayacuchano.30

Así las cosas, las mujeres, dejadas en un estado de abandono por el gobierno y por la ciudadanía, deben

conformarse con permanecer bajo el control estricto de normas sociales y religiosas que la confinan a un rol

hogareño.31 Ante esta situación en la cual la mujer se siente dominada y sometida, Sendero Luminoso decide

implementar estrategias destinadas a captar a la población femenina descontenta, pero habiendo fijado

previamente sus ambiciones particulares: “Igual que la escuela, abandonada por el Estado y la sociedad, es

parasitada y drenada por Sendero Luminoso con sus propios fines políticos.” (Vega-Centeno 1994: 209-210).

La primera impresión que nos produce la mujer senderista es la de alguien que ha sabido reclamar su cuota de

protagonismo para ubicarse en un rol primario. A simple vista, por lo menos, se nota que la mujer participa

más igualitariamente:

“(…) según datos sobre los detenidos por terrorismo la relación en abril de 1992 era de 30% de mujeres frente a un 70% de varones; actualmente esta relación sigue siendo la misma aunque se ha incrementado el número de mujeres a un 38% y ha disminuido a un 62% el de varones. Se dice también que en el último Comité Central el 56% de sus miembros eran mujeres (…).” (Vega-Centeno 1994: 210)

Sin embargo, hay quienes defienden la posición de que no se debería tomar un dato estadístico como verdad

absoluta, pues este, además de descuidar la evaluación interna del PCPSL y sus contrariedades, se remite a la

apariencia que le expone la mujer terrorista sin corroborar previamente su conexión con la realidad objetiva.

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29 Cfr. Kirk 1993: 34-3530 Cfr. Coral 1999: 34131 Cfr. Vega-Centeno 1994: 209-210En lo que concierne a la visión de la mujer senderista utilizada sólo como un mero instrumento del Partido, es

necesario remitirnos a ciertos fundamentos de la dominación femenina, que partiendo de la “inferioridad

fundamental” de la mujer le niegan algunas pericias y ensalzan otras.32 Entre dichos principios, el primero

consiste en cuestionar la habilidad de la mujer para desarrollar su intelecto. Una cualidad que se le resta al

cuerpo femenino es la fuerza física, en respuesta a lo cual el hombre encuentra motivos suficientes para

impedir que su compañera trabaje. Consecuentemente, esta última se limita a servir de soporte en los

menesteres masculinos. Así mismo, el erotismo y la afectividad se presentan como aptitudes que deben ser

descartadas de su condición mujeril. De acuerdo con este pensamiento, la mujer es incapaz de sentir deseos,

pues su obligación recae en preocuparse solamente por colmar las expectativas sexuales del marido. Por otro

lado, dentro de las virtudes femeninas que el hombre no duda en magnificar se encuentra el valor de la

responsabilidad, el cual se deriva directamente de su maternidad y protección de la casa.33

Con respecto a la idiosincrasia que Sendero Luminoso aprovecha en sus integrantes femeninas, esta se

relaciona y hasta coincide, paradójicamente, con aquellos propuestos por el sistema político que intentan

disolver, es decir, un ambiente no exento ni de machismo ni de interés capitalista al cual llaman también

“viejo estado”. Todo lo anterior se sostiene sobre tres argumentos: 34

- Existe un sometimiento de la mujer al varón que se traduce en una suerte de servidumbre, pues ésta no

sólo lo considera un jefe, sino que lo rodea dentro de un contexto que bien podría asociarse al de un

harén. Justamente, ambos géneros conviven respetándose, pero también, en el caso femenino, admirando

a Abimael jefe, ídolo y hombre; todo ello expresado con voluptuosidad casi sexual.

- Abimael Guzmán se refiere a las mujeres utilizando el término “hijas”, lo cual puede significar tanto

afectividad como autoritarismo. De hecho, en un primer plano se muestra tierno con ellas. No obstante,

posteriormente, adopta una figura paternal que se rehúsa a dejarlas crecer y desarrollarse. Bajo este

sentido, al pretender colocar a la mujer en una posición de minoría de edad, Sendero Luminoso refleja la

postura dependiente de la misma hacia el hombre.

- Cuando la mujer interviene en eventos de dirigencia y emprende tareas administrativas, el partido se

presenta como un organismo capaz de valerse de la excesiva responsabilidad que la caracteriza. Entonces,

teniendo en cuenta que la esencializa, la agrupación parece necesitar este aspecto de la conciencia mujeril

para que el varón sobreviva y practique los principios de dominación femenina. Consecuentemente, SL

sería el causante del surgimiento de una moral dividida que predica la desigualdad y los atentados contra

los derechos de la mujer.

A esta altura de nuestro análisis, surge la interrogante sobre si la mujer senderista jugó un papel de dirección o

32 Cfr. Vega-Centeno 1994: 207

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33 Cfr. Vega-Centeno 1994: 20834 Cfr. Vega-Centeno 1994: 210

fue sólo un simple instrumento al servicio de la causa terrorista:

“Hay índices para señalar que la mujer en SL es instrumento al servicio de una causa, situación que comparte con el varón no dirigente; instrumento de uso por la causa, personal de aniquilamiento, cobertura y servicios; e instrumento de uso de los varones de la causa, activas sexualmente, pero privadas de la maternidad por razones partidarias, pues su derecho a la afectividad está reemplazado por las consignas del partido. Su papel se reduciría así a niveles operativos, logísticos y militares, sin llegar al rol político-programático (…).” (Vega-Centeno 1994: 210)

Esto último concuerda con lo reportado por Coral, quien señala:

“La división del trabajo al interior del partido era desventajosa para las mujeres, quienes tendían a cumplir labores más bien de “logística” y no de organización y liderazgo.” (1999: 342)

La convivencia endogámica como garantía de estabilidad del grupo clandestino es otro aspecto importante en

este contexto. En efecto, el ciclo de vida que la mujer asumía al momento de ingresar a Sendero suponía que

esta se hallaba dispuesta a cumplir con todos los requerimientos asignados por el partido, muchos de los

cuales consistían en satisfacer sus necesidades organizativas de sobrevivir.35 Veamos, a modo de ejemplo, dos

maneras de contacto senderista con el sector femenino popular:

“La influencia y vínculos de Sendero con los (sic) mujeres populares se canalizaron a través de dos modalidades: el involucramiento afectivo del entorno de familiares de los alzados en armas y el involucramiento forzado de mujeres en la atención de sus necesidades de sobrevivencia.” (Coral 1999: 343)

Prueba de ello fue que desaprobaran abiertamente la adhesión de individuos desentendidos de la ideología

terrorista para no poner en peligro y asegurar a la agrupación, actitud que fue llevada al plano sentimental de

sus integrantes y condicionó, en cierta medida, los vínculos de pareja. Por un lado, dicho proceder está

asociado a la necesidad que tenía el grupo de conservarse a sí mismo tanto a nivel objetivo como subjetivo;

por otro lado, está orientado a la exigencia que tenía de reproducirse y defenderse, por extender sus dominios

hacia el entorno familiar del “cuadro” o, en lenguaje senderista, por desarrollar los “grupos de apoyo”.36

Quizás uno de los tópicos más tocados fue el de las posiciones y espacios ocupados por las mujeres

senderistas, lo cual contribuyó a que la ciudadanía pensara que, después de todo, Sendero se expresaba en

clave de democracia y compromiso con la configuración de género. Si bien las mujeres accedieron a Sendero,

fueron mínimos, por no decir ninguno, los cambios que se incorporaron en la forma como se llevaron las

relaciones entre géneros. Tras haber descubierto la virtud y eficacia mujeril bajo los parámetros del modelo

patriarcal, Sendero Luminoso se concentró en canalizar la energía de la feminidad. Por esta razón, la relación

existente entre el partido senderista y la mujer continuó registrando cierto grado de carga instrumental. 37 En

un comienzo, tanto los expedientes senderistas de validez oficial como la sonada “entrevista del siglo” que se

le realizó a Abimael Guzmán en 1988 carecieron de un enunciado consistente que abordara la problemática de

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35 Cfr. Vega-Centeno 1994: 21136 Cfr. Vega-Centeno 1994: 21137 Cfr. Coral 1999: 343

género. Sendero tuvo que confirmar la fortaleza de las comisiones femeninas para poder reconocer el peso

numérico de las mujeres. Contrario a lo que se especulaba, tampoco hubo cabida para las expectativas de

género propiamente dichos. El mismo Presidente Gonzalo realiza un juicio crítico relativo al comportamiento

de PCPSL:

“(…) debemos ver que nosotros soslayamos el movimiento femenino popular siendo la mujer la mitad que sustenta el cielo; pelear con el enemigo que es transitoriamente fuerte con un brazo en la espalda es necio. La lucha por la emancipación de la mujer es parte de la liberación del proletariado –éste es el modo comunista de entender el problema– de lo cual se deriva la igualdad ante la ley y la igualdad ante la vida (…).” (Coral 1999: 343)

Hay que admitir que, conforme pasaban los años, la mujer senderista iba expandiendo su radio de acción y de

participación:

“Las actividades de “logística” se intensificaron y permanecieron en lo fundamental bajo su responsabilidad, y las tareas de propaganda y socorro popular también les fueron encomendadas. También participaron en actividades de inteligencia y militares muchas veces comandando columnas y operativos y más aún accedieron a cargos de dirección en todas las instancias.” (Coral 1999: 343)

En determinado período en que se pensaba que Sendero tenía gran poder y expansión, internamente emergían

nuevos obstáculos que desalentaban a sus seguidores, morían muchos terroristas varones o desertaban,

cundiendo entre sus filas el desánimo. Para revertir esta situación crítica, SL seleccionó a las féminas por

buena conducta, tesón, idoneidad de persuasión, eficacia y, primordialmente, devoción con miras a completar

sus cuadros y optimizar recursos. Simultáneamente, las instó a competir entre sí, capacitándolas cual

instrumento. Lo que se persiguió fue encauzar las emociones femeninas hacia la ferocidad y el arrojo, para

que estas pudieran alcanzar el estado de “machos y valientes “.38

Una muestra de lo anteriormente expuesto es la barrera formada por aquellas mujeres que se encontraban

rodeando a Abimael Guzmán el día de su captura para impedir que las fuerzas del orden lo arrestaran. Pese a

que muchas de las allí presentes se habían instalado en elevados puestos partidarios, Coral se anima a objetar:

“(…) estas mujeres estaban allí por lealtad, consecuencia, entrega y eficacia operativa, siendo evidentes las distancias respecto de las calificaciones intelectuales ideológicas y políticas de las pocas mujeres que integraron el anterior comité central.” (Coral 1999: 344)

Sin tener por ello que restarle potencial, atrevimiento político y misticismo a la mujer en Sendero Luminoso,

está comprobado que también se les encomendó asistir a las necesidades de estabilidad e íntimas del

“pensamiento guía”.39

38 Cfr. Coral 1999: 34439 Cfr. Coral 1999: 344

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En síntesis, es un error negar la presencia de la mujer en PCPSL. Sin embargo, resulta insuficiente afirmar

que un senderismo particularmente sensible y deseoso de incorporar los intereses de género en su proyecto

haya sido su impulsor exclusivo. En efecto, esta manifestación femenina dependió, principalmente, de cuán

expectantes y dispuestas estaban las mujeres senderistas a adherirse a nuevas áreas de participación. De

hecho, Sendero puso especial énfasis en relacionarse con las militantes mediante el uso de una analogía donde

el agente era el partido y ellas eran el instrumento. Así, reprodujo interacciones patriarcales dejando entrever

la intención de beneficiarse únicamente a sí mismo. En todas ellas se distinguió, más que nada, el

compromiso para identificarse con el proyecto y sus ganas de trabajar y de luchar al servicio de una causa. No

se reconoció la posibilidad de que hubiera condiciones intelectuales innatas en la mujer senderista y

cultivadas por naturaleza, como sí lo era la responsabilidad. Tampoco se reparó en la existencia de una aptitud

para el manejo de asuntos relativos al ejercicio de la autoridad, razón por la cual no podía comparársele con

el jefe varón a este respecto. El hombre, además de ser el encargado de ejercer el liderazgo político, era

pensador e ideólogo. Por el contrario, da la impresión de que, a juicio de Sendero, la mujer no estaba lo

suficientemente preparada como para profundizar en la doctrina comunista, lo único que restaba era reducirla

a una condición de obrera no pensante. Dicho de otro modo, asumía el “trabajo pesado” del partido sin un

proceso teorizante de por medio.

Vale la pena destacar el hecho de que tanto la participación femenina en la dirigencia terrorista como su

protagonismo en la toma de decisiones de la agrupación constituyen aspectos poco estudiados. En líneas

generales, la gente sólo tiene conocimiento de la actitud feroz de la mujer senderista, pero no repara en que

ella ha participado activamente en la cúpula dirigente, con marcado éxito. Debido a esta información

parcializada, y orientada generalmente por los medios de comunicación con fines sensacionalistas, muchos

ignoran otros hechos relevantes que indirectamente son consecuencia de los nuevos espacios de acción que

asume la mujer senderista. . La hipótesis de nuestro trabajo se centra en reconocer la activa participación de

la mujer en el movimiento senderista, independientemente de si dicho rol protagónico era uno de los

fundamentos de la ideología senderista, en busca de la liberación femenina y de la igualdad de género; o si

simplemente fue utilizada pero en la práctica desempeñó tan bien su tarea que desbordó lo proyectado por el

Partido y, finalmente, terminó ganando un espacio que ni ella misma lo pensó. Ante lo expuesto, cabe

preguntarse: ¿Es posible, en una sociedad marcada por profundas desigualdades, como la sociedad peruana,

lograr reivindicaciones sin violencia? ¿La participación de la mujer en Sendero habría influenciado de algún

modo la presencia femenina en los diversos aspectos políticos, sociales y económicos del Perú

contemporáneo; como por ejemplo: las mujeres emprendedoras, en el campo laboral y empresarial? Creemos

que el tema tiene aspectos inagotables para profundizar las investigaciones sobre el rol de la mujer peruana

en una etapa tan cruenta de nuestra historia republicana y donde la idea general es una visión deformada de la

mujer subordinada al Partido, sin aptitud de pensar ni de asumir conciencia de los efectos de su enrolamiento

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en las filas de Sendero Luminoso. Son como dos formas diametralmente opuestas para ver una realidad; como

las dos caras de una misma moneda.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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