Esquizofrénico

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Esquizofrénico Era de noche, las 11 pm más o menos, todo estaba en silencio y me encontraba leyendo. Tocan la puerta de entrada e ignoro a quien la toca, pues supuse que era mi vecino. La puerta estaba apoyada y no cerrada, entonces la empujan y miro: era mi vecino. Me acerco a ver que quiere, está en silla de ruedas y me hace señas: se lleva los dedos a la boca como sosteniendo un cigarrillo y le digo Mi mamá está durmiendo y no tiene cigarros él con un susurro responde no compró No, no compró apoyo de nuevo la puerta y a los 10 minutos la vuelve a tocar y vuelvo a ignorarlo. El hombre empuja la puerta, yo me acerco para cerrarla... No le digo nada, solo lo veo, veo su mirada ausente y perturbada; su deseo es fumar, calmar la ansiedad. Casi todas las noches él pide cigarros en mi puerta, a veces mi mamá le da, a veces me dice que le diga que no tiene. Una noche que no lo dimos cigarros se alejó sin decir nada y cerró con fuerza la reja del pasillo, gritando cosas inteligibles. En el día, cuando lo veo lo saludo y él me responde. Siempre está observando la calle en nuestro pasillo, algunas veces ausente, otras presente; mira como si tuviera un gran conocimiento, como si conociera todas las verdades, como si lo supiera todo. Muchas otras ocasiones se le ve hablando solo o con sus fantasmas personales, los cuales no veo. Tal vez los cigarros lo calman, dejando reposar su mente en la tierra, son la cabra que no lo suelta porque seguramente habló con Apolo.

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Esquizofrénico

Era de noche, las 11 pm más o menos, todo estaba en silencio y me

encontraba leyendo. Tocan la puerta de entrada e ignoro a quien la toca, pues

supuse que era mi vecino. La puerta estaba apoyada y no cerrada, entonces la

empujan y miro: era mi vecino. Me acerco a ver que quiere, está en silla de

ruedas y me hace señas: se lleva los dedos a la boca como sosteniendo un

cigarrillo y le digo ­Mi mamá está durmiendo y no tiene cigarros­ él con un

susurro responde ­no compró­ No, no compró­ apoyo de nuevo la puerta y a los

10 minutos la vuelve a tocar y vuelvo a ignorarlo. El hombre empuja la puerta,

yo me acerco para cerrarla... No le digo nada, solo lo veo, veo su mirada ausente

y perturbada; su deseo es fumar, calmar la ansiedad. Casi todas las noches él

pide cigarros en mi puerta, a veces mi mamá le da, a veces me dice que le diga

que no tiene. Una noche que no lo dimos cigarros se alejó sin decir nada y cerró

con fuerza la reja del pasillo, gritando cosas inteligibles. En el día, cuando lo

veo lo saludo y él me responde. Siempre está observando la calle en nuestro

pasillo, algunas veces ausente, otras presente; mira como si tuviera un gran

conocimiento, como si conociera todas las verdades, como si lo supiera todo.

Muchas otras ocasiones se le ve hablando solo o con sus fantasmas personales,

los cuales no veo. Tal vez los cigarros lo calman, dejando reposar su mente en la

tierra, son la cabra que no lo suelta porque seguramente habló con Apolo.