ErosxSxfoclesxEurxpides

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SÓFOCLES Antígona, 781-800. Amor, irresistible en la batalla, Amor, que de las bestias te apoderas y en las tiernas mejillas de una joven pasas la noche; sin cesar recorres los mares y las rústicas cabañas. Nadie escapa de ti, ni el dios ni el hombre, que apenas dura. Aquel que te posee enloquece. Las mentes de los justos arrastras, sin justicia ya, a la ruina. Tú eres el que ha movido esta discordia entre varones de una misma sangre. Pero vence el deseo que se irradia de los ojos de una novia complaciente y que tiene su asiento entre las leyes que lo gobiernan todo. La divina Afrodita, sin lucha, juguetea. EURÍPIDES Hipólito, 525-544. ¡Amor, Amor, que por los ojos dejas destilar el deseo, y en el alma de los que atacas, un dulce deleite les infundes! Nunca te me aparezcas con algún mal, ni vengas sin mesura. Ni el dardo de la llama, ni tampoco el de los astros, es más poderoso que el de Afrodita, que sale de las manos de Amor, hijo de Zeus. En vano, en vano a orillas del Alfeo o en las moradas píticas de Apolo sacrifica la Hélade mil bueyes si al Amor, que es tirano de los hombres y de la grata alcoba de Afrodita tiene las llaves, no lo veneramos; a él, que cuando llega, a los mortales los destruye y los lanza por las sendas que llevan a la ruina.

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euripides EROS.

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  • SFOCLES Antgona, 781-800.

    Amor, irresistible en la batalla, Amor, que de las bestias te apoderas y en las tiernas mejillas de una joven pasas la noche; sin cesar recorres los mares y las rsticas cabaas. Nadie escapa de ti, ni el dios ni el hombre, que apenas dura. Aquel que te posee enloquece. Las mentes de los justos arrastras, sin justicia ya, a la ruina. T eres el que ha movido esta discordia entre varones de una misma sangre. Pero vence el deseo que se irradia de los ojos de una novia complaciente y que tiene su asiento entre las leyes que lo gobiernan todo. La divina Afrodita, sin lucha, juguetea.

    EURPIDES Hiplito, 525-544.

    Amor, Amor, que por los ojos dejas destilar el deseo, y en el alma de los que atacas, un dulce deleite les infundes! Nunca te me aparezcas con algn mal, ni vengas sin mesura. Ni el dardo de la llama, ni tampoco el de los astros, es ms poderoso que el de Afrodita, que sale de las manos de Amor, hijo de Zeus. En vano, en vano a orillas del Alfeo o en las moradas pticas de Apolo sacrifica la Hlade mil bueyes si al Amor, que es tirano de los hombres y de la grata alcoba de Afrodita tiene las llaves, no lo veneramos; a l, que cuando llega, a los mortales los destruye y los lanza por las sendas que llevan a la ruina.