Entrevista John Carlin

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ENTREVISTA ¡Vaya exitazo tu libro! Se cuenta entre los más vendidos en 2009, Clint Eastwood va y lo lleva al cine, seguro que la película es un éxito… ¡No te  puedes quejar! Me quejo como todo el mundo, porque hay casi una obligación social de quejarse, pero lo cierto es que he sido muy afortunado y lo he pasado superbién. ¡Imagina cómo ha cambiado mi vida!  Antes de escribir el libro muy tranquila tampoco era… Has recorrido medio mundo por tu trabajo como periodista y, precisamente, una etapa de ese  periplo es la que recoges en El Factor Humano, tu experiencia en Sudáfrica y un momento crucial  para ese país.  Así es. Periodística mente hablando y como experien- cia de vida, los años en Sudáfrica fueron los mejores días de mi vida. Y tuve la suerte de vivir justo en esa época: desde 1989, el último año puro y duro del apartheid , hasta 1995, un año después de la llegada de Mandela a la presidencia. Fueron unos años terribles 29 de enero. Fecha del estreno en España de la última película de Clint Eastwood, protagonizada por Morgan Freeman (en el papel de Nelson Mandela) y Matt Damon (como François Pienaar). Invictus ya se ha estrenado antes en Norteamérica, Sudáfrica y Francia. Y a cada una de las  premières de esos países ha asistido el periodista John Carlin, autor del libro El Factor Humano, el que ha servido de base a Eastwood para rodar esta película. Trata sobre un año decisivo para Mandela y para Sudáfrica: el que relata su llegada a la presidencia del país hasta la famosa final de la Copa del Mundo de rugby, en 1995, la que sirvió para hacer realidad el sueño, hasta entonces poco probable, de unir a blancos y negros en una Sudáfrica herida por el apartheid . Como a los lectores de Dirigir Personas el “factor humano” nos parece esencial, surgió la idea de entrevistar a Carlin para que nos ofreciese su visión de qué características debía reunir un líder o, más concretamente, qué cualidades reúne Mandela como líder ejemplar.  John Carlin, nacido en Londres, vive actualmente en Barcelona. Entró en el mundo del periodismo por casualidad. Tras licenciarse en Oxford, un joven Carlin se fue a Argentina, donde vivía –muy bien, por cierto– dando clases de inglés y  viajando por Sudamérica. A los 25 años pensó que ya era hora de sentar cabeza y  volver a Inglaterra, pero justo le surgió un trabajo en el Buenos Aires Herald , un diario argentino de habla inglesa. Y probó, más porque se le daba bien escribir que por un especial interés de lo que ocurriese en el mundo. Ahora, casi 30 años después, se ha convertido en un reconocido y prestigioso periodista internacional. 6 D P

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Entrevista hecha por un medio español dedicado a los RRHH al autor del libro "El factor humano", el cual inspiró la película Invictus.

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ENTREVISTA 

¡Vaya exitazo tu libro! Se cuenta entre los másvendidos en 2009, Clint Eastwood va y lo lleva al cine, seguro que la película es un éxito… ¡No te puedes quejar!Me quejo como todo el mundo, porque hay casi una

obligación social de quejarse, pero lo cierto es quehe sido muy afortunado y lo he pasado superbién.¡Imagina cómo ha cambiado mi vida!

 Antes de escribir el libro muy tranquila tampocoera… Has recorrido medio mundo por tu trabajocomo periodista y, precisamente, una etapa de ese periplo es la que recoges en El Factor Humano, tuexperiencia en Sudáfrica y un momento crucial  para ese país. Así es. Periodísticamente hablando y como experien-cia de vida, los años en Sudáfrica fueron los mejores

días de mi vida. Y tuve la suerte de vivir justo en esaépoca: desde 1989, el último año puro y duro delapartheid , hasta 1995, un año después de la llegada deMandela a la presidencia. Fueron unos años terribles

29 de enero. Fecha del estreno en España

de la última película de Clint Eastwood,

protagonizada por Morgan Freeman (en el

papel de Nelson Mandela) y Matt Damon(como François Pienaar). Invictus ya se ha

estrenado antes en Norteamérica,

Sudáfrica y Francia. Y a cada una de las

 premières de esos países ha asistido el

periodista John Carlin, autor del libro El 

Factor Humano, el que ha servido de base

a Eastwood para rodar esta película. Trata

sobre un año decisivo para Mandela y 

para Sudáfrica: el que relata su llegada ala presidencia del país hasta la famosa

final de la Copa del Mundo de rugby, en

1995, la que sirvió para hacer realidad el

sueño, hasta entonces poco probable, de

unir a blancos y negros en una Sudáfrica

herida por el apartheid .

Como a los lectores de Dirigir Personas el

“factor humano” nos parece esencial,

surgió la idea de entrevistar a Carlin paraque nos ofreciese su visión de qué

características debía reunir un líder o, más

concretamente, qué cualidades reúne

Mandela como líder ejemplar.

 John Carlin, nacido en Londres, vive

actualmente en Barcelona. Entró en el

mundo del periodismo por casualidad. Tras

licenciarse en Oxford, un joven Carlin se

fue a Argentina, donde vivía –muy bien,por cierto– dando clases de inglés y

 viajando por Sudamérica. A los 25 años

pensó que ya era hora de sentar cabeza y 

 volver a Inglaterra, pero justo le surgió un

trabajo en el Buenos Aires Herald , un

diario argentino de habla inglesa. Y probó,

más porque se le daba bien escribir que

por un especial interés de lo que ocurriese

en el mundo. Ahora, casi 30 años después,se ha convertido en un reconocido y

prestigioso periodista internacional.

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El liderazgosegún

Mandela

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John Carlin

(Londres, 1956). Es licen-

ciado en Lengua y

Literatura Inglesa por la

Universidad de Oxford. En

1981 empezó a ejercer el

periodismo para elBuenos Aires Herald .

Desde entonces ha sido

corresponsal en México,

El Salvador, Sudáfrica y

Estados Unidos para la

BBC , The Times  y The 

Independent . Actualmente

trabaja para El País  y es

colaborador habitual del

Observer  y The New York 

Times . En 2000 ganó el

Premio Ortega y Gassetde Periodismo al mejor

reportaje por Viaje por la 

emigración .

para el país; nadie daba un centavo por un proceso pacífico hacia la democracia;hubo mucha violencia y muerte… Había noticias para todos los gustos y muchoseran los que vislumbraban una guerra civil, como las que se habían vivido en otrospaíses con circunstancias menos desfavorables. Afortunadamente en Sudáfrica, y gracias a Mandela, el paso a la democracia resultó de final feliz.

Como tu libro.Por eso lo escribí. Y ya no sólo para mostrar un proceso que podía resultar ejemplar para el resto de la humanidad sino también para mostrar el comportamiento de unapersona que podía servir de ejemplo, tanto a políticos como a todos los individuos:el efecto Mandela, su comportamiento como ser humano. Hay un libro de autoayu-da, uno de los mayores bestsellers en USA desde hace más de 40 años, titulado Cómo

ganar amigos e influenciar a la gente . Y ese manual llevado a la práctica eraMandela, además de un ejemplo de cómo, a alto nivel, ser buena persona.Quiero creer que la historia que cuenta el libro puede ser útil en muchos ámbitos,incluido el vuestro, el de los Recursos Humanos.

Pues hablemos del ejemplo Mandela. ¿Cómo pasa una persona de ser unterrorista -y así era considerado en 1961– a Premio Nobel de la Paz?

 Acabo de hacer un documental sobre la historia del libro y la película. Para elloentrevisté nuevamente al arzobispo Desmond Tutu, un tipo fantástico y genial, de

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una grandeza humana similar a la de Mandela. Él me decía que no olvidemos queMandela fue a la cárcel siendo un tipo muy joven y furibundo –concretamente ledefinió como hungry , es decir, enfadado–. Y es cierto que era un terrorista: un añoantes de su detención en 1962, fundó el brazo militar del CNA (Congreso Nacional

 Africano), un movimiento armado del que era comandante en jefe. Como terroris-

ta no fue muy lejos y al poco tiempo de arrestarle también detuvieron a toda lacúpula del movimiento. También es cierto que hay que mirar ese hecho con la dis-tancia histórica indispensable: la acepción “terrorista” ahora es otra muy distinta.En aquella época tampoco estaba tan mal visto tomar las armas para luchar contrala injusticia que sufría una nación.

Era un poco lo que se llevaba: estaba muy reciente el triunfo de la revolucióncubana, nacían distintos focos guerrilleros impulsados por El Che Guevara…Exacto. Podríamos decir que fue más un guerrillero que un terrorista. Incluso enesos años, hubo un tiempo en que Mandela vestía como El Che. Es más, el slogande su fracción armada era “The Castro way ”, es decir, la toma del poder a lamanera de Castro. Pero la realidad sudafricana respecto a la revolución cubana

no pudo ser más diferente y la cuestión es que Mandela acabó en prisión y con-denado a cadena perpetua.

Y en las condiciones en las que estuvo se aplaca al más revolucionario…Estuvo encarcelado 27 años; los primeros 18 los pasó en una celda diminuta de 2,5x 2,1 metros, en Robben Island. Fue ahí donde empezó a gestar su futuro y el deSudáfrica. Entendió que había que ser realista y tener claros los objetivos, que paraél eran acabar con la soberanía blanca y establecer la democracia e igualdad paratodos materializada en “un hombre, un voto”. Entendió que a través de las armasno se conseguiría porque el enemigo era demasiado poderoso, además de que noera bueno conseguir la democracia sobre un cementerio. En la cárcel reflexiona y se da cuenta que la única salida es una solución dialogada. Él sabía, pese a su con-dena, que su destino era ser el de liberador del pueblo. Y se va preparando para ello.

¿Lección número uno? Al igual que en El arte de la guerra de Sun Tzu, su primera táctica es conocer alenemigo, informarse de cómo es el rival. Empieza por aprender el idioma del opre-sor, el afrikáans. Pide leer libros de historia de los afrikaners, los descendientes delos colonos, mayoritariamente holandeses, que establecieron el apartheid . Y, final-mente, convierte la cárcel en una especie de laboratorio: usa a los carceleros –gentemuy ruda, blancos afrikaners realmente racistas– como conejillos de indias, parapracticar con ellos. Va conociendo al enemigo a través del idioma, de la lectura y del trato con los carceleros. Poco a poco, se va ganando el respeto de esa gente

hasta el punto que, al final, acaban adorándolo. Muchos años después, cuandoMandela ya es presidente, el día en que cumple 80 años invita a la fiesta a tres desus carceleros de aquellos tiempos en un gesto de simple generosidad.

Pero, en sus condiciones, Mandela no escoge liderar el país; más bien,lo escogen a él.

 Así es. Pasan los años y, afortunadamente para Mandela, la fuerza de los movi-mientos negros en Sudáfrica está avanzando y hay una gran presión internacional.Llega un punto en que el gobierno “blanco” se ve con el agua al cuello y empiezaa explorar la posibilidad de dialogar. Y para ello eligen a Mandela, el preso políti-co antiapartheid más famoso y menos conocido. Empiezan así los contactos secre-tos con altos mandos del gobierno.

Momento que él ya había ensayado con sus carceleros.Exacto. En ese primer encuentro secreto en la cárcel con el entonces ministrode Justicia, Kobie Coetsee, superficialmente Mandela está en condiciones de

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inferioridad, pero en la práctica no: les conoce a ellos muchísimo mejor de loque ellos le conocen a él. Lo primero que sorprendió al ministro es la disposi-ción de Mandela a hablar afrikáans y su conocimiento de la historia afrikaner.

 Y Coetsee, como ocurre con las personas que rodean a Mandela, sucumbe a suencanto y a su integridad. Vio enseguida que era un líder nato, afable, que

infundía respeto y tenía completamente dominado a su entorno.

¿Intimida Mandela?En Mandela confluyen una serie de cualidades. Por un lado tiene un porte regio –supostura erguida, su forma de dar la mano, nunca se agacha o inclina la cabeza…–que puede resultar intimidatorio si no fuese por su mirada y, sobre todo, por suamplia e inmensa sonrisa. Y ahí entra en juego lo que yo llamo el “factor Mandela”:es un tipo encantador, que te envuelve, que te seduce con sus buenas maneras y con un increíble respeto hacia los demás. Él entiende mejor que nadie, como negroen la Sudáfrica del apartheid , que lo que la gente anhela es el respeto, así que loofrece en cada gesto, en cada detalle. Creo que ese aire entre majestuoso y campe-chano es una combinación muy atractiva en un líder.

¿Es ese el secreto de Mandela?Es uno de ellos. Un gran empresario, mag-nate de la comunicación y admirador deMandela, me decía que quizás su secreto esque cuando conoce a alguien no duda ni uninstante en que le va a caer bien a su inter-locutor.También destaca su empatía. Un líder, encualquier ámbito, si es empático ya cuentacon una calidad tremendamente útil. Y esoes algo que Mandela tenía a lo bestia. Ahíradica parte de su encanto, un encanto queno es superficial, de galán de Hollywood,sino un cóctel seductor, cuyos principalesingredientes son una gran integridad y unos

 valores muy claros.

Valores, misión, visión, estrategia...Resultan conceptos muy familiares en la empresa.Está claro que Mandela nunca pierde de vista su objetivo; su misión siempre latiene en mente. Si, además, tienes tus valores muy claros es mucho más fáciltomar decisiones y que estas sean las correctas. No olvidemos que Mandela es

ante todo un tipo muy pragmático: sabe cuál es su sueño pero busca constante-mente instrumentos prácticos, reales, concretos, para materializarlo.Sostengo que es muy noble, muy honorable, muy encantador, pero todo ello estáal servicio de sus objetivos. Es más, si él hubiera juzgado que la forma de llegar a sus metas era a través de la guerra, así lo habría hecho. No se trata de un paci-fista tipo Gandhi; Mandela es un político y sabe persuadir muy bien a la gente.

 Y después hay detalles como, por ejemplo, que es de esas personas que siemprese acuerda de los nombres de los demás, sean quienes sean. Sé que la reina deInglaterra le adora; Mandela es la única persona en el mundo, a excepción de sumarido, que se dirige a ella como Elizabeth  y ella encantada. Y esa es tambiénuna de sus grandezas, que puede relacionarse con reyes y con la gente máshumilde y hace sentir bien a todos en su presencia. No es fingido, no es estudia-

do; es simplemente que aprecias, en los menores gestos, una coherencia entre sus valores y su comportamiento. Mandela trata a cualquier persona, por insignifi-cante que sea, con amabilidad, con respeto, con atención. Y tiene esos detallespermanentemente.

Nelson Mandela y John

Carlin durante un

encuentro en 1994.

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Es también un manipulador, aunque sea en el buen sentido de la palabra.Mandela es muy astuto. Por ejemplo, durante su primera reunión con el exgeneral Viljoen, el mismo que estaba preparando cédulas armadas ultradere-chistas para asaltar el poder antes de las primeras elecciones que convertiríana Mandela en presidente, se sienta con él y sabe perfectamente qué teclas debe

tocar en la melodía de la reunión. Le sirvió un té el propio Mandela, le hablóde la historia afrikaner, en su idioma, se mostró cortés y a la vez directo. Sabeperfectamente encontrar el equilibrio entre el halago y el paso al ataque, sinofensa para el interlocutor.Me explicaba más tarde el ex general Viljoen, que en ese primer encuentro fuecuando Mandela le desarmó completamente.

Mandela encandila en las distancias cortas, pero públicamente, a diferencia, por ejemplo, de Obama, no es un gran orador.No lo es. Su voz, de carácter monótono y metálico, no encandila a las masas.De hecho, su primer discurso público, tras su salida de prisión, ni cumplió lasexpectativas que de él se esperaban ni emocionó a nadie. Aún así, lo enmen-

dó al día siguiente, en una rueda de prensa con cerca de 200 periodistas, a losque, a pesar de ser muchos, los tenía a distancia corta. Y eso que él, durante27 años en la cárcel, no estaba acostumbrado a hablar ante los medios; esedía, incluso se sobresaltó al entrar en la sala donde se iba a realizar la con-ferencia de prensa cuando vio que la mesa estaba llena de “peluches”; uno desus ayudantes le advirtió que eran micrófonos. Tras esta anécdota inicial,habló a los periodistas desplegando todo su sutil talento para el teatro políti-co, del que siempre ha sido muy consciente, y los conquistó. La rueda deprensa acabó con los aplausos espontáneos de los informadores, reporteros,presentadores… todos ellos famosos en sus respectivos países y rendidos alencanto de Mandela.

Conseguido en privado el objetivo de “un hombre, un voto”, llega el objetivo público: que su partido, el CNA, gane las elecciones y, como consecuencia, él la presidencia.

El objetivo no se alcanza sólo llegando a ser presi-dente. Como buen líder, tenía la capacidad de pen-sar a largo plazo. Mandela superpone los interesespúblicos a su ambición personal. Además era unademocracia frágil, que podía romperse en cualquier momento si hubiera destronado al gobierno exis-tente y, como hacen la mayoría de políticos, hubie-se puesto a la gente de su partido, de su raza, al

mando de la nación. Y eso es nuevamente pragma-tismo: no monta su propio gobierno sino que acogeal equipo que ya había.En su primer día como presidente, reunió en la saladel consejo de ministros a todo el personal que

hasta entonces había trabajado en la presidencia, incluidos jardineros y servi-cio de limpieza. Saludó uno por uno a los cerca de cien trabajadores, les estre-chó la mano, les preguntó su nombre, su procedencia, les hacía algún comen-tario al respecto… Finalmente, dirigiéndose a todos, les pidió que continuaranporque necesitaba de su conocimiento y de su experiencia. Todos, sin excep-ción, se quedaron.Ese espíritu reconciliador lo ha tenido siempre; ha sabido aparcar el odio y la

 venganza, no porque sea un santo, sino porque no servían a sus objetivos.Incluso, una vez llegado a la presidencia, invitó a tomar el té al abogado delEstado que pedía para él la pena de muerte en 1964; iba también a reconciliar-se con él.

Como buen líder, Mandela

tenía la capacidad de pensar a

largo plazo y superpone los

intereses públicos a suambición personal

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Hay otra característica en Mandela típica del líder: ver oportunidades donde los demás vendificultades. Como mejor ejemplo, el eje de tulibro: la final de la Copa del Mundo de rugby.Del líder palestino Yasir Arafat se decía que era

un hombre que nunca perdía la oportunidad deperder una oportunidad… Con ello quiero decir que cualquier político normal hubiese visto enesa final de rugby un gran problema, por el posi-ble enfrentamiento entre blancos y negros, y hubiese apostado por un simple damage control 

–una contención de daños–, más que verlo comouna posibilidad positiva y constructiva. PeroMandela, no; en ese instante él tiene la perspica-cia de ver que el deporte puede ser una oportu-nidad enorme de lograr su objetivo, de asentar las bases sólidas de una democracia y evitar que

surja un movimiento terrorista de ultraderecha,que era lo más lógico en ese momento histórico.La camiseta verde de los Springboks, la selecciónsudafricana de rugby, había sido para los negrosun símbolo de represión y de odio, mientras quepara los blancos era casi la religión. Mandelasabe utilizar muy bien los símbolos: usa esacamiseta verde para unir a la nación y convertir un elemento de división en uno de conciliación…¡y lo logra!

De hecho, lucir la camiseta en la final no esidea suya, se lo proponen sus guardaespaldas.

 Así es y a Mandela le pareció una genial ideaporque siempre ha sabido dar mucha importanciaal lenguaje no verbal, a los símbolos. Con ellossuple a la perfección sus deficiencias como granorador y los utiliza para apelar, no a la razón,sino a los corazones. Así se ganó a todo el mundo, llegándoles al corazón. Y eso eslo que hizo Mandela luciendo la camiseta mientras entregaba el trofeo de la finalal capitán del equipo sudafricano, François Pienaar, que en la película Invictus tieneun papel destacado y es mostrado como el campeón que pedía Sudáfrica.

Mandela utilizó a Pienaar, y al manager del equipo, y a los Springboks… Les puso al frente de la nación para conseguir unir a blancos y negros.Durante su niñez, Mandela guardaba ganado. Como él mismo dice, de esa parte desu vida aprendió que el pastor –el líder– dirige el ganado desde atrás. Le dio el pro-tagonismo a quien podía conseguirlo en ese momento, es decir, a los Springboks,un equipo que no sólo era el fiel reflejo de los afrikaners, también era uno de susmayores orgullos.Ese partido fue la culminación de todo un proceso y fue realmente importantísimo.Ese día, sin mediar palabra, logró en público lo que había conseguido, tanto conblancos como con negros, en privado: seducir a todo el país. Viljoen, el ex general,me comentó que, por fin, ese día todo el país pudo ver al Mandela que él habíaconocido. Después de ese partido la idea de un golpe de estado de la ultraderecha

era casi inconcebible, porque cualquier movimiento de ese tipo debe tener un cier-to apoyo popular. Mandela mismo dice que ese fue el día en que todos sus sueñosse hicieron realidad: negros y blancos abrazándose.Si no hubiese existido Mandela, el proceso de Sudáfrica hacia la democracia no se

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hubiese cumplido. Y no exagero, creo que sin él hubiese sido una catástrofe. Senecesitaba del “factor Mandela”, de ese factor humano.

El que da título a tu libro en español. En el original inglés se titula de otro modo.Sí. Lo titulé Playing enemy , pero la traducción en castellano, “jugando con el ene-

migo”, tiene un punto de despectivo. En inglés la palabra play significa jugar, y esaacepción liga perfectamente con la temática del deporte que trataba, pero tambiéntiene, entre otras muchas connotaciones, la de manipular, la de influir. Y, en eso,Mandela es un gran maestro.Cuando hice las entrevistas para el libro, fueron unos de los momentos más emotivosde mi vida. Tenías ante ti a tipos duros, grandes, jugadores de rugby, políticos, milita-res… La mayoría de ellos lloraron y lo hicieron pensando en Mandela. Era conmovedor.

Se le magnifica a menudo, pero algún defectotendrá…Es muy difícil no sucumbir a sus encantos y a su inte-gridad y no sentir admiración por él. Cuesta mucho

encontrarle algún defecto… ¡y me hubiera encantadoque los tuviese! Realmente te digo que he sufridomucho con ello, porque para que el libro fuese másconsistente y el personaje más humano era bueno quetuviera defectos. Pero a la que empecé a hacer entre-

 vistas y el líder de la extrema derecha, y el responsa-ble de los servicios secretos, y todos, absolutamentetodos, vi que estaban enamorados de él, pero loca-mente, y que lloraban como niños cuando hablabande Mandela, pensé “quién soy yo para juzgar”. Y locierto es que no le encuentras defectos; simplementesucumbes a su sonrisa y a su encanto.

¿Qué rol has desempeñado en el rodaje de la película?Lo cierto es que ninguno. ¡Ni siquiera remitir el libro! Fue a mi editora en Nueva

 York, muy optimista, a quien se le ocurrió enviar una sinopsis del original aHollywood. Con la de ideas geniales que llegan allí a diario y que no encuentranproductor y la mía fue a parar a las manos de Eastwood. Ahí empezó todo y fue-ron muy amables conmigo: me invitaron al rodaje, al que fui con mi hijo de nueveaños y así conoció a las estrellas de cine. Pero en la película no he hecho nada.

Si dar la idea y/o el guión es no hacer nada…Es verdad. En ese sentido mi papel es muy importante pero ¡no voy a presumir de

ello! Lo cierto es que, a partir de Invictus, mi vida ha entrado en una dinámica bas-tante inesperada. Ahora tengo conocidos como Morgan Freeman o Matt Damon; hepodido entrevistar a Clint Eastwood para El País; he sido invitado y he ido a la pre-sentación de la película en Los Ángeles, París y Pretoria… ¡No he parado unmomento desde entonces! Considero que he sido un afortunado y que profesional-mente todo me ha ido bastante bien.

¿Te ha gustado la película, aunque ya supieses el final?Sí me ha gustado, porque lo pensé antes de verla, mientras se rodaba: “¿mira quesi ahora no me gusta?”. Pero sí, y eso que la he visto ya varias veces.En cuanto al final, no sólo yo sino todo el mundo sabe como acabó aquel famo-so partido de la Copa del Mundo de rugby de 1995 pero, como tantas veces ocu-

rre, se disfruta más durante el trayecto que con la llegada al destino. ¡Véanla y disfruten del trayecto! Eso sin quitar que, a lo mejor, también lloran emociona-dos en el destino.

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Es muy difícil no sucumbir a

sus encantos y a su integridad

y no sentir admiración por él.

Cuesta mucho encontrarle

algún defecto