Entre visillos se desarrolla en una ciudad de provincias ...

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Entre visillos se desarrolla en una ciudad de provincias durante los añoscincuenta.Atravésdelasconversacionesentrevariasmujeres,MartínGaite,unadelasvocesmásimportantesdelallamadageneracióndelaposguerra,retrata las actitudes conservadoras y de hipocresía imperantes en aquellaépoca,cuandosevivíatododepuertasparadentro.Unaexistenciarutinariaimprimeuntempolentoaesoseternosdíasgrises,faltosdeimaginación.

Laescritora,querecibióporestaobraelPremioNadalen1957,denuncialasituación femenina con claro inconformismo e ironía pero, a la vez, conternurayciertanostalgia.

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CarmenMartínGaite

Entrevisillos>

ePubr1.0Artifex02.02.14

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Títulooriginal:EntrevisillosCarmenMartínGaite,1957Diseñodeportada:IreneFra

Editordigital:ArtifexePubbaser1.0

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ParamihermanaAnita,querodólasescalerasconsuprimer

vestidodenoche,ysereía,sentadaenelrellano.

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Prólogo

LauraFreixas

Pasa con Entre visillos lo que con algunos cuadros: visto de lejos, no loidentificamosporsuautor,sinopor laépocay tendenciaa lasquepertenece.Entrevisillosesunadeesasnovelascorales,dialogadas,quenospresentanlavidacotidianade un grupode personajesmediocres ymás omenos intercambiables, novelas queproliferaron en la literatura española de los cincuenta, siendo las principales ElJaramadeRafaelSánchezFerlosio(1955),Entrevisillos(1957)yNuevasamistadesdeJuanGarcíaHortelano(1959);LacolmenadeCela(1951)noandabalejos.Comosi fueran sociólogos—o entomólogos— armados de una grabadora y una cámara,aquellosescritoresselimitabanareproducirlosactosypalabrasdeunospersonajeschatosyconformistas.Nointervenían,nojuzgaban,notomabanpartido.Dejabanqueel ambiente opresivo, la estrechez moral, la miseria intelectual de la Españafranquistasepusierandemanifiestoporsísolas.

Pero una mirada más atenta nos revela en seguida rasgos diferenciales. Paraempezar,MartínGaitenosofrecealgotípicodelaliteraturaescritapormujeres:unaparticular atención a los roles sexuales y a la desigualdad entre los sexos. Losprotagonistasmasculinos deEntre visillos preparan oposiciones a notarías, van enmoto, asisten a congresos de mineralogía en Suiza, son aviadores, vivenamancebados con extranjeras, pasan una temporada en Nueva York, exponen susesculturas,sebuscanunanoviadedieciséisaños…Lasprotagonistasfemeninas,unavezquehan terminadoelbachillerato—sielnoviose lopermite—no tienenotrasactividadesquevisitarseunasaotras,iramisa,alcine—sielconfesorselopermite—depaseo,alcasino,apasarunatemporadaconunosparientesenMadrid—silospadres se lo permiten— y esperar que el azar les depare un buen marido. Essignificativoque en lasprimeras líneasde lanovelaunade ellas,Natalia, narre sureencuentroconGertru,sucompañeradeinstituto,quevaadejardeserloporquesehaechadonovioyéstenoquierequecontinúeestudiando,yenlasúltimaspáginasNatalia se eche a llorar, desconsoladay—en apariencia— inexplicablemente en lafiestadepedidadeGertru.(Diálogoentreambas.Gertru:—¿Quémiras?Natalia:—Quehasquitado la repisacon los libros. ¿Dónde tienes los libros?Gertru:—Enelcuarto trasero, tengo que hacer una selección de los libros antes de casarme. Si tesirvealguno…)

Por lo demás, CarmenMartínGaite no se pliega del todo a los cánones de lanovela «objetiva», y alterna los capítulos en tercera persona con otros en primera.TienelapalabraenellosPabloKlein,unjovenprofesormarginalporvariasrazones—es de origen semiextranjero, su estatus social es impreciso, está de paso en la

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ciudad…— capaz de arrojar una mirada crítica sobre la mezquina ciudad deprovincias(noidentificada)enquetranscurrelanovela.Tambiénhayalgúncapítulonarrado por Natalia. Es ahí donde Gaite deja adivinar su personal futuro comoescritora (sería la gran novelista del grupo, mientras que Sánchez Ferlosioabandonaría prácticamente la ficción y García Hortelano optaría por experimentosmás interesantes que logrados).Aunque la voz de PabloKlein no resulta del todoconvincente—esquizáalgofría,funcional—yladeNataliaapenassedesarrolla,elusode eseprocedimiento apunta ya a la introspección, al intimismo reflexivo, quecaracterizaránsuobraposterior.

Donde la autora, en cambio, sí continuaría siendo fiel a la estética de sugeneración, es en las descripciones y diálogos. Al igual que El Jarama, Nuevasamistades oTormenta de verano (otra novela de García Hortelano),Entre visillosreproduce minuciosamente el habla de sus personajes, que se llaman unas a otras«hija», «mujer», «monada», «guapina»… y se dicen cosas como «Está defenómeno», «Es un cielo», «Uy, por Dios, mona», «Tiene una casa que es unacucada», «Mira que eres faenista»…Nomenos minuciosa es la evocación de losobjetos: un Cadillac rojo, unos tacones, unos angelitos de merengue en elcementerio…Esasícomolahistoriatomacuerpo,sehacecreíble,tangible,plástica.Pero lo extraordinario—un verdaderomisterio, sí— es cómo esa acumulación dedetalles feos, banales, decididamente kitsch, consigue un inesperado efecto deemociónyhastabelleza, un auramágicaque resplandece en algunaspáginasde lanovela.

Con todo, la baza principal de Entre visillos, su mayor en mi opinión, es lahumanidaddesusprotagonistas—lasfemeninassobretodo,porquealcarecerdelalibertad que tienen los hombres, sus conflictos resultan más insolubles, másdramáticos—.ComounamadameBovaryfragmentadaenunadocenadepersonajes(hayqueverhastaquépuntolanoveladeFlauberthamarcadolaliteraturadelsigloXX),lasburguesitasdeprovinciasquehabitanEntrevisillosestáncondenadasaunavidade«hastíoydesesperación»,comodiceunadeellas.Algunasnisiquierasedancuenta: conformistas, clasistas, mezquinas, se limitan a reproducir los valoresrecibidos.Otras,másvaliosas,máslúcidas,sedebatenangustiosamenteentreloquese espera de ellas y sus propios deseos: estudiar en la universidad, casarse con unnovioquenoesdelagradode lospadres,serpintora…Lanovela,queabarcasólounosmeses,secierrasinpermitirnosadivinarquéfuturoesperaacadaunadeellas:aGertru, laadolescenteenamorada,deslumbradaporsunoviodemásedadysumisaante su rica suegra; a Elvira, la artista en ciernes, insatisfecha, manipuladora,vanidosa(seráelgermendemuchasfuturasprotagonistasdeCarmenMartínGaite);aNatalia,estudiosayhuraña;aJulia,quehuyeaMadrid;aMerche,amargadaporquesigue sin novio a los treinta años… Todas, ellas, hasta las más insignificantes,

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consiguen interesarnos, conmovernos, preocuparnos. Ese es el milagro de Entrevisillos.

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PRIMERAPARTE

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uno

«AyervinoGertru.Nolaveíadesdeantesdelverano.Salimosadarunpaseo.Medijoquenocreyeraqueporqueahoraestátancontentayanoseacuerdademí;queestabadeseandopodertenerundíaparacontarmecosas.FuimosporlachoperadelríoparalelaalacarreteradeMadrid.

Yo me acordaba del verano pasado, cuando veníamos a buscar bichos para lacolección con nuestros frasquitos de boca ancha llenos de serrín empapado degasolina.Dicequeellaestecursoporfinnosematricula,porqueaÁngelnolegustaelambientedelInstituto.Yolepreguntéqueporqué,yesqueellaporlovistolehacontado lo de Fonsi, aquella chica de quinto que tuvo un hijo el año pasado. Ennuestrascasasnolohabíamosdicho;noséporquéselohatenidoquecontaraél.Meenseñóunapolveraqueleharegalado,pequeñita,deoro.

—Fíjatequéilusión.¿Sabesloquemedijoaldármela?Quelateníaguardadasumadreparacuandotuvieralaprimeranoviaformal.Yavestú;yalehahabladodemíasumadre.

Quesinomeparecíamaravilloso.Meobligabaamirarla,cogiéndomedelbrazoconsusgestosimpulsivos.Sehabíapintadounpocolosojosyamímeparecíaqueseibaaavergonzardequeselonotase.LuegomecontóqueseponedelargodentrodepocosdíasenunafiestaquedanenelAeropuerto,queellayasabecómolovanaadornartodo,porqueÁngelescapitándeaviaciónyunodelosqueloorganizan;quehanestado juntoscomprandobebidas, farolillosycolgantesdecolores.Meexplicócon muchos detalles cómo es su traje de noche; se soltaba de mí entre lasexplicacionesydabavueltasdevalsporlaorilla,sorteandolosárbolesyechandolacabezaparaatrás.SeparóenuntroncoymefuehaciendoconeldedounaespeciedeplanodelaentradaalAeropuertoydeloshangaresdondevanadarlafiesta.

Queríaquemeloimaginaraexactamenteparaqueledieraalgunaideaoriginaldecómoloadornaríayo,porsilesirveaÁngelloqueyodiga.Nocomprendíaquenohubieraconvencidoamishermanasparairyotambién,tanfantásticocomoserá.Nole quise contar que he tenido que insistir para convencerlas precisamente de locontrario.Ledijesóloquesoypequeñatodavía.Queríaquehablaraellaymedejaraamí.

—Túmellevasdosmeses,Natalia.¿Esqueyanoteacuerdas?—dijo.Ysereía—.¿Tanmayorteparezcoahora?

Estábamosenel sitiode lasbarcasyhacíauna tardemuybuena.Yoquisequeremáramosunpoco,peroGertruteníaprisaporvolveralassiete,yademásnoqueríaarrugarseelvestidodeorganzaamarilla.Yomesentéenlahierbacontraeltroncodeunárbol,yellasequedódepie.Seagachabaarecogerpiedrasplanasylasechabaalrío;brincabandosotresvecesantesdehundirse,parecíanranitas,yamímegustaba

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mirarloscírculosquedejabanenelagua.Medijoqueporquéestabatancallada,quelecontasealgunacosa,peroyonosabíaquécontar…»

Teníalaspiernasdobladasenpico,formandounmontecitodebajodelasropasdelacama,yallíapoyabaelcuadernodondeescribía.Sintióunruidoenelpicaporteyescondióelcuadernodebajodelaalmohada;dejócaerlasrodillas.Habíavocesenlacalle,yunamúsicadepitosytamboril.Asomóunachicaconuniformedelimpieza.

—PeroseñoritaTali,¿nosalealbalcón?—¿Cómo?—Pusounavozadormilada.—Quesinoseasoma.Llevanunratobailandolasgigantillasaquímismodebajo;

sevanamarchar.—Bueno,yalasviayer.Ahoravoy,esquemehedespertadohaceunmomento.—Puessutíahapreguntadoylehedichoqueyaestabalevantada.Novayaaser

queseenfadecomoelotrodía.—Gracias,Candela,¿quéhoraes?—Yahandadolasnueveycuarto.—Yamelevanto.Descalzasedesperezójuntoalbalcón.Habíacesadolamúsicayseoíaeltropel

dechiquillosquesedesbandabanjubilosamente,escapandodelantedelasmáscaras.Natalia levantó un poco el visillo. A los gigantes se les enredaban los faldones alcorrer.Perseguían a losniños agarrándose la sonriente cabezotaparaqueno se lestorciese,yconlaotramanoempuñabanungarrote.Lasmanoseraloquedabamásmiedo,arrugadas,pequeñitas, comodesimiodisecado,contra loscoloresviolentosdelacara.Eltamborilvolvióatocarmientrassealejaban.HacialacalledelSolsedirigían;pordondelariadadeniños los ibadesviando,entorpesesguinces,deunaaceraaotra.Detrás,loshombrecitosdelamúsica:unoledabaaltamboryotrosseagachaban a recoger perras y pesetas dentrode la boina.Natalia viovenir entre elbarullo,sorteandochavales,aMercedesyJuliaconotrachicadebeige.Seseparódelcristalysepusoavestirse.

—¡Bruto!—legritóMercedesaunniñoqueibahaciendoestallarfulminantes.—¿Quétehahecho?—preguntóladebeigevolviendolacabeza.Yvioalniño

que escapaba haciendo de avión, mientras Mercedes se miraba la media junto alcalcañal.

—Unbestia.Mehatiradounpetardodeésos.Igualmehahechocarrera.—Aver.Carreranoparece.Noladejanaunaniandar.Dichosasgigantillas.AlcanzaronaJulia,quehabíaseguidoandandodespacio,ycruzaronlacalle las

tresjuntas.Elrunrúndeltamborilsealejabaconlasrisasdelosniños.Laamigadijo:—Puesoye,¿sabestúquiénmehaparecidounachicaqueveníadecomulgar?—¿Quién?Nosé.

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—Goyita.—Mechoca.Losabríamos—dijoMercedes.—Puedenhaberllegadoanoche.—Claro que sí que sería ella —intervino Julia—. ¿Por qué no van a haber

llegado?¿Porquenolosepastú?Noséporquélotienesquesabertodotú.La calle era fea y larga como un pasillo. Empezaban a levantarse las trampas

metálicas de algunos escaparates y se descubrían al otro lado del cristal objetospolvorientosyamontonados.Eldueñodelapañeríahabíasalidoalapuertayestabainmóvil con dos dedos en el chaleco mirando al chico que allí delante, bajo suvigilancia,sacudíaenlaluzunapiezadetela.Cuandotocaronlaacera,lassaludósinmoverseconungestodelmentón.Ellasseveníanquitandolasrebecas.

—Buenosdías,donJosé.—Mujer,puesdebíamoshaberesperadoalasalidaporsiacasoeraella.¿Como

notefijasteseguro?—Esquevicuandosemetíaensubanco,yluegomelatapabaelpúlpitocasidel

todo.Llegaronalportal.Separaronylaamigabostezó.—Mehelevantadoyohoyconundolordecabeza.—Hizounademándeirse—.

Bueno,chicas…—Hija,quéprisatienes.—Claro;vosotras,comoyahabéisllegadoacasita…Mercedesdoblólamantillayleclavóenlamitadunahorquilladorada.Dijo:—Súbeteadesayunarconnosotras.—No,no,queyaosconozcoymeentretenéismucho.—Bueno,yquétienesquehacer.Quesuba,¿verdad,Julia?—Claro.—No,deverdad,mevoy,quehoydijomimadrequeibaahacerlasgalletasde

limónylatengoqueayudar.—Puesvayacosa,llamamosatumadre,totalnoteretrasasmásqueunratito.Ni

quefueratantoloquetienequehacer.—Queno,anda,quenoempieces.¿VaisairluegoporcasadeElvira?Mercedessesaliódelportalylacogióporunbrazo.Sepusoatirarhaciadentroy

laotrasedebatíariendoapequeñoschilliditos.—Ay,ay,bueno,ya,quemetiras…—Venga,déjanosenpaz,siestásmuertadeganas…Julia,apoyadaenlapared,lasmirabasinintervenir.—Anda,nohagáiselganso—dijo—.Osmiralagente.Laamiga,yalibre,searreglólashorquillas,sofocada.—¿Perotúveslastrazasquemehapuesto?Nodebíasubir.

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Subieron.Ibahaciendoremilgostodavíaporlaescalera.—Miraqueeresfaenista.Luegosemehacetarde.Sinofueraporlobienquese

estáenelmirador…Deaquelmiradorverdedecíanlasvisitasqueerauncocheparado,queallísabía

mejorqueenningunapartedelmundoelchocolateconpicatostes.—Candela,pongaotratazaparaeldesayuno.SequedalaseñoritaIsabel.Siestá

caliente,noslotraeya.La doncella soltó el trapo del polvo y cerró una puerta que daba al pasillo; se

veíandoscamasamediohacer.Retiróelcogedoralooscuro.—Ahoramismo.Enlahabitacióndelmiradorestabatodomuylimpio.Allísebarríaysequitabael

polvoloprimero.Eragrandeyestabaseparadaendosporunbiombodeavestruces.Lapartedelfondoeramásoscura.Habíaunpianoyretratosovalados.Enlaconsolabrillabaunrelojconpastorcitasdoradasdebajodesufanal.Elmiradorquedabaenlapartedeacá,queeradondeseestaba,dondelaradio,elcostureroylacamilla,dondela butaca de orejas y la lámpara en forma de quinqué.Era unmirador de esquina.Tenía en la pared un azulejo representando elCristo delGranPoder, de Sevilla, ydebajounbarómetro.

—Siéntate,Isabel.Isabelsehabíaquedadodepiejuntoalacamillacubiertadetelarameada.Dijo:—Nosotras ya hemos puesto las faldillas de invierno.Dicemamá que estas de

cretonaledanunpocodefríoporlastardes.—Puessí.Tempranoempieza,conlobuenoquehace.Sihacecalor…—Ya;esqueesunafriolera,¿mimadre?,uh,algodemiedo.—Pues lo que es aquí hasta dentro de veinte días por lomenos, ¿verdad?, no

sacamos la ropa de la naftalina. Es llamar almal tiempo. Pero siéntate,mujer.Yoahoramismovengo.

Juliamiraba a la calle a través de los cristales. Se volvió un instante hacia suhermana.

—Toma,llévameelveloylachaquetasivasparaallá.—Sí,voyunmomentoaverquéhaceNatalia.Isabelsesentó.Sepusoamirarunpequeñofolletodepapelanaranjadoconorla

deestrellitasqueestabaabiertoenelcosturero:«Díadoce.Inauguracióndelaferia.Alasnueve,dianasyalboradas.Laspopularesgigantillasrecorreránlaciudad.Alasonce,solemnemisacantadaenlaSantaBasílicaCatedralconasistenciadelGobiernoCivil y otras autoridades. A la una…». Lo cerró y se puso a hacer con él uncucurucho.Securvóeldibujodeunbanderilleroqueaparecíaenlaportadadeatrásylasletrasdelanuncio«CoñacVeteranoOsbor…».

—Yamíqueesteañonomeparecequeestemosenferias.

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Julianosevolviónidijonada.Dabaelsolenlacasadeenfrente,enunosescudosque tenía la piedra. Isabel vino y se acodó a su lado; le pasó un brazo por loshombros.

—Quécalladaestás,mujer.—Sí,noséquémepasa,estoycomodormida.—LaviuditadelCondeLaurel.Delantedelmiradorseensanchabalacalleenunaespeciedeplazuelatriangular.

Habíauncochede líneaconelmotorenmarchay lo rodeabanalgunasmujeresdeoscuroquehablabanconlosviajerosporlasventanillasabiertas.Auparonaunaniñaparaqueledieseunbesoaunodelosdedentro.Enuncartelquehabíaarriba,sujetoalabaca,poníalosnombresdelospueblos.

—Porquetunovionovieneeseañoalasferias,¿no?Juliaseencogiódehombrosypusoungestodefastidio.—Hija,nosé.Quehagaloquequiera.—¿Quées?¿Queestáisreñidos?—No,noesqueestemosreñidos.Estamoscomosiempre.—¿Entonces?—Estamossiempremedioasí—dijoJuliahaciendoungestodedesalientoconla

mano—.Porlascartasseentiendeunotanmal…—Desdeluego.Losnoviazgosporcartasonunalata.Yavesloquemepasóamí

conAntonio.Dosaños,ytotalparadejarlo.Juliasepusoamorderseunpadrastro,conlosojosbajos.Seleempezaronacaer

lágrimasenlamano.—Claroquefuiyolaqueledejé.Meaburrídeesperar,hija,ydecalentarmela

cabeza.Conunchicodefuera,todoloquenoseacasarseenseguida…¿Peroquétepasa,mujer,estásllorando?

Había bajado la barbilla hasta apoyarla en el pecho y lloraba con los ojoscerrados.Cuando oyó la pregunta de Isabel y sintió que la presión de su brazo sehacíamásestrecha,setapólacaraconlasmanos.

—Esquesivieraslocansadaqueestoy—dijoconlavozahogada—,sivieras…yanopuedoestarasí.

Deprontolevantólacarayselimpiólosojosbruscamente.Dijoconurgencia,sinvolverlacabeza.—¿VieneMercedes?—No.¿Porqué?—Noledigasnadadeesto…,sinoteimporta.—No,mujer.Descuida.Perodime,¿quéesloquetepasa?—Nada.—Lavozselehabíavueltomástranquila—.Quenosentendemosmal,

quemevuelvelocaenlascartas,conlasventolerasqueledandequelequieropoco,

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y siempre pidiéndome imposibles, cosas que yo no puedo hacer. Que no se hacecargo…Fíjate:porejemplo,seenfadaporquenovoyaMadrid.Simipadrenomelleva,¿quéquerráquehagayo?Puesconesoya,quenolequiero.

—Ah, eso siempre, eso todos. ¿Porqué te crees túque reñimosAntonioyyo?Puesporeso,nadamásqueporquenomedabalaganadehacerloqueélquería.

—No,sinosotrosnocreoqueterminemos.Simequieremucho.—Tú,detodasmaneras,noseastonta,notedejesavasallar.Yoporlomenoseslo

queteaconsejo.Siteponesblandaespeor.¿Queriñes?Puessantaspascuas.Yavesyo,mepaséunberrinchehorrible.Acuérdate,laprimaverapasada,queniganasdeiralcinetenía;peroluegosealegrauna,yoporlomenos…

Seoyóun chirrido cercanoy luego las tres campanadasdemenos cuarto en elrelojdelacatedral.Juliateníalosojosfijosenlabacadelcochedelíneaatestadadebultosycestas.

—Sipudieravenirporlomenosundíaodos,ahoraporlasferias.Hablandoesotra cosa. De cartas se harta una, cuando te contesta a una de enfadada, ya ni teacuerdasdeporquéeraelenfado,porquealomejoryahasrecibidoluegootrasuya,yestáscontenta.Teaburresdeescribir,teaseguro…

—Pero¿ycómovienetanpocoaverte?¿Nopuede?—No.Siempretienecosasquehacer.Yatedigo,dicequeesmáslógicoquevaya

yo, que a él aquí no se le ha perdido nada, y que en cambio yo allí podría hacermuchascosasyqueséyoqué.Ayudarle,animarleenlosuyoaunquesólofuera.

—Peroytú,¿cómovasair,mujer?—No.Eso no. Podría ir a casa de los tíos comootras veces queme he estado

mesesenteros.Perobuenoesmipadre.Comoquemevaadejarahora,comoantes,sabiendoqueestáélallí.

—YÉl¿quéhace?¿Cosasdecine,no?—Sí.—¿Esdirector?—No,directorno.Haestudiadoenun InstitutodeCine,que lesdanel títuloy

tienemuchoporvenir,unacosanueva.Élescribeguiones,losargumentos,¿sabes?,oporejemploparaadaptarunanovelaalcine.Porquetienenquecambiarcosasdelanovela. No es lo mismo. Cambiar los diálogos y eso. Pero también hace élargumentosqueseleocurren.

—Sí—resumióIsabel—.Sonesosnombresquevienenenlasletrasdelprincipiodelapelícula.

—Sí.Loquepasaconesetrabajoesquehayqueesperarmuchoparacolocarlosguionesyvermuchagente;conoceraunosyotros.Pero luego,cuandose tieneunnombre,yaseganamuchísimo,fíjate.

Juliahablabaahoraconciertasuperioridadylavozselehabíaidocoloreando.

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—Ydocumentalesytodo.Teniendosuerte…Lascestassebambolearoneneltecho,cuandoelcochedelíneaarrancó.Doblóla

esquinayllegaronalmiradoralgunasvocesagudasdeadiós.Lasmujeresdelutosequedaron quietas un momento hasta que ya no lo vieron. Luego se dispersaronlentamente.

—PuesMercedesdecíaqueoscasabaisesteañoquevieneparaverano,¿no?¿Noteestabashaciendoyaelajuar?

—Sí. Me lo estoy haciendo a pocos. Ya veremos. A él todo esto de ajuar ypeticiones y preparativos no le gusta. Dice que casarse en diez días, cuandodecidamos,sindarlecuentaanadie.Yavestú.

—Uy,porDios,quécosamásrara.Lodirádebroma.EntróCandelaconlabandejadeldesayuno,ylapusoenlacamilla.Enelpasillo,

MercedesestabadiscutiendoconNatalia,sinentrar.—Mentira,nohasdesayunado.Enlacocinanohayningunatazasucia.Tevienes

almiradorconnosotras,porDios,quémaníadeestarsiempreenotrolado,comolafamiliaescocida.

IsabelyJuliasevolvieronysesentaronalacamilla.—NoledigasaMerchequeestabatristeyeso—dijoJuliadeprisaenvozbaja,

mirandoalapuerta—.Soncosasquesedicenpordecir,queunosdíastelevantasdemejorhumorqueotros.ComoellaaMiguelnoletienemuchasimpatía…

—Porfavor,mujer,québobada,yoquélevoyadecir.—Notevayasacreerquenolequieroporloquetehedicho.Yonolecambiaba

porninguno.—Puesclaro.—Esqueellasiempreestáconquenolequiero.Alomejoratitambiénteloha

contado,selodiceatodoelmundo.EntróMercedes.Nataliaentródetrás.—Buenosdías.Vioelrostrodelachicadebeige.Nosabíasilaconocíaono.Separecíaaotras

amigasdelashermanas.Todasleparecíanlamismaamiga.—¿ConocíasaNatalia?Isabelmiróelrostropequeño,casiinfantil.—Puescreoquelahevistoalgunavezenlacalle,delejos.Meparecíaqueera

mayor.¿Cómoestás?—Bien,gracias—dijoella,bajandolosojos.Cogió el programa de las ferias y con una tijera de bordar le empezó a hacer

dientesyadornosportodoelfilometiculosamente.Lasbriznasdepapelselecaíanenlafalda.

—Tambiénesraro,¿verdad?,quenuncanoshayamosconocido,contantasveces

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comovengoavuestracasa.—¿Ésta?—laseñalóMercedesconelpitorrodelacafetera—.Nomeextraña;si

nosotraslaconocemosdemilagro.Estoesmássalvaje…Isabel se sonreía, sin quitarle ojo.Detallaba las cejas espesas, los grandes ojos

castaños.—UyporDios,¿nooyesloquedicen?¿Aquenoesparatanto?—Medaigual.No,nomepongascafé.Siyahetomado.—Bueno,peroestatequietaconesastijeras,¿quéestáshaciendo?Loponestodo

perdidodepapelines.—Ah, mira, las tijeritas pequeñas —dijo Julia—. Las estuve buscando ayer.

Luegomearreglasunpocolasuñas,¿eh,Isabel?—Sí,mujer,encantada.Perotengoquellamaramimadre.¿Vasairalcasinoala

noche?—Creoyoquedaremosunavuelta.¿Túquédices,Julia?—Amímedaigual.Total,estásiempretanful.—Sí,esverdad,noséquépasaesteañoenelcasino.Ycuidadoquelaorquestaes

buena,peronosé.—Lamezcla—saltóMercedesconsaña—.Lamezclaquehay.Decíamosde la

niña del wolfram. La niña del wolfram, la duquesa de Rockefeller, al lado de lascosasquesehanvistoesteaño.HastaladelToronto,¿paraquédecirmás?,sihastaladelTorontosehavestidodetulrosa.Yporlasmañanasenelpuesto.Asíqueclaro,esuntufoapescadilla…

—No,yquehaydemasiadasniñas,ymuchasdefuera.Perosobretodolasnuevas,quevienenpegando,notedejanunchico.Isabel,aldeciresto,volvióamiraraNataliaylesonrió.—Sí,vosotras,vosotras,lasdequinceañossoislaspeores.Elladesviólavista.—Aéstalapondréisdelargo.—Noquiere.—¿Quenoquiere?Seráquenoquieretupadre,másbien.—No.Soyyo,yo,laquenoquiero-aclaróNataliaconvozdeimpaciencia.—Hija, Tali, no hables así. Tampoco te han dicho nada. ¡Jesús! —se enfadó

Mercedes.—Bueno,esqueespequeña.Tendrácatorceaños.—Quéva.Yahacumplidodieciséis.Ellaquesedescuideyverá.Detreceaños

lasponende largo ahora.Pero seha emperrado enqueno, y comodigaqueno…Fíjate,siyalehabíatraídopapálatelaparaeltrajedenocheytodo,aquellaquetrajodeBilbao,¿notelaenseñéati?

—Uy,mujer,puesquépena.¿Esquenotehaceilusión?

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—Tiempo tiene. Dejarla —dijo Julia, y Tali la miró con agradecimiento—.Tiempodebailarydeaburrirsedebailar.Precisamente…

—Dieciséis años no los representa, desde luego. De todas maneras, cuántadistanciaentrevosotras.¿Oesquehubohermanosenmedio?

—No,sólounoquenaciómuerto.YdesdeésehastaNatalia,nueveaños.MercedessequedómirandoaJuliay lepesóelsilencioquesehizo.Sabíaque

Isabelpodíaestarcalculandolosañosdeellas.—Mamá murió de este parto, ¿lo sabías, no? Eso de los partos qué horrible,

¿verdad?—dijoaprisa—.Menosmalqueahorasemueremenosgente.—¿Quées,quepadecíadelcorazón?—Sí.Delcorazón.Nollegóaconocerlaaésta.—Graciasatutía.Esunsolvuestratía,escomomadre,¿no?—Fíjate.Natalia se quitaba uno por uno, a pequeños pellizcos, los pedacitos de papel

pegadosalafalda.Siemprequeestabaellahacíanlasmismaspreguntasycontabanlas mismas historias. Siempre este largo silencio después de que se nombraba amamá.Esteruidodecucharillas.Hoycogeríalabiciyseiríalejos.Hoyibaahacermuybueno.

—¿Estamermeladaesladepera?—Sí,lahahechotíaConcha.—Ossalemejorqueencasa.Ladecasaestádemasiadoespesa,empalagosa;no

séenquéconsiste.—Yavestú.Yeslarecetaigual.—Puesyocreoquesí,voyairestanochealcasino—decidióIsabel—.Loquees

queme tendría que lavar la cabeza. Seme pone en seguida incapaz.Ya seme haquitadocasitodalapermanente.

Se exploraba el pelo con losdedos, pormechones. Julia acercó su sillay se lotocópordetrás.

—Aver.ConDop.NosotrastenemosDop;¿porquénotelalavasaquí?—No.Ir‚alatardealapeluquería.Oye,quetodavíanohellamadoamimadre,

¿quéhoraes,tú?Mercedesabrió lashojasdelmiradoryseasomó, inclinandoelcuerpohacia la

izquierda.Seveía,cerrandolacalle,latorredelacatedralylagranesferablancadelrelojcomounojogigantesco.

—Menostresminutos—dijometiéndose—.Mevuelveaatrasar.Y adelantó su relojito de pulsera, sacándole la cuerda con las uñas,

cuidadosamente.

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dos

Llegué hacia lamitad de septiembre, después de un viaje interminable.El trentuvodosaverías,lasegundapesadadearreglar,yaapocoskilómetrosdelallegada,enmedio de unos rastrojos, y en ese rato, que fue largo, se puso el sol yme diotiempoaterminarmelospitillos.Habíasidounatardedemuchocalor.Salíalpasillo.Unpastorinmóvilestabamirandolosvagonesconlasmanosapoyadasensupaloyalgunosdelosborregosquesehabíanquedadoporelsolteníanunasombragrotescaymovedizadepatasmuylargas.Lasombradealgúnperfilounbrazodelosviajerosasomadossemovía tambiénsobre la tierra.Enel límite,acosadeunkilómetro,viunospocosllanosy,apenaslevantadasdelsembrado,lascasasdeunpueblochico.Aunmuchachopecosoqueandabaporallí con tiradoren lamano le llamarondesdeunaventanilla,lepreguntaronquesipodíatraerunasgaseosas.«Mande,¿esamí?»«Unas gaseosas, digo, o algo para beber.»No respondió y se echó a correr por elsenderodelpueblo.Losviajeros,aburridos,empezaronabajarsealavía,yseformódesde la máquina a los vagones de primera una especie de paseo provinciano. Elpadredeunachicaderosa,queibaenmidepartamento,seencontróconunamigo;sepusieron a lamentarse de no haberse encontrado en todo el trayecto. El de midepartamentoveníadeSanSebastián,decíaquelamujeryloshijossepasabantodoelsantodía inventandogastosydiversiones.Detiendasydemeriendasydecines.Uno que papá veinte duros, otro que nos vamos en bici a Igueldo, otro que veníatardeacenar…Ycuandollovía,nosabíasdóndemeterteconaquelgentío.Nisitiopara sentarse a leer el periódico. En el hotel te comían lasmoscas, en el café unaCocaColadiezpesetas,loscinesabarrotados…ÉlIbacontandoestascosasconlosdedos, disparándolos al aire sucesivamente en firmes sacudidas, empezando por elpulgar.Sacaronlaspetacasyfumaron.Elotroseñorhabíaestadoenunbalnearioydecíaqueallísecomíamuybienyqueeravidatranquilaysana.Lepreguntóquesiveníanensegunda.«Sí.Noencontramosprimeraconlasdificultadesdeúltimahora.Ahí,enesevagón,dondeestáasomadamichica.»Lachicaderosamirabahaciaelpuebloconojosdeaburrimiento;elamigodesupadrepusoungestoponderativoalvolversehaciaarribaymirarla,dijoqueeramuyguapa,quenoseacordabadeella.«Goyita,esteseñoresdonLuis,eldelalmacéndecurtidos».«Encantada.Sonreíaaldecir»,conloslabiosestirados.«Vaya,yqué,ahoraahacerestragosenlasfiestasdelcasino,¿eh?,¿oyatienesnoviotú?»«¿Ésta?,¿novio?Abuenaparteva.Máslegustabailarconunosyconotros.Aéstaconnovio,lamataba,fíjese.Lamataba.»«Hacebien,yalocreo,endivertirsetodoloquepueda.Juventud,divinotesoro.Atitetengoque presentar yo a mi hijo el mayor, el que estudia Derecho. Menudo elementotambiénparaesodelbaile.Alomejorloconoces.»Ellahizoungestoambiguoconlaboca.«Nosé.Alomejor.»

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Mefuiadondelamáquina,acuriosearlaavería.Volvióelmuchachopecosoconun hombre vestido de pana y traían un burro cargado de sandías; se pusieron avenderlas entre la gente que tenía sed. Fue un acontecimiento y todos compraron;pedían dinero los niños a sus padres y los que se habían quedado en el trenencargabanalosdeabajoquelescomprasen.Mediolaimpresióndequeeracomounagranfamiliadeviajerosyquetodosocasitodosseconocían.Yotambiéncomprésandía,que lavendíanporrajasgordas,ycuandovolvíasubiraldepartamentomegoteabaelzumopor labarbilla.Lachicade rosasehabíapuestoahablarconotravestidaderayasconescotemuygrandeeneltraje,yestabancontrayendounasúbitayentusiastaamistad.Laderayasveníaenprimera,perosesentóallí.«Mehetiradounviaje»decía.«Todosviejos.Sisémevengoaquícontigo.»EradeMadridyveníaa pasar las fiestas a casa de un cuñado. La otra chica le explicaba con orgullo ysuficienciacómoeranlasfiestasyleofrecíapresentarleagenteyllevarlaconellaysusamigasalosbailesdenoche.Hablabancadavezentonomásíntimodecuchicheoymeempezóaentrarsueño.LachicadeMadridllevabasandaliasdetirasylasuñasde los pies pintadas de escarlata, la de rosa tenía medias. Con el topetazo de lamáquinanuevaquetrajerondelaciudad,volvíaaabrirlosojos.Cantabanlosgrillosfuriosamente.Elpastorhabíaatravesadolavíaysealejabalentamenteconsurebañodisperso. Había cedido el calor de la tarde y las voces sonaban más animadas ydespiertas, como liberadas. Las personas subían al tren en grupos, bromeando, ytraíanelrostrosatisfecho.Semetíanensusdepartamentosigualquecuandoseentraenelvestíbuloenlosentreactosdelteatro.«Bueno,hombre,bueno.Parecequeahoravadeveras.»

Cuando volvió a arrancar el tren cerré otra vez los ojos. Pensaba que entre elretrasoyesodelasfiestaslomásseguroeraquenoestuvieranadieenlaestaciónaesperarme.Casimeibaadormirdeltodo,cuandooídeciraalguienenelpasilloqueyaseveíalacatedral,ysalí.Todavíaalgunasnubesoscurasdelapuestadesol,quehabía sido violenta y roja, estaban quietas tiznando el cielo como rasgones. Vi elperfil de unas torres y los filos de muchos tejados coloreados, calientes todavía.Brillaban los cristales de losmiradores y empezaban a encenderse bombillas pocodestacadas en la tarde blanca. El río no lo vi. Luego el tren se metió entre dosterraplenesypitómuyfuerte.Todalagenteestabasacandolosequipajesalpasillo.

Efectivamente,nadiehabíavenidoaesperarme.Medetuveunratoenelandén,mirandoatodosladosentrelaspersonasquesemovíanllamándoseporsusnombres,peroamíningunasedirigió.Apenasmehabíaseparadodelasescalerillasporlasquebajédeltrenylagentealsalirmetropezaba.Endosgruposmásallá,laschicasdemidepartamentosehabíanreunidoconsusrespectivasfamiliasysesaludabanentrelascabezasdelosotros.«Adiós,mona,tellamaré:»,dijoladeMadridagitandoelbrazomientrasalguienlateníaabrazada.«¿Quiénesesachica?»,lepreguntóalaotrauna

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señoraquemeestabarozando.«Yoquésé,mamá,deMadrid.»«Puesvahechaunaexagerada».

—Aquíestáustedestorbandoelpaso;hagaelfavor—medijounmaletero.Echéaandar,yadelosúltimos,ydejémimaletaenlaconsigna.Laestaciónera

ungrancobertizoantiguoychocabalaluzdeneóndelpuestodeperiódicos.Estabanhaciendoreformas.Parasalirhabíaquedarunrodeoentresacosdecemento,pisandolatierradelcampo.Afuera,enunaplazuelaconjardines,mequedédudandosinsaberloqueharía.

—¿Quierecoche,señor?Adomicilio.Me hablaba un hombrecito muy feo con chaqueta de cuero. Me empujó a un

pequeñoautobúsque teníasuentradapor la traseraydosbancosa los ladosdeunpasillomuyestrechoEstabantotalmenteocupadosymi llegadaprodujomiradasdeprotesta.Me quedé de pie un poco encorvado para no darme con la cabeza en eltecho.

—¡Correrse para allá!—gritó el hombre, haciendo el ademán de empujar a lagenteconlasmanos—.¡Vamoscompletos!

—Aquínohaysitioparamí—dijeyo,tratandodebajarme.—¿Cómoquenohaysitio?—seenfadóelhombre.Habíasubidoalpasilloyestabacontandoenvozaltalosviajeros.—Son trece, hay un sitio; tiene que caber este señor.Hágase para allá, señora,

quitenesebolso.Aversinosvamos.Por fin me pude sentar de medio lado, sin hundirme mucho, teniendo en las

rodillas mi pequeño maletín. El hombre se había bajado, pero antes de cerrar laportezuelavolvióameterlacabeza.Yoocupabaelúltimoasiento,juntoalaentrada.

—Oiga,semeolvidaba,¿usted,adóndeva?—¿Yo…?—vaciléunmomento—.Pues,alInstituto.Adelantóunpocomáselcuerpoyenlapenumbravisugestodeincomprensión.—¿Adóndedice?—He dicho al Instituto. Instituto de Enseñanza Media —pronuncié con toda

claridad.—Yeso,¿pordóndecae?—Sí,hombre,cercadelRollo—intervinoalguien—.Alfinalde lacuestade la

cárcel.Algunosviajerosempezabanaestarimpacientes.—Vengaya,hombre,¿nosvamosono?—protestóotro.—Bueno,llevaremosprimeroalosdelcentro.Cuidado,quecierro¡Tira,Manolo!Elmotor sonabayamuy fuertey el coche se estremecía sinmoverse.Volvió a

sonarcondosotresintervalosyporfinarrancó.Aunaseñoraqueibaamiladolediconunaesquinadelmaletíncontralasrodillas.

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—Dispense.Memiróconunresoplido.Eragorda;lafaldaestrechallenadearrugastirantesde

muslo amuslo. Se había sacado los zapatos por el talón.Miré a la portezuela. Elhombrede lachaquetadecuerosehabíaquedadodepie sobreelestriboyviajabaallí, de espaldas a las calles que íbamos atravesando, comoun timonel, sujeto a laventanilla abierta. En el espacio que su cuerpo no tapaba, por los lados de estaventanillatrasera,serecogíalaluzdelacalle,seveíandesaparecerpuertas,paredes,letreros,algunostranseúntes.

Bajábamos,mepareció,porunaavenidadecasaspequeñas,algunaconuntrozode jardín; sólo veía la parte baja. Saltaba el autobús sobre los adoquines delempedrado,tocandolabocinaEnunciertopuntotorcimosbordeandounparqueconolorachurrosfritos,ydesdeentoncesseempezóaoírmásruidoyavermásgente.Bares y escaparates, coches y alguna moto. Eran calles estrechas y el coche ibadespaciorenqueabaarrimándosealaacera.Tocabasincesarunabocinaantiguaconladridodeperro.Másallá losbocinazosdelcochecoincidieronconrisas jóvenesysobresaltadas,yporlosladosdelhombrecilloqueibaenelestribovigruposdegente.Un señor se agachóy sacó la cabezapor laventanilla.«¡Québonito lohanpuestoeste año!», dijo. Yo también miré. Había unos arcos de bombillas encendidasformando dibujos rojos y verdes encima de una calle ancha. En aquella calle elautobús se paró varias veces. Se llamaba la calle de Toro. El hombre saltaba delestriboacadaparadayabríalaportezuela.«¡Toro,veintiséis!»«¡Toro,cincuenta!:»Metíalacabezaparaavisary,alaluzdeunabombillaqueseencendíaeneltecho,todos mirábamos los bultos de los viajeros que se levantaban y salían. Lasconversacionesdedentrosehacíanentoncesunpocopatentes,debajodeladébilluzdel techo, como si sólo se hubieran revelado unos segundos, a guiños, de tanbisbiseadas, y los que estábamos callados nos sosteníamos la mirada de banco abanco,oladirigíamoshaciaarribaporqueseoíanenlabacalospasosvigorososdeunapersonaque levantabay revolvíamaletas,«¡Esanoes! ¡Esamarrón!»gritabandesdelacallelosquehabíansalido.Ysedestacabanlasvocessobrelosmurmullosderisasydepasosdelagentequepaseabaallíafuera.

EnunadeestasparadasvialachicaqueveníadeMadrid.Levilanuca,vueltaaotrapersona.Hablabadelaamigaquesehabíaechadoenelviaje:«…unatalGoyitaLucas,dicequemevaapresentaraamigassuyas…»«UyporDios,mona.¿Tefijasteenlarebecarosaquetraíademangacorta?Yelpelolargoasí,conmuchashorquillasy como mal rizado, ¿no sabes?» «… bueno, mujer, pero a ti que te meta en unapandilladechicasjóvenes.Nohastenidopocasuerteahoraenferias,conelbarulloquehay.»«Noesquefuerafeadeltodo,peronos‚cómoexplicarte.Eratambiénporel niño…», «… poco con el niño…», «… poco por el niño…» «… no, si no eraantipática. Cursi, pero simpática». «… simpática…», «… antipática…». Otra vez

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arrancamos. Otra vez parar. Me dormí con la cabeza apoyada en la pared de laizquierda.

Cuandoabrílosojos,yasehabíanbajadotodoslosviajerosyelhombredelcueroestabasentadoenfrentedemí, juntoa lacabinadelchófer.Apartéelmaletínymeincorporé.Seoíancánticosycampanas.

—¡RodeaporlacalleAntigua!—dijoelhombre.Me volví hacia la ventanilla y saqué la cabeza. El coche había frenado a la

entrada de una plazuela. Era una procesión. Pasaban mujeres en fila con velasencendidas; las llevabanseparadasoblicuamenteparaque la llamano lesprendieseenelvelo.Empezabaaoscurecer.Cantaban.Entrabanacantarcadaunaunpoquitomás tardey levantabanunconjuntodevocesconfusase incomprensibles.Algoeradel Redentor; a medida que unas se alejaban, las que venían detrás se habíancambiadoalaestrofaanteriordelcántico,ylatraíanreciente,comosialasotrasseleshubiesedesmayadoyellaslavinieranrecogiendo.Unaniñaqueibadelamano,embobadamirandolosmonaguillos,setropezóconunaaletadenuestrococheyseechóalloraragrandesgritos.

—¿Qué?¿Echóustedunsueñecito?—Sí,señor.Yaveoquesehaquedadoestovacío.¿Mefaltamuchoparallegar?—No,yamuypoco.Sinohubierasidopor laprocesión,habríamossalidomás

derecho.Mepasélasmanosporelpelo,meestirélospuñosdelacamisa.El coche reculó.Pasabancuatro señoresde luto agarrandocintasde estandarte.

Enfrente vi la iglesia y siluetas de niños en el campanario, con las piernas haciaafuera, contra la piedra,mirando abajo, hacia las primeras figuras de la procesión,queyasemetíanporlagranpuerta.Volteabanconfuerzalascampanas.

—Puessí,hombre,sí.¿Vieneapasarlasferias?Salimosaotracallesolitaria.Elhombresehabíareclinadoalolargodelbancode

enfrente,apoyándosesobreuncodo,ysesujetabalacaraconlapalmadelamano.Meestabamirando.Yoledijequesíconlacabeza.Deprontobajólaspiernasysecorrióhastaquedarsentadojustoenfrentedemí.Medijodeplano,confidencial:

—Yasabráquepasadomañananotoreaelmonstruo.Susojospillabandefrentelosmíos.

—¿Cómodice?Ah,no.Nosabíanada.—LehancogidoenlasegundadeAlicante.Pronósticoreservado,siempredicen

lomismo.Total,quecon tanpocosdíasparaponersebueno,yaverustedcomonovieneaninguna.Noshundieronlascorridas.

Yo hice un vago gesto de condolencia y escapé con los ojos a otra parte. Sinmirarle,leoíaconmayorlibertad.

—…Yquenohayquedarlevueltas.Elqueanimabaelcarteldeesteañoeraél.

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Aparicio,¿quépinta?,¿noleparece?—Claro.Subimosporunacuestamuyempinada.Parecíaqueelautoseibaaescurrirpara

atrás.Nopodía.Metiólasegunda.Elhombremepreguntóquesieraextranjeroymepareció como si hubiese estado pensando en hacerme esta pregunta desde queempezóahablarconmigo.Nosabíasidecirlequesíoqueno.Porfinledijequeno.Luegosehizounapausaylaaprovechéparapreguntarleloqueledebía.Habíamosllegadoalacimadelacuestayatravesadounaavenida.Andábamosahorasobreunterrenosinpavimentaryelcochedabatumbosigualquesianduvierasobrelossurcosdeunsembrado.Deprontoseparó.Elchófersevolviódeperfilydijo:

—Debesereseprimeredificioquehaydetrásde la tapia.Siaeste señorno leimporta,ledejamosaquísinllegaralapuerta.Lodigoporqueluegoespeorparaquedemoslavuelta,señorDomingo,queestáestomuymalo.

Yodijequemedabaigual.Esperéarecibireldineroquemedevolvíaelhombre,yluegocogímimaletínymebajéeapartéalaescasaacera,alladodeunamujerquevendíacaramelos,yesperéallílamaniobraquehacíaelcocheparadarlavuelta.

—Avísemecuandollegueconlasruedasdeatrásalapared,hagaelfavor—dijoelchófer,sacandolacabeza.Seloavisé.Senosechabanencimaalamujeryamí.Luego,cuandoyaseiban,medijeronadiósconlamano.

Echéaandar.Vi,aladerecha,latapiadequehabíanhablado.Parallegaraella,tuvequeatravesarunpuentedebajodelcualpasabanlasvíasdelferrocarril.Latapia,que se iniciaba justamente a continuación, era un paredón altísimo ymuy largo, ysólo al final tenía acceso por un pequeño hueco cuadrangular sin puerta que locerrase.Lafranqueéyentréaunpatiograndeyabsolutamentedesnudo,comoeldeunacárcel.Alfondo,aunoscienmetros,estabalafachadadelInstituto.

Eradepiedragris,sinningúnletreroniadorno,yteníasolamentetresventanalesunoencimadeotroyencima, a suvez,deunapuertademasiadopequeñahacia lacual iba avanzando. Todo estaba arrinconado en la parte de la izquierda, de talmanera que por el otro lado sobrabamucha pared. Chocaba la desproporción y latorpezadeaquella fachadaqueparecíadibujadapor lamanodeunniño.Nohabíanadie.Graznabaneneltejadounospájarosnegros.

Me detuve en la puerta. Estaba entreabierta y no tenía timbre ni indicaciónalguna. Traté de empujarla, pero cedía con dificultad, y entré por la abertura quetenía, que era suficiente. Apareció una escalera blanca y una mujer que la estabafregando,arrodilladaenlosprimerospeldaños,deespaldasamí.Measustéunpocoal vislumbrar, inesperadamente, el bulto de su cuerpo, porque todo aquello estababastanteoscuro.

—Buenastardes,señora.Volviólacabeza.

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—¿EsaquíelInstituto?—¿ElInstituto?Sí.Aquí.Memirabafijamente.Yo ledi lasgraciasyempecéasubir laescalera,pisando

porencimadeunosperiódicosquehabíapuestoenlosescalonesreciénhumedecidos.Cuando estaba llegando al primer piso y ya no la veía, oí su voz desde abajo,llamándome.

—Oiga…,señor…,usted.Measoméporelhueco,apoyándomeenlabarandilla.—¿Qué?¿Mellamabaamí?Alzólacabezaenlapenumbra,sinincorporarsucuerpo,comosiaquellapostura

deestaragachada,conlasmanosylasrodillassobreelsuelo,fueraenellanormaleinevitable.Dijo:

—Nohaynadiearriba.—¿Nadie?—repetíyo.Y miré para arriba muy desconcertado. Vi en el primer piso una puerta de

cristalescerrada,conunpapelpegadoalaizquierda,comodehorariosoconalgúnaviso. Blanqueaba vagamente este papel al resplandor de una sucia bombillaencendidaenloaltodelapuerta.Tambiéndemásarriba,deunaclaraboyadeltechocon algunos cristales rotos, bajaba todavía una última y apagada claridad que sedifundía por todo el hueco de la escalera. Esta luz y la de la bombilla luchabandébilmente,sinanularse.

—Pedrosehaidohaceunrato—añadiólamujer—.¿BuscabaustedaPedro?Empecéabajardespaciolaescalera,trasunabrevevacilación.—¿Pedro?Noséquiénes.Perotendráquehaberunbedel,oalgunapersona.Habíallegadodenuevoabajo.—El bedel es Pedro. Pero es que ya es muy tarde. Mañana empiezan los

exámenesdeloslibres.—Entonces,¿laresidenciadelInstitutonoesaquí?Lamujerseincorporóunpoco.Sesecólasmanosconeldelantal.—¿Quéresidenciadice?Aversivieneequivocado.AquíeselInstituto.—Sí,deacuerdo.Peroyodigolaresidenciadelosprofesores,creíqueestaríaen

elmismoedificio.Elsitiodondevivenlosprofesoresylosalumnosquenoseandeaquí-aclaréimpacienteantesusojosdeasombro.

—Noséquédecirle.Noheoídonada.Yocreoqueviventodosensusrespectivascasas.PerovengamañanayPedroselodirá.

—Estábien.Muchasgracias.—Denada.Yameiba.Salíaporlapuertaymevolví.—Oiga,perdone.¿Sabeustedaquéhorasuelevenireldirectorporlasmañanas?

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Nosehabíavueltoaagacharymehabíaseguidoconlosojos,comosiesperaravermeentrardenuevo.Dijo,inflandosolemnementelavoz.

—Eldirectorsehamuerto.—¿Cómo?¿DonRafaelDomínguez?—Nosédecirlecómosellamabadeapellido.—Pero ¿está usted segura?—lebusqué los ojos para cerciorarme—.Será hace

pocosdías.—Cincodíashace.Bienseguraestoy.—¿VivíaélenlacalledelCorreo?—Sí,señor.Eneldoce.Fuiyoallevarunrecadoalacasa,yenesemomento,lo

sacaban. Dijo «lo sacaban» con tono estremecido y lastimoso; como si se gozaraevocandoelfúnebrecortejo.Luegomemiróamí,maternalmente.

—¿Eraparientesuyo?—No,no…¿Correodoce,hadichousted?—Doce,sí,señor.—Adiós,seloagradezco.Salí al patio, bordeé la tapia, lleguédenuevoal puentedel ferrocarril.Allíme

detuve.Losmurosdeaquelpuenteerandecementodeteriorado,nomuchomásbajosqueyo.Apoyélabarbillaenelborde.Vilastraserasdelascasasquedabanalavía,enloaltodeunterraplénescurridizo,lasventanasabiertasyencendidas.Ventanasdecocina. Prepararían la cena. Era un barrio de casas pobres. Por las ventanas salíanvocesagudas,demujer.Fuisiguiendolasvíasrectasysolashastaquesemeperdíandevista, juntándoseallá enel campo.El camposeadivinabadesdibujado,bajo lasnubesoscurasquetodavíanosehabíanfundidoconlanoche.

Oí acercarse un tren.Me lo sentí llegar vertiginosamente por la espalda, ymequedé muy quieto esperándolo. Luego lo vi aparecer debajo de mí y alejarseestruendosamenteconsusvagonesretemblantesymeescupióalacaraunabocanadadehumodensoyrojo.Cerrélosojos.Todoelpuentesehabíaquedadoretumbando.Cuandolosabrí,eltrenyaibamuylejosconsuluzencarnada.Unaparejadenoviossehabíaacodadojuntoamíymirabanalejarseeltrenconlascarasmuyjuntas,losbrazoscruzadospordetrás,extasiados.«EseldePortugal,¿sabes,mivida?»Nimehabíanvisto.Lestuveenvidia.

Meseparédeallíymedicuentadequeestabamuyfatigado,dequenecesitabaencontrarunapensióncualquieraparadormiraquellanoche.

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tres

LachicadeMadridqueveníaapasarlasfiestasacasadeuncuñado,hablabadesuveraneoenSanSebastiáncondescuidoyconfianza.DecíaSanSebas.

—Miraquenohabertevisto,mujer,enSanSebas;siallínosconocemos todos.¿Quéplanhacíastú?¿IbasalCristina?

Goyitaleenvidiabaaquelladesenvoltura.EllaotrosveranoshabíaidoaunpueblodeÁvila, donde tenían familia, y este añodeSanSebastián se traíauna impresiónpálidaysosaqueahora,alhablarconsuamigadel tren, ladesazonaba.Leparecíaquenohabíaestadoallí,queseveníasinconocerlaciudadexcitanteyluminosaqueledescubríanlaspalabrasdelaotra.

—¿AlCristina,cómo?¿AlHotelCristina?—Sí,a las fiestasde tardeydenoche.Es loúnicoqueseponeunpocomedio

bien.—No,yonoheido.Habríaquevivirallí,mefiguro;nosabíaquedieranfiestas.

¿EstabastúenelHotelCristina?—Sí,claro.Creíquetelohabíadicho.¿Tú?—No.Nosotrosno.NosotrosenlaPensiónManolita,unaquehayenlacallede

Garibay,quetienedostiestosenlapuerta.LachicadeMadriderarubiayllevabaelpelomuycortopeinadoconflequilloa

loMarinaVlady.Decíaqueeramáscómodoasíparanadar.Hablabadeyatesydepesca submarina, de esquís acuáticos. Goyita no sabía nadar; se sentía a disgustorecordando el trocito de playa donde tenían ellos el toldo, un triángulo de arenalimitadoporpiernasdesnudas,porbolasdeNiveaybañadores;susbañosridículosenlasprimerasolas juntoa losniñosdecincoañosqueechanbarquitos, losgritosdejúbilo cuando el agua le salpicaba más arriba de la cintura. Quería cambiar deconversación,salvaralgodesuveraneo,quenoselevinieratodoabajo.

—AlTennisfuidostardesylopasémuybien.Elúltimodíaestuvetodoelratoconunchicomejicanoqueeramajísimo.Larabiaqueloconocíalfinal,yacuandofaltabandosdíasparavenirnos.Estababastanteenplan.

—Qué rollo loshispanoamericanos,chica,quépeste.Pareceque los regalan.Yluegoseteponendeuntierno.¿AquesellamabaRaúloRobertooalgúnnombreporelestilo?

—No.SellamabaFélix.EstodelmejicanohabíasidoloúnicounpocoparecidoaunaaventurayGoyita

se complacía en aumentarlo. Le esperó en la estación asomada hasta el últimomomento, y todavía cuando el tren arrancópensabaque le iba a ver entrar conunramo de flores y echar a correr a paso gimnástico tendiéndole la mano hacia laventanilla.Hastase levinieron las lágrimasa losojosde tantoescudriñar lapuerta

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con este deseo, y las luces del andén se le alejaron temblandode llanto y sirimiri.Sabíamuybienquenolaibaaescribirmandándoleunafotoquesehicieronjuntos,ni se iban a volver a ver ni nada; y además tampoco le importaba demasiado quefuera así, pero se esforzaba por convencerse de lo contrario. Más que nada parajustificardealgunamaneraaquellosdosmeses,ylailusiónquehabíapuestoenellosantesdeir;ysobretodoporpoderlecontaralgorománticoasuamigaToñuca.Habíapreguntadoporellaencuantobajódeltren:

—Mamá,¿havueltoToñuca?Lo tuvoque repetirvariasveces.LamadrecontabaqueJoséMarihabíavuelto

del campamento,que la criada sehabíadespedidoenelmomentomás inoportuno;hablabadeunatarjetapostalperdida.LogróquelahicierancasocuandoyabajabanporlaAvenidadelaEstación.

—¿Cómodices?—Toñuca,quesihavuelto.—Sí,creoqueelotrodíatetelefoneó.—¿Quéledijisteis?—Yonomepuse.Cuando llegó a casa, no sabía qué hacer, parada enmitad de su cuarto que le

parecíadesconocidoymásgrande,conlahojadelcalendariomarcandoeldiecisietedejulio.Dejólamaletasindeshaceryleentraronunosdeseosirresistiblesdebajaralacalle.Yaeracasidenoche.Acababandeencenderlasbombillasdecoloresdeunasguirnaldas tendidasde lado a lado sobre lagentequepaseaba.Se encontró conunmilitarconocidodeporlaprimavera.Noseacordabadesunombre.

—Hola,chica.—Hola.Echaronaandarjuntosentrelagente.Leparecíaquesehabíacoladoenlaciudad

por una puerta trasera. Otros años había vuelto del veraneo mucho antes de quefueran las fiestas y había esperado a las amigas consumida de impaciencia. Ellastraían recienteelmorenode losbrazosy los relatosdesusexcursiones, lamirabancongestodedesconocerla.Sinembargo,eracasipeorllegarlaúltima,comoahora,yencontrarsecon todo lonuevoenmarcha,nosabercómohacerpara reanudarlo.Elmilitarlepreguntóquesihabíaestadoenlostoros.

—No.Acabodellegardeveraneo.—Yotampoco.Nodebehabersidonadadelotrojueves.Laganaderíaesavade

capacaída.Goyitamirabaa losgruposdechicascogidasdelbrazo.Lasveíacruzardeuna

aceraaotra;separarse,juntarse,echarseareír.—Oye,¿túconocesamiamigaToñuca,unaqueesunpocopelirroja?—¿Pelirroja?Nosé,nomedoycuenta.

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—Sí,hombre;simeparecequefueellaquiennospresentó.Unaasíchatita,debuentipo.

—Ah,sí,ya.¿Quées?¿Quelaestásbuscando?—Sí.—Puesestaráenelcasino.¿Porquénovas?—¿Al casino? No, hombre. He bajado sólo un momento, ya ves, de trapillo.

Todavíahueloatren.Sinolaencontramosenestavuelta,mesuboacasa.La gente daba la vuelta al llegar a la última manzana de la calle donde se

acababanlosarcosdeluces.Elmilitarlamiraba.—Anochenoestabastúenelbaile,¿verdad?Notevi.—¿Peronoteestoydiciendoqueacabodevenir?—¿Venirdedónde?—DeSanSebastián.—Ah,quésuerte,tú.Estaríaestupendo.—Sí.Oye,¿yelbailedeanochequétal?¿Divertido?—Yome fui temprano. Había demasiada gente. Esa amiga tuya sí que estaba.

Oye,puestúdeSanSebastiánvienesmásguapa.—¿Yeselprimerodenochequehahabido?—Creoquesí.Eldelaeropuertoesa la semanaqueviene.Debedeestarbien.

Andadifícillodelasinvitacionescontantagentecomohavenidoesteaño…También,encasa,durantelacenacomentaronlomismo.Quecuántagente.Que

másgentequeningúnaño,queenningúnsitiosecabía.JoséMaría,elhermano,queacababadevolverdelcampamento,lecontóqueToñucateníaencasaunosfrancesesyqueandabatodoeldíaconellosdeacáparaallá.Queestabamuymoderna.Luegosepusoa relatar sucedidosdel campamento.Deunovascoque le llamabanMarcoBruto.Menudoelemento,delosbuenoselementosdeallí.Elúltimodía,queestabaunpocobebido, se subióaunoscajonesyempezóaecharundiscursometiéndosecon los militares.Madre, qué risa. Ponía la misma cara del teniente, y le imitabaigual,losgestos,todo.Goyitapreguntósieraunoalto,conlamandíbulasaliente.Ellale conocía.Acompañaba a Isabel Segarra por el invierno.Cuando en esto viene elteniente,y todosahacerle señasparaque secallara.Si esotro se lacarga,peroélteníasalidasparatodo.Levioysequedatanfresco.Vayledice.«Teniente,¿legustaaustedelcirco?».APitilín, lapequeña, lehizomuchagraciaelnombredeMarcoBrutoy la segundavezque lodijeron se le atragantó la comidade risa.Tosíay lamadreledabaenlaespaldagolpescomoazotes.DonGregoriodijoquelajuventuddeahoranoteníarespetopornadanipornadie.Goyitamirabaelbordedelasoperayelcucharónasomando.Lecostabatrabajopensarqueestabaencasa.Selevantósintomar el postre y telefoneó aToñuca.No estaba.Cenaba con sus amigos fuera decasa.LedijosumadrequealdíasiguienteseibanenexcursiónaToledo.

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—Quenomellameya.Dígalequehevuelto.Estoycansadaymevoyaacostar.Tardóendormirse.Alamañanasiguiente,bastantetemprano,lallamólachicade

Madrid.Salieronjuntas.Porlatardefueronalcasino.Eraenormelacantidaddecarasdesconocidas.Elsalóndetélohabíandecoradoentonosamarillos.Sesentaronenlamesa deMercedes, Isabel y chicas mayores. Hablaban de dos en dos con risas ymisteriosycasinolashicieroncaso.Alanuevalamiraronconrecelo.Goyitapidióun gin-fizz y se puso a mirar los dibujos dorados de las paredes. Cantaba laanimadora,unarubiamuyllamativa,yhacíacalor.Isabel,mientrasseempolvabalanariz daba pataditas en el suelo y cantaba también acompasándose con la voz delmicrófono:«Imposible-yaséquetudestino-nossepara-perodéjameamarte…».LepreguntóaGoyitaquequétalporSantander.

—HasidoenSanSebastiándondehemosestado.—Ah,creíqueenSantander.EnSanSebastiánestuvimosnosotroselañopasado.

Bueno,enZarautz,peroíbamosmucho.Túvienesbienmorenita.—Sí.Nolassacónadieabailar.Cuandosalieron,ladeMadridledijoaGoyitaquecuántasmujeres,quetodoeran

mujeres,queasíeraimposibleligarunplandivertido.—Yluegoestasamigastuyas,nosé,soncomoviejas.—¿Notegustan?—Noséquédecirte.Parecendeseñoraslasconversacionesquetienen.—Mi más amiga no está hoy—se excusó Goyita—. La conocerás mañana o

pasado.Éstateencantará.Esuncielo.Asudescontentoseempezóaañadirlaresponsabilidadquesentíadedivertirala

amigadeMadrid.Aldíasiguientelallevóaverlacatedral.—Impone. Es enorme de grande, una de las de más mérito de España, ya lo

habrásoídodecir.Subieronalatorreyvolvieronmuycansadas.AGoyitaleapretabanloszapatos.

EnlaterrazadeuncafédelaPlazaMayorseencontraronconToñucaysusamigosextranjeros.Se sentaron con ellos.Goyita en seguidanotóque la deMadrid le erasimpáticaaToñuca.

—Miraquellevarlaaverlacatedral,mujer,aquiénseleocurre.Latenemosquedivertirdeotramanera.Conlasganasquetiene.

—Hija,siesqueestoydespistadatodavía;nosénisiquieralagentequehay;esunlíovenirdelveraneotantarde.Notecentras—seexcusóGoyita.

—Nada,nada,quenotieneperdónllevarlaaverlacatedral.—Sí,verdaderamente—dijoladeMadrid—.Amítodomepareceigual loque

construíanenaqueltiempo.Vengabóvedasymásbóvedas.Aunodeloschicosfranceseslehacíamuchagracialodeprisaquehablaba.

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—Sus cabellos son rubios —dijo—. En cambio tiene mucha característicavivacidadespañola.

HablarondeMadrid.EllosibanairaMadriddespuésdelasfiestas.Toñucasabíaalgunaspalabrasdefrancésyservíadeintérpreteenlosmomentosdemucholío.Sereía.SereíantodosmenosGoyita,queestabaadisgusto.LadeMadriddijoquedeMadridalcielo,yqueellalesacompañaríacuandofueranallí.

—¿Tú qué prefieres, el ambiente bohemio o los sitios finos? Porque a losfrancesesacadacualledaporunacosa.

Goyitaantesdelasdosselevantóycogiósubolso.—Pero¿tevastanpronto?—Yasabesqueamipadrelegustacomerapunto.—Mujer,estamosenferias.—Sí,peroélnomiraeso.—Bueno,mona,puesluegotellamo.Atuamigalaacompañaremosnosotros.Ledolíalacabezayseechólasiesta.VinoJoséMaríaahablarconellaunrato.

LashabíavistoenlaPlazaylepreguntóquequiéneralachicanueva.—Unaamigamía,¿porqué?—Porqueestádefenómeno.Simelapresentas,tedoyunanoticiabomba.—Anda,déjameenpaz,¿novesquequierodormirunpoco?—Peroyonoentiendo,¿quéhedichoparaqueteenfades?—Sinoestoyenfadada,déjame.—Entonces,¿cuándomepresentasatuamiga?Miraquelanoticiaquetedoya

cambioesmuybuena.Goyitasequedócalladaconlosojoseneltecho,enlasrayasdeluzysombraque

proyectabalapersiana.Vioalargarseyborrarselasombradeunvehículoquerodóenlacalle.Luegootrodetrás.Automóviles.

—¿Quées?Dímelo,anda,loquesea.Valientebobadaserá.JoséMaríasepusoamirarunlibro.Laviodereojoincorporarsesobreloscodos:—Noesbobada.Bienqueteimporta.—Dejaesoahora,noseas.Dímelo.TepresentoaMarisolcuandoquieras.—Vaya,elnombrenoestámal.¿Melapresentasseguro?—Quesí.—PuesestáaquíManoloTorre.Goyitalemiródesconcertada,comoqueriendodescifrarlelaexpresión.Selevino

muchocaloralacara.—Mentira.Quémentirosoeres.—¿Mentiroso?Bueno,comotúquieras.—Claroquesí.Lohabríanvistomisamigas.—¿Porquélovanahabervisto?Havenidoalacorridadehoyconsutío.

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—¿Losabestú?—Naturalmente;erestonta.¿Novesqueheestadotomandounascañasconélen

el Postigo? Como no me dejas contártelo. Goyita volvió a tumbarse. Se puso losbrazosdetrásdelanuca.

—¿Yquésecuentaelniño?¿Pordóndehaandadoesteverano?—CreoqueenElEscorial.Traíaunachaqueta…¡Madremía!—¿Porqué?¿Cómoera?—Asícomodechica,jaspeada,másrara.Mepreguntóporti.—Hombre,quéacontecimiento.Yalopuedoapuntarenmismemorias.—Ah, eso allá tú si lo apuntas o no; pero nome vengas ahora con que no te

importaquehayavenido.Sehabíaacercadoalaventanaymirabaentrelasrayas.Vio destellar el sol de la siesta en el techo de un automóvil que desapareció

velozmente.—Puesnotedigoqueno;cuantosmáschicosvengan,amástocamos.Esodesde

luego.¿Tedijosisepiensaquedarmuchosdías?—No.Nomedijonada.Goyitasepusounbrazoporlosojos.—Venga,hombre,déjamedormir.Nolevanteslapersianaahora.—Siesqueestabamirando.Hapasadoelcocheeseamarilloquetedije;seguro

queesextranjero.EstállenodeamericanoselGranHotel.Otroimponente,oye,¡quécochazo!Debendesubiryaparalostoros.

—Nomeinteresa—dijoGoyitaconlosojoscerrados—.Veteamirarlodesdeelcomedor.

Luego,cuandose fue suhermano,alargó lamuñecaparaver lahoray seechófueradelacama.Lascuatroycuarto.Seapoyóenlacoqueta,delantedelespejo.Noseoíanadaporlacasa;enlacalleunrumoramortiguadoysuperpuestodeclaxonsalejándose.Conlabarbillaenlaspalmasdelasmanosylacejaizquierdaligeramentelevantada, estuvoun rato espiándose la expresión del rostro planoy vulgar.Luegodijoenvozlenta,parecidaaladelosdoblajesdelaspelículas:«Teheechadotantodemenos, tanto…».Volvió amirar la hora, abrió la puerta con cuidado y salió alpasillo. Cruzó enfrente y empujó otra puerta. Era el despacho de su padre, undespachode adorno,paraningunacosa.Olía apuro apagadoy estabanbajadas laspersianas.Fuealteléfonoymarcóunnúmero.Tardabanenponerse.Seechólablusaparaabajo.Semiróloshombrosyelescote.

—Diga.Escondiólacaracontraelrincóndelapared.—Oiga,porfavor.DonManuelTorre.Hablabamuybajo,mirandoparalapuertacerrada.

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—¿Cómodice?¿Quién?—SeñorTorre.¿NoesahíelNacional?EnelHotelNacionalhabíanpuestobarradecafetería.Estaballenodegente.—Voyaver.Espere.Zumbaban los turmix, subían y bajaban las manivelas negras de la cafetera

exprés.Elbotonesdejóabiertalapuertadelacabina:«SeñorTorre…señorTorre…».«…¡dosparaleche!»

—Han dejado esto demasiado cubista—le estaba diciendoManolo Torre a unlimpiabotas conocido que acababa de hacerle el servicio—.Me gustaban más lassillasdeantes.

—Peroasíesmásnegocio.Menudo.El botones se asomó al arco que daba al comedor. Le vio sentado con otro,

vestido de aviador, y al limpiabotas, al lado de la mesa, que cogía la propinasonriendo.Lomenoscincopesetas.Vayaseñoritorumbosoqueera.

Elaviadorcogióunretratoqueestabaencimadelmantelalladodelastazasdecafé.LedijoaManolo:

—Bueno,entoncesqué.¿Quedamosenquetegusta?—Esunamonada,chico,desdeluego.Ledoydiez.—Ysobretodomira,lomásimportante,queesunacría.Yaves,dieciséisañosno

cumplidos.Másingenuaqueungrillo.Quénoviovaahabertenidoantesniquénada.¿Noteparece?,esunagarantía.Yodemetermeenestos líos tienequeserconunachicaasí.Parapasarelratovalecualquiera,perocasarseesotrocantar.

—Quesí,hombre,queestamosdeacuerdo.Yquedebeserlistalachavala.Miraquepescarteati.Sepuedecreer.Loquemenosmepodíafigurarcuandohasdichoquemequeríascontarunacosa.

Seacercóelbotones:—Lellamanalteléfono.—¿Amí?¿Quiénes?—Nohadicho.—Vuelvoenseguida,Ángel.—Sí,oyetú,dateprisa,quedecidamosloquesea,porquesenosvaahacertarde.—No, hombre. Con la moto estamos en seguida. Si además no hay nada que

decidir.Tútevienesconmigoalabarreraytuentradaparamitío.—Buenoanda,puesdespachapronto.Sequedósoloelaviador,mirandoalejarsealotroentrelasmesas.Deladeallado

se levantaron unamujermorena con un traje de seda brillantemuy estrecho y unseñorcanoso.

«Estupenda tarde,desde luego;hoyvamosavercosasbuenas», ibadiciendoelseñor, que salía delantemordiendo supuro.Ella se demoróunpoco estirándose el

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vestidopor lascaderas.Alpasaral ladodelaviador, le tropezó lasillayse inclinóhaciaélimperceptiblemente.

—Adiós,Ángel,orgulloso—lemurmuró.Atufabaaperfumefrancés.Uninstantelesostuvoéllamiradaentrepestañasyle

mandóalargandoelcuellounabocanadadehumocongestodebeso.Unospasosmásallá,elseñordelpuroleplantólamano,aella,enelbrazodesnudo,muycercadelsobaco.

Ángelvolviólosojosalafotografíaquehabíaquedadoencimadelamesa.Sacólacartera,peroantesdeguardarlatodavíalavolvióamirar.Lachicaestabadeperfily se le veían unas pestañas larguísimas. Abajo ponía la firma «Gertru», en letraredondillaesmerada.Selepusieronojossoñadores,decodosenlamesa,esperandoalamigo.Porlaventanaseveíanlossoportalesdelaplaza,enprimertérmino,ymásallá el sol durísimo contra los adoquines. Pasó un autobús naranja atestado depersonasqueibanalostoros.

—Venga,yaestoy.Cuandoquieras—dijoManolollegando.—Hastardadopoco.¿Quiéntellamaba?—Nosé.Hancolgadocuandomehepuesto.Algunaequivocación.

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cuatro

Durante dos días ni siquiera retiré el equipaje de la consigna, tal carácter deprovisionalidadhabíaadquiridomiestancia.

Muerto donRafael Domínguez, desaparecía el pretexto demi viaje, aunque laverdadesqueyomismomedabacuenta,paseandoporlascallesdelaciudad,dequeenelfondonuncahabíapensado,niaunantesdeemprenderlo,quepudieratenerelviajeotrosentidoniobjetomásqueelqueseestabacumpliendoahora,esdecir,eldevolveramirarconojoscompletamentedistintoslaciudadenlaquehabíavividodeniño,ypasearmeotravezporsuscalles,quesólofragmentariamenterecordaba.Casitodo loveíacomocualquier turistaprofesional,perodevezencuandoalgunacosainsignificantemeheríalosojosdeotramaneraylareconocía,seidentificabaconunaimagenviejaqueyoguardabaenlamemoriasinsaberlo.Meparecíasentirentonceslamano demi padre agarrando lamía, yme quedaba parado casi sin respiro, taninesperadayvivaeralasensación.

No me fue difícil encontrar el barrio donde habíamos vivido aquellos dosinviernos, cerca de laPlaza deToros.Ahora por allí estaban construyendomucho,asfaltando calles y abriendo otras nuevas. Se levantaban las casas amarillassonrosadas,lisas,consusventanassimétricas.Lanuestra,unviejochaletconjardín,lahabíandemolido.Tambiénencontrélacatedralyélrió.Elríoestabacercademipensión.Bajaba en curva la calle de arrabal empedrada de adoquines grandes y seveíanporlacuestaarribacamionetasycarrosdearenatiradosporunaristradetresocuatro mulas, su carretero al pie, avanzando lentamente al mismo paso de losanimales.Crucéalaorilladealláatravesandoelpuentedepiedra,ycaminéhacialaizquierdaporunacarreterabordeadadeárboleshastadejarlejoslaciudad.Luegolavitodaalvolver,reflejadaenelríoconelsolponiente,comoentarjetaspostalesquehabíavistoyenelcuadroquemipadrepintó,perdidocomocasitodosdespuésdelaguerra.

AmediodíamegustabasentarmeenlasterrazasdeloscafésdelaPlazaMayor,ymeestabaallímuchoratomirandoeliryvenirdelagente,quecasirozabamimesa,escuchandotrozosdeconversacióndelosotrosvecinos, tancercasentadosunosdeotrosqueapenaspodíancambiarsussillasdepostura.Habíamuchaanimación.Sobretodomuchachas.Salíanenbandadasdelasombradelossoportalesamezclarseconlagentequeandabaporelsol.Secanteabanporentrelasmesasdelcaféyllamabanaotras,moviendolosbrazos;sedeteníanaformartertuliasenlasbocacalles.Veníalamusiquillainsistentedeunhombrequesoplabaporelpitodelosdonnicanoresconsucajón colgando donde los alineaba. Otro vendía globos. Los desplazaban con losempujones.Enmediodelaplazatocabaunabanda.Lasrachasdemúsicaestridenteavecesseapagabanensusurrosocubiertasporelronquidodeunosautobusesnaranja

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que salían de debajo del Ayuntamiento cada cuarto de hora, despejando la genteaglomerada,envolviéndolaenelhumodesucolanegra.

Altercerdíademiestanciatodavíanohabíadecididoniquedarmenimarcharme,peromeentrócuriosidadporconocer la familiadedonRafael.Nofuiaverlesconningúnproyectodeterminado;sinembargo,conelpresentimientodequeestavisitameayudaríaatomaralgunaactitud.

La calle del Correo era estrecha, calle de iglesias y conventos, con árbolesantiguos.Mequedéparadodelantedelportal,indeciso;yunasseñorasquebajarondeunCadillacrojomepidieronquelasdejarapasar.«Oye,¿mehearrugadomucho?»,preguntólaqueibadelante.Erantres.Nohabíaportería.Echéescalerasarribadetrásdeellas,acomodandomipasoalsuyoporquenoqueríaadelantarlas.Sustaconessemovían de un peldaño a otro y hacían variar la postura de sus cuerposesforzadamente, como en los saltos de la cámara lenta. Llegaron al rellano y sedetuvieron;unadeellasllamóenprimerapuerta.

—Porfavor,sabenustedes,¿losseñoresdeDomínguez?Sehabíanapartadounmomentoparadejarmepasoysevolvieronhaciamí.—Esaquí,enestapuerta—memirabanlastresconatención—.Dondenosotras

hemosllamado.Di lasgraciasysehizounsilenciomientrasesperábamos,perodedentrode la

casaveníaunrumordepasosyconversaciones.Abrióalguienqueestabacercadelapuertayellasentraronconmuchaconfianza.

Había grupos por todo el pasillo, personas que pasaban con sillas y otras que sedespedían. Amí nadie me preguntó nada y di unos pasos sin rumbo fijo hasta elumbraldeunahabitacióngrande.«PorDios,nosemolesten,quenosemuevanadiepor nosotras», entró diciendo una de las señoras que habían subido conmigo.Y oísillas que se corrían.Eché una rápidamirada, sin atreverme a entrar.A la derechahabíamujeres,alrededordeunamesacamilla,yalaizquierdahombres,sentadosydepie,oapoyadosenrespaldos.Unadoncellasalióconunabandejadevasos,ymeparecióquememirabaconcuriosidad.Medieronganasdemarcharme, camufladoentre ungrupodepersonasque se iba en aquelmomento, y hastame separéde laparedparahacerlo,peroluegoviqueseestabandespidiendodeunachicadelutoenlapuertayqueyotambiénlotendríaquehacer.«¿Paraquéhassalido,mujer,Elvi?¡Qué disparate! Anda, anda con tu madre, la pobre.» «Dijo mi hermana que a lomejorvendríaluego.»Poníanvozcompungida,comodeclamando.Ledieronbesosala muchacha de luto. Ella se mantuvo un instante con la puerta entreabierta a laescalera,diciendoadiós;luegosevolviódecaraamíparacerrarlaysequedóconlaespalda apoyada en los brazos cruzados, con un gesto de cansancio.Memiró sinparpadear.Enesemomentoestábamoslosdossolosfrenteafrente,separadosporelestrechopasilloquebruscamentesehabíavaciado.Lesostuvelamiradaysupeque

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ibaahablarme;esperé.—¿Ustedbuscabaaalguien?—preguntóporfin,sinmoversenicederenlafijeza

desumirada.—Seguramenteausted,porlomenosesocreo.Hubo una pausa.Me turbé porque sus ojos brillaban demasiado, igual que con

fiebre.—¡Quéraroestodoesto!—dijopasándoselamanoporlosojos—.Porfavor,no

semuevanidiganadaahora,¿quiere?No me moví ni dije nada. De pronto había tenido la sensación de estar en el

teatro.Suposturacon lamanocubriéndoleamediasel rostro,el tonomisteriosoyevocador de su voz, el ruido en la habitación a mis espaldas; todo me metía ensituación.Hastaelpercheroconsombreroscolgadosmeparecióunadecoraciónparaaquellaescena.

—Nocabedudadequeustedeseldelretrato—dijosacandounavozlenta,perodecididayvolviendoamirarme—.¿Cómoesposiblequevengaprecisamentehoy?

—¿Quéretrato?—meatrevíapreguntar.—UnretratoquetienemipadrehechoenSuizaelañopasadoconungrupode

gente,cuandoelCongresodeMineralogía.Esperó, y yo asentí con la cabeza. Se acercó un poco. Cada paso, cada

movimientosuyomeparecíaqueeranlosqueteníaquehacer,comositodoestuviesecalculado.

—Esa fotografía hace tiempo que no la veía y anocheme desperté y la estuvebuscando. Por una serie de razones que no puedo explicarle ahora, sentía muchaangustia yme llevé la fotografía a la cama paramirarla.Usted está al lado demipadre.Nuncahastaayermehabíafijado,niélmehabíahabladodeusted,peronosé;por un cierto gesto que él tiene allí, los dos juntos, me pareció que habrían sidoamigoseneseviajeymepuseaimaginareltipodeamistadquepodríahabersido.Esrarísimo,peromepasóasícomoselocuento.Meparecióqueélvivíayqueéramosamigoslostres.Nopudedormir.Memoríaencerradaenmicuarto.

Ahora estaba casi junto amí y ya nomemiraba. Inclinó la cabeza contra lasmanosquehabíaenlazadofuertemente.Loquesiguióloentendímásconfusoporquese puso amorderse los nudillos de los dedos, nerviosamente.Me contó que habíaestado a punto de ir a Suiza con su padre y que la noche anterior se desesperabaasomadaalbalcóndesucuartopensandoqueesoyanuncasepodríaremediar,quelas cosas que podía haber hecho en aquel viaje ya nunca las haría y la gente quepodríahaberconocidoyanolaconocería;yquepensandoesonosepodíaconsolar.Queunviajelepuedecambiaraunolavida,hacérselaverdeotramanera,yaellaese año se la habría cambiado.Lepregunté quepor quénohabía ido, peronomecontestódirectamente.

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—Siustednoviveaquí—dijo—,nopuedeentenderciertascosas.Hacepocoqueestáaquí,¿no?

—Tresdías.—Tresdías—repitió—.Nopuedeentendernada.Sileexplicoporquénofuia

Suiza se reirá, dirá que qué disparate, que eso no puede ser. Creerá que lo haentendido,peronohabráentendidonada.Solamenteunoqueviveaquímetidopuedellegararesignarseconlascosasquepasanaquí,yhastapuedellegaracreerqueviveyquerespira.¡Peroyono!Yomeahogo,yonomeresigno,yomedesespero.

Hablaba con rabia, con voz excitada, como si yo la estuviera contradiciendo.Habíapasadodeuntonoaotrosintransición.Tuvemiedodequenosoyeranlosdelahabitaciónporquesehabíaidodesplazandohaciaelhuecodelapuertayestábamosseguramentealavistadelaspersonasdedentro.Inclusoparecíaqueellasegozaseenalzar la voz como si con sus últimas frases quisiera desafiar a alguna de aquellaspersonas,otalvezatodasellas.Semeocurriódecirlequeseguramentesacabanlascosasunpocodequiciobajoelpesodesudesgracia,peroenseguidasentíquemehabía equivocado tratando de consolarla por ese camino. Lo vi en sus ojos casifuriosos.

—Aquí tendríaqueestarustedhacediezdíasde lamañanaa lanoche,aquíenestacasa,aversiseahogabaonoseahogaba,comoyomeahogo.Oyendocómoledicenaunode lamañanaa lanochepobrecilla,pobre,pobrecilla.Díaynoche,sintregua,díaynoche.Yvengadesuspirosydecompasiónymáscompasión,paraqueno se pueda uno escapar. Y compasión también para el muerto, compasión atoneladaspara todos, todosenterrados,elmuertoy losvivosy todos.«Usted,¿quécree?, ¿que unmuerto necesita tanta compasión?» ¿que necesita de los vivos paraalgo?Porlomenosaél,queledejenenpaz,¿noleparece?

Estaba completamente junto a mí. Me llegaba por el hombro. Miré su rostroenrojecidoquebuscabaelmíoynosupealmomentoquécontestar.Estabaazaradopensandoquelosdedentroseestaríanenterandodenuestraconversación.Parpadeóydijoseparándose,convozmásbaja,insegura:

—Perdóneme.Noséporquélehedichoestascosas.Nisiquieraleconozco.Noséloquemehapasado.Yo…

Yseechóallorarconviolentossollozos.Miraron hacia nosotros de todas partes. Dijeron «pobrecita», con un clamor

apagado,yunaamigavinoysepusoaacariciarlelacabeza,leobligóareclinarlaensuhombro.

—Vamos,Elvira.Tienesqueserfuerte.Yomefijéenlaspuntasdemiszapatos,queestabanmuydeslustradasparauna

visita así, pero en seguida levanté la cabeza. Había venido un muchacho de piesgrandes.

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—Elvira,¿quétehapasado?¿Porquénotevasunpocoadescansar,anda?Lateníaabrazadaporloshombrosymemirabamuchoamí.Eradelgado,elpelo

unpocolargo,ylaspatillas.Ellaselimpiólosojosylevantóunamiradadistinta.—¡Quétontería!—dijo,moviendoelpelo—.¿Porquémevoyairadescansarsi

noestoycansada?Mire—añadió,perosinvolver losojosamí—,lepresentoamihermano.Teo,esteseñoreraamigodepapá.Atiéndeletú,porfavor.

Hizo un saludo extraño, una especie de sonrisa al vacío, y se dio la vuelta.Laamigalasiguió.Seabrióelcirculodemujeresqueestabanalrededordelacamilla,yladejaronpasarensilencio,comoaunaimagensanta.

Yo seguí a Teo a la otra parte de la habitación, donde había exclusivamentehombres.Alprincipiotodosestabanpendientesdemí,ydecómomesentaba,ysielsilencioquesehizoconaquelloscarraspeosdesillashubiesecontinuado,sumismaviolencia me habría ayudado a encontrar un pretexto para marcharme, pero enseguidasereanudaronlasconversacionesquenuestrallegadahabíainterrumpido.Yomesentéenundiván,muyencajonadoentreTeoyotromuchachodechaleco,concadenadeorocolgandodebolsilloabolsillo,quenosofreció tabaco, sonriéndomeconunaparticularamabilidad.Teohabíaoídohablarasupadredemí,ysabíaqueeraprobablequeviniera adaruna clase comoauxiliar en el Instituto.Sin embargo, eltelegramaque yo puse desdeParís diciendoque aceptaba en firme el ofrecimientodebíahaberquedadoenelInstitutosinquenadieloabriera,porquesegúncalculóél,poresasfechassupadreestabayamoribundo.Mepreguntóquedequéeralaclasequemehabíaofrecido.

—Enlaúltimacartamehablabaprincipalmentedeunavacantedealemán.Perodijo que si yo aceptaba, ya lo veríamos cuando llegase.Por lo visto siemprehabíahuecosdeprofesorauxiliar.Élsabíaqueparamíestodelaclaseeraunpretextoparapasarmeun inviernoenestaciudad,querecuerdoconsimpatíaporhabervividoenelladeniñoconmipadre.

Meaburríamuchoestetemadeconversación,peroprocurédisimularloparaquenose traslucieraelsúbitodesinterésquemehabíaentradopor todoesteasuntodelInstituto,hastatalpuntodequenolosentíarelacionadoconmigo.

—CreoqueelseñorMataseráquiensequedededirectorahora—dijoTeo—.Lehablaremosenestesentido.Ustedtendrálacartademipadre,queenpazdescanse,que puede servirnos como justificante ante él. Es persona de nuestra confianza. Siustedespera,alomejorvieneporaquíestamismatardeyyolespondréencontactoparaquehablenpersonalmente.

—No,porfavor,sies lomismo.Éltendráotroscompromisos,comoesnatural.Yo tengo tiempodevolver a cualquiera demis trabajos deotros años.Enningunapartehaempezadoelcursotodavía.

TodalaconversaciónconTeotuvountonocortésyprotocolario.

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Mehizomuchaspreguntasquemesentíobligadoacontestarconelmayordetalleposible, debido quizás al estilo frío y judicial de su interrogatorio, y a las prolijasesperanzasquemedabaabogandoenfavordemiasunto.

Enlaspausasmesentíaliberadoyestudiabaelmododedespedirmesinparecergrosero.Meenterédequeelchicodelaizquierdahabíaabiertociertapolémicaenunperiódicolocal.«Claro—decía—,aesoyanohansabidoquécontestarme.Guardétodosloscargosdepesoparaestesegundoartículo,yleshasentadocomounrayo.Sehabíancreídoquepodíansofocarasíporlasbuenaslavozdeunciudadanolibre.Pero nome conocen, no.Quéme van a conocer.» Le oíamejor que a los demás,debidoasuvecindadyaqueteníalavozaguda.Dosvecessevolvióhaciamí,comopidiendomiasentimiento.Deotros,porestarbastantehundidoenelsofá,sóloveíapiernascontraelbordedeunasilla,oenalgúnmomentounpocodeperfil.Unseñor,quemeparecíarecordardeltren,lereprendiócontonoenfáticoypaternal,ledijoqueundíaacababamal,quequécosasseleocurrían.«Cosasdeímpetujuvenil,sí,esoya,notevayasacreerqueyonohesidocomotúenmistiempos,poresotelodigo.Queelquemásyelquemenos,Emilio,todosllevamosdentronuestrodonQuijote.Pero esas quijotadas acaban con la reputación de uno.» El chico le escuchabamirándoselasbocamangasconunalevesonrisasuperior.

TeomepreguntócosasdelviajeaSuizaydelaamistadquemehabíaunidoconsupadre,yyo,mientrascontestaba,nopodíadejardepensarenElvira.Laveíaentrelas otras personas agrupadas al extremo opuesto de la habitación, igual que si lamirase por unos prismáticos puestos del revés. El humo del pitillo me alargaba yalejabalahabitación,volvíacasiirrealeslascosasqueestabacontando.Muyallá,enla pared de enfrente, había un aparador con espejo biselado y el espejo reflejabamúltiplescabezasquesemovían.

Alfinal,Teoquedóenllamarmeporteléfono,despuésdesuconversaciónconelnuevodirector,ymepreguntódóndemealbergaba.

—EnlapensiónAmérica.Nosésitendráteléfono.Mejorquellameyo.—¿América?¿Dóndeestáeso?¿TúhasoídolapensiónAmérica,Emilio?—Espor allí cercadel Instituto—expliqué—.Enunpaseoanchoquebaja.La

noche que llegué estaba cansado y no tenía ganas de buscar. El nombre me hizogracia.

—Ya sé dónde va a ser —dijo Emilio—. Tiene gracia, es verdad, pensiónAmérica,quétendráqueverenaquelbarrio.

Ysesonrió.Teníaunrostromenudo,decejasespesas.Deprontomeparecióquehabíaasistidoatodanuestraconversaciónyhabíatomadoparteenella.Cuandomelevanté para irme, él se despidió también. Teo nos acompañó hasta la puerta, y sequedó en la ranura entornada hasta que desaparecimos escaleras abajo. Salimosjuntosalacalle.

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—Yovoyhaciaallá;¿usted?Ledijequenollevabadirecciónfijayestoparecióalegrarle.Decidióqueiríamos

juntos.—Me llamo Emilio del Yerro —se presentó deteniéndose un momento para

alargarmelamano—.Suelotenerbastantetiempolibreymemolestaqueseaburralagentequevieneaquí.Siquiereustedpodemosseramigos.Mejordicho,siquieres.Tevoyatutear.

—Sí,claro.YomellamoPabloKlein.—¿Parecequetevasaquedaraquíesteinvierno,no?—Creoquesí.Depende.—Sí,yaleheoídoaTeo.Seguroquetequedas.Puesestoesaburridoparauno

quelleganuevo,peroyasabes,pasacomoentodaspartes,encuantoteambientas,lopuedes pasar estupendo. Dentro, claro está, de la limitación de una capital deprovincia.

Ledijequeyonomesolíaaburrirenlossitiosyélmecortóconviveza.—Ahno,yo tampoco.Quien tieneunpocodevida interiornopuedeaburrirse,

esolohedichoyosiempre.Enciertomodoyosoyunsolitario,unenamoradodelasoledad. Pero me refiero a que aquí hay círculos agradables, gente con la que sepuedetratar,discutir,yestosenecesitamuchasveces,¿onoestásdeacuerdo?

—Sí,sí.Hablabamuydeprisaymeaturdíaunpoco.—Estosmismoshermanos,particularmente ella,Elvira. ¿Túya los conocíasde

antes,no?—¿AloshijosdedonRafael?No,nolosconocía.Pareciómuyasombrado.—Como ella se ha emocionado tanto al verte, y has dicho que viviste aquí de

pequeño.Hubounapausa,peroyonotuvetiempodecontestarnada.—¿Yquétehaparecidodeellos?—preguntó—.DeElvira,¿quétehaparecido?—Hehabladoconellapocorato,peropareceunachicadegrantemperamento.—Esextraordinaria,maravillosa—dijoconfuego—.YTeo lomismo—añadió

unpococortadoporqueyolemiraba—.Sondelomejordeaquí.Luegohablamosdeviajesquelegustaríahacer.Hablabaélsobretodo,ymuchas

vecesseanticipabaamisrespuestas.Mecontólasalabanzasdelaciudadydimosunpaseoporcallesqueyoyahabíarecorrido.

—Son un remanso estas calles para el espíritu—decía—. Yo me conozco dememoriatodosestosrincones.

Me habló de Kierkegaard, de Unamuno, de filósofos que habían vivido enciudades pequeñas. Decía que leyendo las obras de Unamuno se le saltaban las

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lágrimas. Se veía que deseaba agradarme y hacer alarde de su cultura. Se habíaimaginadoqueyoeraescritoryledecepcionóbastantecuandoledijequenoloera,que simplemente me interesaban los idiomas y tomaba notas para un trabajo degramáticageneral.

—Yosoyantetodopoeta—dijoconénfasis—.AdemásdeestointentoprepararunasoposicionesaNotarías.

Yseriódelaingeniosidaddelcontraste.Empezabaacaerlatardeylaspiedrasdelosedificiossedorabandespacio,como

unacarne.Emiliomecontólaleyendadedosotresdeaquellosedificiosysejactabade estas historias como de viejas glorias de familia. Íbamos a paso perezoso,deteniéndonosmucho.Porlacalledelacatedralunosniñossedisputabanenelsueloamordiscosypatadasunpedazodehieloquesehabíacaídodeunacamioneta.Elpedazo pasaba demano enmano y chillaban sobándolo, queriéndoselo llevar a labocaparaesconderlodelosotros;dosotresvecesserevolcaronenracimo,agitandopiernasybrazos,yeracadavezmáspequeño.Alfinalunodeelloslevantólospuñosapretadosycuandolosabrióbrillabaapenasunaesquirlaqueseconsumiógoteando.Lanzóungritodetriunfo,ylosotroslemiraroncondesconsuelolasmanosvacías.

YomeparéamirarlosyaEmilioleinterrumpieronsudiscurso.—Quéchicos—dijoconantipatía,subiéndosealaacera.Luegovioqueyoreíaymeimitó,desconcertado.—¿Tegustanlosniños?Hacíapreguntascontinuamenteymemirabaconojosansiososcomosiquisiera

clasificarme,encasillarme.—¿Quéniños?Segúnquéniños.—Eresunapersonarara—dijodespuésdeunpoco.Languideciólacharlaydeprontomeparecióquenoteníaningúnsentidonuestro

paseo,que todohabía sido forzadoypostizo.Ensilenciovolvimoshacia lascallesdelcentro.Élestabacitadoconunosamigos.Hablándomedeellos,sobretododeunescultorqueteníasuestudioeneláticodelGranHotel,volvióaponerselocuaz.Porlovistodabareunionesenaquelestudio,ymequisoanimarparaqueyosubieraconélaconoceraestegrupo.

—Sobre todo por Yoni, te encantará. Ha viajadomucho. Es de lomás libre yoriginal.

Leprometívenirconélotrodía.Estabaunpococansadodesucharlayqueríallegarme hasta la estación para retirarmi equipaje de la consigna. A la puerta delGranHotel,unedificiolujoso,nosdespedimos.

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Alsalirdelostoros,noencontrabanelcoche.Traíanenlosojoschispasdesol,delorodelostrajes,ycaminabanaturdidassorteandolosautomóvilesqueseponíanenmarcha,lagentedelasalida,lospuestosdeheladosygaseosas.

—Noosperdáisdemí,niñas—dijoelpadredeGertru,volviéndosehaciaellas.GertruseparóaesperaraNatalia,quesehabíaquedadorezagada.—Ven,notequedesatrás.Túcógetedelbrazo.—No,mejorsueltas;nosempujanmenos.Sinomepierdo.—Esquemetuerzounpococonlostacones,¿sabes?Lehablabasinmirarla,atentaalequilibriodesupeineta.Nataliasedejócogerdel

brazo.Sintióelruidodeltrajedeglasé.—Quéincómodadebesirconeso.Nosécómopuedes.Nopodíasniaplaudir.Unaseñoraleenganchóelencajedelamantillaconloscolgantesdeunapulsera.

Se detuvieron a desprenderse. El padre deGertru ya las estaba llamando desde elcoche,conlabocina.

—Vamos,vamos,papá.Espera.Miraaver,Tali.Yocreoquemelaharasgadounpoco.

Entraronalasientodeatrás,Gertrulaprimeraysetuvoqueagacharmucho.Bajóla ventanilla y puso elmantón demanila para afueramuy colocadito.Arrancaron.Iban despacio, al paso de la gente, y algunos asomaban la cara al interior concuriosidad,hombressudorososcongorrosdepapel.UnoletiróunbesoaGertru.Ellasepusoaabanicarsemuydeprisa.

—Quécalor,¿verdadtú?Entrabaelairefresco,elmurmullodeloscomentarios.Salieronaloasfaltado.El

padrepreguntóqueadóndeiban,quesillevabanaNataliaprimero.—No,no,siTalisevieneconnosotros.Tevienes,boba.Primeromerendaremos

encasa,yluegoloquetehedicho.—Noséquéhacer,deverdad;medaunpocodeapuro—dijoTali.—Peroapuroporqué.Sihasidoélelquehadichoquetequiereconocer.¿Noves

queleestoyhablandosiempre?¿Notienesganasdeconocerletú?Hablabanahoraconvozdesecreto,mirandoelsuelodelcoche.—Sí,mujer,sinoesporeso.Esquealomejorosmolesto,yademásyoalcasino

noheidonunca.—Algunaveztienequeserlaprimera.¿Notedejantushermanas?—Yalosabesquesimedejan.—Anda,mujer,y tepintounpocoloslabios, tepongobienguapa.¿Notehace

ilusión?Natalia se quedómirando la calle. En el borde de la acera había gente parada,

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niños, manchas de colorado. Adelantaron al coche de los picadores que trotabasonandocampanillas.

—Ha quedado en llamar. Le decimos que nos guarde mesa. Me quito esto,merendamos.Sobrelasochoymediapodemosllegar,¿teapetece?

Merendaron en casa de Gertru, se mudó ella y llegaron al casino a las ocho.Ángel,quehabíasalidoalapuertaaesperarlas,lasviovenirdelbrazoarrimadasalapared. Su novia le sonrió.La otra chica veníamirando para el suelo.Les dijo queestaba todo llenísimo, que la única mesa que habían encontrado se la estabaguardandounamigo.

—Bueno,éstaseráTali,mefiguro—dijomirándola.—Sí,mira,Tali,tepresentoaÁngel.—Vaya,encantado,lafamosaTali.Ella le tendió en línea recta la mano pequeña y rígida que no se plegaba al

apretón.—Muchogusto.—Creoqueeresunratolistatú.—¿Porqué?—Ah, yo no sé. La fama de lo bueno llega a todas partes. Eso pregúntaselo a

Gertru.Sereíamirándola.Teníaunbigoterubiomuyfino.—Es que yo le he contado, ¿sabes?, que siempreme has ayudado a aprobar y

todaslascosas.Losaladaqueeres.Gertruhablabaconunavozdistintadelasuyadesiempre,másnasal.—Québobada—dijoNatalia—.¿Entramos?Subieroncuatro escalones.Le azarabaque lahubierandejado entre losdos.Al

finaldelosescalonesseestacionabaungrupodechicasquecuchicheabanseñalandohacia adentro, a través de una puerta de cristales; se rozaban los vuelos de susvestidos.Ángelseadelantóasujetarleslapuertaysalióunabocanadadecalorconlosacordesdeunswing,delgados,buceandoentreelbarullo.Alentrar,sóloseveíanpersonasparadas,espaldaspegandounasaotrascomoenlasúltimasfilasdelamisadeuna.Unaescalera.Columnas.Seabrieronpaso.

—Uf,cómoestáesto—dijoGertru—.Mejorquevayastúdelantehastalamesa.Ven,Tali.¿Tenemosbuenamesa?

—Muybuena,albordedelapista.ManoloTorreeraelamigoquelesestabaguardandolamesa.Selevantóalverles

llegar,ydespuésdelaspresentacionessequeríair.ÁngellepreguntóaManoloquequé le parecía de su novia y él hizomuchas alabanzas de su belleza, con gracia ydesparpajo.Talieraincapazdemirarlesalacaraaningunodelostres.

—Te advierto, oye, que la opinión de éste vale como ninguna en materia de

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chicas—dijoÁngel—yesexigente,¿sabes?Todavíanosehaconocidocasiningunaaquienélhayadadodiez.¿AGertrucuántoledas?

—Puesunnuevebienlargo.Palabra.Habíandejadode tocar.Talimiróa lasparejasaglomeradasenfilascompactas,

que avanzaban apenas con un roce de suelas para salirse de la pista. Dejaban aldescubiertolaslosasdelsuelo,grandes,blancas,ylosdivanesdelaorilladeenfrente,las mesas ocupadas por otras personas. «Que no hablen de mi», se repetíaintensamente con las uñas clavadas en las palmas. «Que nome hagan caso nimepreguntennada»

—¿Yestaamiguitatuyatanmona?—dijoManolo.Gertrulacogiódelbrazodesdesusilla.—DelInstituto.Peroesboba,ledaapuroveniraquí.Manolopusogestodeconquistador.Echóelhumoconojosentornados.—¿Deveras?Vaahaberquequitarlelatimidez.Peromírame,mujer,quetevea

losojos.Ella los levantó hacia arriba, hacia una barandilla circular sostenida por las

columnas,congenteasomada.—¿Allíarribaquéhay?—preguntóconmuchoazaro.—¿Allí? Nada. La galería. En los balcones que dan a la calle se ponen las

parejitasmelosasqueestánenplan—explicóÁngelsonriendo.—No,yporrespirartambién,chico.Estodeabajoseponetremendo—yManolo

sepasódosdedosporelcuellodelacamisa—.¿Nonotáiscalor?Los cuerpos de los que salían de bailar se dirigían a buscar el desagüe de la

esquina y se dispersaban despacio hacia el bar o el salón de té, con un frotar desuelas. Toñuca yMarisol, que venían del salón de té, intentaban abrirse paso unadetrásdeotra,contralacorriente.

—Mira, por aquí —dijo Toñuca consiguiendo una pequeña brecha entre lasespaldasdelagente—.¿Mehaceelfavor?

Contralasparedesylascolumnas,losgruposdelosqueestabandepiedefendíandelosempellonesunacopaounplatoconalmendras.Marisolseparóapedirlefuegoaunosmuchachos.

—Tú—lallamóToñuca,empinándose.Laviovenir conel pitillo encendido,volviéndosepara atrásyhablandoalgoa

aquelloschicos.Lepreguntóquedequélosconocía.—¿Yo?Denada.Dequemehandado lumbre. Igual sevienenconnosotras, si

nosquedamosaquí.Parecensimpáticos.—Oye,¿peronoqueríasiraltocador?—Queno,mujer,quéva.Eraunpretextoparasalirdeahídentro.Quéamor le

tenéisaesesalóndeté.Estoestámuchomásanimado.

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Continuamenteentrabagentenueva.Lasmuchachasrecién llegadasfingíanunaaltivamiradacircularcomosibuscasenaalguien,yhablabanunasconotrasentrelaconfusión,sinavanzar.DijoToñucaqueallísinsentarseestabancomodesairadas.

—Ay,chica,perobailaremos,cuántoprejuiciotenéis.¿Novesqueaesamesadedentro no se atreven a acercarse? Si somos lasmil y una niñas. ¿De dónde sacáistantasamigas?

Toñucanoatendíaahora.Habíapuestounacarasorprendida.—Anda,siestáahíManoloTorre.—¿Quién?—Nada,ManoloTorre,unchicoquelegustaaGoyita.—¿Cuáles?—Esedeoscurodelaprimeramesa.Nomirestandescarado.—¿Esequemiraahora?Oye,quémueblebizantino;estáunratobieneltío.¿Yle

conoces?Tedicenoséqué.Toñucalesaludóconunasonrisa.—Nada,medicehola.NosésientraracontárseloaGoyitaparaquelosepa.—Déjalo,mujer,estateaquíconmigohastaquevuelvanatocar.¿Esquenoesde

aquíesechico?—Sí,perosueleestarenlafinca.ManolomiródereojolascaderasdeMarisol.—Oye—ledijoporlobajoaÁngel—,¿quiénesesachicadeverdequeestácon

lahermanadeLeón?—¿Esadelpitillo?Nosé.Seránueva.¿Setimacontigooconmigo?—Yocreoqueconmigo.Losmúsicos,vestidosdeazul eléctrico,volvieronacoger los instrumentoscon

pereza.AGertruleentróhormiguilloenlospies,queríabailar,salirdelosprimeros,antesdequesellenaralapista.SepusodepieycogiódelamanoaÁngel.AManololedejaronsoloconNatalia.

—¿No te importará quedarte con ella hasta que volvamos, verdad? ¿O teníasprisa?

—Amínomeimportanadaquedarmesola—dijoellaconlosojosserios.—No,hombre,mequedoyocontigo,bonita,paraquenotecomaellobo.Estabansentadosenlasesquinasopuestasyellanolemiraba.Vinouncamareroylespreguntóquesiibanatomaralgo.—Vamos,pequeña,¿quétomastú?Dijoquesidra.Sidranotenían.—Tomauncoñac.Verásquérico.—No.Notomonada.—Youncoñacconseltz.

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Sedebíaverbienlapistadesdeaquellabarandilladearriba,severíanpequeñitaslascabezas.Ymejor todavíaasomarsedesdeunaviónqueplanearaencimadeestehormigueo.Omásalto,desdelatorredelacatedral.

—¿Quémiras?—Nada.Manoloarrimósusillaunpoco.—Temehasquedadomuylejos.Parecequenoestemosjuntos,¿verdad?—Ynoestamosjuntos.Élseechóareír.Lamiródesconcertado.—¿Sabesqueeresunafierecilla?Marisol mientras tanto le taladraba con ojos lánguidos apoyada contra su

columna.AToñucalasacaronabailarylepreguntóquesinoleimportabaquedarsesola.

—PorDios,quédisparate—dijoellasindejardeobservaraManolo—.Nomeconocesamí.

ManolosepusodepieycogióaTalidelamano.—Anda,fierecilla.—¿Quéquiere?—Nada,mivida,quebailemos.PeroporamordeDios,monada,nometratesde

usted.Ellanosemoviódesusitio.—Nosébailar.—Peroteenseño.Estonosearreglahastaquebailemos,yaloverás.—¿Quéesloquesearregla?AManoloselepusounavozimpaciente.—Nada,hija,nosé.Notevoyaestarrogando.¿Quieresqueteenseñeabailar,sí

ono?—No.—Puesteaseguroqueesunplaneltuyo,rica,noséparaquévienes.Sesentóotravezdemediolado.Marisollemiróconsorna;semirarondeplano

estavez.Talibajólacabezaalmantelysepusoadesmenuzarunapajita.Dijo:—Esqueyonosébailar,deverdad.Medavergüenza.Vayaasacaraotrachica.

Amínomeimporta,porquememarchoenseguida.Éldiolasgraciasydijoalgo.Dejó unos billetes debajo del cenicero y se fue. La animadora tenía cara de

payaso.Debíaestarsudandodebajodeaquellamuecaestiradaqueledesfigurabaelrostro.Alquedarsesola,sentíaNataliaquelezumbabatodoellocalvertiginosamentealrededor.Estuvoun ratocon losojoscerrados.LuegocogióelbolsodeGertrudeencimadelasillaybuscódentro.Lápiznotenía.Llaves,cartas,fotos,unabarrade

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labios.Conlabarraseescribíamuygordo,peroservíaigual.Escogióunacartulinaalargada:«LosjefesyoficialesdelAeropuertoinvitanausted…»,ydebajoenletrasrojasdejóescrito:«Mevoyporquemehaentradomuchodolordecabeza».Miróalapista ciega, atestada, bajo la gran claraboya de cristales. A Gertru no la veía. Selevantóysalió.PasóalladodeManoloTorre,quesehabíaapoyadoenlacolumnayleestabaencendiendounpitilloalachicadeverde.

—¿Yo?Laprimeravezqueveoaunapersona—estabadiciendoella—igualquesinosconociéramosdetodalavida.

—¿Porquénonosvamosarriba?—dijoManolomirándolelacaraalaluzdelacerilla—.Teraptoparamí.

Natalia salió a la calle. Se sentía arrugadas las medias de cristal, arrugado elvestidodeseda rojo.Todavíanosehabía idoeldíadel todo;quedabaalgode luz.Desde uno de los balcones de la galería alta, los torsos inclinados de espaldas albarullo de dentro,Manolo yMarisol, que acababan de asomarse, la vieron vacilarantesdecruzarlapequeñaplaza.

—¿Conqueigualquesinosconociéramosdesdepequeños,eh?Quédiablo,tienescaradediablo,loestabapensandoantes.¿Cómotellamas?

—Marisol.Oye,esbonitaestaplaza,muyromántica.Esaniñaquesaleahoraeslaqueestabasentadacontigo,¿no?

—Sí.Antesmehadadocalabazas.—¿Calabazasdequé?—Debailar,¿quétepareceati?—Puesmuybien,porquesino,alomejornoteconozco.Manololacogiódelbrazo;vioquesedejaba.—¿No conocerme? Difícil. Era una cosa fatal, Marisol, preciosa, estaba

preparadoparaestatarde.El cielo estaba moteado de vencejos altísimos, blanco, inmenso, como

desbordado de una gran taza. Natalia respiró fuerte mientras se alejaba hacia lascalles tranquilas.Enfiló ladesucasaquehacíaunpocodecuesta.Todavía llevabadentrodelacabezaelecodelamúsicaestridenteyconfusadelafiesta.

Retrasóelpasocadavezmáshastallegarasuportal.Juliaseasomóalmiradorylallamó.

—Tali,¿quéhacesahíparada?—Nada,hola.Esquenosésisubirtodavíaodarmeunavuelta.—¿Aestashoras?—Noestantarde;noseránnilasnueve.—Casimeibacontigo—dijoJulia.—Puesbaja.—¿Noteimporta?

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—Claroqueno.Juliasepeinóunpocoyselavólosojosconaguafría.Apesardetodo,suhermanalenotóquelosteníarojosdehaberllorado.Echaron

aandar.JulialepreguntóquequétallehabíaparecidoelcasinoyTalidijoquebien,quesehabíavenidoporqueteníamuchocalor.Laotranolepreguntónadamás,teníaunaspectodistraído.Juntoa laparednortede lacatedral,por lacallejita,veníaunairefresco.

—Estábuenalatarde—dijoJulia—.Encasateemperezascuandotequedassola.Meduelemáslacabeza.

—¿Nohassalido?¿Porquénosalías?—Quéséyo.—¿Quéestabashaciendo?—Unsolitario.Noteníaganasdecoser.Doblaron la esquina de la catedral. Estaba abierta la puertecita demadera que

llevaba a las habitacionesdel campaneroy a la escalerade la torre. Julia nohabíasubidonuncaalatorreysuhermanalepropusoquesubieran;nopodíacomprenderquenohubierasubidonunca.

—Anda,verásquébonito,sieslomásbonitoquehay.Teencantará.Setedespejaeldolordecabeza.

Entródelantedeellaconaireexpertoydecidido.—Nosésisenosvaahacertardeparalacena.—No,mujer.Subirybajar.Túsíguemeamí.La escalerade caracol estabamuygastaday en algunos trozos sehabía roto la

piedradetantopisarla.Juliasequedabaatrásycuandoestabamuyoscurollamabaasuhermana,ledecíaquenofueratandeprisa,quedabaunpocodemiedoaaquellashoras.

—Sivoyaquí,boba.Teestoyesperando.¿Puedes?Llegaronalaprimerabarandilla.TalinoqueríaqueseasomaraJulia,decíaque

eramuchomásbonitodesdearriba,quesiguieranyseríamásilusión.—Anda, mira que eres, no te pares aquí. Si sólo falta otro poco como lo que

hemossubidoparallegaralascampanas.—Sevebiendesdeaquíya.—Mujer,noteasomes.—Otrodía,guapina,hoyesunpocotarde.Otrodíavuelvocontigoysubohasta

loúltimo,deverdad.Hoynosquedamosenésta.Salieronalabarandilladepiedra.Taliseempinóconelbrazoextendidoylebrillabanlosojosdeentusiasmo.

—No seas loca —dijo su hermana, sujetándola—. Te vas a caer, ¿no te davértigo?

—Quéva.Miranuestracasa.Quégusto,quéairecito.¿Verdadqueseestámuy

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bientanalto?MiralaPlazaMayor.Julianodijonada.Paseóunmomentosusojossinpestañeoportodaaquellamasa

agrupadade la ciudadque empezaba a salpicarse de luces y le pareció una ciudaddesconocida.Escondiólacabezaenlosbrazoscontralabarandillayseechóallorar.Despuésdeunpoco,sintióquesuhermanaleponíalamanosobreelhombro.

—Julia,nollores,¿porquélloras?Nolevantólacabeza.Oíaloschillidosagudosdelospájarosqueseibanaacostar

ycasilasrozabanconsusalas.—¿Quétepasa?Nollores.¿Esquehasvueltoareñirconpapá?—No—dijoentrehipos—.Sólolodelotrodía.—¿Entonces?Háblaletú.Seguroqueyanoestáenfadado.Julialevantólacabezaydijoconrabia:—Peroyonolequieropedirperdón,yonoletengoquepedirperdóndenada.Me

quieroiraMadrid,metengoqueir.Sivuelvoahablarconélesparadecirleotravezlo mismo. Se enfada y no quiere entender;Miguel también está enfadado, no meescribe.Yonolespuedodargustoalosdos.

SeconmovióalverqueTalilaestabaescuchandoconlosojosfijosybrillantes,albordedelaslágrimas.

—¿Quéhago,dimetú,quéhago?LatíayMercedestambiénestánencontramía.Nataliasacóunavozsolemne.—SitevasacasarconMiguel,hazloqueéltepida.Aélesaquientienesque

dargusto.Esperaaquesepasenlasferias,ysinovieneaverte,yaloarreglaremosparaconvencerapapá.Opodemosescribiralosprimos.

—Esqueélquierequeestébastantetiempo.Quevayacasihastaquenoscasemos—dijoJulia.

—¿Ytútambiénquieres?—Yotambién.Nopodemosestarsiempreasí,separados,riñendopor lascartas,

Tali, no se puede. ¿Verdad que no tiene nada de particular que vaya yo? Tengoveintisieteaños,Tali.Mevoyacasarconél.¿Verdadquenoestanhorriblecomomeloquierenponertodos?

Le buscaba con avidez el menudo perfil inclinado hacia las calles solitarias,apenasconalgúnruidoquellegabaajenísimo.

—Meparecemaravillosoque tequieras ir.Te tengoenvidia.Yaverás cómosearregla.

Ya había puntas de estrellas. Encima de sus cabezas chirrió la maquinaria delreloj,queeragrandecomounaluna,anunciandoqueibanaserlasnueveymediaenlaciudad.

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La pensión América era una casa estrecha con desconchados debajo de losbalcones.Sellamabaabajo,yabríanlapuertatirandodeunacuerdadesdeelprimerpiso; tenía platos de cobre en la pared a derecha e izquierda, según se subía. Yo,durantevariosdíasnofuimásqueparadormir,temprano,comoeramicostumbre,ysolamente vi a lamujer de pelo gris queme sostenía la cuerda de la puerta ymemirabasubirlosprimerospeldañosdesdeelfinaldeltramo;habíacambiadoconellalaspalabras indispensablesparael alojamiento.Mediounahabitaciónmuygrandedondeparecíanavegarlacamasobreelpisofregadodelamadera.Eraunacamadematrimonio;blanqueabavagamenteelembozodelassábanasbajounaluzescasaenelcentrodelaltísimotecho.

Unanochemedioperezasaliracenaralacalleporquemehabíapasadolatardeleyendoenmicuartoypensétomarunbocadoenlamismapensión.Salíalpasillo.No había nadie. Todas las puertas estaban cerradasmenos una, al fondo, por cuyaaberturasalíaa losbaldosineselresplandordedentro tendidoenunarayagruesayoblicua. Empujé la puerta; era el comedor, una habitación más bien pequeña conmesas preparadas. Al pronto no vi a nadie; luego, mientras entraba, sentí unapresenciaamisespaldasymevolvíunpocosobrecogido.Lapuerta,alempujarla,mehabíaocultadounamesamásqueestabaenelrincón.Sentadaaellahabíaunachicapálidaconelpelooxigenadopeinadomuytiranteygrandespendientesdebisuteríaen formade aro.Había apartadounpoco su cubiertoy estaba acodadacon la caradescansandoenlamanoizquierda.Losojoslevantados,memirabasinpestañear.Yodilasbuenasnochesyapartéunasillaparasentarme.

—Hola—saludóellafamiliarmente,conunmovimientodelacabeza.Mesenté.Alprincipiomirabaobstinadamenteelmantelmanchadodevinotinto.

Luego levanté los ojos y ellame seguíamirando.Su rostro completamente vulgar,parecido al de otras chicas rubias que había visto muchas veces, me produjo unasensacióndesosiegoysomnolencia.Sesonrió.

—¿Eresnuevo?Nocontestéinmediatamente.Sobrelapared,detrásdesucabeza,seagrandabala

sombra de la lámpara de cristal con sus tubitos opacos y movedizos colgadoscircularmentecomoflecos.

—¿Nuevo?No,no.Yahevenidohacedías.De una puertecita que había a la derecha medio camuflada entre dos altos

aparadoresoscuros,saliólamujerdelpelogrisyvinoolordeguisoyunchirridodeaceiteensartén.Pasópordelantedemimesaysequedómirándomeconexpresiónatónita.Mepreguntóquesiibaacenaryledijequesí.

—Peroesamesaestabaocupada.Sivaacenartodoslosdías,lepongounapara

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usted.—No, todos los días no. Por de pronto hoy. Creo que terminaré antes de que

venganlaspersonasquelaocupan.Tardopocoencomer.Nosemovíanidejabademirarme.—Yoya digo, es que esamesa, claro, ahí se pone siempre donErnesto con el

chico; si fuera usted a cenar siempre, le ponía una.Ya con sus botellas y cosas ytodo…

—Yaledijeelprimerdíaquenopensabacomernicenaraquí,pero¿nomepuedoponerenotrositio?

—Sí,hombre,siéntateaquíconmigo—interrumpiólachicarubia.Los dos miramos hacia su mesa. Había hablado sencillamente, con cierta

autoridad,yahoraestabaretirandosubolsodeencimadelmantelparahacermesitio.—Loqueescomotemetasendiscusionesconella,noacabáisentodalanoche.

Anda,ven.Pongaustedaquísucubierto,Juana.Lamujernosmirabaalternativamente,depieentrelasdosmesas,yparecíaque

seconcentrabaenesperarmidecisión.Cuandovioqueme levantabaymesentabaenfrente de la chica,me colocó el cubierto sin decir nada y desapareció.Volvió aestartodoensilencio.Ningúncrujidonivocesrevelabanlapresenciadepersonasalotroladodelapuertaquedabaalpasillo.

—Muchasgracias.—Hijo,denada.Lohagoporegoísmo,porquenopuedoconlasmonsergas.Tenía la mano rodeando un vaso de vino y reconocí las uñas afiladísimas

laqueadasderojo.Lanochequelleguénoteníasueñoymeasomévariasvecesalaventanademicuartoquedabaauncallejóntrasero.Mirandolosperfilesdelascasas,teníaunaprisanerviosapordormiryquesehicieradedía,porqueseborraraaquellalunaapepinadayvacilantequeparecíaunbarco,yelcuartoyelcallejónyyomismonoshiciéramosrealesytuviéramosnuestrositioalaluzdelsol.Unadeestasvecesqueme asomé, tuve un susto.Al nivel demi ventana, un poco a la izquierda, tancercaquehubierapodidotocarlo,sobresalíaelbrazoblancoeinmóvildeunamujer,sosteniendoentrelosdedosuncigarrillo.Eranestosmismosdedosqueahorasobabanelvasodevino.

—¿Dóndetemetes?—mepreguntó—.Notehabíavistonunca.Hablabaenvozunpocobaja,comosialguienfueraaoírnos.Yoalprincipiono

notéqueestababebida.Lehablésinlevantarlosojosdesumano,ledijequeteníamihabitaciónalladodelasuya.Meresultabafáciltutearlacomoellahacía.

—¿Allado?Quérisa.¿Esquemeconocíasya?—Notehabíavistohastaestanoche.Meobligóamirarla.Seinclinódecodoshaciamí.Entoncesvielbrillolechosoy

mortecinodesusojos,lamuecatiranteconquesereía.

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—Esosíquetienegracia—dijo—.¿Esunacertijo?Amímegustanlosacertijosytúmeintrigas.Quieresquemeintereseporti.

Lecontélodelanochequelehabíavistolasmanosenlaventanayseriómucho.Dijoquequéromántico.Meespiabalaexpresiónyyonomereía.

—Megustastúporquecuentaslascosassinchunga—dijo—.Parecementiraloserioqueeres.Noselopuedeunanicreer.

Lesalíaunaluzturbiamirándoselamanoizquierdalevantadaenelaire.—Quéemoción,conocermeporlasmanos,chico.Nomehabíapasadonunca.Luegomepreguntóquesiteníanoviayledijequeno.—Me alegro.Nome gusta alternar con los chicos de novia.Casado ya nome

importa.Deesonotepregunto.Durantelacenabebiósincesar.Mecontóqueeralaanimadoradelcasino;queya

hacíaañosqueteníaeseoficioymeexplicócómoerael trajedelentejuelasconelquehabíadebutadoenuncafédeCáceres,quetodavíaloguardabaporqueleestabamuybien.Se llamabaRosa,peroen loscarteles leponíanRosemary.Mepreguntócómomellamabayo.EradeunpueblodeMadrid.Mehablómuchoratodelríodesupueblo,unríohermosísimo,ydelosbañosquesedabanenelveranosushermanosyella.Cuando terminamosdecenar, sequedóensilenciocon lacaraapoyadaen laspalmasde lasmanos.Amis espaldas estaba el balcón abierto.Eraunanochemuyclara; se veía enfrente el caserón grande que estaba en la esquina de la curva quebajabahaciaelrío,consusrejascruzadasenlasventanas.Teníacuriosidadporaqueledificioylepreguntéaellaquesieralacárcel.

—Quéva.La cárcel no.Mepareceque es elmanicomio.Yaves, yovine aquíporquenecesitoahorrarymedijeronqueerabarato,¿verdad?;puesluegomealegrécuandosupelodelmanicomio.Siempreesmejortenerlocerca,¿noteparece?,porsiacaso,quedetantoirdeacáparaalláyunosyotros,notendríanadadeparticular,pero nada, que un día…Oye, yo he bebidomucho—dijo sin transición—. Estoymareada.

Serestrególosojosylosdejóescondidosdescansandoenlamano.Habían entrado otras personas en el comedor y nosmiraban.Yome empecé a

encontraradisgustoyselodijeaella.—Que nosmiran, ¿verdad?—dijo en voz alta y destemplada—.No, si nome

extraña. Aquí la animadora, lagarto, lagarto, y los que van con ella igual, cosaperdida.Anda,vámonos,quemirenasupadre.Meacompañasamicuartoyasí teenseñofotosdelríodemipueblo.Nosmetemoslosdosenmicuarto,nossentamosenlacama,¿quieres?

Apuró el últimovasodel vinoy se levantó.Yohice lomismo.Salió al pasillodelantedemí;andabaconpasoinsegurosobresusaltostacones.

Esperé a que abriera la puerta de su cuarto y diera la luz. Encima de la cama,

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mediodeshecha,habíaunkimonorojo.Loapartóparaatrás.—Siéntateaquí.¿Dóndetengolasfotosahora?Ah,sí,aquí.Túlasmirasyyome

tumbounpoco,luegosisemepasaelmareosalimos.Megustaestarcontigo,Pablo.Te llamas como un chico de Guadalajara —se reía apoyando la cabeza en laalmohada—,unoqueeralinotipista.¡Ay,yanohablomás,medatodovueltas!

Medio el grupode fotos.Delantedeunos árbolesque seveían al fondohabíavariasmuchachascontrajesdeverano.Estabanmuychiquitasynoseveíanbien.

—¿Erestúalgunadeéstas?Seincorporóydijoqueno,queerasuhermanaVale,queseparecíanmucho.Me

señalaba una cualquiera de las cabecitas con la uña puntiaguda del meñique,acercandosucaraalamía.Luegosevolvióatumbar.Todaslasfotosestabanhechasen elmismo sitio y eran parecidas; lasmiré despacio una por una sin decir nada.Luegoselasmetíenelbolsoabierto.Ellasehabíapuestounamanoporlosojos.

—No me pongo mejor, oye, qué mal ahora, qué dolor de cabeza, tengo unanáusea…novamosapodersalir.

—Notepreocupesdeeso,nohables,aversisetepasa.Melevantéylequitéconcuidadoloszapatos,luegoquitélascosasdeencimade

lacamay la tapéconlacolcha, lepusesobre lafrenteunpañuelomojadoenaguafría.Ellasedejabahacersinabrirlosojos.

—Qué bueno eres, qué bueno, no hay nadie como tú; tú no te aprovechas devermeborracha.

Lloraba silenciosamente con los ojos cerrados y las lágrimas le formabanreguerosporelmaquillaje.

—Nohables,notemuevas;tranquila.—PorDios,cuandotevayasquenoteveansalir.Hazpocoruido,nosabescómo

son,quenoteoiganadie,túdepuntillas.—Nomeoirán,nollores,anda,¿teapago?Todavía estuvo diciendo cosas durante algún rato, cada vez más incoherentes,

hastaquesedurmióyyomefuiamicuarto.

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siete

Juliasubióalescalónconlasrodillas,yacercólosojosalarejilladesuladoqueacababadeabrirse.Distinguióconfusamente los rasgosabultadosdel rostrodedonLuis.

—AveMaríaPurísima.—Sinpecadoconcebida.—Padre,soyJulia.—Ah,Julia,Julita.Vamosaver,hija.Siempreaquella cosa en lagarganta, comoun latidoapresuradoqueentorpecía

lasprimeraspalabras.Siempredesdepequeña,ycadavezmásagudizado.Sentíaasusespaldas las lucesde lasvelas, loscánticos, los rezos, losojosguiñadosde lossantos,mezclarse,menearseenunjarabeespesoygiratorioqueseaplastabacontraellainmovilizándoladecaraalamadera,aturdiéndolaconsuhervorconfuso.Apretódentro del bolsillo de la chaqueta el papel arrugado y sobadísimo.Antes, a la luzescasadeunabombillalohabíaestadorepasando,perolaverdadesquefuemásbienpordeleite.Lohabíaescritoanoche,cuandoelinsomnio.

—Verá,padre,quealgunasvecescuandoheidoalcine,meexcitoytengomalossueños.

Lacuestióneraempezaraunquefueraconunrodeo,despegarlalengua,sentírselahúmeda.

—Elcine,siempreelcine,cuántasveceslomismo.Ahíestáelmalconsejero,esedulcevenenoqueosmataatodas.Perosueños,¿cómodormida?

—Sí, padre, casi siempre dormida. Aunque anoche no tanto. Anoche estababastantedespiertaylopenséporquequise.Ysiestoydormida,cuandomedespiertomegustahabersoñadoesascosas.

—Perodequésonesossueños,vamosaver.Anoche,porejemplo,¿quésoñabas?—Nada, acordándome de mi novio, sobre todo de esa vez que fui a verle en

Santanderasupensión,ydecuandonosbañábamoseseverano,ynosíbamossoloshastalasrocas.

—Pero, hija demi alma, eso ya está confesado y perdonadomil veces. No teatormentesconpecadosviejos.Despuésdeaquello,Dioshatenidomisericordiadetiytehadadosiemprefuerzaparaperseverarenelcaminodelavirtud.—Juliaguardósilencio—.¿Noesasí?

—Sí,padre.—¿Entonces?—Pero la tentación la tengosiempre.Yocreoquesi levieramucho,volveríaa

pasarlodeaquelverano.Anochemedespertéyestuveescribiéndolecosascomolasquemeescribeél,diciéndolequemeacordabamuchodetodolodeeseañocuando

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noshicimosnovios,queesmentiracuandoledigoquemeenfadoporlascosasquemediceélenlascartas…;lomásmaloquesepuedeustedfigurar,coneldeseodeexcitarle.

—Bueno,bueno…¿Lehasmandadoesacarta?—No.Latengoaquí.Lavoyaromper.—Bien, hija. ¿Ves cómoDios no te abandona? ¿Ves cómo permite que tengas

tentacionesparahacerte salir victoriosade ellas?Losgrandes edificios se levantangranitoagranito.

Julialloraba.—Vamos, vamos. Estás haciendo un bien muy grande en un alma tibia y

endurecida como la de esemuchacho. No decaigas, no eches abajo toda tu labor.Solamente a sus elegidos les poneDiosmisiones tan duras. Piensa que cuando tecasestienesqueseguirinfluyendoensualma.

—Pero,padre,sinoinfluyonada;sisiguepensandoigualqueantes.Sinoaprecianadaloquehagoporél,seríedemí,dicequesoyunañoña.

—Sí lo aprecia, hija mía. En el fondo de su alma lo aprecia. La pureza es eladornomásfragantedelalmadeunajovenysublancurallegaalossentidosdetodosloshombres.¿Cuándooscasáisporfin?

—Nosé.Yodigoqueparalaprimavera.Ahoraestáenfadado.—Bien,hijamía,bien.Yorezaréporti.¿Algomás?Juliaqueríahablarmás,perodonLuisteníavozdeprisa.Ahoralasmentirillas,el

cotilleo, lasmalas contestaciones a la tía. Don Luis escondió un bostezo. EstabancantandoelCantemosalamordelosamores.Laiglesiaseapaisaba,dejabadegirar.Losaltares, lasvelasy los santosvolvíana sus sitios,desfilabanpor lacanciónenlíneavertical,despacio,comocuandosepasaunmareo.

—Novuelvasmuchoalcine,hija.Hacesiemprealgúnmal.—Voyestatarde;peroesdoserre.Marcelinopanyvino,unadeunmilagro.Mientras escuchaba la penitencia,miró la hora de reojo. Luego bajó la cabeza

pararecibirlaabsolución.—VeteconDios,hija.Tranquila.Lavieronentrarenelbancoconlamiradarecogida.Allíestabasubolso.Doña

Laura. De rodillas, mirando las bombillitas que nimbaban los cabellos de laMilagrosa,perdidaentremujeresdeoscuro,sintiómuchoarrepentimiento.Nohabíasidomala confesión.Rezó laSalve, fijándosemucho en lo que decía, y le pareciómuy hermosa ymuy dulce la actitud de laVirgen con los brazos caídos, y que lamiraba.Luegosalióalacalle,losojosrefrescadosporunpocodellanto,yesparcióen pedacitos minúsculos los papeles de la carta. Cruzó a casa a dejar el velo y apintarseunpoco.IsabelyGoyitayaladebíanestaresperandoalapuertadelcine.

Al entrar en el portal, casi se tropezó con un hombre que estaba sentado en el

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primerpeldaño,fumando.Aloprimeronolereconoció,acontraluzyconelsusto,éllaabrazóporlasrodillasylevantólacarariendo.

—¡¡Miguel!!¿Cuándohasvenido?Mefiguraba,fíjate;melofigurabaquenoibasaavisarsivenías.Perosuéltame,hombre,quemecaigo,¡ay!

—¿Dóndehasido?Tehellamadoporteléfonotresveces.Julia se separó y él se puso de pie. Traía una cazadora de cuero bastante

manchadaynoestababienafeitado.Semiraron.—Mehabíaidoaconfesar.—¡Quéguapaestás!Venga,vámonos,hayqueaprovecharlatarde.Ellaqueríasubiracambiarsede traje,perono ladejó.Laempujóa lapuertay

echó a andar a su lado, cogiéndola por el pescuezo.De broma le dabameneones,columpiándolahaciasí.Ladespeinaba.

—Hombre,déjame.Déjamequeguardeelveloporlomenos.Toma,guárdamelotú.

—AyDios,cuántovelo,cuántaconfesión.¿Peroquépecadostienestú,sidebestenerlaconcienciacomounapatenadetantolimpiarlayrelimpiarla?

Juliaibaadisgusto,sesentíaelmoñomediodeshecho.Enelrelojdelabarberíavioqueeranmenoscinco.

—Vamosatorcerporaquí—dijoél—.Vamosalrío,aaquelsitioquefuimoslaotravezquevineaverte.

—No,verás.Yoprimerotengoqueiradarunrecadoaunaschicasamigasmías.Notardonada.

—Venga,noempiecesconplanes,yairásluego.—Que no, hombre, queme están esperando a la puerta del cine, no les voy a

haceresafaena.Siesunminuto.Lesdigoquehasvenidoyya.Simequieresesperaraquíenlabarbería,depasoteafeitabas.

—Déjamedeafeitados,voybienasí.—Hombre,quétecuesta.¡Miraquetepresentasavermedeunafachayvestido

deunmodo!Miguelsacóunavozseguraydecidida.—Te he dicho, Julia, que voy bien como voy. Si quieres presumir de novio

delante de tus amigas, yo no soy ningún maniquí. Te buscas uno. Siguieron ensilencio.Ella hizo un gesto para desprenderse de lamanode él.Él la afianzómásfuerte.

—Averdóndeesesecine.—PasadalaPlaza.—Miraquesonunosproblemas.Sinollegabas,yaentraríanellassinti.Elcaso

esbuscarsecompromisos,cosasqueleatenauno.Siempreigual.Desdelejosvieronalasamigas,queestabanalapuertadelcine.Sehabíansalido

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alacalzadaymirabanalarcodelaPlaza,dedondearrancabalacalle.—Hija, qué horitas —la saludó Isabel cuando la vio llegar—. Y cinco —y

mirabanlasdosaMigueldisimuladamente—.NosperdemoselNodo.Julialesexplicóquehabíavenidosunovioaverla,yselopresentó.—Chica,quéilusióntehabráhecho,¿no?—Fíjate,bárbaro.Además,desorpresa.—Yqueyanoleesperaban,¿ves,tantolamentarte?Nosontanmaloslosnovios

—comentóIsabelconunarisita.Miguel,despuésdedarleslamano,sehabíaquedadounpoquitoaparteymiraba

paraotrolado.Julialecogiódelbrazo.—¿Vienesparamuchosdías?—lepreguntóIsabel,mirándole.Éldesviólavista.—Nosé.—Porlomenosquesequedealakermessedeldomingo,¿no?—Yaveremos—dijoJulia—.Igualsevamañana.Ésteesasí.—Oye, es verdadque se parece un poco a JamesMason—dijoGoyita, que le

habíaestadomirandosindecirnada.Sedespidierony Julia lespagósuentrada.Dijeronellasque lapodíancambiar

por otras dos que estuvieran juntas, y así ya tenían sitio donde ir, que localidadeshabíatodavíaenlataquilla:

—Resolvíaislatarde.—Qué manía de meterse donde no les importa, qué tías —comentó Miguel

cuandosesepararon—.Venga,vámonosrápido.—¿No quieres que cambiemos la entrada?Amíme hace bastante ilusión esta

película.—No,hombre,rómpeladeunavez.Enelcinenosvamosameter,paraquenos

sigancontrolandoesasdos.—Noséquémaníaleshastomadosóloverlas;habrándichoqueeresungrosero.—Siesquemeponemaloesavoztantontaquesacabaislastreshablandodemi,

túigualqueellas,nosepuedeaguantar.YyaleshasidodiciendoquemeparezcoaJamesMason.Tedebespasareldíahablandoestupideces.Sabesqueestascosassonlasquemesacandequicio.

—PuesGoyitanoesnadatonta.Esmuyamigadelinvierno,decuandoíbamosalcorte,yunachicabienmaja.LodeJamesMasonnoselodijeyo,palabra,lodijoellaporunretratotuyoquemeviounavez,elquellevosiempreenlacarterita.

PasadalaPlazadijoMiguel:—Bueno,conestoseacabanlasmonsergasdehoy.Nohevenidoparareñir;esta

tardenoquieroreñircontigopara…—Sierestúelqueriñes.

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—Hedichoquebasta.Bajabanyacaminodelrío.HaciaunpocodeaireyJuliaseabrochólachaqueta.

Éllacogióporloshombrosylaatrajofuertementehaciasí.Sentíaellalapresióndelamanoatravésdelatela;ibamirandofurtivamenteporsiveíaaalguienconocido.

—Casinomedejasandar.—Mejor.—¿Conquiénhablasteantesporteléfono?—Conunoquedebíasertupadre.—¿Cómoquedebíaser?¿Nolehassaludado?—¿Porqué?—Quéséyo.Tampocomehasaludadoélamí.—¿Ledijistequiéneras?—No.—¿Entoncescómoteibaasaludar?—Porquemeconociódesobra.—Québobada.Sitehubieraconocido…—Tedigo queme ha conocido, qué ganas tienes de discutir.Ha estado seco y

antipático,poresonolehesaludadoyo.—Ytambiénporquenoteníasganas.—Bueno,tambiénporquenoteníaganas.EnelPuenteNuevo,Juliasesoltóconelpretextodearreglarseelmoñoyluego

seacodósindecirnadaamirarelaguadelríoqueveníadecolorchocolate.Miguel,despuésdeunpoco,sepusoaacariciarleelpelo,peroellanosemoviónidespególabarbilladelasmanoscruzadas.OlíafuertementeagasolinadeuncamiónqueestaballenandosudepósitoenelpuestoquehabíaalaentradadelPuente.DijoMiguelqueleparecíaquenosehabíaalegradodeverle,quequélepasaba,ycomoellaseguíamudaleseparóbruscamentelasmanosdelacara.

—Di.¿Porquéestásrara?¿Quétepasa?—Nada.—Puesháblame,dialgo.¿HasarregladolodeiraMadridesteinvierno…?Pero

hija,¿porquéteponesallorar?Notehagaslavíctimadenada,noformeshistorias,¿quétehedichoparaquellores?

Laapretabaunbrazonerviosamente.Juliahizofuerzasparavolveralaposturadeantes.Ponía,alsorberselaslágrimas,ungestotercodeincomprendida.

—Pero ¿qué te pasa? Explícamelo sin andar con lloriqueos, por lo que másquieras.

Ellalevantóunacarairritada.—Peroquéquieresquemepase.Lodemipadre.Queparecequelohacespara

fastidiar.Arribateníasquehabersubidoabuscarme.Esoesloqueteníasquehaber

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hecho,paraquesevayanarreglandolascosas,envezdeponerlotodocadavezpeor.Mepreguntasquequémepasa.

Arrancóaandaryalospocospasossevolvióamirarle.—Asícómoquerrásquemedejen iraMadridninada.Eresegoísta,egoísta—

dijoconvozrabiosa—.Todoqueloresuelvayosola,túnada;túmolestarte,deesonada. Allá que me las componga, a ti qué te importa; pedir eso sí: que vengas aMadrid,atupadreledicesloquesea,amímeimportauncomino,comosifueratanfácil.

Miguelsedespegódelabarandilladelpuenteyechóaandarconella,dejándolaterminartranquilamente.Despuésdijoconunavoznormal:

—Tienesveintisieteaños,Julia.Tienesquecomprenderquenotevasapasarlavidaatadaalospermisosparacosasquesonimportantesparanosotros.Avecesmehasparecidointeligente,yquecomprendíasesto.

—Te mataba, te mataba —exclamó ella con voz de lágrimas y volviendo amirarleenconadamente—.Noentiendesnada,déjameenpaz.Túsíquenoentiendesnada.

Sehabíadetenidounmomentoparahablaryéllaadelantóconsuspasosigualesy rítmicos. Julia vaciló un momento como si al quedarse detrás de él susrazonamientosperdieranfuerzaantesímisma.Acortóladistancia,perosinponerseasuladodeltodo.

—¿Quétehabráhechomifamilia,preguntoyo,paraquelestengasesaojeriza?—Lestengolasimpatíaquemetienenellosamí.—Medesesperas.Erestúelquenolesquieres,elquenopuedeveramipadre.—Nilequiero,niledejodequerer.Medaigual.Perosemeteenasuntosqueno

son suyos.Y lesmetes tú, que le consultas cosas queno le tienes que consultar…SobretodoJulia—dijocambiandodetono—.Estetemadeconversaciónmeaburre.Meamargaslatardeportonterías,comosiempre.Parahablardetufamilianotehevenidoaver,mesobracontodastuscartas.Soytonto,vengoaverteparahacerlaspaces, para pasar una tarde sin cuestiones, creyendo que tienes arreglo, y nada…nuncaescarmientodeunavezparaotra.

Hablabasinmirarla.—Sí,comovienestanto.Siguieronensilencio.HabíansalidodelPuenteyecharonhacialaizquierdapor

la carreteradeMadrid, bajo labóvedade los castañosde Indiasque ensombrecíancomountúnel.Elsolseestabaponiendoyhacíaunhalonaranjapordetrásdelatorredelacatedral.Miguelibadeprisa.Conlasmanosenlosbolsillosdelpantalón.Juliahizounpequeñoescalofríoysecruzólosbrazospordelante.Diolamediaenelrelojdelatorre.

—Novayastandeprisa.Sisiguesasí,mesientoytevassolo.¿Hasoído?

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Pasó otra pareja de novios en dirección contraria y se quedó mirándoles concuriosidad.Miguelnohabíavueltolacara,yJulia,queyaibaasentarseoadarselavuelta,tuvovergüenzadelosotrosydiodosotrespasitosmásvivos.

—Miguel—dijollegandoasuladoycogiéndoledelbrazo.—Quépasa.—Quenoseasasí.Él se paró a mirarla, como esperando a que siguiera. Sacaba Julia una voz

indecisaysuplicante.—Esqueesverdad,hombre.—¿Quéesloqueesverdad?¿Quéesloquetehehecho,porquetodavíanolosé?

Aver.Explícalo.—Nosé.Quedebíashabersubido,reconoceesoporlomenos.Asíseponenlas

cosascadavezpeor.Hoyyacasiestabacontentaconmipadre,sitúhubierasestadosimpático…—Miguelhizoungestode impaciencia—.Ellosno tequierenmal,deverdadtelodigo,perotambiénponteensucaso.

—Pero¿enquécaso?—Puesquelestienequeextrañaralafuerzaqueyohayadichoquenosvamosa

casarparafinesdeprimavera,yquetúnolesconozcasmásquederefilón,nisiquieraa Mercedes, ni te importen, que no tengas nunca un detalle con ellos. ¿No teparece…?PorDios,noestésasí.

Habíaunpretildepiedra.Miguelseparó.—¿Oesquenonoscasamosparalaprimavera?Miguel se sentó en el pretil, de espaldas a la carretera. Sacó un pitillo y lo

encendiólentamente.Julia,alencaramarseparaponerseasulado,levioelperfilalalucecitadelacerilla,elpelodespeinadosobrelosojos,elgestofoscoyvaronil.

—Hombre,contéstameporlomenos.—Es un asunto queme aburre.Me aburres con continuas cantinelas. Ya te he

dichoquesisepuedenoscasamosenprimavera.Sino,seesperayenpaz.Cuandosepueda. Si tú vienes a Madrid, no hay problemas, porque estaremos juntos y yotrabajarémás contigo.Nos podremos casar antes. Pero tú nuncame ayudas, Julia,sólo me sirves para achucharme, para ponerme problemas que no existen y parahacermeenormeslosquehay.Semequitanlasganasdetodo,telojuro.

Colgaban juntos los pies de los dos. Los zapatos de Miguel eran grandes ydescuidados.Julialosmiróconunarepentinaternura.Empezabaaponerseoscuroyelcieloestabaquieto,comotiznadodecarbón.Parecíaqueporaquellostiznonesibaabajarlanocheainundarlotodo.Ladróunperroenlaotraorilladelrío.

—Miguel.—Qué.—Que yo tampoco quiero que riñamos. Que te quiero. Es que las cosas se

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enredanasí.Yanovolveremosadiscutirestatarde,sitúnoquieres.Telojuro.Él se volvió despacio y le pasó un brazo por la cintura. Le brillaban los ojos

muchísimo. Julia desvió los suyos. Se sintió desfallecer cuando oyó que lepreguntaba:

—¿Bajamosahí?—¿Adóndeahí?—Aesehondón.Sedebeestarbien.—Yoestoybienaquí.—Ahíseestámejor.Estapiedranoescómoda.—Bueno,pero¿quéhoraes?Nosenosvayaahacertardedetrás.—No.Estemprano.Eslauna.Todaslashorasvienen.—No,deverdad,quenoquierollegartarde.—Anda,anda,doñasermones.Laayudóabajar.Amitaddelacuestecillalasujetóparaquenoresbalaraylafue

abesar.Ellaapretóloslabiosylosapartóunpoco.—¿Quétepasaahora?—dijoMiguel,irritado.—Nada,quenoquieroquemebeses,queluegocadavezespeor.—Peropeorqué,peorporqué.—Pornada.—Sinotebesaranosabríasitesigoqueriendo.Sebesaronsentadosenel finaldel talud.Hacíaunairehúmedoy seoíanunas

risasychillidosdeniñomuylejos,enunascasitasdehortelanodelaotraorilla.

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ocho

Recibí una carta de Elvira. Tenían confundidas las señas de la pensión, ycomprendípor la fechaqueme llegabacon retrasoyporcasualidad.Eraunacartamuy sorprendente. Primero hablaba bastante de ellamisma, de que solía obrar porimpulsosydequenecesitabadesahogarsecuandoalgodeloquehabíahechoodicholeparecíaincompletooinadecuado,lehacíansufrirlascosasdejadasamedias.Conestepreámbulollegabaaaludiranuestraconversaciónenelpasillodeldíaquefuiavisitarles,lacual—decía—porculpadelascircunstanciasydesuestadodenervioshabíasidosencillamentegrotesca,peroalmismotiempolehabíadejadolasensaciónde algo extraño y alucinante presentido muchas veces, de algo que no se podíarepetir, unmomento que valía pormuchos días iguales de hastío y desesperación.Queellaera intuitivaen todo, tambiénensuobra«decíaasuobra»sinespecificarmás, «pensé que con el deseo de intrigarme», y que apenas cruzada la palabraconmigohabíasabidoquenosparecíamosenmuchascosasyquepodíamosllegaratenerunaamistaddistintadecualquierotra.Aunariesgodeparecermeabsurda,meconfesabaquepensabacontinuamenteenestaconversaciónquetuvimosenelpasillo,y también con rabia en el papel ridículo que a ella le había tocado. Terminabadiciendo que había escrito la carta de un tirón y que no quería releerla. La carta,dentro del tono intencionadamente poético y confuso, era casi una declaración deamor.

Estuve dos días sin saber qué hacer. Para orientarme en mi comportamientonecesitaríahabervueltoaveraElvira,volveraoírsuvozpor lomenos,porquenicasi de suvozmeacordaba.Unanuevavisita a la casameproducía timidez, y encuantoaescribir,lasvecesqueintentéhacerlomeveíasumidoentalperplejidadquenolograbaponernisiquieraelencabezamiento.Porfinundíamedecidíallamarporteléfono para probar fortuna, con la esperanza de que cogiera ella el aparato, ymientras oía el ruido de la llamadame latía con fuerza el corazón como ante unapuerta desconocida. Se puso Teo y fingí haber telefoneado para preguntar por elasunto del Instituto. Se alegró. Precisamente el día anterior había hablado con eldirector nuevo, el cual estaba conforme en aceptarme para el puesto de alemánvacante hasta que salieran las oposiciones que se calculaban hacia Semana Santa.Que podía ir a hablar con este señor a la secretaría del Instituto cualquier díalaborable para que nos pusiéramos de acuerdo en los detalles. Se despidiócortésmente,comoquiendaporcanceladounasuntoenojoso,ymedijoquetendríangustoenvolvermeaverporallí.«Saludeasuhermana»,dijeyoantesdecolgar.

ElasuntodelacartadeElvirasehabíavueltoparamícomounacuentapendienteyempecéaencontrarmeadisgustoentodaspartes.Paralibrarmedeestaobsesiónmedioporpensarquesilacartasehubieseperdido—cosamuyposibleporquenotraía

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remite— todo hubiera seguido como antes y yo no quedaba obligado a nada.Mepareció una soluciónmaravillosa. «Se ha perdido—decidí—. Como si se hubieraperdido».Ymealegré.Tambiénellaseguramentesehabríaarrepentidoyadeescribirloqueescribió,ysealegraríasisupieraquenohabíallegadoamismanos.

UnamañanafuialInstitutoparahablarconelnuevodirector.Eraunhombrecitocalvo,deexpresiónirónicaybondadosa,y,contraloquehabíatemido,laentrevistaconélfuesemejanteaunaconversaciónentreviejosconocidosypudehacerletodaclasedepreguntassinsentirviolencia.Élmeenteródequelavacantedealemánqueyoocuparíapertenecíaal Institutofemenino,porque losalumnosestabanseparadosporsexosyteníandistintoshorariosyprofesorado.Lasclasesdelaschicaseranporla tarde, y amíme correspondían sexto y séptimo, que eran los cursos que dabanidiomas.Lepresentéalgunoscertificadosquellevabaacreditandoquehabíaenseñadoenotrospensionadosextranjerosyapenaslesechóunaojeadarápida.«Nohacefalta—dijo—;yaséyoquedonRafaelsabíaescogersusprofesores.»Firméunospapelesymeenseñóloshorariosparaconsultarmesimeconveníanlosdíasyhorasquemeibanacorresponder.Yoledilasgraciasylecontestéquemeeraindiferenteporquedisponíaabsolutamentedemitiempo.

—¿Cómo?—seextrañó—.¿Notieneningúnquehacer?¿Niclasesparticulares?—Nada.No,señor.Clasespuedequecojaalgunamásadelante,aunquenosési

merecelapenaono,totalhastalaprimavera.—¿Sólohastalaprimaverasequedausted?¿Lasoposiciones,nolashafirmado?—No,señor.—Pues es una pena, debía animarse, una persona con costumbre de enseñanza

comousted.Yasabráqueelplazodeadmisiónduratodoelmesdeenero,deaquíaentoncestienetiempodedecidirse.

Ledijequetalvezlopensaría.—Claro,hombre,hastaenero—sereía—igualletomaustedcariñoaesto,igual

seechanovia.Mepusedepie.—Noledigoqueno,todopudieraser.Laentrevistahabíasidoenunasaladevisitasconsofáscoloradosyunretratode

Francoenlapared.Meacompañóhastalapuertaporelcorredorvacío,demadera.Alfinalunrelojdeparedmarcabaunahoraatrasada,atravésdelaesferaborrosa.Nosdespedimos hasta primeros de octubre, que era cuando empezaba el curso, y seofrecióamíparacualquiercosaquenecesitara.

—Sidecidelodelasclasesparticularesyolepuedobuscaralguna,ylomismolodelaoposición,siquierequeleoriente.

—Muchasgracias,lotendréencuenta.Hastapronto—lesaludéyabajandoporlaescalera.

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EstodequenotuvieranadaquehacerentodoeldíayquesólocontaraconlasclasesdelInstitutotambiénleintrigabamuchoaRosa.

—¿Tehasenteradodeloquetepagan?—mepreguntóaquellatarde.—No.Nocreoqueseagrancosa.—¿Cómo?¿Notelohadichoeseseñor?—Semehaolvidadoamípreguntárselo.—Pero,chico,túandasmaldelachimenea.Nos habíamos hecho muy amigos desde la noche que se emborrachó en la

pensión y alguna otra vez habíamos comido juntos en la mesa y había venidoconmigo amis paseos. Siempreme insistíamuchopara que fuera a oírla cantar alcasinoyporfinunanochefui.EsanochemevolvíaencontraraEmiliodelYerro.

El casino era una fachada antigua por delante de la cual había pasadomuchasveces; lasnochesde fiesta leencendíanunasbombillasqueperfilabaneldibujodelosbalcones.

Tenía yo la idea de sentarme en un rincón apartado y tomarme un refrescotranquilamentemientrasescuchabaaRosayesperabaqueterminasesutrabajo,perode la primera cosa queme di cuenta al entrar fue de que no existía ningún lugarapartado,sinoquetodosestabanligadosentresíporsecretoslazos,aldescubiertodeunarondadeojosfelinos.Muchachasesparcidasregistraronmientradaysiguieronelrumbodemiindecisamiradaalrededor.NotocabalamúsicaynoviaRosa.Habíamesaspor todaspartes, totalmenteocupadas,unsilencioonduladodecuchicheosyredondelesde luzenelcentrode lapistavacía.Comprendíque teníaqueandarencualquier dirección afectando desenvoltura. Vasos, botellas, adornos, largas faldaspálidasfueronquedandoatrásenunahabitaciónamarilla.Alfondohabíaunapuertacon cortinas recogidas. La traspuse: era el bar. Me asaltó un rumor de vocesmasculinas.Nohabríamásdetresmujeresentreloshombresquefumabanengruposocultandoelmostrador,yunadeellaseraRosa,enelcentrodeuncorrodechicosvestidosdeetiqueta.Dabacaraalapuertayseapoyabaenunaltotaburete.Mevioenseguidaymellamólevantandoelbrazodesnudo.

—Mira,ven,Pablo,tevoyapresentaraunosamigos.Los chicosmemiraronyunode ellos eraEmilio.Sepusomuycontentoyme

pasó un brazo por la espalda con familiaridad.Que qué casualidad, que dóndememetía, que se había acordado de mí tantas veces. Pidió un whisky para mí sinconsultarme.CuandoRosasalióacantar,mequedécontodos.

—Ahorayasíquetenemosquearmarla—lesdijoEmilioalosdemás—.Ahoraquehavenidoesteamigo,yoquieroquesedivierta.Luego,cuandosalgamosdeaquítenemosquearmarla.AlLampié¿osparece?,estáabiertohastalascincoymediadela madrugada. Vas a ver qué aguardiente con guindas—hablaba nerviosamente yhacíagestoscomoparaacapararmeyaislarmedetodos.

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UntalFedericomeempezóallamarelfilósofo,noséporqué,yadirigirmeunaseriedeironíasquelosotrosamigosapoyabanconrisas.Meeraantipático,entodoloquedecía,sutonodegraciosooficial.

—Yocreoqueelamigoyasabedivertirseporcuentapropia—dijo—.Larubialehaestadoesperandotodalanoche.

Nocontesté.Dijequemesalíahacialapista,quesiqueríanvenirellos.Empezabaaoírselamúsica.

—Claro—insistióFederico—.Cadaunohavenidoaloquehavenido.Él tieneprisaporoírcantaralarubia.

Ya me apercibí de que estaban todos algo bebidos, pero su insolencia memolestaba.

—Regulardeprisa—dijesecamente—.Esasuntomío.—Nonossirve.Sepica—lesdijoFedericoalosotros—.Nolopodemosmeter

ennuestroclub.—Bromean, bromean todo el tiempo. No les hagas caso, por favor—me dijo

Emilioconvozsuplicante—.Salimos,siquieres.Subrazoenmihombromelosentíaigualqueunamampara.—Venga, déjanos disfrutar un poco del amigo, parece que te lo quieres comer.

Otrowhisky,oiga.Habíaunmilitardegranosqueestabaunpocoaparteyquedesdequehabíaoído

losprimeroscompasesde lamúsicamirabahacia lascortinasde la salidaconojosimpacientes.Parecíaqueteníapocaconfianzaconlosotros.LellamabanLuisColina,connombreyapellido.

—Vamosafuera—dijoconunarisa—.Hayquebailar.Tenemosalaschicasmuysolas.

—Vetetú.Paramílasniñasestanocheestándemás.Yamedoyporcumplido.Hayquehacersedesear.

—Sí, oye, se empalaga uno un poco. Vienen demasiado bien puestas, te dancomplejodequelasvasaarrugar.

—Niñasdecelofán.—Niñasde lasnarices.Para supadre.Lasqueestándemiedoesteañoson las

casadas.¿Tehasfijado,Ernesto?—Venga,siempezáisasí…—insistióelmilitar.—Perovetetú,¿paraquétehacemosfalta?—Ademásquevenganellasaquí.Seacostumbranmal.Nosehacencargodeque

unonecesitaalgunavezservicioadomicilio.—Esverdad.Parecenreinas,chico.Unohabíaempezadoabostezaryse rióenmitaddelbostezo,apoyandoconel

codoenmovimientosinsensibleslasúltimaspalabras,comosi lehubieranparecido

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geniales.—…eso,eso,reinas.—Bueno—repusoEmilio—.¿Entoncesquéhacéis?—Yomequedo—dijouno—.¿Tú,Federico,quédices?Semiraronindecisos.Teníanlosojosempañados,rojizosyloscuellosdepajarita

reblandecidosdesudor.—Terminarestecigarro,porlomenos,yloquequedadelvaso.Unrespiro,digo

yo:lascosasconcalma.Salí con Emilio y Luis Colina. A Emilio se le había puesto una expresión

taciturna. Las muchachas de la habitación amarilla levantaron la cabeza a nuestropasoyunadevestidodefloresnotéquememirabafijamente;porfinmesaludóconunasonrisa.

—Hombre,GoyitaLucas—dijoelmilitar—.Osdejo.Estabamedioempotradacontralaparedenunamesadechicassolas,ycuandose

acercó nuestro compañero para sacarla a bailar, le vi una cara de hastío. Nosadelantaron, saliendo, y ellame rozó con el velo de su vestido largo. Lamiré, decerca.

—Cuántotiemposinverte—medijo.—Sí,yaves.—Hastaluego.LuisColina eramásbajoque ella.Cuando se abrazaronparabailar, vi queme

mirabatodavíaporencimadelahombreracongalonesdorados.—¿Dequélaconoces?—mepreguntóEmilio.—Deltren,cuandovine.Hastaahoramismonomehedadocuenta.Vinotodoel

tiempoenmivagón,peronosésillegamosacruzarlapalabra.—Claro,peroenunafiesta,todossomosamigos—dijoEmilio.Fumabamirandoparaelsueloylesonabaunavozapagada.Alotroladodelos

que se movían bailando, Rosa cantaba sobre una tarima, entre los músicos deuniformeazul.Meparecíacompletamenteunserdementiracontantapinturay losgestosafectadosquehaciadelantedelmicrófono.

—¿HasvueltoporcasadeElvira?—mepreguntóEmilio.Noshabíamosapoyadoenelquiciodeunapuerta,albordedelapistadebaile.—No.Nohevuelto.—Dirásquesoyunfrívolo—dijocomodolido,detrásdeunabrevepausa.Mevolvíhaciaél.—Unfrívolo,¿porqué?—Porque si. Porque si quiero a Elvira y sufro por ella, no debía estar aquí

haciendoel estúpidoconestagente, ydebroma,ybebiendo.Pero esque aveces,chico,detantopensarenlamismacosasevuelveunoloco.

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—NosabíaquequisierasaElvira.—¿Ellanotelohadicho?Lemiréextrañado.—¿Ella?Perosisólolahevistoaqueldía.—Sí,peroprecisamenteaqueldía…¿Aqueldíanotedijonada?—Nada,¿porquémeloibaadecir?—Tienesrazón,nosé.Hacecosastanfueradelocorriente.Metieneloco.Lomío

conellaesdenovela,telojuro,denoveladeDostoyevski.NosinterrumpierondoschicasquesepararonasaludaraEmilio.Aélse lecambiólacaraysacóuntonooptimistaydicharachero.Unadeellas

teníaungestorecelosoyapenashablaba.LamásparlanchinalerecordóaEmilioquehabíasidosuparejaennoséquécarnavalesydecidieronqueeranviejitosya,yqueerancomohermanosymuchasotrasefusiones.Lamanoenlamanga,lepropusoquebailaranyélsedejóinvitarcomplacido.

A la otra chica, cuando se quedó sola conmigo, le noté una gran timidez. Nohablábamos;noslimitábamosamirarlapistaenlínearecta.Ellaseguíaelcompásdelamúsicatamborileandoconlosdedosenelmarcodelapuerta.Ledijequesiqueríabailar y no me contestó, pero supuse que había aceptado y la cogí por el talle.Entoncesviqueeracoja.Unadelascaderasselamovíaesforzadamentedebajodelosvuelosdetul,comounmecanismoqueladesarticulaba.Nolapudemirarniunavez.Lasentíacambiardeladolacabezayasomarlaalternativamenteporencimadecadaunodemis hombros.Desdeunabarandilla quehabía arriba, a través del aireenrarecido y caliente, nos miraban rostros de gentes que movían la boca parahablarse.Cuandollegamoscercadelatarimadelosmúsicos,Rosa,queestabaenundescansodelacanción,seinclinóhaciamí.

—Vaya,veoquetediviertes.—Sí.¿Tardasmucho?—Otrasdoscancionesyseterminaesto.Meesperasenelbar,¿sabes?,oarriba

enlabalaustrada.—Deacuerdo.Nosalejamos.Todaslasparejasdeaquellabandahabíanestadopendientesdela

conversación.—¿Porquéhasbailadoconmigo?—mepreguntólachicadesabridamente.—Nosé.Penséqueteagradaríabailar,¿porquélodices?—Porquenomegustaservirdeplatodesegundamesa,esoconmigono.Noentendía.Lamiréa losojos,venciendola timidezquemeproducíahacerlo.

Sumiradaaltayseriaescapabaaotraparte.—Peroesoesabsurdo.Yo…Dimequéesloquetehamolestado.—Quita,nomeaprietestanto.Haciaunmovimientoconlacinturahaciaatrás.Yo

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nolaestabaapretandoenabsoluto.—Tecreerásquetodassomoscomotuamiga.—¿Miamiga?¿Quién?¿Rosa?—Nosécómosellamanimeinteresatampoco.Estoycansada.Hazelfavorde

acompañarmealamesa.Sesoltódemíyechóaandarentrelasparejasquebailaban,conelcuerpomuy

tieso.Yolaseguí…Viquesedeteníaalllegaraunamesaqueestabaalbordedelapista.

—Adiós,muchasgracias—dijovolviéndose.Yohiceunaligerainclinacióndecabeza,yunseñordegafasTrumansentadocon

otraspersonasmayoresseincorporóconunasonrisadecortesía.—¿Esquetehascansado?—oíquelepreguntabancuandovolvílaespalda.—Sí.Pormínospodemosircuandoqueráis.AvancéindecisohastaalcanzarlapuertadondeestuvimosapoyadosconEmilio.

Alpocoratovolvióélconsuparejayfuimoslostresaunamesadondehabíavariaspersonasjóvenes.EstabantambiénelmilitaryGoyita,quehabíanvueltoabailar.Lapareja de Emilio, una chica llena de euforia, les preguntaba a todos que si podíacontarconellos,yamítambiénmelopreguntó:

—Pero¿paraqué?—ParairnosluegotodosacasadeLampiéalsalirdeaquí,a tomarchocolatey

aguardienteconguindas.—Perohayqueorganizarloabasedechicoychica,porparejas—dijoelmilitar

—.Sinoresultaaburrido.—Hombre,puesclaro,vayaundescubrimiento.Goyita dijo que ella tenía que ir con su hermano, que si no, no podía. Estaba

sentadaamiladoyseabanicabaconunabanicoblancoconfigurasdetoreros.Mepreguntóquesiyoiba.

Enaquelmomentosonabaunamúsicamuyrápidayalegreylosqueestabanenlapistasecopiandelasmanosyhacíanunaespeciedecorro,cantandoyriéndose.Rosallevabaelcompásadelantandoloshombrosylospuñosydecíaenelmicrófono«baa,baa,ba…».

—Bueno tú, noos decidís ninguno, ¿vienesonovienes?—apremiaba la chicaquehabíabailadoconEmilio—.Hayquesaberlo.

Yo dije que no estaba solo, que tenía que contar con lo que quisiera hacermipareja.

—¿Tupareja?—seextrañóGoyita—.¿Conquiénhasvenido?—Conaquellachica—dijeseñalandoaRosaconelmentón—.Segúnloqueella

diga.Habíaterminadodecantaryseretirabadelatarima.

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—Simepermitísunmomentovoyabuscarla.Laorganizadorapusounacaraalarmada,queaduraspenasconseguíasonreír.—¿Aquiénvasatraeraquí?¿Alaanimadora?Oye,no,esasbromasno.Gentede

ésanoqueremos.—¿Porquéno,mujer?—intervinoEmilio—.Esunachicamuysimpáticaynos

puededivertirmucho…PeroPablo,esperaunmomento.YohabíaechadoaandaryEmiliomealcanzóenmediodelahabitaciónamarilla.

Mepreguntóqueporquéme ibasin terminardedecidir,yyo ledijequeyahabíadecidido.

—¿Quéesloquehasdecidido?—Irmealacama—lecontesté—;mehaentradosueño.—No.Tehasenfadado.—No,hombre.—Sí,telonoto.Conmigonoteenfades.Yonotengomásremedioquequedarme

conellas,yahasvistocómolelíanauno.Notecreasquenomeibayomuchomásagustocontigoyconlaanimadora.Sobretodoporcharlarcontigo.

Memolestaba su tonohumilde,de excusa.Ledijequeno teníaporquédarmeexplicacionesdenada,queeramuynaturalquesequedaseconsusamigas,igualqueyomemarchabaconlamía.Selepusounacaracompungida.

—Sinoeseso,hombre.Siesque losientodeverdad.Mehubieragustadoquefuésemos todos juntos esta noche. Además, es que antes nos han interrumpido, ynecesitabahablarte.Estoyhechopolvo.

Lellamaronlaschicas.—¿Volverásalcasinootrodía?—medijo,yéndose.—Puessí,seguramente.Volví,efectivamente,otrosdías,peroyanuncaleencontréallí.DarmeunavueltaporelcasinoparaoírcantaraRosasehabíaconvertidoenuna

costumbre.Muchasvecesmelimitabaasaludarladesdelabalaustradadearriba,yluegome

ibaadarunpaseooasentarmeenuncafé;yotras,que lahablaba,a lomejormedecíaqueaqueldíalehabíasalidounplanbuenoyquenoselofuerayoaespantar,pero siempre recibía su saludo efusivo desde el micrófono y se le dulcificaba, alverme entrar, la mueca rígida que tenía recitando sus lánguidas canciones. Estabaorgullosademiamistad,apesardelososaqueeraydelopocoquehablábamos,yyotambiénagradecíasucompañíasilenciosa.Losdíasquelaacompañabaalapensión,siempremepedíaquelacogieradelbrazoparaquelovieranlosquesalíandetrásdenosotros. Decía medio en broma que era mi novia, que qué iba a ser de su vidacuandonostuviéramosqueseparar.Loquemáslegustabaeradarmeconsejostiernosymaternales; sobre todome preguntaba que si necesitaba dinero, y yo siempre le

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contestabaqueno.—Pues,hijo, yoa ti nunca teveocomer.Amímepareceque te alimentasdel

aire.Mepreguntópormisplanes,yyoledijequenoteníaninguno,peronosequería

convencer.Que eso no podía ser, que si era posible queme pensara pasar la vidasiempreasí,deunladoparaotro,sintenercosafija.

—¿Puesnovivestútambiéndeesamanera?—Ay,peronotecreasqueesporgusto,alafuerzaahorcan.Sitúganarascuatro

milpesetasytecasarasconmigo,veríascómoechabaraícesparatodalavida,ydecantarmambos,niesto.

Unatardedesoldimosunpaseoenbarcaporelrío,remandounodecadalado.Eraunabarcaviejaque sevencíadeunaparteyparecíaquenos íbamosahundir.Nos metimos por un canalillo muy estrecho donde los árboles empezaban aamarillear, y nosparamos allí un rato a fumarunpitillo.Dijoque ella depequeñacantabaunacanciónqueeradedosenunabarca,peromuyrománticaporquesalíalaluna:…nolejosdelaorilla,¡québien,mamá,québien!

Hacíagestosdechungaylabarcasebalanceabacomouncolumpio.Alaluzdeldía,Rosateníaarrugasenlacomisuradelosojosydelabocayrepresentabaunostreintaycincoaños.Porlanocheestabamásguapaymásjoven,perolanguidecida,sevolvíairreal;noteníaaquellarisabruscayestridentequemelahacíatansimpáticaalaluzdelsol.

La tarde anterior a su marcha quiso que fuéramos de paseo por el barrio delInstitutoparaverelsitiodondeyoibaatrabajar.

—Uy,quéfeo—dijoasomándosealpatio—.Esmuytriste.¿Yaquívasavenirtodoslosdías?

—Yaves.—Bueno,yameacordarédelsitio,feoytodo.Tevoyaechardemenos.Seguro

quemevoyaacordarsiempredeti.Aquellanocheyano tenía trabajo enel casino.Anduvimospor las callesde la

catedral,yotravezenelrío,mirandolaslucespobresquesemeneabansobreelaguaenreguerillos.Fueunadespedidalentaydeprimente.AlfinalestuvimossentadosenunaterrazadelaPlazaMayor,tomandocafé.Yoteníasueño.Lagentequesalíadeloscinesnosmirabaalpasar,conojosdescarados.Hacíaunpocodefrío.

Alaunaledije:—¿Nosvamos?—¿Tanpronto?Ahoradaperezamoverse.Hablabaconlosojospuestosensutazavacíadecaféqueinclinabaporelasacon

dosdedos.—Yolodigoporti,siteduermestardevasaperdereltrenmañana,¿nohasdicho

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quesalealasocho?—Sí.¿Ysilopierdo?Memirabaaldecirlo.—Túverás.Al llegar a casa nos paramos en el pasillo, casi a oscuras, entre las dos

habitaciones.Hablábamoscuchicheando.—Yaledijeantesa laviejadeaquíquemañanatecambieamicuarto.Estarás

mejorporqueesmásgrande.—Bueno.—Megustaquetequedesenmicuarto.Lebrillabanlosojos,comoalbordedel llanto.Luegosacudiólacabezaconun

gestoafectadoymetendiólamano.—Bueno,adiós,queesmuytarde.Yaversieresbueno.Metienesqueponeruna

postaldevezencuando.Mecuentasquétalteva,señorprofesor.—Deacuerdo,Rosa,quetengassuerte.Estábamosconlasmanoscogidas.Dijo,acercándose:—Mefiguroquemebesarás.Meinclinéparabesarla.Llevabauncarmínquesabíaamargo.

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nueve

«…Miguel¿porquénomeescribes?Yohabíapensadonoescribirtemás,perohoyesmicumpleañosyestoytantriste,yteechotantodemenosqueyanopuedoseguirsinescribirte.Yavesquecedo,quenosoytercacomodicestú,ysiempreteloacaboporperdonartodo.

Lo que hiciste no tuvo explicación, marcharte así sin más ni más, dejándomeplantadaenlacalle,quelovieronmihermanaytodas,nollegaraestarmásqueundíaescaso.LoquemenosmefigurabaeraquedeverdadtehubierasvueltoaMadrid,sólopor ladiscusión tan tontade labuhardilla.Estaba seguradequeme llamaríaspara pedir perdón, pero fui al hotel a buscarte yme dijeron que te habías ido. Yencimaparecequelaqueteheofendidohesidoyo.Lodequenoseríacapazdevivirenunabuhardillalodijepordecir,seguramenteviviríasillegaraelcaso,peroaunquenofueracapaznoesparaqueteenfades,novoyapoderdecirnada.Nocreoqueseaun pecado que prefiera vivir cómodamente y que te pregunte lo que ganas y esascosasquesabentodaslasnoviasdelmundo.

PeroMiguel,sobretodoescríbeme.¿Quéquieresqueexpliqueencasacuandomepreguntan?Yonoséquehehechoparaqueteportestanmalconmigo,yanoséquéhacerparajustificarte.

Tequiero,Miguel. ¿Seráposiblequeno teacuerdesdequeesmicumpleaños?Quédíashepasadodelloraryderabiaydenocomer.Melohannotadotodos.Peronoestoyenfadada,tengoganasdeverte.Notepuedoolvidarpormuchoquequiera.Noséquémásdecir.Siempremeparecequetevanaaburrirmiscartas,porloquetardas en contestar. Temando esa foto de lamantilla, del único día que he salidodesdeque te fuiste.Estuveenelcasinoysenosacercóesechico,Federico,que tedije.Estuvesimpáticaconél,mitadpordespechodelotuyo,mitadporqueséqueatinoteimportaqueestéconotroschicos.Queríaquebailáramos,peroyodeesosiquenosoycapaz.Nosécómonotedancelosdeverquelegustounpocoaotrochico.Mepreguntaquesinoeresceloso,yyolehedichoquesi,porquemedaapurodecirquecasitegustaquesalgaconunchicomejorqueconamigas.Ayermehavueltoallamarporteléfono,peronomehepuesto.

Miguel,tequiero.Medolióqueterierascuandotepedíperdónporlodelríodelanocheanterior.Tedebíagustarquetepidieraperdónporestascosasymetendríastúque ayudar a no ser tan débil.Me dieron ganas de llorar cuando te reíste. Adiós,Miguel. Estoy muy triste, me acuerdo mucho de ti. Que me escribas. Que noscasemospronto.

Rezoporti.Tequiero.Adiós,Julia.»SobrelaAcayóunanuevalágrima.Ladejóempaparelpapelyluegolacorrióun

pococonelpañuelo.Haciabonito;eracomounaamibaazulpálidodeformadebota.

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Cerróelsobre,yselepasólamañanaconlacartasobrelasrodillas,sentadaalladodelmirador.Devez en cuando la tocabadebajodelmantel que estababordandoypensabavagamentequetendríaquesaliraecharla,otrasvecesdecidíalevantarseparairaarreglarelarmariodesucuarto,oleíasinganaslaspáginasdeunlibroqueteníaabierto enel costurero.Vinieronunas amigasde tíaConchay se sentaronunpocomásalláconlatía,deformaqueellaniestabaenlavisita,nitampocoseparadadeloquehablaban,yapesarsuyoledistraíaescucharlostemasdeconversaciónsobadosyopacos;aquelruidodevoceslaamparabadesumalestar.Asíllególahoradecomer.

Alatardeledolíanlaspiernasylosriñonesyseechósiestaapesardelomalquelesentaba.Sentíaunavoluptuosidadmuygrandeechándoseencombinaciónencimade las sábanas tirantes. Cerró las maderas. «Miguel, guapo, guapo» dijo muchasvecesdebajodelembozo,antesdedormirse.

VinoMercedesa llamarlaquehabíavenidoIsabel,quesiquería irconellasunratoacasadeElviraantesdelcine.Dijoquesiysalieronlastres.ParairacasadeElvira había quepasar por calles solitarias.Era fiesta, una tardenublada.Andabansoldadospor lacalleypadresconniños;ysobre todomuchachinasdequinceañosconrebecasdecolorescogidasdelbrazoyriéndose.

ElcaféCastillaestabacasivacío.Atravésdelavidrieralateralseveíaunasolamesaocupada.Unhombre,decodos,mirabalacalle,sutazavacíasobreelmármol,el puro apagado. Parecíamás borroso bajo el cartel de toros pegado en el cristal,amarillo,rojoyblancocomounaventanadeluz.

—Osinvitoaunhelado—dijoIsabel.Dieronlavueltaparabuscarlaentrada.Unpequeñomostradorsobresalíahaciala

calle con las letras, en rojo,HELADOSFRIGO, y lamuchachaque losvendíahablabadesdesusillaconloscamarerosdedentro.PidierondenatayfresayMercedesqueríaque cada cual pagara lo suyo, pero Isabel la esquivó con el hombro, sin quererguardarseeldineroqueleofrecía.CruzaronaCorreosyJuliaechólacartadeMiguelconsellodeurgencia.

—¿Pero todavía le escribes?—la riñó su hermana—. Pues, hija, también songanasdehacereltonto.¿Novesqueesunchulo?Conmigopodíahaberdado.

Juliaaloprimeronocontestó.Luego,comolaotrainsistía,ledijoquesemetieraensuscosasyqueladejaraenpaz.

—No,rica,sipormibiendejadaestás.Buenacosaquemeimporta,lodigoporti,que estás haciendo el indio, que no ves lo que tienes delante. Porque vamos,másclaroqueteloestáponiendoparaquelodejes,notelopuedeponer.

—Venga—intervinoIsabel,mientrasdabalosúltimosmordiscosasuhelado—.Aversiosvaisaponerareñirahoraporunabobada.Túdéjalaquesedesengañeellasolacomonoshapasadoatodas;losgolpesselospegaunasola.Cuantamásilusiónconserve,puesmejor.

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AJulia lemolestóel tonodemujervividaconquesecontra lasdos,explicabaIsabel,sintióunairritaciónhorribleHabíanllegadoalportaldecasadeElvira.

—Siesqueesimbécil—dijoMercedes—queseledicenlascosasporsubien.—Mibienyomeloconozco,¿hasoído?—saltóJuliacasigritandoyempujando

asuhermana—.Yaestoyhartadeoírtetodoeldíaloqueesmibienyloqueesmimal.Tevasalaporracontusconsejos, telosguardas.Loqueyoquieroanadieleimporta.¡¡Tevasalaporra!!

Estabafueradesí.Diolavueltaenelportaloscuro,sesalióalacalle.Lasúltimasfraseslashabíadichollorando.IsabelyMercedessequedaronunmomentoquietas,mirandopordondesehabíaido.LuegoIsabellasiguióalapuertaylallamó.Juliaavanzabadeprisasinvolverlacabezayseoíanunpocosussollozos.

—PeroJulia,mujer,noseastonta,venacá.¡Julia!Miraqueporesabobada…—Déjalaquesevaya.¿Novesqueestáloca?Mejorquesevayaynosdejepasar

latardeenpaz.Déjala,Isabel.—Medanoséqué,mujer,quesevayaasí.¿Tienesuentradadelcine?—Creoquesí.Venga.Siademásesmuybruta,pormuchoquelallamesnoteva

ahacercaso.Subieron.AMercedesenmuchoratonoselepasólaindignaciónqueteníacontra

su hermana, y cada vez que se acordaba de la escena del portal hacia un gesto deimpacienciaplegandoloslabios.

—Esmema, os lo digo.Meha dejadomal para toda la tarde—les decía a lasotraschicasqueestabanencasadeElvira.

Según explicó, loquemás le enconaba eraque Julia se estuvieraperdiendounchicotanmajocomoFedericoHortalquenohacíamásquellamarlaporteléfonoyquerersalirconella.Hablabaconorgullodeestepretendientedesuhermanaenuntonodominanteyagresivodepropietaria.

—Hija,¿majoFederico?AmímeparecemuchomejorsunovioqueFederico—defendióGoyita,queestaba tambiénallí—.Esmuyguaposunovio.Además, si lequiere…

—Calla,porDios,siaunquelequiera,siesquehaycosas…Elvira las escuchaba sin entrar en la conversación, con losojosvagandopor la

repisadesucuarto.Teníalospómulossalientes,lasmanosnudosas.Jugabasobresufaldanegra,quitándoseyponiéndoseunanillodeaguamarina.

—Tedebíaspintarunpocoestosdías,Elvira.Estásmuypálida.—¿Pálida?Yolanotocomosiempre.—Además,mujer,nosehapintadonunca,¿sevaapintarahora?Pareceríaque

estabacelebrandoalgoenvezdeestardeluto.—Claro, pero es que lo negro come tanto. Tienemala cara, ¿no lo notáis?Yo

decíaunacosadiscreta.

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—Que‚másda.Yoestoybien.Nolohagoporloquedigan.Situvieraganasdepintarme,mepintaría.

Elcuartoerapequeño,concretonasdecolores,bibelotsydibujos.Seveíanporlaventanalosárbolesdeljardíndelasmonjas,unaspuntasoscuras.

—¿Yelestudio,Elvi,nolopones?—Se ha caído el techo con la lluvia. Ya esperaré a que pase el invierno para

arreglarlo.—Mujer,nodeslaluz,sevebientodavía.—Esquemepone triste esamedia llovizna; qué tarde tan fea…¿Quépelícula

vaisaver?—Unadepiratas.Elviraselevantóaecharlaspersianasyseacordódequeestaríaporlomenosaño

ymedio sin ir al cine.Paramarzodel añoqueviene,no.Paraelotromarzo.Eranplazosconsabidos,marcadosautomáticamenteconanticipaciónyexactitud,comosisetratasedelvencimientodeunaletra.Conlasmediasgrises,laprimerapelícula.Aesosellamabaelaliviodelluto.

Laschicashablarondecómohabíanestadolasfiestas,delbailedelAeropuerto,que había sido de ensueño.Que con los aviadores pormedio, no se aburría nadie.Todoenbuenplan,nimuchaluznipoca,nimuchabebidanipoca,sobrandochicosyunaselección…Quealcasinoyanosepodía ir con laplagade lasnuevasporqueellasseacaparabanatodosloschicossolteros.Andabanalacaza,yconundescaro.

—Andancomoandamos todas—dijo Isabel riéndose—.LoquepasaqueestánmenosvistasyquenohaycompromisoporquecuandosepasanlasferiassevanEllashacenbienenaprovecharse.Yomeestoysentadaenelcasinoporquenohaydequé,bienlosabeDios;perosituvieraeltipodeesaamigadeGoyitayeléxitoquetiene,haríaloquehaceella.

—Hija, Isabel —saltó Mercedes con voz digna—. Pues pensamos de distintamanera.Yo,esosmétodosno.Amíelquemequiera,aquísentadaodondeestémetendráquevenirabuscar.

—¿QuéamigadeGoyita?—preguntóuna.—EsaMarisol.Goyitabajólosojos.Dijo:—Noesmiamiga.—¿Quenoestuamiga?Seráahora.—Niahoraniantes.—PorDios,Goyi,cómodiceseso.Acuérdatedelosprimerosdías.Quesinonos

lametesenlapandilla,yocreoquetedaalgo.Sisehaportadomalcontigo,laculpalahastenidotúpordarletantaconfianza:yalosabesdetodoslosañoscómosonlasdefuera.

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Goyitanocontestónada.Hablarondelobienquehabíaresultadolaorquestadelcasino,muchomenos rajados para la juergaque la del añopasado, a pesar de queteníamenosfama.

—Oye, por cierto —le dijo Mercedes a Elvira—. El que anda ahora con laanimadoraeseseamigovuestro.

—¿Nuestro?¿Quéamigonuestro?—seextrañóElvira.—DeTeo;eseprofesoroloquesea.—Ah,bueno,Pablo…¿Perocómoconlaanimadora?—Sí,hijaconlaanimadora,sevequesonamigos.—Nopuedeser.Tehabrásconfundido.—No—dijoGoyita—.Nosehaconfundido.Yoleconozcoesechicoporquehice

elviajeparaacáconél.Haidoalcasinoabuscaralaanimadoradosnoches.Yviveenlamismapensión.

Elvirasequedópensativa.—Quéraro—dijoluego—.Nolepeganada.¿Yellaquétales?—Mona,perovademasiadoexagerada.Bueno,eslosuyo…Yademásyamayor.

Alladodeél,vulgarita.—Éldesdeluegoestádemiedo—dijoGoyita—.¿Esextranjero,no?Selenota

unacentoespecial.Isabelnolehabíavistonunca,dijoqueaversiseloenseñaban.Lepreguntarona

Elviraqueaquéhabíavenido,estabantodaspendientesdesucontestación.Elladijoquenosabíanada,queapenasleconocía,queporquélepreguntabanaella.

—Está por él que se mata —resumió Isabel cuando salieron—. Ya veis lonerviosaque seponeencuanto lepreguntamoscosas.Nosueltaprenda, sevequequieretenerlaexclusiva.

—Sí,perocomopresumedequenolegustanloschicos.Comoesunsersuperior.—¿YEmilio?¿EnquéestáconEmilio?Amímedapenadeesechico.—¿Penaporqué?Elladicequenohansidonoviosnunca.—Bueno,quedigaloquequiera.Elañopasado,aversinoerannovios…El cine estaba cerca. En la puerta se reunieron todavía con más chicas, se

distribuyeronlasentradasysepusieronahacercuentasdedinero.—Espera,faltandoscincuenta.EsquelepagotambiénaTereporqueledebolo

deldomingo.—Bueno,¿aquenosperdemoseldocumental?Fueronentrandoen fila,volviendoelcuerpoparahablarse.Mercedesmiraba la

calleparaversiveíallegaraJulia.—Estaidiotaescapazdeperderselapelículaporelberrinche.JuliallegócuandoelNodoypasópordelantedetodas.Guiñabaunpocolosojos

miopes.

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—Másallá,tú,notemesientesencima—eralavozagudadeIsabel.Palpólabutacavacía.Estabanenseñandounosembalses.—Quélaterales,oye.—Cogióporelbrazoaladesuizquierda,tratandodeverle

elrostro,ysealegrócuandovioqueeraGoyita.—Hola,siéntate.Noesqueseanlaterales,esquehoyvenimoselcompleto.Julia buscó las gafas dentro del bolso. Lo del embalse era aburrido. Igual que

otrasveces:obrerostrabajandoyvagonetas,unamáquinamuygrande,losministrosenunpuente.Luegocambiabaysalíaelmar,unas regatas.Anda,sieraSantander.¿Seria del verano? ¿Estaría Miguel por allí? Piquío. ¡Qué maravilla si le viera!Buscabacondesazónelhuecomáspropicioentrelascabezasdelosdedelante.

—¿Quétepasa?¿Novesbien?—Sí,síqueveo.Porallí,porPiquíolafueabuscarhacetresaños,elprimerdíadecitarsesolos.

Sefueronmuylejos,Diossabehastadónde.Aningúnchicolehabríapodidotolerarlascosasqueélledijoaquellamañana,quefuemáslargaymáscortaqueninguna,yesoantesdesernoviostodavía.¡Dios,quéveranohabíasido,nuncahabríaotroigual!Encendieron las lucesparaeldescanso.Goyita tampocohablaba.Solamentemovióun poco la cabeza para contestar a las señas deMarisol que estaba unas filasmásadelante conToñuca; le estaban diciendo que se verían a la salida, peroGoyita sevolvióaJuliayleapretóelbrazo,lepidióconvozapremiante:

—Yoalasalidamevoycontigo,sinoteimporta.Ponemosunpretexto.Nolasquierover.

—¿Aquiénes?—Aésas.Noquierosabernadadeellas.YJuliaenlavozleconocióqueestabatriste.—Sí,saldremosjuntas—ledijoconsimpatía—.Yotampocotengoganasdevera

nadieestatarde.Novolvieronahablar,yselespasóeldescansocomosonámbulas,hundidasenla

músicadelosanuncios,hastaqueapagaron.Juliano se enterómuchode lapelícula.Erade abordajesyhombres arrojados,

una historia confusa. Les veía izar las velas del navío, y les admiraba perpleja ylejanamente. No era capaz de localizar aquellos mares y aquellas islas, ni se loproponía,peroaratos leparecíaconocer talespaisajes,yunasrocasen technicolorerandeprontolasrocasdelaplayadeSantanderdondeMiguelyellahabíantomadoel sol de hacia tres veranos, tumbados uno junto al otro. Y se sentía inocente derecrearseenaquelplaceryapurgado,comosifueranimágenesdelapelículaquesedesarrollabanantesusojos.Seencendieronlaslucesyhuboquetomarunaactitud,levantarse,saliralacalle.Goyitaselecogiódelbrazo.

—Esquesehanportadomuymalconmigo,¿sabes?Lasdos,tambiénToñuca.Ya

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tecontaré.Seguramenteahoraquierenquevayaconellas,peroyonoquiero.Salieronalacalle.Habíadejadodelloviznar,perohaciaunpocodeviento,yla

calleeradeprontodistanteyextrañaalumbradapor las farolas. Julianomiróa suhermanaysealejóunpocodelgrupoqueformabantodasparadasenlaaceraentrelagenteque salía.Comentaban lapelículaydecidían loque ibanahacer.Marisol, lachicadeMadrid,selesunióconToñucaysepusoadespedirsedealgunasdeellasdándoles besos, porque, según dijo, se marchaba ya al día siguiente. Se acercó aGoyitaylepasóunbrazoporloshombros.

—Túvendrásadarunavueltaporelcasinoparaquenosdespidamos,¿no,mona?—Si,alomejor.—Puesventeconnosotras,anda.—No,deiriréluego.—Bueno,peroven,¿eh?Nadadealomejor.—Sí,hastaluego—dijoGoyita,sinmirarla.SeseparóconJuliayecharonaandarporunacallequellevabaalaPlazaMayor.—Quéprontosehanpasadolasferiasesteaño,¿verdad?—dijoGoyita.Todo lo del verano se les desmoronaba como si no lo hubieran vivido. San

Sebastián, el chico mejicano, Marisol en el casino con sus trajes diferentesacaparándoseaToñuca,suamigaintima,yaManoloTorre.Ahorayaestabandecaraalinviernointerminable.Tardesenterasyendoalcorteyaclasedeinglés,esperandosentadaenlacamillaaqueManolovinieradelafincayselodijeransusamigas,oquealgunavezlallamaranporteléfono.

—¿Quétallohaspasado?—lepreguntóJulia.Ellahizoungestodeaburrimiento.—Nada. Feriasmás sosas, enmi vida.Además,mujer,Toñuca, que esmimás

amiga,mehahechotalesfaenas.Telodigo,denopodérselounacreer.EntraronenlaPlaza.Paseabanalgunaspersonascongabardinapordebajodelos

soportales.—¿Tevasacasayaodamosunavuelta?—Comoquieras,peromejorporfuera.Estabancasidesiertaslasterrazas.GoyitasecogiódelbrazodeJuliafuerte,con

unafectorepentino.—Parafuerahaceyafresquito—dijoJulia—.¿Tienesfrío?—No,esqueestoycomotriste,nosé.—Yotambiénestoyalgoatontadaestatarde.Mehalevantadodelcinedolorde

cabeza.Goyitadeprontohizounresorteysepegóconcienzudamentealavitrinadeuna

zapatería.LapresióndesusdedossehizomásintensaenelbrazodeJulia.—¿Quétepasa?—lepreguntóJulia,poniéndoseasulado,deespaldasalagente.

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—Calla,LuisColina,elmilitarcito,aversinonosve.Acechabaenlosreflejosdelalunaconojosdeinquietud.Julialepasóunamano

porloshombros.—Noteapures,mujer—ledijobajito—,¿quées,quenotegusta?—Nipizca—confesó convozmohína—, le andohuyendo todo el día. ¡Meha

dadounasferias…!LuisColinalahabíareconocidoyseacercópordetrásasaludarlas.AJulianose

acordabasilaconocíaono.—JuliaRuiz—presentóGoyita—.Yanosíbamosacasa.Estádesagradable.—Se

cruzólarebeca,sindecidirseaecharaandar.Juliamirabahacialosjardincillosdelcentroenactitudexpectante.

—Bueno,sinoosimporta,osacompaño.Saleunoalotontuno,yaaestashoras,ygustaencontrarseconlaschicasguapas.

Poníaunarisaconsutilruido,quelepicardeabaenlosojos.Erabajito,degestoobsequiosoydesamparado.

Echaronaandar.—YomevoyporPrior—dijoJulia.No había soltado el brazo del hombro de su amiga y se lo oprimió

afectuosamente,comosiquisieraanimarla.LuisColinaibadelotrolado.—¿Yaestásbuena?—lepreguntóaGoyita.—¿Buenadequé?—Elotrodíallaméatucasaymedijeronqueestabasenferma.—Ah,sí,medolíalacabeza,noeranada.Teacompañamos,Julia.—No,mujer,deningunamanera,yacasiestoy,yelcaminodetucasaesotro.Separaronalaentradadelacalle.—A lomejor un día te llamo, ¿te importa?—dijoGoyita—. Para ir al cine o

haceralgojuntas.ComoahoraconToñucaestoymedioasí…—Cuandoquieras,porDios,meencantará.Sebesaron.Julialediolamanoalmilitar,y,desdelaentradadelacalle,sevolvió

y les dijo adiós con la mano. Luego apretó el paso y torció a la izquierda. AldesembocarenlacalleAntigua,unaráfagadevientolepusoescalofríoenlaespalda.Eranlasnueveycuarto.Prontohabríacastañerasynevaría.SiestuvieraMigueldiríaqueeranmillonariosdetiempoyquelanochenotienepared,selallevaríahaciaelríomuyapretadacontrasuscostillas.Laciudadseríadistinta,sóloseconoceríanelunoalotro,alaspuertasdellargoinvierno.

—Adiós,Julia.—Adiós,doñaAnuncia.—Dilealatíaquemañanavoyporlatardealodeljersey,quenoseleolvide.—Selodiré,descuide.

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—Ydarecuerdos,hija.—Desuparte.Semetióenelportal.Mañanairíaacomulgartempranito.SantaTeresadeJesús

decía:«QuienaDiostiene,nadalefalta».

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diez

Elvirasequedósola.Serevelóelrunrúndeunacharlaenelcuartodeallado.Lavoz de sumadre. La de otra señora. Se tumbó en la cama turca. «Yo las envidio,Lucia,alasquesoncomousted—decíalavisita—.Yo,cuandosemuriómihijo,yaveladesgraciatangrandequefueaquélla,puesnada,niundíaperdíelapetito,fíjese,ycadavezmeponíamásgorda.Queeraunadesesperaciónaquello,parecíaquenosufríauna.»

Elvirasefuealdespachodesupadre.Anduvounratomirandoloslomosdeloslibrosalaluzrojadelalámpara.Olíaacerrado.Alamadrelegustabaqueestuvieranlos balcones cerrados, que se notara al entrar de la calle aquel aire sofocante yartificial.«Esunacasadeluto»,habíadicho.Elviraseasomóalbalcónyrespiróconfuerza.Sehabíalevantadounpocodeairehúmedo.Mirólosárboles,lamasaoscuradelosárbolesalosdosladosdelacalleestrecha,iluminadosdetrechoentrechoporunaluzpequeñayoscilantequequedabadebajodelascopas.Yaeracasidenoche.Elaire arrastrabaalgúnpapelpor las aceras.Enfrente estaba la tapiadel jardínde lasClarisas, alta y larga, perdiéndose de vista hacia la izquierda; un poco más alláblanqueabaelpuestodemelones.Cerrólosojos,descansándolosenlaspalmasdelasmanos.Luegolosescalones,elcaño,lacasadondeestabalacarnicería,laiglesiadela Cruz, la plazoleta, el andamio de la Caja de Ahorros. De niña, ¡qué grande leparecía lacalle, losárbolesquéaltos!Yelmisterio,elmiedodeperderse,eldeseotambién.Losllamabanavocesdesdeelbalcón,cuandoestabanenlomejor,cuandoempezaba a hacerse de noche: «¡Niños, niños»!, y ellos estaban siempremás allá,escondidos en los portales, sentados en los salientes, en los bordes, en los quicios,contandopiedrecitasomentiras, sumidosenunmundoextensoe intrincado.Habíaunacallemuycercadelacasapordondenosepodíabajar:«Novayáisporahí,deningunamanera»;teníaunfarolalaentrada,yenlopocoqueseveíadesdefueraeraancha, de casa bajas, sin nada de particular. Entraba poca gente por allí, algunasmujeresyhombresdesconocidos,seresprivilegiadosquehabíandesveladoelsecreto.«Elbarriochino—dijoundíaunaniñabizcaquevendíaelcupónconsuabuelo»—,el barrio chino, ja, eso es lo que hay ahí, ¿por qué lo miras?, y a Elvira le diovergüenza estar apoyada en la tapia de enfrente, espiando algún acontecimientomaravilloso,separadadetodoslosniños,yledijoalachica:«Yalosé,¿tecreesquenolosabía?»;perotodavíapasómuchotiempoantesdequesupiesequelasparedesdeaquellascasasnoestabandecoradascomolosmantonesdeManila,yquelagentevivíapobremente,sintúnicasnikimonosmulticolores,quesellamabaelbarriochinoporotracosa,quesabeDiosporquése llamabaasí.Cuandoveníaelbuen tiempo,cantabanunacancióntodoslosniños,cantabansobretodoaquellacanción:«Mesdemayo,mesdemayo,mesdemayoprimavera,cuandotodoslossoldadossemarchan

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alaguerra…».Lacantabancogidosdelasmanos,cabalgandolacalleinacabable.Laterminabanylavolvíanacantar.Dabanlavueltacuandoseacababalacanción.Niñoy niña.Brincaban, crecían, volaban; a tapar la calle nueva, la calle que nacía.Losniñosagarrabanmuyfuertedelamano;corríanmásdeprisaynolasdejabansoltarseaellas.YaElvira,cuandoempezabaacansarsemucho, legustabaechar lacabezapara atrás y dejarse arrastrar como en un carrusel de caballos, oyendo cantar a losotros,ynosentíamásquelasmanosdelosniñosquelacogíancadavezmásfuerte.Eramuygrandeentonceslacalleyestaballenademaravillas.

—SeñoritaElvira.Noqueríaabrirlosojosnimoverse.Alomejornolaveíandesdedentro.—Puesensucuartonoestá.—(Eralacriada.)—Yalaveo.Estáahífueraenelbalcón—dijolavozdeEmilio.AElvira,enaquelmomento,nolemolestóquefuerayoelquevenía.Lesintió

saliryponerseasulado.—Hola,¿quéhacesaquítansola?,¿noestáTeo?—Nosénada.—Lebuscaba.—¿Quépiensas?¿Estástriste?—Nisiquiera.Embobada.Meaburro,¡sivierascómomeaburro!—Pero¿porqué?,¿quépiensas?—Nada.¿Notedigoquenada?Noesvivir,vivirasí.Mirabalacalle.—Sitemolesto,mevoy—dijoEmiliodespuésdeunpoco.Ellalemiró.EracomounperrodócilEmilio,conlosmismosojosdelainfancia.

Aveceslaconmovía.—No, hombre, al contrario.Me gusta que hayas venido. Te estaba viendo ahí

abajo, de pequeño con nosotros, cuando jugábamos en la primavera. Eran buenostiempos.

Emiliomiró a la calle, sin decir nada. Luego volvió los ojos de reflexión a lamanoblancadeElviraquesehabíaapoyadoensumanga.

—Dialgo,hombre.Cuéntamealgo.Aversitevoyacontagiarmispleen.¿Quéhaces,escribes?

—Algo.Vámonosdentro.Hacefrío.—Yonotengofrío,¿tienesfrío?—No. Lo decía por ti. Pero además no está bien que estemos aquí asomados,

Elvira,puedepasaralguien.Ellasesoltóylebuscólamirada.—¿Yquépasa,di,quépasa?Aver siporestarde lutoni siquieravoyapoder

hablarcontigoenelbalcón¿Esqueestamoshaciendoalgomalo?Parecesmimadre.

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—Sinoeseso,Elvira,noeseso…Ellasehabíapuestoamirarparaotrolado.—Entonces,¿quées?—Nada.Pontecomoestabas,porfavor.Elviraseacercóylapresióndesusdedosenlamangasehizomáscariñosa.—Algunasveceserestanraro,¿quétepasa?,comosituvierasmiedodemi.Soy

incapaz de decirte nada. Parece que se corta la confianza contigo, con lo bien quehablamos otras veces en cambio y lo a gusto que estamos; como si no fueras miamigodetodalavida.

Emilionodecíanada,habíabajadolosojos.Deprontosesoltódeellaysemetióen la habitación. Se sentó en una butaca en lo oscuro. Elvira entró detrás de él yencendiólaluzdegolpe.Leviounaspectoabatido,lasmanoscolgandoalosladosdelcuerpo.

—Mevoy,Elvira—dijo,levantándose—.DileaTeoquemetelefonee,porfavor.Elviralealcanzóenlapuerta.Leempujóconsuavidadadentroylehizosentarse

enelsofá.Sepusooasulado.Unhombre.Alomejorteparecemalquetehabledeesto.

Teníaunavozinsegurayexcitada.Devezencuandoalzabaunosojosdesúplica.—Pero,Emilio,yalosabesquetequieromucho.Másqueaningúnamigo,yalo

sabesdesiempre.¿Porquémevaaparecermalquemehablesdeesonidenada?Lodijimos,quepodríamosllegarahablardetodoconenteraconfianza‚sefueelpactodelañopasado,creoqueteacordarás.

Emiliolecogiólasmanosdeencimadelregazo,selasapretócondesesperación.—Pero, Elvira, tú paramí lo eres todo; ¿yo qué he venido a ser para ti? Esas

vecesquemeparecequememirasdeunmododistinto,dime,¿meequivoco?Dimenadamáseso.

Elviravolvióaimaginarqueleveíaporvezprimera,queibanjuntoshaciendounviaje, y le pareció que el tren corría ahora más de prisa, que en la ventanilladesaparecíaunpaisajeamarilloyvertiginoso.Hizoungestonegativoconlacabeza.Luegomiró a Emilio y le vio unas chispitasmás claras en lo oscuro de los ojos,esperandosurespuesta.

—No,Emilio,noteequivocasesasveces.Élhabíaechadounarápidaojeadaalapuerta.Lacogióporloshombrosylabesó

conunbesobruscoe inexpertoquecasisofocósuspalabras, luegoapartóunacaraque le ardía y vio el rostro de ella inmóvil, sin expresión. Volvió a buscarle lasmanos.

—Elvira,dime,somosnovios,¿verdadquesomosnovios?Ellasesoltódesusmanos;miróatodaspartesdepronto,comosidespertara.—Noloechesaperdertodo,porfavor,nodigasesapalabra.

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—Peronos casaremos—dijoEmilio—,nos casaremos, nos tenemosque casar,cuandosea,esosí.Túlosabesigualqueyo.Dimeloquequieresquehaga.

—Serámejorquenovuelvasenalgúntiempo—dijoElviraconunavozdelgadayopaca—.Ponunpretextocualquiera.

Nosehabíamovido.Mirabaungemelodelacamisadeélqueteníaunamellaenelborde.

—Lo que tú quieras, mi vida. Pero dime qué hago: ¿la oposición la firmo?,¿quierestúquelafirme?Yaheempezadoaestudiarunpoco,peronoteníaaliciente;ahoraharéloquedigas,ahoratengofuerzasparatodo.

—Yalopensaremos—dijoElvira—.Mejorquemeescribas.Vete,vanavenir.Emiliosepusodepie.Dijo,mirandoelreloj,conunasonrisadehombreactivoy

entusiastaqueplaneaelporvenir:—Ahorasonymedia,amenosveinticincoestoyencasa,amenosveinteteestoy

escribiendo;tevoyaescribirunacartalarga,unacartaqueduretodalanoche.Quéestupendo,meparecequevuelvoavivir.DileaTeo…bueno,noledigasnada.

Se inclinóhacia ella, yElvira sedejóbesarotravezconunbeso fugaz,mediomojado.Luegoleviovolverlaespaldaysintiólapuertadelacallequesecerraba.Sequedó un rato largo sin moverse, sin pensar en nada, mirando los libros de labiblioteca.Luegopor la calle pasó alguieny el taconeode sus suelas en el asfaltollenólahabitación.Todavíaestabaelbalcónentornadoysevolvióaasomar,antesdecerrarlo.Losárboles, la tapia, la tiendadelmelonero,¿porquénosealzabancomouna decoración? Era un telón que había servido demasiadas veces. Le hubieragustadoverdegolpeasuspiesunagranavenidacontranvíasyanunciosdecolores,y los transeúntes muy pequeños, muy abajo, que el balcón se fuera elevando yelevandocomounascensorsobre los ruidosde laciudadhormigueanteydifícil.Ymuchas chicas venderían flores, serian camareros, mecanógrafas, serian médicos,maniquíes, periodistas, se pararían amirar las tiendas y a tomar una naranjada, seperderían sus compañerosde trabajo entre los transeúntes, irían a tomarun tranvíaparallegarasubarrioqueestabamuylejos.

VinoTeoabuscarlaparacenar.—¿Quétepasa?¿Temareas?—No;estoybien.—Comoestabasconlosojoscerrados…¿HavenidoEmilio,no?—Sí.—¿Quéhadicho?—Nada.—Anda,entra.Siempreaquíeneldespachodepapá.Vasaapenarte.Durante la cena, hablaron de Pablo Klein. Teo había recibido una carta suya,

dándolelasgraciasporsurecomendaciónaldirectornuevo,queyalehabíaaceptado.

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—¿Porquénoledicesquevuelvaavernos?—preguntóElvira—.Alomejorseencuentrasoloaquí.

—Yavendrásiquiere—dijoTeo—.Nolequieroforzar.Noesmuysimpático.—¿Noteessimpático?¿Porqué?—Nosécómoexplicarte.Dalaimpresióndequetodoestodelpuestodealemán

le importaunbledo,queesunpretexto,unjuego,algocasualpor loquenopiensainteresarse.Parecepocoserio.

Elvira tenía la mirada fija en el mantel. Dijo: Pues papá le quería, le queríamucho.

—¿Túcómolosabes?—Losé.La madre dijo que se acordaba perfectamente del padre de Pablo, de cuando

habíanvivido allí antesde laguerra, el pintorviudo, le llamaba entonces lagente.Contóhistoriasviejasquesequedabancomodibujadasenlapared.Ibasiempreconelniñoatodaspartes,eraunniñopálido,conpintademalasalud.Sereíanjuntosyhablabancomosi tuvieran lamismaedad.A lamadre,contandoesascosasdeotrotiempo, lesalíaunavozdesalmodia.Hacíancosasextravagantes.ViviansincriadaenunhotelalquiladoporlaPlazadeToros.Elvirapreguntóqueenquéañofuetodoesoylamadreechólacuenta.

—El chico debe tener unos treinta años ahora. Vosotros erais mucho máspequeños.Papáfueaverlos.Yoledijequemeparecíangenterara…Unseñorquellevabasuniñoatodaspartes,quesesentabaconélporlasescalerasdelacatedral.Mal vestidos, gente que no se sabe a lo que viene.Ni siquiera estaba claro que lamadredeaquelniñohubieseestadocasadaconelseñorKleinyalgunosdecíanquenosehabíamuerto.Andabandetrásdelseñorparaquehicieraunaexposicióndesuscuadrosenelcasino.

—¿Lahizo?—Por finmeparecequenoquiso, nome acuerdobien.Papádecíaque eraun

pintorextraordinario.Yasabéiscómoeraél con todoelmundo,¿dequiénhablabamal?Todavíanohahabidoniunapersona—movía lasmanosy lacabezahaciaeltecho con énfasis—, lo que es una persona, ¡pues ni una!, que no le haya queridodespués de conocerle, ni un enemigo deja, bien lo podéis jurar. Corazón como elsuyo,desdeluego…uncorazónasí…difícilmente.

Habíainclinadolacabezayvertíalágrimassobreelplatodepostre.Elvira,antesdequearreciaseel llanto,queera silencioso todavía,dobló su servilletay se fueaacostar.Oyódesdelapuertaquesumadredecía:

—TienerazónElvirita,hijo;sipapáqueríatantoapesardetodo…Serácomounafamiliaparanosotros.

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once

Cuando semarchóRosamequedó el pequeñovicio de ir al casino algún rato,aunque no fuera más que para echar una mirada. Se habían pasado las fiestas ysolamentelosjuevesylosdomingoshabíaunpocodebailealasocho.VolvíaveralosamigosdeEmilio,sobretodoaaquelFedericoquemeparecióqueseburlabademílaprimeranocheenelbar,ycomprobéconextrañezaquemeconsiderabaamigosuyo.Casisiemprequemeveíanseveníanamimesa,oaapoyarseconmigoenlabarandillaalta,desdedondemegustabaverbailaralagente.Tambiénalgunavez,envista de la confianza queme daban,me llegué a sentar en el grupo que formabanellos, muchas veces jugando a dados de cubilete. Me recibían con alegría,llamándomeporminombre,medabanpalmadas en la espalda.A las chicas solíanhacerles poco caso, y hablaban de ellas con comentarios burlones.A través de susconversacionesmefamiliaricéconlosnombresdemuchas,ylasconocídevistaodequeme las presentaron; supe cosas de sus familias.Me incluían en su círculo denoticiasychismes,esperandoqueenmídespertaranelmismointerésqueteníanparaellos.UndíapreguntéporEmilioymedijeronquesehabíaencerradoaestudiar.

Elcasinoteníatambiénunabuenabiblioteca.Federicofueconmigounatardeymepresentóalencargadoparaquemedejarasacartodosloslibrosquequisiera.Allílas butacas eran demasiado cómodas y daban modorra. Descubrí un café bastantesolitarioenlacalleAntiguayempecéairallíconmislibrosdespuésdecomer.Meponíaenunhuecoquehabíaconsofádepeluchejuntoaunaventana.Enunrincónmedioenpenumbra,sobreunpequeñoescenarioconpiano,tocabanduranteunpardehorastreshombrecitosvestidosdeoscuro.Casinadieibaaaquelcafé,ylaspocaspersonas que había jugaban al dominó sin escuchar la música. El rumor de losfichazos sobreelmármolde losveladores se llevaba rachasdevalsesyhabaneras,comounairequelasarañase.Sobrelasseisseibatodalagentedelastertuliasylosmúsicos se bajaban de su hornacina, y dejando las sillas removidas y los atrilesvacíos,setomabanuncaféconlecheenunamesavecinaalamía.«Lodesiempre»,ledecíanalcamarero.

Al otro lado de la calle, enfrente de mi asiento, había una mercería. Muchasveces,allevantarlosojosdellibro,losdejabadescansandoenaquelescaparate.Losbotonesypuntillas,losobjetosdeplástico,formabanunmosaicodecosasenmontónyalmismotiempocruzadas,combinadas,cambiándosedeuncoloraotro,brillando.Me atraía yme producía letargo aquel escaparate; llegó a ser paramí la cosamásfamiliar.

LosamigosdeEmilioseenterarondequeyosolía iraestudiaraaquelcafé,ycuandotardabanalgunosdíasenvermeporelcasino,pasabanporallí,ydesdefueradelcristalmehacíanmuecasantesdeentraravermeometirabanunapiedrecita.Me

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habían habladomucho de las reuniones que daba un talYoni en el ático delGranHotely,lomismoqueEmilio,hablabandeestechicocomodeunsemidiós.Siempremeestabandiciendoqueporquénoibaallíconellos,ytantoinsistieronqueundíafui.Apartirdelassietelagenteandabaporlacalleconunpasolentísimo,comosilespesaralatardequenoterminaríanuncadepasar.

YonierahijodeldueñodelGranHotel.SehacíallamarasíporquehabíavividodiezmesesenNuevaYorkconuntíoEraunadolescentemuyguapo,depelonegroyojos azules, y el estudio no lo tenía mal puesto, aunque un poco buscadamenteoriginal.Seestababienallíyteníaunabuenadiscoteca.Ledebíanhaberhabladodemílosotrosconciertaadmiración;lonotéensudeseodeparecermeindependienteyavanzado,y tambiénen su tonodisplicente,dehombrequeestádevueltade todo.Creoquenolefuimuysimpático.HablósobretododeParís,adondequeríairenelinvierno.Hacíaunascerámicasgraciosas,cenicerosymujeresdesnudasconcuerpodediversoscolores.Estabatrabajandocuandollegamosnosotrosynolodejóentodoel tiempo, pero los amigos estuvieron sirviéndose bebidas y poniendo música,sentadosporelsuelo.

—¿Notepareceuntipoformidable?—medecíatodoeltiempoFederico.Volvíotrosdíasconellos.—NoshadichoYoni que le parecesmuy tímido—medijeron—.Quenohace

faltaquetellevemos,quesi tehagustadoestarallívayastúsolosiemprealahoraque te apetezca. Es que él tiene la costumbre de no hacer caso a nadie.Ya lo hasvisto,siguetrabajandovayaquienvaya.Peronoledistraemos,hastalegusta.

Loquemásmeadmirófuecalculareldineroquesedebíagastarenbebidasparalos amigos, y lo comenté con ellos. Les pregunté que si ganaba tanto con susesculturascomoparatenerbebidastancaras,peroporlovisto,elestudioytodosloslujos se los pagaba el padre, que teníamucha fe en su talento.Yoni, sin embargo,hablabadeélcondesprecioabsolutoylellamabaelviejocerdo.Yonuncalelleguéaverporqueporallínosubía.Conocí,encambio,asuhermanaTeresa,elsegundodíadeirporelestudio.VivíaenunapartamentocontiguoaldeYoni,independienteslosdosdesupadre,yellaavecesletraíacomidaalhermano.Estachicaestabaseparadadesumarido,quevivíaenMadridconunaartistadecine,ylemandabaaelladinerodevezencuando.Ellamismamecontóestascosasapenasnospresentarony,segúndijo,teníacomounprivilegioelhaberencontradoesteestadodevidaideal.Hablabacon voz única, separando poco los dientes. Siempre había en su apartamento otrasamigasmuyguapas,quese reuníanallíyhablabandelamor.FedericomedijoqueTeresaeralesbiana.

DeElviraDomínguezvolvíaoírhablarenunadeestasreuniones.MeenterédequepintabaydequeYonilaadmirabamuchoporsufaltadeprejuicios.Seloestabaexplicando con mucho entusiasmo a otro chico que no la conocía, mientras le

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preparabauncóctelenelbar.Yoestabasentadocercaylesoí.LedijoYoniqueeraunadelaspocaschicasigualesaunamigo.

—Comotú,ocomootro.Elamigoseechóareír.—Selocuentasaquienquieras.Esodelaamistadentrehombreymujer,yano

salenienelteatro.DuranteestetiempoyopensabamuchoenElviraydeseabavolveraverla.Unatarde,pocoantesdeempezarelcurso,hizounsolhermosoymefuidepaseo

alrío.Habíacomidodosbocadillosenunatabernadelarrabalybebidocasiunlitrodeunvinobuenísimo.Estabaalegresinsaberelmotivo.Veíaloscoloresdetodaslascosasconunbrillotanintensoquemedabapenapensarqueseapagaría.Laciudadmeparecíamuyhermosayexcitanteensupaz,hechadetrozosdetodaslasciudadeshermosas quehabía conocido.Me apoyéun rato bastante largo en la barandilla depiedra delPuente yme estuve allí, con los ojosmedio cerrados, el sol en la nuca,oyendolosgritosdeunosniñosquesebañabanenlaaceña.Luegomeentrósueñoyquise ir a tumbarme un rato en la orilla de allá del río, donde estaban paradas lasbarcascuadradasquesacabanarena.

Desdeelpretildelacarretera,antesdesaltarloparabajaralaorilla,viunachicatumbadaentre soly sombraycuandoyabajaba la cuestecillahaciael lugardondeellaestaba,seincorporóalruidodemispasos,yviqueeraElvira.Nomeextrañónimeprodujotimidez,comomehubieraocurridoenotromomento.Estabaunpoquitoborracho y todo lo reconocía y me lo apropiaba apenas mirado, todo eranacontecimientosnecesarioseinevitables.EncontraraElviraeraigualqueverlatorredelacatedraldecolortostadoyazuldentrodelrío,igualqueirbajandoconcuidadoaquellacuesta,ysentirelruidodeuncocheenlacarretera.Lleguéhastadondeestabaylasaludécontodanaturalidad,comosinoshubiéramosvistoeldíaanterioryotrosdíasdeatrás,ysiempre;comositodolosupiéramoselunodelotro.Mesentécercadeella,sinpedirlepermiso,ylamiré.

—Vuélvasea tumbar,siestabacómoda—ledije—.Yotambién traía la ideadetirarmeporaquíyquizádormir.Esbuenoestesitio,precisamenteéste.Lahevistodesdearribayhepensado:«Melohaquitadoesamuchacha»,peropodemosestarlosdos.Casinuncahaynadieporaquí;otrasvecesquehevenido.

Mepreguntóquesimegustabapasear.Quesimegustaba laciudad,quesimegustaba el río.Sehabía vuelto a tumbar y tenía lasmanosdebajode la nuca.Quecuándo empezaban las clases en el Instituto. Espaciaba las preguntas y yo lecontestabadeunmodolacónicoydesganado.Nomemiróniunavezyluegocerrólos ojos. Yo no tenía ganas de preguntarle nada, estaba a gusto con la espaldaapoyada en un tronco, un poquito más alto que ella por el desnivel de la cuesta.Hubierapodidodescenderhastasuladoypasarleelbrazopordetrásdelacintura.En

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elsilencioquesehizoviqueseleescapabanlágrimasdelospárpadoscerrados.Deprontomesentíincómodo,comocogidoenfalta,meacordédelacartaquemehabíaescritoyqueyonohabíaqueridocontestar.Noentendíaporqué lloraba,yademásera lo mismo, pero pensé que me debía ir, comprendí que era una personadesconocidaaquienhabíavenidoamolestarensusoledad.Meexcusécontorpezaymeibaalevantarparamarcharmeperoellamedetuvoconungestodelasmanos.

—Nosevaya,porfavor—dijoluego,todavíasinabrirlosojos—.Nomemolestaqueestéahí,megusta.Háblemesitieneganasysino,nodiganada,peronosevaya.Mehacecompañíadetodasmaneras.

Meturbabatenerlatancerca,veralzarseacompasadamentelacurvadesupechodebajodeljerseynegro.Meescurríhastaquedarsentadoasulado,lepreguntésiseencontrabamalolepasabaalgo.

—No, nada, sólo estoy deprimida.Me gustaría irme lejos, hacer un viaje largoquedurasemucho.Escapar.

—¿Escapardequé?—Detodo—dijo;ysuspiró.Mepuseahojearunlibroqueteníaallíenelsuelo.Ellaseincorporodespuésun

poco.—¿LegustaJuanRamón?—¿Quién?—JuanRamónJiménez,elautordeesaspoesías.—Ah,ya.Noloconozco.—¿Es posible? Déjeme, por favor, un momento—dijo, quitándome el libro y

buscandounapágina—.Esunpoetadescomunal.Escucheesto:

Misraíces,quéhondasenlatierra,misalas,quéaltasenelcielo,yquédolordecorazóndistendido.

Lorecitósinleerlo,aunqueteníaeldedoenlaslíneas,convozemocionada.Alacabarnosabíasimirarlaono,porquemeparecióqueelpoemaibaasermáslargoyestabaesperandoaquesiguiese.

—Esespléndido—dijo—poderdecirunacosaasí,¿nocree?Amímedolía la cabeza.Tenía ganas de pedirle quemedejara apoyarla en su

regazo.Me tumbésindecirunapalabra,yallí,desde la tierra,mirandounasnubesquesemovían,meeramenosincómodoescucharsuspalabras.Sepusoahablardelolimitadodelacondiciónhumanaydecíamuchostópicos.Seguramente,sinmirarmevencíauna cierta dificultadde comunicación.Mepreguntóque si no sentía yo eseencarcelamientodelacarnedequehablabaelpoema,tanpatentealgunasveces,esedesdoblamientoentrecuerpoyalma.Yoledijequeno,quecreíaqueelcuerpoyel

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alma,tantraídosyllevados,veníanaserunamismacosa.Nosésiselodijeconunavozunpocoaburrida.

—Nosécómoexplicarle—sedefendióella—.Yo,porejemplo,hoyaquí, lejosde lagenteyde lascircunstanciasquemeatan,meolvidodelcuerpo,nomepesa,seríacapazdevolar;peroencuantomepongadepieyecheaandarhaciacasasemevendrátodoelrecuerdodemilimitación,esoquierodecir,¿loentiende?

—Sí.Yaloentiendo.—¿Entonces?—Nada.—¿Porquéhadichoquenohayalma?—Pero,mujer,siyonohedichoexactamenteeso.—Sílohadicho.—Ademáseslomismo.Escuestióndepalabras.Tambiényoestoymásagusto

aquítumbadoenestemomentoynomeacuerdodeningunacosa.—Perolepareceridículoloquedigoyo—serevolvió—.Seríe;dentrodeusted

lojuzga.Estaba sentada esperando que la mirase. Se había aproximado. Le vi los ojos

grisesygrandes,intrigados,casiencimademí.Desdelacarreteradebíamosparecerdosnovios.Loúnicoquedeseabaerabesarla.

—Seequivoca.Nopiense,porDios,nodévueltasalascosassencillas.Déjelascomoestán.Ustedtieneesevicio.

—¿Cómosabequetengoesevicio?¿Quévicio?—dijo—.Explíquemelomejor.—Ya lohedicho.No tienenadaqueexplicar.Secomplaceendarvueltasa las

cosasyendarsevueltasasímisma.Esunviciomuyfrecuente.—¿Yquémás?—Nadamás.Mejordicho,creoquetambiénquierepareceroriginal.Sequedóabatidaysilenciosa.Luego,degolpe,sepusoahablarmedesucarta,a

justificarsedehaberlaescrito,allamarseridículaasímisma;ydevezencuandomemiraba como esperando que la contradijese. Yo no fui capaz de decirle que no lahabíarecibidoporquesabíaquemeibaaconocerlamentiraenlosojos.

—La escribí en un momento de crisis, de total sinceridad, pero usted, al nocontestar,mehizosentirmeadisgustoconmigomisma,yviloinoportunaquehabíasido.Mehizomuchodañonocontestando.¿Tanabsurdaleparecí?

—No,noabsurdaprecisamente,nimuchomenos.—¿Entonces?Tratédeesforzarmeendarunaexplicaciónqueresultaraadecuadaperolavozme

titubeaba,yellamecortó:—Dejemosesto,porfavor.Esinútilintentarhacerseentenderdelosdemás.Una

vezmásmedoycuenta.Lepidoperdónporhaberleaburridoconsemejantecartay

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conlasexplicacionesdeahora.Soyimbécil.—¿Imbécilporqué?—Porquesí.Leadviertoquesoyyolaprimeraqueseríedesímisma—dijoen

untonoaltivoyagresivo—.Demihisterismo,siustedquierellamarloasí.—Yonoquierollamarlonada.—Bueno,puesotroslohandicho.Losé.Mecomplicolavida,mehagopreguntas

ymemeto en líos.Digo lo que pienso y lo que siento; no tengomiedo de lo quepiensendemí.Yestoycontentaapesardetodo,siendocomosoy.

Sehizounsilenciodifícildellenar.Yotodavíaestabatendidoenelsuelo.Sabíaqueellaestabapendientedequeyodijeraalgoymehundíaenelplacerdenodecirnada.

—Noesustedpersonadehacermuchoscumplidos—dijo.—Noloshagonunca.Seechóareíryletemblólarisa.—Quéconversacióntanincreíblelaquetenemos,¿verdad?Hiceungestovago,perodeprontomeincorporé.Estabamuyagitada.—Digaalgo—mepidió—.Quenoparezcaquemedalarazónentodocomoaun

estúpido,oquemeoyecomoquienoyellover.Nopuedosufrirlo.¿Quépiensa?—¿Dequé?—Demí,delascosasquedigo.Teníaunamanoencimadellibrodepoesíasyparecíaquelesobraba.Puselamía

encimaysentíuncalormuyagradable.—Nopiensonada,aborrezcolosproblemaspsicológicos.Mírame.Noretirólamano,peroseechóallorar.—No sé, estoy nerviosa estos días. Siempreme he sentido ridícula con usted,

desdeelprimermomento.Diráusted.Dirá…—Novolvamosaempezar—corté—.Yonodigonada.Ynomellamesdeusted.

Somosamigos,¿no?Se sonrióasintiendo.Lealcé la carapor labarbilla.Estábamosmuycercayvi

queloslabiosletemblaban.Deprontosedesprendió:—¿Quéhoraes?—preguntó—.Debesermuytarde.Yselevantó.—¡Uh!,tardísimo—dijocuandosupolahora—.No,novengasconmigo.Tengo

unaprisahorrible.Hastaotrodía.Yaibasubiendoporlacuestecillaconsulibroenlamano.—Espérame —le dije—. No te hagas la interesante. ¿Es que quieres jugar

conmigoalaCenicienta?—Sí—dijoconunavozdebuenhumor.Y se echó a correr por la carretera, diciéndome adiós. Yo me quedé un poco

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todavía. Cuandome fui de allí, tenía ganas de seguir bebiendo y estuve en variastabernasdemibarrio.

Aldíasiguiente,loúnicoquerecordabadeElviraeralocercaquelahabíatenidodemíyalgodemitonoinsolentedelprincipio.Latelefoneé‚paradisculparme,onosabíamuybienparaqué.Lepreguntéquesipodíaverla.

—Sí—dijo—.Peronoquieroqueteexcuses.Mehashechomuchobienconesoquedicestuinsolencia.Yateexplicaré.Hastatetendríaquedarlasgracias.

—¿Dóndeteveo?—resumí.—Puedesvenirporcasa.—Habrámuchagente.Teníaganasdeestarsolocontigo.—No,antesdelassietenohabrágente;hoycreoquenovaavenirnadie.Mecitóalasseis.Eraunatardededomingo.Lamadreyelhermanosehabían

ido al cementerio. Apenas me abrió la puerta ella misma, me sentí a disgusto ytímido;noencontrabarazónparaaquellavisitaytuvequehacerunesfuerzoparanollamarla de usted al reconocer el trozo de pasillo donde nos habíamos hablado elprimerdía,cuandofuiadarleselpésame.Ella,encambio,eraabsolutamentedueñade la situaciónymehizopasar condesenvolturay aplomo.La seguí a un cuartitopequeño queme dijo que era el suyo, y me trajo una taza de té.Me dijo que sealegrabademiamistad,queesperabamerecerla,queprecisamentenecesitabamuchode personas comoyo que dicen siempre la verdad.Que nadie le había dicho de símismacosascomolasqueyolehabíadicholatardeanterior.

—Perosiyonotedijenadadeparticular.—Sí,quepiensodemasiadoenmímisma.Yesverdad:quemedoyvueltasyme

creooriginal.Algoasí.Mesentómuymal,teloconfieso,perohicistebienendecirlo,fuistecomonadie,soncosasquenadiedice.

Meexplicóqueengeneral lagente la admiraba.Que los chicos, sobre todo, laadmiraban.

—Nomecreas fatuapor esto, pero es verdad.Tengobastantes amigos, y entreunosyotrosmehanhechopensarquevalgoalgomásqueotraschicas,porquesoyasí,impulsiva,yalovestúmismo;porqueleoytengoinquietudesqueotraschicasdeaquínosuelentener.Ellasmeponenverde,telopuedesfigurar,porquetengoamigosysalgoyvoyalossitios,loquesepuedeenunsitiocomoéste.Porqueconlaschicasmeaburro,lológico.Todoestoatiteparecerápueril.Túencambionomeadmirasnada,teparezcovulgar,¿verdadquenomeadmiras?

—¿Porquéteibaaadmirar?Teconozcotanpoco…Peroves,yaestáshablandotodoelratodetimisma,saltedetimisma,notecreaselcentrodelmundo.

Sequedórepentinamentecortada.—Notehequeridodecirnadaqueteofenda—añadí—.Perdona.Perocreoque

siendotansubjetiva,creyéndoteelcentrodelmundo,nopodrásllegarahacernada

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demasiadobueno,nisiquieraapintarbien,porejemplo.—¿Losabíasquepinto?—preguntócomplacida—.¿Quiéntelohadicho?—Quémásda,lohesabidoporahí.—Yonopintobien, ni lopretendo.Soy aficionada solamente—sedefendió—.

Esoparaelqueseaprofesional.Yoledijequenosedebeseraficionadoenningunacosa,quesinoleparecíala

pinturaunacosaimportante,quenocogieranuncaunpincel.—¿Atitepareceunacosaimportante?—Hayotrascosasquelosonmuchomás,desdeluego.—Puestupadrepintaba.Creoquepintabamuybien.—Yesoquétienequever.Sacóuntonoimpaciente,comosiseempezaraamolestar.Estabacontinuamente

aladefensiva.Dijo:—Además,esodelosubjetivonoesverdad.VanGoghseráunpintorsubjetivo,

bienencerradoensímismo,yesespléndido.Murióalucinado,borracho;bueno,yalosabrás,secortóunaoreja.Yoleadmiro.

Meechéareír.—¿Leadmirasporquesecortóunaoreja?¿Quétienequeveresoconsupintura?Sequedóunratocallada.—Metienesantipatía—dijoluego—.Noséporquéquieresestarconmigo.Estabasentadaenunacamaturcaycontinuamentesubíalospiesalacamaylos

volvíaabajar.Meparecióguapísima.—Porquemegustas—ledije—;lacosaesbienclara.Selevantó,comosinomehubieraoído,ydijoquemeibaaenseñarsuscuadros,

pero luego se arrepintió y se puso a darme explicaciones de lo malos que eran ytambiéndelassensacionesqueteníacuandolospintabaqueseatormentabapensandoqueaquelloqueveíayanovolveríaatenerlaluzqueteníaenaquelmomento,yqueesoledabaprisayangustiayledificultabatrabajarbien.Mehablódelohorriblequeleparecíasentirpasareltiempo,envejecer.

—Dirásquequécosaspiensotanraras,¿no?—dijoconunarisita.Yo no contesté. La estabamirando fijamente.Otra vez se había sentado, ahora

máscercademisillón.—Esta tarde, por ejemplo, es distinta a cualquier otra y nunca se repetirá. Y

cuandotúyyoseamosviejos,nisiquieranosacordaremos.Esimposibleapresareltiempo,¿noteparece?

Melevantédespacioymepuseasu ladoen lacamaturca.Bajó losojos.Algoempezó a decir de La náusea: de un libro de Jean-Paul Sartre, y todavía siguióhablandounpocoymirándoselasmanossobrelasrodillas,hastaqueyoselascogí.

—¿Porquéhacesesto?—dijocortándose—.Yaayer,enelrío…

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—¿Noeresunachicasinprejuicios?—sonreí.Separóunamanoylamovióenelaireconfalsanaturalidad;laotraquedabaen

sufalda,debajodelasmías.—Claro,québobada,nolodigoporeso.Aversicreesquemepareceunagran

cosa,perotengocuriosidadporsaberquéideatienesformadademí.Sehacíaladesenvuelta,peroviqueteníamiedodequelabesara.Labesé.Laestuvebesandohastaquenoteníamosrespiración.Luegoellasepuso

depieconsustoporquehabíaoídoalgúnruidoenlacasa,searreglóelpeloconlasmanos torpes, antes de salir de la habitación. «Me esperas unmomento», dijo. Ycuandovolviótodavíahablabaconvozentrecortada.

—Ha venido una amigamía. Está en el comedor. Si quieres salir a la visita oesperarme…noséquépodríamoshacer.

—No,mevoy—dije—.Yateveréotrodía.Peronoestéstemblando.—Escucha,antesdeque tevayas.—Hablabaenunmurmullo—.Dirásquesoy

unafresca.Yonoqueríaquepasaraloquehapasado.¿Mecrees?Nosécómosehaenredadotodoasí.

—Notieneimportancia.Sitúquieresloolvidaré.Perotehebesadoporquemehaparecidoquelodeseabas.

—Eresfatuoygrosero—serevolvió—.Noesverdadeso.—¿Quieresqueloolvide?—Sí.Nosé.Vete.Sinoteimporta,nodigasquehasestadoaquí.—¿Aquiénseloibaadecir?—No sé.—Estabamuy colorada—.Ami hermano, a Emilio, a tus amigos de

ahora.Ademásesunabobada,díselosiquieres.—Noselodiré,notepreocupes.AtuhermanoyaEmilionuncalosveo.¿Tanto

miedotienes?—No—se revolvió—.Ya te he dicho que es una bobada.No tengomiedo de

nadie.Pregónalosiquieres.—Nosvaaoírhablartuamiga.—Mejor.Eresmaloyodioso.Nisiquieramediolamanocuandomefui.Enlacalledecidíqueeramejornovolveraverla.Echéaandarsinsaberhacia

dónde.Hacíaunatardehúmedaysuave.LleguéalParquemunicipalydiunpaseo.—Sabíavaquete ibaagustarmuchoYoni.Puesyo,ya tedigo,nosalgonada.

Peroestoyanimado.Enestetiempodeotoño,dagustoteneralicienteparameterseaestudiar.Gustaestarencasatrabajando,alaspuertasdelinvierno,conmássociales,sobretodo.Algúndía,siquieres,puedesveniracasayteenseñaréalgo.Vivoaquímismo.

—Ah,muybien.Vendré.

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Mirélacasa.—Enel tercero.Sí,megustaríaquevinieras.Saber tuopiniónacercade loque

escribo.Estatemporadameheaturdidoaestudiar,peronocreas;suelotenerungrandilemaentre lacarreraymisescritos.Hetenidotemporadasdenosaberpordóndetirar,ytodavíanoestoyseguro,peroesqueclaro,chico,delaliteratura,porlomenosaquíenEspaña,esdificilísimovivir.

Seguíamosparadosenlaacera.Miróelreloj.Medijo:—Teextrañaráquenotedigaquesubasahoraacasa.Perolosdomingossalgoun

pocoantes,paraaprovecharytengoprisa:estoycitadoconElvira.¿Sabesquesomosnovios?

—No.Nosabíanada.—Anadieselohedichomásqueati.NisiquieraaTeo.Nolocomentesconlos

amigos.Decirnovios,ymásconella,esalgoqueloechaaperdertodo,peroenfin,hemoscomprendidoquenostenemosquecasar.Estoesloimportante,¿noteparece?

—Túsabrás.Seguramente.Cuandosedespidiómedijo:—Por cierto, tú debías volver a visitarles.A Teo le gustaría. Sumadre, por lo

visto, se acuerda bastante de ti, cuando eras pequeño. Si quieres, yo te puedoacompañar.

—Bueno,yanospondremosdeacuerdo.Mefuialapensión.Aldíasiguienteempezóelcurso.

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SEGUNDAPARTE

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doce

—Anda,sécatelosojos.Gertru cogió el pañuelo grande que olía ligeramente a tabaco y colonia Varón

Dandy.Todavíateníalosdoblecesdereciénplanchado.Seenternecióalllevárseloalosojos.

—Pero de verdad, Ángel—dijo con voz quebrada—. De verdad que era unabroma;queyonoqueríaavergonzartedelantede losamigosninada,que te lohastomadoalrevés.Conlailusiónquemehizoprepararelpaquete…

—No,Gertru,chiquita,nomelohetomadoalrevés.Esquehaycosasqueunaseñorita no debe hacerlas. Te llevomás de diez años,me voy a casar contigo. Tetienesqueacostumbraraqueteriñaalgunavez.¿Nolocomprendes?

Gertru escuchabamirando los sofás de enfrente y la gente sentada. La voz deÁngel tenía un tono autoritario que le quitaba toda dulzura, ponía distancia entreellos.Protestótodavía:

—Peroporlomenosqueentiendasqueeraunasorpresa,unacosaquemesaliódedentro.Ni loanduveenvolviendobienninada,vinecorriendoa traérteloconelmismotrajequeteníapuestoencasa,encuantocolguéelteléfono.Yomismavine.Tienesqueentenderesto,porfavor.Tienesquesabertereírcuandoalgunaveztedéunabroma.

—Nome digas lo que tengo que saber hacer—cortó él con dureza. Y añadióacercándoseunpoco,porqueellaseapartabacongestohuraño—:PorDios,esqueseteocurrenunascosas.Imagínatecuandobajéconlosamigosymedioelpaqueteelconserje. Vamos, que no sabía qué cara poner. Lo desenvuelvo, y el bocadillo detortilla.Habrándichoquesoyundesgraciado,quemehagoalimentarporti.Ademáselconserjeteconoce,sehanenteradotodos.

Gertrulevantóunosojosdeniñoconrabieta.—Yamíquémeimporta,amíquémeimporta.Dijistequellevabasdostardes

sinmerendar,quenotehabíallegadoelgirodetumadre.Mehacíailusión,notienenadademalo,digasloquequierasnotienenadademalo.

—Bueno,yabasta.¿Porquésiguesllorando?Notequieroverllorar,¿hasoído?Si no te voy a poder advertir nada. Lo hago por tu bien, para enseñarte a quedarsiempre en el lugar que te corresponde.Eres un crío tú.Anda, no seas tonta, peroseráscrío.

Gertrusesonabaconlosojosbajos.—Ángel está de riña con la novia —dijo Federico Hortal desde la mesa de

enfrente,dondehabíanestadojugandoalosdados.Yseechóparaatrásenlabutaca,mirandoenelaireunabocanadadehumo.Se

destacabasufiguradelgadacontraelmetaldeunaviejaarmaduraqueestabaalpiede

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laescalera.Sonabanamortiguadaslasconversacionesylasrisascomosiseapagaranenlaalfombra.AquelrincóndelhalldelGranHotelconlaescalera,laarmadurayeltresillograndeveníaretratadoenlaspostalesdelaDirecciónGeneraldeTurismoypordetrásponía:«Teléfono.Bañoentodaslashabitaciones.PrimeraA».

—Riña de poco debe ser—dijoErnesto—.Una riña de no soltarse lasmanos,vayariña.Esunaparejaquedasueño.¿Lodejamosoechamosotra?

Federicolequitóelcubilete.—No,hombre,vengaya.Yoyanojuegomás.Llevamossiete.—Porquepierdes.LuisColinamirabaelperiódico.—Leestarápidiendoexplicacionesellaporlodeanoche—dijoalzandounosojos

maliciosos.—¿Lo de anoche? No seas tonto. Pues sí. Como si lo de anoche fuera algo

especial.Nilosabráella.—¿Cómonovaasaberlo?Yoestoysegurodequeesporeso.Conloarrepentido

queveníaaloúltimo,diciendoqueeraunmiserable.—Bueno,porelvinoquetenía.Pordesahogarse.Porqueeralaprimeravezque

volvíaconnosotrosdenochedesdelodelanovia.Peroloqueyoledije:«Tempranoempiezas con los arrepentimientos.Qué vas a dejar para cuando te cases y tengashijosyeso,queestápeorirsedemujeres,sivasamirar».

—Pues él decía que con qué cara salía hoy con ella. Yo creo que se lo estácontandoyqueporesoriñen.

—Queno,hombre,queno.Quenoleconoces.—Esunleón,desdeluego,paralasmujeres.¿OsfijasteisAngelita?Seledande

miedo—dijoLuisColinaconadmiración.Losotrosnolehicieroncaso.—Pues a la chiquita esta yo no le veo nada. Tiene unos bracines que parecen

palos.—Hombre,no;esmona.Muycrío,esoesloquepasa.Yasepondráensupunto.

Esdelasqueseponenensupuntodespuésdelsegundohijo.Quédolordecabeza,oye.Doshorashedormido.

—Porahoraesdelasquenodebendarnifríonicalor.—Esocreo,sí.Algosimplona.Yotambiénestoycansadísimo.—Ydicequesecasa,eh,quenoquiereesperarnidosmeses.Lehadadofuerte.GertruledabavueltasalpañuelodeÁngel,sinlevantarlosojosdelregazo.—Tehasquedadocallada.Mírame.—Nomepasanada.—Quememires.—Déjame.

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—Pero vamos, basta ya. ¿Qué va a decir mi madre mañana? Pues sí que lepreparasunrecibimiento.Comoteveaconesacara.Dameyaelpañuelo.LaseñoradeJiménez;vayaunaseñoradeJiménezquevasasertú.¿Ycuándolleveselanilloaquí?

—No,aquíno.Sellevaenlaotramano.—A ver. En ésta. En este dedo. Vuélvete Así. Ya nos hemos casado. ¿Qué te

parece?—Bien—dijoella,sonriendo.SaludaronaÁngel.Selevantaronysaludaronconlamano.—Eh,¿peroosvaisya?—lesllamóél,incorporándose.Seacercaron.—Sí, arriba, a oír los discos de Yves Montand. ¿Venís luego vosotros? Hola,

Gertru.—Hola.—Nosé—dijoÁngel,mirándola—.Alomejor.Íbamosairalcine.Loqueella

diga.—Animaros,hombre.—Noséloqueharemos.¿Atiteapetece?—Amísí—dijoGertru.—No. Es que si no vais a venir, se lo decimos aYoni, porqueme parece que

contabaconvosotros.—¿Ah,peroporfinesguateque?—Creoquesí.Diceéstequehanavisadoaalgunaschicas.AhoranosdiráYoni.—Hastaluego.Subieronlasescalerascongestocansino.Enelestudio,Yonileestabahaciendo

uncóctelaManoloTorre,enelpequeñobar.Federicosefuealladodeltocadiscosysepusoasacardiscosdesusfundasdepapelyamirarleslostítulos.

—Oye,bárbaro.TienesdosdeJulietteGreco,¿tambiénsonnuevos?—También.Losotrosseacercaronaltocadiscosymiraronlosdiscos,porencimadelhombro

deFederico.—¿TeloshamandadotodosSpencer?—preguntóél.—Todos.—Puesoye,losvamosairponiendo.—Comoqueráis—dijoYoni—,peroosvanaaburrirdetantooírlos,comomeha

pasadoamí.Yoesperaríaunratoaquevinieralagente.Lescontóqueveníanmuchos,quelohabíaorganizadosuhermanaTeresa.—¿Yconquémotivo?—Enhonordelafrancesadel315,quesemarchamañanaporfin.Hevistoque

andanhaciendopastelitosymandangas.Metomanelestudioporelpitodelsereno.

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—Sitetraenalafrancesita,notequejes.—De esome quejo, claro.Me la tengo yamuy vista—se reía—.Demasiado.

¿Sabesquemeregalabaunpasajesimeibaconella?—¿Quédijiste?—Queno.Quecuandotengaganasdepasarunasemanaenplan,yalepondréun

cable.Yonihablabaconunacentodescoyuntadoyartificial.Lesofreció tabaco inglés

depipa,ymientraslorepartíacanturreaba,llevandoelcompásconloshombros:

Chuchuchubabachuchuchubabachuchuchubabachu,chu,chu…

—Oye,¿yestetabacotambiéntelohamandadoSpencer?—También.Conlosdiscos.Yunasrevistasdecinequeestánallí.—Vayaconelamericano.Niquesehubieraenamoradodeti.—Puesnoandastandespistado.Cosasmásdifícileshabría.—¿Cómo?¿Quédices,Yoni?¿Perodeverdad?—Ytanto.—Que‚va,hombre.Novengasconcuentosahora.Untíobiensimpáticoesloque

era.Siemprelesobrabanveinteduros.Alprincipiolosdiscosfrancesesfueronescuchadosconreligiososilencio.Alos

que iban llegando, se les saludaba con la mano, o con gestos de que nointerrumpieran.Colette,lachicaFrancesadel315,traíapantalonesyunablusaroja.Sefuederechaalbar,sesirvióunvasodeginebraysepusoabeberloapoyadaenelrespaldodelabutacadeYoni,acariciándoleelpelodevezencuando.Luegosesentóenelsueloconlaspiernasestiradassobrelaalfombra.Dejabacaerenlacarasupelorubio y liso, mientras hacía sonar contra las paredes del vaso un trocito de hielo.Teresa,lahermanadeYoni,entróconlasotrasamigasporlapuertecilladeatrás,quecomunicabaconsuapartamento.Traíanbandejasdeemparedadosylaspusieronenunamesaadosadaalapared,retirandohaciaelextremoalgunasfigurillasdebarro.

—Tedijequedejaraslibreesto—legritóaYoni.Yoniselevantó,encorvándosehaciaadelante.Alguienlehabíadichoqueandaba

comoJamesStewart.—Ehtú,nofastidiéis—dijoacercándose—,queesetrabajonoestásecotodavía.

Hola,Estrella.—Venga, no seas rollo. Si no te lo estropeamos. O ponlo en otro sitio, en el

armarito.Tedijequelotuvierasrecogido.—Aver,Yoni,quécucadadeimagen.¿Esunavirgen?

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—No,esunacosaabstracta.Tencuidado.—¿Abstracta?—Sí,guapa.Tencuidado,noestáseca.—Peroestoesuncenicero,noloquerrásnegar.¿Lovendes?—Cógelo,sitegusta.ColettenoseparabalosojosdelgrupoqueformabanYoniylascasadasfrívolas.

Cuando sevolvió a acercar a ella, le atrajohacia sí fuertementey se reclinó en suhombro:

—Oh,dismoiquetum’aimes—lepidiólánguidamente.Teresa,lahermanadeYoni,vinohaciaellosyseagachóasaludaraColette.Yoni

aprovechó para desprenderse. Teresa llevaba un escote exageradísimo y los ojospintadosconabéñula.ManoloTorrenoseparabalosojosdelbordedeaquelescote,atentoaquesevolvieraalevantar.Apurólacopadecoñacysepasódosdedosporelcuellodelacamisa.

Cuandoestabanacabandodeponerlosdiscos,vinieronGertruyÁngel.Comolachicaeranueva,yporconsideraciónaÁngel,selevantaroncasitodos.Gertrumirabaalrededor,sinavanzar,consusenormesojostransparentes.ManoloTorreledijoporlobajoaYoni:

—Vaya,yanoshundiólaniña.Yolaconozco, teprevengoqueesdelasquelecohíbenaunolajuerga.

—¿Amí?—dijoYoniconvozdisplicente—.Puessíquemecohíbeamínadienada.Connohacerlecaso…

—Peroquenoselevantentodos,Ángel—dijoGertruapurada.—Venga,hombre,sentaros.OspresentoaGertruatodoslosquenolaconozcáis

—saludóél,cogiéndolaporelcogoteyhaciendoconlaotramanoungestocirculardehombredesenvuelto.

MascullaronalgunacortesíasinmirarladefrenteNosabíansivolverseasentarono.Teresavinoylaestuvobesando.

—Ángelmehadichoquequerías ver la cocinademi apartamento, para tomarideaparacuandooscaséis.

—Sí,sí.Meencantaría—dijoGertru.—Desdeluegoesunsol.Luegovamos,siquieres.Encuantomeriendelagente

unpoco,tellevo,¿eh,mona?—Bueno.Muchasgracias.FedericoseacercóaYoni.—Oyetú,¿vaahaberbaileluego,yeso?—Supongo.Aquícadaunohaceloquequiere.Yasabesqueestosiempreselía.—Digoporsivanavenirmáschicas.Chicasdeaquí.—Sí,creoqueselohandichoaIsabelyaToñuca,yalascatalanas,¿porqué?

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—PorSipodíayoavisaraunaamigamía.—¿AJuliaRuiz?—preguntóYoni.—Sí.¿Noteimporta?Medivierteporquemehaempezadoahacerconfidencias

desunovio.Poralgoseempieza.—Pormítraeaquienquieras.Contaldequeladejenensucasa.—Sí.Yolaconozco.Lallamoahora.Seacercóalteléfonoymarcóunnúmero.Lasconversacioneshabíanempezadoa

cubrirlaspalabrassusurradasdeYvesMontand.Sepusodeespaldas.—¿Me hace el favor? ¿La señorita Julia? Ah, eres tú. Nada, ¿qué haces? ¿Le

sigues guardando ausencias a ese novio fantasma…? Sí, pero bueno, deberíaarreglarlodealgunamaneraparanodejartevivirtansola…Queno,bonita,quenoteenfades tú…El tocadiscosesoes loque seoye…Sí, enel estudiodeYoni.Tieneunosdiscosfranceses,oye,fenomenales;ati teencantarían.¿Porquénotedasunavueltaporaquí…?Claroquemelohadichoél…¿Yporqué?Algúndíatienequeserelprimero.Enestasfiestaspasadas,lohemosrociadotodoconaguabendita…No,ahoraenserio,vente,tellamabaparaeso…Bueno,puescontuhermana…Sí,sí,yoselodigo.Queseponga.

Juliadejóel teléfonoyfuea llamaraMercedes,queestabaoyendounanovelaporlaradio.

—TequierehablarFedericoHortal.—¿Amí?—Sí,quetepongas.QuierequevayamosalHotel.MercedessalióalpasilloyJuliasequedóesperándolaapoyadaenelmirador.La

tía Concha, a sus espaldas, cerró la radio y dijo con voz solemne: «Al Hotel deningunamanera»,luegovolvióaabrirla.Julianocontestó.Lagentepasabadeprisa,debía hacer frío; vio salir a doña Simona, la del tercero. Tardaba Mercedes y elmurmullodesuconversaciónenelpasillo,quelellegaba,enlaspausasdelspeaker,la enervaba. Imaginó la cara de complicidad que traería, y se arrepintió de haberestadomásbiensimpáticaconFederico.Encendieronlaslucesdelacalle.Ledabanganasdeescapar;sefuealcuartodeNatalia.

—¿Sepuede?—Sí,hola.Nataliaestabaechadaenlacamaconunosfoliosdepapelypincelesdecolores.—¿Quéhaces?—Unmapadecultivos.¿Nohabéissalido?—No.Alomejorsalimosahora.Aver,¿quéeseso?¿Espigas?—Sí.Lasespigasseponenen lossitiosde trigo,y racimosdondeseda lavid.

Estámuymalpintado.

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—¿Noteaburresaquísola?—Yono.—Losdomingosseaburreunatanto…—Leealgúnlibro.¿Quieresquetedéalgúnlibro?—No,no.Sialomejorsalimos.Mercedes, cuando vino a buscarla, ya había convencido a la tía para que las

dejara ir. Tuvo que discutir bastante con ella, decirle que era por Julia, que aquelchicoleconveníamuchoyquenoselepodíadecirsiempreatodoqueno,porqueseibaahartar,quehabíaqueaprovecharestosdíasenqueMiguelyJuliahabíandejadode escribirse para ver si a ella se le quitaba por fin de la cabeza la idea de aqueldichoso novio. Tía Concha había oído decir que Federico Hortal era un pocoborracho,«…ysivaasalirdeHerodesparameterseenPilatos»«Queno tía,quédisparate,siesunchicoexcelente,fíjatequéfamilia,nomevayasadecirahoraquenoesunpartidoesechico;ytieneverdaderointerés,yatecontéloquemedijoelotrodíaenelcasino.Diferenciaconesememo,quenadieleconocenisabequiénesninada;unapersonaeducadaquesesabepresentarencualquiersitio,nounchiflado.Debeberyatedigo,nocreo,peroaunquebebieraunpoco,esosoncosas…»«Bueno,sí,estábienpero¿alHotelvaisair?»«Esundía.YJulianovasola,tía,voyconella.Es por lo que es, ya sabes que a mí tampoco me gusta mucho aquel ambiente.»«¿Cómotevaagustar?Todogentejoven,solosallí,comocabraslocas,sinningunapersonaderepresentación,metidosentrecuatroparedes.Desdeluego,Sivais,quenolosepatupadre.»«Bueno,ahoraesunpocodistinto,¿eh?,desdeestasferiasyavanchicasdeaquí,lasdejanensuscasas.Chicasconocidas,Isabel,ymuchas.Creoqueahora no es como antes; y también matrimonios. Otra cosa.» «Pero venir pronto.Dicenquealgunaschicashastasequedanallíacenarconsusnoviosytodo.»«Queno,porDios,miraquesonunasadvertencias.¿Cuándohemoshechonosotraseso?Alasdiezenpuntoestamosaquí.»«Antes,unpocoantes.»«Antesnosé, tía,son lasochomenoscuartoentrequenosarreglamosyllegamosytodo.»«Siloquenoséeslanecesidadqueteníaisdeir.Bueno,enfin,alasdiez.Peroenpunto.»

Julialepreguntóloquelehabíadichoalatíaparaquelasdejaseir.—Nada, que nos apetecía, que estábamos toda la tarde de domingometidas en

casa—explicóMercedes.—Algomáslehabrásdicho,porquesino…Natalialasoíasinlevantarlosojosdesumapa.Juliaestabasentadaalospiesde

lacamaysehurgabaenlasuñas,selevantabaatiraselesmalteviejo.—Pero venga, muévete —dijo Mercedes con impaciencia—. Tenemos que

arreglarnos.¿Esquenoteapetecevenir?—Sí,mujer,perotenemostiempo.—Notantotiempo;sonmenosdiez.

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—Vayaunailusiónquetehaentrado.—¿Yo?—se señalóMercedes con acento de víctima—. Por ti lo digo. Por ir

contigo;miratúamíquémeimporta.Porquemeparecióquetúquerías.Loqueesamí…

Juliaestabamedioarrepentidadeir.Porelcaminonohablóapenas,yandabademala gana, parándose. Su hermana se enfadó, le dijo que ni que la llevaran alpatíbulo.Quesevolviera,Siquería.

Cuando llegaron al estudio deYoni, había yamucho jaleo.Estaba la chimeneaencendida;cenicerosybotellasesparcidosporlaalfombra.AlprincipionovieronaFederico,empotradoenunabutacadelfondoconunacopadecoñacenlamano.Lasvioélyleshizounaseña,levantandoelbrazolibre,sinmoversedesupostura.EllassehabíanparadoasaludaraGertruqueestabaalladodelapuerta.

—Mírale—dijoMercedes—.Estáallí.—Bueno,yquépasa—sevolvióJulia—.Niquehubiéramosvenidoabuscarle.

Estásmásgorda,Gertru.—Hola,ahoravamos.Mira,Julia,nosestállamando.—Yonovoy—dijoJuliasecamente—.Estoybienaquí.—Hija,miraqueeres.Nosestádiciendonoséqué.Yosívoy.—Puesvete.—Ahoravengo.—¿Ytunovio?—lepreguntóJuliaaGertrucuandosequedaronsolas.Ángelestabadeespaldasunpocomásallá,enungrupoalladodelbar.—Ahí,¿noloves?Leestádandounrecadoaunamigo.—Creoqueoscasáispronto.—Sí.Mañanavienemisuegra.MevaallevarconellaaMadridaescogermeel

equipo.—Quéestupendo.Estarásencantada.—Fíjate.MercedeshabíallegadojuntoalsillóndondeestabahundidoFederico,yhablaba

conél apoyadaenel respaldo.Miraronhacia acáy Juliadesvió lavista.Buscóunhuecodeparedparasentirsemenosdesairada.

—Esmuypequeñoestoyhacecalor,¿noencuentras?—ledijoaGertru.—Sí, eso estábamos comentando antes Ángel y yo, que debían abrir alguna

ventana.Noséparaquéhanencendidolachimenea.—Ya,ya.Díseloaalguienqueabran.—Noséaquién.—Atunovio,queselodigaalosdeaquí.Elvahoformabaunanieblaenloscristalesydetrássedibujabantejados,lucesy

ventanas de afuera, del otro lado de la calle. Gertru se quedó un poco callada,

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mirandolaventanaconojosdistraídos.Lepicabaelhumodentro.Todavíanoeradenoche.

—¿YTali?—preguntó.—Mejor.Yaestábuena.—¿Haestadomala?Nolosabía.—Sí.Comoyanovasnada.—Esverdad,pobrecina.Conloqueyolaquiero.¿Estáenfadada?—No.Nocreo.Vamos,nosé.—Meacuerdocuandosubíamosalatorredelacatedral—dijoGertrusinapartar

losojosdelaventana—.Ycuandonosparábamosenloscharlatanes.Lopasábamosbien;aestashorassalíamosdeclase.Latengoquellamar.

VinoTeresa para saber si quería ir con ella a ver la cocina de su casa.Que sevinieratambiénJulia,quenuncahabíaestado.

—…yosenseñolaropaquemehantraídodeTánger.Juliadijoquebuenoysalieronlastres.TeresallevabaaGertrudiscogidaporlos

hombros.—Teraptounpoquitoaestecielodenovia,tú,malapersona—ledijoaÁngel,al

pasarasulado.Federico, mientras se servía la séptima copa de coñac de la tarde, le estaba

diciendoaMercedes:—Pues,chica,creíqueyanoveníais.Pero¿yconelnovio,enquéestá?—Yoquéséenquéestá.Quetendránquedejarlo.Yohedichoquenosecasaban

desdeelprimerdía.Perocomoellaes tanbruta,porqueesbrutísima,hadichoporaquímetolacabeza,ynada,hastaqueselarompa.Amíesquemepone…

—Mujerdéjala—dijoFedericoconpereza,estirándose—,notelotomesasí.—Perocómoquieresquemelotome.Siesqueesverdad,hombre.¿Túcreesque

ella pide consejo ni dice una palabra a nadie? Nada, ni una palabra, ya ves, doshermanasqueduermenenlamismahabitacióndesdechiquitasPuesnada,sepuedeestar muriendo de un disgusto que nome lo dice. Fíjate, ahora lo sé yo que estáreñida conMiguel, y que seguramente es definitivo. Pues si le pregunto que si hatenido carta, que sí, siempre que sí. Lo sé yo que hacemás de unmes que no laescribe…

—¿Ytúporquécreesquenolaescribe?—Puesporqueesunidiota,uncara.Amímelopodíahacer.Federicosedesempotrótrabajosamentedelabutaca.—Siéntateaquí—ledijoaMercedes—.¿Yahoraporquénosehaacercadoaquí

contigo?¿Adóndevaconésas?—Loharáporhacerterabiar,portáctica.Amímuchasvecesmeparecequetiene

interésporti…Perono,déjalo,sinomesiento,yamebuscaréyootrasilla.

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—No,hija,notemolestes,sinohaysillas.Fíjatecómoestátodo.Mercedesechóunamiradaentorno.Todavíanosehabíafijadoenlahabitación.

Vioparejasaisladasquebailabanpor losrinconesdondehabíamenosluz,gentedeespaldasenelbaryjuntoalamesadelosemparedados;otrossentadosporelsuelo.Lamayoríadelascarasnolasconocía.

—¿Aquelloquées?—lepreguntóaFederico.Habíadoscamasdemaderaenunaesquina,encimaunadelaotra,comoenlos

barcos,yenladeabajoseveíantumbadasalgunaspersonas,lascarashundidasenlooscuro,laspiernassobresaliendo,ysemovían,alternadasdehombreydemujer.

—¿Aquello?Nada,lasliterasdeYoni.Porsisequedaéladormiralgunanoche,oamigos.Éltrabajadenochecasisiempre,yasabes.Pero¿nohabíaisvenidonunca?,¿esposible?

—Nunca,yoporlomenos.—Chica,quéatraso.Aquíeselúnicositiodondesepasabienyseconocedevez

encuandoagentedivertida.¿Peroporquénotesientas?Mercedessesentó.Eraunabutacamuycómoda.Federicoseagachóacogeruna

botellaquehabíaenelsueloyladestapóconlosdientes.Ledioaellaunvasovacío.—¿Quieresbeber?—¿Quées?—Coñac.—Huy,no.Nomegusta.—Venga,noseascursi.Tetomaselprimersorboconlanariztapada.Verásqué

biensienta.—Basta,basta,nomeechesmás.PasóIsabelbailandoconunodepelocepillo.—Hola,Isa.—Hola,quémilagro,vosotrasaquí.—Yaves.—¿TambiénestáJulia?—También,porahíanda.—¿Leestáspisandolaconquista?—sonrióIsabel.—¿Yo?Quétontería.—Sí,sí,fíatedelashermanitas.Bueno,hastaluego.—Hastaluego.Hubounsilencio.LuegoMercedesbebióelprimersorbodecoñac.Sehabían aburridode los discos franceses.Estabanponiendo ahora unmambo

muy estrepitoso. Lo coreaban con pataditas y palmadas las amigas y amigos deTeresa,sentadosencorroalrededordelachimenea.ColetteyYoniseaburrierondebailar y se sentaron en aquel grupo. Ángel le pidió aYoni que le presentara a su

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amiga.—Novale,túyatienesnovia—dijoYoni.—Sí, pero se ha ido a un recado.Me tengo que dar prisa para conocer a esta

preciosidad.Lafrancesalemirósonriente,losojosinterrogativos.Sedieronlamano.—Oye,aunqueestéenplancontigo,¿medejasdecirlequeestádemiedo?—Díselo,notevaaentender.—Entonces,mejor.Estásparacomerte,preciosa.Paraco-mer-te.—Comment?DijoManoloTorre que aquello era un tostón, que aquello no se animabahasta

queuntalRamóncantasebulerías.«Convénceletú,Estrella,dealgoserviráqueseatumarido.»Estrella,de trajeverdecomouna funda,gateópor laalfombrahastaelmarido,rubio,alto,conpintadeinglés,queestabasentadoinmóvilmirandoalfuego.Seleencendíanreflejosenelpeloconlasllamas,selevolvíanaborrar.

—Tú,Ramón,tehasquedadodeunaire.Lamujersepusoencuclillasasulado,leabrazóporlacintura.—Anda,mivida,nodefraudesalaafición.—Es una pena que no quiera —repitió Manolo—. Lo hace de maravilla, de

maravilla.Estrellasevolvióasuposturadeantesypidióunpitillo.—Todavíanoestábastanteborracho—dijo—.Lehadadotímida.LetendieronunacajetilladeChésteryellahizoungestodeasco.—PorDios,estásloco,deesono.Amíloquemeprivasonlospeninsulares.Cuando volvió Teresa, aquel grupo de la chimenea se había hecho el más

numeroso.SeacercóconGertru.—Quéhorror,enunratoquenoestoycómohasubidoestodetono.Déjameun

sitio,Talo.Mehequedadoparaatrás.Quetecorrasunpoco,hombre;nomehacéisnicaso. Ah, mira, Ángel, aquí te entrego a tu novia sana y salva; yo no quieroresponsabilidades.Dadmealgodebeber.

Julia,alvolveralahabitación,sequedóapoyadaenlapared,sinsaberconquiénirse.SeleacercóLuisColina,queandabadeunladoparaotro.

—Hola,notehabíavisto.¿HasvenidoconGoyita?—No.¿Porqué?—Creíaqueibaismuchojuntas,creíaqueeraismuyamigas.—Sí,somosbastanteamigas,peronolahevisto.Yohevenidoconmihermana.—¿Quieresbailar?JuliavioaFedericobailandoconsuhermana.Tuvomiedodequevinieran.—Bueno.Losmirabadereojo,esquivándolosentrelasparejas.ALuisColinalesudabanun

pocolasmanos.

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—AsíquesalesbastanteconGoyita,¿no?—Unpoco,másbienpoco.—Yo la llamo algunas veces por teléfono—dijo Luis—.Me parece que no le

agradamucho,nosé.¿Atitehadichoalgo?—Amíno.—Es que tengomucho despiste con ella.Me gusta, pero no sé qué hacer. Las

chicassoisunascriaturastanraras,nosesabenunca.Vamos,habráexcepciones,noquieroqueteofendas.

—Sinomeofendo.—Ponescaraderabiosilla.—Québobada.Juliamirabapor encimade suhombro, tratandodeocultar su aburrimiento.La

habitaciónleparecíacompletamenteirreal,desligadadetodoloquepodíainteresarle.Deseabairse.

—Puessí,esunlío.Perdona,tehepisado.—No.Hasidoculpamía.—Asíquenotehadichonadademí.Nosé,tienesojosdementirosilla.—No,hombre,quenomehadichonada.Queteconocíayeso.Depasada.Oye,

haceuncalorhorrible.¿Teimportaquevayamosabeberunacoca-cola?Federicobailabamuyapretado,apretadísimo.Mercedes,entreelcoñacquehabía

bebidoyaquellaespeciedepactodeconfidenciasqueleatabaaél,noeracapazdeprotestar.Echólacabezahaciaatrásparaseguirbailando,yasí,mientrashablaba,leeramásfácilhacerfuerzadisimuladamenteparasepararseunpoco.

—Ahí la tienes—dijo, señalando a Julia con la barbilla—, ella tan tranquila,como si no le pasara nada, y yo todo el día preocupada, que ni como ni vivo,pensandoensudichosoasunto.

—Sí,claro,entrehermanasesnatural.—Sinoesporqueseamihermana.Mepasaigualconlascosasdetodoelmundo.

Túnosabescómosoyyo.Cuandounoesasí,nolopuederemediar.Mercedes hablaba a chillidos, unos más altos que otros. Llevaba un flequillo

rizado,yalmoverselehacíacosquillasaFedericoenelmentón.—Perodéjatellevar.—¿Bailomal?—No.Noesquebailesmal.Perohacesfuerza.Túdejaqueyotelleve.Mercedes dejó de hablar y él volvió a apretarla fuerte. Sentía ella contra su

mejillaelrocedelasolapadepríncipedeGales,unbotóndelachaquetacontrasuestómago.

ManoloTorreledioaYoniconelcodo:—Oye,¿esachicaestáenplanconFederico?

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—No, su hermana. No es que esté en plan, es que a él le divierte deshacernoviazgos.

—Oye,pueslaqueseledacomoelaguaesésta.Mira,miraahora.Sivabailandoconlosojoscerrados,seledesmayavivaencima.Mira,hombre,notelopierdas.

Lecogióporelcogoteparaqueinclinaralacabeza.Yonisedesprendió.—Nolosveo.Alláellos.Amíquémásmeda.Lahermanaesesaotra.Esade

gris.Sondelasquenovienenporaquíniatiros,nosécómohanpisadohoy.—Estámejorladegris.—Decuerposí.Sivistieradeotramanera.Decaraallásevan.Paramí,nienun

saldo.—Sí,sonbastanteamorfas.—Genteestrecha,yonosé,Federico.Aunadeestashermanitasledasunbesoy

tehashundido.Tetienesquecasarconella.—Bueno,conmuchaschicaspasaeso—dijoManolo—.Peroconnocasarte…Habíavenidomuchagentenuevayotrosseempezabanair.Allí,alrededordela

chimenea,escuchandoaaquelRamónquehabíarotoacantarbulerías,habíaunafiladegentesentadayotradetrásdepie.AGertrunolahabíandejadoponersealladodeÁngel porque dijeron que novios con novios era un atraso. De vez en cuando semiraban,cuandonolespillabancabezaspormedio.Aellalepresentaronaunchicodelgadoydealgunascanas,PabloKlein,alemán.Sesentóallíallado,sinhablarenbastanterato,comoella,rozándolaconlamangadesuchaquetadepana.

Todoestabaporelsuelo.Pitillos,vasos,cáscaras.A la francesasóloseveíaunbrazo.ElotroloteníacamufladoparaatrásyÁngel,quelehabíapisadolamanoconla suya sobre la alfombra, como por descuido, le acariciaba ahora el antebrazo,mirándolaalosojoscuandoGertrunoleveía.

Quitaronlagramolaporqueyanoseoíaentodoelrecintomásquelacanciónylaspalmasquelacoreaban.Ramónsepusoazapatear,agitándoseychillandocomoepiléptico,ycasitodossevinieronparaallí.Entreelbarullo,JuliaestababuscandoaMercedesparaquesefueran.DescubrióaGertruyseagachóparapreguntarle.Gertrunolahabíavisto,nosedabacuenta,tardóencontestar.LevantóunosojosdeazaroeincomprensiónyJuliavioque lehabía interrumpidounaconversaciónconelchicoalemán.

—Sinoencuentrasatuhermana,noteapures,yoteacompaño—ledecíatodoeltiempoLuisColinaaJulia.

—No,hombre,silatengoqueencontrar.Tampocoesestotangrande.—Pero no tengas prisa,mujer. Vamos a oír otro poco a este chico. Es pronto.

Estaráporahí.Enlaterraza.—Bueno,enlaterraza.¿Quévaahacerenlaterrazaaestashoras?¿Novesque

estácerradopordentro?

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Desde la terraza se veían los tejados de la Plaza Mayor. El cielo estaba muyestrelladoyhacíafrío.DijoMercedesquemejormeterseparadentro,queseibanacoger lo que no tenían, pero Federico no se movió ni contestó siquiera. Tenía lamiradacargadadecoñac.Ellalepusounamanoenelcodo.

—Anda,noestésasí.—Así,¿cómo?—Así,triste.Notequierovertriste.—¿Tristeyo?Túestásmal,chica.—Noseas tonto.Túhaz loque tedigo.Haztedesear.Yome laconozco,verás

cómotedaresultadoesatáctica.Ysobretodonoledigasquehashabladoconmigode ella. Si se lo dices, lo echas a perder todo. Pero no pongas esa cara, hombre,¡ánimo!

Federicolamiró.Laveíaborrosa.EllalevioelbrillodelosojosalreflejodelasletrasdelGranHotelencendidasdebajodeellos,entrelostiestosdelaazotea.Sintióazaroyapartólamanodelamangadesuchaqueta.

—Qué alto —dijo asomándose a la balaustrada, con un escalofrío—. Me davértigo.Sevelagentechiquititachiquitita.¿Atinotedavértigoasomarte?

Poníaunavozinfantil.—Amíno—dijoél.—¿Tedascuenta?Estamosencimadelasletras.—¿Dequéletras?—Deesasque sevendesdeabajoquedicen«GranHotel».Hace ilusión.Pero,

oye,debíamosmeternos.Diránquedóndeestamos.—Yoestoybienaquí.Sóloquesehaacabadolabotella.—Yonoquierobebermás.Memareo.Túnobebastampoco.—Eresunachicamuymaternal.Otrovasosólo.Se acercaron a la puerta de cristal para entrar.Alguien les había cerrado desde

dentro.—Oye,noseabre,noshandejadoaquí—dijoMercedesapurada—.¿Pordónde

entramos,tú?Noseabre.—Bueno,puesaquíquietecitos.Nopasanada.¿Tanmalestásconmigo?—No,oye,quedebesermuytarde.Notevuelvasasentar,hombre.Miraaversi

puedesabrir.Ven.—Ya saldrá alguien —dijo Federico—, y entonces entramos nosotros. Anda,

siéntateaquí,mira,eneltiesto.Yyoenelsuelo.—PorDios,no,hazalgo,hombre,quéhorror.Siyatedecíayoquenosalir,sino

séparaquehemossalido.Voyaverlaotrapuerta.Estaba cerrada también. La empujó con la mano, con las rodillas casi dando

patadasaloúltimo.

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—Nada,noseabre.—Llama y desde dentro te oyen —dijo Federico, sentándose en el suelo y

cerrandolosojos.Mercedesacercólacaraalcristal.Veíalodedentrosindistinguirlobien,confuso

porelvahodeloscristales.Habíadosfigurasquenoreconocía,muyjuntas,sentadasdeespaldasenelmismosillón.Diounosgolpecitostímidosyluegomásfuerte.Nooían.

—Ay,Llamatú,porfavor,Federico,quéhorror,Diosmío.Le salió una voz casi de llanto. Él se puso más cómodo y al moverse le dio

náusea.—Peroparecequeteheraptado,yonoteheraptado—dijolentoyestropajoso,

cuandopudohablar.Enaquelmomentoempezaronaoírsecampanadasenelrelojdelaplaza.—Gertru,sonlasdiez.Cuandoquierasnosvamos.Eh,tú,Gertru,cariño.Ramónsehabíacansadoyestabatiradoenlaalfombraconlacabezaenelregazo

desumujer.Quedabamenosgente.GertrulevantólosojosbruscamentealaseñaldelbrazodeÁngel.

—Sí,vámonos;cuandotúquieras.Selevantaron.—Les hemos tenido demasiado castigados —dijo Manolo Torre riéndose—;

ahoralosdejaremosirsejuntos,pobrecillos,quehaganunpocoelnovio.Ángeldiopalmadasenalgunoshombros.—Hastaahora—ledijoaManoloporahoravuelvo.Noosvayáis.Salieronalacalle.Gertrunodecíaniunapalabra.Lepreguntóélquesileduraba

el enfado de lo primero de la tarde y ella dijo que no.Que si se habíamolestadoporquehabíanbailadopoco.

—Queno.Peroporqué.Quétontería.—Estagenteesasí.Sonmodernos.Hayquealternarcontodos.Estandojuntoslo

mismoda,¿noteparece?Estandoyoconminoviabonita.—Claro;quiéndicenada.—Nosé,meparecíaquenotehabíasdivertido.Oye,¿quiéneraesechicodelas

canasquesesentóunmomentoconErnestodondetú?—Unprofesordealemán.—¿Quétedecía?Noloconozco.—Nada.DaclaseenelInstituto.LeheestadopreguntandoquesiconoceaTali.Ángelestabamuycariñosoyeufórico.Enunescaparatequeteníaespejoseparó

ypusosucaramuycercadeladeella.—Miraquédos,lucero.¿Quetepareceatideesosdos?—Quita,hombre,noseas…

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—Arisca,algunasvecesnohayquesertanarisca.—Oye, dice ese chico que por qué no termino el bachillerato —dijo ella de

pronto,mirándoleenelespejo.—¿Quéchico?—Eseprofesor.—¿Yaélquéleimporta?—No,hombre,yodigo también lomismo.Esunapena, totaluncursoqueme

falta.Estoyatiempodematricularmetodavía.Habíanechadoaandarotravez.Ángelsepusoserio.—Mira, Gertru, eso ya lo hemos discutido muchas veces. No tenemos que

volverloadiscutir.—Noséporqué.—Puesporqueno.Estádicho.Paracasarteconmigo,nonecesitassaber latínni

geometría;conquesepasserunamujerdetucasa,bastaysobra.Además,nosvamosacasarenseguida.

Anduvieronunpocoensilencio.—Cuántas veces tenemos que volver a lo mismo. Ya estabas convencida tú

también.—Convencidanoestaba—dijoGertruconlosojoshaciaelsuelo.—Bueno,pueslomismoda.Tehedichoqueloquemásmemolestadeunamujer

esqueseatestaruda,telohedicho.Noloresisto.Llegaronalportaldecasadeella.Enelportalél lebesó losojosy ledijoque

estabamuyguapa,quequitaraelceño,todocasialoído.Ellasedesprendió.—Bueno,mesubo.—No,notesubas.Todavíanomehascontadocómoeraesacocinaquehasidoa

ver.—Muybonita.—Diloconunasonrisa,sinesacara.—Muybonita,preciosa.Mañanateladibujo.—Sitegustaigual,laponemosigual.—Es imposible igual —dijo Gertru con los ojos animados repentinamente—.

Debesercarísima.Parecederevista,deesasquevienenconlospostrespintadosencolores.Esdebonita…notelopuedesfigurar.

—Yquéqueseacara.Mimadrenos la regala,nosevaaarruinarporeso,quetienemucho.Perotú,aversiaprendesahacercosasricas,queyosoymuygoloso.Sino,nohaycocina.

SevolvióalHotelsilbando.PorlossoportalesdelaPlazasecruzóconMercedesyJuliaqueveníandiscutiendoyandandodeprisa.Ledijeronadiós.LaPlazaestabayacasidesierta.

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—Alserenolellamastú.Ylasexplicacionesquetedélaganalasdastú—decíaJulia—.Yonohetenidoquevernadacontodoesto.

—Laculpahasidotuya—sedefendióMercedes—,quetecomportascomounaimbécilconesepobrechicoymehacesquedarenridículo.

—¿Peroquiéntepidenada?Tútemetesenloquenotellaman.Quéasco,niquefuerasmiapoderado.Tengoveintisieteaños,mebastosola.

—Es un chico estupendo, estupendo —le cortó Mercedes con vehemencia—.Tenerunchicoasíydespreciarlo,nosécómonoteenamorasdeél.

Juliaseparó.—Ascoleestoytomando,¿looyes?,asco.Eraunamigocomootro,peroyanole

puedoniver,detantocomomelometéisporlasnarices.—Porquenosabesloquequieres.Porqueeresunahistérica.—Túsíqueeresunahistérica.Ponerteasíporunborracho,queestabacomouna

uva.Averquiénhahechoelridículoestanoche.Túoyo.Cuandosubieronlaescaleradecasaeranlasoncemenosveinte.Nohabíanvuelto

ahablar.—Delodelaterraza,nodigasnadaalatía—pidióMercedesconvozhumilde,y

sintiendoquelacabezaledabavueltas.—Yo qué voy a decir. No pienso decir nada de nada. Te regalo a Federico

envueltoenpapeldecelofán.Cásateconél,sitantotegusta,queestásporélquetematas,hija,queesoesloquetepasa.Cásateconél,sipuedes.

Mercedesseechóallorar.—Despuésdeloquehagoporti.Encima.Encimadequemetomotodastuscosas

comosifueranmías.Sisoyimbécil,silaculpalatengoyo.Eresmala,eresmala.Subían con unos escalones de diferencia. Mercedes delante, y sus sollozos se

fueronhaciendoahogadosysecos,sólocuatroocincohastadesaparecer.AJulialeentróremordimientodeloquelehabíadichoprecisamenteentonces,cuandolaotradejódellorar,cuandolaviorígidayaltiva,conlabocaplegada,losojosenelvacío,mientras se apoyaba en la pared, esperando a que abrieran la puerta. Tardaron.Esperabancomodosdesconocidos.Mercedes semetióencuantoabrieron,dándoleun empujón a Julia con grosería, y ella supo el daño que la había hecho con suspalabras.Juliateníacarta.SeladioCandela,sacándoladelbolsillodeldelantalconunasonrisa.Nolapudoleerhastadespuésdelacena.

Yahabíancenadotodos,yelpadrelesdijounaspalabrassolemnesacercadeloque nunca, bajo ningún concepto, debe hacer una chica decente. Ella apretaba elsobreenelbolsilloconlamanoizquierda.Dijeraloquedijera,quémásdaba,eralaletradeMiguel.Silepedíalomásdisparatado,loharía;haríaloquelepidiera.Pordos veces se encontró con la mirada deMercedes a través de la mesa, unos ojosreconcentradosdesoledadyrencorylepareciómásviejaqueotrasveces.Peroella

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estabaalegre.LacartadeMiguellainmunizabacontratodo.«Soyegoísta,quéegoístasoy—pensódespuésenelcuartodebaño,cuandoyala

había leído por tres veces y había llorado de tanto gozo—. Me vuelvo dura conMercedes,quenotienenada,lapobre,quenosabeloqueesleerunacartaasí.»Sepuso los bigudís lentamente. Le daba pereza entrar en la habitación a dormir. Laventanadelcuartodebañodabaaunpatiotraseroyestabanlasestrellasyunpedazodelunaencimadeltejadillodeotracasa.Miguellahabíabesadomuchísimolaúltimanocheenelrío,sebesaronhastaqueyanopodíanmás.Sealegrabadeesedíaydeeserecuerdocontodasualma.Seacordaríasiempre.LedabapenadesupadreydeMercedesydetodoslosdecasa.

Entródepuntillasyseacostósinatreverseadar la luz.Era incómodono tenerunahabitaciónparaellasola.Suhermananosemovíanihacíaruido,peroestanocheconocía Julia que estaba despierta en que no la dejaba dormir a ella y le impedíasentirselibreconsusrecuerdos.Selaimaginócontraelrincón,conlacabezametidaentrelosbrazos.«Siesperoamañanaparahablarlaespeor;sehabráenfriadolacosayserápeor.Ahora,ahoraqueestoyalegre.Esinjustoqueyotengatantafelicidadyellasufra.»Buscólaspalabras,tratódedecirlas,peronoeracapazdeabrirloslabios.«¿Ysialomejorsehadormido?¿Ysinomecontesta?»Oyóunsuspiro,unsorberdelágrimasdebajodelembozo.

—Mercedes,¿estásdormida?Mercedes…No tuvocontestación.Ser tiernano le salía.Recordó elKempis: debía ir allí y

abrazarla.Selevantódescalza.—Perdóname,Mercedes.—Anda,déjame,vete…—lecontestóunavozterca.—Perdóname,mujer—insistióconesfuerzo—.Hasidolatensióndeestosdías.

No he querido decir lo que te he dicho. ¿Por qué no te vas a poder casar conFederico?ConFedericoyconcualquiera.Soncosasquesedicenpormaldad.Sóloquemedebíashaberdichoquetegustaba.

Diolaluzpequeñita.Mercedestodavíanohabíasacadolacabezadelrincón,perollorabaconhiposquelesacudíanysedejabaacariciarlacabezaporsuhermana,sinoponerresistencia.

—Anda,llora,lloraloquequieras.Noséporquésoytanmalacontigo.Estabasmuyguapaestatardeconeltrajeazul.

Desde su cama, a oscuras, Tali oía el cuchicheo de las hermanas, a través deltabique.

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trece

—¡Bombero,pequeñobombero!—mesaludaronlasniñasalverme.Algunasnomeconocíanaloprimeroporloquehecrecidoyelpeinadodistinto.

Estabanjugandoacamposenelpatio;debíaserhoralibre.Paquita,laViaña,laRoja,todasconsusbocadillosamediocomerydespeinadas.MeemocionóverlaspilasdeabrigosydecuadernoscontralaparedymepusetristeacordándomedeGertru.

—Anda,perosiesTali.¿Cómovienestantarde?—Estecursocreíamosquetehabíasmuerto.—Venacá,hascrecido.—Gabardinanueva,oye,quéelegancia.Menosmalquetelahancompradomás

corta.—Peronovale,asíyanoparecesunbombero.Se rieron. Alicia Sampelayo, la rubia larguirucha, se puso colorada y vino

también al grupo. Alborotaban mucho y hasta las de otros cursos me miraban yhabíandejadodejugar.Lestuvequeexplicarquemehepasadocasitodooctubreenlacamayqueesporlafiebreporloquehecrecido.NisiquierahoymequeríandejarvenirMercedesytíaConcha,apesardequeelmédicoyamemandólevantarhacetres días: se empeñaron en que si quería venir, había quemandar a buscar un taxiporqueesta tardehacíamucho frío,yquehasta lascinco teníaque reposar.Menosmal que el taxista era Enrique Blasco, y le pedí que me dejara en la Plaza delMercadoyque luegonomeviniera abuscar, ymeprometióquenodiríanada encasa.Asíquelacuestamelasubíapie,ynotuvoquevermeningunaenelcoche.

Hecompradounmembrillograndeylohemosrepartidoentreunascuantas.MehanpreguntadoporGertru,queleshaextrañadoquenoestéenlaslistas.Yoleshedichoquesevaacasarpronto.Queconquién.Reginadiounsilbidoypusolosojosenblancocuandolesdijequeconunaviador;abríalosbrazoscomosivolaraytodasse rieronmucho con los gestos y las bobadas que hacía.Quequé suerte, que si elchico era guapo.Nome dejaban en paz con las preguntas.Después se aburrieron;unassepusieronahacerelproblemadematemáticasyotrassiguieronjugando.Yomefuiparaarribacondosotresporquehacíaunpocodefrío.Laúltimahora,deseisasiete,eradematemáticas,peronovinoelprofesor.Casitodassefueronalasseisymedia,yyoesperéunpocomástodavíaparanollegartanprontoacasa.CopiéloshorariosyAliciamehadejadoalgunosapuntesparaquelosvayapasando.Ellasehapuestomedias.Yo todavíavengocon loscalcetinesaltosy loszapatosde lluviadehacedostemporadas,queahoraescuandoseempiezanaponergustosos,yfaltapocoparaquesaqueeldedo;losandoescondiendocomountesoro,porqueMercedesmelosquieretirar.

Alicia se vino conmigo para abajo y por el camino no hablamos casi nada. Se

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habíapuestoallover;alllegaraSanctiSpiritusmedijoqueibaaentrararezarcuatropadrenuestros, que si quería entrar con ella; dije que bueno. La iglesia estaba casisola, con dos velas de lasmás altas encendidas en el altarmayor, y unasmujeresesperandoparaconfesarse.Estuvebuscandoelsantodelanarizdescascarilladaquese ríemuy simpático y nadie sabe qué santo es, pero nome acordaba si estaba elsegundooeltercerodelaizquierdayapenasdistinguíalosbultosdelashornacinas.

A Alicia le salía una voz muy triste diciendo los padrenuestros, y cuando losterminamos se tapó la cara con las manos y noté que se le movían un poco loshombrosporqueestaba llorando.Algooí contar el añopasadoqueesta chica tienedisgustosmuygrandesconsumadrastra,perocomocasinotengoconfianzaconella,meparecía inoportunoquererlaconsolar.Esperéun rato,mirando losguiñosde lasvelassobreelretabloquebrillabapoco,comosiestuvieracubiertodeceniza;porfin,como no se destapaba ni semovía le toqué en el hombro y le dije que yome ibaporqueteníaalgodeprisa.

Alvolveracasamemetíenseguidaenmicuartoymequitélagabardinayloszapatosparaquenonotasenqueveníamojada.Medolíanunpocolaspiernas,peronomequiseacostar.Ahorayacenamosotravezalasnueveymedia,comosiempreenelinvierno.

Estamañana,queeraeldíadeTodoslosSantos,hemosidoalcementerio.Hacíaunsolmuybuenoyamímehubieragustadomásirdandounpaseo,perollamaronaltaxideEnrique.Yomepusedelantedeél.Cuandoestamossolossiempremedicedetú, pero hoy me llamó de usted y señorita. Le deben haber advertido algo lashermanas,lomismoqueaCandela,quetambiénmellamadeusteddesdeelverano.

Porelcaminodelcementerioibamuchagenteconramosdeflores;conelsolylas flores parecían grupos de romería.Lasmujeres daban tirones de lamano a losniñospequeñosaloírtanencimalabocinadelcoche.Pasadoelcampodefútbolhaymuchosbachesysonabanpiedrasquesaltabancontralasaletas;tíaConchanoparabadedecir:«¡Ay,Jesús!»,yEnriquedevezencuandolevantabalosojosysesonreíaunpocoenelespejitomirandoaCandela,queveníaenelsilletín.

Desdelapuertadelcementerio,québienseveíaelcampoylafiladechoposdelrío.Candela sacó las floresy lospaquetesde la limpiezay entramos.Haymuchasmujeresquese traencubosyazadasyhacen laboresde jardineríaalrededordesustumbas;lastienenaisladasconverjasysemetenallícomoenunacasitaarastrillaryquitarhierbas.Luegosequitanelabrigo,sesientanenunaesquinadelalosamirandoparalatierraycomienzansuvisitainterminable.Sitraenniñosconellas,lesdanunbocadilloamediamañana.

Nosotroshicimoselrecorridocomosiempre:tíoGonzalo,doñaAntoniaTejedor,elabueloyporúltimoelnichodemamá.Éstaeslaparadamássolemne.Paramamá

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sereservanlosseiscrisantemosmejores,porqueentransólotresencadaunodelosfloreros finitos.Mercedes alzó la tapa de cristal yCandela la sostuvo y se puso alimpiarlaconunlíquidoblanco.Ellassacarontodaslascosasdedentroylequitaronelpolvocongamuzas.Amísiempremeparecequesobranmanosyquenonecesitanqueayude,asíquemequedéenunaesquinamirando.

Hablabadequé talhaceelpañitonuevodedamascoydel farolde la izquierdaque se tuerce un poco.Yomiraba el retrato demamá, desdibujado en su óvalo derelieve. Tiene el peinado alto y un traje oscuro de cuello muy cerrado, pero laexpresión está borrosa y no se sabe si es de risa o de pena. Yo, como no la heconocido,melaheinventadoamimanera,ydesdeluegonoseparecealaqueestáen ese retrato.Antes de bajar la tapa, la tía besó las letras donde pone «RIP JuliaGuilarte»,yluegonospusimosarezarlaestación,yaellasselescaíanlaslágrimas.Yoamamálaechodemenosmuchasveces,peronuncacuandovengoalcementerio,por eso no lloré. Estaba, al contrario, muy alegre con el sol a la espalda y unospájarosquecantabanenloscipreses.

Cuando salíamos había un chico y una chica de luto, de pie, santiguándosedelantedeunnichocomosiyasefueran,ylashermanassepararonconellos.Yomequedéatrásporquenolosconocía,mirandolosletrerosdeaquellaparte,losangelitostanfeosdemerengueduro,ydeprontovielnombrededonRafaelDomínguez,elcatedráticodeHistoriaNaturalquemurióhacepocotiempo.Meempinéparaponerleunasfloresquehabíansobradoymedioporpreguntarmeadóndehabráidoapararlacoleccióndepiedrastanbonitaqueleentreguéelañopasadocuandolosexámenes.

—¿Quéhaces,Natalia?—seextrañóJulia,separándosedelosotros.Y al volver la cabeza, vi que la chica de luto me estaba mirando con mucha

atención.—Demanera que tú eres la pequeña, la que va al Instituto—me dijo, cuando

echamosaandartodoshacialasalida.—Sí.Sehabíapuestoamiladoymepasólamanoporlaespalda.—Yotambiénheestudiadoallí.Sivienesundíaporcasa, tepuedodar librosy

apuntesquealomejortesirven.—Muchasgracias.—Nomedeslasgracias,peroven.Tushermanassabendondevivo.Alapuertanosseparamosymevolvióadecir:—¿Vendrásaverme?Yme extrañaba la insistencia, porque no comprendo que pueda tener nada de

interésmiamistadparaunachicamayor.Mebesó.Elchicodiolamanomuyserio.Luego,enelcoche,meheenteradodequesonloshijosdedonRafaelydequeellasellamaElvira.Tienelosojosmásbonitosquehevisto.

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Hoy ha sido la tercera clase de alemán.A la salidame vine conAlicia por lacuesta de la cárcel. Ella vive bastante cerca de casa, en una callecita detrás de lacatedral,perohastaestecursonolohabíasabido.Desdelaventanademicuartoseveeltejadodesucasa.Aliciahablapocoymegustaestarconellamásqueconlasotraschicas,queseríensiempredetodoyporlasbobadasmásgrandes.

Hacíaunatardeestupendayandábamossinprisaporqueeransólolasseis.Nosparamos en la Plaza del Mercado a oír al charlatán de la culebra, y daba perezaarrancardeallí.Porfinnosfuimosyyosaquémibocadillo.LehedichoaAliciaquesiellanoencuentraqueelprofesordealemánestáunpocotriste,peroelladicequeno,queleparecemuysimpático.Quétienequeverlasimpatía;siademásnoesqueesté triste tampoco exactamente, es que tiene un aire de estar en otro sitio, algoespecial, que dan ganas de saber lo que está pensando. Se lo venía explicandobastante alto y con entusiasmo para ver si se lo hacía entender, y de pronto él enpersonasenospusoallado.Yonosénicuándoapareció,porquemehabíaparadounmomento hablando, y al mirar a Alicia me chocó la cara que estaba poniendo;entonces es cuando le vi a él en la parte de allá.Dijo que buenas tardes y que siíbamosdandounpaseo,peronoeraunsaludodepasadasinoqueechóaandarconnosotras,anuestropaso.Menosmalquesehabíapuestoal ladodeAlicia,ycomoellamecogiódelbrazoparaseguirandando,me lo tapabacasicompletamente;asíoía lo que hablaba sin tenerle quemirar.Nos tenía que haber oído, seguro, lo quedijimos,siveníadetrás.Nialevantarlacarameatrevía.

Dijoque legustan lasclasescomolaquehemosdadohoy,conpocasalumnas,peroqueleextrañaelpocointerésquetienenlaschicasde todos loscursos,ymástodavía que las que faltan le pongan pretextos de enfermas, habiendo advertido éldesdeelprimerdíaquepiensadaraprobadogeneralynoponerfaltasdeasistencias.Porlovistosiemprelohahechoasí,tambiénenotrossitiosdondehayadadoclase,enelextranjeroodondesea,estodenoobligaranadieaaprender;dicequenadamásaprendeelquetieneganasyqueporesonodasobresalienteninada,paraqueelqueestudienolohagaporlanota,sinoporelinterésdeaprender.

Yo iba muy tímida.Me admiraba la serenidad con que Alicia atendía y decíaalgunacosaparacontestarle,levantandolacarahaciaél.Porejemplo,ledijoqueelcertificadomédicoqueyolehabíapresentadoelotrodíanoerafalso,queyosíhabíaestadomalatodoelmesdeoctubre.Yentoncesélserióydijoquequébuenaamiga,ycruzólacabezapordelantedeellaparamirarme.Paramílopeoreranosaberquéhacerconelbocadilloamediocomer.Siseguíacomiéndolo,semequitabandeltodolasesperanzasdellegaradecirunapalabraconlabocallena,yllevarloenlamanoera tanto estorboque sólopodíapensar endeshacermede él; así quenodejabademirarporsiveíaalgúnpobreparadárselo,yporfinabrílacarteraylometíallí,sin

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envolverninada,comoquesemehallenadodegrasatodoelcuadernodelimpiodeliteratura.AtodoestollegamosalabocacalledeAliciaypasóalgohorrible,queelprofesor llevabamimismo camino. Cuando quise recordar ya estábamos andandojuntoslosdossolos.Sesalióymedejópordentrodelaacera.Yomepuseacontarlosportalesquefaltabanpara llegaracasa,ymesentía ridículasindecirnada.Meparéunmomentoenelescaparatedelalibrería:estábamoslosdosenelespejodelfondo,élmásatrásdemí,muchomásalto,yenesemomento sepusoahablardeunas revistas alemanas que había allí. Dijo el título con familiaridad como si yotuviera también que conocerlo, y decidió comprar algunos números para queleyéramosenclaseHablabatodavíaenpluralcomosiAlicianosehubieraidoEntróen la librería y yo con él; ni siquiera pude hacer otra cosa porque se apartó paradejarmepasardelante.

Yaallídentro,mientrasesperábamosquenosatendiera,meparecíanaturalestarjuntosymedabamenosapuro,sobretodoporqueélhabíavueltoahablar.Decíaqueelalemánesunalenguamuyexactaycientífica,indispensableparaalgunosestudios.Al salir de la tiendame hizo la primera pregunta directa, que qué carrera pensabahacercuandoacabaseelbachillerato.Ledijequenosabía,quenisiquierasabíasiibaahacercarrera.

—¿Cómo?¿Estamosenséptimoytodavíanolosabe?Leexpliqué‚quedependíademipadre,quelegustabapoco.—¿Quéesloquelegustapoco?—Losestudiosengeneral,nosé;queestétodoeldíafueradecasa.Comosoyla

máspequeña.—¿Yquétienequeverqueseaustedlamáspequeña?¿Quérelaciónhay?—Comolasotrashermanasnohanestudiadocarrera.—Porquenohabránquerido.¿Olesgustaba?—Nosé.Mesiguiópreguntandocosas,y lodepapáno loentendía,aunque laverdades

quetampocoloentiendoyo.Peroélmenostodavía,claro,porquenoconoceapapáynohaoídolasconversacionesquesetienenenbocaylascríticasquesehacen,yeso.Ledijequedeestudiarmegustaríacienciasnaturales,todoloquetratadebichosyfloresycosasde laNaturaleza.Creoquehayunacarreradeesto,aunquenoestoymuycierta,porquesóloconGertrulohehabladoalgunavez.Sequedómuypasmadodeque,queriendoyo,admitieraladudadeestudiarcarreraodejarladeestudiar.Dijoqueeraabsurdo.

—¿Peroustedhatratadodeconvencerasupadre,hainsistido?—No,nomucho todavía.Lomalodeesacarreraesquemepareceque tendría

queirmeaMadrid.—¿Yqué?¿Nolegustaría?

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—Sí,claroquemegustaría.—¿Peroquéesloquepasaconsupadre,quéobjeciónpone,vamosaver,queno

loentiendo?Meperseguíaconunapreguntadetrásdeotra,yamímedabarabianosaberle

contestarbien,casisóloconbalbuceosyfrasessinterminar,conloclarosqueeranencambiosusargumentosylarazónquetenía.Tratédedecirlequeyonopuedodiscutirmuchoencasaporque soy lapequeñay se ríendemí,y tambiénquemipadrehacambiadomuchoynosueleescucharnihacersecargode lasnecesidadesdenadie,queantes,demásniña,podíapedir cualquier cosay siempreme lodaba.Peromechocabaqueestascosasestuvieratratandodeexplicárselasaundesconocido.Claroquenomeparecíaundesconocido.Memirabaatentamenteycompletabaalgunademisfrases,animándomeaseguir.Noshabíamosparadodelantedecasayyomirédereojo,porsihabíaalguienenelmirador.Nohabíanadie.

—Yovivoaquí—ledije.Sesonrió.—Muybien.Peroesodesupadrenoestámuyclarotodavía.¿Noleapetecevenir

atomarseuncaféconmigo?—No—ledije—,muchasgracias.Estarde.Queeratarde,esoledije,quéidiotasoy.Allí,desdeelportal,seveíanunasnubes

rosaal finalde lacalle,yera lahoramásalegreydemejor luz,el solsinponersetodavíaigualqueprimavera.Dijequeeratarde,laprimeracosaquesemepasóporlacabeza,depuroazarodequemeinvitara,depuraprisaquemeentrópormetermeydejarledever.Peroencuantomevidentrodelaescalera,enelprimerrellano,subidoaquel tramo de escalones de dos en dos, me quedé quieta como si seme hubieraacabadolacuerdaysentíquemeahogabaenlooscuro,quenoeracapazdesubiracasa a encerrarme; ni un escalón más podía subir. Entonces me di cuenta de lomaravillosoqueeraquemehubierainvitadoymeentraronlasganasdemarcharmecon él.Me puse a pensar en todo lo que había dicho, en la conversación dejada amedias.Sivolvíaabajardeprisa,todavíameloencontraba.Leencontraba,seguro.Estabaparada,casisinrespirarynoseoíanadaportodalaescalera.Nomedecidía.Luegooíunapuertayvocesquebajaban,ymesalíasaltosdelportal,sinpensarlomás. Eché una ojeada parada en la acera. Volvía tía Concha del rosario, con otraseñora.

—Niña,¿adóndevastansofocada?Métetebieneseabrigoantesdesalir.—Sinohacefrío.—¿Adóndevas?—Acasadeunachica,apedirlesusapuntes.—Unachica,¿quéchica?—Nolaconocestú,unaqueviveaquícerca.

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—¿Yporquénoseloshaspedidoenclase?—Nohaido.—Llámalaporteléfono.—Notieneteléfono.—¿Tantaprisatecorren?—Sí.Estabadispuestaacontestaratodaslaspreguntasenelmismotonodevoz,una

respuestadetrásdeotra,sincederenmipropósitodesaliralacalle.Alprofesoryanoseleveíaportodoloqueyoabarcaba.

—¿Quémiras?—Nada,adiós,tía.Por finme fui. Para disimularmemetí por la callejuela dePalomares; hice un

pocodetiempoyvolvíaasomar.Latíayanoestaba.Peroéltampoco.Nada.Miréalrededor con más libertad. Ojalá le encontrara. Que había salido a comprar uncuaderno,ledecía.Semehabíapasadodeltodolavergüenza.¿Dóndepodríahaberido?¿Aalgúncafédelaplaza?FuialaPlaza.Estuvedandovueltas;habíamuchossoldados.Delantedetodosloscafésmeparabaunpoquitomirabaporloscristales;nisiquierateníamiedodequemepudieraverpapáoalgúnamigosuyo.Nopodíadelasganasdeverle;alomejorloteníacerquísima.Loibabuscandoporeltamaño,nialtoni bajo, peromás bien alto.No lleva gafas en la calle; en clase las lleva y parecemayor.Andaríapaseando.Seguramentenotieneamigosporqueesnuevo,¿quéibaahacer él solo, con una tarde tan buena?Además, se le habían notado las ganas depasear. Iba tan atenta, queme tropecémuy fuerte con unos soldados, y ellos, porbroma,mehicieronuncorroalrededorynomesabíasalir.Serieronmucho.«Vayaundespistequellevas,moza.»

DespuésdedarvariasvueltasalaPlaza,yaempecéapensarqueelprofesormehabíainvitadoporcumplidoyqueseguramentesehabíaalegradodequerechazara,ymedeshinchéunpoco,aunquenopodíadejarlaideadeencontrarle.Imposiblequesehubieraidoasucasa.

Mebajéhaciaelrío.Mepuseimaginarcómoseríanuestraconversaciónsimeloencontrara.Desdeluegonoestaríatansosa,nitendríanerviosnirecelo.Hablaríaconél seria y tranquila, como había hablado Alicia, y le miraría a la cara de vez encuando.

DesdeelPuenteviejovianochecer.Estabanamarilloslosllanosdelaislitaysefueronponiendogriseshastaqueparecíanelfondomedioborrachodeundibujo.Acada paso de personas que oía detrás demí, estaba esperando que fuera él y quevinieraaponersedecodosallíamilado,perocasisiempreeragenteconburros,omujeres que volvían al arrabal andando de prisa.Me quedé allí hasta que tuve unpocodefrío.Mepesabanlospies,subiendolacuesta,delaspocasganasqueteníade

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volveracasa.Yamedabaigualtardarunpocomásounpocomenos,ibaatenerquedarexplicacionesdetodasmaneras.Memetíporcallejasypasépordelantedelportalde Alicia, una casa humilde. Nunca he entrado. Otro día no hubiera entrado pormiedo de ser inoportuna, pero hoy tuve ganas; no podía por menos de verla.Meacordabadeellaconadmiraciónpor lobienquehabíahabladoconelprofesor, tanseguraytandiscreta.Otraschicassehabríanexplicadomejor,luciéndosemásenuncasoasí,perounasconesedesparpajoquetienenparareírseluegoentreellascomoReginayVictoria,yotrasporhacerselasamables,porpurapelotilla.

Del portal se entraba a un pasillo de ladrillos levantados. Casi no se veía. Ibapisandoconcuidadoparabuscarlaescalera,orientándomeporelllantodeunniño.Al avanzar le distinguí al fondo, sentado en el suelo, las piernas abiertas sobre losladrillos. De pronto se abrió una puerta que le iluminómucho y unamujer salió,dándolevoces.Elniñollorómásfuerteyellaseagachóhastadondeestaba.Loqueríaarrastraratironesporunbrazo.

Meacerqué.Nosabíasimehabíavisto.—¿AliciaSampelayoviveaquí?—AliciaSampelayo,parecéisduendes,¿quélaquierestú?—Queríaverlaunmomento.SoyunacompañeradelInstituto.Lamujereraaltayllevabaunabatablancadeenfermera.Sepusoaamenazaral

niño, sin hacerme mucho caso. Hasta que no consiguió cogerle del suelo no mevolvióamirar;estábamoseneltrozodeluzquesalíadelapuerta.

—Entraconmigo—dijo—.Esaquí.Entramosaunahabitaciónqueteníaespejosysillonesdepeluquería.Unacabeza

saliódedebajodeunsecadorqueestabafuncionando:unacaramuyroja.—Luisa,¿adóndesemete?Melopongamásbajo,meabraso—dijochillando.Lamujer se disculpó por señas, señalando al niño, que tenía agarrado por una

manga. Yome había quedado en la puerta. Estaba todo bastante revuelto y olía aleche agria. Vi una máquina de coser, estampas de artistas de cine recortadas ypegadasenunespejo.

—¡Alicia!—llamó la mujer de la bata blanca—. Que aquí hay una chica quepreguntaporti.Entraahíasucuarto.

Sevolvióamíymeseñalóunacortinadefloresquehabíaalfondo.Aliciaapartóaquellacortinaysacólacara,cuandoyacasihabíallegadoyo.

—Ah,hola,erestú.Pasa.Desdesucuarto,queeraunaalcobapequeña,seoíatodoelruidodelsecador.Le

preguntéque sino lemolestabaparaestudiar.Teníaencimade lacama la tabladelogaritmosycuartillas.

—¿Elruidoese?Quéva;yoyanilooigo.Siéntate.Ellasesentóen lacamayyoen laúnicasillaquehabíaMeparecióquenose

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habíaextrañadodevermeporquenomepreguntónada.—Estabahaciendoelproblema.Nomesale.Túyalohabráshecho.Ledijequenoporquenohabíavueltoacasatodavía;quehabíaestadodandoun

paseo.—Alomejortemolestaquehayavenido,perocomopaséporaquídelante…—No,mujer,megusta.—Enseguidamevoy.Nohevenidoanada,teadviertoSóloporverte.—Pues claro, si te lo agradezcomucho, eres tonta. ¿Por qué nome ayudas un

pocoalproblema?Unproblemabastantefácil.Aliciasiemprehasacadonotasbajas,notableloque

más,aunquedebeestudiarmuchoMedabamiedoqueseavergonzaraporloprontoqueresolvíelproblema,peromediolasgraciassinnadadeapuro.Medijoqueaellalasmatemáticasseledanfatal.

—Oye—lepregunté—.¿Túquécarreravasaestudiar?¿Yalohaspensado?Sepusounpococolorada.—Novoyahacercarrera—dijo,andándoseenlasuñas,comootrasvecesquese

azara—. Bastante si termino el bachillerato. Esmuy caro hacer carrera y se tardamucho.Túsíharás,conlolistaqueeres.

Le dije que no sabía.Medaba vergüenza hablar demíEllame parecíamuchomásimportantequeyoymásseriamuchísimomayor.

Mehacontadoqueencuantoapruebelareválidasequiereponeratrabajarparaganar algo de dinero. Hacer alguna oposición a Correos o a la Renfe, que pidenbachillerato.

Dos veces entró la mujer de blanco a buscar alguna cosa y nos miro muyfijamente,igualquesihubieraentradosóloamirarnos.EraunpocoviolentoporqueAliciasecallabayyotambiénhastaquesevolvíaairdelcuarto,peroporotrapartemegustabaporqueparecíaqueteníamosunsecretolasdos.Despuésdeunpocodetiempo,separóelsecadoryseapagólaluzdefuera.

—Alicia,cuandosevayaesachica,venalacocina—dijolamujer.Yomedespedí.Lehedichoquesiemprequetengadudasenlosproblemas,que

vengaacasaahacerlosconmigo.Delprofesornohemoshabladonada.

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catorce

«Sillorasporquehasperdidoelsol,laslágrimasnotedejaránverlasestrellas»,habíaleídoTeoenunlibrodepensamientossobrelaresignaciónyeldolorqueteníasuhermanaen lamesilladenoche.DijoasumadrequecompraracafébuenoysemetióensucuartoaprepararlasoposicionesaNotarías.

—¿YanovaaMadrid?—lepreguntabanaElvirasusamigas.—No.Hadichoquenonecesitaacademia,quelaspiensasacarlomismoahora.Seráquenoquieredejarossolasatumadreyati.—Nosé.—Chica,quéfiera,yoleencuentrounméritoenorme.Vayafuerzadevoluntad,

conelánimoquetendrádespuésdeloqueoshapasado.—Dicequeesodelánimoespretextodevagos,quequererespoder.—Yaves,iguallassaca.¿YEmilio?—¿Emilio,qué?—QuesilassacaráEmilio.—Ay,vayapreguntas,yoquésé.—Mujer,algotehabrádicho,¿novieneaestudiarcontuhermano?—Esoparece,algunavezloveoqueviene.Enplandeconsulta.Laschicassinnovioandabanrevueltasacadaprincipiodetemporada,pendientes

deloschicosconocidosquepreparabanoposicióndeNotarías.Casitodasestabandeacuerdo en que era la mejor salida de la carrera de Derecho, la cosamás segura.Otras,lasmenos,poníanalgunosreparos.

—Hija,pero también, tecasasconunnotarioy tienesquepasar lomejorde tuvida rodando por dos o tres pueblos.Cuando quieres llegar a una capital, ya estáscargadadehijos,yviejaynotieneshumordedivertirte.Unapaletaparatodatuvida.

—Sí, déjate de cuentos. Pero gananmuchísimo.Y si hacen buena oposición ytienennúmeroalto,puedenempezarporcapital,yentoncesyanotedigonada.Alomejoralostreintaaños,estáscasadaconunnotariodeMadrid,¿túsabesloqueeseso?

—Sí,sí,alostreintaaños…Seveíandelbrazodeunchicomaduro,perojuvenil,respetable,perodeportista,

yendoalosestrenosdeteatrosyalosconciertosdelPalaciodelaMúsica,conabrigodeastracánlegítimo;sombreritopequeño.Teniendouncirculo,segurasyrodeadasdeconsideración. Masaje en los pechos después de cada nuevo hijo. Dietas paraadelgazarsindejardecomer.YelmaridoconCitroën.

Estenotariojoventenía,enlossueñosdemuchaschicaselrostroimpenetrabledeTeo.

Teoeraserioypocosociable.Nuncahabíaidoalcasinoniselehabíaconocido

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novia.Alasmeriendasquealgunavezhabíadadosuhermananosalía,nillamabaalas chicas por su nombre, aunque las conociera bastante.Distante.Una especie deimposible.AElviraerainútilsonsacarlealgodeéldesusgustos,delavidaquehacia.

—QuéreservadodebeserTeocontigo¿Verdad?—¿Enlascosasdelosestudios?—Entodo.—Puessí—yElvirahaciaungestovago—.Legustahablarpoco.Enestascosas

delosestudios,yoloencuentronatural.Novasaandarhablandodelomismotodoeldía.

—Ya ves, qué raro. Y, sin embargo, a ti bien te quiere. Dos hermanos másunidos…

Alirse,mirabanderabilloalapuertacerradadelcuartodeTeo,queestabaenelángulo,ytaconeabanmásdespacio.

—Alomejorlehemosdistraídohablandotanfuerte.—No,mujer,nocreo.—Ledasrecuerdos.—Detuparte.AElviracadavez le fastidiabamásquevinieranamigas.Legustabaestar sola,

tumbarseenlacamaturcadesucuarto,sinhacernada,conlosojosfijoseneltecho,y cuandopodía fumar algúnpitillo sentíaunaenormevoluptuosidad.Seoíapor eltabique el murmullo monótono del hermano que estudiaba en voz alta. Comodiciendooraciones.Conocíaellasuspaseoshastalapuerta,luegohastalaventana,yel ruido de la silla apartada para sentarse, apartada para volverse a levantar.Y lastardes quehabía venidoEmilio,Elvira diferenciabade la otra suvozmás agudaynerviosayseimaginabalasfigurasdelosdos,susactitudes;Teoconlasgafasenlamano, el otro contra el cristal de la ventana —ahora tal vez se había movido ofumaban—, como estampados en un tapiz desvaído cuya fija contemplación laadormecía.

UnatardeoyólapuertadelcuartodeTeoyluego,depronto,seabrióladelsuyo,yEmilioentrósigilosamenteycerródetrásdesí.

—¿Quéhaces,loco?¿Aquévienes?—sesobresaltóElvira,incorporándosesobreloscodos,yechandolaspiernasabajodelacama.

Emilioestabamuyagitado.Hablóenvozbajasinavanzar.—Elvira,porquenopuedomás,porquenecesitoverte.—Mevestodoslosdías.—Peroasínomebasta.¿Nolocomprendes?Siempreconlosdemásdelante,sin

podertecasinimirarparaquenosospechenadie.¿Paraquiénfingimos,porfavor,yparaqué?Cadavezloentiendomenos.

—Habíasdichoquetebastabaeso.

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—Habíadicho.Peroestonoesuncontrato.Resultadifícil, imposible, como lohabíamosdicho.SiporlomenoslosupieraTeo.

Habíaavanzadohacialacama.Ellaselevantó.—Te he dicho mil veces que no soporto estas historias de los noviazgos

familiares.¿Nomeescribesytecontestocasisiempre?¿Paraquémás,ahora?Lovasaechartodoaperder,lovananotartodos.Nohacesmásqueinventarpretextosparahablarmeasolas;metienestodoeldíanerviosa,intranquila.Habíamosdicho:esperaraquesaqueslaoposicióncomosinopasaranada,¿nohabíamosdichoeso?

—Yolaoposiciónnolasacaré—dijoEmilio—.Nolapuedosacarasí.Necesitosaber queme quieres, estar seguro; si no, ¿de dónde voy a sacar las fuerzas paraestudiar?Estudiosóloporti,¿túquieresqueestudie,verdad?

—Claroquequiero.—Mírame, lodicescomosingana.Nomequieres.Estásen lahabitacióndeal

lado,meoyeslospasos,comoyoati,mevesunminutoalahorademerendar,oaladeirme,unpocoalgúndomingoycasisiemprenisiquieraeso,yestástranquila,tebasta.¿Onoestástranquila?

—Claroqueestoytranquila.Novolvamosconlahistoriadesiempre.¿Porquénoibaaestartranquila?Séquemequieres.Mebasta.¿Túsabesloqueespasarsealomejor tres años de novios formales, con la gente pendiente de si nos cogemos lasmanitasonoslasdejamosdecoger?Anda,no;veteahora,nomehagaspasarestosratostanmalos.

—Elvira,esodelostresañosesporquetúquieres.Podemosarreglarlodelaotramaneraquetedije.Casarnosenseguida,siloprefieres,irnosalafincademispadresy preparar yo allí la oposición. Vivir solos en el campo todo ese tiempo, ¿no tegustaría?

Elvirasequedóconlosojosenunpunto.Emiliohabíallegadoasuladoyleteníacogidalacaraconlasdospalmas,leretirabaelpelohaciaatrás.

—Sí —dijo—, sí; tal vez me gustaría. Ya veremos, vete ahora. El domingohablaremos,anda…

ÚltimamenteElvirahabíaexageradolaactituddistanciante,derehuirle.—No sé qué le pasa, está distraída, impaciente cuando la hablo. A veces me

parecequenomequierenada—lecontóEmilioaPablo,queerasuúnicoconfidente.Había ido una noche a verle a su pensión y dos tardes a esperarle al Instituto,

siempreenmomentosdetotaldesaliento.—Nopuedodormirniestudiar,ninada.Siyosupieraseguroquenomequiere,la

dejaría,peroesqueconellanuncasesabe.Dicequesí.Estoyllenodedudas,quizáella cree queme quiere pero necesitaría un hombremás seguro de símismo,másenérgico.Desdeluegotienemuchomástemperamentoqueyo,nuncalaentenderédeltodo.¿Atiquéteparece?

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—Quéséyo,notepuedodecir…¿Noosibatanbienalprincipio?—No,sinonosvamal.Pero lacosanuncahasidonormaldel todo.Yaelaño

pasadointentamosylotuvimosquedejar;cambiatantodeundíaaotro.—Perolodeahoraesmásserio.¿No?—Yocreoquesí.Megustaríasaberloqueellapiensacuandoestásola.—¿Peronoteescribe?—Sí,meescribe.Perodigosaberloquelecontaríadetodoestoaunamigo,ati

porejemplo,silaconocierasmás,ylesonsacaras.Paramíseríamaravillosoquetúpudierashablarconella,¿porquénoloprocuras?

—Apenaslaconozco,notengoconfianza…—Conquevolvierasunpocoporlacasa.Undíapuedesvolverconmigositeda

apurosolo.—Sinoesquemedéapuro…—Es que tú podrías ayudarmemucho.Yo contigo hablomejor que con nadie.

Precisamenteporqueeresneutral,porquesesabeseguroquenovasacomentarloconotras personas. Yo lo sabía, desde que te conocí, que te iba a buscar cuando tenecesitara,tienesunainteligenciadistintaaladelosdemás.

Pablohacía largossilencios.Lanochequeestuvieronensupensión,Emilio,enunciertomomento,setapólacaraentrelasmanosyseestuvoasíhastaqueelotrolepreguntóquelepasaba.

—Esquemeparecequeteaburroconestashistorias.Peroestoytanindeciso.—Queno,hombre,porDios,sinomeaburres,esquenoséquédecirte.Quizá

seríamejorquenoinsistierasdemasiado,quehicierasloqueellatepide.Déjala,sisequieresentirlibre.Fíatedeloquetedice.Noveoquehayatantoproblema,eltiempolodirátodo.Túdéjalaasuaire,quedecida.Yatevendráabuscar.

EmpezóEmilio adistanciar las cartas, que antes escribía aElvira a diario.Losdomingos,envezdeandarmendigandounosminutosdecharlaasolasconella,noaparecíaporlacasa,yseibaconPabloalcine.APablolegustabaelcineModerno,queseconservabaexactamenteigualqueél lorecordaba,conbutacasdemadera,ynoviosbaratoscomiendocacahuetes.LedijoaEmilioqueallíhabíavistoélconsupadrepelículasdeHeintzRuthmanydeJanetGaynor.

—Yyotambién,yalocreo,tenemoslosmismosrecuerdos.Descubrieron que eran exactamente de la misma edad, que habían nacido con

unos pocos días de diferencia, y esto a Emilio le pareció un acontecimientotrascendental.AdmirabayqueríaaPablocomoaningúnamigo.Conélnoseaburríaenningúnsitio.SalíandelcinedelasesióndelascuatroyseponíanadarvueltasporlossoportalesdelaPlazaMayor,queaaquellahoraestaballenadesoldados.

—A mí solo —decía Emilio— nunca se me hubiera ocurrido pasear en undomingoaestashorasporaquí.

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—Yovengomucho.Estáresguardadodelfríoymegustaandarasí,conlamismaperezaquellevaestagente,oírloquevanhablando,sinprisa.

—¿Porquénoescribes?Túeresungranpoeta.—Nomemates,yoquévoyaserunpoeta.—Sí—decíaEmilio con entusiasmo—.Tú no encuentras vulgar ninguna cosa.

Todoloconviertesenalgoquetienevida.—Sinotegustanosvamos,nossentamosenuncafé.—Comoquieras.Lossoldadosseapelotonabanacortarleelpasoalosgruposdeniñasquesalían

decasacogidasdelbrazoyvolvíanigual,sinsepararse,pormuygrandesquefueranlasapreturas.OtrossequedabanensilenciodelantedelosescaparatesconmaniquísqueparecíanpuestosasecardetrásdelcartelitoCERRADO,pegadosalcristal,comosifueranasorbersetodalatiendavacía.

Enelcafé,EmiliolehacíaaPabloelresumendelasemana.—Teníasrazón.Hastaestudiomás.—¿Estásanimado?Mealegro.¿Vescómonohaynadatangrave?—Sí,hombre,esmuchomejorasí,comotúdices.Ademásahora,cuandolaveo,

estámáscariñosa,sesientaamiladoymehabla.Noleimportaquenosvean.—¿Cuántascartaslehasescrito?—Dos.—Puesparaestasemanasólouna.—Bueno.Nosésivaanotarqueestáctica.—Queno,hombre.Túnolehabrásdichoqueyotedoyestosconsejos,ninada…—Nada.Nolehehabladodeti.Perotienesquevenirundía.AcordándosedePablo, comodeunmaestro, lascartasque le salíandemasiado

largasyapasionadaslasguardabaylassustituíaporunacuartillabreve,casifrívola.Luego,denoche,encasa,antesderomperlas,lasreleíacondesesperación.Aveces,cambiándolasunpoco,lasconvertía,amáquina,enpócimasalambicadosyretóricosque se complacía en perfilar. Así se acostaba más satisfecho de sí mismo, con lasensacióndenohaberdesaprovechadosussufrimientos.Esasvecesseveíacomounser privilegiado, capaz de complicaciones y desdoblamientos que otros no podríancomprender.LascartasselasdejabaaElviraeneltiestodelrecibimiento,yyanuncase las daba, como al principio, por debajo de lamesa del comedor a la hora de lamerienda,acariciándole,depaso,lamano,fugazmente.

—Ahora estudio mucho mejor contigo, no sé por qué—había notado Teo—.Adelantamosmuchomás,¿nolonotas?

—Sí,puedequesí.Lacriadalesavisabacuandoeralahorademerendar,dandounosgolpecitosenla

puerta:«SeñoritoTeo,queestapuntoelcaféconleche».

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—¿Quéteparecesinoslotrajeranaquí?—llegóadecirEmilioalgunastardes—.Nosentretenemosmenos.

—Sí,esverdad.Oye,comosigamosasí,ventodoslosdías.Alahoradelamerienda,tambiénsolíahaberotraspersonasenelcomedor,gente

queveníaa acompañara lamadre, todavíacon suspirosdepésame.Cuando salíanellos,Emilioseesforzabaporsuperarsupropiacircunstanciay,sobretodosiestabaElvira,semostrabaingeniosoydivertido,siempreconeldonaireenloslabios.

—Esencantadorestechico,Emilio,¿verdad,Lucía?—ledecíana lamadre lasseñoras.

—Sí,muysimpático.Y,además,inteligente.—¿YconElvira,quéhay?—PorDios,nada,seconocendesdepequeños.Yanoveníantantasvisitasyse ibanpronto.Lamadreteníapocaconversación,

TeoestabasiempreestudiandoyElviranosalíacasinunca.—Total para qué va una a venir—comentaba alguna señora que coincidía con

otraysalíanjuntas—.Parecequelesmolesta.Lohaceunaporbienyyocreoquenilo agradecen. La chica, nada, ni aparecer. Que era lo natural, al fin y al cabo,acabandode terminarseel rosarioporelpadre,comoaquelquedice.Aunquenadamásfueraporelquédirán.

Elvira, cuando salía a la visita, estaba silenciosa; recorría con insistencia losretratospegadosdebajodelarepisa.

—¿Yqué,Elvira,hasvueltoapintar?—No.—¿Cómoqueno?—interveníalamadre—.Estáterminandoelretratodelpadre

Rafael.Lopintadememoria.—Vaya,dememoria,quémérito.—Bueno,mamá,perodeaquíaqueloacabe.Notrabajonada.—Yonohevistonadasuyodesdehacemuchotiempo.¿Tienesalgodeloúltimo

porahí?—No,estodomalo.—Paratiestodomalo.Nuncaestácontentadeloquehace.Enséñaleselbodegón.—Queno,mamá,estásinrematar.—Pueslodelacatedral.Lacatedralestabaamoratadacontraunasnubescolorguinda.Elbodegóneraun

pocomásrealista.—Amíelmelón,loquemásmegustaeslasombradelmelón.—Ponloallí,unpocomáslejos.—Claro,sevequeestásinterminar.—DeestapinturadeestilomodernohayquehaberVistomuchaparaqueguste—

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comentabalamadre,cuandolachicaretirabaloscuadros—.Loquetieneellaesqueescompletamenteoriginal.Sesaledelodesiempre.

—Sí,desdeluego,esosí.—Lollevadentrolodelapintura.Unatardellamaronalapuertacuandoestabanmerendando.Elvirahabíaquerido

llevaraEmilioasucuartoparaenseñarleuncuadroquehabíaempezado,peroéldijoqueselotrajeraallí,yloteníanapoyadoenelhuecodelbalcón.

—Leechasuncoloraloscielos,hija—dijoEmilio—,quepareceelminiodelaprimeramanodelasverjas.

Ellalovolviócontralapared.—SiesdoñaFelisa, lapasasaquí—ledijo lamadrea lacriada,quesalíapara

abrirlapuerta.—Seaquiensea,nosotrossaludarymarcharnos,¿eh?—leadvirtióTeoaEmilio,

sorbiéndoseloúltimodelataza.NoeradoñaFelisa.Seoyóuncuchicheoen laentradayvino lachicaconuna

tarjeta.Elvira lacogióysequedóquieta,mirándola.Sesentóyladejóenlamesa.Emilioseacercóporencimadesuhombroylaleyóenaltavoz.

—Pablo—dijolevantándosemuyeufórico—.HombrePablo.Melohabíadichoquevendríaundía.Pasa,Pablo.

Leabrazóenlapuerta.Elviraestabadeespaldasynosemovió.Levioavanzarparasaludarasumadre,inclinarsehaciaelsofádondeestabasentada.

—Les he dicho a los chicos tantas veces que le trajeran a usted. Basta que elpobreRafaelleconociera.Peroporlovistonoestáustedmuchoencasa.Teolehatelefoneadoalgunavez.

—Sí,señora;salgobastante.Megustapasear.—A su padre también le gustaba, era muy andarín su padre. Pero siéntese. A

Elvirayalaconoce,¿no?PablodiounospasoshaciaElvirayletendiólamano.—Sí,tengoesegusto.Luegosevolvióysesentóenunabutaca,alladodelamadre.—Pues nosotros ahora no le podemos atender como quisiéramos en estas

circunstanciastandolorosasqueatravesamos.Yaseharácargoynosdisculpará…—Naturalmente,señora,sierayoelqueestabaenfaltaconustedes.—SielpobreRafaelviviera…Empezaron las viejas historias.Vino Teo a sentarse allí cerca. Emilio se había

quedadodepiedetrásde labutacadePablo.SolamenteElvira, sentadaen lamesadesordenadadelamerienda,noformabapartedelgrupo.

—OfréceleaPablounatazadecafé—ledijoTeo.Pablo estaba hablando de sus clases en el Instituto, decía que estaba contento,

peroqueencontrabamuyinhóspitoeledificio.

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—¿Solooconleche?—preguntóElvira.Yenlosojosquelevantóélparamirarla,sevioridículacomoenunespejo,con

lacafeteraenlamano.Muypequeñaburguesahaciendoloshonores.—Puesanosotrosnospillasconlacabezacomounbombo,chico—dijoEmilio

—.Ya tedijeelotrodía loqueesunaoposición.Aquímevengomuchas tardesaestudiarconTeo,queesdelgremio también,yDiosnosperdonea todos,¿verdad,Teo?

Elvirapusolatazadecaféenunamesitacercanaalabutaca.Consucucharillaysuservilleta.«Gracias», leoyódecir,sin levantar losojos.Loquemás irritación leproducía era que fuera amigo de Emilio, sin que ella hubiese intervenido en esteconocimiento. Se quedó de pie al lado de Emilio y se apoyó en su brazo para nosentirsedesplazada.Él lamirabayella lebuscó lamano, trenzó losdedoscon lossuyos.

—Pues su papá creo que era un pintor excelente. Mi esposo lo considerabamucho.¿Murióhacemuchotiempo?

—Enlaguerra,enBarcelona,deunbombazo.—¡Ay,quéespanto!¿Ustedlovio?—No.YoestabaenAlemania.Hubounsilencio,nadielorompía.—Elviratambiénpinta—dijoTeo—.¿PorquénoleenseñasaPabloalgodelo

tuyo?Seguramenteélentiendedepintura.—Sí,megustabastante.Unavezhicecríticadearte.—Pero quémanía tenéis con que enseñemis simples tentativas.Cómo le va a

interesaranadieunacosaasí.—Puedeinteresarleaustedloquelediganlosdemás—dijoPablo,volviéndosea

mirarla—.¿Oesquelemolestaquelepongadefectosotroquenoseaustedmisma?Ellatratódesonreírperolesalióuntonoagresivo.—Esquenomehacefalta,conozcobastantemislimitaciones.—No,yqueéstetelodecíacomonolegustara—dijoEmilio—.Noleconocesa

éste.Ledicelaverdadallucerodelalba.Elvira se fue a lamesa y se puso a recoger las tazas de lamerienda.Nadie le

volvióainsistirparaqueenseñarasuspinturasysepusieronahablardeotracosa.Deviajes.DelosviajesquePablohabíahecho.Ellasalióconlabandejadelastazasynovolvióentodalavisita.

Seechóenlacamaturcadesucuarto,conlapuertacerradayestuvollorandoderabiamucho rato. Le estallaba la rabia contra todos y sobre todo contra símisma.Luegosetranquilizóunpocoysepusoafumarunpitillo.Entreabriólapuerta.Delcomedorveníaelmurmullodeunaconversaciónanimaday risas.TeoyEmilionovenían a estudiar. Apagó el pitillo, semiró en el espejo. Podía volver otra vez al

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comedor,peroledabavergüenza.¿Cómoibaaaparecerotravez?Quéridículahabíaestado, qué estúpida; delante de él se volvía una retrasada mental. Le estaríaextrañando que no volviera. «Pensará de mí que me analizo, que tengo orgullo.»Decidióqueleodiaba,quenolequeríavolveraver.«SiporlomenosvinieraEmilioasaberloquemehapasado.Meecharíaallorarensusbrazos,lediríaquelequiero,quenoscasemospronto.»PeroEmilionovino.

Despuésdemuchorato,másdeunahora,Teolallamódesdeelpasillo.Sehabíaquedadomediodormidadeaburrimientoencimadelacama.

—Elvira,saladespediraPablo,queseva.Saliósobresaltada.—Mehabíaquedadodormida—sedisculpó—.Tengotanto insomnioahorapor

lasnoches…Y vio que era inútil decirlo, porque nadie le pedía explicaciones de su

desaparición.EmilioyTeoteníanpuestoslosabrigosporqueseibanaacompañarunratoaPablo.

—He pasado un ratomuy agradable con usted—dijo lamadre—. Espero quevuelva.

—Gracias,señora.Volveré.Adiós,señorita.Cuandosefueron,Elvirasequedóconsumadreenelcomedor.—Perosiyasoncasilasdiez.¿Dequéhabéisestadohablandotantotiempo?—Deviajes,depolítica.Esamenísimoesechico.ATeoseleveíaencantadocon

él.¿Túporquétefuiste?—Meaburría.Yoloencuentropedante.Oye,mamá,¿sabesunacosa?—¿Qué?—QuemevoyacasarconEmilio.—¿Deverdad?¿Soisnovios?—Nosomosnovios,peromevoyacasarconél.¿Quéteparece?—Muybien,siemprehabíanotadoquetequería.Perotendréisqueesperaraque

sealaoposición.—No.Novamosaesperaranada.Noscasamosenseguida,en laprimavera,o

antes.—Pero¿porquétanpronto?¿Cuándolohabéisdecidido?—Yolohedecididoahora,haceunrato.Nodigasnadatodavía.EmiliovolvióconTeoysequedóacenarparaquerecuperaraneltrabajoporla

noche.Veníananimados,hablandomucho.Lacenafuedistintadelasdeotrosdías,laprimera un poco distinta desde que se había muerto el padre. Lamadre miraba aElvira, y ella a Emilio. Hablaron de Pablo todo el rato. Discutieron de cosas quehabíanhabladoconél.

—Es estupendo —dijo Teo—. No me vuelvo a dejar engañar nunca por la

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primera impresión.Mehe llevadounasorpresa tangrandeconél.Sabede todo, locuentatodotanbien,quéagradablees.Ysobretodotansencillo.

—Yatelodecíayosiempre—dijoEmilio—.Queeradelomássencillo.Sabíayoqueteseríasimpático.

LamadredijoaElviraleparecíafatuo.—¿Fatuo?—dijoEmilio—.No,porDios,cómopuedesdecireso.—¿Dequéleconocestútantoaése?—lepreguntóElvira,despuésdecenar,en

unmomentoquesequedaronsolos—.Nosabíaqueleconocierastanto.—¿Porquéloibasasaber?Conozcoatantagente.Nuncatelodigoconquiénvoy.

Hablabaconuntonoindiferente,mirandoelperiódico.—Pero yo lo quiero saber —dijo Elvira, violenta—. Mírame, habla conmigo.

Saberlossitiosdondevasylagentequetratas.Mevoyacasarcontigo.¿Oyanomevoyacasarcontigo?Hazmecaso.Ven.Tedigoquevengas.

Selollevóalsofá.—¿No tienesmiedo de que vengan y sospechen algo? ¿De qué podemos estar

hablandoahoratúyyo?Fiera;ponescaradefiera,parapedirmecuentas.CuandovinoTeo,Elvira tenía lacabeza reclinadaenelhombrodeEmilio.Teo

losmirósindecirnada.Dijoquesiseponíanaestudiar.—Sí,chico,venga.Yohoytengounánimo—dijoEmiliolevantándose.SefueronaldespachodeTeo.AlamediahorallamóElviraalapuerta,ylespidió

queladejaranecharseeneldivándeallí.EstabandiciendountemadeProcesal.—Mamáyasehaidoalacama,peroyoestoydesvelada.Enmicuartomepongo

triste.Noosmolestonada,osloaseguro.Nooshablo.Poníauntonohumilde.—Perotevasaaburrir—dijoEmilio.—No,hombre,déjala.—Metumboeneldiványnodijounapalabra.Hastaque…—Teentrarásueñoenseguida.Teoselevantóylepusounabataporlospies.Eldivánestabaenlaparteoscura.

Elvira miró la cabeza de Emilio inclinada sobre los libros iluminados, sobre elceniceroconcolillas.Cerrólosojos.

—Gracias,Teo—dijo—.Hacefrío.Estanochevaacaerescarcha.

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quince

Vinoelfrío.NienParís,nienBerlín,nienItaliahabíayopasadounnoviembretanduro.Eraunfríoexcitante,quegustaba,yelcieloestabacasisiempreazul.LopeoreradarlasclasesenelInstitutoenunaulagrandedebaldosín,conorientaciónNorte,dondelasalumnasapenasllenabanlosdosprimerosbancos.Lacalefacciónnolaencendíanporfaltadepresupuesto,ysiempreestabanesperandoquevinieranunospapelesaprobadosdenoséquéMinisterioparasabersipodíancomprarelcarbón.Enlas otras alas del edificio, que pertenecían a los jesuitas, tenían una calefacciónestupenda, y solamente con salir a la escalera, que era común con algunos de susservicios,senotabaunaoleadadecalor.Muchasalumnas,enlashoraslibres,cuandono lucíael sol, salíanaestudiar sus leccionessentadasen losescalonesdemármolennegrecidos.Undía,cuandoyoibaasalirparamarcharme,metropecéconungrupodeellasquesemetíanatodaprisaenelpasillo,dándoseempujones,yriéndoseporlobajo.Noentendísuagitación.Luego,enelprimerrellano,metuvequeapartaraunlado. Bajaba un oleaje de sotanas negras y apresuradas de los pisos superiores:noviciososeminaristasenfilasdeatres,mirandoparaelsuelo.Meibanrozandosinlevantarlosojos.Allímismo,antesdesaliralacalle,habíaunapuertapequeñaqueel primero abrió con una llave que traía, y entraron todos por el huecoordenadamente,agachandounpocolacabezaalpisarelumbral.Seveíanárbolesalotrolado.

DonSalvadorMatame explicó, al otro día, que la parte que ocupaba ahora elInstitutonoeramásqueunalamuyreducidadelosgrandespabellonesqueestabanacontinuación,propiedadtododelosjesuitas.

—Todoesodeahí,¿noloveusted?Estábamosdepiejuntoalaventanadelasaladevisitas,yseveíaunjardínmuy

hermoso, con campo de fútbol. Al fondo y a la izquierda corrían unas altasedificaciones de piedra con ventanales. Don Salvador extendió la mano,abarcándolas, y me señaló la parte que ocupaba el Instituto al principio, reciéninstalado,muchomás amplia y con acceso por la entrada principal, pero luego laOrdenhabíanecesitadomásespacioyseibanadueñandocadaañodeloquehabíancedidoalInstituto,comosiloreconquistaran.

—Nos terminaron aislando en este rincón de acá, ¿verdad usted?; bueno,llevábamosdoscursosasí.Puesyaelañopasadoporelveranodesalojaroneltercerode tablerosypupitres,ycuandoempezóel cursonosencontramosconesepisodemenos,quelohanhabilitadoparaellos,conderechodeescalera.

Yoledijequeaquellodelderechopreferentedeescaleranoloentendía,yesqueporlovisto,losquehabíanvenidoaalojarseenestaparte,cuandoibanautilizarlaescaleraparabajaralrecreo,sieralahoradelasclasesfemeninas,tocabanantesuna

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especiedegongmuysonoroparaponerenavisoalasalumnasyevitarasíprobablesencuentrosturbadoresparalosseminaristas.Laschicas,cuandolooían,seabsteníandesaliralaescalera.MedijotambiénqueyaestabanconstruyendodesdehacíadosañosunnuevoInstituto,peroquelasobrasmarchabanconmuchalentitud.

Todo en aquel edificio me recordaba un refugio de guerra, un cuartelimprovisado.Hastalasalumnasmeparecíansoldados,casisiemprededosendosporlos pasillos, mirando, a través del ventanal, cómo jugaban al fútbol los curitas,riéndose con una risa cazurra, comiendo perpetuos bocadillos grasientos. Tardé endiferenciar a algunas queme fueron un pocomás cercanas, entre aquellamasa derostrosatónitos,labrantíos,lasmanosenlosbolsillosdelabrigo,calcetinesdesport.Enlosdíasdesol,porhuirdelasaulastaninhóspitas,lasllevéalgunavezapasearpor la trasera del edificio. Nos sentábamos en el terraplén de las vías, y les ibaexplicando los nombres de las cosas, les hablaba de geografía y viajes. Cuandopasabael trennoscallábamosporqueconelruidonoseentendíanada,y luegomecostaba trabajo reanudar la charla, porque siempre se reíany les bailaba la risa unrato, reciéndesaparecidoel tren,mirandoel sitiopordondesehabíaborradohaciaaquelpaisajesecoypardodelfondo,pegadoalhorizonte.Sereíansiempre,yalaspreguntasmás sencillas le buscaban doble intención. Era difícil la cordialidad conellas.Noseacababandeacostumbraralaconfianzaqueyolesbrindaba.Dijeronquemimétodo de ir de paseo para dar la clase no le había seguido nunca nadie en elInstituto.

—¿Creenustedesquenoesbuenmétodo?Seencogierondehombros,yotravezlamediarisa.Nomemirabaninguna.—¿Sabenmásalemánomenosqueantesdeempezarconmigo?Cogíporelbrazoalaqueestabamáscerca.—¿Eh?¿Lesgustaonolesgustaestodelpaseo?Lopodemosdejar.—No.Loqueusteddiga—dijoconlosojosparaabajo.Ylasotrasnopodíanaguantarlarisa.Un día fuimosmás lejos, hasta el río. Eran las de séptimo, que después demi

clasenoteníanningunayasínoexistíalaurgenciadevolver.Delasquincealumnasmatriculadassolamenteveníantres,lastresúnicasquesabíanunpoco.Unadeellas,quesellamabaAlicia,meestuvocontandoquelasotraslasllamabanpelotilleraspornofaltarnuncaamispaseos.

—Dicenquequeremosaprobar.—¿Aprobar?Perosiyahedichoelprimerdíaquevoyaaprobaratodas.—Noselocreen.—¿Ustedestampoco?—Nosotras,sí.Otrade lasquevenía,NataliaRuizGuilarte,era, segúnmecontódonSalvador

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Mata,unadelaspocaschicasdebuenafamiliaqueestudiabanenelInstituto,hijadeun negociante adinerado: una lumbrera para los estudios, la matrícula de honoroficial.Estodequeestudiabamuchoyamelohabíacontadotambiénunaamigasuyaque conocí en una reunión de las de Yoni. Por lo visto, las chicas de familiasconocidaslocorriente,cuandohacíanelbachillerato,eraquelohicieranencolegiosdemonjas,dondeenseñabanmásreligiónybuenasmaneras,ynohabíatantamezcla.

—¿Peromezcladequé?—lepreguntéadonSalvador.—Mezcladechicashumildes.LamatrículadelInstitutoesmásbarataqueenun

colegioyvienenmuchaschicasdepueblos,yalohabránotadousted.Noesdebuentonoestudiaraquí.

MedijoqueElviraDomíngueztambiénhabíasidoalumnadelInstituto,yquelasotrascompañeraslateníanmaníaporquedecíanqueestabaenchufada.

ConaquellaNataliaRuizGuilartehabíahabladoundía,alprincipiodecurso,unavezquelaacompañéhastasucasa,yalgomehabíacontadodequequeríaestudiarcarreraynoladejabasupadre.Estatardequellegamosdepaseohastaelríovolvíahablarconella.

Era una tardemuy fría y en todo el tiempo no dejamos de andar; las hice reírporque lasobligabaa llevarunpasogimnástico,paraqueentraranencalor,ynotéquenoteníanlacortedaddeotrasveces,cuandoeranmásalumnas,queseagrupabanunascontraotrascomogallinasynosabíansi irdelante,odetrás,oconmigo.Hoyformábamosunpequeñopelotónamistoso.Elríosehabíaheladoporalgunossitios;habíaunosmuchachinesquetratabandeatravesarlopatinando,ysereíandenerviosydegozo,porquecasiyaalamitaddecaminolesdabamiedoysequeríanvolver.Frío,invierno,hielo,catedral.Íbamoshaciendofrasesenalemánconestaspalabras.Niños,río,carretera,puente.Marcábamoselpasoconlasfrases.PasamosporelsitiodondehabíaestadosentadoconElvira;ytambiénvielcanalilloquehabíaatravesadocon Rosa, una tarde que fuimos en barca. Me hacía gracia tener ya recuerdos deescenasdelaciudad,yquemetapasenlaotraimagenquetraíaalallegada,hechaenmisañosdeinfancia.Lasbarcasestatarde,estabanpresasenlaorillaentreterronesdehielo.

Alregreso,aunqueyohabíadadoporterminadalaclase,nonosseparamos,comootrasveces.Sehabíahechoalgotarde.Enunciertomomento,AliciaylaotrachicaseadelantaronunpococogidasdelbrazoyNataliasequedóamilado.

—¿Quéhaydelodesupadre?—lepregunté—.¿Yaledejaqueestudiecarrera?—Nohemoshablado—dijo—.Haytiempo.—Notantotiempo.—Siademásalomejormedeja,nuncahadichoquenomevayaadejar;esque

mepareceamí.Nolosé.—Tienequesaberlo,mujer.

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Secallaba.—Usted siempre saca buenas notas,me lo han dicho los otros profesores, y le

gustamuchoestudiar,¿no?—Sí,megustabastante.—Peronolodigacomoconpena,mujer.—Sinolodigoconpena.—Siquierehacercarrera,latienequehacer,convénzasedeeso.Lasotraschicashabíanapretadounpocoelpaso.Ellalevantólacaraquellevaba

inclinadaylasllamó.—Esperaros,oye,novayáistandeprisa.DijoAliciaqueseibanporlaprimerabocacalle,quesehabíahechotarde.—Sitevienestú,avisa.Yaestabanencendidaslaslucesdelasventanas,yelcielooscuro.Pasabalagente

muydeprisa;mujeresconmantones,abrigándose.—Venga,nonoshagasestarparadasaquí.—Adiós,irossiqueréis.Yonovoytancorriendo.Se fueron por la bocacalle. Ella y yo empezamos a subir juntos la cuesta que

llevaba a la catedral. Venía un aire fino y agudo que quemaba las orejas. Íbamoscallados,lasmanosenlosbolsillos,ellaencimadelaacera;yo,abajo,remoloneando.

Estaba oscuro aquel barrio y mal empedrado. Antes de llegar a la catedral sepasabaportresplacitasdesigualesqueparecíanhuecosdejadosporcasualidad.Unateníaunafuente,otraungranfarol.Enlatercera,lamáspequeñadetodas,apenasunespaciotriangulardelantedelesquinazodedoscasas,habíaunafruteríailuminadaenel bajo de una de las fachadas.Del techo colgaban regaderas, fardeles, hueveras ycosasconfusas,yestabaladueñaasomadaalacalle,enalto,sobreunosescalones,conungato,debajodeunabombilla.Nohacíanada,sólomirarafuera,nisemovía.Alfondohabíaunacortinillaparasepararlatiendadelacasa.Todoteníaunairemuyguiñolesco.Nataliayyo lomiramossindecirnada.Pasamos tambiénal ladode lafachada de la catedral, por una callecita que es como un pasillo, y ellamiró paraarriba pegada a la pared y respiró muy fuerte. Dijo que le daba vértigo verse laspiedrastancercaymiedodequeselecayeranencima,ylaaplastaran.

—¿Entoncesporquémira?—Porquemegusta.Sobretodoasícasidenoche,tanmisterioso.Serió.Erachiquita,conelpelonegromuylisoyuncuerpoinfantil.Medieron

ganasdecogerladelbrazo,parasentirelcalordesucompañía,peronomeatreví.—Hoyparecequetienemenosprisaqueelotrodía—ledije—.¿Meacompañaa

tomaruncafé?—Bueno—decidió,despuésdequedarsepensandounpoco.—Estupendo,vamosporaquí.

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Habíamosllegadoa lacalleAntigua.Yodabalospasosmáslargosydevezencuandonotabaquelahacíadaraellauntrotecilloligeroparanoquedarseatrás.Lallevéalcafédondeyosolíaestudiarporlastardes,vacíoaaquellahora.Hacíacalordentro,yalentrarsequitólabufanda.

—Quégusto—dijoalsentarse,frotándoselasmanos.Ylomirabatodoconojosbrillantes.No sabía si quería café o no. No sabía lo que quería, debía tener muy poca

costumbredeirauncafé.Mirabaalcamarero,queacudióenseguida,arrastrandolospies,ymemirabaamí,vacilante.

—Tomeunacopadealgo—lesugeríyo—.¿Oquéquiere?—Bueno,unacopa.—¿Devino?—Bueno,devino.Conlacopadevinoenlamanosesonrió,mirandoelcristalempañadoquedabaa

lacalle.—¿Dequéseríe?—Dequeestoypensandosivinieramipadre.—¿Vieneaquí?—Atodosloscafésva.—Ojalávinieraahora,paraquemelopresentarausted.—¿Paraqué?—Para que yo le hablara de eso de sus estudios.A ver sime explicaba él los

inconvenientesquetieneparadejarlahacercarrera.Porqueconustednomeentero.Parecióasustarse.—Huy,no,porDios,sivienenolediganada.—Pero,quéesloquepasaconsupadre,¿letieneustedmiedo?Lascosashayque

hablarlas.—Sí, lo que es como viniera y nos viera aquí, y encima le sacara usted esa

conversación…—¿Encimadequé?—Encima de verme en el café con una persona que él no conoce.Menuda se

forma en casa conmis hermanas lasmayores, por si van con gente conocida o noconocida.Amíyameaburren.

—Pero siendo así tan bruto, y perdone, ¿cómo es que la deja a usted ir alInstituto?Me han dicho que los padres como el suyo suelenmandar a las hijas acolegiosdondehaymásselección,aunqueseaprendamenos.

—Esquepapá antesno era así, cuandoyo empecé a estudiar.Antes, esode lagentefinanoleimportabanada,sereía.

Empezaba a tener menos timidez para hablar, y me atreví a seguir haciéndole

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preguntas.Megustabaoírla explicarse, lasmejillas coloradas, losojos en el techo,notar el gozo que iba experimentando en hacerme ver claras las cosas de su casa.Como si dijera bien una lección. Se puso a contarme viejas historias. Su padre sehabíahechoricoenpocosañosconlasminasdewolfram.Antesteníatrabajoenunafincaylashermanasmayoresseeducabanconunatía;ellavivíaconelpadreenlafincayestudiabaporlibreenelInstituto.Cazabaymontabaenbicicleta.Supadreyellaseentendíanbienentonces,cuandoestabanenelcampo,hastaqueempezaronatener dinero y se vinieron todos juntos a vivir. Desde entonces, la tía era la quemandabaentodosysehabíaempeñadoencivilizarlaaellayenrefinarasupadre,que ahora era un señor muy engreído por ser rico. Me habló de sus hermanasmayores,deunadeellas,queteníanovioenMadrid,yenlacasanolesgustaba.Melosfigurabaatodosalashorasdelacena,laspequeñasdiscusiones,algunalámpararojaylascontraventanasbiencerradas,elsilencio,lospasosenlacalle.Yaellaentreaquellasparedes.

—Ahora—dijo—,antesdelodemicarrera,loprimeroqueletengoquepedirami padre es que deje ir a mi hermana a Madrid a estar un poco de tiempo. Esoimportamásquelomío.

—Peroellaesmayor,¿no?¿Porquénoselopideellamisma?—Conellasnoseentiende.Mipadreesamíalaquequieremástodavía.Amí

mequieremucho.Lo dijo con orgullo, como agarrándose, a pesar de todo, a aquel afecto, o

queriendodisculparasupadreantemí.Noloentendíabien,peroyanoquiseseguirhaciéndolemáspreguntas.Sinembargoleadvertíqueellasepreocuparadesímisma,queeralamásjovendelacasayseguramentelaqueimportabamásquenosedejaraaniquilarporelambientedelafamilia,porsentirsedemasiadoatadayobligadaporelafectoaunosyaotros.Quelasumisiónalafamiliaperjudicamuchasveces.Limita.Meescuchabaconlosojosmuyabiertos.

—Cuántohemoshablado—dijoluego,levantándose—.Ytodoelratodemí.Mevoy,esmuytarde.Mevanareñir.

—Nodejequelariñan—ledije,yaenlacalle,conmuchaconvicción—.Nodejequelariñandeningunamanera.Noestarde;hemosestadohablandodecosasqueleinteresan,¿noleparece?

—Sí,peroesonoselopuedoexplicarencasa.Ademásmedaigualquemeriñan.—Simedicequevanareñirla,suboconusted.Lodijemuyserioyseasustó.—No,no.Lespareceríamuyraro.Adiós.Lavidesaparecerenelportaldesucasa,peroantessevolvióamirarme.—Gracias,¿eh?—dijo—.Graciasportodo.Mefuiabuenpasohacialapensiónporlascallesvacías,ymirandolasventanas

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de los edificios me imaginaba la vida estancada y caliente que se cocía en losinteriores.

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dieciséis

Queestudieenelsalón.Queporquéesamaníadeestudiarenmicuartoconlofríoqueestá,queellasnomemolestanparanada.Pornodiscutirconlatíanolehedichoque no claramente, y he pensadoque ya iré escampando comopueda.En elsalón no es que se esté mal. Por las mañanas, vaya. Me han puesto una camillapequeña al otro lado del biombo, y como el biombo es grande, me puedo aislarbastantebien.Lomaloespor la tarde,cuandovienenvisitas,esashorasdesdequesalgodelInstitutohastaquecenamos,quesontangustosasparaescribireldiarioycopiarapuntes.Aloprimerocreíaquenimeveríanlaspersonasqueentrasenporlolargaqueeslahabitación,peroenseguidalonoto,queestánmirandoparalaluzdemi lámpara, como si quisieran curiosear lo que hay al otro lado de la ventanadesconocida.Les oigo elmosconeo de lo que hablan, y nome importaría nada, siestuvieseseguradequenoestabanhablandodemí,peromeentralaimpacienciadeestarsiendovigiladayentoncesmedistraigoymepongoaatenderaloquedicen;yresulta que sí, que casi siempre están hablando demí,más tarde omás temprano.Cuandonoacabanporllamarme,salgoyoporquenoaguantomásyprefieroquemeveanysequedan tranquilasdeunavez.Dice tíaConchaquenopongaesacarademártircuandomeestánhablandoypreguntandocosas,quenoveellaquemevayaapasarnadaporalternarunpococonlagente.

—Túserásunpozodeciencia,nolodudo—mehadicho—,peroalosdieciséisañosyunbuenpico,resultaquenosabesnisaludar,y,vamos,digoyoquetampocoescamino.

Ahora están empeñadas en que van a traer a una tal Petrita López para queseamosamigas.Se leocurrió la ideaauna señoraquevinoelotrodíaymequisoconocer,deesasseñorasquealbesardejanunrocedebigoteysalivilla,yluegodelosbesosseapartanydicen:«Vaasermuyguapa,muyguapa».Dijoqueellateníauna sobrina en mis mismas condiciones, pero como me llamaron cuando ya seestabandespidiendoycontinuabanseguramenteunaconversacióndeantes,nopudeenterarmedelascircunstanciasquequeríadecir.Estabadepie,perotardótodavíaunratoenirse.

—Estoyseguradequepodréissermuybuenasamigas.Aellalehacetantafaltacomopuedahacerteati.¿Tegustaríaquefueraisamigas?

Medabarisalapregunta,porquesinhabervistonisiquieraunafotodelachica,era rarísimo que pudiera tener curiosidad por conocerla.Dije que con los estudiosestabatodoeldíaocupadayteníapocotiempo,perocreoqueniseenterarondeloqueyodecía.Discutíanporsucuentayunavezlaseñoraconungestocompasivomepasó una mano por el pelo, distraída, para acompañar a las razones que daba.Mercedes puso el pero de que ella conocía a Petrita y que Petrita eramuchomás

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mujer.Parecíaquearreglabanunnegocio.—Apariencia, pura apariencia—dijo la señora—. Pero en la manera de ser y

reaccionar, el vivo retrato de ésta, os lo digo. ¡Y de retraída y tímida, igual!, todoigual.

Estos adjetivos, aunque yo los oí perfectamente, los decía volviendo la cabezahacialatíayMercedes,envozmásbaja,medioocultaporunarisadedisimulo.Yoaprovechéparadespedirmeydecirqueteníamuchoqueestudiar.

Esa tarde había venido Alicia a preparar conmigo la traducción de griego, ycuandovolvíalamesaleestuvecontandoloidiotasquesonlasseñorasquevienenacasa, me desahogué con ella de la rabia que tenía. Ella no dijo nada, pero luego,cuandohabíamosvueltoalatraducción,levantóderepentelacabeza.

—Yoatutíanolegustonada,¿verdad?Mepillótandesorpresaquemepusecolorada.Latíasiempredicedeella«esa

chica»,ynuncalasaludamásquecuandonotienemásremedio.—Yamíquéme importasi legustasono,eresmiamiga—dije—.Nomeha

dichonada.—Peroyolonoto.—Puesmedaigual.Aversivasadejardevenirporeso.—No.Desde que vieneAlicia, han vuelto a hablar varias veces en las comidas de lo

conveniente que habría sido que yo este año no me hubiera matriculado en elInstituto.DicenquemientrasestabaGertru,menosmal,peroqueahoraheperdidotodocontactoconlagenteeducada.Yonoquierosaltaryprefieroirlollevandoporlas buenas porque bastantes disgustos recientes ha habido por lo de Julia, que sequiereiresteinviernoaMadridyelnoviolehaescritounacartaapapáyhanarmadoladeSanQuintín.Estoyesperandoaque todoestémás serenoparahablaryoconpapá, conque no conviene que se enfaden también conmigo ahora.Al fin ya estoymatriculada y con Alicia directamente no se hanmetido todavía, así que les oigocomoquienoyellover.Procuropasarlomásinadvertidaposible.Mehedadocuentadeunacosa:dequeencasaparapasar inadvertidaesmejorhacer ruidoyhablarymeterseen loquehablan todosqueestarcalladasinmolestaranadie.Siemprequemeacuerdocantoporlospasillosytengocaradebuenhumor,yheempezadoamirarfigurinesyadaropinionessobrelostrajesdelashermanas,yadecirquequébuensolsiveoqueestádespejado.Tambiénhedichoquequierounoszapatosnuevos.

Alicia,lapobrechica,vienemuymalvestida,ydebepasarunpocodefrío,conesachaquetadetrajesastrequetraeencimadelvestidoazulina.DicequeaellanolepasanbalasporquehavividomuchoenunpueblodeBurgosdedondeessuabuela,que es uno de losmás fríos de España, y que se levantaba tempranísimo y nuncagastabaabrigo.Lodiceconmuchoorgullo,ymetocaporlacalleparaqueveaque

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siempretienelasmanoscalientes.Delpueblodesuabuelamehahabladomucho,deljefedeestaciónqueessutío,deunaalbercamuygrande,cercadeunmelonar,delasfiestasdeveranoconbaile;ydelatrilla.Ellavivióunatemporadaencasadesutío,en la estación, y veía pasar los trenes. Estar aquí no le gusta, le gustaría hacer lacarrera demaestra y que la destinaran al pueblo, vivir con su abuela hasta que semuriera,enseñarlesaleeryaescribiralosniñosdeallí,quelosconoceatodos.Yoledigo:«Bueno,ycasarte»,peroseríeydicequeno,queesoellanolopiensa,quesiyolopienso.

—Pues, no, tampoco. Pero aunque no lo piense, me casaré, me figuro. Tienesrazón,soncosasqueestánlejos.

AAlicialehehabladoalgodelprofesordealemán,delasdosvecesquemehaacompañadoacasaydelascosasquemehadicho,yundíamevioeldiario.Comosomostanamigas,mepareciómalnoenseñárselo,peroluegomehearrepentidounpoco,noporquelovayaahablarconnadie,peroporqueellatieneunamaneradeserquealgunascosasnolasentiende.Dicequeellaamímedebeparecermuyvulgar.

—Queno,quétontería.¿Porquélodices?Serióporquesiempreseríecuandoestámuyconvencidadeunacosaperonoes

capazdeexplicarlabien.—Puesporquesí,porquenuestravidavaasermuydistinta.Bastaverlascosas

queescribestú,yloquepiensasyeso.Veráscómoluego,dentrodeunpardeaños,noseremosamigasya,nolopodremosser.

—¿Peroporqué?—Porquesí.Loverás.—Puesahorasomosamigas,Alicia.Lomásamigas.—Ahorasí,bueno.Nunca dice las cosas con tristeza, pero siempre con una seguridad que te

convence.Yohepensadoquealomejortienerazón,quesólomeagarroaellaahoraporqueestoyunpocosola.Gertru.DesdeluegoescompletamentedistintaaGertru,mucho más prosaica y con menos preocupación de analizarse, pudorosa. Algunasvecesmehaceavergonzarmedemisfantasías.Lepreguntéqueporquénohacíaelladiarioydijoquenomeenfadara,peroqueleparecíacosadegentedesocupada,queellacuandonoestudialetienequeayudaralamadrastraahacerlacenayaponerlebigudísalasseñoras.Otrodíalehablédelcolorqueseleponealríoporlastardes,quesinoleparecíaalgomaravilloso,alapuestadelsol,ymecontestóquenuncasehabíafijado.

—¿Perocómopuedeser?¿Noseveelríodesdetuventana?—Pues,sí.Peronuncamehefijado.Amímeparecetannaturalquenimefijo.

Unríocomootrocualquiera.Aguaquecorre.Dice queme he enamorado del profesor de alemán, que lo saco a relucir para

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cualquiercosa,aunquenotenganadaquever.Esedíaquelodijomeenfadéunpococon ella y desde entonces hablamos menos y siempre que nos juntamos es paraestudiar.Todoeltiempoestudiando.Mecundeeltiempoconellamásqueconnadie.Cadavezestoymásdecididaahacercarrera.

HoymeencontréaJuliaquesalíadelportaldecasa,cuandoyovolvíadeclase.Lepreguntéadóndeiba.

—Nosé.Alomejoralcine,oadarunavueltaporahí.—¿Túsola?—Sí. Es que he reñido con Mercedes, no la aguanto. ¿Por qué no te vienes

conmigo?¿Otienesqueestudiar?—No,voycontigo.MehaestadocontandoJuliaqueMercedesestádemuymalhumorestosdíaspor

culpadeunchicoquehasalidounpococonellayqueyanolahacenicaso,untalFederico.YonosabíaqueMercedessalieraconningúnchico,siemprehadichoquealoshombreslosodiaporprincipio.LeheestadopreguntandoaJuliaquecómoeselchico.

—Nada, unborracho, un idiota.Ha ido con ella por tomarla el pelo.Antes eraamigomío,peroyano lehablonunca.Mercedeshahechoel ridículoconél, lehaestadobuscandotodoeltiempo,sehahechounasilusioneshorribles.Decíaqueno,peroselonotabantodaslasamigas.Miraqueseloadvertíyo,peronada.Comohaidotanpococonchicos.Ahoraencambioloponeverde,dicequedeellanosehareídoniélninadie.Estáincapaz,noselepuedehablar.Conmigosobretodo,esqueme tieneverdaderamentemanía.Nosécómono lonotas tú también, ¿no loveselmalhumorque tiene?Acuérdate ayerquédiscusión tan tonta contigo,por lode lasobrinadelcomandante,aellaque‚másledará.

La sobrina del comandante es esa Petrita López, que van a traer para que seaamigamía.AyerledijeaMercedesquequépesadasseestánponiendo,yquenomehaceningunafaltateneresaamiga,yseenfadómucho.PerocomoellaytíaConchase enfadan por tantas cosas al cabo del día, yo no hice ni caso. Me da pena deMercedes, aunque no la quiero mucho, cada vez más separada de todos y másorgullosa, intransigentecomo la tía.Hasta lamismacarase levaponiendo.MehadichoJuliaquesontreintaañoslosquecumpleenfebrero,yocreíaqueveintinueve.

—Yeslomaloqueyanosecasa,quésevaacasar.Conelcarácterquetiene.¿Túcreesquevaaencontrarquienlaaguante?

No hemos ido al cine.Nos hemos puesto a hablar y a andar, y a lo último yaestabaJuliadebuenhumor.EstádecididaairseaMadridparaAñoNuevocomosea.Dicequeconpermisoosinpermiso.Queprimerosevaacasadelostíosyluegosebuscaun trabajo allí hasta que se case, porqueMiguel por lomenos enun añonopuedecasarsetodavía,lehanfalladounostrabajosconlosquecontabaparaahorrar

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unpoco.—Peropreferiríairmeporlasbuenas,dentrodeloposible.Aversihablastúcon

papá,Tali,guapa,quemeloprometiste.—Sí, si no me olvido, es que estoy buscando el momento oportuno. Me ha

parecidoqueestosdíasnoestabaelhornoparabollos,conesodelacartaquelehaescritoMiguel.

—Puesfíjate,yocreoqueenelfondolehagustadoaélqueleescriba.Lacartaestábien,nosemeteconnadie,yo lahe leído.Unpocodura,bueno,peroesparaentenderse. Si la tía no hubiera metido cizaña, estaría encantado papá. Pero estoyharta, te lo digo.No sabes lo que es tener que estar templando gaitas todo el día.DesdeluegomevoyaMadrid,mevoysinfalta,¿noteparece?

—Claroquesí.¿Peroquétrabajoquieresencontrar?—Yaloveremos,diceMiguelqueesfácil.Elcasoesir.Estabatananimadacontándometodasestascosasquenisiquieramepreguntóni

unavezadóndeíbamos,anduvimosporcallesyporcalles.Deprontoseechóareír.—¿Sabesdóndenoshemosmetido,Tali?—No.—Enelbarriochino.—Bueno,¿yqué?—Nada,quenohabíaentradonunca.Eranunascallesmuysolitariasconfarolesaltos,lascasasdecementodeunpiso

odos, sin tiendas.Muchasventanas estaban cerradas.Nosparóunhombre conunperro, para preguntarnos que si sabíamos el bar de la Teresa, y le dijimos que no.Juliatirabademiagarradafuerteamibrazo.Oscurecía.

—¿Notedaunpocodemiedo?—dijo,yechóaandarconmásvigor.—Amíno.Novayastandeprisa.—Siesquetengofrío.Amítampocomedamiedo,nosé.—Pero¿porquéteibaadarmiedo?Salimos a lo conocido. En la iglesia de Santo Tomás estaban tocando para el

rosario,yseveíanbultosdeseñorasenlapuerta.Nosfuimosalaotraacera.Yahabíaestrellas.AlpasarporlacalledelCorreo,Juliaseparóenunportal.

—¿QuieresquesubamosunratoaveraElvira?—¿QuéElvira?—ElviraDomínguez.Elotrodíameestuvopreguntandoporti.—Bueno.Subimos. Elvira se había acostado porque le dolía un poco la cabeza, pero la

criada no lo sabía y nos hizo pasar a su cuarto. Tiene un cuartomuy bonito.Meparece que se sobrecogió al oír que pedía Julia permiso para entrar, y se puso arecoger unos papeles que tenía en la mesilla de noche, como yo cuando hago el

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diario. A lomejor hace diario ella también. Se echó fuera de la cama y se quedósentada.

—Meibaalevantar,osadvierto,nosésiestarenlacamaolevantarme.—Pero¿quétienes?—lepreguntóJulia—.¿Fiebre?—No,fiebre,no.Nosé,desánimo.Bueno,sí,melevanto,porqueSino…—Hazloquequieras,pornosotrasnolohagas,vamosaestarmuypoco.Dijoquenolamolestábamos,peroestabadistraída.Sepusounabatayanduvode

pie por la habitación, poniendo cosas en estantes y cambiando de posturacontinuamente,mientrasnoshablaba.

—¿Cuándotecasasporfin?—ledijoJulia.—Nosé,peropronto.Yono sabíaqueElvira se fuera a casar.Mepuse amirar lomosde libros.Ella

vino por detrás yme empezó a preguntar cosas del Instituto, y de profesores queconoceella.MereímuchocuandosepusoaimitaraldeReligión;esigualqueestarleoyendo. Hizo lo de la parábola del hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y leasaltaronunos ladrones.Precisamentenos lohaexplicadodonAbiantesdeayerydicelasmismaspalabras,ponelamismacara.Luegomepreguntóquétallasclasesdeidiomas,ymeparecíaquese lehabíacambiadoelhumorraroqueteníacuandollegamos.Yome puse a hablarle del profesor de alemán, de las clases que damospaseando; con mucho entusiasmo porque ella me escuchaba y me seguía laconversación; dice que le conoce un poco. Hablando del profesor de alemán meparecíaqueéramosmuyamigas,porqueanadielehablodeél,ymehubieraestadoallítodalatarde.PoresomehamolestadoloquehadichoJulia,alsalirdeallí:

—EstaElviraesunahipócrita.—¿Porqué?—Porquedicequeaeseprofesorleconoceunpoco,ycreoquesepasatodoel

díaahímetidoconellos.—¿Conquiénes?¿Dónde?—Con ella y su hermanoy sumadre, y su novio.Ahí, en la casa. ¿No es uno

delgado,decanasasíenloslados?¿Degafassinmontura?—Sí.—Claro,elmismo.Dicenqueestámedioenamoradadeél.Yonoentendíanada.—¿Perocómovaaestarenamoradadeél?¿Nodicesquesevaacasar?¡Noseirá

acasarconél!—No,mujer,noentiendesnada.ConEmiliodelYerrosevaacasar.Es todo un lío. No he querido hacer más preguntas, las cosas que hablan las

hermanassonsiempreunlío.Peromehequedadounpocotristedequealprofesordealemánleconozcantantaspersonas.

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HoyhavenidoporsegundavezPetritaLópez.Elprimerdíaquevinoestuvetanantipática que no sé cómo ha tenido ganas de venirmás. Se ha quedado a comer.EntróMercedesenelcuartomío,queesdondeestábamos,ydijo:«Quesequedeacomer Petrita, si quiere», con la voz de naturalidad que pone para invitar a susamigas.YPetritadijoquebueno,quesequedaba.Esunapánfilaquedapena.Noesque sea mala chica, pero a lo primero se la tomamanía por la cara que tiene debelleza de calendario, los labios pintadosmucho y el pelo conmoño, tirante paraatrás.Parecequesevaaponerunoahablarconunachicamayor,muyderompeyrasgayluegoestantímidaytanignorantequenolepeganadairarregladaasíyteneresecuerpodemayor.Hoymedabapenadeellaylahehabladounpocomásqueelotrodía,aunquehetenidoquehaceresfuerzosparasacarconversaciones.PorlovistoesmedioprimadeGertru,ymehadichounacosaquenosésiseráverdad,peromehadejadomuypasmada.QueelnoviodeGertruesunpintayqueensucasahaoídoelladecirquecuandovaaMadridviveconunaseñoraextranjera.

—Perotúeso,¿porquénoselocuentasaGertru?—lehedichoyo.—No,siyocreoqueellayasedebefiguraralgo.Desdeluegoquelegustanotras

chicasademásdeella,lotienequesaberdesobra,ycreoqueyasehadisgustadoconélporesoalgunavez.

—¿Perocómosigueconél?—Porquelequerrá.Túdeestonodigasnada.Yoestabaindignada,cómolevaaquererauntíoasí,nopuedeserquelequiera.Enlacomidatambiénhanhabladodeella,dequeestáaquísusuegraylapidenla

semanaqueviene.Lashermanasopinabanqueunabodadetantaprisalevaadarquehablaralagente.

EnseguidadecomermeheidoalInstituto.TíaConchaqueríaquehoyperdieralas clases yme fuera conPetrita al cine, peroyodije quenopodía.Hemos salidojuntas.

—Quevuelvas—lehadichotíaConchaenlapuerta—.Aversiarregláisesodelaleccióndedibujo.

Quierenquecojamosunprofesordedibujopara lasdos,porqueaella legustadibujar,perosolanolehaceilusióntomarclase.Comosifueracosadehacerilusiónodejarladehacer.Además,yoquétendréqueverconloquelehagailusiónaella.Mehaacompañadounbuenrato,casihastaelInstituto.

Meaburreestachicademuerte,estoyconlaobsesióndequevaavolverotrodía.He llegado a clase demuymal humor.Hoyhabía alemán.Hemos estado en el

aulaporquellovíaunpocoyademásahoraelprofesorsiempreponepretextosparalodelospaseos,sehadebidohartar.Enlaclaseleheestadomirandotodoeltiempo,ymeparecíalapersonaquetengomáscercadetodoelmundo,elmayoramigo.Ala

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salidamehehecholaencontradizaenlapuerta,lohabíaestadodecidiendodurantetodalahoraquealasalidaleibaahablar.Lehepreguntadounadudadellibro,paratenerpretextoyquesepararaconmigo.Yaloséquetodaslaschicassehanquedadomirando,peromeimportauncomino.

—Esverdadqueenmicasanosepuedevivir—lehedichodepronto,sinquitarlosojosdellibro,queloteníaabiertocontralapared.

Mehaparecidoquesereíaunpoco.—¿Porquédiceeso?¿Quélehapasado?No puedo sufrir que se ría. Había hecho un experimento de valor con esto de

hablarleyahoraelvalorsemeveníaalsuelo,nosabíapordóndeseguir.—Pornada,loquehablamosdemifamilia—dijeconvacilaciones—.Quetenía

ustedrazón.Lafamilia lecomeauno,yonosé.Hoysinfaltavoyahablarconmipadre.

—Estupendo,meparecebien,mujer.Aversilesirvedealgo.Sedespidió.Mepareceque teníaprisa.Memetí enelwateryestuve llorando.

Cuando salí, ya se habían ido las amigas. Me bajé la cuesta sola, despacio,mojándometodalacara.Bajabaunariadaenormeconelchaparrónymegustaba.

Papá no había venido todavía cuando llegué a casa. Vino justo a la hora desentarseacenar.Yonicenarpodía,nihabíapodidoleernihacernadaentodoelrato,esperándole.Teníaunnudoenlagargantamirandoapapáquesecomíaensilenciolaspatatas.Luegosepusoahablardeunseñorquevaalcasinoydecíaquenosabejugaralmus,queletomanelpelotodosenlapartida.Teníaunhumorneutro,nonosmiraba a ninguna para hablar. Me lo sentía más lejos que nunca y me parecíaimposiblepoderhablarle,peroestabaseguradequemeibaaatrever.Enlasobremesahizo un solitario y yo estaba enfrente, callada. Luego cogió el periódico y dio lasbuenasnoches.Esperéunpoco,hastacalcularquesehubieradesnudadoymetidoenlacama:dosdiscosdeflamencoymediaguíacomercial.Entoncesmedespedícomotodoslosdías.Salíaalpasillo,delcuartodepapá,larayadeluzdesulámparaverde.Llaméconlosnudillos.

—¿Quiénes?Pasa.Cuánto tiempo hace que no entraba en el cuarto de papá a estas horas. Se ha

creídoqueibaarascarlelaespalda,comocuandovivíamosenValdespino,ysindejarel periódico se ha vuelto demedio lado y se ha levantado un poco el pijama pordetrás.

—Vaya,chiquita;vuelvenlostiemposfelices.Qué difícil era: era dificilísimo.Me arrodillé en la alfombra y allí, sin verle la

cara,rascandoarribayabajo,arribayabajo,hearrancadoahablarnosécómoylehedichotododeuntirón.Quenosvolvemosmayoresyélnoloquierever,quela tíaConcha nos quiere convertir en unas estúpidas, que sólo nos educa para tener un

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noviorico,yqueseamoslomásretrasadasposibleentodo,quenosepamosnadaninosalegremosconnada,encerradascomoelbuenpañoquesevendeenelarcayesascosas que dice ella a cada momento. Saqué lo del novio de Julia, me puse adefenderleyadecirqueeraunchicoextraordinario.Yonoleconozco,peroesopapánolosabe,meestabafigurandoqueerayolaquequeríacasarme,ydeprontomedicuentadequenopensabaenMiguel,queveíalacaradelprofesordealemán.

—Papá—lehedicho—,túantesnoerasasí, tevuelvescomolatía, tetenemosmiedoynosestáslejos,comolatía.

Papá estaba muy perplejo. Se ha vuelto a mí, que me había quedado calladasentadaenlaalfombra,ymehamirado,sinsaberquédecir.

—¿Aquévieneesto?¿Porquémedicestodoestodegolpe,precisamentetú?Estabamuydolido, pero no comprende que yo lo que quiero es ayudarle a ser

más sincero, a darse cuenta de lo que tiene alrededor. No he conseguido que nosentendamos,hevistoqueesimposibleytambiéntodasucobardía.

—Pídemeloquequieras—mehadicho—.Peronomevuelvasahablarasí.Telodoytodo,oslodoysiempretodo,losjóvenessoncrueles.Dimeloquequeréisdemí,ysipuedotelodaré.

Yomeheechadoallorar,nosabíaenesemomentoloqueteníaquepedirle.Sóloquería que alguien me consolara y me entendiera. Le he hablado de Gertru, deMercedes,dePetrita,decosasquemeaprietanelcorazón,perohesidoincoherente.Lehedichoquesitengoqueserunamujerresignadayrazonable,prefieronovivir.

—Antes,depequeña,papá,cuandocazábamosenValdespino,¿teacuerdas?,atite gustaba que fuera salvaje, que no respetara ninguna cosa. Te gustaba queprotestara,decíasqueterecordabaamamá.

Mehamiradoporencimadelasgafas.—Lascosascambian,hija.Ahoravivimosdeotramanera.Mejor,enciertomodo.

Nopuedessersiemprecomoerasalosdiezaños.Mehahabladodedinero,deseguridadydederechos.Amí las lágrimasseme

hanidosecando,perocadavezestabamástriste.Él,comonohevueltoahablar,sehacreídoquemeestabaconvenciendodealgo,peroyonileoía.Hablabacadavezenun tono más seguro y satisfecho, más hueco, y hacía frases, seguramenteescuchándose,comoquienganaunpleito.

—Adiós,papá,tengosueño—lehedichoenunapausaquehahabido.Leheremetidoelpijama,lehedadounbesoenlafrente.—Perdonaquetehayamolestado.Élmehaabrazadofuerte.—Estásnerviosa,hijita,detantoestudiar,yolocomprendo.Otrodíaseguiremos

hablando, si quieres. Y pídeme lo que necesites. Aquí está papá para todo. PerotambiéntíaConchaesbuena.Hassidoinjustaconella.Hayquequererlatambiénala

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tía.Delodemicarreranolehedichonada.Mehedormidomuytarde,haciendodiario.

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diecisiete

DesdequehabíavenidolamadredeÁngel,Gertruaélcasinoleveía.Siempreestabadecomprasyalcineycomiendoconlasuegra.Eraunaseñoraopulenta,conelpeloteñidoderojizoymuchasjoyas.Algunasvecesibanlostres,yentrelostreshabíandecididoquelabodasehicierapronto,porquesinolamadredeÁngel,queseibaaArgentina,pormedioañoaestarconunosparientes,nopodríaasistir.

—Ydejarloparamásallá,noquiereél—explicabanlospadresdeGertruasusamistades—.Dicequeparaquévanaesperar.RealmenteunchicocomoÁngel,conlaposiciónasegurada,yqueyanoesunniño.

—PeroGertrupodíaesperar,tanjovencita…—Sí,yaveusted,puesélnoquierenioírhablardeeso.Gertru tenía varios hermanos solteros y una casada, Josefina, que había estado

bastantesinveniraverlesporquesecasóadisgustodelafamilia,ytodavíanoveníamucho. Un día de aquéllos, Gertru la fue a ver. Vivía cerca del río en una casitamodesta.Estabahaciendounjerseyparaelniño,yllevabaelpeloliso,recogidodecualquiermanera,ylasuñassinarreglar.Acababadevolverdeunpueblodelasierradonde vivían los padres de sumarido; teníamucho desorden en la casa, y el niñoestabacon la tosferina.Todasestascosasse lascontóaGertruconun tonodevozopaco y uniforme, sin dejar de mirar la manga del jersey, que crecíaimperceptiblemente en las agujas. Gertru se había sentado enfrente de ella y lamiraba.Tambiénledijoquenoseencontrababienporqueesperabaelsegundoniñoparaabril.

—Deesteembarazonoledigasnadaamamátodavía,¿sabes?,paraquésevaaandarpreocupando.

La noticia de queGertru se casaba la recibió sinmostrar alegría ni extrañeza.Solamentelevantólacaraydijo:

—Mujer,tiempotenías.Claroqueyaparecesmayor,hascambiadomucho.Gertrullevabataconesyteníalaspiernascruzadas.Josefinalemirólascaderas,el

vientrelisobajoelsuéterceñido.Cuandoellaerasoltera,lasseñorasdeFuenterrabíaledecíanamamá,losveranos:«Tuchica,quéestilo.Noesqueseaguapa,perotieneunestilo».Nadaba,dormíasiesta,comíadetodo.Nocostabatrabajo,entonces,estaren forma. Ella este verano había seguido el consejo de otras amigas casadas y sehabíacuidadounpocomás,habíaidoalgunavezalapeluquería,sehabíaquitadolospelosdelaspiernas,peroerancosasquellevabantiempoysehacíanadesgana,sinilusión,elniñomamandotodavíacadatreshoras.Suspiró.

—Pues me alegro de que te cases, Gertru, mujer. ¿Y cuándo dices que es lapedida?

—Ellunes,encasa,paracelebrartambiénmicumpleaños.Nodejesdevenir.Y

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que venga tambiénOscar. Lidia quiere que hayamucha gente, hasta cien, lo pagatodoella.VaaservirlameriendaelCastillaconcamarerosdeallíytodo.

—¿Lydiasellamatusuegra?—Sí.—Quénombretanbonito.Creoqueesmuyjoven.—Mucho.Secasóalaedadquetengoyoahora,ytuvosóloestehijo.Ademásse

cuidamucho.—Debetenerdinero,¿verdad?—Huy,mucho.Dinerales.Yonoséladeregalosquemehahechoya,mequiere

muchísimo,dicequecomosifuerasuhija.Todoeldíaestoyconella.DespuésdelapedidamellevaconellaaMadridpararecogerlogruesodelequipo.TodoenZaid.

—Quésuerte.Puesse lodiréaOscar.Metendríaquehacerunvestidoperonomevaadartiempo.

—Yotepuedodejaruno.—No,mujer,túestásmuchomásdelgada,yamearreglaré.Sequedópensativa,mientrascontabalospuntosquelefaltabanparaempezara

menguar.Sehabíaequivocado.Lodeshizoy siguiómásdespacio.Acadavueltayantesdeempezarlasiguiente,levantabalosojosconungestodedescansoymirabaala ventana.Gertru se despidió.Después de irse ella, se despertó el niño, llorando.Josefinadejólalabor,peronoeracapazdelevantarseparairaverquélepasaba.

Llevaríaeltrajemarrón,peroarreglándolounpocoleharíaunescoteredondo,noibaairhechaunabirriaaunameriendadetantagente.AversiqueríavenirOscar,alo mejor no quería, estos últimos tiempos estaba tan agrio. Decía siempre: «Meaburres»,ydabaportazos.Yanuncatraíaamigosatomarcafécomoaloprimero.

Gertrulocomentóconsusuegra:—Meheretrasadoporestarunpocomásencasademihermana.Mehepuesto

tristedeverla.Meparecequenoesmuyfeliz.—Nadieesfelizdeltodoenestemundo,hija.Cadaunollevasucruz.Lydia seesponjabaenormementecuandopodíacolocaruna fraseasí,nacidade

añosdeexperiencia.—La he visto desmejorada—dijoGertru—.Debe haber sufridomucho con lo

que le hicieron en casa. A lo mejor ahora tiene envidia de mí. Ha estado raraconmigo.

SesintiólamanodeLydiasobreelhombro.—Nopienseseso,mujer.—Sivaalapedida,procureestarsimpáticaconella,hablarlabastante,¿quiere?

Yoselapresento.Gertru lazó losojoscasicon lágrimasa lacaraadobadademasajesyesperó la

respuesta.Viounguiñodeternuraenlosojosdemuñecapompadur.

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—Claroquesí,hija.Leharemosunregalo,siquieres;unbuenregalo.Eres tanbuena.Peronomesigasllamandodeusted.

EstabanenelhalldelGranHotel,enlarinconadadelbar,esperandoaÁngel,quehabíasubidoalestudiodeYoniconlosamigos.Sehabíansentadoenlostaburetesdeplástico rojo. A Gertru le hacía ilusión estar en aquellos taburetes empinados,sorbiendoun jugode tomate.Lydiaeramuymodernay teníamuybuengustoparavestirse.Tambiénaella laguiabay ledecíasiempre loque teníaqueponeracadahora.Porejemplo,yanuncahabíavueltoallevarcoloresmalcombinados,nirebecasdebajodelabrigo.

—PorDios,lasrebecas—habíadichoLydia—,quéamorletenéislaschicasdeprovincia a las rebecas. Estropeáis los conjuntos más bonitos por plantarles unarebecaencima.Encimadelablusadesedanatural,nada,mujer.¿Tantofríotienes?

Yduchasfrías,gimnasia,unacremaligeraalacostarse.Gertruseguía todossusconsejosdebellezaporque laoíadecirque lasmujeres,desdemuy jóvenes, tienenqueprepararseparanoenvejecer.ALydialegustabasentiraGertrupendientedesuspalabras,comodelosmandamientosdelaLeydeDios,yalgunasvecesquesesentíagenerosaponderabasindocilidad,comohaceunmaestroparaestimularaldiscípulo.

—Yaeresotradistintaquecuandoyovine.¿Notelodicenlasamigas?—No.—PuesaÁngelselohandichotodos.—¿Quélehandicho?¿Quiénes?Nomecuentanada.—No querrá que te pongas tonta, y por eso no te lo dice. Le dicen que estás

guapísimaahora,melohancontadoamí.—¿Susamigos?—Sí,Yoniysuhermana,sobretodo.Todoesegrupo.Gertrumiróelreloj.EratardeyÁngelnobajaba.LepreguntóaLydiaquesile

gustabaaellaTeresa,lahermanadeYoniysusamigas.Lydiaeramuymodernaperocatólicacienporcien.LoquemásadmirabaenGertruerasuinocencia.

—Nosonchicasparati,desdeluego—decidió.—Pues Ángel les tienemucha simpatía, le gusta que yo vaya con ellas. Amí

tampocomegustan.—Es queÁngel tiene una cabeza de chorlito. Pero ya ves que sabe distinguir.

Paracasarse,bien tehaescogidoa ti.Aversiahora,cuandooscasáis, lehacemossentarlacabeza.

Hablabamuchasvecesenplural,comosifueranlasdoslasqueibanacasarse.Ángelvinounpocobebido,lasabrazóporelcogote,abarcándolasalasdosenel

mismobrazo;dijoqueerafelizconsumadreyconsunoviaypidióunsanPatricio.SepusoacanturrearunacoplaflamencaquedecíaalgodelamadreydelanoviaydelaVirgendeSanGil.Gertrusepusotriste,noseatrevíaadecirlequenobebiera

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más.Sevolvióaacordardesuhermana.Siemprequeseponíatristeporunacosa,seleempezabanaveniralacabezatodaslasdemásquepodíanaumentarlelatristeza.Ángel estaba besuqueando a su madre y, mientras tanto, iba bajando la manoizquierdaconlaquelateníaaellacogidaporlacintura,hastaacariciarlelascaderas.Lydiasereíadelosabrazos,lellamabaganso.

Luego,yabastantetarde,ángelacompañóaGertruasucasa,yLydiasequedó.Enelportaldecasalaestuvobesandoybesandoymetiéndoleachuchonesalobrutoperonohablaronnada,aunqueellasedesprendíaacadamomento.

—Ángel,vamosahablar.Nohablonuncacontigo.—Perodequévamosahablar,tonta.—Quita,anda,hasbebido.—Claro,poralegría,porcelebrar todo locontentoqueestoydecasarmepronto

contigo.Sinobeboestosdías,paracuándolovoyadejar.—Quita,quequites.Llegóeldíadelapedidaycasinohabíahabladonimediahoraconél.Todoslos

diseños demuebles y las compras que había que hacer habían sido decretados porLydia. Iban a tener dos apartamentos, uno aquí y otro enMadrid.LuegoLydia lesarreglaría a su gusto una casita en la finca de Andalucía. Gertru estaba aturdidaaquellos días con el ajetreo demodistas, clases de gimnasia, comidas fuera con lasuegra, electricistas y carpinteros en su nuevo piso, invitaciones para el cóctel depetición.Poníaasí,COCTELDEPETICIÓN,enunostarjetonescolorgarbanzoalargados,con las iniciales de los apellidos enlazados. Ella puso las señas en los sobres deacuerdo con lo que fueron diciendo sus padres y Ángel, de un modo maquinal.Solamentedeunodeellos,antesdecerrarlo,sacólatarjetayescribióenunaesquina.«Tali,noquieroquefaltestú.Nofaltes,porfavor.G.».

Nataliaysushermanasrecibieronlainvitaciónaldíasiguiente.Nataliadijoquenoqueríair.

—Leponéisunpretextovosotras,ledecísquemehepuestomala.—Pero Tali, porDios, ¿cómo se lo va a creer?Ya ves lo que te insiste, no le

puedeshaceresefeo.—Meaburriré,nosabrédóndeponerme;noconozcoanadie.—Laconocesaella,tanamigascomohabéissido.—Pues por eso, porque ya no lo somos. Seguro que no me hará ni caso.Me

insisteporcumplido.—Queno,mujer,sinosestápreguntandoportitodoeldía.Por fin la convencieron.Tali sepusounvestidode lunaresque sehabíahecho

paralasfiestasyloteníasinestrenar.—Mejorocasión—decíalatíaConchamirándolaantesdequesalieran—.¿Ves,

mujer,vescómocuandotearreglasunpocoparecesotra?Anda,dameunbeso,que

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osdivirtáis.Eralaprimeravezquelastreshermanasibanjuntasaunafiesta.En la calle, antes de llegar, se encontraron a Isabel, Goyita y otras chicas que

también estaban invitadas, y siguieron camino con ellas. Miraron a Tali; unas laconocíanyotrasno.Dijeronqueeramuymona.Alborotabanalandarcomosiconlasrisasseamparasendelazarodesertantasydeirtodasvestidasdefiestadebajodelosabrigos.Lessonabanlostaconesylessalíavahodelabocaalhablar.

—Chicas,vayafrío.Vamosdeprisita.—Cógete.Esperaquecambieelbolso.Yaantesdeque las abrieran lapuertade la casa, seoíael jaleodedentro.Les

abrióuncamarerodeguanteblancoylesquitólosabrigos.Lohabíanpuestounpocodistinto lo de la entrada. De todas las habitaciones salía mucha luz. Tali miró dereojo,segúnavanzabanporelpasillo,alapuertadelcuartodondeellayGertrusolíanestudiar y donde alguna noche demayo, cuando el lío de los exámenes, se habíanquedadoadormir.SalióJosefinaasaludarlasylaspasóalcuartodeestardelfondo.Olíamuchoanardos.AGertrunoselaveíaporningúnsitio.

—Está en el comedor, con las personas mayores—explicó Josefina—. Luegovendrá cuando acaben la ceremonia de la petición. Tú, Tali, quémona estás, másmayor.Hacíalomenosdosañosquenoteveía.

—Sí—dijoTali—.Antesdequetútecasaras.—Esverdad,peroentra,mujer.Desde el umbral, medio oculta por los vestidos de las otras, Natalia se sintió

encogida y con muchos deseos de marcharse. Habían puesto una mesa larga enmedio,llenadeemparedados,decosasfritasydebebidasyestababordeadadecarasdesconocidasquesemirabanygesticulabanantesí.Todagentedepie.Pensóquelegustaría estar en la parte de allá. Encajonada entre la pared y la mesa y siguió aMercedesyaJosefinaqueibanhaciaaquelsitio.Eradifícilpasar.Uncamarero,porelcamino,lesofrecióunabandejaconcopasdedistintasformas.

—Jerez,limonada,champán,ginebra…—decía,inclinándose.Talicogióunacopacualquierayencuantollegóalaparedypudoapoyarse,sela

bebiódeunsorbo.Allíal ladoMercedessepusoahablarconJosefinayconotraschicas casadas que estaban en un grupo.Eran chicas de la edad deMercedes, quehabían salido con ella cuando solteras y que ahora ya tenían su casa y sus hijos.AlgunaslahabíanvistoconFedericoHortalylepreguntaronquesierannovios.

—¿Novios?—dijoMercedes plegando la boca—.Esoquisiera, le he dadounalección.Élsecreíaqueyosoycomotodas,esoesloquehapasado.Nuncasehabíaencontradoconunacomoyo,queledijeralascosasclaras.

—Puesnoséquiénmedijoamíqueatitegustaba.—¿Gustarme?¡Perosilehehechounosfeos!Fíjate,elotrodíaestábamosIsabel

y yo en Burgueño, y entró él, claro, en cuanto me vio por el escaparate, muy

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sonriente, como si nada, yme quería invitar a un cóctel, empeñado. Pues le dije,Isabel estaba y os lo puede decir, digo: «Me estás molestando, no me vuelvas amolestarmás».Sequedófrío.Ahoraestáquenosabeloquelepasa,noentiendequenoquieranadaconél.Aloschicoshayquetratarlosasí,azapatazos.

—Hija,puesloqueesasí,notevasacasarnunca.—Nifaltaquemehace.Talibebiólasegundacopa,deunacosadistinta,másdulce.Otraschicashabían

empezado a hablar de sus maridos. En algunas cosas de las que decían, de másconfidencia,bajabanunpoquitolavozporquelosmaridosestabanmásallá,enotraesquinadelamesa.Elmaridodeunabastantegorda,untalTomás,eraunaespeciedesantomodelodeatenciones,élmismolecurabatodaslasmañanaslasgrietasdelospechosconunapomadamarrónasquerosa.Ahora,poreltercerniñolehabíaregaladountocadiscos.Unacosaestupenda,deesosqueponendiezdiscosdecadavez.

—Nopuedodecirquemegustaunacosa,niabrirlaboca,yaesporlodemás.Debolsos…bueno,yapierdolacuentade losbolsosquemeharegaladoendosaños.Loshetenidoqueordenarporlapielparaencontrarlosenelarmario,losdeboxcalf,losdecerdo,porquesinoesunlío…

Otrarubia,muycharlatana,acababadevenirdeMadriddepasarochodías.HabíaidoconotrosmatrimoniosauncabaretquesellamabaMolinoRojo,enplanpandilla,comosolteros,hastalascuatrodelamadrugada.Hablabadelalibertadquehabía,dequeestaballenodeprostitutas,yqueunaodosalfinalsehabíanvenidoa lamesaconellos,comolacosamáscorriente.

—Amí, yendo con ellos, comprenderás queme daba igual, hastame divertía,perosimepasaaquíenelcasino,memuero.Ynoteníanmalapinta.SinolodicePepeluegoqueeranfulanas,yonilonoto.

—PuesloqueesTomás,amíaunsitioasínuncamehabríallevado.—Hija,porunavez;sihubierasvistoelambiente,tehabríaparecidonatural.Yo

lopasébárbaro,desdeluego.¿Sabéisquiénestaba?—¿Quién?—JorgeMistral,eldeLaGata.Esdefenómeno.—¿Alto?—Regular,parecemásenelcine.Sin cesar se alargaban los brazosblancosdeuñas cuidadísimas, y colgantes de

pulserasplaneabansobrelosplatitosrozandogambasrebozadasygalletasdequeso.ATaliledolíalacabeza.SepusieronahablardeunatalEstrellita,quenoestabaallí.Unasladefendían,otrassemetíanconella.

—Decísque es salada.Yoni salada la encuentro.Todoel díabebiendo, con elmarido,todoeldíalosdosmediotrompas.Vamos,quenomedigan.

—Puesfíjate,unamujerasíeraloquelehacíafaltaaRamón.Lerinde.Ahorapor

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lovistoessiempreélelquequiereiraacostarsetemprano.AmímelohacontadoOscar; que ya no bebe ni lamitad. Le ha entendido. A los hombres así, sólo unamujermásjuerguistaqueellos.

—Sí,hija,perotendréquetenerdoscriadasparaquelehagantodoporqueloqueesellanoparaencasa.

—Tieneunacasaqueesunacucada.¿Nohasido?—¿Doscriadastiene?Empezaronconeltemadelascriadasypocoapocosefueronacercandolasde

todoslosgrupos,comositrajeranleñaaunahogueracomún,comositodoloanteriorhubierasidopreámbulo.Cadacualdecía,loprimero,elnombredesupropiacriada,metiéndoloenunafrasebanaltodavía,peroyaseregodeabandeantemano,igualquesiempezaranarepartirlascartasparajugaraunjuegoexcitanteenelquesiempresevaaganar.Lavozselesvolvíaaltivaysentenciosa.Lascriadasselavabanconsusjabones,seponíansuscombinacionesdesedanatural.Lascriadas…

Natalia cerró los ojos. Las veía rodeadas de trocitos de serpentina amarilla,desenfocadas.Seestabamareandoconlabebida.JosefinalepreguntóquesiqueríaquefueraallamaraGertruparadecirlequeestabaallíella.

—No,déjalo.Yavendrá,sipuede.Josefina estaba pálida y tenía los ojos con cerco.Más allá, entre los hombres,

buscóTalialmaridoytambiénloreconoció.Estabaserio,hablando,yalamujernolamiraba. EraOscar, el novio. El novio conmayúsculas. El novio de la hermanamayordeGertru.Elprimernovioqueellahabíaconocido.SiempreentrabaJosefinaen el cuarto, cuando ellas estaban estudiando, y les daba alguna orden secreta. Seescapaba en ratos sueltos para verle, venía hablando muy bajo y se miraba en elespejito siempre aprisa. «Oye, Gertru, guapa, si preguntamamá, le dices…»Ellasdejaban unmomento los libros y la veían salir levantando el visillo; se quedabanrespirandojuntascontraelcristalhastaquedesaparecía.Mirabanlacallejapordondeseibaajuntarconelnovioprohibido.Estoerahacetrescursos,elprimerodevivirNataliaenlaciudad,cuandoellayGertruempezaronaescribireldiario.

Depronto vinoGertru y aplaudieron. Iba por todas las habitaciones conÁngelparahacersefelicitar.Lagentefuealapuertaabesarlayaverlelapulsera.Acababandepedirla.

—Aver.Oye,esfantástica.—Déjamever,déjamever.Deensueño.Ángelsepusoasaludaraloshombres,yalcabodeunpoco,cuandosequitóla

gentedelapuerta,GertruvioaNataliaenelrincóndeallá.Lehizounaseñayllegó.—Teestababuscando,Tali,creíquenohabíasvenido.¿Conquiénestás?La besó. Llevaba un traje color manteca con frunces en las caderas y el pelo

trenzadoenlanuca.Talinuncalahabíavistotanguapa.

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—Aquíestoy,yosola.Bueno,hevenidoconmishermanas.—¿Quieresveniraqueteenseñelosregalos?—Bueno.Fueronasucuarto.Estabanlosregalosencimadelacamaturcaydelamesayde

unosbancosquehabíanpuesto.DijoGertruque todavíano teníani lamitad.Eranestuchesdecosasdeplata,manteles,cajitasdepiel,zapatos,vestidos,cinturones.

—Fíjate,estebolsoesdeItalia.Miracómoestárematadopordentro.Talinodecíanada,leibapasandolosojosporencimaatodaslascosasyalgunas

lastocabauninstante.—Lapulseraespreciosa,¿verdad?—Sí.Yatelahevistoantes.Haspuestoluzdeneónaquí.—Sí,yahacemucho.¿Quémiras?—Quehasquitadolarepisaconloslibros.¿Dóndetienesloslibros?—En el cuarto trasero; tengo que hacer una selección de los libros antes de

casarme.Sitesirvealguno.—No.Sólosi tuvieras losapuntesdeReligióndelañopasado,paraAlicia,que

repite.Yolosmíoslosheperdido.—¿QuéAlicia?—AliciaSampelayo,¿noteacuerdasdeella?—Ah,sí,unpoco,unarubia.Yatelosbuscaré.Miraestaradio,Tali,¿hasvisto

unacosamáschiquita?Funcionaconpilas,¿verdadqueesunsol?Verás,vamosabuscaralgodemúsica,verásquébienseoye.

Se sentaronenel sofá amarillo, corriendounpoco las cosasquehabía encima.Allí, juntas, oyeron la música de una emisora francesa—tan lejos, sabe Dios dedóndevenía—,NataliasetapólacaracontraelhombrodeGertruyseechóallorardesconsoladamente.

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dieciocho

Las clases de alemán, a pesar de ser mi única ocupación concreta durante eltiempodemiestancia,lasrecuerdocomounamúsicadefondo,comoalgoseparadode la ciudadmisma. Hacía todos los días el camino de ida y vuelta del Instituto,cruzabaelpatio,avanzabahacialafachadagrisdeventanasaltasyasimétricas,subíalasescaleras,peronadadeaquellomeerafamiliar;coincidíasiempreconlaprimeraimagenquetuvedeellolatardedemillegada,cuandohabléconlamujerquefregabalosescalones.

Meaburrídelospaseosconlasniñasyempecéapasarlistayaponerfaltasdeasistencia, porque don Salvador me dijo que no estaban preparadas para tenerdisciplinadeotramanera,quemerogabaquelohicieraasí.Porlovistomismétodosextrañabandemasiadoatodos.Tambiénmeseñalóunlibrodetextoquedebíaseguirenadelante.

Creo que más o menos por entonces fue cuando Emilio empezó a venir aesperarme a la salida de las clases y a hacerme confidencias de su noviazgo conElvira.Vinodosotrestardes,perolaprimeranoladiferenciodelasotras.Empezóahablarderepente,porquedijoquenopodíamás,quenecesitabaapoyarseenalguien.Elviraledesconcertabaconsusarbitrariedades,nolapodíacomprender,yélsesentíainferiorseatormentabapensandosiseríaonoelhombrequeellanecesitaba.Yoledije que eso no se llegaba a saber nunca, y que si se querían no tenía sentidoplantearseesosproblemas.Nosabíabienquédecirle;unasvecessecreíasegurodequeElviraleamaba,yalomejorcasienseguidaloponíaendudadesesperadamente.FuimosapasearporcallescercanasalInstituto,pordondeélmeibaguiandoconsubrazoaferradoalamangademiabrigo,yrepetíaidénticascosas.

—Enelfondosoydébil,soydébil—decía—.Nosébiencómosoy.Sisupieraloqueellaesperademí,mevolveríaabsolutamentedeesamaneraaunquetuvieraquevivir siempre una vida fingida, diciendo palabras postizas. Me adaptaría a lo quefuera,telojuro.

—Peronopienseseso.Túporquétienesquecambiardecomoeres.Elvira,siteconoce desde hace tanto tiempo, te tiene que querer como seas. Te lo tomasdemasiadoenserio.Ellaesquetienefantasías,quelegustainventarcomplicaciones.Nolaadmirestanto,séduroconella.Túeresmásverdaderoqueella.

—¿Teparece?—Porloquedices…HastaqueempecéavolveracasadeElvira,todamibrevehistoriaconellacasila

había olvidado, era para mí un episodio concluido, imaginario. Se me hacía muyextrañopensarentodoeltiempoanterioramiamistadconEmilio.

AcasadeElviravolvíporqueélmelopidió.Lehabíatomadoungranafectoy

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mehabíadadocuentadelofácilqueeraanimarle,subirlelamoral.Nosécómo,tanrápidamente,sehabíaconvertidoenmimejoramigo.Nolejuzgaba,nomeimportabaquefueramediocreointeligente.Sóloveíasusinceridadysuvacilación,loansiosoque estaba de compañía. Y contrastando con su afectación de algunas veces, meconmovíasuhumildad,comonuncalahevistomayor.

Me acuerdo de un domingo de sol queme estuvo leyendo versos suyos en elParquemunicipal.Eranmuymalos.Hablabandesangrerusiente,latidos,floraciónycosasasímuyvagas.Miscríticas,completamenteintuitivas,porquedepoesíanuncahesabidocasinada,nosólolasescuchóávidamente,sinoqueallímismoenelbancodel parque, apoyando los folios en las rodillas, se quería poner a corregir algunascosasconarregloaloqueyolehabíadicho.Casimehacíaavergonzarme.

Otrodía,ensucasa,meestuvoenseñandoalgodeunanovelaqueteníaempezadapara un concurso literario y artículos recortados de periódicos. Los artículos eranbastantegraciosos.EnsucuartoteníaundibujodeElviraalpastel,elescorzodeunmendigo,coninfluenciapicassiana.

Porentonces,unpocoantesdelasvacacionesdeNavidad,leveíacasitodoslosdías,oporlomenosmetelefoneabaalapensión.PorlovistolascosasconElviraleempezabana ircadavezmejor,gracias,segúndecíaél,a laseguridadensímismoque yo le había inyectado con mi amistad y mis consejos. Realmente no eranconsejos,sinoopinionesypuntosdevistaqueélmearrancaba.

—Ahorasiempreestoytranquiloytengoesperanzas.Séquevivo,quetengoalgodentroqueesmío,algoquemeimpulsa.AveceshastameparecequeyosoloseríacapazdedirigirelmundoconmiamorporElvira.Yesomebasta.

Decíafrasesasí,queseveíaquehabíaestadopensandoantes;mefigurabayoloquesehabríacomplacidoimaginándosedepieenelcentrodelmundoconunabatutaenlamano,sublimandosusgestosdeamor.

VolvíporfinacasadeElvira.Esteprimerdíaconocíalamadre,yaellaapenaslaviunosinstantesporqueenseguidasefuedelahabitación,perofuelosuficienteparacomprender que algo estaba aún pendiente entre nosotros y que yo la volvería adesear, como la tardedel ríoy lavezque labeséen sucuarto.Talveznohubieravueltoporlacasa,sialdíasiguienteEmilionomehubieravenidoabuscaralapuertadelInstitutolocodeentusiasmo.

—Túmedaslasuerte,¿notelodigosiempre?,meladas,esasí,notienedudas.Ahorayaestábienclaro.

Apenasmehabíadadotiempoasepararmedeunasalumnasquesalíanconmigo,y al principio no entendía nada, ni élme daba lugar a preguntarle.Luego, yamáscalmado,meexplicóqueElviralehabíadichoquequeríacasarseconélenseguida,yqueyaleshabíahabladoasumadreyaTeo.

—Ellaesasí,nosécómonolaconozcotodavía.Nosesabeporquédecidelas

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cosas.Sabíayoquesialgunavezmeempezabaaquererdeverdad,estallaríaasí,derepente.Cambiaríatododelanochealamañana.¿Sabestúloqueesesto,Pablo?Yaselopuedodecira todos.Noscasamosenprimaveraoantes,noesperoasacar lasoposiciones,ninada.¿Tútedascuentadeloquees?

Todavíanomedabamuchacuenta.Ytampocomeladienmissiguientesvisitasalacasa.Emilio,queconelprimerentusiasmosedisculpabaaquellosdíasdelestudio,mellevabaallíconélcontinuamente,mehacíaquedarmeacomerycenar,cuandoélse quedaba. Yo no sabía qué pretexto poner para rehusar, porque en el fondomegustaba quedarme. Todos me insistían con mucho afecto; también Elvira, aunquealgunasvecesseenfadabaporalgoquedecíayo,yseibadelcuarto.Peromeparecióqueestabacontenta,muycariñosaconEmilio.Lebesabasiempredelantedemí.Avecesteníaunaeuforiaagresivaydababromasatodos.Esasvecessemetíatambiénconmigoymetratabaconexcesivafamiliaridad.Parecíamosunafamilia.Yonomeexplicabacómohabíallegadoapasaraquellodeestarallí,sentadoenelsofádeaquelcomedor de la calle delCorreo charlando, omirando algún libro, con la confianzacon que podría haber estado enmi casa.Me parecía que volvía a tener una casa,despuésdemuchotiempo.

—Para la primavera —decía Emilio, que siempre estaba haciendo planes—tenemosquellevaraPabloauntentaderodetorosenlafinca.Yaverástúquécosataninteresanteytanbonita.

LospadresdeEmiliotienenunafinca,yellos,cuandosecasaran,pensabaniravivirallí.

—AElviralegusta—meexplicóEmilio—.Podráporfinponerunbuenestudioy trabajar.Yo, al principio,me ocuparé del campo, claro, pero seguiré estudiando.Ellapintarámuchoallí;amímeinteresatambiéneltrabajodeellatantocomoelmío.Creoquetieneunavocaciónyquepuedehacercosas.Tambiénviajaremos.

Me hablaba mucho aquellos días de la libertad de la mujer, de su proyecciónsocial.Teníamuchosproyectostambiénacercadereformasenlafincadesuspadres,ytodosmuyambiciosos.Queríaponerregadíoenalgunossitiosyademáshacerunapiscinacercadelacasayuncampodetenis.Parecíaqueestascosasquedabanhechasapenaslasdecía,tantoentusiasmoponíaimaginándolas.Laoposiciónnolapensabaabandonar,desdeluego,porqueElviraqueríaquelahiciese.Teopodíavenirapasarlargastemporadasconellos.

—Ytútambién,Pablo,porsupuesto.Comositequieresvenirtodoelverano,encuantoacabeelcurso.Serásnuestromejoramigosiempre.

Yo,cuandoEmiliomeincluíaenalgunodeestosproyectosparalaprimaveraoelverano,mirabaloscristalesempañadosporelfríodelacalle.Meparecíaqueparaeltiempo bueno yo ya estaría en la ciudad y no podría ir con ellos a ningún sitio.Todavía no había podido librarme de la sensación de provisionalidad que me

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producíatodoloqueibaviendoyhaciendoenesteviaje.Llegaron los exámenes de diciembre y las vacaciones de Navidad. Estaba

alborotadoelInstitutoporquelasalumnaspedíanlasvacacionesdesdeeldíaprimeroynoeracostumbredarlashastaelocho.Porlovistotodoslosañoshabíaestaluchasordaynocedíannilosprofesoresnilasalumnas,quesedividíanendosbandos,eldelasqueacatabanlaleyyeldelasrebeldes.Habíaentreellasdesordenydiscordia,yseinsultabanunasaotrasconletrerosenlasparedesyenlapizarra.Yo,antesdequelasituaciónfuesemástirante,hiceelexamentrimestralymedespedí.Meparecíaquenodejabanadaenaquellasaulas.

UnatardevolvíconmislibrosalcafédelacalleAntigua,peronoteníapazparaestudiar y desistí. Me puse a andar por las calles. A casa de Elvira no quería ir.Llevabavariosdías sinverles conel pretextodeuncatarroque tuve,yqueríaqueestos días de ausencia me sirvieran para desacostumbrarme de la inercia de caersiempreporallíalatardecer.Medicuentadequeestabaandandoporcallescercanasalacasa,ydilavueltabruscamente.MemetíporlossoportalesdelaPlazaMayor,mirando escaparates. Salí a la calle del casino. La ciudad seme hacía, de pronto,terriblementeaburrida;meahogaba.Enlapuertadelcasinohabíauncartelquedecía:«ExposicióndeesculturasdeJuanCampo».JuanCampoeraYoni;hacíamuchoquenosabíanadadeestegrupodegente.Comonoteníanadaquehacer,entré.

Para la exposición habían habilitado el salón de té. Yoni estaba hablando conElvira junto a unade las esculturas, y nohabía nadiemás.Memiraron los dos encuantoaparecíenlapuerta.Yonisehabíadejadobarba.Meacerquéasaludarles;élnosabíaqueElvirameconocieraamí.

—¿Éste?—dijo Elvira de buen humor, sin soltarme la mano que yo le habíatendido—.¡Perosiesunapeste!EstátodoeldíametidoencasaconEmilioyTeo.¡Lehantomadounamor!Porcierto,hacedíasquenovas;hasestadoenfermo,¿no?

—Sí,unpoco.Memirabaalacara,comorespaldándoseenlapresenciadeYoni.Ensucasano

nosmirábamoscasinunca.Meseparédeellosymepuseadarunavueltaporallí.Les oía hablar y reírse. Cuando lo terminé de ver, me fui a despedir, pero ellostambiénseiban,ysalimoslostresjuntos.ElviraledijoaYoniquelehabíagustadomucho la exposición en conjunto, que había mejorado bastante desde las últimascosas que le enseñó a ella. Le hablabamuy familiarmente, como si quisiera haceralardedesuamistadconél.

YoninosinvitóasubirunratoconélalGranHotelytomarnosunacopaensuestudio,sinoteníamosquehacerotracosa.

—Gracias —dije yo—, pero no me encuentro bien y me quiero ir a casa aacostarme.Otrodía.

Elvirameinsistió.Quesiibayo,ibatambiénella,queerasólounratito,queno

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estaríatanmalo.Mevolvíaamirarcomoantes.—Alcatarroconeljarro—dijoYoni—.Tengocoñacfrancés.—Bueno—acepté sonriendo—,paracelebrar lode tuexposición.Unbrindisy

mevoy.—Claro,hombre.Comositequieresacostarallí,enunademisliteras.Cruzamos la Plaza. Le dijo Yoni a Elvira que si la veían acompañada de dos

hombresquenoeranEmilio,yenplenoluto,quelaibanacriticar.—Quediganmisa—exclamóellaconvozalegre,moviendoelpelohaciaatrás—.

¿Túquieresquelesdémásquehablartodavía?¿Quemecojadevuestrobrazo?—Hombre,claroquequiero—dijoYoni—.¿Tú,Pablo?Tratédesacareltonofrívoloqueellosempleaban.—Anadieleamargaundulce—dije.PasábamosporlosjardincillosdelmediodelaPlaza.Elviranoscogiódelbrazoy

losdosnosjuntamoscontraella.Eracasitanaltacomoyo.Hacíafrío.Yonilecogiólamanodesuladoyselametióconlasuyaenelbolsillodelabrigo.

—Oye,esoyaesmucho—serióella—.Nosvanaquerercasar,comohacedosinviernos.¿Sabes,Pablo,quehacedosinviernosnosqueríacasarlagenteaésteyamí?

Meoprimíaelbrazoparahablarme.Teníalosojosbrillantesdealegría.—¿Casaros?¿Porqué?—Ah,puesporquealgunastardesibaporsuestudioapintarallí.Fíjatequédelito.

Queestábamosenplan,decían,¿verdad,tú?Yoniserió.—Bueno,unpocoenplansíqueestábamos.—Calla,tonto,quéíbamosaestar.EnelestudiodeYoniyonohablénada.Mesentíaincómodo,desplazado.Tomé

doscopasyestuveponiendounosdiscos,mientrasellosbromeabanypajareabanporallí. Luego fueron languideciendo también, como si mi silencio les secara. Medespedí.Elviradijoqueellatambiénseiba.

—Pero,mujer,espérateunpoco.SeguramentevendráEmilioporaquí—laanimóYoni—.Ysino,lellamamos.

—Hombre, vaya unos planes que me preparas. A Emilio me lo tengo yademasiadovisto.No,deverdad,mevoy.Siviene,ledicesquemeheidoacasa—dijoluego,corrigiendoeltono—.Adiós,Yoni,majo.Yenhorabuena.

De pronto, ya estábamos los dos solos en la calle. Empezamos a andar en unadireccióncualquiera.Nohablábamos.

—¿Adóndevamosporaquí?—preguntóellaporfin.—Yoamipensión.—¿Notevienesunratoacasa?

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—No.Seguimos.Notorcióporelcaminoqueladebíallevarasucasa.Íbamoshaciami

barrio.Semecogiódelbrazo,comounratoantes.Seapretócontramí.—Notemolestará,verdad,queteacompañeunpoco…—¿Porquéibaamolestarme?—Nosé,porqueeresraro,nuncasesabeloquetegustayloqueno.PasamoslaPlazadelMercado,subimoslacuestadelacárcel.—Pablo—dijodepronto.—Qué.—Nada,quequécalladosvamos.¿Túvasagustosinhablar?—Yono,porquevoyviolentasinsaberloquepiensas.¿Quépiensas?Noestarás

enfadadoconmigo.—No,mujer…—Pues,¿quépiensas?—Perodequé.—Demi,dequeteacompañeyeso.—Nada,loencuentronormal.Eresunachicalibre,¿noquedamosenesocuando

hablamoslaúltimavez?Sesoltóconrabia.—Teríesdemí,siempreteríesdetodos.DeYoni,ydeEmilio,ydemihermano.

Vienesacasaamalaidea,paraestarnosmirandoatodosyluegoburlarte.Poresonomegustaquevengas.Tecreesunsersuperior.

Nocontesté.Meaburría.Empecéaandarmásdeprisa.—Novayastandeprisa.Dialgo.—Quévoyadecir,queestásloca,quenodicesmásquetonterías.Seechóallorar.—Esquemeponesnerviosa,noséloquemepasacontigo.Perdóname.—Puesnovengasconmigo,yonotehepedidoquevengas.Meparé.Habíamosllegadoamipensión.Semevolvióacogerdelbrazo.—¿Medejasquesubaavertucuarto?Anda,asíhacemoslaspaces.—Notenemosquehacerningunaspaces.Estánhechas.Adiós.—Anda,déjamesubir.Mefumounpitillocontigo.Tengoganasdesubir.—No.Elvira,mejorno.Seleencendieronlosojosconcoquetería.—Parecequetienesmiedodemí.Lacogíporloshombros,lasacudíhastaquelahicedaño.—Eresunainsensata,túereslaquedebíatenermiedo.Noséaquéjuegoquieres

jugarconmigo.Veteacasa.Todavíasereía.

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—¿Tecreesquenosoycapazdesubiratucuarto?Lacogíporunbrazo.—Elvira, si subes esta noche ami cuarto, no vuelves a salir hastamañana de

madrugada,¿entiendes?Anda,sube.Ahoraverás.Loslabiosletemblaban.Laempecéaempujarhacialaescalera.—Bruto,québrutoeres,déjame.—Noquiero.—Ah,ahoranoquieres…¡Venga,sube!Vinolamujerdelapensiónconunospaquetes,yabrióconlallave.Sequedóesperandoaversiparábamosono.Nosmirabaconojosfijos.—Dejeabierto;ahorairemos—dijeyo.Elvirallorabacomounaniña.—Quévergüenza,quévergüenza—dijocuandosemetiólamujer—.Silosupiera

Emilio esto que me has hecho, tratarme como a una fulana, hacerme pasar estavergüenza.Tú tecreesqueyosoycomolaanimadora;yame lodijeron laschicas,quevivíasaquíconlaanimadora,cuandoestuvo,peroyonomeloquisecreer.Sevequeesloúnicoquevesenlasmujeres.Tehascreídoquesoycomoella.

—No—dije—.Noerescomoella.Ellaestuvoenmicuartomuchasvecesyyoenel suyo, pero no era como tú. Era directa y sincera. Si hubiera querido acostarseconmigo,melohabríadicho.

Elvira lloraba ahora a lágrima viva, con sollozos de total desamparo. Le dimipañuelo.

—Anda, vete a casa, que es tarde.No te preocupespor lodeEmilio, porque anadielepiensodecirnada.Perovete.

Aquella noche no dormí casi, y a la mañana siguiente muy temprano hice mimaleta, pagué la pensión y eché a andar hacia la estación por las calles desiertas,lechosasdeunanieblamuyfríaquedesvaíalaluztodavíaencendidadelosfaroles.ElprimertrenparaMadridsalíaalasochodelamañana.PasépordelantedelacasadeEmilioylevantélosojosasuventanacerrada.Todavíanosabíabienadóndeiría,perosabíaquenoibaavolver.EnMadridmequedaríaalgode tiempoydesdeallíescribiríaadonSalvadorytalvezaTeoyaEmilio,inventaríaalgunahistoria.

Despuésdesacarelbilleteentréenelbarde laestaciónydejémimaletaenelsuelo.Teníalasmanosentumecidas.Pedíuncafésolo.Amiladomesonrióunrostroconocido.

—Don Pablo, qué alegría. He venido a despedir a mi hermana, que por fin,¿sabe?,sevaaMadrid.Elnoviolehaencontradoallíuntrabajo,peromipadrenosabe nada todavía, se cree que vuelve después de lasNavidades. Se lo tendré quedeciryocuandosea.

EraNatalia,mialumnadeséptimo.Lainvitéacaféconleche.

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—Juliaahoraviene.Estácomprandounasrevistas.¿UstedtambiénvaaMadrid?—También.—Fíjese,québienlodemihermana;estámáscontenta…Vinolahermanaymelapresentó.Estuvimoslostresdesayunando.Empezabaa

entrarenreacción,peromedolíamucholacabeza.Juliadijoquemeconocíadevistadelcasino.Luegonosabíamosdequéhablar.

—Ustedahora—ledijeaNatalia—,aversiarreglaconsupadrelodelacarrera.QueseenteresuhermanaenMadriddelosprogramasdeesacarreraquequierehacerylovaustedsabiendoparaelañoqueviene.Nosedesanime,mujer,porfavor.

—No,no,sicadavezestoymásdecidida.Subimos juntos al tren, peroNatalia se bajó en seguida. Era casi la hora de la

salida. Julia y yo nos asomamos para verla desde el pasillo, en dos ventanillascontiguas. Estaba de pie muy quieta en el andén y nos miraba alternativamente,sonriendo.Luegobajólosojos.Elandénestabacasidesierto.Empezabaalevantarunpocoeldía.

Sonóunacampanayeltrenarrancó.—Adiós—dijoNatalia,cogiendolamanoquesuhermanaletendía.Yo también saqué lamanoy se ladi.Empezóaandarunpococonnosotrosal

pasodeltren,siempremirándonosysonriendo.Memirabaamí,sobretodo,losojosllenosdeluzenlapequeñacara,subidoelcuellodelabrigo.

—Quetengasuerte—ledije,agitandoelbrazo.Ellaechócasiacorrer,porqueeltrenibamásdeprisa.—Peroustedvuelve,¿no?—Oye,aMercedeslehedejadounacartaencimadelacama—dijolahermana,

depronto,conurgencia—.Creoquelaverá,perosinolave,dáselatú.—Bueno…Eltrenyaibaarebasarlapareddelaestación.Nataliacorríaconcaraasustada.—Vuelveusteddespuésdelasvacaciones,¿verdad…?Aversinovuelve—dijo

casigritando.Nolecontesténiquesíniqueno.Seguídiciéndoleadiósconlamano,hastaque

lavipararseenellímitedelandén,sindejardemirarme.Selecaíanlaslágrimas.—Adiós,adiós…Habíamossalidoafuera.Sonabanloshierrosdeltrensobrelasvíascruzadas.Con

laniebla,nosedistinguíalacatedral.

Madrid,enerode1955-septiembrede1957.

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CARMEN MARTÍN GAITE. nació en Salamanca en 1925. Tras licenciarse enFilosofíayLetrasenlaUniversidaddesuciudadnatal,decidiócontinuarlosestudiosdedoctoradoenMadrid.SustextosdejuventudaparecieronenrevistasdelaépocacomoTrabajosydíasoRevistaNueva.

Durantesusprimerosañosenlacapitalespañolaentróencontactoconescritoresde la talla de Rafael Sánchez Ferlosio, Alfonso Sastre o IgnacioAldecoa. Con suprimerlibro,Elbalneario,unacompilacióndenovelascortas,obtuvoelPremioCaféGijón en 1954. Después vinieron otros títulos como Entre visillos, Las ataduras,RetahilasoFragmentosdeinterior,entreotros.Enladécadadelosnoventaregresóala narrativa conNubosidad variable, Lo raro es vivir o Irse de casa. Además denumerosos relatos, ha escrito varias obras ensayísticas como La búsqueda delinterlocutor y otras búsquedas oUsos amorosos de la posguerra española, que levalióelXVPremioAnagramadeEnsayo.Susversosseencuentran recogidosenelpoemarioArachas.En1988laescritorasalamantinarecibióelPremioPríncipedelasLetrasyen1994elPremioNacionalde lasLetraspor toda su trayectoria literaria.MartínGaite falleció enMadrid en julio de 2000. Póstumamente se ha editado sulibroLosparentescos.

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