Ensayo Elisa

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De que habla Bell cuando menciona a California como epicentro de la sociedad de consumo En su libro Las contradicciones culturales del capitalismo, Daniel Bell indaga acerca de la transformación cultural que puso fin a la ética protestante y al temperamento puritano i como conjunto de prácticas que sustentaban al sistema valorativo tradicional de la sociedad burguesa. En un contexto de cambio demográfico, la transición de pequeñas ciudades a importantes centros urbanos, en las que la ética del puritanismo como reguladora social irá perdiendo eficacia, y sería reemplazada por la emergencia de una sociedad de consumo. Ésta fue originada tras la expansión del consumo a las clases sociales medias y bajas: productos que antes eran exclusivos de las clases altas -y considerados de lujo por las demás clases- fueron ampliados a ellas y percibidos como necesidades. Se promovía el gasto y la posesión de bienes materiales en contraposición a los antiguos valores puritanos del ahorro, la frugalidad, el autocontrol y la renuncia a los impulsos. Conjuntamente existía una revolución tecnológica iniciada en los años 20’ con el uso de electrodomésticos, la invención de la línea de montaje (que posibilitó la producción en serie y con ella la producción del automóvil barato); el desarrollo del marketing y la propaganda, la difusión de la compra a plazos (que con la acepción “crédito ii ” rompió con el miedo a la deuda, propio del protestantismo) además del cine y la radio. Innovaciones que terminaron con el asilamiento de las pequeñas ciudades y creaban una noción de cultura común y sociedad nacional. Tras ello la vida de la clase media sufrió una radical transformación en sus prácticas culturales como así también, en su estructura social, al ser socavados el temperamento puritano y la ética protestante: pilares de las creencias y legitimaciones que sancionaban el trabajo y la recompensa en la sociedad estadounidense, dando paso a un estilo de vida de basado en el hedonismo iii . La emergencia de la masificación del consumo revolucionó a la sociedad burguesa al asumir como un nuevo estilo de vida, la posibilidad de cambio social y de transformación

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De que habla Bell cuando menciona a California como epicentro de la sociedad de consumo

En su libro Las contradicciones culturales del capitalismo, Daniel Bell indaga acerca de la transformación cultural que puso fin a la ética protestante y al temperamento puritano i

como conjunto de prácticas que sustentaban al sistema valorativo tradicional de la sociedad burguesa. En un contexto de cambio demográfico, la transición de pequeñas ciudades a importantes centros urbanos, en las que la ética del puritanismo como reguladora social irá perdiendo eficacia, y sería reemplazada por la emergencia de una sociedad de consumo. Ésta fue originada tras la expansión del consumo a las clases sociales medias y bajas: productos que antes eran exclusivos de las clases altas -y considerados de lujo por las demás clases- fueron ampliados a ellas y percibidos como necesidades. Se promovía el gasto y la posesión de bienes materiales en contraposición a los antiguos valores puritanos del ahorro, la frugalidad, el autocontrol y la renuncia a los impulsos.

Conjuntamente existía una revolución tecnológica iniciada en los años 20’ con el uso de electrodomésticos, la invención de la línea de montaje (que posibilitó la producción en serie y con ella la producción del automóvil barato); el desarrollo del marketing y la propaganda, la difusión de la compra a plazos (que con la acepción “crédito ii” rompió con el miedo a la deuda, propio del protestantismo) además del cine y la radio. Innovaciones que terminaron con el asilamiento de las pequeñas ciudades y creaban una noción de cultura común y sociedad nacional. Tras ello la vida de la clase media sufrió una radical transformación en sus prácticas culturales como así también, en su estructura social, al ser socavados el temperamento puritano y la ética protestante: pilares de las creencias y legitimaciones que sancionaban el trabajo y la recompensa en la sociedad estadounidense, dando paso a un estilo de vida de basado en el hedonismoiii.

La emergencia de la masificación del consumo revolucionó a la sociedad burguesa al asumir como un nuevo estilo de vida, la posibilidad de cambio social y de transformación individual. Esto ofreció legitimidad y estímulos a quienes se atrevían a innovar en la cultura y en la producción.

Al considerar a la sociedad norteamericana como prototipo del modo de vida burgués, Daniel Bell referencia a California como epicentro de la sociedad de consumo, por ser esta gran ciudad un espacio en el que se desplegaron todos los símbolos -o medios de cambio- que transformaron los hábitos socialesiv a través del consumo masivo. Esto permitió, ampliar el horizonte cerrado de las ciudades pequeñas que dependían “de sus propios recursos para las diversiones y compañías”, cuya regulación moral regía a través de una amenaza represiva basada “imposibilidad de escapar del lugar y de las consecuencias de la mala conductav“ y de la transmisión de hábitos sociales legítimos a través de las principales instituciones sociabilizadoras (escuela, familia, iglesia). Con la irrupción de consumo masivo, representado en el automóvil, el cine, la radio, la propaganda, y la opción de la venta a crédito, los antiguos hábitos sociales sufrirían una transformación radical. A saber, la venta a crédito se convirtió en una de las principales actividades económicas de la sociedad americana: a través de ella se cambiaban los valores de frugalidad por la prodigalidad; el ascetismo, por el dispendio. “El automóvil cerrado se convirtió en el cabinet particulier de la clase media, el lugar donde los jóvenes audaces se desprendían de las inhibiciones sexuales y rompían los viejos tabúesvi”. El cine con la multiplicidad de fantasías presentadas, ofreció “una ventana abierta al mundo” que supo evitar las restricciones morales de las instituciones y ser incluso una escuela en la que se aprendían y/o se imitaban hábitosvii vinculados al goce desprejuiciado y al gasto

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como forma de distinción y sofisticación. Por su parte, la propaganda erigida con sus letreros como nuevo símbolo topográfico de la gran ciudad, era “el signo de los bienes materiales, el modelo de nuevos estilos de vida, el heraldo de nuevos valores” promotor de la seducción a través de estos bienes, como valor social, portadores de una distinción social que no consiste ya como en el siglo XIX en el ascenso en la escala social, sino en la adopción de un estilo específico que hace parte a los miembros de una comunidad de consumo.

Este nuevo estilo de vida estaba basado en un profundo cambio en el esquema de valores norteamericano donde ya la virtud de la realización, del hacer, iría mutando desde la década del 50’ hacia un culto hedonista por el estatus y el gusto. Así la cultura estadounidense ya no se ocuparía del trabajo y la realización sino del gasto y del goce, interesándose compulsivamente en el juego, la diversión, la ostentación y el placer, arraigada no ya en una “moralidad de la bondad “que frenaba a los impulsos sino en la “moralidad de la diversión “que proponía dar rienda suelta a ellos. El sentimiento de culpa sería la culpa por la no diversión. Finalmente, en palabras de Bell:

Nada sintetiza mejor el hedonismo de los Estados Unidos que el Estado de California. Un relato publicado en Time y titulado "California: un Estado de excitación" comenzaba así:

California es prácticamente una nación en sí misma, pero presenta una extraña esperanza, una sensación de excitación –y de cierto terror– para los norteamericanos. Tal como lo ven la mayoría de ellos, California representa la apacible, impía y gregaria prosecución del placer. Los ciudadanos de la tierra del loto parecen estar siempre recostados junto a piscinas, friendo al sol, paseando por las sierras, retozando desnudos en las playas, más hermosos cada año, arrancando dinero de los árboles, jugueteando despreocupadamente, vagabundeando por los pinares y –cuando se detienen para retomar aliento– componiéndose frente a la cámara fotográfica, ante el resto de un modo envidioso. He visto el futuro, y funciona, dice el visitante que acaba de retornar de Californiaviii

i “La ética protestante y el temperamento puritano fueron códigos que exaltaban el trabajo, la sobriedad, la frugalidad, el freno sexual y una actitud prohibitiva hacia la vida. Ellos definían la naturaleza de la conducta moral y de la respetabilidad social” de la sociedad burguesa. En E.E.U.U, estos se asociaban a una “ visión del mundo de un modo de vida agrario, de pequeña ciudad, mercantil y artesanal” Bell, Daniel, “Las contradicciones culturales del capitalismo”, 2006. Versión digital: http://inicia.es/de/cgarciam/Danielbell.htm. Pág. 12

ii A fines de los 60’, los bancos cambiaron sus hábitos, rompiendo así con el miedo a la deuda a través de la “propaganda de los servicios de reserva en efectivo que permitían a un cuentacorrentista girar en descubierto hasta varios miles de dólares (que debían ser devueltos en pagos mensuales. No era necesario disuadir a nadie de dar rienda suelta a su impulso en una subasta o venta. La seducción del consumidor se hizo total” Ibíd. Pág. 19

iii “La ética protestante como realidad social y estilo de vida de la clase media fue reemplazada por un hedonismo materialista, y el temperamento puritano por un eudemonismo psicológico”. El mundo hedonista consistía en un mundo de simulación atento a las expectativas, más atento a lo que vendrá que al presente mismo, a eso que vendrá además sin esfuerzo. El símbolo estrella del hedonismo en EEUU, fue la cultura del sexo y del orgasmo sostenida por el cine o revistas como “Playboy”. Ibíd, Pág. 22iv

Una sociedad en rápido cambio inevitablemente engendra confusión con respecto a los modos apropiados de conducta, los gustos y la vestimenta. Una persona socialmente móvil no dispone de ninguna guía para adquirir nuevo conocimiento sobre cómo vivir "mejor" que antes, y así el cine, la televisión y la propaganda se convierten en sus guías. Ibíd. Pág. 19.

v Ibid. Pág. 18.vi Ibíd.vii

El cine era una escuela para los jóvenes. “Imitaban a las estrellas de cine, repetían bromas y gestos de las películas, aprendían las sutilezas de la conducta entre los sexos, y de este modo desarrollaban una apariencia de sofisticación. (…)Las películas glorificaban el culto de la juventud (…) Se ejemplificaba la idea de "libertad" por la legitimidad de la taberna clandestina y la disposición a hablar sin trabas en reuniones desenfrenadas. "La burla de la ética, de la vieja ‘bondad interior’ de los héroes y heroínas de película –escribe Lewis Jacobs–, iba a la par del nuevo interés por las cosas materiales"” Ibíd. Pág. 18

viii Íbíd. Pág. 20

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2)Las definiciones vistas hasta el momento coinciden en abordar al fenómeno de globalización

cultural, enmarcado no en un análisis meramente economicista, sino de un modo más complejo en el

que se entretejen los cambios económicos, políticos, tecnológicos y culturales ocurridos a nivel

mundial a partir de la segunda mitad del siglo pasado, en los que la relación entre lo local y lo global

sufrirá un cambio radical, cuya principales consecuencias serán la perdida del poder de los Estado-

Nación en beneficio de entidades supralocales, la pérdida de participación en el espacio público por

un repliegue en la esfera íntimaix y por ende la atomización de los individuos. Arjun Appadurai desde

un enfoque antropológico, aborda al fenómeno de la globalización en sus “dimensiones culturales

otorgando privilegio a lo culturalx en su función adjetiva. De modo que “La modernidad desbordada”,

analiza a la globalización cultural a partir de pensar al” ahora global” -cambio o quiebre en las

relaciones intersocietales en las últimas décadas- problematizado a partir de dos ángulos: los medios

de comunicación y los movimientos migratorios; y a los efectos de dichos fenómenos, los cuáles se

hacen notorios en el trabajo de la imaginación, trabajo constitutivo de la subjetividad moderna. Por su

parte, Zygmunt Bauman, sin hablar explícitamente de globalización cultural refiere a este proceso a

partir de proponer una tensión entre tiempo/clase y espacio/tiempo categorías que establecen una

nueva configuración social y que ocurren en el contexto de una modernidad líquida, de

globalización y de una sociedad de consumo estratificada.

Atendiendo a las características que asumen las clases medias argentinas en el marco de una

globalización cultural que ha incidido fuertemente en la conformación de nuevos

imaginarios sociales y culturales, Ana Wortam indica que esto se revela en el cambio de

su identidad social tras las consecuencias de la crisis económica, la transformación de la oferta

cultural y la difusión de nuevas tecnologías de comunicación e información, factores que

cambiaron la base de su legitimidad, la que consiste no ya en el acceso a la educación ,consumo de

cine y libros vinculados al espacio públicoxi sino en un disfrute de la cultura ligado a las nuevas

tecnologías de comunicación e información ( como la televisión por cable,

el dvd, la computadora, el correo electrónico e internet, etc.) y en un repliegue

hacia espacio privado del hogar, lo que implica una nueva articulación entre lo público y lo

privado. Los tres autores coinciden en que la globalización cultural en el marco de una sociedad

ix Bauman insiste en que la sociedad de consumo produce individuos consumidores, lo que implica un debilitamiento de los lazos solidarios y de la participación en la esfera pública.x Considera a la “cultura” en su forma adjetiva? a la que llama “lo cultural” pues hace referencia a “las diferencias, los contrastes y las

comparaciones” y eso le permite atender a diferencias situadas, o sea, a diferencias “en relación con algo local que tomó cuerpo en un lugar determinado donde adquirió ciertos significados”, y aclara que son diferencias culturales sólo aquellas que hacen a la identidad de los grupos.

xi Esto implica un cambio respecto de los hábitos de la sociedad burguesa tradicional el espacio privado era el espacio en el que se configuraba una subjetividad intima para luego desplegarla en el espacio público

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de consumo, implica desigualdades, tensión entre lo local y lo global, y la pérdida de

autonomía de los Estado-Nación. “En el mundo de la posguerra por el espacio, la movilidad se

ha convertido en el factor estratificador más poderoso”, dice Bauman, así ‘tiempoxii’ ‘espacio’ y

‘clase social’ se vinculan en la dinámica económica actual desigualmente entre las distintas

clases a partir de la posibilidad que ellas tengan de movilizarse, de ser autónomas, de no

depender del territorio local y desplazarse acorde a la dinámica global o de confinadas al

territorio local. De modo que por una parte, los miembros de aquella clase que en virtud de la

nueva forma de propiedad, la absentista, constituirán elites globales independientes de las

unidades territoriales donde se asienten temporalmente sus empresas, y por otra, los bienes, los

capitales y los procesos laborales quedarán desterritorializados. En ese proceso, la toma de

decisiones será exclusiva de los inversores, no ya de los empleados, proveedores y voceros de

la comunidad local, por ende, lo local ve perder su poder frente a lo global, al poder sin

territorio cuya libertad se corporiza en el ciberespacio que sustenta la electrónica. Las elites

aisladas de la localidad, necesitan la “seguridad de ese aislamiento “lo que conlleva a una

estructuración más estricta del territorio, donde se demarcan espacios prohibitorios, cuyo acceso es

denegado a quien no tenga el permiso de las elites supralocales,xiii quienes convierten su

extraterritorialidad en asilamiento físico, local de la localidad.

Con esta dinámica los espacios públicos donde ocurren los encuentros cara a cara, la discusión y el

intercambio de los sujetos disminuyen en número y los que quedan tienden a ser cada vez más

restrictivos e incluso privatizados (por ejemplo espacios construidos por entidades privadas pero con

subsidio estatal). Por su parte quienes no pueden pagar el aislamiento, el permiso a acceder, deben

pagar el precio de la exclusión psicológica, cultural y política.

Pensando en el impacto de la globalización cultural en el espacio público, Wortman

advierte la existencia de una nueva concepción de la hegemonía cultural, la

que puede demostrarse observando las políticas culturales promovidas por

el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en las que cultura se asocia a la

generación de ingresos, tal es el caso de Buenos Aires como marca para la

xii Vemos aquí la noción de un tiempo asociado a la aparición de un espacio cibernético y del uso de las nuevas tecnologías,

despojado por estas de las antiguas restricciones espaciales y donde las distancias ya no parecen ser el obstáculo de sociedades de antaño. Por último El tiempo ligado a las nuevas tecnologías en el marco de la sociedad de consumo, se percibe como instantáneo.

xiii Con el creciente poder de las elites supralocales, los Estados/Nación han perdido poder a manos de esos capitales especulativos

que no están sujetos al territorio local ni las consecuencias políticas y sociales que puedan tener el ejercicio de su poder; teniendo la libertar de desplazarse según sus deseos y ventajas ligadas a la rentabilidad. Este proceso como decíamos no está exento de exclusiones sino que las refuerza, teniendo entonces siempre contracaras, como countries /cinturones urbanos de pobreza, turistas y vagabundos?…

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ofertada para el turismo cultural, la que es consumida masivamente por

turistas extranjeros. Luego destaca que si bien el estado es parte del

fomento a la cultura no escapa en sus política la idea de estratificación y

exclusión puesto que los sectores sociales beneficiado por ella son los que

viven cerca de en el centro de la ciudad y en barrios tradicionalmente

vinculados a la oferta cultural de museos y exposiciones. Por otra parte, el

bajo presupuesto asignado a la educación (universidades, escuelas de arte,

educación pública en general), la desatención a las bibliotecas publicas

como clubes de lectura, generan sospechas del crecimiento de las políticas

y públicos de la cultura puesto que muestran una preocupación real en la

formación de públicos culturales.

Retomando el análisis de Appadurai de la globalización cultural, puede observarse que” los medios

electrónicos transforman los mundos preexistentes de la comunicación y el comportamientoxiv”Los

medios electrónicos cambian lo social y lo cultural dentro de lo cual lo moderno y lo global son parte

de un mismo proceso. Estos medios transforman al discurso cotidiano. Son recursos disponibles “en

todo tipo de sociedades, y accesibles a todo tipo de personas, para experimentar con la construcción

de la identidad y la imagen personal”, permiten que “los guiones de las historias de vida posibles se

intercepten con el encanto de las estrellas de cine y las tramas fantásticas de las películas sin quedar

disociados del mundo plausible de los noticieros, los documentales”, etc. Debido a la multiplicidad de

las formas que adoptan y a la velocidad con que avanzan y se instalan en la vida cotidiana, los medios

de comunicación electrónicos proveen recursos y materia prima para hacer de la construcción del yo,

un proyecto social cotidiano. Por otro lado, las migraciones no son nuevas en la historia, pero al

yuxtaponerlas a la velocidad del flujo de imágenes, guiones y sensaciones vehiculizados por los

medios masivos de comunicación, resulta un nuevo orden de inestabilidad en la producción de

subjetividades modernas. Las imágenes en movimiento emitidas por los medios electrónicos de

comunicación y las migraciones masivas de las que resultan espectadores desterritorializados se

encuentran originando esferas públicas en diásporas (diásporas de la esperanza, diásporas del

terror y diásporas de la desesperación) que develan la ineficacia ya de los Estado-Nación para

arbitrar en los grandes cambios, y que afectan conjuntamente al trabajo de la imaginación. Ese

encuentro entre los medios y las migraciones confluyen en un trabajo en el que la imaginación se

representa en términos de un mundo posnacional, en el que nuevas formas de asociación traspasan

xiv Los medios de comunicación electrónicos transformaron el campo de los medios masivos de comunicación al ofrecer “nuevos recursos y nuevas disciplinas para la construcción de la imagen de uno mismo y de una imagen del mundo”, efectos como la” transmisión de noticias en videos digitales”, la tensión entre “el espacio público del cine y el espacio privado donde uno mira un video” entre otros, condujeron a que éstos puedan “cuestionar, subvertir o transformar las formas expresivas vigentes o dominantes en cada contexto particular”.

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los límites temporales y espaciales del Estado-Nación, y acentúa la dependencia mutua entre países a

escala global. De modo que en “el ahora global” lo local y lo global son partes constitutivas de una

misma dinámica.

Qué significado asume la diseminación de imágenes en las sociedades insularizadas?

Martín Hopenhayn define al proceso de globalización como un proceso de rostros paradójicos y

que opera de manera dialéctica ya que por una parte acentúa los extremos, y por otra parte

aumenta sus mediaciones. El autor destaca que la vida social en vísperas de una sociedad

post insdustrial, posmoderna se desarrolla en una conveniencia paradójica entre la

insularidad y la interdependencia, donde lo compartido por una comunidad como aldea

global (refieriendo a McLuhan) contrasta con particularismos culturales, donde la mayor

comunicación a través de las nuevos medios de comunicación tiene como contrapartida con la

segmentación social y económica, lo que detalla a través de mencionar tensiones tales como la

interdependencia progresiva con vulnerabilidad progresiva en la globalización económica,

mayor presencia y mayor anonimato en la globalización comunicacional, o el aumento de la

concentración de dinero a mayor desconcentración de la imagen, entre otros. En este marco

y, a partir de una caracterización tomada de Peter Sloterdijk, indica que la huella distintiva del

individuo en la etapa post industrial del capitalismo es precisamente, la insularidadxv, la

diferenciación específica, característica que se agudiza a través diseminación de imágenes.

Sostiene a su vez que son las paradojas entre globalización económica y cultural el fundamento

mismo de la significación de las imágenes diseminadas en las actuales sociedades insularizadas, y

resalta que existe una” brecha creciente entre integración simbólica y desintegración

materialxvi” y que ella alimenta una convivencia entre desencanto y complacencia, entre

ánimo apocalíptico y entusiasmo postmoderno. Como indicaba en la pregunta anterior,

Bauman analiza también al proceso de globalización en el que persisten los mayores alcances de

la tecnología , la desregulación financiera con el poder de élites supranacionales a escala global

con una mayor fragmentación social y económica en el que gran parte de la población queda

excluída y en el que las fronteras nacionales se hacen difusas. El poder extraterritorial de las elites

xv "En este individualismo de apartamento de las grandes ciudades postmodernas, proclama Sloterdijk, la insularidad llega a

convertirse en la definición misma del individuo." Hopenhayn, Martin. “Vida insular en la aldea global. Paradojas en curso” en Barbero, J. y otros (eds) Cultura y globalización, CES/Universidad Nacional, Bogotá, 1999. Pág. 10. Versión digital: www.revistapolis.cl/2/hopen.pdf Op. Cit. Pag.3xvi? Cita un ejemplo siempre en su clave de paradojas :Si la industria cultural volcada en los mass-media es el medio de la integración blanda, las nuevas formas de marginalidad son expresión de la desintegración dura. Hopenhayn, Martin. “Vida insular en la aldea global. Paradojas en curso” en Barbero, J. y otros (eds) Cultura y globalización, CES/Universidad Nacional, Bogotá, 1999. Pág. 10. Versión digital: www.revistapolis.cl/2/hopen.pdf Op. Cit. Pág. 13.

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supralocales las desliga de las responsabilidades respecto del territorio, de la tención en cuanto a

las condiciones de vida de las comunidades locales, para transformarse en un poder emancipado

de la atadura del territorio y que no debe afrontar las consecuencias de la inversión. Decía en el

punto anterior también que por un lado las elites supralocales se mantienen con libre movilidad

esto tiene como contrapartida que hay quienes quedan excluidos del mundo global y de sus

espacios erigidos como exclusivos, es decir que en Bauman la globalización (en coincidencia con

Hopenhayn) es vista como un proceso que tiene contracaras, que genera exclusiones, y

atomizaciones fomentando una mayor insularidad. El doble signo de la globalización, nombrado

por Hopenhayn, las expectativas de integración y la frustración ante la desintegración material,

demuestran que la dependencia mutua de los mercados puede implicar que una crisis en un punto

del planeta afecte negativamente a otros, especialmente a las zonas periféricas, así la globalización

económica ofrece oportunidades y vulnerabilidades en todos los ámbitos, no sólo en el económico

sino también en el cultural y en el de la vida cotidiana. La difusión de los límites temporales y

espaciales permiten además de la concentración de dinero y su circulación, los flujos de

información y circulación de imágenes a nivel instantáneo y globalxvii. Emisores y receptores de la

nueva industria comunicativa tienen percepciones paradójicas: la sensación de protagonismo que

permite la posibilidad de circular discursos con un esfuerzo mínimo mediante internet, va

acompañada por la sensación de anonimato de la capacidad individual ante la cantidad de

información e informantes. Internet permite la interactividad, pero la gran mayoría accede sólo a la

televisión, que impide decidir acerca de qué imágenes y símbolos se imponen en el mercado

cultural. El diálogo a distancia que permite el vínculo con personas alejadas territorialmente está

acompañada por la “aniquilación del otro en esta falta de presencialidad” en los procesos

comunicativosxviii(aquí el autor aclara que quienes acceden a la televisión y no a la pantalla del

monitor son la gran mayoría). Las imágenes, tanto como íconos como textos se diseminan a un

nivel global bajo un aceleramiento temporal en su forma de inmediatez.El aumento de la

concentración del dinero se produce al mismo tiempo que la desconcentración de la imagen

diseminada alrededor del planeta por la TV y los demás medios de comunicación, provocando una

brecha entre quienes la consumen y quienes poseen el dinero. Esto provoca una paradoja

provocada por la diseminación de imágenes: mientras que estas promueven y alientan al consumo

como fin último de la sociedad actual mediante la publicidad, la profundización de las

desigualdades sociales impiden acceder al mismo provocando una frustración en el consumidorxix.

El consumo simbólico se disocia del consumo material: la gratificación simbólica prometida por la

xvii. Hopenhayn, Martin. “Vida insular en la aldea global. Paradojas en curso” en Barbero, J. y otros (eds) Cultura y globalización, CES/Universidad Nacional, Bogotá, 1999. Pág. 10. Versión digital: www.revistapolis.cl/2/hopen.pdf Op. Cit. Pág. 5.xviii Ibíd.

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diseminación de imágenes y promoción del consumo choca con la creciente brecha social

provocada por el aumento de la concentración del dinero en pocas manos y las desigualdades

sociales.

La fragmentación social se disfraza en imágenes diseminadas bajo una forma de integración

simbólica que adquiere el discurso consumista y la publicidad que llega y es consumido tanto por

ricos como pobres (tal como Bauman indica, pobres y ricos, turistas y vagabundos, son todos

consumidores), aunque algunos por sus posibilidades materiales queden afuera. No olvidemos que

a función de la publicidad es construir subjetividades basadas en el consumo, aunque si bien esta

propone el acceso a las imágenes que circulan globalmente, no implica una eficacia

completamente homogénea, puesto que la diferencia, la exclusión es parte constitutiva de la

difusión de imágenes, algo debe quedar por fuera para que exista una distinción, consumir implica

distinguirse de otros a partir de eso que es consumido, pero no sólo esto sino porque, en palabras

del autor “hay racionalización universal en el consumo, hay enorme potencial de

diversificación en los sentidos que se abren, a escala local, de ese mismo consumo. Nos

fundimos con una nueva forma de la racionalidad instrumental que sustituye, opone,

contrasta, ilustra, sugiere, desecha y recicla. En cada uno de estos actos hay una

diferenciación en potencia, el embrión de un nuevo código tribal o de un nuevo rito

intraducible”, es decir que a nivel local emergen múltiples identificaciones, modas y grupos que

nacen y también desaparecen como en el caso de las tribus urbanas que demuestran su afán insular

de distinguirse, por una opción singular sin un proyecto colectivo que las sustente.

BIBLIOGRAFIA:

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