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20 III. ARQUEOLOGÍAS CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO EN LA RED Antonio Tabucchi El futuro penetra en nosotros, para transformarse en nosotros, mucho antes de que tenga lugar. Rainer M. Rilke, Carta a un joven poeta. No resulta muy fácil para un escritor reflexionar sobre su propio libro ni, sobre todo, hablar de él. Porque para quien lo ha escrito, un libro acaba allí donde acaba. Puede intentarse hacer algunas consideraciones, que tienen el valor que tienen. Por ejemplo, si tuviera que contestar a una cuestión acerca del «me- canismo» del libro, dado que se trata de una novela epistolar, diría que no es una novela epistolar en el sentido dieciochesco, como Les liaisons dangereuses, sino que se trata más bien de cartas unidireccionales, como (estableciendo las debidas diferencias, naturalmente) la Carta al padre de Kafka, las Epístolas de Horacio, las de Jacopo Ortis, cartas, en definitiva, que no presuponen respues- tas. En este caso, la respuesta debe construírsela con su propia imaginación el lector, a quien dejo también la tarea de construirse el destinatario, porque la personalidad del remitente en buena parte se manifiesta en la carta. Pero quizá lo que el libro revela es más bien una actividad epistolar algo alocada por parte de quien pretende escribir dieciocho cartas en lugar de otras tantas personas, es decir, yo. Digo algo alocada porque pretensiones de esa clase se salen de la nor- ma. Pero tal vez sea la literatura en sí la que se salga de la norma. En tal sentido Vladímir Nabokov en una de las poses características para las entrevistas televisadas y sesiones fotográficas de finales de los años sesenta y principios de los setenta, 1971.

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20 III. ARQUEOLOGÍAS CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

EN LA REDAntonio Tabucchi

El futuro penetra en nosotros, para transformarse en nosotros, mucho antes de que

tenga lugar.

Rainer M. Rilke, Carta a un joven poeta.

No resulta muy fácil para un escritor reflexionar sobre su propio libro ni, sobre

todo, hablar de él. Porque para quien lo ha escrito, un libro acaba allí donde

acaba. Puede intentarse hacer algunas consideraciones, que tienen el valor que

tienen. Por ejemplo, si tuviera que contestar a una cuestión acerca del «me-

canismo» del libro, dado que se trata de una novela epistolar, diría que no es

una novela epistolar en el sentido dieciochesco, como Les liaisons dangereuses,

sino que se trata más bien de cartas unidireccionales, como (estableciendo las

debidas diferencias, naturalmente) la Carta al padre de Kafka, las Epístolas de

Horacio, las de Jacopo Ortis, cartas, en definitiva, que no presuponen respues-

tas. En este caso, la respuesta debe construírsela con su propia imaginación el

lector, a quien dejo también la tarea de construirse el destinatario, porque la

personalidad del remitente en buena parte se manifiesta en la carta. Pero quizá

lo que el libro revela es más bien una actividad epistolar algo alocada por parte

de quien pretende escribir dieciocho cartas en lugar de otras tantas personas, es

decir, yo. Digo algo alocada porque pretensiones de esa clase se salen de la nor-

ma. Pero tal vez sea la literatura en sí la que se salga de la norma. En tal sentido

Vladímir Nabokov en una de las poses características para las entrevistas televisadas y sesiones fotográficas de finales de los años sesenta y principios de los setenta, 1971.

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21FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

el escribiente podría ser leído como un tipo a la Herzog, el epónimo de la novela

de Saul Bellow (profesor universitario también, si no me equivoco), quien en

sus intentos de escribir un libro (que no le sale) se ve aquejado por una frenética

actividad epistolar que le lleva a dirigir cartas a todo el mundo, de sus conocidos

a Nietzsche, pasando por Heidegger o el presidente de los Estados Unidos. En mi

libro, afortunadamente, no hay destinatarios tan comprometedores.

Se me pregunta si es un libro sobre el sentido de la vida, dado que contiene esa

cuestión, ese sintagma que recorre las distintas cartas, es decir, «qué guía las

cosas», y la respuesta es «a veces una nimiedad». La verdad, no sabría qué decir.

A veces, la vida es insensata, y acaso este libro lo sospeche. Leyendo a Plotino

se concluye que la vida es al mismo tiempo principio y ausencia, emanación

primordial e imposibilidad de determinación mensurable. En suma, es un río

sin orillas. Narrarla es una voluntariosa manera de levantar diques, de hacer

que discurra por un cauce. Obviamente, es una ilusión. De cualquier forma,

incluso en el caso de que este libro parezca francamente pesimista, como tal

vez alguien lo juzgue, la ilusión que lo sostiene es una forma de optimismo o de

ilusorio pesimismo, sea lo que fuere. Sí, es cierto, hay muchos recuerdos y citas

musicales además de poéticas, música clásica y también música pobre, que me

gusta mucho. La música es una forma de escansión del tiempo que es audible y

obedece a leyes matemáticas. Las matemáticas son misteriosas, nos lo dicen los

filósofos presocráticos, nos lo dice la Cábala. También la vida está escandida por

algo, y no sé bien por qué. Escandida por algo que en psicoanálisis podría lla-

marse «evento». Los eventos acompasan nuestras vidas, pero no se sabe cuándo

llegan ni de dónde vienen. La vida es una composición musical que ejecutamos

acaso sin conocer la música. No tenemos partitura. La partitura sólo se compren-

de después, cuando la música ya ha sido interpretada. Y es cierto que se dan

deslizamientos del tiempo, en el sentido de que se pasa de un tiempo a otro, se

va hacia atrás, y el espacio y el tiempo a veces se anulan. Pero la verdad es que

todavía no he entendido bien si somos nosotros quienes atravesamos el tiempo

o si es el tiempo el que nos atraviesa. Quiero decir, si somos nosotros los que

pasamos y el tiempo permanece inmóvil o si es el tiempo el que pasa e inmóvi-

les permanecemos nosotros. Sea como fuere, los personajes de este libro tienen

la soterrada sensación de llegar tarde, incluso respecto a ellos mismos. O bien a

veces tienen la sensación de haberse adelantado o de haber llegado tarde, en el

sentido de que habían intuido lo que les estaba ocurriendo: traiciones realizadas

o sufridas, errores e incomprensiones, sólo que se dieron cuenta con retraso. En

el sentido de que en el mismo momento intuían pero no comprendían; lo com-

prendieron más tarde. En definitiva, son todas ellas vidas fuera de hora.

Creo que en este libro es sobre todo el amor lo que está fuera de hora, es siempre

un fruto demasiado verde o demasiado maduro. La vida fuera de hora da una

sensación de vértigo, es algo así como rodar por las escaleras. Por último, no creo

que sea un libro crítico en lo que atañe a los hombres y a sus comportamientos,

incluso en las relaciones amorosas, se trata de un amor en el sentido especial,

punto de fuga hacia otras zonas de la pasión humana como son también el odio,

el rencor, la nostalgia. Hoy muchas periferias que tal vez sean más centrales que

ese punto central que es el amor. No diría yo que es un libro crítico, porque es

un libro de constatación, no es un libro de juicio: relata y no da medidas de va-

lor. Los comportamientos y las relaciones fallidas en este libro pertenecen tanto

a los hombres como a las mujeres, es decir, tanto a quienes escriben las cartas

como a quien las recibe. Por lo demás, eso lo sabe bien la única voz femenina

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que con una «carta circular» responde a todo el mundo. Se da cuenta de que sus

llamados «clientes» son unas marionetas que se han agitado algo insensatamen-

te sobre el escenario de sus breves vidas, moviendo de manera furibunda y algo

estúpida sus extremidades. De modo que se le ocurre cortar el hilo que guiaba el

movimiento de las marionetas. Y a otra cosa, mariposa.

«En los alrededores de Se está haciendo cada vez más tarde» en Autobiografías ajenas. Poéticas a

posteriori, traducción de Carlos Gumpert, Anagrama, Barcelona, 2006.

Lámina del opus magnum lepidopterológico de Nabokov, estudiado y escrito entre 1944 y 1948, publicado en 1949. Los números 75 y 76 corresponden a una subespecie (Lycaeides melissa pseudosamuelis) que él define. Los números 78 y 79 corresponden a la subespecie (Lycaeides melissa samuelis) que había definido en 1944 e intentado cazar en New Hampshire en 1946, su primer ejemplar lo cazó en 1950, cerca de Nueva York: es la mariposa que revolotea en Pnin.