En El Nombre Del Padre, Del Hijo y de La Lucha de Clases

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Apuntes sobre teología de la liberación, marxismo y revolución en la Nicaragua de los 70'

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Universidad de Santiago de Chile

Facultad de Humanidades

Departamento de Historia y Ciencias Sociales

Centroamrica, Caribe y Mxico

En el nombre del Padre, del Hijo y de la lucha de clasesAnlisis de la relacin entre cristianismo y marxismo en la Nicaragua sandinistaAlumnos: Gustavo Palma

R. Iaki Gutirrez R.Profesor: Claudio Prez Santiago, martes 21 de enero de 2014Presten atencin, ustedes los ricos: lloren y giman con angustia por todas las calamidades que les esperan. Su riqueza se est pudriendo, y su ropa fina son trapos carcomidos por polillas. Su oro y plata han perdido su valor. Las mismas riquezas con las que contaban les consumirn la carne como lo hace el fuego. El tesoro que han acumulado se usar como evidencia contra ustedes el da del juicio. As que escuchen! Oigan las protestas de los obreros del campo a quienes estafaron con el salario. El dinero que no les pagaron clama en contra de ustedes. Los reclamos de quienes les cosechan sus campos han llegado a los odos del Seor de los Ejrcitos Celestiales.

Sus aos sobre la tierra los han pasado con lujos, satisfaciendo todos y cada uno de sus deseos. Se han dejado engordar para el da de la matanza. Han condenado y matado a personas inocentes, que no ponan resistencia.

(Santiago 5-1, Nuevo Testamento)

INTRODUCCIN

En el presente ensayo, nos proponemos revisar y caracterizar la relacin entre las ideas cristianas y las revolucionarias, en el seno del movimiento sandinista y su proyeccin hacia la sociedad, en general. Nos valdremos de Guerra y paz en Amrica Central (Fondo de Cultura Econmica, 1994), del investigador francs Alain Rouqui, para contextualizar el escenario estudiado; las memorias de Ernesto Cardenal, La revolucin perdida (Fondo de Cultura Econmica, Mxico D.F., 2005); La santidad de la revolucin (Ediciones Sgueme, Salamanca, 1978), del mismo autor; The War of Gods: Religion and Politics in Latin America (Verso, London-New York, 1996), de Michael Lwy; y la entrevista de Marta Harnecker a Luis Carrin, miembro de la Direccin Nacional del FSLN, Los cristianos y la revolucin sandinista (Ediciones Al Frente, Argentina, 1987). En especfico, nos proponemos profundizar en el aspecto actitudinal relacionado a la dinmica de transformacin del universo simblico cristiano en Nicaragua (acercamiento y convivencia con los ideales revolucionarios/marxistas), acaecido al calor de los sucesos del perodo de Guerra Civil y posterior toma del poder por parte del FSLN.CONTEXTUALIZACIN

Los procesos de desarrollo y modernizacin econmica vividos en Centroamrica en los primeros treinta aos del siglo veinte, modificaron gradualmente las relaciones sociales de la regin. Tales cambios se explican y entienden a partir de la paulatina introduccin del capitalismo y sus dinmicas asociadas a lo productivo, lo poltico y lo social, lo cual cambi profundamente el panorama de una sociedad que histricamente estuvo marcada por la condicin rural, siendo la hacienda su principal espacio.

El cambio que se produjo desde la hacienda hacia las incipientes industrias, transform a los otrora campesinos en nuevos proletarios, lanzndolos al inicial ciclo de expansin urbana que comenzaba en esta poca. Se daba inicio a un proceso de descampesinizacin marcado por las migraciones, el desempleo y por profundas desigualdades econmicas y sociales que surgen desde las nuevas empresas que comienzan a desplegarse por la zona.

Lo anterior no fue una situacin ajena a la realidad de Nicaragua. De ah que lo crecientes mrgenes de acumulacin de riquezas y niveles de explotacin agudizaran las contradicciones sociales del pas respecto a la desposesin universal entre ricos y pobres. Ello coincidi con una etapa al interior de la iglesia Catlica en la que se reinterpret la forma que se comprendan las desigualdades sociales, entregndoles a los desposedos una explicacin moral y tica sobre su condicin de pobreza. Le dio adems, una visin de liberacin, de dignificacin de su situacin de pobres y finalmente, una perspectiva transformadora de su realidad.

Comprender la relacin entre cristianismo y pobres en Nicaragua nos lleva a revisar una serie de sucesos de mayor alcance que se replican en el resto de Centroamrica. Conocida es la relacin entre Iglesia y clases dominantes, la cual adems de explicarse en trminos religiosos justificar la salvacin de las clases dominantes- legitima en trminos prcticos el accionar de los grupos en el poder: militares, obispos y hacendados. Revisando la experiencia de Nicaragua, un primer hecho a destacar, es el papel de la Iglesia, la cual sirvi como garante y justificadora del rgimen del dictador Anastasio Somoza. Es por ello los principales obispos solicitaron a Csar Augusto Sandino que abandonara su lucha estril contra la invasin estadounidense. Un segundo suceso, fue la consagracin de la hija del dictador nicaragense como reina del ejrcito, prendindole la corona de la Virgen Candelaria. Un tercer episodio que grafica esta relacin, fue el nombramiento como Prncipe de la Iglesia una vez fallecido el dictador Somoza.

Esta vinculacin dio soporte a la batalla contra uno de los fantasmas de la clase dirigente: comunismo, atesmo y lucha de clases. Este rechazo proveniente desde la Iglesia y el bloque en el poder, fue un signo propio de su poca. Lo fue tambin la adopcin del desarrollismo como modelo econmico; de ah el papel protagnico de la Iglesia al fundar y administrar escuelas y centros de formacin al servicio del crecimiento de la economa del pas. Esto fue bien visto por el bloque en el poder, pues legitima la estructura social y adems incentiva las nuevas dinmicas de acumulacin de esta clase.

CRISTIANISMO Y REVOLUCIN EN NICARAGUA

El proceso de transformacin social y econmica que acontece en toda Centroamrica y en Nicaragua, en particular, coincidi con una serie de transformaciones profundas al interior de la Iglesia. El Concilio desarrollado entre 1962 y 1965 por el papa Juan XXIII, cuestionar la paz constantiniana que beneficia a los regmenes autoritarios. Este Concilio replantear la enseanza social y a travs de las encclicas Mater et Magistra (1961), Pacem in Terris (1963) y Populorum Progressio (1967) propondr nuevas lneas de anlisis sobre los problemas socioeconmicos de su tiempo. La buena recepcin de este ciclo de cambios tendr profunda arraigo en un pas profundamente catlico y cristiano. Todo esto se ver sintetizado de buena forma en el suelo de Nicaragua, ya que las transformaciones de la esfera social y econmica engarzaron de forma dinmica y recproca con los nuevos postulados de la Iglesia.

La larga data de la relacin Iglesia-Sociedad Civil sent el piso para el surgimiento, ya que en este contexto y durante esta poca, la institucin eclesistica reforzar el acercamiento del pueblo hacia Dios, siendo esta la gnesis de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), espacios en los que se potenci esta relacin, se enfatiz la opcin preferencial por los pobres y que posteriormente ocuparan un rol clave en el proceso revolucionario de Nicaragua en la dcada de los 70 y 80.

Otro suceso contextual que explica la relacin entre pobres, Iglesia y revolucin en Nicaragua fue la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medelln, Colombia, realizada en el ao 1968. Este encuentro marca un profundo punto de inflexin en las concepciones de la Iglesia, pues cuestionar profundamente las desigualdades entre ricos y pobres y criticar las prcticas y contenidos teolgicos de las jerarquas conformistas. Se potenci a partir de estas redefiniciones el acercamiento de la Iglesia a los ms pobres, se busc el reclutamiento de nuevos sacerdotes y se desarroll una corriente progresista dentro del clero centroamericano, que gradualmente generara el cuestionamiento desde los poderes constitutivos.

Luis Carrin, miembro de la Direccin Nacional del Frente Sandinista, comenta sobre las primeras formas de contacto entre el mundo cristiano y el sandinista, tomando en consideracin, tambin, los antecedentes de la organizacin poltica propiamente cristiana. sta ltima no se desarroll en Nicaragua sino hasta entrada la dcada de 1970: hasta principios de los aos 70, no tenan una proyeccin ni una participacin poltica en el pas en cuanto cristianos, ni indirectamente a travs de un partido que se llamase cristiano. As, para Carrin, el acercamiento de los cristianos a los problemas sociales que aquejaban al pueblo nicaragense fue iniciado por la Iglesia misma, cuando, tras las el Concilio Vaticano II (1965) y, en especial, despus de la Conferencia de Medelln de 1968, se comienza a percibir en las bases de la Iglesia Catlica nuevas corrientes de pensamiento y de accin. El rol y responsabilidad social que dicta la Iglesia a sus representantes los llev a sumergirse en la experiencia de las llamadas comunidades eclesiales o comunidades cristianas de base que supusieron un contacto mucho ms ntimo con los sectores ms desfavorecidos de la sociedad nicaragense y coincidi con las acciones y desarrollo organizativo del FSLN, en los mismos espacios.

El Frente Sandinista, al tomar conciencia de la cantidad e importancia de los cristianos de base en los espacios donde ste se desarrollaba, defini una lnea que ayudara a eliminar diversos obstculos que dificultaban el contacto entre sandinistas y cristianos. En este sentido, Carrin seala: Yo mismo me acerqu y no como una excepcin a la lucha revolucionaria a partir de mis convicciones religiosas; el descubrimiento del marxismo vino despus. Dicho caso no fue el nico y marc una constante en los cristianos de base. Similar es lo expresado por Ernesto Cardenal sobre su acercamiento al marxismo, pues indica que fue a travs de la lectura religiosa que se habra convertido en marxista y no mediante la lectura de Marx. Dios me llev a los dems hombres. La contemplacin me llev a la revolucin. He dicho otras veces que no fue la lectura de Marx la que me llev al marxismo sino la lectura del evangelio (Cardenal, La santidad de la revolucin, p. 70).TRANSFORMACIN DEL UNIVERSO SIMBLICO CRISTIANO

Al confluir los cambios en la esfera social y econmica de Nicaragua y la mutacin de la relacin entre Iglesia y sociedad, las Comunidades Eclesiales de Base darn cuenta de las repercusiones de las encclicas de la dcada de los 60 y de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medelln en su funcionamiento y perspectivas, pues se reconocer que

suelen cumplir una funcin de defensa de los intereses comunes de sus miembrosLa pastoral comunitaria aparece esencialmente como una pastoral de clase, porque se apoya sobre una asociacin horizontal de pases sociales que rompe la estructura vertical del statu quo. Las comunidades son an ms activas en el medio popular porque las dirigen delegados de la palabra o preparadores, lderes naturales formados por el clero para interpretar el Evangelio a la luz de la realidad presente y descubrir en la palabra de Dios las claves de la iniquidad y del desorden establecido

As, se deja en evidencia el compromiso asumido por el clero de Nicaragua y la forma en la que interpret los cambios ocurridos al interior de la Iglesia. Se configur entre los sacerdotes de Nicaragua un discurso que coloc el acento en la crtica hacia la injusticia como pecado clave, pues constitua un atentado hacia la palabra de Dios y el incumplimiento de sus mandatos divinos. Otra crtica que estructur la curia nicaragense fue la alusiva a la incompatibilidad entre la miseria y la vida espiritual, ya que el hombre explotado y oprimido no poda desarrollarse humanamente y alcanzar su salvacin.

Se reinterpret la palabra de Dios, se exacerb el mensaje liberador de Cristo, se hizo una relectura que interpret la violencia estructural de las sociedades que padecan la pobreza, la injusticia y la desigualdad social. Esta situacin se asociar con el auge que tuvieron las ciencias sociales y del pensamiento latinoamericano en la dcada de los 60 y 70en Latinoamrica y particularmente con la utilizacin del marxismo como herramienta analtica y explicativa de la realidad. De esta forma se reforz el discurso proveniente desde la Teologa de la liberacin, teniendo particular repercusin en Nicaragua y su revolucin de los aos 70 y 80.

A modo de ejercicio comprensivo de los postulados anteriores para el caso de Nicaragua, aparece la experiencia de la isla Solentiname ubicada en el lago Managua. En ella se conform una comunidad de campesinos pobres, quienes desde las lecturas de los evangelios realizaban una lectura del presente. Ejemplo de ello es la comparacin que realizan al contraponer la realidad de Nicaragua con la Palestina del siglo I: Somoza es homologado con Herodes y el embajador de Estados Unidos es Poncio Pilatos. La violencia revolucionaria es compatible con el cristianismo y el reino de Dios es la instauracin de una sociedad justa y perfecta sobre la tierra, la sociedad comunista. Fue Solentiname la instancia en la que Ernesto Cardenal dio inicio a su desarrollo como sacerdote al servicio del desarrollo comunitario, de la concientizacin y politizacin de las Comunidades Eclesisticas de Base, lo que posteriormente sintetizara en la experiencia revolucionaria del pas. Cardenal desempeara un papel clave en este proceso ya que posteriormente se desempe como ministro del gobierno sandinista y llevara sus postulados teolgicos a un punto lmite de la ortodoxia.

Los telogos de la liberacin plantearon una lectura dialctica de la realidad que pretendi superar la dualidad entre la vida espiritual y la existencia histrica; para ello postularon que la liberacin anunciada no es slo la del espritu sino que se obtendr por medio de la unificacin del espritu y la prctica. De esto se deriva la clsica mxima de hacer el reino de Dios en la tierra por amor a los pobres. Esto dio pie para que se desarrollara una vinculacin directa y recproca entre posiciones marxistas y revolucionarias, fortaleciendo de paso la histrica vinculacin de la Iglesia con los sectores populares. Como plantea Rouqui:

Los pobres son el lugar teolgico de la eclesiologa, de la verdadera Iglesia y el Reino de Dios es la esperanza de los pobres en Amrica Latina que debe realizar la nueva Iglesia. As, a travs de la opcin preferencial por los desposedos, la Iglesia recobrar su funcin proftica y proclamar la promesa del Seor: regocjate Jerusaln, tu liberacin est prxima.

En este proceso de vinculacin de las ideas marxistas con la teologa de la liberacin, cobr especial relevancia el concepto cristiano de la santidad poltica, pues se le justific en trminos polticos y revolucionarios que sirvieron al proceso que derroc la dictadura de Somoza. El principal atributo de la santidad poltica fue el desarrollo de un proceso poltico en el que cristianos y sacerdotes estuvieron dispuestos a llevar su fe liberadora hasta las ltimas consecuencias, estando incluso dispuestos a sacrificar su vida si era necesario. Esta concepcin se asocia de forma directa al martirio de Cristo en la cruz, quien por amor a la humanidad y a los pobres dio su vida en la crucifixin. De ah que la entrega de lo ms preciado para cada persona, su dignidad y su vida, a travs de un ejercicio de colaboracin para el desarrollo y triunfo de la revolucin, sea el punto culmine para la salvacin personal y principalmente para acabar con la tirana de Somoza y construir la revolucin.

De la misma forma se justific el uso de la violencia, ya que su uso permitira terminar con la opresin, la explotacin y la dictadura que azotaba a Nicaragua, que afliga da a da al pueblo de este pas, causndoles sufrimiento y muerte. Por lo mismo, la figura de Camilo Torres - sacerdote guerrillero colombiano fallecido en el ao 1966 y que declar que la revolucin es un combate cristiano y sacerdotal- junto con la imagen del Ch Guevara, que adquiri un carcter de veneracin al haber entregado su lucha por la liberacin de los ms pobres y que dijo que cuando los cristianos fueran verdaderamente revolucionarios la revolucin latinoamericana se volvera invencible.

Un ltimo elemento explicativo de la asociacin entre revolucionarios cristianos y marxistas, es la afinidad y empata entre el catolicismo y el comunismo. En trminos prcticos, ambas corrientes ideolgicas tienen profundas similitudes, a pesar del carcter secular comunista: organizacin jerarquizada y centralizada, y prcticas que pueden ser calificadas como dogmticas y clericales. Estos factores al tener una similar sintona habran potenciado la emptica relacin entre catolicismo y comunismo y que tuvo en la Teologa de la Liberacin y en las Comunidades Eclesisticas de Base, una slida sntesis que dispondra de sus acciones para el desarrollo de la revolucin en Nicaragua.

Como hemos visto, todos los elementos mencionados con anterioridad articularon un discurso cristiano, clasista, anticapitalista y revolucionario que hizo que los sectores cristianos cumplieran una importante labor en el proceso revolucionario nicaragense. Sin embargo, la avanzada de una propuesta poltica revolucionaria que tuvo una importante recepcin al interior de los sectores populares, no fue bien recibida por el somozismo, sus partidarios y una parte de la cpula eclesistica de Nicaragua. Ernesto Cardenal expresa de la siguiente manera las perspectivas de esta nueva interpretacin bblica:

Esta es una teologa enteramente nueva, que replantea, a la luz de la revolucin, todos los temas de la teologa tradicional: Dios, Cristo, la iglesia, el sacerdocio, el matrimonio, el trabajo, en fin, todo.

Esta es una teologa de la clase oprimida, mientras que la otra es de la clase dominante.

()

Esta teologa tambin se basa en la Biblia, pero con una nueva interpretacin de la Biblia. No es que creamos que la Biblia se puede interpretar de cualquier manera. Pero hay una interpretacin revolucionaria de las Escrituras, como tambin hay una que es contrarrevolucionaria.

Este rechazo y crtica coincidi con un proceso al interior de la estructura jerrquica de la Iglesia Catlica que, reaccionariamente, comenzaba a ver con malos ojos el devenir de las Comunidades Eclesisticas de Base y de los sacerdotes que a la luz del marxismo y de la Teologa de la Liberacin apoyaban y justificaban el proceso de la revolucin en Nicaragua. El proceso al que nos referimos, es especficamente el de la Conferencia Episcopal de Puebla, Mxico del ao 1979 en el que:(Se) condena el colectivismo marxista y se niega a aceptar la violencia como medio legtimo para derribar las tiranas y liberar a los hombres

Esto signific un retroceso respecto a las consideraciones que plante la Conferencia de Medelln, ya que las ideas articuladoras de este cnclave fueron desacreditadas de forma oficial e institucional por la mxima instancia de la jerarqua eclesistica latinoamericana.

Como se observa, lo acontecido en Nicaragua no slo tension el panorama poltico del pas, sino que tambin plante un cuestionamiento hacia las definiciones de la Iglesia Catlica. Afirmamos que la Conferencia de Medelln fue, por decirl de alguna forma, un parntesis en la historia de la Iglesia, ya que, tradicionalmente, sta apoy a los sectores conservadores, grandes hacendados y militares que mantuvieron el orden de explotacin y desigualdades sociales tanto en Centroamrica como en Nicaragua.

De ah que el desafo que plante la fusin prctica entre marxismo, revolucin, teologa de la liberacin, cristianos de base y movilizacin popular, fuera rechazado de forma tajante en Puebla en 1979.

Adems de lo antes descrito, la relacin establecida entre cristianismo y sandinismo supuso una transformacin mutua en que cada una de las partes debi asumir una actitud tolerante y de coexistencia hacia la otra.

De esta forma, vemos, por ejemplo, cmo la Direccin del FSLN reconoci el potencial y arraigo de los cristianos de base a las comunidades ms empobrecidas del pas y se propuso formalmente convivir y abrir espacios de integracin de cristianos a las filas del Frente. La tarea principal de las dirigencias revolucionarias en Amrica Latina () consiste en eliminar los obstculos y facilitar la incorporacin revolucionaria de ese extraordinario potencial que constituyen los cristianos. La religin es una fuerza ideolgica bastante poderosa que puede dificultar o acelerar la toma de conciencia de los pueblos, seala Luis Carrin, en este sentido.

Los cristianos por su parte (y en este punto nos gustara poner nfasis), fueron comprendiendo, poco a poco, la necesidad de involucrarse en los grandes temas polticos nacionales y compartir espacios con los sectores revolucionarios. Una gran y famosa expresin que demuestra este punto lo constituye lo acontecido el da 4 de marzo de 1983, cuando el Papa Juan Pablo II visit por vez primera suelo nicaragense. En aquella ocasin, un discurso cuidadosamente preparado para denigrar la revolucin sandinista calde los nimos de las masas, derivando en un bochornoso episodio en que el Papa se convirti en el primer pontfice en ser pblicamente repudiado por la mayora de los 700.000 fieles que viajaron, desde los ms diversos y distantes puntos del pas, a su encuentro. Cardenal anota en sus memorias los detalles del incidente:

Las lecturas de la misa no fueron inocentes. Se vea que haban sido escogidas exprofesamente contra los sandinistas. () Era evidente que el Papa odiaba la revolucin sandinista, y haba llegado a Nicaragua a pelear. () el Papa atac primero a la revolucin, el pueblo se mantuvo confuso y dudoso como 20 minutos, y despus reaccion contra el Papa. () El pueblo le falt el respeto al Papa, es verdad, pero es que antes el Papa le haba faltado el respeto al pueblo

Dicho lo anterior, cabe advertir, no obstante, que por supuesto, no todos los cristianos apoyaban la revolucin. La Iglesia estaba dividida () entre aquellos que estaban, como uno deca en Nicaragua, con el proceso (en espaol en el original) y aquellos que se le oponan. Ms claro imposible: la divisin interna en la Iglesia a raz de las perspectivas sobre la resolucin de los conflictos sociales, permiti la emergencia de un grupo de vanguardia, que se acercaba sin temor a las ideas marxistas y supla el vaco que dejaba la reticencia de la alta alcurnia eclesial por tomar una posicin clara en un mundo convulsionado por el enfrentamiento ideolgico capitalismo-socialismo.

CONCLUSIONES

Para completar la idea del cambio en el universo simblico, adems de expresiones de masas como la acontecida durante la intervencin del sumo pontfice en Managua, cabra agregar cmo algunas nociones en torno a la violencia y su legitimacin lograron instalarse entre los cristianos movilizados.

En primer lugar, los cambios en la Iglesia a partir de la formalizacin de su rol social, fueron el puntapi inicial (no intencionado) para acercar el cristianismo a los ms pobres, lo que redund en el encuentro inevitable entre cristianos de base y sandinistas. Como seala Lwy, antes de la Conferencia de Medelln (1968), la Iglesia nicaragense era ms bien una institucin tradicionalista y socialmente conservadora que apoy abiertamente a la dinasta Somoza.

En segundo lugar, resulta evidente que el proceso de asimilacin de la violencia como recurso vlido, tuvo lugar a medida que la brutalidad somocista creca y se agudizaba. Del proceso traumtico de las mltiples violaciones a los Derechos Humanos y sociales que perpetr la dictadura, naci la comprensin de que la violencia revolucionaria no era sino el producto y respuesta a otra violencia, mucho peor en su forma y fondo. Como Cardenal lo explica, si bien el verdadero revolucionario es un enemigo de la violencia () puede darse el caso de que la revolucin tenga que ser violenta. A veces tiene que ser violenta porque los que tienen el poder no lo entregan pacficamente al pueblo.

As, vemos cmo un pueblo profundamente catlico, conjug de forma creativa y sin precedentes, no slo una convivencia sino una estrecha y recproca relacin entre las nociones cristianas y las revolucionarias. No es necesario que el proceso descrito haya tenido que surgir a raz de profundas y premeditadas reflexiones acadmicas y tericas, sino que la fortaleza del vnculo referido se nutri justamente de lo contrario: de su origen popular. Las diversas formulaciones tericas que sucedieron al fenmeno nicaragense, se aglutinaron en torno a la as denominada teologa de la liberacin, cuyos referentes continan profesando su particular perspectiva sobre la fe hasta hoy en da. Si bien, la derrota electoral del sandinismo, en 1990, supuso un importante (y an no superado) retroceso en las polticas sociales revolucionarias en el pas, la vigencia de la orientacin teolgica liberadora, mantiene su lugar en el continente, personificada en figuras y liderazgos carismticos tales como Leonardo Boff, Miguel d'Escoto, el fallecido Hugo Chvez o Fernando Lugo, entre otros.

Por ltimo, nos parece que el estudio del cristianismo de la liberacin (trmino, a nuestro parecer, ms edacuado que el de teologa de la liberacin, pues representa la particular trayectoria de radicalizacin poltica del cristianismo, ms que de la teologa en trminos generales) ofrece una rica multiplicidad de posibilidades para el desarrollo de la accin poltica en el continente americano, respetando las creencias de las masas populares y hacindolas artfices de sus mecanismos de participacin y autorepresentacin. As, el desafo para la izquierda del siglo XXI, nos parece que pasa por aprender a conjugar la inmensa diversidad de subculturas que emergen da tras da (del que el cristianismo de base, puede considerarse una ms) en una articulacin hegemnica contingente, que sepa suplir la atomizacin que la globalizacin ha impreso a las sociedades conteporneas. En otras palabras, el desafo presente es el de construir una nueva unidad de las diversas posiciones de sujeto, que abarce la inmensa variedad simblica bajo un precepto que le d coherencia y consistencia a la lucha contra la miseria, explotacin, discriminacin, etc.BIBLIOGRAFA CARDENAL, Ernesto. La revolucin perdida. Fondo de Cultura Econmica, Mxico D.F., 2005). CARDENAL, Ernesto. La santidad de la revolucin. Ediciones Sgueme, Salamanca, 1978. HARNECKER, Marta. Los cristianos y la revolucin sandinista, entrevista a Luis Carrin, miembro de la Direccin Nacional del FSLN. Ediciones Al Frente, Argentina, 1987. LWY, Michael. The War of Gods: Religion and Politics in Latin America. Verso, London-New York, 1996. ROUQUI, Alain. Guerra y paz en Amrica Central. Fondo de Cultura Econmica, 1994. Alain Rouqui, Guerra y paz en Amrica Central, Fondo de Cultura Econmica, pgina 110.

Alain Rouqui, Guerra y paz en Amrica Central, ibd., pgina 111.

Ibd., pgina 111.

Ibd., p. 112.

Harnecker, Marta., Los cristianos y la revolucin sandinista, Ediciones Al Frente, Argentina, 1987, p. 3.

bid.

Cardenal, Ernesto. La santidad de la revolucin, Ediciones Sgueme, Salamanca, 1978, p. 70.

Rouqui, p. 112.

Ibd., p. 113.

Ibd.

Ibd., p. 114.

Ibd.

Ibd., p. 115.

Cardenal, La santidad..., pp. 60-61.

Rouqui, p. 116.

Harnecker, p. 8.

Cardenal, Ernesto. La revolucin perdida. Fondo de Cultura Econmica, Mxico D.F., 2005, pp. 292-294.

Lwy, Michael. The War of Gods: Religion and Politics in Latin America. Verso, London-New York, 1996, p. 98.

bid., p. 94.

Cardenal, La santidad..., p. 28.