Emir Sader - América latina el eslabón más débil

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    EMIR SADER

    AMRICA LATINAEL ESLABN MS DBIL?

    El neoliberalismo en Amrica Latina

    ARTCULOS

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    El nuevo siglo arranca en Amrica Latina con un sorprendente comienzo.El continente, que haba sido un territorio privilegiado para el neolibera-lismo y donde primero fue aplicado en Chile y Bolivia, se ha converti-do rpidamente en el rea privilegiada no slo de resistencia sino de cons-truccin de alternativas al mismo. Se trata de dos caras de la mismamoneda: precisamente por haber sido el laboratorio de los experimentosneoliberales, Amrica Latina se est enfrentando ahora a sus consecuen-cias. Las dcadas de 1990 y 2000 han sido dos dcadas radicalmente opues-tas. Durante la primera, el modelo neoliberal se impuso en diversos gra-dos en prcticamente todos los pases del continente, si exceptuamosCuba. Clinton, que ni siquiera cruz el ro Grande para firmar el primerel Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte, se vio obligado pocodespus a aprobar un superprstamo de Washington cuando estall enMxico la primera crisis derivada del nuevo modelo. Estados Unidos con-tinu presionando en pro de una rea de Libre Comercio de las Amri-cas (ALCA), presentando tal iniciativa como el resultado natural de la ex-tensin sin fisuras de las polticas de libre comercio.

    En el encuentro de la Cumbre de las Amricas celebrado en 2000 en Cana-d, el presidente de Venezuela Hugo Chvez fue el nico lder que vot con-tra la propuesta formulada por Clinton de una ALCA, mientras que Cardo-so, Menem, Fujimori y sus colegas aceptaron dcilmente la propuesta. Conocasin de su primera Cumbre Iberoamericana, recordaba Chvez, Castro lepas una nota en la que haba escrito: Al fin, no soy el nico diablo dandovueltas por aqu. En 2003, por consiguiente, Chvez elegido presidente deVenezuela en 1998 asisti con cierto alivio a las investiduras de Lula en Bra-silia y de Nstor Kirchner en Buenos Aires, antes de asistir a las de TabarVzquez en Montevideo en 2004 y Evo Morales en La Paz en 2006 y a las deDaniel Ortega en Managua y Rafael Caldera en Quito en 2007, a las que si-gui en 2008 la de Fernando Lugo en Asuncin. Entretanto, la propuesta delibre comercio estadounidense, que haba sido casi unnimemente aprobadaen 2000, estaba muerta y enterrada en 2004. Desde esa fecha, el propio Ch-vez ha sido reelegido, al igual que lo fue Lula en 2006; en abril de este ao,Kirchner fue sucedido por su mujer, Cristina Fernndez, y Lugo triunf en Pa-raguay, poniendo fin a ms de 60 aos de gobierno del Partido Colorado.

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    ARTCULOS Cul es el significado de este cambio radical, ms veloz que cualquier otro

    experimentado por el continente hasta la fecha, que ha producido el ma-yor nmero de gobiernos progresistas, sean de izquierda o de centro-iz-quierda, visto en toda su historia? El continente despliega ciertamente losms altos niveles de desigualdad del mundo y un diferencial de renta agra-vado por la dcada neoliberal, pero, aun con todo, los duros golpes quecastigaron a las luchas populares del pasado y la solidez del establishmentneoliberal hicieron que la rapidez del cambio fuese realmente inesperada.En el resto del artculo, intentaremos comprender las condiciones que trans-formaron a Amrica Latina en el eslabn ms dbil de la cadena neoliberal.

    Imponer el modelo

    Una precondicin de la implementacin de los programas de privatiza-cin impuestos en los distintos pases latinoamericanos durante las dca-das de 1980 y 1990 fue la derrota y el desarme de los movimientos de laizquierda y del movimiento obrero organizado previamente existentes.Durante las dcadas del desarrollo la estrategia consisti en la industriali-zacin mediante la sustitucin de importaciones, en particular en Mxico,Argentina y Brasil, pero tambin, aunque en menor medida, en Colom-bia, Per, Chile, Uruguay y Costa Rica. Esta estrategia fue sostenida poramplios proyectos poltico-ideolgicos que estimulaban el fortalecimien-to de la clase obrera y sus sindicatos, respaldados por formaciones parti-distas locales y bloques democrticos-nacionales, en un contexto de ideo-logas e identidades nacionalistas. El potencial que encerraba todo ellose manifest estrepitosamente como una fuerza radical en la escena pol-tica durante la dcada de 1960, cuando el largo ciclo de crecimiento seagotaba en torno a conflictos sobre los derechos de los trabajadores, enun momento en que el ejemplo cubano apuntaba a alternativas que trans-cendan los lmites del capitalismo y el dominio imperial estadounidense.La respuesta a estas luchas fue una era de golpes militares, primero enBrasil y Bolivia en 1964, luego en Argentina en 1966 y 1976, y finalmen-te en Uruguay y Chile en 1973.

    Los procesos combinados y estrechamente relacionados de dictadura mi-litar y aplicacin de modelos neoliberales actuaron conjuntamente a lahora de desencadenar una regresin extrema en el equilibrio de poderentre las clases sociales. Habra resultado imposible acometer la venta alpor mayor de los recursos industriales nacionales, desplegada de modoms conspicuo en Chile, Uruguay y Argentina, sin aplastar primero la ca-pacidad del pueblo de defender sus intereses. Estos tres pases haban al-canzado xitos notables en sus empeos, posean sistemas avanzados deproteccin social gestionados por Estados que ejercan una funcin regu-ladora, y desempeaban un papel en la expansin del mercado interno,garantizando el bienestar social de la poblacin y la prestacin de servi-cios pblicos. Estos pases experimentaron una represin brutal hasta en-tonces desconocida para despejar el camino a la aplicacin de polticas

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    neoliberales, que privatizaron las funciones del Estado en el caso de Ar-gentina transfiriendo virtualmente todos los recursos pblicos a manos delcapital privado y abolieron derechos sociales conquistados a un alto pre-cio. En resumen, tres de los Estados ms ilustrados del continente se vie-ron completamente desmantelados.

    En el curso de la dcada de 1990, el neoliberalismo penetr intensamentetodo el espectro poltico de Amrica Latina. El programa se aplic origi-nalmente por la extrema derecha en el Chile de Pinochet. Encontr otrosadeptos en la derecha como Alberto Fujimori en Per, pero tambin ab-sorbi fuerzas que histricamente haban estado asociadas al nacionalis-mo: el PRI en Mxico; el peronismo en Argentina bajo el mandato de Car-los Menem, y, en Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, elpartido que haba encabezado la revolucin nacionalista de 1952 con Vc-tor Paz Estensoro. Despus, el neoliberalismo se apoder de la socialde-mocracia, ganando la adhesin del Partido Socialista chileno, de AccinDemocrtica venezolana y del Partido Socialdemcrata brasileo. Se con- virti en un sistema hegemnico en prcticamente todo el territorio deAmrica Latina.

    Sin embargo, el modelo neoliberal no logr consolidar las fuerzas socialesnecesarias para su estabilizacin, generando la primera arremetida de crisisque refrenara su curso. Las tres mayores economas de Amrica Latina fue-ron el teatro de las crisis ms espectaculares: Mxico en 1994, Brasil en1999 y Argentina en 2002; el programa se hundi sin cumplir sus prome-sas. Los estragos de la hiperinflacin fueron controlados, pero ello se logrnicamente a cambio de un tremendo coste. Durante ms de una dcada,el desarrollo econmico se vio paralizado, la concentracin de riqueza seincrement ms que nunca antes, los dficits pblicos alcanzaron cotas es-tratosfricas y el grueso de la poblacin fue testigo de la expropiacin desus derechos, fundamentalmente en el mbito del empleo y de las relacio-nes laborales. Para coronar todo esto, la deuda nacional se expandi expo-nencialmente y las economas regionales se hicieron altamente vulnerables,expuestas sin remisin al ataque de los especuladores, como descubrieronen carne propia cada uno de estos tres pases.

    El pobre comportamiento del neoliberalismo en el terreno econmico enAmrica Latina fue lo que acarre en muchos de los casos la derrota de losgobiernos que lo haban defendido. Entre stos se cuentan Alberto Fujimo-ri en Per, Carlos Andrs Prez en Venezuela y Gonzalo Snchez de Loza-da en Bolivia; tambin salieron de escena el PRI en Mxico, la alternanciade los dos partidos tradicionales en Uruguay y los polticos que intentaronperpetuar el neoliberalismo una vez que ste haba colapsado, como Fer-nando de la Ra en Argentina, Lucio Gutirrez en Ecuador y Snchez deLozada en Bolivia. Tambin resulta importante sealar el aislamiento deaquellos lderes que luchan para mantenerlo vivo, como Felipe Caldern enMxico, Michelle Bachelet en Chile, Alan Garca en Per o Alfonso Uribeen Colombia. (Uribe, dicho sea de paso, perdi las recientes elecciones lo-

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    ARTCULOS cales en torno a problemas suscitados por su forma de gobierno; su pres-

    tigio deriva de un despliegue sin contemplaciones de polticas de seguri-dad democrtica contra el terrorismo, una postura que le permite obtenerun 80 por 100 de apoyo interno.) Un creciente nmero de presidentes hansido elegidos o, en algunos casos, reelegidos como respuesta al fracaso delmodelo econmico neoliberal.

    Reveses polticos

    Podemos trazar una serie de ciclos, de mximos y mnimos, de triunfos yde reveses en la poltica latinoamericana desde la victoria de la Revolucincubana en 1959. Su ascenso y cada se ha producido en rpida sucesin, silos comparamos con los lapsos temporales de la izquierda europea. El re-sultado ha sido una serie de reacomodaciones en el equilibrio de poder,que reflejan en s mismas la prolongada crisis de hegemona que conocila regin cuando el modelo de sustitucin de importaciones que haba pre-dominado desde la crisis de 1929 finalmente agot su potencial.

    El primer ciclo, de 1959 a 1967, estuvo marcado por el triunfo de la Revo-lucin cubana y la difusin de movimientos de guerrilla rural en Venezue-la, Guatemala y Per, en emulacin de los existentes en Colombia y Nica-ragua. El periodo conoci movilizaciones de masas en diversos pases, entrelos que se cont Brasil durante el gobierno de Goulart entre 1961-1964, ascomo una amplia resistencia a la dictadura que sigui al golpe militar de1964. Para la izquierda latinoamericana, ste fue un periodo de ascenso,directamente influenciado por el xito de Cuba, cercenado sin embargo porla muerte del Che en Bolivia en 1967. El segundo ciclo se extiende de 1967a 1973. Durante el mismo se produjo el declive de los movimientos deguerrilla rural y el surgimiento de nuevas guerrillas urbanas en Uruguay,Brasil y Argentina. Allende fue elegido presidente de Chile (1970-1973); enesos mismos aos se produjo el gobierno de Juan Jos Torres (1971) enBolivia y llegaron al poder gobiernos nacionalistas en Per con Juan Ve-lasco Alvarado (1967) y en Panam con Omar Torrijos (1968). En resumen,se trat de un periodo de claroscuros que inauguraba una era de retroce-sos marcada por golpes militares y dictaduras.

    Durante los aos que median entre 1973 y 1979 se produjo la consolida-cin de las dictaduras militares a lo largo del Cono Sur. Como en Brasil,las Juntas llegaron al poder en Bolivia en 1971, en Chile y Uruguay en1973, y en Argentina en 1976. Velasco Alvarado fue derrocado en Per. Elmodelo neoliberal fue impuesto en el Chile de Pinochet. Se trat de unperiodo de retroceso sin matices. Por el contrario, la larga dcada que vade 1979 a 1990 trajo la victoria de los sandinistas en Nicaragua, la revo-lucin en Grenada y un gobierno nacionalista en Surinam. Castro fue ele-gido presidente del Movimiento de Pases no Alineados y las fuerzas de laguerrilla se expandieron en El Salvador y Guatemala. La dcada de 1980fue un periodo de claro progreso.

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    En otra inflexin, los aos que median entre 1990 y 1998 fueron testigosde la derrota sandinista, el comienzo del periodo especial en Cuba y elafianzamiento de la hegemona neoliberal en todo el continente con lacolaboracin del PRI en Mxico, Menem en Argentina, Prez en Venezue-la, Cardoso en Brasil, Fujimori en Per y la continuacin del neoliberalis-mo econmico pinochetista en Chile bajo la coalicin de Concertacin desocialistas y democratacristianos. ste fue definitivamente un periodo de netaregresin. Sin embargo, a partir de 1998, los vientos cambiaron en direc-cin opuesta con la eleccin de Chvez en Venezuela, seguido por el lan-zamiento de los Foros Sociales Mundiales en Porto Alegre en 2001, la vic-toria electoral de Lula en 2002, y otras conquistas para la izquierda y elcentro-izquierda en Argentina, Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y fi-nalmente Paraguay. MERCOSUR se ampli para incorporar a Venezuela,Bolivia y Ecuador, mientras la Alternativa Bolivariana para las AmricasALBA propici una nueva agrupacin de izquierdas del eje andino-ca-ribeo. Hasta la fecha, ste ha sido un periodo de apreciable progreso.

    Esta sucesin vertiginosa de mximos y mnimos demuestra la inestabili-dad del continente y sus reducidos recursos para consolidar programas al-ternativos; y, sin embargo, es tambin un signo de la asombrosa capaci-dad de la izquierda para recuperarse de sus derrotas con independenciade la dureza de las mismas: el asesinato del Che, el golpe de Chile, la de-rrota de los sandinistas, la intensificacin de la presin neoliberal. Comoun topo, el movimiento popular en un pas ha florecido en otra parte. Ex-cav de sur a norte el continente, del campo a la ciudad, del discurso dela vieja izquierda a nuevas formas de expresin, de estructuras de parti-do a movimientos sociales ms laxos, y de stos a nuevas fuerzas ideol-gicas y polticas. En otras partes del mundo, derrotas de la escala experi-mentada aqu condujeron a largos periodos de inactividad, por ejemplodespus del fracaso en Alemania e Italia tras la Primera Guerra Mundial,o el aplastamiento del republicanismo tras la Guerra Civil espaola.

    La brevedad de los ciclos es tambin sorprendente: tan slo transcurrie-ron tres aos entre la muerte del Che y el reflujo de la primera ola gue-rrillera en 1967 y la eleccin de Allende en 1970. Entre los golpes milita-res de 1973 en Chile y Uruguay y el de Argentina en 1976 y la victoria delos sandinistas en 1979 transcurrieron seis y tres aos respectivamente. Ydesde el colapso del mundo socialista, el comienzo del periodo especialen Cuba, el derrocamiento del gobierno de Grenada en 1989 y el fin delrgimen sandinista en 1990, pasaron tan slo ocho o nueve aos hasta laeleccin de Chvez. El modelo neoliberal estaba justo comenzando a echarsus races cuando se produjo la primera crisis en Mxico en 1994, el aoen que se firm el ALCA y estall la rebelin zapatista, mientras Cardosoacceda al poder en Brasil. Curiosamente, los tres ciclos suman 29 aos,incluyendo la victoria de las revoluciones cubana y sandinista y los go-biernos de Allende, Chvez, Morales y Correa. Por el contrario, los perio-dos de retroceso computan un total de 14 aos, incluyendo la muerte delChe, el golpe chileno y la derrota sandinista.

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    ARTCULOS Estrategias de la izquierda

    Cruzando estos ciclos polticos, podemos discernir tres estrategias globa-les de la izquierda latinoamericana. La primera secuencia, que se remontaa la dcada de 1940, consisti en una de las mayores reformas estructura-

    les coincidente con la hegemona del modelo de sustitucin de importa-ciones. La izquierda opt por una alianza con sectores de la elite empre-sarial nacional en nombre de la modernizacin econmica, la reformaagraria y cierta autonoma respecto al imperialismo del Norte. Esta estrate-gia se implement por lderes nacionalistas legendarios tales como Get-lio Vargas de Brasil, Lzaro Crdenas de Mxico y Juan Domingo Pern deArgentina, en concierto con partidos de la izquierda y del centro-izquier-da. En Chile, casos de manual de este planteamiento fueron el Frente Po-pular de 1938 y el gobierno de Allende de 1970-1973. Pero el programa

    fall al mismo tiempo que el esfuerzo industrializador, cuando la interna-cionalizacin de las economas empuj a las elites empresariales a sellaruna slida alianza con el capital internacional, sentando las bases para eleventual modelo neoliberal. Estos mismos empresarios apoyaron tambinlas dictaduras militares del Cono Sur, sin ocultar su disponibilidad a liqui-dar el movimiento popular para conformar una economa orientada hacialas exportaciones y ligada al consumo domstico de lujo mediante una in-tensa explotacin del trabajo.

    El gobierno de Allende, sostenido por los partidos comunista y socialista,con un programa que contemplaba la nacionalizacin de las 150 empre-sas ms importantes del pas, constituy el ejemplo ms avanzado del in-tento de lograr el paso de polticas reformistas a una superacin socialis-ta del capitalismo. Entre las mltiples razones que explican su derrota, nocabe duda de que el hecho de que Allende obtuviese en su primer man-dato tan slo el 34 por 100 de los votos y que tres aos despus la cuo-ta de apoyo disfrutada por su gobierno ascendiese nicamente al 44 por100 constituy un obstculo mayor para la implementacin de un progra-

    ma dotado de tal radicalidad. La Unidad Popular subestim tambin la na-turaleza de clase del Estado. No prest suficiente atencin, por consi-guiente, a la necesidad de instituir un poder alternativo al margen de losaparatos tradicionales, que a la postre acorralaron y asfixiaron al poderejecutivo. Los golpes militares chileno y uruguayo fueron ejecutados enel ao que marc la transicin de un largo ciclo expansivo a uno recesi-vo desencadenado por la crisis del petrleo de 1973. Se haba cerrado de-finitivamente una pgina de la historia y, con ella, una estrategia de la iz-quierda latinoamericana haba concluido.

    Una segunda gran estrategia emergi con la revolucin cubana. Cualquiervictoria revolucionaria sobre todo cuando es la primera de su tipo en elconjunto de una regin conlleva una carismtica fuerza persuasiva, comosabemos que sucedi con las experiencias rusa y china en 1917 y 1949.El triunfo cubano coincidi con el fin del ciclo de la expansin econmi-ca latinoamericana bajo los gobiernos populares y los regmenes demo-

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    ARTCULOS neoliberales y los propios efectos de stas debilitaron a los movimientos

    sindicales y a una amplia gama de fuerzas de izquierda. El colapso de laURSS y del campo socialista precipit una crisis terminal en los partidoscomunistas de todo el continente. Algunos de ellos cambiaron de nombree incluso su naturaleza, como sucedi con el Partido Comunista brasileo;otros simplemente desaparecieron, mientras que aquellos que sobrevivie-ron quedaron aislados social, poltica e ideolgicamente.

    El resto de fuerzas de la izquierda fue afectado de diversos modos por lasnuevas condiciones. El Partido de los Trabajadores brasileo (PT), el Fren-te Amplio uruguayo y el Frente Sandinista nicaragense se convirtieron enpartidos de centro-izquierda, aceptando, una vez llegados al poder, losmodelos econmicos contra los que haban combatido desde la oposicin.De los antiguos grupos guerrilleros, tan slo el Frente Farabundo Mart deEl Salvador ha logrado sobrevivir como una fuerza poltica significativadesde que abandon las armas. El MIR en Chile, los Montoneros y el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejrcito Revolucionario delPueblo) en Argentina, ALN (Accin Libertadora Nacional) y VPR (Vanguar-da Popular Revolucionria) en Brasil y los grupos guerrilleros activos enPer y Venezuela se han disuelto, mientras que los Tupamaros de Uruguayse han reinventado a s mismos como una fuerza poltica que no tiene re-lacin alguna con su pasado como movimiento guerrillero.

    Un tercer planteamiento

    El marco global de la lucha poltica e ideolgica en Amrica Latina se havisto, pues, remodelado durante la hegemona neoliberal. La transforma-cin radical del equilibrio de poder impuesto por las dictaduras de las d-cadas precedentes experiment un ulterior fortalecimiento con el nuevoorden mundial. El abandono de las fuerzas populares por los antiguosaliados nacionalistas o socialdemcratas y las duras consecuencias socia-les de los modelos econmicos de libre mercado han propiciado la apa-ricin de movimientos sociales en primera lnea de la resistencia contra elneoliberalismo. sta es la tercera y ltima estrategia surgida desde abajo.Los zapatistas, el movimiento de campesinos sin tierra (MST) en Brasil, losmovimientos indgenas surgidos en Bolivia y Ecuador, o los piqueteros,activistas desempleados en Argentina, no son sino algunos de los grupospioneros en esta nueva militancia. Han resistido dando lo mejor de smientras el neoliberalismo privaba al Estado de sus funciones mediante laprivatizacin integral de las empresas pblicas y la expropiacin de losderechos al empleo formal, la salud y la educacin. La oposicin al ALCAfue el aspecto central de la plataforma zapatista hecha pblica en 1994.Los campesinos sin tierra de Brasil han protagonizado acciones contra lasprivatizaciones, mientras que la resistencia ante la privatizacin del aguaen Cochabamba en 2000 constituy el punto de partida para una notablenueva fase en la historia de la izquierda boliviana. Algo similar sucedien Ecuador, donde los movimientos indgenas demostraron su poder de

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    veto contra dos gobiernos neoliberales, forzando la salida de sus dos pre-sidentes, Abadal Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en 2001. Movilizacio-nes posteriores, esta vez dirigidas por movimientos urbanos formadospara defender los derechos de los ciudadanos, derribaron un tercer go-bierno, el de Lucio Gutirrez, en 2005.

    Las dificultades experimentadas por el modelo neoliberal en Mxico, Brasily Argentina, combinadas con la presin de la resistencia popular al mismo,inauguraron una nueva fase, en la que el campo de la izquierda formulalternativas urgentes en el contexto de la crisis de hegemona que barra elcontinente. Esto plante dilemas a los cuales algunos movimientos socialesrespondieron positivamente, mientras otros se limitaban a retroceder. Unaposicin comn entre estos ltimos fue utilizar sus crticas de la izquierda tra-dicional, el Estado neoliberal y las prcticas polticas convencionales parajustificar un repudio integral de los partidos, del Estado y de la poltica engeneral, refugindose en lo que denominaron la autonoma de los movi-mientos sociales. En un momento en que el neoliberalismo estaba intensi-ficando su asalto contra el Estado para favorecer el mercado, contra la po-ltica para favorecer a la economa y contra los partidos polticos en pro delas empresas, se col cierta ambigedad, al hilo de la distincin estableci-da, entre movimientos que defendan la dimensin social en detrimentode la poltica, los partidos y los Estados, y aquellos mismos argumentosneoliberales. Surgi una nueva tendencia en el seno de la izquierda o la re-sistencia global al neoliberalismo concretizada en los movimientos socialesy las ONG y articulada en torno a la dicotoma de Estado versussociedadcivil. El Foro Social Mundial fortaleci esta tendencia al dar la bienvenidaa movimientos sociales y ONG, pero permaneciendo cerrado a los partidospolticos, sosteniendo que ese espacio perteneca a la sociedad civil.

    Dos problemas destacan en esta posicin. En primer lugar, difumina loscontornos respecto al discurso neoliberal, ya que, como hemos sealadoanteriormente, este ltimo contempla igualmente al Estado y a los partidospolticos como sus mayores enemigos. En segundo lugar, dado que el neo-liberalismo se caracteriza por la expropiacin integral de los derechos,nicamente puede superarse en la esfera poltica: mediante la universaliza-cin de los derechos implementada por la autoridad pblica del Estado. Deotro modo, la lucha contra el neoliberalismo permanecer perpetuamentea la defensiva, habindose privado de los instrumentos polticos necesariospara su realizacin. Algunos movimientos sociales han permanecido atra-pados en esta paradoja, organizando supuestamente focos de resistenciaque se han mostrado incapaces, sin embargo, de llegar a desafiar la hege-mona neoliberal mediante una articulacin novedosa de lo social con lopoltico. Su crtica del Estado se halla subordinada a las condiciones del dis-curso terico del neoliberalismo, estructurado en torno a la polarizacin delEstado versuslo privado. Esta polaridad est concebida para demonizarlo,controlar la esfera privada (en la cual se hallan insertas las relaciones demercado) y abolir el marco indispensable para proceder a la democratiza-cin y derrota del neoliberalismo: la esfera pblica.

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    ARTCULOS La polarizacin real es la que se produce entre la esfera pblica y la esfera

    mercantil, en la que el proyecto neoliberal se halla comprometido en la ex-tensin infinita de las relaciones de mercado, mientras que el Estado no estanto un polo como un espacio de disputa hegemnica entre las dos esfe-ras. La construccin de una alternativa antineoliberal debe comenzar conla reorganizacin o redefinicin del Estado a favor de la esfera pblica, uni-versalizando los derechos de los ciudadanos al tiempo que separa el Estadoy las relaciones sociales generales del mercado. Democratizar significa des-mercantilizar, recuperar el terreno de los derechos del pueblo que el neoli-beralismo ha puesto en manos del mercado. Limitar el campo de accin alo social como algo opuesto a lo poltico, proclamar la autonoma de losmovimientos sociales como principio, significa condenarse a la impotenciay, a la postre, a la derrota. Los casos de Bolivia, Ecuador y Argentina pro-porcionan ejemplos instructivos de estas alternativas.

    La Paz, Quito, Buenos Aires

    En Bolivia, la nueva izquierda fue construida a partir de la crtica del eco-nomicismo ciego de la izquierda tradicional, que clasificaba a los pueblosindgenas nicamente como campesinos, dado que sus medios de subsis-tencia podan definirse como produccin rural a pequea escala. Este eco-nomicismo priv a los pueblos aymara, quechua y guaran de su profunday antigua identidad. La nueva crtica explcitamente planteada por lvaroGarca Linera, actual vicepresidente de Bolivia hizo posible la construccinde un nuevo sujeto poltico: el movimiento indgena. En alianza con otrasfuerzas sociales, el movimiento fund el MAS Movimiento al Socialismocon el fin de unir las fuerzas acumuladas desde 2000 para lograr una ac-cin eficaz en la esfera poltica y la hegemona a escala nacional mediantela candidatura y la presidencia de Evo Morales.

    Desde 2000 y en ruta hacia la eleccin de Evo Morales seis aos ms tarde,el activismo militante de los movimientos indgenas cosech xitos impidien-do la privatizacin del servicio de suministro de agua que iba a ser explota-do por una compaa francesa, y derroc a los gobiernos de Snchez de Lo-zada y de su vicepresidente Carlos Mesa. Morales fue elegido a partir de unaplataforma que prometi nacionalizar los recursos naturales, acometer la re-forma agraria y convocar una asamblea constituyente encargada de redefinirBolivia como un Estado multinacional, multitnico y multicultural. El movi-miento indgena pas de ocuparse de cuestiones especficas como el aguaa embarcarse en una lucha contra el Gobierno nacional, en la creacin de unpartido enraizado en los movimientos sociales y, finalmente, en la construc-cin de un proyecto alternativo antineoliberal para Bolivia que debera serimplementado por un Estado refundado a partir de nuevas lneas.

    Acontecimientos similares tuvieron lugar en Ecuador, donde la resistencia alneoliberalismo protagonizada por los movimientos indgenas derroc a dosgobiernos. Movimientos como Pachakutik y CONAIE depositaron entonces

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    su confianza en un militar, Lucio Gutirrez, que haba desempeado ciertopapel en la cada del segundo gobierno y participado en el Foro Social de Por-to Alegre; en su gabinete se sentaron diversos indgenas. Pero antes de tomarposesin del cargo, Gutirrez viaj a Washington para firmar determinadosacuerdos con la Administracin Bush, traicionando sus promesas electoralessobre poltica econmica y la base militar de Manta, en donde se estaciona-ban las tropas estadounidenses. Los movimientos indgenas le retiraron suapoyo y salieron del gobierno, pero se mostraron divididos. Algunos de suslderes permanecieron leales a Gutirrez hasta el fin, y las fuerzas indgenasfueron tan debilitadas por el proceso que desempearon un papel escasoen los levantamientos de 2005 que provocaron la cada de aqul, obra funda-mentalmente de movimientos urbanos.

    Durante las elecciones presidenciales de 2006, la izquierda fue representadapor Rafael Correa, un joven economista cristiano que haba participadobrevemente como vicepresidente en el gobierno de Gutirrez y que orga-niz su campaa en torno a una plataforma antineoliberal que se presen-taba a s misma como la continuacin de todo el abanico de movilizacio-nes de base de los ltimos aos. En un primer momento, los movimientosindgenas no se mostraron implicados, desconfiados de la participacininstitucional tras sus experiencias en la asamblea constituyente y en el go-bierno de Gutirrez. Cuando finalmente presentaron a su propio candida-to en la persona de su lder Luis Macas, el espacio de la izquierda ya es-taba ocupado por Correa y sus seguidores predominantemente urbanos,si bien Correa tambin atrajo el apoyo de la poblacin indgena. El mo-vimiento en Ecuador fue incapaz de superar el dilema entre la autono-ma de lo social y la necesidad de reconectarse con la esfera poltica, per-maneciendo dividido entre tres opciones: la forma tradicional de apoyo yparticipacin en los gobiernos, la retirada de la lucha poltica institucionaly la presentacin tarda de un candidato contundente pero aislado que ob-tuvo nicamente el 2 por 100 de los votos. De este modo, un movimientocon una extraordinaria historia no logr pasar de una senda de pura resis-tencia a la de construccin de alternativas, encontrndose excluido cuandolleg el momento de planificar el posneoliberalismo.

    En Bolivia, por el contrario, los movimientos indgenas intentaron tambinefectuar esta transicin. La fundacin del MAS y la candidatura de su l-der Evo Morales expresaban un nuevo modo de vincular los movimien-tos sociales a la esfera poltica. Evo continu como presidente de la Fe-deracin de Cultivadores de Coca de Cochabamba, su provincia natal, almismo tiempo que se converta en el principal candidato de la izquierdaboliviana y ganaba las elecciones a presidente de la Repblica. Este he-cho supone un logro sin precedentes en la historia de la izquierda latino-americana y ms especficamente en la historia de las luchas antineolibe-rales y posneoliberales.

    Lospiqueterosde Argentina ilustran tambin el dilema al que se enfrentanlos nuevos movimientos. Estos grupos alcanzaron notoriedad durante la cri-

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    ARTCULOS sis terminal de la paridad peso-dlar un ejemplo extremo y radical de neo-

    liberalismo financiero organizando demostraciones de masas y bloqueosde carreteras, que atrajeron a gran nmero de personas empobrecidas porlos efectos de la paridad monetaria. Se produjeron tambin innumerablesocupaciones de fbricas en las que los trabajadores rescataron exitosamen-te las empresas que haban sido abandonadas o cerradas por sus propieta-rios. Este primer conflicto con el gobierno de De la Ra que haba here-dado la poltica de paridad del gobierno de Menem, la cual mantuvo hastaque le estall entre las manos seal el inicio de la crisis ms profunda quejams haba arrostrado el Estado argentino. En diciembre de 2001, tras du-ras manifestaciones contra su gobierno, De la Ra huy de la Casa Rosadaen helicptero. Durante los das siguientes, varios presidentes juraron sucargo y fueron expulsados del mismo. La bancarrota del modelo econmi-co era obvia, y la posibilidad de un gobierno no neoliberal fue abiertamen-te discutida. Cuando se convocaron nuevas elecciones, Carlos Menem sepresent con una propuesta todava ms radical: la completa dolarizacinde la economa. Ello hubiera implicado separar al pas de los procesos deintegracin regional, que podran no haberse recuperado de tal golpe y quese hubieran visto negativamente afectados por el plan de Menem de esti-mular las ambiciones pro libre comercio de Estados Unidos mediante la fir-ma de un tratado bilateral entre los dos pases.

    Enfrentados a esta crisis de hegemona de los partidos tradicionales elPartido Radical en desbandada tras la dimisin de De la Ra, los peronis-tas profundamente divididos, los movimientos sociales acuaron el fa-moso eslogan Que se vayan todos!Ello equivala a un rechazo a tomarparte en el proceso electoral, pero sin sugerir, sin embargo, modo algu-no en el que el poder podra ser repensado y reorganizado. Supona laexpresin por excelencia de la autonoma de los movimientos sociales,desdeosos de la poltica pero carentes de cualquier alternativa. Desdeuna posicin de fuerza, se puede, en realidad, prescindir de una buenaparte de ellos. Sin fuerzas polticas organizadas, el eslogan es meramen-te un modo de retirarse de la lucha por una hegemona alternativa. En elcaso argentino, esto permiti a Menem ganar la primera ronda electoral de2002 y a un relativamente oscuro gobernador provincial, Nstor Kirchner,ganar la segunda. Kirchner intent presentar, desde dentro del peronis-mo, la imagen de una alternativa moderada a Menem en la estela de Lulao Tabar Vzquez. De este modo se super la crisis de hegemona. Kirch-ner capitaliz la furia de las calles y el desprecio por los gobiernos de Me-nem y de De la Ra. Desde una posicin de centro-izquierda, acometila tarea de reparar las grietas presentes en la legitimidad del Estado y deganarse a diversos sectores de los piqueteros, cuyas secciones ms radi-cales se vieron as aisladas y debilitadas.

    En todos estos casos, la nocin de autonoma de los movimientos socialesno sirvi para propiciar el reagrupamiento de las fuerzas de masas dirigidoa organizar nuevas formas de accin poltica, ni como modo de construirformas alternativas de poder, sino, por el contrario, como un rechazo a en-

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    frentarse al problema del poder. Las exposiciones tericas ms claras detales tendencias pueden encontrarse en los trabajos de Toni Negri y JohnHolloway. Ambos defienden explcitamente el abandono del poder, de laesfera poltica, aduciendo que el poder lo corrompe todo, dado que sus for-mas de representar la voluntad popular son intrnsecamente perversas ydistorsionadoras; la voluntad del pueblo slo puede ser legtimamente re-presentada en el seno de la esfera social. Adems, Negri describe el Esta-do como un freno conservador de la globalizacin. Sin embargo, ningunode estos autores efecta un intento de construir estrategias antineoliberalesconcretas; sus prescripciones conducen nicamente a la inercia de los mo-vimientos sociales. Los FSM, por su parte, convirtieron la necesidad de re-gular los flujos del capital financiero en una de sus tesis fundadoras; esto,sin embargo, tan slo puede ser realidad como, por ejemplo, en el casode Venezuela mediante la accin estatal.

    Otro planteamiento para enfrentarse a la crisis de hegemona que asediaa Amrica Latina caracterizada por el agotamiento del modelo neolibe-ral pero la continuacin de las polticas de libre comercio podemos en-contrarlo en el zapatismo. Este movimiento naci de las demandas de losgrupos indgenas de Chiapas y disfrut de un alto perfil nacional duran-te un tiempo, pero qued confinado al sudeste de Mxico y a las deman-das de un sector particular. En vez de aprovecharse de la crisis del PRI,los zapatistas no tomaron parte en la contienda institucional, la cual con-denaban, y as el PAN cubri el hueco como otra opcin de derechas.Tampoco participaron en las elecciones presidenciales de 2006, prefirien-do organizar La otra campaa, paralela a la campaa oficial, que se con-virti en una ocasin para arrojar ms veneno sobre el candidato conven-cional de la izquierda, Andrs Manuel Lpez Obrador del PRD, que sobresus rivales. Una vez ms el ganador fue el PAN, si bien logr su triunfopor un reducidsimo margen y en medio de acusaciones bien fundadasde fraude. Felipe Caldern ha continuado con las polticas neoliberales desu predecesor. Ha desafiado tambin el monopolio petrolfero con unproyecto que prepara las cosas para la privatizacin de PEMEX, al tiem-po que ha reprimido duramente la protesta popular.

    Inflexiones de centro-izquierda

    Una ulterior respuesta a la crisis de hegemona es la de la izquierda tra-dicional representada por gobiernos como los de Lula, Kirchner, Vzquezu Ortega, que disfrutan de cierto apoyo crtico por parte de los movimien-tos sociales en sus respectivos pases: sindicatos, movimientos rurales,empleados del sector pblico en la sanidad o la educacin. Estos gobier-nos mantienen el modelo neoliberal, pero intentan desarrollar polticassociales ms flexibles fundamentalmente en Brasil, pero tambin en Ar-gentina, Uruguay y Nicaragua que los distinguen de las administracionesneoliberales ortodoxas. Sus polticas exteriores, por otro lado, se hallanfirmemente comprometidas con la integracin regional, haciendo especial

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    ARTCULOS hincapi en Mercosur y en el ms recientemente creado Unasur, antepo-

    niendo sta a los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. ste esel asunto fundamental que divide Amrica Latina hoy: la lnea que sepa-ra pases como Chile, Mxico, Per o Costa Rica, que han firmado acuer-dos de este tipo, de otros como Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Vene-zuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Cuba, que se hallan ms interesadosen la integracin regional. Se trata de una distincin completamente dife-rente de la que distingue entre un centro-izquierda bueno o moderadoy una izquierda mala o radical, tan del gusto de los medios de comu-nicacin occidentales, formulada por figuras como Jorge Castaeda, por-tavoz de la derecha latinoamericana, con el fin de dividir a la izquierda,cooptar a los moderados y aislar a los radicales. Esta distincin es reite-rada una y otra vez por el editor de The Economisten Amrica Latina, Mi-chel Reid, que lanza sus truenos contra las alternativas de izquierda al ne-oliberalismo en su libro Forgotten Continent(2007).

    Entretanto, cuatro gobiernos latinoamericanos han dado un paso ms enel proceso de integracin regional, que pretende romper con el modelodominante y comenzar la construccin de lo que podramos denominarla alternativa posliberal. Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba se hallancomprometidos Ecuador hasta ahora de modo no oficial en la construc-cin de la Alternativa Bolivariana para las Amricas, cuyo proceso de in-tegracin es mucho ms ambicioso; en estos momentos, incluye tambina Hait, Nicaragua y Honduras. El ALBA ha intentado combatir el modeloneoliberal mediante la creacin de espacios desmercantilizados y promo-viendo lo que el Foro Social Mundial denomina comercio justo, estoes, intercambios no gobernados por criterios de mercado o las normas dela OMC sobre el libre comercio. Este experimento es nico por su imple-mentacin de modelos alternativos de intercambio, que prefiguran lo quepodra significar ese Otro mundo es posible. Aqu, cada pas da deacuerdo con lo que tiene y recibe de acuerdo con sus necesidades. As,los dos pases fundadores del ALBA, Venezuela y Cuba, intercambian elpetrleo del primero por los conocimientos especializados del segundoen los mbitos de la educacin, la salud pblica y el deporte, en lnea consus respectivas necesidades y posibilidades. Gracias a estas transacciones,Venezuela se ha convertido en el segundo pas en Amrica Latina en pro-clamarse territorio libre de analfabetismo, de acuerdo con los criterios deNaciones Unidas. Este logro se obtuvo en un espacio pblico desmercan-tilizado, no bajo condiciones de mercado o sujeto a los presupuestos deeducacin de los gobiernos tradicionales, incluidos entre estos ltimos losde pases ms desarrollados como Argentina, Mxico o Brasil; y ello nofue el producto de un mtodo de alfabetizacin altamente desarrolladopor el gobierno como el del brasileo Paolo Freire.

    Bolivia ha anunciado que a finales de 2008 espera unirse a Venezuela yCuba como territorio libre de analfabetismo, gracias una vez ms a la con-tribucin directa de los especialistas cubanos. Otros xitos incluyen laOperacin Milagro, un proyecto que ha devuelto la visin a cientos de

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    miles de latinoamericanos y tambin, de hecho, de norteamericanosmediante operaciones gratuitas en Cuba, Venezuela y Bolivia; en este l-timo pas, por ejemplo, miles de argentinos se han beneficiado de tal pro-grama. Mientras, la Escuela Latinoamericana de Medicina est formandogratuitamente a la primera generacin de doctores de orgenes humildes,incluida Norteamrica. Venezuela est utilizando sus ingresos petrolerospara construir un espacio de intercambios solidarios Petrocaribe queayuda a financiar sectores pobres en Estados Unidos, de modo similar acomo el ALBA gestiona programas de solidaridad en Hait, Bolivia, Nica-ragua y otras partes del continente. Los proyectos de integracin regional,como el programa del Banco del Sur, el gaseoducto transcontinental y Te-lesur, constituyen otros intentos de alterar la relacin de la regin con elmercado mundial, mediante la dedicacin de recursos financieros y mer-cancas al logro de sus propios objetivos.

    Estados de vanguardia

    Por qu no ha emergido un desafo en toda regla al capitalismo? La res-puesta debe buscarse en el equilibrio global de fuerzas tras la victoria deOccidente en la Guerra Fra. Los intensos procesos de desregulacin ymercantilizacin que este hecho produjo no generaron un era de creci-miento econmico sostenido; por el contrario, la inversin productiva fueen gran parte transferida a la esfera financiera especulativa. La concentra-cin social y geogrfica de la riqueza se ha intensificado. Los lmites ycontradicciones del sistema capitalista se revelan a una escala mayor quenunca antes. Sin embargo, los factores subjetivos formas de organizacincolectiva y de conciencia, de la poltica y del Estado necesarios para laconstruccin de alternativas han sido descabalados en el curso de estosmismos procesos. El Estado y el dominio pblico se han debilitado anteel asalto del capital rentista, respaldado por las agencias internacionalesque incansablemente alaban la doctrina del libre comercio. Ideolgica-mente, el triunfo del liberalismo ha impuesto su propia interpretacin delmundo como un monopolio hegemnico: democracia no puede signifi-car sino parlamentarismo representativo; la economa nicamente puedesignificar economa capitalista de mercado; el cliente y el consumidoreclipsan al ciudadano y al trabajador; la competencia reemplaza a los de-rechos y el mercado subsume la esfera pblica.

    Por todo ello, las sucesivas crisis del modelo econmico neoliberal no hanprovocado un desafo abierto al capitalismo como tal. En Amrica Latina,los pases que han ido ms lejos en el combate contra el neoliberalismo sonaqullos en los que ste haba penetrado menos. En Venezuela, el avancede las polticas de libre mercado sufri un revs por los fracasos de los go-biernos de Carlos Andrs Prez y Rafael Caldera; en Ecuador, por la cadade tres gobiernos consecutivos. En Bolivia, las comunidades indgenas lo-graron preservar sus identidades no slo en las zonas rurales, sino tambinen los distritos urbanos ciudades como La Paz, El Alto y Cochabamba,

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    ARTCULOS donde se hallaban masivamente concentradas. Ideolgicamente, el neolibe-

    ralismo ha echado races ms profundas en los pases relativamente msdesarrollados: Mxico, Brasil, Chile, Argentina. Brasil ha estado gobernadopor una serie ininterrumpida de gobiernos neoliberales durante diez aos;en Argentina, Menem tambin gobern durante idntico periodo, mientrasque en Mxico la ortodoxia neoliberal fue exhaustivamente implementadabajo la gida del PRI y del PAN. En Brasil y Argentina, el modelo neolibe-ral contina vigente, a pesar de ciertas reas de flexibilidad.

    Los gobiernos que, por analoga con el poscapitalismo, podran denominar-se posliberales los de Venezuela, Ecuador y Bolivia no emergieron enninguno de los bastiones clsicos de la izquierda latinoamericana como Bra-sil, Chile, Argentina o Uruguay. No aparecieron en pases en los que la cla-se obrera y los movimientos de los trabajadores haban ganado una posicinms slida gracias a los avances de la industrializacin y las experiencias his-tricas de la izquierda poltica. Emergieron como nuevos sujetos histricos,forjados en las luchas contra la privatizacin y en las protestas popularescontra los costes sociales del neoliberalismo. En Bolivia, este sujeto es cla-ramente el movimiento indgena, que surge tras la desaparicin del movi-miento de los mineros. En Venezuela encontramos un movimiento naciona-lista antiimperialista que tiene orgenes militares. En Ecuador se trata de unsujeto hbrido, suma de varios contingentes formados por grandes olas demovilizacin popular, desde los movimientos indgenas a las campaas de-mocrticas urbanas, que incorpora a muchos otros sectores en su camino,incluidos sindicalistas, estudiantes y miembros de la intelligentsia crtica.

    Todas estas fuerzas son antineoliberales, pero no necesariamente antica-pitalistas, si bien podran convertirse en tales, dependiendo de la capaci-dad de sus dirigentes polticos para encauzar la lucha en esa direccin ala hora de dotar de una dinmica anticapitalista a la alianza antineolibe-ral. El proyecto de socialismo del siglo XXI lanzado por Hugo Chvez ydesarrollado por innumerables otras fuerzas es, despus de todo, un cons-tructo histrico sin precedentes que intenta fusionar la lucha antineolibe-ral con la anticapitalista. Los procesos polticos ms avanzados en Amri-ca Latina y, en cierto sentido, en todo el mundo, considerando que esaqu donde el proyecto ha ido ms lejos estn intentando disear pro-yectos polticos que pueden ser llamados posliberales. Utilizamos este tr-mino para indicar planteamientos que combinan la restauracin de diver-sas funciones estatales: su capacidad reguladora para defender la soberananacional sobre los recursos naturales; su poder para implementar polti-cas socialmente inclusivas como representante de la gran masa trabajado-ra de la sociedad; su determinacin de crear nuevos mecanismos de par-ticipacin poltica y de redefinir los vnculos entre lo social y lo poltico.En tales economas, este Estado redefinido ejercer su hegemona, perocohabitando con un apreciable sector privado, mientras que las propieda-des socializadas pueden asumir diversas formas: cooperativas, pequeasempresas familiares, etc. El objetivo es crear un nuevo modelo de socia-lizacin refundando el Estado en torno a la esfera pblica, teniendo pre-

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    ARTCULOS Como Morales y Chvez, Cristina Fernndez ha estado expuesta a un fie-

    ro ataque desde la derecha. Su intento de elevar los aranceles sobre lasexportaciones agrcolas el sector dominante del comercio exterior argen-tino, sobre todo la soja transgnica provoc furiosas protestas entre losproductores rurales, grandes, medianos y pequeos, debido a la desastro-sa incapacidad del impuesto a la hora de discriminar entre ellos. Tras sus-tituir en el poder a su marido Nstor Kirchner en abril de 2008, la popu-laridad de la presidenta se hundi abismalmente durante los primerosmeses de su mandato, cuando la tradicional oposicin urbana de clasemedia que se halla concentrada en Buenos Aires y que fue prcticamen-te el nico grupo que la rechaz en las urnas uni sus fuerzas a la delos productores de carne y grano en su campaa de bloqueo de carrete-ras y cierres patronales.

    Cuba est comenzando a relajar las rgidas polticas que se vio obligadaa introducir para superar el periodo especial. Estas reformas no son elefecto de la retirada de Fidel Castro del puesto de mando; reflejan los de-seos populares que han sido reprimidos desde que la nacin tuvo queapretarse el cinturn tras el colapso del sistema de planificacin colectivaa largo plazo del campo socialista. La primera reordenacin del gobiernono trajo a la palestra a polticos ms jvenes; por el contrario, la viejaguardia se vio reafianzada como indicando que las reformas se llevarana cabo nicamente en el seno del marco ideolgico de la Revolucin. Sinembargo, el congreso del Partido previsto para 2009 debe ser una opor-tunidad para renovar el equipo dirigente, apuntando as a la posible for-ma que adquirir Cuba tras la marcha de Fidel, cincuenta aos despusde la victoria revolucionaria de 1959 que cambi la historia de la izquier-da latinoamericana.

    Controversias hegemnicas

    Qu tipo de lugar ser Amrica Latina tras esta ola de gobiernos pro-gresistas? Qu grado de irreversibilidad presentan los cambios actua-les? En qu tipo de regresin infinita podra enredarse si el actual pro-ceso poltico no logra ser asegurado? Las estrategias contraneoliberalesen la nica forma posible que pueden asumir, dado el equilibrio depoder a escala global, regional y nacional implican una lucha prolon-gada por la hegemona: ni una alianza desigual con los sectores bur-gueses dominantes (la estrategia reformista), ni la aniquilacin del ene-migo (la premisa de la lucha armada). Por el contrario, estas estrategiassuponen replantear la lucha por la hegemona en trminos de conquis-ta del poder, incluyendo la legislacin necesaria para revertir los pro-cesos de mercantilizacin y dotar de ms poder a los sujetos socialespara que se reconstituyan por s mismos. Ms all de esto, en una eta-pa superior, ello significa la fundacin de un nuevo Estado, capaz dematerializar el nuevo equilibrio de poder entre los bloques socialesfundamentales.

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    En Bolivia, por ejemplo, la conquista del poder mediante las urnas fue lo-grada tras una de las apuestas ms consistentes para desmantelar el Esta-do nunca vistas en el continente, la cual comenz con la liquidacin delas minas de estao y culmin con la privatizacin capitalizacin en ellenguaje del neoliberalismo boliviano de las principales empresas pbli-cas, la rescisin del control estatal sobre los recursos naturales y la para-lizacin del poder del gobierno para imponer forma alguna de regula-cin. sta fue la situacin heredada por el gobierno de Morales, que sinvacilaciones comenz a implementar su programa estratgico: nacionali-zacin de los recursos naturales, empezando de modo ms urgente porel gas; convocatoria de una Asamblea constituyente; y primeros pasos ha-cia la reforma agraria. El programa de nacionalizacin no pudo prescin-dir de la colaboracin con las empresas extranjeras, porque el Estado nopoda soportar la carga inversora y la compaa del gas boliviana se ha-bra visto privada de sus gestores y tcnicos ms cualificados. Lo mejorque pudo hacer el gobierno fue elevar los impuestos por exportacin degas del 18 al 84 por 100, creando de este modo un fondo crucial para cu-brir el grueso del gasto pblico en programas sociales, que se hallan di-rigidos fundamentalmente a nios y ancianos.

    En lo que atae a la Asamblea constituyente, el gobierno haba previstooriginalmente la representacin directa de los pueblos indgenas y de to-dos los movimientos sociales, excluyendo, sin embargo, a los partidos po-lticos, lo cual le habra otorgado una aplastante victoria contra la oposi-cin. Pero Bolivia no es Venezuela, donde el Estado es fuerte tan fuerteque fue capaz de retomar el control de la compaa petrolfera nacionaly el sector empresarial relativamente dbil, de modo que sus intentos deboicot poltico se apagaron fcilmente y no tuvieron repercusiones econ-micas ms all de situaciones de escasez limitadas y de la inflacin. En Bo-livia, el poder econmico se halla abrumadoramente en manos privadas yse concentra en las provincias orientales, que constituyen el feudo de laderecha. Haba razones para temer que la oposicin, enfrentada a la pers-pectiva de una derrota en toda regla, pudiera lanzar un perjudicial boicoteconmico contra el gobierno que hubiera intensificado el riesgo de rotu-ra del pas. As pues, la Asamblea se estructur finalmente en torno a lospartidos existentes, lo cual concedi al gobierno la mayora absoluta perono los dos tercios necesarios para legitimar su proyecto constitucional. Laoposicin present un frente comn esperando que colapsara la Asambleaconstituyente. Multiplicando las obstrucciones, a la postre precipit unacrisis institucional que intent capitalizar exigiendo la convocatoria de unreferndum sobre la cuestin de la autonoma, no para los pueblos ind-genas, como pretenda el MAS, sino para los gobiernos provinciales. Elloles permitira bloquear la reforma agraria en sus provincias as como em-bolsarse una proporcin sustancial de los ingresos generados por la expor-tacin de gas. De ah que la oposicin interpretase la autonoma comoaplicable nicamente a los dirigentes provinciales, que por primera vez enla historia boliviana han sido elegidos por los residentes de las prefecturasen vez de ser nombrados por el presidente, como suceda hasta 2007.

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    ARTCULOS Ante una estrategia basada en la acumulacin de fuerzas mediante la mo-

    vilizacin social, de modo que pudiera rectificarse el equilibrio de fuer-zas y se conquistase una nueva hegemona, el gobierno estaba ansioso deevitar confrontaciones violentas y levantamientos armados, ya que stospodran provocar que el conflicto se transformase en terreno favorablepara la derecha, que podra contar con el apoyo de la polica y de lasfuerzas armadas en el interior y de Estados Unidos desde el exterior. Latctica consisti, pues, en atraer a la oposicin a la Asamblea y utilizareste foro para consolidar la nueva hegemona. La derecha, viendo sus in-tereses severamente amenazados, reaccion furiosamente se produjeronintentos separatistas, ataques violentos, brotes racistas en un contextoque no les favoreca, dado que la tendencia general apuntaba hacia pol-ticas en pro de un nuevo modelo econmico que concediera menos im-portancia a las exportaciones, particularmente de soja transgnica, quetan lucrativa resulta para los ricos agricultores-empresarios de Santa Cruzde la Sierra.

    Este ejemplo muestra el despliegue de maniobras en una larga guerrade posiciones enrocadas, una guerra que la izquierda de estos pasesest combatiendo en el mbito gubernamental, con amplios mandatospopulares y un gran margen de iniciativa, incluso cuando se enfrenta alpoder econmico y meditico de la oposicin. Ninguna de las conquis-tas obtenidas es irreversible. Sin embargo, los retrocesos experimenta-dos por la derecha con el aislamiento y la cada de los gobiernos msortodoxamente neoliberales nos permiten suponer que, si vuelve al po-der desplazando a la izquierda y al centro-izquierda actuales, lo harcon toda seguridad manteniendo algunos de los programas sociales delos gobiernos hoy en el poder o bien optar por implementar versionespropias de los mismos, algo que era impensable con anterioridad. Sinduda, no obstante, la derecha relanzar el programa de privatizacin,detendr el proceso de integracin regional e intentar una reaproxima-cin a Estados Unidos y el Norte en su conjunto. Las nicas alternati-vas a los gobiernos progresistas ahora en el poder, incluidos los msmoderados, radican a la derecha de los mismos: la izquierda, dada su si-tuacin actual, no presenta en ninguna parte un nivel lo suficientemen-te alto de fuerza o de apoyo, o un discurso alternativo suficientementeclaro.

    Algunos proyectos de alcance regional sern muy difciles de revertir siavanzan lo suficiente de la mano de los gobiernos actuales: el gasoductocontinental o el Banco del Sur, por ejemplo. Existe un apoyo popular ala izquierda en muchos pases del continente que excede lo que ste haconocido nunca. Ello se debe a las polticas sociales que tanto contrastancon las de los gobiernos neoliberales. Este apoyo ha demostrado que su-pera todo el poder econmico y meditico de las elites en un escenarioque se ha repetido en las elecciones celebradas en toda Amrica Latina.Se trate de radicales como Chvez, Correa y Morales, o de moderados comoLula, Vzquez, Nstor y Cristina Kirchner, Ortega, Lugo y Lpez Obrador,

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    estos candidatos fueron todos ellos combatidos por un bloque neoliberal,impulsado por el poderoso monopolio privado de los medios de comu-nicacin. Este monopolio produce consenso, conformando la opininpblica da a da y determinando los temas objeto de discusin pblica.Y sin embargo, cuando llegan las consultas electorales, la gente, en Vene-zuela, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Uruguay, ha votado en direc-cin contraria a sus pautas.

    Reverberaciones

    Qu impacto podran tener los acontecimientos registrados en AmricaLatina en el resto del mundo? Podemos examinar la cuestin respecto alos tres grandes pilares del poder contemporneo: el poder de las armas,el poder del dinero y el poder de las palabras. Claramente, Amrica La-tina puede tener poco impacto sobre la situacin econmica global, msall de las alianzas con China, Rusia y Sudfrica que especialmente haforjado Brasil. El crecimiento de los intercambios Sur-Sur derivado de laintegracin regional fundamentalmente con China e India, pero tambincon Irn supone un paso hacia un nuevo modelo de relaciones comer-ciales internacionales en las que Estados Unidos pesa menos que antes,excepto respecto a los pases que han firmado acuerdos de libre comer-cio bilaterales. Igualmente, sobre la cuestin de las armas, parece impro-bable que Amrica Latina pueda hacer algo ms que desempear un papelpasivo, rechazando los planes expansionistas del imperio estadouniden-se, como hizo cuando Washington no logr cosechar ni un solo voto, nisiquiera de sus estrechos aliados econmicos Mxico y Chile, en el Con-sejo de Seguridad de Naciones Unidas en apoyo de la invasin de Iraq.El aislamiento de Colombia, el epicentro de la influencia estadouniden-se, se hizo patente cuando su reciente incursin en territorio ecuatoria-no fue condenada por todas y cada una de las naciones latinoamericanasas como por la OEA. Los proyectos de integracin regional nicos deAmrica Latina ofrecen una senda a una independencia relativa de Esta-dos Unidos, que se combina con una alternativa a los acuerdos de librecomercio propugnados por Washington. Tambin en este caso encontra-mos un reducido nmero de gobiernos en el mundo que desafan abier-tamente la hegemona imperial norteamericana: Cuba, Venezuela, Bolivia,Ecuador.

    Nada de esto basta, obviamente, para construir un contrapeso a EstadosUnidos. En la mejor de las hiptesis, el continente est resistiendo y ela-borando sus nuevas formas de integracin en una regin cuya relevanciaeconmica ha disminuido enormemente por los efectos de la desindus-trializacin provocada por la apertura econmica forzada por el neolibe-ralismo. La fundacin en mayo de 2008 de Unasur, un proyecto de inte-gracin de todos los pases de Amrica del Sur, y la propuesta de unConsejo de Defensa Sudamericano, iniciativas ambas lanzadas al margende Estados Unidos, apuntan hacia un nuevo espacio y un nuevo modelo

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    ARTCULOS de integracin continental; la participacin formal de Colombia, sin em-

    bargo, complica las cosas, dado que Uribe ha decidido permitir que Esta-dos Unidos establezca una base militar permanente en territorio colom-biano.

    La importancia de la regin en su conjunto deriva de sus recursos ener-gticos, fundamentalmente petrleo, y de sus exportaciones de productosagrcolas, fundamentalmente soja. Pero los mercados domsticos se estnhaciendo ms atractivos a medida que se incrementa su capacidad deconsumo, al tiempo que la integracin regional fortalece el vigor de la ne-gociacin poltica, como se ha podido comprobar en las negociacionesdel G20 con la OMC. El proceso de ruptura con el modelo neoliberal yde constitucin de espacios alternativos para el comercio, como el ALBA,ha convertido el continente en una referencia indispensable en todo de-bate en torno a las alternativas al neoliberalismo. En parte por estas razo-nes, el liderazgo de Chvez ha sido celebrado ms all de las fronterasdel continente. Sin embargo, uno de los aspectos ms vulnerables delproceso posneoliberal es su aislamiento global: en ausencia de otros alia-dos, Venezuela se ha visto forzada a cultivar a cualquier gobierno que sehalle en conflicto con Estados Unidos, como ha sucedido con Rusia, Irn,Bielorrusia y China. Adems, los pases latinoamericanos que han dadopasos concretos para romper con el modelo no son los ms desarrolla-dos, relativamente hablando; su mayor activo econmico es poder contarcon el petrleo venezolano.

    En el mbito ideolgico, Amrica Latina se halla mejor colocada paraplantear los problemas objeto de debate: el Estado plurinacional y plurit-nico; la nocin de socialismo del siglo XXI; las frmulas alternativas parala integracin regional como el ALBA. Pero existen pocas plataformaspara diseminar las nuevas ideas, para oponerlas al pense uniquey susteoras, incesantemente propagadas por los medios de comunicacin. Elpensamiento crtico latinoamericano, que puede vanagloriarse de una lar-ga tradicin de interpretaciones perspicaces y anticipatorias as como deinnovaciones tericas, se enfrenta a desafos novedosos al intentar darrespuesta a problemas como el nuevo nacionalismo, los pueblos indge-nas, el nuevo modelo de acumulacin, los procesos de socializacin ydesmercantilizacin, y el futuro histrico y poltico del continente. En al-gunos pases, fundamentalmente Bolivia, los experimentos en curso sehallan acompaados por ricos procesos de reflexin y de elaboracin te-rica. En otros, existe una disociacin considerable, por no decir contra-diccin, entre buena parte de la intelligentsiay el proceso en el que sehalla embarcado el resto del pas: su ejemplo ms conspicuo es Venezue-la. En pases con una fuerte intelligentsia radicada en la universidad, comoBrasil, Argentina y Mxico, una parte significativa de la elite cultivada nose compromete a participar en las principales reas de lucha social y po-ltica, aunque mantiene un alto grado de elaboracin intelectual. El po-tencial terico existente puede desempear un importante papel en laconstruccin de modelos posneoliberales.

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    Contexto mundial

    Retrospectivamente, el surgimiento, consolidacin y crisis del neolibera-lismo conoce tres fases distintas. La primera estuvo marcada por el tan-dem Thatcher-Reagan y corresponde a las expresiones ideolgicas ms

    robustas y ms abiertamente reaccionarias, con Pinochet en Chile y Jef-frey Sachs en Bolivia como sus ms autnticos equivalentes regionales. Lasegunda fase corresponde a los gobiernos denominados de la Tercera Va,representados por Clinton y Blair, que siguieron una supuesta versinblanda, una consolidacin del modelo, dado que las intervenciones du-ras privatizaciones, predominio ilimitado del mercado, apertura de laeconoma ya haban sido realizadas. Pareca que en ese momento se hu-biera encendido la luz verde para que gobiernos de tendencia similar enAmrica Latina socialdemcratas y nacionalistas se dispusieran a seguir

    la misma senda: de Buenos Aires a Ciudad de Mxico, el Consenso deWashington barri el continente. La tercera fase se inaugur con la crisisdel peso mexicano y el inicio de la turbulencia en la economa globaliza-da, al tiempo que la Casa Blanca de Bush-Cheney impona un tono msduro y ms conservador en respuesta a los ataques de 2001; polticasagresivas impuestas por Washington en un contexto de estancamientoeconmico.

    ste fue el entorno en el que se produjo a finales de la dcada de 1990

    y principios de 2000 la cada consecutiva de los gobiernos neoliberales en Amrica Latina. Los lderes que accedieron al poder en ese momentoaprovecharon el relativo debilitamiento econmico y poltico del lideraz-go estadounidense para hacer impracticable el ALCA y para comenzar adesarrollar polticas alternativas tendentes a la integracin regional. Estafase tambin corresponde al declive de la preponderancia internacionalde la economa estadounidense y a la creciente demanda de China e In-dia sobre el mercado mundial. La RPCh, en particular, estableci intercam-bios directos a gran escala con muchos pases de la regin.

    Qu podra aportar una cuarta fase? Si algunos gobiernos han experimen-tado dificultades recientemente en particular, Venezuela, Bolivia y Argen-tina, los acontecimientos mundiales estn introduciendo nuevos cambios.La subida de los precios de los productos y el impacto internacional de larecesin estadounidense son favorables para la exportacin de los produc-tos primarios latinoamericanos, entre los que la agricultura desempea to-dava un importante papel.

    Una nueva Administracin demcrata en Estados Unidos en 2009 podraintentar cambiar de discurso y romper con el aislamiento sin precedentesal que Washington se enfrenta en la regin. Ello representara un nuevodesafo para el proceso regional de integracin y la construccin de unmodelo posneoliberal. Es posible contemplar un nuevo impulso a la coop-tacin por parte de Washington, basado en Colombia y Mxico, sus aliadostradicionales, ms el Per de Alan Garca, que ha firmado recientemente

  • 8/14/2019 Emir Sader - Amrica latina el eslabn ms dbil

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    ARTCULOS un tratado de libre comercio con Estados Unidos; la Casa Blanca, sin em-

    bargo, intentar en esta ocasin atraer tambin a los gobiernos de centro-izquierda los de Brasil, Argentina y posiblemente Uruguay para queabandonen el bloque de integracin regional, con la intencin de aislar alos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba.

    No obstante, otros procesos en curso entre ellos, Mercosur, ALBA, Unasur,Banco del Sur, el oleoducto continental pueden avanzar a buen ritmo, dadoque la recesin estadounidense favorece la diversificacin del comercio re-gional con pases como China, y fortalecer las condiciones para la consoli-dacin de estos gobiernos y de sus proyectos de integracin. Queda por verqu pauta de comportamiento emerger de la combinacin de recesin eco-nmica y de Administracin demcrata. El desarrollo interno de Venezuelay Bolivia, componentes cruciales del bloque de integracin, es fundamentalen muchos aspectos para el futuro escenario poltico de la regin, junto conEcuador, que est avanzando rpidamente mediante la construccin de nue-vas instituciones constitucionales, y el nuevo gobierno de Paraguay. En con-junto, sin embargo, es la evolucin de Mxico, Argentina y Brasil la que de-terminar la perspectiva del continente. Si el gobierno de Cristina Fernndeztiene xito en superar su actual crisis y si Lula elige a su sucesor en 2010,impidiendo as que Brasil opte por la va de los acuerdos comerciales bila-terales y adopte una posicin antiintegracionista, entonces existen slidos in-dicios de que se producir una segunda dcada de gobierno por parte dela nuevas fuerzas regionalistas de Amrica Latina.