El ultimo tren

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EL ÚLTIMO TREN Comedia Apocalíptica La Gangarilla, curso 2012/13.

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EL ÚLTIMO TREN

Comedia Apocalíptica

La Gangarilla, curso 2012/13.

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PERSONAJES:

Carla, por Andrea Sara Levin Judengloben, alias La Juden.Berta, por Paula Pérez Mateu, alias LaPau.Fran, por Rafael Andrés Romero García, alias Rafles.Aurelia, por Thais Santacruz Fernández, alias La Thaisa.Petra, por Violeta Ginés Muñoz, alias Vaiolet Leiva.Ricardo, por Aitor Galán García, alias Zortzi.Luis, por Santiago Arroyo Agüero, alias yo.

(Es un vagón de metro. Pero en absoluto lo parece. Parece un teatro con unas sillas puestas en fila. Los actores y una grabación de fondo que anuncia las paradas se ocuparan de transmitir el lugar y el movimiento. Habrá tambaleos, giros extraños al caminar, frenadas bruscas y acelerones, y los cuerpos de los actores deben trabajar en armonía. En la escena están un hombre joven, guapo, muy elegantemente vestido, una chica joven, vestida absolutamente normal, vaqueros y camiseta o lo que proceda, y una señora, algo harapienta tumbada en tres asientos. El joven, al que llamaremos Ricardo, está de pie, agarrado en la barra imaginaria –buenos tiempos, Teo- y con una maleta no muy grande a sus pies. La chica se encuentra sentada y todos se distribuyen a lo largo del escenario. El tren llega a su siguiente destino, que la megafonía, de aquí en adelante irá avisando. La chica, que de aquí en adelante llamaremos Berta, se acerca a Ricardo).

Berta: Perdone, ¿tiene usted hora?

Ricardo: Si, por supuesto. (Desenfunda el peluco de oro). Son las once treinta y siete.

Berta: ¿Está usted seguro?

Ricardo: Si, creo que sí. ¿Por qué lo pregunta?

Berta: No por nada. Simplemente que antes le pedí lo mismo a otro hombre que pasó y me dijo otra cosa.

Ricardo: Ah, ya. Pero eso es porque la hora va cambiando.

Berta: Ahhh, claro. Eso es porque como el sol gira y se mueve entonces la sombra da para el otro lado y claro. Muchas gracias.

Ricardo: De nada…

Berta: (curiosa, insiste) ¿No baja usted en la siguiente?

Ricardo: No, todavía no. Bueno, creo. Porque la verdad es que ando algo perdido.

Berta: Pues hay un montón de mapas por todas partes. Debería usted mirar mejor.

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Ricardo: Lo se… Pero compréndame, es la primera vez que viajo en metro.

Berta: ¿Y como es eso?

Ricardo: Pues como que antes no había viajado nunca.

Berta: Es usted un hombre extraño.

Ricardo: Usted que sabrá. Me acaba de conocer.

Berta: Yo tengo un sexto sentido para esas cosas.

(De repente, la señora harapienta que duerme en los tres asientos suelta un ronquido que sobresalta a ambos pasajeros, que se miran y entre dudas, sueltan una carcajada tímida)

Berta: Ya estaba aquí cuando llegué yo.

Rodrigo: Y me parece que aquí se va a quedar. Está dormida como un tronco.

(En la siguiente parada entra Carla, una chica sonriente, energética y algo hiperactiva que en un primer momento se sienta, pero pronto se levanta y se quedará de pie para el resto de la acción).

Carla: Buenos días.

Berta: Buenos días. (A Ricardo) Mírala, qué fresca. No se puede ir así en invierno, hombre, por favor. (Sonríe a Carla). Las hay que nacen descarriadas… (Ricardo se sorprende de la confianza que toma con él Berta, y la sonríe extrañado, procurando no pisar en falso).

Ricardo: Sí, sí… desde luego.

Carla: ¿Saben si por este vagón pasa algún acordeonista pronto? Es que tengo algo de prisa y me gustaría poder escuchar alguno.

Ricardo: (Se mira el reloj) Que yo sepa, el último pasó hará unos tres minutos o cuatro. Pero no debe de quedarle mucho al siguiente. En cualquier caso, si se cambia de línea, hay un violinista fantástico en la dos, y un flautista en la cuatro.

Carla: Me pillan muy mal. Casi prefiero esperar. (Les mira). Hacen buena pareja, ¿hace mucho que salen?

Ricardo: No, no…

Berta: (le interrumpe) No, no. No mucho, alrededor de tres meses.

Ricardo: (le mira, asombrado) ¿Ah, si?

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Berta: Si. ¿A que se te ha pasado volando? Si es que cuando uno disfruta… (la cara de Ricardo debe ser un poema, alucinando por la novia que le acaba de salir). Ay, cariño, cuánto te quiero (le agarra del brazo y pega su cara a él, cerrando los ojos).

Carla: Que bonito. Yo una vez tuve un novio. A la semana se cansó y se fue.

Berta: ¿De qué se cansó?

Carla: (sin perder la sonrisa) De mí. (Ronquido de la señora, que en adelante llamaremos Aurelia –hay tesis sobre los nombres de los personajes en mis obras de teatro, algunas muy interesantes, otras auténticos bodrios, como las que escribí yo; en particular recomiendo dos: La nomenclatura de los caracteres en el teatro de un imbécil y El primer nombre que se te ocurra está bien, y si es feo, pues mejor- y que aún no ha despertado, pero ha conseguido despertar a medio Metro de Madrid) ¿Quién es ella?

Ricardo: Pues una señora…

Berta: Mi suegra. Es que veníamos los tres juntos de dar una vuelta y la pobre señora se ha quedado dormida. Pero así está más agradable, hágame caso.

Ricardo: ¡Mi madre!

Berta: Exacto, cariño.

Carla: Es cierto. Os parecéis mucho. (Ricardo será constantemente sorprendido).

Ricardo: (intentando sobreponerse) Y usted, ¿viene mucho por aquí?

Carla: Pues depende. A veces. Todos los días.

Berta: Cariño tengo que decirte una cosa.

Ricardo. Dime.

Berta: (Mira a carla) un poquito de intimidad ¿no?

Carla: Ah, si, perdón. (Se retira a un lado)

Berta: Ricardo, me quiero divorciar.

R: Ah, muy bien ¿y cuando va a decírselo a su marido?

B: No lo se pero yo te quiero a ti.

R: Pero lo nuestro es imposible.

B: ¿Por qué?

R: Porque me bajo en la siguiente.

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B: No por favor, no te vayas.

C: ¿Os queda mucho?

B: (Se gira, enfadada) ¡Tú calla! (A Ricardo). Por favor, espera un poco más.

R: (Duda) De acuerdo, pero tampoco mucho más.

B: ¡Gracias! (Le abraza) Oye, Ricardo.

R: Dime, Berta.

B: Que te quiero.

C: ¿Habéis acabado?

R: Ssssi. (Se aleja de Berta).Y tú, ¿cómo te llamas?

C: Carla. Tengo 20 años y estudio historia del arte. Pero lo que más me gusta es bailar.

R: ¿Bailas?

C: No, no. Nunca he bailado, pero me encanta.

R: Pues creo que has tenido suerte

C: ¿Por qué?

R: Mira (señala a un lado de la escena, por donde aparece Petra bailando y saltando. Pasa por delante de ellos y al ver que la contemplan anonadados, para en seco)

P: (Habla con un fuerte acento) ¿Qué mirrais?

C: Cómo bailas.

P: ¿Porr qué mirras? ¿Erres lesbiana?

C: No; si; no; no lo sé (Se gira hacia la pareja) ¿Soy lesbiana?

R: Tiene pinta.

B: Sip.

P: Mmmm… interresante. (Se acerca a ella) ¿Quierres ser novia? (Guiña el ojo).

C: Déjame consultarlo un momento (se acerca a los otros tres) ¿Qué pensáis? Es guapa ¿no?

R: A ver, Carla, escúchanos.

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B: Somos tus amigos, queremos lo mejor para ti.

R: Ya sabes que nos preocupamos por ti

B: Pero es que ella…

R: No nos parece…

B: Que sea…

R: La adecuada…

B: Para…

R: Ti (a Berta) ¿Por qué siempre me toca acabar a mí y encima con una sola palabra?

B: Calla, anda. (A Carla) Pregúntale si trae los papeles en regla.

C: (A Petra) ¿Tienes los papeles en regla?

P: Porr supuesto. Petrra tiene papeles. (Sale bailando y entra al poco rato con un carpetón enorme de papeles y encima de ellos una regla) Los papeles (los deja caer) y la regla (la enseña).

C: (A Berta) Bueno, pues parece que está todo bien

B: Tú hazla esperar un poco, y luego lo decidimos.

C: (A Petra) Escucha, Petra quédate con nosotros y luego te digo

P: De acuerdo. Petrra es contenta (sonríe para demostrarlo)

(Entra un ciego con su bastón y sus gafas. Lentamente mientras todos le miran se sienta de espaldas al público)

L: Buenos días

B: Buenos días

C: Buenas

R: Buenos días

P: Buen día compañerro invidente

(La luz se atenúa, los personajes se paralizan y Luis, el ciego, se levanta, se quita las gafas y deja el bastón y se sitúa al frente del escenario).

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L: Buenos días. Bienvenidos a la historia de mi muerte. Como habrán podido observar, este es un episodio corriente del metro de Madrid, eso sí, con una pizca de locura. Pero al fin y al cabo lo que ha pasado ahora no sobrepasa los límites de la cordura. Nadie sabe cómo llegamos a donde llegamos. Cuando entré estaba pensando desde qué punto de vista os contaría esta historia. Al principio pensé en la primera persona (se apagan las luces por completo) pero todos comprendéis las dificultades de esto (se vuelven a encender). Puede que esta historia solo sea una carrera de coincidencias, pero siempre hay algo que propicia un final inesperado. En este caso, la chispa se llamaba Fran, era padre soltero y una de esas personas que se cortan una pierna con tal de poder dar de comer a su hijo. (Se vuelve a sentar, se pone las gafas y sostiene el bastón).

R: (Mira a Luis pero habla a Berta) Yo creo que no podrá vivir ciego.

B: Todo es acostumbrarse

C: Y si naces ciego es mucho peor, porque nunca has visto y no te da tanta sensación

P: Yo en Chequia tenía un tío ciego. Mi tío ciego me tocaba culo y disculpaba diciendo: “Perdona, soy ciego. No veía.” Mentirroso, erra un guarro.

R: Tiene que ser terrible.

L: No es para tanto. Lo bueno es que puedes oír, oler, saborear y sentir.

B: Uy, disculpe.

L: Nada, estoy acostumbrado. Es mejor así que los susurros.

R: ¿Qué le pasa?

L: Un día especialmente lluvioso, quedé con mi novia. Más bien quedó ella conmigo. Para dejarme. Roto mi corazón, y empapados mis ojos, grité que estaba cansado de un mundo tan feo y tan malo. Que no quería verlo más. Me he arrepentido tanto de esas palabras…Los médicos dijeron que fue lluvia ácida y que no volveré a ver nunca.

C: Lo siento…

L: Da lo mismo.

A: (Se despierta de golpe, pegando un gran salto)¡EL APOCALIPSIS!¡ES EL FIN DEL MUNDO!¡FUERA LA GENTE MUERE CONSUMIDA POR LAS LLAMAS DEL AVERNO!¡LOS EDIFICIOS SE DESPLOMAN Y UN CARRO DE FUEGO BAJA DEL CIELO!¡CORRED PARA SALVAROS!¡REFUGIAOS EN LAS PROFUNDIDADES!¡ALEJAOS DE LA SUPERFICIE! (Tose y se serena, como si acabase de recobrar el conocimiento) Buenos días señores. ¿Qué es lo que miran con tanto interés?

L: Yo mirar, no miro, pero supongo que por aquí se habrán quedado alucinados con su intervención apocalíptica.

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A: Ah, eso. Discúlpeme por los chillidos y todo eso. Es una estrategia para captar la atención del público.

P: Usted idiota. Petrra muerrta de miedo.

R: ¿Se puede saber a qué viene esto?

A: Es cierto, el mundo toca su fin. Probablemente, somos de los pocos que quedamos con vida.

B: ¿No tiene usted ganas de echarse otra siestecita?

A: Ahora que lo dice, sí. Voy a soñar con los angelitos. Aunque quizá les vea cuando despierte. (Se duerme)

L: Usted, el hombre que habló antes.

R: ¿Yo?

L: Sí, usted. ¿Cómo se llama?

R: Ricardo

L: Ricardo, ¿me echas una mano?

R: (Se le acerca) Claro, ¿qué tengo que hacer?

L: Llévame a cada uno de los que estamos en este vagón. Debemos ponernos a igualdad de condiciones. (Luis le lleva a Berta a y deja que Luis le toque la cara, y así hasta hacerlo con todos, excepto con Aurelia, que duerme). Así que tenemos tres mujeres y un hombre, sin contar con la profeta dormida.

B: Eso es.

L: Podrían explicarme quiénes son, ¿no?

R: Claro. Yo soy... (De repente aparece Fran, del que ya hemos hablado, lleva una pistola en la mano y sin dar cuartel, agarra a Ricardo por detrás y se la pone en la sien. Revuelo general).

F: Ahora nos vamos a estar todos quietecitos. No vamos a hacer tonterías y vamos a salir todos bien, ¿de acuerdo?

R: Por favor, no me haga daño.

F: ¿Cómo te llamas, chaval?

R: Ricardo.

F: Ricardo, nos vamos a tranquilizar y vamos a hacer las cosas bien, ¿entendido?

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R: (Temblando) Entendido.

P: Petrra no miedo. Petrra sabe karrate. (Posa).

F: (Lentamente deja a Ricardo a un lado y con chulería se acerca a Petra haciendo también una llave de kárate, pero sin dar a nada, únicamente gritando y haciendo aspavientos. Ella le imita y pasan así algunos minutos). Tú no sabes kárate.

P: ¿Cómo saberr eso? Hice como pilículas.

F: Yo tampoco sé karate. Por eso lo adiviné ¿Cómo solucionamos esto?

P: Mmm... ¿Tu jugar ajedrez?

F: No…

P: Fastidio. Petrra ser campeona.

F: ¿Piedra, papel o tijera?

P: ¡Oh! Es juego favorito de Petra. (Juegan, ella pierde y le da el dinero).

F: (Señala a Carla) !Tú! Dame todo lo que tengas.

C: No llevo nada.

P: Ojala

F: Venga, que tengo prisa

C: ¿Una carrera?

F: De acuerdo (le da la pistola y la chaqueta a Ricardo y se pone en un lado del tren junto a Carla) ¿Alguien da la salida?

R: ¡Yo, yo! Venga, preparados… Listos… yaamando a mi madre (los otros han echado a correr) jijijijiji. Venga que era una broma. Otra vez. Preparados, listos, yaaanto de cocodrilo. ¡Jajajaja! Vale, vale, perdón. Ahora si que sí. Preparados, listos, ¡ya! (Echan a correr y gana Fran. Carla le da su dinero y recupera su pistola)

L: ¿Jugamos a tinieblas?

F: Que granuja el cieguito. Fíjate tu, por gracioso te vas a librar.

R: ¡Oye! Van dos y se cae el del medio

F: (Se acerca y extiende la mano) Venga (Ricardo le da todo) ¡Eh tú! (señala a Berta y le apunta con la pistola con las dos manos, exageradamente) La bolsa o la vida

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B: La... ¡bolsa! No, no, no, espera, espera… ¡la vida! No, no, no, ¡Joder, si esta me lo sabía! Un segundo de verdad. La bolsa, la vida…. La pregunta es clara: la bolsa o la vida. Aunque no es una pregunta ¿no? Me das a elegir, pero sin preguntarme.

F: No, es una pregunta: ¿la bolsa o la vida?

R: No, no, porque dice o. O la vida, no y la vida. O la vida. Ahí está la clave.

P: Vosotros equivocados. No tenéis idea. Es una cuestión. ¿La bolsa (hace aspavientos) o la vida? El atrrracador prrregunta si ella prrrefierrre la bolsa o prefierre la vida. Es una pregunta porque… (se dirige a Fran) ¿como tu llamarr?

F: Me llamo Fran

P: Frran, interresarse por compañerra Berta. Fran pregunta por Berrta. ¿La bolsa o la vida? ¿Esto o aquello?

C: No, no, no está clarísima la disyunción. O la bolsa o la vida. Elige. Punto y pelota (Se arma barullo. Discusión. De repente Aurelia se despierta y zanja la discusión de un grito).

A: ¡EL APOCALIPSIS! ( Todos se callan y se vuelve a dormir)

R: (Se acerca a Berta). Cariño, algún día todo esto será nuestro ¿nos imaginas aquí, con nuestros hijos, dando paseos por los andenes, escapándonos por algún túnel oscuro organizando picnics en las estaciones más grandes?

B: Será precioso, ¡quiero vivir en el metro!

Todos: ¡Quiere vivir en el metro! (América, West Side Story).¡Quiere vivir en el metro! (Palmas y taconeo).¡Quiere vivir en el metro! ¡Para cogerlo a tiempo!

F: Esto se me está yendo de las manos… (A Berta, apuntándola) ¡Dame todo lo que lleves que no respondo de mis actos! ¡Que no respondo! ¡Que estoy mu loco! ¡Que me pongo nervioso! ¡To lo que lleves! ¡Vamos, morena que no tengo todo el día! (Berta le da cartera, llaves y un metrobús usado).

R: (a Fran)¿A ella (Aurelia) no la robas?

F: No, llevo prisa…Y me da un poco de miedo. Me voy

R: No te vayas… ladrón… (gay)

F: (Cara de miedo, auténtico terror). Si, creo que me voy (sale corriendo). Un placer robarles (se baja del metro).

C: Pues nos han robado.

L: A mi no.

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R: Tu calla.

P: (Medio llorando) Petrra trriste. Petrra solo quedar papeles y reglo. Petra desolada ¿Cómo va a pagar Petra alquiler? ¿Cómo va a dar de comer a Marcus, perriquito bonito?

L: (Pausa. Al público) Se pueden imaginar. Comprendo que esto ya no sea lo normal, que sea algo que se vea en el metro. Tengo que reconocer que quizá no sea la historia más dramática del mundo, ni la forma más adecuada para narrar una muerte, pero, ¿qué quieren que les diga? Es la verdad. Sucedió tal y como lo ven. Me he parado bastante a pensar en qué narices pintaba aquella checa en todo esto o en por qué una loca dormía justo en el vagón, o como habrian llegado Berta y Ricardo a quererse tanto en tan pocas paradas. He pensado en donde podría haber estado yo en ese momento, en ese preciso instante, en los millones de sitios que podrían haberme visto morir. Y curiosamente, tras tanto pensar, llegué a la conclusión de que todo sucedió como tenía que suceder, todo fue perfecto, como si alguien lo hubiera colocado. No hubiera podido imaginar una muerte mejor (se sienta. Play).

C: (A B y R) debería decirle algo a Petra ¿no?

B: Si, pero no la respondas todavía, acércate y háblala.

C: (se acerca a Petra) Hola.

P: Hola, mujer herrmosa.

C: Puedes llamarme Carla.

P: Hola mujer herrmosa Carrla.

C: No, Carrla no, Carla.

P: Carrla.

C: Carla.

P: Carrla (niega), Clarla (niega), Clarra (niega), Crala (niega), Carrlar (niega) Clara…

C: ¡Sí! Justo eso. Lo has dicho bien.

P: ¡Ja! Petrra serr lista.

C: ¡Muy bien Petra!

P: ¿Carla duchar con agua fría?

C: No, me ducho con agua caliente.

P: Petrra no. Petrra agua serro grrados. Grrados Kelvin.

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C: ¿Y no tienes frío?

P: Un poco perro no importa. Pezones durros y piel suave.

B: (A Ricardo) No me apetece ir a comer con tu madre.

R: No, no a mi tampoco

B: Pues no vayamos

R: No, no, que es mi madre

B: ¿Y por qué no te apetece ir?

R: Porque… es mi madre

B: Mira, Ricardo, mientras sigas dejando que te manipulen así, no te volveré a hablar (le da la espalda).

C: Petra, podías bailar para nosotros.

P: ¡Fantástico! Petra va a estirar esqueleto. (Baila por el vagón concentradísima en su baile. El resto la observa, admirados)

C: Bailas muy bien

P: Estuve en conservatorio dicecicinco años. No es moco de ave.

C: (Ríe. Aparte) No, si al final le cogeré cariño y todo.

R: Nosotros nos bajamos en la siguiente. Es la nuestra.

C: No, no pero quedaos un rato más. Si justo ahora empieza lo mejor (consulta el reloj) si os vais ahora os perderéis el acordeonista de dentro de tres minutos, el revisor de dentro de cinco y dos estaciones en curva ¡Me encantan las estaciones en curva!

B: Lo siento mucho pero nos tenemos que ir. (De repente entra corriendo Fran nervioso, sin aliento, sin poder articular palabra, va a un lado y a otro del vagón, haciendo aspavientos).

P: ¿Te has comido lengua de gato?

R: ¿Ya vuelves? Pues no nos ha dado tiempo a pasar por el cajero, fíjate, así que te vas a ir como has venido.

F: No, no… (sin aliento)

C: De verdad que no tenemos más.

E: Si no es eso…

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B: Entonces ¿qué es?

F: Es, es… ¡EL APOCALIPSIS!

Todos: ¿Qué?

F: (Repitiéndolo exactamente gesto y expresión, como si fuera una repetición de lo grabado) ¡EL APOCALIPSIS!

R: ¿pero como el Apocalipsis?

F: ¡El cielo si tiñe de rojo!

Todos: ¡Oh!

F: ¡Las calles se llenan de lava!

Todos: ¡Oh!

F: ¡Ángeles y arcángeles vuelan imponiendo justicia!

Todos: ¡Oh!

F: ¡La luna es de sangre!

Todos: ¡Oh!

F: ¡El atleti gana la liga!

Todos: (locura general) ¡Ah! ¡Ah! (Ruegos divinos)

A: (Que se despierta con los gritos). Calma, calma ¿Qué? Ahora la loca ya no está tan loca ¿Eh? Os lo dije. Es el fin del mundo.

R: Pues yo no me lo creo.

F: He hecho un vídeo (saca el móvil). Mira (se lo muestra). Este soy yo, la lava, el cielo en llamas, los angelitos, Ah, mira a ese se le ve por debajo de la túnica (ríe).

R: ¿Y esto qué es? (Señala otra foto).

F: Una diablesa que… (Gestos de buenorridad).

B: ¡Pero como se va a acabar el mundo!

C: ¡Y yo con estos pelos!

L: Vosotros por lo menos podéis verlo.

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P: Fin del mundo mentirra. Supersstisión. Petra no crree en superrstissión.

R: No, no, es cierto. Mira el vídeo (a Fran). No le pongas el de la diablesa que esta se viene arriba.

A: Debemos conservar la calma. Es el fin del mundo, no una huelga de metro. Pensad en las cosas buenas. Ya no tenéis jefe.

R: Yo estaba en paro.

B: Y yo

C: Y yo

L: Yo vendía cupones. Pero estaba parado todo el día, es verdad.

A: Bueno pues no se….Ya no tenéis que pagar impuestos. Ya no hay leyes que seguir. Y ahora mismo no podéis ir al cielo ni al infierno. Todavía no podéis morir.

L: Y eso ¿por qué?

A: El metro es ese inframundo que está entre la vida terrenal y el infierno. Pero lo bueno de eso es que hasta Dios lo pierde. Y este metro se le ha escapado. Así que somos los últimos vivos del planeta (se toman unos segundos para asimilarlo. Caras de reflexión).

C: Uy, que mal rollo.

F: Bueno, pues habrá que ir repoblando el planeta. ¿Quién es la primera? (Carla se le va a acercar pero Petra la retiene).

B: Lo primero que hay que hacer es una lista. Y una tabla (saca papel y boli de donde sea). A ver, nombres:

R: Ricardo

P: Petra

C: Carla

L: Luis

A: Aurelia

F: Fran

B: Y Berta. Perfecto. Voy a pasar lista (lo hace). Bien. Ahora faltan algunos datos. De uno en uno: Ricardo.

R: Hijo de cheque en blanco Crecido en la Moraleja

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Heredero de mil estancos Y un par de empresas viejas Nunca me faltó de nada A veces faltaban mis padres Llevo la maleta acolchada Con billetes alemanes. No tengo miedo a la muerte No tengo miedo de nada Socorro, señor agente Que vienen los perroflautas Soy un hombre elegante Con presencia y buen perfil Cuando miro al elefante Solo veo su marfil

B: Petra

P: Nacida en la Chequia Bailé muchos años Pero cuando yo crecía Mis padres ya cansados Me dijeron Petra, hija Márchate para España Que allí todos se rifan Las bailarinas eslavas Mis padres eran mentirosos Aquí solo hay tristezas Unos pobres por el oro Otros pobres por la pena. España no quiere a Petra Porque no deja bailarr ¡Qué manía con las cuerdas! ¡Qué pesados con atar!

B: Carla

C: Reconozco que quizá Esto puede asustarnos Pero bueno, ¡que más da! Si el mundo se ha acabado Hace dos años y medio Fui tristemente ingresada En un centro de médicos Para ser estudiada Debí matar a alguien O alguna cosa exagerada Pero les diré también Que ya no recuerdo nada Se que conseguí escapar Y que ahora ya soy libre,

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No teman, no les voy a matar, Nada más puedo decirles

B: Luis

L: Mi historia ya la conocen El amor cegó mis ojos La tristeza me recorre Y me está volviendo loco Me despierto cada día Sin poder mirar el sol Otro día de agonía Otro día de dolor Sueño con poder quitarme En algún momento esta venda Y poder volver a mirarme Y mirar a las estrellas Sueño, y por eso tropiezo Y sueño con volver a verla Y se que poco a poco muero, Porque soy solo tristeza.

B: Aurelia

A: Soy lo que todos piensan Una chalada del metro Con pintas de vieja Y que anuncia el fin eterno La diferencia es que a veces Los locos son los más cuerdos Y los cuerdos se merecen Castigo por incrédulos Pues bien, el Juicio ha llegado Prepárense para la vista -Luis, no va a hacer daño Es una expresión simplista- Y yo que llevaba esperando Este momento mil siglos, Ahora me levanto, Y hasta siempre, me despido (sale)

B: Fran

F: Soy el más desconocido Con mal pie empezamos Pero antes del “franicidio “ Déjenme contarles algo, Y es que yo tengo un hijo, Lo mejor que me ha pasado Pero la madre se ha ido,

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Y yo me he ido al paro Y pasan los días y el depósito Del banco se va vaciando Y llora y llora mi niño, Porque mi teta sabe raro No me quedó otra que venir A “recaudar” bienes públicos Y poder así seguir Siendo un padre único

B: Pues yo llegué esta mañana En dirección a otro lado Pero mi tonta mirada En Ricardo se ha pardo Y ahora que le miro No puedo parar de mirarlo Y pienso en él y suspiro Y suspiro sin pensarlo Parece una mala broma Pero en dos o tres paradas Esta cabecita loca Está como hipnotizada Y ahora que el mundo se acaba Y ya nada nunca importa Ricardo, estoy enamorada, Y mi todo está en tu boca.

(Esperemos que aplaudan, porque si no la transición será más violenta)

L: Entonces Aurelia…

R: Tiene pinta.

F: Así que si salimos…

B: Si. Si salimos, se acabó.

C: No, no, no (se entristece) No, no. Vaya mierda

L: Yo no me quiero morir ciego

F: Ay Dios, mi hijo.

P: No entiendo nada. Estamos en tren. Si estamos tren, vivimos, pero si nos bajamos, morimos.

B: Eso es.

P: Pues quedamos en trren parra siempre (se acomoda) Petra tiene navaja de viente usos. Petra preparada.

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R: No, Petra. No nos podemos quedar aquí para siempre. En algún momento el tren se parará o llegará al final o el revisor nos echará. No podemos quedarnos aquí para siempre.

L: Pero yo no quiero morir ciego

C: No, no, no, joder.

L: (se gira hacia ella) Esa voz….

R: Pues no se me ocurre que hacer.

B: A mí si. Tenemos que hacer que nuestra salida sea la mejor posible. Que ya que esto se acaba, que tenga un final feliz.

F: Feliz, ¿sin mi hijo? Yo no puedo. Me voy (ademán de irse)

L: ¡No, no! ¡Para! Ella tiene razón. Quieto todo el mundo (intenta andar, con torpeza, golpeando todos los objetos a su paso). Tenemos que quedarnos, tenemos que acabar las cosas bien, tenemos que demostrarnos que en el peor de los casos, se puede sonreír.

R: Ya, ¿pero cómo?

B: Haciendo lo que nos dé la gana (pausa. Luis se dirige al público)

L: Ahora las cosas empiezan a tener más sentido ¿verdad? A ver, me explico. El mundo se acaba, por si alguno no se ha dado cuenta. Apocalipsis es a tomar por culo todo en latín. Así que ya ven, ahí estoy yo, rodeado de una panda de tarados intentando apurar la felicidad hasta el último momento. Los últimos humanos del planeta aferrándonos a la vida como a un clavo ardiendo. Lo bueno es que todavía le quedan unas cuantas paradas a la línea y aún nos da tiempo a ponerle un bonito punto final a nuestros libros. De los tres días que yo pasé en ese vagón, aprendí que a veces, una compañía adecuada en el momento justo, puede darte esperanza. Y quizá en un tren hacia la muerte, este último tren, esperanza, era lo que más necesitábamos.

Día primero o antepenúltimo

(Oscuro, pero la ventanilla del metro sigue de fondo, parada tras parada. En el vagón duermen los personajes como pueden. Despierta Carla y se estira. Se acerca a los demás y los mira y se acerca a Luis, en el que se para. Le mira con cara tierna y le acaricia el pelo. Nerviosa como una fugitiva, le da un beso y se vuelve a sentar en su sitio. Luis sonríe en sueños. Fran despierta).

F: ¡Arriba todo el mundo! (Aparte) Bueno, todo el mundo no, los que quedamos. ¡Arriba los supervivientes, vamos dormilones, que nos van a dar las uvas! O no. Venga, ya está bien de dormir, que la vida son dos días (se gira hacia el público y hace el gesto de perfecto, contento).

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R: ¡Pero, ¿qué horas son estas?!

F: La hora de levantarse, que hay mucho que hacer.

B: Ah, ¿si? ¿Y que hay que hacer?

F: Pues hay que… y que… en definitiva. ¡Un montón de cosas!

P: Yo tengo que ensayar. (Se levanta y comienza a calentar).

C: ¿Vas a bailar hoy?

P: Puede serr. Nunca se sabe.

L: Debe ser algo digno de verse.

R: Jajajajajajajaja (se ríe mucho, pero él solo, y al ver que el resto le mira con cara rara intenta explicarlo) No, tiene gracia… jajajajaja… porque…. digno de verse… jajajaja…. y como él, jajajaja no ve… jajajaja digno jajajajaja (el resto le sigue mirando mal y para de reírse) Lo siento.

B: Yo quiero irme ya de aquí. Estoy harta. (A Ricardo). No te aguanto. ¡Roncas!

R: Delante de la gente no.

B: Si, me da igual ¡Estoy harta! Tu madre me cae fatal. Me llama golfa. ¡Y tiene bigote!

R: Delante de la gente no.

B: ¿Y sabes que más odio de ti? ¡Tu cara y esa forma de llamarme, y cuando me miras!

R: ¡¡Delante de la gente no!! Me tienes harto (sale por un lado y Berta por el otro, enfadados).

F: (A Carla) ¿No vas a ir a consolarla?

C: ¿Yo?

F: Si, eres su amiga.

C: Ya pero yo…

L: Esa voz….

F: Ve anda.

C: Voy (sale por un lateral, el de Berta).

P: Petrra quierre ayudarr Carla herrmosa. Allá voy (sale detrás de ella dando brincos).

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Page 20: El ultimo tren

L: Si no me equivoco solo quedamos tú y yo ¿No Fran?

F: Si.

L: Se te han torcido las cosas un poco ¿eh? (Fran se sienta en uno de los asientos de enfrente de Luis).

F: De perdidos al río. Me da pena por mi hijo, que no le ha dado tiempo a nada.

L: No, no sientas pena. Ha visto lo mejor del mundo, porque lo ha visto con los ojos de un niño. Lo que le quedaba por ver ahora era feo y malo. Todo gris, apagado, deforme, es mejor ser un niño.

F: Estoy harto de este mundo.

L: ¿Ah si?

F: Si, estoy harto. Estoy harto de levantarme todos los días a las seis, vestirme y tomar un café frío porque no tengo luz ni gas en casa. Estoy harto de tener que darle un beso en la frente a mi hijo intentando no despertarle, en lugar de despertarle yo para llevarle al colegio. Estoy harto de trabajar doce horas para ganar el dinero suficiente para que no me echen de casa un mes más. Estoy harto de no saber qué decir cuando mi hijo me pregunta que por qué sus zapatillas son más viejas que las de sus amigos. Estoy harto de tener sueños y que nada más pisar la calle aparezca un hombre trajeado que me corte con su hacha mis alas. Estoy harto de mandar curriculums, de leerme páginas de ofertas de trabajo, estoy harto de no poder dormir porque no sé si la semana siguiente podré dormir bajo techo. Estoy harto de ser un ser humano y que me traten como un perro y que encima me tenga que sentir contento con eso. Estoy harto de llorar y de sentirme mal. Y ahora que todo se acaba no sabes lo que me arrepiento de no haberme levantado un día y haberme liado a tiros en el Congreso, en algún banco o yo que sé donde. Y me voy ya. Mi hijo tiene que estar perdidísimo, la decisión más importante de su vida- o de su muerte- . Imagínate, cielo o infierno. Y sin su padre para ayudarle.

L: Ya.

F: (Se pone en píe) En fin. Un placer. A ver si nos vemos (pausa). Despídete por mi ¿Vale? De esta pandilla de locos. (Va hacia la puerta).

L: Si, no te preocupes. Buen viaje.

F: Luis.

L: Dime

F: ¿Tú que elegirías?

L: ¿Qué?

F: Si, ¿Qué elegirías? De cielo o infierno ¿Qué elegirías?

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Page 21: El ultimo tren

L: Es fácil ¿no? El cielo, porque si te aburres, vale con tirarte de cabeza. En cambio, subir desde el infierno tiene que costar más.

F: Gracias, un placer Luis.

L: Lo mismo digo, Fran (Fran emocionado, sale). Qué callado se queda todo cuando se van. Y qué triste. (Entra por un lado Petra, bailando, concentrada con unos cascos y con un MP3).

P: Hola compañerro invidente.

L: Hola Petra

P: ¿Qué haces?

L: Estoy esperando a Godot.

P: ¿Qué?

L: Nada.

P: ¿Quieres bailar?

L: Mira, Petra, yo bailaría contigo, pero puede que te pise los píes.

P: No, tú no sabes de baile, baile es ciego. Baile escucha y mueve. Si quierres Petrra puede bailarr con los ojos cerrados también. Vamos, levanta (Luis se levanta y Petra le agarra apoyándole contra ella. Poco a poco le va enseñando y acaban por bailar.Cuando acaban, él se sienta y ella sonríe satisfecha.) Bailas bien parra no verr nada.

L: Gracias (entran por un lado Berta y Carla hablando)

B: Pero es que es un pesado. No sé, no le aguanto.

C: Pero qué dices, anda.

L: Esa voz….

B: Pero es que me aburre. Y bueno, estamos en el Apocalipsis, ya va siendo hora de hacer lo que me dé la gana. Piénsalo, Carla. Apocalypse Now. Game Over. Se acaba el tiempo.

C: Ya…. Hola Petra ¿Qué tal?

P: Bien, bellesa ¿Has pensado ya prrropuesta de Petra?

C: La verdad es que todavía no…

L: Esa voz…

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Page 22: El ultimo tren

B: Yo me voy a ver si encuentro a este ¿Y Fran?

L: Se ha ido. Me dijo que me despidiera de vosotros de su parte. Que un placer conoceros.

B: Pero ¿Cómo irse?

L: Pues irse. Ha abierto la puerta, se ha bajado del tren, y ha salido de la estación. El tren se ha puesto en marcha y ya no hay forma de que se salve.

C: Entonces, ¿Está….?

L: Si. Este es el último tren.

B: Pero en algún momento tendrá que llegar al final de la línea.

L: ¿No os habéis dado cuenta? Llevamos horas en el mismo tren ¿No os parece extraño? Es la línea seis.

C: La circular…

B: Pero entonces nos podemos quedar aquí siempre, porque el tren nunca parará.

L: Nos iremos bajando.

C: ¿Qué?

L: Hazme caso, ya verás. Nos acabaremos por marchar todos.

B: Voy a avisar a Ricardo. Y a hacer las paces. ¿Y si se ha bajado? Ay Dios. ¡Ricardo, no te bajes del tren! (sale corriendo).

P: Esa mujer es loca.

C: No, no mucho. Es simplemente peculiar. Como todos.

L: Esa voz… (Pausa. Al público) Esa voz la conocía. Estaba seguro. La había oído antes. Pero hacía mucho tiempo. Mucho. ¿Quién era? ¿Quién era esa mujer? Dios mío. Qué desesperación. Era como esa palabra que tienes en la punta de la lengua pero no te sale, no te sale y te está matando. Y tienes que saberla porque te tortura y no dejas de darle vueltas pero ¿quién podía ser? Y, ¿por qué sentía yo esos nervios cuando la oía? Era como si fueran a condenarme o a salvarme las palabras que pronunciara. Que por otra parte, lo de sobrevivir era algo que no tenía ya mucho arreglo. Apenas habíamos echado a andar y ya nos habían dejado dos. Aurelia y Fran. Quedábamos cinco: Ricardo, Berta, Carla, Petra y yo. Quizá parezca una tontería, pero bajarnos de ese tren fue la cosa más difícil que tuvimos que hacer en nuestra vida. (Play) Carla.

C: ¿Si?

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Page 23: El ultimo tren

L: ¿Tú y yo….nos conocemos de algo?

C: (Azorada, como si la hubieran pillado. Disimula) Nnno. No. No me suenas.

P: (Celosa) Deja en paz Carla. Es mi chica (se golpea con un dedo el pecho).

L: No, si yo…

P: (Interrumpe) Tú nada. Carrla tenerr pregunta y pensarr rrespuesta. Tú no distraerla, compañerro invidente.

L: Perdón, perdón.

(Entran por un lado Ricardo y Berta, cogidos de la mano)

B: Lo hemos arreglado (sonríe).

R: Hemos llegado a un acuerdo.

B: Su madre ya no tiene bigote. Y sus ronquidos son adorables.

R: Pero traemos malas noticias.

B: Hemos ido hasta el principio del tren.

R: A la cabina del conductor.

B: Y no había nadie.

R: Cerrada por dentro, pero vacía.

C: ¿Y quién conduce el tren?

B: Nadie.

L: ¿Cómo nadie?

R: Es como si funcionara de manera automática. Sin piloto.

P: Eso es plan gobierno para recortar gastos. No pilotos, trenes automáticos. En Chequia también se hizo. Pero allí trenes chocaban y muchos muertos. Gobierno malvado y egoísta.

R: Entonces, el tren ¿no se puede parar?

P: Parra solo en cada parrada.

L: Tendremos que bajarnos nosotros.

R: ¡Pero hay que tener cuidado! (Asustando a los demás)

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B: ¿Con qué?

R: Para no introducir el píe entre coche y andén.

B: Idiota (le golpea)

C: Yo no quiero bajarme todavía

R: En algún momento tendrás que bajar.

C: ¡Soy demasiado joven para morir! ¡No quiero! (Oscuro)

Día segundo o penúltimo

(Oscuro. En escena, Luis, en su sitio de siempre, y Carla a su lado. Luz tenue. Luis le toca la cara a Carla, ella le guía con sus manos. Escena muy íntima, sin nadie más en el escenario. Ni siquiera se oyen ya las paradas. Ella sonríe mientras él lentamente recorre sus facciones con los dedos. El convulsiona y rompe a llorar, haciéndose una bola en su asiento. Ella, triste, no sabe qué hacer. Le acaricia, le intenta consolar pero termina por irse. Las luces van encendiéndose mientras se reanudan los sonidos acostumbrados, y entra por un lado Ricardo y Berta hablando)

B: No, porque como no haya aire acondicionado, no se puede estar ahí…

R: Ya, pero las barbacoas tienen que se mucho mejores. Y las diablesas…

B: (Ve la cara de shock de Luis) ¿Qué te pasa, Luis?

L: No, nada…. Voy a dar una vuelta, a ver si encuentro algo en braille para leer (sale)

B: (se sienta, al igual que Ricardo) ¿No te parece un poco rarito el Luis este?

R: Es ciego…

B: ¡Como si eso lo justificara todo!

R: Yo no se porqué en treinta y cinco vueltas a la línea seis todavía no me has besado.

B: Porque has heredado al bigote de tu madre.

R: Berta…

B: Vale, vale…Supongo que porque nunca nos hemos casado en condiciones.

R: Entonces, Berta (se acerca a ella) ¿Quieres casarte conmigo?

B: ¿Sin anillo ni nada? Anda ya….

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R: Espera (se acerca corriendo a la montaña de papeles de Berta y coge un clip. Lo dobla hasta hacer un anillo. ¿Qué tal ahora? Berta, ¿quieres casarte conmigo?

B: Estaré encantada (Justo salen del lado derecho los otros tres, Luis con un libro y Carla y Petra con ramitos)

L: Queridos hermanos. Nos hemos reunido hoy aquí…

P: ¿Son hermanos? Eso asquerrroso. Incesto.

C: No, calla. Es una forma de hablar.

L: … para celebrar la unión de…

P: ¿Unión? ¿Van a pegarle con pegamento?

C: Petra, como no te estés callada, nos vamos a casa.

P: (voz infantil) Perdón mamá.

L: …de Ricardo y Berta, que han decidido participar en el santo matrimonio ¿os parece si acortamos un poquito la ceremonia?

B: Si, si

L: Por el poder que el metro de Madrid y la ONCE me han otorgado, yo os declaro marido y mujer. Hasta que lo que hay ahí fuera os separe. Puede besar a la novia.

R: Yo, bueno… esto… (Se acerca a ella y le da un beso en la mejilla) venga, la luna de miel. (Coge a Berta en brazos y se la lleva por un lado. Los otros se quedan mirando, excepto Luis, claro).

C: Qué bonito….

P: Estremecedor.

C: Oye y la ceremonia, preciosa, preciosa, preciosa...

P: Ellos taaan enamorados.

C: Ha sido perfecto

P: No, si donde hay amor…

C: ¿Esto va con segundas?

P: Carrla ¿tu casarr conmigo?

C: (sonríe, superfeliz, ilusionada) No. Ahora no Petra. Lo siento

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Page 26: El ultimo tren

P: Petrra tiene rroto corrazón. Carrla cruel (llora y echa a correr hacia la puerta) Adiós. Yo no quiero vida más. (Sale)

C: ¡Petra! ¡Para! (Va tras ella pero no la alcanza y Petra desaparece) ¡¡No, Petra!!

L: ¿Se ha ido?

C: (Sollozando) Si.

L: Vaya… (Se acerca a ella guiándose por el sonido del sollozo) No estés triste (la abraza) No pasa nada. Antes o después tenía que pasar.

C: Pero ¿Por qué ahora? Me odia por rechazarla y…

L: Si, eso de rechazar se te da demasiado bien.

C: (se separa súbitamente de él) ¿C-cómo?

L: Ya me has oído.

C: (secándose las lágrimas) ¿me has reconocido?

L: Como no iba a reconocerte ¿De verdad pensabas que no te reconocería?

C: Pues, no se… Ha pasado ya mucho…

L: Si, es cierto. Pero esa voz, y esa forma de llorar. No, eso no lo puedo olvidar. ¿Por qué?

C: No empieces con eso. Ya está pasado.

L: Claro que está pasado. ¿Y qué quieres que hable del presente? (se cabrea) Pues mira, te voy a hablar del presente. Y lo voy a hacer muy sencillo. VAMOS A MORIR. Si, todos. Tú y yo, y esos dos que a saber que estarán haciendo. Vamos a morir, sin remedio. Y ¿sabes lo mejor?, que yo voy a morir ciego ¿por qué? Porque tú, en el PASADO, tuviste la misma sensibilidad conmigo que con Petra. Este es el presente. ¿Entiendes ahora por qué hay tanta gente que prefiere vivir en el pasado? ¿Entiendes ya que yo sea uno de esos?

C: S-si

L: Bien. Pues espero que sufras.

(Se gira, y sale, pero se tropieza y cae. Carla se acerca a ayudarle y él lo rechaza y se reincorpora y sale. Ella triste, se acurruca en un asiento. De repente, aparece por un lado Fran, vestido de ángel, con alitas y todo)

F: ¡Qué maravilla de cielo! (Asusta a Carla, que le mira extrañada)

C: ¡Fran! ¿Qué haces aquí?

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Page 27: El ultimo tren

F: Nada mujer. Bajé a haceros una visita. Bueno, en realidad Dios me envía a hacer un poquito de publicidad. (Saca unos folletos que deja en los asientos) ¿Sabías que en el cielo tiene más de 145 mil kilómetros cuadrados de nubes? ¿Sabes que tenemos el mejor depósito de agua dulce de la atmósfera? Pensión completa, gloria eterna…

C: Ya bueno, Fran pero yo no tengo pensado morirme ahora.

F: Bueno mujer, si no te preocupes por eso, si no es hoy, será mañana, pero no quedará mucho porque en algún momento te cansarás del tren. Y estas cosas conviene decidirlas cuanto antes.

C: Déjame en paz, anda (sale al tiempo que entran Berta y Ricardo, con camisa hawaiana, sombrero y gafas de sol. Ella trae la maleta de él y también gafas de sol, así como vestido y pamela).

B: ¡Fran! ¡Qué sorpresa! (Va a abrazarle, pero él le frena)

F: ¡Ché! Soy intangible, nada de tocarme.

R: ¿Cómo tú por aquí?

F: Venía a anunciaros la buena nueva y daros unos folletos, pero ya veo que no está el horno para bollos.

B: ¿A que no sabes qué?

F: ¿Qué?

R: Hemos contratado un seguro

F: ¿De vida?

B: No de coche, si te parece... Pues claro

F: No lo entiendo. Si se va a acabar el mundo….

R: Precisamente por eso. Así ya vamos con unos ahorrillos a la vida después de la muerte. ¿Qué te parece? Buena idea ¿Eh?

F: Si, si buenísimo. (Aparece Luis por un lateral)

L: ¿Está aquí Carla?

B: No (Luis entra) Pero está Fran.

L: ¿Fran?

F: Si señor. He venido de visita.

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L: ¿Cielo, entonces?

F: Así es amigo

L: ¿Y tu hijo?

F: También. Y por cierto, le he dejado solo. A ver, es el cielo, se que no va a pasar nada, pero por si acaso, me subo ya. Un placer. (Sale aleteando)

L: Bueno, vosotros, ¿qué tal la luna de miel?

R: Genial.

B: Cuéntasela tú, cariño. Voy yo a ver si encuentro a Petra y a Carla.

L: Petra no está. Se fue

R: ¿Petra se ha marchado?

L: Si. Carla la rechazó.

B: Pobre. Bueno, pues voy a ver si encuentro a Carla (sale)

L: ¿Qué tal en la luna de miel?

R: Genial. Te he traído un recuerdo. Luego te lo doy. ¿Qué tal las cosas por aquí?

L: Mal (oscuro)

(Cuando se vuelven a dar las luces, con Ricardo paralizado y Luis en medio del escenario, con sus gafas fuera, no se oyen las paradas)

L: Y ahora que ella había aparecido. ¿Qué podía hacer yo? Quedaban cuatro personas vivas en el mundo, y dos de ellas eran felices juntas; las otras dos éramos ella y yo. Que cabrón puede ser el destino a veces. Seguro que vosotros también habéis sentido lo que yo alguna vez. Me refiero a las ganas de dejarlo todo. No sabéis con qué fuerza deseaba acercarme a la puerta, pulsar el botón e irme, bajarme del tren y olvidarme de todo para siempre. Pero que le vamos a hacer. Siempre hay algo que nos empuja a seguir, algo que nos impide hacer lo fácil, y evita que nos equivoquemos. Recuero que en ese momento yo pensé: “¡Qué carajo, el mundo se acaba y yo aquí, decidiendo si voy a perdonar, a recordar, a sufrir o a morir!”. Ahora me doy cuenta de que lo que yo quisiera no era importante. Simplemente debía dejarme llevar. Si estaba en ese tren con ella, por algo sería. Y eso hice, me dejé llevar. (Oscuro)

Día tercero o último

(Nos volvemos a encontrar la semioscuridad del inicio del día dos. La poca liz y el silencio amparan la llegada de Luis y la entrada por el lado opuesto de Carla. Se juntan

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en el centro y ella le guía por sus rasgos y ahora también por su cuerpo. Respiran suave. Tiemblan ligeramente. Ella saca una venda de su bolsillo y se la pone a Luis en las manos. El como si supiera lo que tiene que hacer, le venda los ojos a ella y guía sus manos para que le toquen el rostro y el cuerpo. Cuando termina se cogen de la mano y se giran hacia el público, sin verlo, sonriendo. La luz va aumentando, el sonido vuelve mientras entran Berta y Ricardo).

B: Bueno, chicos nosotros ya nos vamos.

L: ¿Ni una parada más?

R: No, lo siento mucho, se nos hace tarde y tenemos que irnos.

C: ¿Tarde? Venga, por favor….

B: (Ricardo y ella se miran, buscando la aprobación del otro. Sonríen) De acuerdo. (Dejan la maleta y se ponen uno a cada lado. Ricardo se pone a la derecha, al lado de Carla, Berta a la izquierda al lado de Luis).

R: ¿Y qué vais a hacer ahora?

L: ¿Nosotros?

R: Si

L: No lo sé, supongo que buscarnos algún sitio para vivir.

B: ¿Los dos juntos?

L: Si, ella es la chica de la que os hablé.

R: Pero…

L: Todo está bien.

C: ¿Y vosotros dónde iréis?

B: Pues habíamos pensado en el cielo. Por todo eso de los críos y tal.

R: Pero daremos una vuelta al infierno. Igual nos compramos una casita ahí para pasar el invierno.

L: Qué raro es todo cuando se va a acabar, ¿verdad?

B: Bueno, es algo bello, a su modo; un final, bien diseñado, un buen final puede ser perfecto.

R: Hay que tener mucho cuidado con las palabras finales, eso si.

C: No conviene equivocarse, porque es algo que siempre recordarás.

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L: Y fíjate que a mi no me gustan los finales, las despedidas.

B: Llorar no es tan malo a veces.

R: Supongamos que nos volveremos a ver

C: Otro día, en otro lugar. Nos volveremos a ver, si.

L: Prometedme que me saludaréis si me veis. Yo si os oigo, lo haré.

B: Lo prometemos.

R: Nos tenemos que ir.

C: Una parada más.

L: Por favor.

B: La última.

R: La última parada en el último tren.

C: Cualquiera diría que os queda mucho por vivir juntos.

L: Bueno, se suele decir que siempre es “la penúltima” (voz de borracho).

B: Pero me temo que sí hemos llegado al final.

R: Un placer conoceros.

C: Lo mismo digo.

L: No te olvides de mí, Ricardo. Nos volveremos a ver.

B: Sin duda. Hasta la vista (van a salir).

R: Adiós (salen).

C: Bueno, pues….

L: (pausa) Y esto es lo que les dije al principio. La historia de cómo una muerte podía ser perfecta. De cómo podía ser bonito un final. (Play. De la mano, Carla y Luis se quitan las gafas y la venda el uno al otro. Se acercan ayudándose de sus brazos y cuando solo les separa un palmo, abren los ojos, cerrados hasta entonces. Se miran, sin verse y inician el largo camino a un beso que la gradual oscuridad acabará por evitar. Oscuro).

TELÓN

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Santi Arroyo.

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