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El territorio no se acota a un espacio físico. No es solamente una porción de tierra delimitada con su complejidad biofísica (relieve, condi-ciones ambientales, biodiversidad). Es, sobre todo, un espacio construido socialmente, es decir, histórica, económica, social, cultural y políticamente (Sosa, 2012). Los territorios son “reales, vívidos, pensados y posibles por-que nuestras vidas transcurren, atraviesan y percolan nuestros lugares desde nuestros sen-tidos, significaciones e intereses generando un sinnúmero de procesos que nuestro cono-cimiento se encarga de entender y explicar” (Bozzano, 2009, p.21). Hablamos de territo-rialidad entonces, en la medida que somos capaces de entender que dichas implicancias van más allá de un territorio físico y geo-es-pacial, buscamos comprender lo que significa habitar ese territorio. En el camino que CoLab UC ha recorrido des-de 2011, cada vez resuena más la idea de que el territorio ocupa un rol central en los pro-yectos. El territorio se vuelve valioso porque entrega muchas posibilidades de aprender y aprovechar las experiencias de quienes lo habitan. Si bien muchos proyectos comien-zan su ideación desde espacios más bien cen-tralistas, su propósito y puesta en práctica es esencialmente territorial. Es por esto que nace la necesidad de comprender el contexto, las relaciones existentes entre los actores, las potencialidades, los desafíos, restricciones y dinámicas de un mismo territorio.

Uno de los dinamismos principales de la Mo-dernidad ha consistido en uniformar la vida en sociedad mediante patrones y unidades espaciales. La cartografía que estuvo al inicio de la Modernidad evolucionó hacia matrices que se superpusieron a dinámicas culturales y territoriales. Las políticas públicas, marcadas en el último tiempo por un ímpetu neoliberal, se han focalizado en los individuos, y cuando más en las familias. Las personas dejan de ser tales para convertirse en fichas y puntajes. Las vecindades y comunidades desaparecen en tales fichas porque se individualiza y pa-rametriza, borrando los denominadores co-munes. Este paradigma moderno hoy en día está haciendo crisis y es por esto que emerge otro que busca recuperar los dinamismos y las relaciones comunitarias, barriales y territoria-les. El diseño de la última encuesta Casen, por ejemplo, ya no mide la pobreza según el ingre-so monetario solamente, sino mediante una multidimensionalidad en la que, la novedad respecto de otros países del mundo, incluye entorno y red como dimensión también fun-damental para la vida.

CoLab UC es parte de esa emergencia. De ese paradigma distinto. De ahí que enfoque su trabajo localmente, dirigiendo su atención al territorio mismo, dejando que éste, mediante la participación de la ciudadanía, muestre sus límites. Y desde tal fenomenología territorial, co-crea proyectos de acuerdo a los desafíos presentes en cada territorio.

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Al trabajar otorgándole relevancia al territo-rio, es necesario hacerlo tomando en cuenta los resultados, pues esta dimensión siempre implica diferentes oportunidades que permi-ten avanzar y profundizar en los procesos de co-creación.

Trayendo el territorio a la mesa. Internamente, y sin forzar este elemento como un “requisi-to”, CoLab UC se conforma por personas de muchas y variadas regiones de Chile, además de extranjeros de todas partes del mundo. Esto permite el aporte de diferentes visiones, viven-cias y contextos; lo que enriquece y complejiza el quehacer diario del equipo y los proyectos que desarrollan.

En los proyectos, CoLab UC busca asegurar es-tar en contacto con todos los actores territoria-les asociados. Para ello, conocer a las personas y generar lazos resulta fundamental, así como también, mantener en el tiempo una relación de afecto que permita explorar posibilidades futuras de colaboración. Junto con esto, resulta muy importante que, a partir de las conversa-ciones con los actores y la visualización de sus relaciones, hacer aparecer, en una pizarra o en una croquera, el mapa de vínculos y proyeccio-nes. Desde esta forma podemos ir dibujando un territorio en toda su expresión.

Co-creando soluciones con la comunidad. El proyecto Atrapanieblas de Coquimbo se realiza

en conjunto con el Instituto de Políticas Públi-cas de Universidad Católica del Norte. Nació bajo la necesidad de hacer frente al desafío de la escasez hídrica desde otra mirada, una que incorpore a la comunidad en la co-creación de la solución y desde un punto de vista menos técnico y más social. El proyecto se inició en noviembre del 2015 y tiene como objetivo transferir las capacidades técnicas y sociales necesarias para construir, operar y mantener un sistemas de captación y riego en base a la tecnología de atrapanieblas (un sistema para atrapar las gotas de la nebli-na). Desde que comenzó su ejecución, CoLab UC ha trabajado con cuatro comunidades de se-cano de la región de Coquimbo en la búsqueda de co-crear un proyecto acorde a sus desafíos y a las oportunidades que éste puede representar. Durante años la tecnología de atrapanieblas ha sido utilizada en la región, se han propuesto di-versos proyectos, implementado y transferido la tecnología. Sin embargo, las comunidades no han sido capaces de aprehender esta herra-mienta y utilizarla en el mediano plazo. Su uso se ha visto restringido a muy cortos períodos de tiempo, luego de los cuales, los materiales del atrapanieblas pasan a tener otras funciones o son descuidados en el alto de la montaña. Este proyecto, por lo mismo, apunta a refor-zar el involucramiento de las comunidades en el proceso, a fin de que el uso de tecnologías

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aplicadas constituya una fuente alternativa de recursos hídricos viable en el mediano y largo plazo. De esta manera, CoLab UC busca com-prender las dinámicas de las instituciones y los actores locales, y, además, entender cómo los desafíos socio-ambientales afectan al territo-rio. Para esto es que se requiere que las comu-nidades sean parte en la gestación, desarrollo y resultados de los proyectos en los que CoLab UC se involucra. Lo anterior, principalmente porque se está convencido que en dichas co-munidades y territorios se encuentra parte de la clave para enfrentar de mejor manera sus propios desafíos y así mismo encontrar mejores oportunidades de desarrollo para sus localidades.

“(El enfoque del proyecto FIC Atrapaniebla) persigue el desarrollo endógeno, que consiste en potenciar el desarrollo económico y productivo, pero que reconoce las potencialidades de las personas que habitan un territorio deter-minado, pues los recursos que poseen –generalmente intangibles –, tienen relación con su identidad cultural. Lo importante es no venir desde afuera a decirle a los territorios qué es lo que les conviene, sino que generar diálogo e involucrarlos en el proceso. () Debería instalarse no como una opción, sino como un imperativo trabajar en conjunto con las comunidades.”

Daniela HenríquezDirectora Alterna Instituto de Políticas Públicas, Universidad Católica del Norte.

De esta manera, la propuesta ha implicado hacer partícipe a las comunidades de su pro-pio desarrollo, situarlos en un rol protagónico frente al uso de la tecnología para superar, en parte, la escasez de agua. Hoy, CoLab UC está trabajando con cuatro comunidades ubicadas en tres provincias de la región de Coquimbo: Los Tomes, Lorenzo de Punillas, Peral Ojos de Agua y Majada Blanca.

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