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Ciencias Sociales 95: 125-147, 2002 (I) La revista Ístmica, de la Facultad de Fi- losofía y Letras de la Universidad Nacional (He- redia), publicó en su primer número, corres- pondiente a 1994, un interesante testimonio del escritor y académico guatemalteco, Mario Roberto Morales 1 . La crítica sistemática y sin concesiones de la sociedad y la cultura costarri - censes posteriores a 1980, que figura en tal tex- to, es excepcional porque, durante los siglos XIX y XX, los intelectuales procedentes del resto de Centroamérica, de paso por Costa Rica o asen- tados en su suelo, tendieron a expresarse de es- te país en términos cargados de admiración y elogio. La lista –sin ser exhaustiva– de quienes no vacilaron en dejar constancia de su aprecio por la Costa Rica que visitaron o en la que vi- vieron, entre las décadas de 1890 y 1950, in- cluiría al novelista guatemalteco, Máximo Soto Hall (1897), al ensayista y filósofo social salva- doreño, Alberto Masferrer (¿1899-1900?), al po- lítico e intelectual hondureño, Froylán Turcios EL TELÓN DESCORRIDO: CLEMENTE MARROQUÍN ROJAS Y MARIO SANCHO EN LA COSTA RICA DE 1935 Iván Molina Jiménez RESUMEN El presente artículo analiza la influencia que un ensayo del escritor guatemalteco, Cle - mente Marroquín Rojas, pudo tener en la elaboración del folleto, Costa Rica, Suiza Centroamericana, publicado por el profesor costarricense Mario Sancho en 1935. La crítica realizada por Sancho de la sociedad costarricense de entonces es un texto clave de la historia intelectual costarricense, y fue una de las principales fuentes ideológicas de los jóvenes que en 1940 fundaron el Centro para el Estudio de los Problemas Na - cionales, uno de los antecedentes del Partido Liberación Nacional (1951). ABSTRACT This article analizes to what extent an essay from the Guatemalan writer Clemente Marroquín Rojas, has exerted some influence in the writing process of the pamplet, Costa Rica Suiza Centroamericana, published by the Costa Rican professor Mario Sancho in 1934. The critic made by Sancho of the Costa Rican society of this period constitutes a key text of the Costa Rican intellectual history, and it became one of the main ideological sources for young intellectuals that funded the Centro para el Estu - dio de los Problemas Nacionales in 1940, one of the basis for the further creation of the Partido Liberación Nacional (1951). 1 Morales, Mario Roberto, “La Costa Rica que yo an- sío (Letanías de un chapín)”. Ístmica. Heredia, no. 1 (primer semestre de 1994), pp. 80-93. COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO

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Ciencias Sociales 95: 125-147, 2002 (I)

La revista Ístmica, de la Facultad de Fi-losofía y Letras de la Universidad Nacional (He-redia), publicó en su primer número, corres-pondiente a 1994, un interesante testimoniodel escritor y académico guatemalteco, MarioRoberto Morales1. La crítica sistemática y sinconcesiones de la sociedad y la cultura costarri-censes posteriores a 1980, que figura en tal tex-to, es excepcional porque, durante los siglos XIX

y XX, los intelectuales procedentes del resto deCentroamérica, de paso por Costa Rica o asen-tados en su suelo, tendieron a expresarse de es-te país en términos cargados de admiración yelogio.

La lista –sin ser exhaustiva– de quienesno vacilaron en dejar constancia de su apreciopor la Costa Rica que visitaron o en la que vi-vieron, entre las décadas de 1890 y 1950, in-cluiría al novelista guatemalteco, Máximo SotoHall (1897), al ensayista y filósofo social salva-doreño, Alberto Masferrer (¿1899-1900?), al po-lítico e intelectual hondureño, Froylán Turcios

EL TELÓN DESCORRIDO: CLEMENTE MARROQUÍN ROJAS Y MARIO SANCHOEN LA COSTA RICA DE 1935

Iván Molina Jiménez

RESUMEN

El presente artículo analiza la influencia que un ensayo del escritor guatemalteco, Cle-mente Marroquín Rojas, pudo tener en la elaboración del folleto, Costa Rica, SuizaCentroamericana, publicado por el profesor costarricense Mario Sancho en 1935. Lacrítica realizada por Sancho de la sociedad costarricense de entonces es un texto clavede la historia intelectual costarricense, y fue una de las principales fuentes ideológicasde los jóvenes que en 1940 fundaron el Centro para el Estudio de los Problemas Na -cionales, uno de los antecedentes del Partido Liberación Nacional (1951).

ABSTRACT

This article analizes to what extent an essay from the Guatemalan writer ClementeMarroquín Rojas, has exerted some influence in the writing process of the pamplet,Costa Rica Suiza Centroamericana, published by the Costa Rican professor MarioSancho in 1934. The critic made by Sancho of the Costa Rican society of this periodconstitutes a key text of the Costa Rican intellectual history, and it became one of themain ideological sources for young intellectuals that funded the Centro para el Estu -dio de los Problemas Nacionales in 1940, one of the basis for the further creation ofthe Partido Liberación Nacional (1951).

1 Morales, Mario Roberto, “La Costa Rica que yo an-sío (Letanías de un chapín)”. Ístmica. Heredia, no.1 (primer semestre de 1994), pp. 80-93.

COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO

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(1924), y a un amplio conjunto de nicaragüen-ses: entre otros, los poetas errantes Rubén Da-río (1892) y Salomón de la Selva (1930), la edu-cadora Josefa Toledo de Aguerri (1920), el pe-riodista Rubén Valladares S. (1943) y el escritorManolo Cuadra (1950)2.

El énfasis en las virtudes de la sociedadcostarricense, que predomina en sus prosas yversos, podría obedecer a que verdaderamentesimpatizaron con el país que –por corto o largotiempo– los acogió; pero cabe considerar otraexplicación, complementaria más que exclu-yente. El apoyo de los círculos intelectuales ypolíticos que dominaban la esfera pública eraesencial para transitar exitosamente por CostaRica o para insertarse en su mercado cultural.La identificación con la visión oficial del país,que tal condicionante suponía, fue lo que re-chazó Morales a fines del siglo XX, y antes de él,otro escritor guatemalteco, cuyo paso fue cu-bierto por el olvido, y quien trabajaba en el SanJosé de 1935.

1. MARIO SANCHO Y COSTA RICA,SUIZA CENTROAMERICANA

El escritor cartaginés, Mario Sancho(1889-1948), publicó a finales del año 1935, enla tipografía “La Tribuna”, un opúsculo tituladoCosta Rica, Suiza centroamericana 3, el cual re-copila dos de sus ensayos. El primero y menosradical de esos textos circuló originalmente endiciembre de 1932, en Repertorio Americano,la célebre revista cultural que el profesor Joa-quín García Monge editara en San José entre1919 y 1959. El artículo en cuestión, bajo el tí-tulo “Crisis económica y moral”4, se concentraen denunciar la falta de cultura y sensibilidadsocial de las “clases altas”, y fue presentado co-mo un “capítulo de un libro en preparación”, locual evidencia que su autor se proponía perse-verar en su esfuerzo por criticar la sociedadcostarricense de la década de 1930.

El examen de la producción impresa deSancho, sin embargo, patentiza que entre 1933y 1934 dejó de lado el proyecto expuesto en1932 y se ocupó de otros tópicos, en especial decarácter literario5. La discusión de los males dela Costa Rica de su época solo la reanudó en elsegundo ensayo que integra el folleto impresoen 1935, el cual constituye la crítica más impla-cable y amarga que intelectual costarricense al-guno haya escrito sobre su propio país. El textoindicado versa, entre otras “angustias y desen-cantos”, sobre la ineficacia de la educación, elcarácter clasista del sistema judicial y de la es-tructura tributaria, la índole fraudulenta de las

2 Soto Hall, Máximo, “Á Costa Rica”. Gagini, Carlos,ed., El lector costarricense, t. 3 (Barcelona, Im-prenta de Heinrich y Cía, 1901), pp. 102-104.M a sferrer, Alberto, “En Costa Rica”. Hombres, ciu -dades, paisajes, t. I I (San Salvador, UniversidadAutónoma de El Salvador, 1949). Turcios, Froylán,“Costa Rica”. Repertorio Americano. San José, 28de julio de 1924, p. 300. Darío, Rubén, “Costa Ri-ca”. Picado, Teodoro h., ed., Rubén Darío en CostaRica (segunda parte. 1891-1892) (San José, Im-prenta Alsina, 1920), pp. 73-74. Toledo de Aguerri,J o s e f a , Al correr de la pluma (Managua, Tipografíay Encuadernación Nacional, 1924), pp. 17-46. Sel-va, Salomón de la, “Canto a Costa Rica”. R e p e r t o -rio Americano. San José, 13 de septiembre de1930, pp. 150-151. Valladares S., Rubén, V i a j a n d opor tierras ticas (León, s. ed., 1943). Cuadra, Ma-nolo, “Costa Rica, pueblo extraño”. El gruñido deun bárbaro. Visiones y confesiones ( M a n a g u a ,Nueva Nicaragua, 1994), pp. 130-140. La fecha ori-ginal de publicación se indica entre paréntesis. Elpoeta de la Selva hizo algunas críticas a la pinturacostarricense de la década de 1930, y un compa-triota suyo, Francisco Ibarra Mayorga, dio a cono-cer en 1948 un folleto titulado La tragedia del ni -caragüense en Costa Rica (San José, Imprenta Bo-rrasé, 1948). Molina Jiménez, Iván, “Entre Sandi-no y Somoza. La trayectoria política del poeta Sa-lomón de la Selva”. S e c u e n c i a . Revista de Historiay Ciencias Sociales. México, No. 53 (mayo-agosto,2002), pp. 153-154.

3 Sancho, Mario, Costa Rica, Suiza centroamericana(San José, La Tribuna, 1935).

4 Sancho, Mario, “Crisis económica y moral. Idealesen baja. Una clase adinerada y sin educación. Deunos maestros que ya debieran despertarse (Capítu-lo de un libro en preparación)”. Repertorio America -no. San José, 3 de diciembre de 1932, pp. 333-334.

5 Ovares, Flora y Araya, Seidy, eds., Mario Sancho,el desencanto republicano (San José, EditorialCosta Rica, 1986), pp. 340-341. La única excepciónconocida es un artículo que Sancho escribió enapoyo a la huelga bananera de 1934, el cual noconsta en la bibliografía de Ovares y Araya. San-cho, Mario, M e m o r i a s (San José, Editorial CostaRica, 1961), pp. 257-260.

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elecciones, el egoísmo y la incultura de los ri-cos, el desamparo de los pobres, la desmoraliza-ción de unos y otros, la expansión de la buro-cracia, el despilfarro de los fondos públicos yuna corrupción creciente.

El cuestionamiento totalizador de San-cho, que inspiró un ensayo similar publicadoen 1938 por la escritora Yolanda Oreamuno6,goza de un amplio prestigio entre los estudio-sos de la literatura costarricense. Las investiga-doras Flora Ovares y Seidy Araya, por ejemplo,en un texto fechado en 1984, afirman:

En Costa Rica, Suiza centroamericana(1935), obra de madurez, Sancho mues-tra un concepto de la escritura como ve-hículo de educación cívica. Utiliza supluma para fustigar las máculas de la de-mocracia liberal y desmitificar los este-reotipos vigentes. Señala, entonces, lospecados que contra la plenitud democrá-tica, cometen los diversos estamentossociales. Expone la tesis de que a la crisiseconómica corresponde una crisis mo-ral. Por ende, a la par de los juicios deorden ético, se hallan también conside-raciones económicas, que ofrecen unavisión de conjunto del país hasta 1935 7.

La valoración efectuada por Ovares yAraya del trabajo de Sancho es, con todo, pococrítica de dicho texto, el cual evita reconocerlos avances experimentados por la Costa Ricaliberal en cuanto a alfabetización popular, ex-pansión de un aparato de salud pública, refor-ma del sistema electoral y control del fraude8.

El afán del escritor cartaginés por exponer almáximo las injusticias y contradicciones de lasociedad en que vivía lo condujo, a la larga, asimplificar excesivamente el fresco que trazó deella9. La fuerza de esta visión tan pesimista delpaís radicó, sin duda, en su falta de matices ytonalidades, que invita menos a la reflexión ymás a la toma de posición a favor o en contrade lo que el opúsculo –dominado por un estiloirónico y lapidario– plantea.

El folleto de Sancho es de particular in-terés para la historia intelectual y política cos-tarricense por una razón que Ovares y Arayatampoco exploran. La crítica totalizadora ex-puesta por él en 1935 se convirtió en una de lasprincipales fuentes ideológicas de los jóvenesque fundaron en 1940 el Centro para el Estudiode los Problemas Nacionales (origen de la futu-ra intelectualidad del Partido Liberación Nacio-nal). Los “centristas”, sin embargo, fueron másallá que su mentor: al recuperar sus cuestiona-mientos, los convirtieron en la base de un vastoproyecto para redimir y transformar a la “Suizacentroamericana”, el cual llevaron a la prácticatras la guerra civil de 194810.

2. CLEMENTE MARROQUÍN ROJAS

El periodista Clemente Marroquín Rojasnació en Jalapa el 12 de agosto de 1897 y falleció

6 Oreamuno, Yolanda, “El ambiente tico y los mitostropicales”. Repertorio American o. San José, 18 demarzo de 1938, pp. 169-170.

7 Ovares y Araya, Mario Sancho, pp. 13-14. Para unavisión más compleja del texto de Sancho, véase: Que-sada Soto, Álvaro, Uno y los otros. Identidad y litera -tura en Costa Rica 1890-1940 (San José, Editorial dela Universidad de Costa Rica, 1998), pp. 148-149.

8 Molina, Iván y Palmer, Steven, Educando a CostaRica. Alfabetización popular, formación docentey género (1885-1950). (San José, PlumsockM esoamerican Studies y Editorial Porvenir,

2000); y Molina, Iván y Lehoucq, Fabrice, Urnas delo inesperado. Fraude electoral y lucha política enCosta Rica (1901-1948). (San José, Editorial de laUniversidad de Costa Rica, 1999).

9 Molina Jiménez, Iván, “La Suiza centroamericanade Juan Manuel Sánchez ”. Museo de Arte Costarri-cense, Juan Manuel Sánchez (San José, Museo deArte Costarricense, 1995), pp. 13-19.

10 Solís, Manuel, Costa Rica: ¿reformismo socialde -mócrata o liberal? (San José, F L A C S O, 1992), pp.135-217. Sancho, Mario, “Vicisitudes de la demo-cracia en América”. Ovares y Araya, Mario Sancho,pp. 127-142. Molina y Lehoucq, Urnas de lo inespe -r a d o , pp. 127-131. Cañas, Alberto F., “Aquí entrenos… La Suiza centroamericana del 2001”. http://www.tuanis.com/costarica/entre_nos/ 15-mayo-01.html; ídem, “Aquí entre nos... Mario San-cho en 1935, en 1948 en 2001”. http://www.tuanis.com/costarica/entre_nos/22-mayo-01.html

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en Guatemala el 18 de septiembre de 1978, y en-tre su producción escrita destacan varias obrasde historia y una novela, titulada En el corazónde la montaña ( 1 9 3 0 )1 1. El susodicho, desde fi-nales de la década de 1920, se opuso tenazmentea las aspiraciones políticas del general Jorge Ubi-c o1 2, y una vez que este militar ascendió al PoderEjecutivo en febrero de 1931, no tardó en ser ex-pulsado de su país, a inicios de 1932. El destierrolo llevó primero a El Salvador, donde colaborócon Alfredo Schlesinger en la preparación de unlibro sobre la masacre de 1932 (proyecto quecontó con el apoyo del dictador de esa nación,Hernández Martínez), y después a Honduras, Ni-caragua, Panamá y Costa Rica1 3.

La estadía de Marroquín Rojas en suelocostarricense empezó, al parecer, a finales de1932, luego de que no se le permitiera quedarseen Panamá; sin embargo, estuvo solo unos me-ses en San José, antes de volver a Honduras. Elregreso –vía El Salvador– a Costa Rica ocurrióen el primer trimestre de 1934. La experienciaen este último país fue diversa en lo ocupacio-nal y convulsa en lo político y lo personal: fueretado a duelo dos veces, laboró en varios pro-yectos editoriales, trabajó como corrector depruebas en el periódico La Prensa Libre (con unsalario diario de cuatro colones), y publicó mu-cho contra Ubico, lo que le valió que la dictadu-ra guatemalteca presionara al presidente Ricar-do Jiménez (1932-1936) para que lo expulsara.

La presión indicada no logró su propósi-to, ya que Marroquín Rojas solo se trasladó deCosta Rica a México a inicios de 1936; pero eldesprestigio constante y sistemático de que fuevíctima por las autoridades de su país, aparte de

los conflictos y problemas en que él se involu-cró por su propia iniciativa, le dificultaron in-sertarse exitosamente en los círculos intelec-tuales y políticos costarricenses1 4. El exiliadoguatemalteco, en tal contexto, publicó en L aPrensa Libre, entre el 5 y el 8 de marzo de1935, un artículo en cuatro partes, “Tras del te-lón radiante, la miseria”15, el cual desató un es-cándalo nacional, en cuyo curso su expulsiónvolvió a ser solicitada16.

El explosivo texto de Marroquín Rojasparte de que el prestigio internacional gozadopor Costa Rica como país culto, democrático ycivilizado, era inmerecido, y para demostrar esaproposición, examina varios temas polémicos:entre otros, las deficiencias del sistema educati-vo, la crisis que sufría la familia (en particular,por el incremento del divorcio), el control delEstado por una oligarquía, la mendicidad y de-lincuencia infantil y juvenil, la pobreza del grue-so de la población y la prostitución de los votan-tes por los políticos. ¿Por qué el intelectual gua-temalteco publicó un artículo de esta índole, cu-yo efecto más previsible a corto plazo era enaje-narle las pocas simpatías que aún tenía?

La razón dada por él fue que, próximo adejar el país, se sentía obligado a decirle a los

11 Albúrez Palma, Francisco, Diccionario de autoresg u a t e m a l t e c o s (Guatemala, Tipografía Nacional,1984), p. 64.

12 Cazali Ávila, Augusto, Bibliografía de historia deGuatemala: siglo XX (Guatemala, Editorial Univer-sitaria, 1992), p. 55.

13 La síntesis siguiente se basa en un estudio lamen-tablemente tan apologético como impreciso: DíazLozano, Argentina, Aquí viene un hombre; biogra -fía de Clemente Marroquín Rojas, político, perio -dista y escritor de Guatemala (México, B. CostaAmic, 1968), pp. 112-163.

14 La ausencia de Marroquín Rojas entre los colabora-dores del Repertorio Americano es un indicador desu posición marginal en la cultura costarricensedel decenio de 1930. Echeverría, Evelio, Índice ge -neral del Repertorio Americano, t. V (San José,Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1989), p.1230. El escritor guatemalteco dejó una vívida des-cripción de las dificultades que experimentó enCosta Rica en: Marroquín Rojas, Clemente, Memo -rias de Jalapa o recuerdos de un remichero (Gua-temala, Editorial del Ejército, 1977), pp. 471-480.

15 Marroquín Rojas, Clemente, “Tras del telón radian-te, la miseria”. La Prensa Libre, 5 de marzo de1935, p. 8; 6 de marzo de 1935, p. 7; 7 de marzo de1935, p. 2; 8 de marzo de 1935, p. 2.

16 Mora Umaña, Roberto, “Para el señor Teófilo Rive-ra” y Bolaños Elizondo, Romualdo, “Expulsemos aMarroquín”. La Prensa Libre, 9 de marzo de 1935,p. 5. El escritor guatemalteco, al evocar esta expe-riencia, diría: “se me echaron encima las radiodifu-soras, los estudiantes, algunos escritores”. Marro-quín Rojas, Memorias de Jalapa, p. 479.

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costarricenses varias verdades sobre su socie-dad, proceder y explicación que, a su vez, po-dían prestarse para impugnar éticamente alpropio Marroquín Rojas. La ocasión no fue de-saprovechada por sus enemigos: en marzo de1935, un editor anónimo, recopiló los textosque circularon en La Prensa Libre, y los publi-có como folleto en Guatemala17, con un prólo-go titulado “Costa Rica ¿es una nueva Sodo-ma?”, en el cual advertía:

… o es cierto lo que se dice en tales artí-culos y Costa Rica debe ser aislada de to-do trato internacional por la podredum-bre en que se mueve; o su autor es un di-famador de oficio, que paga con la inju-ria y con la calumnia la hospitalidad quelos costarricenses le han brindado pormás de dos años18.

El editor de ese opúsculo, sin embargo,no fue completamente imparcial, y eliminó elúltimo párrafo del ensayo de Marroquín Rojas,así como una nota final, en la cual el exiliadoguatemalteco aclaraba:

todas las apreciaciones hechas en los cua-tro artículos publicados, cuando encie-rran una generalización, debe entenderseque me refiero a una mayoría, en el or-den sociológico, así debe hacerse; perosería injusto pensar que al generalizar seintentara un cargo para la totalidad de

los habitantes del pueblo que se juzga. Es-ta aclaración, es para aquellos que deseanllevar la exageración hasta el extremo. Losque no tienen ese prejuicio, de sobra mehan interpretado y comprendido1 9.

3. ¿INFLUENCIAS RECÍPROCAS?

La investigación literaria costarricenseconsidera que el folleto publicado por Sancho en1935 fue producto de su proceso de madurez, encuyo curso él pasó del arielismo y una actitudmoralizante, típicas de sus primeros textos, a unenfoque en el cual profundiza en la crítica social,al tratar temas como la desigual distribución dela riqueza, la corrupción política y la falacia de-m o c r á t i c a2 0. La radicalización del discurso delescritor cartaginés, desde esta perspectiva, pare-ce explicarse por su propia evolución filosófica;pero el descubrimiento del estudio de MarroquínRojas obliga a plantear la cuestión de cómo ope-raron las influencias intelectuales entre los au-tores de “Tras del telón radiante, la miseria” yCosta Rica, Suiza centroamericana.

La evidencia disponible para tratar eseproblema es limitada: en sus M e m o r i a s , S a n c h oapenas se refiere al escándalo de marzo de 1935,y no explica cuál fue su relación con MarroquínR o j a s2 1; este último, en su autobiografía, descri-be lo ocurrido en San José en 1935, pero noprecisa cuál fue su vínculo con el escritor car-t a g i n é s2 2; y en la bibliografía guatemalteca de

17 Marroquín Rojas, Clemente, Tras del telón ra -diante, la miseria (s. l., Tipografía “El Santua-rio”, s. f.). No consta en el opúsculo el lugar, elaño de la edición, ni el nombre de quien escribióel prólogo; pero este último está fechado en mar-zo de 1935, y en Guatemala existía una imprentallamada “El Santuario”. Marroquín Rojas afirmaque el folleto fue impreso, por orden de la Secre-taría de la Presidencia, en la Tipografía Nacional.Marroquín Rojas, Memorias de Jalapa, p. 480. Elerror que, al parecer, cometió el escritor guate-malteco en cuanto al taller en que se tiró el pan-fleto es reproducido por Carrera Mejía, Mynor, E lideario polémico de Clemente Marroquín Rojas(Jalapa, Ediciones Armar, 1998), p. 90. Véasetambién la nota 23 infra.

18 Marroquín Rojas, Tras del telón radiante, p. 4.

19 Marroquín Rojas, “Tras del telón radiante, la mise-ria”. La Prensa Libre, 8 de marzo de 1935, p. 2.

20 Ovares y Araya, Mario Sancho, pp. 14-16. Véasetambién: Rojas, Margarita y Ovares, Flora, 1 0 0años de literatura costarricense (San José, Edicio-nes FARBEN, 1995), pp. 71-72.

21 Sancho, Memorias, pp. 279-280.

22 Marroquín Rojas, Memorias de Jalapa, pp. 478-481. El escritor guatemalteco cita la descripcióndel escándalo que hizo Sancho en sus M e m o r i a s ,dato que sugiere que, quizá, ambos siguieron encontacto. Argentina Díaz Lozano, en la biografíaque publicó del primero, ni siquiera menciona losucedido en San José en 1935. Díaz Lozano, A q u íviene un hombre, pp. 155-162.

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Valenzuela correspondiente al período 1931-1940, no figura el opúsculo Tras del telón ra -diante, la miseria 23. La interesante y complejaconexión entre estos dos intelectuales centroa-mericanos, su coincidencia en la crítica de lasociedad costarricense y su participación en unintenso debate público, tendieron así a quedaren el olvido, en Costa Rica y Guatemala.

La información con que se cuenta, pese asu escasez, permite explorar el problema ex-puesto desde varias perspectivas. La dedicatoriaa Mario Sancho, con que se abre el escandalosotexto de Marroquín Rojas, sugiere que ambosescritores se conocían, desde antes de 1935, yque existía un mutuo aprecio. El periodistaguatemalteco quizá había leído el artículo “Cri-sis económica y moral”, publicado en 1932 enel Repertorio Americano, y es factible que, gra-cias a eventuales pláticas con su autor, estuvie-ra al tanto de cómo, en los años posteriores,evolucionó la opinión de ese vecino de Cartagosobre la Costa Rica de la década de 1930.

La presunción de que Marroquín Rojassimplemente se adueñó de un punto de vistaajeno y se apresuró a exponerlo públicamente,es apoyada por el velado reclamo que le formulóSancho en una carta que circuló en La PrensaL i b r e del 9 de marzo de 1935: “¿qué ha dichousted que no sea la verdad pura y desnuda y queantes no hayamos dicho nosotros?”2 4. El interésdel escritor cartaginés por aprovechar esa epís-tola para afirmar su precedencia en la crítica dela sociedad costarricense, está expresado de otramanera en Costa Rica, Suiza centroamericana,texto en el que evita citar al periodista guate-malteco y a su polémico artículo2 5.

La explicación expuesta es verosímil, pe-ro también lo sería que, en el curso de su even-tual relación, Marroquín Rojas y Sancho se in-fluenciaron recíprocamente y que, en tales cir-cunstancias, tendieron a radicalizar sus enfo-ques. La desigualdad social y la pobreza, la co-rrupción electoral y el control oligárquico delEstado, temas que no figuran en el artículo pu-blicado en 1932 en el Repertorio, sí constan enTras del telón radiante, la miseria, y reapare-cen, en el folleto impreso por “La Tribuna” en1935. El intelectual guatemalteco, incluso, pa-rece haberse adelantado en el uso irónico de lafrase “Costa Rica, Suiza americana”, la cual fuecentroamericanizada por el escritor de Cartago.

La principal evidencia a favor de la origi-nalidad de Marroquín Rojas consiste en que suensayo privilegia el examen de temas ausentesen el artículo y en el folleto de Sancho publica-dos en 1932 y 1935. El adulterio, el divorcio, ladesintegración familiar y la prostitución eranpara el periodista guatemalteco los síntomasmás visibles del descalabro moral que padecíaCosta Rica; en contraste, el intelectual cartagi-nés dejó de lado esos tópicos vinculados con lasexualidad, que cuestionaban directamente elhonor de las mujeres costarricenses, y asociótal crisis con la corrupción política, con lo quedesplazó el énfasis de lo privado a lo público.

EPÍLOGO

La radicalización de los enfoques de Ma-rroquín Rojas y de Sancho fue producto, sin em-bargo, de algo más que el contacto que pudierontener entre sí. El Partido Comunista de Costa Ri-ca, desde su fundación en junio de 1931, inicióuna crítica sistemática de la sociedad de la épocaen todas sus dimensiones2 6, la cual difundió, en-tre otras vías, mediante volantes, folletos y el se-manario T r a b a j o . La incidencia que este discurs o

23 Valenzuela, Gilberto, Bibliografía guatemalteca1931-1940, t. VIII (Guatemala, Tipografía Nacional,1962), pp. 83-110. La omisión es curiosa ya que, alparecer, Valenzuela era el propietario de la tipogra-fía “El Santuario” (véase nota 17, supra). Roca, Ju-lio César de la, ed., Biografías ilustres ( Q u e z a l t e-nango, Casa de la Cultura de Occidente, 1967), pp.144-145.

24 Sancho, Mario, “Don Mario Sancho comenta losartículos de don Clemente Marroquín Rojas”. L aPrensa Libre, 9 de marzo de 1935, p. 2.

25 Sancho, Costa Rica, Suiza centroamericana.

26 Merino del Río, José, Manuel Mora y la democra -cia costarricense (Heredia, Editorial FundaciónUNA, 1996), pp. 27-48. Acuña, Víctor Hugo, “Na-ción y política en el comunismo costarricense(1930-1948)” (Ponencia presentada en el TercerCongreso Centroamericano de Historia, San José,15-18 de julio de 1996).

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tuvo en los círculos políticos e intelectuales cos-tarricenses es todavía un tema por investigar;pero un examen de los textos del exiliado guate-malteco y el escritor cartaginés sugiere que am-bos incorporaron varios de los temas planteadosoriginalmente por la izquierda.

La influencia expuesta sería especialmen-te interesante en el caso de Marroquín Rojas,quien estuvo vinculado con destacadas figurasdel anticomunismo en Centroamérica, comoSchlesinger y Hernández Martínez. El escritorde Cartago, a su vez, se preocupó por aclarar ens u s M e m o r i a s que él no era comunista; pero tá-citamente admitió la afinidad entre sus plantea-mientos y los de la izquierda, tanto en su folletode 1935 como en un artículo publicado en di-ciembre de 1936 en el Repertorio Americano:

a nosotros, porque tuvimos la mala ocu-rrencia de defender la huelga bananeradel Atlántico [1934] y porque alguna vezmanifestamos disgusto hacia la sórdidaruindad de nuestra cristiana burguesía,en seguida nos llamaron comunistas, ycomo quiera que no hemos buscado testi-gos de descargo que nos quitaran el motey nos lavaran de esa culpa, comunistasnos hemos quedado para escándalo de losmismos a quienes quisimos ayudar2 7.

La experiencia del periodista guatemalte-co y del escritor cartaginés destaca la impor-tancia de investigar el pasado cultural de Cen-troamérica comparativamente y sin desvincular

a los intelectuales de sus específicos contextossociales y políticos. La crítica que ambos for-mularon a la Costa Rica de la década de 1930,más allá de sus coincidencias e influencias, in-vita a explorar sistemáticamente un territoriopoco conocido: la configuración de discursosque, aunque impugnaban el orden establecido yse identificaban con el cambio social, fueronelaborados por personas no pertenecientes a lospartidos comunistas, tales como el filósofo sal-vadoreño Alberto Masferrer2 8, o los mismosClemente Marroquín Rojas y Mario Sancho.

*La versión que se ofrece aquí de Tras el

telón radiante, la miseria se basa en el folletopublicado en Guatemala, en marzo de 1935. Eltexto fue cotejado con el que circuló en L aPrensa Libre, e incluye entre paréntesis cua-drados el párrafo y la nota aclaratoria que eleditor anónimo del opúsculo creyó convenien-te eliminar. Los dos documentos siguientescomplementan el ensayo indicado: el primeroes un artículo en el cual Marroquín Rojas co-menta la solicitud que se elevó al Poder Ejecu-tivo para expulsarlo del país; y el segundo es laextensa carta que Mario Sancho le dirigió alescritor guatemalteco. La transcripción y ladigitación de estos tres documentos, que con-servan la ortografía y los errores de los origi-nales, fueron realizadas por Alexandra Ortiz,del Centro de Investigaciones en Identidad yCultura Latinoamericanas ( C I I C L A ) de la Uni-versidad de Costa Rica.

Iván Molina Jimé[email protected]

27 Sancho, Mario, “¿Hay opinión pública vigilante? Deun intento reaccionario, tonto y contraproducen-te”. Ovares y Araya, Mario Sancho, p. 45. Reperto -rio Americano. San José, 19 de diciembre de 1936,p. 366; ídem, Costa Rica, Suiza centroamericana,pp. 60-61, 81 y 85; ídem, Memorias, p. 258.

28 Racine, Karen, “Alberto Masferrer and the VitalMinimum: The Life and Thought of a SalvadoranJournalist, 1868-1932”. The Americas. 54: 2(October, 1997), pp. 209-237.

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132 Iván Molina Jiménez

Escribo estas líneas para cuatro personas que,en mi concepto, personifican a la juventud de

Costa Rica. Cuatro personas a quienes atribuyouna clara visión, una amplitud de criterio y unpoderoso intelecto, muy superiores al raquitis-

mo espiritual en que se ahoga la nación. Sonellos, Mario Sancho, Rafael Angel Calderón

Guardia, Otilio Ulate y Ricardo Moreno Cañas.

Clemente Marroquín Roxas

I

Costa Rica goza en el exterior de un enorme prestigio. Se afir-ma en todos los tonos que es una nación civilizada, rica, culta y po-seedora de una organización modelo. Además, en Hispano América,se le cree como la depositaria de los principios democráticos y repu-blicanos, respetuosa de sus instituciones y muy celosa de su indepen-dencia. Yo recuerdo que en la Asamblea de Guatemala muy a menudocitábamos a Costa Rica en los debates; desde allá nos parecía el paísdel orden, de la moralidad, del respeto y de la marcha cronométrica.Yo mismo reafirmé mis argumentos con ejemplos de la “nación mo-delo” en cierta ocasión en que se discutía la Ley de Educación Públi-ca, frente al Ministro del ramo, señor Antonio Villacorta.

El destino me trajo a vuestro pueblo; con vosotros he convivi-do por más de dos años y sin una ostentación, sin un alarde de soció-logo, me he dado a estudiar vuestro medio, vuestras instituciones,vuestra vida general. Ahora gestiono mi salida de Costa Rica, pero an-tes quiero deciros que aquella antigua admiración por el “país mode-lo” se desvaneció, al entrar en contacto con la dura realidad de vues-tro medio. Y antes de salir quiero decirlo; quiero satisfacer el deberde gritar esa verdad, porque me parece que al callar, protejo y esti-mulo el error en que os tienen los visitantes que vienen a deciros quevuestra nación es el modelo de los pueblos y que vuestro pueblo es elmodelo de las agrupaciones sociales de la tierra.

Combatiendo en mi país un exagerado presupuesto de guerra yun exorbitante presupuesto de policía, decía a mis contrincantes:Imitemos a Costa Rica, que en vez de ese tren militar, y esa máquina

ANEXOS

TRAS DEL TELÓN RADIANTE, LA MISERIA

CLEMENTE MARROQUÍN ROXASTipografía “El santuario”

Costa Rica ¿es una nueva

Sodoma?

“La Prensa Libre”,diario que se edita en SanJosé de Costa Rica, propie-dad de los hermanos Bo-rrasé, de origen catalán,publicó en sus edicionesdel 5, 6, 7 y 8 de marzo úl-timo, cuatro artículos fir-mados por Clemente Ma-rroquín Rojas y dedicadosa cuatro costarricenses:dos de ellos de historia po-lítica en el país, el señorOtilio Ulate, periodista yDiputado del Congreso, yel Doctor Moreno Cañas,candidato a la Presidenciade la República y Diputa-do también del Congreso.Son dos figuras sociales,perfectamente destacadas.En esos artículos se pintauna Costa Rica moral,que hace recordar lostiempos de Sodoma y deGomorra. Los reproduci-mos a continuación, paraque los lectores centroa-mericanos se den cuentacabal de la trascendenciade dichos escritos.

Omitimos mayorescomentarios y sólo apunta-mos esta disyuntiva: o es

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policíaca que absorben toda nuestra vitalidad económica, mantiene unejército de maestros de escuela, ejército que desanalfabetiza, año trasaño, a todos los niños que llegan a la edad escolar. Ya en el destierro,cuando alguien llamara a esta tierra, la “tierra de los Cletos”, yo redar-güí, “habrá muchos Cletos, pero hay civilismo y hay libertades”.

Ahora, después de constantes meditaciones, no volvería a repe-tir aquellas palabras hijas del desconocimiento de la realidad. Es cier-to que no tenéis ejércitos en el sentido militarista, ni tenéis policía enel sentido de persecución, pero tampoco tenéis ejército de maestros,ni las legiones de niños en las famosas escuelas nacionales. El año pa-sado tuve la primera desilusión, cuando la prensa denunciara que al-gunos millares se habían quedado sin matrícula. Los padres deambu-laban en busca de aulas para sus hijos y los organismos educacionalesles recibían con indiferencia de la esfinge: No tenemos escuelas, notenemos maestros...

¿Queréis prueba más afirmativa de la inexactitud de vuestra ci-vilización? En los países bárbaros de la América Central no encon-tráis ese fenómeno; allá se pugna por llevar a los niños a la escuela,pero no se mira nunca ese espectáculo de decirles que no tiene el Es-tado dónde recibirlos. Y aquellos países invierten millones y millonesen Ejército y en Policía y sin embargo hay para las escuelas.

Costa Rica tiene un movimiento comercial igual o superior alde aquellos países, lo que le permite una bonanza fiscal indiscutible.Tiene una población que no llega aún al medio millón de habitantes,por más que vuestras estadísticas arrojan casi un centenar más. Elporcentaje de niños de edad escolar daría, si mucho, unos sesenta mily para educar a sesenta mil niños no necesitariais arriba de trescien-tas escuelas en todo el país, con un personal de siete maestros por ca-da una de ellas. Estirando ese presupuesto no llegaría nunca a un to-tal a tres millones de colones y eso es insignificante para un país detan pujante situación fiscal. No hay gastos mayores, puesto que no te-néis escuelas superiores, a excepción de la de Derecho y las pocas es-cuelas de segunda enseñanza, donde ahorráis el mayor gasto que enotros países se lleva el internado con los sostenidos por la Nación.Los organismos de administración son reducidos, de suerte que elcosto de la enseñanza, es relativamente poco y ¿cómo se justifica esode responder a los padres de familia: “ya no hay matrícula para vues-tros hijos?”. Si todos los problemas fueran como el de abrir escuelas ydotarlas de maestros, el mundo no tendría problemas. ¿Qué cuesta alMinisterio del ramo, alquilar una casa y llamar a cuatro o siete de susmaestros reservistas y decir: aquí hay otra escuela, que los niños nose regresen? Eso es muy sencillo y sin embargo, en Costa Rica, la“Suiza Americana”, esa lapidaria frase, han cobrado los colores deuna realidad desconcertante.

Y eso en lo que se refiere a la asistencia. Ahora bien, veamosvuestra capacidad educativa y al examinarla, os convenceréis que nin-guno de los países de la América Central tiene la superficialidad devuestras enseñanzas; los niños de Cuarto, Quinto y Sexto grados sonde una ignorancia sorprendente y así entran a los colegios superiores,

cierto lo que se dice entales artículos y Costa Ri-ca debe ser aislada de to-do trato internacionalpor la podredumbre enque se mueve; o su autores un difamador de oficio,que paga con la injuria ycon la calumnia la hospi-talidad que los costarri-censes le han brindado,por más de dos años.

Un detalle final: Ma-rroquín Rojas, a pesar delconcepto que tiene de lamujer costarricense, se-gún la pinta en el artícu-lo I I I, acaba de casarsecon mujer costarricense,después de divorciarse desu primera mujer, guate-malteca. Ya se ve que esun predestinado...

Marzo de 1935

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donde la misma superficialidad domina. Los programas de estudioson verdaderamente deficientes y ese sistema de horarios alternos, nollena otra misión que la de dejar imperfecta la materia que se estudia.Es indudable que aun cruzáis los años de 1900, pero debeis recordarque de eso ya hace 35 años largos.

¿En qué país tropezáis con esas turbas de chiquillos lustrado-res de zapatos, que son verdaderos vagabundos, verdaderos dese-chos de la sociedad, llenos de roñas, de vicios, de miserias? ¿Dóndeencontráis, en horas de escuela, a esa falange de vendedores de ti-quetes de tranvía, de periódicos, de lotería, de golosinas? ¿Todosellos están en la escuela? Esto me sugiere otro defecto de vuestraorganización social y es el vagabundismo de niños harapientos, delo cual me ocuparé mañana.

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135El telón descorrido: Clemente Marroquín Rojas y Mario Sancho en la Costa Rica de 1935

II

Brevemente señalé en mi artículo de ayer la deficiencia educa-tiva del país. Ese rechazo de niños de los planteles de enseñanza; esafalta de organización en las escuelas, donde los niños que han cursa-do un año, no adquieren ningún derecho para continuar sus estudiosen las aulas; esa alternación de algunas escuelas; en fin, nos demues-tra una desorganización escolar bastante sensible, no imaginable enuna nación organizada. Todo eso es comprobable y me releva deaportar los atestados necesarios. Ahora quiero señalaros otra mani-festación dolorosa, reveladora de la situación caótica de vuestra pa-tria. La ciudad de San José tiene unos cincuenta mil habitantes, es,en consecuencia, un pueblo de familias, donde todos se conocen y seayudan. Por esa pequeñez no debiera tener ninguna clase de proble-mas, sobre todo, los comunes a las ciudades grandes. Sin embargo,aquí es corriente que diariamente toquen a las puertas niños harapo-sos para pedir “en nombre de Dios” un gallito; hombres que pidenuna camisa, un sombrero, un par de zapatos viejos; mujeres que soli-citan una limosna. Leyendo los periódicos diariamente nos entera-mos de niños que la policía recoge en las calles: no ha mucho, elCuerpo de Seguridad encontró a nueve muchachos menores de diezaños durmiendo en las galeras de un aserradero; poco después, fue-ron encontrados otros por el Paso de la Vaca. Después se da cuenta decuadrillas de niños organizadas para el robo; más allá el Patronatoanuncia que hay niños abandonados por los padres: niños que dejansu hogar para darse a la vagabundería, que son capturados en lospuertos y lo que es más doloroso, casos frecuentes de madres que lle-gan al Hospital a dejar a sus hijos, para desaparecer en seguida parasiempre. Esto ya no es un síntoma de descomposición sino una enfer-medad perfectamente delineada. La frecuencia de los casos demues-tra que en la sociedad costarricense hay algo en desorden y es doloro-so pensar que ese desorden radique en lo fundamental: en el hogar.No hay autoridad en el hogar: el hijo es desobediente, la esposa es de-sobediente, el padre es un abúlico: el concepto de familia no existe. Silo que afirmo no es verdad, ¿cómo os explicáis estas realidades delambiente? ¿Por qué en los otros países de Centro América no existeese problema? Porque yo no creo que estos niños costarricenses lle-ven congénito el espíritu de la desobediencia y del desorden. Es faltade patria potestad, es consecuencia del medio, es falta de autoridaden el Estado. Vuestras leyes severas han contribuido a desvirtuar esapatria potestad, han dado alas a los hijos, han quitado obligaciones alos padres, han sembrado el desorden y matado el espíritu de discipli-na que es base y fundamento de toda sociedad. De los países que co-nozco en la América española, no hay otros donde haya cuadrillas deladrones menores, organizados como los adultos en las grandes ciu-dades. Aquí los tenéis a granel y de ellos puede dar fe el Tribunal dePolicía para Menores; los hechos hablan alto.

En los pueblos insalubres hay hospitales. Es decir, que las ins-tituciones existen porque hay necesidad de ellas. Aquí vosotros tenéis

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muchas instituciones que son las generadoras de esa prostituciónmoral de la niñez. Muy bien intencionada sería la idea de los religio-sos que crearon el “Dormitorio Infantil” en el Oratorio Festivo, peroese dormitorio no es más que un antro encubridor de perversiones.Los padres, atenidos a que sus hijos duermen bajo su ala protectora,no se preocupan de ellos y de ahí que en vez de estar en aquel abrigo,deambulen por las hosterías, por las taquillas suburbanas y finalmen-te, van a para a los suburbios, bajo los galerones de los aserraderos,durmiendo en una promiscuidad delictuosa, cometiendo actos inmo-rales y formándose los futuros abanderados del crimen. Si ese dormi-torio no existiera, los padres buscarían a sus hijos para llevarlos al se-no del hogar. La autoridad, por otro lado, cuando tropieza con unmenor delincuente o vagabundo, le castiga sin tomar en cuenta lairresponsabilidad natural de los menores. Debiera hacerse otra cosa:citar al padre o a la madre y castigarles severamente, porque ellos sonlos responsables. Pero aquí viene otro problema. Los costarricensestenéis un alma muy sensible para ciertos actos: así como no os im-porta la pérdida de un hijo, de un pariente, etc., así os indignáiscuando un padre enérgico castiga a un hijo rebelde y protestáis con-tra el bárbaro, sin tomar en cuenta que esa impunidad en la delin-cuencia infantil, es la que trae la delincuencia en el adulto. No tenéisnada que discipline a vuestros hijos. La escuela no llena esa misión,la patria potestad es inútil, la vida pública tampoco; de aquí que vues-tros hombres no tengan ninguna orientación definida en sus actos ynormas de la vida. Hijo que creció abandonado, no se cuidará de lossuyos y en ese proceso lento, se llegará a mayores desastres moralesen la desorganización de vuestro pueblo. Recorred las calles durantela noche y tropezaréis con muchísimas mujeres estacionadas en lasombra de las puertas, con una o dos chiquillas a su lado. Esas muje-res son arpías que os ofrecen aquella carne impúber u os asaltan pi-diéndoos una limosna para disimular, cuando rechazáis la oferta. Poreso es que soy enemigo declarado de las instituciones de caridad, yaque ellas estimulan la holgazanería y la pereza. Otro tanto podría de-ciros del Patronato de la Infancia. El Patronato estaría bien en otromedio; en un medio industrial donde un paro inesperado, deja sin co-mida a las familias de los obreros, pero entre nosotros no hay ese te-mor. El patronato ha venido a hacer un papel semejante al del Dor-mitorio Infantil, de que antes os hablo. Los niños que van a alimen-tarse a las cocinas públicas van perdiendo la vergüenza, crecen sa-biendo que nada deben a sus padres y una rara desvergüenza se apo-dera de ellos. Una chiquilla que ha comido así, ya no le importa ofre-cerse después. Aun entre los profesionales nos ruborizamos cuandoalguien nos dice que el Estado ha costeado nuestra educación; puesese rubor llega a la desvergüenza, cuando desde pequeños hemos re-cibido la dádiva. Las niñas que ahora reciben la comida de una cocinapública, mañana no tienen empacho en recibir la pensión del maridodivorciado, como sucede en nuestro medio, donde millares de muje-res no tiene la delicadeza, común hasta en los indios, de ir a recibirsemanalmente una pensión del marido engañado; y esos niños queasí reciben la comida, tampoco tendrán empacho, mañana, en recibir

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un colón por vender el sufragio. Serenaos un momento; meditad so-bre este problema, y si sois minuciosos, estaréis conmigo en que elPatronato es desmoralizador en un medio como el vuestro. ¿Dóndeestá la riqueza, la organización, la honradez de un país: donde la cari-dad pública mantiene esa falange hambrienta; donde los medios coac-tivos obligan al marido, y a la mujer a ser mujer?

Mañana me concretaré a las cuestiones de familia, para demos-traros que la desmoralización, la falta de filialidad, de instinto frater-nal, ha desaparecido en Costa Rica.

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138 Iván Molina Jiménez

III

Costa Rica tiene una ley severa para los delitos contra la ho-nestidad; y esa ley existe, porque el legislador debió, en su tiempo,notar una corrupción de tal naturaleza, que hizo indispensable esassanciones. Sin embargo, las violaciones, los estupros, los raptos, me-nudean, y aun algo más grave: los incestos. En mi diaria tarea de co-rrector de pruebas, me entero obligadamente de todos los sucesos depolicía y en ellos me baso para esta afirmación. La ley Astúa Aguilar,pues, no ha sido el dique suficiente para detener esa corriente y esque la ley reprime los efectos sin penetrar a las causas generadorasdel delito. Entre esas causas hay unas de carácter natural, como laabundancia de mujeres, y otras originadas por deficiencia educativa,como el abuso de dar cuerda. Aparentemente, esa costumbre de “darcuerda” no tiene mayores proyecciones, pero en el fondo, es la puertapara todos los abusos. Sólo en Costa Rica se observa ese coqueteo in-moderado, porque el flirt francés es más prudente, salvo cuando loponen en práctica las mujeres del trotoir. Es por esa “cuerda” que loshombres llegan al delito y para las mujeres que dan “cuerda”, la leyAstúa Aguilar no fijó sanción alguna.

Costa Rica tiene un porcentaje altísimo en materia de matri-monios. Aquí se casan por carretadas. Eso estaría muy bien si el ma-trimonio fuera la resultante lógica del amor; pero sucede todo lo con-trario. Muy pocos se casan por amor; la mayoría de esos matrimoniosson matrimonios de conveniencia; al decir conveniencia no quierodecir interés. En Costa Rica el hombre es refractario al matrimonio,porque es el más incapaz de los centroamericanos para ganarse la vi-da. De aquí que las mujeres se deciden al yugo matrimonial al primerrequerimiento en forma. Los padres, los hermanos, la familia toda al-cahuetea decentemente al candidato y de aquí que los casamientosabunden. ¿Qué resulta de esta clase de matrimonios? Que a los pocosdías la mujer es abandonada o el marido cornudo y el hogar se des-truye. En Guatemala hice pasantía en los Tribunales de lo Civil du-rante más de dos años y en ese lapso, en los tres Juzgados, sólo pre-senciamos dos divorcios. La capital de Guatemala cuenta con 125 000habitantes; más del doble que San José, y sin embargo, en esos tribu-nales hay un número fantástico de divorcios. Las leyes de Guatemaladan mayores facilidades para romper en vínculo matrimonial y existeel mutuo consentimiento. Aquí por el contrario, las causales son po-cas y para adquirir el divorcio, hay que infamar a uno de los cónyu-ges. ¿Qué quiere decir esto? Que en el seno de la sociedad hay algopatológico; hay algo que empuja a ese fatalismo, y le llamo fatalismo,porque la joven divorciada va infaliblemente al amantaje y el maridolozano a los amores fáciles.

Este problema del divorcio genera otros mayores. En primerlugar, al abandono de los hijos; luego la hostilidad hacia el ex marido,a quien se reclama una pensión alimenticia para la cónyuge inocentey como consecuencia, la vagabundería del hombre divorciado que op-ta por vivir de vago, antes que trabajar para enviar al “sudor de su

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frente” a los bolsillos del amante de su ex esposa. Cuando las divorcia-das quedan jóvenes, es indudable que se enamoran verdaderamente deotro hombre, y este amor de amante, se hace más poderoso que elamor por los hijos y de aquí que los hijos se transformen, para esa ma-dre, en una carga pesada. De otra manera no se explicaría que una ma-dre, que debe ser todo amor, abandone a sus criaturas en los centros debeneficencia. Se aspira a lo que no se tiene, y quizá por esto, muchosaspiran a grabar en la piedra un sentimiento que está desapareciendo.

¿Por qué haya tanto divorcio? ¿Es el hombre el que no sabecumplir con sus deberes de marido? ¿O es la mujer la que no cumplecon los suyos? El hombre costarricense tiene algunos defectos, peroen este problema del matrimonio hay algo más sustancial y más hon-do que determina el rompimiento.

La mujer, por su parte, cree que el matrimonio es una lotería;que la que se casa debe olvidarse por completo de los medios de vida;que el hombre tiene la obligación de la casa, desde llevar el dinero,hasta comprar el pan por las mañanas en las panaderías. La mujer,con las excepciones del caso, es perezosa, desamorada, cree que porsu belleza el hombre debe sacrificarse siempre. El hombre, por suparte, vive lleno de afeites, muy pagado de su físico y satisfecho conun sueldo de hambre. Yo no he visto nunca la satisfacción bíblica enque viven los jóvenes de Costa Rica, tan apuestos, tan fuertes, tan ca-pacitados por la Naturaleza y tan sin ambiciones. El comercio delpaís, la agricultura del país están en manos de extranjeros (hablo delo grande, de lo que merece esos nombres). El comercio tico es elpulpero, el taquillero, y aun en esto, hay extranjeros; de aquí que elnoventa por ciento de los hogares viva una vida sórdida, llena deapremios, y de estrecheces: ante ello, la mujer se desilusiona, porqueella soñó con un hogar lleno de comodidades, etc.

El amor filial y la fraternidad están muy debilitados. Lo de-muestran los asilos para la vejez. En ellos no sólo hay viejecitos de-samparados, sino de los que tienen familias que les pudieran propor-cionar una vejez feliz. En la pensión donde yo residía, pude presen-ciar casos desconsoladores. Un anciano achacoso prefería el desampa-ro de una pensión a vivir con los suyos; una señora enajenada, queera el hazmerreír de los huéspedes con su pasión erótica, también te-nía familiares cercanos que toleraban su vida; en otra pensión, unahija se lamentaba de que su madre siguiera viva, estando tan enfer-ma; por ella no podía ir a las tandas del cine; más allá, en un hogarque visitaba, los hijos echaban de menos el radio por la recientemuerte de su madre... Se me dirá que estos son casos aislados, perono; estos casos son numerosos, porque esos ancianos asilados, tienefamiliares, ya que entre nosotros es raro una familia que se queda sinhijos, sin nietos, sin biznietos. Estos asilos existen en las grandes ciu-dades, por que en ellas es frecuente la existencia de matrimonios queno tienen hijos y entonces el cónyuge que enviuda no tiene más con-suelo que el asilo.

Sé que estos mis artículos están molestando a muchos costa-rricenses; especialmente a aquellos que creen sinceramente que su

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patria es la “Suiza Americana”, pero ellos deben tener la seguridad deque ellos son más saludables que las declaraciones de la maestra chi-lena Amanda Labarca, quien habla de que en Costa Rica no se conoceun harapo, que la miseria no existe. Y es claro que ella diga eso, por-que sólo conoció una cara de la medalla nacional, aquella que le mos-traron en fiestas, pic-nics y demás atenciones; ellas no vió el fondo dela nación como la he visto yo, y porque así conozco lo que muchoscostarricenses no conocen, es que os hablo con el corazón puesto enla mano.

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IV

Hecha esta aclaración, sigamos con nuestras observaciones.Costa Rica, como todos los pueblos de la América Central, tuvo su pe-ríodo de revoluciones, asonadas y golpes militares. En 1906, aun pre-senció su historia algo inusitado. Desde esa fecha el país entró en unprofundo letargo: las palabras civismo, democracia, cultura, fueronbandera de los vivos y con esa bandera amortajaron los verdaderosderechos del pueblo. Costa Rica, políticamente hablando, es el menosdemócrata de todos los países centroamericanos; el que menos ejerci-ta el civismo y de cultura más rudimentaria. Un círculo de familiasacaparan la máquina gubernativa desde hace más de cien años y esecírculo es el que manda, el que impone creencias, criterios, gober-nantes, ideologías e impuestos. El pueblo, la gran masa, ya sea la ur-bana o la rural, vive una vida miserable, humillante. Esas familiashan tenido un gran tacto político: el de distribuir el presupuesto,dando a cada empleado público un gallito para que se contente. Y elempleado se contenta porque su falta de ambición le deja satisfechocon los pocos colones despreciados que gana. De aquí que en CostaRica sea numerosísima esa clase media que sufre el menosprecio delrico y el odio del trabajador rural o de fábrica. Maestros de escuela,empleados de toda clase, en el comercio, en las fábricas, en las fincas,gana sueldos standard que no les permiten la más pequeña expan-sión, la más pobre holgura. Y eso no es democracia, ni es civismo, nies cultura: eso es un absolutismo clásico y perfecto; pero en Costa Ri-ca se la ha dado otro nombre y los costarricenses están satisfechos.

El político ha prostituido a la masa electora. Las elecciones sehacen a base de dinero: quien tiene más dinero gana las elecciones.El indio en Centro América vota por el que le ordenan; en Costa Ricavota por el que paga. La situación es bien diferente, porque aquel es-clavo por la fuerza se liberta algún día; mientras el esclavo por inte-rés, será un esclavo para siempre. Los pueblos como Guatemala o ElSalvador, tienen más probabilidades de reaccionar, porque su espírituestá apagado por una fuerza superior a la suya. El obstáculo paraejercitar los derechos es un hombre y ese hombre es perecedero y pa-sa; pero en Costa Rica la dictadura es “del pueblo” y encauzar el pen-samiento de un pueblo hecho abúlico por la prédica de un mentidobienestar, es tarea bien dura.

Costa Rica recibe más dinero que Guatemala y El Salvador;tiene cuatro veces menos habitantes que cualquiera de ambos pue-blos y su situación económica es más desastrosa. Debe tanto comoaquéllos y tiene menos posibilidades de pagar. Su incapacidad eco-nómica está puesta de manifiesto con su ley de moratoria. El Salva-dor pavimentó su capital y adquirió una gran deuda; pero pavimentóhasta el último de sus callejones. Costa Rica pavimentó tres o cuatroavenidas y tres o cuatro calles y se endeudó de manera asombrosa.Nada hay más feo que el aspecto de su capital: San José no puede lla-marse ciudad, porque sus construcciones son provisionales: maderay lámina: la red telefónica colgando espantosamente por todas las

Antes de principiaresta furibunda filípica, aldecir del Doctor PadillaCastro, quiero hacer unapequeña aclaración. Micriterio sobre el Patrona-to de la Infancia, no escontra su organización nicontra la mecánica de sufuncionamiento. Tengoentendido que esa oficinamarcha sobre rieles; quela actividad, la energía,dinamismo y todo cuantofluye del activo “repre-sentante legal” del Patro-nato, es de primera clase.Sé, además, que dicho or-ganismo lucha ventajosa-mente contra la mendici-dad callejera y por todoeso, el Doctor Padil laCastro, alma y cuerpo dela Institución, merecerespeto y aprecio. Pero loque yo combato es algodistinto, es el resultadopráctico de ese funciona-miento: los frutos que secosecharán a través delos años. El Patronato–para mí– es a la socie-dad lo que la quinina pa-ra el paludismo. La quini-na mata la fiebre palúdicacomo el Patronato elhambre; pero la fiebrecontinúa alimentada porlos miasmas, como conti-núa el hambre fomentadapor una desorganizaciónsocial de grandes proyec-ciones. Se puede inyectarquinina a toda la nación,pero solo desecando pan-tanos se mata el germeny el zancudo transmisor.Se puede quitar el ham-bre a unos cuantos niños,

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calles; avenidas horriblemente pavimentadas de macadam, desagües aflor de tierra, un pésimo alumbrado eléctrico y un mal servicio deagua. Fuera del Teatro Nacional no hay otro que merezca elogio: lamole del Correo, es deforme: atiborrado de ornamentos por fuera y es-cueto y pobre en su interior y esa construcción general es el reflejodel alma costarricense: frivolidad, poca aspiración, negligencia, flojis-mo, como diría un mexicano. Y eso se pone de manifiesto hasta en losmás serios problemas de su vida nacional: “un palmo de tierra valemenos que la tranquilidad de los costarricenses”. Esta frase merece laspáginas de la Biblia...

Y pensar que Costa Rica tiene un territorio inmejorable; un te-rritorio que no lo tiene ningún país de Centro América. Vuestras tie-rras son fértiles, fecundas como el regazo de vuestras mujeres; peroel costarricense no sabe aprovecharlas: territorio feraz, ríos navega-bles, ensenadas sin igual, todo cuanto puede desear una nación paraser la primera, lo tiene Costa Rica. Si el pueblo salvadoreño poseyeravuestra tierra, la nación sería un emporio de riqueza efectiva; perovuestra abulia matadora, os ha hecho un país tributario, parásito delextranjero: importáis ganado, azúcar, harina, manteca, cebollas, telasde toda clase, frutas y todo cuanto vuestras tierra os daría en abun-dancia; pero vivís prendidos al monocultivismo del café y de ahí queel dinero que os viene por él, lo devolvéis por materias fungibles... Ti-rad vuestra población urbana al campo y así resolveréis los problemasque ahora combate el Patronato, la Mano Caritativa, las Juntas de Ca-ridad y todo ese andamiaje inútil de beneficencia que sólo os da unrelumbrón superficial de vuestra cultura. Cerrad la Escuela de Dere-cho para guarecer a la sociedad de futuros ladrones, porque el Aboga-do mediocre, cuando se ve acorralado, acude al chanchullo, al juiciodudoso, a los pleitos rechazados por otros. Y no lo hace por mal, sinopor necesidad de defenderse del hambre y la miseria. El ya no puedevolver al campo porque no sabe trabajar y por ello tiene que lucharen el seno de la sociedad que lo parió, sin tener los medios necesariospara alimentar sus apetitos. Todos estos problemas debieran abordar-se con valor, con decisión, pero en el sistema de gobierno que lleváis,ello resulta imposible. El Ejecutivo ha renunciado a todas sus atribu-ciones y el Legislativo invadió terrenos que no son de su incumben-cia; el Patronato se arrogó atribuciones de la patria potestad y, en ge-neral, en Costa Rica nadie sabe cuál es el trabajo que le compete porministerio de la ley. [Mucho más quisiera decir, mucho más, que esproducto de mis observaciones que no son observaciones de rotarioharto, de turista graso y boquiabierto, de diplomático chirle y vacío,sino de un hombre que os ha visto por dentro.*]

* Todas las apreciaciones hechas en los cuatro artículos publicados, cuando en-cierran una generalización, debe entenderse que me refiero a una mayoría, enel orden sociológico, así debe hacerse; pero sería injusto pensar que algeneralizar, se intentara un cargo para la totalidad de los habitantes del puebloque se juzga. Esta aclaración es para aquellos que desean llevar la exageraciónhasta el extremo. Los que no tienen ese prejuicio, de sobra me han inter-pretado y comprendido.

pero los hambrientos cre-cerán en número, ateni-dos, precisamente, a quehay quien las mitigue elhambre. Por otro lado,mata la personalidad, yaquellos que crecen ali-mentados por la dádiva,se cuidarán muy poco desu personalidad y serángente apta para cualquieracción, buena o mala.

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¿UNA REACCIÓN DEL MAGISTERIO?

Un compañero de redacción me dió esta mañana la noticia.Los señores visitadores de escuelas se reunieron en junta especial yen actitud solemne, don Teófilo Rivera protestó enérgicamente pormis artículos recientes; alegando que ellos desprestigian la educacióndel país en el extranjero y, como epílogo, terminó pidiendo que se ex-citara al ejecutivo para que se proceda a mi expulsión.

Esto es verdaderamente encantador. Acostumbrados como es-tán esos oídos a la adulación de los visitantes que no penetran nuncaal verdadero fondo de las cosas, tenían mis artículos que provocar unvivo ardor. Lo que he dicho de la educación pública costarricense, losostendré en todas partes y estoy dispuesto a demostrarlo en todo te-rreno. He dicho que se han quedado millares de niños sin escuela yes verdad, aún más, en los debates de la Cámara, el diputado Orlichha gritado que muchos cantones no tienen escuelas.

Si los maestros hicieran eco de la absurda petición del señorRivera y el Ejecutivo lo hiciera también de los peticionarios, yo esta-ría satisfecho, porque ello me daría una prueba más para reforzar misopiniones. Si yo fuese un adulador, un farsante que se contenta conhalagos, dijera que Costa Rica es el pueblo más culto de la tierra; pe-ro mi conciencia se traicionaría, sentiría asco de mí mismo.

El filósofo Vincenzi en sus conferencias de Nicaragua dijo a losnicaragüenses, sin un estudio detenido, que para que Nicaragua notuviera problemas, debía trocar sus “cañones en pupitres”, diciendocon eso, que debiera ilustrarse, educarse, para dejar los problemas desu barbarie. Nicaragua, que es en muchos conceptos un pueblo bár-baro, oyó aquella requisitoria y guardó silencio: ¡alguien les había di-cho una verdad! Y no pidieron por ello su expulsión, a pesar de que lai n d i r e c t a iba contra los soldados, el sector menos culto de todo elpaís. Aquí, en cambio, no es un soldado, sino un maestro el que pidemi expulsión, por una apreciación más justa y menos ofensiva que ladel filósofo Vincenzi.

Cuando el señor Rivera estuvo en México, debió haberse senti-do en otro ambiente; puesto que aquella tierra de héroes militares,no se compagina con esta “tierra de maestros”. Pero algo de Méxicodebe haber traído en su mochila, cuando viene tan bravo y de tansensible patriotismo. Repito que nada me preocupan los deseos delseñor Rivera, lo que si me extraña es que sea don Otilio Ulate, quiende acogida en su periódico a una tontería: a un desbordamiento tanfuera de tono como de lógica.

Clemente Marroquín Roxas

La Prensa Libre, 8 de marzo de 1935, p. 4.

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D. MARIO SANCHO Comenta los artículos

de don Clemente Marroquín Roxas

“¿Qué ha dicho usted que no sea verdad pura y desnuda y que antes no hayamos dicho nosotros?”

“Yo, señor Marroquín, todavía no peino canas y sin embargo alcancé a conocer una Costa Rica

muy distinta de esta de ahora”.“El burocratismo es el cáncer que nos devora”.

Cartago, 8 de marzo de 1935.Señor don Clemente Marroquín RoxasSan José.Muy señor mío:

Con mucho interés he leído sus artículos publicados en L aPrensa Libre bajo el epígrafe “Tras del Telón Radiante, la Miseria”, nosólo porque usted tuvo la amabilidad de incluirme entre las cuatropersonas a quienes ha dedicado especialmente esos artículos sinoporque, conocedor como soy de sus condiciones de hombre capaz yverídico, estaba seguro de hallar en ellos más de una observación jus-ta y provechosa sobre nuestro medio.

Los costarricenses aunque quisiéramos no podríamos negarque hemos vivido largo tiempo creyéndonos, a igual del famoso pre-ceptor de Cándido en el mejor de los mundos posibles dentro denuestra pequeña Costa Rica, pero ya comenzamos, a lo que parece, adespertar de tal pueril, optimismo y a sentir lo que se siente siempreque se ha dormido más de la cuenta y se ha abusado de un alcohol ode una droga, esto es la cabeza bastante adolorida y el paladar amar-goso y repugnado al solo recuerdo de aquello que la víspera no másconstituía su delicia. Tal es en efecto la actitud de espíritu en que nosencontramos hoy, roto ya el encanto a los golpes de la realidad. Nadiequiere seguir viviendo en eso que los ingleses llaman a fool’s paradise(un paraíso para tontos), oyéndose llamar ciudadano sin tacha de unpaís ejemplar rebosante de cultura, paz, moralidad, riqueza y cuantascosas buenas hay en el mundo cuando la verdad es que somos pobres,ignorantes, inmorales, atrasados, y seríamos también díscolos y re-voltosos lo mismo que nuestros hermanos de Centro América si nohubiéramos estado por tanto tiempo dormidos. A los costarricensesque de veras queremos nuestro país y deseamos para él mejores díasnos repugna y asquea hasta el grado de levantarnos el estómago enfranca náusea la bazofia de alabanzas extrañas interesadas en agra-darnos y de excesiva complacencia propia, con excepción, claro está,de uno que otro maestro de escuela dispuesto a revenirse de gustocuando algún viajero amable nos endilga desde las columnas del pe-riódico por la milésima y una vez los consabidos y resobados piropos

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de nación culta, pacífica, progresista, democrática, donde las eleccio-nes son químicamente puras y los distintos ramos de la administra-ción del Estado están en manos de los más capaces y de los más ho-norables, no obstante que todos aquí estamos –y ahora en víspera decampaña electoral más que nunca– en el secreto de que los partidospolíticos se forman en Costa Rica exclusivamente a base de colectasde dinero con el deliberado propósito de comprar los sufragios de unelectorado hambriento para rodear las apariencias de República a unaoligarquía que no oye en cuanto coge el mando más voz que la de loscafetaleros, pues que es la única que representa dentro de nuestra po-breza un poder económico, y no obstante también de que no pasa díaen que se hable de algún chanchullo o de algún cohecho de nuestrosfuncionarios públicos desde los más altos hasta los más bajos, porqueaquí la desmoralización no se limita, como pareciera desprenderse desus artículos, a los estratos ínfimos de la sociedad, sino que alcanzahasta a las capas superiores donde hacen figura y presumen de hono-rabilidad tal padre conscrito, tal jurista eminente, o al jefe de este yde aquel departamento de la Administración Pública.

Grande ha sido el empeño de la clase gobernante en mantenerbajo la influencia de falacias, boberías como aquellas que acabo de enu-merar y otras aún más falsas y risibles como la de la Sanidad y Asisten-cia Social, las cuales no sirven por lo común de otra cosa que de pretex-to al burocratismo más desenfrenado, y sobre todo, esa que usted apun-ta tan certeramente: la superstición del especialísimo interés que dicenprofesar a la Enseñanza nuestros gobiernos, aunque en el fondo todosestemos también convencidos de que nuestros colegios y escuelas, porculpa de la politiquería y del favoritismo que presiden en su organiza-ción, no están integrados en la mayoría de los casos con los mejores ele-mentos sino con individuos incapaces de obtener un modus vivendi enotros campos, llegados al de la enseñanza de arribada forzosa, sin voca-ción y sin más méritos que haber andado en las plazas de los pueblosazotando el aire con sus gritos y sus discursos de propaganda electorera.

Esos inválidos mentales es natural que se encuentren bien ha-llados con las deficiencias de nuestros colegios y escuelas, sea porqueno las echan de ver o porque miren con perezoso recelo cualquier re-forma de sus métodos y programas que pudiera demandarles más es-fuerzo y más preparación. Es también natural que chillen y protestenen cuanto se habla de corregir defectos e imponer mejoras. Entreellos recluta la clase gobernante sus aliados más sumisos y los quemejor la ayudan en su empeño de que el pueblo costarricense noabandone jamás su boyuno sometimiento y su ingenua conformidadcon el desorden constituido.

Nada tiene pues de raro que de allí haya partido la protestacontra usted y la solicitud de su expulsión al Ejecutivo por el delitograve de no haber usted venido a bailarnos el agua a los costarricen-ses y de no haber querido acreditarse de adulón e insincero, ya que supermanencia entre nosotros ha sido lo bastante larga para que ustedno pueda alegar ignorancia de las cosas que la benevolencia diplomá-tica o la amabilidad en tránsito dejan ver, bien por falta de tiempo obien por exceso de cortesía.

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No haga usted caso de esos desplantes, señor Marroquín, ycréame que si yo los traigo a cuento es únicamente porque, en micondición de compatriota y colega de ese señor Rivera, me sientoapenado de su poco hidalgo comportamiento. Ese visitador de escue-las probablemente jamás se ha atrevido a protestar de nada, pero nisiquiera de aquello que de más cerca le atañe (una promoción injustao la destitución arbitraria de algún compañero, por ejemplo), peroahora encuentra fácil, escudado en un patriotismo de gran parada,acusarle a usted –guatemalteco honorable que no le está comiendode balde a ningún costarricense el pan amargo del destierro–, de ex-tranjero pernicioso, sólo porque se ha interesado sinceramente enobservar las insuficiencias de nuestras instituciones y los inconve-nientes de nuestras costumbres.

¿Qué ha dicho usted que no sea la verdad pura y desnuda y queantes no hayamos dicho nosotros? ¿Es acaso calumnia decir que elcostarricense es el más incapaz de los americanos para ganarse la vi-da? ¿O que el comercio y la agricultura en grande de este país estánen manos de extranjeros? ¿Por ventura ignorábamos los costarricen-ses estas cosas?

Yo, señor Marroquín, todavía no peino canas y sin embargo al-cancé en mi niñez a conocer una Costa Rica muy distinta de esta queahora en que casi todos sus hijos lo esperamos todo del Estado, unaCosta Rica formada por varones valientes, activos y emprendedores, co-mo Vicente y Ramón Aguilar, Francisco Peralta, Aniceto Esquivel,Braulio Morales, Alejo Jiménez Cervantes, en la agricultura y en labanca, y Juan Hernández y Juan y José Ramón Rojas Troyo en el co-mercio. Entonces aquí como en otros países los hombres peleaban porlo que se ha llamado un puesto al sol, no como hoy que luchamos, si esque tal cosa puede llamarse lucha, por un puesto a la sombra, un em-pleo de gobierno que nos permita estar tranquilos en el fondo penum-broso de una oficina pública sin mayores trabajos ni preocupaciones.

El burocratismo es el cáncer que nos devora, y nuestros go-biernos durante 30 años lo han ido fomentando, no precisamenteobligados por las necesidades del desarrollo del país, sino por aumen-tar y mantener la clientela política que aquí sirve de comparsa en lasmascaradas electorales y ayuda a darle al país esa falsa fisonomía de-mocrática de que se ufanan tanto nuestros actuales dirigentes. Nin-guno de esos gobiernos se ha ocupado nunca seriamente de combatirel mal burocrático canalizando las fuerzas vivas de la nación, existen-tes y activas en los tiempos a que hemos hecho referencia, y empu-jándolos por nuevos cauces a la colonización del territorio y al apro-vechamiento de sus recursos.

Esto mismo que ahora dice usted y que ha movido en su contrala solicitud de expulsión de ese visitador de escuelas, lo había dicho yahace algunos años el Doctor Ferraz, un maestro de verdad y granamigo de Costa Rica además, a pesar de que tampoco había nacido enella. “Se habla por todas partes de la florida juventud en quien se fun-dan todas las esperanzas, y se les cierran todas las carreras, menos lade l e t r a d o , y eso que las letras son plaga de esta sociedad y cría de pa-rásitos de oficina en sentir de autorizados pedagogos”.

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147El telón descorrido: Clemente Marroquín Rojas y Mario Sancho en la Costa Rica de 1935

Pero estos nuestros olímpicos directores que se llaman a sí mis-mos hombres de Estado en vez de atender tan sabias admoniciones yde sacar a la juventud de estas incipientes y adormiladas ciudadesnuestras donde vegeta, y dirigirla hacia los campos de la agricultura yde la industria, se han contentado con mantener abiertas dos escuelassuperiores: la una presidida por el signo de la espátula y del almirez, yla otra por el de las balanzas de Tennis. En aquella se preparan botica-rios y en esta otra se gradúan nuestros jóvenes, como se graduaronantes nuestros próceres de la chicana, de maestros en las ingeniosida-des del Procedimiento. También tiene el país una Escuela de Agricul-tura en la oreja de la capital con cuatro palmos de tierra donde pue-den experimentar los cuatro muchachos que a ella asisten no tantocon la idea de aprender la teoría agrícola como con la de sacar un títu-lo de agrónomo que les autorice acogerse, eso también, al descansadoy umbroso cobertizo del Presupuesto. Más, aun conociendo como co-nocemos a nuestros hombres de gobierno y su acentuada proclividadal simulacro, no les creemos capaces de ufanarse mucho de esta es-cuela, por tanto no diremos más de ella ni de la de Artes y Oficios quetambién debieran haber organizado desde hace mucho tiempo en vezde cargársela a la espalda a los Padres Salesianos de Cartago.

Ya ve usted, señor Marroquín, que sus escritos nada tienen detemerarios y que más bien están sustentados en la observación serenade los hechos. No veo pues cómo pueda nadie que no sea un maestrode escuela servil, pedir que se le destierre a usted por decir lisa y lla-namente la verdad, cuando si alguna cosa hay que observar a sus artí-culos es que se han quedado cortos ya que usted se ha limitado a se-ñalar el mal sin preguntarse donde se origina ni meterse a averiguarlas responsabilidades que de él se derivan. Algo creo haberle dicho enesta carta de lo que considero el origen de nuestras enfermedades so-ciales, y respecto a las responsabilidades pienso que todas deben car-garse a nuestros dirigentes monopolizadores del Poder. Ellos hanconvertido a la Costa Rica limpia, activa y honesta de nuestros padresen un país en que abunda el cagatinta y el impostor.

Le felicito señor Marroquín, por su labor valiente y le estrechocordialmente la mano.

Mario Sancho

La Prensa Libre, 9 de marzo de 1935, pp. 1-2.