El Sagrado Corazó n de Jesús y SANTA FAUSTINA KOWALSKA · 2014-09-28 · El Sagrado Corazó n de...

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SANTA FAUSTINA KOWALSKA POLONIA, SIGLO XX El Sagrado Corazón de Jesús y La práctica más reciente, ligada al culto al Sagrado Corazón, es la devoción al ícono del Amor Misericordioso, nacido gracias a las apariciones del Señor a la religiosa polaca Santa Faustina Kowalska. Jesús se apareció el 22 de febrero de 1931. Tenía la mano derecha en señal de bendición y con la izquierda indicaba su propio Corazón, del cual salían dos rayos. Uno era de color pálido y el otro, rojo. Estos rayos significaban el Agua y la Sangre derramados de su costado por la lanza recibida en la Cruz. Simbolizan la virtud purificadora del Bautismo y de la Confesión y la virtud regeneradora de la Eucaristía. stas fueron las palabras de Jesús a Sor Faustina: “Deseo que esta imagen sea vene- rada en el mundo entero. Prometo que el alma que dará culto a esta imagen no se condenará. Le prometo además, la victoria sobre sus enemigos, ya en la tierra, pero especialmente en la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé para mi gloria”. Jesús mismo explicó así el significado de esta devoción: “hija mía, di que yo soy el Amor y la Misericordia en persona. La llaga de mi Corazón es la fuente de la Misericorida ilimitada. Di a las almas que yo les doy como escudo mi Misericordia; por ellas combato, afrontando la justa cólera de mi Padre. […] Hija Mía, di a la humanidad sufriente que se abrace a la Misericordia de mi Corazón y yo la colmaré de paz. […]. Las almas perecen, a pesar de mi dolorosa Pasión. Les concedo la última tabla de salvación, es decir, la fiesta de mi Misericordia. […]. Este ícono es un signo para los últimos tiempos, luego de los cuales vendrá el día de la justicia”. Junto a su infinita Misericordia, el Señor mostró también a Sor Faustina el infierno: “hoy, bajo la guía de un ángel, he estado en los abismos del infierno. Es un lugar de grandes tormentos a lo largo de toda su extensión espan- tosamente grande. Estas son las muchas penas que he visto: la primera pena, aquella que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; la segunda , los continuos remordimientos de conciencia; la tercera , el conocimiento que esa situación nunca cambiará; la cuarta pena es el fuego que penetra en el alma pero no la destruye; es una pena terrible: es un fuego puramente espiritual encendido por la ira de Dios; la quinta pena es la oscuridad continua, un horrible hedor sofocante y, aunque haya oscuridad, los demonios y las almas condenadas se ven entre sí y ven todo el mal de los otros y el propio; la sexta pena es la compañía constante de Satán; la séptima pena es la tremenda desesperación, el odio hacia Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Sepa el pecador que con el sentido con el cual peca será torturado por toda la eternidad. Escribo esto por mandato de Dios para que ninguna alma se excuse diciendo que el infierno no existe, o que ninguno ha estado allí y que nin- guno sabe cómo sea. Yo, sor Faustina, por man- dato de Dios he estado en los abismos del infierno con el fin de narrarlo a las almas y dar testimonio que el infierno existe. Aquello que he escrito es una pálida sombra de las cosas que he visto”. E © 2006, Edizioni San Clemente Jesús a Santa Faustina: “Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; recita por él la corona que te he enseñado”. Cuando comencé a recitar la corona, vi a aquel moribundo entre tormentos y luchas atroces. El Ángel de la Guarda lo defendía, sin embargo, era impotente ante la gran miseria de aquella alma. Una multitud de demonios estaba a la espera de aquella alma, pero mientras yo recitaba la corona ví a Jesús igual a la imagen pintada. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envol- vieron al enfermo y las potencias de las tinieblas huyeron, no sin provocar un gran ruido. El enfermo expiró serenamente. Cuando entré nuevamente en mí comprendí que esta corona es importante junto a los moribundos, ella aplaca la ira de Dios”. Santa Faustina escribe que “durante la Santa Misa, en la cual Jesús está expuesto en el Santísimo Sacramento, antes de la Santa Comunión, vi dos rayos que salían de la Hostia, tal cual están pintados en esta ima- gen: uno rojo y el otro, pálido”. Jesús a Santa Faustina: “Hija mía, escribe estas palabras: todas las almas que adorarán mi Misericordia y difundirán el culto, exhortando a otras almas a la confianza en mi Misericordia, estas almas no temerán en la hora de la muerte. Mi Misericordia las protegerá en aquella última lucha... Hija mía, exhorta a las almas a recitar la corona que te he dado. Para la oración de esta corona me gusta conceder todo aquello que me pedirán”. CORONA DE LA DIVINA MISERICORDIA Jesús a Santa Faustina: «esta oración sirve para aplacar mi ira. La recitarás durante nueve días con la común corona del Rosario del siguiente modo: Primero, recitarás el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. Luego, en las cuentas del Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Eterno Padre, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu dilectísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, en expia- ción de nuestros pecados y de los del mundo entero. En las cuentas del Ave Maria recitarás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Finalmente recitarás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal: ten piedad de nosotros y del mundo entero. Juan Pablo II instituyó en el año 2000 la fiesta litúrgica de la Divina Misericordia para que sea celebrada cada año, el primer domingo después de la Pascua. Santuario de la Divina Misericordia, Cracovia

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SANTA FAUSTINA KOWALSKA POLONIA, SIGLO XX

El Sagrado Corazón de Jesús y

La práctica más reciente,ligada al culto al SagradoCorazón, es la devoción alícono del Amor Misericordioso,nacido gracias a las aparicionesdel Señor a la religiosa polacaSanta Faustina Kowalska. Jesússe apareció el 22 de febrero de1931. Tenía la mano derechaen señal de bendición y con laizquierda indicaba su propioCorazón, del cual salían dosrayos. Uno era de color pálidoy el otro, rojo. Estos rayossignificaban el Agua y laSangre derramados de su costado por la lanza recibidaen la Cruz. Simbolizan la virtudpurificadora del Bautismo yde la Confesión y la virtudregeneradora de la Eucaristía.

stas fueron las palabras de Jesús a SorFaustina: “Deseo que esta imagen sea vene-rada en el mundo entero. Prometo que el

alma que dará culto a esta imagen no se condenará.Le prometo además, la victoria sobre sus enemigos,ya en la tierra, pero especialmente en la hora de lamuerte. Yo mismo la defenderé para mi gloria”.Jesús mismo explicó así el significado de estadevoción: “hija mía, di que yo soy el Amor y laMisericordia en persona. La llaga de mi Corazónes la fuente de la Misericorida ilimitada. Di a las almas que yo les doy como escudo miMisericordia; por ellas combato, afrontando lajusta cólera de mi Padre. […] Hija Mía, di a la humanidad sufriente que se abrace a laMisericordia de mi Corazón y yo la colmaré depaz. […]. Las almas perecen, a pesar de mi dolorosa Pasión. Les concedo la última tabla de

salvación, es decir, la fiesta de mi Misericordia.[…]. Este ícono es un signo para los últimostiempos, luego de los cuales vendrá el día de la justicia”.

Junto a su infinita Misericordia, el Señormostró también a Sor Faustina el infierno: “hoy, bajo la guía de un ángel, he estado en losabismos del infierno. Es un lugar de grandestormentos a lo largo de toda su extensión espan-tosamente grande. Estas son las muchas penasque he visto: la primera pena, aquella queconstituye el infierno, es la pérdida de Dios; la segunda, los continuos remordimientos deconciencia; la tercera, el conocimiento que esasituación nunca cambiará; la cuarta pena es elfuego que penetra en el alma pero no la destruye; es una pena terrible: es un fuego

puramente espiritual encendido por la ira de Dios;la quinta pena es la oscuridad continua, un horriblehedor sofocante y, aunque haya oscuridad, losdemonios y las almas condenadas se ven entre síy ven todo el mal de los otros y el propio; la sextapena es la compañía constante de Satán; la séptima pena es la tremenda desesperación, elodio hacia Dios, las imprecaciones, las maldiciones,las blasfemias. Sepa el pecador que con el sentidocon el cual peca será torturado por toda la eternidad.Escribo esto por mandato de Dios para que ninguna alma se excuse diciendo que el infiernono existe, o que ninguno ha estado allí y que nin-guno sabe cómo sea. Yo, sor Faustina, por man-dato de Dios he estado en los abismos del infiernocon el fin de narrarlo a las almas y dar testimonioque el infierno existe. Aquello que he escrito esuna pálida sombra de las cosas que he visto”.

E

© 2006, Edizioni San Clemente

Jesús a Santa Faustina: “Hija Mía,ayúdame a salvar a un pecador agonizante; recita por él la coronaque te he enseñado”. Cuandocomencé a recitar la corona, vi aaquel moribundo entre tormentos y luchas atroces. El Ángel de laGuarda lo defendía, sin embargo,era impotente ante la gran miseriade aquella alma. Una multitud dedemonios estaba a la espera deaquella alma, pero mientras yo recitaba la corona ví a Jesús igual a la imagen pintada. Los rayos quesalieron del Corazón de Jesús envol-vieron al enfermo y las potencias de las tinieblas huyeron, no sin provocar un gran ruido. El enfermoexpiró serenamente. Cuando entrénuevamente en mí comprendí queesta corona es importante junto a los moribundos, ella aplaca la irade Dios”.

Santa Faustina escribe que“durante la Santa Misa, en lacual Jesús está expuesto en elSantísimo Sacramento, antes dela Santa Comunión, vi dosrayos que salían de la Hostia, talcual están pintados en esta ima-gen: uno rojo y el otro, pálido”.

Jesús a Santa Faustina: “Hijamía, escribe estas palabras:

todas las almas que adorarán miMisericordia y difundirán elculto, exhortando a otras almasa la confianza en miMisericordia, estas almas notemerán en la hora de lamuerte. Mi Misericordia lasprotegerá en aquella últimalucha... Hija mía, exhorta a lasalmas a recitar la corona que tehe dado. Para la oración de estacorona me gusta conceder todoaquello que me pedirán”.

CORONA DE LA DIVINA MISERICORDIA

Jesús a Santa Faustina: «esta oración sirve para aplacar mi ira. La recitarásdurante nueve días con la común corona del Rosario del siguiente modo:

Primero, recitarás el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo.

Luego, en las cuentas del Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Eterno Padre, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y laDivinidad de tu dilectísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, en expia-ción de nuestros pecados y de los del mundo entero.

En las cuentas del Ave Maria recitarás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Finalmente recitarás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal: ten piedad de nosotros y delmundo entero.

Juan Pablo II instituyó en el año2000 la fiesta litúrgica de laDivina Misericordia para que seacelebrada cada año, el primerdomingo después de la Pascua.

Santuario de la DivinaMisericordia, Cracovia