El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre...

43
EL ROMANTICISMO EN ARAGÓN (REALIDADES LITERARIAS E IDEALISMOS TARDÍOS) JOSÉ LUIS CALVO CARILLA Universidad de Zaragoza Introducción Si en sus manifestaciones nacionales de mayor entidad, una buena par- te de los estudiosos —a veces con excesivo ensañamiento— ha venido reduciendo cada vez más el romanticismo español a un modesto epifenó- meno, reflejo desleído del romanticismo europeo, ¿qué decir de nuestro romanticismo regional, tan circunstancial y contradictorio como el madri- leño, aunque todavía más anecdótico y extemporáneo? 1 . Los mismos 1 Las realidades del romanticismo en Aragón, así como su interpretación histórica y lite- raria, fueron ya fijadas por José-Carlos MAINER, especialmente en sus trabajos «Del romanticis- mo en Aragón: La Aurora (1839-1841)», en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, Madrid, Cátedra, 1983, II, pp. 303-315; «El romanticismo en Aragón», en Aurora EGIDO (coord.), La literatura en Aragón, Zaragoza, CAZAR, 1984, pp. 129-149, y «Literatura moderna y contemporánea», en AA. VV., Enciclopedia Temática de Aragón. Zaragoza, Moncayo, 1988, VII, pp. 226-280. Poco queda, pues, por añadir a unos estudios y a unas conclusiones que me parecen definitivos y que, lo mismo que sus precisiones metodológicas sobre el estudio de la cultura regional —en su osci- lación entre el particularismo y el provincianismo—, están implícitos en esta exposición (cf. «La invención de la literatura española», en José María ENGUITA y José-Carlos MAINER (eds.), Literaturas regionales en España, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1994, pp. 23-45). Por razones de extensión, he atendido preferentemente al cultivo de la poesía en la pri- mera mitad del siglo XIX. Como descubrirá el lector interesado, aun dentro de esta acotación queda pendiente la tarea de contabilizar definitivamente la nómina de aquellos amateurs acci- dentales de las musas, como también la de establecer el corpus de sus perentorias sublimida- des líricas. En compensación, espero que mi estudio de este periodo histórico haya evitado muchas de las esquematizaciones sobre las que advierte Leonardo ROMERO TOBAR en su indis- pensable Panorama del romanticismo español, Madrid, Castalia, 1994. Por otra parte, toma en consideración o, al menos, deja apuntadas algunas cuestiones que, como en el caso de los años que median entre 1808 y 1833, quizá merezcan una mayor atención crítica en el futuro. 71

Transcript of El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre...

Page 1: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

EL ROMANTICISMO EN ARAGÓN (REALIDADES LITERARIAS E IDEALISMOS TARDÍOS)

JOSÉ LUIS CALVO CARILLA

Universidad de Zaragoza

Introducción

Si en sus manifestaciones nacionales de mayor ent idad, una buena par­te de los es tud iosos — a veces con excesivo e n s a ñ a m i e n t o — ha v e n i d o r educ iendo cada vez más el romant ic ismo español a u n modes to epifenó­m e n o , reflejo desle ído del romant ic ismo e u r o p e o , ¿qué decir de nues t ro romanticismo regional, tan circunstancial y contradictor io como el madri­l e ñ o , a u n q u e todav ía más a n e c d ó t i c o y e x t e m p o r á n e o ? 1 . Los mi smos

1 Las realidades del romanticismo en Aragón, así como su interpretación histórica y lite­raria, fueron ya fijadas por José-Carlos MAINER, especialmente en sus trabajos «Del romanticis­mo en Aragón: La Aurora (1839-1841)», en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, Madrid, Cátedra, 1983, II, pp. 303-315; «El romanticismo en Aragón», en Aurora EGIDO (coord.), La literatura en Aragón, Zaragoza, CAZAR, 1984, pp. 129-149, y «Literatura moderna y contemporánea», en AA. VV., Enciclopedia Temática de Aragón. Zaragoza, Moncayo, 1988, VII, pp. 226-280. Poco queda, pues, por añadir a unos estudios y a unas conclusiones que me parecen definitivos y que, lo mismo que sus precisiones metodológicas sobre el estudio de la cultura regional — e n su osci­lación entre el particularismo y el provincianismo—, están implícitos en esta exposición (cf. «La invención de la literatura española», en José María ENGUITA y José-Carlos MAINER (eds.) , Literaturas regionales en España, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1994, pp. 23-45).

Por razones de extensión, he atendido preferentemente al cultivo de la poesía en la pri­mera mitad del siglo XIX. Como descubrirá el lector interesado, aun dentro de esta acotación queda pendiente la tarea de contabilizar definitivamente la nómina de aquellos amateurs acci­dentales de las musas, c o m o también la de establecer el corpus de sus perentorias sublimida­des líricas. En compensación, espero que mi estudio de este periodo histórico haya evitado muchas de las esquematizaciones sobre las que advierte Leonardo ROMERO TOBAR en su indis­pensable Panorama del romanticismo español, Madrid, Castalia, 1994. Por otra parte, toma en consideración o, al menos , deja apuntadas algunas cuest iones que, c o m o en el caso de los años que median entre 1808 y 1833, quizá merezcan una mayor atención crítica en el futuro.

71

Page 2: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

román t i cos n o p e n s a r o n o t ra cosa de sí mismos c u a n d o se dec id i e ron a re f lex ionar sobre sus p rop ias c reac iones . A la a l tu ra de 1845, Mar t ínez Villergas n o pod ía ser más tajante: «Cuando decimos que la Francia está más a d e l a n t a d a q u e la España, n o q u e r e m o s deci r que lo esté más bajo éste o aquel p u n t o de vista, sino bajo cualquiera que se la considere (...). Lo que falta a La conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa para llegar a La Torre de Nesle de Alejandro Dumas, lo que falta a Zorrilla para llegar a Arago , a Ca rn i ce r p a r a l legar a Aube r t , a Ga l i ano pa ra l legar a Th ie r s , a M a z a r r e d o p a r a l legar a B u g e a u d , a la Cibeles p a r a l legar al Arco de la Estrella, a Madr id pa ra llegar a París, falta a la España pa ra llegar a la Francia» 2 . Y a u n o de los más representativos de las letras de la tierra —el fundador de La Aurora y luego rector de la Universidad zaragozana—, no se le caía la toga al confesar en el p ró logo a la recopilación de sus Poesías q u e « . . .aunque yo p r e s u m o p o c o de esta colección, la verdad es q u e n o hay muchas de algún precio en la l i teratura aragonesa, si se exceptúan las pós tumas de los Argensola». Para Borao , ni s iquiera la musa ba r roca de poetas c o m o José Navarro, José Tafalla y Negrete , Matías Aguirre o Vicen­te Sánchez tenía otra cosa de b u e n o que «algunos discreteos y juegos feli­ces de frase, propios de la época, y tan mal chiste que responde a aquella jovialidad inagotable del siglo XVII, fundada pr incipalmente en la exagera­ción». Aunque , como he anticipado, tampoco era más complaciente al juz­gar el pobre pano rama que veía a su alrededor:

En nuestros días escribió bien aunque poco el jurisconsulto D. Fran­cisco del Plano, pero no se halla reunido. Príncipe dio a la luz una colec­ción, pero no le valió el crédito de sus Fábulas; Serrano ha dado otra, pero es en Zaragoza apenas conocida y se considera como madrileña 3.

No insistiré en las justif icaciones con que viene p resen tada cua lquier en t r ega de nues t ros vates regionales: la poesía es el p r o d u c t o de ocios o veleidades juveniles, de compromisos sociales de circunstancias y de reque-

La recopilación de Juan DOMÍNGUEZ LASIERRA, La literatura en Aragón. Fuentes para una his­toria literaria, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1991 —avanzada en entregas des­de 1989 en las páginas de la revista Turia— constituye una inestimable ayuda bibliográfica para el estudio del romanticismo aragonés. A ella remito —y, más concretamente, a los capí­tulos dedicados a los distintos géneros literarios— para aliviar la prolijidad de estas ya de por sí apretadas notas a pie de página.

Por último, quiero dejar constancia de mi agradecimiento a Teresa Claramunt y a Anita Fabiani, qu ienes me han h e c h o partícipe de sus fel ices hallazgos de obras de Braulio Foz dadas hasta ahora por perdidas; a Manuel López Dueso, por enviarme una copia de los Ocios Poéticos de Antonio Puicercús; y a Esther Ortas, a José Ángel Sánchez y a Juan Carlos Ara, por haber puesto a mi disposición sus investigaciones recientes, algunas de ellas inéditas o en curso de publicación.

2 Los políticos en camisa, historia de muchas historias escrita por J.(uan) M.(artínez) V.(illergas) y un jesuita, Madrid, Imprenta del Siglo, 1845-1846, I, pp. 138-139.

3 Prólogo, pp. 6-7.

72

Page 3: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

r imientos de amigos. Esta pobreza de resultados es lo p r imero que salta a la vista. A la h o r a de establecer u n a visión panorámica , la novela o el tea­tro tampoco se salvan de estas mismas limitaciones.

Desde esta consideración general , paso a cont inuación a destacar algu­nos picos de sierra de esta superficie achatada y desértica que constituyen las realidades literarias del Aragón de la pr imera mitad del siglo XIX. Anti­ciparé también la paradoja que anunc ia el t í tulo de esta ponenc ia , y a la que volveré en unas reflexiones epilogales: sobre estas poco boyantes reali­dades literarias se construi rá desde mediados de siglo hasta nuest ros días u n a compleja mitificación, suma de nostalgias y a l imento de las necesida­des del presente .

Los primeros síntomas de una nueva sensibilidad

Cierto que hubo escritores que, en palabras de Jean Louis Picoche, «olfa­tearon» la nueva orientación literaria que traían los tiempos 4 . Pero ése no es el caso del prolífico y tan reaccionario como belicoso magistrado Rafael José de Crespo (Alfajarín, 1779-1842), cuyo Don Papis de Bobadilla enlaza con las numerosas imitaciones que tuvo que padecer la gran obra cervantina a lo largo del siglo XVIII5. La producción poética de Rafael José Crespo confirma al excelente escritor que hay en él aunque, dadas sus posiciones ideológicas y estéticas de partida, tampoco de su poesía podía esperarse otra cosa que la prolongación del rancio didactismo de su novela. Para aligerarla, p o d ó de sus páginas un centón de epigramas —«breves, honestos, rápidos, inespera­dos y fuertes»—, a los que dio vida exenta en sus Poesías epigramatarias, anto­logía a la vez de «la flor de lo más delicado y gracioso que en esta parte ha producido el espíritu humano , ya en lenguas antiguas, ya en modernas» 6 . La fábula como fórmula didáctico-satírica había tentado también a este escritor fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrol lar su facultad observadora y ade lantar progres ivamente su

4 «¿Existe el romanticismo español ?», Iris, 2 (1981), pp. 113-161. 5 Don Papis de Bobadilla o crítica de la seudo-filosofía, 6 vols., Zaragoza, Polo y Monge ,

1829. Para el estado de la cuestión biográfica y bibliográfica (de y sobre) Crespo, cf. José-Car­los MAINER, «Rafael José de Crespo (1779-1842) o el epígono», en Letras aragonesas (siglos XIX y XX), Zaragoza, Oroel, 1989, pp. 13-38.

6 Zaragoza, 1827. Según confiesa en su dedicatoria a Calomarde, Crespo ya había ensa­yado con anterioridad el género de Marcial, dado que «en 1814 publiqué un volumen» (ibíd., p. 47). No conocemos hoy esta primera colección, como tampoco otras obras del magistrado, aunque quizás puedan aparecer con el t iempo, pese a que, c o m o recordaba Borao, la «mag­nífica biblioteca» que poseía ya «se había disipado» a poco de su muerte («Memoria histórica sobre la Universidad de Zaragoza», en Opúsculos literarios, Zaragoza, Impr. y Lit. de Mariano Peiró, 1853, p. 138).

73

Page 4: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

razón». En la estela ilustrada —y par t icu larmente iriartiana—, sus Fábulas morales y literarias reclaman para sí una utilidad para el hombre moderno , en la creencia, compart ida con otros escritores, de que aventajan a la historia y en interés se sitúan «a la par de las novelas» 7.

Llama la atención, sin embargo, su Poética en verso, en la cual demues­tra tal familiaridad con el romanticismo, que llega al ext remo de tenerlo en cuenta cons tan temente como referencia de su horaciana admonic ión . No obstante, ni la intención ni el sentido p re tend ían en m o d o alguno comul­gar con la nueva estética. Todo lo contrario: aunque los tratados de Blair y de Bat teaux pud i e ron contr ibuir a flexibilizar sus férreos p lan teamientos del pasado, la Poética de Crespo estaba dirigida a demostrar que todo, inclu­so los más m o d e r n o s furores del t rance c reador o la exaltación del yo de los «modernos campeones», estaba ya con ten ido y o r d e n a d o en las reglas que el aragonés se aplicaba condescendientemente a desmenuzar 8 .

Algo parec ido p u e d e decirse de José Mor de Fuentes (Monzón, 1762-1848) quien , pese a escribir —lo mismo que Crespo— b u e n a par te de su obra en el nuevo siglo, seguiría m i r ando hacia el pasado e incluso, como en su vil larroeliano Bosquejillo (1836), l legaría a tomar par t ido cont ra los «ingeniazos modernos» , y aun a enemistarse por esta causa con los redac­tores de El Vapor9. Pe ro , c o m o h o m b r e inqu ie to y curioso de su t i empo , estuvo do tado de un envidiable talante receptivo hacia lo mode rno , virtud que , j u n t o con la de la p r o b a d a elasticidad de su musa, lo convier ten en u n escritor de transición con una sintonía, cuando menos lateral, hacia la sensibilidad romántica. En cualquier caso, se trata de una evolución mode­rada y zigzagueante, que tiene como pr imer ja lón el de sus Poesías varias10, con poemas , c o m o el t i tulado «La noche» , empapados de la misma senti-menta l idad ilustrada de Meléndez o de Lista. Significativa es también, en este sentido, su t raducción de las poesías de Horacio , po r cuanto implica­ba u n a inequívoca declaración de fidelidad11.

7 Zaragoza, Impr. de Luis Cueto, 1820: «A quien leyere», p. 4. 8 En este sentido, puede incluirse sin violencia dentro de los parámetros trazados por

Leonardo ROMERO TOBAR para las poéticas de la primera mitad del X I X , por cuanto, c o m o otras muchas que estudia, en el f ondo se fundamenta «en el principio inalterable de las reglas y los mode los en el arte literario» («La poética de Braulio Foz en el marco de la pre­ceptiva literaria contemporánea», en Homenaje a Braulio Foz. Cuadernos de Estudios Borjanos, XV-XVI (1985), p. 124).

9 Las polémicas que sostuvo Mor en la prensa romántica catalana pueden seguirse aho­ra en las pp. 419-426 del libro de Jesús CÁSEDA TERESA, Vida y obra de D. José Mor de Fuentes (Monzón, Centro de Estudios de Monzón y Cinca Medio, 1994), concienzuda investigación bio-bibliográfica que abre el camino a las necesarias incursiones futuras sobre la obra literaria.

1 0 Madrid, Imprenta Real, 1796. 1 1 «Felice yo si con cabal juicio / Tus raras excelencias acendrando, / En ti un modelo

a combinar atino / De afectos, de invención y de lenguaje...» (Las poesías de Horacio, con un comentario crítico en castellano por... Madrid, Oficina de Cano, 1798, p. VIII). Aunque, por otra parte, el poema introductorio a sus traducciones de Tácito y Salustio —Ensayo de traducciones

74

Page 5: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

Su obra lírica poster ior refleja esa inqu ie tud hacia las novedades y esa misma pasión lingüística que había demost rado en sus traducciones. En el largo p o e m a Las Estaciones12 reconoce haberse fijado en «el ingenio de pri­mera j e ra rqu ía en esta carrera», el «estacionista por excelencia, el célebre Thompson» , quien , j u n t o con el zapatero Bloomfield y Kleist («La prima­vera»), constituyen las referencias extranjeras de esta imitación estacional. Pero Mor no p u e d e prescindir de Horacio y de los Argensola; se considera sucesor del p o e m a «Selvas al año» de su paisano Gracián, de quien aprue­ba su clasicismo y, como b u e n ilustrado, r ep rueba sus metáforas barrocas; Quin tana «le aconseja utilizar para lo descriptivo la silva, en vez del roman­ce heroico o endecasilábico...». Los tres cantos de Las Estaciones responde­rían a esta mescolanza imitativa, si n o fuera p o r q u e su «Canto II» —subti­tulado «Épica americanista»— quedaba al terado en su p o e m a final, «Estra­gos de la gue r r a» . Con él i r r u m p í a m o m e n t á n e a m e n t e u n c ie r to furor románt ico en u n libro que , según había ant ic ipado Mor, debía caracteri­zarse por «la universalidad del plan y el esmero , o sea n imiedad, con que procede a su execución» 1 3 .

Al frente de las Poesías de D. José Mor de Fuentes en varios idiomas —publi­cadas en 1826 y re impresas en Burdeos en 1833—, colocaba la s iguiente «Advertencia»:

Aunque el Autor tiene trabajadas otras muchas composiciones en diferentes idiomas, se publican tan sólo las siguientes, por vía de muestra.

(...)

Manifiesta además sin rebozo haber incurrido en la temeridad de emprender una Oda en alemán, intitulada Das Vaterland («La Patria»), y el Rasgo Heroico, en griego, a la Grecia Moderna; pero entrambos par­tos, o tal vez abortos, le han parecido, al retocarlos, tan sumamente escasos e imperfectos, que a pesar de los halagüeños estímulos del amor propio, no ha podido avenirse a imprimirlos.

que comprende La Germania, El Agrícola y vanos trozos de Tácito, con algunos de Salustio, un discurso preliminar y una epístola a Tácito, por D. José Mor de Fuentes y D. Diego Clemencín, Madrid, Oficina de D. Benito Cano, 1798—, parecía hacer profesión de fe moderna, apoyada, desde luego, en la clasicidad:

Quando mi pluma varonil rasguea Con felice pujanza los conceptos Que brotan en mi osada fantasía A Ti, Escritor augusto, a Ti lo debo; Y a Ti debo también la gallardía Con que en mis partos a menudo invento Nuevas formas, de críticos idiotas Teniendo en nada los reparos necios.

(V-VI) 1 2 Lérida, Impr. de Corominas, 1819. 1 3 P . 3 .

75

Page 6: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Y, en efecto, Mor se mueve con soltura en italiano, en francés, en inglés y en latín, aunque es en su propia lengua d o n d e confiesa manifestarse con más p u d o r y autocensura. Con todo, será su p o e m a «A Zaragoza en el pri­m e r Sitio» el que most rará unos registros más acordes con la subl imidad del t ema elegido. Más tardío, Parangón Heroico está compues to por cantos patrióticos a Extremadura, Asturias, Alcalá y Aragón (este últ imo, significa­t ivamente encabezado por unos versos de Meléndez Valdés) 1 4 . Con todo , t a n t o el Parangón c o m o su e x t e n s o p o e m a d e c i r cuns t anc i a s Isabel II —publicado como libro en Barcelona, en 1843, y en cuya por tada y página final ano tó Menéndez Pelayo: «abominable poesía de Mor de Fuentes»— ofrecen la i m a g e n de u n p o e t a ya a n c i a n o q u e , sin e m b a r g o , p r e t e n d e a c o m o d a r s e a las nuevas rea l idades l i terarias acep tadas p o r la soc iedad burguesa, por más que no termine n u n c a de conseguirlo.

Una guerra romántica (la musa popular y el héroe ocioso)

Mucho menos podía esperarse del padre Basilio Boggiero (Celle, Geno­va, 1752-Zaragoza, 1809), cuyo proyectado Plan de educación estaba anima­do por el propósi to de elevar, contra la perniciosa construcción del pensa­miento de Rousseau, «otro edificio enfrente para quitarle las luces». Quien t e rmina r í a sus días fusilado p o r los franceses p o r n o dejar de a len ta r el patriotismo de los zaragozanos después de la capitulación del pr imer Sitio, n o t ras ladó esa exa l tada an imos idad a su p r o d u c c i ó n lírica. Sus Poesías, publicadas pós tumamen te , con t i enen anacreónt icas , endechas , églogas y canciones, con algunos motivos tomados de la actualidad local más inme­dia ta ( c o m o su Canc ión II, «Con mot ivo de l t e r r e m o t o q u e se sintió en Zaragoza el día 16 de febrero de 1804», o la Canción III, «Al incendio del Coliseo de Zaragoza») 1 5 .

Sin embargo , y pese a que n o podamos hablar de actitudes propiamen­te románt icas hasta la apar ic ión de los h o m b r e s vinculados al semanar io La Aurora16, quizás haya que apelar a ese «romanticismo vital» que proba-

1 4 Barcelona, Imprenta de A. Berdeguer, 1845. El poema «Aragón» se encuentra en las pp. 15-28.

1 5 Madrid, Imprenta de don M. de Burgos, 1817. Boggiero tradujo también En defensa de la religión y los Pensamientos de Pascal (cf. A. PASTOR BELTRÁN, LOS Escolapios y los Sitios de Zaragoza. Biografía del P. Boggiero, Zaragoza, 1959).

1 6 T a m p o c o el poe ta boltañés Antonio Puicercús del Campo y Portella escapa a esta provisional generalización. Puicercús, abogado y luego diputado a Cortes por Boltaña, al que he conocido gracias a la amabilidad de Manuel López Dueso, redacta una buena parte de sus inéditos Ocios Poéticos (Archivo Histórico Provincial de Huesca, sección «Joaquín Costa», Caja 116, carpeta 11120) antes de 1819, con poemas inspirados en los acontecimientos bélicos. Sin embargo, ni siquiera sus versos más encendidos logran sobrepasar las convenciones de la poesía cívica dieciochesca.

76

Page 7: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

b lemen te n u n c a q u e d ó reflejado en las creaciones literarias: el que escri­b ie ron con la sangre de sus propias venas tantos hé roes conocidos (pero t a m b i é n t a n t o s h o m b r e s y mu je re s a n ó n i m o s e n c e n d i d o s p o r igual o mayor carga de exaltación y de heroicidad) en la resistencia contra el inva­sor francés y luego contra la tiranía fernandina.

Es innegable que vivían y luchaban románt i camente y que ya entonces pud ie ron auscultar, al menos en alguna medida, el romant ic ismo foráneo a través d e los e jérc i tos q u e l u c h a b a n e n la p e n í n s u l a 1 7 . Po r lo q u e si, c o m o se ha d icho , quizá n o tuvieron la necesar ia t ranqui l idad espiri tual pa ra p lasmar a r t í s t i camente sus vivencias (po r poca q u e neces i ta ra u n a escr i tura a expensas de los r e p e n t i n o s impulsos del e sp í r i tu ) , t a m p o c o tenemos hoy la certeza absoluta de que esa exaltación no quedase plasma­d a e n a lguna o b r a l i teraria, s iquiera fuera ésta d e emergencia18. Pa ra esta tarea pend ien te p u e d e n servir como pautado las incursiones que se vienen sucediendo en la actividad teatral sobre la que, tras los pasos de Cotarelo y Mori, ha pod ido reunirse u n corpus de obras de resistencia es t renadas en estas adversas c i rcunstancias 1 9 . De inspiración dieciochesca —con algo o m u c h o q u e ver con la t ragedia i lus t rada—, u n a p a r t e de estas piezas, a veces p r o t a g o n i z a d a s p o r el pueblo mudo, tuvo c o m o insp i rac ión gestas colectivas, escenar ios o personajes a ragoneses . Ése es el caso del t ea t ro pol í t ico de Gaspar Zavala y Zamora , con obras c o m o Aragón restaurado por la virtud de sus hijos ( e s t r e n a d a en agos to d e 1808) , Los Patriotas de Aragón ( en s e p t i e m b r e ) y su c o n t i n u a c i ó n , El Bombeo de Zaragoza ( en noviembre de ese mismo a ñ o ) , todas ellas varias veces re impresas en dis­tintas ciudades. . . 2 0 .

A u n q u e la r e l ac ión dista m u c h o todavía de ser comple t a , es lo sufi­c ientemente representativa, ya que n o de una concepción dramática nove-

1 7 Cf. Leonardo ROMERO TOBAR, op. cit., p. 86.

1 8 Cf. las referencias que proporciona el breve artículo de Juan Antonio DUEÑAS LABA-RIAS, «La prensa durante los Sitios de Zaragoza», en Premio Los Sitios de Zaragoza, Zaragoza, 1987, pp. 93-96. También Ana María FREIRE LÓPEZ, pese a que n o ha tomado en considera­ción fuentes periódicas aragonesas (Poesía popular durante la Guerra de la Independencia españo­la, London, Grant & Cutler, 1993).

1 9 Tarea en la que se ha visto secundado por Phillip ROGERS, David T. GIES, GIL NOVA­LES, Francisco LAFARGA O Guillermo CARNERO (cf. de este últ imo estudioso «Un ejemplo de teatro revolucionario en la España napoleónica», España Contemporánea, I, 2 (1988) , pp. 49-66; y Ermanno CALDERA (ed.) , Teatro politico spagnolo del primo ottocento, Roma, Bulzoni, 1991).

2 0 Otros títulos son: El héroe zaragozano (1809) , de Josef SÁNCHEZ RENDÓN, compuesta para glorificar la figura de Palafox; La noche de Zaragoza. Comedia nueva en tres actos: sin muta­ción de theatros; Y en su todo fácil de ser representada en casas particulares (sin año, sin autor); Zara­goza reconquistada por Don Francisco Espoz y Mina. Comedia en tres actos, de Manuel LARRUGA (1914) , amén de obras c o m o El chasco que pegaron a los franceses en Egea de los Caballeros, que Lafarga incluye e n la secc ión de «Obras n o localizadas» («Teatro pol í t ico español (1805-1840): ensayo de un catálogo», en Ermanno CALDERA (ed.) , op. cit, pp. 167-251).

77

Page 8: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

dosa, sí al menos de una mitificación contemporánea de la sociedad aragonesa a los ojos de los demás resistentes. También es más que probable la existen­cia de u n a p roducc ión au tóc tona y, desde luego, de represen tac iones de estas piezas de resistencia política. En cualquier caso, extraños y propios (si es que este úl t imo ex t remo llega a confirmarse) contr ibuyeron a enr ique­cer el imaginario colectivo con los nuevos blasones de la valentía y el patrio­tismo. En este sentido, falta la recopilación y el estudio de todo ese aluvión de hojas sueltas y p e q u e ñ o s panfletos — e n prosa y en verso— que llama­ban a la resistencia contra la invasión francesa. Producto como eran de un vacío de poder y, por lo tanto, de una situación de libertad de expresión de hecho que, bajo sus burdas y maniqueas caricaturizaciones (del rey José, de Napoleón, de los franceses), revelaban hasta qué pun to estaba generalizán­dose el rechazo al Antiguo Régimen, y cómo la búsqueda de soluciones de recambio comenzaba a inspirarse en soluciones liberales 2 1 .

F ina lmen te , el s en t imien to del pa r t i cu la r i smo reg iona l — u n o de los ca ta l izadores de esa c i rcuns tancia l musa de res is tencia— p u d o sent i rse reforzado también po r a lgunos escritos polít icos, aragoneses y n o arago­neses, que volvían los ojos al Aragón medieval en busca de un mode lo de m o n a r q u í a a c o r d e con los t i e m p o s . G e r a r d D u f o u r h a r e c o r d a d o los an teceden tes dieciochescos de estas fijaciones y cómo esta elección de la const i tución medieval a ragonesa supon ía en las úl t imas manifestaciones del p e n s a m i e n t o pol í t ico de la I lust ración, n o sólo u n a defensa de Ara­gón , s ino u n desafío al p o d e r y en definitiva, t oda u n a lección de libe­ral ismo 2 2 .

Con estas recurrenc ias surgía e s p o n t á n e a m e n t e en el verano de 1808 u n t emprano liberalismo, cuyos rasgos más sobresalientes eran el historicis-mo, la crítica del pasado inmedia to , la pr ior idad de las l ibertades civiles y políticas contra el monstruo del despotismo y la reivindicación de una Consti­tución escrita. En ese mismo verano de 1808 detectan Elorza y López Alon-

2l Como han señalado Antonio ELORZA y Carmen LÓPEZ ALONSO en Arcaísmo y moderni­dad. Pensamiento político en España, siglos XIX-XX, Madrid, Historia 16, 1899, p. 12.

Al corregir estas pruebas, acaba de ser defendida en la Facultad de Filosofía y Letras de esta Universidad zaragozana la Tesis Doctoral de María del Pilar SALES YUS, titulada Des­cripción y estado bibliográficos de los textos literarios relativos a los Sitios de Zaragoza, que supongo contribuirá a iluminar estos agitados años.

2 2 «El tema de la constitución antigua de Aragón en el pensamiento político de la ilus­tración española», en María Dolores ALBIAC (dir.), Actas del Seminario de Ilustración Aragonesa, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1987, pp. 215-222. N o obstante, si Dufour matiza ponderadamente este f e n ó m e n o («ver en la Const i tución antigua del re ino de Aragón el prototipo de cualquier constitución liberal era, sin duda, un enorme contrasentido históri­co») , subraya de otro lado la dimensión internacional que adquirió, pues «fue esta interpre­tación la que se impuso por los años de 1920, y quizás más aún en Francia, donde el abate Grégoire en su Histoire des confesseurs, publicada en 1824, declaraba que la Constitución políti­ca de los Aragoneses suscitaba aún la admiración, y donde sirvió de referencia en los debates que opusieron a liberales y ultrarrealistas» (p. 222).

78

Page 9: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

so el nacimiento de otro mito que acompaña fugazmente al de las antiguas Cortes aragonesas: el de Fernando VII como fundador de la libertad. Dicho mito inspirará el Grito de la razón al español invencible, d o n d e el magistrado aragonés Romero Alpuente llega a imaginar a un Fernando VII que regresa del exilio y hace en t r ega de sus pode re s a la nac ión , mien t ras p r o n u n c i a estas reconfor tan tes palabras: «Abdico, pues , a favor de mi gran nac ión , estos augustos derechos, po rque sólo p u e d e n ejercerse fielmente por unas Cortes bien afianzadas, con propietarios amovibles y nombrados solemne­men te por todos vosotros, o sacados por la incorruptible suerte, a semejan­za en todo de los Estados Un idos amer i canos o de mi glor ioso r e i n o de Aragón...» 2 3 . En el te r reno de la creación poética, sin embargo, desconozco la existencia de muestras con semejante mord ien te político, y no es proba­ble que posea tales características la poesía mural y celebratoria con que la capital zaragozana festejó en 1814 la visita de «El Deseado» 2 4 .

Por o t ra par te , la musa e spon tánea de los resistentes, que venía alen­t a n d o desde finales de siglo el Diario de Zaragoza25, p u d o con t r ibu i r a la creación de mitos como el de Palafox, quien , pese a las luces y a las som­bras de su heroísmo, se sentiría ab rumado , en esos años y en los inmedia­t amen te poster iores , po r u n a acalorada gavilla de p o e m a s laudator ios , a los que no cabe discutir al menos lo románt ico de su motivación 2 6 . El pro­pio genera l dejaría constancia de sus ocios juveni les , los cuales, si en sus comienzos pud ie ron ser un mero ejercicio escolar, los avatares biográficos llegarían a marcar con un irracional sino trágico (y hasta con un insultan­te donjuanismo):

Cómo se estrella la suerte cuando quiere perseguirme, es arcano incomprensible, más atroz aún que la muerte. Desde el glorioso alzamiento por el rey en Aragón, se mudó mi condición del gozar al sufrimiento.

23 Op. cit, pp. 1 2 y 2 0 .

2 4 Colección selecta de las producciones poéticas que, con motivo del feliz arribo a esta ciudad de nuestro adorado Monarca Fernando VII e Infante Don Carlos: se han compuesto para cantar en los carros triunfales y coliseo; y para fijarse en las fachadas de las parroquias y magníficos altares que han dispuesto algunos gremios de la ciudad, y ha recopilado y ordenado D. M. R. Zaragoza, en la Oficina de Heras, 1 8 1 4 (recogida por FREIRE, op. cit., p. 1 4 ) .

2 5 José ARAGÜÉS ALDAZ, «Géneros periodísticos y primera prensa aragonesa», en María Ange les NAVAL (coord . ) , Cultura burguesa y letras provincianas. Periodismo en Aragón (1834-1936), Zaragoza, Mira, 1 9 9 3 , p. 7 9 .

2 6 Se encuentran en el Archivo Municipal de Zaragoza, Archivo General Palafox, caja 4 3 - 2 7 / 1 (cf. Herminio LAFOZ RABAZA, José de Palafox y su tiempo, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1 9 9 2 , p. 1 1 0 ) . T a m b i é n en la caja 3 9 - 8 / 4 0 he p o d i d o leer unas manuscritas «Octavas al Excmo. Sr. Palafox».

79

Page 10: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Antes, era yo feliz todo me salía bien, y hasta la suerte también me doblaba la cerviz...27.

La misma conmoción espiritual producida por la guerra y la deportación pa recen plasmar, n o sólo algunas fragmentarias tentativas 2 8 , sino poemas como el que, presumiblemente de 1818, expresa los desastres de la guerra:

¡Qué frío! ¡Qué silencio! ¡Qué horrible soledad, qué macilentos ojos me miran por doquier respiro! ¡Qué ayes, qué gemidos, que lamentos! (...) Que todo horror ya me parece ocioso, que todo es menos fiero, que todo es más humano que el horroroso espectro Gaditano. Ése es el eco del horrendo tono con que me hablan escuálidos semblantes. Ése el pavor horrísono que hiere mis trémulos oídos. Miro yertos cadáveres tendidos bañando el suelo patrio donde fundó su libertad España donde el Galo atroz la envenenada saña, quedó corrida huyendo por las cimas heladas del nevado Pirene conduciendo Victorias malhadadas y la vergüenza que al valiente aterra cuando vencido sale de la Guerra. Miro la triste viuda y la honesta doncella ya tendidas de duro golpe heridas en la sangrienta lid de muerte cruda. Ya las calles y plazas de cadáveres yertos encumbradas,

27 Archivo Municipal de Zaragoza, Archivo General Palafox, caja 3 9 - 2 / 4 1 . El p o e m a completo fue reproducido por LAFOZ RABAZA (op. cit., p. 5 1 ) . Tanto en éste, como en los frag­mentos que transcribo a continuación, he procedido a actualizar la ortografía y las abreviatu­ras de los manuscritos.

2 8 Como los rotundos versos: «Al furor de la hoguera sagrada / que encendiera patriótico anhelo / d e Pelayo la sombra en el Cielo / roto el velo se mira estampada. / A su vista la negra serpiente / e n r o j e c e sus ojos altivos / de la envidia abisal atractivos / sólo escucha su saña impotente / y en horrible silbido espantoso / aterrando la Selva y el Valle...» (caja 3 9 - 2 / 2 3 ) .

80

Page 11: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

ya las manos heladas del triste anciano que vivir quería cuando se prometía de la Patria feliz un nuevo aliento por el pronunciamiento que alegres celebraban ¡Inocentes! (...) 2 9.

Abundan en sus poesías patrióticas los fuertes contrastes ent re la escla­recida cuna del hé roe y su confortable y disipado vivir juvenil , y las hieles e incer t idumbres de las vivencias a las que el «trágico destino» tan brusca­m e n t e le había abocado . T a m p o c o falta la mitificación de sus generosos desvelos por su Patria y por su rey ni, por supuesto, el Pilar o la topografía particularista de la heroica ciudad:

Cuando en el Ebro los ecos sonaron y se electrizaron de heroico valor

del más desgraciado monarca querido, por dolo cogido del fiero opresor.

La suerte dispuso que eléctrico fuego, patriótico esmero, fundase el valor.

Ya el alto Pirene mirando sus cimas, qué blancas harinas parece que tiene,

repite los ecos, que el rudo estallido del bronce temido se escucha de lejos3 0.

29 Poema manuscrito en el anverso y reverso de un folio con cabecera impresa donde figura una reproducción del sello real («Ferdin. VII D. G. Hisp. Et Ind. Rex») y las leyendas: «Sello QUARTO, año de mil ochoc ientos diez y ocho» y «Para Pobres de so lemnidad quatro ms.» (caja 39-2/39) .

30 Caja 39 -2 /6 . Además de estas poesías patrióticas, las cuales bien pudieran guardar una re lac ión de s imul tane idad c o n los a c o n t e c i m i e n t o s vividos o, p r o b a b l e m e n t e , estar redactadas en la soledad de la deportación, las hay también religiosas, amén de algunas fábu­las y adivinanzas y probatinas de sus inicios. Más tardías parecen algunas fábulas y composi­ciones satíricas que aluden a personas de su entorno.

81

Page 12: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

P r o t e g i e n d o a tan bravos h é r o e s y a tan d e s m e l e n a d a s h e r o í n a s , la Virgen de l Pilar se er igía en cap i t ana de la a g u e r r i d a t ropa a ragonesa , conso l idándose c o m o un nuevo mi to román t i co regional . Sobre el Pilar se obraban tales prodigios que las bombas dirigidas a la basílica n o explo­taban, y c u e n t a n los cronistas que , c o m o si de un re la to de García Már­quez se t ra tara , u n a n u b e en forma de pa lma acos tumbraba a bajar del cielo pa ra posarse mi l ag rosamen te sobre la basílica d u r a n t e de te rmina­dos días del a ñ o 3 1 .

El Trienio y el exilio

Falta saber lo casi todo sobre la c reac ión l i terar ia d u r a n t e el T r i en io Liberal. Cabe suponer , n o obstante, que tampoco en este breve y conflicti-vo m o m e n t o escasearon los poemas inflamados del mismo espíritu exalta­do de pocos años antes 3 2 . De las prensas del zaragozano Mariano Cabreri­zo salió, por ejemplo, no sólo la que se considera pr imera novela histórica liberal, Rafael de Riego o la España libre, del p robab lemen te aragonés Fran­cisco Brotóns (1822) sino, al menos , u n a colección de h imnos y canciones patr iót icas en las q u e , c o m o anunc i aba el Diario de la Ciudad de Valencia, «pueden hallar los patriotas el fuego del civismo que electriza sus pechos, pud iéndo lo explayar gozosos p roc lamando los bienes que la jus ta libertad nos proporc iona , vi toreando al paso de los valientes que nos la reconquis­taron y nos la sostienen» 3 3 .

En sus Memorias de mis vicisitudes políticas desde 1820 a 193634, Cabrerizo refer ía sus t r i bu l ac iones de e x a l t a d o l ibera l , al t i e m p o q u e e x h u m a b a a lgunos p o e m a s que , como los t i tulados «Al calabozo de las leoneras del

31 Lo que , al parecer, sucedió los días 1 7 de mayo y 1 5 de jun io (cf. Herminio LAFOZ RABAZA, op. cit., p. 1 0 8 ) .

3 2 Puede servir de guía para iniciar las pesquisas la valiosa documentación contenida en el Diccionario Biográfico del Trienio Liberal de Alberto GIL NOVALES (Madrid, Edic iones El Museo Universal, 1 9 9 1 ) .

3 3 2 2 - I - 1 8 2 3 . Cf. ésta y otras informaciones sobre su actividad editorial en F. ALMELA Y VIVES, El editor D. Mariano de Cabrerizo, Valencia, Instituto Nicolás Antonio, C.S.I.C., 1 9 4 9 .

Mariano Cabrerizo nació en 1 7 8 5 en La Vilueña (partido judicial de Ateca) y falleció en Valencia a los 8 3 años de edad. A los once había encontrado e m p l e o c o m o aprendiz en la zaragozana librería de d o n Francisco Ruiz, donde , c o m o dicen sus biógrafos, «el ambiente literario de la trastienda excitaba la imaginación del joven , que en sus horas libres leía las obras de que se discutía». Se trasladó a Valencia a los dieciséis años, para trabajar de encua­dernador y comerciante hasta que en 1 8 1 1 estableció su propia imprenta y librería, con la que consiguió una envidiable posición social y económica.

3 4 Valencia, Imprenta de M. Cabrerizo, 1 8 5 4 .

82

Page 13: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

castillo de Sagunto» o «La noche de un prisionero», mostraban al genu ino románt ico que escribía a impulsos de sus propias desgracias 3 5 .

Lo mismo p u d o suceder en las provincias aragonesas , y, en concre to , en la de Zaragoza d o n d e , p o r e jemplo , Braul io Foz pub l icó su comed ia Quince horas de un liberal de 1823, en la l ínea de su combativo panfleto de dos años antes t i tu lado Partidos constitucionales de España conocidos con los nombres de liberales, serviles, persas y afrancesados36. En este sentido, creo que u n vaciado de los 49 volúmenes de Años políticos e históricos de las cosas ocu­rridas en la Imperial y Augusta Ciudad de Zaragoza, del punt i l loso alguacil Faustino Casamayor, p u e d e proporc ionar n o pocas informaciones que sin duda servirán como p u n t o de part ida para futuras búsquedas, también en lo que a la creación poética respecta 3 7 .

Tampoco faltó en el Trienio el sentimiento particularista de lo aragonés, el cual bien p u d o inspirar composiciones líricas más o menos espontáneas y circunstanciales. Antes bien, estos tres años de libertad constituyeron lo que Antonio Peiró ha denominado un precoz «episodio aragonesista», caracteri­zado por la profusión de proclamas, consignas y alusiones a Juan de Lanuza, Antonio Pérez y los Fueros de Aragón, tanto desde instancias oficiales como desde las páginas de la prensa 3 8 .

35 Memorias..., p. 47 y pp. 80-81 respectivamente. Al hilo del primero de ellos anota: «Estas impresiones que en otros se tradujeran en apuntes más o menos prosaicos, despertaron en mí aquella parte del estro que, según nuestro adagio, todos poseemos. Resultado de ello fueron las cuartetas que allí mismo compuse, y las doy como una muestra de lo que es capaz el hombre, aun en las situaciones más críticas». Pero Cabrerizo no ha pasado a la historia por su ardor poé­tico, sino por haber editado lo más granado de la literatura del momento y, de modo especial, gran parte de las novelas que leyeron los españoles en la primera mitad de siglo.

3 6 Información proporcionada por Fermín Gil Encabo.

3 7 En este sentido, Jerónimo BORAO (Biografía de don Faustino Casamayor [1855] , Zarago­za, Publicaciones de «La Cadiera», XLIX, 1952) certificaba la fidelidad de una memoria histó­rica que se extendía desde el año 1782 hasta la mitad de 1834 («todo papel de alguna cele­bridad está copiado (...), todo acontecimiento literario está revestido de los más insignifican­tes incidentes, toda obra literaria está recordada». Esta trabajosa labor acaba de ser realizada por el profesor Ángel SAN VICENTE en lo que respecta al arte y a los espectáculos (Años artísti­cos de Zaragoza, 1782-1833, sacados de los «Años políticos e históricos» que escribía Faustino Casama­yor..., Zaragoza, IberCaja, 1991).

3 8 Por ejemplo, en su toma de posesión en la Capitanía de Zaragoza, el propio Rafael de Riego traía a la m e m o r i a de sus oyentes «lo m u c h o que los aragoneses trabajaron en defensa de sus Fueros y libertades, y especialmente del desgraciado Justicia de Aragón, D. Juan de Lanuza...». En este sentido, posiblemente la aplaudida representación —el día 22-XI-1822— del drama Lanuza, Justicia de Aragón, no fuera la única que tuviera lugar en estos agi­tados días (podría tratarse del Lanuza del D u q u e de Rivas — e s t r e n a d a en esas mismas fechas—, obra de urgencia en la que, sin embargo, algunos estudiosos han valorado algo más que atisbos de la dramaturgia romántica).

83

Page 14: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Igual o mayor dificultad presenta el seguimiento editorial de esta mito­logía nostálgica y de la trasterrada desazón ínt ima de otros exiliados 3 9 .

Los románticos de La Aurora

T e n í a n m u c h a razón qu i enes , c o m o J e r ó n i m o Borao , c re ían q u e el siglo XIX había comenzado en 1833, a u n q u e por esas fechas el rector zara­gozano con ta ra tan sólo con 12 años de edad . C u a n d o esto escribió —al final de sus Opúsculos literarios— se sent ía orgul loso de que , p o r fin, los h o m b r e s de su generac ión hub ie ran dejado de mirar «de lejos» a la con­temporane idad europea desde una nación «medio dormida y medio escla­va», y hubieran en t rado de l leno en el progreso que traían las l ibertades 4 0 .

Eran , los más de ellos, c o m o Borao , r ep re sen tan t e s de esa burgues ía en ascenso que apun taba desde 1833 y que man tend r í a su aliento revolu­c ionar io hasta 1854 (y, en a lgunos casos, c o m o los de J e r ó n i m o Borao o de Braulio Foz, incluso más ta rde) . La recordada afirmación de J e r ó n i m o Borao («El siglo XIX h a e m p e z a d o en 1833») d e m o s t r a b a q u e nues t ros román t i cos , después del largo parén tes i s q u e hab ía supues to la G u e r r a contra los franceses, el absolutismo fernandino y la p r imera guerra carlis­ta, tenían conciencia de estar viviendo un tiempo nuevo. C o m p a r t í a n con sus c o n t e m p o r á n e o s de otras c iudades españolas la neces idad de recupera ­ción económica de la nación empobrec ida por las guerras, con u n a preo­c u p a c i ó n ag ravada p o r la l a m e n t a b l e y r u i n o s a p o s t r a c i ó n en q u e , en

3 9 Casos eminentes son los de Mor y Foz, aunque cabe la posibilidad de que esta reduci­da nómina pueda engrosarse en un futuro con la aparición de nuevos nombres de exiliados. A este respecto, un reciente trabajo de Leonardo ROMERO TOBAR ofrece un recuento de la bibliografía existente y llama la atención sobre algunos campos de investigación todavía pen­dientes en el XIX español: «Las colecciones hispanas que imprimieron importantes empresa­rios de la edición europea del XIX, como, por ejemplo, Rosa-Bouret o Garnier de París (pró­ximos estos editores a la casa Ollendorff, estudiada por Jean-François Botrel), la Brockhaus de Leipzig o, durante los años románticos, Rudolph Ackermann de Londres» («Artículo-rese­ña. El Catálogo colect ivo del siglo XIX: un proyecto bibl iográfico inexcusable» , Hispanic Review, 65, 4 (1995), p. 581).

4 0 Zaragoza, Impr. y Libr. de Mariano Peiró, 1853. La cita se inscribía en esta breve sín­tesis de la historia más reciente: «En los primeros nada vio s ino la cont inuac ión del siglo XVIII, ni casi oyó los gritos de triunfo y de dolor con que aturdía su vecina la Francia a toda Europa y aun al África; más tarde se incorporó en el movimiento general por patriotismo, no por miras políticas; por la nacionalidad, n o por la libertad; después de vencer, volvió a las cadenas que su dueño le había aflojado un momento con la mira de que pudiera defenderle mientras él huía y aun se postraba ante su enemigo . Si más tarde hubo una época Constitu­cional, se debió a los espíritus más adelantados, y a la inoculación insensible de las ideas por medio de la anterior revolución; pero después de atravesar a poco por toda la mala suerte del que rinde su espada a un contrario poco noble, que ni siquiera ha sido vencedor, la España ha vuelto a cobrar sus libertades, y en posesión de ellas ya hace tiempo, ha empezado a vivir para el siglo, el cual pue­de decirse que empieza para ella en 1833» (p. 104; es mío el subrayado).

84

Page 15: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

concreto , la Guer ra de la Independenc ia había dejado a Aragón. Por eso, como ha señalado Carlos Forcadell , «abundaron las propuestas de actua­c ión y p l a n t e a m i e n t o s u r g e n t e s , en la convicc ión de q u e , l i q u i d a d o el confl ic to civil, a p r e m i a b a la t a rea de r e c o n s t r u c c i ó n e c o n ó m i c a , en la que , con la sensación de part i r de cero, todo estaba po r hacer y era posi­ble hacer todo» 4 1 .

De ahí t ambién que , en clara voluntad de r e c u p e r a r u n t i empo dete­n i d o —el d e los i lus t rados , el de la Revo luc ión f rancesa—, la p a l a b r a regeneración fuese m o n e d a de uso cor r ien te en esos años . C o m o también lo sería la pa labra progreso, que p r o n t o comenzar ía a figurar en las cabe­ceras de la p rensa de la época. Por ot ra par te , faltaba poco para que ese progreso se deslizara velozmente sobre raíles y traviesas, y de que se can­tara al «mi lagro g igan t e y audaz» del agua y del fuego d e las p r i m e r a s locomotoras de vapor y a los resultados de esta románt ica conjunción de las fuerzas de la na tura leza («Vapor, potencia , pres ión. . . .») 4 2 . En n o m b r e de ese m i s m o p r o g r e s o a p a r e c i e r o n u top ía s q u e , c o m o las de l a lca lde Miguel Alejos Burr ie l , inc lu ían , e n t r e o t ras m u c h a s m e d i d a s r egene ra ­doras , u n camino ferroviario que llegase hasta Valencia y o t ro que enla­zase Lisboa con París y Madrid (¡por supuesto , t a l ad rando los Pir ineos a la al tura de Canfranc!) 4 3 . Esta apasionada lucha p o r el p rogreso llevada a cabo p o r la b u r g u e s í a r eg iona l expl ica la q u e d e o t r o m o d o , según el e s t ud io so al q u e v e n g o c i t a n d o , n o ser ía más q u e u n a « a t o l o n d r a d a » suces ión d e m o t i n e s , r evo luc iones y l e v a n t a m i e n t o s c i u d a d a n o s . C o n ellos se afianzaría u n a burguesía u r b a n a que t endrá en la c iudad su prin­cipal marco de intervención.

El romant ic ismo literario en Aragón hay que considerarlo, pues, como u n a de las manifestaciones de esa burguesía urbana, cuyo apasionado pro­gresismo se ext iende, desde la política y la economía , hasta las manifesta­ciones artísticas y l i terarias. C o m o tal manifes tación u rbana , apa rece en los núcleos de mayor n ú m e r o de habitantes, a u n q u e haya sido Zaragoza la más beneficiada hasta ahora por la atención de los estudiosos. Sin embar­go, trabajos recientes o en curso de publicación confirman la existencia de u n a actividad l i terar ia y cul tura l para le la a la de la capital a ragonesa en Huesca, Calatayud y Teruel 4 4 .

4 1 Cf. «Utopía industrial y realidad agraria al t érmino de la primera guerra carlista ( 1 8 4 0 - 1 8 4 5 ) » , en Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE y Carlos FORCADELL ÁLVAREZ, Aragón contemporá­neo, Zaragoza, Guara, 1 9 8 6 , p. 2 7 .

4 2 También para Jerónimo BORAO será la locomotora la mejor propagandista del pro­greso regional, c o m o p u e d e comprobarse en poemas c o m o «El Vapor» (Poesías, Zaragoza, Tipografía de Calixto Ariño, 1 8 6 9 , pp. 5 9 - 6 3 ) .

4 3 Carlos FORCADELL, art. cit., p. 2 8 y sigs. 4 4 Desde una perspectiva nacional, cf. Leonardo ROMERO TOBAR, «Emigración, cultura

provincial, vida cotidiana», en Panorama del romanticismo español cit., pp. 1 1 6 - 1 1 9 .

85

Page 16: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

La misma emblemática revista del romant ic ismo aragonés, la zaragoza­na La Aurora (1839-1841), reflejaba en el simbolismo de su título ese espe­r a n z a d o a n h e l o de despe r t a r a la m a ñ a n a del p rog reso . En rea l idad , se trataba de u n a revista, n o meramen te literaria, sino «científico-literaria», y así se hacía constar en su cabecera. Según ha indicado José-Carlos Mainer, la l lamada del foro y de la cátedra era b ien e locuente a la ho ra de ubicar socialmente a sus jóvenes redactores, en t re los que se encont raban jóvenes abogados, como el oscense Bartolomé Mart ínez 4 5 ; militares, como el mur­ciano J u a n Guillén Buzarán 4 6 ; políticos profesionales, como Mariano Gil y Alcayde; y profesores universitarios, como lo eran en diversos grados Jeró­n imo Borao, Braulio Foz y Ponciano Alberola. También estuvieron próxi­mos a este núcleo el abogado Miguel Agustín Príncipe, el d ramaturgo José María Huici , Ponzano, Tomás Chic y algún escritor accidental como Nico­lás Sicilia, co laborador en otras revistas nacionales del m o m e n t o , y cabe suponer que no anduviesen muy lejos de esta aventura Manuel Lasala (n. en 1805), Franco y López (nacido en 1818), el banque ro J u a n Bruil (naci­do en 1810) y otros nombres que , como Víctor P r u n e d a (El Ferrol, 1809-Teruel , 1882), fundador y director del diario turolense El Centinela de Ara­gón en su p r imera época (1840-1843), p e r t e n e c e n a u n a generac ión —la de Borao— que , c o m o ha señalado J u a n José Gil Cremades , «alza la ban­dera esparterista, la matiza en el bienio progresista, la reconduce a la gloriosa o — q u e de t o d o hay— se mueve con en tu s i a smo d e n t r o de la d i s idenc ia demócrata o republicana»47.

Es también muy significativo que los intereses de este g rupo apunta ran hac ia u n a regeneración y hacia u n a divulgación de la cu l tura . La p r i m e r a revista románt ica de la región estaba vinculada al Liceo Artístico y Litera­rio de Zaragoza, nacido en 1840 —a imagen y semejanza de la institución m a d r i l e ñ a del m i smo n o m b r e — , y en el c o n t e x t o de ot ras fundac iones similares constituidas en Huesca y Calatayud, a las que La Aurora y el Eco de Aragón de Braul io Foz sirvieron de p la ta forma publicíst ica. T a m b i é n las actividades y, especia lmente , las veladas liceísticas (promovidas por parti­culares, con canto, música de cámara o lecturas poéticas), e incluso la mis­ma organización en secciones (Bellas Artes, Música, Literatura y Declama­ción) cons t i tu ían u n fiel reflejo de las del Liceo m a d r i l e ñ o . Todas ellas respondían a u n consecuente ejercicio de liberalismo —significativamente era el Jefe Polít ico de la Provincia Rafael de Oviedo y Portal , u n o de sus

4 5 Según Juan Carlos ARA, los liceístas oscenses tomaron al asalto tanto el Eco de Braulio Foz c o m o esta auroral publicación zaragozana; cf. «Jóvenes, oscenses y liberales. El Liceo Artístico y Literario de Huesca (1840-1845). I. Primeros pasos» (en prensa en el núm. 22 de La Campana de Huesca).

4 6 Cf. E. VARELA HERVÍAS, Don Juan Guillén Buzarán, escritor murciano, Murcia, Sucesores de Nogués, 1959. Agradezco a Juan Carlos Ara la amabilidad de haberme proporcionado una fotocopia de este estudio.

4 7 «Braulio Foz, tratadista de 'Derecho Natural'», en Homenaje a Braulio Foz cit., p. 90.

86

Page 17: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

más convencidos avalistas—, y estaban inspiradas por «una cierta voluntad d e e n c a u z a r la d i spe r s ión de las act ividades ar t ís t icas —lato sensu— en estos años y, en definitiva, po r un e m p e ñ o patr iót ico de p rogreso» 4 8 . Un a ñ o an tes , u n g r u p o de abogados , mil i tares , p rofesores y comerc i an t e s oscenses del mismo talante progresista e ilustrado había fundado el Liceo Artístico y Literario de Huesca, a lentado, al menos en par te , «por el influ­jo , modelo y noticias directas de la sucursal romántica oscense en Madrid» 4 9

y, por lo tanto, fiel a su mode lo de corporativismo 5 0 . Más tardío en su apa­rición, el de Calatayud r e spond ía al mismo espír i tu que los an te r io res 5 1 , h e r e d a d o de las Reales Sociedades de Amigos del País y de las tertulias y sociedades patrióticas del Trienio, y fruto del fervor asociativo ambiental , a ten to a canalizar los impulsos nacionalistas y regionalistas de los jóvenes burgueses provincianos 5 2 .

En esta l ínea se inscribe también , en 1840, la ape r tu ra del Gabinete de Lectura Pública de Zaragoza, el cual, como se leía en el Eco de Aragón, había s ido f u n d a d o p o r u n a r e u n i ó n de amigos a m a n t e s d e la Cons t i t uc ión —en t r e los que se encon t r aban Foz, Borao y otros liceístas—, con los ele­vados propósitos de «instruir, uniformar y generalizar la opinión Constitu­cional y vigilar por la más estricta observancia de la Constitución». Por ello exigía al aspirante a socio acreditar «la calidad de español honrado , adicto a las instituciones liberales» 5 3 .

4 8 José Ángel SÁNCHEZ IBÁÑEZ, «El Liceo Artístico y Literario de Zaragoza en la prensa local (1839-1846)», en María Ángeles NAVAL (coord.), op. cit., p. 86.

4 9 «Compuesta por Mariano Torrente, Valentín Cardedera y Alejandro Oliván y, por qué no, por los duques de Villahermosa, en cuyo salón de baile de su palacio se celebrarían tantas y tantas sesiones del Liceo madrileño desde el 3 de enero de 1839» (Juan Carlos ARA TORRALBA, art. cit.).

5 0 José Ángel SÁNCHEZ IBÁÑEZ reproduce íntegramente el Proyecto de reglamento del Liceo oscense, el cual vio la luz en el núm. 15 de La Aurora (12-IV-1840). Lo firmaban Pascual Gonzal-vo, Pedro María Escudero, Jorge Sichar, Mariano Lasala, Bartolomé Martínez, Manuel Villano-va y Martínez, Manuel Guillén, Manuel María García, Raimundo Larruga, Antonio Naya, Rafael Fortuño de Gregorio, Pablo María de Ena, Mariano Escudero, Florencio Romero, Hermenegil­do Gorría, Lorenzo Escudero, Manuel Garcés, Agustín Escuer, Julián Pérez y Muro, Francisco Esteban, José Acha y Doménech, Mariano Valls, Ramón Alamán, Juan Francisco Sancho, Vicen­te Ventura, Joaquín Zaidín, Luis de Antonio y José Salas y Azara. (Cf. el apéndice documental de su estudio «En torno a los Liceos Artísticos y Literarios. Apuntes sobre el caso de Huesca entre 1839 y 1843», Flumen, 2 (1997), pp. 154-155). Tanto Sánchez c o m o Ara reproducen la composición de la Junta Gubernativa, para cuya presidencia fue elegido Tomás Villanova. Los miembros eran Pedro Perena (vicepresidente), Blas María Naya y Faustino Español (consilia­rios), Ambrosio Voto Nasarre y Mariano de Lasala y Larruga (secretarios), Nicolás Pedrós (depositario), Mariano Castanera (contador) y Pedro María Escudero (bibliotecario).

5 1 Cf. José Ángel SÁNCHEZ IBÁÑEZ, «Unas notas sobre el Liceo Artístico y Literario de Cala­tayud en la prensa zaragozana (El Eco de Aragón)», en III Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calata­yud, Centro de Estudios Bilbilitanos-Institución «Fernando el Católico», 1992, II, pp. 447-452.

5 2 Remito a los documentados trabajos de Juan Carlos ARA y José Ángel SÁNCHEZ, quie­nes ofrecen también una precisa bibliografía sobre el f enómeno liceístico en España.

5 3 José Ángel SÁNCHEZ, ibíd., p. 86, n. 9.

87

Page 18: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Pero fue precisamente a part ir de la caída de Espartero cuando empe­zaron a decl inar estas insti tuciones románt icas provinciales. El a b a n d o n o de Brau l io Foz d e la d i r ecc ión de l Eco de Aragón en los días f inales d e d ic iembre de 1842 es todo u n s ín toma de que nuestros románticos enfria­ron o rep legaron velas ante el comienzo de la década moderada . El Liceo fue l angu idec i endo hasta 1846 sin r e c u p e r a r el t ono de actividad de sus p r i m e r o s a ñ o s d e vida y, t res años an tes , el Gabinete de Lectura ya h a b í a sor teado sus fondos y su mobi l iar io en t r e los suscriptores. En este senti­do , la apar ic ión de El Suspiro — e n 1845— y de El Progreso —a par t i r de 1846—, así como la fundación por esas fechas de otras instituciones liceís-ticas en Terue l y en a lgunos pueblos aragoneses demos t raban u n a vitali­dad engañosa. Sólo las inercias y los mimetismos propios de un localismo todav ía m á s subs id i a r io e x p l i c a n es tas e f í m e r a s c o n t i n u i d a d e s d e u n m o m e n t o románt ico que , si comenzó s imból icamente con la coronac ión de Miguel Agust ín Pr ínc ipe , q u e d ó c l ausurado en 1843 con la ca ída de Espar tero 5 4 .

Por lo tanto, podemos adelantar ya, a m o d o de avance de las conclusio­nes finales, que la p r imera de la real idades del romant ic ismo literario de los h o m b r e s de La Aurora es la de const i tuir un m o m e n t o de l iberalismo político e m p e ñ a d o en sentar las bases del progreso nacional y regional.

Q u i e r e esto dec i r q u e los escr i tores q u e se d i e r o n a c o n o c e r en esa p e q u e ñ a eclosión románt ica estuvieron m u c h o más atentos a la lucha por las libertades y al progreso económico derivado de ellas, que a la creación pu ramen te literaria 5 5 .

Vida y poesía

Y n o es que les faltaran estímulos vitales para escribir románt icamente , ya que los románt icos aragoneses estaban viviendo todas las experiencias revolucionar ias c iudadanas . En este sen t ido , n a d a resul ta tan ilustrativo c o m o la apoteósica coronac ión de Miguel Agustín Pr ínc ipe en las tablas del coliseo zaragozano. Sucedió en la n o c h e del 20 de e n e r o de 1839, en u n a Zaragoza progresista, exal tada y con el r i tmo cardiaco todavía desa­compasado por la Cincomarzada. Según los testimonios de la época, «par-

5 4 Cf. los trabajos de José-Carlos MAINER y los de José Ángel SÁNCHEZ y Juan Carlos ARA que vengo citando.

5 5 Tampoco la actividad teatral conocida escapa a esta tónica general. En este sentido, me temo que este juicio de conjunto no se verá sustancialmente modificado cuando aparezca publicada la tesis de l icenciatura de Manuela A G U D O CATALÁN, El Romanticismo en Aragón. Revisión bibliográfica y estado de la cuestión, leída rec ientemente en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza, y cuyos tres volúmenes abordan fundamentalmente el teatro romántico regional.

88

Page 19: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

te de sus habi tantes garantizaba la t ranquil idad de los demás contra todos los embates y a rd ides que p u d i e r a n t ene r sus enemigos , mient ras la o t ra d a b a u n a p r u e b a ins igne de sens ib i l idad y d e c u l t u r a c o r o n a n d o en la escena a u n p o e t a d ramát i co , p r i m e r e jemplo de esta clase en la escena española». El Conde don Julián se había es t renado con éxito el 18 de diciem­bre del a ñ o anter ior , p e r o aquel la n o c h e fue el del ir io. En o t ro lugar he referido cómo u n g rupo de espectadores fue a buscar al d ramaturgo alca-ñizano, ya que se hallaba convaleciente de una gravísima enfermedad:

Cuando el joven se presentó, ataviado con su uniforme de miliciano nacional de artillería, el público se desbordó y exigió, enfervorizado, que Florinda y Egilona coronasen a su creador en escena con oro y lau­rel. Príncipe leyó con la voz entrecortada por la emoción un poema de agradecimiento, improvisado «sobre la marcha» tras los bastidores. Fue el final apoteósico de «la función más grande que nadie había presen­ciado jamás 5 6 .

Dada la escasa repercusión que los zaragozanos pocos meses antes había t en ido el fugaz paso de l Don Alvaro de l D u q u e d e Rivas p o r la ca r te le ra zaragozana, p u e d e considerarse la coronación de Miguel Agustín Príncipe como el acto inaugural del romanticismo en Aragón. El joven dramaturgo se convertía en portavoz de los heroísmos c iudadanos y de las inquietudes por la traición y la pérdida de Zaragoza que los zaragozanos tan bien veían escenificados en El Conde don Julián. La asunción del romanticismo prometía ser, pues, cuando menos , beligerante y catártica, dadas las muchas tensiones emocionales que estaba viviendo la ciudad. ¿Ocurriría así, en realidad?

No menos intensa era la experiencia vital del senior Braulio Foz (nacido en 1791, era ya u n c incuentón, aunque e te rnamente joven, cuando arr imó su h o m b r o al colectivo r e g e n e r a d o r de La Aurora). Detrás q u e d a b a n sus días de l ucha c o n t r a N a p o l e ó n , su d e p o r t a c i ó n a F ranc ia e n t r e 1810 y 1814, sus panfletos antiabsolutistas del Tr ienio y toda u n a vida de exilios, cárceles y persecuciones , de los que n o llegaría a r eponer se a su regreso: debido a lo incómodo de su personalidad y de su periódico, su vida en los pr imeros y conflictivos años de la Regencia de María Cristina estará zaran­deada por numerosas citaciones judiciales, sufriría seis meses de reclusión en la Aljafería e inc luso u n nuevo p roceso en 1848, con la a m e n a z a de dest ierro a las Filipinas. Y u n o de los más jóvenes, J e r ó n i m o Borao, había nacido en 1821 y tenía, por lo tanto, menos vivencias revolucionarias en su haber . Con todo , los años juveniles de este liberal progresista coincidían con el turbulento ambiente político que estaba viviendo la ciudad. Fue fer­viente esparterista en los años de La Aurora, pasó p o r la cárcel en 1848 y

5 6 Cf. mi artículo «La coronación de Miguel Agustín Príncipe», Heraldo de Aragón, 3-VII-1983. También Santiago ALDEA GIMENO y Alberto SERRANO DOLADER, Miguel Agustín Príncipe. Escritor y periodista (1811-1863), Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1989, p. 103 y sigs.

89

Page 20: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

part icipó en los acontecimientos revolucionarios de 1854 — q u e na r ró en su Historia del alzamiento de Zaragoza en 1854 (1855)— 5 7 .

Estos casos son representat ivos d e un con jun to de biografías marcadas: las de u n o s h o m b r e s que hab ían vivido o a lmacenado en la m e m o r i a las gestas d e u n p u e b l o e n a r m a s . L u e g o se r í an sus p r o p i a s e x p e r i e n c i a s de l T r i en io , de la g u e r r a carlista y de los acon tec imien tos revoluciona­rios pos ter iores los que les ha r í an receptivos a u n a l i te ra tura q u e or ien­ta ra a la colec t iv idad y d i e r a r i e n d a sue l ta a las t ens iones q u e e s t aban viviendo.

Sin embargo , en lo que a la creación literaria respecta, si ya es bastante discutible detectar la existencia de u n a «revolución romántica» en España, todavía lo es más re fer ida a u n o s r o m á n t i c o s a ragoneses q u e h u b i e r a n contestado afirmativamente a la p regunta que se hacía Van Tieghen en su viejo manua l : «¿No hub ie ra sido suficiente p ro longar la evolución de los espíritus y del ar te de las últ imas décadas del siglo XVIII — q u e él l lamaba prer románt icas— para ob tener los mismos resul tados?» 5 8 .

En realidad, y pese a que sus gustos y sus respectivas escrituras estaban ya i r revers ib lemente con tag iados p o r unas vivencias c o m u n e s , nues t ros poetas n o se manifestaron demasiado exigentes en cuanto a rupturas vio­lentas con el pasado estético más reciente en el que habían aho rmado sus gustos 5 9 . Por otra parte , aunque en el año en que se coronó a Miguel Agus­tín Príncipe vio la luz La Aurora, tanto las muestras líricas de esta empresa colectiva, como las menos olvidables entregas en volumen de su estro cívi­co y sentimental , demost raban —como estaba sucediendo, po r otra par te , en el res to de España—, q u e a esas a l turas de l siglo resu l t aba ya difícil comulgar con los postulados víctorhuguescos —franceses para más inri— sin padecer una irreversible esquizofrenia intelectual, dado que la fe en el progreso y en el bienestar material comenzaba a lastrar, cada vez más fuer­za, esos perentor ios idealismos del espíritu.

5 7 N o he podido consultar personalmente Un Viage a las Islas Canarias, por... VÍCTOR P R U -

NEDA, confinado a ellas por seis años en el de 1845, Teruel, Impr. de Arsenio Zarzoso y Cía., 1848, e n cuyas páginas finales, el fundador y director de El Centinela de Aragón se def ine c o m o «constantemente anarquista, revolucionario y alborotador de oficio... He sido siempre, lo soy ahora, y creo lo seré s iempre, u n verdadero descamisado». Pruneda sería, pues , otro de los que, como Foz o Borao, también sufrieron, ya en su madurez, las represalias por su ideología progresista.

5 8 Paul VAN TIEGHEN, El romanticismo en la literatura europea, México, UTEHA, 1958, p. 89. 5 9 Caso representat ivo en e x t r e m o es el de l ya m e n c i o n a d o Puicercús , qu i en h izo

compatible la estricta observancia de las reglas neoclásicas c o n la composic ión de décimas a la Const i tución del 37 o de un «Himno patriótico» para la Milicia Nacional de Boltaña ( r e p r o d u c i d o e n la breve not i c ia a n ó n i m a [si b i e n su autor es M a n u e l L Ó P E Z D U E S O ] «Ocios poéticos: un poeta boltañés del siglo XIX», Programa Fiestas de la Convivencia 1992, Boltaña, 1992, s. p.) .

90

Page 21: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

Hay que hablar , po r lo tanto , en el mejor de los casos, de u n a poesía pa t r ió t ica de c i rcuns tanc ias , c o m o la q u e apa rec ía en las pág inas de la prensa ce lebrando el cinco de marzo. Si, como h a n demos t rado L. Perro-ne-Moisés y E m i r R o d r í g u e z M o n e g a l , has t a la p o e s í a de l m i s m í s i m o C o n d e de L a u t r é a m o n t mos t ró visibles influencias de la poét ica de Her-mosilla, ¿cómo p o d í a ser d e o t ro m o d o en los casos de u n o s profesores —dob lados , p a r a co lmo, en precept is tas , c o m o Braul io Foz, nac ido , n o se olvide, en 1 7 9 1 — , o incluso de l más joven J e r ó n i m o Borao? 6 0 . T o d o lo más q u e cab ía e s p e r a r d e ellos —lo h a s e ñ a l a d o Pau l B e n i c h o u de m o d o más genera l—, e ra que siguieran ap l i cando u n a re tór ica tradicio­nal , a u n q u e ésta q u e d a r a c o n t a m i n a d a p o r sus en tus iasmos mi l i tantes . A u n q u e esto será b ien poca cosa a med ida que el aposto lado de las luces vaya p e r d i e n d o par te de su fervor y de sus expectativas, y se vuelque cada vez más al hor izonte polít ico inmedia to 6 1 .

No habían olvidado del todo la Poética de Luzán, y su producc ión lite­raria quedar í a s imból icamente e n m a r c a d a en t r e dos poéticas de conten­ción q u e les servían de r eco rda to r io y de síntesis re trospect iva: en 1839 hab ía apa rec ido la de Rafael José Crespo y en 1859, la de Braul io Foz 6 2 . Por o t ra par te , t a rdar ía todavía en llegar la profesionalización del escri­tor —quizá sólo con Bécquer p u e d a hablarse p o r p r i m e r a vez de ella en n u e s t r a l i t e r a t u r a — 6 S . P o r eso n u e s t r o s r o m á n t i c o s t e n í a n m u c h o de « h o m b r e s de letras» de l siglo XVIII, y la actividad poé t i ca —y, en gene ­ral, la l i teraria— era u n aspecto más, en cier to m o d o , complementario, de sus ocupac iones (que c o m o se ha d icho , e ran p r inc ipa lmen te la cá tedra y el foro) .

No descollaron, po r lo tanto , po r su genial idad poética, y no es difícil p redec i r que el profesor J e a n Louis Picoche —tan ansioso po r descubri r individual idades descol lantes en el romant ic i smo español—, n o lograr ía

60 «Isidore Ducasse et la rhétorique espagnole» Poétique, 5 5 ( 1 9 8 3 ) , pp. 3 5 1 - 3 7 7 . 6 1 Paul BENICHOU, Le sacré de l'écrivain 1750-1830. Essai sur l'avènement d'un pouvoir spiri­

tuel laïque dans la France moderne, París, I. Corti, 1 9 8 5 , p. 3 2 1 . 6 2 Novísima Poética Española, poema satírico en XII cantos. Por e. A. d. S., Zaragoza, Impren­

ta y Librería de R. Gallifa, 1 8 5 9 , aunque Foz declara tenerla ya compuesta en 1 8 4 4 . Remito de nuevo al ya citado artículo de Leonardo ROMERO TOBAR, «La poética de Braulio Foz en el marco de la preceptiva literaria contemporánea». Más lejos cronológicamente quedaban las también manuscritas l e cc iones de Literatura General y Española impartidas durante el curso 1 8 6 8 - 1 8 6 9 por Jerónimo BORAO (ROMERO TOBAR, art. cit, p. 1 1 3 ) , quien en 1 8 5 6 había

publicado unos rudimentos de preceptiva literaria en colaboración con Leandro BONED, El Parnaso infantil, c o m o volumen v de El Tesoro de la Infancia (cf. Jerónimo BORAO, La impren­ta en Zaragoza. Edición facsimilar a cargo de Vicente MARTÍNEZ TEJERO, Zaragoza, IberCaja, 1 9 9 5 , pp. XVI-XVII).

6 3 Cf. Leonardo ROMERO TOBAR, «En los orígenes de la bohemia: Bécquer, Pedro Sánchez y la revolución de 1 8 5 4 » , en Pedro M. PIÑERO y Rogelio REYES (eds.) , Bohemia y Literatura. De Bécquer al Modernismo, Sevilla, Universidad, 1 9 9 3 , pp. 2 7 - 4 9 .

91

Page 22: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

e n c o n t r a r ni tan sólo u n a en t r e el núc l eo de La Aurora. En este sent ido , Goya, el gen io román t i co po r excelencia para Picoche, apenas tuvo reso­nancias en la creación literaria provinciana, si se exceptúa el ya menciona­do p o e m a «Estragos de la guerra», con el que su amigo Mor de Fuentes le homenajeó en Las Estaciones.

T a m p o c o d i s f ru ta ron d e p o p u l a r i d a d nac iona l . Ni s iqu ie ra Miguel Agus t ín P r í n c i p e f iguró en el f amoso c u a d r o de famil ia de Los poetas contemporáneos p i n t a d o p o r Esquive l . Si e n 1845 fue i n c l u i d o p o r los r edac to r e s de El Cínife e n t r e los so ldados de l r e g i m i e n t o l i terar io (po r c ier to q u e con el n o d e s d e ñ a b l e g r a d o de t en i en t e , el mi smo q u e con­c e d i e r o n a C a m p o a m o r , M e s o n e r o R o m a n o s , J u a n Arolas , V e n t u r a de la Vega y al D u q u e de Fr ías) 6 4 , ello se deb ió a que el d r a m a t u r g o caspo-l i no l l evaba c i n c o a ñ o s e s t a b l e c i d o e n M a d r i d , c o r r o b o r a n d o así los lamentos de La Aurora sobre el h e c h o de que todo jovenzue lo con ambi­ciones l i terarias pe rd ía hasta la cabeza p o r que sus l ibros llevaran el pie de i m p r e n t a de la capi ta l de l t r iunfo l i t e ra r io (con t o d o , P r í n c i p e fue m u c h o más a f o r t u n a d o q u e el r e s to d e n u e s t r o s vates , i nc luso q u e el co rone l Gui l lén Buzarán , a qu ien El Cínife despojó de sus ga lones p a r a reduc i r lo a soldado raso ) 6 5 .

Los que se fueron a Madrid. La ingeniosa versatilidad de Príncipe

La aventura madr i leña de Miguel Agustín Pr íncipe comenzó en 1840. Quien había realizado sus estudios de Derecho beneficiado por el estatuto de pobre, se aferró inicialmente al per iodismo para sobrellevar sus penurias de «poetambre» en la capital del éxito l i te rar io 6 6 . Pero el pe r iod i smo n o sólo consti tuyó in ic ia lmente su pr incipal m o d o de subsistencia. Fue ade­más el medio de dar a conocer sus novelas y, en definitiva, dotó a su escri­tura de u n a vis cómica viva e ingeniosa, si b ien n o exen ta de superficiali­dad . La venía e jerc i tando d i a r i amen te en revistas c o m o El Burro, Anfión matritense, El Cínife, El Dómine Lucas, El Entreacto, El Español, La Esperanza, La Iberia, El Iris, La Risa y ot ros m u c h o s diar ios y revistas madr i leños , en

6 4 Santiago ALDEA GIMENO y Alberto SERRANO DOLADER, op. cit., p. 29.

6 5 E . VARELA HERVÍAS, op. cit., p. 7.

6 6 Algo de pose mitificadora puede haber en las continuas alusiones a sus insufribles penalidades, aunque, como ha señalado Leonardo ROMERO, las logró sobrellevar mediante el d e s e m p e ñ o de distintos puestos e n la administración isabelina («Plano para leer a Miguel Agustín Príncipe», Andalán, 463 (1986), p. 16).

92

Page 23: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

art ículos y sobre t odo en p o e m a s breves, de b r o m a s y veras joco-festivas sobre usos y costumbres de la cotidianidad 6 7 .

Buena par te de esta ligereza y pront i tud de cascos líricos del caspolino quedó plasmada en sus significativamente tituladas Poesías ligeras, Festivas y Satíricas68, d o n d e recop i ló un cen tón de agudas m e n u d e n c i a s satíricas y epigramáticas que , pa ra el Semanario Pintoresco, supon ían la resurrecc ión de Q u e v e d o y de Iglesias de la Casa. M e n o r in te rés q u e estas travesuras satíricas — q u e lo t ienen, desde las «sátiras políticas» y «costumbristas» a las «literarias», las cuales , p o r su i n t e n t o de clarificación del p a n o r a m a l i terario, reflejan u n a de las constantes p reocupac iones de Pr ínc ipe a lo largo de toda su o b r a — posee la sección t i tu lada «Juguetes». Coinc ido , por lo tanto, con los estudiosos del vate caspolino a la ho ra de considerar unas y otros como deudoras de u n a musa dieciochesca, mar iposeando en cuadritos rococó y atrevimientos de diarista.

Un sensible avance estético supone su segunda recopi lación, t i tulada Poesías serias, t ambién de 1840. Ent re ellas destacan varios h imnos y odas cívicos y patrióticos; así, «A Zaragoza», «El Dos de Mayo», «El 5 de marzo de 1838», «A la Dipu tac ión de Zaragoza», etc. . . T a n t o éstas, c o m o otras que también e x h u m a n vivencias o reviven recuerdos de sus úl t imos años zaragozanos de mil ic iano, liceísta y devoto del bel canto, r e p r e s e n t a n los registros más románt icos de un poe ta que — a u n q u e , e m u l a n d o el opor­tunismo de Zorrilla, leyó u n p o e m a en el ent ier ro de Espronceda— reco­noce , sin embargo , a Qu in t ana como su único m e n t o r y ocupa la tercera par te de las páginas de su l ibro con el extensís imo p o e m a épico t i tulado El Pelayo.

Pero, como escribió Leonardo Romero Tobar , es necesario u n «plano» para orientarse en las equívocas direcciones de la poesía de Príncipe, epi-gonal, como el resto de su escritura 6 9 . Porque , el anticlerical de sus prime­ras sátiras y epigramas y el románt ico de 1840, publ icaba cuat ro años más tarde un Ejercicio Cotidiano y Novísimo Devocionario para que su mujer recita­se en verso las orac iones de cada día. Su poesía pos ter ior — d e la que , al parecer, vieron la luz en 1952 una edición mejicana, y u n a nueva recopila­ción y u n a nueva en t rega en Madrid, seis años más t a r d e — mues t ra a u n «poeta de álbum» que, por otra parte , en sus Fábulas en verso castellano y en variedad de metros, aparecidas en 1861 y 1862, n o renunc ia a seguir explo­t a n d o sus t a l en to s i n g e n i o s o s ni , d e s d e l u e g o , su r e p u t a d a c a p a c i d a d como versificador.

6 7 Para una visión global de la obra de este ilustre caspol ino, cf. el citado estudio de Santiago ALDEA GIMENO y Alberto SERRANO DOLADER.

6 8 Madrid, Imprenta de Boix, 1840. 6 9 «Plano para leer a Miguel Agustín Príncipe» cit., p. 16.

93

Page 24: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Sería obl igado de t ene r se en esta colección de Fábulas, que a ñ a d e n a la p r e o c u p a c i ó n n e m o t é c n i c a de I r ia r te u n discurso poé t i co llamativa­m e n t e visual. Esta en t idad vanguardis ta avant la lettre — a u n q u e , en rea­lidad, obedezca a u n a nueva inercia de su familiaridad con los clásicos—, bas ta p o r sí sola p a r a c o n c e d e r l e ese luga r q u e todavía n o o c u p a , n o sólo en la t r a d i c i ó n fabul ís t ica e s p a ñ o l a , s ino e n t r e los a n t e c e d e n t e s más prec laros de u n a poesía visual que t ambién tuvo su cultivo en t r e los román t i cos 7 0 .

El P r ínc ipe per iod i s ta y el P r ínc ipe cr í t ico y teór ico de la L i t e ra tu ra cons t i tuyen facetas n o m e n o s sugestivas del escr i tor caspo l ino . En este sent ido, se desconoce el pa rade ro de un Diccionario poético — q u e publ icó en Madr id en 1852— y, pese a lo s o m e r o de esta exposic ión, n o p u e d o dejar de m e n c i o n a r su ex tenso Tratado de Versificación Castellana, la más s e ñ e r a a p o r t a c i ó n al t e m a has ta la a p a r i c i ó n d e la Métrica española d e Tomás Navarro Tomás, con la que coincide sustancialmente (como reco­nocer ía más ta rde Navarro Tomás , qu ien , sin embargo , ignoraba la exis­tenc ia de l Arte Métrica de l caspo l ino c u a n d o escr ibió su m a n u a l ) . P e r o Príncipe n o redujo sólo sus preocupaciones al estudio de la métrica. Con ser su apor tac ión en este sent ido valiosísima, el capítulo «Teoría y crítica literaria» del m e n c i o n a d o estudio de Aldea y Ser rano demues t ra su inte­rés p o r t o d o lo r e l ac ionado con el h e c h o l i terar io , desde la sociología, hasta la función de la crítica, a la que también contr ibuyó con numerosos artículos.

Bono, un vate errante y conmemorativo

También salió de su tierra, a u n q u e más t e m p r a n a m e n t e que Príncipe, o t ro turolense, Gaspar Bono Serrano, nacido en Alcañiz en 1806. La futu­ra monograf ía que algún día t iene que escribirse sobre este clérigo alca-ñ izano poseerá , sin duda , el atractivo adic ional de su biografía y de sus relaciones literarias. Bono estudió teología y human idades en Valencia en c o m p a ñ í a de J u a n Arolas, Estanislao de Kostka Vayo y ot ros románt i cos en c i e rnes , y con ellos f u n d ó la «Academia de Apolo» . Po r o t r a p a r t e , también residía en Valencia J u a n Nicasio Gallego, quien , al decir de Ovi-lo, le ayudó n o p o c o en estos p r i m e r o s pasos es tud ian t i l e s y l i te rar ios . O r d e n a d o sacerdote en 1830, regresó a Alcañiz, d o n d e entabló u n a fruc-

70 Cf., por ejemplo, Rafael DE CÓZAR, Poesía e imagen. Formas difíciles del ingenio literario, Sevilla, Alfar, 1991.

Cf. ahora la tesis doctoral de Antonio CARVAJAL De métrica expresiva frente a métrica mecánica (ensayo de aplicación de las teorías de Miguel Agustín Príncipe), Universidad de Granada, 1995, citada por José Ángel SÁNCHEZ IBÁÑEZ en su «Bibliografía» del poeta, Poesía en el Campus, 34 (1996), p. 46.

94

Page 25: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

tífera amistad con el ya anc iano Mor de Fuentes , qu ien vivía re t i rado en M o n z ó n 7 1 . Pocos años más ta rde , B o n o se e n r o l ó c o m o capel lán mili tar en la gue r r a carlista. Allí conoc ió al co rone l de Estado Mayor J u a n Gui­llén Buzarán , con q u i e n t r a b ó u n a ín t ima amis tad q u e d u r a r í a t oda la vida. Dado que Guillén Buzarán sería pocos años después u n o de los más s igni f icados r e d a c t o r e s d e La Aurora, c abe s u p o n e r la p r e s e n c i a o, al m e n o s , la pa r t i c ipac ión del a lcañ izano en las act ividades de la p léyade románt ica del Ebro . Por úl t imo, sus traslados poster iores lo relacionarían de nuevo con J u a n Nicasio Gal lego y con o t ros q u e — c o m o Q u i n t a n a , Alberto Lista o el D u q u e de Frías— compar t i e ron con él su amistad y sus gustos literarios y alabaron sus versos.

De B o n o se conoce u n a tardía Miscelánea religiosa, política y literaria72, p e r o pub l i có poes ías en el Diario de Valenc ia d e s d e sus a ñ o s juven i l e s — q u e , a veces, po r su extensión, se impr imie ron en t i rada apar te—, y al menos en media docena de periódicos y revistas (ent re ellos, el Semanario Pintoresco y la Revista de Letras y Artes de Sevilla). En 1850 r e u n i ó en u n vo lumen de 400 páginas casi todos sus versos publ icados hasta en tonces . T a m p o c o olvidó la temática aragonesa, que cultivó en 1844 con u n Canto sagrado en 100 octavas dirigido a la Virgen del Pilar. Los círculos literarios en que se movía y las t raducciones que realizó (Florian, Gresset, Boileau, j u n t o con L a m a r t i n e ) , i lustran las c o o r d e n a d a s estéticas q u e insp i ra ron u n a copiosa p roducc ión , s iempre proclive a lo circunstancial patr iót ico y conmemorat ivo 7 3 .

71 «El anciano escritor abrazó cariñosamente al poeta novel , dándole a conocer sus obras. Veinticinco años después, el imitador de Thompson y de Saint Lambert, después de haber recibido en Francia y Alemania vivas muestras de admiración y respeto por sus talentos y virtudes, expiraba e n su p u e b l o natal a la edad de 86 años , víct ima del infortunio y la pobreza; y Bono Serrano publicaba en la Revista Literaria de Sevilla un interesante y extenso artículo necrológico a la memoria del vate del Cinca, merecedor en verdad de mejor suerte» (Manuel OVILO Y O T E R O , Escenas Contemporáneas, Madrid, Establec. Tip. de D . A. Vicente , 1859, II, pp. 57-82).

7 2 Madrid, Aguado e Hijo, 1870. 7 3 Gran parte de esta c o p i o s a obra pub l i cada p u e d e consu l tarse e n la Bib l io teca

Nacional . Allí se encuentra más de una veintena de opúsculos (odas, c o n m e m o r a c i o n e s , elegías a las desgracias familiares de los miembros de la familia real, cordiales epístolas a sus amigos. . . ) , en los que B o n o prodigó generosamente la sociabilidad de su lira. Los más tempranos son los titulados: A D. Juan López Pelegrín en la muerte de Abenámar, Guadalajara, Impr. de P. M. Ruiz y H n o . , 1845; A la coronación del... Señor D. Manuel Quintana. Oda, Madrid, Impr. de Eusebio Aguado, 1855; A la muerte del poeta Jesús Rodríguez Caso, Madrid, Vda. de Aguado, 1868; A las victorias contra Marruecos. Oda, Madrid, 1860, y A los baños de Trillo. Oda, Madrid, 1862.

95

Page 26: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Los que se quedaron en Aragón

Muchas lagunas t ienen todavía que cubrirse para desempolvar definiti­vamente la discreta taracea de los distintos romanticismos provinciales. En cualquier caso, n o parece probable que aparezcan «recuperaciones» cuya e n v e r g a d u r a poé t ica haya revest ido u n a significación re levante , incluso d e n t r o del p a n o r a m a regional . Si n o existió u n a «Joven España» equiva­l en t e a la «Joven Alemania» de H e i n e , Marx o W a g n e r — p o r más q u e Larra se refiriera en alguna ocasión a ella—, ni siquiera he pod ido detec­tar o t ra «juventud airada» l lamada despec t ivamente «romántica» que la que hizo u n provocador pasillo a los pacíficos fieles que salían de la misa de doce en el Pilar y, en este caso, el episodio, más que de gesto románt i ­co, c r eo q u e p u e d e cons idera rse c o m o u n a i nocen t e g a m b e r r a d a . O t r a utilización de la palabra —la transcrita por H o r n o Liria del Diario Constitu­cional de Zaragoza del 8-V-1837—, t ampoco parece responder a otra inten­ción que la de satirizar las nuevas m o d a s sociológicas del día, d a d o q u e alude a la nueva cos tumbre femenina de besarse re i terada e injustificada­men te en los encuen t ros y despedidas de las r eun iones sociales 7 4 . Más afi­n a d o conceptua lmente anduvo en 1849 J e r ó n i m o Borao, al hablar del efí­m e r o «ana rqu i smo román t i co» , p r o p i o de u n a Zaragoza po l í t i c amen te «anarquista», c o m o en 1840 la había def inido con orgul lo Mar iano Gil y Alcayde an t e la r e ina Crist ina. . . 7 5 . Con todo , si existió u n roman t i c i smo sociológico, n o parece que éste fuera m u c h o más allá del que d e n o m i n o Decálogo del hombre del siglo. A saber:

1. No haber asesinado a nadie; 2. No deber un cuarto a sus vecinos; 3. Ir a misa los domingos y días festivos; 4. Tener al menos un hijo al año; 5. Recogerse antes de las diez; 6. Comer la carne bien asada, el melón para postre y la ensalada para

entrada; 7. Calzar botas de punta cuadrada y de tacón ancho; 8. Gastar guante negro con ribete encarnado; 9. Estar suscrito al Semanario Pintoresco y al Diario Mercantil; 10. Y, por supuesto, embriagarse diariamente en la fuente de delicias

teatrales («Te perseguirán todas las visiones fantásticas que pueden acosar a un hombre que se acostaría sobre su lado izquierdo des-

7 4 «Zaragoza en 1837», en Ensayos Aragoneses, Zaragoza, Institución «Fernando el Católi­co», 1979, pp. 117-118.

7 5 Mariano GIL Y ALCAYDE, Descripción de los obsequios hechos a sus Majestades y Altezas en la Muy Noble, Muy Leal y Siempre Heroica Ciudad de Zaragoza durante su permanencia en la misma, Zaragoza, Imprenta de Peiró, 1840, p. 6. T o m o la cita de José-Carlos MAINER, «El romanticis­m o en Aragón» cit., p. 136, n. 10.

96

Page 27: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

pués de un banquete diplomático. Te quedarás como Montesinos en su cueva, hasta que la mano caritativa de un apagador de luces, galvanizando tus hombros, te ponga en contacto con el aire atmos­férico de la calle) 7 6.

Los románt icos que pe rmanec ie ron en Aragón n o se privaron del pla­cer de hacer crujir las prensas provincianas, si b ien con poca for tuna en cuan to a resonanc ia nac iona l 7 7 . En el caso de J e r ó n i m o Borao, sus pocas ambiciones literarias quedaban patentes en su producción dramática 7 8 . En cuanto a su obra poética — q u e reunió en sus Poesías de 1869—, el p rop io Borao confiesa habe r escrito sus versos juveniles al dic tado de la esponta­ne idad —se refería i n d u d a b l e m e n t e a los dedicados a las gestas heroicas locales—. El c o n o c i m i e n t o reflexivo del g é n e r o v ino d e s p u é s , «con la edad y los estudios». N o obs tante , el tres veces Rector de la Universidad zaragozana reconocía publicar a instancias de sus amigos u n a producc ión poética que s iempre fue circunstancial, como hija de quien, ocupado por trabajos didácticos, sólo p u d o dedicarle «escasos ocios...»:

...salvo cuando algún empeño de circunstancias o alguna porfía de mis amigos me ha puesto en las manos la lira, para que sacara de ella las débiles melodías de que era capaz mi estro poético.

(...)

Unas veces por encargo, otras por gusto, mis poesías, aunque escri­tas a largos trechos, han llegado a ser numerosas al cabo de treinta años, y en cuanto a su publicidad, unas no la han tenido y yacen en mi cartera o en los «Albums» (sic) que me las han reclamado, otras la han tenido, sí, pero en diversos y heterogéneos periódicos de toda España, o en colecciones españolas y aun extranjeras7 9.

Y, en efecto. En la p r imera de las cuatro secciones del libro, la titulada «Patria y Religión», se respi ra todavía un cier to aire d iec iochesco, en la medida de que el patr iota ilustrado que apela a la virtud, a la ciencia, a la razón y a la l iber tad, se da la m a n o con el román t i co q u e canta las exce­lencias de la recién inaugurada línea ferroviaria Madrid-Zaragoza; o cuan­do los elogios a Covadonga, Pelayo, Lanuza o Azara, pulsan registros seme­jantes a los cantos a la libertad, a la Virgen del Pilar o a la Cincomarzada.

76 Sintetizo literalmente, aunque no en su disposición discursiva, el «Folletín anónimo» remitido al Eco de Aragón el 23 de diciembre de 1840.

77 Caso ex tremo de estas l imitaciones periféricas, ni siquiera la Vida de Pedro Saputo (1844) , del h o m b r e universal que fue D. Braulio, apenas se tuvo en cuenta en el ámbito regional en el que apareció.

7 8 Una reciente relación de sus obras se encuentra en el «Liminar» de Vicente MARTÍ­NEZ TEJERO a su citada edición de La imprenta en Zaragoza (pp. XXV-XXVIII).

7 9 Poesías cit., pp. 6-7. A esos encargos puede responder el extenso poema Al Santuario de la Misericordia. Saludo poético (1875).

97

Page 28: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Con todo , la sección t i tulada «Amistad y amor» es, j u n t o con la ante­rior, la que más se acerca a los gustos románticos (por ejemplo, en Roman­ce morisco, La poetisa y el poeta, El amor de una mora, El peregrino, el caballero y el trovador — t r a d u c i d o de Maffey— y en a lgunas baladas) . Estaban escritas en los años en que el futuro rector confiesa haberse dejado arrastrar po r u n a dulce sensibilidad que le man ten ía en relación con el arte «en cierta feliz infancia» en que se entusiasmaba con las Orientales y las Hojas de Otoño de Víctor H u g o 8 0 . En cambio, las ya aludidas concesiones a lo circunstan­cial cierran esta segunda sección (con poemas a la madre y al ángel custo­dio, hojas de álbum, serenatas y amores t iernos y delicados), y do tan a las dos siguientes de un inconfundible aire de frivolidad (en la tercera, «Him­nos y flores», se inspira en inauguraciones, en la infancia y en las artes; en la cuarta, titulada «Risas y juegos», t raduce epigramas de Marcial e incluye o t ros de su p rop i a cosecha, j u n t o con fábulas, poesías galantes , «pr imo­res» y el romance humoríst ico Juegos de ingenio).

José María Huici es otro de los que se quedaron , aunque n o p u d o resis­tir la tentación de probar fortuna, al parecer con cierto éxito, en los esce­nar ios madr i l eños . Pocos datos biográficos se r e c u e r d a n de este guard ia de Corps, hacendado y administrador de loterías quien, como se ha dicho, cerró filas j u n t o a la pléyade románt ica zaragozana de La Aurora y el Liceo. En esos años progresistas cantó poé t icamente a la l ibertad en las sesiones liceísticas y en la prensa aragonesa del m o m e n t o 8 1 .

80 En su folleto Para Todos, por «Un Espectador», Madrid, Establecimiento Tipográfico de Luis Jaime, 1871. El ejemplar que he consultado -gracias a la amabilidad de la directora de la Biblioteca «José de Sinués»—, lleva en su portada la siguiente aclaración manuscrita y rubricada por Víctor Navarro Vicente: «D. Gerónimo Borao, rector que fue de la Universidad de Zaragoza». En dicho folleto, Borao repartía sus varapalos políticos sobre las cabezas de todas las tendencias políticas, en la convicción de que los excesos y egoísmos de unos y otros constituían una seria amenaza para la estabilidad política («en épocas inconstituidas y revuel­tas c o m o la actual, hasta le parece a todo el que tiene una pluma en la mano que está en la obligación de trastornar todo lo que antes de él ha existido para crear después un m u n d o nuevo a imagen y semejanza de su cerebro a lborotado») . «A los republicanos», «Para los absolutistas», «Para los moderados», «Para los progresistas, unionistas y demócratas» y «Para todos» rezaban los sucesivos capítulos de quien se confesaba cautivado por Castelar, al tiem­po que declaraba condenar «lo mismo a León que a Narváez, a O'Donell que a Prim, a Tope­te que a Pierrad, y decimos más, a Riego que a Chapalangarra: cuando nosotros en edad tem­prana fuimos alguna vez conspiradores y perseguidos, esto mismo decíamos con asombro de ellos a nuestros compañeros de infortunio» (p. 14). A siete años de su muerte, los sucesos revolucionarios rebasaban ya al moderado Rector cesaraugustano quien, con esta indiscrimi­nada diatriba, pretendía erigirse en «el órgano de los que callan; pero los que callan suelen ser los que sufren y los que tienen razón» (p. 67) .

8 1 Huici, director del Eco dé Aragón desde 1866, había estrenado y publicado en Madrid la mayor parte de su producción dramática. Pagar sus deudas sin un ochavo (1837) le convirtió en el dramaturgo más mañanero del grupo, aunque ni esta obra ni la siguiente —Don Simeón o el Liberal por especulación (1838)—, dijeran m u c h o de quien, en sus dramas posteriores, se reveló como discreto desempolvador de la historia aragonesa: Don Pedro el Cruel (1840), Doña Brianda de Luna (1840), Venganza en un pecho noble (1850), Doña María Calderón (1851) y Una noche en Buitrago (1852).

98

Page 29: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

También exaltado liberal fue el zaragozano Manuel Lasala (1805-1874), quien se había incorporado a la Milicia Nacional en 1820 y en 1834 y fue condecorado por su participación en la Cincomarzada. Político y abogado —y a n d a n d o el t i empo , r e p u t a d o foralista—, se significó l i t e ra r i amente con el d r ama histórico Inglar (1840), a u n q u e p re sumib lemen te , c o m o el resto de los románt icos regionales, debió de templar su musa en los acon­tecimientos c iudadanos de aquellos fogosos años 8 2 .

Parecida suerte ha corrido la obra literaria de Mariano Ponzano, si bien las noticias que poseo son un poco más explícitas 8 3. En 1840 se le encuentra presidiendo la sección de Literatura del Liceo Artístico y Literario de Zarago­za, mient ras el coliseo de su c iudad r ep resen taba con éxito sus comedias Siempre ha sido aventurado el juzgar por el vestido, El hombre benéfico, El jugador por virtud y La celosa confundida, aunque sólo el drama romántico Justicia es juicio de Dios recibiera los honores de la impresión. Ponzano entregó su musa con prodigalidad, tanto en la sesiones de su sección liceística como en la prensa del momento . Entre sus poemas, los hay —como «El expósito en capilla»— que emulan con dignidad las canciones esproncedianas, lo que demuest ra que el autor de «La corona del Artista», «El sepulcro de mi hija» o «El pri­mer suspiro» acertó a sintonizar con la nueva moda y quizás también a acor­dar su verbo a las voces más que a los ecos 8 4 .

82 Jesús DELGADO, El derecho aragonés. Aportación jurídica a una conciencia regional, Zaragoza, Alcrudo, 1977, pp. 181-190.

8 3 Nacido en Zaragoza en 1792, se trasladó a Madrid para estudiar filosofía en el Cole­gio Imperial de San Isidro de Madrid, pero, según Ovilo y Otero, cambió los libros por el fusil durante la guerra de la Independencia: «Hijo de una noble y distinguida familia, sus padres D . Mariano y D - Rosa Portanell le dieron una educación propia de su clase enviándo-le a Madrid, d o n d e estudió filosofía en el Colegio Imperial de San Isidro. La guerra de la Independencia que ardía entonces en todo su furor le animó a tomar en ella una parte muy activa, dist inguiéndose en repetidas ocasiones, por lo que l legó a obtener el grado de capi­tán. Pero licenciado al terminarse aquella gloriosa lucha, se retiró a la vida privada, dedicán­dose a diferentes estudios particulares. Publicada la Constitución en 1820, Ponzano se dio a conocer c o m o liberal, sin que esto le ocasionara persecución alguna, pues precisamente en lo más fuerte de la reacción en 1824 tomó el título de maestro de escuela, estableciéndose en Zaragoza, donde sus buenas circunstancias físicas y morales le valieron una numerosa cliente­la, habiendo a fuerza de t iempo, constancia y esfuerzos, l legado a plantear un colegio mode­lo en la capital de Aragón. En 1838 es nombrado examinador de maestros, director interino de la Escuela Normal de Zaragoza en 1839, director del Instituto zaragozano en 1840 y direc­tor del colegio interior de la Facultad de Filosofía en 1846» (Escenas Contemporáneas, Madrid, Establec. Tip. de D . A. Vicente, 1854, II, pp. 333-335). El proyecto de reglamento literario, político y religioso de ese colegio —cuya fundación anunciaba Ponzano para el primero de febrero de ese mismo año—, está contenido en la segunda parte de su folleto Observaciones sobre el estado de la instrucción primaria en esta Capital desde 1823 hasta 1840, Zaragoza, Polo y Monge, 1840.

8 4 Cuyo original manuscrito se encuentra en la Biblioteca «José de Sinués». Otros poe­mas citados por Ovilo y Otero son «El ensayo poético» y «El buscapié», una sátira a la empleo­manía y otra sobre la celebridad.

99

Page 30: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Capí tu lo apar te merece Braulio Foz qu ien , si realizó u n aus tero ejer­cicio de pedagogía histórica con su d rama Don Alonso el Batallador —1840, a u n q u e e s t r enado en 1869 8 5 —, se ade lan tó a su t i empo al recoger la lec­c ión ce rvan t ina en su Vida de Pedro Saputo (1844) , novela cada vez más estudiada, como el fruto más valioso que es del XIX aragonés. No abunda­ré en las excelencias de un escritor po r el que siento una gran debilidad, y al q u e h e d e d i c a d o varios trabajos. So l amen te seña laré q u e , del mismo m o d o que su vida, también su li teratura de estos años estuvo animada por u n p rog res i smo mi l i t an te : abr ió las pág inas de su pe r i ód i co a la poes ía románt ica y a las inquie tudes de los liceístas regionales; instó a los poetas catalanes y aragoneses a que escribieran sobre las gestas épicas del Aragón c o n t e m p o r á n e o («Temas n o faltan, desde los Sitios a la Cincomarzada», afirmaba quien en 1863 sería invitado a presidir los Juegos Florales de Bar­celona) . Sin embargo, a la altura del medio siglo, tanto el Foz poeta como el teórico de la Novísima Poética, ejemplifican u n a vez más las l imitaciones inherentes a la idealización de los modelos clásicos e ilustrados y a los pre­juicios ante la vacuidad de las desmesuras románticas. Como frutos tardíos —y ya sometidos a la corrosión del escepticismo— se cuentan sus libros de poemas Los baños de Panticosa. Canciones a la EME. Por un bañista de 1856 y El monasterio de Veruela86.

La sensibilidad y el pragmatismo de Muntadas

Con u n a gesta colectiva ent raba en la sociedad literaria el catalán J u a n Feder ico Muntadas (1826-1912), au tor de La batalla de Bailén. Canto épico, al que el r e n o m b r a d o Bonaventura Caries Aribau p r o p i n a b a u n confuso espaldarazo de bienvenida:

En otro tiempo un suceso semejante hubiera sido materia de cantos populares, que figurarían en adelante, más o menos alterados, en algún Romancero. Ahora el pueblo ya no canta, porque el pueblo empieza a leer, y la imprenta, que popularizó lo más elevado, eleva ahora hasta lo más popular 8 7.

También contribuyó al teatro románt ico con varios dramas publicados en Madrid en to rno a los años cincuenta: Boadicea, Una lección de Corte, La última noche de Camoens y Deudas pagadas. Sin embargo, el n o m b r e de Fede-

8 5 Sobre sus comedias perdidas, cf. mi Braulio Foz y la novela del siglo XIX, Teruel, Institu­to de Estudios Turolenses, 1992, p. 75.

8 6 Zaragoza, Imprenta de Vicente Andrés, 1857 y 1861 respectivamente. Estos dos poe-marios han sido localizados por Teresa Claramunt.

8 7 Madrid, Rivadeneyra, 1951.

100

Page 31: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

rico Muntadas es m u c h o más conoc ido po r su vinculación al Monaster io de Piedra, verdadero paisaje romántico, que la familia había comenzado a explotar tras las medidas desamortizadoras.

Ya Pascual Madoz dejaba constancia en su Diccionario geográfico-estadísti-co-histórico de Aragón de lo condic ionada que iba a estar la sensibilidad y la inspiración literaria del joven hijo del propietar io , paseante en la soledad de tan exóticos parajes 8 8 . Y, en efecto, c u a n d o Muntadas pub l ique la pri­mera de sus guías turísticas sobre el Monasterio de Piedra (por cierto, que con la adic ión de seis becquer ianas leyendas) , confesará haber la escrito guiado por sus propias impresiones, aun reconociendo la insuficiencia del lenguaje para plasmarlas:

Reconocemos, sin embargo, la ineficacia de la palabra escrita, fría de suyo, para dar exacta idea de un país que tiene cascadas como Suiza, grutas como Escocia y trozos de espléndida y salvaje vegetación que recuerdan el tipo y las formas de la zona ecuatorial 8 9.

El descubr imien to de u n a natura leza tan insólita en el adus to paisaje aragonés, descubr imiento amplificado publ ici tar iamente por el Aragón de Cuad rado y Parcerisa, atrajo la a tención de numerosos visitantes: escrito­res, artistas, fotógrafos, l i teratos y viajeros. Con ello se creaba u n a nueva ru ta que añadi r al catálogo de bellezas de la que Hoffmann y Aymes han d e n o m i n a d o «España romántica», de la que el «Aragón romántico» cons­tituyó u n a parcela digna de menc ión 9 0 .

Un aspecto n o m e n o r de la for tuna literaria y artística de esta diligen­te exhibic ión y explo tac ión de los Muntadas es el q u e t iene q u e ver con los p r i m e r o s pasos del paisaje real is ta e spaño l , d e s d e la fundac ión , en 1844, de la p r imera cátedra de Paisaje en la Academia Nacional de Bellas Artes y la b ú s q u e d a de parajes nuevos po r pa r te de Carlos de Haes y sus discípulos. P e n a r e c u e r d a q u e «las estancias de Haes con J u a n Feder ico M u n t a d a s en el Monas t e r io de P iedra , fue ron m a r c a n d o las d i fe ren tes

88 «Mejores entusiasmos nos infunde con todo respeto del Monasterio de Piedra la ilus­tración de su dueño actual D . Pablo Muntadas, y el ardiente entusiasmo hacia las bellas artes y la literatura precozmente despertado en su hijo D . Federico. Nosotros que sabemos cuán gratas inspiraciones debe a aquel magnífico sitio nuestro joven amigo.. .». Citado por Jesús RUBIO, «Aragón romántico: entre el pintoresquismo y lo sublime», en José-Carlos MAINER y José María ENGUITA (eds.), III Curso sobre Lengua y Literatura en Aragón (siglos XVIII-XX), Zaragoza, Ins­titución «Fernando el Católico», 1994, p. 53.

8 9 «Leandro JORNET», El Monasterio de Piedra. Su historia. Valles, cascadas y grutas. Leyendas monásticas, Madrid, Imprenta y Tip. de M. Rivadeneyra, 1871, p. v. Según RUBIO (ibíd., p. 59) , también escribió en 1860 el p o e m a descriptivo Eureka. El descubrimiento de la gruta del Iris (Zaragoza, 1895).

9 0 José-Carlos MAINER, «El romanticismo en Aragón» cit., pp. 133-134. Cf. también Jean-René AYMES, Aragón y los románticos franceses (1830-1860), Zaragoza, Guara, 1986, y, en fechas más recientes, la tesis de licenciatura inédita de Esther ORTAS DURAND, Recepción de la naturale­za y léxico estético en los viajeros por Aragón (1759-1850), Universidad de Zaragoza, 1996.

101

Page 32: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

visiones que tuvo de los mismos parajes al calor del nuevo clima que sur­gió en su en to rno» 9 1 .

No debe olvidarse que Muntadas era un aristócrata pragmático, y en su nove la Vida y hechos de Gil Pérez de Marchamalo92 — s i e m p r e p o s t e r g a d a , incluso po r quienes con más celo se han apl icado a descubrir los antece­dentes del realismo galdosiano—, reflejó con aceptable fidelidad la irresis­tible ascensión de u n medrador sin escrúpulos en el Madrid de la política y las finanzas. A u n q u e , c o m o acabo de señalar , qu ince años antes , t an to La batalla de Bailén como sus Ensayos poéticos —de 1848— o sus dramas his­tóricos r e spond ían a una sensibilidad impregnada del clima espiritual de estos románticos parajes. Su Discurso sobre Shakespeare y Calderón, con el que en 1849 defendió su Tesis Doctoral en la Universidad de Madrid, comen­zaba con u n a justificación románt ica que hablaba del mal de siglo que ate­nazaba al ser h u m a n o y, en compensac ión , de la añoranza de u n m u n d o tal como lo concibe el deseo. También de las «excursiones al pasado», las cuales, «además de p roporc iona r l e las más dulces sensaciones, p o n e n al h o m b r e en relación con los seres que dejaron de existir».

Toda la tercera sección de sus Ensayos poéticos recogía más que aceptables muestras de esa comunión con el pasado, plasmada en u n a serie de leyen­das donde las tempranas resonancias wagnerianas se mezclaban con las más domésticas de Zorrilla o el Duque de Rivas («La montaña de la Saga», «Wal-frido y Elgita», «Margarita», «Los dos comendadores», etc.). Parecido inte­rés poseen también sus traducciones de Lord Byron, así como poemas que, como «Fantasía», se situaban ya muy cerca de las Rimas becquerianas. Por­que, en definitiva, el romanticismo del aristócrata y político Muntadas reu­nía ingredientes apa ren t emen te contradictor ios . Las fidelidades retóricas del universitario que era ejercían u n percept ible freno en quien, po r o t ra parte, no dejaba de frecuentar asiduamente el ambiente literario madri leño y sintonizaba con la estética de mayor frescura del momento . Cosmopolita y refinado, su condición social le hacía decantarse por el romanticismo con­servador y sumarse a las excursiones hacia la tradición y el pasado vivos en el espíritu del pueb lo , p l enamente consciente de que éstos en m o d o a lguno pod ían ser incompatibles con la política estatal de restauración de monu­mentos y con la avispada rentabilización de los mismos.

Balance de un romanticismo provinciano

De ser conocidos con más detalle los pequeños actos de sociedad de la vida p rov inc iana , o t ros poe tas y d r a m a t u r g o s p o d r í a n a p a r e c e r en este

9 1 Pintura de paisaje e ideología. La generación del 98, Madrid, Taurus, 1982, p. 32. Cf. tam­bién Rubio, ibíd., p. 56.

9 2 2 vols., Madrid, Impr. Rivadeneyra, 1866.

102

Page 33: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

recuento . Me refiero, en especial, a los redactores más fugaces de La Auro­ra, doblados f recuentemente en debutantes liceístas, con u n a producc ión lírica ocasional que pe rmanece inédita, y que quizá sólo la constancia y el azar pe rmi tan encon t r a r en archivos y legados familiares. Informaciones valiosas referentes a hojas volanderas y a alguna efímera revista y a su con­texto (editores, permisos de publicación censura, etc.) d u e r m e n en t re los legajos q u e g u a r d a el Archivo de la Dipu tac ión Provincial de Zaragoza. Por otra parte , la rica tradición impresora aragonesa decayó sensiblemen­te en las fechas que nos ocupan 9 3 y todavía queda como tarea pendien te la d e real izar u n m i n u c i o s o s e g u i m i e n t o de la p r e n s a d ia r ia q u e ayude a reconstruir la oferta editorial autóctona, a m e n u d o acompañada de volú­menes en depósito procedentes de otras latitudes. Pero, como he anticipa­do al principio, sospecho que desempolvar estas humildes excrecencias de n u e s t r o pa rnaso p o c o p u e d e modif icar el c o n o c i m i e n t o y la valoración actual del modesto romanticismo aragonés.

De o t ro lado, pese a la exaltación demos t rada en los acontec imientos pol í t icos c i u d a d a n o s —y el e spa r t e r i smo, c o m o f e n ó m e n o t í p i camen te zaragozano, seguiría r ep re sen tando esa militancia en los ideales románti­cos, aunque la defensa de Espartero fuera acompañada de nada desprecia­bles p romesas económicas—, los h o m b r e s de La Aurora n o acaba ron de compar t i r del todo u n a estética que , llevada a sus últ imas consecuencias , hubiese r e p u g n a d o al pugnaz pragmat i smo i n h e r e n t e a esa fe en el pro­greso económico que profesaban. Lo denunc iaba clarividentemente Meso­ne ro Romanos, y las provincias aragonesas n o podían constituir una excep­ción en el contexto nacional:

La época actual es una época de contradicciones, de incertidumbre y de antítesis. En ninguna de las anteriores se han hallado las costum­bres en tan abierta contradicción con las doctrinas; en ninguna se vio tanto prosaísmo en las acciones, tanta poesía en los libros. Llueven a cántaros raudales de poética inspiración sobre una sociedad toda már­mol, toda metal, toda números... 9 4.

Ni siquiera en lo político los años cuarenta habían encon t rado un nor­te seguro : los b a n d a z o s y bruscas a l t e rnanc ias — q u e h i c i e ron zozobrar incluso al clarividente Larra—, sumieron en la incer t idumbre a u n progre­sista Braulio Foz, qu ien n o acertaba a c o m p r e n d e r que sus paisanos le lla­masen «calzado» o «doceañista» por su defensa de las libertades o que , en n o m b r e de esa misma p roc lamada l ibertad, fuera ci tado cons tan temen te a n t e los t r i b u n a l e s . Este e s t a d o de p e r p l e j i d a d g e n e r a l e r a e x p r e s a d o ce r t e ramen te po r Gabino Tejado en las páginas de El Siglo: «En política,

9 3 Vicente MARTÍNEZ TEJERO, «Gerónimo Borao: aproximación a su obra impresa», en su citada edición de La imprenta en Zaragoza, p. XVI.

9 4 Citado por Salvador GARCÍA, Las ideas literarias en España entre 1840 y 1850, University of California Press, 1971, p. 9.

103

Page 34: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

p o r e jemplo , se l lamó a lo an t iguo despotismo, y a lo nuevo libertad; y tan d e t e r m i n a n t e s , tan oscuros e r an estos n o m b r e s c o m o los de clasicismo y romanticismo, adoptados para significar lo ant iguo y lo nuevo en li teratura. Si los h e c h o s e ran tan oscuros, ¿cómo n o lo hab ían de ser los n o m b r e s , que son fórmulas de estos hechos ?» 9 5 .

Ambigüedad , pues , en la polít ica, y a m b i g ü e d a d en la l i teratura. Por otra parte , eran los t iempos del eclecticismo, que incluso una nueva corrien­te filosófica ven ía a c o r r o b o r a r . Me re f i e ro al g a d i t a n o T o m á s Garc ía L u n a , a u t o r de u n a s Lecciones de filosofía ecléctica, pub l i cadas en 1843 9 6 , divulgadoras de u n a filosofía que venía c o m o anillo al d e d o al pragmatis­m o de q u e tan necesi tada estaba la nueva sociedad burguesa de los años cuarenta. Aunque , en lo que al cultivo de las musas respecta, dicho eclecti­c ismo n o d e b e i n t e r p r e t a r s e c o m o u n i n t e n t o d e conc i l i ac ión e n t r e el romanticismo y el neoclasicismo (entre otras cosas, po rque la mayor par te de nues t ros románt icos n u n c a había r e n u n c i a d o al neoclasicismo de sus años de fo rmación) . Dicho eclecticismo d e b e en tende r se c o m o u n entibia-mien to de esos idealismos progresistas (y también, claro está, del progre­sismo en li teratura, que tan sólo constituyó u n a m o d a pasajera), paradóji­camente en n o m b r e de los imperativos del mismo progreso 9 7 .

Sin p e r d e r de vista estas n o insignificantes mat izaciones , c reo q u e el p a r a d i g m a d e nues t ros poe ta s r o m á n t i c o s — a u n q u e quizá t a m b i é n del romant ic ismo español— podr ía constituirlo ese «justo medio» con el que Miguel Agustín Pr íncipe tan t e m p r a n a m e n t e comulgar ía 9 8 . El mismo que

9 5 Ibíd., p. 7. 9 6 Lecciones de filosofía ecléctica pronunciadas en el Ateneo de esta Corte, Madrid, Impr. de I.

Boix, 1 8 4 3 . 97 Sobre estas cuestiones, cf. también el Panorama del romanticismo español cit. de Leonar­

do ROMERO TOBAR, p. 1 0 9 y sigs.

9 8 En su poema «A la instalación del Liceo Artístico y Literario de Zaragoza» (Diario de Zaragoza, 1 7 - I V - 1 8 3 8 ) , Príncipe incluía entre los dii maiores del parnaso romántico, tanto a los que competían con los poetas de la «ufana musa castellana de Fray Luis, Herrera o Quevedo» (Luzán, Lista, Cienfuegos, Meléndez Iglesias, Samaniego, Iriarte, Moratín...) como a las nuevas genia­lidades independientes (Larra, Espronceda, García Gutiérrez, Zorrilla, Campoamor y Hart-zenbusch) , no sin una advertencia final sobre lo peligroso de no distinguir las voces de los ecos: «¡Mas, ay del vate que la voz creyendo / del entusiasmo oír, en la carrera / del vértigo se lanza, / y a distinguir no alcanza / de la falsa e m o c i ó n la verdadera! / ¡Ay del que grita libertad del genio / y al desenfreno se abandona y loco / teniendo el gusto y la verdad en poco / en abortos sin fin luce el ingenio ! . . . » (reproduzco el p o e m a íntegro en mi artículo «La coronación de Miguel Agustín Príncipe» cit.).

Aunque conc lu ía re inc id iendo sin mayores prec is iones en esa «actitud concil iadora» entre clasicismo y romanticismo, Manuel de la Revilla acertaba en las líneas generales de su dictamen: «Quedó del movimiento romántico lo que debía quedar: la ruina definitiva y com­pleta de la escuela clásica, el principio de la libertad del arte, la necesidad de que el artista busque su inspiración, no en antiguos modelos ni en reglas escolásticas, sino en el espectácu­lo de la realidad viviente, y en la libre actividad de su espíritu. Lo demás pasó. Las leyendas fantásticas, los dramas tremebundos, productos de imaginaciones desbordadas, extraños a toda realidad, dejaron de estar de moda , y aquel los adalides del romant ic i smo, que con

104

Page 35: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

dest i laban las pág inas de La Aurora, d o n d e Víctor H u g o convivía con la exaltación fociana de los Argensola y de la «antigua escuela poética arago­nesa», y u n a entusiasta biografía de Lord Byron, con el «Juguete satírico r o m á n t i c o d e d i c a d o a los románt icos» del j oven Borao o con «Embesti­das» contra los poetas del día... Porque los hombres de estos años aurora-Íes se habían puesto bajo el manto de las dieciochescas Sociedades Econó­micas de Amigos del País y n o quer ían a más maestros que a Luzán, Lista, Q u i n t a n a o Cienfuegos: «Acordaos, sobre todo , de q u e nues t ra sociedad no se parece a la de n inguna otra nación —escribía Nicolás Sicilia — y así, abandonad de u n a vez esa manía de apurar vuestro ingenio con pesadas y mezquinas t raducciones . Dejad que los extranjeros dec idan si d e b e n dar preferencia a la desconsoladora escuela de Byron, a la melancólica de Víc­tor H u g o , o a la re l ig iosa de L a m a r t i n e . N o s o t r o s ya t e n e m o s la nues ­tra...».

Ese eclecticismo en boga generar ía en los años siguientes el que José-Car los Ma ine r h a l l a m a d o u n « roman t i c i smo d e c o n s u m o » , c u a n d o la l i teratura se había divorciado ya de la vida y era tan sólo u n pasat iempo o u n a actividad al margen de los tráfagos sociales. Aun así, como escribía el cáustico Mesonero, había «vates a millares», pese a que la sociedad estaba ya vacía de e n t u s i a s m o " . T a m b i é n la Novísima Poética de Braul io Foz — redactada en los años cuarenta— reincidía en apreciaciones semejantes:

Si hoy España se come de empleados Se comerá muy pronto de poetas. Mal dicho: de poetas no; sería Plaga mucho menor aunque funesta; De raheces copleros que atrevidos La vanidad y la ignorancia engendran... 1 0 0.

En la misma c in tura del siglo, el t ambién catedrát ico J e r ó n i m o Borao seguía a ñ o r a n d o el «ca lumniado siglo XVIII», al t i e m p o q u e se atrevía a arr imar un poco de luz para ayudar a la comprens ión de su desconcertan­te discípulo, el todavía «no calificado» y pos ib lemente incalificable «pre-

donosa pluma retrató «El Curioso Parlante», recortaron sus luengas melenas, restablecieron el abolido cuel lo de la camisa y renunciaron a hablar del feudal castillo, la helada tumba y el negro capuz. Pero el c lasic ismo n o renació de sus cenizas, y el arte l iterario q u e d ó por el momento sin ideal definitivo. ¿Qué nueva escuela sustituiría a las dos rivales ya extinguidas? He aquí el problema que desde entonces q u e d ó planteado y n o se ha resuelto todavía por completo» (Obras, Madrid, Imprenta Central, 1883, pp. 24-25).

9 9 «...los vates, a millares, en medio del público desdén; delante de esta sociedad vacía de entusiasmo, ellos no por eso desaparecen, antes bien, se reproducen maravillosamente, se miran y reflejan unos en otros, se entusiasman en su propia contemplación y, a falta de obje­to que los inspire, en este mundo material, de cal y canto, se inspiran en la nada, se abisman en el no ser, o se evaporan en la región de lo infinito». T o m o la cita de Salvador GARCÍA, op. cit., p. 10.

1 0 0 Novísima Poética Española..., p. 71.

105

Page 36: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

sente»: «Hoy se ha dado por el pie (sic) a todas las rancias preocupaciones literarias» —explicaba en su Discurso Inaugural an te el Claustro de la Uni­versidad zaragozana a comienzos del curso de 1849—. Y, tras enumerar las con sagacidad, daba por concluida la «anarquía romántica», a la que había sucedido «la más amplia libertad de cultos literarios»:

Hoy, Señores, se pugna en el hallazgo del binomio de Newton, se trata de elevar a una potencia ilimitada el consorcio de dos sumandos, verdad literaria más verdad social: hoy no nos hallamos en el vestíbulo de las ciencias (...); antes enclavados en ellas, necesita la literatura tomar todo el vuelo de la civilización a que pertenece, necesita no vestir librea alguna, pero sí el uniforme del siglo1 0 1.

Sin embargo, el propio Borao sería poco consecuente con este impera­tivo, dado que estrenó algunos de sus dramas históricos en los años sesen­ta y reun i r í a sus poemas en l ibro en fecha tan tardía como la de 1869. Y, p o r citar o t ro e jemplo representa t ivo —y desconoc ido hasta ahora—, lo p rop io hizo u n a ñ o más tarde quien firmó como «Un aragonés» sus Ensa­yos poéticos de los años cuarenta, un batiburrillo estético y pío en el que, no obs tante , incluía lugares c o m u n e s part icularistas del román t i co regional («Al 4 de agosto en Zaragoza») , y aun ofrecía vagos ecos de a lgún t ema predilecto del e u r o p e o 1 0 2 . Cabe menc ionar finalmente que a mediados de siglo a r rancaba la febril y accidentada carrera publicística de Luis Blanc y Navarro (Barbastro, 1834-La Almunia, 1887) 1 0 3 y Marcos Zapata comenza­ba a cosechar sus pr imeros aplausos en la escena madr i leña con La capilla

1 U 1 Líneas más arriba, Borao detectaba que hoy «se ha moderado el desmedido aprecio con que eran galardonados los poetas y oradores, y ya no se dice de ellos que son los sultanes de la inteligencia; se ha nivelado en lo posible el áspera (sic) pendiente de las categorías; se han avalorado los terrenos según su utilidad; se ha reducido a prudentes límites cada género literario; se ha hecho masa común de todos los bienes que el siglo ha recibido por herencia a benef ic io de inventario; se han dejado eriales la poes ía anacreóntica c o m o anacrónica, la didáctica c o m o insuficiente, la bucólica como risible, y la pueril c o m o pueril, levantándose de importancia (para compensación de tan livianas pérdidas) la dramática, la novelesca y la satírica; se ha dado en el blanco de las exigencias históricas, y lejos de hacerse caudal de sólo las genealogías regias y los encuentros belicosos, se ha dado cabida preferente a los adelantos científicos y literarios, a las investigaciones políticas, a la vida popular y hasta a las curiosida­des anecdóticas; se ha difundido más por cada día, después de un breve trecho de anarquía romántica, la más amplia libertad de cultos literarios; se han canjeado mutuamente los pode­res de todas las escuelas, sin más crimen que el suscitado por la pedantería o la ignorancia» (Discurso inaugural en la solemne apertura de los estudios de la Universidad de Zaragoza el día 1- de octubre de 1849, Zaragoza, Mariano Peiró, 1 8 4 9 , pp. 5 0 y 5 2 ) .

1 0 2 C o m o los poemas «A Napo león en Waterloo» y «A Napoleón vencido». Cf. Ensayos poéticos, por UN ARAGONÉS, Zaragoza, Impr. de la Viuda de D. Antonio Gallifa y Manuel Sola, s. a. [ 1 8 7 0 ] , pp. 1 0 2 y 1 0 3 . Extemporáneo resultaba también en 1 8 5 8 El Roger, extenso poema en octavas reales que dio a luz en la zaragozana Imprenta Gallifa Juan Justiniano y Arribas.

1 0 3 Entre el centenar de libros y folletos de este federalista y contumaz conspirador se cuentan varios dramas y, al menos , un libro de poemas (El Cantor del Pueblo, 1 9 6 3 ) ; cf. Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE, «Luis Blanc, un Garibaldi aragonés», Andalán, 1 5 - 3 0 - I X - 1 9 8 4 , pp. 3 2 - 3 4 .

106

Page 37: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

de Lanuza (1871), para seguir p ro longando el romanticismo hasta comien­zos del nuevo siglo, bien que, como en el caso paralelo de Zorrilla, corroí­do a veces p o r el escept ic ismo, c u a n d o n o p o r los s insabores de u n a n o deseada vida bohemia 1 0 4 .

Las románticas

Otros libros de versos de de l icada y f e m e n i n a insp i rac ión , c o m o Mis vigilias (1854) o Cantos de mi lira (1857) de la prolífica novelista zaragoza­n a María del Pilar Sinués y Navarro (Zaragoza, 1835-Madrid, 1893), o los Ecos del corazón. Ensayos poéticos (1853) de María Verdejo y Durán (Cascan­te, 1832-Zaragoza, 1854) doblan ya la mitad del siglo y, en cierto modo , la página estética de la poesía romántica regional 1 0 5 .

Tan cándidos y edu lcorados c o m o los versos de las an te r iores son los de la oscense nac ida en 1820 Dolores Cabrera y He red i a a u n q u e , d e n t r o de su evidente d ispar idad, se e n c u e n t r a n a lgunos q u e p re lud ian el t ono m e n o r y la sen t imenta l idad intimista becquer iana . Su ún ica ent rega , Las violetas, venía p resen tada por Romero Lar rañaga c o m o el «álbum cariño­so» de u n a mujer «sensible y modesta». Pese a su pro tec tora y condescen­diente galantería, el prologuista acertaba al apuntar las coordenadas senti­menta les en que se movía la debu tan te : «La vida ín t ima y agradable . Los recuerdos de la infancia feliz, las doradas ilusiones desvanecidas, las impre­siones que han p roduc ido en su pensamiento los viajes que la han aparta­d o de mil ob je tos d e ca r iño , la ausenc ia impía , el a m o r r e s p e t u o s o , la amistad firme e interesada; he aquí los pr incipales asuntos que c o n m u e ­ven a cada m o m e n t o a la amable poetisa y que p o n e n inst int ivamente en sus manos el arpa inmaculada. . .» 1 0 6 .

En efecto. A u n q u e Dolores Cabrera había le ído a los románt icos de la pr imera ho rnada —por ejemplo, su ossiánica «Despedida de un guerrero» recuerda al Espronceda londinense—, su mat r imonio con un militar había

1 0 4 Ainzón, 1844-Madrid, 1914. De 1903 es la e d i c i ó n de sus Poesías, prologadas por RAMÓN Y CAJAL (reeditadas de forma facsimilar por Los Libros de El Día (Zaragoza, 1986). Un canto versificado a las grandezas y las miserias de su biografía puede verse en los Juegos Flo­rales de 1902.

1 0 5 Sobre estas dos autoras, cf. José-Carlos MAINER, «El romantic ismo en Aragón» cit., pp. 145-146.

1 0 6 «En cada una de sus poesías se revela un sentimiento del alma: el corazón ha dictado todas estas tiernas melodías ; y c o m o e n el corazón de la j o v e n autora, e x e n t o de doblez y de malicia, no caben más que sentimientos nobles, por todas las páginas del libro se halla derramado un perfume de pudor y de inocencia que embelesa el ánimo» (Las Violetas, de la Srta. Dña. Dolores CABRERA Y HEREDIA, Madrid, Impr. de la Reforma, 1850, «Prólogo» de Gregorio ROMERO LARRAÑAGA, pp. 3-4 y 5) .

107

Page 38: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

fortalecido un yo nostálgico, acusadamente proclive a recuperar emotiva­men te las vivencias, las amistades y los parajes dejados atrás en cada forzo­so traslado. De ahí que , si bien hay m u c h o de circunstancial y c o n m e m o ­rativo en su poesía — c o m o tampoco falta el obl igado tr ibuto a las glorias reg iona les— 1 0 7 sus versos más afor tunados se nu t r an de estímulos genera­dores que p roceden del paraíso de la infancia y de esos sucesivos m u n d o s i r r e m i s i b l e m e n t e p e r d i d o s q u e evoca d i f u m i n a d a m e n t e u n a e sc r i tu ra melancól ica e intimista. Poemas como «Los sueños», «Meditación» o «La soledad» son representativos de los «suspirillos germánicos» de una poeti­sa que «cuando n i ñ a r eco r r í a los c a m p o s y l indas violetas cogía», y q u e acierta a p lasmar en «Las golondr inas» el espíri tu y los ingredientes q u e pocos años después configurarán el memorab le poema becquer iano.

Epílogo: Los románticos y la administración del pasado

La somera exposición que acabo de p e r g e ñ a r conf i rma que nues t ros escritores n o lograron sobresalir del discreto nivel que , con a lguna nota­ble excepción, constituyó el tono med io del romant ic i smo en España ni, p o r o t r a p a r t e , sus r e l ac iones con las musas fue ron m u c h o más allá d e accidentales discreteos.

Pe ro , d e s d e u n a cons ide rac ión más ampl i a d e su l egado in te lec tua l , nad ie p u e d e en estricta just icia negar les el mér i to de h a b e r con t r ibu ido con su l i tera tura al conoc imien to y a la idealización del pasado histórico (ni m u c h o m e n o s , c o m o h e i n t e n t a d o señalar , dejar de r econoce r l e s la in tens idad con que lo r e e n c a r n a r o n en sus biografías, selladas dolorosa-men te en varios casos con sus propias vivencias). A la vez, se constituyeron en mediadores de u n a segunda idealización de los valores regionales que ha llegado hasta nuestros días.

En pr imer lugar, idealizaron lo que habían vivido. De sus vivencias y de sus escritos salió fortalecida toda una serie de nuevos mitos que pasarían a engrosar el imaginar io colectivo: el imborrab le de los Sitios de Zaragoza, el islote de l ibertades del Tr ien io Liberal —con la presencia de Riego—, la g u e r r a carlista, con la c e l eb rada «Cincomarzada» , obje to de diversas mat izac iones rec ien tes que n o e m p a ñ a n su e n t i d a d de mi to r o m á n t i c o , objeto de apasionadas conmemorac iones anuales . . . 1 0 8 . Coincidiendo en el t iempo con la «Cincomarzada», tenía lugar en Zaragoza una serie de moti-

1 0 7 «A las heroicas víctimas del Dos de Mayo» (p. 6 4 ) , «A Zaragoza» (pp. 1 9 6 - 1 9 8 ) y «Madrid y Aragón», donde evoca la rudeza y valentía de los hombres de su tierra (pp. 1 4 1 - 1 4 2 ) .

1 0 8 Cf. María Rosa JIMÉNEZ, «Zaragoza, 5 de marzo de 1 8 3 8 (un episodio de la primera guerra carlista)» (Cuadernos de Investigación, 4 , 2 ( 1 9 7 8 ) , pp . 1 0 9 - 1 2 3 ) y Francisco A S Í N REMÍREZ DE ESPARZA, La Cincomarzada, Zaragoza, IberCaja, 1 9 8 9 .

108

Page 39: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

nes para derr ibar los señoríos feudales e i m p o n e r la revolución política y j u r í d i c a q u e p r e d i c a b a el l ibera l i smo. En 1835, y con gr i tos de ¡Viva la República!, Zaragoza asistía a la formación de u n a J u n t a revolucionaria , cuyo n o m b r e defini t ivo —«Jun ta S u p r e m a G u b e r n a t i v a de Aragón»—, habla bien a las claras de las reivindicaciones del Justiciazgo y de las viejas inst i tuciones foralistas que la inspiraban. . . Luego vendr ía la sublevación contra la ley de ayuntamientos y la fulgurante aparición de Espartero, nue­vo mito de las l ibertades burguesas al que la c iudad fue fiel, incluso cuan­do su buena estrella había decl inado 1 0 9 .

Nuest ros románt icos también admin is t ra ron los mitos que les hab ían legado los ilustrados. Y es que prec isamente en ese año 1833 Aragón per­día def in i t ivamente su pe r sona l idad ju r íd ica , h e c h o que g e n e r a r á en la burgues ía revolucionar ia lo que Carlos Forcadel l ha def in ido c o m o u n a nos tá lg ica « r e c u p e r a c i ó n d e la c o n c i e n c i a d e t e r r i t o r i o , de R e i n o » 1 1 0 . Cuando Foz redactaba su propuesta de creación de una Diputación Gene­ral de Aragón , es taba rec ien te todavía el Es ta tu to Real —el cual , p o r la composición de u n a de sus cámaras, tanto recordaba a las antiguas Cortes aragonesas de la Edad Media—. Estaban vivos los ecos de la l lamada «edad de oro» aragonesa, y el p rop io autor de la Vida de Pedro Saputo refrescaba los ya menc ionados entusiasmos finiseculares al most rar en su Historia de Aragón la super ior idad de los ant iguos Fueros aragoneses sobre cualquier otra constitución moderna , fuera ésta la inglesa o la francesa 1 1 1 .

1 0 9 En la página 9 1 de su estudio, Asín recoge varios libros y folletos contemporáneos que refieren esta gesta, entre ellos el drama histórico en verso de Luis BLANC (El 5 de Marzo de 1838, Zaragoza, 1 8 5 8 ) . Cf. también, entre otros estudios, el de Carlos FRANCO DE ESPÉS MAN­TECÓN, Los motines y la formación de la Junta Revolucionaria de Zaragoza en 1835, Zaragoza, Insti­tución «Fernando el Católico», 1 9 8 1 . Por su parte, Jesús ALEGRÍA DE RIOJA ha referido los epi­sodios de este «tercer sitio de Zaragoza» de 1 8 4 3 , testimonio del bien estudiado esparterismo zaragozano, reavivado en 1 8 5 4 , y cuya resaca llegaría más allá de la Gloriosa; cf. El tercer sitio de Zaragoza (la crisis esparterista de 1843), Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1 9 8 9 .

1 1 0 «Contra la reorganización administrativa y provincial de los gobiernos liberales, siem­pre surge en los momentos revolucionarios la aspiración a agrupar Juntas locales y provincia­les en una Junta Suprema de Aragón. Cuando los nuevos gobiernos liberales y progresistas disuelven las Juntas con el argumento de que sus reivindicaciones y planteamientos ya se encuentran recogidos por el Gobierno central, se producen resistencias locales a la disolu­ción. En 1 8 4 0 , Braulio Foz propone que continúe de m o d o estable la Junta Regional de Ara­gón con el nombre de... Diputación General de Aragón [propuesta que razonaba en el editorial del Eco de Aragón del 9 de septiembre de 1 8 4 0 ] : 'porque conviene m u c h o que Aragón esté unido, que Aragón sea un reino y un reino sólo, no tres provincias... De m o d o que aunque no tuviéramos otra razón para unirnos, para decir Aragón, deberíamos hacerlo'» (cit. por Carlos FORCADELL, «Estructura económica y social de la Zaragoza isabelina ( 1 8 3 2 - 1 8 6 5 ) » , en Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE y Carlos FORCADELL ALVAREZ, Aragón contemporáneo. Estudios, Zara­goza, Guara, 1 9 8 6 , p. 3 8 ) .

111 Como añade Carlos FORCADELL al contextualizar esta propuesta del padre del arago-nesismo moderno, «la burguesía ascendente supo mantener la continuidad de la conciencia regional hasta mediados del siglo XIX, y luego abandonó esta función, que fue recogida por la pequeña burguesía radical, republicana y federal» (art. cit., p. 3 8 ) .

109

Page 40: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

Pocos aspectos del particularismo aragonés escaparon a esta vivencia y rehabili tación burguesa de la conciencia colectiva, desde las «investigacio­nes de campo» sobre la an t ropología regional , hasta la lengua, el ar te , la historiografía o el de recho 1 1 2 .

Nostalgias románticas: la historia interminable

Sería relación de n u n c a acabar la de referir de m o d o p o r m e n o r i z a d o el l lamativo f e n ó m e n o de nostalgias , r e cu r r enc i a s y compl ic idades q u e supone en Aragón la pervivencia del legado románt ico. Gracias a este reci­claje y adminis t rac ión del pasado que acabo de señalar, el romant ic i smo adqu i r ió unas p r o p o r c i o n e s pos te r iores q u e , n i se c o r r e s p o n d e n con la realidad literaria de nuestros románticos, ni guardan relación con la ende­blez de su legado intelectual y artístico.

A la h o r a d e p r ec i s a r los vec to re s q u e p r o l o n g a n ese l e g a d o e n el ámbi to de la lírica, esa exploración consta tar ía c ó m o m u c h o s escritores, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, han venido con­t i n u a n d o r a n c i a m e n t e sus fó rmulas estét icas. A u n q u e quizás lo m e n o s relevante sea la pervivencia de ese romant ic i smo d o m i n g u e r o que , si dio mues t ras de a lgún mér i to más allá de la mi tad del siglo, estuvo s iempre p r o n t o a p lasmarse en actos c o n m e m o r a t i v o s y r e u n i o n e s de soc iedad. Por otra par te , sería arriesgado de te rminar la responsabil idad que en este f e n ó m e n o tuvieron nues t ros p r ime ros román t i cos , a u n q u e los hub iese ,

1 1 2 En sus pioneros «trabajos de campo», no se dejaron prácticamente nada en el tintero. El costumbrismo —propio y foráneo— sentó las bases de la moderna antropología regional (costumbres y tradiciones aragonesas, romerías, albadas, cantos populares, juegos infantiles, pesas y medidas, etc.) e incluso intentó precisar los rasgos definitorios del hombre y la mujer aragoneses. Lo ha estudiado Rosa Mª ANDRÉS ALONSO en lo que respecta a la primera década del Semanario Pintoresco («Antropología y literatura. Un ejemplo: El Semanario Pintoresco Espa­ñol», V Jornadas sobre el estado actual de los estudios sobre Aragón, Zaragoza, I.C.E., 1984, pp. 407-413) . Fermín GIL ENCABO, por su parte, ha realizado un completo seguimiento de las nume­rosas muestras costumbristas en la prensa de la época («Literatura burguesa y prensa regio­nal: el l oca l i smo temát ico a través del cos tumbr i smo aragonés» , en Mª A n g e l e s NAVAL (coord.), op. cit., pp. 99-130; «Literatura en torno a los tópicos aragoneses», El Día de Aragón, 12-X-1983, p. 37; «Literatura periodística y tópicos regionales en el siglo XIX», Temas de Antro­pología aragonesa, 2, 2 (1983), pp. 134-168). La lengua será objeto de codificación en el Ensayo de un diccionario aragonés-castellano (1836) de Mariano PERALTA y en el Diccionario de voces ara­gonesas (1859) de Jerónimo BORAO —precedido de un extenso y erudito prólogo— (sin olvi­dar la dignidad literaria que le confiere su aparición en la Vida de Pedro Saputo). El Derecho recogía y administraba el más inmediato legado del pasado, lo mismo que la labor historio-gráfica de Braulio Foz, Manuel Lasala o Jerónimo Borao, la cual respondía también al empe­ño de divulgar y propagar los mitos regionales arropados, c o m o se ha dicho, en los pliegues santif icadores de la historia liberal, para el c o n s u m o po l í t i co de la p e q u e ñ a burguesía , menestrales y p e q u e ñ o s propietarios agrícolas (cf. Jesús DELGADO, El derecho aragonés, cit., p. 163).

110

Page 41: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

como se ha visto, que recogieran sus poesías en l ibro incluso en los años de la Gloriosa.

Desde u n a perspectiva más comprensiva que la que a tañe al cultivo de la poesía, el costumbrismo, el teatro o la novela histórica, cabe insistir en el f e n ó m e n o — n o exclusivo, p o r o t r a p a r t e , de n u e s t r o s p a g o s — de la vigencia de los residuos de aquel espíritu progresista y reivindicativo que compar t ie ron nuestros pr imeros románticos, y el aprovechamiento poste­rior de los mitos forjados y administrados por ellos. Mucho de ese espíritu poseían también los pr imeros años de la Restauración, t iempos de «ferro­carriles, federalismo, de r echo forai y versos», según la afor tunada síntesis de José-Carlos Mainer: «Consolidado el rég imen par lamentar io y los prin­cipios jur íd icos del o rden burgués , se fragua un p e q u e ñ o pode r regional que desempolva, más retórico y sentimental que otra cosa, el pasado histó­rico: cuadros de historia, m o n u m e n t o s pre tenciosos , onomást ica u r b a n a rememora tor ia y alguna edición oficial son el t r ibuto obligado a este pro­pósito». Es el m o m e n t o en que Miguel Gómez Uriel re funde la Biblioteca de escritores aragoneses de Latassa (1884-1886). Antes h a b í a a p a r e c i d o la Biblioteca de autores aragoneses (1876) , y la Revista de Aragón (1878-1880) —«pequeño y voluntarioso e m p e ñ o provinciano»— intentaba aglutinar las voluntades burguesas. Pero también se restaura toda u n a tópica románt ica que , a esas alturas de siglo, resultaba ya no poco anacrónica: «Esa historia pasada deja de ser un factor de movilización ideológica partidaria y pasa a ser el friso teatral y grandi locuente que ilustra la p in tura de historia de los Francisco Pradilla y los Marcelino de Unceta (...). Esa historia es un diora­ma inmóvil y afectadamente solemne en la que conviven los héroes popu­lares de los Sitios y el a r i s tócra ta Palafox, el jus t i c ia i n m o l a d o J u a n d e Lanuza y los cortesanos y prudent ís imos he rmanos Leonardo de Argenso-la, Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje» 1 1 3 .

En mi libro El modernismo literario en Aragón he estudiado cómo la crisis de 1898 y la «fiebre del oro» que se desencadena a cont inuac ión llevan a esos industriales y ter ra tenientes y «comerciantes de altura» a predicar la modern izac ión regional en n o m b r e de los valores p e r e n n e s del ser y del alma aragonesa, como bander ín de enganche colectivo. Ese mismo plantea­miento se repetirá a la altura de 1908 —con la magna exposición hispano­francesa que conmemora los Sitios de Zaragoza—, ante las expectativas de

1 1 3 «Sobre la Revista de Aragón (1878-1880)», en Mª Ángeles NAVAL (coord.) , op. cit., pp. 134-135. N o faltará tampoco el nombre del populista Espartero y, desde luego, la Virgen del Pilar, a la que dedicaba el siguiente pórtico el núm. 2 de la Revista de Aragón: «Por la Virgen del Pilar ha sido el pueb lo de Zaragoza pueblo de mártires y de héroes; por la Virgen del Pilar ha sido el pueblo aragonés fortísimo e invencible defensor de la Religión y la Patria, los dos grandes ideales humanos; por la Virgen del Pilar han sentido en su espíritu los hijos de esta hermosa tierra el fuego purísimo de la Poesía y el Arte, destellos de la divina inteligen­cia; por la Virgen del Pilar entona el pueblo sus cantares, sus salmodias el sacerdote y sus himnos el poeta» (ibíd., p. 134).

111

Page 42: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

José Luis Calvo Carilla

la bicoca expor tadora que supone la I Guer ra Mundial , y en la Dictadura de P r i m o de Rivera, t i empo de o r d e n y de cas t ic ismos 1 1 4 , cap í tu lo en el que cabe incluir también el estilizado neopopula r i smo de Gerardo Diego, Lorca o Albert i 1 1 5 .

Nuevos mitos, c o m o el de Goya y, sobre todo , el de Costa, enr iquece­rán un ya bien provisto museo románt ico, que revisitará tanto la burguesía conservadora como u n a burguesía nacionalista, que empieza a organizarse en to rno a la pr imera década del siglo 1 1 6 . A u n q u e aquejadas de frustracio­nes en par te divergentes, ambas apelarán a ese imaginario colectivo regio­nal como razón de ser de todas sus reivindicaciones.

Pero ya los propios románt icos , deposi tar ios y adminis t radores de ese pasado histórico y cultural, habían contr ibuido, a su pesar, a devaluar lo 1 1 7 . A la al tura de la Restauración, y más todavía en el fin de siglo, ese mítico imag ina r io colect ivo es taba bas t an te d e t e r i o r a d o p o r el uso y t en í a n o poco de chabacano y zarzuelero. José María Claver ha estudiado las etapas de ese proceso de topificación, que tiene m u c h o que ver con los estereoti­pos regionales vistos desde Madrid, los cuales, en un llamativo proceso de re torno , se hacen sorprendentemente creíbles, incluso por los propios vates, drama­turgos y narradores aragoneses118. Añádase a esto la obst inación de los litera­tos y viajeros en estimular el orgullo de sus anfitriones ideal izando pinto­rescamente nuestra topografía (el Moncayo, los Pirineos, que ya Espronce-da vio enrojecidos po r la sangre. . . ) . O la descendenc ia li teraria de temas c o m o los de la C a m p a n a de Huesca , los Sitios de Zaragoza o los e t e rnos Amantes de Teruel . . . ) . O las nostalgias — c u a n d o n o una indefinible mala conciencia por su desarraigo— de los que , como Mariano de Cavia o Euse­b io Blasco, hac ían compat ib le su m o d e r n i d a d l i teraria madr i l eña con el gu iño de c a m p e c h a n í a hacia sus paisanos . Por n o hablar de las atávicas frustraciones políticas y económicas de u n a región irredenta, emparedada geográ f i camen te e n t r e boyantes y p o d e r o s a s vecinas, y q u e s i empre ha mirado con recelo —y siempre mimét icamente— a Cataluña...

Por eso, de los esfuerzos po r recons t ru i r y estudiar cient í f icamente el pasado regional —visibles, por ejemplo, en la pr imera y segunda Revista de

1 1 4 Cf. ahora el monumental estudio de Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE, Gente de orden. Aragón durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), 4 vols., Zaragoza, IberCaja, 1997.

1 1 5 Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1989. 1 1 6 Antonio PEIRÓ ARROYO, Orígenes del nacionalismo aragonés (1908-1923), Zaragoza, Rolde

de Estudios Aragoneses, 1986. 1 1 7 En lo que atañe al costumbrismo, Fermín GIL ENCABO ha encontrado esa deforma­

ción desde los primeros m o m e n t o s del autocomplaciente costumbrismo romántico (cf. n. 112).

1 1 8 En su tesis de licenciatura, todavía inédita, Tres etapas del aragonesismo a través de la literatura regional (1839-1914), Universidad de Zaragoza, 1983. Cf. su artículo «El baturro: radiografía de una metamorfosis (1859-1905)», Andalán, 403 (1984), pp. 18-21.

112

Page 43: El Romanticismo en Aragón (realidades literarias e ... · fernandino, atento a «formar al hombre moral, civil y literario, rectificar sus ideas, desarrollar su facultad observadora

El romanticismo en Aragón (realidades literarias e idealismos tardíos)

Aragón—, se pasa impercep t ib lemente —y a m e n u d o p o r las mismas per­sonas— a celebrar las «parrilladas» o «mostilladas» del bibliotecario Gar­cía Arista o el «Chufla, chufla, c o m o n o te apar tes tú» de los cuen tos de Nogués (chusco cuentecillo que pasó a Nobleza baturra, película de Florián Rey e I m p e r i o A r g e n t i n a q u e , s egún r e c u e r d a Agus t ín Sánchez Vidal , Hitler contempló varias veces con suma complacencia) 1 1 9 .

Los úl t imos veinticinco años n o han sido m e n o s pródigos en afanosas búsquedas de las señas de iden t idad 1 2 0 . Salvando todas las distancias que deban ser salvadas, algo re t ienen de aquel aliento r egene rador y de aque­lla cu r io s idad p o r la ps ico log ía r eg iona l q u e i n s p i r a r o n las t e m p r a n a s páginas de Miguel Agustín Príncipe o Vicente de la Fuente en el Semanario Pintoresco algunas incursiones antropológicas recientes, en t re las que sería imperdonab le olvidar las de Andrés Ortiz-Osés, ingeniosamente construi­das sobre los tópicos regionales más manoseados . La «raza», el «medio» y el « m o m e n t o » — l ó g i c a m e n t e , con var ian tes y ma t i zac iones— p a r e c e n seguir sus tentando, tanto ese «Polvo, niebla, viento y sol» de la voz épico-elegiaca de Labordeta, como empeños historiográficos de envergadura.

En fin, toda u n a serie de signos actuales, desde la fraseología política, hasta los intentos de restauración lingüística, recuerdan nostálgicamente los idealismos y la mitología particularista de aquel efímero episodio románti­co, cuya d o b l e h e r e n c i a —la r e e n c a r n a c i ó n d e su esp í r i tu progres is ta , p e r o t ambién la anac rón i ca e x h u m a c i ó n de sus restos e m b a l s a m a d o s — sigue a l imentando todavía hoy las frustraciones y los deseos de autoafirma-ción colectiva.

1 1 9 «El día en que Hitler vio Nobleza baturra», El Día, 23-IV-1983. 1 2 0 Cf. ahora el volumen, dirigido por Carlos FORCADELL, que conmemora el nacimiento

de la revista Andalán y su decisiva contribución en la búsqueda de esta identidad regional (1972-1987. Los espejos de la memoria, Zaragoza, IberCaja, 1997).

113