El Romancero Del Cid

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Presentación Durante la llamada Edad Media (entre los siglos IX y XIV aproximadamente) se escribieron los cantares de gesta, poemas épicos donde se exalta la figura de un héroe nacional, los más famosos cantares de gesta son la Canción de Roland, Los

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Presentacin

Durante la llamada Edad Media (entre los siglos IX y XIV aproximadamente) se escribieron los cantares de gesta, poemas picos donde se exalta la figura de un hroe nacional, los ms famosos cantares de gesta son la Cancin de Roland, Los Nibelungos y el Cantar de mo Cid. Derivado de este ltimo se da en Espaa una coleccin de poemas llamados romances que tienen como motivo la figura de Rodrigo Daz de Vivar, llamado el Cid. Difundidos durante mucho tiempo por transmisin oral, esta coleccin se publica por primera vez en 1612 con el ttulo de Romancero del Cid, contiene aproximadamente 205 romances.

En una edicin de divulgacin dice el recopilador Felipe Maldonado: En este conjunto hallamos romances viejos, ya muy elaborados, otros de origen juglaresco, algunos que se agregaron tardamente con un falso lenguaje antiguo. Y ms adelante: La perdurabilidad del romancero del Cid se debe a la enorme fuerza del mito popular El mito perdura en tanto tienen vida los valores simblicos que conserva su historia romanceada, y el pueblo, cuando los repite y rehace, al igual que los poetas cuando acomodan romances antiguos o los hacen nuevos, mantienen su vigencia con rasgos propios de cada tiempo, hasta producirse, por simple acumulacin de elementos reales, el hecho soberbio de que un hroe medieval pueda ser hroe visible de todas las pocas.

Por lo dicho anteriormente quisimos darte la oportunidad de que conocieras, por lo menos, algunos romances de este romancero. Te presentamos una breve seleccin y te invitamos a disfrutarlos y a visitar las siguientes pginas donde obtendrs ms informacin sobre el Cid y sobre los romances.

http://www.aceros-de-hispania.com/espadas-cid.htmhttp://roble.cnice.mecd.es/~msanto1/lengua/romance.htmRomancero del Cid (seleccin)

El Cid va al palacio del rey

Cabalgaba Diego Linez

al buen rey besar la mano,

consigo se los llevaba

los trescientos hijosdalgo;

entre ellos iba Rodrigo,

el soberbio castellano.

Todos cabalgan a mula,

slo Rodrigo a caballo;

todos visten oro y seda,

Rodrigo va bien armado;

todos guantes olorosos,

Rodrigo guante mallado;

todos con sendas varicas,

Rodrigo estoque dorado;

todos sombreros muy ricos,

Rodrigo casco afinado,

y encima del casco lleva

un bonete colorado.

Andando por su camino

unos con otros hablando

allegados son a Burgos,

con el rey han encontrado.

Los que vienen con el rey

entre s van razonando;

unos lo dicen de quedo

otros lo van publicando:

Aqu viene entre esta gente

quien mat al conde Lozano.

Como lo oyera Rodrigo

en hito los ha mirado:

Si hay alguno entre vosotros,

su pariente o adeudado,

que le pese de su muerte

salga luego a demandallo;

yo se lo defender,

quiera a pie, quiera a caballo.

Entonces habl su padre

bien oiris lo que le ha mandado:

Apeaos vos, mi hijo,

besaris al rey la mano,

porque l es vuestro seor,

vos, hijo, sois su vasallo.

Si otro me dijera eso

ya me lo hubiera pagado,

mas por mandarlo vos, padre,

lo har, aunque no de buen grado.

Ya se apeaba Rodrigo

para al rey besar la mano;

al hincar de la rodilla

el estoque se ha arrancado.

Espantse de esto el rey

y dijo como turbado:

Qutate, Rodrigo, all,

quita, qutate all, diablo,

que el gesto tienes de hombre,

los hechos de len bravo!

Como Rodrigo esto oy

aprisa pide el caballo;

con una voz alterada

contra el rey as ha hablado:

Por besar mano de rey

no me tengo por honrado;

porque la bes mi padre

me tengo por afrentado.

En diciendo estas palabras

salido se ha del palacio;

consigo se los tornaba

los trescientos hijosdalgo.

Si bien vinieron vestidos,

volvieron mejor armados,

y si vinieron en mulas,todos vuelven en caballos.Quejase Jimena al Cid de que la deje para acudir a las batallas

Al arma, al arma! sonaban

los pfanos y tambores:

guerra, fuego, sangre, dicen

sus espantosos clamores.

El Cid apresta su gente,

todos le ponen en orden,

cuando llorosa y humilde

le dice Jimena Gmez:

-Rey de mi alma y desta tierra conde,

Por qu me dejas? A dnde vas, a dnde?

Que si eres Marte en la guerra,

eres Apolo en la corte,

donde matas bellas damas

como all moros feroces;

ante tus ojos se postran

y de rodillas se ponen

los reyes moros y hijas

de reyes cristianos nobles.

Rey de mi alma y desta tierra, conde,

por qu me dajas? a dnde vas, a dnde?

Ya truecan todas las galas

por lucidos morriones,

por arneses de Miln

los blandos pechos de Londres,

las calzas por duras grebas,

por mallas guantes de flores;

mas nosotros trocaremos

las almas y los corazones.

Rey de mi alma y desta tierra, conde,

por qu me dejas? a dnde vas, a dnde?

Viendo las duras querellas

de su querida consorte,

no puede sufrir el Cid

que no la consuele y llore:

-Enjugad, seora, dice,

los ojos hasta que torne.

Ella mirando los suyos

su pena publica a voces.

-Rey de mi alma y desta tierra conde,

por qu me dejas? a dnde vas, a dnde?

La jura de Santa Gadea

En Santa Gadea de Burgos

do juran los hijosdalgo,

all toma juramento

el Cid al rey castellano,

sobre un cerrojo de hierro

y una ballesta de palo.

Las juras eran tan recias

que al buen rey ponen espanto.

villanos te maten, rey,

villanos, que son hidalgos;

abarcas traigan calzadas,

que no zapatos con lazo;

traigan cepas aguaderas,

no capuces ni tabardos;

con camisones de estopa,

no de holanda ni labrados;

cabalguen en sendas burras,

que no en mulas ni en caballos;

las riendas traigan de cuerda,

no de cueros fogueados;

mantente por las aradas,

no en camino ni en poblado;

con cuchillos cachicuernos,

no con puales dorados;

squenle el corazn vivo,

por el derecho costado,

si no dices la verdad

de lo que te es preguntado:

si t fuiste o consentiste

en la muerte de tu hermano.

Las juras eran tan fuertes

que el rey no las ha otorgado.

All habl un caballero

de los suyos ms privado:

Haced la jura, buen rey,

no tengis de eso cuidado,

que nunca fue rey traidor

ni papa descomulgado.

Jura entonces el buen rey,

que en tal nunca se ha hallado.

Despus habla contra el Cid

malamente y enojado:

Mucho me aprietas Rodrigo,

Cid, muy mal me has conjurado

mas si hoy me tomas la jura,

despus besars mi mano.

Acaso ser buen rey,

como fue galardonado,

porque all en cualquier tierra

dan sueldo a los hijosdalgo.

Vete de mis tierras, Cid,

mal caballero probado,

y no me entres ms en ellas

desde este da en un ao!

Que me place dijo el Cid--,

que me place de buen grado,

por ser la primera cosa

que mandas en tu reinado.

T me destierras por uno,

yo me destierro por cuatro.

Ya se parta el buen Cid

sin al rey besar la mano;

ya se parte de sus tierras,

de Vivar y sus palacios:

las puertas deja cerradas,

los alamudes echados,

las cadenas deja llenas

de podencos y de galgos;

slo lleva sus halcones,

los pollos y los mudados.

Con l iban los trescientos

caballeros hijosdalgo;

los unos iban a mula

y los otros a caballo;

todos llevan lanza en puo,

con el hierro acicalado,

y llevan sendas adargas

con borlas de colorado.

Por una ribera arriba

al Cid van acompaando:

acompandolos iban

mientras l iba cazando.

Apostrofa el Cid a sus espadasEl temido de los moros

aquella gloria de Espaa,

el que nunca fue vencido,

el rayo de las batallas,

ese buen Cid Campeador,

defensor de nuestra patria

espejo de capitanes,

y de traidores venganza,

en las cortes de Toledo,

le fueron entregadas

ante el Sexto rey Alfonso

por los condes las espadas,

as fablaba con ellas,

sin hartarse de mirarlas:

-Dnde estis, mis queridas prendas?

A dnde estis, mis prendas caras?

No caras porque os compr

por dinero, oro ni plata;

ms caras porque os gan

con el sudor de mi cara,

al rey moro de Marruecos,

siendo Valencia cercada,

a vos gan, mi Tizona,

que vos traa en su guarda;

y al conde de Barcelona

a vos gan, Colada,

cuando les tom a los moros

los castillos de Brianda.

Yo nunca os hice cobardes,

antes por la fe cristiana

en la sarracena gente

os traje siempre cebadas.

A los condes, mis dos yernos,

por ser joyas tan preciadas,

os di, y ellos, mal pecado!,

os tienen de orn manchadas.

No heredes para ellos,

que vos traan afrentadas,

por de dentro muy hambrientas,

por de fuera pavonadas.

Libres estis de las manos

que os traan cautivadas,

el Cid os mira en las suyas,

donde seris mas honradas.

Dijo, y a Pedro Bermdez,

y a don Alvar Fez llama,

y manda que se las guarden

mientras las cortes duraban.

Despus de muerto, el Cid vence al rey Bcar

Muerto yace ese buen Cid

que de Vivar se llamaba;

Gil Daz, su buen criado,

cumpliera lo que mandara.

Embalsamara su cuerpo,

y muy yerto se paraba.

Cara tiene de hermosura,

muy hermosa y colorada,

los ojos igual abiertos,

muy apuesta la su barba;

no parece que est muerto,

antes vivo semejaba;

y para que est derecho

este ardid Gil Daz usaba:

puso el cuerpo en una silla,

una tabla en las espaldas,

y otra delante del pecho,

y a los lados se juntaban;

llagaban bajo los brazos,

y el colodrillo tapaban.

Esta era la de atrs,

y otra llagaba a la barba,

teniendo el cuerpo derecho

a ningn cabo inclinaba.

Doce das son pasados

despus que el Cid acabara;

aderzanse las gentes

para salir a batalla

con Bcar, ese rey moro,

y contra la su canalla.

Cuando fuera medianoche

el cuerpo as como estaba

le ponen sobre Babieca,

y al caballo lo ataban.

derecho est e igual

estar vivo semejaba,

calzas tiene en las sus piernas

de blanco y negro labradas,

de las que en vida calzaba;

vistironle vestidura,

que el pespunte se mostraba,

y su escudo puesto al cuello

con su divisa ondeada;

capellina en su cabeza

de pergamino pintada,

parece que era de fierro,

segn est bien labrada.

En la su mano derecha

la Tizona le fue atada

sutilmente, a maravilla

iba en la su mano alzada.

De un cabo iba el obispo

don Jernimo de fama,

del otro iba Gil Daz,

el que a Babieca guiaba.

Sali don Pedro Bermdez

con sea del Cid alzada,

con cuatrocientos hijosdalgo,

que con l van en su guarda;

saliera luego el recuaje,

otros tantos lo guardaban;

saliera el cuerpo del Cid

con gente muy esforzada.

Ciento son los guardadores,

Que el cuerpo honrado llevaban,

tras l va doa Jimena,

con toda la su compaa,

con seiscientos caballeros,

que para guarda le daban;

callando van y tan paso

que veinte no semejaban.

Ya est fuera de Valencia,

claro el da se mostraba.

Alvar Fez fue el primero

que arremeti con gran saa

contra el gran poder de moros,

que Bcar trae en su compaa.

Hall delante de s

una mora muy gallarda,

gran maestra en el tirar

con saetas del aljaba

de los arcos de Turqua,

estrella era nombrada

por la destreza que haba

en el herir de la jara.

Ella fuera la primera

que a caballo cabalgara

con otras cien compaeras,

muy valientes y esforzadas.

Los del Cid las refieren recio,

muertas en tierra quedaran.

Visto los haba el rey Bcar

con los reyes de su banda,

y quedan maravillados

en ver la gente cristiana.

Setenta mil caballeros

les pareci que llegaban,

todos blancos como nieve,

y uno que los asombraba,

ms crecido que ninguno,

en blanco caballo andaba,

cruz colorada en el pecho,

en su mano seal blanca;

la espada semeja a fuego

con que a los moros llagaba;

gran mortandad hizo en ellos,

huyendo van que no aguardan.

El rey Bcar y sus reyes

el campo desamparaban;

camino van de la mar

de los navos estaban.

Los del Cid los van hiriendo,

ninguno haba de escapar;

en la mar se ahogan todos,

ms de diez mil se anegaban,

que con la prisa que traen

todos juntos no se embarcan.

De los reyes mueren veinte,

Bcar huyendo se escapa;

los del Cid ganan las tiendas

con mucho oro y mucha plata;

el ms pobre queda rico

de lo que ganara.

Caminan para Castilla,

como el buen Cid ordenaba;

llegados son a San Pedro,

de Crdena se nombraba,

donde qued el cuerpo del Cid,

el que a Espaa tanto honraba.

Maldonado, Felipe C. R. (comp.) Romancero del Cid. Madrid, Espaa, Taurus (Temas de Espaa, 41), 1966.