El reverso afectivo de la estadística
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8/6/2019 El reverso afectivo de la estadstica
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El reverso afectivo de la estadstica
Marcos Mondoedo
destacar el afecto esa energa delcuerpo como salvadora de la humanidad nologra sino convertir a cada uno de loshombres en un caso particular de una grandey simple clase general, la humana, que sereduce al humus y a la domesticacin.
Siempre se ha pensado que Lacan respondi de una manerainmediata a las revueltas de mayo del 68 en Pars y que se
enfrent a los estudiantes con la sentencia: A lo que
aspiran como revolucionarios es a un amo. Lo tendrn. En
realidad, puede decirse que Lacan se tom su tiempo para
responder, porque solo 19 meses despus, a principios de
diciembre de 1969, dar comienzo a su seminario 17, El
reverso del psicoanlisis, el seminario de su respuesta. La
sentencia citada realmente existi, pero fue dirigida a un
grupo de estudiantes que quizs nos recuerden, con su
actitud contestataria y apasionada, el aura revolucionaria
de un ao atrs. Con todo lo agresiva que pueda parecer,
esta no fue, pues, una respuesta rpida de Lacan.
Podemos preguntarnos, qu habra significado enfrentarse al
apasionamiento revolucionario de manera inmediata. Acaso
no habra sido sino una respuesta imaginaria, completamente
especular, a la manera de o ests conmigo o ests contra
m? Por el contrario, una respuesta mediata es aquella que
no se deja llevar por la especularidad o el apasionamiento.
Sin embargo, esto no quiere decir que el afecto no est
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tomado en cuenta. Pero una cosa es considerarla y otra muy
diferente dejarse llevar por ella.
En este punto podran demandarnos una falta de vigencia:
qu relevancia tiene reflexionar sobre el afecto en el
estado actual de la civilizacin. Antes que
apasionamiento o afecto, no sera ms adecuado
conjugar los verbos homogenizar, estandarizar,
uniformizar para delinear dicho estado? Efectivamente,
estas son algunas de las palabras que se usan para
describir el afn con el que el capitalismo hegemnico
pretende, a travs de sus sistemas de regulacin, reducir
la singularidad de los sujetos. Podemos aadir espritu
estadstico, puro clculo de amos invisibles, y otras
expresiones ms.
Y es que Jacques-Alain Miller, con su actual defensa del
espacio del psicoanlisis en el mundo, no se enfrenta a
molinos de viento. Todo lo contrario, el carcter patente
de la avanzada que pretende anular la singularidad
defendida por el psicoanlisis tiene manifestaciones muy
concretas. La ltima, sobre la que nos alerta Miller, es
aquella segn la cual, en el Reino Unido y a partir de
2011, el gobierno se preparara para regular las terapias
por la palabra de tal suerte que el psicoanlisis sera
puesto fuera de la ley1.
Sin embargo, en el vigente estado de los hechos no se
destaca con frecuencia que la exaltacin de los afectos,
como una respuesta a los excesos de la racionalidad
moderna, forma parte de la misma avanzada. De este modo, el
1Cf. Miller, Jacques Alain. Al lector. Le Nouvel ne, N 9 Mircoles 23 de
julio del 2008. http://lnaglobal.blogspot.com/ Traduccin: Silvia Baudini,difundida en EOL-Postal del 28 de julio 2008.
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http://lnaglobal.blogspot.com/http://lnaglobal.blogspot.com/ -
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nfasis en lo sensible y en lo afectivo se presenta, no
solo en el espacio intelectual, como una respuesta
posmoderna a la racionalidad instrumental cientfica y
tecnolgica, aquella de las nefastas consecuencias,
principalmente ecolgicas y de carcter mundial. Esta
respuesta es, desde una primera mirada, completamente
lgica y hasta plausible. No obstante, dicha reaccin es
solidaria de aquello contra lo que arremete. En otras
palabras, nosotros sostenemos que la respuesta posmoderna
del nfasis en lo emocional es el revs de este afn de
estandarizacin general; no es sino la otra cara de la
misma pulsin.
Uno podra pensar que la estandarizacin de los
procedimientos para el tratamiento de las enfermedades
psquicas, por ejemplo, es todo lo contrario de la
exaltacin de los sentimientos de solidaridad por el
desvalido. Utilizando la habitual metfora trmica, podra
decirse que se oponen como la fra racionalidad y el calorde lo verdaderamente humano. Y es verdad que existe una
diferencia, pero a ella debemos agregar una continuidad, es
decir, una imperceptible pero real consonancia entre dos
fenmenos aparentemente contrastantes.
Efectivamente, es posible observar una cierta
correspondencia entre la estandarizacin de los
tratamientos psquicos (para seguir con nuestro ejemplo) y
el nfasis en la dimensin afectiva; aunque parezcan dos
fenmenos no implicados, es el mismo impulso el que se
desarrolla en ambos. Y no es gratuito, en este sentido, que
la disciplina que sostiene ideolgicamente los
procedimientos de dicha estandarizacin sea la misma que
promueve la dimensin sensible como primaria respecto de la
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das, para denunciar en una nota que dejo en segundo plano,
o que me saco de encima, al afecto. Es un error creer que
descuido el afecto como si todo el comportamiento de ellos
no bastara para afectarme3.
Y es que en un significativo porcentaje de los estudiantes
parisinos de aquella efervescencia contestataria, gravitaba
la sensacin de que la enseanza de Lacan era demasiado
formal, demasiado inclinada a la articulacin meramente
significante; para ellos, la arbitrariedad del signo
lingstico no tena nada que ver con la arbitrariedad de
la violencia policial; su mpetu revolucionario, en suma,
disenta drsticamente con De Saussure o con Jakobson, esos
dos nombres estructuralistas que resuman la estrategia
lacaniana de retorno a Freud.
Podemos decir que este reproche tuvo efectos, que fue
escuchado, rumiado durante meses y finalmente respondido
porque la estructura de los cuatro discursos, propuesta por
Lacan en este seminario, incluye el afecto a partir de su
conversin en un matema cuya escritura es, simplemente, a.
No es que dicho matema apareciese de pronto en la enseanza
lacaniana. En realidad, proviene del Seminario 10, llamado
La angustia. Dicha cifra es la representacin de lo que
siempre se escapa a toda frmula, a toda representacin. Es
la cifra de una incgnita, aquella del modo singular,
excedente o en falta, de goce de un sujeto y que es el
resultado de su relacin especfica con el Otro simblico.
Sin embargo, en el contexto de su respuesta, Lacan
transforma este objet petit a en el modo de considerar el
afecto dentro del psicoanlisis. Y es que el goce no es
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Lacan, Jacques. El seminario. Libro 17. El reverso del psicoanlisis. BuenosAires, Paids, 1996; p. 154.
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simplemente disfrute o deleite, sino que es una
complacencia que provoca displacer o, a la inversa, un
displacer en el que se insiste deleitablemente. Se trata,
pues, del afecto, de una energa en el cuerpo cuya
inscripcin significante sigue caminos sinuosos y
singulares. En consecuencia, resulta para Lacan evidente
que la acusacin es injustificada.
Lo importante, en todo caso, es que la mejor respuesta de
Lacan ante dicho cuestionamiento fue, como sostiene Joan
Copjec4, llenar de frmulas la pizarra, frmulas que
incluan esta incgnita petit a. Y es que el impulso a
privilegiar el afecto, es decir el modo de goce de cada
quien, sin considerar su relacin con el lazo social fue (y
lo es ahora tambin) una respuesta que no puede sino
provenir de un inconsciente compromiso con la lgica del
capitalismo tardo.
Como crticamente ha sostenido Eric Laurent, hoy lo que
tenemos en comn no es el lazo social ni el lazo poltico
ni el religioso, sino nuestro cuerpo, nuestra biologa5.
En este sentido, el Seminario 17 cobra una sorprendente
vigencia como crtica, no solo a los mecanismos de
estandarizacin capitalistas, sino tambin a su revs, el
nfasis en lo sensible. Y es que destacar el afecto esa
energa del cuerpo como salvadora de la humanidad (es
decir, como propuesta novedosa contra la racionalidad
instrumental que llev a la actual crisis ecolgica a
nuestro planeta, por ejemplo), no logra sino convertir a
cada uno de los hombres en un caso particular de una grande
4Cf. Copjec, Joan. May 68, The Emocional Month. En: Zizek, Slavoj (Ed.)Lacan. The Silent Partners. London - New York, Verso, 2006; p. 92.5 Entrevista concedida a LA NACION. http://www.labrys.com.ar/article464.html
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http://www.labrys.com.ar/article464.htmlhttp://www.labrys.com.ar/article464.html -
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y simple clase general, la humana, que se reduce al humus y
a la domesticacin.
Por el contrario, Lacan implica esta incgnita del goce
humano en el meollo mismo del lazo social. De este modo,
preserva la posibilidad del surgimiento de la singularidad
subjetiva que, por un lado, no es sin dicho lazo social,
pero que, por el otro, escapa de l en la bsqueda de los
procedimientos incanjeables y privativos para arreglrselas
con su modo de goce.
La respuesta de Lacan al emocional mayo del 68 como lo
llama Copjec fue dada aos atrs: la nica emocin que no
engaa es la angustia, porque apunta a lo real. Pero esa
respuesta no era suficiente, es decir, no poda ser todava
escuchada. La convulsin de aquel entonces no permita sino
ver a las emociones como una nueva certeza, como una nueva
garanta. Cuarenta aos despus, podemos comenzar a
entender que, en todo caso, no es el afecto o, ms
precisamente, el goce aquella sustancia por la que nos
debemos arriesgar; sino que debemos apostar, antes bien,
por la frmula que permita maniobrar por encima de su
persistencia.
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