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    EL

    QUIJOT

    Y LA TEORÍA

    DE LA NOVELA

    MODERNA¡

    E

    P IEZO con una curiosa noticia. En la primavera de

    2002

    el club noruego de

    bibliófilos llevó a cabo un sondeo de opinión entre cien destacados escrito

    res

    de diversas nacionalidades en el cual se

    les

    hizo la siguiente pregunta:

    aparte la Biblia, ¿cuá

    l

    en su opinión, ha sido la obra literaria más relevante de

    todos los tiempos? El

    uijote

    encabezó la lista de libros votados, adelántandose a

    rivales tan prestigiosos como la

    Odisea

    de Homero,

    las

    tragedias de Shakespeare,

    La guerra

    la paz

    de Tolstoi. Ahora bien,

    lo

    primero que

    se

    me ocurrió

    al

    leer este

    informe en

    un

    periódico británico fue que

    el

    resultado de la encuesta reflejaba fiel

    mente lo disparatado de la pregunta original, porque ¿con qué criterios de rele

    vancia podemos determinar

    la

    superioridad de cualquier obra maestra de

    la

    talla

    de las mencionadas sobre

    las

    demás? Sin embargo,

    al

    considerar la noticia desde

    un punto de vista histórico, no dejó de parecerme extraordinaria, puesto que, a lo

    que puede conjeturarse verosímilmente, de haberse hecho el mismo sondeo de

    opinión en casi cualquier año desde 1740 el resultado, como

    ya

    veremos, habría

    sido igual ¿Cómo es posible que un libro ya tan viejo como el Quijote producto

    típico de

    una

    época cuya mentalidad parece cada vez más remota de la moderna,

    haya sido para generaciones sucesivas de novelistas, incluidos los de hoy en día,

    una fuente viva de inspiración? Y para venir a la cuestión que más directamente

    nos concierne, ¿cómo llegó el uijote a ser considerado la primera novela moder

    na y cómo ha evolucionado la formulación teórica de esta idea?

    Vamos

    por partes, empezando con lo que hicieron con el uijote los mismos

    fundadores del género de la novela, para luego considerar

    el

    aspecto teórico de

    la

    cuestión. A menos que se considere como novela cualquier obra extensa de ficción

    en prosa, procedimiento que, a mi ver vacía

    el

    término de especifidad, las obras

    que modernamente

    se

    asignan a este género no cristalizaron hasta el siglo XVIII.

    Para sus autores, el principal legado de Cervantes consistió en mostrarles el fecun

    do potencial de lo que podríamos llamar un anti-  romance

    2

    - e s decir, un tipo

    Una

    versión anterior

    y

    más primitiva de este artículo fue la base de mi contribución

    al

    con

    greso El uijotey

    el

    pensamiento moderno , celebrado en Barcelona del 18 al

    22

    de junio de 2004

    y

    organizado

    por la

    Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Fue publicado con posterio

    ridad en las Actas.

    2

    La

    distinción entre novela

    y

    romance , diferenciándose este último de la primera por su

    naturaleza idealista

    y

    evasionista,

    ha

    sido corriente entre los críticos anglo-sajones, incluidos los espe

    cializados en literatura inglesa. Entre los que

    lo

    han aplicado a la literatura española en tiempos

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    210 ANTHONY J CLOSE

    de ficción que sería a la vez la antítesis y

    el

    sucesor de la novela idealista de tipo

    sentimental o heroico, conservando varios rasgos suyos a la vez que rechazaba

    tajantemente su inverosimilitud. Así, en

    las

    grandes novelas dieciochescas, si por

    un

    lado topamos muchos de los ingredientes típicos de una novela caballeresca,

    pastoril o bizantina - lances de amor y de honor, una vertiginosa serie de cam

    bios de fortuna, lacrimosas escenas de reunión y de reconocimiento,

    una

    neta

    oposición entre personajes buenos y malos- por otro lado, los hallamos combi

    nados con

    un

    protagonista cómico y falible, parodia de los convencionalismos del

    romance , proximidad a la historia y a la vida social contemporánea, y

    el

    retrato

    satírico de figurones, fundido todo ello en una forma que, al participar de la auto

    biografía o biografía, el género epistol

    ar,

    la literatura de viajes, y la historia, con

    fiere

    unidad

    a esta mescolanza mediante una trama de aventuras y encuentros en

    sarta, basada en la vida y andanzas del protagonista y salpicada de episodios inter

    calados.

    Henry

    Fielding, fundador de la novela cómica inglesa, y poco después, su

    colaborador en la empresa, Tobias Smollett, reconocen respectivamente su pro

    funda deuda con Cervantes en los importantes prólogos a

    ]oseph

    Andrews

    (

    742)

    y

    Roderick Random

    (q48)

    3

    Mientras Fielding

    se

    propone explícitamente imitar

    el estilo burlesco-heroico de narración del

    Quijote

    incluidos los sofisticados ju

    e

    gos cervantinos con los convencionalismos del romance y de la poesía épica\

    Smollett, después de remontar la narración en prosa a sus orígenes medievales,

    afirma lo siguiente: Cervantes, mediante su burla genial, reformó el gusto del

    género

    humano,

    haciendo ver la caba

    ll

    ería desde

    una

    perspectiva correcta, y enca

    minando el

    romance a fines mucho más provechosos y entretenidos,

    al

    hacer que

    calzase

    el

    zueco y señal

    ase

    l

    as

    necedades comunes de la vida social cotidiana''

    5

    Los

    modernos están Alan Deyermond y

    E. C Riley,

    aquel en

    The

    Lost Genre of Medieval Spanish

    Literature ,

    Hispanic

    Review 43 (1975), págs. 231-59, y este en el ensayo Teoría literaria , que fue

    incluido en

    Suma Cervantina,

    ed. J.-B. Avalle-Arce y E.

    C

    Riley, Londres, Tamesis, 1973, págs.

    293-

    322

    3

    1

    o). Para bibliografía más extensa sobre la distinción, John Ardila, Cervantes y la Quixotic

    Fiction ,

    Cervantes 21 (2001),

    págs.

    5-26 (6).

    l En realidad, Fielding no alude explícitamente a Cervantes en el prólogo a joseph Andrews

    pero sí lo hace, de forma implícita,

    al

    fijar una distinción entre lo cómico y lo burlesco , y asen

    tar que

    se

    propone excluir esto último del retrato de caracteres

    -campo

    reservado a lo cómico y

    regido por

    el

    principio de adecuación a la naturaleza- incorporándolo solamente a su manera de

    narrar la historia. Puesto que

    joseph

    Andrews

    ostenta el revelador sub-título de Written in imitation

    of the manner ofCervantes, author ofDon Quixote (escrito a imitación de la manera de Cervantes,

    autor de Don Quijote ,

    se

    infiere lógicamente que para Fielding, Cervantes era

    el

    maestro del estilo

    de narración burlesco, o para ser más preciso, burlesco-heroico.

    4

    Tema tratado en un sustanc

    io so

    artículo

    de

    Wayne Booth,

    The

    Self-Conscious Narrator

    befo

    re

    Tristram Shandy , Publications o

    he

    Modern

    Language

    Association o

    America

    67 (19 52), págs.

    163-85.

    5

    Cito por

    la

    edición de

    Roderick

    Random de P.-G. Boucé, Oxford, Oxford University

    Press,

    1999, pág. xxxiv.

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    EL QUIJOT Y L TEORf

    DE

    L NOVEL MODERN

    211

    ingredientes narrativos que acabo de enumerar se encuentran también, con

    variantes en cada caso, en otras novelas de aquella época: Tom

    ]ones

    de Fielding

    (1749),

    Tristram

    Shandy de Lawrence Sterne 1 759), Don Sylvio von Rosa/va de

    Christoph Martín Wieland (1764),

    The

    Expedition ofHumphrey Clinker (1771) de

    Smollett, y

    jacques

    le

    Fataliste

    (1778-So) de Diderot, para mencionar solamente los

    ejemplos más conocidos donde está manifiesta

    la

    huella del Quijote.

    Al consolidarse en el siglo

    XIX,

    la novela se inspira insistentemente en un aspec

    to del

    Quijote

    que sólo habían aprovechado en parte sus precursores del siglo ante

    rior:

    el

    conflicto de la ilusión y la realidad

    6

    : es decir,

    la

    contraposición de la pers

    pectiva de don Quijote, para quien cuanto le pasa es una gesta maravillosa de tipo

    caballeresco, a la irónica del narrador, que lo presenta como una serie de sucesos

    prosaicos y banales, regidos por causas naturales, que ponen en ridículo tanto la

    aberración del loco hidalgo como

    el

    género que

    le

    sirve de modelo. Su poderosa

    atracción para la posteridad se explica, por un lado, por

    la

    mezcla de empatía e

    ironía con la que Cervantes se compenetra con el punto de vista quijotesco,

    dotándole de elegancia expresiva y un aire de seriedad y consistencia internas, y

    por otro, por la manera en que lo opone a un

    mundo

    social que se parece verosí

    milmente al histórico y

    se

    retrata con una intuición certera, benignamente satíri

    ca, de su textura cotidiana y mezquindades comunes. Esta dualidad la repite con

    variantes toda una serie de grandes novelistas Jane Austen, Stendhal, Balzac,

    Flaubert, Mark Twain, Herman Melville, George Eliot, Dostoyevski, Henry James,

    Clarín, Galdós y su deuda con Cervantes se señala no sólo por afirmaciones

    explícitas, como

    la

    conocida confesión de Flaubert: Reconozco todos mis orígenes

    en

    el

    libro que yo sabía de memoria antes de saber leer, Don

    Quijote

    7

    , sino tam

    bién por

    la

    clara ascendencia quijotesca de las ilusiones de sus personajes, como

    la

    manera en que

    el

    héroe del Rojo

    y

    negro

    de Stendhal toma como modelo de vida las

    Memorias de Santa Elena de Napoleón, o los sueños de Isidora Rufete en La deshe-

    redada de Galdós con heredar la fortuna y

    el

    título de la marquesa de Aransis.

    Así, ya tenemos parte de la respuesta a nuestra pregunta original: el

    Quijote

    empezó a considerarse

    la

    primera novela moderna

    o

    para ser más exacto,

    el

    pri-

    6

    Es

    un

    tema desarrollado extensamente por Harry Levin en sus escritos sobre la novela: por

    ejemplo, El realismo

    francés,

    Barcelona, Laia, 1974 (original,

    The Cates

    ofHom: A Study of

    Five

    French Rea ists, Nueva York, Oxford University Press, 1 966). Levin lo aplica al

    Quijote

    en su ensayo

    Cervantes, el quijotismo y la posteridad , en

    Suma

    cervantina, págs. 377-96.

    El

    filósofo húngaro,

    Gyorgy Lukács, en

    el

    capítulo sobre Balzac de su Balzac und

    der ftanzosische realismus,

    Berlín,

    Aufbau-Verlag, 1952, considera Les illusions perdues de Balzac como la primera gran novela europea

    en lanzar

    el

    tema del naufragio de las ilusiones del protagonista, aunque le reconoce un precursor en

    Don Quijote.

    7

    El comentario viene en una de sus cartas a Louise Colet. Véase Flaubert,

    Correspondance,

    Bibliotheque de la Pléiade, París, Gallimard,

    198 o, ii,

    pág.

    1 1 1.

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    212

    ANTHONY J CLOSE

    mer algo moderno- en la primera mitad del siglo XVIII, cuando los fundadores

    del nuevo género lo reconocen como su principal modelo.

    Como

    ya veremos, esta

    percepción fue inseparable de su elevación a rango clásico.

    En

    cuanto a la formu

    lación teórica de la idea, esta sería un proceso muy largo, que ha persistido desde

    entonces hasta hoy en día.

    Para

    el común

    de los lectores del siglo XVII, tanto fuera de España como dentro,

    el Quijote tenía un aspecto de irresistible y vigorosa -incluso tosca- comicidad

    8

    ,

    sin pretensiones de seriedad, y f;_1e sin duda por esto por lo que España se mostró

    curiosamente reacio a otorgarle los honores propios de

    un

    clásico, prestigio que no

    vaciló en conferir a Fernando de Rojas, Garcilaso, Alemán, Lope de Vega, Góngora,

    Quevedo, y Calderón, cuyas obras atrajeron a una legión de imitadores y también

    e n muchos

    casos-

    fueron objeto de doctos comentarios. La primera señal de que

    las cosas iban a cambiar la dieron los admiradores franceses de Cervantes en torno

    a r 67o en

    el

    reinado de Luis

    XIV,

    período del

    bon gout

    y del academicismo liter

    a

    rio

    9

    • Aunque todos clasifican

    el

    Quijote como una especie de sátira -opinión que

    no cambiará en lo esencial hasta fines del siglo XVIII--coinciden en considerarlo

    como

    una

    de las grandes obras de

    la

    época moderna, que su aficionado más entu

    siasta, Saint-Évremond, no vacila en equiparar con los ensayos de Montaigne.

    Otro

    admirador del Quijote fue el obispo de Avranches, Pierre-Daniel Huet,

    cuya Lettre sur 'origine

    des

    romans (r67o) marca

    un

    significativo paso adelante en

    la elevación del género de la novela a nivel canónico, puesto que, como ya hicie

    ra el mismo Cervantes respecto del género caballeresco, insiste en su dignidad

    potencial, con tal que cumpla las reglas de Aristóteles. Aunque Huet no clasifica

    el Quijote como una novela, ya que, para él, "le roman" es una narración en prosa

    larga de tipo amoroso o heroico como la Historia etiópica de Heliodoro , su

    8

    Como han demostrado varios estudiosos, y más recientemente, Jean Canavaggio, Don

    Quichotte: du livre au

    mythe, Paris, Fayard, 200j , págs. 4)-81.

    9

    Véase Maurice Bardan,

    Don

    Quichotte en

    France au

    XVII'

    et

    au

    XVIII'

    siécle,

    J6o¡-ISIJ,

    Paris,

    Champion, 1931, III• Parte, capítulos 3 y 4·

    La

    opinión no era unánime entre los literatos franceses

    por aquellos años. Algunos, como

    el

    docto traductor del

    Guzmdn

    de

    Alforache,

    Jean Chapelin, con

    sideraban

    el Quijote

    un frívolo libro de pasatiempo, a la par del

    Lazarillo

    de Tormes (Bardan, i, pág.

    269 ,

    y Pierre Perraulr le dedica una crítica larga, minuciosa, y negativa, acusando a Cervantes de

    haber mezclado indebidamente

    lo

    jocoso y

    lo

    grave (Bardan, III• parte, capítulo j) .

    Como es

    bien

    sabido, estos juicios negativos fueron compartidos por algunos españoles del barroco.

    10

    Véase Narhalie Fournier,

    Comment

    définir un genre?

    La

    lettre sur ['origine des romans , en

    Pierre-Daniel Huet

    (I6JO-IJ2I). Acres du colloque

    de

    Caen, 12-13 novembre, 1993, Paris, Papers in

    French Seventeenth-Century Lirerarure, ed. Suzanne Guellouz, págs. 109-17. Según Fournier, los

    principales diccionarios franceses de fines del siglo

    XVII -Richelet

    (168o), Furetiere (169o),

    Académie

    franc;:aise (1694)-

    ofrecen definiciones de

    romanen

    que está patente

    la

    influencia de

    Huet, como esta de Richeler: une ficrion qui comprend quelque aventure amoureuse écrite en prose

    avec

    esprit et selon l

    es

    regles du Poeme Épique ce

    la

    pour le plaisir et l'instrucrion du lecteur. Nos

    plus-fameux Romans sont les Amadis

    I'Astrée .

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    EL

    QUijOTE

    Y LA

    TEORfA DE

    LA

    NOVELA MODERNA

    213

    nueva valoración del género facilita la consagración posterior de la obra maestra

    cervantina

    ''.

    Pero aquí conviene apuntar una cosa. Aunque tanto los franceses

    como los alemanes disponían de una palabra - l a misma en las dos lenguas-

    para designar ficciones en prosa de gran extensión, requisito importante para que

    se

    reconociera su existencia y

    se

    afirmara su estatus canónico, en la España del

    siglo XVIII, en cambio, los términos equivalentes eran más variables e imprecisos,

    alternando historia

    con

    romance, fdbula,

    e incluso con

    novela .

    En su acepción

    predominante, este último término seguía designando una novela corta

    (nouvelle

    [francés], novel/e [alemán]), sin adquirir el sentido que tiene actualmente hasta

    fines del siglo XVIII.

    Se

    observa una situación muy parecida en Inglaterra '

    3

    De

    modo que en toda Europa hasta fines del siglo XVIII se produce una situación piran

    deliana en que o tenemos un frasco - e l

    u i j o t ~

    que anda en busca de un rótu

    lo identificador adecuado o bien tenemos

    el

    rótulo identificador

    roman pega-

    do habitualmente a

    un

    frasco anticuado y destinado a ser reemplazado por otro.

    Mientras que en España la aceptación del Quijote decae en la segunda mitad

    del siglo XVII, no sufre disminución alguna en Inglaterra y Francia, donde, hasta

    fines del siglo siguiente, hay un aluvión de traducciones nuevas o re-editadas, ola

    de popularidad que tuvo como consecuencia su revaloración en España '

    4

    • El

    cata

    lizador fue la publicación en Londres, en 1738, de una pulcra edición del Quijote,

    en español, editada

    por

    Pedro Pineda, ilustrada con elegantes grabados de John

    Sobre el efecto

    que

    tuvo el tratado de Huet sobre la valoración de la novela en Alemania,

    Eberhard

    Lammert

    y otros (editores), Romantheorie. Dokumentation ihrer Geschichte in Deutschland

    J62o-

    JSSo 2 tomos, Ki:iln/Berlin, Kiepenhauer Witsch, 1971, i, pág.

    29.

    2

    Rebecca

    Haidt, The Enlightenment and

    Fictional Form , en

    The

    Cambridge Companion to

    the Spanish Novel ed.

    Harriet Turner

    y Adelaida López de Martínez, Cambridge, Cambridge

    University Press, 2003, págs. 31-46 32 -33). Sobre la terminología prevaleciente en Francia

    en el

    siglo

    XVIII, Elaine Showalter, The

    Evolution of

    the French Novel

    I

    64I-IJS2 Princeton N. J., Princeton

    University Press, 1

    97 2,

    capítulo l

    l Así el doctor Samuel Johnson, en su gran diccionario de la lengua inglesa, 175 5, 1765, ofrece

    esta escueta definición

    de

    novel : a small tale, generally oflove

    (un

    relato breve, generalmente de

    tipo amoroso). No obstante, unos cincuenta años más tarde el

    término

    ya había

    adquirido

    su senti

    do

    moderno,

    puesto

    que

    la novelista Jane Austen lo emplea corrientemente para referirse a sus pro

    pias obras.

    '

    4

    Sobre la recepción del Quijote en la segunda

    mitad

    del

    XVII

    y en el XVIII, véanse la ya citada

    obra de

    Bardan; Francisco Rico, Historia del texto , en los preliminares de su edición del Quijote

    Barcelona, Crítica, 1998, págs. cxii-ccxlii; Ronald Paulson,

    Don

    Quixote

    in England: The

    Aesthetics

    ofLaughter Baltimore,

    Johns Hopkins,

    1998; Edwin Knowles, Cervantes y la literatura inglesa ,

    Realidad 1,

    número

    2 (1947), págs. 268-97; Paolo Cherchi, Capitoli de

    critica

    cervantina (16o¡-1789),

    Roma, Bulzoni, 1977; Emilio

    Martínez

    Mata, El sentido oculto del Quijote: el origen

    de

    las inter

    pretaciones trascendentes ,

    Volver

    a

    Cervantes.

    Actas del

    IV

    Congreso Internacional

    de

    la

    Asociación

    de Cervantistas, Lepanto, 1-8 de octubre de 2ooo, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes

    Baleares, 2001, págs. 1 201-1 o.

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    214

    ANTHONY

    J.

    CLOSE

    Vanderbank, y patrocinada

    por un

    mecenas inglés, Lord Carteret l Al bibliote

    cario real

    de

    España,

    el

    valenciano Gregorio Mayans y Sisear,

    se

    le solicitó

    un

    pró

    logo para la edición que informara sobre la biografía de su autor. A pesar de su

    título, la

    Vida

    de Miguel de Cervantes Saavedra de Mayans, no se limita a tra

    zar, a base de los indicios dispersos en las obras cervantinas,

    un

    esbozo biográfico.

    Constituye el estudio más documentado, metódico, y autorizado de las obras cer

    vantinas escrito hasta entonces, y tuvo

    un

    éxito inmediato,

    tanto en

    España como

    en Francia e Inglaterra. Mayans da

    por

    sentada la premisa que

    tanto

    le había cos

    tado admitir al siglo XVII: la de que las obras en prosa cervantinas n o sólo el

    Quijote sino

    también

    el Persiles las Novelas ejemplares La

    Galatea

    son clásicos

    literarios, ya

    que

    cumplen genialmente con las reglas neo-clásicas: el decoro; la

    verosimilitud; la conjugación de lo útil y lo dulce;

    un

    estilo claro, natural, y ele

    gante. De acuerdo con esto, afirma que el

    Quijote es una

    especie de

    Ilíada

    en clave

    cómica y popular, es decir,

    una

    épica, que algo tiene de entremés, de sátira, y de

    comedia

    16

    • Cuatro

    años después, en

    el

    prólogo a su

    foseph Andrews

    (1742),

    Henry

    Fielding recogerá esta idea al clasificar su novela en términos

    muy

    semejantes, cali

    ficándola de a comic Epic Poem in Prose . Varias secciones del ensayo de Mayans

    (63-91) se dedican a contrastar la

    magnanimidad

    y serenidad de Cervantes con la

    malicia de Avellaneda, a quien considera el ejemplo principal de la falta de esti

    mación, e incluso manifiesto desprecio, que hacia el alcalaíno

    mostraron

    los espa

    ñoles del siglo

    XVII. De

    aquí en adelante, esta imagen idealizante de la grandeza

    moral de Cervantes, contrapuesta a la

    mezquindad

    de sus coetáneos, se asocia al

    mito que

    se va formando en

    torno al

    Quijote.

    La repercusión en España de la Vida de Cervantes

    de

    Mayans nada tiene de

    extraño. Los valores neo-clásicos

    que

    suscribe en su ensayo

    son

    típicos del siglo de

    las luces y eran favorables para Cervantes en la

    misma medida

    en

    que

    no lo eran

    para otros grandes autores del barroco español,

    como Góngora

    y Lope de Vega.

    Así, mientras Ignacio Luzán, en su Poética publicada

    un

    año antes del ensayo de

    Mayans, castiga a

    Góngora

    por

    sus metáforas monstruosas, y a Lope

    por

    dar al

    traste

    con

    las sacrosantas unidades, los ilustrados elogian a Cervantes

    por

    haber

    expulsado la barbarie literaria en nombre

    de la preceptiva aristotélica. La consa

    gración definitiva del

    Quijote

    en España llega en

    la

    s últimas dos décadas del siglo

    15

    Sobre ello, el ya citado prólogo de Rico, ccxi-ccxii.

    16

    Gregorio Mayans y Sisear,

    Vida

    de Miguel de Cervantes Saavedra Madrid, Espasa Calpe,

    1972. En relación con nuestro tema, la parte más significativa del ensayo

    es

    aquella (secciones 151 y

    sigs.) en que Mayans demuestra que las distintas especies de ficción en prosa de Cervantes, tanto la r

    gas

    como cortas, deben considerarse incluidas en los géneros de poesía canónicos, que la épica

    (como dijo

    el

    mismo Cervantes) tan bien puede escribirse en prosa como en verso

    s

    .

    1

    ¡8).

    De

    acuerdo con esto, decide que el Quijote

    es

    una especie de épica, que algo tiene de entremés s. 162),

    de sátira s. 127, 130 sigs.), y, respecto a su tonalidad graciosa y popular, de comedia

    s

    . 182).

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    7/15

    EL

    QUIJOT

    Y LA TEORf DE L NOVEL MODERN

    215

    XVIII

    y

    las

    cuatro siguientes, con la publicación de una serie de esmeradas y eruditas

    ediciones y la bien documentada

    Vida

    de

    Cervantes

    de Martín de Navarrete ( 1

    81 9)

    17

    Así que

    el Quijote

    que había sufrido cierta mengua de popularidad y disfrutaba de

    poco prestigio literario en España en torno a 17oo, al menos entre los literatos, fue

    instalado hacia fines del siglo en la cumbre del Parnaso, comprobando que de

    vez

    en

    cuando las montañas

    se

    mueven y vienen a Mahoma. Quiero decir que a aquel siglo

    le dio por promocionar valores a los que ya

    se

    había anticipado Cervantes.

    He aquí el Quijote coronado como un clásico. Pero ¿qué tipo de clásico? ¿Sátira?

    ¿Parodia?

    ¿Roman?

    ¿épica cómica en prosa? El siglo no logró dar respuesta conclu

    yente a estas incógnitas, hasta que las zanjaron de una vez por todas los románti

    cos alemanes, que tomaron el Quijote junto con

    el

    Wilhelm Meister de Goethe,

    como modelo del género que proclamaría el suyo:

    la

    novela, y como punto de refe

    rencia clave para su reconstrucción de la estética y la historia literaria

    18

    on

    esto,

    pusieron fin a la comedia pirandeliana en que había andado envuelta hasta I 8oo la

    crítica del Quijote el cual, a partir de entonces, queda establecido como la prime

    ra novela moderna. Volviendo patas arriba la idea neo-clásica de su naturaleza satí

    rico-burlesca, hallaron en él exquisita seriedad, lirismo,

    humor

    lúdico y sofisticado,

    el simbolismo trascendental del conflicto de lo ideal con lo real, y

    una

    actitud a la

    vez

    irónica y admirativa hacia el héroe y la caballería medieval. En los dos o tres

    decenios subsiguientes, estas ideas, en forma simplificada,

    se

    hicieron tópicos de la

    crítica literar

    ia

    , aunque no lograron implantarse defnitivamente en España hasta

    1

    86o.

    Por lo que hace a la teoría del género de

    la

    novela, esta

    se

    iría enriqueciendo

    al compás de su profunda evolución a lo largo del siglo

    XIX

    y el siguiente, proceso

    que afecta lógicamente al concepto del papel paradigmático del Quijote.

    En

    el

    siglo

    XIX

    las aportaciones teóricas más importantes, con

    una

    importante

    excepción, provienen de los mismos novelistas, mediante sus reflexiones sobre sus

    propias obras o las ajenas en prólogos, cartas, y otros contextos

    19

    • La excepción es

    17

    Me

    refiero a

    las

    de la Real Academia Española, en cuatro tomos (Madrid, barra, 178o), con

    varias re-ediciones, incluida

    la

    de 1819, que contiene

    la

    biografía de Navarrete en

    el

    quinto volumen;

    John Bowle, en 6 tomos (Salisbury, Easton, 1781) : Juan Antonio Pellicer, 5 tomos (Madrid, Sancha,

    1797); Diego Clemencín, 6 tomos (Madrid, Aguado, 1833-39).

    18

    Sobre ello, mi

    La

    concepci6n

    romdntica

    del Quijote Barcelona, Crítica, 200

    5,

    en especial, el

    capítulo 2.

    9 Me refiero, por ejemplo,

    al

    famoso prefacio de Balzac a la

    Comédie

    humaine 1 842); las cartas

    de Flaubert a George Sand, publicadas en 1884 con una extensa introducción de su discípulo Guy de

    Maupassant, seguidas de su ya citada

    Correspondance

    (1887); Émi le Zola, Le roman expérimental

    (188o)

    Les

    romanciers naturalistes (1881). omo es sabido, la escuela realista naturalista francesa

    repercutió de manera significativa en las ideas de Galdós. Véanse sus

    Ensayos

    de crítica literaria ed. L.

    Bonet, Barcelona, Edicions

    62, 1971,

    y

    en especial, "Observaciones sobre la novela contemporánea en

    España", págs. 115-32,

    donde

    propone a Cervantes

    y

    Velázquez como modelos de la observación exac

    ta de la realidad contemporánea, que echa de menos en

    las

    novelas españolas de su propia época.

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    8/15

    216

    ANTHONY J.

    CLOSE

    la

    Parte Ha, subsección iii, de

    la

    Estética de Hegel (

    r8

    32)

    20

    , donde, partiendo de

    la

    premisa de que la novela

    es un

    descendiente tardío de la épica medieval, sin com

    partir su predilección por el azar y el individualismo voluntarioso, el filósofo ale

    mán lo trata con sorna como un género burgués y popular donde los sueños de

    amor o de conquista social del protagonista

    se

    estrellan contra

    el

    orden estableci

    do de la sociedad cívica. Estas ideas se asimilan directamente a los tratados de

    Ortega y de Lukacs. Entre las reflexiones autoriales, se destacan en especial The

    Art of Fiction (r8 88) y los prefacios del norteamericano Henry James

    21

    ,

    quien,

    desviándose del realismo prevaleciente, expone su concepción de la novela como

    una especie de ventana desde la que

    el

    lector pueda observar maravillado el obje

    to interesante visto a través de ella. Esta ventana es la conciencia del personaje pri

    vilegiado en

    el

    que

    se

    delega

    el

    punto de vista autorial. Ahora bien, aunque James

    conoce el

    Quijote,

    y además, nos ha dado una heroína de evidente ascendencia

    quijotesca en su A Portrait ofa

    Lady (Retrato de

    una

    dama,

    r8

    Sr),

    apenas lo toma

    en cuenta en sus reflexiones teóricas, omisión que

    se

    repite tanto en la influyente

    tradición de crítica anglo-sajona derivada de James, empezando con The Craft

    of

    Fiction, 1921 de Percy Lubbock, como en el movimiento contrario iniciado por

    Wayne Booth,

    The Rhetoric

    ofFiction 1961

     

    ,

    que pondrá en tela de juicio la pre

    misa principal de Lubbock, según la cual

    el

    cometido del novelista es mostrar su

    materia, no contarla . Para Wayne Booth, en cambio, la narración es un acto

    retórico, más bien que una visualización pictórica y objetiva, y su tesis es comple

    mentaria de la línea seguida por los principales representantes de la narratología,

    para quienes

    la

    narración constituye un conjunto de signos, un sistema semiótico,

    diseñado para suscitar un determinado tipo de respuesta de parte de sus lectores.

    Me refiero a Propp, Todorov, Kristeva, Barthes, Genette, Mieke Bal, Umberto

    Eco, quienes, con la única excepción de Cesare Segre (1974)

    2

    3 asimismo hacen

    2

    Me

    he

    servido de una traducción inglesa,

    K. W. F.

    Hegel, Th

    e

    Philosophy

    ofFine Art

    trad.

    F.B.B. Osmaston, 4 romos, Nueva

    York,

    Hacker Books, 1975.

    21

    The Art of Fiction 1 888), en Henry James, Th

    e Future

    of

    he Novel

    Essays

    on the Art

    of

    Fiction,

    ed. Leon Edel, Nueva York, Vintage,

    1956;

    TheArtojtheNovel. CriticalPrefaces,

    ed. Richard

    Blackmur, Londres, Scribner, 1935.

    Chicago, University of Chicago Press, 1 961. En vista de que Booth es un excelente conoce

    dor del

    Quijote,

    la relativa escasez de referencias en este libro, entre las que solamente una (pág.

    21 2)

    se

    ocupa de él con cierto detenimiento, no deja de ser sorprendente. Booth toma la mayor parte de

    sus ejemplos de novelistas posteriores: Henry Fielding, Laurence S erne, Jane Austen, Henry James,

    James Joyce, William Faulkner.

    l Vladimir Propp, Moifologfa

    del

    cuento. Las tramfonnaciones

    de los cuentos maravillosos,

    Madrid,

    Fundamentos, 1971; Tzvetan Todorov, Introducción

    a

    la literatura fantdstica, Buenos Aires, Tiempo

    Contemporáneo,

    1972;

    Mieke

    Bal,

    Teorla

    de la narrativa,

    Madrid, Cátedra,

    1985;

    Roland Barthes,

    SIZ,

    París, Seuil,

    1970,

    Gérard Genette,

    Figures ,

    París,

    Seuil,

    1966;

    Figures

    JI

    París, Seuil,

    1969;

    Figures JI ,

    París, 1

    972;

    Julia Kristeva,

    Le

    texte

    du

    roman, a Haya, Mouton, 1970; Cesare Segre, Costruzioni ret

    tilinee e costruzioni a spirale nel Don Chisciotte , en

    Le strutture e il te

    mpo, Torino, Einaudi, 1 974·

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    9/15

    EL QUIJOT Y LA TEORfA DE LA NOVELA MODERNA

    217

    caso omiso del

    Quijote

    en sus reflexiones. Ahora bien, ¿cómo

    se

    explica esta omi

    sión,

    qu

    e parece tanto más extraña cuanto que todos los teóricos que acabo de

    mencionar

    se

    ocupan de la prosa narrativa? La cosa

    se

    explica

    por el

    hecho de que

    pretenden poner al descubierto los principios estructurantes o de un género narra

    tivo particular

    como el

    cuento de hadas ruso en

    el

    caso de Vladimir

    Propp

    o

    bien de la ficción en prosa en general, fin que se consigue con la cantidad de ejem

    plos aducidos, o con su eficacia representativa, no necesariamente con la calidad.

    Para analizar la anatomía de

    un

    ratón, cualquier ratón nos sirve; así, Barthes, para

    ilustrar los mecanismos de la novela en su período clásico, escoge una de

    las

    obras

    menores de Balzac, el relato corto Sarrazine mientras que Kristeva, en

    Le

    texte du

    roman

    rastrea

    el

    gérmen estructural del género en ciernes en una oscurísima nove

    la francesa del siglo

    XV ]ehan

    f

    Saintré

    de Antoine de La Sales. Pues en este caso,

    se preguntará, ¿cuáles son los tratados teóricos que sí ponen el

    Quijote

    en primer

    término? Los que le dan

    un

    lugar privilegiado son los que reflexionan sobre la géne

    sis

    histórica de la novela, y su función de vehículo de la mentalidad moderna.

    Una

    excepción aparente que confirma esta regla

    es el

    caso del húngaro Gyorgy Lukács,

    quien, después de tomar

    el

    Quijote

    como ejemplo principal en su

    Die Theorie des

    Romans

    (1920) \ donde

    se

    centra precisamente en los aspectos mencionados,

    se

    convierte al comunismo, pasa a enfocar la crisis del capitalismo burgués que esta

    lla hacia fines del siglo XVIII y relegando a Cervantes a segundo término, saca sus

    ejemplos de una serie de novelistas desde Goethe hasta

    Thomas

    Mann '

    5

    Entre

    1914 y 1941, salió una serie de tratados teóricos, centrados específica

    mente en la emergencia histórica del género de la novela, que asientan las bases

    del pensamiento moderno

    al

    respecto: las

    Meditaciones

    del Quijote (1914) de

    Ortega

    y Gasset '

    6

    ,

    el

    libro de Lukács que salió en 1920, y cuatro importantes ensa

    yos de Mijáil Bakhtín escritos en los años

    30

    y a comienzos de los 40, que versan

    sobre

    el cronotopo de la novela y su naturaleza dialógica. Este último tema ya

    había sido tratado

    por

    Bajtín en sus

    Problemas

    de

    fa

    poética

    de Dostoievski

    cuyo

    original ruso fue publicado en 1929. Todos estos trabajos lograron amplia difu

    sión,

    si

    bien l

    as

    traducciones de Bajtín no empezaron a circular en Occidente

    hasta fines de los años 196o '

     

    También contribuyen de

    modo

    significativo a la

    '

    4

    Hay

    traducción española, Teoria

    de la novela 

    Barcelona, Edhasa,

    1971.

    '

    5

    Me refiero a libros como

    Ensayos

    sobre el

    realismo

    Buenos Aires, Siglo Veinte,

    1965;

    La

    nove-

    la

    histórica México, Era, 1966;

    Sociología de la

    literatura Barcelona, Península, 1968;

    Goethe

    y

    su

    époc

    a

    Barcelona, Grijalbo,

    1968.

    '

    6

    He

    manejado

    las

    Obras completas

    quinta edición, Madrid, Revista de Occidente,

    1961, i

    págs.

    31 1-400 .

    '

    7

    Problemas de la poética de Dostoievski

    Méjico, FCE, 1986;

    Teoria y estética de la

    novela

    Madrid, Taurus, 1989, que recoge ensayos escritos entre 1930

    y

    1940 dentro de la misma línea que

    el

    libro anterior;

    La cultura popular

    en

    la

    Edad Media y el

    Renacimiento.

    El contexto

    de Franrois

    Rabelais

    Barcelona, Barra ,

    1974

    (original ruso,

    1965).

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    10/15

    218 NTHONY

    J

    LOSE

    teoría de

    la

    novela,

    y

    al

    papel desempeñado en su desarrollo

    por el

    Quijote, los

    conocidos trabajos de Auerbach, Spitzer, Trilling, Levin,

    Marthe

    Robert, y

    Girard

    8

    , que siguen una línea algo parecida a las de Ortega

    y

    Lukács, si bien abor

    dan su materia desde

    la

    literatura comparada, más bien que desde premisas filo

    sóficas derivadas del romanticismo alemán.

    Tanto

    las Meditaciones

    de Ortega como la

    Teorfa

    de Lukács parten de

    la

    tesis

    hegeliana de que

    la

    épica cristaliza

    la

    cosmovisión de la Antigüedad,

    al

    presentar

    un

    cuadro heroico del pasado en que había armonía

    y

    comunicación entre

    las

    esfe

    ras humana y

    divina.

    Al

    perderse

    la fe

    primitiva en

    la

    realidad del mundo tras

    cendental, nace

    la

    novela moderna con

    el

    Quijote.

    Para ambos pensadores, este

    perpetúa residualmente los temas de

    la

    épica, y aspira a

    la

    misma forma y visión

    totalizadoras, aunque expresa una visión irónica del esfuerzo del protagonista por

    superar la distancia entre lo ideal y

    lo

    real. Mientras Ortega pinta este esfuerzo en

    tintes heroicos, viéndolo como el mismo principio creador de la cultura, Lukács

    halla que, en

    l mundo

    desintegrado de

    la

    época moderna,

    el

    arte está condenado

    a cantar trágicamente su fracaso, refugiándose en un sentimiento superior de iro

    nía. Aunque, después de su conversión al comunismo, Lukács se retractaría de las

    ideas expuestas en

    Teorfa de la novela,

    su concepción del protagonista novelesco

    como un personaje espiritualmente desarraigado, que anda en busca de ideales

    trascendentales en un mundo abandonado por los dioses, no deja de tener reper

    cusiones posteriores: por ejemplo, en

    Mentira romdntica verdad

    novelesca

    de

    René Girard (original francés,

    1961)

    19

    ,

    en

    la

    comparación detallada de don

    Quijote con Kafka en Lo viejo

    lo nuevo

    de Marthe Robert, y en

    las

    págin

    as

    sobre

    el

    Quijote

    en

    Las

    palabras

    las cosas

    de Michel Foucault (Parte

    Ja,

    cap.

    3· i JO.

    A diferencia del positivismo decimonónico, el sistema filosófico de Ortega, de

    origen neo-kantiano, da por sentado que

    la

    mente

    humana

    no refleja pasivamen

    te la realidad, como un espejo o cámara, sino que

    la

    estructura conceptualmente.

    8

    Erich Auerbach, Mímesis:

    la realidad en

    la

    literatura,

    Méjico, FCE,

    19 50

    (original alemán,

    1946); Leo Spitzer, Perspectivismo lingüístico en

    el

    Quijot

    e

    ,

    en

    Lingüística e historia literaria,

    tra

    ducción española, Madrid, Gredas,

    195

    5 (ensayo publicado en inglés, 1948); Sobre el significado

    del

    Quijote ,

    en la antología de George Haley,

    El Quijote

    de Cervantes, Madrid, Taurus, 198o (artí

    culo publicado en inglés, 1962); Lionel Trilling, La

    imaginación

    liberal, Buenos Aires, Sudameri

    cana, 1956; Harry Levin, Cervantes, el quijotismo y la posteridad , ya citado en nota anterior;

    Marthe Robert,

    Lo viejo

    y

    lo nuevo,

    Caracas,

    Monte

    Ávila,

    1975

    (original francés, 1963), y

    Novela de

    los orígen   s

    orígenes

    de la novela, Madrid, Taurus, 1972 (original francés, 1972).

    •9 Universidad Central de Venezuela, Caracas,

    1963.

    JO México, Siglo Veintiuno, 1968 (original francés, 1966). Aunque para Foucault, la locura de

    don

    Quijote

    no representa la mentalidad moderna, sino que simboliza el derrumbe del episteme

    renacentista

    al

    perderse

    la

    fe

    en

    el

    vínculo divinamente establecido entre

    las

    palabras

    y

    la realidad,

    su loca desorientación no deja de evocar el desarraigo espiritual del protagonista novelesco diagnos

    ticado por Lukács.

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    11/15

    EL

    QUIJOT

    Y L TEORÍ

    DE

    L NOVEL MODERN

    219

    Tales estructuras, que en conjunto constituyen la cultura humana, son esencial

    mente transitorias, y deben ser recreadas por cada civilización, cada generación,

    cada hombre. Esta tarea es tan necesaria para

    el

    ser humano como respirar oxíge

    no o beber agua.

    No

    obstante, a diferencia de estas funciones biológicas, dicha

    labor recreadora debe asumirse libremente, ya que, para Ortega, como para

    el

    exis

    tencialismo del siglo

    XX el

    hombre tiene la opción de vivir su vida auténticamen

    te o no.

    He

    aquí

    el

    significado del enfrentamiento de

    don

    Quijote con los moli

    nos de Criptana, y después, con

    el

    retablo de Maese Pedro

    3

     ; su actuación en los

    dos casos simboliza para Ortega la actividad reestructurante de la cultura frente a

    la materia, así como la voluntariosa auto-afirmación en que consiste el heroísmo

    existencialista. Además, Ortega percibe en la aventura de Maese Pedro

    una

    impor

    tante dimensión meta-ficcional, ya que en ella Cervantes tiende

    un

    puente entre

    la experiencia real del lector y

    el mundo

    ficcional de

    don

    Quijote,

    al

    representar

    el proceso mediante

    el

    cual cada lector de novelas remonta el vuelo fuera de la

    órbita de la realidad en alas de la imaginación.

    Para Ortega, pues, el Quijote imparte una lección de renovación cultural, rela

    tivismo epistemológico, y auto-creación existencial, deleitándose en la ilusión

    novelesca a la vez que la ironiza y pone

    en abíme.

    Estas ideas repercuten profun

    damente en

    l

    pensamiento de Cervantes de América Castro de

    1925

    3

    \ y a través

    de este libro seminal, en el cervantismo posterior. Su resonancia

    se

    explica en apre

    ciable medida

    por

    el hecho de que están plenamente sincronizadas con la revolu

    ción que llevan a cabo novelistas como Proust, Joyce,

    Unamuno,

    Virginia Woolf,

    Kafka, Faulkner en el período de

    1910

    a

    1930,

    y con las nuevas teorías de la nove

    la que,

    al

    compás de esta revolución, formulan

    Unamuno,

    Virginia Woolf, Viktor

    Shklovski, Ortega y Gasset, Erich Auerbach, Natalie Sarraute, José María Caste

    llet

    33

    Este movimiento de vanguardia artística, de cuyas innovaciones dejan cons

    tancia dos tratados orteguianos,

    La

    deshumanización del arte e Ideas sobre la nove-

    la

    ambos de

    19

    25

    rechaza

    el

    proyecto realista emprendido

    por

    los novelistas del

    siglo

    XIX con

    su pretensión de hacer

    un

    inventario objetivo y exhaustivo de la

    sociedad contemporánea, con

    un

    método empírico afín a la sociología y

    las

    cien

    cias naturales. El

    mundo

    nuevo descubierto

    por

    los novelistas

    se

    fragmenta

    31

    Meditación primera, secciones 12 y 9 respectivamente., Obras completas, i págs. 385 38o-8 1.

    32

    Como demuestro en La concepci6n romdntica

    d

    el

    Quijote, capítulo 6.

    33

    Unamuno, Niebla ed. Armando

    F

    Zubizarreta, Madrid, Castalia, 1914, págs. 73-84, 178-8

    1

    230-33; Viktor Shklovski, Teoria de/la prosa, Turín, Einaudi, 1976, original ruso, 1925; Virginia

    Woolf, Modern Fiction" (1919), en The

    Common

    R

    eader,

    Nueva York, H arcourt, 195 3 págs. 150-

    58 y "Mr Bennett and Mrs Brown" ( 1924), en

    The Captain s

    Deathbed and Other

    Essays,

    Nueva York,

    Harcourt, 1950 págs. 94-1 1

    9;

    Natalie Sarraute,

    L ere

    du

    sou¡ron:

    essai

    s

    sur

    le roman,

    París, Gallimard,

    1950; J.

    M.

    Castellet,

    La

    hora

    del l

    ector, Barcelona, Seix Barra , 1956. Respecto de Auerbach,

    me

    refiero a Mimesis, ya mencionado en nota anterior.

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    12/15

    220

    ANTHONY ] CLOSE

    deliberadamente en múltiples perspectivas, se presenta como un enigma que per

    mite interpretaciones divergentes, se asimila al fluir difuso e impresionista de la

    subjetividad. Para la nueva generación, no hay miradas ni oídos inocentes, ni tam

    poco existen testimonios imparciales; la realidad es

    el

    punto de convergencia de

    innumerables puntos de vista, o un laberinto borgesiano sin hilo conductor. Por

    lo tanto, el suyo es un arte que empieza por escrudiñar irónicamente sus propios

    objetivos y formas tradicionales, escogiendo, por ejemplo, asuntos banales e infor

    mes

    como

    ocurre en el Ulises de James Joyce- en

    vez

    de los dramas trágicos,

    grandiosos, lógicamente estructurados, que encontramos en

    las obras de Flaubert,

    Melville, Zola, Hardy. Además, la corriente existencialista en las Meditaciones orte-

    gui n s se anticipa a

    las

    novelas de Sartre, Simone de Beauvoir, Camus.

    Lo mismo que la influencia de las Meditaciones de Ortega se debe a su coinci

    dencia con los -ismos de los años

    19 2 0

    y 1930, asimismo, la

    muy

    profunda de

    las

    teorías de Bajtín sobre la crítica literaria de los últimos treinta años debe atribuir

    se a su convergencia con

    la

    estética del posmodernismo. Igual que Ortega y

    Lukács, Bajtín piensa que la transición de la épica a la novela marca el paso de la

    cosmovisión de la Antigüedad a la moderna, si bien se desvía de ellos al conside

    rar que ya existían en la Antigüedad y la Edad Media formas embrionarias de la

    novela l os diálogos socráticos, la sátira Menipea, los diversos géneros burlescos

    de la Edad Media que cuestionaban, parodiándolas, las premisas de los géneros

    nobles la épica y la tragedia), los cuales daban por sentada la unión indisoluble

    entre el significante y el significado,

    el

    lenguaje y

    l

    mensaje, las palabras y

    las

    cosas. De acuerdo con Barthes en Mythologies 195 7), Bajtín sostiene que el aire de

    incuestionable naturalidad que

    el

    poeta atribuye a esta unión

    es un

    engaño ten

    dente a camuflar la verdadera función de su lenguaje, la de ser medio de difusión

    de la ideología de

    las clases dominantes. Al carácter unívoco de los géneros serios,

    la novela y sus precursores - de espíritu rebelde y contestatario oponen una

    polifonía de voces y discursos sin preeminencia entre ellos; a

    la

    uniformidad lin

    güística y racial, las diferencias dialectales y étnicas; a

    la

    unión trasparente entre

    significante y significado, su divorcio problemático. La voz monológica del can

    tor épico queda reemplazado por voces que se confunden e interfieren en tensión

    dialógica, de modo que cada una resuena con los ecos de otras. Ni que decirse

    tiene que estos temas tuvieron una poderosa resonancia en la cultura occidental a

    partir de fines de los 6o, ya que coincidían con diversos -ismos a la

    vez:

    descons

    truccionismo, feminismo, poscolonialismo.

    La

    coincidencia poco tiene de casual,

    debiéndose a que las teorías de Bajtín formuladas entre 192.9 y 1965 y los movi

    mientos postestructuralistas que surgen en París hacia 1968, comparten un punto

    de partida semejante, inspirándose implícitamente en un afán utópico de libera

    ción frente a dos tipos de tiranía ideológica: la del comunismo ruso en el primer

    caso, y la del capitalismo occidental en

    el

    segundo.

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

    13/15

    EL QUIJOT

    Y LA TEORÍA DE

    LA

    NOVELA MODERNA

    221

    Según Bajtín, a comienzos del siglo

    XIX

    los diversos embriones prenovelescos

    cuajan en un género nuevo

    l a

    novela- cuyo rasgo distintivo será

    el

    predomi

    nio de la tendencia heteroglota o polisémica, que antes guardaba una relación

    meramente parasitaria con su antítesis. Entre los precursores, la Gargantúa de

    Rabelais y

    el

    Quijote

    de Cervantes, sobre todo aquella, marcan hitos decisivos en

    el proceso de evolución. En La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento

    publicada en 965, después de

    lo

    s estudios sobre

    el

    dialogismo, si bien comple

    mentaria de ellos, Bajtín

    ve

    la obra de Rabelais como la culminación del espíritu

    burlesco y subversivo del Carnaval, con su celebración de los apetitos sensuales

    desmesurados, su cultivo del lenguaje de

    la

    taberna, del mercado, y de la calle, su

    práctica de los ritos de mundo al revés, destinado todo ello a burlarse del orden

    político establecido y de la autoridad eclesiástica.

    Las

    connotaciones posmodernistas de

    las

    teorías bajtinianas

    se

    manifiestan en

    sus afinidades con

    las

    reflexiones sobre la llamada novela posmoderna de críticos

    o teóricos literarios como Margaret Rose, Linda Hutcheon, Brian McHale y

    Christine Brooke-Rose

    3

    \ reflexiones secundadas por los mismos novelistas, entre

    ellos, Milán Kúndera, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, y Sa lman Rushdie. Mien

    tras la novela de la primera mitad del siglo

    XX

    hacía de la subjetividad individual

    el árbitro de la realidad, burlándose de las pretensiones de objetividad de sus pre

    cursores, la novela de la segunda mitad, con enfoque crítico aun más radical, sub

    vierte la historia,

    el

    lenguaje,

    el

    dogmatismo ideológico, y

    el

    monocentrismo.

    Aquí también

    el

    Quijote se

    considera

    el

    modelo ejemplar. En novelas como

    Terra

    Nostra de Carlos Fuentes,

    Cien años de

    soledad de García Márquez, los Hijos

    de

    medianoche

    y

    Los versos satdnicos

    de Salman Rushdie,

    La reivindicación del Conde

    Don }ulidn de Juan Goytisolo,

    la

    ficción se presenta como

    el

    doble irónico de

    la

    historia, sugiriendo de este modo lo borroso de la distinción entre l

    as

    dos,

    y

    mediante la parodia grotesca de l

    as

    confortantes versiones oficial

    es

    del pasado de

    una nación, que estas no son sino un cuento más

    Según Carlos Fuentes en

    34

    Linda Hutcheon,

    Narcissistic

    Narrative The

    Meta-Fictional Paradox

    Nueva York/Londres,

    Methuen, 1980, y de

    la

    misma autora, The New Novel. The Post-Modern Novel", en Michael

    McKeon,

    Theory of he Novel: A Historical Approach,

    Baltimore, Johns Hopkins University Press,

    zooo; Brian McHale, Postmodernist Fiction, Londres Methuen, 1 987; Margaret Rose,

    Parody:

    Ancient, Modern

    and

    Post-Modern, Cambridge, Cambridge University Press, 1995;

    Chr

    ist ine

    Brooke-Rose,

    Stories, Theories and Things,

    Cambridge, Cambridge University Press,

    1991;

    "Palimpsest History", en

    ntelpretati

    on

    and Over-lnterpreta tion,

    ed. Stefan Collini, Cambridge,

    Cambridge University Press,

    1992,

    págs.

    125-38.

    Juan Goytiso lo cita a menudo a Bajtín en

    Cr6nicas

    sarracinas, relacionando la utopía

    ca

    rnavalesca del t

    rico ruso con la suya propia (Barcelona, Seix

    Barra ,

    1989;

    véase por ejemplo, pág.

    45);

    Christine Brooke-Rose cita a Bajtín como fuente princi

    pal de su propia concepción de

    la

    parodia

    (1991,

    capítulo

    13).

    El

    teórico ruso también tiene un papel

    destacado en la estética posmodernista expuesta por Margaret Rose.

    Sobre e

    ll

    o, Brooke-Rose, "Palimpsest History".

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

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    222

    NTHONY J CLOSE

    Cervantes o la crítica de la lectura el cuestionamiento de la ideología empieza con

    la crítica de la lectura, que luego amplía su enfoque hasta darle

    un

    alcance uni

    versal36. Al mismo tiempo, la novela de vanguardia practica una sistemática hibri

    dación lingüística y racial, resumida elocuentemente por Salman Rushdie ot ro

    aficionado de

    Cervantes-

    en

    un

    artículo publicado en

    un

    periódico británico

    poco después del fatwa pronunciado contra él por el ayatolá Khomeini

    7

    . He aquí

    lo que escribió sobre su obra en general: está escrita desde la

    misma

    experiencia

    de desarraigo, desplazamiento y metamorfosis en que consiste la condición migra

    toria, de la que puede derivarse, creo, una metáfora de toda la humanidad ...

    Celebra la hibridación, la impureza, la entremezcladura, la transformación que

    proviene de nuevas e inesperadas combinaciones de seres

    humanos

    culturas,

    ideas, políticas, películas, canciones . Carlos Fuentes suscribe plenamente esta

    visión de la novela, considerando a Bajtín como su principal valedor teórico. Cito

    palabras suyas que aluden a esa condena fatídica pronunciada por Khomeini:

    Mijáil Bajtín fue, probablemente, el más grande teórico de la novela en nuestro

    siglo ... He pensado mucho en Bajtín estos días [comienzos de los años 1990],

    al

    pensar en mi amigo Salman Rushdie.

    La

    obra de Rushdie encaja perfectamente en

    la definición bajtiniana de nuestro tiempo como una era de lenguajes

    en

    compe

    tencia. La novela

    es

    la arena privilegiada donde los lenguajes

    en

    conflicto pueden

    encontrarse, reuniendo, en tensión y en diálogo, no sólo a personajes opuestos,

    sino a civilizaciones enteras, épocas históricas distantes, niveles sociales diferentes

    y otras realidades emergentes de la vida humana 38. Sería fácil multiplicar ejem

    plos de la

    moderna

    crítica sobre

    el Quijote

    donde se expresan opiniones semejan

    tes: nos proporcionan ejemplos abundantes los libros recientes de Diana de Armas

    Wilson y Carroll Johnson

    3

    9.

    En

    conclusión, las interpretaciones históricas del Quijote constituyen un kalei

    doscopio caótico en que las propias del período anterior a 18oo colisionan de fren

    te con las de la modernidad. Para el barroco español, el Quijote fue

    un

    libro diver-

      6

    Cervantes

    o

    la

    crítica

    de

    f

    lectura, México, Joaquín Mortiz,

    1

    976. Formula

    la

    misma con

    cepción de la novela en Geografla de la novela, México, Fondo de Cultura Económica, 1993.

    a

    ten

    dencia a poner en tela de juicio cualquier dogmatismo ideológico la comparte el novel ista checo

    Milán Kúndera, que la remonta

    al Quij ote

    en

    El

    arte de la

    novela.

    Allí dice: Mientras Dios iba aban

    donando paulatinamente el trono desde el que había regido el universo y su sistema de valores, don

    Quijote salió de su casa a un mundo que ya no podía reconocer. A falta del Juez Supremo, el mundo

    se

    le

    apareció de repente en su aspecto aterradoramente ambiguo; la única Verdad divina fragmen

    tada en las múltiples verdades relativas acotadas por los hombres . He manejado la traducción ingle

    sa,

    TheArtojtheNovel

    Londres, Faber Faber,

    1988,

    pág.

    6

    7

    The

    Independent

    Londres, 4 de febrero,

    1990.

    8

    Geografla

    de

    la novela,

    pág.

    158.

    39

    Respectivamente, Cervantes, the Novel and the New

    World,

    Oxford, Oxford University Press,

    2ooo, y Cervantes and the Material World, Urbana, Ill, University ofillinois Press, 2ooo.

  • 8/18/2019 EL QUIJOTE Y LA TEORÍA DE LA NOVELA MODERNA.pdf

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    EL QUIJOT Y L TEORf DE L

    NOVEL

    MODERN

    223

    tidísimo, brillantemente inventivo, discreto, ejemplar, pero en el fondo, intras

    cendente; para el siglo de las

    luces, Cervantes

    se

    burlaba, desde

    un punto

    de vista

    de racionalismo ilustrado, de cualquier tipo de terca adhesión a ideas o modas

    anticuadas; para el siglo XIX su obra maestra simbolizaba la trágica y universal

    lucha del afán idealista del

    hombre

    con la realidad; para el siglo

    XX

    impartía

    una

    lección de relativismo epistelomógico; para el posmodernismo, un desafío radical

    a la autoridad monocéntrica. ¿Qué le

    da

    a este libro tan viejo su inagotable

    poder

    de