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    Coleccin La nave y el puertoDirector: Arcadio Daz Quiones Et PAIS DE CUATRO PISOSy otros ensayos

    Jos Luis Gondlez

    r989

    trjlliiiffi', .*i;;u*; r:,3

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    l0"Razn y sen tido del'Lamento borincano"'apa.recioriginalmente en el suplemento dominical de ElNueuoDa, de San Juan, Puerto Rico (18 de abril de 1982). Hasido ligeramente revisado para la presente edicin."Sobre la literatura puertorriquea de los cincuenta"es un trabajo indito hasta ahora.

    A't-" \'.\, llEL PAIS DE CUATRO PISOS(Notas para una definicin dela cultura puertorriquea)

    ...1a historia era Propaga.ndt poltica' tend'la acreat la unidad nacional, es decir, la nacin,d,esde fuera y contra la tradicin, bastndase enla literctuta, era un queer set' no un deber serporque existieran ya las condiciones d hecho'Por-esta tnistna posicin suya, los intelcctualesdeban distinguirse del pueblo, situatse luera,crear o relorznr entre cllos mismos elesptitudecasta, y en el tond.o desconfiar del pueblo, sen'rlo e x trao, tenerle mie do, p or q ue e n rea I idtd,na algo desconocido, una misteosa hidra deinnumerables cabezas. 1,...1 Par el contrao...muchos mwimientos intelechnles iban ditigi'dos a modcmiznr y dcs'retorim la cultura yaproxirnarla al pueblo, o sea nacionalizaln.(Nacin-pueblo y nacin rettica, podradecirse que son las dos tendencias.)-Antonio Gramsci, Cundernos d la crcel(rrr, 82)

    Un gupo de jvenes estudiosos puertorriqueos delas ciencias sociales, egresados en su mayor parte dediversas Facultades de la Universidad Nacional Aut'noma de Mxico y agrupados en Puerto Rico en elSeminario de Estudios Iatinoamericanos, me dirigieronhace poco (escribo en septiembre de 1979) la siguientepregunta: Cmo crees que ha sido alectada la culturapuertorriquea por la interuencin colonialista nortea-mericana y crno aes su desarrollo actual? I-as lneas quesiguen constituyen un intento de respuesta a esr pre'

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    t2gunta. Las he subtitulado "Notas..." porque slo aspi-ran a enunciar el ncleo de un ensayode interpretacinde la realidad histrico-cultural puertorriquea queindudablemente requerira un anlisis mucho ms dete-nido y unas conclusiones mucho ms razonadas. Contodo, espero que sean de alguna utilidad para los miem-bros del seminario y para los dems lectores que lashonren con su atencin crtica.***

    I-a pregunta, como nos consta a tdos, plantea unacuestin importantsima que ha preocupado y siguepreocupando a muchos puertorriqueos compromed-dos, desde diversas posiciones ideolgicas, con la reali-dad nacional puertorriquea y naturalmente interesadosen sus proyecciones futuras. Al empezar a contestarla, mehe preguntado a mi vez quentienden ustedes -pues sinduda se han enfrentado al problema antes de proponr-melo a m- por "cultura puertorriquea". Me he dichoque tal vez no sea exactamente lo mismo que endendoyo, y no me ha parecido arbitrario anticipar esa posibili-dad porque tengo plena conciencia de que todo lo quedir a continuacin presena el esbozo de una tesis quecontradice muchas de las ideas que la mayora de losintelectuales puertorriqueos han postulado durantevarias dcadas como verdades establecis, y en no pocosculsos como autnticos artculos de fe patritica. Tratar,pues, de ser lo ms explcito posible denrro del breveespa.cio que me concede la naturaleza de esta respuesta(que, por otra parte, no pretende ser definitiva sino servirtan slo como punto de partida para un dilogo cuyacordialidad, espero, sepa resistir la prueba de cualquierdiscrepancia legtima y provechosa).

    l3Empezar, entonces, afirmando mi acuerdo con laidea, sostenida por numerosos socilogos, de que enql-seno de oda socied dividida en-clases coeristen-dosculturas: la cultura de los opresqres y laculturade losoprimidos. lClaro esr que esas dos culturas, precisa-mente porque coexisten,no son compartimientos esEn-cos sino vasos intercomunicantes cuya existencia sec:rracteriza por una constante influencia mutua' Lanaturaleza dialctica de esa relacin genera habitual-mente la impresin de una homogeneidad esencial queen realidad no existe.Tal homogeneidad slo podradarse, en rigor, en una sociedad sin clases (y aun as, slodespus de un largo proceso de consolidacin). En todasociedad dividida en clases, la relacin real enire las dosculturas es una relacin de dominacin: la culturade losopresores es la cultura dominante y la cultura de losoprimidos es la cultura dominada. Y la que se presentacmo 'tultura general", vale decircomo'tultura nacio-

    nal", es, naturalmente, la cultura dominante' Paraempezar a dar respuesta a la pregunta que ustedes mehacen resulta necesario, pues, precisar qu era en PuertoRico la "cultura nacional" a la llegada de los norteame-ricanos. Pero, para proceder con el mnimo rigor queexige el caso, lo que hay que precisar primero es otracosa, a saber, qu clase de nacin era Puerto Rico en esemomento?Muchos puertorriqueos, sobra decirlo, se han hechoesa pregunta antes que yo. Y las respuestas que se handaa nn sido diversas y en ocasiones contradictorias'Hablo, claro, de los puertorriqueos que han concebidoa Puerto Rico como nacin; los que han negado laexistencia de la nacin, tanto en el siglo pasado comoenel presente, plantean otro problema que tambin mereceanliris, pero que por ahora debo dejar de lado. C,onside-

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    l4remos, pues, dos eJemplos mayores entre los que noslnteresan ahora: Eugenio-Mara de Hostos_J_pedroAlbizu C;ampos"Para Hostos, a la altura misma de lg9g,lo que el rgimen colonial espaol haba dejado enPuerto Rico era una sociedad ..donde se viva bajo laprovidencia de la barbarie,'; apenas tres dcadas mstarde, Albizu defina la realidad social de ese mismorgimen como "la vieja felicidad colectiva". A qu atri-buir esa contradiccin extrema entre dos hombres inteli_gentes y honrados que defendan una misma causapoltica: la independencia nacional de puerto Rico? Sireconocemos, como evidentemente estamos obligados areconocer, que Hostos era el que se apegaba a la verdadhistrica y Albizu el que la tergiversab, y si no queremosrncurir en interpretaciones subjetivas que aems deposiblemente errneas seran injust r, i, preciso quebusquemos larazn de la contradiccin "r, io, pro."ro,histricos que la determinaron y no en la personalidadde quienes la expresaron. No se trata, pus, de Hostosaersus Albizu, sino de una visin histrica uersus otravisin histrica.Empecemos, entonces, por pregunarnos cul fue lasituacin que movi a Hostos a apegarse a la verdadhjstrica en su juicio sobre la realida puertorriquea enel momento de la invasin norteamericana. En otraspalabras, qu le permiti a Hostos reconocer, sin trai-cionar por ello su conviccin independendsta, que a laaltura de 1898 "la debilidad individual y social que est ala vista parece que hace inapazde ayuda a s mismo anuesro pueblo"? Io que le permiti a Hostos esa fran-queza crtica fue sin duda su visin del desarrollo hist-

    rico de Puerto Rico hasa aquel momento. Esa visin erala de una sociedad en un grado todava primario deformacin nacional y aquejada de enormeshales colec-

    l5tivos (los mismos quedenunciaba Manuel Zno Gandaal novelar un "mundo enfermo" y analizaba SalvadorBrau en sus "disquisiciones sociolgicas"). Si los separa-tistas puertorriqueos del siglo pasado, con RamnEmeterio Betances alacabea, crean en la independen-cia nacional y lucharon por ella, fue porque compren-dan que esa independencia era necesaria pa.ra llevaradelante y hacer culminar el proceso de formacin de lanacionalidad, no porque creyeran que ese procesohubiera culminado ya. No confundan la sociologa conla poltica, y saban que en el caso de Puerto Rico, comoen el de toda Hispanoamrica, la creacin de un Estadonacional esaba llamada a ser, no la expresin de unanacin definitivamente formada sino el ms poderoso yeficaz insuumento para impulsar y completarel procesode formacin nacional. Ningn pas hispa.noamericanohaba llegado a la independencia nacional en el sigloXIX como resultado de la culminacin de un proceso deformacin nacional, sino por la necesidad de dotarsedeun instrumento poltico y jurdico que asegurara eimpulsara el desarrollo de ese proceso.Ahora bien: el hechoesque los separatistas puertorri-queos no lograron la independencia nacional en elsiglo pasado y que tdava hoy muchos independentistaspuertorriqueos se preguntan por qu no la lograron.Todava hay quienes piensan que ello se debi a que unadelacin hizo abortar la insurreccin de Lares, o a quelos 500 fusiles que Betances tena en un barco surto enSantomas no llegaron.a Puerto Rico a tiempo, o a queveinte aos despus los separatistas puertorriqueosesaban combatiendo en Cuba y no en su propio pas, o aquin sabe qu otras "razones" igualmente ajeruls a unaconcepcin verdaderamente cientfica de la historia.Porque la nica razon real de que los separatistas puerto-

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    l6rriqueos no lograran la independencia nacional en elsiglo XIX fue la que dio, en mq de una ocasin, elpropio Ramn Emererio Betances, un revolucionarioque despus de su primer fracaso adquiri la sana cos-tumbre de no engaarse a s mismo, y esa razn era, paraftar textualmente al padre del separatismo, que.,lllert"/puertorriqu"or .o qr..". l" i,trdep"de*ia". Pero,Qu quriarr clir exacramenre esas palabras en boca yen pluma de un hombre como aquI, que nunca aceptotro destino razonable y justo para su pas que la inde-pendencia nacional como requisito previo pa.ra su ulte-rior integracin en una gran confederacin antillana?Qrines eran "los puertorriqueos" a que aludaBetances y qu significaba eso de "no querer la indepen-dencia"? El mismo lo explic en una carta escrita desdePort-au-Prince poco despus de la intentonade r ares,enla que atribua esa derrota al hecho de que "los puertorri-queos ricos nos han abandonado". A Betances no lehaca falta ser marxista para saber que en su tiempo unarevolucin andcolonial que no contara con el apoyodela clase dirigente nativa estaba condenada al fracaso. y-: en Puerto Rico esa clase, efectivamente, "no quera la- rndependencia". Y no la quera porque no poda que-rerla, porque su debilidad como clase, determinadafund,amentalmente -lo cual no quiere dech exclu-"".. sivamente- por el escaso desarrollo de las fuerzasiproductivas en la sociedad puertorriquea, no le permi-; i ta ir ms all de la aspiracin reformista que siempre la-'caracterir. El relativ desarrollo de esas fuerzas produc-.,.'tivas, y porconsiguiente de la ideologa de la clase hacen-= rdada y profesional criolla (lo que ms se asemejabaentonces a una incipiente burguesa nacional) entre I 868y 1887 fue lo que derermin el trnsito del asimilismo alautonomismo en la actitud poltica de esaclase. Aloque

    t7nuncl pudo llegar sta, ni siquiera en 1898, fue a laconviccin de que Puerto Rico era ya una nacin capazde regir sus propios destinos a travs de un Estado inde-pendiente. En el caso de Hostos, pues, la aspiracin a laindependencia no estaba reida con una apreciacinrealista de la situacin histrica que viva. Y fue esaapreciacin la que lo llev a dictaminar en 1898, cuandose enfrent directamente a la realidad del pas despus deun exilio de varias dcadas, que el pueblo puertorri-queo estaba incapacitado pa.ra darse un gobierno pro-pio, y a proponer, para superar esa incapacidad, unproyecto de regeneracin fsica y moral cuyas metaspodran alcanzarse, si se aprovechaba bien el tiempo, enun plazo de veinte aos.La situacin histrica que le toc vivir a Albizu no secaracteriz tan slo por el escaso desarrollo de la clasedirigente criolla que l quiso movilizar en una luchaindependentista, sino por algo todava peor: por .laexprop-iacin, la marginacin y el descalabro de esa clasea causa de la imrpcin del capitalisrno imperialistanor-teamericano en Prerto Rico. Ese proceso lo ha explicadomuy bien Angel Quintero Rivera en sus aspectos econ-mico y poltico, dejando muy en claro que La impotenciade esa clase pa.ra enfrentarse corLur proyecto histricoprogresista al imperialismo norteamericano en razn desu cada vez mayor debilidad econmica, la llev a aban-donar su liberalismo decimonnico para asumirel con--sen@doriqmo quehacaraclerizadosu ideologa en lo queva--de este..siglo. La*jdeafizaein -vale decir latergiversacin- del.4sad*o*-histico ha sido uno de los{a-sgo tpicos de esa ideologa. Pedro Albizu Camposfue, sin duda alguna, el portavoz ms coherente y conse-cuente de esa ideologa conservadora. C-onservadora ensu contenido, pero, en el caso de Albizu, radical en su

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    l8forma, porque Albizu dio voz especialmente al sectorms desesperado (el adjetivo, muy preciso, se lo debo aJuan Antonio Corretjer) de esa clase. Esa desesperacinhistrica, explicable hasra el punro de que no tendra porqu sorprender a nadie, fue la que oblig a Albizu atergiversar la verdad refirindose al regimen espa.ol enPuerto Rico como "la vieja felicidad colectiva".Ahora estrablezcamos la relacin que guarda todo estocon el problema de la 'tultura nacional" puertorri-quea en nuestros das. Si la sociedad puertorriqueasiempre ha sido una sociedad dividida en clases, y si,como afirmamos al principio, en toda sociedad divididaen clases coexisten dos culturas, la de los opresores y la delos oprimdos, y si lo que se conoce como 'tultura nacio-nal" es generalmente la cultura de los opresores, enton-ces es forzoso reconocer que lo que en Puerto Ricosiempre hemos entendido por "cuhuxa,naeional'l es lacultura producida por Ia clase de los hacendado*ylosprofesionales a que vengo aludiendo-hace.. rato. Con-viene aclarar, sin embargo, la aplicacin de esta termino-loga de "opresores" y "oprimidos" al casopuertorriqueo, porque es muy cierto que los opresorescriollos han sido al mismo tiempo oprimidos por susdominadores extranjeros. Eso precisamente es lo queexplica que su produccin cultural en el siglo pasado, enla medida en que expresaba su lucha contrzr la domina-cin espaola, fuese una produccin cultural funda-mentalmente progresista, dado el carcter retrgrado, entodos Ios rdenes, de esa dominacin. Pero esa claseoprimida por la metrpoli era a su vez opresora de la otraclase social puertorriquea, la clase formada por losesclavos (hasta 1873), los peones y los artesanos (obreros,en rigor, hubo muy pocos en el siglo XIX debido a lainexistencia de industrias modernas propiamentedichas

    l9en el pals). La 'tultura de los oprimidos", en PuertoRico, ha sido y es la cultura producida por esa clase. (Esacultura, por cierto, solo ha sido estudiada por los intelec-tuales de la clase dominante como folklor, ese inventode la burguesa europea que tan bien ha servido paraescamotear la verdadera significacin de la culturapopular). Y de ahora en adelante, para que podamosentendernos sin e-quuocaq, hablemos de 'tultura delite" y de 'tultura popular'liI-o que imirta eminar (aunque sea en formaesquemtica, por razones de espacio), para responder a lapregunta de ustedes, es en primer termino el nacimientoy el desanollo de cada una de esas culturas. Lo msindicado es empezar por la cultura popular, por la senci-lla razn de que fue la que naci primero. Ya es un lugarcomn decir que esa culturr tiene tres races histricas: latalna, la africana y la espaola. Lo que no es lugarcomn, sino todo locontrario, esafirmarquedeesas tresraces, la -s importante, por, razones econmicas ysociales, y en consecuencia culturales, esla africana-Escosa bien sabida que la poblacin indgena de la lsla fueexterminada en unas cuantas dcadas por la brutalidadgenocida de la conquista. (Bien sabida como dato, peroindudablemente mal asimilada moral e intelectual-mente, a juzgar por el hecho de que la principal avenidade nuestra ciudad capital todava ostenta el nombre deaquel aventurero codicioso y esclavizador de indios quefue Juan Ponce de Lmn). El exterminio, desde luego, noimpidi la participacin de elementos aborgenes ennuestrr formacin de pueblo; pero me parece claro queesta participacin se dio sobre todo a travs de los inter-cambios culturales entre los indgenas y los otros dosgrupos tnicos, especialmente el grupo africano y ellopor una razn obvia: indios y negros, confinados en el

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    ,.t(l-,..i1))20!\" estrato ms oprimido de la pirmide social, esruvieron'l ' necesariamente ms relacionados entre sl, durante el-. perodo inicial de la colon izaci6n, que con el grupo'i espaol dominante. Tambin es cosa muy sabida, por.,)documentada, que el grupo espaol, a lo largo de los dos\ primeros siglos de vida colonial, fue sumamenrc inesta-) ble: recurdese que en 1534 el gobernador de la colonia, daba cuenta de sus afanes por impedir la salida en masa', de los pobladores espa.oles atrados por las riquezas dei- Jierra Firme, al punto de que la Isla se veia"tandespo-lnlada, que apenas se ve gente espaola, sino negros", Eli ingrediente espaol en la formacin de la cultura popu-i lar puertorriquea deben de haberlo constituido, funda-ymentalmente, los labradores (sobre todo canarios)d importados cuando los descendientes de los primeros,'l'\sclavos eran ya puertorriqueos negros. De ah mi con-; viccin, expresada en varias ocasiones para desconcierto,{. o irritacin de algunos, de que los primeros puertorri--- eueos fueron en realidad los puertorriqueot {le.-g1ol.i\ No estoy diciendo, por supuesto, que esos primeios' puertorriqueos tuvieran un concepto de "patria nacio-, n?1" (que nadie, por lo dems, tena ni poda tener en el"''\ Puerto Rico de entonces), sino queellos, por ser los msatados al territorio que habitaban en virtud de su condi-cin de esclavos, difcilmente podan pensar en la posibi-lidad de hacerse de oro pas. Alguien podra tratar deimpugnar este razonamiento aduciendo que varias de lasconspiraciones de esclavos que se produjeron en PuertoRico en el siglo XIX tenan por objeto -segn, en todocaso, lo que afirman los documentos oficiales- huir aSanto Domingo, donde ya se haba abolido la esclavitud.

    Pero no hay que olvidar que muchos de esos movimien-os fueron encabezados por esclavos nacidos en Africa-los llamados bozales- o trados de otras islas del

    2tCaribe, y no por negros criollos, como se les llamaba alos nacidos en la Isla antes de que se les empezara areconocer como PuertorriqueosPor lo que toca al campesinado blanco de esos prime-ros tiempos, o sea lo.s primerog "jbaros", lo cierto es queera un campesinado pobre que se vio obligado aadoptarmuchos de los hbitos de vida de los otros pobres quevivan desde antes en el pa.s, rale decir los esclavos. Enrelacin con esto, no est de ms sealar que cuando en elPuerto Rico de hoy se habla, por ejemplo, de icomidajibara", se est hablando, en realidad, de "comida denegros": pltanos, arroz,.-bacalao, funehet.etc" Si la'tocina nacional" de todas las islas y las regiones litora-les de la cuenca del Caribe es prcticamente la misma porlo que atae a sus ingredientes esenciales y slo conoceligeras (aunque en muchos casos imaginadvas) variantescombinatorias, pese al hecho de que esos pases fueroncolonizados por naciones europeas de tan diferentes tra-diciones culinarias como la espa.ola, la francesa, lainglesa y la holandesa, ello slo puede explicarse, me iparece, en virtud de que tdos los caribeos -insulares o ,condnentales- comemos y bebemos ms bien com,o/"negros que como europeos. I-o mismo o cosa muy an-loga cabra decir del "traje regional" puertorriqueocuyas caractersticas todava no acaban de precisar, queyo sepa, nuestros folkloristas: el hecho es que loscampe-sinos blancos, por imperativo estrictamente econmico,tuvieron que cubrirse con los mismos vestidos sencillos,holgados y baratos que usaban los negros. Is criollos declase alta, tan pronto como los hubo, tendieron a vestirsea la europea; y la popular guayabera de nuestros das,como podra atestiguar cualquier puertorriqueomemorioso de mi generacin, nos lleg hace apenas tresdcadas de Cuba, donde fue creada como prenda de uso

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    24mente es lo siguiente: qu acritud social puedegenerarel hecho de que una minora discriminada en su lugar deorigen se convierta en brevsimo plazo, como consecuen-cla de una emigracin, en minora privilegiada en elluga.r adonde emigra? I-o mismo podra preguntarse,claro, en relacin con los inmigrantes corsos, que en suisla natal eran mayormente campesinos analfabetos osemianalfabetos y en Puerto Rico se convirtieron enseores de hacienda en unos cuantos aos. La pobreza dela produccin cultural de la clase propietaria cafetaleraen tda la segunda mitad del siglo XlX(encomparacincon la produccin cultural de la lite social de la costa)

    . nos habla de un tipo humano y social fundamental-mente inculto, conservador y arrogante, que despreciabay oprima al nativo pobre y era a su vez odiado por ste.Ese odio es lo que explica, entre otras cosas, las "pa.rtidassediciosas" que en 1898 se lanzaron al asalto de lashaciendas de la 'hltura".He dicho 1898, y eso nos sita, despus de esta necesa-ria excursin histrica, en el meollo de la pregunta queustedes me hacen. Comenc diciendo que para precisarqu era en Puerto Rico la 'tultura nacional" a la llega.dade los norteamericanos, primero haba que dilucidar quclase de nacin era Puerto Rico en ese momento. puesbien, a la luz de todo lo que llevo dicho no me pareceexagerado en modo alguno decir que esa nacin estabatan escindida racial, social, econmica y culturalmentqque ms bien deberamos hablar de dos naciones. O msexactamente, talvez, de dos formaciones nacionales queno haban tenido tiempo de fundirse en una verdaderasntesis nacional. No se sobresalte nadie: el fenmeno no

    es exclusivamente puertorriqueo sino tpicamente lati-noamericano. En Mxico y en el Per, por ejemplo,todava se est bregando con el problema de los "varios

    25palses": el pals indgena, el pas criollo y el pals mestizo;en la Argentina es muy conocido el aejo conflicto enelos "criollos viejos" y los inmigrantes y sus descendien-tes; en Hait es proverbial la pugna entre negros y mula-tos, etc., etc. Todo lo que sucede es que en Puerto Rico senos ha "vendido" durante ms de medio siglo el mito deuna homogeneidad social, racial y cultural que ya estiempo de empezar a desmontar... no para "dividir" alpas, como piensan con temor algunos, sino para enten-derlo correctamente en su objetiva y real diversidad.Pensemos en dos tipos puertorriqueoscomo seran, porejemplo, un poeta (blanco) de Lares y un estibador(negro o mulato) de Puerta de Tierra, y reconozcamosque la diferencia que existe entre ellos (y que no implica,digmoslo con tda claridad para evitar malos entendi-dos, que el uno sea "ms" puertorriqueo que el otro)esuna diferencia de tradicin cultural, histricamentedeterminada, que de ninguna manera debemos subesti-mar. A esa diferencia responden dos visiones del mundo-dos Weltanschauungen- contrapuestas en muchos eimportantes sentidos. A todos los puertorriqueos pen-santes, y especialmente a los independentrsts, Dos pr:ocupa, y con razn, la persistente falta de consenso queexhibe nuestro pueblo por lo que toca a la futura ydefinitiva organizacin poltica del pas, o sea al lla-mado "problema del sfus". En ese sentido, se reconocesin mayor reparo la realidad de un "pueblo dividido"I-o que no hemos logrado hasta ahora es reconocer lascausas profundas -vale decir histricas- de esadivisin.El independentismo tradicional ha sostenido que taldivisin no exista antes de la invasin norteamericanaque bajo el rgimen colonial espaol lo que caracteri-za.ba a la sociedad puertorriquea era, como deca

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    i ' ' )'""n'';26Nbizu, "una homogeneidad entre tdos los componen-tes y un gran sentido social interesado en la recprocaayuda para la perpetuidad y conservacin de Ia nacin,esto es, un sentimiento raigal y unnime de patria,,. Slola fuerza obnubilante de una ideologla radicalmenteconservadora poda inducir a semejante visin enaje-nada de la realidad histrica. I-o que puerro Rico era en1898 slo puede definirse, mitologas aparte, como unanacin en formacin. Asl la vio Hosros, y la vio bien. y sia lo largo del siglo XIX como llevo dicho, ese proceso deformacin nacional sufri profundos trastornos a crusade dos grandes oleadas inmigratorias que, para insistiren mi metfora, le echaron un segundo piso a la sociedadpuertorriquea, lo que pas en 1898fue que la invasinnorteamericana empez a echar un tercei piso, sobre elsegundo odava mal amueblado.Ahora bien: en esa nacin en formacin, queadems,como sabemos o deberlamos saber, esnba dividi noslo en clases sino tambin en etnias que eran verdaderascastas, coexistan las dos culturas de que vengo hablandodesde el principio. Pero, precisamente porque se atabade una nacin en formacin, esas dos culturas no erantampoco bloques homogneos en s mismas..La litesocial tena dos sectores claramente distinguibles: el sec-tor de los hacendados y el sector de los profesional,es;-Quintero Rivera ha explicado con mucha claridad cmose diferenciaban idmlgicamente esos dos sectores de lalite: ms conservador el primero, ms Iiberal elsegundo. Por lo que a la produccin cultural se refiere,hay que precisar lo siguiente. [a cultura que produjeronlos hacendados fue, sobre todo, un modo d,c ui&, *o.

    rial y conservador. I-os propios hacendados no fueroncapaces de expresar yensrlzar literariamenteese mododevida: de eso rcnan que encargarse, bien entrado ya el

    27siglo XX, sus descendientes venidos a menos como clase(corno clase, entindase bien, porque individualmentelos nietos de los hacendados "arruinados", convertidospor lo general en profesionales, empresarios o bur-cratas, disfrutan de un nivel de vida como el que nunctconocieron sus abuelos). Slo a la luz de este enfoquepuede entenderse bien, por ejemplo,.elc.ontenido ideol-gico de un texto literario como Los soles trunco.r, AVnen !!41qusi '--:---':lI-a cultura que produjeron los profesionales en elsiglo XIX en cambio, se materializ en obras e institu-ciones: casi toda nuestra literatura de ese perodo, elAteneo, etc. Y en esas obras e instituciones lo que predo-min fue la ideologa liberal de sus creadores. As pues-y es muy importante aclarar esto para no incurrir enlas simplificaciones y confusiones propias de cierto"marxismo" subdesarrollado-, 'tultura de clase diri-gente" en la sociedad colonial puertorriquea del sigloXIX no quiere decir precisa ni necesariamente 'tulturareaccionaria". Reaccionarios hubo, s, entre los puerto-rriqueos cultos de esa poca, pero no fueron los ms nifueron los ms caracterlsticos. I-os ms y los ms caracte-rsticos fueron liberales y progresistas: Alonso, Tapia,Hostos, Brau, Zno... Tambin los hubo revoluciona-rios, claro, pero fueron los menos y, adems, en muchoscasos, caracterstica y reeladoramente, mestizos: pinse-se en Betances, en Pachn Marn y en un artesanocomo Sotero Figueroa que culturalmente alternaba conla lite. Mestizos fueron tambin -alguien se atrever adecir que por "casualidad"?- los autonomistas msradicales: pinsese en Baldorioty y en Barbosa, tanincomprendidos y despreciados por los independentistasconservadores del siglo XX el uno por "reformista" y elotro por "yankfilo". C,omo si la mitad, cuandomenos,

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    28de los separatistas del XIX no hubieran querido sepa-rarse de Espaa slo para poder anexarse despus a losEstados Unidos, espejo de democracia republicana parala mayor parte del mundo ilustrado de la poca I Ah esul,para quien quiera estudiarla sin hacerle ascos a la ver-dad, la historia de la Seccin Puerto Rico del partidoRevolucionario Cubano en Nueva York, donde los sepa-ra tistas-i ndependen tistas como Sotero Figueroa con mi-litaron hasta el g8 con los sepa.ratistas-anexionistas (sercontrasentido gramatical, pero no poltico) como Toddy Henna (y estos dos apellidos, por cierto, no nos esuinhablando del "segundo piso" que los inmigrantes leecharon a la sociedad puertorriquea a principios ymediados del siglo?)Todo esto parecer digresin, pero no lo es: la "cul-tura nacional" puertorriquea a la altura del 98 estabahecha de todo eso. Vale decir: expresaba en sus virtudes,en sus debilidades y en sus contradicciones a la clasesocial que le daba vida. Si esa clase se caracterizaba, comohemos visto, por su debilidad y su inmadurez histricas,poda ser fuerte y madura la cultura produci porella?Io que le daba una fortaleza y una madurezrelatiua era,sobre todo, dos cosas: l) el hecho de que tena sus racesen una vieja y rica culrura europea (la espaola), y 2) elhecho de que ya haba empeado aimprimira susexpre-siones un sello propio, criolloen un sentido hispanoan-tillano. Esto ltimo es innegable, y por eso se equivocanquienes sostienen (o sostenan, cuando menos, hace doso tres dcadas) que no existe una "cultura nacional"puertorriquea. Pero tambin se eQuivocaban y siguenequivocndose quienes, pasando por alto el carcter cla-sista de esa cultura, la postulan comolanic cultura detodos los puertorriqueos e identifican su deterioro bajoel rgimen norteamericano con un supuestodeteriorode

    29la identidad nacional. Tal manera de ver las cosas noslo confunde la parte con el todo, porqueesaculturahasido efectivamente parte de lo que en un sentido totali-zante puede llamarse "cultura nacional puertorri-quea ", pero no ha sido toda la cultura producida por lasociedad insular; sino que, adems, deja de reconocer laexistencia de la otra cultura puertorriquea,_b CU!1urapopular que, bajo el rgimen colonial norteamericano,no ha sufrido nada que pueda definirse como un dete-rioro, sino ms bien. como un desarroll,o: un desarrolloaccidentado y lleno de vicisitudes, sin duda, pero desa-rrollo al fin. Y decir esto no significa hacer una apolo-ga del colonialismo norteamericano desde la izquierda,como se obstinan en creer algunos patriotas conservado-res, sino simplemente reconocer un hecho histrico: queel des-mg-q!xl-4Irs-ie,n"to progresivo de la cultura de la litepuertorriquea bajo el impag".p je las tmnsformacionesoperadas en la sociedad nacionalpor.el rgimen colonialnorteamericano ha tenido como-consecuencia, m:s quela "norteamericanizacin' l..de esa- soeiedad, un trastoca-miento interne- de,valoreseuluale's-F-l v4c:io grqado porel dqslrl44!-eJ4miento.de la cultura de los ptertorrique-os "de arriba" no ha sido llenado, ni mqQhomenos, porla intrusin de la_c-ultu-ra nor!.ea.r-r-rgriqana, sino por elascenso cada vez ms palpable de la cultura de lospuerto-rriqueos .' de abaju";-' .Ahora bien: por qu y cmo ha sucedido eso? Yo noveo manera de dar una respuestavkda a esta preguntacomo no sea insertando la cuestin en el contexto de lalucha de clases en el seno de la sociedad puertorriquea.Tiempo sobrado es ya de que empecemos a entender a laluz de una concepcin cientfica de la historia lo querealmente signific para Puerto Rico el cambio de gi-men colonial en 1898. Y cuando digo "lo que realmente

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    30srgnific", quiero decir lo que srgnific para las diferen-tes clases sociales de la sociedad puertorriquea. Es per-fectamente demostrable, porque est perfectamentedocumentado, que la' clase propietaria puertorriqueaacogi la invasin norteamericana, en el momento enque se produjo, con los brazos abiertos. Todos los porta-voces polticos de esa clase saludaron la invasin como laIlegada a Puerto Rico de la libertad, Ia democracia y elprogreso, porque todos vieron en ella el preludio de laanexin de Puerto Rico a la nacin ms rica y poderosa-y ms 'democrtica", no hay que olvidarlo- del pla-neta. El desencanto slo sobrevino cuando la nuevametrpoli hizo claro que la invasin no implicaba laanexin, no implicaba la participacin de la clase pro-pietaria puertorriquea en el opparo banquete de laexpansiva economa capitalista norteamericana, sino susubordinacin colonial a esa economa. Fue entonces, yslo entonces, cuando naci el "nacionalismo" de esaclase, o, para decirlo con ms exactitud, del sector de esaclase cuya debilidad econmica le impidi insertarse enla nueva situacin- I-a famosa oposicin de Jos deDiego -es decir, de la clase social que l representabacomo presidente de la Cmara de Delegados- a la exten-sin de la ciudadana norteamericana a los puertorrique-os se fundaba (como l mismo lo explic en un discursoque tdos los independentistas puertorriqueos debe-ran leer o releer) en la categrica declaracin del presi-dente Taftde que Ia ciudadana no aparejaba laanexinni una promesa de anexin. Y cuando, adems de eso, sehizo evidente que el nuevo rgimen econmico -o sea lasuplantacin de la economa de haciendas por unaeconoma de plantaciones- significaba la ruina de laclase hacendada insular y el comienzo de la participa-cin independiente de la clase trabajadora en la vida

    3lpoltica del pas, la retrica "patridca" de los hacenda-dos alcanz tal nivel de demagogia que incluso el sectorliberal de los profesionales no vacil en ridiculizarla ycondenarla. Slo as se explican los virulentos ataques deRosendo Matienzo Cintrn, Nemesio Canales y LuisLlorns Torres a los desplantes "antiimperialistas" deJos de Diego, el prspero abogado de la Gunica Cen-tral erigido en tonante "Caballero de la Raza".(Y en directa relacin con esto ltimo, permtanmeustedes un pa.rntesis cuya perdnencia me obliga a nodejarlo en el tintero. I-a crdca -y 'triticar no es censu'rar, sino ejercitar el criterio", como deca Jos lVartl- ala ejecutoria poltica de un personaje histrico de laimportancia de Jos de Diego debe entenderse como unesfuerzo por entender y precisar, con apego a la realidadhistrica, las razones que determinaron la conducta detodo un sector de clase de la sociedad puertorriquea enun momento dado. Esa conducta ha sido mitificadadurante medio siglo por los herederos sociales e ideol-gicos de ese sector. Quienes respondemos o intentamosresponder a los intereses histricos de la ota clase socialpuertorriquea, o sea de los trabajadores, no debemoscombatiresa mitificacin con otra mitificacin. Yeneseerror, me parece, han incurridodosestimables investiga'dores de la historia social puertorriquea como son JuanFlores y Ricardo C,ampos, quienes en su trabajo "Migra'cin y cultura nacional puertorriqueas: perspectivasproletarias" -incluido en Puerto Rico; identidad nacio-nal y clases sociales (Coloquio de Princeton), EdicionesHuracn, Ro Piedras, 1979-, oponen a la mitificadafigura del prcer reaccionario Jos de Diego la figuratambin mitificada del destacado luchador e idelogoproletario Ramn Romero Rosa. Si Flores y Camposhubieran recordado que los santos tienen su lugar en la

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    :ii.,

    32esfera de la religin pero no en la de la poltica, nohabran callado el hecho de que Romero Rosa, despusde prestarle eminentes servicios a la clase obrera puerto-rriquea, acab por ingresar en el Partido Unionista,que era, como tdos sabemos, el partido de la claseadversaria. Flores y C,ampos seguramente no carecen delos conocimientos necesarios pa.ra explicar este hecho, ypor ello precisamente es de lamentar que su trabajo, muyatendible por lo dems, se resienta de cierto mani-quesmo que no favorece la justeza esencial de susplanteamientos).[: clase trabajadora puertorriquea, por su parte,tambin acogi favorablemente la invasin norteameri-cana, pero por razones muy distintas de las que anima-ron en su momento a los hacendados. En la llegada de losnoreamericanos a Puerto Rico los trabajadores vieron Iaoportunidad de un ajuste de cuentas con la clase propie-taria en todos los terrenos. Yen el terreno cultural, queesel que nos ocupa ahora, es ajuste de cuenhs ha sido elmotor principal de los cambios culturales operados en lasocieda{Buertoxriquea de 1898 hasta nuestrosdas. Iatantas veces denuncia penetracin cultural norteame-ricana en Puerto Rico no deja de ser un hecho, y yo serael ltimo en negarlo. Pero, por una parte, me niego aaceptar que esa penetracin equivalga a una "transcul-turacin", esdecir, a una "norteamericanizacin" enten-dida como "despuertorriqueizacin" de nuestrasociedad en su conjunto; y, por otra parte estoy conven-cido de que las causas y las consecuencias deesa penetra-cin slo pueden entenderse cabalmente en el contextode la lucha entre las "dosculturas" puertorriqueas, queno es sino un aspecto de la lucha de clases en el seno de lasociedad nacional. I-a llamada "norteamericanizacin"cultural de Puerto Rico ha tenido dos aspectos dialcti-

    33(:amente vinculados entre s. Por un lado, ha obedecidodesde afuera a una poltica imperialista encaminada aintegrar a la sociedad puertorriquea -claro es que enrondiciones de dependencia- al sistema capitalista nor-leamericano; pero, por otro lado, ha respondido desdeade n tr o a la lucha de las masas puertorriqueas conua lahegemona de la clase propietaria. I-a produccincultu-rul de esta clase bajo el gimen colonial espaol fue, portas razones que ya hemos explicado, una produccincultural de sigrro liberal-burgus; pero la nuevarelacindc fuerzas sociales bajo el rgimen norteamericanooblig a la clase propietaria, margina y expropiada enu mayor parte por el capitalismo norteamericano, abandonar el liberalismo sostenido por su sector profe-rional y a luchar por la conservacin de los valoresculturales de su sector hacendado. El telurismo c:tracte'lstico de la literatura producida por la lite puerorri-ruea en el siglo XX no responde, como tdava seensea generalmente en los cursos de literatura puerto-rriquea en la Universidad, a una desinteresada y lrica*nsibilidad conmovida por las bellezas de nuestro pai-nnje tropical, sino a una aoranza muy concreta y muy "histrica de la tierra perdi, y no de la tierra entendidaromo smbolo ni como metfora, sino como medio depnrduccin material cuya propiedad pas a manosexlraas. En otras palabras: quienes ya no pueronruir "volteando la finca" a lomosdel tradicional caba-llo, se dedicaron a hacerlo a lomos de una dcima, un('uento o una novela. Y estirando un poco (pero notlc'rnasiado) la metfora, sustituyeron, con el mismoesp-ritu patriarcal de los "buenos tiempos", a sus antiguosxrrnes y agregados con sus nuevos lectores.L-o que complica las cosas, sin embargo, es el hechode que un scor importantsimode los terratenientes en

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    t4Puerto Rico a la llegada de los norEamericanos noesaba constituido por puertorriqueos sino porespa.o-les, corsos, mallorquines, cahlnes, etc. Esos terrate-nienrcs eran vistos por las rnasas puertorriqueas comolo que eran en realidad: como extranjeros y omo explo-tadores. Su mundo social y cultural era el queaoraan,idealizndolo hasta la mitificacin, las tres protagonis-, tas de Los soles truncos, y presentar ese mundo como elmundo de Ia "puertorriqueidad " enfrenhdo a la . bdul_teracin" norteamericana, constituye no slo una rc;ti-versacin flagrantede la realid histrica, sinoadems,y ello es lo verdaderamente grave, una agresin a lapuertorriqueidad de la masa popular cuyos anEpasa-dos (en muchos crsos cercanos) vivieron en ese mundocomo esclavos, como arrimados o como peones. Enton_ces, asl como sus valores culturales le sirvieron a la clasepropietaria para resistir la ..norteamericanizacin,,, esamisma "norteamericanizacin,'le ha servido a la masa, popular para impugnar y desplazar los valores cultura_

    \ les de la clase propietaria. pero no slo a la masa popular-) -y creo que esto es digno de especial sealamiento_,sino incluso a ciertos sectores muy importantes de laTirT" clase propietaria que han vivido primidos en elinterior de su propia clase. pienso, sobre todo, en lasmujeres. A alguien se Ie ocurrir negar que el actual mo-vimiento de liberacin femenina en-pueio Rico _esen-cialmente progresista y justo a despecho de todas susposibles limitaciones- no es en grandsima medida unresultado de la "norteamericanizacin" de la sociedadpuertorriquea?El desconocimiento o el menosprecio de estas realida-des ha tenido, entre otras, una consecuencia nefasta: laidea, sostenida y difundida por el independentismo rra_dicional, de que la independencia es necesaria para pro-

    35Eger y apuialar una identidad cultural nacional quehr masas puertorriqueas nunca han sentido Gomo srcrdadera identidad. Por qu esos independentistas hanldo acusados, una y ora veiz, de querer 'rvolver a losticmpos de Espaa"? Por qu los puerrorriqueospobres y los puertorriqtreosrgqs han esanseado noto-riamente gn- ls--fflas del independentismo tradicional yhan abundado,en canbio, en lasdel arrcxionismo popu-lita? El independentismo tradicional suele responder aeta rlltima prqunta diciendo que los puertoriqueosnegros partidarios de la anexin estn "'enajenados" potel rgimen colonial. El razonamiento es el siguiente: silos puertorriqueos negos aspiran a anexarse a urulociedad racista como la norteamericana, esa 'hberra-cin" slo puede explicarse en trminos de una enajena-cin. Pero quienes asl razonan ignoran u olvidan unarealidad histrica elemental: que laexperiencia racial delos puertorriqueos ngros ne>-se ha dado dentro de lasociedad norearnerirana..sino dsrto de la-ocidadpuertorriqua, es decir, que quierrcs los'han discrimi-nado racialmente en Ptnto Rico no han sidslos"nortea-mericanos sino los puertorriqueos blancos, muchos delos cuales, adems, se enorgullecen de su ascendenciaextranjera: espaola, corsa, rnallorquina, etc. Loque unpuertorriqueo negro, y un puerorriqueo pobre aun-que sea blanco -y nadie ignora que la proporcin depobres entre los negros siempre ha sido muy superiora laproporcin entre los blancos-, entienden por "volver alos tiempos de Espaa", es volver a una-sociedad en laque el sector blanco y propieariodela@laein siem-pre oprimi y despreci al .secor no.blanco y no-propietario. hes, en efecto, cuntos puertorriqueosnegros o pobres podlan participar, aunque slo fueracomo simples electores, D h vida polltica puertorri-

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    36guel en empos de Espaa? para ser elecror, en aque-llos tiempos, haba gue ser propietario o contribuyente,adems de saber leer y escribi y cuntos pu.rtoriiqrre-os negros o pobres podan sadsfacer esoJrequisitoi? yno.digamos lo que Ie costaba a un negro llegar a serdirigente poltico. Barbosa, claro. y quin ms? pero,adems, no era Barbosa a secas, sino eI doctor Barbosa.Y dnde se hizo mdico Barbosa? No en puerto Rico(donde Espaa nuncl permiti la fundacin de unauniversidad), ni en la propia Espaa (donde los puerto-rriqueos que estudiaban eran los hijos de los hcenda-dos y los profesionales blancos), sino en los EstadosUnidos, en lltchigan por ms seas, un esado norteo yde vieja tradicin abolicionista, lo cual explica fcil-mente muchas cos:rs que los independentistas tradicio-nales nunca han podido enrcnder en relacin conBarbosa y su anexionismo. pues bien: si el independen-tismo tradicional puertorriqueo en el siglo XX tra sAo-en lo poltico, en lo social y en lo cultural_ una

    ideologa conservadora empeada en la defensa de losvalores de la vieja clase propieaafia, a santo de quatribuir a una "enajenacin" la falta deadhesin deiasm1sa! al independentismo? euines han sido y son, enrealidad, Ios enajenados en un verdadero sentido his_trico?Por lo que a la cultura popular atae, hay que reco-nocer que sta tampoco ha sido homognea en su evolu-cin histrica. Durante el primer siglo de vida colonial ysegurmenrc buena parte del segundo, la masa Fabaja_dora, tanto en el campo como en los pueblos, artt'rnoconcenrada en Ia regin del litoral y fue mayoritaria-mente negra y mulata, con preponderancia numrica delos esclavos sobre los libertos. Ms adelante esa propor-cin se invirti y los negros y mulatos libres fueion ms

    87numrosos que los esclavos, hasta que la abolicin, en1873, ),iquid formalmente el status social de estos lti-mos. / cuhura popqlar puertorriquea primeriza fue,pues, fundamentalmenseafmntillana. El campesin'doblanco que s constituy ms tarde, sobre todo el de laregin montaosr, produjo una variante de la culturapopular que se desarroll de manera relativamenteaut'noma hasta que el auge de la industria azucarera de lacosta y la decadencia de la economa cafetalera de lamontaa determinaron el desplazamiento de un conside-rable sector de la poblacin de la "altura" a la "bajura".Lo que se dio de entonces en adelante fue la interaccinde las dos vertientes de la cul tura popular, pero con claropredominio de la vertiente afroantillana por lzonesdemogrficas, econmicas y sociales. Empero, la actitudconservadora asumida por la cliase terrateniente margl'nada desnaturaliz esta realidad a travs de su propiaproduccin cultural, proclamando la cultura populardel campesinado-blanco como la cultura popular porexcelencia. Ef, "jibarismo- literario de la lite no ha sidoora cosa, en el fondo, que la expresin de su propioprejuicio social y raclI. Y asl, en el Puerto Rico denuestros dlas, donde el jbaro prcticamente ha dejado deexistir como factor demogrfico, econmico y culturalde importancia, en nnto que el puertorriqueo mestizoy proletario es cada vezmsel verdaderorepresentantpdela identidad popular, el mito de la "jibaridad" esencialdel puertorriqueo sobrevive ter@mente en la anacr-nica produccin cultural de la vieja lite conservadora yabierta o disimuladamente racista. VAsl, pues, c:idavezque los portav(rces ideolfuicosdeesa lite le han imputado 'tnajenacin", "inconscien'cia" y "p,rdida de identidad" a lia masa popular puerto.rriquea, lo que han hecho en realidad es exhibir su falta

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    38de confianza y su proira enajenacin respecto de qurenesson-, disgstele a quien le disguste, la inmensa mayora.de los puertorriqueos. y han hecho otra cosI, igual-mente negativa y contraproducente: han convencido amuchos extranjeros de buena voluntad y partidarios denuestra independencia de que el pueblo puertorriqueoest siendo objeto de un "genocidio cultural". Vitimaespecialmente lamentable de esa propaganda .,andmpe-rialista", que en rigurosa verdad no es sino el cantodecisne de una clase social moribunda, ha sido el notablepoeta revolucionario cubano Nicols Guilln, quien ensu tan bien inrcncionada cuan mal informada ..C,ancinpuertorriquea" ha difundido por el mundo la imagende un pueblo culturalmente hbrido y esterilizado, inla-paz de expresarse como no sea hrtajeando una riculaynezcla de ingls y espaol. Todos los puertorriqueos,independentistas o no, saben que es:r visin de li situa-cin cultural del pals no corresponde ni de lejos a larealidad. Y hay tantas buenas razones de todo tipo paradefender la independencia nacional de puerto nico, queresulta imperdonable fundar esa defensa en una falsarazn.I-a buena razn cultural para lucharpor la indepen-dencia consiste, a mi j uicio, en que sta es absolutaminte'necesaria para.prolqger, orienar y, asegurar el plenodesarrollo d(_!4 verdddera idenridad nggional puerrorri-quea: la identidad que tiene sus races en esa culturapopular que el independentismo -si en verdad aspira arepresentar la autntica voluntad nacional deestepals-esui obligado a comprender y a hacer suya sin reservas niredcencias nacidas de la desconfiana,y el prejuicio. Loque es ocurriendo en el puerto Rico de nuestrosdlasesel resquebrajamiento espectacular e irreparable delcuato f'so que el capitalismo tardo nortearnerieaney-

    /' r) ('J/ltt1fi^lY4Yo''l'nrdr f 39e I popul,ismo oportunrsta puertorrrqueo le aadreron ah lociedad rnsular a partir de la dcada de los cuarentaVistas las cosas en lo que a ml me parece una justarerspectiva histrica, el evidente fracaso del llamado'frto

    Libre Asociado revela con perfecta claridad que elcolonialismo norteamericano -despus de haber propi-ciado, f undamenalmente para satisfacer necesidades deldesarrollo expansionista de la metrpoli, una serie detransformaciones que determinaron una muy realmodernizacin-en-la-dependencia de la sociedadpuertorriquea- ya slo es capaz de empuar a esa socie-dad a un- callejn sin salida y a un desquiciamientogeneral cuyos sntomas iustamente alarmantes todosi"ne-ot a la vista: desempleo y marginacin masivosdependencia desmoralizante de una falsa beneficenciaexiranjera, incremento incontrolable de una delincuen'cia y una criminalidaden gran medida importadas, des-politizacin e irresponsabilidad cvica inducidas por laemagogia institucionalizada y toda una cauda de malesqr.r. ,ritd.t conocen mejor que yo porque estrin vivindo-ls cotidianamente. Hablar de la bancarrota acttnl delrgirnen colonial no quiere decir, de ninguna maner4que este r(,gimen haya sido "bueoll hasta haeepoco yque slo ahora empiece a ser rllnalo". I-o que estoytratando de decir -y me lnteresa mucho que se entiendabien- es que losochenta aosdedominacin norteame-ricana en Puerto Rico representan la historia de unproyecto econmico y poltico cuya viabilidad inme-diala encada una de sus etapas pasadas fue real, pero quesiempre estuvo condenado, como tdo proyecto his-tric fundado en la dependencia colonial, a desembocara La larga en la inviabilidad que estamos viviendoahora'Esa inviabilidad del rgimen colonial en tdos los rde-nes es precisamente lo que hace viable, por primera vez

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    40en nuestra historia, la independencia nacional. Viabley,como acabo de decir, absolutamente necesaria.Quienes estamos comprometidos desde dentro ydesde fuera del pas con un futuro socialista pa.ra puertoRico -y hablo, como ya deben de saberlo usiedes, de unsocialismo democrtico, pluralista e independiente, quees el nico socialismo digno de llamarse tal, a diferenciadel "socialismo" burocrtico, monoltico y autoritarioinstituido en nombre de la clase obrera por una nuevacfase dominante que slo puedo definir como burguesade Estado porque es la autntica propietaria e losmedios de produccin a Favs de un aparato estatalinamovible y todopoderoso-, tenemos por delante unatarea que consiste, ni ms ni menos, en la reconstruccinde Ia sociedad puertorriquea. Mi conocida discrepanciacon el independentismo uadicional a este respecio es ladiscrepancia entre dos concepciones del objetivo hist-rico de esa reconstruccin. yo no creo en reconstruirhacia ans, hacia el pasado que nos legaron el colonia-lismo espaol y la vieja lire inevocablemenre conde-nada por la historia. Creo en reconstruir hacia adelante,hacia un fururo como el que definan los mejores socia-listas -proletarios puerrorriqueos de principios de siglocuando postulaban una independencia nacional capazde organizar al pas en "una democracia industrialgobernada por los trabajadores"; hacia un futuro que,apoyndose en la tradicin cultural de las masas popula-res,-redescubra y rescate la caribeidad esencial e ,res-

    . tra ideniiid colectiva y comprenda de tma vez por todasque el destino natural de puerto Rico es el mismo dedodos los dems pueblos, insulares y continenales, delCaribe.''' En ese sentido, concibo las respectivas independen-cias nacionales de todos esos pueblos slo como un pre-

    t .^-,9u',l \/ 4lrrequisito, pero un prerrequisito indispensable, para ellogrodeuraglancpnfcderacinque,,uo*s*i19g9,-dqf ini-dvamente en una justa y efec"tiy-a o*rganizacin econ'mica, potica y culrural*-Slo as podremos llegar aocupar el lugar que por derecho nos corresponde dentrode la gran comunidad latinoamericana y mundial. En loeconmico, esto, lejos de constituir una aspiracinutpica, se revela ya como una necesidad objetiva. En lopoltico, responde a una tendencia histrica manifiesta:la liquidacin de nuestro comn pasado colonialmediante la instauracin de regmenes populares y no-capitalistas. Y en lo cultural, que es lo que nos ocupaahora especficamente, es preciso que reconozcurmos yasumamos una realidad que aun los miis conscientes denosotros hemos pa.sado por alto hasta ahora. El hecho deque en el Caribe se hablen varios idiomas de origeneuropeo en lugar de uno solo, se ha considerado hastaahora como un factor de desunin. Y como fiactor dedesunin han utilizado ese hecho, efectivamente, losimperialismos que han hablado a nuestro nombre. Pero,acaso debemos nosotros, los sojuzgados' ver ese hechocon la misma ptica que nuestros sojuzgadores? Por elcontrario, debemos verlo como un hecho que nos acercay nos une porque es un resultado de nuestra histona ]comn. h gfau eq!CIunidadcaribea es.una comunidadl/phrilinge. Eso es real e irreversible. Peroeso, en lugarde fragmentarnos y derrotarnos, debe enriquecemos yestimularnos. Y consideradas as las cosas, sucede quegracias a una de esas 'hstucias de la historia" de quehablan algunos filsofos, el imperialismo norteameri-cano, al imponernos a los puertorriqueos el dominiodel ingls (sin hacernos perder el espaol, estimadoNicols Guillnl), nos ha facilitado, claro est que sinproponrselo, el acercamiento a los pueblos hermanof".

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    42angloparlantes del Caribe. No hemos de saber ingls lospuertorriqeos para suicidarnos culturalmente disol-vindonos en el seno turbulentode la Unin norteameri-cana -"el Norte revuelto y brutal que nos.desprecia",que deca Martl-, sino para integramos con mayorfacilidad y ganancia en el rico mundo caribeo al quepor imperarivo histrico pertenecemos. Cuando al finseamos independienres denffo de laindependencia can-bea mestiza, popular y dernocrtiea noslo podremosy deberemos apreciar y cuidar como es debido nuestroidioma nacional, que es el buen espaol de puerto Rico,sino que podremos y deberemos instituir en nuesuosistema educativo la enseanza del ingls y del francs,con especial nfasis en sus variantes criollas, no comoidiomas imperiales sino como lenguas al servicio denuestra descolonizacin definitiva. "

    I

    rti':-

    LITERATURA E IDENTIDADNACIONAL BN PUERTO RICO

    El libro que Salvador Brau llam "primervagidodela musa puertorriquea", el Aguinaldo Ptnrtoniqueode 1843, aspiraba a ser, segn declarain expresa de susnueve jvenes autores, "un libro enteramente indjena"que "reemplazara con ventajas a la antigua botella deJerez, el maapn y las vulga.res coplas de Navidad".Parece paradjico, desde la perspectiva actual, saturadade un nacionalismo afirmado las ms de las veces en losrralores del criollismo, que los jvenes autores del lgui-naldo techauffan a un tiempo los elementos de un espa'olismo que la nueva mentalidad criolla iba viendo yacomo cosr ajena ("la antigua botella de Jerez" y "elmaapn") y el elemento que representaba el espritucriollo popular ("las vulgares coplas de Navidad"). Laparadoja es slo aparent. I-a contradiccin que nospresenta en su superficie la actitud de los noveles litera'tos de 1843 se resuelve en una proposicin de gran cohe-rencia interna tan pronto como la analizamos a lia luz dela historia social del pas.Permltaseme llamar la atencin de ustedes sobre trespalabras que aparecen en el prrafo anterior y queposen, a mi juicio, valor de clave. Dos de ellas pertene-cen a los autoresdelAguinaldo: "anligua" y "vulga.res".I-a primera se refiere, como ya sabemos, a la botella deJerez. Ahora bien, "antiguo", como nos consta a todos,no es simple sinnimo de "viejo"; entraa, adems, unaconnotacin de caducidad (pinsese, por aducir un ejem'plo muy conocido, en la frase 'hntiguo rgimen", con