El Origen de la Tentación 1a Parte

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T ítulo: El Origen de la Tentación. Lugar: Iglesia Cristiana Nezahualc óyotl Pasaje: Santiago 1:13-15 Fecha: 4 de Febrero de 2007 Propósito: Explicar quien tiene la culpa de nuestras tentaciones. Idea Central: Dios es Santo, el hombre es pecador. Dios no puede ser tentado por el mal, el hombre peca porque sucumbe ante sus deseos.

“CUANDO ALGUNO ES TENTADO, NO DIGA QUE ES TENTADO DE PARTE DE DIOS”

Existe una idea judía que es muy frecuente encontrar en la sociedad, es decir,

que Dios tiene la culpa de nuestras tentaciones. Para probar esto, los judíos desarrollaron la “Doctrina de las Dos Tendencias”. Las llamaban yétser hab-tob y yétser hab-rá, la tendencia al bien y la tendencia al mal. Era una manera de plantear al problema sobre el origen del mal, per no de resolverlo. Específicamente no se decía de donde procedía el mal; así es que el pensamiento judío se propuso explicarlo. Existen muchos textos de los libros apócrifos que muestran la manera que la que los judíos trataban de explicar este origen del mal, sin embargo ninguno de ellos pudo abordar el tema de manera objetiva y verás. Por ejemplo, el libro de Eclesiástico 15:14 dice:

Dios hizo al hombre en el principio, y le entregó en manos del que le hizo su presa. Lo dejó en poder de su albedrío. Si es tu voluntad, observarás los mandamientos, y la fidelidad depende de lo que tú quieras.

En otro libro llamado Vida de Adán Eva, se cuenta que Satanás tomó la forma de

un ángel, y hablando por medio de la serpiente puso en Eva el deseo del fruto prohibido y la hizo jurar que también se lo daría a Adán. Según este relato, Satanás puso el veneno de su malicia en el fruto. Un desarrollo posterior de la historia, dice que el principio de todo pecado fue el deseo que Satanás tenía de Eva.

A pesar de las propuestas que hacían los judíos sobre el origen del mal, no podían hacerlo. Entonces llegaron a la conclusión de que si Dios había creado todo lo que existe, entonces también había creado la tendencia al mal en el hombre. De allí los dichos rabínicos:

“Dios me dijo: Me arrepiento de haber creado la tendencia al mal en el hombre; porque si no lo hubiera hecho así, no se habría revelado contra mí. Yo creé la tendencia al mal, y también creé la Ley como un remedio. Si usted se ocupa de la ley, no caerá en su poder. Dios colocó la tendencia al bien en la mano derecha del hombre y la tendencia al mal en su mano izquierda”.

Según los “sabios” judíos, quien tiene la culpa de nuestro pecado, a fin de cuentas es

Dios.

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2: Sin embargo, ¿Qué dice la Biblia respecto a esto? Si la posición que presentan los

judíos del pasado es verdad, entonces no es necesario que escuchemos este sermón, ya que lo que la Biblia dice es mentira.

Pero estamos convencidos de que es un error fatal pensar o si quiera considerara que

el culpable de nuestro pecado es Dios.

John Piper dice lo siguiente: El pecado de nadie se justifica. Nadie peca por obligación. Pecamos porque

queremos. Pecamos porque el pecado nos ofrece alguna promesa de felicidad y nosotros creemos esa mentira. 1

1 Gracia Venidera. John Piper. Pp.9-10

Entonces, ¿Cuál es el origen del pecado?

Cualquier persona que piense que el mal es creación de Dios, tienen un mal concepto de quien es Dios. El problema del ser humano es que quiere medir la justicia de Dios a través de la justicia humana. Sin embargo, debemos recordar que la justicia del hombre no se puede comparar con la justicia de Dios. El hombre es un ser caído, impuro, muerto. Dios es un ser puro, perfecto, no existe ningún defecto en Él. No existe nada de lo que se pueda acusar a Dios.

Por definición, Dios no puede estar cerca de algo que odia. Es simplemente

absurdo pensar que si Dios odia el pecado, Él mismo sea su autor. Solamente en la cabeza de una persona que no piensa, en la mente de un tonto puede existir esta posibilidad.

Uno de los atributos de Dios que con más frecuencia se repiten en la Biblia es Su

santidad. En el Antiguo Testamento encontramos textos como Levítico 11:44-45, donde leemos:

“Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra. “Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos porque yo soy santo.” No es una casualidad que este atributo de Dios se mencione tantas veces en la Biblia.

Cada uno de los escritores de la Biblia conocía el carácter de Dios, y es por eso que se nos recuerda de manera frecuente lo que Dios demanda de Su pueblo: santidad.

Entonces, si Dios odia el pecado ¿cómo pudo haber sido Él su autor? Por lógica, podemos deducir que el pecado y la tendencia al mal no provienen de Dios.

Al inicio del versículo 13 nos explica el autor lo siguiente: cuando alguno es tentado,

ni siquiera considera el acusar a Dios de su tentación.

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3: Y precisamente Santiago nos muestra cuál es el origen del pecado, de nuestras

tentaciones. Lo hace al explicarnos 4 pruebas de que Dios no es ni responsable ni autor de nuestras tentaciones, y menos aún de nuestro pecado.

El día de hoy al estudiar Santiago 1:13-15 veremos 3 pruebas de que Dios no es

responsable de nuestro pecado. El título de esta predicación es “El Origen de la Tentación”, y está dividido de la

siguiente manera: 1. La Naturaleza del Mal 2. La Naturaleza del Hombre 3. La Naturaleza de la Concupiscencia

I. Estudiemos en primer lugar, la Naturaleza del Mal

El versículo 13 comienza diciendo: “porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie”.

Entendiendo la naturaleza de Dios y su carácter de santidad, Santiago expresa correcta y contundentemente la naturaleza del mal: No Proviene de Dios.

La raíz de la frase “no puede ser tentado”, se deriva de la palabra apeirastos, una construcción griega que solo aparece en este pasaje en todo el Nuevo Testamento, y denota el concepto de alguien que no tiene la capacidad para la tentación. En otras palabras, es lo mismo que ser invencible a los ataques del mal. La naturaleza del mal la hace necesariamente extraña a Dios. Dios es invulnerable al mal. Dios y el mal existen en dos esferas totalmente diferentes y separadas. Dios es impenetrable por el mal. Dios está consciente de la existencia del mal, pero el mal no le puede tocar, y Él mismo no puede acercarse al mal. Ambos se excluyen.

Es como querer mezclar la luz con las tinieblas: si hay tinieblas no hay luz, solo obscuridad; y si hay luz, no hay tinieblas. Es la misma relación que existe entre Dios y el mal, no existe un punto de compatibilidad.

Por ejemplo, a diferencia de los dioses paganos griego y romanos, Dios no

comparte ninguno de sus atributos. Es decir, cada uno de los dioses del Olimpo, fueron creados a imagen de los

hombres, el problema radica en que llevan la imagen del hombre: un ser caído. Estos dioses tienen características humanas: mienten, tienen celos, se pelean entre ellos, tienen deseos lujuriosos, promueven la discordia, son inmaduros, caprichosos y malvados.

Estos dioses paganos, no solo cometen pecados, sino que inducen a sus súbditos

a cometer los mismos pecados que ellos. El problema es que como han salido de mentes corruptas, inmaduras, caprichosas no pueden sino manifestar características caídas de sus pecadores creadores.

Los escritores del Antiguo Testamento sabían cómo era Dios. Habacuc 1:13 dice:

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4: Muy limpios son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión. ¿Por qué miras con agrado a los que proceden pérfidamente, y callas cuando el impío traga al que es más justo que él? Dios es tan santo que nada que ni la más pequeña partícula de pecado puede

estar cerca de su presencia. Los ojos de Dios son tan puros que no puede ver la menor impureza que cometa el hombre. El pecado y el mal en general no pueden pasar a la presencia de Dios.

Observe por ejemplo la descripción que el autor de Hebreos hace del Señor

Jesucristo en 7:26 donde leemos: Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos, ¿Podemos percibir la pureza de Dios a través de esta descripción? Además el texto sigue diciendo: “ni Él tienta a nadie”. La idea es la misma: así

como el mal no puede pasar a la presencia de Dios, de Dios no puede provenir el mal. Más adelante, Santiago nos explica que es lo que sí puede venir de Dios: solo cosas limpias, puras, perfección.

El libro de Eclesiástico, un libro apócrifo, dice lo siguiente en 15:11-12:

No digas: “Es Dios quien me hace pecar”; porque él no hace lo que detesta. Ni tampoco digas: “Él me hizo caer”; porque él no necesita de gente malvada.

A pesar de que es un libro que no se encuentra en el canon Bíblico, es una

comprensión correcta de la Santidad de Dios.

II. En segundo lugar, la Naturaleza del Hombre El versículo 14 dice: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia

es atraído y seducido”. Una segunda evidencia de que Dios no es el responsable de nuestras tentaciones de pecar es nuestra propia naturaleza, esa disposición espiritual caída que nos hace susceptibles a la tentación. La frase “cada uno” hace referencia a la universalidad de la tentación en la vida de todas las personas. Así como la prueba es ineludible en la vida de cada ser humano, también lo es la tentación. Además, así como la prueba es continua en la vida de todas las personas, este texto nos enseña que también la tentación es una actividad continua en la vida del creyente y cualquier otra persona.

Hemos visto que la diferencia entre una tentación y una prueba radica en la respuesta del hombre: si aprueba el examen, es una prueba y fortalece su fe; pero si reprueba el examen, es una tentación y lleva a la persona a cometer pecado.

Además, la tentación es una cuestión individual. Anteriormente mencionamos que Dios ni es el autor ni promotor de la tentación, y por lo tanto no se le puede

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5: culpar. Debido a que cada uno es tentado, esta tentación proviene del interior del hombre, no del exterior.

Santiago nos muestra que es lo que sucede dentro de cada hombre que es

cautivado por la tentación. Nos dice que una persona es 1) atraída y 2) seducida por la concupiscencia.

¿Que significa la palabra seducir? Santiago describe el proceso de atracción y

seducción comparándolo con la táctica que utiliza un pescador para atrapar a su presa.

Recuerdo que cuando éramos niños, mi padre nos llevaba a mis hermanos y a mí

a pescar. Generalmente mi hermano más pequeño era quien pescaba más al final del día.

Algo de suma importancia es que el secreto de la pesca radica en el tipo de

carnada que se le ofrece al pescado. Existen diferentes tipos de carnada, de varios colores y sabores, y cada pescado se siente atraído por un tipo específico de carnada dependiendo del color, la forma y el sabor. Y este es exactamente el mismo proceso por el que pasa una persona cuando cae en la tentación.

Lo que sucede es que esta carnada apela a los sentidos de la persona. ¿Qué pasa?

Pensamos que esta carnada luce bien, huele bien, tiene muy buen aspecto. En otras palabras, nos parece demasiado atractivo y se nos hace irresistible. Lo que está pasando en esta persona es que está siendo acechada por un deseo que lo está arrastrando a poner sus ojos en lo que le gusta.

Así como el pescado una vez que muerde el anzuelo es llevado por la fuerza del

pescador, la persona que puso sus ojos en la carnada es arrastrada por sus propios deseos.

El término seducir hace referencia a un término de pesca, cuyo propósito es el de

acercar a la presa de la seguridad a la captura y la muerte. En otras palabras, lo esclaviza porque el pez ya no puede hacer lo que quiere, sino que es sometido por la fuerza del pescador, por el gancho que se encontraba escondido detrás de la carnada y ahora es llevado al sartén.

Un comentarista dice lo siguiente:

Los animales y los peces se atraen con muy buenos resultados a las trampas y los anzuelos porque el cebo que se emplea es muy atractivo y no lo pueden resistir. Luce bien y huele bien, y apela a sus sentidos. Su deseo por el sebo es tan intenso que los hace perder su precaución y pasar por alto la trampa o el anzuelo hasta que es demasiado tarde. Fin de la cita.

Me pregunto: ¿Acaso sucede algo diferente en la vida de un cristiano? No. Todo

es exactamente igual. Un creyente es cautivado por un deseo que se produjo dentro

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6: de su corazón, y quita su vista de Dios y las cosas eternas y las pone es un deseo que se vuelve una obsesión y que finalmente lo llevará a pecar.

Generalmente la palabra concupiscencia de utiliza para hacer referencia a

pecados de tipo sexual, sin embargo el término griego se refiera a un deseo fuerte y profundo o anhelo de cualquier tipo, sea bueno o malo.

El pecado generalmente es atractivo y deleitoso, por eso es que sucumbimos ante

él. Sin embargo nuestra concupiscencia o deseo, hace que veamos como más deleitoso y atrayente el pecado que la justicia. La inmoralidad más atrayente que la pureza moral. Las cosas del mundo más atrayentes que las cosas de Dios.

Por lo tanto, no podemos culpar a Dios o a las circunstancias. El problema como

dice John MacArthur no es “un tentador de afuera, sino el traidor que está dentro” John Piper dice: Los dos grandes enemigos de nuestra alma son el pecado y Satanás; y el pecado es el peor

enemigo, porque la única manera en la que Satanás puede destruirnos es arrastrándonos a pecar. Pecar es “conformarse” al poder de Satanás en el mundo. Cuando pecamos nos mudamos a su esfera, y estamos de acuerdo con él.2

ÿ Mateo 15:18-19 18Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. 19Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias.

Nuestra tarea no radica en atar, pisotear o echar fuera demonios. Cada mañana

que nos levantamos tenemos que luchar contra algo, y ese algo no es Satanás, es nuestro propio deseo pecaminoso que nos incita a pecar.

En el texto original existen 2 preposiciones que se utilizan para explicar esta idea.

La primera es la palabra apo que expresa la idea de un hecho indirecto. Lo encontramos en el v. 13 y la idea es la siguiente: No somos tentado ni directa ni indirectamente de parte de Dios. Es decir, Dios no utiliza un mediador para tentarnos.

La segunda preposición es la palabra hupo que explica la idea de un hecho

directo: es decir, somos directamente atraídos y seducidos por nuestra propia concupiscencia.

Existen muchos pasajes que respaldan esta idea:

ÿ Romanos 7:18-25. Pablo la ley de los miembros ÿ Jeremías 17:9 ÿ Mateo 26:41. Velad y orad

2 Gracia Venidera. John Piper. Pp.341-348

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7: En otras palabras, un resumen de este pasaje es: todo pecado viene del corazón

del hombre. Y con esto respondemos a la pregunta que no pudieron contestar los judíos antiguos.

III. Finalmente, veamos la Naturaleza de la Concupiscencia

Estudiemos ahora el origen la de la concupiscencia. Después de que Santiago ha identificado la concupiscencia en la naturaleza del hombre, ahora la analiza desde el punto de vista práctico. Aquí está el meollo de su enseñanza sobre la tentación.

Anteriormente utilizó la analogía de la caza y la pesca, pero ahora utiliza la

imagen del proceso de gestación y nacimiento para ilustrar su enseñanza. A pesar de la idea que tenemos de que el pecado es algo aislado que sucede de

un momento a otro, Santiago nos explica que el pecado es todo un proceso que se lleva a cabo en nuestro corazón. Es un plan perverso de llevar a cabo nuestros más bajos deseos.

La palabra que traduce “concupiscencia” también se puede traducir como

deseos. Espiritual y moralmente es una palabra neutra, lo que hace que sea correcta o incorrecta está determinado en parte por lo que se desea, como se desea y el propósito por el que se desea.

A continuación se describe todo un proceso de cómo se forma el pecado en

nuestro corazón. 1. Comienza como una emoción, un sentimiento o un anhelo. Inicialmente

puede ser una idea que pase desapercibida, puede que no sea algo consciente para nosotros. Pero es algo que se desarrolla desde algo profundo en nuestro ser y expresa un deseo de adquirir o poseer algo que no tenemos. ¿Qué es lo que me cautiva? Así como cada pez tiene un tipo de carnada preferida, también cada persona tiene “algo” que es lo que lo cautiva. Puede ser dinero, sexo, poder, el mismo orgullo, el chisme, la murmuración. Algo muy importante es que es deseo puede desarrollarse y conquistar toda nuestra atención.

2. El siguiente paso es el engaño. Este paso está más relacionado con la mente que con las emociones. Otra forma de describirlo puede ser la “justificación”, es decir, nuestra mente empieza a presentar argumentos a favor de lo que estamos deseando y lo justifica para que lo podamos conseguir. Debido a la condición de nuestro cuerpo no regenerado, nuestra mente está predispuesta para presentar una justificación a favor del deseo. Así como el pez sigue el anzuelo y se olvida de lo demás, incluyendo el peligro, el hombre hace lo mismo: se concentra tanto en justificar su idea que se olvida del peligro inminente que está delante de sus ojos. Un comentarista dice: simplemente desearlo justifica el esfuerzo de tenerlo. La vida de pecado, por así decirlo, ha comenzado a formarse y crecer.

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8: 3. El tercer paso es lo que se llama planeación. Cuando se comienzan a hacer

planes para llevar a cabo ese pecado. Esta etapa implica nuestra voluntad, nuestra decisión consciente de complacer a nuestros deseos hasta que se satisfaga. Y debido a que aquí actúa la voluntad, esta es la etapa de mayor culpabilidad.

4. Finalmente, el cuarto paso es la desobediencia. Si permitimos que el proceso continúe, el fin al que se llega es la desobediencia deliberada a la ley de Dios. El deseo conduce al engaño, el engaño a la planeación, y el designio a la desobediencia, que es pecado.

Por lo tanto es necesario mencionar que cuanto más pronto nos opongamos a este proceso, menos posibilidades habrán de pecar. ¿Cómo evitarlo? Hay varias formas de luchar contra nuestro pecado. Algunas de ellas son:

ÿ Lectura Bíblica ÿ Comunión ÿ Estudio personal ÿ Estudio en grupo ÿ Oración ÿ Escuchar predicaciones ÿ Compartir con algún amigo una necesidad personal ÿ Etc.

Un autor dice: si se completa el ciclo de la tentación, se consume el

pecado y este da a luz la muerte. El hijo concebido por la concupiscencia nace como un asesino. El pecado da a luz la muerte física, que separa el alma del cuerpo; muerte espiritual, que separa el alma de Dios; y muerte eterna, que separa por siempre el cuerpo y el alma de Dios.

Debemos de adiestrar a nuestra mente para que esté alerta. No podemos estar jugueteando con el pecado. No debemos de coquetear con él.