El mundo helenístico-romano

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CUADRO HISTÓRICO II El mundo helenístico- romano IES SABINA MORA Dpto Filosofía Prof.: José Ángel Castaño Gracia

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CUADRO HISTÓRICO II

El mundo helenístico-romano

IES SABINA MORADpto FilosofíaProf.: José Ángel Castaño Gracia

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EL MUNDO HELENÍSTICO-ROMANO

I. CONTEXTO HISTÓRICO GENERAL

II. LA CIENCIA

III. LA FILOSOFÍA

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I. CONTEXTO HISTÓRICO GENERAL

1. La expansión macedonia.

2. Roma.

3. La pérdida del suelo “natal” griego.

4. Las “nuevas” religiones.

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1. LA EXPANSIÓN MACEDONIA (a) Al norte de la Grecia continental se encontraba Macedonia, un

pueblo al que los griegos consideraban bárbaro aunque hablase una lengua muy parecida a la suya. Las diferencias fundamentales que separaban a los macedonios de los griegos se pueden reducir a las siguientes: 1) no estaban organizados en polis; 2) su economía era muy rudimentaria; y 3) su sistema político era una monarquía de tipo feudal.

En el 356 a. C. Filipo I se proclamó rey de Macedonia y poco después inició un proceso de intervención en los asuntos griegos. Esta intervención fue mal vista por Atenas y algunas otras polis y motivó la batalla de Queronea (338 a. C.) donde los atenienses y sus aliados fueron vencidos por los macedonios. En el 336 Filipo fue asesinado y le sucedió su hijo Alejandro que sólo contaba veinte años de edad. Alejandro tuvo que hacer frente a algunas revueltas en las ciudades griegas, y, pacificados sus territorios, inició una impresionante aventura militar que le llevaría a conquistar Grecia, destruir el Imperio Persa y someter a Egipto, Siria, Mesopotamia, etc., llegando hasta la India a través de Afganistán. Murió a los treinta y tres años, en circunstancias poco claras, de regreso a Babilonia, sin dejar herederos. A lo largo del territorio que iba conquistando fundó numerosas ciudades, muchas de las cuales llevaron su nombre, la más famosa de ellas fue Alejandría, en Egipto, donde sería enterrado, que con el tiempo se iba a convertir en el centro más importante de la cultura helenística.

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1. LA EXPANSIÓN MACEDONIA (b) Después de su muerte, aquellos de sus

generales con más poder en el ejército, o más habilidad, se repartieron el enorme imperio que había creado en tan poco tiempo. La administración de los nuevos reinos quedó en manos de griegos y macedonios, y el griego se convirtió en la lengua culta de todo el Mediterráneo oriental.

Aun después de que los reinos helenísticos pasaran a poder de Roma la cultura helenística no desapareció. Ya los etruscos habían asimilado muchas de las características de la cultura griega de la Magna Grecia. Con el desarrollo del potencial militar romano y la conquista del mundo griego, la influencia helenística se hizo mayor. La lengua griega fue aprendida por las clases cultas de Roma, y en la parte oriental del imperio el griego no dejó en ningún momento de ser la lengua común, lo que cerró el paso a la latinización de esta zona.

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2. ROMA

1. El período etrusco: la monarquía.

2. La República.

3. El alto imperio.

4. El bajo imperio.

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1. El período etrusco: la monarquía

Los orígenes: según la tradición, Roma fue fundada en el 753 a. C. Por esa época la península italiana estaba poblada por multitud de pueblos y etnias distintas (etruscos, samnitas, griegos, cartagineses, etc.). Los etruscos (al igual que los griegos, los cartagineses, y los samnitas), estaban organizados en Ciudades-Estado, y habían asumido algunos rasgos culturales de los griegos; organización y rasgos culturales que transmitieron a Roma (junto con otros de su propia cultura) cuando ésta (que hasta entonces abarcaba una serie de comunidades rurales de población mayoritariamente latina) cayó bajo su zona de influencia.

Las instituciones etruscas: la unidad política básica era la familia, ésta incluía todos los descendientes, por línea paterna, del paterfamilias: él mismo, la mujer, hijos, nueras, hijas solteras, nietos, biznietos, criados y esclavos. El paterfamilias ejercía la patria potestad, mediante la cual gobernaba sobre todos los miembros de la familia con un poder absoluto (podía incluso vender a los miembros de su familia, o condenarlos a muerte); al mismo tiempo ejercía la función sacerdotal (como tal era el encargado del culto los antepasados y a los dioses). Los paterfamilias más importantes, pertenecientes a la aristocracia, formaban un consejo, el Senado, que, junto con, el rey, gobernaba la Ciudad.

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2. La República (a) La caída de la monarquía y los inicios de la

República: a finales del siglo VI se produjeron continuas fricciones entre los reyes y el Senado. Los últimos reyes intentaron aumentar su poder, recortando para ello el del Senado, apoyándose en los plebeyos (la clase no aristocrática del pueblo). Finalmente, en el 509 a. C. los aristócratas abolieron la monarquía e instauraron la República. El poder quedó totalmente en manos de los patricios (los descendientes de los senadores, patres, de la época anterior).

Las instituciones republicanas: tras la caída de la monarquía, las clases bajas, plebeyos, quedaron absolutamente desamparadas, sin ninguna institución política que defendiese sus intereses, lo que motivó un período de revueltas. Paulatinamente los patricios se vieron obligados a aceptar sus demandas, entre las que cabe destacar que se pusieran por escrito las leyes, de modo que fueran accesibles a todo el mundo y los nobles no pudieran interpretarlas a su antojo. Finalmente la República quedó organizada del siguiente modo: la soberanía descansaba en el pueblo (del que estaban excluidos los esclavos, las mujeres y los extranjeros), quien, organizado en asambleas populares, elegía a los magistrados. Las asambleas populares eran de tres tipos:

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2. La República (b)1. Asamblea por centurias: era la asamblea del pueblo en armas. A ella pertenecían los ciudadanos

que tenían suficiente riqueza como para pagarse sus propias armas. Había cinco clases censitarias distintas según la riqueza de sus miembros (la clase más rica se reservaba casi la mitad de los votos, por lo que podían controlar las votaciones). Elegían a los cónsules, pretores y censores.

2. Asamblea por barrios: era una asamblea territorial, todos los ciudadanos pertenecían a un determinado barrio (tribu). Elegían a los cuestores.

3. Asamblea de la plebe: se reunía también por barrios. Era la encargada de elegir a los ediles y tribunos de la plebe.

Entre los magistrados había distintas jerarquías con funciones específicas cada una:1. Los cónsules: eran dos y constituían la máxima autoridad. Su función era dirigir al ejército. En caso

de grave peligro podían nombrar, previa consulta con el Senado, a un dictador, al que se otorgaba un poder absoluto por un período máximo de seis meses.

2. Los pretores: eran los encargados de la justicia y, junto con los cónsules, dirigían las operaciones militares.

3. Los censores: eran los encargados de hacer el censo (decidiendo a qué clase censitaria y a qué barrio pertenecía cada ciudadano), y de elegir a los miembros del Senado.

4. Los cuestores: eran los encargados de las finanzas.5. Los ediles: se encargaban del aprovisionamiento y de los espectáculos públicos.6. Los tribunos de la plebe: tenían por misión defender los intereses de la plebe, y podían vetar las

decisiones que tomasen el resto de los magistrados.

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2. La República (c) Los magistrados eran elegidos para un plazo

de un año, excepto los censores que eran elegidos por cinco años. Los miembros del senado eran elegidos de entre los magistrados con más experiencia. En teoría su función era meramente consultiva pero, al ser sus cargos vitalicios, podían llevar a cabo planes a largo plazo sin los límites temporales que tenían los magistrados, por lo que en la práctica llegaron a acumular un enorme poder, convirtiéndose en las cabezas pensantes de la República, y en sus auténticos dirigentes.

La expansión de la república: a partir del 350 a. C. Roma se convierte en la potencia dominante del Latium e inicia un período de conquistas que le llevan a dominar toda la península. Tras someter a los restantes pueblos peninsulares, Roma inicia una serie de guerras (las Guerras Púnicas) con Cartago que le llevan al control del Mediterráneo occidental. Finalmente Cartago fue destruida en el 146 a. C. Al mismo tiempo inicia una serie de conquistas en el Mediterráneo oriental, enfrentándosé y sometiendo a los reinos surgidos de la partición del imperio de Alejandro.

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2. La República (d) El poder de los jefes militares y la crisis de la

república: la serie de conquistas llevadas a cabo por Roma en todo el Mediterráneo, enriqueció a los nobles terratenientes y a los caballeros (ricos sin tierras, dedicados a los negocios), pero empobreció a los campesinos (pues éstos, que se veían obligados a descuidar sus tierras mientras permanecían en el ejército, tenían, además, que competir con los cereales importados a bajo precio de las nuevas colonias). Los campesinos arruinados tenían que vender sus tierras y pasaban a engrosar las masas de indigentes urbanos. Esto trajo consigo otra consecuencia: el ejército romano estaba formado por aquellos ciudadanos, o aliados de Roma, que tenían propiedades (básicamente tierras); pero conforme los campesinos se arruinaban, el número de propietarios, y consiguientemente de soldados, disminuía. La solución que se dio finalmente a este problema fue la propuesta por Mario (elegido cónsul en el 108 a. C.), consistente en admitir en el ejército a todos los voluntarios, tuvieran propiedades o no. Tales voluntarios recibían una paga que era complementada con parte del botín obtenido en las batallas. Esto hizo que los soldados, más que a Roma, fuesen fieles a aquellos generales competentes que les podían proporcionar grandes victorias (y por ello grandes botines). A partir de ahí se inició un período problemático de la historia de la República donde los jefes del ejército con prestigio serían los auténticos dueños de la situación.

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2. La República (e) Esto sucedió con Cornelio Sila primero, y

con Pompeyo, aliado a Craso y Julio César (lo que se conoció como Primer triunvirato) después.

César, que fue nombrado cónsul en el 46 y dictador a perpetuidad en el 44, era un gobernante capacitado y puso en marcha una serie de reformas necesarias: repartió tierras entre los indigentes y soldados profesionales, mejoró el sistema de recaudación de impuestos, y extendió la ciudadanía romana a toda la península. Bajo su gobierno se reformó también el calendario lunar usado hasta entonces por los romanos, que era muy impreciso, sustituyéndolo por otro, que pasó a ser denominado Juliano en su honor, y que, con ligerísimas variantes, es el que todavía usamos hoy en día. Pero en el 44 a. C. César fue asesinado por un grupo de conjurados defensores de las antiguas leyes de la República, temerosos de que se convirtiera en rey a la manera de los reyes helenísticos.

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3. El alto imperio (a) Origen del imperio: tras el asesinato de César se

fraguó un nuevo triunvirato entre Marco Antonio, Marco Emilio Lépido (generales de César), y Octavio (sobrino-nieto de César que fue nombrado cónsul con tan sólo 19 años), repartiéndose el control del mundo romano. El enfrentamiento entre los triunviros acabó con Octavio acaparando todo el poder, y con Egipto (donde se refugió Marco Antonio) bajo control romano. Pero Octavio, aparte de un buen estratega militar, también era un buen estratega político. Se presentó como un defensor de las instituciones republicanas, evitando enfrentarse al Senado con el que llegó a un acuerdo en el reparto de poderes. El Senado le otorgó además el título de imperator (que suponía el mando militar) y de Augusto (hasta entonces reservado a los dioses). Octavio estableció un sistema de pagas al ejército para evitar que los soldados dependiesen de sus comandantes, y creó la guardia pretoriana, para su propia defensa. Octavio gobernó desde el 30 a. C. hasta el 14 d. C., instaurando un período de paz en todo el Mediterráneo, y con él se inició la dinastía Julia-Claudia. En esta época vivieron los grandes poetas latinos Lucrecio (ligeramente anterior) que en De rerum natura expuso en forma poética la doctrina de Epicuro; Virgilio, el poeta nacional romano por excelencia; Horacio, también influido por el epicureismo («Carpe diem, carpe horam»); y Ovidio. A la muerte de Octavio le sucedió Tiberio, hijo de su esposa Livia, al que había adoptado.

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3. El alto imperio (b) Otros hechos destacables ocurridos en el alto

imperio son: El extraordinario florecimiento de la literatura latina bajo el reinado de Nerón (54 a 68). Durante esta época escriben parte de su obra Séneca (filósofo estoico nacido en Córdoba que acabó suicidándose por orden del emperador); Lucano; Plinio el Viejo; Persio; Columela; Calpurnio Sículo; etc. Bajo el reinado de Adriano se produjo la creación del consilium principis (una especie de Consejo de Estado en el que participaban senadores y caballeros con experiencia, para aconsejar al emperador), y la codificación, por vez primera, del Derecho romano, con objeto de armonizar y simplificar las numerosas leyes, decretos y edictos. Caracalla (que gobernó desde el 212 hasta el 217) extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio.

Entre los siglos II y III se produce un crecimiento enorme de las religiones mistéricas y de una nueva secta religiosa aparecida a principios del siglo I de nuestra era, cuyos seguidores, conocidos como cristianos, acabarán jugando un papel decisivo en la historia de occidente. Entre el 235 y el 268 se produce un período de anarquía militar, en el que los emperadores se suceden rápidamente unos a otros, y en el que los bárbaros penetran repetidas veces en los territorios del Imperio.

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4. El bajo imperio (a) La tetrarquía: a partir de Diocleciano (285), y ya en años anteriores, se

produce una reorganización del Imperio, cuya aportación más novedosa es la tetrarquía: consiste en que el gobierno se reparte entre dos Augustos, y dos Césares subordinados a los anteriores. Diocleciano compartió el poder con Maximiano. El sistema de la tetrarquía se mantuvo hasta Constantino.

El cristianismo como religión oficial: Constantino gobernó entre el 312 y el 337. Bajo su gobierno se declaró a una única religión, la cristiana, como la verdadera (cosa que sucedía por vez primera en el mundo grecorromano), lo que supuso la persecución de las otras religiones y el conferir poder a la casta sacerdotal; y se trasladó la capital a Constantinopla. La religión cristiana estaba muy extendida, pero estaba fraccionada en numerosas sectas enemigas entre sí. Para evitar conflictos entre las diversas interpretaciones de los Evangelios, Constantino convocó el Concilio de Nicea (325), en el que se decidió la doctrina «oficial» de la Iglesia y qué escritos debían ser considerados sagrados y cuáles no.

A Constantino le sucedieron sus hijos entre el 337 y el 361, y luego su sobrino Flavio Claudio Juliano, conocido como el Apóstata por los cristianos (debido a que aunque inicialmente profesaba esa religión, tras conocer la filosofía neoplatónica y las tradiciones paganas renegó del cristianismo y se inició en los cultos mistéricos). Era un hombre de una cultura exquisita y al mismo tiempo un extraordinario general. Tras su ascensión al trono (en el 361) proclamó un Edicto de tolerancia, por el que se permitía reabrir los templos paganos, y tomó una serie de medidas para propagar de nuevo el paganismo frente al cristianismo, al que despreciaba como una religión bárbara. Fue herido en una campaña contra los persas y murió (en el 363).

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4. El bajo imperio (b) La división del imperio: en los años siguientes los problemas

del Imperio aumentaron. En 378 los godos derrotaron a las tropas imperiales en la batalla de Adrianópolis (por primera vez los bárbaros derrotaban a los romanos en una guerra abierta). En el 379 subía al trono el hispano Flavio Teodosio, conocido como el Grande. Teodosio volvió a declarar el cristianismo religión oficial, y a proscribir el paganismo y las diversas sectas cristianas que no seguían la doctrina oficial de la Iglesia establecida en el concilio de Nicea; y convocó el Concilio de Constantinopla (el segundo concilio ecuménico). Pero, no obstante, se produjo un renacer del paganismo -sobre todo en la parte occidental del Imperio- y de la defensa del gusto clásico y de las tradiciones propias de Roma (a las cuales era ajeno el cristianismo). Durante su gobierno numerosos bárbaros fueron acogidos en el Imperio, muchos de ellos pasaron a engrosar el ejército (incluso, y con bastante frecuencia, en calidad de oficiales), y a otros se les cedieron tierras para trabajarlas. A su muerte, acaecida en el 395, dejó el gobierno de la parte oriental del Imperio (con capital en Constantinopla), a su hijo mayor Arcadio, y el de la parte Occidental (con capital en Roma), a su hijo menor Honorio, con lo que se consagró definitivamente su división.

La caída del imperio de occidente: el último emperador de Occidente fue Rómulo Augústulo, que subió al trono en el 475. En el 475 fue depuesto por Odoacro (antiguo jefe bárbaro convertido en oficial de la guardia de los domestici), con lo que el imperio romano de occidente desaparece. Suele tomarse esta fecha para marcar el fin de la era antigua y el inicio de la Edad Media.

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3. LA PÉRDIDA DEL “SUELO NATAL” GRIEGO

El Imperio de Alejandro llevará consigo la influencia del pensamiento griego a todo el Mediterráneo Oriental; pero, al mismo tiempo que la cultura griega se «universaliza», se derrumba la forma tradicional de organización política griega: la Ciudad-Estado. Como consecuencia, la manera de relacionarse el individuo con el mundo (esa peculiar manera griega de «estar en el mundo», de «habitarlo») se acaba. Por esa y otras razones, numerosos individuos viven su situación como miserable. Al desaparecer el marco de referencia habitual, el individuo se encuentra perdido; de ahí que éste sea un período de crisis «espiritual». Surgen, ahora, las filosofías del remedio: la filosofía deja de ser un intento de penetrar en la naturaleza íntima de la realidad para convertirse en una especie de tabla de salvación para náufragos. Al mismo tiempo, se extienden las religiones salvíficas: los dioses familiares y de la ciudad dejan paso a nuevas formas religiosas cuyo objetivo es rescatar al individuo de una situación de caída para reintegrarlo a su auténtico ser. En definitiva, la filosofía se convierte en moral y la religión en salvación; y lo que es más, con frecuencia no se sabe dónde acaba una y empieza la otra.

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4. LAS “NUEVAS” RELIGIONES

1. Las religiones “mistéricas”.

2. Breve historia del pueblo de Israel y del judaísmo.

3. Orígenes y desarrollo del cristianismo.

4. El Corpus hermeticum y los Oráculos caldeos.

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1. Las religiones “mistéricas” El sentimiento de desamparo del hombre heleno propicia, pues, la

expansión de religiones que ofrecen una salvación. Decimos nuevas religiones por el nuevo papel que éstas van a representar en la cultura de origen griego, pues algunas (el judaísmo y las diversas religiones que agrupamos con el nombre de mistéricas) tienen una larga, y con frecuencia larguísima, historia a sus espaldas. La palabra «misterio» proviene de una expresión griega que significa «cerrar». Frente a los rituales de las religiones de la Ciudad (el culto a los olímpicos) o familiares, que se practicaban abiertamente, las religiones mistéricas eran cultos reservados, sólo accesibles a iniciados a los que se prohibía contar el ritual en que participaban. La mayoría de ellas tenían una serie de características comunes:

1. La veneración a un dios que «muere» y «renace» (con frecuencia identificado con un dios de la vegetación). Así el griego (de procedencia tracia), Dionisos; el egipcio Osiris; el semita Adonis; Mitra (de procedencia irania); el sumerio Dumuzi, etc.

2. El ritual consiste en una identificación con el dios (sea mediante la ingestión de algo que se identifica con el dios, sea mediante la simbolización de la muerte -que es la muerte del dios-, y resurrección, etc.) a través de la cual se trata de morir con él y resurgir con él, sintiéndose por tanto un «renacido».

3. El dios es visto como un salvador (por lo que hemos dicho en 2).

Las religiones mistéricas, practicadas desde antiguo -inclu so en Grecia-, se extendieron enormemente durante el período helenístico y a lo largo del Imperio romano. Digamos que eran religiones apropiadas para «desarraigados», para gentes cuya manera de estar en el mundo era bajo la sensación de «caída», de «dolor»: el dios «salvador» rescataba al individuo de esta situación.

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2. Breve historia del pueblo de Israel y del judaísmo (a)

Orígenes del pueblo de Israel: entre el año 2000 y el 1250 a. C., numerosas tribus procedentes de la península arábiga, y que hablaban una variante antigua del hebreo, invadieron, en varias oleadas, los cuernos de la llamada media luna fértil. Pero fueron sucesivamente detenidas por los egipcios en las orillas del Jordán. Es probable que, a partir de la agrupación de varias de estas tribus para hacer incursiones en territorios vecinos más ricos, surgiera, lo que sería conocido históricamente como el pueblo de Israel. Finalmente parece que lograron pasar el Jordán pero no consiguieron llegar a la costa mediterránea, pues fueron frenados al sur por los filisteos y al norte por los fenicios.

Judá: hacia finales del siglo X, Israel se divide en dos Estados, y una parte adopta el nombre de Judá (aunque es posible que factores religiosos mantuviesen cierto sentimiento de identidad entre ambas naciones). La religión predominante, que hasta entonces mantenían en común todos -o la mayoría- de los habitantes del antiguo territorio de Israel, será conocida posteriormente como judaísmo y dará origen a las dos grandes religiones monoteístas: el cristianismo y el islam. No obstante, es difícil saber a partir de qué momento se puede hablar de «una» religión «judía». Como en otros pueblos de la antigüedad -y actuales-, la tradición religiosa israelita contó con un libro sagrado (una serie de libros, en realidad) del que surgiría finalmente la Biblia. Fue probablemente entre los siglos X y VIII a. C. cuando se pusieron por escrito, por primera vez, las tradiciones religiosas judías. Lo que puedan tener que ver esos antiguos escritos con cualquiera de las versiones posteriores de la Biblia no lo sabemos porque no se conserva ningún escrito de esa época. En cualquier caso, es probable que recogieran antiguas leyendas sumerias. Posteriormente, y tras ser llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor numerosos judíos, se añadieron leyendas babilónicas. En el 732 a. C., los sirios (o arameos como se denominaban ellos mismos), un pueblo situado al noreste de Israel, se rebelaron contra el poder Asirio. Fueron aplastados , deportados en masa como medio de acabar con futuras rebeliones; como consecuencia de esto, la lengua aramea (que usaba el alfabeto fonético fenicio, mucho más fácil de asimilar que la lengua asiria -para la que todavía empleaban una escritura cuneiforme-), se acabó imponiendo como la lengua franca de toda la zona occidental de Asia.

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2. Breve historia del pueblo de Israel y del judaísmo (b)

La primera diáspora: en el 597 a. C. Nabucodonosor toma Jerusalén y se lleva a muchos judíos al exilio a Babilonia, obligando al pueblo judío a pagar tributo a los caldeos. Sobre el 589 los judíos se niegan a pagar tributo y en el 587 a. C. Nabucodonosor toma de nuevo Jerusalén, destruye el templo levantado en tiempos de Salomón y se lleva a otro grupo numeroso de judíos a Babilonia, convirtiendo a Judá en una provincia caldea, al frente de la cual puso, en calidad de gobernador, a un judío llamado Godolías. Poco tiempo después Godolías fue asesinado y muchos judíos, temerosos de la venganza de Nabucodonosor (que podía haberlo interpretado como un acto de rebelión), huyeron a Egipto. Todas estas circunstancias provocan, como vemos, una dispersión de judíos por los principales pueblos del Cercano oriente. En el 546, Ciro, al frente de los persas, conquista el Asia Menor y permite regresar a Jerusalén a los judíos que lo deseen. Muchos lo hacen llevándose consigo tradiciones aprendidas en Babilonia que añadirán a sus libros sagrados. (El mito de Adán y Eva, la costumbre de dividir el tiempo de siete en siete días, la leyenda del diluvio universal, la de la Torre de Babel, etc., provenían de leyendas babilónicas que, en muchos casos, habían sido tomadas a su vez de antiguas leyendas sumerias). Entre tanto, el arameo se había ido imponiendo como la lengua de uso corriente entre los judíos, en detrimento del hebreo (que se convirtió en una lengua de uso casi exclusivamente sagrado -ya que los libros sagrados seguían estando escritos en hebreo, y, además, muchos la consideraban la lengua de Yahvé-).

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2. Breve historia del pueblo de Israel y del judaísmo (c)

La helenización y la Biblia de los Setenta: siglos más tarde, Alejandro conquistará Egipto y todo el Occidente de Asia, apoderándose también de Judá. Muerto Alejandro y fragmentado su imperio, el territorio de Judá va a quedar en poder de Tolomeo que, por razones de estrategia política, estimula a los judíos a emigrar a Egipto, donde, como consecuencia, llegaron a formar una colonia numerosa -sobre todo en Alejandría, la capital-. Estos judíos se helenizaron pronto, aunque siguieron manteniendo sus tradiciones -sobre todo las religiosas- judías. Con el tiempo olvidaron completamente el hebreo e incluso el arameo, lenguas que sustituyeron por el griego, y se vieron obligados a traducir los textos sagrados para poder entenderlos. Sobre el 270 a. C. comenzaron a aparecer las primeras traducciones de los libros bíblicos al griego; la primera sólo incluía el Pentateuco, pero en los dos siglos posteriores se tradujeron el resto de los libros que componían la Biblia de entonces. Esta primera versión alejandrina de la Biblia fue conocida como la versión de los Setenta. Ahora bien, la lengua no es inocente. Una traducción es, con frecuencia, una traición (como dice un sabio proverbio italiano); a esto, hay que añadir que el griego era ya una lengua muy trabajada por la filosofía (términos como logos, physis, misterion, no se pueden traducir sin que esto complique lo traducido en una determinada concepción del mundo). Digamos que esta traducción de la Biblia significó al mismo tiempo su «helenización»; y si tenemos en cuenta que los primeros cristianos sólo pudieron disponer de esta versión de la Biblia, nos podemos hacer una idea de las implicaciones que esto pudo llegar a tener. Ciertamente en la época de la Biblia de los «Setenta» aún no estaban completados todos los libros bíblicos, pero también es verdad que los que se añadirían luego, aun cuando fueran escritos en hebreo o arameo, ya lo hicieron directamente en un ambiente helenizado.

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2. Breve historia del pueblo de Israel y del judaísmo (d)

De nuevo Judá: entre tanto, ¿qué sucedía en Jerusalén y el resto de la tierras de Judá? Al norte de Judá, en lo que había sido la antigua Israel, estaba ahora Samaria, y al norte de ésta, Galilea, donde había numerosos judíos. Hacia finales del siglo III a. C., la dominación tolemaica fue sustituida por la dominación seleucida. En tiempos de Antioco IV se intentó cierta helenización forzosa de los judíos lo que produjo una serie de revueltas guerrilleras (que en la Biblia aparecen narradas en forma mítica en los libros Macabeos I, y Macabeos II). Finalmente, sobre el 142 a. C., Judea volvió a ser independiente.

Las sectas judías: el judaísmo no era una religión monolítica, así, por este tiempo nos encontramos con una serie de sectas diferenciadas. Entre las más interesantes tenemos:

1. Los saduceos: eran muy ortodoxos en la observación de los preceptos bíblicos y sólo aceptaban como auténticos a los libros del Pentateuco -los cinco primeros de la Biblia-, por ello rechazaban todo lo que procedía de influencia griega o persa: no creían en la inmortalidad del alma, ni en ángeles, ni en demonios, ni en la resurrección, ni en el Mesías.

2. Los fariseos: aceptaban todos estos añadidos hechos con posterioridad al exilio Babilónico y a la influencia griega: aceptaban por lo tanto, ángeles, demonios, la inmortalidad del alma y la venida del Mesías.

3. Los esenios: una secta que, por lo que parece, ha debido jugar un gran papel en el surgimiento del cristianismo. Se sabe de su existencia al menos desde el siglo II a. C. Habitaban en pequeñas comunidades a lo largo del Mar Muerto, donde tenían las propiedades en común y llevaban una vida ascética. Mantenían creencias extrañas al resto de los judíos, algunas de las cuales (dualismo alma cuerpo, el alma es inmortal) podrían proceder de influencias pitagóricas.

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3. Orígenes y desarrollo del cristianismo (a)

Al lado de las grandes sectas judías (tales como la de los saduceos o los fariseos) aparecieron otras sectas menores. Una de ellas sostenía que el Mesías esperado por los judíos ya había llegado: se trataba de un galileo de origen judío llamado Josué (Jesús en la versión griega). No hay datos históricos rigurosos acerca del personaje así denominado, ni acerca de sus enseñanzas originales, como tampoco acerca de qué veían en él sus primeros seguidores, que fueron denominados «cristianos» (expresión griega cuya traducción literal sería «mesiánicos»).

En cualquier caso, prescindiendo del Jesús histórico (del que no conocemos nada con certeza) podemos explicar, en gran parte, los orígenes de la doctrina cristiana y su desarrollo posterior a partir fundamentalmente de: (1) La versión esenia del judaísmo. (2) La influencia de las religiones mistéricas. (3) La interpretación mística de la vida de Jesús llevada a cabo por un judío de Tarso llamado Saulo (rebautizado como Pablo). (4) Las interpretaciones bíblicas de un filósofo judío, natural de Alejandría, llamado Filón. (5) Los gnósticos. (6) Los Padres de la Iglesia. A éstas habría que añadir las influencias que, ya más tardíamente, tuvieron el neoplatonismo (Alta Edad Media), y Aristóteles (Baja Edad Media), en la elaboración de los grandes sistemas filosóficos cristianos. Veamos, brevemente, qué pone cada uno de estos elementos en el nacimiento del mensaje cristiano:

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3. Orígenes y desarrollo del cristianismo (b)

1. Los esenios: numerosos datos hacen sospechar que los esenios pudieron tener mucho que ver con el surgimiento del cristianismo. Ciertos elementos de la doctrina cristiana se encuentran en los textos esenios, así como las coincidencias geográficas (vivían en el mismo territorio en el que, según los Evangelios, predicaba Juan Bautista, y donde, también según los Evangelios, fue bautizado Jesús, y donde permaneció «cuarenta días y cuarenta noches»).

2. Las religiones mistéricas: si repasamos lo que hemos dicho sobre las religiones mistéricas podemos observar fácilmente que hay cierta similitud entre éstas y algunos aspectos del cristianismo (sea por influencia de aquéllas sobre éste, o sea porque responden a necesidades similares): la idea de un dios que muere y renace; la identificación -comunión- de sus fieles con el dios, etc.

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3. Orígenes y desarrollo del cristianismo (c)3. Pablo de Tarso: hay razones para creer que la importancia de

Pablo en la elaboración de la doctrina cristiana fue muy decisiva. Sabemos que Pablo de Tarso era un judío que seguía la línea de interpretación farisea y que en principio era un enemigo encarnizado de la nueva secta judía de los mesiánicos. Convertido más tarde a la nueva fe, se le ha achacado a él la interpretación mística de la vida de Jesús. Sea como fuere, sabemos que Pablo imprimió una orientación a la nueva secta que generó un fuerte rechazo entre los judíos, incluso entre muchos de los ya cristianos; por lo que el primitivo cristianismo se dividió en dos bandos: por un lado, los partidarios de la apertura a los gentiles, que sostenían que los conversos no judíos no tenían por qué aceptar la ley judía (eliminando, por ejemplo, la circuncisión) liderados por Pablo; por otro, los que defendían la obligatoriedad de la ley para todos los conversos, liderados por Santiago (un personaje del que se habla en la Biblia como «hermano» de Jesús). En el Concilio de Jerusalén, del año 48 d. C., las tesis de Pablo se impusieron a las de Santiago. Esto hizo que la secta de los cristianos se fuese distanciando del resto de las sectas judías hasta constituir una nueva religión. En las diversas Epístolas escritas por Pablo, aparecen una serie de conceptos que se convertirán en elementos claves del cristianismo. Así: 1) la doctrina del pecado original; 2) el concepto de gracia; 3) la idea de la redención a través de la fe; 4) la incidencia en la separación entre la vida según la carne (este término había sido puesto en circulación por los epicúreos, para denominar al cuerpo inerte), y la vida según el espíritu; 5) la concepción de la Iglesia como cuerpo de Cristo; 6) la doctrina cristiana del amor, entendido como caridad (agape); etc.

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3. Orígenes y desarrollo del cristianismo (d)

Posteriormente a las Epístolas fueron redactados los Evangelios (escritos en los que Jesús mismo aparece como personaje central, cuya vida, obras y muerte pretende narrarse). Los tres primeros evangelios, re dactados como muy pronto sobre el 60/70 d. C., pa saron a ser conocidos como Evangelios sinópticos. A principios del siglo II (aunque no hay datos seguros) fue escrito un cuarto evangelio, el Evangelio según San Juan (en el que se manifiestan claras influencias helenizantes); al que siguen otros numerosos a lo lar go de varios siglos, redactados en unos términos cada vez más filosófico-helenísticos, y a los que se denomi na generalmente Evangelios gnósticos. (A partir del siglo IV d. C., lás Epístolas, los cuatro primeros evan gelios -los sinópticos y el Evangelio según San Juan-, junto con otros escritos, fueron agrupados bajo el nombre de Nuevo Testamento, quedando establecidos como «canon»).

4. Filón de Alejandría: por lo que respecta a Filón, fue un judío alejandrino que vivió entre el 15 a. C. y el 41 d C. Su influencia podría explicar algunos pasajes del Evangelio según San Juan, tales como la identificación de Jesús, el Cristo, con el Logos, concebido como un intermediario entre Dios y los hombres.

5. Los gnósticos: son cristianos cuyas doctrinas serán rechazadas por el grupo cristiano posteriormente triunfante.

6. Los Padres de la Iglesia.

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4. El Corpus hermeticum y los Oráculos caldeos

El Corpus hermeticum está constituido por una serie de textos elaborados a lo largo de los siglos I, II y III d. C., y atribuidos a la revelación del dios egipcio Thot, que los griegos identificaron con Hermes, llamado «Trismegistos» (tres veces el más grande), de donde les viene el nombre.

Los oráculos caldeos son una serie de textos, escritos en hexámeros, en torno al siglo II d. C., con claras influencias órficas, pitagóricas, platónicas y gnósticas. Fueron escritos, al parecer, por un tal Juliano el Teurgo (la teurgia consiste en una serie de conocimientos y procedimientos, de tipo mágico-religioso, mediante los cuales se pretende conseguir la fusión con los dioses o su favor), quien atribuye estos oráculos a una revelación de los dioses. Tuvieron una enorme influencia en los neoplatónicos tardíos, que lo consideraban un libro sagrado. Ambos tipos de textos fueron escritos originalmente en griego, y desarrollan temas de contenido salvífico: el alma pertenece a un nivel superior de realidad, caída en este mundo sensible; la materia es la cárcel del alma; el conocimiento (gnosis) tiene por objeto que el alma regrese a su lugar original; etc.

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II. LA CIENCIA

1. Euclides.

2. Aristarco de Samos.

3. Arquímedes.

4. Hiparco.

5. Claudio Ptolomeo.

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1. Euclides Vivió entre el 330 y el 275 a. C. Su obra más conocida son los Elementos. Se trata de una recopilación y exposición sistemática de

todo el conocimiento matemático antiguo siguiendo un método deductivo. Los teoremas son desarrollados a partir de los axiomas, hipótesis y definiciones, de un modo similar al que había propuesto Aristóteles como ideal científico. Al frente de la exposición aparece una lista de definiciones, otra de postulados o hipótesis, y otra de axiomas o nociones comunes:

– Axiomas o nociones comunes: son principios indemostrables propios de varias ciencias (y por lo tanto, no exclusivos de la geometría). Y son:

1. Cosas iguales a una misma cosa son iguales entre sí.2. Si a cosas iguales se añaden otras iguales, los totales son iguales.3. Si de cosas iguales se quitan otras iguales, las restantes son iguales.4. Cosas que coinciden entre sí son iguales entre sí. 5. El todo es mayor que la parte.

– Postulados o hipótesis: postulan la posibilidad de las operaciones nombradas, o, lo que es lo mismo, que las figuras que resulten de esas operaciones existen:

1. Trazar una línea recta desde cualquier punto a cualquier otro punto.2. Prolongar en línea recta cualquier segmento rectilíneo. 3. Describir un círculo con cualquier centro y radio. 4. Todos los ángulos rectos son iguales entre sí.5. Si una recta, al cortar dos rectas, produce ángulos internos del mismo lado menores que dos rectos, entonces esas

dos rectas, prolongados indefinidamente, se encon trarán por el lado en que los ángulos internos sean menores que dos rectos. (Esto es tanto como decir que si los ángulos internos son rectos las dos rectas en cuestión no se encuentran. De donde se deduce también que «por un punto exterior a una recta sólo se podrá trazar una paralela a dicha recta»).

– Definiciones: son numerosas (exactamente 132), y son del tipo:1. Punto es lo que carece de partes.2. Línea es longitud sin anchura.3. Los extremos de una línea son puntos.4. Una línea recta es la que yace por igual respecto de los puntos que están en ella. Etc.

A partir de aquí cada libro de los Elementos está constituido por proposiciones de dos tipos, unas son teoremas y otras problemas. En cuanto a los teoremas se trata de saber si son o no verdaderos. En el caso de los problemas se trata de resolverlos. Tanto la verdad de los teoremas como la resolución de los problemas se obtiene deductivamente a partir de los principios -axiomas, postulados y definiciones-. Ya desde antiguo se cuestionó la diferencia entre axiomas y postulados, dado que su separación es problemática.

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2. Aristarco de Samos Vive entre el 310 y el 230 a. C. La única obra de él que

se conserva es Sobre los tamaños y las distancias del Sol y la Luna. Fue precursor del estudio de las razones trigonométricas y fundó un sistema heliocéntrico de astronomía, según el cual, el Sol y la esfera de las estrellas fijas están quietos, los planetas y la Tierra giran alrededor del Sol y la Tierra lo hace además alrededor de su propio eje.

Los cálculos matemáticos desarrollados para sostener esta tesis son, sin embargo, muy imprecisos, lo que facilitó que su teoría fuera arrinconada por la geocéntrica de Hiparco y Claudio Ptolomeo (hasta el siglo XVI en que Copérnico la resucita). El problema fundamental es que si la Tierra gira en torno al Sol deberían observarse dos cosas: 1) que un determinado grupo de estrellas deberían aparecer como más o menos brillantes según la posición de la Tierra; y, 2) la posición de las estrellas (lo que hoy se denomina paralaje) con respecto a un observador terrestre debería variar al desplazarse la Tierra por el cielo. Pero no se observaba ninguna de estas dos cosas. La conclusión que había que sacar de estas observaciones era la de que, o bien las estrellas estaban a una distancia inmensa, muy superior a la que creían los científicos de la época (con lo cual la diferencia de brillo o paralaje al acercarse o alejarse la Tierra de una estrella sería tan pequeña que no se podría percibir) o que la Tierra no giraba en torno al Sol. Hiparco y Ptolomeo optaron por esta segunda posibilidad que ya tenía una larga tradición.

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3. Arquímedes Vive entre el 287 y 212 a. C. Escribió

numerosas obras cuyo tema es la geometría o la mecánica. Entre ellas: El método, Sobre la medida del círculo, Sobre el equilibrio de los planos, y Sobre los cuerpos flotantes.

Fue el primer griego en aplicar la matemática a la mecánica, donde hizo grandes descubrimientos. Se le atribuye la invención del tornillo sin fin, de las ruedas dentadas, de la polea móvil, etc. Desarrolló la ley de la palanca (suya es la célebre frase: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»). Es el fundador de la estática (desarrolló la idea de que el peso de un cuerpo puede entenderse como operando en un solo punto que es su centro de gravedad y de la hidrostática. Durante la segunda guerra púnica participó en la defensa de Siracusa contra los romanos, a los que, según se dice, mantuvo en jaque con sus máquinas que lanzaban piedras e incendiaban sus naves a distancia.

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4. Hiparco Vivió en el siglo II. Introdujo en Grecia la división del

círculo en 360 grados, divisibles en 60 minutos, divisibles a su vez en 60 segundos, sistema que empleaban lo babilonios. Se le atribuye -aunque existen dudas- el desarrollo de la primera tabla trigonométrica. También llevó a cabo un catálogo de estrellas, estableciendo su posición y una magnitud correspondiente a su grado de luminosidad (dicho catálogo incluía hasta un total de 800 estrellas); y el descubrimiento de la precesión de los equinoccios: el eje de rotación de la Tierra no es paralelo ni coincide con el de la eclíptica (se llama eclíptica al círculo máximo que describe el Sol, en su movimiento aparente en torno a la Tierra, o el círculo máximo que describe la Tierra en su movimiento anual en torno al Sol), sino que gira oblicuamente en torno suyo. A este movimiento del eje de la Tierra, similar al que realizaría el eje de un trompo que girase oblicuamente, se le denomina precesión. Como consecuencia de la precesión el equinoccio de primavera (o punto vernal) se adelanta de año en año. Pero quizás lo fundamental de su trabajo sean una serie de observaciones que le permitieron descubrir la excentricidad de la órbita aparente del Sol y las irregularidades en el movimiento de la Luna. Ambas observaciones invalidaban, al menos en parte, la cosmología aristotélica, por lo que intentó corregirla con un sistema de órbitas excéntricas y epiciclos. Sus obras se han perdido pero fueron recogidas en lo esencial por Ptolomeo, que elaboró a partir de ahí su sistema cosmológico.

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5. Claudio Ptolomeo Nació hacia el año 100 d. C. y murió sobre el 170. Su obra principal es una colección de

libros conocida con el nombre árabe de Almagesto. En ella módifica el sistema geocéntrico de Aristóteles, siguiendo los desarrollos de Hiparco. El nuevo sistema rompía con el de Aristóteles en varios puntos: (1) La Tierra no ocupa el centro exacto del universo, sino que se encuentra ligeramente desplazada con respecto a ese centro (pese a lo cual se sigue llamando geocéntrico a este sistema). (2) Los planetas no giran directamente en torno a la Tierra.

Hay que aclarar que Ptolomeo no pretendía que su sistema diese una explicación real de la constitución del cosmos, sino que simplemente pretendía ser un método de cálculo y («salvar las apariencias» (es decir, ajustar los fenómenos observados a la explicación teórica). Veamos cómo funciona:

1. Partimos de una serie de órbitas ligeramente excéntricas (es decir, cuyo centro -O- está desplazado) con respecto a la Tierra, llamadas deferentes. La razón de que estas órbitas tengan que ser excéntricas es explicar por qué el Sol parece más grande y por qué los planetas brillan más en unas épocas que en otras.

2. Los planetas se mueven en torno a un punto de las deferentes, constituyendo otras órbitas más pequeñas llamadas epiciclos. A su vez los planetas con sus epiciclos se mueven con la deferente. La razón de introducir los epiciclos es explicar los movimientos retrógrados (es decir, no directos) que se observan en los planetas.

3. Quedaba todavía por explicar por qué los movimientos que se observan de los planetas no son uniformes (contra lo que sostenía en general el pensamiento griego). Para ello la cosmología ptolemaica se vio obligada a introducir una nueva corrección en el sistema: los ecuantes. Consistía en suponer que los planetas se mueven uniformemente en torno a un punto excéntrico con respecto al centro de la deferente. Con ello se explicaba que desde la Tierra los movimientos no resultasen uniformes.

4. El sistema aristotélico necesitaba 54 esferas para explicar los movimientos del cosmos. Este sistema se vio obligado a ampliarlas a 80.

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III. LA FILOSOFÍA

1. Las escuelas de moral.

2. Las filosofías de la religión.

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1. Las escuelas de moral

El derrumbe de la tradicional forma de vida griega (en Ciudades-Estado, regidas por hombres libres), provocó, entre otras cosas, un sentimiento de desarraigo e infelicidad que las escuelas filosóficas trataron de paliar. Por ello surgen numerosas escuelas con orientación ética, es decir, cuya búsqueda se orienta a la mejor manera de obtener la felicidad. Destacan fundamentalmente tres:

1) los escépticos; 2) los epicúreos; y 3) los estoicos.

Junto a estas escuelas de nuevo cuño, perviven otros centros filosóficos como las escuelas pitagóricas, la Academia, y el Liceo, y otras diversas escuelas de origen más o menos socrático (cínicos, cirenaicos, megáricos), pero carentes ya de un pensamiento original.

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2. Las filosofías de la religión Otra forma de paliar el sentimiento de

desarraigo e infelicidad, de caída en suma, fue a través de la religión. En esta época surgen multitud de intentos de combinar filosofía y religión; entre otros:

1) la interpretación filosófica de la Biblia judía llevada a cabo por Filón;

2) el neoplatonismo: consistirá en un intento de releer a Platón desde una perspectiva religiosa o cuasi-religiosa; y

3) el que históricamente se impuso que es el llevado a cabo por el cristianismo, que se irá apropiando de la terminología filosófica helénica para explicar sus dogmas religiosos y acabará (a lo largo de un proceso que dura varios siglos) subordinando la filosofía a su fe.