El Ladron- Cuento

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Page 1: El Ladron- Cuento

Integrantes: *Alan Orta Solares- 3º”C”

&

*Lezly Alejandra Téllez Conde- 3º”C”

Nombre del cuento:

Taller: Informática

Escuela: “José María Morelos Y Pavón” Tèc… #38

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A Kevin no le gustaba la escuela, los maestros le desagradaban, su padre está preso acusado de robo y su hermana mayor había dejado la escuela para mantener a la familia. Así estaban las cosas cuando alguien tomo un billete de la cartera de la señora Smith. Nadie vio a Kevin robarlo, pero todos sospechaban de el……….!!

A Kevin Pelham no le gustaba mucho su escuela.

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En su escuela no tenía pandillas en las que los más chicos se aprovecharan de los más pequeños. No había “club de fumadores” en el cual se podían reunir a escondidas.

Pero pensándolo bien de haber sido así, lo hubieran regañado en más de una ocasión no solo por sus padres sino también por sus maestros sádicos, por eso el consideraba a su escuela “odiosa”

Kevin se hallaba en el cruce de dos pasillos, viendo cómo pasan a su lado cientos de niños que van muy apresurados.

Muchos de ellos iban a sus clases que a la mayoría ni les gustaban, además de que eran dadas por los profesores que ni les hacían caso. Pero el que más odiaba estar en la escuela y sobre todo en clases era “KEVIN”

Su uniforme era pantalones o faldas grises, suéteres y corbatas azules, y casi todos parecían no tener quejas respecto a eso. Aun así faltaba la mitad de la tarde -horas enteras-

Allá en lo alto de la pared, la campana ya sonaba muy furiosamente durante un minuto que empezó a dar sonidos más tunes y espaciados para que los alumnos supieran que ya tenían que ir a su siguiente clase.

En eso paso un profesor que miro a Kevin con sus ojos llenos de curiosidad o tal vez de acusación. Se veía que pensaba “¿Por qué no vas a tu próxima clase, que no escuchaste el timbre……………………..muchachito? Kevin le devolvió la mirada, y le dejo caer lo hombros (como si le dijera –la escuela no me importa, mucho menos las clases). Los aborrecían a todos. Y contemplándose la muñeca izquierda –donde había llevado su reloj “digital” hasta recordó que lo había dejado en la alberca--, Kevin tomo una resolución de lo que había pasado. Su malestar apenas comenzaba ya que se sentía molesto y esa era una buena excusa. No necesitaba en realidad ir al baño solo era un escusa para salir un rato para sentarse y ponerse a pensar. Y pensó que el señor Butler y su clase de historia se podían ir al demonio........Una vez decidido Kevin avanzo por la escuela muy cautelosamente, temeroso de lo que pareciera que lo podían detener los maestros. Para su edad, era muy bajo respecto a su altura; su abundante cuello medio rubio le caía sobre sus ojos. Aunque el sintiera que no

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llamaba mucho la atención con su uniforme, los maestros lo tomaban mucho en cuenta ya que siempre le hacían preguntas difíciles, pero como ahora en lugar de que los pasillos parecieran pues pasillos más bien eran una clase de desierto muy abandonado……..por eso se sentía más expuesto ante los maestros.

Entre todos los maestros que detestaba Kevin el profesor Butler ocupaba el primer lugar. El era una persona gorda, con una cara rubicunda, y casi siempre usaba palabras raras, con las que pretendía divertir a los chicos, pero Kevin rio silenciosamente. Era algo extraño detestar a alguien solo porque era “grandilocuente” y se reía como tonto de sus propios chistes y lo peor que a los demás no les causaba risa. Pero ya que Kevin estaba pensando se dio cuenta que su desagrado por el profesor “Butler” era más bien por la metería de historia.

Pero Kevin no podía pensar bien, así que decidió pensar en voz alta………

“El maestro dice que la historia trata de guerra y esas cosas –dijo Kevin-. Siempre está hablando de Spitfires,* de reyes y reinas y de batallas. Pero eso no vale nada, eso no me interesa, y el solo hace más que burlarse de mi si me interesa”

Eso resulto ser un poco confuso pues Kevin se sintió seguro de que él estaba en lo cierto, como muchos de sus maestros, Butler creía que Kevin era tonto. Pero mientras que los demás los dejaba más o menos tranquilo en clase, no así Butler jamás estaba de acuerdo. Entonces se burlaba de él.

En realidad, eso estaba siendo en aquel momento, aunque Kevin no lo supiera. De pie frente a toda la clase, Butler había perdido cinco minutos ablando sobre Kevin. A Jenny y Buzz, amigos de Kevin, les había hecho una serie de preguntas estúpidas que querían ser chistosas, acerca de su “amigo ausente”, y Butler hizo un elaborado cuento, llenos de acción, acera de cómo Kevin se había acurrucado en un rincón y “Era tal su retardo que de puro aburrimiento se quedó dormido”. Se suponía que esto era chistosísimo, y unos arrastrados se rieron. No así Jenny y Buzz

-pero para el caso-les dijo Butler, elevando la voz-, su amiguito es de todos modos un experto. ¿Verdad? No hay nada que yo pueda enseñarle de

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historia, con mis escasos dieciséis años de experiencia. Oh, no, Kevin Pelham es experto, ¿verdad? ¡Vive para la historia! Kevin, después de arrancar un último grumo de pintura de la pared, se levanto de la taza y se dispuso a salir. Se le ocurrió una idea, y pensó que ahora que los pasillos estarían libre e maestros importunos, y podría llevarla a cabo. Que no lo fueran a ver, porque se metería en líos. Tiro entonces de la cadena, salió del cubículo y se lavo las manos.

Kevin había tenido no pocas dificultades en los últimos dos años, el corazón le daría con fuerza mientras escuchaba, pegado a la puerta. Nervioso, se echo hacia a tras el cabello que le cubría los ojos. Pero no hubo ningún ruido. Después de un rato, Kevin abrió en silencio la puerta y contemplo el corredor desierto. Los únicos sonidos eran los del exhausto, a sus espaldas, y los lejanos rumores de la escuela, allá enfrente. Con cuidado, Kevin cerró la puerta detrás del, y salió.

Cinco minutos después, en el guardarropa de maestros, de el otro lado de la escuela, un pequeño portamonedas de plástico, propiedad de la señorita Smith, profesora de física, fue sustraído de el bolsillo de su saco, donde descuidadamente lo había dejado. En su interior había cuatro billetes de cinco libras y algunas tarjetas de crédito.

El ladrón no fue muy codicioso. Dejo quince libras y, naturalmente las tarjetas de crédito. Tim Atkinso, que estaba en el retrete contiguo, puso en fuga al ladrón al tirar de la cadena. Pero era demasiado tarde para poder ver quién era.

Si todos los maestros hubieran sido como la señora Waring, a Kevin no le hubiera molestado tanto estar en la escuela. Ya que la señora Waring era muy discreta respecto a que pensaba acerca de sus alumnos. Kevin entro a la biblioteca pero no había nadie hay, solo la bibliotecaria.

La mayoría de los maestros harían casi cualquier cosa por no hablarles a sus alumnos fuera de las horas de clase, pero la señora Waring hasta parecía simpatizar con él, y es por eso que a Kevin le caía bien.

Cuando Kevin entro y abrió la puerta ella lo vio y le dijo:

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- ¿Qué deseas? –pero en un tono en el que no esperas alguna respuesta -. No puedes quedarte que, ¿sabes? No estoy de servicio. Kevin se acerco al escritorio, con una sonrisa celosa. – Estoy estudiando historia – dijo -. ¿Puedo volver a ver ese libro? Ya dijo usted que si podía.Los labios de Kevin se iban secando poco a poco mientras hablaba, y dejo que su cabello cubriera sus ojos para ocultarse de la maestra. Lo que le daba miedo era que la maestra pudiera leer el pensamiento y saber que no estaba diciendo la verdad. Pero la señora Waring se limito a meterse el dedo en la boca y se saco algo negro y brillante.

- Si esto es una pasa yo no soy napoleón – dijo, riendo -. ¿O Josefina perece un escarabajo horneado. Espero que no lo sea.

Kevin solo se quedo hay, simulando interesarle lo que la profesora le decía

- Encontré otro libro mejor – dijo, guiando a Kevin hacia un estante -. Tiene ilustraciones y mapas que tal vez esto te pueda guiar mas, casi no me creerías todo lo que se ha escrito sobre este pueblecillo. Aunque para Kevin no tenía mucho sentido, porque la ciudad en la que Kevin vivía era solo eso, una ciudad. Le parecía grande, ruidosa, con grandes edificios de departamentos y casas, así como fábricas y algunas escuelas. . . . . . . . . .

- ¿Ah, si? – dijo Kevin. La Señora Waring se estiro hasta alcanzar un alto estante y de este bajo un enorme libro. – Ahí lo tienes – dijo -. No hay muchos otros niños que conozcan este libro!! ¿En que clase deberías estar ahora? – Ya le dije señorita, en ninguna solo bien a hacer mi tarea de historia, si no me cree pregúntele usted al profesor Butler. “No le preguntara”, pensó Kevin. “Tampoco ella soporta a ese viejo gordo estúpido” La señora Waring lo miro a la cara y le dijo con voz rara: - Este niño soltó la clase de histeria y se salto historia.Kevin no dijo nada.

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- Es una broma – dijo la señora Waring, y se rio -. Es solo un juego de palabras, debería ser: Este niño se salto la clase de historia y soltó la histeria.Kevin no se inmuto. No quería equivocarse y hacerla enojar. Se hubiera reído de estar seguro que eso quería ella, pero lo menos arriesgado era no hacer nada.La señora Waring lo miro a la cara:-bueno – le dijo-, ya te pique bástate el tiempo, o sea ya te quite bástate el tiempo. Adelante. Siéntate y lee. Yo vuelvo a mi pastel de escarabajos y a mi café.Luego miro su reloj.-te quedan veinte minutos de la clase de el señor Butler. Aprovéchalos bien.Y así lo hizo Kevin.-bueno solo te quedan solo veinte minutos de clase con el señor Butler, aprovéchalos bien.Mientras ojeaba el libro aquello que vio lo entusiasmo…. “mira, Butler”, dijo, entre dientes, “si estoy interesado en la historia. En cambio, no me interesan tus estúpidas guerras, tus malditos aviones y acorazados. Esta si esta deberás”Kevin sabia que el señor Butler jamás abría hablado de unas cuevas que mencionaba el libro, porque eran lugares abandonados, peligrosos, y terminantemente prohibidos. ¡Así son los maestros!El padre de Kevin ya lo había llevado a las cuevas varios años atrás. Le mostro entradas secretas, el no era como los maestros, era un hombre diferente. Su padre había trabajado en el ejercito en barcos y visitando prácticamente todos los países del mundo. Kevin pensaba que todo lo que Asia era emocionante y disto era alguien muy distinto a los demás. De repente Kevin sintió tristeza y amargura, pues era eso ¿verdad? Era eso exactamente. Su padre era distinto, y por eso la gente estaba contra él. Su única intención de su papa, era mostrarle las cuevas, por muy peligrosas que fueran, porque estaba allí, porque existían, porque eran historia. “Esto es de adveras gordo Butler, murmuro Kevin.

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Cuando las sospechas cayeron sobre Kevin Pelham, él y casi todos los otros niños iban corriendo y saltando por sus distintos caminos, a merendar en sus casas. La señorita Smith y el señor atkinson habían descubierto el habitual grupo de quienes avían faltado a clase, y a la primera el nombre de Kevin se destaco como una llaga abierta. Aquello correspondía con lo que todos sabían del muchacho, y el señor Butler no desaprovecho la oportunidad de expresar sus extravagantes opciones e ideas. Como de costumbre, la señora waringse quedo a trabajar hasta tarde en la biblioteca, y no la interrogaron. En las calles heladas, Kevin estaba pensando dificultades para convencer aun a sus amigos. Solo le dijo a sus amigos que comió algo que le hiso mal. Con el dorso en la mano, Jenny se quito de la nariz una gota de rocío y meneo la cabeza.-no tienes que inventar nada -dijo-. También yo quisiera haberme perdido la clase de Butler. Gordo e infame. Es horrible. -no estoy inventando nada –insistió Kevin-. Te digo que tuve que correr al excusado.Ambos se preguntaron porque diría eso Kevin, Jenny supuso que decir mentiras venia de familia, solo bastaba con ver a su papa.Mas a Kevin mentirle con solo un dolor, como un duro nudo en la boca del estomago, del que no podría librarse. -eso debió de ser un maratón –le dijo-. Esas carreteras tuyas.Estuviste ausente toda la clase de Butler…………………..Butler vio a Kevin a la cara y le hizo un gesto como de asombro “oh, no”, pensó, “otra vez las cuevas” Jenny decidió hacer una broma. -¡cuéntame otra! –dijo, burlándose-. ¡Ni siquiera sabes dónde está la biblioteca!” Kevin se lanzo hacia haya, y tropezó con una señora que iba con una bolsa para las compras, quien les grito a los dos Jenny le hablo con rapidez para hacerlas racionar. -mira- dijo-. Debes olvidarte de esas cuevas, kevin. Yo se que son bonitas y todo pero ya nos llamaron la atención. La última vez, el papa de buz estuvo a punto de darle una paliza, ¿te acuerdas? Son propiedad privada y realmente peligrosas. Mi mama cree que……..

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(Kevin la interrumpió porque le avían ofrecido la nueva actitud que había adoptado. -no me hables de tu mama-grito-. No me hables de nadie mientas ustedes estaban oyendo al latoso de Butler, yo estaba asiendo algo útil ¿vez? ¡ En esas cuevas hay un tesoro! ¡Lo digo enserio! Buzz dio un quejido horrible. -¡oh...,dios! ¡Otra vez con eso!- exclamo-. ¡Ya cambia de disco! Tracey Pelham, la hermana de Kevin, estaba llenando los estantes de la panadería y tienda general de McCall, cuando la señorita Smith la encontró, solo por coincidencia. Tracey tenía 17 años y estaba pensando en que ya había dejado la escuela, aunque aún ella hubiera podido seguir ahí porque era bastante lista, oh mejor aún podía salir de vez en cuando a tomar café con sus amigas, pero en cambio, allí estaba colocando botes de mermelada muy por encima de su cabeza.

Además de que estaba trabajando con un viejo que era un gruñón con mal aliento, sin mencionar que era un tacaño porque lo que le pagaba era una miseria.

Tracey al igual que Kevin tenían un mechón de rebelde rubio (pues a decir verdad era obvio como eran hermanos), iba a lavarse el pelo, cundo de repente entro la señorita Smith ¡Hola!

La señorita Smith sonrió, pero no con una sonrisa franca. Tracey experimento una súbita y casi imperceptible sensación en la boca del estomago, similar al miedo.

-Hola, Tracey. Tus amigas me dijeron que se encontrarían aquí.

Tracey se ruborizo. Era extraño que hubiese estado pensando en eso. La señorita Smith sin duda venia caminando hacia la puerta mientras esas ideas le pasaran por la cabeza.

-si –contesto-. Llevo aquí cuatro meses. Es curioso…..

La señorita Smith había sido su maestra de física, y Tracey era buena para la fisica; en realidad, en realidad , era buena para todo. La señorita Smith

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se disgusto mucho cuando Tracey dejo de estudiar e intento hacerla cambiar de opinión.

La señorita Smith le pregunto:

-¿Te gusta esto?

Nada pudo hacer Tracey por evitar que el rubor le cubriera el rostro, pero logro disimilar. Sin embargo dijo la verdad:

-Preferiría estar de regreso en la escuela –por si había sido demasiada franca, añadió, en broma:

-Flojeando.

La Señorita Smith había estado escuchando, como siempre, con disimulo. Tracey se puso algo tensa.

La señorita Smith solo dijo:

-Vamos, Tracey, tampoco fue así de fácil la escuela.

“No”, pensó Tracey, “no lo fue”.

Sin embargo sabiendo todo esto, sintió vergüenza frente a la profesora. Eso era, sin duda, lo peor. Sintió casi alivio cuando, tras ella, se abrió la puerta y el asqueroso de McCall las miro fijamente.

-Mire –dijo Tracey, esperando que el oyera-. ¿En qué le puedo ayudar? Se supone……….se supone que estoy ocupada.

-Bueno……. –dijo la señorita Smith, hablando con toda calma, lo que sin embargo puso más nerviosas a ambas-. Bueno, en realidad no venia por pan. Se trata……..se trata de tu hermano Kevin.

Su temor era enorme, al darse cuenta que ya había estado esperando algo terrible, desconfiaba mucho de su hermano.

El panadero avanzo lentamente, disfrutando el malestar de ambas.

-señorita Pelham-dijo-

La señorita Smith bajo la voz y susurro:

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-¿a qué hora terminas? Deseo hablarte. Podría esperarte en el café de enfrente.

Tracey le dijo que alas 5:30

La señorita Smith después de tomarse un café y de no platicar con Tracey

Se fue y apenas murmuro una despedida al irse.

“debe creer que estoy medio loca”, pensó Tracey. “y que soy mala educada”. Levanto su taza y volvió a dejarla en su lugar. La señorita Smith había pagado la cuenta, y ella podía irse cuando lo deseara. Se puso de pie.

“oh, Kevin”, pensó. “no, ¡todo eso de nuevo!¡volver a robar dinero a los demás!”.

Sintió que el agotamiento la invadía, un cansancio que le impedía moverse. Comprendió entonces como se sentía su madre.

Kevin empezó a meditar y se sintió triste y cansado. La lluvia contra las ventanas en lo alto del frio e iluminado edifico frobisher, y entristeció aun más. Las noches de jueves eras noches de desvelarse para Kevin, porque en pocas semanas antes había descubierto un programa de radio: “el amor puede ser muy solidario”. Presentado por un hombre llamado shaun lambert, quien tenía un asentó pegajoso como burla de el acento norteamericano…..

Kevin no fue al escuela a la mañana siguiente pero su hermana sí. Le volvió a hablar después del desayuno, y el volvió a negar toda participación en el robo. Casi lloro de rabia y amargura.

Tracey aguardaba en el estacionamiento, pues ya sabía cuál era la marca de coche de la señorita Smith (ya que Kevin se lo había dicho)

En realidad mientras Tracey salia corriendo por la puerta de la escuela, tratando de llegar a la tienda antes que su patrón, su hermano ya se hallaba en las cuevas.

Llegar a las cuevas no ofreció, como de costumbre, ninguna dificultad. Se dirigió a la entrada que ya había visitado anteriormente, se cercioro de

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que no había nadie vigilando, y solo necesito dos o tres minutos para despejar la entrada.

Lo malo de todo esto era que Kevin estaba de mal humor para reír. Por más que se esforzara mientras intentaba orientarse por los espacios y secos pasajes, no podía pensar más que en su discusión con Tracey, en la indignante acusación de que se había robado un dinero de la escuela.

Por una vez, dentro de las cuevas Kevin no había pensado ni por un solo momento en el tesoro. Pese al nuevo mapa de la víspera, había ido a lloi para huir, no para huir, no para explorar ni para soñar. Pero en cuanto paso del negro agujero del túnel a la caverna apenas iluminada, noto algo diferente. Aunque respiro ruidosamente, sintiendo que le vibraba la boca del estomago -¡Por fin…!

Aunque Buz y Jenny se dieron cuenta casi al comienzo de las clases de que faltaba Kevin no empezaron a sospechar que pasaba algo raro hasta llegar al recreo de media mañana.

Se hallaba en un rincón cerca del refectorio protegiéndose del viento cuando a la señorita Smith recorriendo el patio, obviamente en busca de alguien.

Mientras que ellos hablaban, Kevin iba saliendo de las cuevas. Levaba consigo un radio de automóvil –solo uno- que había tomado del montón. El resto había vuelto a cubrirlo con la manta sucia.

Para llevarse lo demás necesitaba a Buz y a Jenny.

Como casi todas las ciudades, el lugar en que vivía Kevin tenía sus partes malas. El no entendía la razón económica de que las mejores tiendas estuviesen en una parte y los sucios tendajones en otra , pero eso ciertamente iba en busca de algo especial. Media hora después de descubrir el tesoro, se hallaba en una calle en que había utensilios de cocina muebles baratos sobre las aceras. Al cabo de cinco minutos, estaba frente a una tienda de artículos usados. En el escaparate, junto con desportillados perros de porcelana y guitarras eléctricas de color violeta, se veían radios para automóvil.

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Pero en si aquello le pareció algo astuto de su parte porque había visto que los radios del escaparate costaban de diez libras para arriba. Sabía que en un buen radio, al precio que le estaba pidiendo, seria dificil de rechazar. Se tranquilizo un poco.

Kevin ya estaba frente de la puerta. Se sentía aplastado. “Compramos, vendemos y cambiamos…….”, decían el letrero. ¡Y todo lo que aquel hombre le daba era un consejo no pedido, que solo le hacían sentir confuso y humillado! Trato de mostrarse desafiante.

Al acabar las clases por la tarde, Jenny y Buzz –junto con todos los demás, salvo a los obtusos- se habían dado cuenta que algo pasaba. Sin embargo era porque aun cuando circilaba por toda la clase, eran rumores, era difícil precisar hechos. Se decía que un niño había sido muerto por un camión, que una niña había huido de su casa, que en los laboratorios de la escuela habían hecho gases venenosos ………. Las tonterías de siempre.

Buzz y Jenny estaban demasiado concentrados en correr para poder decirle algo a Kevin, o para discutir con él. Mientras corrían, el les lanzo un par de frases por encima del hombro, pero jadeaba tanto que casi no se entendieron. Ellos se sorprendieron de que no los llevara a una entrada de las cuevas. Después de cruzar el camino que conducían a los bosques, tropezando durante un rato entre los arbustos, llegaron a una depresión que había en el suelo, un lugar hueco, cubierto de leña y de hojas secas. Kevin se arrojo de bruces sobre un tronco, y Jenny y Buzz se sentaron, pero ya con más calma.

(Y después se pusieron a platicar)……………….

Por la mañana siguiente, al tomar el primer radio, Kevin tuvo un momento de duda sobre si aquello estaba bien o mal, pero se libro de ella mediante el sencillo de dejarse llevar por la emoción, por la sensación de estar haciendo algo peligroso y audaz. En todo caso, se dijo a sí mismo, estaba haciéndolo por su madre; aparte de un refresco y una hamburguesa, todo el dinero seria para ella.

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Abajo en la cámara del tesoro, con Buzz y Jenny, las pocas dudas que pudiese tener fueron borradas por la emoción de probarles que estaban equivocados, y por la forma en que respondió Buzz..!!

Kevin compro el perfume; un gran frasco de agua de Colonia, que le pareció que sería mas útil para su madre que los pequeños y caros, y logro meterlo sin ser visto en su propio dormitorio.

Silenciosamente, abrió la puerta del frente, avanzo de puntillas por el corredor y entro en su habitación, sin tener que encender ni una sola luz. Al pasar ante la puerta, Tracey lo llamo por su nombre, pero cuando abrió la puerta, un minuto después, el corredor estaba vacío. Kevin se apretaba contra la pared de su habitación, conteniendo loa respiración.

Mucho tiempo depues de que Tracey hubo saliendo, Kevin seguía sentado, contemplando el mapa frente a él, con ojos que casi no veian. El mapa estaba arrugado, pues Tracey se había sentado encima pero Kevin no lo noto. Sus pensamientos giraban como un torbellino.

Ante todo, se sentía acosado. Se había complicado sus sencillos sueños encontrar algo valioso y de ayudar a su madre y de facilitarles las cosas a todos……….

La idea de Jenny era asombrosamente sencilla, pero no se la había ocurrido de pronto. En realidad había pasado casi tantas horas como Kevin, ella no “creía en los cuentos de hadas”, ni en que la pura suerte fuera a sacarlos de ninguna situación. Desde el principio, tuvo la razón: las cosas eran robadas. Si ellos tenían algo que ver con eso, se meterían en dificultades, sin lugar a dudas.

Tracey estaba pasando la aspiradora por la habitación de Kevin cuando descubrió el agua de Colonia.

Ya había acabado con el peor desorden, sacando calcetines sucios de debajo de la cama, y descubrió sadareras y playeras en los lugares más inverosímiles.

Pues al principio, corrieron sin rumbo, y durante los primeros pasos en la oscuridad, hasta que Buzz pudo encender la linterna, en cuanto el rayo de

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luz ilumino una desviación del corredor principal, ellos la tomaron, sin saber ni importarles a donde los llevaría.

Corriendo por pasadizos chocando contra las paredes de túneles. Solo querían alejarse, poner mayor distancia entre ellos y sus perseguidores, ganar distancia del terrible perro que había visto pero en su imaginación era un monstro.

Alrededor de una hora después, Tracey llego a la principal entrada de las cuevas. Vino a través del bosque, con el mapa de Kevin enrolladlo en la mano; sintiéndose muy tonta. A pesar del frio, había vagabundeado, largo rato por el centro comercial, preguntándose que había que hacer.

Pero poco antes, su madre estuvo a punto de sorprenderla son el agua de Colonia en el dormitorio de Kevin. Había entrado a charlar solo un poco, o tal vez para ver por que había cesado el ruido de la aspiradora, y Tracey tuvo que tapar el frasco con el mapa.

Tracey acabo por ir a ver a la señorita Smith, mucho tiempo después de haber hablado con aquel hombre ante las cuevas. Regreso al pueblo y camino distraídamente. La preocupaba su hermano, y luego la preocupaba su madre, que la esperaba al medio día para comer. Después de todo, ella solo había salido “a tomar aire”

Aquella noche, pese a todos los temores de Kevin, no fue muy mala. Al aparecer él rostro de Tracey por el respiradero, al empezar ella a apartar las piedras, Kevin no podía contener su exaltación.

Después de que la madre de Kevin saliera de la cárcel………….ya en su casa………

Su madre se humedeció los labios pálidos y resecos. Lentamente se dio la media vuelta para mirarlo. Luego asintió con la cabeza, gravemente.

-A veces te pareces mucho a tu padre, Kevin –le dijo

FIN