El hogar y la educación de los hijos

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ESCRITOS DE FORMACIÓN Número 23 – Diciembre de 2006 E A S EL HOGAR Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIA CIUDAD DE MEDELLÍN COMITÉ DE FORMACIÓN

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Sobre la educación hogareña de los hijos

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ESCRITOS DE FORMACIÓNNúmero 23 – Diciembre de 2006

E A S

EL HOGAR Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIACIUDAD DE MEDELLÍN COMITÉ DE FORMACIÓN

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El comité de Formación genera documentos periódicamente para beneficio de los EAS y su formación. Los invitamos a leer estos documentos y reflexionar sobre ellos, ojalá algunas veces en comunidad. Los invitamos a coleccionarlos y a divulgarlos.

Estos escritos se basan en recopilaciones de documentos de diversos autores, incluyendo personas de los EAS, sometidos en algunos casos a adaptaciones que los hagan más afines y prácticos para los EAS, bajo la responsabilidad del comité.

Son bienvenidos los comentarios y los aportes.

EL HOGAR Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

Una reflexión navideña del Comité de Formación de los EAS de Colombia

En la Navidad nos reunimos en familia y de alguna manera podemos apreciar las maravillas del hogar, como núcleo, como centro de atracción, como fuente de amor y de felicidad. Este es un de los traídos más hermosos del Niño Dios: la oportunidad de reunirnos todos, de disfrutar los unos de los otros en familia.

Pensamos que de vez en cuando debemos reflexionar sobre las oportunidades que ofrece el hogar como fuente de educación que contribuya a crear un mundo mejor, a traer la paz de Cristo a todos los hombres de buena voluntad. Por esta razón el Comité de Formación ha escogido el tema de la educación en el hogar como pretexto para que hagamos esta reflexión. Los invitamos a leer los apuntes que hemos preparado y a compartirlos con sus seres queridos y con las pequeñas comunidades.

¿Podría ser el hogar el centro preferido de la educación de los hijos?

Quizás damos por un hecho que el sistema educativo social, formado por las escuelas, los colegios y demás instituciones es la forma más apropiada de educar a los hijos. Es así como puede ser que confiemos enteramente en las bondades de este sistema y que pensemos que es muy superior a lo que podría ofrecer el hogar en sí mismo, con lo cual en la práctica renunciamos a concebir el hogar como una fuente importante de educación para la vida y para el conocimiento. Pero no todas las personas piensan de esta forma. Por razones religiosas o porque prefieren una escolaridad no convencional, son cada vez más numerosos los padres que han decidido educar a sus hijos en el hogar.

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Hace veinte años esos padres habrían infringido las leyes de los países, pues sólo los maestros certificados estaban autorizados a impartir enseñanza en el hogar. Pero hoy los padres que toman estas decisiones pueden hacerlo sin temor a ser sancionados y disponen de un vasto conjunto de recursos y ayudas. En los países desarrollados casi todo el mundo conoce a alguien que practica la enseñanza en el hogar y si bien a algunos todavía puede parecerles raro, el asunto ya no despierta suspicacia ni hostilidad.

Según ciertas estimaciones, en Estados Unidos por ejemplo, el número de niños educados en casa pasó de 50.000 a mediados de los años ochenta a por lo menos un millón en la actualidad. Aunque representan un 3% de los niños en edad escolar del país, su número está en constante aumento. La escuela en el hogar es la forma de educación privada más difundida, después de la enseñanza dependiente de la Iglesia Católica.

Los métodos de la enseñanza en el hogar son muy diversos. Son los padres los que por lo general elaboran los planes de enseñanza. Cientos de editoriales producen manuales adaptados a este tipo de enseñanza, que se venden, en particular a través de Internet, en el mundo entero y reflejan una amplia diversidad de filosofías y enfoques educativos, desde cursos por correspondencia sin orientación religiosa a materiales que exaltan los fundamentos de las Escrituras religiosas.

Según algunos estudios, los niños formados en el hogar obtienen resultados muy superiores a los promedios en las pruebas generales a que se les somete, si bien no existen suficientes bases para sacar conclusiones definitivas. Uno de los mejores índices del éxito de la educación en el hogar es su reconocimiento por un número cada vez mayor de institutos y universidades en los países desarrollados. Numerosos establecimientos aceptan actualmente las calificaciones de los alumnos realizadas por los padres.Como podemos ver se trata de un tema novedoso e interesante que nos plantea la inquietud siguiente: ¿Hasta qué punto podemos intervenir en la educación de nuestros hijos? ¿Será que estas formas de educación en el hogar van a ser cada vez más importantes, especialmente cuando se considera que el sistema educativo oficial va a estar cada vez más en manos de personas que no dan suficiente importancia a los aspectos espirituales, trascendentes y religiosos de la persona, como se está viendo en España y en los demás países desarrollados? Pensamos que el ambiente de los hogares que hacen parte de una pequeña comunidad EAS se presta para que de alguna forma intervengamos en forma activa para que el hogar sea un centro importante de una nueva educación que no se base solamente en la idea de “alumnos enclaustrados en la escuela como monjes en un monasterio”.

Los hogares como nido de amor

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Parece que fuera un lugar común que el hogar es una fuente de amor, de tal manera que hablar de ello puede sonar repetitivo y sin mayor importancia. Pero, ¿cómo se logra que todos aprendamos las rutinas del amor en familia, amor que luego se riegue por el entorno para crear un mundo más amable?

Uno de los aspectos fundamentales de nuestra vida, es el de relacionarnos con otras personas. En la casa, en el trabajo, en la calle, continuamente nos estamos relacionando. Nosotros le damos más importancia a ciertas relaciones. Con ello estamos dando a entender que las relaciones hacen parte de nuestro plan de vida, de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser, que los medios y las posibilidades de nuestra vida no provienen de un ser aislado, sino de una red de relaciones. Es nuestra interacción con los demás la que nos provee los recursos para vivir y esto tiene una influencia decisiva en la calidad de nuestra existencia.

Ciertamente, valoramos nuestra privacidad (nuestro tiempo para estar solos): nos gusta tener paz y poder aislarnos del mundo por un rato... pero no pasa demasiado tiempo sin que busquemos la compañía de otras personas. De ahí que valoremos entablar conversaciones que nos nutran y estimulen, que nos den alegría y nos entretengan, que nos den satisfacción y un sentimiento de plenitud y logro.

El hogar es un espacio excelente para conocer, disfrutar y practicar las dos caras de la moneda: la de la privacidad y la de la relación. Es un espacio privilegiado para aprender a estar en soledad y par aprender a conversar. El hogar como nido de amor permite aprender a conversar y a interactuar en medio del respeto mutuo, de la amabilidad, de la atención cariñosa y estimulante, del interés y del asombro por el otro, de la solidaridad y de la celebración en grupo. El hogar como nido de amor, permite que haya espacios para el silencio, para estar solos, para meditar, para reflexionar y estudiar. Lograr esa equilibrada dualidad es una tarea continua y que vale la pena intentar diariamente. La pequeña comunidad EAS nos permite apreciar en los distintos hogares que la conforman, cómo se va construyendo esa rica vida de relaciones y nos permite aprender los unos de los otros y llevar nuestros aprendizajes y enseñanzas a los distintos mundos en que actuamos. Nuestra existencia es una existencia colectiva, ya que vivimos y trabajamos con una gran cantidad de personas. Existimos con los demás: necesitamos de ellos y nos apoyamos en ellos. Las relaciones y las conversaciones nos permiten coordinar las acciones con las demás personas. Gracias a esta coordinación, obtenemos los distintos objetivos de la vida práctica. Esto se aprende y se aplica en nuestras simples familias y luego lo extendemos en todos los ámbitos, incluyendo el de los grupos humamos altamente especializados, en los cuales las personas trabajan juntas compartiendo sus conocimientos.

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Si las relaciones son tan importantes, entonces, uno de los grandes desafíos de nuestra vida es construir y mantener relaciones positivas. Podemos decir que las relaciones positivas, son aquellas que proveen el contexto en el cual podemos aprender, crecer y sentirnos bien con nosotros y con lo que estamos logrando. La confianza permite que las relaciones positivas florezcan y se desarrollen. Cuando la confianza se erosiona, las relaciones se deterioran. Las dudas que podemos tener acerca de otra persona, actúan como un veneno o un cáncer, esparciéndose rápidamente y saboteando la relación.

En el hogar como nido de amor, podemos aprender a confiar en el otro, a sentir comodidad con el otro, a experimentar las relaciones positivas. En la pequeña comunidad podemos ensayar la confianza con personas externas al hogar, hasta sus límites más extremos, sabiendo que Cristo, el garante de toda relación, el fiador del otro, está en medio de nosotros. Existe también la posibilidad de que desconfiamos de alguien, sea extraño, o a alguien que conocemos desde hace tiempo. La desconfianza tiene un impacto devastador en nuestras relaciones y sobre la calidad de las conversaciones que suceden dentro de ellas: silenciosamente, comenzamos a dudar de las motivaciones y conductas de los demás y, al hacerlo, cambiamos nuestras propias conductas hacia ellos. Con ello se crea un círculo vicioso que daña las relaciones.

Aunque la confianza es un componente indispensable de las relaciones positivas y productivas, la consideramos dada por hecho demasiado rápidamente. Sólo nos preocupamos por ella, cuando sentimos que se ha roto. La confianza es un elemento muy frágil de las relaciones, que necesita nutrición continua. La confianza es el cemento que mantiene unidas las relaciones. El hogar, como nido de amor, es un generador continuo de buena voluntad y de confianza.

La confianza es una mezcla de sensación interna y de fenómeno lingüístico (juicio o opinión). Con nuestros juicios y opiniones creamos realidades que solidifican las sensaciones internas. Cuando confiamos en el otro declaramos que es sincero, confiable y competente para algo que tiene que ver con nosotros. Confiar o no hacerlo, siempre conlleva nuestra opinión, acerca de estos tres puntos.

Juzgamos la sinceridad, cuando evaluamos si alguien es genuino o tiene intenciones ocultas. Juzgamos la confiabilidad, cuando necesitamos comprobar que alguien puede cumplir con sus compromisos (por ejemplo, entregando los trabajos en tiempo y con la calidad convenida). Y por último, juzgamos la competencia cuando reconocemos que alguien posee las habilidades necesarias, para completar satisfactoriamente una tarea.

Es por esto que la confianza también está ligada a nuestra identidad. La reputación o la imagen que las personas tienen de nosotros, ya sea

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positiva o negativa, no puede estar divorciada de los juicios que nuestro entorno hace acerca de nuestra sinceridad, confiabilidad y competencia. Las conversaciones que las personas desean -o no- tener con nosotros, y las relaciones que desean -o no- desarrollar, estarán fuertemente influenciadas por nuestra identidad.

Como creamos nuestra reputación a través de nuestras acciones, gran parte de esta reputación proviene de la manera en que nos relacionamos con los demás: la manera en que hacemos y respetamos los acuerdos. ¿Coinciden nuestras palabras con nuestras acciones?

El hogar como nido de amor, es un taller donde vamos construyendo nuestras identidades y nuestra coherencia, nuestra reputación y nuestra imagen. Entre todos nos ayudamos y nuestra confianza mutua, nuestras opiniones estimulantes y cariñosas, van cimentando realidades que valen la pena, van apagando la incoherencia y despertando la belleza interior, nuestra verdadera esencia amorosa. La pequeña comunidad es otro taller donde armamos la confianza convirtiendo a los extraños en amigos confiables, sinceros y capaces y Cristo, el maestro de estos dos talleres, es el modelo y la fuente mayor de coherencia. Las relaciones que se rompen, siempre tienen un alto costo: emocional, físico, mental... o económico. Nuestro dolor, ya sea como individuos, como familias, equipos de trabajo, o sociedad, proviene de no tener relaciones de calidad y altamente confiables. Por esto, podemos mejorar nuestros resultados, nuestra satisfacción y nuestra calidad de vida en general, si no descuidamos la importancia de nuestras conversaciones y trabajamos en ellas, día a día... desarrollando confianza!

De ahí la importancia de conversar en el hogar y en la pequeña comunidad. De ahí la importancia de la amistad.

El hogar y la lectura: desafíos para todos nosotros.

Hablamos de la importancia de los espacios privados y de los espacios de la conversación en el hogar. Hablamos de que el hogar puede ser muy importante en la educación. Se nos ocurre entonces que vale la pena hablar de la lectura, ya que la lectura puede contribuir fundamentalmente a los aspectos anteriores. Cómo ayudar a que los hijos pequeños a aprender a leer

Aprender a leer y a escribir es una de las destrezas más importantes que los niños deben adquirir. Gran parte del aprendizaje de la lectura puede llevarse a cabo en el hogar. Las siguientes ideas prácticas son el resultado de investigaciones que indican la manera en que los padres de familia pueden ayudar a los niños a que aprendan a leer mejor. Los

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invitamos a que participe activamente en la educación de sus hijos y hagan estos ejercicios de lectura en el hogar.

El aprender a leer bien implica el desarrollo de habilidades importantes, entre las cuales están:

Usar el idioma en conversación Escuchar y responder a las historias que se leen en voz alta Reconocer y nombrar las letras del alfabeto Escuchar los sonidos de la lengua hablada Conectar los sonidos a las letras para descifrar el código de la

lectura Leer de tal manera que los sonidos se reconozcan fácil y

automáticamente Aprender y usar nuevas palabras Comprender lo que se ha leído

Los maestros de preescolar preparan el camino para que nuestros hijos aprendan a leer. Los maestros de primero, segundo y tercer grado tienen la tarea de desarrollar las destrezas que los niños van a utilizar todos los días por el resto de sus vidas. Como padres familia podemos ayudar a nuestros hijos, entendiendo lo que los maestros les están enseñando e informándonos acerca del progreso que tienen y del programa de lectura que se está llevando a cabo en la clase.

Podemos ayudar a los hijos a convertirse en buenos lectores. Aprender a leer requiere mucha práctica, más práctica de la que los niños tienen durante el día en la escuela. Para ello:

Enséñenles los sonidos del idioma. Esto se hace ofreciendo a los niños la oportunidad de practicar los sonidos que componen las palabras. Los niños aprenden a agrupar los sonidos para componer palabras y a separar las palabras en cada uno de los sonidos. Enséñenles las letras del alfabeto, ayudando a los niños a reconocer el nombre y la forma de cada una de las letras.

Ayuden a los niños a aprender y a utilizar palabras nuevas. Lean con los niños todos los días. Los maestros leen con expresividad y hablan con los niños sobre lo que están leyendo. Pero esto lo podemos reforzar en el hogar.

Practiquen los sonidos de la lengua. Léanles libros de versos y rimas. Enseñen a sus hijos rimas, poemas cortos y canciones. Hagan con ellos juegos de palabras fáciles. Ayuden a sus hijos a separar los sonidos que forman las palabras oralmente y luego a unirlos de nuevo, a separar los sonidos de las palabras, a escuchar los sonidos del comienzo y del final y a agrupar los sonidos que ha separado. Cuando ya sus hijos están empezando a leer:

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Ayuden a que practiquen las relaciones entre las letras y los sonidos que están aprendiendo, estimulándolos para que lean libros fáciles y para que escriban palabras, frases, mensajes y pequeños relatos. Ayuden a que las vean en etiquetas, cajas, periódicos, revistas y letreros.

Escuchen a sus hijos leer las palabras y los libros que traen de la escuela. Sean pacientes y escuchen mientras sus hijos practican. Demuéstreles lo orgullosos que están de su progreso en la lectura.

Si sus hijos ya saben leer

Continúen enseñando la relación letra-sonido a los niños, puesto que ellos requiere de buena práctica. Los niños necesitan un promedio de dos años de instrucción para aprender bien las relaciones entre letras y sonido y para aprender a deletrear y a leer bien. Enseñen el significado de las palabras, especialmente las palabras que son importantes para entender las lecturas que van haciendo. Enseñen a los niños la importancia de conocer el significado de las nuevas palabras, de distintas maneras. Puesto que los maestros no pueden enseñar a los estudiantes el significado de todas las palabras que ellos ven o leen, se les debe enseñar a usar el diccionario para aclarar el significado de las palabras. Se debe conversar con ellos sobre cómo utilizar las palabras conocidas y las partes de una palabra para deducir el significado de otras y a utilizar el contexto de la oración para deducir el significado de una palabra.

Ayuden a los niños a entender lo están leyendo. Lean con ellos libros conocidos. Los niños necesitan practicar la lectura con comodidad y deben leer con expresión los libros que ya conocen. Fomenten la precisión de la lectura. Mientras su hijo lee en voz alta, señálele las palabras mal leídas y ayúdele a leerlas correctamente. Si usted interrumpe la lectura para concentrarse en una palabra, haga que su hijo lea nuevamente toda la oración para asegurarse de que entiende el significado de lo que lee.

Ayuden a mejorar la comprensión de la lectura. Hablen con sus hijos acerca de lo que están leyendo. Háganles preguntas sobre las palabras nuevas y sobre lo que ha pasado en el cuento o lectura. Hágale preguntas sobre los personajes, lugares y acontecimientos. Pregúntele qué aprendió en el libro que acaba de leer. Anime a su hijo a que lea por su propia cuenta.

Conviertan la lectura en una actividad de cada día. Esto se puede hacer conversando con los hijos durante las comidas y en otros ratos que estén juntos. Los niños aprenden palabras más fácilmente cuando las

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oyen frecuentemente. Aprovechen toda oportunidad para presentarle palabras nuevas e interesantes.

Lean juntos todos los días. Dedique tiempo para contar cuentos, hablar de fotografías y aprender palabras. Talleres de lecturas en el hogar

Antonio Hortelano siempre ha señalado la importancia de los talleres de lectura en los EAS y nos ha convocado a conformarlos, desafortunadamente sin mucho éxito. Se nos ocurre proponer la idea de convertir el hogar en un taller de lectura, mediante algunas actividades enfocadas en la lectura con los hijos.

Convirtámonos en lectores y escritores. Los niños aprenden las costumbres de las personas que los rodean. Estos hermosos hábitos se difunden con el ejemplo.

Vayamos a las distintas bibliotecas de nuestra ciudad con frecuencia. Las bibliotecas tienen actividades para toda la familia, como por ejemplo, lectura de cuentos, servicio de computadoras, conferencias, videos, exposiciones, ayuda con las tareas y otros eventos para el disfrute de toda la familia. Además la biblioteca es una fuente enorme de buenos libros que podemos prestar sin ningún costo.

Conversemos sobre nuestras lecturas. Aprovechemos los momentos en que estamos juntos para compartir lo que aprendemos y disfrutamos cuando leemos. En esa forma nos vamos desprendiendo de la timidez y de la indiferencia.

Es espacio de la pequeña comunidad puede ser aprovechado para compartir lo que leemos con los demás. Así vamos regando la sabiduría propia y colectiva con el agua de la amistad.

Feliz Navidad y un año 2007 lleno de amistad, de compartir, de aprendizajes, de salud y de

paz interior y vida cristiana que valga la pena, les desea el Comité de Formación de los EAS de

Colombia.

Agradecemos mucho la atención cariñosa que han puesto a las distintas actividades que

hemos hecho.

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