El Grito Arjentino
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Capítulo 2. Los primeros periódicos satíricos ilustrados. El Grito Arjentino y
Muera Rosas!
El 1 de diciembre de 1839, un hombre fue fusilado en la cárcel por las
fuerzas del gobierno de Rosas. El día anterior lo habían capturado mientras
caminaba por la ciudad. Lo empuaron contra un zaguán, ! tantearon "uizá entre
los pliegues de sus ropas# buscaban un papel, un impreso fácilmente reconocible,
por"ue además de letras lle$aba impresas imágenes infamantes para la causa
oficial. El hombre, suizo, o acaso napolitano, o franc%s, fue preso ! fusilado de
inmediato. &u nombre era '%li( )iola, de profesi*n reloero ! +profesor de física
di$ertida. -urante la d%cada de 18/ había alcanzado cierta notoriedad
entreteniendo a los porte0os con algunos espectáculos de +fantasmagorías en el
oliseo 2ro$incial.1 einte a0os más tarde, las fantasmagorías !a no se
pro!ectaban en p4blico sino en pri$ado# para $er las imágenes del peri*dico "ue
)iola repartía clandestinamente en 5uenos 6ires ! sus alrededores había "ue
trasladarse, por eemplo, hasta los aposentos de las hermanas ictoriana Elías !
Rafaela Elías del &ar, ! buscar entre sus ropas, cuidadosamente resguardados, los
eemplares de un peri*dico "ue se hace oír desde su título# El Grito Arjentino.
Entre la %pica ! la tragedia, el asesinato de )iola es el episodio final del relato con
"ue 6ntonio &omellera, marino ! dibuante "ue reconstru!e sus a0os de
conspirador durante el segundo gobierno de 7uan anuel de Rosas, e(plica a la
posteridad, encarnada en el p4blico de fines del siglo : al "ue se dirige, su
decisi*n de abandonar 5uenos 6ires ! emigrar a onte$ideo. 2ero esta pe"ue0a
narraci*n "ue ilumina tambi%n el lugar de la imagen impresa en los a0os más
$iolentos del rosismo ! sobre todo, el modo en "ue el imaginario sobre las
relaciones entre práctica política, $ida cotidiana ! práctica intelectual fue
articulándose en un relato 4nico, coherente ! "ue debía aparecer como clausuradohacia mediados de la d%cada de 188/.3
2or"ue si la imagerie es parte importante, formal e informal, de la
+política semi*tica ;&al$atore 199 el ingreso de
palabras e imágenes impresas "ue llegaban desde la otra orilla del Río de la 2lata
podía resultar un arma eficaz por su mera circulaci*n. ;6sí lo consideraba
tambi%n, por eemplo, -omingo '. &armiento, al asegurar "ue su Facundo, un
+pobre libro, había llegado, aado de puro manoseado ! leído, hasta la casa del propio tirano=. on$ertido en libelo, el peri*dico no s*lo difama ! denuncia, sino
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"ue, en tanto obeto, transforma a "uien lo porta ?al menos, ante la mirada oficial?
en un conspirador. @ así como el El Grito Arjentino ! Muera Rosas! in$ierten
e(plícitamente la consigna oficial +mueran los sal$aes unitarios, la e(istencia !
circulaci*n de estos peri*dicos, ilustrados ! clandestinos, es un arma de guerra
"ue in$ierte sim%tricamente el uso de la di$isa federal# accesorio del guardarropas
"ue debe permanecer oculto, su $alor se descubre al ser +$isto. La posibilidad !
el riesgo "ue le dan esta $isibilidad está puesta en su 4ltima página# allí donde,
tras las e(plicaciones de la letra, cada n4mero trae una litografía impresa, una
imagenAidea "ue identifica ! postula la unidad ideol*gica de sus lectores.
I. El Grito Arjentino
Propaganda revolucionaria
-os a0os escasos median entre la publicaci*n de El Grito Arjentino ;cu!as
33 entregas salieron por la :mprenta de la aridad de onte$ideo, entre el el >
de febrero ! el 3/ de unio de 1839= ! ¡Muera Rosas! ;cu!os 13 n4meros
aparecieron tambi%n en onte$ideo ?seg4n 2alcos ;193>= ! 2raderio ;191 ! el 9 de abril de
18>=. 6mbos peri*dicos han sido estudiados como un continuo en el "ue la
argumentaci*n política ! los moti$os constructi$os, tanto $erbales como ic*nicos,
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se agudizan pero no $arían cualitati$amente.B Cno ! otro comparten condiciones
materiales ! t%cnicas de producci*n ! circulaci*n, ! son redactados de manera
an*nima. 6lgunos testimonios contemporáneos a su producci*n confirman la
percepci*n de esta continuidad entre ambos. 6sí, un peri*dico monte$ideano
tambi%n opositor a Rosas, El Centinela Oriental, comenta#
uera Rosas. on este título ha aparecido un nue$o periodico semanal por laimprenta del ompas# hemos leido su n4mero primero, ! nos ha parecido unacontinuacion del GRITO ARGETIOD 1# por"ue Fmuera RosasG es el grito detodos los pueblos de la Rep4blica 2rimogenita de a!oD . por"ue la tendenciade este nue$o peri*dico es indudablemente la misma "ue la de a"uel otro, "ueseg4n se ha pretendido, fu% el motor 4nico de todas las re$oluciones "ue sehicieron en 5uenos 6!res contra Rosas. Hosotros creemos "ue ese grito tu$o en
todos los habitantes del 2ueblo desgraciado "ue Rosas domina una influencia,terrible para el tiranoD pero no pensamos "ue %l solo ha!a sido la causa de "ue losargentinos dispertasen del $ergonzoso letargo en "ue $i$ianD ;I=. &in embargocreemos "ue el Jrito 6rgentino fue la $oz de Fá la cargaG "ue se dio contra eltiranoD por"ue desde entonces se multiplicaron los sacrificios, el mo$imiento fu%mas pronunciado ! se aceleraron los momentos de la %poca desgraciada "ue ha
pasado. E GRITO ARGETIO como ¡M"ERA RO#A#! son peri*dicos mu!necesarios en las circunstancias actuales. Ellos por lo menos sir$en para fortalecer el corazon de los patriotas, ! lanzar anatemas sobre las cabezas criminales de losescla$os, "ue, por mas corrompidos "ue sean, al fin han de temblar ! rendirse.on la constancia, el garrote, * el acero se amanzan las fieras * se destru!en. ; El Centinela Oriental , K, 1A1A18>=.
La historia de la prensa atribu!* los te(tos e imágenes publicados por El
Grito Arjentino ! Muera Rosas! a un grupo en el "ue se repiten los nombres de
iguel an% ;padre= ! 7uan 5autista 6lberdi, ! alternan, entre otros, los de
6ndr%s Lamas, alentín 6lsina, Luis L. -omínguez, 7uan )hompson, iguel
:rigo!en +! otros ?para el primero? ! 7os% ármol, Esteban Eche$erría, 7uan
aría Juti%rrez ! Jer$asio 2osadas ?para el segundo.
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+papeles? hace inteligible el pasado com4n. @ al mismo tiempo, estabiliza el
presente para "uienes se saben protagonistas de a"uel pasado, sobre$i$ientes, !
"uieren legar una $ersi*n para +la posteridad.11 2or su mismo carácter de
totalizaci*n, los trabaos de Minn!, pioneros en la historiografía de la prensa,
comparten al menos parcialmente esa $ocaci*n.
En tanto peri*dicos clandestinos ! militantes, El Grito Arjentino ! Muera
Rosas! reconocen una serie de $ínculos formales, argumentati$os ! funcionales
con el conunto de las publicaciones contemporáneas de los e(iliados de
onte$ideo, cu!o fin com4n es la propaganada política. En este sentido, son
puntos más o menos $isibles de una constelaci*n en la "ue ha! "ue incluir a los
mencionados El Tirteo, El Talism$n, El Iniciador, ! a la Re(ista del %lata, por"ue
participan de un repertorio de argumentos ! recursos de escritura muchas $eces
comunes, como comunes son muchas $eces sus e(plícitos o solapados autores.
2ero aun desde una perspecti$a totalizadora de los impresos del período ha! dos
cuestiones "ue ustifican una reconsideraci*n de esos dos peri*dicos. La primera,
el uso de la sátira como recurso político, "ue se insin4a, ocasional o acotado a
ciertas composiciones en algunos de estos peri*dicos, tiene en El Grito Arjentino
! Muera Rosas! un lugar pri$ilegiado, a partir de la articulaci*n entre palabra e
imagen. La segunda, el "ue, e(aminados de cerca, El Grito Arjentino ! Muera
Rosas! muestran entre sí una serie de diferencias "ue $an más allá de los matices.
6un manteniendo el blanco de los ata"ues "ue los dos practican tanto en cla$e
seria como en cla$e satírica, el p4blico al "ue se dirigen, la po%tica ! el conunto
de elementos iconográficos a los "ue cada uno recurre ! el inestable e"uilibrio
entre sátira ! admonici*n "ue ensa!a cada uno merece una lectura diferenciada
"ue permita sopesar ! re$isar a"uellas continuidades.
Ver, oír, leer, escuchar
NEOl lector de un peri*dico dispone de más libertad de espíritu "ue el simpleo!ente. 2uede refle(ionar sobre lo "ue lee en silencio, ! a pesar de su habitual
pasi$idad cambiar de lectura, no leer el peri*dico "ue se le brinda o leer s*lo lo"ue a su pasi*n le agrada. 2ero el "ue tiene "ue recibir lo "ue se le mete por eloído ! por los oos, contra su $oluntad, a$i$ada la memoria por el coad!udante taneficaz del miedo, no tiene otro remedio "ue hospedarlo en la mente intensamenteimpreso.1
B
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Estas refle(iones, "ue hacia 19/K 7os% aría Ramos eía dedica a los medios de
propaganda del rosismo, proponen un mecanismo sutil "ue e(plica el pasae de la
impresi*n a lo impreso, en el "ue ocupan un lugar central las pasiones ! la
sensualidad de los sentidos. En la cita, el lector de peri*dicos ha "uedado
desarticulado# solo "uedan de %l oos ! oídos $ulnerados, mientras el miedo toma
cuerpo, personificándose en un eica- coad&udante NsicO. La lectura, considerada
como práctica acti$a, se perturba por la in"uietante alusi*n de los pronombres
obeti$os ;+lo "ue se le mete por el oído ! por los oos=, ! se re$ela amenazada
por el funcionamiento de una memoria in$oluntaria pero persistente, "ue desborda
al indi$iduo ! lo e(pone a la circulaci*n, necesariamente social, de las palabras !
las imágenes. omo corresponde a un relato "ue busca organizar una memoria
nacional, el ensa!o de Ramos eía ol$ida para recordar# leer ! oírD $er, leer !
tener o no $oluntad de memoria son, durante los a0os del segundo gobierno de
Rosas, opciones "ue organizan un entramado "ue no es e(clusi$o de la política
oficial del r%gimen. Este entramado puede reconocerse como ee central de las
estrategias ret*ricas de dos peri*dicos en los "ue unitarios, +lomo negros !
algunos hombres de la +o$en generaci*n entran en la guerra de papeles desde el
cruce entre letra e imagen.
Esta +guerra $isual, letrada e iconográfica, tiene una historia "ue parte de
las re$oluciones republicanas.
El dislocamiento del :mperio produo un $acío de imágenes de poder, acentuadoal retirarse de los espacios p4blicos los retratos del monarca espa0ol ! losemblemas del 6ntiguo R%gimen. Los gobiernos posre$olucionarios intentaronllenar ese $acío apelando a la simbología republicana, adecuada seg4n la lecci*nfrancesa para la formaci*n de las almas. 'ue, sin embargo, el r%gimen rosista ;I=el "ue logr* cubrir plenamente tal $acío de imágenes con la utilizaci*n
programática de la efigie de 7uan anuel de Rosas, "ue comparti* el lugar de los
santos en templos ! festi$idades, ! se asoci* a la iconografía republicana acordecon el discurso político enunciado ret*ricamente desde la &ala de Representantes.;6migo# 11=.
La saturaci*n del +$acío, "ue era marca del proceso re$olucionario, fue
eficazmente resuelto por Rosas a tra$%s de una política de Estado "ue buscaba
unificar, mediante la inscripci*n ! circulaci*n de ciertas imágenes en soportes
determinados, $ida pri$ada ! $ida p4blica. El uso "ue el gobierno de Rosas hacía
de los retratos del Restaurador ! de su esposa, Encarnaci*n Ezcurra, ! del culto de
sus imágenes en soportes de circulaci*n pri$ada ! cotidiana ?de abanicos a piezas
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de menae, de tapizado del mobiliario a pa0os para el interior de los sombreros?
e$idenciaba un maneo aceitado ! una conciencia particularmente sensible al
maneo de esos resortes para la producci*n ! e(presi*n del consenso.13 La
profusi*n ! el modo en "ue las imágenes ?no solo impresas? ! el impacto $isual
fueron centro de la liturgia política rosista ! ?particularmente durante el segundo
gobierno de Rosas? de las celebraciones ! fiestas p4blicas muestra además la
percepci*n de una herramienta eficaz para atraer ! sostener la adhesi*n de
p4blicos políticos $astos ! heterog%neos# cual"uiera ?o meor, todos? los
habitantes de la ciudad ! la campa0a eran interpelados por el carácter patrio de las
fiestas +ma!as ! +ulias. 2articipar de su celebraci*n siendo parte de un ritual
partidario en sus símbolos se con$ertía así en un modo de asimilaci*n e
identificaci*n en el "ue e(periencia comunitaria ! práctica política se solapan a
tra$%s de un $italismo "ue coloca la adhesi*n política en un umbral indeciso entre
la espontaneidad ! la absoluta deliberaci*n.
@ el primer problema "ue se proponen ! enfrentan los integrantes de la
redacci*n de El Grito Arjentino es ustamente ese# c*mo combatir esa l*gica
política del rosismo. -esarticular sus mecanismos ! sus consecuencias implicaba,
por tanto, encontrar una estrategia "ue no se reduera a la insistencia en el t*pico
de la iconoclasia. &ensibles al poder de las imágenes, los redactores de El Grito
Arjentino eligieron, en un primer mo$imiento, cambiar el foco del problema del
ee de la representaci*n, al de la con$ocatoria a la producci*n colecti$a de una
iconografía. Letra e imagen se articularían en un pro!ecto com4n, orientado por
una elecci*n de p4blico sectorizada ! e(plícita#
Ho hablamos con los hombres "ue están enterados de las cosasD sin*solamente con la ampa0a, ! con a"uella parte de la iudad, "ue no sabe
bien "uien %s Rosas, por"ue solo $% la embustera Jaceta ercantil.Csar%mos, por lo mismo, de un estilo sencillo, natural, ! lo mas claro "ue
podámos. ;EJ61, >AA1839=.
er la Gaceta o bien ablar con el estilo natural & sencillo del Grito. La
oposici*n entre estos dos modos de tomar contacto con sendos peri*dicos sit4a
con claridad a El Grito Arjentino en la disputa del sector popular del p4blico a la
prensa oficial !Po simpatizante del r%gimen rosista, "ue ?tal como ha se0alado
7orge !ers? emergi* a tra$%s de +la aparici*n de una escritura p4blica dirigida
principalmente a un p4blico de precaria formaci*n intelectual, cuando no
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enteramente iletrado, fen*meno "ue constitu!* +uno de los rasgos más
llamati$os del periodismo patrocinado por los seguidores de Rosas. 1> @a en los
primeros a0os de la d%cada de 183/, este tipo de publicaciones circulaban desde
los dispositi$os con los "ue e(perimentaba la gauchesca, en los diarios de Luis
2%rez ; El Gauco, a Gauca, El Toro del Once, 183/=. Qtras publicaciones
peri*dicas, como El l$tigo ederal o el risue/o ;dirigido por 7uan Laserre ! en el
"ue colabor* arlos )errada= daban una $ersi*n no gauchesca del fen*meno "ue
incorporaba la tradici*n letrada hispanizante de corte mordaz ?retomando, de
hecho, g%neros tradicionales de la sátira del siglo de Qro, como la letrilla?,
transmutada en popular gracias a la sedimentaci*n de esos clásicos. 6sí, se
politiza el uso de la tradici*n espa0ola de modo "ue sir$a de ilustrati$o contraste a
las $ersiones +afrancesadas, *$enes o modernas de la ret*rica $erbal ! mental,
en un mo$imiento similar al "ue e(plicita El lechuguino en su pol%mica con los
*$enes del &al*n Literario.1B
2or otra parte, la apelaci*n pri$ilegiada a la +ampa0a ! a ciertas
+partes de la +ciudad "ue se $erifica en el fragmento citado es una constante en
El Grito Arjentino, ! no un dato menor. El primer n4mero de El Grito Arjentino se
public* el B de febrero de 1839. El día anterior 'ructuoso Ri$era había declarado
la Juerra a RosasD dos días despu%s se produo el pronunciamiento de 5er*n de
6strada contra Rosas. El 4ltimo n4mero, del 3/ de unio del mismo a0o, parecía
anticipar el inminente triunfo de las fuerzas opositoras a 5uenos 6ires# tres días
antes se había producido el doble asesinato de anuel icente ! Ramon aza, !
tres días despu%s, el de ulio, 7uan Jalo La$alle desembarcaba en la isla artín
Jarcía. El peri*dico acompa0* el mo$imiento de la onspiraci*n de azaD1
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+puebleros +poco informados, +hombres de color ; El Grito Arjentino = fue
parte de la estrategia de propaganda re$olucionaria "ue ser$iría de base además
para otros alzamientos, como el de los +Libres del &ur, "ue estall* en octubre de
1839, pocos meses despu%s de la clausura del peri*dico. 6firma ngel 7.
arranza#
el Jrito 6rgentino, peri*dico ilustrado "ue aparecía en onte$ideo contra Rosas,no solo era leído ! comentado por los gauchos en las pulperías, en los alegresfogones de las cocinas ! en los corrales "ue son su escuela fa$orita, sino "uecirculaba tambi%n por las carretas en "ue sus familias concurrían a esas fiestasagrestes, penetrando hasta en las car0as de los oficiales de milicias, con$ertidas!a en foco de discusi*n política, pues era unísona aun en los mas apartadose(tremos de la campa0a la idea de profunda repulsion hácia don 7uan anuel.
;arranza 188/=
Ho obstante la mirada de arranza es seguramente sesgada a fa$or del peri*dico !
su n4cleo de redactores, la cita es 4til en tanto ilumina el modo en "ue a4n hacia
fines de siglo se recordaba el carácter rural ! popular del semanario.
&i en sus 4ltimos n4meros El Grito Arjentino insiste en anunciar "ue la
hora de la caída de Rosas es inminente,19 el cese del peri*dico ?hecho del "ue no
se registran otras noticias? parece responder a un ine$itable pasae de la palabra a
la acci*n ;aun"ue ese pasae termin* teniendo un signo diferente al "ue esperaban
los conurados de aza, dada la delaci*n "ue frust* el le$antamiento ! la
posterior persecuci*n "ue sufrieron "uienes estaban in$olucrados en %l=.
6 lo largo de los cuatro meses "ue recorren sus treinta ! tres ediciones, El
Grito Arjentino acompa0* desde mu! cerca cada uno de los mo$imientos tácticos
de las fuerzas opositoras, insistiendo en sostener un frente 4nico opositor "ue
borrara las diferencias partidarias, generacionales, sociales, raciales ! aun
erár"uicas. 2ara ello, apel* sistemáticamente al imaginario de la Re$oluci*n de
a!o como punto de confluencia de un sistema de $alores en el "ue $alentía,
heroísmo ! honor se oponen a la mentira, cobardía ! corrupci*n encarnada
principalmente en Rosas ! en Hicolás ! )omás anuel 6nchorena./
En este sentido, El Grito Arjentino no s*lo participa plenamente del
periodismo +de opini*n propio del siglo :, sino "ue además manea un
conunto de moti$os bastante acotado en el "ue la nue$a informaci*n "ue se
transmite se inserta en una cadena argumental ! en un sistema de imágenes !
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símbolos "ue cada uno de sus treinta ! tres n4meros reitera. Estos moti$os son# el
carácter impío de Rosas, su cobardía, su falta de lealtad hacia "uienes le
permitieron el ascenso al poder e incluso hacia sus ser$idores más obsecuentes !
hacia sus +amigos ;como +6rbolito o +2ancho el 0ato=D sus borracheras, su
crueldad e inmoralidad pri$adas ;a los redactores de El Grito Arjentino les
preocupa especialmente el modo en "ue Rosas, al parecer, se ocupa de +soplar con
el fuelle a +sus mulatos=D el carácter secreto ! conspirati$o de su gobierno ?cu!a
forma más e$idente es el ocultamiento del propio Rosas en su casa o sus
cuarteles?D la falsedad de la informaci*n "ue su gobierno pone a circularD la
mal$ersaci*n de los fondos p4blicos ! la apropiaci*n del patrimonio estatal, en
conni$encia con los 6nchorenasD la persistencia de Rosas en todos estos rasgos ?
dada por la reconstrucci*n de su biografía p4blica, sobre todo a partir de su
actuaci*n como militar desde la d%cada de 18/?D la destrucci*n de instituciones
p4blicas destinadas a los +pobres como hospitales, escuelas de primeras letras !
la asa de u%rfanosD el odio de las pro$incias hacia Rosas. +:mpíos !
+sal$aesD +traidores e +inmundos eran, e$identemente, los epítetos "ue
acompa0aban a los +unitarios en los lemas notariales ! cotidianos del discurso
oficial. omo se ad$ierte en una mirada rápida, la ma!oría de los moti$os "ue
e(pone El Grito Arjentino no hacen sino re$ertir sobre Rosas algunos de los
t*picos más socorridos del discurso rosista en la construcci*n del +discurso antiA
unitario ;-omínguez 6rribas# BB9= desde 189, tanto por la prensa oficial ; a
Gaceta Mercantil ! el Arci(o Americano=, como en los Mensajes ! otras
comunicaciones menos formales del gobierno.1
La $oluntad didáctica manifiesta en el n4mero inicial de El Grito
Arjentino te0irá su discurso $erbal e ic*nico, entroncándolo con la sátira en su
$ersi*n latina, moralizante, ! aleándolo del humorismo costumbrista de los a0osinmediatamente anteriores, tanto en sus $ersiones te(tuales ?inclu!endo los
+cuadros de 7uan 5. 6lberdi, 7os% ármol o, más ocasionalmente, de los
im0rom0tu costumbristas ! zumbones "ue &armiento desliza en artículos de
prensa o en sus pol%micas personales? como del costumbrismo plástico de los
grabados popularizados por 5acle. 2ero pese a la asimetría de competencias "ue
supone este uso +morato de la sátira, El Grito Arjentino busca, al menos en su
mo$imiento inicial, encontrar en sus lectores socios para la construcci*n de unimaginario com4n del presente "ue se pro!ecta hacia una comunidad futura. 6sí,
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en uno de sus primeros n4meros el peri*dico agradecerá a sus colaboradores
designándolos como +coescritores. -esde esta perspecti$a, las ideas de escritores
! lectores ?no importa "ui%n eecute el trazo? comparten un mismo espacio. -e
ahí "ue, en ese primer editorial, el peri*dico se atre$a a anunciar#
)enemos acopiados muchos materiales# pero deseámos "ue todos los 6rgentinos,e(istan donde e(istan, tengan parte en esta obraD ! les in$itamos a "ue nos en$íencuantas noticias, datos ! detalles gusten, sobre los hechos de Rosas ! tambi%ndise0os o dibuos para las láminasD * al menos la id%a, "ue será dibuada por nosotros. Esperamos igualmente "ue %ste papel corra ! circ4le entre las clases "uelo necesitan, ! en todas las ampa0as 6rgentinas. ; El Grito Arjentino1, >AA1839=
La propuesta roza un gesto anacr*nico# el de la +delegaci*n de la
escritura. Esta práctica, muchas $eces $inculada con funciones burocráticas ;enla escritura de declaraciones ! testamentos, por eemplo= pero tambi%n pri$adas,
cotidianas o familiares ;la escritura de cartas personales, por eemplo= habitual en
el edioe$o fue disminu!endo paulatinamente su incidencia conforme la
alfabetizaci*n ! la práctica letrada se e(tendieron sobre sectores más amplios de
la poblaci*n. La +delegaci*n de la escritura supone siempre asimetrías en la
distribuci*n de saberes, destrezas, capacidades, ! tambi%n de poder. En el caso de
El Grito Arjentino, el fen*meno es di$erso del habitual, por"ue son a"uellos "ueescribirán ! dibuarán el peri*dico "uienes solicitan la +delegaci*n. Las
asimetrías propias del +escribir para otros, por eso, se cobian bao la forma de la
colaboraci*n a fa$or de un fin superior ! com4n# la causa +patri*tica. 2ara "ue
esta alianza fuera atracti$a ! para ahu!entar cual"uier sombra de despotismo del
trazo, esa pluralidad reclamada debía poder e$idenciarse en las páginas del
semanario.
&i se uzga por las declaraciones del peri*dico, los deseos de los redactoresse cumplieron con creces. En cierto momento, incluso, el entusiasmo de lectores !
colaboradores parece haber e(cedido los límites del pro!ecto. 'rente a algunos
remitidos "ue prometen detalles ugosos sobre las intimidades del r%gimen, los
redactores de El Grito Arjentino puntualizarán, en un intento de poner claridad !
decoro a su apuesta por la subdi$isi*n del p4blico# +diimos ;I= "ue este
peri*dico era e(clusi$amente para los pobres, para los ignorantes, para el gaucho,
para el changador, el negro ! el mulato ;9, 9A
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La escritura clandestina y la autoría colectiva
STui%nes eran, efecti$amente, estos colaboradoresU Las condiciones de
clandestinidad en las "ue se editan ! difunde El Grito Arjentino hacen de la
ausencia de nombres propios una imposici*n. Esta ausencia de nombres propios,
sin embargo, es resignificada para proponerse como la empresa de una $oluntad
plural. uando la falta de firma es un resguardo de la propia $ida, el nombre del
peri*dico cumple una funci*n autoral en tanto es el nombre colecti$o ! simb*lico
"ue reemplaza la $oz coral de los "ue lo constitu!en# escritores, pero tambi%n de
toda la cadena subeti$a e ideol*gica "ue organiza su distribuci*n ! su difusi*n.
abría incluso agregar a "uienes +copiaban el peri*dico para distribuirlo#+en su carta del 13 el corresponsal, "ue nos a$isa haber estado copiando $arios
n4meros del Grito, n. 1/, 31A3A1839. En el siglo :, cuando la difusi*n de
te(tos impresos es un problema cuantitati$o, ! en todo caso de ampliaci*n !
$ariaci*n de los circuitos de difusi*n, pero no una opci*n frente al +manuscrito,
$ale la pena detenerse en la categoría de los +copistas de peri*dicos. ás a4n,
por"ue en este caso +copiar El Grito Arjentino supondría intentar la reproducci*n
e(acta de palabras e imágenes. Los copistas clandestinos introducen en el circuitodel peri*dico una práctica anacr*nica, "ue se $uel$e actual ! heroica por el
carácter político de sus condiciones de producci*n# las imprentas porte0as son
estatales, la reimpresi*n del Grito se hace imposible en ese ámbito. En su trabao
pionero sobre la +cultura impresa, Elizabeth Eisenstein ;19K9, 1983= ha referido
minuciosamente el modo en "ue la introducci*n de la imprenta, ! de la posibilidad
de reproducir con precisi*n ?a sal$o de errores ! de deseos de inter$enci*n
subeti$os de los copistas? te(tos e imágenes ! produo la sistematizaci*n !estandarizaci*n de una serie de saberes ! conocimientos ;basta pensar en la
posibilidad de contar con índices bibliográficos, manuales de uso o instrucci*n,
mapas o imágenes de personaes p4blicos e(actas, para ser distribuidos en puntos
distantes entre sí ! del libro original del "ue pro$enían, para ad$ertir las
consecuencias de este giro estandarizador=. 6l introducir la práctica de la copia,
una práctica ostensiblemente anacr*nica en el siglo :, El Grito Arjentino no
s*lo e(hibe la multiplicidad de medios "ue subsanan con eficacia las imposiciones
de la +tiranía, sino "ue además supone transmitir un mensae "ue está, por su
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acia el principio del segundo gobierno de Rosas, Enri"ue Lafuente tenía
$einte a0os. abía realizado estudios en -erecho ! se recibi* con una tesis
titulada a escla(itud se o0one a la le& natural. En 183K se recibi* de -octor en
7urisprudencia, ! dos a0os más tarde, en abril de 1839 ;algo más de un mes
despu%s de la salida del peri*dico= logr* ser designado escribiente de Rosas, !
comenz* a pasar muchas horas acompa0ándolo en 2alermo o &antos Lugares.
6migo cercano de arlos )eedor, ! miembro como %l del lub de los inco ;"ue
integraban además &antiago 6lbarracín, Rafael or$alán ! 7acinto Rodríguez
2e0a=, Lafuente pas* de ser abogado ! escriba a con$ertirse en copista ! espía#
desde el archi$o secreto de Rosas compila documentos ! los transcribe para los
e(iliados de onte$ideo. ientras copia ?para cumplir con las *rdenes del
gobernador ! para obedecer a sus propios mandatos +patriota?, Lafuente
presencia una serie de escenas íntimas "ue tienen por protagonista a Rosas. Esas
escenas interfieren con su propia escritura, ! perturban la informaci*n "ue en$ía
para "ue sea publicada, por"ue lo obligan a puntualizar sistemáticamente el
carácter $erdadero de lo "ue $a a transmitir. 2or un lado, por"ue parte de esas
escenas íntimas se le re$elan como metáforas del r%gimen ;+6"uí ha! otras cosas
"ue no se pueden hablar# tengo en mi poder el comprobante de un rasgo de tiranía
dom%stica, más no se lo puedo re$elar sin compromiso ;Rodríguez 19# >B9=.-e manera pre$isible, a Lafuente le preocupa el modo en "ue se $erterán
en el peri*dico los datos "ue transmite a su corresponsal#
uidado amigo, no me resulte compromiso. 2uede publicarse dándole con su brillante final, el colorido "ue debe tener# pero el modo como se ha sabidosiempre debe mencionarse adulterándolo por supuesto, con arte, de modo "ueaparezca $erosímil. 2or eemplo, este degVello ! lo mismo otras cosas, podríansuponerse sabidas por uno de los suplicantes "ue estaba unto a la $entana de sucuarto ;ibíd., >
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En la ad$ertencia "ue Lafuente hace a 'rías se encuentra caracterizado el
tono usto de la prosa de El Grito Arjentino, "ue busca transmitir esa informaci*n
políticamente estimulante, +colorida, dando a entender además "ue el origen de
sus $ersiones es inmediato, $erdadero, ! "ue por eso corroe el centro mismo del
poder. Lo +$erosímil es a"uí un modo de +adulterar sin deformar ni
caricaturizar lo "ue se $a a leer, cu!a autenticidad es el $alor "ue se busca
resguardar.3
2or otra parte, como lo anunciaba el primer n4mero de El Grito Arjentino,
el dilema se ubica entre lo "ue es posible +$er !, en relaci*n con ello, lo "ue se
puede +decir o +hablar. @a en ese primer n4mero, El Grito Arjentino proponía la
palabra ;oral, colo"uialD "ue se transmite con la familiaridad de "uien se tiene
mu! cerca= como reemplazo de las $isiones, de las imágenes +embusteras "ue
propagaba a Gaceta ;$%ase cita en p.
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claustrofobia ! el encierro. 6sí, la cobardía se con$ierte en el rasgo "ue se reitera
para caracterizar a Rosas, "ue ?se insiste? no sale de su casa, si lo hace se
disfraza, ! amás se "uita una cota de malla "ue cubre todo su cuerpo para
protegerlo de posibles ata"ues. &on esas escenas secretas, "ue nadie más puede
$er o hacer $er, las "ue El Grito Arjentino prefiere para sus ilustraciones.
El Grito Arjentino 6 (14-3-13!". #$edia noche en la calle del %estaurador&. ('ereno #Viva
la )ederación* mueran los unitarios* Viva el %estaurador&. %osas, desde detr+s de la
ventana #al+ ueran mas otros tantos unitarios muertos&". /pí0rae #ue horror /l
sereno 0rita ue viva el restaurador y los perros estan devorando + los hueranos ue esemalvado restaurador ha tirado a la calle&.
El Grito Arjentino 32 (2-5-13!", #Corae de 6uan $anuel %osas&. (%osas #7sesinos,
au8ilio, au8ilio tros #$iren ue 0uapo, si es un 0ato.& #Vaya, vaya, y u9 har+ cuando
ven0a Lavalle&.
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on$endría notar, sin embargo, "ue en un gesto complementario de
a"uella de$elaci*n de escenas e(cesi$as ?e(cedentes respecto del discurso oficial
!, además, cruzadas por la hip%rbole# son los aspectos ocultos de un hombre
p4blico?, en ellas se ad$ierte con frecuencia una presencia innecesaria,
redundante. 6lgunos eemplos# figuras "ue balancean la composici*n en uno de
los lateralesD la fila de paisanos "ue espera a ser fusilada.
El Grito Arjentino 22 (12-:-13!"
/pí0rae #$atan;a de los indios en el %etiro&
El Grito Arjentino 4 (
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:ndefinida pero cierta como la de los lectores del peri*dico, esas presencias se
con$ierten en testigos "ue transforman en +documentales esas escenas, sean
serias o caricaturescas ;$. nue$amente la del temor de Rosas=. El procedimiento se
e(acerba desde la letra, cuando el peri*dico interpela personalmente a Rosas#
SHo lo estás $iendoU SHo $es como, á pesar de tus medidas, las plazas ! callesaparecen sembradas de Gritos1 an de seguir entrandoD no lo dudesD ! tedesafiamos á "ue lo impidas# tal $ez tendrías para ello "ue meter en la carcel ámuchos de los "ue t4 crees tus amigos. Cna $ez "ue por cinco reales compras lossecretos de los emigrados, te desafiamos tambien á "ue compres el secreto de losdi$ersos modos con "ue se introduce hasta tu propia casa este Grito, "ue $a átronar ! retumbar en tu conciencia agitada. ; El Grito Arjentino/, BABA1839=B
'rente al susurro del rumor ! la delaci*n oficiales, El Grito Arjentino nosolo debate una cuesti*n de tonos. 6 la acci*n performati$a del susurro
;conspiraci*n, peligro, muerte= el peri*dico opone la "ue eerce un grito le*do.
-esde la l*gica del peri*dico, si Rosas ignora el desafío, su sistema de
informaci*n es d%bil ! está en peligro. &i lo acepta, debe aceptar tambi%n "ue su
interior dom%stico ?e incluso su conciencia? son $ulnerables a la penetraci*n del
semanario. ;La figura del Grito "ue +se introduce hasta la +propia casa de Rosas
es tambi%n, claro está, el complemento compensatorio ! prosopop%!ico de lariesgosa misi*n de Lafuente en el interior real de la casa de Rosas# el escriba "ue,
mediante la copia de documentos del archi$o del tirano ! de la correspondencia,
consigue hacer oír lo "ue, necesariamente, debe callar=.
@ si el rumor fue no s*lo una de las principales prácticas cotidianas "ue
definían adhesiones e identidades políticas, sino un sensor de esas adhesiones e
identificaciones "ue el estado rosista legitim* ;&al$atore# //
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informaciones "ue insisten en demostrar "ue la palabra de Rosas, ! los discursos
estatales en general ?por eemplo, los emanados de la legislatura de 5uenos
6ires? tienen dobleces ! ambigVedades, o e(presan ?con una ironía "ue "uienes
lo profieren buscan solapar? lo contrario de lo "ue denota su referente. 6sí sucede
con la in$ocaci*n a la religi*n ! la piedad en Rosas, con su +corae, con sus
cualidades morales. El ma!or hallazgo de los redactores de El Grito Arjentino en
este sentido es un uego de palabras al "ue recurren en más de una oportunidad.
En su n4mero 13 ;11A>A1839=, el peri*dico incorpora unas coplas de pie "uebrado
en las "ue de$ela la cla$e política del r%gimen rosista. Lo "ue Rosas, los
6nchorenas ! sus adláteres llaman +federaci*n debe escandirse de otro modo# no
es sino +feAdeAraci*n. El poemita comienza así#
&i Rosas pretende&u mal di$ertir on$oca a los su!os@ les habla así#osotros constantesEn la e "ue ense0aTue á los netos puros
Raci)n les espera,Robad ! bebed#Tue a"uesto es honor Entre los de$otos-e e2de2Raci)n.IIIIII..
La +santa causa de +feAdeARaci*n será, en $ersos subsiguientes, la
in$ocaci*n al brindis "ue Rosas repite para beber en honor a los +bobones "ue
+por defendermePmorirán de gustoD del pueblo "ue +no puedePsacudir mi !ugoD
frente a la reuni*n de +los locos todos ;Eusebio, 5iguá, uiti0o, or$alán, 'elipeN6ranaO, -on 'odieris
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)an eficaz encuentran su hallazgo los redactores "ue pocos días más tarde
en el n4mero 1K ;BA>A1839= actualizan el calambur, ! a4n insisten en %l casi dos
meses más tarde ;en el n4mero 3 ;/A
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El Grito Arjentino apareci* de manera bisemanal ;ue$es ! domingos=, 9 en
un pliego de formato in >to, distribuido a dos columnas, ! ostentando en cada uno
de sus n4meros una lámina en su página final. ada una lle$a inscripto, en el
ángulo superior iz"uierdos, la letra L ! un n4mero romano, "ue informa su orden
en la colecci*n. El detalle resulta entre optimista e ir*nico, si se recuerda el
carácter clandestino de su circulaci*n. 6l mismo tiempo, habla de un trabao
sistemático de racionalizaci*n, compilaci*n, selecci*n ! erar"uizaci*n de
materiales gráficos indicador del carácter militante ?tanto en la producci*n como
en las e(pectati$as de circulaci*n ! recepci*n? del peri*dico. -e este trabao de
edici*n resulta e$idente la $oluntad de "ue las láminas puedan tener una relati$a
autonomía de circulaci*n e interpretaci*n.
2or su carácter instrumental ?como motor de la difusi*n del peri*dico?,
las imágenes incluidas en las entregas de El Grito Arjentino ?! esta afirmaci*n
alcanza, como se $erá, tambi%n al Muera Rosas!3 , en cambio, parecen haber
ofrecido un plano de encuentro en el "ue formas de apelaci*n, miradas sobre la
realidad ! competencias de lectura $erbal e ic*nica se combinan de manera mucho
más plural, ! tambi%n más seductora.
Las láminas apelan a sistemas de representaci*n di$ersos# las ha!
aleg*ricas, al estilo neoclásico, como el del frontispicio del peri*dicoD3/ pero
tambi%n costumbristas, realistas, grotescas. )oda la serie oscila entre la ilustraci*n
! la caricatura. 6lgunas de esas láminas, producen cierta perpleidad al no poder
distinguir por completo entre ambas posibilidades de decodificaci*n. &i bien las
diferencias de trazo, sistemas de representaci*n a los "ue se apela, competencias
para eecutar la tarea e incluso intereses dispares "ue se adi$inan en las
ilustraciones, permiten sospechar "ue la autoría de los grabados de estos
peri*dicos pertenece a más de un ilustrador, los historiadores del periodismo hanatribuido 4nicamente a 6ntonio &omellera la autoría de sus láminas.31 6un así,
$arias resultan difícilmente atribuibles a un pintor, miniaturista ! lit*grafo
profesional. -e hecho, 'uWelman distingue entre todas las imágenes tres +tipos
iconográficos para la representaci*n de Rosas, basados en +la obser$aci*n de la
factura ! el uso de los recursos plásticosAcompositi$os se puede inferir la
presencia de $arios autores. Esta hip*tesis se sustenta desde el análisis de los
modos de composici*n, en el tratamiento de la figura humana ;p. 3=. -e laargumentaci*n de 'uWelman puede deducirse "ue estos +tipos iconográficos
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indiciarían si no otros tantos autores, al menos diferentes posiciones de
enunciaci*n# la representaci*n de Rosas como +gaucho ;determinada por su
$estimenta ! atributos# gaucho, con calzones, descalzo sal$o cuando los zapatos
enfatizan el gesto de humillaci*n de una $íctima o un $alor=D 3 la "ue corresponde
a un Rosas +semioculto ;se0alada por la pose de perfil, ! connotadora de un
gobierno erigido sobre el secreto ! la cobardía=D33 ! la +satírica, a tra$%s del
recurso de la +caricatura animalesca.
El Grito Arjentino7 El Grito Arjentino 6 El Grito Arjentino 2
&i se abre el cuadro para considerar no s*lo el tipo iconográfico "ue opera
en la representaci*n de Rosas sino el conunto de las composiciones, podría
encontrarse incluso más configuraciones plásticas, "ue permiten pensar en más
enunciadores ! suponen nue$os efectos# !a sea otra $ersi*n de la caricatura, en
cla$e grotesca
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El Grito Arjentino " (31-3-13! #. /pí0rae #/l sa>io Dom+s $anuel @7nchorena en su
Ea>inete Literario&
o dando cuenta de una e(presi$idad "ue confía superar, a partir del mensae "ue
transmite, la e$idente falta de herramientas t%cnicas para transmitir plásticamente
esos conceptos#
El Grito Arjentino ! (24-3-13!". Fn paisano, revoleando el la;o #Geme lanca ue es por
so>re el lao. Dom+s 7nchorena Ao lo piale, por Gios, ami0o. %osas 7 la plata, Dom+s
$anuel, ue me han visto el ue0o. tro 0aucho, a ca>allo i0an9 De trainaste, no har+s
m+s pasteles.&
/pí0rae #Huena >asa ha sacado el ami0o %osas, con su empalmada&.
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6l re$isar la colecci*n de El Grito Arjentino, resulta e$idente "ue sus
láminas apuestan a la elocuencia antes "ue a la destreza del oficio. ás aun# la
torpeza del trazo ?por momentos, casi infantil? en la composici*n de algunas
imágenes, el descuido o desconocimiento de los elementos de la perspecti$a,
$inculados con la $elocidad ! la espontaneidad "ue se atribu!en a la eecuci*n ?
un $erdadero moti$o constructi$o en Facundo, ! argumento central para la
interpretaci*n ! $aloraci*n de +El matadero en la lectura de 7uan . Juti%rrez,
por citar dos eemplos mu! c%lebres? son cla$es para $alidar su carácter militante.
Las ilustraciones trabaan con frecuencia sobre procedimientos "ue
subra!an la asimetría de saberes. Entre ellos, el uso de figuras aleg*ricas es
eemplar, por"ue in$itan a realizar un desciframiento en alta $oz a cargo de "uien
puede establecer el sentido correcto para "uienes están, 4nicamente, en
condiciones de asimilarlo. &e trata, por a0adidura, de un procedimiento "ue tiene
una e$idente tradici*n $inculada con la difusi*n de la historia sagrada ?!, por
ende, +$erdadera. Este carácter cifrado de las imágenes es sobre todo efecto de
cifra# más allá de la precariedad de su eecuci*n las láminas recurren a
procedimientos tan elementales, "ue muchas $eces sorprende "ue sea necesario
incluir una glosa. Ho obstante, la $oluntad de codificaci*n ?esto es, de usarlas en
funci*n dadora de identificaci*n para "uienes comparten su sentido? hace "ue
resulten espacios pri$ilegiados para resol$er el contrapunto entre grito !
circulaci*n soterrada o secreta, así como entre la proclama o denuncia a $i$a $oz.
Es allí donde parece anudarse la apuesta más intensa a una pedagogía
política. En El Grito Arjentino, cada lámina se presenta acompa0ada por un
comentario o relato bre$e, en la ante4ltima página, donde se estabiliza ! asegura
el sentido de lo "ue se dará a $er. &on te(tos "ue generan sus +instrucciones de
uso de manera particularmente e(plícita. 6 partir de los demostrati$os de lugar !de la dei(is "ue implican, suponen una pro(%mica en la "ue el p4blico es
colecti$o, en tanto in$olucra al menos dos lectores de la imagen# el "ue contempla
! el "ue e(plica. +6hí está la "uerida patriaI. ;1, >AA1839=, +6llá $a el
pa"uete :ngl%s ?se inicia un suelto encabezado por el clich% de un bergantín? ;,
8AA1839=, +6hí está el :lustre, "ueriendo trepar, con el obeto de agarrar lo "ue
tanto desea el tiranoD á los hombres "ue le han declarado guerra á muerte, ! á la
mediaci*n inglesa ;3/, 13A
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En $ano al cobarde de 7uan anuel se le ha metido en la cabeza "ue ha de tratar álos paisanos como á perros, pues "ue todo se lo debe á ellos. Los paisanos lo han
puesto donde está, ! el pícaro tirano no "uiere parar hasta acabar con el 4ltimo pobre. Los buenos campesinos no le temen, noD así es "ue se nos pide el grito demuchas partes de la campa0a de 5uenos 6!resD ! nos consta del modo mas
positi$o "ue cuando llegan á agarrar uno, lo leen en rueda, en los ranchos, pulperías, carreras, ! al instante manifestan cuales son en el dia sus disposicionescontra el floonazo de 7uan anuel.S*mo no han de gritar abao el tirano ! como no lo han de $oltear, si no solo hafusilado ese picaro á tanto hombre "ue $alian mas "ue el cien $eces, sino "ue se"uiere "uedar con las tierras de los pobresU on razon dice ahí un paisano, "ue el
papel habla la purita $erdad, por "ue no ha! bicho "ue no est% $iendo todos losdias "ue las cosas "ue hace 7uan anuel con mala intencion, "ue á nadie sino á un
picaro se le ocurren. Es $erdad "ue nada le importa la ruina ! miseria de la tierra,mientras el ladron llena la bolsa unto con los primos, los cuales, si los deáran,$endrian á ser due0os de todo el pais, pues ese camino lle$an, si no se les ataa
con tiempo. ; El Grito Arjentino, 1A1839, p. 3, c. =.
El Grito Arjentino 6 (21-4-13!" . Irimer #patriota&, sentado, ala i;uierda #Ao se ha de
uedar con las tierras ue nos ha uitado&. Eaucho sentado, al centro #Iucha ue ha>la al
alma y la purita verdad&. Eaucho sentado, a la derecha #7l;emos de una ve; el poncho&.
Eaucho de pie, centro #7>ao el tirano y co>arde 6uan $anuel %osas& Eaucho de pie,
sosteniendo El Grito Arjentino$ #CompaJeros, auí est+ el Erito lindo y ha>la de las marcas&.
/n el periódico #Erito 7r0entino.B 7>ao el tirano y co>arde 6uan $anuel %osas.&
/pí0rae #Fna %eunión de Iatriotas&
La ilustraci*n propone un modelo de recepci*n para El Grito Arjentino busca inscribirse# la lectura en $oz alta, integrada a una sociabilidad "ue no
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distingue con precisi*n el ocio de la escucha alerta, ! en la "ue la palabra circula
en el mismo plano "ue el mate ! el naipe. &ignificati$amente, del peri*dico dentro
de peri*dico no se $en imágenes sino el dibuo de unas letras. Los dos gauchos de
pie se miran a los oos, pero el del centro, en rigor, lee# al mirar a la cara a su
compa0ero, repite el te(to "ue se $e en las páginas de un peri*dico "ue se parece
más a un libro "ue a una hoa suelta. Rostros ! letras dean leer lo mismo# dicen
igual.
Cna paisana, a la iz"uierda, es testigo de la escena de lectura. En la ficci*n
de esta reuni*n patriota, se o!e mientras se lee otra cosa# las cartas del monte o el
truco, "ue proponen su uego de apuestas, $erdades ! mentiras, en el "ue el lector
?frente a la página? "ueda posicionado como un cuarto ugador. El 0ie ?"ue en el
truco, decide? lee, entonces, imágenes ! letras# oralidad ! escritura se interrogan
una a otra !, por mediaci*n de la imagen, abren el uego para el ingreso de
p4blicos con saberes di$ersos en una misma comunidad imaginada, presentando
una imagen no s*lo desacralizada, sino placentera ?!u(tapuesta tersamente a la
zona del ocio? de la lucha política. +2atriotas, la palabra cla$e "ue ancla la
imagen, tiene una dimensi*n deíctica# su sentido no es lo mismo del lado de ac$
"ue del de all$. 2ara el lector del peri*dico, situarse frente a la lámina en el lugar
correcto ! aceptar la pertenencia a un bando son operaciones "ue el oo realiza
con una 4nica mirada. Los mecanismos de la escritura, la oralidad ! la imagen
trazan una alianza "ue permite interpelar, en un mismo mensae, a gauchos !
letrados.
@ en rigor, la lámina no hace sino e(plicitar una práctica lectora central en
la concepci*n gráfica de El Grito Arjentino, ! "ue ha ensa!ado desde su primer
n4mero. El %nfasis en la $isibilidad del peri*dico, en m4ltiples dimensiones# como
obeto clandestino ?en un e(tremo, casi como una di$isa? "ue solo algunos deben$erD como obeto impreso, para su lecturaD como obeto ilustrado, "ue propone una
lectura no s*lo de sus impactantes láminas finales, sino de toda su propuesta
gráfica, incluida la ilustraci*n de su frente ! los abundantes $i0etas "ue se
distribu!en en sus páginas. Qbser$ando la secuencia de las $i0etas ! su relaci*n
con los te(tos "ue escanden, se ad$ierte "ue su funci*n pronto dea de ser
meramente ornamental. Las $i0etas, +microensembles iconi4ues com0le5es ?
como los llama 2hilippe amon ;//1# 1>=? deben entenderse en este caso como pictogramas, cu!a reiteraci*n deri$a apresuradamente en ideogramas# la reiterada
K
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secuencia de barcos no indicia como +muchos barcos sino como +blo"ueo
franc%sD el dedo acusador "ue apunta a la cabeza de risto, la crueldad de Rosas
sobre sus $íctimas.3>
El Grito Arjentino puede recorrerse tambi%n, entonces, sin leer una
palabra# siguiendo la secuencia de las $i0etas "ue separan uno ! otro te(to, !
articulan un lenguae ideográfico cu!a prosodia, recurrencias ! %nfasis se $uel$en
elocuentes ni bien se ha tomado partido.
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ViJetas utili;adas en los 33nKmeros de El Grito Arjentino
(secuencia ordenada y completa"
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La 4nica menci*n de responsabilidad editorial de El Grito Arjentino es el de su
imprenta# la de la aridad, una de las primeras de onte$ideo. -esde 18 funcionaba
a cargo de la ermandad de la aridad, "ue administraba un hospital en el mismo
predio. -esde sus primeros a0os, la ermandad dispuso la compra de $arios uegos de
tipografías ! di$ersas ma"uinarias ;entre ellas, la de +2%rez, "ue había sido traída a
onte$ideo en 1818 por 7os% iguel arrera, para hacer propaganda contra
2ue!rred*n &an artín=3B. 6l principio imprimía billetes de lotería, ! desde 18B,
comenz* a publicar libros ! folletos. 'ue el establecimiento tipográfico más importante
de su tiempo por la +$ariedad ! ri"ueza de tipos inigualable, así como $i0etas ! adornos
recibidos ;I= de diferentes imprentas. Los hubo de fundici*n espa0ola, inglesa,
francesa, ! hasta fundidos en el país por los hermanos Rosendo ! alentín 6!ll*n
;&oiza Larrosa >8=.3
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2or otro lado, $ale la pena recordar "ue parte importante de la informaci*n "ue
circulaba hacia ! desde El Grito Arjentino era pro$ista por los conurados de aza.
&eg4n e(pone Rodríguez ;191A19=, la correspondencia entre estos estaba cifrada.
Rodríguez transcribe la cla$e "ue utilizaban#
Repasar la lista de signos de los conurados, "ue $an del dibuo a la letra, in$ita
a pensar "ue los conspiradores no podían ser insensibles al $alor semi*tico de a"uellas
otras imágenes, igualmente pe"ue0as ! econ*micas en su síntesis significati$a, "ue son
las $i0etas. 2ensadas como cla$es de lectura, las $i0etas de El Grito Arjentino son la
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contracara ;p4blica, $isible= de las +cla$es de la correspondencia, ! pro!ectan hacia
los lectores la alianza ideol*gica "ue sostiene al peri*dico.
Letra % &'sica
-esde su nombre, El Grito Arjentino e(presa una posici*n de rebeldía !
denuncia. En cada edici*n, el peri*dico lle$a como epígrafe unos $ersos de la Canci)n
0atri)tica de icente L*pez ! 2lanes# +Qíd mortales el grito sagradoP libertad, libertad,
libertad ;':J. 1=. La referencia a la letra de la Canci)n 0atri)tica ;impresa ! de autoría
indi$idual= debe leerse, entonces, en t%rminos de su enunciaci*n colecti$a# "uienes
entonan el $erso participan de la enunciaci*n del peri*dico. +Jrito sagrado ! + grito
arjentino6 subra!an "ue la patria se define a partir de la referencia a la +tradici*n
política de a!o# $ale decir, por la referencia a un origen "ue, aun"ue cercano en el
tiempo, se constru!e bao la forma de un origen mítico com4n. 2ero se define tambi%n a
partir de a"uella entonaci*n an*nima ! coral, "ue comparte al menos parte de esa
connotaci*n mítica, así como un conunto de $alores "ue la alusi*n a la Canci)n
0atri)tica con$oca como presupuesto.
Cn primer conunto de poesías, deliberadamente organizado como serie, es la
"ue organizan los ocho poemas gauchescos incluidos en la colecci*n del peri*dico. El
primero aparece en el n4mero 9 ;>A3A1839=, ! el resto en los once 4ltimos n4meros.
on la +on$ersaci*n entre los paisanos &al$ador ! 7acinto, en la "ue el primero hace
referencia a una carta "ue desde +la otra banda le mand* +hano, el $ieo cantor se
producen dos modificaciones en el lenguae del peri*dico. En primer lugar, aparecen
ciertas e(presiones ruralizadas, agauchadas en otras zonas del peri*dico
;concretamente, en ese n4mero, las filacterias de la ilustraci*n de la cuarta página
e(presan esas $oces gauchas=#
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La gauchesca ?entendida ante todo como un pacto "ue se e(presa en la
construcci*n de una lengua? entra a El Grito Arjentino como perspecti$a ! como
sistema de adeti$aci*n# en el n4mero siguiente ;1/, 31A3A1839=, por eemplo, se
caracteriza a Rosas ?por primera $ezA como +floonazo ;! !a no como +miedoso ;,
8AA1839= o +cobarde;>, KA3A1839=D la persistencia de estos t%rminos en n4meros
sucesi$os del peri*dico no in$alida la sorpresa del nue$o tono, ostensiblemente
popular, "ue acompa0a el ingreso de la lengua gauchesca=.
En segundo lugar, con esta composici*n ingresa, a tra$%s de la menci*n de
+hano ?es decir, a 5artolom% idalgo?, la referencia a la gauchesca como obeto
escrito, literario. @ con ella, la alusi*n a un pacto pree(istente# el "ue enlaza las $oces
orales del campo ! los trazos letrados de la ciudad en la gauchesca. En este sentido, el
+grito de El Grito Arjentino reitera, en un tono crispado, el pro!ecto "ue en 18>
cristaliz* a lira argentina, donde composiciones neoclásicas ! gauchescas forman el
conunto de la literatura nacional.39 Lo "ue cuenta hano ! &al$ador refiere a 7acinto es
la e(istencia de una reuni*n
IIIIIIIIIIde puritos argentinos@ no es esto lo meor#&ino "ue los orrentinos
Los 'ranceses, Qrientales)odos, en fin, á una $oz,an declarado la guerra6 7uan anuel el ladr*nIIIIIIIII
omo las imágenes de las láminas de El Grito Arjentino, la gauchesca es
artificio# el su!o remite directamente a la $oluntad o e(hibici*n de integraci*n ?en este
caso, $oluntaria ! ubilosa?. 2ero además, ! al igual "ue la imagen, ese carácter
artificioso es el "ue permite "ue la representaci*n $erosimilice la uni$ocidad de laguerra a Rosas. +6rgentinos, +correntinos, +franceses ! +orientales, sin distinci*n
de idiomas, tonadas ni acentos pueden declarar untos esa guerra en gauchesco.
Cnos cuantos n4meros más adelante, la +on$ersaci*n entre los 2aisanos
&al$ador ! Jenaro refuerza a"uella alusi*n a la gauchesca de idalgo. En un dos
sentidos# por la reiteraci*n de uno de los personaes ;el +paisano sal$adorD ! habría
"ue decir "ue, a medio camino entre los nombres del santoral ! las referencias en cla$e,
el nombre de este h%roe gaucho no puede ser sino pro$idencial= ! por la referencia a un
moti$o "ue tiene !a una tradici*n en la gauchesca pre$ia# la $isita del paisano a la
3>
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ciudad. Esta $ez, por cierto, la +funci*n "ue relata, a su regreso del +pueblo Jenaro a
&al$ador, no es una funci*n patria, sino el espectáculo del terror#
IIIIIIIIIITuite, amigoD es un dolor
$er como está el pueblo ahoraDEn cuanto da la oraci*n
Hi perros halla en la calleD)uito el mundo en un rinc*n&e mete, trancan las puertas@ hasta "ue no está alto el &*l
Hadie sale de su casa ;I=,IIIIIIIIII
empieza el recuento de males Jenaro, "uien consigna además "ue el blo"ueo ha
causado hambre ! miseria, "ue no ha! compradores para los +cueros, astas ! sebosD"ue +los ingleses !a no compranPni una cola de rat*nD los saladeros no trabaan, ni
tampoco las carretas ni changadores. @ si la pro$idencia, con &al$ador, está en la
escucha ;+ asta cuándo "uerrá -iosP"ue el pueblo de 5uenos 6!resPsufra tanta
humillaci*nG=, Jenaro traerá la buena nue$a "ue su compadre deberá propagar
haciendo uso del peri*dico en "ue se están le!endo sus palabras#
IIIIIIIIII6"uí le traigo unos JR:)Q&Tue se0o 6nselmo me dio2á"ue reparta en el 2ago)*me amigo, leálos,erá como !a La$alleReunt* la emigraci*n@ el Jeneral don Ri$eraon su e%rcito march*IIIIIIII.
La puesta en abismo de la escena de lectura ;al menos, como e(pectati$a, !a "ue
"uienes hacen El Grito Arjentino esperan "ue otros paisanos,>/ como Jenaro !&al$ador, actualicen ese diálogo en cuanto escuchen la lectura o lean el peri*dico=
apunta nue$amente a reforzar la alianza con los lectores en t%rminos de coautores del
peri*dico. La gauchesca en tanto g%nero colabora en ese sentido# la referencia a un
sistema de $ocesApersonaes "ue se retoman en di$ersos n4meros de El Grito Arjentino
organiza una comunidad simb*lica "ue reitera los acuerdos ! las lealtades ustamente
en un momento en "ue ?como dan a entender otras zonas del peri*dico? esas
coincidencias entre los di$ersos grupos opositores al rosismo son difíciles de lograr.>1
3B
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2ero la apelaci*n a la poesía ! a su musicalidad, ! mu! concretamente, al ritmo
"ue supone, e(cede a la serie de la gauchesca. onforme a$anza su publicaci*n, El
Grito Arjentino $a incorporando además mu! di$ersas composiciones po%ticas, "ue
difieren en sus características m%tricas, en sus obetos ! en el sistema de recursos
ret*ricos a los "ue apelan. )odas ellas tienen, no obstante, un elemento en com4n#
parten de la e(pectati$a de una enunciaci*n coral. Ho se trata entonces de un pacto
entre gauchos ! letrados, sino de una concertaci*n más ambiciosa# la "ue busca !
ensa!a, en diferentes tonos, la posibilidad de entonar en conunto ?lectores !
coautores? ciertas e(presiones ! ciertos argumentos. 2ero además, se trata de
composiciones "ue tienen una funci*n pragmática, en tanto con$ocan a poner el cuerpo
en acci*n. La mera enumeraci*n de esas composiciones da cuenta, nue$amente, de la
$oluntad de hacer confluir ámbitos enunciati$os diferentes# marchas para a$anzar sobre
territorio enemigo en la batalla, cielitos ! tabapu!s> para acompa0ar desde la tan
con$ocada campa0a las palabras "ue se transmiten desde onte$ideo, himnos para ser
eecutados en un sal*n ! a4n +profecías "ue pueden oírse en ámbitos laicos pero
sacralizados, como las reuniones de 0atriotas.>3 En El Grito Arjentino, por eso, la
poesía no cumple amás una funci*n satírica sino todo lo contrario# es un discurso "ue
no opera por polaridad, sino como un centro imantador "ue cohesiona la identidad
colecti$a, la pro$ee de tonos, formas, frases e imágenes respecto de las cuales no ha!
distancia posible. Jauchesca, guerra ! danza. En El Grito Arjentino, la palabra po%tica
propone como interpretante de su discurso ?en el sentido peirciano del t%rmino? una
coreografía patri*tica# los lectores de El Grito Arjentino podrían, con usticia,
proponerse +bailar ese peri*dico. @ bailarlo.>>
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1 &obre este episodio, los relatos de &omellera ;1889=, Tuesada ;188B=, Ri$era :ndarte ;18>3= aportan diferentesinformaciones. Los te(tos subsiguientes ;de la 'istoria de la 0rensa 0eri)dica del "rugua&. 9:==, parecen recombinar informaciones "ue toman de estos. El %aseo geneal)gico de 7uan :. Tuesada ;//3=, da como fecha del asesinatode )iola el 1 de agosto, lo "ue sería más $erosímil si se atiende al descubrimiento de la onspiraci*n de los aza ala "ue, como se $erá, el peri*dico ser$ía. Es tambi%n más coherente con la fecha en "ue se interrumpi* la salida del
peri*dico ;! en la "ue $arios de sus coautores hu!eron de 5uenos 6ires o se escondieron en la ciudad=, a fines de unio de 1839 ;Ri$era :ndarte, 7os%# 18>3D ;18B3= 311=. La informaci*n de &omellera ;"ue, en la primera línea de sus RecuerdosQ, da por fecha de la captura de )iola el 3/ de no$iembre ! se0ala "ue este fue fusilado el 1 de diciembre= podría interpretarse como un indicio del pre$isible proceso de homogeinizaci*n ! ol$ido "ue supone la escritura del propio pasado cuando se funde con +el com4n ol$ido. 6lgo similar parece suceder con algunas informaciones "ue proporciona 7uan . Juti%rrez sobre su participaci*n en estos peri*dicos ;$. más adelante, nota < de este capítulo=.
Las informaciones "ue da 6ntonio Minn! ! "ue no surgen del e(amen de la colecci*n del peri*dico partenindudablemente del relato de &omellera aun"ue, como se $erá enseguida, confunden El Grito Arjentino con Muera
Rosas! ;Minn! 1883=.3 on su ine$itable carga de reconstrucci*n ficcional, el libro de &omellera es además la 4nica fuente publicada en$ida de su protagonista "ue recupera informaci*n de primera mano sobre la circulaci*n de uno de los primeros
peri*dicos políticos ilustrados del Río de la 2lata. La compilaci*n documental de Rodríguez ;191A19= es otrafuente ineludible para estudiar este peri*dico.> 'ermín há$ez destaca el desarrollo de las artes plásticas durante el gobierno de Rosas, posibilitado por elflorecimiento de los talleres litográficos ;há$ez, 19K3=, pero sin $incular e(plícitamente este desarrollo con una
política simb*lica estatal. B +6mbos peri*dicos pueden analizarse como una sola producci*n dadas ciertas similitudes en cuanto a laconfiguraci*n t%cnica ! literaria como al sentido de e(istencia de ambos. ;I= +6mbos peri*dicos compartenautores ! prop*sitos, surgen en circunstancias políticas específicas ;I=, +de formato id%ntico ?dedicaban sus
páginas al relato opositor sobre los sucesos ocurridos en 5uenos 6ires ! la campa0a mientras "ue mediante los
recursos ret*ricos a tra$%s de la prosa, diálogos ! poesía manifestaban claramente la intenci*n de pr%dica contra elgobierno de Rosas., sostiene 'uWelman ;p. 1 ! , respecti$amenteD tambi%n en 'uWelman //
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E(isten algunas referencias independientes de la de Minn! para establecer algunos de los nombres de los redactores.En su Alberdi, su (ida & sus obras ;18K>=, "ue 6lberdi conoci* ! le!* sin desmentir p4blicamente, ariano 2ellizamenciona su participaci*n en el Muera Rosas! ;"ue fecha en 18>1=. -omingo '. &armiento, por su parte, acusa consorna, a 6lberdi, de haber tomado parte en el mismo peri*dico en dos de sus Ciento & una +En onte$ideo fueredactor de El acional seis meses, ! colaborador de la Re(ista del %lata, El %or(enir, El Corsario, El Talism$n, El Gigante Ama0ola, el Muera Rosas. S)odo era gratis, 6lberdiU ;+uarta de iento ! una. &igue la danzaD "uizá lamenci*n de El Gigante Ama0ola NsicO podría tomarse, antes "ue como error e$idente, como parte de la política de&armiento de no distinguir en su propia bibliografía entre peri*dicos ! librosI hecho del "ue lo acusa 6lberdi, a su
$ez, en la pol%mica "ue mantienen=. ás adelante, &armiento reitera la menci*n# +@o no he escrito como usted en el Muera Rosas, ni todos los escritos de pura e(citaci*n política de "ue se ocuparon ustedes. 6"uí la menci*n apunta are$ertir sobre el ad$ersario la acusaci*n de e(altaci*n ! pasi*n e(cesi$a frente al e"uilibrio ! racionalidad "ueostentaría el propio 6lberdi ;+Tuinta de iento ! una. @a escampaG aulas de 6lberdi=.
7uan aría Juti%rrez, por su parte, identifica una de las composiciones del Muera Rosas! en la edici*n de sus %oes*as "ue prepar* ! anot* en 18A18>=. 6nota Juti%rrez# +Esta composici*n se escribi* para un peri*dico "ue redactaban algunos argentinos enonte$ideo con el título# Muera Rosas!, destinado a circular clandestinamente en la ampa0a de 5uenos 6ires,in$adida por el general La$alle. El _aestro iruela_ formaba serie con otras composiciones, como por eemplo ladel _apitán 6ra0a_, cu!os títulos ! asuntos aludían a espresiones pro$erbiales ! a tradiciones mu! conocidas entrenosotros, a fin de hacerlas populares. ;Juti%rrez 18/= !Rodríguez artín ;//B=D !, más adelante, p. .
En cuanto a las láminas, $. más adelante, p. . Las menciones a estos dos peri*dicos se harán, de a"uí en más,indicando sus iniciales ; El Grito Arjentino ! Muera Rosas!= ! se0alando, a continuaci*n de las citas, su n4mero !fecha correspondientes.K El Tirteo 18>1= fue un semanario escrito en $erso, redactado por 7uan aría Juti%rrez ! 7os% Ri$era :ndarte ;sobreeste peri*dico, $. tambi%n más adelante, p. =. 6mbos habían fundado tambi%n El Talism$n ;18>/=, cu!o subtítulo
lo acercaba al pro!ecto de a Moda ?+peri*dico de modas, literatura, teatros, costumbres?. ont* entre suscolaboradores a 5artolom% itre, 7os% ármol, 7os% aría antilo, 7uan 5. 6lberdi, iguel an% ;padre=.
El Iniciador ;1838A1839= ! El Comercio del %lata ;18>BA18>8 ! 18>8A18BK= fueron probablemente, unto con El acional ;183BA183< ! 1838A18>1= ! el de NarlosO. NorelO, "sos &costumbres del R*o de la %lata, impreso en la Litografía de las 6rtes de Luis 6ldao ;18>>A18>B=. En un conte(to defuerte inter$enci*n estatal tanto sobre la $ida p4blica como sobre el ámbito de lo dom%stico, en un intento incluso dea$anzar sobre lo íntimoD la interpretaci*n de las estampas costumbristas ! las +$istas de la ciudad ofrecen tambi%nuna interpretaci*n política. En este sentido, dialogan sin duda con las imágenes militantes "ue publican El Grito
Arjentino ! Muera Rosas! &obre la relaci*n entre estampas costumbristas ! prensa satírica, $. lo !a e(puesto en elcapítulo anterior.9 omo se $erá enseguida, la continuidad política a "ue se alude remite a la inminencia del ata"ue de La$alle sobre5uenos 6ires ;en 1839=, luego frustradoD ! a la alianza entre 7os% . 2az, 7. 2. L*pez ! '. Ri$era ;entre los 4ltimosmeses de 18>1 ! los primeros de 18>=.
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1/ El Museo Americano o el ibro de Todo el Mundo, peri*dico +ilustrado con láminaslitográficas, +tiene el m%rito de ser el primero "ue aparece con este progreso en 5uenos 6ires.'ue fundado por %sar ip*lito 5acle en 183B. &u colecci*n consta de B n4meros, en los "ueaparecieron artículos traducidos por Rafael innetti ! 7uan aría Juti%rrez. En 183< el peri*dico continu* publicándose con el título de El Reco0ilador . ;. Jal$án oreno, ., O0. cit., p. 1
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negros=, +con e(clusi*n de 6lberdi ! los comprometedores *$enes de la _tercera generaci*n_ ;Rosa, 3
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B Qtras referencias a las amenazas de los redactores de El Grito Arjentino respecto del ingreso de los peri*dicos en5uenos 6ires, ! hasta el interior dom%stico de Rosas, aparecen tambi%n en los n. 1< ;1A>A1839# +Cna reun*n de
patriotas# +I se nos pide el grito NsicO de muchas partes de la campa0a de 5uenos 6!res, ! nos consta del modomás positi$o "ue cuando llegan a agarrar uno, lo leen en rueda, en los ranchos, pulperías, en las carreras, ! tambi%nen la lámina "ue inclu!e este n4mero ! a la "ue se refiere el te(to=D 18 ;8A>A1839, +Rosas ! sus parientes no estánmui conformes con "ue corran los papeles en "ue se les suele cantar puritas $erdades. ? Tuisieran "uemarlos todos !sin duda pagarían buenos pesos ;I= para agarrar los tales papeles# pero cuando por otra parte, a! "ue la primeraoperaci*n no es fácil de registrar a derecha e iz"uierda, $iolar el sello sagrado de la correspondencia para buscar elrat*n, ! el rat*n encuentra siempre alg4n aguero abierto ! allí se mete. Lo más gracioso tambi%n es la prudencia con"ue trabaan# se contentan con decir en la Jaceta "ue los papeles son morales, por supuesto en tono de pifia, sobretodo aparentando desprecio. as entretanto, amás dicen "u% papeles son esos, ni "u% cosas traenD Spara "u% tantotrabao si nadie los leeU S@ no es la inusticia ma!or, perseguir, imponerse de los secretos de las cartas !, todo, todo
por pescar el pobre Grito ArgentinoU S-*nde está el decreto del tirano, ordenando "ue no entren a 5uenos 6ires los papeles de onte$ideoU ;I= +acabar a pu0aladas ;Rosas= con el pícaro "ue le cantara al oído ?6"uí está elJR:)Q=D 1 ;9ABA1839# +El )irano Rosas anda con cien oos para "ue $osotros, $alientes soldados arentinos, noleais amás, ni oigas leer, mas papeles "ue su inmunda GacetaS ! para "ue no llegue a $uestras manos el Grito, estegrito de $uesta patria, "ue os dice la $erdad, ! os muestra las desgracias "ue podeis e$itar.=D ;1ABA1839,on$ersaci*n entre los 2aisanos &al$ador ! Jenaro# $. cita en p. =D 3 ;1
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:, aun"ue nuestras formaciones acad%micas ! perspecti$as de análisis eran di$ersas, muchas de nuestrasintuiciones coincidían o se com plementaban. 6pro$echo para agradecerle nue$amente a"uí, además de la escriturade su apasionante ?arbarie & ci(ili-aci)n, su confianza ! su generosidad.9 on alguna irregularidad# los n4meros 9 ! 1/ se publicaron ambos en domingo, con diferencia de una semana ;el> ! el 31 de marzo de 1839, respecti$amenteD la celebraci*n de la 2ascua cat*lica durante esa semana pudo ser causa de la demora en la impresi*n del peri*dico=. El n4mero B lle$a como fecha el sábado B de ma!o ;de 1839=,seguramente en atenci*n a la altísima carga simb*lica "ue re$estía el ani$ersario patrio para los redactores del
peri*dico, ! a la e(pectati$a "ue cifraban en la in$ocaci*n a los +$alores de la Re$oluci*n como recurso deapelaci*n ! mo$ilizaci*n política.3/ 2hilippe amon se0ala como propio del siglo : la atenci*n ! el cuidado por los +frontispicios, es decir, lasimágenesAumbral ;image2seuil = "ue funcionan como acceso ! frontera del te(to impreso, ! "ue resultan ademásimágenes autoritarias, simb*licas ! sincr%ticas en su articulaci*n. 6un"ue ad$ierte "ue el uso de +frontispicios data,e$identemente, de mucho tiempo antes, amon destaca este gusto ! este desarrollo decimon*nicos de +la tradici*nde los frontispicios alcanza tambi%n a peri*dicos ! re$istas ;amon //1# >9=. La obser$aci*n es particularmente
pertinente para el Río de la 2lata, donde ?sobre todo durante los dos primeros tercios del siglo? los peri*dicos son$erdaderos +libros de producci*n americana ;! basta recordar la conciencia de este hecho "ue ostenta -omingo '.&armiento en su Recuerdos de %ro(incia ;18B/==. amon distingue dos tipos principales de elementos "ue aparecenen los frontispicios# +atributos legibles ! +símbolos.
El frontispicio de El Grito Arjentino está planteado a partir de una imagen aleg*rica. En su centro ha! una muer "uedirige un carro. &u representaci*n combina rasgos simb*licos de +la patria, +la rep4blica ! +la libertad ;sobre estetipo de representaci*n, mu! frecuente a partir de la iconografía de la Re$oluci*n 'rancesa, pueden consultarse los !aclásicos trabaos de aurice 6gulhon, Mariane au combat. Pimagerie et la s&mboli4ue r+0ublicaines de 9:= $9::A3A18>= de Muera Rosas!. )ambi%n 2radere ;191>= ! 2agano ;1939=, por eemplo, atribu!en las imágenes a&omellera ;aun"ue 2agano solo se refiere a las de Muera Rosas! como de la autoría de &omellera=. Resultaimposible, no obstante, "ue %l fuera el autor en 5uenos 6ires de esa imagen ;como sugiere Minn!=, !a "ue por entonces ?seg4n declara en sus Recuerdos, se hallaba e(iliado en onte$ideo. 6un"ue mu! posiblemente debi*
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hacer dibuos o litografías para algunos n4meros, todo indica "ue no fue el 4nico autor de las láminas. 2or otro lado,como !a se mencion*, es e$idente "ue los redactores de El Grito Arjentino se esforzaron por hacer $isible la
pluralidad de autores "ue sostenían los te(tos e imágenes incluidas en sus páginas.3 -e hecho, esta representaci*n estaba mu! afianzada !a en sede literaria. %ase, por eemplo, la composici*ngauchesca "ue la crítica llam* +5iografía en $erso de 7uan anuel de Rosas, relatada por el gacetero 2anchoLugares ! publicada en los n4meros 1 a a 19, 1 a 3>, 3< ! 38 a >/ de El Gauco peri*dico de Luis 2%rez,entre ulio ! diciembre de 183/ o enero de 1831 ;seg4n Ricardo Rodríguez olas=. En ella, como en otras
composiciones de 2%rez, Rosas habla con los gauchos como uno más, ! aparece caracterizado como el (iejo, el rubio!, pero ante todo, como un +amado patr*n ;. Rodríguez olas, Ricardo, uis %+re- & la ?iogra*a de Rosasescrita en (erso en 9:@3O. En este poema, el enunciador accede, siguiendo los pasos de :sidora "ue ha $iaado a 5uenos 6ires para$isitar a su amiga anuelita Rosas, al interior de 2alermo. En su recorrido puntualiza $arios +trofeos de una suertede museo del horror en el "ue Rosas guarda reli"uias de sus $íctimas ;Melarra!an ! 5er*n de 6strada, entre otros=.-e pronto, Rosas parece recordar el triunfo de enancio 'lores ! ngel H40ez en +la or"ueta del Rosario ;18AKA18>3=, ! se desarticula, temblando de miedo. 6l $ol$er en sí, hace matar a +la o$eona :sidora, para "ue no ha!atestigos de ese momento de debilidad ;+Iuera la o$eonaG P 2ues, si no, sale ! pregona,P "ue !a tengocon$ulsiones,P de $er "ue los sal$aonesP se lo limpian a 6ldereteD ;I= ;$$. 399A>/1=.
33 &eg4n 6migo, esta representaci*n iconográfica "ue ubica a Rosas +en los bordes de la escena del crimen, comotestigo del asesinato a eecutar, +tiene base literaria, principalmente en &armiento ! Ri$era :ndarte. Estarepresentaci*n, +acu0ada por los peri*dicos "ue analizo, será citada con insistencia en las representaciones de Rosasen la pintura hist*rica del período inmediatamente posterior a aseros ;6migo 39=.3> La relaci*n entre dibuo ! escritura ha sido mu! estudiada. &obre la e$oluci*n de los pictogramas en ideogramas, !sobre sus diferencias ! efectos en la +reestructuraci*n de la conciencia, puede consultarse el !a clásico ensa!o de^alter Qng ;198=.3B 2ara una genealogía de la caricatura ! sus condiciones de reproductibilidad t%cnica en &udam%rica# la basetipográfica de la :mprenta de la aridad se form* con tipos, $i0etas ! otros elementos t%cnicos de di$ersas imprentas"ue iban siendo $endidas parcial o totalmente, a la "ue se sumaron otros acu0ados especialmente en onte$ideo.Cna de a"uellas imprentas desarticuladas fue la "ue, desde hile, traslad* consigo el militar ! político chilenoarrera. 6l salir desde onte$ideo para 5uenos 6ires, en 1819, arrera $endi* parte de su imprenta a un tal 2%rez.
La :mprenta de 2%rez pas* tiempo despu%s a formar parte de la de la aridad. :nicialmente, la prensa $endida por arreras había ser$ido para imprimir naipesD luego proclamas ! hoas di$ersas. -e esa imprenta ;seg4n algunosestudiosos, de la mano del mismo arrera= habrían salido algunas de las primeras caricaturas políticas impresas "uecircularon en las rep4blicas sudamericanas# a"uellas en "ue se $e a &an artín como un burro ! como un tigre, ! enlas "ue se atacaba tambi%n a Q_iggings. )ras ser $endida ;en parte= a la ermandad de la aridad, otro hermanoapasionado por el dibuo ! por la caricatura, 'ra! 'rancisco asta0eda, persigui* el rastro de la imprenta de arrera.6sí lo relataba en 18B# +la imprenta famosa del general arrera estaba repartida en di$ersos paraes donde la ibadeando a"uel hombre tan caminador. @o he tenido la proliidad de irla recoiendo, por $er si acaso podía ponerla eneercicio ;I=. +Representaci*n del R.2. lector ubilado '. de 2aula asta0eda al Jobernador de )ucumán ;18B=,citado por Estrada ;-=, 191# 18. . tambi%n &oiza Larrosa, ontealegre, Estrada ;d==.38=.
3K Recu%rdese "ue el cuerno de la diosa 'ortuna aparece tambi%n como uno de los atributos de la figura de la patriaPlibertadPrep4blica "ue es centro del frontispicio aleg*rico del peri*dico ;$. más arriba, nota 3/=.38 -e manera toda$ía más e$idente sucede con la $i0eta "ue se inserta en el n4mero K del peri*dico
antes de un artículo "ue comienza con la siguiente in$ocaci*n# +G6rgentinos emigradosG 6l fin nos ha llegado la%poca de reír. El te(to, de carácter satírico, es una proclama en la "ue Rosas pediría a los emigrados "ue abandonen
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a Ri$era. El final, con moralea, indica c*mo debe ser entendido lo anterior# +amos, NRosas ! EchagVeO están locos,! con raz*n# por todas partes $en cala$eras, $en la guada0a de la muerte, $en el sepulcro, $en en fin, su sangriento
inis ;EJ6 K=. La palabra final del artículo reen$ía así a la imagen, ! recupera ! refuerza el modo en "ue debe ser decodificada. Es ine$itable pensar, al mismo tiempo, "ue el te(to completo pudo haber sido inspirado por la eficaciade esta imagen econ*mica, por"ue condensa en una pe"ue0ísima escala un mensae "ue re"uiere de una sola palabra
pero cu!o sentido el te(to $uel$e uní$oco.39 %ase a lira argentina, o colecci)n de 0ie-as 0o+ticas dadas a lu- en ?uenos Aires durante la Guerra de
Inde0endencia, 5uenos 6ires, 18>. La obra fue impresa en 2arís, e inclu!e di$erso tipo de composiciones#canciones, marchas, loas, cielitos, d%cimas, por eemplo. Re4ne poesías de 7uan ris*stomo Lafinur, Esteban deLuca, 7uan ruz arela ! 'ra! 'rancisco de 2aula asta0eda, entre otros autores. Cna de esas poesías es el +-iálogo
patri*tico interesante entre entre 7acinto hano, capataz de una estancia en las islas del )ordillo, ! el gaucho de laJuardia del onte. )ambi%n en el %arnaso Oriental o Guirnalda %o+tica de la Re0Lblica "rugua&a ;5uenos 6ires,:mprenta de la Libertad, 183B=, "ue inclu!e poesías de 'rancisco 6cu0a de 'igueroa, 'rancisco 6raucho, 2etronaRosende ;de la &ierra=, 'lorencio arela, entre otros. En el tomo :: de esta obra se reimprime el +-iálogo
patri*ticoI de idalgo ;"ue ha perdido en esta edici*n el adeti$o +interesante=. 2oemas gauchescos ! de corteneoclásico con$i$en en el $olumen ?igual "ue en la ira3 de hecho, el %arnaso inclu!e $arias composiciones nogauchescas de idalgoD entre otras, un +imno Qriental ! unos +&entimientos de un patriota ;ambos en el tomo :=.>/ S6lgunos de estos paisanos son negros, como desearían los redactores de El Grito Arjentino "ue entre ellos secontaran algunos de sus lectoresU El $ocati$o +#e/) Anselmo parece sugerirlo. 6demás del !a clásico $olumen deLuis &oler a0as, egros, gaucos & com0adres en el cancionero de la ederaci)n, 9:@
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argumentos "ue el peri*dico ha $ertido en prosa ! con diferentes modulaciones en las páginas pre$ias del mismon4mero.
> )abapui, tabapu! o tabapi%. El +$ocabulario americanista de u0iz ;18B3= lo caracteriza como una +especie de baile pro$incial. &e trata de un allegro con te(to de seguidillas "ue se a0adía al final del cielito. &eg4n recuerda&antiago alzadilla, se trataba de un baile característicamente federal, más atracti$o "ue los +cielitos# +ás tarde,allá por el a0o >>, se bailaba tambi%n un cielito criollo, a pedido ;en lo de &enillosa= del general don 2rudencioRozas, insigne bailarín.... 60ade algo despu%s# Este baile gaucho, mon*tono en demasía, ! poco aristocrático, era
rechazado por la ma!or parte de la concurrenciaD pero la e(celente se0ora, misia 2astora ;...=, rogabaencarecidamente a las ni0as lo bailaran, para complacer al rubio general. )anto por %sto como por el tabapie !relaciones "ue se le agregaba, lleg* a establecerse con gran complacencia del hermano del Restaurador ! de los'ederales_. ;alzadilla, &antiago, as beldades de mi tiem0o, 1891=. &i la $ersi*n del memorialista es correcta, lostabapu!s de El Grito Arjentino cumplirían una funci*n similar a las +media ca0as ! +refalosas en el conunto de lagauchesca de 6scasubi# el ser bailes de celebraci*n ! de triunfo, arrebatados con %ste al enemigo rosista, con laamenaza simb*lica "ue esa e(propiaci*n conlle$aría.
El Cancionero del tiem0o de Rosas compilado por 7os% Luis Lanuza inclu!e un +)abapuí compuesto por unafederala, cu!os primeros $ersos aconsean# +2ara ser 'ederalesPes necesarioPuir como del -iabloPdel Cnitario.>3 La lista "ue sigue inclu!e la totalidad de las composiciones po%ticas incluidas en el peri*dico, ! permite $erificar esa di$ersidad# +-%cimas ;"ue glosan la cuarteta de icente '. L*pez# +alle Esparta su $irtudI= ; El Grito
Arjentino 3=, +Los hospitales ;poema "ue ilustra la lámina de la página >D compuesto en octa$illas= ; El Grito
Arjentino >=D +archa guerrera ; El Grito Arjentino B=D +ancion. 6l campoG 6l campoG ! +)abapu! patriota ; El Grito Arjentino K=D +2aso de $encedores ;reescritura del poema de 7uan ruz arela, $. nota = ; El Grito Arjentino 8=D +on$ersaci*n entre los paisanos &al$ador ! 7acinto ; El Grito Arjentino 9=D +6 la emigraci*nargentina ; El Grito Arjentino 1=D ;+Tui%n de la patria empa0*U...=# composici*n sin título en octa$illas ! ;+&iRosas pretendeI=, composici*n sin título en $ersos de arte menor ; El Grito Arjentino 13=D ;+-e los males elma!or=, composici*n sin título en cuartetos ! +ielito ; El Grito Arjentino 1>=D +Qraci*n de la o$en ! ;+Tu% penadais al ladr*n=, composici*n sin título en octa$illas ! un no$eno $erso de tres sílabas ; El Grito Arjentino 1B=D+)abapu! ! media ca0a ; El Grito Arjentino 1=D +on$ersaci*n entre los paisanos &al$ador ! Jenaro ; El Grito
Arjentino =D +on$ersaci*n entre 0o 7uan ! el 2ulpero ; El Grito Arjentino >=D +archa patri*tica ! un +imnoa las ilustres hias de la patria ; El Grito Arjentino B=D +on$ersaci*n entre &al$ador ! Ram*n ; El Grito Arjentino>
6po!ándose en fuentes bibliográficas ! citando numerosas publicaciones en su apo!o, há$ez ;19K3= afirma "uedurante los dos gobiernos de Rosas tu$o lugar una +intensa acti$idad musical ! del "uehacer teatral ;>B=.
En el caso de los poemas de El Grito Arjentino, la bibliografía sugiere, antes "ue un fen*meno %pocal, una politizaci*n de la forma po%tica ! sobre todo del ritmo, a tra$%s de una mu! deliberada disputa con el sistemasemi*tico "ue propone el rosismo, en sintonía con la disputa por la producci*n de imágenes. El gobierno de Rosasestimul* la con$ocatoria a festeos populares ! p4blicos no s*lo en las fechas patrias tradicionales ;las fiestas+ma!as ! +ulias=, si