El género lírico. Primera Parte

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Primera Parte

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1. Introducción

2. La poesía

2.1. Épica y lírica

2.1.1. La poesía épica

2.1.2. La poesía lírica

2.1.3. Textos y ejercicios

2.2. Elementos de creación poética

2.2.1. Características del lenguaje poético

2.2.2. Los artificios literarios: naturaleza y procesos

2.2.3. Clasificación tradicional de figuras retóricas

2.2.4. Ejercicios

2.3. Métrica

2.3.1. Lírica y verso

2.3.2. El verso

2.3.3. La rima

2.3.4. La pausa

2.3.5. La estrofa

2.3.6. El poema

2.3.7. Ejercicios

2.4. Poesía épica

2.5. El romance

2.6. El soneto

2.7. La elegía

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La literatura no se estudia, se lee. Lo mismo

podríamos decir de la música o del arte en

general. Sin embargo para mejor acercarnos a

ella o para mejor desenvolvernos entre sus

recovecos es deseable tener una visión de

conjunto, saber los recursos que utiliza, estudiar

las relaciones existentes entre la producción

literaria y su contexto histórico y social. Todos

estos temas concernientes a la literatura han

dado origen a lo que se denomina teoría e

historia de la literatura o crítica literaria.

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El estudio de la literatura ordenando

el trabajo por géneros literarios, tiene

la ventaja de poder hacerse mejor a

través del estudio directo de los

textos originales. El agrupar los textos

literarios en géneros, nos permite

también concentrar nuestro análisis

en los recursos retóricos propios de

cada género.

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Nosotros vamos a proponer una clasificación

comúnmente aceptada y quizás la más tradicional

de todas:

• Poesía

• Narrativa

• Teatro

• Ensayo Es comprobable que no existen obras de

las que se pueda decir que pertenecen

exclusivamente a un género determinado.

En todas las obras literarias se encuentran

rasgos o partes narrativas, líricas,

dramáticas o expositivas, aunque

predomine a lo largo de ella una en

especial.

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Los criterios de clasificación atienden por una

parte a la forma en que se nos presenta el texto.

Todos diferenciamos por la forma un texto

poético, de uno dramático o narrativo. La lírica se

presenta en líneas o versos regulares, la narrativa

en frases seguidas y el teatro en estilo directo.

Pero todos sabemos que si tomamos un poema y

ponemos todos sus versos seguidos no por ello

construimos un texto narrativo. O que si dividimos

un párrafo narrativo en intervalos regulares no por

ello resulta de allí un poema.

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También se suelen clasificar los textos

atendiendo a la finalidad comunicativa de quien

lo produce:

• el texto narrativo, ser contado o imaginado

• el lírico, ser cantado

• el dramático, ser representado

• el ensayo, ser meditado.

Y también por el lugar o el papel que asume el

escritor. Este esquema coincide con lo que se

denominan los géneros naturales:

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El autor habla.

Predomina la subjetividad y la función expresiva

del lenguaje:

así nacería la lírica y la poesía.

Históricamente parece que fue el género primero

en aparecer:

Las composiciones en que los humanos empezaron

a expresar por escrito y de forma subjetiva sus

sentimientos de amor, alegría, miedo, celebración,

crítica, sátira…

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El autor inventa otros personajes.

Se desdobla y se proyecta hablando a

través de sus criaturas a las que maneja

como muñecos de un guiñol.

Estamos ante la narrativa.

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El autor utiliza la representación

directa.

Usa personajes reales en un escenario

para expresar sus ideas:

el teatro.

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El autor intenta comunicarnos sus

ideas.

Usa el modo persuasivo para invitarnos

a la reflexión sobre sus palabras:

sería el ensayo.

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La poesía épica es fundamentalmente una poesía

narrativa, es decir, consiste en la narración, más

o menos objetiva, de una historia, de unos

hechos llevados a cabo por una serie de

personajes. Estos hechos suelen ser de carácter

heroico: se trata de hazañas bélicas

protagonizadas por personajes de alto rango,

reyes o nobles o incluso héroes de naturaleza

semidivina.

Suele tratarse de poemas de gran extensión

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Entre las clases de poesía épica

distinguimos:

• la epopeya

• los cantares de gesta

• los poemas épico-cultos

• los romances.

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La epopeya

Consiste en el conjunto de poemas épicos

de un país o cultura. Se trata de poemas

producidos en épocas remotas y que

configuran el pasado mítico de todo un

pueblo. Cabe destacar la epopeya griega,

constituida por la Ilíada y la Odisea, y la

epopeya hindú, formada por el Ramayana

y el Mahabarata.

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Los cantares de gesta

Son los poemas épicos compuestos durante

la Edad Media, como el Cantar de las

huestes de Ígor, Beowulf, Cantar de Mio

Cid, El Cantar de Roldán, El cantar de los

Nibelungos.

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Los poemas épico-cultos

Son poemas escritos a imitación de la poesía épica

antigua en épocas más recientes. Son poemas de

autores conocidos –a diferencia de la mayoría de

las obras épicas antiguas, que suelen ser anónimas–

y la métrica utilizada es más regular.

La Eneida, de Virgilio; La Divina Comedia, de

Dante son poemas épico-cultos. En la literatura

castellana quizás el más famoso sea La Araucana,

de Alonso de Ercilla, poeta del siglo XVI que relata

la conquista de la Araucania por los españoles.

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Romances castellanos

Son también narrativos, y algunos proceden

precisamente de la fragmentación de los antiguos

cantares de gesta. Es cierto, también, por otra

parte, que la forma del romance dio cabida

también a elementos líricos.

Agora que sé de amor...

¿Agora que sé de amor

me metéis monja?

¡ay, dios, qué grave cosa!

Agora que sé de amor

de caballero,

agora me metéis monja

en el monasterio:

¡ay, dios, qué grave cosa!

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A diferencia de la épica, la poesía lírica no

pretende relatar una historia sino que trata

más bien de ser un vehículo para la expresión

de los sentimientos subjetivos del autor. En su

origen, la poesía lírica iba asociada al canto,

es decir, tenía un acompañamiento musical.

En la actualidad, cuando hablamos de poesía

nos referimos a la poesía lírica, ya que la

épica apenas tiene desarrollo.

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Cada poeta parece tener

una idea distinta de lo que

es su arte:

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Rubén Darío reflexionaba así (en el prólogo a El canto

errante):

“Pienso que el don del arte es aquél que de modo

superior hace que nos reconozcamos íntima y

exteriormente ante la vida. El poeta tiene la visión

directa e introspectiva de la vida y una supervisión que

va más allá de lo que está sujeto a las leyes del

general conocimiento. (…) La poesía existirá mientras

exista el problema de la vida y de la muerte. El don del

arte es un don superior que permite entrar en lo

desconocido de antes y en lo ignorado de después, en

el ambiente del ensueño o de la meditación.”

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En una entrevista de 1936, a la eterna pregunta

respondía así Federico García Lorca:

“La poesía es algo que anda por las calles. Que

se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las

cosas tienen su misterio, y la poesía es el

misterio que tienen todas las cosas”.

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Antonio Gamoneda llega a afirmar que la

poesía no es literatura. Y lo explica así:

“La literatura es una creación humana

grandiosa, pero la literatura es ficción y la

poesía es realidad. La literatura narra,

describe, explica o representa, y todo

ello lo hace dentro de la ficción. La poesía no

es ficción sino parte de la vida, de nuestra

propia vida. (…) La poesía es una realidad y

una conducta, y no es, necesariamente, una

representación, un ornamento o una

actividad informativa.”

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De acuerdo con determinadas

características temáticas y

formales tenemos los siguientes

subgéneros:

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Oda:

Composición escrita en elogio o alabanza

de una idea, un suceso o una persona, en

un tono exaltado.

Fray Luis de Léon escribe una “Oda a la

vida retirada”; Federico García Lorca,

una “Oda a Salvador Dalí”, y Pablo

Neruda dedica todo un libro, sus Odas

elementales, a cantar las realidades más

humildes: el fuego, la cebolla, la gaviota o

la farmacia, por ejemplo.

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Oda a los calcetines, de Pablo Neruda

Me trajo Mara Mori

un par de calcetines,

que tejió con sus manos de pastora,

dos calcetines suaves como liebres.

En ellos metí los pies

como en dos estuches

tejidos con hebras del

crepúsculo y pellejos de ovejas.Violentos calcetines,

mis pies fueron dos pescados de lana,

dos largos tiburones

de azul ultramarino

atravesados por una trenza de oro,

dos gigantescos mirlos,

dos cañones;

mis pies fueron honrados de este modo

por estos celestiales calcetines.

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Eran tan hermosos que por primera vez

mis pies me parecieron inaceptables,

como dos decrépitos bomberos,

bomberos indignos de aquel fuego

bordado,

de aquellos luminosos calcetines.

Sin embargo, resistí la tentación

aguda de guardarlos como los colegiales

preservan las luciérnagas,

como los eruditos coleccionan

documentos sagrados,

resistí el impulso furioso de ponerlas

en una jaula de oro y darles cada

día alpiste y pulpa de melón rosado.

Como descubridores que en la selva

entregan el rarísimo venado verde

al asador y se lo comen con

remordimiento,

estiré los pies y me enfundé

los bellos calcetines, y luego los zapatos.

Y es esta la moral de mi Oda:

Dos veces es belleza la belleza,

y lo que es bueno es doblemente bueno,

cuando se trata de dos calcetines

de lana en el invierno.

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Elegía:

El poeta expresa su dolor por la muerte de un ser querido.

Son famosas elegías las Coplas a la muerte, de Jorge

Manrique; el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez

Mejías, de Federico García Lorca y la “Elegía a Ramón

Sijé”, de Miguel Hernández.

En algunas ocasiones, el poema no se ocupa de la

desaparición de una persona, sino de alguna otra cosa –una

época o un sentimiento, por ejemplo–, con un tono elegíaco,

es decir, de nostalgia. Así, Leandro Fernández de Moratín

escribe una “Elegía a las Musas”, despidiéndose de la

poesía.

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https://www.youtube.com/watch?v=MFFCoxJU0Gc

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Égloga:

Poema bucólico en el que unos pastores se

cuentan sus penas amorosas en el marco de

una naturaleza idealizada. Tuvo un especial

desarrollo durante el Renacimiento y sigue

modelos clásicos, el griego Teócrito

y el latino Virgilio, sobre todo. Son célebres

las Églogas de Garcilaso de la Vega.

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Égloga I

Garcilaso de la Vega

[Fragmento]

El dulce lamentar de dos pastores,

Salicio juntamente y Nemoroso,

he de contar, sus quejas imitando;

cuyas ovejas al cantar sabroso

estaban muy atentas, los amores,

(de pacer olvidadas) escuchando.

Tú, que ganaste obrando

un nombre en todo el mundo

y un grado sin segundo,

agora estés atento sólo y dado

el ínclito gobierno del estado

Albano; agora vuelto a la otra parte,

resplandeciente, armado,

representando en tierra el fiero Marte;

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agora de cuidados enojosos

y de negocios libre, por ventura

andes a caza, el monte fatigando

en ardiente jinete, que apresura

el curso tras los ciervos temerosos,

que en vano su morir van dilatando;

espera, que en tornando

a ser restituido

al ocio ya perdido,

luego verás ejercitar mi pluma

por la infinita innumerable suma

de tus virtudes y famosas obras,

antes que me consuma,

faltando a ti, que a todo el mondo sobras.

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En tanto que este tiempo que adivino

viene a sacarme de la deuda un día,

que se debe a tu fama y a tu gloria

(que es deuda general, no sólo mía,

mas de cualquier ingenio peregrino

que celebra lo digno de memoria),

el árbol de victoria,

que ciñe estrechamente

tu gloriosa frente,

dé lugar a la hiedra que se planta

debajo de tu sombra, y se levanta

poco a poco, arrimada a tus loores;

y en cuanto esto se canta,

escucha tú el cantar de mis pastores.

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Sátira:

Composición de carácter burlesco destinada a censurar o

ridiculizar caracteres o comportamientos.

Tiene también precedentes en la literatura clásica; entre

otros autores, Horacio y Juvenal. Durante el Barroco la

literatura satírica y burlesca alcanza un gran desarrollo.

El soneto “Érase un hombre a una nariz

pegado” de Francisco de Quevedo o su letrilla contra el

poder del dinero “Poderoso caballero/ es don Dinero”.

En ocasiones, la sátira es personal y dirige sus acerados

dardos contra una persona concreta. Es bien conocido el

intercambio de poemas injuriosos entre Góngora y

Quevedo.

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A UNA NARIZ

Francisco de Quevedo

Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una nariz sayón y escriba,

érase un pez espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,

érase un alquitara pensativa,

érase un elefante boca aariba,

era Ovidio Nasón mas narizado.

Érase un espolón de una galera,

érase una pirámide de Egipto,

las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,

muchísima nariz, nariz tan fiera,

que en la cara de Anás fuera delito.

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Epigrama:

Poema breve de tono sentencioso

empleado para inscripciones o epitafios,

aunque también puede tener intención

humorística o satírica. El escritor

conceptista barroco Baltasar Gracián, en

su obra Agudeza y arte de ingenio

(1648), realiza un estudio y antología de

epigramas escritos en castellano y latín.

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Al perderte yo a ti,

tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras

lo que yo más amaba,

y tú, porque yo era

el que te amaba más.

Pero de nosotros dos,

tú pierdes más que yo:

porque yo podré

amar a otras

como te amaba a ti,

pero a ti nadie te amará

como te amaba yo.

Muchachas que algún día

leaís emocionadas estos versos

Y soñéis con un poeta

Sabed que yo los hice

para una como vosotras

y que fue en vano.

Ernesto Cardenal

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Fábula:

Poema narrativo de intención didáctica. La

historia está protagonizada en muchas

ocasiones por animales.

La enseñanza que se quiere transmitir, o

moraleja, es muchas veces explícita. Sigue los

modelos clásicos de Esopo y Fedro. En español

las más famosas son las de Félix María de

Samaniego y Tomás de

Iriarte.

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LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Félix María Samaniego

Érase una gallina que ponía

un huevo de oro al dueño cada día.

Aún con tanta ganancia, mal contento,

quiso el rico avariento

descubrir de una vez la mina de oro,

y hallar en menos tiempo más tesoro.

Matóla; abrióla el vientre de contado;

pero después de haberla registrado

¿qué sucedió?. Que, muerta la gallina,

perdió su huevo de oro, y no halló mina.

¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,

enriquecerse quieren al instante,

abrazando proyectos

a veces de tan rápidos efectos,

que sólo en pocos meses,

cuando se contemplaban ya marqueses,

contando sus millones,

se vieron en la calle sin calzones!

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Epitalamio:

Poema en que se celebran unas bodas y se desea

suerte y felicidad a los recién casados. Diversos

poetas españoles y latinoamericanos han escrito

epitalamios, como Luis de Góngora (un

"Epitalamio" suyo figura en la Soledad Primera),

Rubén Darío ("Epitalamio bárbaro", en Prosas

profanas y otros poemas), Julio Herrera y

Reissig ("Epitalamio ancestral"), Pablo de Rokha

(en Los gemidos), Pablo Neruda (en Los versos

del capitán).

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Rubén Darío

Epitalamio bárbaro

El alba aún no aparece en su gloria de oro.

Canta el mar con la música de sus ninfas en coro

y el aliento del campo se va cuajando en bruma.

Teje la náyade el encaje de su espuma

y el bosque inicia el himno de sus flautas de pluma.

Es el momento en que el salvaje caballero

se ve pasar. La tribu aúlla y el ligero

caballo es un relámpago, veloz como una idea.

A su paso, asustada, se para la marea.

La náyade interrumpe la labor que ejecuta

y el director del bosque detiene la batuta.

¿Qué pasa? desde el lecho pregunta Venus bella.

Y Apolo: ¿Es Sagitario que ha robado una estrella?

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Himno:

De tono solemne y grandioso, este

tipo de poema se dedica a ensalzar

personajes o acontecimientos de

gran relieve. El romántico José de

Espronceda escribió un “Himno al

Sol”.

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https://www.youtube.com/watch?v=8R3Ki6aqlv4

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Anacreóntica:

Composición poética en que se cantan

los placeres de la vida, del amor y del

vino, siguiendo el modelo de

Anacreonte. Los poetas neoclásicos

del siglo XVIII mostrarán una especial

predilección por esta

composición.

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Anacreóntica

José Cadalso

Unos pasan, amigo,

estas noches de enero

junto al balcón de Cloris,

con lluvia, nieve y hielo;

otros la pica al hombro,

sobre murallas puestos,

hambrientos y desnudos,

pero de gloria llenos;

otros al campo raso,

las distancias midiendo

que hay de Venus a Marte,

que hay de Mercurio a Venus;

otros en el recinto

del lúgubre aposento,

de Newton o Descartes

los libros revolviendo;

otros contando ansiosos

sus mal habidos pesos,

atando y desatando

los antiguos talegos.

Pero acá lo pasamos

junto al rincón del fuego,

asando unas castañas,

ardiendo un tronco entero,

hablando de las viñas,

contando alegres cuentos,

bebiendo grandes copas,

comiendo buenos quesos;

y a fe que de este modo

no nos importa un bledo

cuanto enloquece a muchos,

que serían muy cuerdos

si hicieran en la corte

lo que en la aldea hacemos.

Page 51: El género lírico. Primera Parte

Epístola:

Carta en verso que el poeta dirige a un

amigo confiándole sus preocupaciones y

estado de ánimo.

Generalmente está escrita en tercetos

encadenados. Una de las más famosas de

la literatura española

es la “Epístola moral a Fabio” de

Fernández de Andrada.

Page 52: El género lírico. Primera Parte

Fragmentos de Epístola Moral a Fabio -

Andrés Fernández de Andrada - España

Fabio, las esperanzas cortesanas

prisiones son do el ambicioso muere

y donde al más activo nacen canas;

el que no las limare o las rompiere,

ni el nombre de varón ha merecido,

ni subir al honor que pretendiere.

El ánimo plebeyo y abatido

elija, en sus intentos temeroso,

primero estar suspenso que caído;

que el corazón entero y generoso

al caso adverso inclinará la frente

antes que la rodilla al poderoso.

Más triunfos, más coronas dio al prudente

que supo retirarse, la fortuna,

que al que esperó obstinada y locamente.

Esta invasión terrible e importuna

de contrarios sucesos nos espera

desde el primer sollozo de la cuna.

Dejémosla pasar como a la fiera

corriente del gran Betis, cuando airado

dilata hasta los montes su ribera.

Aquel entre los héroes es contado

que el premio mereció, no quien le alcanza

por vanas consecuencias del estado.

Page 53: El género lírico. Primera Parte

Busca, pues, el sosiego dulce y caro,

como en la oscura noche del Egeo

busca el piloto el eminente faro;

que si acortas y ciñes tu deseo

dirás: "Lo que desprecio he conseguido,

que la opinión vulgar es devaneo".

Más quiere el ruiseñor su pobre nido

de pluma y leves pajas, más sus quejas

en el bosque repuesto y escondido,

que agradar lisonjero las orejas

de algún príncipe insigne, aprisionado

en el metal de las doradas rejas.

Triste de aquel que vive destinado

a esa antigua colonia de los vicios,

augur de los semblantes del privado.

Cese el ansia y la sed de los oficios,

que acepta el don, y burla del intento,

el ídolo a quien haces sacrificios.

Iguala con la vida el pensamiento,

y no le pasarás de hoy a mañana,

ni quizá de un momento a otro momento.

Page 54: El género lírico. Primera Parte

¿Qué es nuestra vida más que un breve

día,

do apenas sale el sol, cuando se pierde

en las tinieblas de la noche fría?

¿Qué más que el heno, a la mañana verde,

seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!

¿Será que de este sueño se recuerde?

¿Será que pueda ver que me desvío

de la vida, viviendo, y que está unida

la cauta muerte al simple vivir mío?

Como los ríos, que en veloz corrida

se llevan a la mar, tal soy llevado

al último suspiro de mi vida.

Page 55: El género lírico. Primera Parte

¡Mísero aquel que corre y se dilata

por cuantos son los climas y los mares,

perseguidor del oro y de la plata!

Un ángulo me basta entre mis lares,

un libro y un amigo, un sueño breve,

que no perturben deudas ni pesares.

__________

Ya, dulce amigo, huyo y me retiro

de cuanto simple amé: rompí los lazos.

Ven y sabrás al grande fin que aspiro

antes que el tiempo muera en nuestros

brazos.

Page 56: El género lírico. Primera Parte

Madrigal:

Poema breve de carácter amoroso.

Se compone de una sola estrofa. Es

célebre el de Gutierre de Cetina

que comienza: “Ojos claros,

serenos”.

Page 57: El género lírico. Primera Parte

Gutierre de Cetina

Ojos claros, serenos

Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados,

¿por qué, si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos,

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me miréis con ira,

porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay tormentos rabiosos!

Ojos claros, serenos,

ya que así me miráis, miradme al

menos.

Page 58: El género lírico. Primera Parte

Canción:

Composición introducida en la

literatura española por Boscán y

Garcilaso de la Vega en el siglo XVI

a partir del modelo de Petrarca. Es

una composición amorosa

compuesta de varias estrofas que

siguen un mismo patrón métrico.

Page 59: El género lírico. Primera Parte

Garcilaso de la Vega

Canciones

[Fragmento]

I

Si a la región desierta, inhabitable

por el hervor del sol demasïado

y sequedad d’aquella arena ardiente,

o a la que por el hielo congelado

y rigurosa nieve es intratable,

del todo inhabitada de la gente,

por algún accidente

o caso de fortuna desastrada

me fuésedes llevada,

y supiese que allá vuestra dureza

estaba en su crüeza,

allá os iria a buscar como perdido,

hasta morir a vuestros pies tendido.

Vuestra soberbia y condición esquiva

acabe ya, pues es tan acabada

la fuerza de en quien ha d’esecutarse;

mirá bien qu’el amor se desagrada

deso, pues quiere qu’el amante viva

y se convierta adó piense salvarse.

El tiempo ha de pasarse,

y de mis males arrepentimiento,

confusión y tormento

sé que os ha de quedar, y esto recelo,

que aunque de mí me duelo,

como en mí vuestros males son d’otra

arte,

duélenme en más sensible y tierna parte.

Page 60: El género lírico. Primera Parte

Assí paso la vida acrecentando

materia de dolor a mis sentidos,

como si la que tengo no bastase,

los cuales para todo están perdidos

sino para mostrarme a mí cuál ando.

Pluguiese a Dios que aquesto aprovechase

para que yo pensase

un rato en mi remedio, pues os veo

siempre con un deseo

de perseguir al triste y al caído:

yo estoy aquí tendido,

mostrándoos de mi muerte las señales,

y vos viviendo sólo de mis males.

Si aquella amarillez y los sospiros

salidos sin licencia de su dueño,

si aquel hondo silencio no han podido

un sentimiento grande ni pequeño

mover en vos que baste a convertiros

a siquiera saber que soy nacido,

baste ya haber sufrido

tanto tiempo, a pesar de lo que basto,

que a mí mismo contrasto,

dándome a entender que mi flaqueza

me tiene en la estrecheza

en que estoy puesto, y no lo que yo

entiendo:

así que con flaqueza me defiendo.

Page 61: El género lírico. Primera Parte

Canción, no has de tener

comigo ya que ver en malo o en bueno;

trátame como ajeno,

que no te faltará de quien lo aprendas.

Si has miedo que m’ofendas,

no quieras hacer más por mi derecho

de lo que hice yo, qu’el mal me he hecho.

Page 62: El género lírico. Primera Parte

Estos subgéneros poéticos proceden

generalmente de la tradición clásica y

alcanzan un gran desarrollo durante el

Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo

(siglos XVI, XVII y XVIII). A partir del

Romanticismo, la importancia que los poetas

conceden a la libertad expresiva y a la

originalidad hace que los moldes tradicionales

se muestren insuficientes.

Page 63: El género lírico. Primera Parte

Las creaciones de los poetas tienen

características temáticas y formales difíciles

de encuadrar dentro de los viejos esquemas

clásicos. En la actualidad los subgéneros

reseñados han caído generalmente en desuso,

si bien los poetas contemporáneos los

emplean en ocasiones con un enfoque

distinto, cuando quieren conjugar

modernidad y tradición.

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Page 65: El género lírico. Primera Parte

LA POESÍA-LUIS CERNUDA

En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón

al atardecer, y el sonido del piano llenaba la casa,

acogiéndome cuando yo llegaba al pie de la

escalera de mármol hueca y resonante, mientras el

resplandor vago de la luz que se deslizaba allá

arriba en la galería, me aparecía como un cuerpo

impalpable, cálido y dorado, cuya alma fuese la

música.

¿Era la música? ¿Era lo inusitado? Ambas

sensaciones, la de la música y la de lo inusitado, se

unían dejando en mí una huella que el tiempo no

ha podido borrar.

Page 66: El género lírico. Primera Parte

Entreví entonces la existencia de una realidad

diferente de la percibida a diario, y ya

oscuramente sentía cómo no bastaba a esa otra

realidad el ser diferente,

sino que algo alado y divino debía acompañarla y

aureolarla, tal el nimbo trémulo que rodea un

punto luminoso.

Así, en el sueño inconsciente del alma infantil,

apareció ya el poder mágico que consuela de la

vida, y

desde entonces así lo veo flotar ante mis ojos: tal

aquel resplandor vago que yo veía dibujarse en la

oscuridad,

sacudiendo con su ala palpitante las notas

cristalinas y puras de la melodía.

Page 67: El género lírico. Primera Parte

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER: Rimas

Yo sé un himno gigante y extraño

que anuncia en la noche del alma una aurora,

y estas páginas son de ese himno

cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre

domando el rebelde, mezquino idïoma,

con palabras que fuesen a un tiempo

suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra

capaz de encerrarle, y apenas ¡oh, hermosa!

si teniendo en mis manos las tuyas

pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Page 68: El género lírico. Primera Parte

ANTONIO MACHADO: Galerías.

Leyendo un claro día

mis bien amados versos,

he visto en el profundo

espejo de mis sueños

que una verdad divina

temblando está de miedo,

y es una flor que quiere

echar su aroma al viento.

El alma del poeta

se orienta hacia el misterio.

Sólo el poeta puede

mirar lo que está lejos

dentro del alma, en turbio

y mago sol envuelto.

En esas galerías,

sin fondo, del recuerdo,

donde las pobres gentes

colgaron cual trofeo

el traje de una fiesta

apolillado y viejo,

allí el poeta sabe

el laborar eterno

mirar de las doradas

abejas de los sueños.

Page 69: El género lírico. Primera Parte

Poetas, con el alma

atenta al hondo cielo,

en la cruel batalla

o en el tranquilo huerto,

la nueva miel labramos

con los dolores viejos,

la veste blanca y pura

pacientemente hacemos,

y bajo el sol bruñimos

el fuerte arnés de hierro.

El alma que no sueña,

el enemigo espejo,

proyecta nuestra imagen

con un perfil grotesco.

Sentimos una ola

de sangre, en nuestro pecho,

que pasa… y sonreímos,

y a laborar volvemos.

Page 70: El género lírico. Primera Parte

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: Eternidades

¡Intelijencia, dame

el nombre exacto de las cosas!

Que mi palabra sea

la cosa misma,

creada por mi alma nuevamente.

Que por mí vayan todos

los que no las conocen, a las cosas;

que por mí vayan todos

los que ya las olvidan, a las cosas;

que por mí vayan todos

los mismos que las aman, a las cosas…

¡Intelijencia, dame

el nombre exacto, y tuyo,

y suyo, y mío, de las cosas!

Page 71: El género lírico. Primera Parte

1. Los cuatro textos seleccionados tratan sobre la

poesía. ¿Existen puntos en común entre ellos

en cuanto a la concepción del hecho poético?

2. El primer texto está escrito en prosa. ¿Podemos

considerarlo un poema? Razona tu respuesta.

3. El poema de Bécquer ¿contiene alguna idea que

no encontremos en los otros textos seleccionados?

Para el poeta, ¿cuál es la relación entre las

palabras y la poesía? ¿Quién aparece como

destinatario ideal del poema?

Page 72: El género lírico. Primera Parte

4. ¿Cuál es la materia prima del poema, de

acuerdo con Antonio Machado?

5. ¿Cuál es la finalidad de la poesía para

Juan Ramón Jiménez? ¿Crees que se trata

de un objetivo alcanzable o de un ideal

imposible?