El Fraude de La Sabana Santa Y Las Reliq - Juan Eslava Galan

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Obra de Juan Eslava Galan

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  • Juan Eslava Galn

    El Fraude De La Sbana Santa YLas Reliquias De Cristo

    Juan Eslava Galn, 1997

    Diseo cubierta: Joan Batall

    Ilustracin cubierta: detalle de la imagen de la SbanaSanta, y relicario del siglo XIV, catedral de San Vito,Praga (foto Erich Lessing)

    Procedencia de las ilustraciones: archivo del autor.Ayuntamiento de Alicante, Grabar, Karma-7, Loring,Picknett y Prince, Sala, Sol y Telecontinente Semanal

    Primera edicin: enero de 1997

  • Depsito Legal: B. 45.828-1996

    ISBN 84-08-01952-X

    La verdad os har libres.

    JESUCRISTO

    (Jn. 8, 32) La verdad existe y slo se inventa lamentira.

    GEORGES BRAOUE

    Intentar convencer a los que creen en lasseudociencias es como escribir en el agua. Por eso headoptado la postura del sabio H. L. Menkel: unacarcajada vale ms que mil silogismos.

    MARTN GARDNER

  • 1 UN MILLN DE RELIQUIAS

    Sucedi en Venecia, como a las once de la maana deldomingo 8 de octubre de 1981. El que esto escribe seencontraba saboreando un cappuccino en la terraza de lacafetera Florian, en la Arcada Nueva, cuando la quietud delapacible lugar se vio turbada por un aullar de sirenas y unchirriar de neumticos procedente de la calle contigua.

    Era la polica, que nunca est donde se la necesita.Dos individuos haban irrumpido en la iglesia de San

    Jeremas y secuestrado, a punta de pistola, el cuerpomomificado de santa Luca despus de forzar la urna decristal que lo protege. Se sospechaba de una organizacinpoderosa, algunos apuntaban a la mafia siciliana. La santa,adems del martirio que soport en vida, cuando fue maldegollada por orden del tirano de Siracusa, haba sufrido, yamuerta, dos secuestros: en 1039 la robaron los bizantinos;en 1204, los venecianos. A ello hay que sumar lasmutilaciones para obtener reliquias. Los sicilianos, aunquereclamaban a santa Luca como suya, slo posean uno desus dedos, un meique que arranc, de un mordisco, unresuelto peregrino siracusano en un besamanos de la santa.

    El secuestro de la momia de santa Luca (por cierto,recuperada a los pocos das, despus de satisfecho elrescate correspondiente) nos llev a interesarnos por el

  • complejo mundo de las reliquias.En sus comienzos judaicos, el cristianismo fue muy

    enemigo de las reliquias. La religin juda abominaba decuanto hubiera estado en contacto con un cadver;recordemos la Biblia: Quien toque a un cadver serimpuro durante siete das (Nm. 19, 11).

    Como se sabe, o se va sabiendo, los cristianos nodejaron de ser judos hasta, por lo menos, un siglo despusde la muerte de Jess, y aun as, durante mucho tiempo,continuaron observando las doctrinas higinicas judaicas enlo que se refiere a la impureza de los difuntos. Ellodetermin que no comenzaran a venerar reliquias hasta elsiglo ni, cuando tomaron su propio camino, ms prximo alas religiones de los gentiles, especialmente de los griegosy romanos, entre los cuales s era costumbre adorarreliquias y objetos sagrados. Se supona que las ilustrescarroas y sus pertenencias estaban impregnadas de graciadivina e irradiaban energa benfica sobre las personas quese acercaban a ellas, el poder sobrenatural que los griegosllaman chrs.

    Las primeras autoridades del cristianismo, los santospadres, aprobaron y estimularon el culto a los sagradosdespojos como medio de afianzar la religin.Naturalmente, como insistan en proclamarse herederos dela Biblia, escudriaron el libro santo hasta dar con unajustificacin para su cambio de actitud, aunque fuera trada

  • por los pelos. El pasaje bblico que dice Enterraron losrestos de Jos que los hijos de Israel haban trado deEgipto les vino como anillo al dedo en la probanza de quelos israelitas llevaron consigo reliquias en su peregrinacinpor el desierto. Adems, no se haban separado las aguasdel Jordn por virtud del manto de Eliseo?, no se obr unaresurreccin por virtud del profeta?, no se cur lahemorrosa con slo tocar el manto de Jess? (Mt. 9, 20).

    Desde el siglo IV, los cristianos dieron en venerarreliquias de los santos y ms especialmente las de Cristo,que se iban incorporando rpidamente al vido mercado. Elproblema radicaba en que nadie haba conservado reliquiasde Jess ni de ningn apstol o santo anterior al siglo III,pero ello no impidi fabricarlas o descubrirlas (inventio)para atender a la creciente demanda. As, una de lasprimeras peregrinas a los Santos Lugares, la monja Egeria,pudo fortalecer su fe con la contemplacin de la piedrasobre la que Moiss rompi las primeras Tablas de la Ley;la zarza ardiente donde Dios se manifest, que estabatodava viva y echaba brotes; el horno donde los imposisraelitas fundieron el becerro de oro; y hasta la columnadel palacio de Caifas donde azotaron a Jess, que, porcierto, conservaba las marcas de las manos, de la barbilla yde la nariz del Salvador.

    A finales del siglo IV ya se haba producido lainvencin de las principales reliquias de Cristo. A este

  • ncleo inicial formado por la Verdadera Cruz y, algodespus, por los clavos y la columna de la flagelacin, seincorporaron, en el siglo V, la corona de espinas, y en el vi,la lanza y la vara que le sirvi de cetro.

    En el siglo VII, san Juan Damasceno enumeraba lasreliquias de Cristo conocidas en sus das:

    El monte Sina y Na.za.rel, el pesebre de Beln y lacueva, el Golgota Santo, el leo de la cruz, los clavos, laesponja, la caa, la lanza sagrada portadora de salvacin, elvestido, la tnica, los lienzos sepulcrales (tos sindonas),las vendas (ta sprgana), el Santo Sepulcro, fuente denuestra resurreccin, la piedra del sepulcro, el monte santode Sin y el de los Olivos, la probtica piscina, el dichosorecinto de Getseman. (Sol, p. 71.) En el siglo VI noexista iglesia por humilde que fuera que no contara consus propias reliquias. Inevitablemente, muchas de staseran repetidas y procedan de traficantes que lassuministraban a donde era menester. El mundo estaba lejosde convertirse en la aldea global que es ahora y noimportaba demasiado que hubiese muelas de santa Apoloniaen doscientos y pico santuarios e iglesias, o que hubiesedos cabezas de san Juan, treinta clavos de Cristo y dosdocenas de santos prepucios.

    No obstante se hizo necesario establecer una jerarquade reliquias. Las verdaderamente importantes, cuerposenteros, cabezas, eran reliquiae insignes; las ms menudas

  • reliquiae non insignes, entre las cuales las haba notabiles(una mano, un pie) y exiguae (un diente, un cabello). Sobreello hubo sus ms y sus menos. El santo obispo Victriciode Ran declar que la virtud no es proporcional alfragmento de la reliquia: Los santos no sufren mermaalguna porque se dividan sus reliquias. En cada trozo seoculta la misma fuerza que en el total, lo que alivi amuchas conciencias estrechas.

    Muy pronto, a los restos de cadveres se unieronobjetos que hubieran estado en contacto con el difunto,ropas o instrumentos de su martirio. En especialproliferaron reliquias de la Virgen y de Jess hasta abarcartodo lugar u objeto mencionado en los Evangelios. Alpropio tiempo, la avidez por las reliquias haca que encuanto falleca un monje o religioso con fama de santidaddiversas ciudades se disputaran la posesin de su cadver ya veces se lo robaran unas a otras. Tambin,inevitablemente, comenzaron a inventarse santos paraotorgar marchamo verdadero a muchas falsas reliquias. Elque comenz esta prctica fue san Ambrosio, verdaderozahori de reliquias, gracias a un sexto sentido definidocomo cierto sentimiento ardiente que lo llevaba a detectarla presencia de cuerpos santos. l fue el que en 386descubri los sepulcros de los santos Gervasio y Protasioen Miln. Finalmente, a la falsificacin de originales sesum la fabricacin de rplicas. La copia de una reliquia se

  • impregnaba de la virtud de la original por contacto simple.Era lo que se llamaba branden o palliola. Por esteprocedimiento, los papas multiplicaron algunasimportantes reliquias para corresponder con regalosbaratos pero estimadsimos a los fieles sbditos quesufragaban sus empresas.

    El fetichismo mgico de las reliquias, alentado por lajerarqua eclesistica, que obtena de l buenos dividendostanto espirituales como dinerarios, fue en aumento hastatransformarse en obsesin. Hasta tal punto que a veces lacodicia de una reliquia justific extorsiones, asesinatos yhasta guerras.

    Las Cruzadas descargaron sobre Occidente un aluvinde reliquias, la inmensa mayora de ellas falsas,especialmente las pertenecientes a los tres primeros siglosdel cristianismo. La inflacin alcanz sus mximas cotasen los siglos x IV y xv, cuando la industria de fabricacinde reliquias daba trabajo a algunos reputados talleres delmundo mediterrneo oriental.

    Circunstancia sorprendente y casi rayana en elmilagro: el mercado nunca se satur, sino todo locontrario, la demanda se mantena por encima de la oferta.Por espacio de varios siglos, potentados, santuarios eiglesias rivalizaron en la posesin de reliquias. En 1509, elprncipe elector Federico el Sabio leg a la iglesia palatinade Witemberg su coleccin de cinco mil cinco reliquias

  • (muchas de ellas adquiridas por l personalmente en TierraSanta). Entre las ms importantes figuraban cinco gotas dela leche de la Virgen, cuatro cabellos y tres retalitos de sucamisa.

    Las reliquias ms peregrinas hicieron su aparicin encantidades sorprendentes. En el obispado de Maguncia,dentro de artsticos relicarios, se veneraban plumas yhuevos del Espritu Santo. En otros santuarios habaestircol del estercolero del santo Job, un producto que,segn la autorizada opinin de san Juan Crisstomo,aumenta la sabidura y fortalece la paciencia.

    La fiebre de las reliquias no slo afectaba a lasinstituciones. Muchas personas devotas llevaban consigo,pendientes del cuello o prendidos de la ropa, diminutosrelicarios porttiles o filacterias (que no debemosconfundir con los amuletos llevados por los paganos conidntica finalidad protectora, del mismo modo quetampoco confundimos el apostolado de la Iglesia con elproselitismo de las otras religiones o sectas).

    En la Reforma, muchas voces crticas se alzaroncontra las reliquias.

    El prepucio de Nuestro Seor, yo lo he visto en Romay en Burgos, y tambin en Nuestra Seora de Anversia []Los clavos de la cruz. escribe Eusebio que fueron tres, y eluno ech santa Helena, madre del emperador Constantino,en el Adritico para calmar una tempestad, y el otro hizo

  • fundir en almete para su hijo, y del otro hizo un freno parasu caballo, y agora hay uno en Roma, otro en Miln y otroen Colonia, y otro en Pars y otro en Len y otros infinitos.Pues de palo de la cruz dgoos de verdad que si todo lo quedicen que hay della en la Cristiandad se juntase, bastarapara cargar una carreta. Dientes que mudaba Nuestro Seorcuando era nio, pasan de quinientos los que hoy semuestran solamente en Francia. [] Si os quisiese decirotras cosas ms ridculas e impas que suelen decir quetienen [] sera para haceros morir de risa. (Bataillon, p.378.) Estas y otras cosas escriba el erasmista espaolAlfonso de Valds hacia 1529 queriendo demostrar que elsaqueo de Roma por Carlos V fue un castigo divino alpapado por los excesos en que haba incurrido, entre loscuales no era el menor el de alentar el culto a las reliquiasy fomentar la supersticin. Valds, ingenuo o adulador,crey que despus del terrible escarmiento, el cristianismose renovara y vio al emperador Carlos como unrestaurador de las esencias de la Iglesia primitiva a gloriade Dios y bien de la Cristiandad. No fue as, que la Iglesiade la Contrarreforma sigui anclada en sus abusos, y elConcilio de Trento, lejos de limitar el culto a las reliquias,lo estimul al declarar que no se requiere la absolutacerteza de la autenticidad de una reliquia para adorarla (DeVeneratione Sanctorum, sesin 25).

    Naturalmente, la pasin por las reliquias arreci.

  • Solamente en la coleccin particular de Sancho Dvila,obispo de Jan, encontramos no menos de trescientas deellas, entre las cuales slo citaremos las de Cristo queencabezan la lista:

    De su Cruz preciosssima algunos pedaos. Otro delvenerable ttulo de la misma Santa Cruz. Tres espinasenteras de su Corona. Del sudario que pusieron sobre sucabea sacratssima en el Sepulcro. Tierra del mismosepulcro y de la piedra con que se cerr la puerta. De unamimbre de los acotes con que fue acotado. Otro pedao dela coluna en que fue atado. De la prpura que le vistieron encasa del Rey Herodes. De la esponja en que le dieron hiel yvinagre estando en la Cruz. De la caa que lleuaua en lamano guando le mostraron al pueblo, diziendo: Ecce homo.Tierra con sangre de su Diurna magostad, hallada en SanJun de Letrn en el Pontificado de Clemente VIH. Tierradel huerto de Gethseman en que sud sangre orando. Devna vestidura que truxo en la niez el Seor. Del pesebre enque le reclin su madre santssima recin nacido. De vnapiedra donde puso los pies quando subi a los cielosdexndola sealada con ellos. De la Mesa en que cen lesuChristo N. S. quando instituy el santssimo Sacramento.De los manteles y pan que en ella se puso. Vna esmeraldadel Cliz que simio en esta sagrada cena. (Sancho Dvila, p.4.) No es extrao que algunas de estas reliquias se repitanen la coleccin de la catedral de Mallorca. Probablemente

  • los fabricantes y distribuidores eran los mismos. Veamos:Porcin del pesebre de Beln donde la Virgen reclin

    a Jess. Tierra de Nazaret en donde Cristo pas su vidaoculta. Piedra del lugar donde Cristo fue bautizado. Partede la tnica de Cristo, tocada la cual fue curada lahemorrosa. Parte de la columna a la que ataron a Jesspara azotarlo. Tres de las espinas con que fue atravesada lacabeza de Cristo. Porcin de la vestidura blanca queHerodes mand poner a Cristo. Porcin de prpura con laque fue cubierto Cristo despus de ser azotado y coronadode espinas. Porcin de la esponja que, empapada de hiel yvinagre, aplicaron a los labios de Cristo. Fragmentos de laVera Cruz. Porciones de piedra del monte Calvario dondeCristo fue crucificado. Porcin de la lanza de Longino.Porcin de la piedra donde Cristo fue colocado aldescenderlo de la Cruz. Porcin del sepulcro donde Cristofue depositado. (Snchez, p. 40.) La coleccin de Mallorca,como la de Sancho Dvila, abarca varios cientos dereliquias, muchas de ellas de santos y santas taninteresantes como santa Afrodita y santa Acracia, mrtires,y san Venreo.

    Ningn concilio se ha atrevido a desatar lo que Trentoat. Incluso el posmoderno Vaticano II ha sancionado quede acuerdo con la tradicin, la Iglesia rinde culto a lossantos y venera sus imgenes y sus reliquias autnticas.

    Aunque en algn caso la reliquia no fuera verdadera,

  • los fieles no yerran formalmente en su culto, porquesiempre lo hacen con la tcita condicin de venerarla si esverdadera. (Sala, p. 20.) Hasta el siglo xviii, no en vanollamado de las luces, imper una credulidad pueril hacia lasreliquias. A partir de entonces, el espritu crtico de loslibrepensadores y el desarrollo de la llamada cienciapositiva comenzaron a cuestionarlas y muy pronto sesirvieron de ellas para ridiculizar a la Iglesia. Este rechazo,aunque bienintencionado en un principio, es, por la acritudextrema y la falta de caridad con que se practica, uno de losmuchos excesos del liberalismo. Quin reprochara a unamadre haber mentido a su hijo sobre la cigea y los ReyesMagos hasta que, ya crecido, descubre por s mismo laverdad? La providente y abnegada Iglesia ha actuado delmismo modo. Por eso debe quedar al margen de todoreproche cuando sus hijos crecen y alcanzan a discernir laverdad oculta tras los mitos y los dogmas en el conjunto detradiciones y enseanzas que reciben de ella.

    Por otra parte, la veneracin de las reliquias no esslo propia de personas religiosas. Tambin existen lasreliquias profanas. En la casa del gran polgrafo JoaqunCosta, detrs del silln de su gabinete, se venera la manchade grasa que dej en la pared aquella portentosa cabezacuando elevaba los ojos al cielo en profundas meditacioneso fragorosas siestas. En la sala del Museo del Ejrcitodedicada a la guerra civil del 36 se veneran los calzoncillos

  • que vesta el capitn Corts, hroe del santuario de SantaMara de la Cabeza, cuando la metralla seg su vida. Losamericanos, por su parte, veneran la dentadura postiza deGeorge Washington que l mismo tall, en madera. Y losfranceses veneran en Pars, dentro de una urna que presidelos ms solemnes desfiles, la mano ortopdica del hroede la Legin Extranjera, el capitn Danjou, hallada enCamerone al da siguiente del famoso combate. Y qudecir de los paleontlogos que guardan con mimo y seextasan en la contemplacin de coprolitos, esto es,boigas fosilizadas de iguanadontes y tiranosaurios ydems faunas extintas? Qu otro sentido sino el de serreliquias tienen la casa de Beethoven en Bonn, la deCervantes en Valladolid, la de El Greco en Toledo? Y qume dicen de las tres tumbas reconocidas de Coln? En lams aparatosa de ellas, la de la catedral de Sevilla, cuatrocolosos de bronce sostienen un atad del tamao de unutilitario cuyo contenido, una porcin de presuntas cenizasdel descubridor, cabra holgadamente en una caja decerillas.

    Aceptemos que las reliquias estn siempre presentesen nuestra vida cotidiana: quin no guarda una flor entrelas pginas de un libro, recuerdo, como dice Borges, de unatarde inolvidable ya olvidada? Quin no se top, en elfondo de un cajn, con el corcho de una botella dechampn, fechado un remoto 28 de octubre del 82, y lo

  • contempl con nostalgia antes de arrojarlo a la basura?Quin no conserva un pequeo objeto de la personaamada, un trozo de su cuerpo, un tirabuzn, un diente? Elque esto escribe debe confesar que tiene en grandsimaestima un fatigado plumier que perteneci a MenndezPelayo y, sin menospreciar a nadie, no lo cambiara ni porla pluma del ala del arcngel san Gabriel que se venera en elsantuario de Sangesa, en Navarra. Por cierto, all venerantambin un sobrante de la tierra que us Dios para modelara Adn.

    Ya va comprendiendo el lector que un libro sobrereliquias no puede pretender no ya agotar el tema, que es desuyo inagotable, sino ni siquiera abarcar una mnima partede l. Por eso, nosotros, en la tesitura de escribir sobre lasreliquias, idea que concebimos en Venecia cuando elsecuestro del cuerpo incorrupto de santa Luca, hemospreferido circunscribirnos a las reliquias de Cristo y, paraser sinceros, tampoco hemos aspirado a recoger sucatlogo completo, sino tan slo las ms importantes, enespecial la polmica Sbana Santa de Turn.

    Para su estudio, las reliquias de Cristo puedendividirse en dos grandes grupos: orgnicas e inorgnicas. Asu vez, las orgnicas se dividen en divinas y terrenales. Lasdivinas pueden ser hematolgicas (sangre de la Pasin o dela circuncisin; o tierra de Getseman impregnada delsudor de sangre), odontolgicas (dientes de leche; dientes

  • saltados por la paliza de Me. 14, 65; o el estacazo de Jn.18, 22), crnicas (prepucios) y capilares (cabellos).

    Forman las reliquias terrenales de Cristo cuatrograndes apartados: animales, vegetales, metlicas y ptreas.La reliquia animal es, obviamente, la esponja en que se ledio a beber hiel y vinagre. Las vegetales se clasifican enlignarias o textiles. Pertenecen a las primeras el madero dela cruz, la tablilla con el INRI, las espinas de la corona, laestaca con la que un escriba-polica le propin un rapismao estacazo en la faz, el asta de la lanza de Longinos y elcetro de caa; a las segundas, los santos paales, lassbanas santas, los sudarios, el Paoln de Oviedo, lasvernicas y las sagradas vendas. Las metlicas son losclavos santos, los hierros de las santas lanzas y losgrilletes. Las ptreas, el pesebre del Portal de Beln, elSanto Sepulcro, la tapadera del mentado sepulcro, elpavimento de la fortaleza Antonia y, en general, las piedrasque las divinas plantas hollaron en su peregrinar por estemundo, tanto en su vida privada como en la pblica.

    Y ahora, sin ms prembulos, entremos en el meollodel asunto.

  • 2 EL SANTO PREPUCIO

    De acuerdo con el rito judo, a Jess le extirparon elprepucio (con un cuchillo de piedra, que slo de pensarloda repels) a los ocho das de su nacimiento. Tanmemorable acontecimiento es conmemorado cada ao porla fiesta de la Circuncisin. Cul fue el destino de aquelanillito de carne divina es una cuestin que, aunque puedaparecer balad, encierra ms teologa de la que a simplevista aparenta. Es evidente que ese trocito de carneparticipaba, como el resto del cuerpo del Seor, de sucarcter divino. Era un trozo de Dios. Y dado que Dios eseterno, es imposible que un trozo de su cuerpo se consumao se pudra. Si no se pudri, existe. Si existe, adonde fue aparar? Jesucristo, cuando instituy que su cuerpo era el pansacramental en la Santa Cena, no pudo dejar de incluir elprepucio perdido como sustancia sacramental divina, dadoque sin prepucio el Hombre hubiera estado incompleto yno es pensable que un trozo de Dios encarnado no participede la misin sacramental del resto. Ahora bien, si eseprepucio no se haba perdido, por ser parte de Dios yconsecuentemente Dios mismo, tena que haberseconservado y era la nica porcin de su cuerpo que podaquedar en la tierra despus de la Ascensin. Ascendi alcielo con Jess o permanece entre nosotros hasta la

  • resurreccin de la carne? Si ascendi, cundo se reintegren el cuerpo divino, en el momento de la Resurreccin odas despus, en el de la Ascensin? O acaso estaba ya enel cielo, esperando al resto, desde que lo cortaron? En estecaso debieron producirse dos ascensiones, la propiamentedicha y la del prepucio. Y finalmente ostenta Jess suprepucio reintegrado en la morada celestial, a la derecha deDios Padre, sustancia de Dios Padre l mismo?

    La lucubracin sobre el destino del prepucio de Cristoha poblado de profundas cavilaciones las vigilias demuchos padres de la Iglesia. Durante ms de un milenio haplanteado arduas preguntas de difcil respuesta a losconcilios y asambleas de la Iglesia y ha dado mucho quemeditar a las conciencias. Hoy, gracias al testimonio de lamonjita Agnes Blannbekin (muerta en Viena en 1715),conocemos la verdad: el prepucio resucit en laResurreccin, por lo tanto est en el cielo, felizmentereintegrado al cuerpo sacratsimo de Jess.

    Las revelaciones de sor Agnes constituyen la mejordemostracin de que los prepucios que se veneran en losdistintos santuarios de la cristiandad son, todos ellos,falsos.

    Quiz algn lector escptico se pregunte cmo pudosaber esta monjita lo que tantos padres de la Iglesia ytelogos no haban alcanzado a confirmar. Pues bien, losupo por directa revelacin divina. Sor Agnes sufra lo

  • indecible cuando llegaba la fiesta de la Circuncisin delSeor que ella pasaba cavilando sobre el destino de aquelpreciossimo fragmento del rgano viril del Redentor. Unda, al comulgar, comenz a pensar en dnde estara elprepucio. Y ah estaba! De repente sinti un pellejito,como una cscara de huevo, de una dulzura completamentesuperlativa, y se lo trag.

    Apenas lo haba tragado, de nuevo sinti en su lenguael dulce pellejo, y una vez. ms se lo trag. Y esto lo pudohacer unas cien veces Y le fue revelado que el prepuciohaba resucitado con el Seor el da de la Resurreccin.Tan grande fue el dulzor cuando Agnes trag el pellejo, quesinti una dulce transformacin en todos sus miembros.(Deschner, p. 130.) Nuestro personal parecer es que elsagrado prepucio debi de integrarse en Cristo poco anteso poco despus de la Ascensin, pero en cualquier caso eseanillito de Dios no puede estar en la tierra por ms quealgunos se empeen. Sin embargo existen o han existidohasta trece prepucios de Jess que el sacerdote dominicoA. V. Mller estudia exhaustivamente en su obra El sagradoprepucio de Cristo (1907). Son, a saber: uno en la baslicaLaterana de Roma; otro en Charroux (cerca de Poitiers);otro en Amberes; otro en Pars; otro en Brujas; otro enBolonia; otro en Besancon; otro en Nancy; otro en Metz;otro en Le Puy; otro en Conques; otro en Hildesheim; otroen Calcuta. El padre Mller se deja en el tintero unos

  • cuantos, entre ellos el de Burgos. stos son los seguros.Probables o inciertos hubo algunos ms. Observar el

    lector que muchos de ellos se localizan en Francia. stos,casi sin excepcin, claman haber sido entregados aCarlomagno por un ngel. Cul era el verdadero prepuciosi es que lo era alguno? Vaya usted a saber. Cada uno tenasus ritos, su probanza y su historia. El de Charroux contabaincluso con una Hermandad del Santo Prepucio y era muyvenerado por mujeres embarazadas, a las que daba suerte enel parto. En 1858, el obispo de Poitiers, monseor Pie,testific su autenticidad y organiz una lotera parafinanciar una nueva capilla ms adecuada a la majestad de lareliquia (Herrmann, p. 168).

    El Santo Prepucio de Amberes, mencionado por vezprimera en 1112, se veneraba en la iglesia de Santa Mara.Despus de destilar tres gotas de sangre en presencia delobispo de Encambrar, su prestigio aument hasta el puntode que le edificaron una soberbia capilla con altar demrmol. Tena sus propios capellanes, que una vez al ao lollevaban en procesin y cada semana le hacan su misamayor con muchos paos y lucimiento. Durante el sigloXIV le surgi un competidor peligroso, el Santo Prepuciode Letrn, en Roma, cuya autenticidad atestiguaba lavidente santa Brgida. En esta circunstancia, la curia deAmberes, viendo titubear a la clientela de su reliquia,admiti que lo que se veneraba en Amberes no era el

  • prepucio completo, sino un trozo considerable (notandamportiunculam). Tambin lo apoyaron con una serie demilagros y propaganda impresa que apuntal su cultocuando ya empezaba a decaer. No obstante, la reliquiadesapareci en 1566, con los vientos reformistas.

    Su competidor, el Santo Prepucio romano, tambinhaba sido robado medio siglo antes.

    El Santo Prepucio de Niedermnster data del sigloXIII. Segn su piadosa historia, el emperador Carlomagnohaba obtenido del patriarca Fortunato de Jerusaln algunasreliquias, entre las que destacaban un trozo de LignumCrucis y una porcin de Nuestro Salvador y Redentor. Lapreciosa reliquia, que se conservaba en una cajita de plata,haba sido donada al monasterio por Hugo de Tours (oHugo von Touron), amigo y consejero de Carlomagno, delos que figuraban en su squito cuando en la Navidad delao 800 asisti a misa en San Pedro de Roma. En aquellamisa, el papa Len III otorg a Carlomagno el ttuloimperial de Csar Augusto para que, en adelante, sirviera ala Iglesia. Carlomagno no era lerdo y tena pensado justo locontrario, que la Iglesia lo sirviera a l y le permitieraarbitrar la eleccin de los papas.

    Tiempo despus, Hugo de Tours cay en desgracia yCarlomagno, engaado por los envidiosos de la corte, loconden a muerte. Pero hete aqu que se manifest lavoluntad del Altsimo declarando la inocencia de Hugo,

  • porque ni el verdugo ni el propio Carlomagno pudierondescargar la espada para decapitar al condenado.Carlomagno, viendo en el prodigio la mano de Dios,indult a su antiguo consejero y le ofreci, en desagravio,la prenda que le pidiera. El piadoso Hugo de Tours escogila reliquia ms estimada del emperador, el PraeputiumDomini, es decir, el Prepucio del Seor, testigo del primerderramamiento de sangre de Cristo en su empresaredentora.

    Hugo y su esposa Aba guardaron la preciosa reliquiacomo oro en pao dentro de un relicario en forma de cruzque presida el oratorio de su casa. Haba en este relicario,adems del Praeputium Domini de la sangrientacircuncisin de Nuestro Seor, un fragmento de laVerdadera Cruz, un poco de sangre sagrada y algunasreliquias ms.

    Pas el tiempo y el piadoso Hugo estaba preocupadopor el destino final de las reliquias. Finalmente, recordandoque los filisteos haban colocado el Arca de Dios sobre uncarro tirado por vacas para que la llevaran a su destino sinintervencin humana, decidi someter la cuestin alarbitrio del Todopoderoso y, tomando un camello, lo cargcon las reliquias y lo dej vagar. El camello viaj pormatorrales y campos, escal colinas y montaas, atravesbosques y brezales, cruz la Borgoa hasta Francia y sedirigi a Pars [] Los parisinos hubieran celebrado que el

  • camello se quedara con ellos, pero el animal continu suviaje, atraves Alsacia y slo se detuvo cuando lleg a laiglesia de Santa Odilia en el convento de Niedermnster.All, milagrosamente, dej la huella de la pata impresasobre las losas del zagun. Todava la muestran al piadosoturista en San Jaime, no lejos de la antigua capilla de losCaballeros.

    Al margen de las reliquias de la Circuncisin deCristo conservadas en distintos santuarios de la cristiandad,el Santo Prepucio ha suministrado amplia materia a laapologtica, a la patrstica, a la mstica y no digamos a laliteratura. El padre Salmern, S.

    J., propona una interesante metfora del prepucio deJess como anillo nupcial de las doncellas que consagransu virginidad al Seor:

    Jess enva a sus esposas el anillo de carne de supreciossimo prepucio. No es duro: enrojecido consardnice ostenta la leyenda Por la sangre derramada.Tambin lleva otra inscripcin que recuerda el amor, esdecir, el nombre de Jess. El fabricante de este anillo es elEspritu Santo; su taller es el pursimo tero de Mara []el anillo es blando y, si lo insertas en tu dedo corazn,transformar ese corazn de piedra en un corazn de carnecompasiva.

    [] el anillo es resplandeciente y rojo porque nosvuelve capaces de derramar nuestra sangre y de resistir al

  • pecado. (Deschner, p. 129.) Este prepucio de Cristo esindistintamente recibido por sus esposas, bajo la especiede comunin (caso de la citada sor Agnes Blannbekin), o,ms frecuentemente, como verdadera alianza matrimonial.Santa Catalina de Siena, segn propia confesin, portaba enel dedo el prepucio invisible de Cristo que l mismo lehaba entregado. Su confesor declar que la santa vea ysenta constantemente el prepucio de Cristo en su dedo.Certifica la veracidad del caso el hecho de que despus dela muerte de la santa, cuando el dedo se veneraba comoreliquia, diversos devotos percibieron el Santo Prepucioinserto en l, aunque segua siendo invisible para el comnde los observadores. Ya se sabe, con san Pablo, que elespritu sopla donde quiere.

    El de santa Catalina de Siena no es caso nico.Tambin llevaron el prepucio de Cristo a guisa de alianzalas estigmatizadas Clestine Fenouil y Marie Julie Jahenny(1874):

    Catorce hombres vieron cmo el anillo que llevabaesta ltima se hinchaba y se volva rojo bajo la piel. Suobispo estaba completamente entusiasmado. (Deschner, p.129.) Ms abundantes que los santos prepucios son lasreliquias de la sangre de Jess que chorre en forma desudor cuando la oracin en el Huerto de Getse-man (Le.22, 43 y ss.). Casi siempre se trata de paos manchados ode porcioncitas de tierra impregnada de sangre, pero en el

  • monasterio de Sant Pere de Roda (Gerona) se venerabatoda una ampolla con sangre de Cristo. Tambin, por cierto,la cabeza de san Pedro.

  • 3 LOS HUESOS DEJESUCRISTO

    En 1980, al desterrar un solar para construirapartamentos a las afueras de Jerusaln, las excavadorassacaron a la luz un cementerio de los tiempos de Cristo.Entre los hallazgos figuraba una tumba familiar quecontena cinco cistas con sendas inscripciones hebreas conlos nombres de las personas all sepultadas:

    Mara, Jos, Jess, hijo de Jos, y Jud, hijo de Jess.Otra cista del mismo yacimiento ostentaba el rtulo engriego Mara (Mara de Magdala?) y otra el de Mateo.

    Este material pas inadvertido en su da y permaneciarchivado en un almacn del Patrimonio ArqueolgicoIsrael hasta que llam la atencin de una productora detelevisin britnica que en 1995, aprovechando la SemanaSanta, lo dio a conocer en un reportaje sensacionalista queespeculaba sobre la posibilidad de que los restos quecontuvieron esas cistas correspondan a la Sagrada Familia.Estas fantasas frvolamente difundidas por la prensaamarilla carecen de toda base dado que, como se sabe,Jesucristo y su madre la Virgen Mara ascendieron al cieloen su carne mortal, por lo que no es posible que sus huesosfueran recogidos en osario alguno. No obstante, para los

  • ms tibios en la fe, la hiptesis del hallazgo de los restosmortales de Cristo sigue siendo descorazonadora. Comodeclar el profesor de Oxford Keith Ward, si se tratara deun hallazgo autntico, yo dejara de ser cristiano, porqueello, a mi juicio, invalidara el testimonio de los apstolesy hara perder a la figura de Jess toda su importancia.(Deus, p. 49.) Duerma tranquilo el profesor Ward en laseguridad de que es virtualmente imposible que se puedanlocalizar los restos de Jesucristo, o de cualquier otrohebreo de su tiempo, puesto que, a mediados del siglo i, lastumbas de Jerusaln y sus entornos se vaciaron comomedida de purificacin y los huesos se apilaron en osarioscolectivos.

  • 4 EL MARAVILLOSODESCUBRIMIENTO DESECONDO PA

    La ms famosa de las presuntas reliquias de Cristo, laSbana Santa de Turn, es una pieza de lino de 432 cm por110 cm en la que se distinguen una figura frontal y otradorsal de un hombre desnudo a tamao natural. El tejido seconserva aceptablemente bien, aunque presenta algunosagujeros de quemaduras convenientemente remendados.

    Durante cinco siglos, el Santo Sudario de Turn no fuems venerado que la docena y media de sudarios, paos deVernica, mortajas y otras presuntas reliquias de la Pasindel Seor dispersas por diversos santuarios de lacristiandad. Quiz una de las razones de esta inadvertenciaestribe en que se ostensionaba, es decir, se mostraba, muyde tarde en tarde: en el siglo XIX , por ejemplo, slo secelebraron cinco ostensiones. Pero en 1898 la reliquia sehizo, de pronto, famosa.

    Aquel ao, el Estado italiano organiz en Turn,rumorosa orilla del Po, una magna exposicin nacionalconmemorativa del cincuentenario del reino de Italia. Iba aser una fiesta de exaltacin del Estado laico acrecentado

  • por la derrota de la Iglesia como poder temporal y a costade los territorios arrebatados al Estado vaticano en 1871.La Iglesia organiz una magna contraexposicin sinescatimar medios. Todava respiraba por la herida y sehaba propuesto eclipsar la celebracin del Estado italiano.Nada ms humano.

    La exposicin de la Iglesia, denominada de ArteSagrado, Misiones y Obras Catlicas, ocupaba diez milmetros cuadrados en torno a una esplndida rotondacentral. La principal atraccin, un diorama de la Pasin deCristo, cost ms de 140 000 pesetas de las de entonces,una verdadera fortuna.

    En una exposicin religiosa organizada en Turn nopoda faltar la Sbana Santa. La ostensin de la reliquia sehaba anunciado para el 11 de mayo, pero, debido a ladelicada situacin poltica por la que atravesaba Italia(motines revolucionarios en Roma y Miln, atentadosanarquistas a la orden del da), los organizadores delpiadoso evento optaron, prudentemente, por aplazar laostensin hasta que los nimos se hubieran calmado.Finalmente, restablecido el orden por la fuerza pblica,pudo ostentarse la reliquia el 25 de mayo. A las nueve de lamaana de aquel venturoso y florido da, los visitantesdeseosos de contemplar la reliquia fueron pasando portaquilla y, provistos del correspondiente pase, formaronlargas colas frente a la catedral. Los predicadores iban

  • advirtiendo que el seor arzobispo haba decretadoexcomunin ipso facto de quien osara sacar un hilo de lapreciosa tela, o tocarla o besarla sin el permisocorrespondiente (Hernndez, p. 25). Una precaucin quizexcesiva si tenemos en cuenta que la sbana se exhiba aconsiderable distancia de los visitantes, sobre el altarmayor y protegida por un cristal enmarcado que sostenan,en posicin vertical, dos ngeles orantes.

    Queremos decir esculturas de ngeles, naturalmente.Aparte de que, a uno y otro lado, montaban guardia unoscuantos pollancones piamonteses procedentes delseminario.

    El xito de pblico fue tal que el primer da sevendieron ms de setenta mil entradas. Este logro anim alarzobispo a establecer turnos nocturnos, uno de nueve adoce de la noche y otro de doce a tres de la madrugada. Aintervalos convenientes se celebraba la santa misa y se dabade comulgar a los presentes. En los ocho das que dur laostensin pas por taquilla ms de un milln de personas,que quedaron muy edificadas y espiritualmenteconfortadas.

    La Sbana Santa. A la izquierda, tal con A la derecha,en fotografa positivada.

    La ltima vez que se haba ostensionado (ostentado uostendido) la reliquia haba sido treinta aos atrs, en 1868.Como era previsible que transcurrieran otros tantos aos

  • antes de la siguiente ostensin, la comisin organizadoradel evento solicit permiso para fotografiar la reliquia a sulegtimo propietario, el rey Humberto. De este modo, lafotografa se podra reproducir en estampitas que losdevotos sin duda se apresuraran a adquirir. El rey, que erahombre chapado a la antigua, se resisti al principioalegando que la preciosa tela se podra convertir en objetode especulacin (Hernndez, p. 29).

    No obstante, al final, dio su brazo a torcer y consintien que se fotografiara la sbana.

    Secondo Pia, un fotgrafo aficionado pero de moralintachable y persona de toda confianza, mont su cmarafrente a la sbana ostendida. Una cmara que JulioMarvizn, especialista en la Sbana Santa, compara, conelegante gracejo, a un cajn de higos, si se me permite locoloquial del trmino (Marvizn, p. 30). El artilugio sevenera actualmente en el Museo Sindonolgico de Turn.Es una de sus piezas fundamentales.

    Secondo Pia, despus de vencidas ciertas dificultadestcnicas, tom unas placas de la Sbana Santa.

    Y fue al revelarlas cuando se manifest el prodigio.Qu apareca en las placas de Secondo Pia?

    La imagen de la sbana result ser un negativofotogrfico que, al trasladarse al negativo de Pia (que enrealidad actu como un positivo) mostraba los detalles queel negativo original vedaba al ojo humano. Lo que la

  • Sbana Santa ocultaba era una fotografa de Jesucristo!A finales del siglo XIX era la fotografa un invento

    relativamente reciente, una magia que todava maravillaba amuchos. El fortuito descubrimiento de Secondo Piademostraba que existan fotografas de Cristo querevelaban, con toda precisin de detalles, no slo susdivinas facciones sino las seales que la tortura dej en sucuerpo crucificado. La noticia, divulgada por la prensa detodo el mundo, caus sensacin. En su crnica del 14 dejunio de 1898 el corresponsal de L'Osservatore Romanoescriba:

    La nueva de este hecho se ha difundido al punto,empegando inmediatamente una nueva peregrinacin a lacasa del hbil y dichoso artista [] hemos visto los rasgosdel Redentor, y hemos sido los primeros en volver a verlosdespus de diecinueve siglos, cuando nadie se hubieraatrevido a concebir tan cara esperanza .

    Durante unos das, las fotos de Cristo dieron tema deconversacin en mentideros, mercados, casinos ybarberas, pero tambin en sacristas y snodos episcopales.Los creyentes, y la Iglesia en general, defendieron laautenticidad del sudario; pero los agnsticos y ateos,especialmente los ms radicales (eran los tiempos doradosdel anarquismo y la insurgencia), se mofaron del prodigiodesprecindolo, sin ms, como otra supersticin de laIglesia. A la postre, la controversia sirvi para que

  • aumentara la popularidad de la reliquia.En aquellas circunstancias, la jerarqua eclesistica

    estim adecuado enriquecer su muestra con la prodigiosafotografa de Cristo que le deparaba la providencia. Coneste propsito habilit una sala para la exhibicin (que noostensin, dado que no se trataba del original) de lafotografa maravillosa. El instinto escenogrfico y eldominio de los efectos especiales que la Iglesia haadquirido despus de tantos siglos de retablos y funcionesreligiosas, coadyuvaron para que el montaje de la fotografade Secondo Pia resultara un gran acierto. La placa sedispuso en el centro de una espaciosa sala cuyos lmitesdifuminaba un fondo neutro de tapiceras colgantes. En elcorazn mismo de la misteriosa penumbra, una tenue luzcasi sobrenatural surga de la parte posterior de la fotoenmarcada.

    El ltimo da de la ostensin de la Sbana Santa, Turnprotagoniz una manifestacin de fe sin precedentes:

    El pueblo abarrotaba las plazas y calles adyacentes a lacatedral [] la muchedumbre de fieles inund en pocosminutos el sagrado recinto, mientras continuaban en laplaza las cofradas y las asociaciones pas, los nios de losasilos y de los varios institutos religiosos con susemblemas y estandartes.

    Detalle de la fotografa positivada.Todo ello a los acordes de la marcha real, del volteo

  • de campanas y de cincuenta caonazos que anunciaban laclausura de la fiesta religiosa . (Hernndez, pp. 37-38.)Antes de devolver la Sbana Santa a su estuche, las piadosasmanos de sus custodios sustituyeron por un forro nuevo deseda roja el antiguo que ya tena treinta aos (le haba sidoaadido cuando la ostensin de 1868). Del antiguo hicierondiversas reliquias que distribuyeron entre personas ilustrese instituciones pas.

    Luego, la Sbana Santa fue restituida a la solemnequietud de su santuario.

    Pero ya nada sera como antes.El misterio de la sagrada reliquia se haba redoblado.

    Desde el descubrimiento de la fotografa de Cristo, elnmero de peregrinos haba aumentado. No era posible yacontemplar la reliquia. Quiz no volviera a ostenderse (uostentarse, quiz?) para aquella generacin, pero a la fe delos devotos visitantes les bastaba con saber que en aquelestuche plateado se contena el portento. La sabiaarquitectura de la capilla-santuario, obra de Guarini,contribua poderosamente a reforzar la espiritualidad dellugar. La Iglesia, admirable en tantos aspectos, nossorprende, una vez ms, con su innata habilidad paraprovocar emociones msticas mediante efectos especiales.Escuchemos la voz autorizada de la seora Siliato:

    Para llegar a la escalinata que sube a la misteriosacapilla de la Sbana hay que atravesar primero las naves de

  • la catedral. Es, pues, necesario sumergirse antes, comopreparacin, en un ambiente ya de por s sagrado, desde elque se hace ms fcil acceder al sanctasanctrum, que estcomo escondido detrs del propio templo.

    Al fondo, a uno y otro lado del altar mayor, se abrenlas dos altsimas puertas desde las que arrancan dosescaleras paralelas de mrmol oscuro con una curvasinuosa, hacia una altura que, a primera vista, no puedeapreciarse.

    El muro del fondo del templo se cierra [] convidrieras, detrs de las cuales se intuye, ms que verse, elobjeto preciossimo. Las vidrieras estn a tal altura quedesde all debera derramarse durante el da la luz del solsobre el templo; sin embargo, se difumina una luz lejana ymstica que ilumina el objeto, que est all, detrs, a unaaltura desproporcionada y sorprendente, como unamedieval aparicin del Santo Grial.

    Jams en la historia se supieron aliar de tal manera lagrandiosa voluntad de unos protectores y la intensidad deinspiracin de un arquitecto, como lo hicieron los Saboya yel barroco Guarini, para expresar la trascendenteexclusividad de un objeto y para modelar, de maneraverdaderamente nica, el espacio que deba acogerlo [].

    Lo que el artista quiso expresar es ciertamente esto:una santidad incomparable, una separacin de lo terreno, undramtico y fulgurante privilegio, una especie de estigma

  • [sic] arquitectnico.El lugar, sin un solo ngulo recto -a no ser la lnea

    cuadrada de aquella caja, parecida a un atad-, logratransmitir la barroca vibracin mstica que el arquitectohaba imaginado.

    Y el extraamiento de la sensacin espacio-tiempo estan total que, al bajar la escalera para salir, muchos hanexperimentado -hasta el ltimo de los peldaos- unasensacin de vrtigo difcilmente controlable. (Siliato, pp.117-119.)

  • 5 UNA CIENCIA HA NACIDO

    El descubrimiento de la presunta fotografa de Cristoen la Sbana Santa coincidi con el recrudecimiento de unavieja polmica entre catlicos y anticlericales sobre lalegitimidad de la Iglesia. Espaa, Italia, Francia, los pasescatlicos en general, se encontraban escindidos en dosbandos irreconciliables, de un lado la Iglesia y losintelectuales catlicos que la apoyaban; en el bandoopuesto, los librepensadores partidarios del Estado laico.

    La faccin clerical, aunque defenda sus posicionescon denuedo, haba perdido mucho terreno ante los avancesde la ciencia positivista. Segn los positivistas slo esverdadero lo que se ve, lo que se toca, lo que se pesa y loque se mide. Lo maravilloso.

    Dios, diablo, ngeles, cielo, infierno, quedabaexcluido. La teologa, dado que no acta sobre materiamensurable ni comprobable, se rechazaba comoseudociencia. Las incoherencias de la Biblia y la mitologacristiana eran desveladas y ridiculizadas por exegetaslaicos. Publicaciones de signo anticlerical propalaban lasincongruencias del mensaje cristiano y la falsedadcientfica de la Biblia. Al propio tiempo, algunoshistoriadores aireaban los abusos de poder del papado a lolargo de la historia. Los peridicos anticlericales

  • envenenaban a la clase obrera con textos delibrepensadores condenados por la Iglesia. As el deDiderot, que intenta demostrar lo absurdo que es un Diosque deja matar a Dios para aplacar a Dios o el deWeissenborn cuando dice: Desde que dej crucificar a mihermano para hacer las paces conmigo, s lo que tengo quepensar de mi padre.

    Naturalmente, la Iglesia se defendi con ahnco, peroya no dispona de los medios que tuvo en el pasado (laInquisicin haba sido abolida, incluso en Espaa, donde seejecut al ltimo hereje, un maestro cataln, en 1826), yaunque el Syllabus Errorum de Po IX haba declaradoanatema al que negara las profecas y milagros narrados enlas Escrituras, no existan ya los medios de coaccinnecesarios para defender los dogmas de los ataques de susdetractores. El resultado fue que los librepensadoresinsistieron tercamente en rechazar los milagros de laBiblia. De nada sirvi que el Concilio Vaticano I declararaque el papa es infalible, dado que est ungido con sucarisma sagrado, y, por lo tanto, su voz es la voz delEspritu Santo. Ni aun as aceptaron los renuentes elmagisterio del pontfice.

    Corran malos tiempos para la Iglesia. Cuando elasunto de la Sbana Santa sali a la luz, fue inevitable quese convirtiera en municin dialctica para los dos bandosenfrentados. Los eclesisticos defendan la legitimidad de

  • la reliquia; los librepensadores, la acusaban de ser unafalsificacin ms, de las muchas que haba perpetrado laIglesia para embaucar al pueblo ignorante. Slo cinco aosdespus de la publicacin de las fotografas de Pa, elerudito espaol Modesto Hernndez tena catalogadosms de tres mil artculos aparecidos en revistas yperidicos de toda especie y numerosos folletos (p. 155).

    Los nuevos devotos de la Sbana Santa inventaron unanueva ciencia, la sindonologa (aunque esta denominacinslo se divulg muchos aos despus).

    La palabra proviene del griego sindone, sbana, comose denomina la mortaja de Cristo en los Evangelios. Elobjeto de la sindonologa es el estudio de la Sbana Santa.

    Un objeto limitadsimo, podra objetarse (pues secifra nicamente en una pieza de tejido de lino), si secompara con cualquiera de las llamadas ciencias positivas,geologa, biologa, matemticas, astronoma que notienen ms lmites que el universo. De hecho, todas estasciencias se han convertido en auxiliares de la sindonologay la lista se ampla de da en da incluso con lasaportaciones ms sorprendentes; por ejemplo:

    los paleoclimatlogos, los arqueoqumicos, losvulcanlogos (sic)v mencionados por Corsini (p. 127). Yexorcistas, debemos aadir, dado que en algn momentolos sindonlogos consideraron la posibilidad de que laSbana Santa fuera un artefacto fabricado por el diablo para

  • poner en aprietos a la Iglesia: y si ese origen fuera delgenio del mal sera precisamente la Iglesia cristiana elblanco de tal insidia (Stevenson, p. 211).Afortunadamente, despus de cuidadoso examen, se hadescartado la intervencin del Maligno.

    Lamentablemente, y a pesar del noble empeo de suspracticantes, la sindonologa nunca ha superado la categorade seudociencia, dado que se halla lejos de cumplir lascinco condiciones que el mtodo cientfico o experimentalrequiere: delimitacin del objeto de estudio; observacinescrupulosa de todo lo que se refiere a ese objeto,anotando todos los datos esenciales y eliminando losaccesorios; formulacin de una hiptesis sobre el objeto,y, finalmente, sometimiento de esta hiptesis a ensayo paraprobarla o refutarla. Si la hiptesis resulta cierta despusde esas pruebas, pasa a constituir una teora. Por otra parte,la sindonologa carece de un requisito esencial de todaciencia para evitar que estudiosos bienintencionadospresenten como datos cientficos meras especulacionessubjetivas: no existe oposicin cientfica, no hay expertosque propongan una teora alternativa y se esfuercen tantocomo los sindonlogos por probar lo contrario. (Hanlon, p.96.) Ciertamente existen poderosas organizacionessindonolgicas empeadas en probar que la Sbana Santa esla mortaja de Jesucristo, pero los cientficosindependientes no se molestan en refutar tan peregrina

  • aseveracin, sencillamente no toman en serio a lossindonlogos. Por otra parte cabe preguntarse si lospropietarios de la sbana habran permitido el examendirecto de la reliquia por cientficos que trabajaran sobre lahiptesis de su falsedad. Hasta hoy, los nicosinvestigadores verdaderamente independientes que hananalizado la sbana han sido los laboratorios delradiocarbono que la fecharon como obra medieval.

    La falsedad cientfica de la sindonologa es, por otraparte, explcitamente reconocida por uno de los msprestigiosos sindonlogos espaoles, Julio Marvizn,quien no tiene reparo en confesar repetidamente (pgina 34y nuevamente en la 68 de su libro) que los hombres deciencia que la han estudiado jams pensaron en subordinarla fe a la razn. Es decir, que, en todo momento, la fepredomin sobre la razn. Esta apreciacin es evidente yno podemos dejar de estar de acuerdo con ella, aunqueconsiderando las firmes convicciones sindonolflas queMarvizn expone en otros pasajes de su obra, nos asalta laduda de si el autor habr querido decir justamente locontrario de lo que dice. Redactado de este otro modo:jams pensaron subordinar la razn a la fe, parece que sutexto se ajustara mejor al pensamiento del autor. Aunque,por otra parte, si lo dice dos veces, y con las mismaspalabras, ser porque est plenamente convencido de ello.O quiz sea que el subconsciente lo traiciona. No s.

  • En la base de la metodologa cientfica est el rechazode la cosmologa teolgica, que es lo que la seudocienciasindonolgica quiere probar disfrazndose de mtodocientfico (y disimulando su vieja aspiracin de derrotar ala ciencia positivista en su propio terreno). Aunque intentedisimularlo, la sindonologa parte de la hiptesis de que elhombre de la sbana es Cristo y a su demostracin aplica elmtodo cientfico aunque lo haga parcial ydefectuosamente. Es cierto tambin que, para conseguirsus fines, la sindonologa escamotea o falsea los datosobjetivos que invalidaran su hiptesis, y paralelamentesobrevalora, incluso tergiversndolo, cualquier dato parcialque pueda corroborar su teora. En este autoengao, lossindonlogos alcanzan extremos verdaderamente patticos,incluso omitiendo lo evidente cuando no les conviene.

    Los sindonlogos, en su afn por divulgar su mensaje,se esfuerzan en dar la impresin de que la comunidadcientfica internacional los respalda. La dura realidad esque, a pesar de su inters arqueolgico, la Sbana Santaslo ha concitado la atencin de una exigua minora deestudiosos atrados, en la inmensa mayora de los casos,por razones ms religiosas que puramente cientficas.Estos ciudadanos que han puesto sus conocimientos alservicio de la religin concitan la admiracin de lahermandad sindonolgica con estudios trufados detecnicismos y jerga cientfica incomprensible para el

  • profano.Fcilmente se les podra aplicar la crtica que los

    sindonlogos aplican a los detractores de la Sbana: Conqu derecho se supone que todos los lectores son []ignorantes, casi analfabetos y fcilmente obcecados porcuatro formulitas o citas sobre las cuales slo los expertospueden decir algo y que el lector comente supone y nisiquiera lee? (Sol, pp. 461-462.) Alguna vez se hainsinuado, con malvola intencin (y quiz movidos por lasecreta envidia que el agnstico profesa al creyente), que laexcentricidad de estos cientficos sindonlogos esproducto de la pura vanidad de unas personas necesitadas deestimacin social y profesional y anhelantes de que alguienadmire sus conocimientos ordinariamente consagrados aoscuras y rutinarias labores. Ya en los mismos inicios de ladiscutible ciencia sindonolgica, su primer adepto espaolsala al paso de esta acusacin poniendo la venda antes derecibir la pedrada: los cientficos que confirman laautenticidad de la Sbana Santa trabajan no por el egosmode que el mundo aplauda sus aptitudes cientficas, sino porel noble deseo de que resplandezca la verdad (Hernndez,p.303).

    Por otra parte, un cientfico, como todo hijo devecino, tiene todo el derecho a ser vanidoso, a serexcntrico e incluso a estar chiflado. Aparte de que ningnhombre de ciencia es infalible. De hecho solamente el papa

  • es infalible. (Y hasta la presente ningn papa ha ratificadola autenticidad de la Sbana Santa. Po XII, en una ocasin,la alab, pero no hablaba ex ctedra. De haberlo hecho,hubiera sido infalible y todo nuestro razonamiento serabalad; como catlicos, ni siquiera lo habramosconsiderado.) Que una persona sea perita en unadeterminada ciencia no presupone necesariamente sucordura ni es garanta de su imparcialidad y buen juicio. Elcientfico tiene, como humano, perfecto derecho aequivocarse, incluso a obsesionarse con una hiptesispreconcebida y supeditar a ella sus conocimientos, a versolamente lo que quiere ver, despreciando lo que noconviene a sus fines.

    Ya hemos visto que la sindonologa, lejos de sersimplemente el desahogo de un puado de excntricos ofanticos, tiene una justificacin filosfica. Su aparicin yposterior desarrollo slo se explica en el contexto de lareaccin catlica contra las embestidas de la cienciapositivista. Todava hoy, la vigencia de la seudocienciasindonolgica se inscribe en la batalla entre cristianosradicales y agnsticos liberales que soterradamentecontina en todos los pases de la cristiandad. Lascuestiones superficiales que estas facciones debatensuelen ser poder poltico y sistema educativo, pero resultaevidente que, en el fondo, lo que se dilucida es si Cristo eraDios y resucit o si, por el contrario, slo era un hombre y

  • todo lo que ha venido despus ha sido un tinglado poltico yeconmico montado sobre la manipulacin de su figura porla Iglesia y los aliados de la Iglesia.

    Durante su primer medio siglo de existencia, lasindonologa se mantuvo en un nivel discreto, intentandocumplir dos objetivos: confirmar y ampliar los datossuministrados por los Evangelios. La confirmacin esforzosamente limitada, pero la ampliacin puedeextenderse hasta el infinito extrayendo de la Sbana Santadetalles inditos sobre las circunstancias de la muerte deJess. En este sentido, la literatura sindonolgicaacumulada a lo largo de este siglo justifica sobradamenteque los adeptos a la Sbana Santa la denominen tambin elQuinto Evangelio.

    Los sindonlogos, en su noble anhelo por ratificarhistricamente la Sbana Santa, han recurridofrecuentemente a los Evangelios. Aqu, una vez ms, surgeel conflicto entre ciencia y fe. La fe es un estado de graciaque no debe confundirse con la historia, que es una ciencia.Como cristianos estamos obligados a creer que losEvangelios son palabra revelada por Dios, que lo quecontienen no slo es verdad sino la Verdad. Pero comoobra histrica, considerados fuera del mbito de la fe, noson en absoluto fiables; son narraciones de tercera o cuartamano, muy manipuladas, plagadas de tabulaciones yleyendas, de incoherencias y contradicciones. Es natural

  • que as sea, dado que se escribieron muchos aos despusde la muerte de Jesucristo, cuando ya el Salvador se habatransformado en una leyenda que los adeptos a su sectaalimentaban continuamente con nuevas invenciones.Adems, los evangelistas falsearon la vida de Jess asabiendas en su noble anhelo por dotar al cristianismo y ala figura del fundador con un significado y unos contenidosque nunca tuvo.

    A nadie se le oculta que el dogma de la Resurreccinpuede parecer irracional si se considera cientficamente, esdecir, a la mera luz de la razn. Que el cadver de unhombre salvajemente torturado se desintegre mgicamenteen la tumba donde est encerrado para luego integrarse yaparecerse a sus amigos y conocidos es difcilmenteadmisible por una persona en su sano juicio. Apurando lasposibilidades, alguien podra objetar que pudo tratarse deuna alucinacin o un fantasma, pero tal suposicin no sesostiene puesto que el aparecido permiti que un incrdulole introdujera dos dedos en una de sus llagas parademostrar que no haba truco (el dedo en cuestin, ndicede la mano derecha de santo Toms, se venera en la baslicaromana de Santa Croce). La otra posible explicacin, quese tratara de un zombi, es decir, de un muerto viviente, esigualmente inaceptable a la luz de la ciencia moderna. Elantroplogo y etnobotnico Wade Davies ha demostradoque los zombis de Hait son, en realidad, sujetos en estado

  • catalptico, de muerte aparente, que han sido drogados porun brujo o bokor con el llamado polvo zombi o venenozombi. Esta poderosa droga tiene como ingrediente crticola tetrodoxina obtenida del pez globo (por cierto tambinintegrante de la devastadora culinaria japonesa del fugu).Efectivamente, una persona zombificada puede parecermuerta y ser reanimada por medio de otra droga traspermanecer sepultada durante unas horas. No obstante, laslesiones cerebrales provocadas por las pcimas loconvierten a veces en un ser obnubilado y sin voluntad quepuede pasar por muerto viviente (Davies, p. 125). Es difcil,por no decir imposible, atribuir la Resurreccin de Cristo aun caso de zombificacin. Ello requerira explicar por quconductos un fenmeno especfico de la cultura haitiana (ynicamente documentado en aquella sugestiva isla caribeaa partir del siglo xviii) se ha podido extrapolar en lahistoria juda del siglo i.

    La conclusin es evidente: Jesucristo no fue nifantasma ni zombi. No existe explicacin racionalsatisfactoria de la Resurreccin. Por eso, la Iglesia,obrando con su habitual prudencia, ha elevado todo elasunto a la categora de misterio, liberndonos del trabajode intentar comprenderlo. Y ese misterio es, adems, undogma, lo que nos obliga, como cristianos, a aceptarlo. Nohay ms que hablar. Lo creemos a puo cerrado y punto. Yas entramos a participar en sus efectos salvficos, que es

  • lo verdaderamente importante.Algn aficionado a la ciencia ficcin podra alegar la

    posibilidad de invertir el tiempo, tericamente probada porla teora de la relatividad, e incluso la conjeturableconstruccin futura de una de esas mquinasdesintegradoras/integradoras capaces de obrar tal maravilla.Nadie sabe si esta fantasa futurista llegar algn da a serrealidad con el adelanto de las ciencias. Lo difcil deadmitir por los incrdulos, en el caso que nos ocupa, es queel prodigio ocurriera en tiempos de los romanos y por artede magia o por la intervencin de los habituales entessuperiores, pero para eso precisamente est la fe, quemueve montaas. Se aplica la fe y el problema deja deserlo.

    Contra los hipercrticos que aseveran, henchidos deorgullo intelectual, que no es posible que un muertoresucite, se puede argumentar que si se trata de un hroe ode un Dios, o hijo de Dios (y por tanto Dios mismo), comosucede en el caso que comentamos, esta Resurreccin esperfectamente plausible, y no faltan ejemplos antiguos quelo avalan. Ah estn los casos de Hrcules, de Aquiles, deOsiris, de Dionisos, de Atis y de Adonis, todos ellosmuertos y resucitados, por citar solamente algunos de losms notorios.

    En la etapa paleosindonolgica, que situaremos entre1898 y 1950, unas docenas de estudiosos impulsaron la

  • seudociencia. Lo hicieron de manera individual y en ciertomodo heroica, esforzndose en explicar la formacin de laimagen de la sbana por medios naturales. Sera a partir delrobustecimiento de las cofradas sindonolgicas y de lacreacin de una internacional sindonolgica, fenmenoque ocurre especialmente en los aos sesenta, cuando lasindonologa (o neosindonologa, para distinguirla de lapaleosindonologa) cobr fuerzas suficientes paraatreverse a postular una explicacin sobrenatural en laformacin de la imagen. Lo que hoy pretenden lossindonlogos es probar cientficamente un dogma de fe, elmilagro de la Resurreccin de Cristo, con ayuda de laSbana Santa.

    El mensaje final de la sindonologa es claro: sidurante el siglo XIX y lo que va del XX alguien pens quela ciencia haba derrotado a la teologa, ahora resulta que laciencia ms avanzada del siglo XX viene a confirmar a lateologa. Si los racionalistas hicieron mofa y escarnio de laidea de un muerto que resucita, desprecindolo como lamayor mentira del cristianismo, ahora no tendrn msremedio que rendirse a las pruebas cientficas y reconocerque el prodigio ocurri.

    Los estudios sobre la Sbana Santa pueden generar unaseria revisin del naturalismo que ha estado hasta hacepoco dominando el pensamiento occidental. (Stevenson, p.201.) Dios reservaba la sbana para animar la fe en una

  • poca en la que abundan los dudosos y los indecisos hastaentre los creyentes. (Stevenson, p. 218.)

    [La Sbana constituye una] fuerte prueba emprica enfavor de la creencia en Dios. (Stevenson, p. 218.) Laresurreccin de Jess es una amenaza para la visinnaturalstica del mundo. (Stevenson, p. 210.) Podra ser unpoderoso factor en pro de la causa de la evangelizacin delmundo moderno [] Ser tal vez. que la sbana ha sidoconcedida como una seal a los tiempos? Precisamente enuna poca en que la ciencia ha ido poniendo dificultades ala fe, he aqu que esta misma ciencia parece haber ido ahoratan lejos como para suministrar pruebas de la validez, deese mismo Evangelio. (Stevenson, p. 19.) Es decir, a partirde este inslito objeto, que prueba cientficamente laResurreccin de Jesucristo, la humanidad no tendr msremedio que aceptar la existencia de Dios y la legitimidaddel catolicismo frente a las otras religiones. Unaconclusin tan taxativa quiz parezca arriesgada a los tibiosy flacos de fe, pero los sindonlogos ms relevantesconcuerdan en este punto, y Julio Marvizn zanja lacuestin irrevocablemente:

    Hasta la ciencia dice que Cristo ha resucitado (p.108).

    El caso es que estas deducciones teolgicas de laneosindonologa suscitan suspicacias entre los telogostitulados que ven sus predios invadidos por

  • bienintencionados pero superficiales telogos que aspirana ayudar a Dios a clarificar un misterio que l se hareservado para s (Sol, p. 475). Un caso ms deintrusismo profesional, tan comn en los confusos tiemposque padecemos. Citemos, por va de ejemplo, un casoconcreto. El padre Sol, S. J., arrastrado por su pasinsindonolgica, incurre en pequeos deslices doctrinalesque, aunque no restan bondad a su conclusivo libro, spudieran introducir la semilla de la duda en la greycristiana, especialmente en lectores escrupulosos y pocotrabajados teolgicamente: as, cuando glosa las palabrasde Jess: Padre, perdnalos porque no saben lo quehacen, y se pregunta retricamente: No lo sabanaquellos fariseos y aquellos escribas? (Sol, p. 331), talinquisicin no parece pertinente. Si Dios mismo. Cristo,que es omnisciente, que lo sabe todo, le acaba de aseverarque aquellos sayones no saben lo que hacen, quin es elpadre Sol, S. J., para enmendarle la plana al Creadorponiendo en duda si lo saban o no lo saban? Acasoinsina el piadoso sacerdote que Dios sufri un lapsusmomentneo dado lo delicado de su situacin? Confortaencontrar dos pginas adelante (p. 333) la confirmacin deque el padre Sol, S. J., sigue convencido de laomnipotencia divina (era el Padre quien en cierta maneradiriga los acontecimientos), Ahora bien, esa locucin encierta manera vuelve a suscitar razonables dudas que

  • conturban el nimo del creyente escrupuloso.Hay que determinar claramente si Dios diriga los

    acontecimientos o no los diriga. Su voluntad sobre elasunto deba ser clara. Si Dios, en su omnipotencia, dirigetodos los acontecimientos, cmo puede el buen jesutadudar de ello? Lo que nos trae a la memoria el caso deaquel pobre cura de misa y olla, prroco en cierto puebloserrano, que comenzaba las homilas dominicales diciendo:Como deca Jesucristo, y en cierto modo tena razn

    No quisiramos apartarnos del lema. Solamentepretendamos manifestar nuestro completo acuerdo con losdoctores de la Iglesia, cuyo sentir es que la sindonologano debe arrogarse facultades teolgicas. Limtense lossindonlogos a confirmar el Evangelio a un nivelpuramente descriptivo, esto es, a la ratificacin y glosa delos variados tormentos padecidos por Cristo en la cruz;dseles, si menester fuera, una opcin a convalidar susestudios con otros de rango superior, como variedad demedicina forense (arqueoforense quiz?), pero no semetan en camisas de once varas, en los peligrosos mdanosde la sagrada teologa. Contine cada cual en su parcela,sindonlogos en la suya, telogos en la que les es propia, yDios en la de todos.

    Uno se pregunta, a la vista de tantos devotossindonlogos a los que la creencia en la resurreccin de undifunto les podra parecer, en el fondo, irracional, si se

  • aferran a los postulados de la sindonologa para apuntalarsu fe agrietada por los embates del racionalismo moderno.Porque, como dijo san Pablo, si Cristo no ha resucitado,vuestra fe est vaca [] Si lo que esperamos en Cristofuera slo para esta vida, seramos los hombres ms dignosde compasin (1 Cor. 15, 17-19).

    El empeo de los neosindonlogos resultadoblemente enternecedor porque manifiesta que se trata debuenas gentes empeadas en salvar a la humanidaddevolvindola al camino recto con insistencia evanglica.No tiene mucho sentido objetar que la seudocienciasindonolgica no puede contribuir a tan alto empeodebido a que manipula tcnicas cientficas para probar unamanifiesta falsedad. Esto sera si se tratara de una cienciapositiva con los mtodos y objetivos que le son propios.Pero si interviene la fe, la sindonologa, comoseudociencia, cobra toda su coherencia.

    Finalmente hay que consignar que, en esta diatriba enfavor o en contra de la autenticidad de la sbana, lossindonlogos se las han arreglado para jugar con ventaja.Ellos no exponen nada: si la Sbana Santa es verdadera,demuestra de una tacada que Cristo resucit y que lareligin catlica es la buena; si, por el contrario, es falsa,solamente la reliquia, no la Iglesia, se desacredita. Ya en1903, Modesto Hernndez, pionero de la sindonologa enEspaa, lo declaraba francamente:

  • Pero si -lo que no es creble- un da u otro sedemostrara palmariamente su falsedad, no por ello habraderecho a condenar la credulidad de las piadosasgeneraciones que la amaron y veneraron [] ni menossufrira menoscabo alguno la religin catlica; ni tampocoredundara en desprestigio de su Santa Iglesia, nica yverdadera expresin fidelsima de la misin divina deJesucristo Redentor. (Hernndez, p. 308.) Por lo tanto, laIglesia y sus jerarquas deban quedar al margen del asunto,inclumes. As se han mantenido, con sabia prudencia,dejando hacer a los sindonlogos a ttulo particular; ycuando el anlisis del carbono demostr que la sbana slodataba del siglo XVI, la Iglesia, a travs de su legtimorepresentante en el asunto, el cardenal de Turn, fue laprimera en acatar los resultados y admitir que en adelanteconsiderara la reliquia solamente por su valoriconogrfico.

  • 6 CON ENGAO Y MALDAD

    El tejido de la Sbana Santa se ha fechado entre 1260y 1390 por el procedimiento del carbono-14 (que, enadelante, denominaremos simplemente radiocarbono).Dichas fechas concuerdan con la aparicin histrica de lareliquia, en 1353, cuando el caballero Godofredo deCharny la don a Lirey, una colegiata a ciento cincuentakilmetros de Pars. En 1389, el obispo de Troyes dirigiuna carta al papa denunciando la falsedad de la reliquia y eltinglado milagrero que sus propietarios haban organizadoen torno a ella con nimo de lucro.

    El den de Lirey, con engao y maldad, movido por laavaricia, no con fines devocionales sino por codicia,provey su iglesia con un pao pintado con artificio, en elcual, de un modo ingenioso, estaba pintada una dobleimagen de hombre por delante y por detrs, asegurandofalsamente que era el sudario mismo en el que fue envueltonuestro Salvador Jesucristo en el sepulcro, en el cual laimagen del Salvador con sus heridas haba quedadoimpresa. Y esto fue divulgado no slo en el reino deFrancia sino en el mundo entero, por lo que acudan gentesde todas las partes del mundo. Y aun fingan milagros decuraciones en la ostensin del sudario [] finalmente, elobispo de Troyes, tras una diligente investigacin,

  • descubri el fraude, y cmo dicho liento haba sidoartificialmente pintado, siendo la verdad atestiguada por elartista que lo haba pintado. En suma, que aqulla era obrade habilidad humana y no cosa milagrosamente realizada uobtenida [] El den y sus cmplices [] viendodescubierto su engao, ocultaron y enterraron dicho lienzo[] mantenindolo oculto, enterrado cerca de treinta ycuatro aos hasta el presente. (Hernndez, pp. 266-267;Igartua, pp. 53-54.) El pintor que fabric la reliquia habaempleado un procedimiento nuevo que era el queprecisamente confera su tremendo verismo a la imagen.No se trataba de una pintura al uso como las que loshombres del siglo x IV estaban acostumbrados a ver en susiglesias, sino algo completamente desconocido yaparentemente milagroso, algo fabricado sin pinceles nipigmentos. Si el obispo de la dicesis la denominabapintura es simplemente porque su vocabulario no disponadel trmino ms ajustado que hubiera sido negativofotogrfico. No obstante, el nfasis puesto en que setrataba de una obra de habilidad humana parece indicar queera una pintura de tcnica desconocida.

    Efectivamente, la imagen de la Sbana Santa no es unapintura sino un negativo fotogrfico obtenido porchamuscamiento del tejido. La quemadura es tan tenue ysuperficial que slo afecta a escasas fibras de cada hilo yse percibe nicamente a partir de un metro de distancia;

  • ms cerca, el tono amarillento se desdibuja y la figuraretratada pierde nitidez.

    Dado que la sbana data del siglo XVI, es forzosoreconocer que alguien a quien llamaremos elprotofotgrafo, quiz un alquimista, descubri losprincipios de la fotografa en aquella temprana poca y sesirvi de ellos para falsificar la famosa reliquia.

    El lector no ignora que la humanidad no siempreprogresa tcnicamente sino que a veces retrocede, yalgunos conocimientos se pierden para ser recuperadosms adelante.

    En una vitrina del Museo de Bagdad existe una pilaelctrica primitiva que los arquelogos encontraron en lasruinas de Nnive. En el patio de la mezquita Qutb Minar deDelhi, India, los curiosos acuden a contemplar una columnade hierro que lleva a la intemperie desde que la fundieron,en el siglo IV de nuestra era, y nadie se explica por qu nose oxida como otras columnas similares de la regin. Estosy otros objetos imposibles no son producto de milagroalguno, sino de hallazgos tcnicos que despus seperdieron para volver a ser descubiertos siglos ms tarde.Son invenciones que pasan desapercibidas porque no se lesencuentra especial utilidad, o porque su descubridor seguarda de divulgarlas y se lleva el secreto a la tumba.

    Algo similar ha ocurrido con algunos descubrimientosgeogrficos fundamentales.

  • Por ejemplo, dos milenios antes de que las carabelasportuguesas abrieran la ruta de Oriente circunnavegandofrica, tarea que les ocup un siglo, los fenicios habanculminado la misma empresa en slo tres aos. Losvikingos, por su parte, llegaron a Amrica cuatro siglosantes que Coln. En los dos casos faltaron continuadores ylos conocimientos adquiridos se desaprovecharon. Algoparecido a lo que ocurri al inventor o a los inventores dela fotografa en el siglo XVI. Seguramente no le vieron msalcances que la posibilidad de imprimir una imagen en unlienzo con ayuda de la luz y hacerla pasar por reliquiamilagrosa. Tambin puede ser que se guardaran mucho dedivulgar su invento por miedo a que la autoridadeclesistica los tomara por brujos. Algunos alquimistas ycientficos haban perdido la vida o la libertad por menosde eso, recordemos los casos de Galileo o de MiguelServet.

    En cualquier caso, en el siglo XVI, la invencin de lafotografa era tcnicamente posible, aunque quizdesaconsejable en el ambiente de caza de brujas que seviva.

    No todo el mundo acepta que la Sbana Santa sea unafotografa. En realidad, casi nada relacionado con la SbanaSanta es unnimemente aceptado. Los partidarios de laautenticidad de la reliquia sostienen que las imgenesfueron causadas en el siglo I de nuestra era por una sbita

  • irradiacin de energa resultante de la resurreccin delcadver de Dios. La sola enunciacin de tal teora justificaque la Sbana Santa sea un objeto tan polmico. Hay mssangre vertida en torno suyo que la que mana de las heridasdel crucificado que dicen que representa.

    Por nuestra parte no pretendemos intervenir en elaspecto dogmtico de la polmica. Como cristianos, nosconfesamos creyentes dispuestos a acatar a pie juntillas losdogmas y misterios que propone la Iglesia por absurdosque puedan parecer al crtico desprovisto de fe. Pero laIglesia ha admitido, por boca de sus doctores, que la SbanaSanta es falsa y, por lo tanto, no nos consideramos ligadosal sacrificium intelectus que la defensa de esta reliquiarequiere.

    Que en el siglo x IV alguien diera con los principiosde la fotografa nos parece, en cualquier caso, unaexplicacin ms racional que la alternativa que proponen ydifunden los clubes de fans de la Sbana Santa.

    En puridad, la Sbana Santa es un carrete fotogrficoque contiene tres negativos sucesivos: el primerorepresenta un hombre de frente; el segundo, su cabeza, queensambla casi perfectamente con el cuerpo, y el tercero, almismo hombre de espaldas. El modelo parece haber sido elmismo, pero pequeas diferencias de distancia entre lafigura y el objetivo han determinado que la imagen dorsalsea algo ms reducida que la frontal y que la cabeza sea

  • tambin desproporcionada, por excesivamente pequea, sila comparamos con el resto del cuerpo (si bien es ciertoque tambin existen personas con la cabeza anormalmentepequea, pero en este caso parece tratarse de unalimitacin del fotgrafo). Mly, a principios de siglo,seal esta desproporcin de la cabeza: En el canonanatmico, un cuerpo contiene siete veces, rara vez ocho,la longitud de la cabeza, en tanto que aqu, en el Lienzo, escontenida ocho veces y media (Hernndez, p. 284).Modernamente han notado el mismo defecto Picknett yPrince, pero los defensores de la reliquia insisten en que lacabeza est maravillosamente proporcionada. Es cuestinde gustos.

    No est claro si el protofotgrafo utiliz un cadverreal o un molde. El uso de un molde, vaciado sobre uncadver real o sobre una persona viva, explicara ciertosdetalles anatmicos que podramos calificar dedefectuosos, especialmente la desmesurada longitud de losantebrazos, que podra deberse a lo que en tcnicafotogrfica se denomina doble exposicin, o simplementea desliz del falsificador o falsificadores que fabricaron elmolde. Si el lector examina la imagen de la Sbana Santapodr comprobar que los brazos de la figura descansan alos lados del cuerpo de manera natural (como es lgico,por otra parte, tratndose de un cadver), pero losantebrazos se alargan excesivamente con el fin de alcanzar

  • la zona pbica y cubrirla con las manos. Da la impresin deque el protofotgrafo, que copiaba la postura de Cristo conlos brazos cruzados sobre el vientre de la iconografa aluso, tuvo en cuenta que el destino de la falsa reliquia era suexhibicin pblica en un santuario, ante una muchedumbrede peregrinos para los que el sexo era tab (al menos elsexo de Jesucristo), y, por lo tanto, dispuso a su modelo demanera que cubriese no exactamente el vientre sino, algoms abajo, sus partes pudendas. Si el lector se toma lamolestia de interrumpir la lectura para tumbarse bocaarriba e imitar la pose del hombre de la Sbana Santacomprobar que una persona normalmente proporcionadaque intente alcanzar con las manos su zona pbica se veobligada a forzar la postura y elevar los brazos hastaponerlos casi en lnea con los antebrazos, contra lo queobservamos en la figura de la Sbana Santa, que alcanza susgenitales sin dificultad debido a la longitud excesiva deantebrazos, manos y dedos.

    La propia postura de las manos cruzadas sobre la zonapbica delata que se trata de una falsificacin medievalporque los judos de los tiempos de Cristo cruzaban losbrazos de sus difuntos sobre el pecho, al igual que casitodos los pueblos de Oriente.

    Son observables, adems, otros defectos en la figura,especialmente en el negativo de la cabeza, la parte delcuerpo que, por requerir un trabajo ms minucioso, el

  • protofotgrafo tuvo que retratar con especial cuidado. Loque ms llama la atencin es que si el hombre retratado eramoreno (como es presumible si se pretenda hacerlo pasarpor un judo asitico de los tiempos de Roma), en elnegativo su pelo oscuro habra salido prcticamente blanco.Si nos tomamos el trabajo de examinar al trasluz unnegativo fotogrfico comprobaremos fcilmente que unacabellera morena aparece blanca y, por el contrario, la claratez del rostro se manifiesta casi negra. Sin embargo, en elnegativo que llamamos Sbana Santa, el pelo del hombreretratado presenta un color similar al del rostro. Estoindica que el protofotgrafo tino o espolvore de colorclaro el cabello de su modelo para que entonasedebidamente en la figura resultante. Incluso es posible queespolvorease todo el cuerpo para avivar la imagen en lafotografa. Sobre el cuerpo espolvoreado (o sobre elmolde, ya de por s blanco, si es que fue un molde lo que seus) resaltaran especialmente las seales de las heridas.

    Otro defecto de bulto aparece en el encaje de lacabeza. El cuello de la figura resulta excesivamente largo yla lnea de ensambladura entre cabeza y tronco, una especiede fino collar blanco, no debera notarse tanto.

    El tercer fallo, fcilmente detectable, es la cada poconatural de la melena. La cabellera de la figura de la sbanadesciende verticalmente a ambos lados de la cara cuando,en un cadver que reposa boca arriba, debera caer hacia

  • atrs. Este detalle sugiere que la fotografa del rostro sehizo disponiendo al modelo en posicin vertical (a no serque el modelo fuera un vaciado sobre molde, cabellera opeluca includas).

    Hay otros errores menos llamativos que se podranexplicar por diferencias de ajuste del objetivo fotogrfico:el muslo derecho ms grueso que el izquierdo en la figurafrontal y sin embargo ms delgado en la dorsal, y laspiernas ms largas por delante que por detrs (lo quedetermina que la figura frontal sea algo ms alta).

    Finalmente, la Sbana Santa no ha podido ser unsudario porque la figura proyectada en ella no presentaprcticamente distorsin alguna, lo que prueba que seencontraba a cierta distancia del lienzo y que ste estabaplano, quiz montado en un bastidor. De haber servidocomo mortaja presentara una imagen grotesca y ancharesultante de aplanar una tela que se ha impresoenvolviendo un volumen. Adems, si el cadver estabatendido boca arriba sobre una superficie, el propio peso delcuerpo aplanara las zonas corporales que descansaransobre dicha superficie, especialmente los glteos, y estacircunstancia no dejara de reflejarse en el lienzo.

    Algunos defensores de la autenticidad de la sbana hanintentado soslayar estos problemas imaginando que elcuerpo levit milagrosamente en el momento de producirla radiacin; o que estaba dentro de un sarcfago y el

  • sudario se sostena como un palio sobre su borde superior.Son soluciones demasiado rebuscadas para un problemasimple.

    Tambin es digno de consideracin el hecho de que ala Sbana Santa se le haya aadido una franja lateral de ochocentmetros cuyo nico fin es el de centrar la figura.

    Es muy sospechoso que la pieza adicional provenga dela misma pieza de tela de la sbana. Si entre la presuntaResurreccin de Cristo y la exhibicin de la sbanatranscurri bastante tiempo, la franja adicional deberaproceder de una pieza distinta.

    Esto es lo que cualquier observador nonecesariamente perito puede advertir examinando el lienzoa simple vista. Pero un examen ms concienzudo expuestoen un reciente libro (Picknett y Prince) enumera, adems,otras pruebas del origen fotogrfico de la figura de laSbana Santa: el rostro anormalmente delgado, hasta elpunto de que los ojos quedan al borde de su contorno y lasorejas desaparecen, sera debido al efecto de la lente; laaparicin de un casi imperceptible crculo luminoso en laparte media de la nariz delatara una zona no expuestadebida a la lente.

    Queda la cuestin de cmo se realiz laprotofotografa. La fotografa moderna se desarroll a lolargo del siglo XIX . Pudo existir en el siglo x IV latecnologa necesaria para falsificar esta reliquia?

  • Para hacer una fotografa necesitamos una cmara yuna pelcula. El principio de la cmara oscura erasobradamente conocido desde la antigedad: en unahabitacin oscura se practica un agujero por el que penetrela luz y las imgenes exteriores se proyectan, invertidas, enla pared opuesta al agujero. El efecto mejora y lasimgenes se tornan ms ntidas si aplicamos una lente a eseagujero. En el ao 322 a. J.C., Aristteles coment laposibilidad de fijar las imgenes del sol y de la luna vistas atravs de un agujero. Una descripcin detallada de lacmara oscura se contiene tambin en un manuscrito rabede Alhazen (965-1038).

    El principio es relativamente simple. Lo difcil eshacer que esas imgenes obtenidas en la cmara oscuraqueden plasmadas en un objeto. Para ello se necesitaemulsionarlo con alguna sustancia qumica que sea sensiblea la luz, es decir, que se oscurezca proporcionalmente a lacantidad de luz que recibe de las imgenes proyectadas.Slo entonces producimos una fotografa. Con este fin,desde el siglo xviii, comenzaron a usarse sales de plata, y aprincipios del XIX se consigui fijar las imgenes sobre unpapel impregnado de elementos qumicos sensibles a la luz(no slo nitratos de plata, sino sales de hierro, de cobre yde mercurio, betn de Judea y otros diversos elementos).Es conocido desde antiguo que el nitrato de plata seoscurece cuando se expone a la luz.

  • Las sales de plata eran un producto corriente en laalquimia desde, al menos, el siglo xii.

    Incluso quiz fueron conocidas por Yabir ibn Hayyan(Geber) en el siglo viii. Los alquimistas tambin conocanla manera de producir cloruro de plata a partir del nitrito deplata y cloruro sdico.

    La fotografa primitiva emple con frecuenciasustancias que se volvan insolubles por efectos de la luz:mezclas de productos qumicos (bicromatos de potasio ode amoniaco) con otros orgnicos (albmina, clara dehuevo), gelatina (coccin de piel y huesos), goma arbiga,etctera.

    En el siglo x IV existan ya los productos qumicosnecesarios para fabricar una emulsin fotogrfica (sales deplata, cinabrio (sulfato de mercurio), sales de hierro).

    Precisamente por esta variedad de posibilidades esdifcil, si no imposible, averiguar de cul de ellos se sirviel protofotgrafo autor de la Sbana Santa. No obstante, elinvestigador ingls Keit Prince ha demostrado, conrazonable aproximacin, el camino seguido por nuestroannimo artista. Keit Prince impregn un lienzo de linosimilar al de la Sbana Santa con una emulsin compuestade clara de huevo y solucin de sal de cromo. Despus lomont sobre un bastidor a fin de mantenerlo tenso. Cuandoel lienzo estuvo seco, lo coloc en el fondo de una cmaraoscura y lo expuso durante unas horas a la imagen de un

  • busto de escayola por el habitual procedimientofotogrfico. A continuacin extrajo el lienzo de su bastidory lo lav con agua fra para eliminar las partes de laemulsin no afectadas por la luz (es decir, las que nocontenan imagen alguna).

    Hecho esto, expuso el lienzo al calor. La clara dehuevo contenida en la mezcla coloidal de la imagenimpresa chamusc ligeramente la tela. Despus de unnuevo lavado con agua caliente (que elimin el resto de laemulsin) quedaron solamente unas chamuscaduras muysimilares a las que observamos en la Sbana Santa. Esrevelador que en la Sbana Santa, a pesar de los siglostranscurridos desde su fabricacin, an se detectaran restosde albmina cuando fue analizada en los aos setenta.

    En cuanto a la desorbitada magnitud del negativofotogrfico que contiene la Sbana Santa, hemos de sealarque en los comienzos conocidos de la fotografa existieronnegativos as de grandes y aun mayores. El fotgrafoestadounidense George Lawrence realiz en Chicago, aprincipios de siglo, placas de hasta cuatro metroscuadrados con una cmara fotogrfica gigantesca (Strap,78). La de nuestro protofotgrafo fue probablemente fija,utilizando para ello una habitacin, dado que no se tratabade retratar exteriores.

    Los fotgrafos que han estudiado la sbana hansugerido su condicin fotogrfica.

  • Juan Llimona, presidente del Crculo Artstico de SanLucas, que agrupaba a pintores catlicos catalanes, escribien 1903:

    Las espaldas, las nalgas, los muslos, las pantorrillas,todo es fotogrfico, es decir, es el natural, clavado,estampado, con una realidad no debida a mano de artista,sino eminentemente fotogrfica [] la imagen de que setrata tiene la correccin fotogrfica, y como entonces noexista la fotografa [] resulta que la estampacin se hizopor el Mismo que nos ha revelado el secreto de lafotografa. (Hernndez, p. 307.) Es decir, de Dios. Diosfotgrafo. De la humilde colegiata de Lirey, la reliquiapas a ser propiedad de la Casa de Saboya, que la depositen la iglesia de Chambry. En 1532, un incendio, al parecerfortuito, caus daos en el lienzo. Las partes afectadas dela figura fueron los hombros y el codo del brazo demasiadolargo. Las clarisas de Chambry repararon la reliquiaaadindole piezas en las zonas quemadas. Las monjitashicieron el trabajo de rodillas, con gran devocin, yescribieron una emotiva memoria de su intervencin.

    En 1578, la Sbana Santa fue trasladada a la catedral deTurn. En 1694 se construy la capilla-santuario donde sevenera la reliquia en nuestros das.

  • 7: BELLE POQUE, GRESCAY DEVOCIN

    Nos proponemos efectuar ahora un breve recorridopor las dos etapas de la ciencia sindonolgica: lapaleosindonolgica, comprendida entre 1898 (fotografasde Secondo Pia) y 1950 (Primer Congreso Internacional),y la neosindonolgica, que abarca desde 1950 hastanuestros das.

    La etapa paleosindonolgica se centr en laindagacin del suplicio del hombre de la sbana (Cristo,segn los sindonlogos); la etapa neosindonolgica incidems bien en la demostracin cientfica (con ayuda de loscomplicados artilugios tcnicos de la era espacial) delmilagro de la Resurreccin de Cristo. En definitiva, se tratade demostrar cientficamente que Dios existe y escristiano.

    Despus de la exposicin de 1898, la Sbana Santaregres a la penumbra de su capilla, bien enrollada dentrode su cofre sellado. Pasara toda una generacin antes deque la reliquia se ostendiera de nuevo. Por consiguiente,tanto sus crticos como sus defensores tuvieron que basarsus respectivas argumentaciones en las fotografas deSecondo Pia e inevitablemente dijeron muchas majaderas

  • que el examen directo de la reliquia habra evitado. A Mlyle pareci que se trataba de una pintura y que el efecto denegativo fotogrfico era simplemente el resultado dehaberla fotografiado al trasluz; al fotgrafo Chopin lepareca que el efecto se deba a que la haban fotografiadopor su reverso y aseguraba que la verdadera imagen estabaoculta por el forro. Quiz las piadosas clarisas que siglosatrs restauraron el lienzo afectado por el incendio habanoptado por ocultar el anverso por considerarlo msdeteriorado.

    En los primeros aos de nuestro siglo, los msilustres adversarios de la autenticidad de la Sbana Santafueron, sin embargo, algunos clrigos catlicos empeadosen renovar la imagen de la Iglesia liberndola de todo loirracional y supersticioso (categora en la que incluan a lasreliquias). Entre ellos cabe destacar al prestigioso jesutaingls Herbert Thurston y, sobre todo, al cannigo francsUlysse Chevalier.

    Chevalier era profesor de Historia Eclesistica en laFacultad Catlica de Lyon. Estaba convencido de que laSbana Santa era un fraude del siglo x IV y que tarde otemprano sera desenmascarado con dao de la Iglesia. Paral, los anales de la Sbana Santa de Turn se reducen a unaconstante violacin de las dos virtudes tan recomendadasen la Sagrada Escritura, la justicia y la verdad (1900, p.42).

  • Al filo del siglo, mientras Pars celebraba suExposicin Universal, los bxers chinos asediaban lasembajadas occidentales en Pekn, el rey Humberto de Italiamora asesinado, la hambruna diezmaba la India y Freudescriba su interpretacin de los sueos, los primerossindonlogos cerraban filas frente a la incredulidad deChevalier. El provicario general de Turn, monseorColomiatti, intentaba refutarlo en un folleto en el quesupla la ausencia de datos histricos, el flanco dbil de lasindonologa, con la firme conviccin de que la verdaderacrtica en lo concerniente a las santas reliquias, a suidentidad y autenticidad, no reclama una certeza metafsicao bien fsica. La certeza moral es suficiente (Hern