El espacio humano - REVISTA DISEÑA · PDF fileespacio geométrico ... Enseguida...

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39 DISEÑA DOSSIER 38 Carla Cordua _ Doctora en filosofía, profesora titular de la Universidad de Chile y profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico. Al hombre nunca se lo encuentra viviendo en la naturaleza pura o cruda; su existencia se de- senvuelve siempre en espacios modificados por la actividad humana, marcados por preferencias e iniciativas del grupo. El hombre tampoco habita directamente el mundo como tal, sino más bien lugares determinados en él, ya intervenidos y apropiados, que se han vuelto familiares para quienes los frecuentan porque su vida en ellos le ha impuesto un sello particular a ese espacio. Los antepasados lo han convertido en un ambiente habitable y circunscrito: quienes allí se desenvuelven conocen sus límites, esos que marcan la diferencia entre adentro y afuera. Así los miembros del grupo habitante pueden distinguir entre lo interno y lo externo que para ellos es equivalente a lo conocido y lo desconocido, a lo seguro y lo inseguro. Estos lugares habitados han sido ya siempre elegidos, trabajados y modificados según ciertas necesidades y convenien- cias. La creación de espacios habitados produce las atmósferas protectoras indispensables para la vida compartida; en su interior se desarrollan la cooperación y la protección mutua, crece la inmunidad frente a las amenazas sorpresivas y los peligros de fuera. El planteamiento anterior procede de la obra de Peter Sloterdijk, un filósofo contemporáneo que, criticando el pensamiento tradicional, se ha propuesto dedicarle la debida atención al carácter peculiar, inconfundible, del espacio propio de la existencia humana. Este ámbito, un resultado no buscado de la existencia de vida en vías de humanizarse, no coincide ni con el espacio geométrico ni con el físico. Procede del establecimiento paulatino de un clima envol- vente en el cual no sólo se acomoda y prospera la vida de la especie, sino que es, como espa- cio, el resultado de la acción autoprotectora de muchas generaciones anteriores. Una teoría contemporánea del espacio habitado debe ser capaz de describir las situaciones envolventes en las que la participación de todos y cada uno crea el complejo que genera la comunidad humana y asegura su duración. El espacio humano viene de los hombres y está destinado a producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo. Mantiene generaciones de productores y de este modo acaba introduciendo a la humanidad en la historia. Todos los resultados son provisorios y están siempre en revisión desde el punto de vista de sus posibi- lidades de cambio. El tiempo humano se convierte en una espiral en movimiento en la que se combinan la repetición y la novedad, los aciertos y los errores, la construcción y la destrucción. Enseguida citamos algunos pasajes de la obra de Sloterdijk que se refieren a las diversas actividades y resultados del diseño de espacios ambientales destinados tanto a albergar a la vida humana tal como ha llegado a ser hasta aquí, como a transformarla realizando sus posi- bilidades todavía incumplidas. “Santo Tomás de Aquino dice que los ángeles no están en el espacio como los seres corpóreos pues ellos segregan el espacio desde sí, el cual es iluminado y vivificado por su manera de ser. En el siglo pasado Merleau-Ponty, el filósofo francés, escribió una frase acerca del punto del que debiera partir todo discurso sobre la estadía sensible del hombre en el mundo: ‘El cuerpo no está en el espacio, lo habita’. Los grandes artistas son ahora, como fueron antes, quienes mantienen accesible la verdad de estas frases. Como habitantes profundos del mundo nos recuerdan la pre- gunta acerca de cómo debemos en general habitar la casa del mundo. ¿Cuando estamos en el mundo, estamos instalados igual que entre nuestras propias cuatro paredes? ¿Es que todo lo que es se nos presenta de manera doméstica? ¿Ocupable, amueblable, como algo terminado hasta con sus propias llaves, en lo que sólo tenemos que instalarnos y pagar nuestros impuestos? El artista siempre contestará que no a estas preguntas. Él tiene presente desde siempre la molestia de vivir en una no-casa..., de vivir de otra manera.” “El espacio habitado por hombres se revela como una dimensión plurivalente. Dondequiera que haya hombres establecidos se produce una división de los espacios: lo habitable se opone a lo inhabitable; lo útil es contrario de lo inútil, lo transparente de lo opaco, lo penetrable de lo impenetrable”. “El diseño de espacios se relaciona, tal como la arquitectura, con la circunstancia terrible de que pertenecemos permanente u ocasionalmente a un medio ambiente formado de principio a fin por hombres. Estas artes, el diseño y la arquitectura, explican la estadía de hombres en lugares que ofrecen la ayuda de instalaciones que no son, para sus consumidores, otra cosa que propuestas de esclavización a la situación establecida. A través de ellas el habitar o el estar-en-casa es interpretado como el sometimiento voluntario al ambiente establecido. En la medida en que las casas son instalaciones o establecimientos montados para incorporarse al ambiente, ellas explican la existencia humana como una tarea plástica”. “El hombre es hasta el fin un animal autoplástico - puede llegar a ser casi todo lo que se imagina con cierta insistencia”. El espacio humano El concepto de Sloterdijk El espacio humano viene de los hombres y está destinado a producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo. 39 DNA

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DISEÑADOSSIER38

Carla Cordua _ Doctora en filosofía, profesora titular de la Universidad de Chile y profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico.

Al hombre nunca se lo encuentra viviendo en la naturaleza pura o cruda; su existencia se de-

senvuelve siempre en espacios modificados por la actividad humana, marcados por preferencias

e iniciativas del grupo. El hombre tampoco habita directamente el mundo como tal, sino más

bien lugares determinados en él, ya intervenidos y apropiados, que se han vuelto familiares

para quienes los frecuentan porque su vida en ellos le ha impuesto un sello particular a ese

espacio. Los antepasados lo han convertido en un ambiente habitable y circunscrito: quienes allí

se desenvuelven conocen sus límites, esos que marcan la diferencia entre adentro y afuera. Así

los miembros del grupo habitante pueden distinguir entre lo interno y lo externo que para ellos

es equivalente a lo conocido y lo desconocido, a lo seguro y lo inseguro. Estos lugares habitados

han sido ya siempre elegidos, trabajados y modificados según ciertas necesidades y convenien-

cias. La creación de espacios habitados produce las atmósferas protectoras indispensables para

la vida compartida; en su interior se desarrollan la cooperación y la protección mutua, crece la

inmunidad frente a las amenazas sorpresivas y los peligros de fuera.

El planteamiento anterior procede de la obra de Peter Sloterdijk, un filósofo contemporáneo

que, criticando el pensamiento tradicional, se ha propuesto dedicarle la debida atención al

carácter peculiar, inconfundible, del espacio propio de la existencia humana. Este ámbito, un

resultado no buscado de la existencia de vida en vías de humanizarse, no coincide ni con el

espacio geométrico ni con el físico. Procede del establecimiento paulatino de un clima envol-

vente en el cual no sólo se acomoda y prospera la vida de la especie, sino que es, como espa-

cio, el resultado de la acción autoprotectora de muchas generaciones anteriores. Una teoría

contemporánea del espacio habitado debe ser capaz de describir las situaciones envolventes

en las que la participación de todos y cada uno crea el complejo que genera la comunidad

humana y asegura su duración. El espacio humano viene de los hombres y está destinado a

producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno

a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo. Mantiene generaciones

de productores y de este modo acaba introduciendo a la humanidad en la historia. Todos los

resultados son provisorios y están siempre en revisión desde el punto de vista de sus posibi-

lidades de cambio. El tiempo humano se convierte en una espiral en movimiento en la que se

combinan la repetición y la novedad, los aciertos y los errores, la construcción y la destrucción.

Enseguida citamos algunos pasajes de la obra de Sloterdijk que se refieren a las diversas

actividades y resultados del diseño de espacios ambientales destinados tanto a albergar a la

vida humana tal como ha llegado a ser hasta aquí, como a transformarla realizando sus posi-

bilidades todavía incumplidas.

“Santo Tomás de Aquino dice que los ángeles no están en el espacio como los seres corpóreos

pues ellos segregan el espacio desde sí, el cual es iluminado y vivificado por su manera de ser.

En el siglo pasado Merleau-Ponty, el filósofo francés, escribió una frase acerca del punto del que

debiera partir todo discurso sobre la estadía sensible del hombre en el mundo: ‘El cuerpo no está

en el espacio, lo habita’. Los grandes artistas son ahora, como fueron antes, quienes mantienen

accesible la verdad de estas frases. Como habitantes profundos del mundo nos recuerdan la pre-

gunta acerca de cómo debemos en general habitar la casa del mundo. ¿Cuando estamos en el

mundo, estamos instalados igual que entre nuestras propias cuatro paredes? ¿Es que todo lo que

es se nos presenta de manera doméstica? ¿Ocupable, amueblable, como algo terminado hasta

con sus propias llaves, en lo que sólo tenemos que instalarnos y pagar nuestros impuestos? El

artista siempre contestará que no a estas preguntas. Él tiene presente desde siempre la molestia

de vivir en una no-casa..., de vivir de otra manera.”

“El espacio habitado por hombres se revela como una dimensión plurivalente. Dondequiera

que haya hombres establecidos se produce una división de los espacios: lo habitable se opone

a lo inhabitable; lo útil es contrario de lo inútil, lo transparente de lo opaco, lo penetrable de lo

impenetrable”.

“El diseño de espacios se relaciona, tal como la arquitectura, con la circunstancia terrible de

que pertenecemos permanente u ocasionalmente a un medio ambiente formado de principio

a fin por hombres. Estas artes, el diseño y la arquitectura, explican la estadía de hombres en

lugares que ofrecen la ayuda de instalaciones que no son, para sus consumidores, otra cosa

que propuestas de esclavización a la situación establecida. A través de ellas el habitar o el

estar-en-casa es interpretado como el sometimiento voluntario al ambiente establecido. En la

medida en que las casas son instalaciones o establecimientos montados para incorporarse al

ambiente, ellas explican la existencia humana como una tarea plástica”. “El hombre es hasta el

fin un animal autoplástico - puede llegar a ser casi todo lo que se imagina con cierta insistencia”.

El espacio humanoEl concepto de Sloterdijk

El espacio humano viene de los hombres y está destinado a producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo.

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