El Dr Centeno JAULÍN CARMEN

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Cuaderno de Intertextualidad nº7: Carmen Jaulín (2006) ISBN-10: 84-611-1736-0 1 La educación marginal de El doctor Centeno con DON BENITO PÉREZ GALDÓS (1883). Carmen Jaulín Plana UNED Relación de contenidos: 1. Características de la España de 1883 2. Localización de El doctor Centeno dentro de la obra de Benito Pérez Galdós 3. Definición, roles y estrategias de los personajes para sobrevivir 4. Valor intertextual de los elementos estructurantes 5. Conclusiones: Claves de análisis de la perspectiva de un marginal 6. DIDÁCTICA DE INTERTEXTUALIDAD 1 Características de la España de 1883. Si desde la lexicografía, educar es enseñar, adoctrinar, formar e instruir, desarrollar, o perfeccionar las facultades intelectuales y morales, y afinar los sentidos; y, marginal, que está al margen, no sustancial, no importante 1 , podemos colegir que una de las preocupaciones de Benito Pérez Galdós a la hora de escribir El doctor Centeno fue la 1 (1): Versión diccionario de Larrousse

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La educación marginal de El doctor Centeno con DON BENITO

PÉREZ GALDÓS (1883).

Carmen Jaulín Plana UNED

Relación de contenidos:

1. Características de la España de 1883 2. Localización de El doctor Centeno dentro de la obra de Benito Pérez Galdós

3. Definición, roles y estrategias de los personajes para sobrevivir 4. Valor intertextual de los elementos estructurantes

5. Conclusiones: Claves de análisis de la perspectiva de un marginal 6. DIDÁCTICA DE INTERTEXTUALIDAD

1 Características de la España de 1883.

Si desde la lexicografía, educar es enseñar, adoctrinar, formar e instruir, desarrollar, o

perfeccionar las facultades intelectuales y morales, y afinar los sentidos; y, marginal,

que está al margen, no sustancial, no importante1, podemos colegir que una de las

preocupaciones de Benito Pérez Galdós a la hora de escribir El doctor Centeno fue la

1 (1): Versión diccionario de Larrousse

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educación marginal. Comprender los antecedentes de la educación marginal es España

es el primer objetivo de este trabajo de intertextualidad; y que hay que contextualizarlo

en 1883, año en que Pérez Galdós escribe la obra; tiempo crítico de una época crítica

para la economía, para la política, para la sociedad, y por lo tanto para la educación, en

la historia de España.

Tras el Golpe de Estado del General Pavía (3 de enero de 1874) y el pronunciamiento

del general Martínez Campos (29 de diciembre de ese año) de la mano del gobierno de

Antonio Cánovas, artífice de la política moderada del Partido Conservador, llega la

monarquía de Alfonso XII (enero de 1975), con una oposición política debilitada y

desunida. Con ello se ponía broche final al cortísimo período, apenas 1 año, de la

Primera República. Mientras, iba cerrando un siglo lleno de convulsiones y

revoluciones a la vez que iba desarrollándose el sistema constitucional.

En la política interna, una vez más y como consecuencia del pasado colonial, iba a tener

especial peso la política internacional, con el especial protagonismo de Cuba. Para el

régimen canovista había verdadera necesidad de terminar con una guerra, pesada, larga

y costosa. Sin embargo, se hallaban dos impedimentos: la presión de las oligarquías

madrileñas y la amenaza de los EEUU. El intento de Cánovas por buscar aliados

acercando la política de la Restauración a Europa, le empuja a negociar con Francia,

Inglaterra y la Alemania de Bismarck, intentando evitar tanto el "aislacionismo" como

el "compromiso": Paradojas de Cánovas y del tiempo que le toca vivir.

El proceso político y constitucional del siglo XIX viene definido por una serie de

revoluciones y consolidaciones de las utopías gestadas en la Revolución de Septiembre

y en la Constitución del 69. Cánovas tiene un objetivo prioritario y es el intento de

pacificación, para lo que se apoya en el turnismo de los dos partidos políticos

mayoritarios: el conservador, liderado por Cánovas; y el liberal, por Sagasta. Era un

sistema político de buenas intenciones en cuya base se instala la realidad de la

corrupción sistemática de elecciones falseadas, asentadas en el centralismo de Madrid; y

la dependencia de los gobernadores civiles en las capitales de provincia y los caciques

de las zonas rurales que eran los que ejercían el control sobre las urnas.

Dos características nos diferencian del entorno europeo: el estancamiento económico y

el desfase creciente entre la renta española y la europea.

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El estancamiento agrario explica parte del retraso de modernización económica. Los

efectos de la mala distribución de la propiedad agraria supuso extrema pobreza de

campesinos, a la vez que generaba riqueza y poder a los oligarcas latifundistas.

Casi todos historiadores coinciden en que la desamortización fue, el fenómeno más

importante del S.XIX, no sólo por lo que costó, traducido en hectáreas que cambiaron

de propiedad, sino porque contribuyó a la distribución de la riqueza o de la renta; alteró

la producción agrícola y ganadera, reestructurando la trashumancia; y sobretodo,

repercutió enormemente en Hacienda. Va ser un tema central en la vida del país, y a

separar a progresistas de conservadores. Iba a beneficiar a clase media o alta que eran

quienes podían comprar Deuda Pública, pero perjudicaba a los pobres, ya que muchos

vivían de la caridad de las propiedades de los Municipios, Iglesia.

El S.XIX español también se caracterizó por la abundancia de los recursos mineros, sin

embargo, también el estancamiento del sector durante mas de las tres cuartas partes fue

importante. Las razones explican la falta de capital y de conocimientos técnicos

adecuados, o el regalismo de la legislación. A finales de siglo, las inversiones en el

sector y la escasez en la contribución de impuestos, hacen de este sector el más

dinámico de la economía española. El fracaso de nuestro país por la industrialización

fue evidente, a excepción de Cataluña, especialmente Barcelona, desarrollando una

notable industria aunque muy al margen de los resultados que la revolución industrial

estaba dando en Europa. La banca había entrado en absoluta decadencia.

A la muerte de Fernando VII, la deuda exterior había crecido considerablemente y

pesaba a los gobiernos de la Regencia como una losa. El precio que se pagaba por una

Hacienda regresiva y deficientemente administrada era excesivo y contribuyó a que se

planeara mal la amortización y que resultase socialmente injusta; a la vez que se

encarecía el capital debido a la escasez del mismo Así el problema del déficit estructural

y de la deuda se hicieron estructurales durante todo el siglo. En las Bolsas de París y

Londres se prohibieron los títulos públicos españoles. Durante todo el siglo la relación

entre el crecimiento de la deuda y la inestabilidad política, son evidentes. Se intenta

hacer convertible la deuda en moneda extranjera, pero esto fue un fracaso porque había

que pagar con el patrón-oro. Como también resultaron infructuosos los intentos de

disminuir el déficit comercial con el Arancel de 1891. El debate entre los partidarios del

librecambio y los del proteccionismo duró hasta bien entrado el S. XX.

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La Administración Pública, va a ser un tema recurrente en la actividad cotidiana y en la

literaria. La figura del funcionario va a tener interés tanto en la realidad de la calle,

como en la ficción de la novela. La reforma de Bravo Murillo en 1852 iba a dar un

importante revuelco al régimen de funcionarios pero no tocaba el escabroso tema de

inamovilidad. A los funcionarios se les destituía con gran facilidad, así aparece la figura

del cesante, tan recurrente en las novelas de Galdós. Hasta la Reforma del Estatuto de

1918, no exenta de dificultades, no se aprobaría la inamovilidad del funcionario y la

supresión definitiva de las cesantías.

En comparación con la de otros países europeos, la población española creció

lentamente. Las razones que explican esa lentitud, a pesar de que la tasa de natalidad era

moderadamente alta, era la altísima tasa de mortalidad. La esperanza de vida al nacer

estaba por debajo de los treinta y cinco años a final de siglo. Los factores que

explicarían esa alta de mortalidad habría que relacionarlos con el retraso económico

estructural (deficientes condiciones sanitarias y médicas, baja productividad de la

agricultura y la ganadería, escasez de vivienda, alto coste e insuficiente red de

transporte, ignorancia generalizada con respecto a las causas y mecanismos de

transmisión de enfermedades, etc). El alto nivel de mortalidad infantil es alarmante,

debido a la deficiencia de vacunas y el alto impacto de enfermedades infantiles: viruela,

tos ferina, disenterías, tifus. Las epidemias que van a definir el siglo van a ser la fiebre

amarilla, sobre todo en Andalucía, y el cólera. Las epidemias de cólera coincidieron con

crisis políticas o económicas. Las marchas del ejército y el hambre eran factores de

extensión de la epidemia. La incidencia de enfermedades endémicas como la

tuberculosis sería determinante para la maltrecha población. Los movimientos

migratorios hacia las zonas costeras del Levante o del sur se explican teniendo en

cuenta que esa había sido la trayectoria desde la Edad Media que iba a caracterizar la

despoblación de la Meseta central. La lenta modernización iba a empujar, a finales de

siglo, el comienzo del movimiento del campo a las dos ciudades más importantes del S.

XIX, Madrid y Barcelona, perfilando lo que en el S XX iban a ser áreas metropolitanas.

Con la década de los años 80, la ciudad, la fábrica y el ferrocarril configuran el

desarrollo. La ciudad va a ser la célula viva que va a inspirar la literatura de la “edad de

plata”, por su valor iconográfico. La ciudad de Madrid va a ser el escenario de muchas

de las novelas de Pérez Galdós porque cumple una función socioeconómica importante,

en ella confluyen, como en ningún otro espacio literario, la consolidación del

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liberalismo y el incipiente desarrollo del movimiento obrero. Con estos dos dispositivos

político-económico-sociológicos va a configurar las relaciones de sus personajes,

yacimiento de inspiración permanente.

En El doctor Centeno, Madrid, sus calles, tabernas, posadas es el elemento estructural

del análisis, por el que discurren unos personajes con gran capacidad de resiliencia, a la

búsqueda de la supervivencia, viviéndola o sufriéndola, según casta y condición.

Aun con todos inconvenientes de grandes ciudades, Madrid y Barcelona eran las que

tenían mayores tasas de alfabetización. El analfabetismo, durante este siglo (censo de

1987) oscilaba entre el 37 y el 60 %. , frente a un 86 % de algunas provincias andaluzas

o levantinas (Luzuriaga, 1926). Las posibilidades de escolarización aumentaban en las

ciudades, pero con desigualdades regionales. Cada capital de provincia tuvo como

mínimo un Instituto de Enseñanza Secundaria Y la educación universitaria apenas se

impartía en una docena de capitales. La Educación era un tema urbano, alejado de las

necesidades rurales.

En el terreno de la enseñanza, el krausismo y las medidas liberales van a intentar la

“unificación nacional” que los Borbones habían iniciado en el terreno "político-

administrativo". Los antecedentes eran: El Plan General del ministro Caballero (1807)

en el intento de poner cota a la secular propaganda de la enseñanza eclesiástica. El Plan

del duque de Rivas (1836) enfocado a la regulación de la enseñanza primaria

fundamentalmente. El Plan Pidal (1845) centrado en la extensión de los Institutos de

Enseñanza Secundaria. La revolución de 1854 y la subida de los progresistas al poder

insiste en la necesidad de perfilar la instrucción pública. La hábil legislación de Claudio

Moyano (1859) estructuraría la educación en tres niveles, más normas básicas de

financiación, de selección de maestros, regulación de instituciones: Institutos de

Enseñanza Secundaria, Normales de Magisterio, Escuelas o Facultades Universitarias,

etc. La tarea del krausismo era considerablemente decisiva para la mentalidad moderna,

nada menos que iba a intentar sustituir el peso de la religión católica por una educación

secularizada, cuyo credo iba a ser la Ciencia. Como decía Sanz del Río, “acercando la

Humanidad a su destino”. En palabras de JJ. Gil Cremades:".

Primer ejercicio de análisis y síntesis: “Quizá el mismo krausismo

había contribuido a esta nueva conciencia del literato. Esa

necesidad de ir a lo "interno" de la historia, más allá de los

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hechos y, sobre todo, esa concepción dialéctica de la obra

artística como respuesta subjetiva al desafío de la realidad

exterior, tal como la formulaba Giner de los Ríos, influyera más o

menos difusamente en los autores de novelas. Pero, con certeza,

la novela se constituyó en el género de la época a pesar de la

estética krausista, más inclinada al drama que a Balzac. Si se

comparan afirmaciones de Giner en 1862, víspera de la

mutación, con las de Juan Valera o del más joven, Benito Pérez

Galdós, se echará de ver cómo el empeño de estos hombres,

protagonistas de la novelística del momento, era premeditado: el

crítico literario krausista llegaba tarde a advertir el fenómeno.

Por ello, al margen de sus ideas estéticas, fueron sus

convicciones éticas las que encarnaron en un tipo o en una

actitud ante la vida, que interesaron al novelista, partidario o

adversario de tal ética"....

..."El realismo como estilo no sería, pues, en ningún caso ajeno a

la teoría ideológica del momento europeo, si bien en España

apareciera en unas circunstancias y con unas características

propias". La libertad de pensamiento consagrada en la

Constitución de 1869 hace del sexenio revolucionario una época

de diatriba de ideas, aunque no date de entonces la aparición del

intelectual en la política española"...

"La tensión del ambiente se contagia a las vidas de los hombres

concretos. He aquí la materia novelesca. En cualquier caso, el

esquema será siempre similar, si bien se aborde desde la

afirmación o desde la repulsa”2

Durante el curso de 1875-1876, los debates en el Ateneo de Madrid inundan el ambiente

de positivismo. Esto y la brecha en el interior del krausismo, dará al traste con la

extensión de la filosofía pese al esfuerzo denodado de personas como Gurmensido de

Azcárate. Sin embargo, donde deja huella es en la reforma educativa que propone Giner

2 Gil Cremades, Juan José (1975): Krausistas y liberales. Madrid: Ed. Hora H

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de los Ríos en la Institución Libre de Enseñanza, a través de principios que recogían la

antropología krausista: libertad, responsabilidad, autonomía espiritual, dignidad del

cuerpo y el alma, tolerancia y respeto a los demás, etc. Hoy, la pregunta que surge desde

la perspectiva de rasgos identitarios de la cultura española es ¿Por qué, entra el

krausismo en España con ese interés, mientras era una filosofía menor en una Europa

esforzada por entender a Hegel? Hay una contestación simplista, nuestras escuelas

filosóficas no alcanzaban el nivel de las alemanas. Pero existe otra respuesta de mucho

mayor calado histórico-político, el alcance de lo que suponía la ciencia para erradicar la

tasa de analfabetismo español, la mayor de Europa; era la contestación pragmática al

hundimiento institucional que caracterizó la España finisecular.

La Restauración borbónica, naturalmente en las antípodas de lo que supuso Hegel,

intenta poner fin a los esfuerzos del krausismo. Las disposiciones legales para

restablecer la Ley de Instrucción Pública de 1875, obligaban a profesores a presentar

programas de las asignaturas para que ser aprobados, así los caciques provinciales se

aseguraba que no se impartiera en las aulas nada contrario al dogma católico ni a la sana

moral. La protesta de catedráticos y profesores fue acompañada por separaciones de las

cátedras y encarcelamientos. A Giner, Azcárate y Salmerón, se les confinaría a lugares

alejados de la península. La situación de los tres profesores duraría hasta 1881. Mientras

se iba a forjar el germen de una de las fundaciones más relevantes de la filosofía

krausista: La Institución Libre de Enseñanza, cuyo objetivo fundamental pretendía

consolidar el conocimiento, a través del cultivo y la propagación de la ciencia,

especialmente por medio de la enseñanza. Así el 10 de marzo de 1876 se firman las

bases de la Institución. “Educación frente a instrucción” fue el eslogan de una filosofía

pedagógica que recuperando los cimientos del zoom politikon platónico y de la

educación integral del humanismo impulsa un “hombre nuevo”.

El tiempo de 1883 está enmarcado por las tensiones del trienio liberal (Febrero de 1881

a enero de 1884); determinado por el Gobierno de Sagasta, por el respeto a la

constitución de 1876, y por las ancestrales amenazas que van a definir el siglo XIX

(como la intentona frustrada, en agosto de 1883, de un pronunciamiento de los

miembros de la Asociación Republicana Militar como emblema de los tiempos que

corren). Para un espíritu independiente, libre-pensador, intuitivo y observador de la

realidad española, como el de Pérez Galdós, la realidad no sólo no le fue ajena; sino que

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logró transferírnosla a través de la ficción más depurada, ayudándonos a comprender la

intrahistoria de finales del siglo XIX.

Los vaivenes políticos, que tradicionalmente se atribuyen a Galdós, no fueron los suyos,

sino los de un tiempo y un espacio en el que tiene que sobrevivir abandonado a la suerte

de su literatura. La evolución del krausismo, de la I.L.E, o de; o del debate político-

pedagógico de Giner de los Ríos, le tocaron de cerca, como se desprende de una de sus

obras más emblemáticas, La noche de San Daniel; de igual manera que su sensibilidad

hacia la política, le llevaría a enjuiciar tan duramente los acontecimientos del momento,

como es el caso del pronunciamiento de Villacampa, en Ángel Guerra.

La hipótesis de trabajo que estructura este cuaderno de intertextualidad contempla El

doctor Centeno como el legado educativo de un hombre (Pérez Galdós) que explica

causas y consecuencias del hundimiento institucional del Sistema Educativo Español

(correlato).

2 Localización de El doctor Centeno en la obra de Benito Pérez Galdós.

Especialistas clásicos de Benito Pérez Galdós, como J. F. Montesinos (Galdós en busca

de la novela) o Joaquín Casalduero (Vida y obra de Galdós) coinciden en calificar las

novelas de esa época como “novelas contemporáneas”, en honor al calificativo que elige

Galdós en "Observaciones sobre la novela contemporánea", con el que reseñar la

segunda etapa galdosiana con las seis novelas citadas, creadas en muy poco tiempo, y

con la construcción de personajes representativos de la nueva clase burguesa emergente.

Aún así, es difícil poner límites temporales o cortes temáticos a en la narrativa

galdosiana, de la década de los 80, con clasificaciones al uso. Por ejemplo “el

desbarajuste moral y la falta de principios de una sociedad en formación”, tema central

en esta época, también va a caracterizar las de la serie Torquemada. Concretamente la

primera de ellas, Torquemada en la hoguera (1889), contiene un personaje central, el

prestamista cruel y despiadado, que bien podría encajar en el escenario de La

desheredada o El doctor Centeno. Galdós fundó su propia editorial, señal inequívoca

del significado de la literatura en aquellos tiempos. El criterio de clasificación para

estructurar la edición explica la intención del autor: Primero divide la obra en teatro y

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novela; y dentro de ésta, en Episodios nacionales, Novelas de primera época y Novelas

contemporáneas.

Toda la producción novelada tiene una vocación común contemplar la sociedad desde

una perspectiva analítica, crítica, y esencialmente reformista. Las primeras novelas La

Fontana de Oro, La sombra y El audaz (1870-1878) están inspiradas en un

romanticismo tardío. Sin embargo la aparición de Doña Perfecta (1876) va

introduciendo argumentos críticos a la España tradicional de costumbres, que tendrían

en común con Gloria, La familia de León Roch o Marianela. La llegada del

Naturalismo francés (Emilia Pardo Bazán plantea, en 1882, la polémica sobre el

"Naturalismo" en La cuestión palpitante), propone el predominio del factor hereditario

sobre el ambiental; y la atención preferente a los problemas de la sociedad urbana

frente a la rural, elementos claves en la narrativa de Galdós. Ahora Madrid se va a

convertir en escenario de gran parte de sus novelas: sus plazas, calles y tabernas le van a

servir al lector para recrearse como si un turista fuera; así conoce el habla de la gente,

sus costumbres, etc, Esas van a ser las características que van a definir la década de los

ochenta. Sin embargo, en la década siguiente ya iban a aparecer nuevos elementos

asentados en la búsqueda de utopías al margen de los ideales revolucionarios de 1869:

"Ángel Guerra", o "La loca de la casa" o "Nazarín". Elementos que presagiaban, los

cambios y crisis políticas por las que el autor iba a gravitar.

El doctor Centeno tiene muchas cualidades literarias que nos permiten comprender la

época personal y el contexto en el que la escribió, destacando dos por su yacimiento de

conocimiento: la coherencia formal y la significación de los personajes. La coherencia

literaria, generada por el amor a los clásicos (continua indagación en el lenguaje irónico

cervantino o en los recursos del buscón en el camino de la supervivencia). Y el hito

antropológico de diluir la complejidad de los personajes, contrastando el fondo

ideológico con el contexto histórico-político-económico-sociológico que le toca vivir.

Es una época de madurez artística donde Galdós lleva a la literatura lo mejor de sí

mismo. Esa coherencia literaria y emulsión de la complejidad van a marcar sus mejores

obras. En 1870, en "Observaciones sobre la novela contemporánea en España", Galdós

escribía:

Segundo ejercicio de análisis y síntesis “Cierto es esto: somos

unos idealistas desaforados, y más nos agrada imaginar que

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observar......Examinando la cualidad de la observación en

nuestros escritores, veremos que Cervantes, la más grande

personalidad producida por esta tierra, la poseía en tal alto

grado, que de seguro no se hallara en antiguos ni modernos

quien le aventaje, ni aun le iguale".... “La novela es producto

legítimo de la paz: al contrario de la literatura heroica y

patriotera, no se cría sino en los períodos de serenidad...”3

La década de los ochenta va a ser una época de paz y de creación literaria para un Pérez

Galdós que vertebra su obra sobre los ejes de observación y actividad creativa. En tan

sólo seis años logra escribir La desheredada, El doctor Centeno, El amigo manso,

Tormento, La de Bringas, Lo prohibido, y tras una breve pausa culmina con Fortunata

y Jacinta. Es una época lejana a la tragedia, personal y del país, de 1909, y que iba a

redefinir otra etapa personal y literaria, completamente diferente.

En 1897, Galdós en el discurso leído ante la Real Academia Española cuyo tema era:

“La sociedad presente como materia novelable” en un ejercicio de lucidez

deslumbrante para destacar el valor clásico de la novela como síntesis de saberes y

destrezas, como herramienta para comprender la sociedad y la vida:

Tercer ejercicio de análisis y síntesis “Imagen de la vida es la

Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los

caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo

pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico

que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de

raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura,

que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo

esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la

exactitud y la belleza de la reproducción”.4

No se puede pasar por su obra, sin ver la importancia de la obra teatral galdosiana,

iniciada en 1892, compuesta en buena medida con adaptaciones escénicas de las

novelas. Su teatro fue muy controvertido y en los estrenos hubo de todo: fracasos como

3 Pérez, Galdós: “Observaciones sobre la novela española”. En Ensayos de crítica literaria. Barcelona: Nexus-Península. PP 123- 139 4 Pérez, Galdós: “La sociedad presente como materia novelable”. En Ensayos de crítica literaria. Barcelona: Nexus-Península. P 218-227.

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el de "Gerona", éxitos clamorosos como "La de San Quintín". Aunque el escándalo

vendría en 1901, con "Electra": el público jugó con el drama de los amantes y

transcendió su simbolismo al momento político que se estaba viviendo.

La narrativa teatral que propone Pérez Galdós, en muchas de sus novelas, es parte de la

necesidad de experimentar con el relato lo que no puede con la vida. La propuesta

subyacente de El doctor Centeno, al lector, es asistir a un acontecimiento escénico-

histórico desde la comodidad de la butaca, leyendo. La mímesis de la realidad social

llega a su máxima exprensión con los recursos de la dramaturgia teatral, dejando finales

abiertos a la participación e implicación del lector: Al morir Miquis, al doctor Centeno

le queda la vida por delante.

Recogiendo el saber enciclopédico de Blanco Aguinaga, Rodríguez Puértolas y Zabala:

Cuarto ejercicio de análisis y síntesis: “Debido precisamente a

esa continua evolución ideológica, acompañada de una también

experimentación literaria, la obra de Galdós constituye sin duda

un conjunto tan coherente como complejo, que incluye, como se

ha dicho, una investigación en todos los campos posibles:

fisiología, psicología, sociología, ciencias físicas, tecnología, las

consecuencias de la industrialización, el papel dominante de la

burguesía, la organización del proletariado, una consciencia

filosófica e histórica ni remotamente alcanzada por los restantes

novelistas del XIX español, excepción hecha, quizá, de Clarín.

Galdós significa el efecto, la superación total de la literatura

pedestramente realista y plúmbeante reacionaria o burguesa, de

sus limitaciones ideológicas y estilísticas. Recuerdos, sueños,

imaginación, locura, símbolos, todo manejado inteligentemente

por Galdós, contribuyeron a formar un realismo total. La

corriente de la conciencia y el monólogo interior, tan

característicos de la narrativa contemporánea, adquieren ya en

Galdós carta de naturaleza que va más allá de lo puramente

experimental: La desheredada (1881), Tormento (1884),

Fortunata y Jacinta (1886-87)... Ese realismo total galdosiano

incorpora, desde luego notables elementos naturalistas de

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auténtica inspiración zolesca; a otro nivel, incorpora asimismo el

realismo genuino de Dickens y de Balzac y el espiritualismo de

un Dostoievski”5.

3. Definición, roles y estrategias de los personajes para sobrevivir

Benito Pérez Galdós es un escritor de método, nada es circunstancial en su obra. De

hecho, los personajes responden a un esquema previo, cada uno representa una función

en la tómbola de la vida española de finales de siglo XIX. Los personajes están creados

para transmitir el pensamiento político del autor de una forma pedagógica y atractiva.

En esa transmisión educativa de valores, tanto la educación como su perspectiva de

marginalidad va a ser uno de los nexos literarios más interesantes en la confección del

relato realista social.

Personajes por orden de aparición6:

EL DOCTOR CENTENO: Así lo presenta Galdós: “Es un señor como de trece o

catorce años, en cuyo rostro la miseria y la salud, la abstinencia y el apetito, la risa y el

llanto han confundido de tal modo sus diversas marcas y cifras, que no se sabe a cuál de

estos dueños pertenece”. O también: “¿Quién le seguirá a las casas de dormir, a las

compañías del Rastro, a los bodegones y tabernas, a los tejares y chozas de la

Arganzuela o las Yeserías, a la vagancia, a las rondas del Sur, inundadas de estiércol,

miseria y malicia? La historia del héroe aquí ofrece un gran vacío que es como

reticencia hecha en lo mejor de una confesión".

Destacar del análisis de este personaje que por sus características particulares no puede

aportar presencia a la novela, pero sí esencia, a través de los silencios y elipsis, hasta el

final de la novela. En Galdós la opacidad del personaje tiene amplio campo de

significación, se puede permitir el lujo de crear un protagonista-ausente, porque sus

señas de identidad son el hambre y el silencio (no habla porque no sabe). Y a excepción

del final, tampoco siente. El doctor Centeno sólo ha nacido para observar y aguantar lo

que le echen encima. A través de los ojos del doctor Centeno, Galdós representaba al

5 Blanco Aguinaga, Rodriguez Puértolas, y Zabal:. Historia social de la literatura. Tomo II. PP 157-167 6 NOTA DIDÁCTICA: Los textos entrecomillados están sacados de la edición Pérez Galdós, Benito: El doctor Centeno. (2000) Madrid: Alianza Editorial. El alumno debe encontrar los entrecomillados y dialogar con lo propuesto, aportando textos elegidos y ampliar la identidad o complementariedad de referencia forjando su propio análisis.

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lumpen, al pueblo sin instrucción, sin espacio en la España del XIX; enterrado por las

miserias de una burguesía emergente.

El nombre del “Doctor Centeno”, se lo coloca el despiadado sacerdote en un acto

pedagógico habitual de la época y estilo católico-ritual. Le encasqueta un bochornoso

casco orejudo de papel, colocándole el cartel en la espalda. El centeno era el cereal del

pobre; pero el torpe sacerdote no sabe que también crece en condiciones desfavorables.

Este va a ser el símbolo de resiliencia y el valor iconográfico del destino de nuestro

protagonista.

Su actividad es ir de un sitio a otro y servir. Ha nacido para que abusen de él

(determinismo en su origen e influencias darwinistas). Destacar su relación con el

sacerdote-mal-tratador al que le está agradecido; o su relación con Miquis, al que no se

le puede despegar, pese a los continuos abusos, al que le estará eternamente reconocido

por haberle permitido la gracia de estar a su lado, y al que llorará desconsoladamente su

muerte. No es un personaje estático. Su condición le coloca en unos comienzos como

personaje coral, que observa, vive, no siente, y se deja llevar por la vida. Pero con el

transcurso de la obra se va a hacer indispensable para su señor, y por lo tanto en la

tragedia. Se crece sintiendo dolor de orgullo herido cuando doña Cirila le califica de

“bribón roba fortuna del amo”; luego, tendría que enfrentarse a esta usurera para

defender los intereses económicos de su señor; o cuando goza del libre albedrío y se

compra unas botas, por primera vez en su vida; o cuando asciende a pícaro y se lanza a

las calles en busca de aquellas misteriosas “siete”; o cuando inconscientemente le

chantajea a don Pedro Polo. Poco a poco va cobrando importancia en el hilo narrativo

hasta construir el final del héroe con expectativas de vida, o de relato.

ALEJANDRO MIQUIS (Hermano de Augusto Miquis en La Desheredada), estudiante

de leyes y natural del Toboso, de veintiún años, que junto a Juan Antonio Cienfuegos,

médico en ciernes y alavés, son los chicos proto-galanes del relato, alegría de las aulas,

ornamento de los cafés, esperanza de la ciencia, martirio de las patronas. Lleva capa y

sombrero de copa. Cienfuegos llevaba en la mano el número de la edición pequeña de

La Iberia, y nada menos que con fecha de febrero de 1863 ¿Qué querría significar

Galdós?

Alejandro Miquis en compañía del amigo: La idea dual de los estudiantes es

fundamental cuando lo que se quiere destacar es la acción cómplice que tienen los dos y

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que está incluso por encima de las características de cada uno. Es muy frecuente en

Pérez Galdós recurrir a los símbolos que les rodean antes que la descripción de los

personajes con los que añadir valor sociológico o político al literario, así el sombrero y

la capa son dos elementos de prestigio social, con los que juega mucho en el primer

capítulo: "Poquito a poquito se fue acomodando en la sabrosa amplitud pegadiza del

paño, y al fin, como quien no hace nada, se embozó hasta los ojos. ¡Qué gusto!... ¿Y

que bien comprendía la felicidad de los escogidos mortales que poseen una capa!. En su

vida había probado él las delicias de prenda tan amorosa". La capa es un elemento de

paradoja simbólica: esconde y protege.

El que el amigo leyera "La Iberia de febrero de 1863" destaca una fecha clave: Galdós

está matriculado en la Facultad de Derecho de Madrid, mientras colaboraba como

periodista en El Ómnibus. El 27 de febrero de 1863 se pone fin al gobierno de

O´Donnell, que había durado cinco años de prosperidad económica, al que le seguirían

otros cinco años de convulsos gobiernos con las crisis palaciegas de Isabel II, mientras

el partido progresista iba perdiendo posiciones ante las trabas electorales. "La Iberia"

era el periódico de expresión de los liberales progresistas, que tendían a Sagasta como

uno de los primeros directores. En el año citado era uno de los periódicos más

influyentes del país, antes de que se vendiera el periódico a Manuel Martínez Aguiar y

sus pretensiones de americanizarlo.

Los antecedentes de Miquis le dibujan como niño aplicado, orgullo de padres y vecinos

que veían en él a una figura a reseñar en el pueblo. Pero no tardarían en enterarse de las

costumbres erráticas, equívocas e indecorosas de nuestro protagonista, por lo que le iba

a seguir un repudio inmediato.

Estos caracteres le sitúan vulnerable ante un Madrid que le envuelve y arrastra por la

decadencia de comportamiento abocado a las imperiosas necesidades económicas que le

llevan a despilfarrar la fortuna de su tía, consecuencia de ello es el tratamiento de

vejación continua al criado, instrumento de descarga de iras y frustraciones. El alter ego

de Pérez Galdós queda representado en este estudiante de Derecho que no tiene interés

por lo que pudiera aprender en la Universidad y que convirtiéndose en poeta recurre al

drama teatral como plataforma existencial.

Las relaciones con su sirviente van a ser claves para perfilar a los dos personajes:

Miquis jamás cumplirá con las promesas que convenía con el criado; nunca tiene tiempo

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y recursos para educarle como permanentemente jura: “Con esto cumplía Alejandro dos

fines: el egoísta de ser amo de alguien y el nobilísimo y cristiano de amparar al chico y

ponerle al estudio. Convinieron en que le daría libros y le matricularía en un Instituto.

¡Qué gustazo tener un paje a quien mandar, a quien dar gritos, a quien decir a toda hora:

¡Felipe, tráeme esto..., ven acá..., corre allá...,muévete...!

Galdós coloca como protagonista a un personaje débil, vanidoso, con pocas miras

políticas. Su falsa generosidad viene avalada por la vanidad y el orgullo. Su meta es

dejarse llevar por un entorno fácil. La única actividad que reconoce es cambiar de

hospedaje y comprimir el texto de una obra de teatro que no llegaría nunca a

representar. Características que coincidieron con el miedo que el autor pudiera tener al

fracaso o a la posible imagen que algún día pudiera devolverle el espejo. Miquis va a ser

premonitorio como alter ego. Por eso está abocado a la muerte, de alguna manera lo

libera en el final trágico.

DON FLORENCIO: Representa la decadencia y la mofa del pasado imperialista-

colonial: “Los que hemos andado a tiros con los montemolistas en Zaldívar y

Estella.......Reasumiendo: Yo he sido siempre un hombre de orden, muy español, muy

enemigo de lo extranjero y de la tiranía....Y veo que en la juventud está hoy muy

echada a perder ¡Esas democracias extranjeras!.....Era un progresista platónico y

vergonzante que se iba callandito a la Tertulia algunas noches, y desde el rincón donde

se sentaba no perdía sílaba de los discursos.....Era hombre de gran sobriedad, enemigo

de las bebidas espirituosas y aun de la horchata de cepas, muy inteligente en aguas...”

Los tópicos que van a caracterizar a este personaje van a definir al prototipo de hombre

decrépito tan abundante en la narrativa realista española, donde las contradicciones

políticas y morales son los ejes sobre los que se sustentan. Personajes capaces de sentar

a su mesa y hacer caridad con los extraños, pero que nunca van a mirar para adentro y

comprender lo esencial como saborear placeres de la vida, como el vino.

FEDERICO RUIZ: astrónomo, con vocación de autor teatral para destacar las

contradicciones del tejido social, de sus ocupaciones, vocaciones, y falta de recursos

económicos: “Su espíritu fluctuaba entre el Arte y la Ciencia....el escaso sueldo, la

inseguridad, el poco estímulo, entibiaban el ardor científico de F. R”. Es un personaje

de relleno que Galdós va a utilizar para insistir en las contradicciones de la estructura

social del siglo XIX.

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DON PEDRO POLO: El sacerdote. “Tiene una "escuela bien montada"....foribundo

gastrónomo....los hombres que como Pedro Polo se lo deben todo a sí mismos; los

hombres que han trabajado para subir desde la nada de su origen al todo de su posición

actual; ...estos hombres son los que mejor pueden apreciar el mérito y las

disposiciones”: La descripción del sacerdote como "hombre hecho a sí mismo",

explicando un origen de la decepcionante vocación religiosa del hombre individualista

posesivo, cuestiona los cimientos de una Iglesia católica sin ética: “Cualquier profesión,

por breve y fácil que fuese, requería tiempo y libros, y la necesidad de la familia no

admitía espera.....y, por fin, todos estos estímulos, y más que ninguno el agudísimo de la

necesidad, vencieron la repugnancia de Polo, le fingieron una vocación que no tenía.”

Este es el perfil necesario para que las monjas lo requieran como maestro de su escuela

de instrucción cristiana y yugo social a los muchachos más díscolos. Galdós describe la

situación con un párrafo que no tiene desperdicio: “Así como el tío canónigo....había

dicho "Hágote sacerdote", las monjas habían dicho a su vez "Hágote maestro". Para su

sotana pensaba Polo así "¿Clérigo dijiste? Pues a ello. ¿Profesor dijiste?. Pues

conforme”. Dichosa edad ésta en que el hombre que recibe su destino o hecho y

ajustado como tomaría un vestido de manos del sastre, y en que lo más fácil y

provechoso para él es bailar al son que le tocan. Música, música y ¡viva la

Providencia!”

Y por si todavía la crítica al sistema educativo-religioso no estuviera demasiado clara,

termina aclarándonos: "Todo lo enseñaba Polo según el método que él empleaba en

aprenderlo; mejor dicho, Polo no enseñaba nada: lo que hacía era introducir en la

mollera de sus alumnos, por una operación que podríamos llamar inyectocerebral,

cantidad de fórmulas, definiciones....embarazando la inteligencia sin darle un átomo de

sustancia ...De ahí viene que generaciones enteras padezcan enfermedad dolorísima, que

no es otra cosa que el mal de piedra del cerebro". Es la crítica más audaz, corrosiva y

eficaz que se puede hacer no sólo al esquema educativo imperante que le toca vivir al

autor, sino a la mala pedagogía de todos los tiempos, en cuya base encontramos la falta

de vocación de profesionales de la educación, a los que la sociedad o el sistema les

encomienda la tarea.

El autor intenta ser equidistante con el sacerdote, dialogando con el otro, pero no puede.

Es uno de los personajes con más carga teatral en la obra. Pérez Galdós le dedica ironías

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finas y comentarios sarcásticos con los que critica a la sociedad de aquel momento: la

necesidad de acudir a la vocación religiosa de gentes sin vocación y sin preparación,

únicamente por necesidades de supervivencia.

Alrededor de esta decadente figura encontramos a la madre, doña Claudia y a

Marcelina, la hermana. Adornos de la decadencia en una novela de “hombres”.

Instrumentos de “tapadera” al vicio del sacerdote: “La Tal”. Son capaces de efectuarle

“sangrías” para recolocar sus iras, antes que reconocer las necesidades sexuales, que

tapa en la “penumbra de las calles”.

Aparece levemente la figura de Juanito del Socorro, otro “pillo”, pero que a diferencia

del Dr. Centeno, tiene aspiraciones aristócratas. Insistiendo en que Pérez Galdós no deja

nada al azar, el hecho de que nos describa a dos pillos de condiciones tan diferentes nos

permite vislumbrar que las distintas categorías de pillos que pululaban por las calles de

Madrid era “todo un mundo”.

DON JOSÉ IDO DEL SAGRARIO: El pasante. Es un personaje que surge como

resultado de la mala ortografía del sacerdote. Es un instrumento de ayuda a la sociedad

que le rodeaba, y ésta como pago le va a tratar irreverentemente, como lo hace Pedro

Polo; o maltratar, como lo hace el resto de la humanidad. Un personaje que sucumbe

ante el hambre sus hijos, o la enfermedad de la esposa sin poder hacer nada. Su delito fu

haber elegido la vocación de maestro: “Y pensar que había en España diez millones de

seres con ojos y manos que no sabían escribir!...¡Y que él, hombre capaz de enseñar a

escribir al pilón de la Puerta del Sol, no tuviese que comer!”.

El retrato que hace de su familia es la mejor imagen que se puede ofrecer de la opinión

que la sociedad de aquella época tenía de la figura del “maestro”: “Eran los cuatro niños

de Ido una generación lucidísima, propia para dar lustre y perpetuidad a la raza de

maestros de escuela. El uno de ellos cojeaba, el otro tenía las piernas torcidas en forma

de paréntesis; el tercero ostentaba labio leporino y la mayor y primogénita era algo

cargada de espaldas, por no decir otra cosa. Además, estaban pálidos, caconimios,

llenos de manifestaciones escrofulosas. ¡Plugiera a Dios que no representara tal familia

el porvenir de la enseñanza en España!. Era, sin dechado tristísimo de la caquexia

popular, mal grande de nuestra raza, mal terrible en Madrid, que de mil modos reclama

higiene, escuelas, gimnasia, aire, urbanización”.

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EN AQUELLA CASA, capítulo dedicado a reflejar los protagonistas de una casa de

huéspedes. Es tan importante el perfil de sus habitantes, como la tertulia que los

relaciona, escenario perfecto de cruce de diálogos con los que destacar por encima de

todo, la crisis ideológica, política y social de aquel momento. Personajes:

- Don Jesús Delgado: Cesante, acomodado, soltero. El raro hombre que recibía cartas;

era el primero en acudir al comedor, no entraba en el tercio de las “conversaciones”.

La sociedad obliga a pagar “al otro”, al diferente o al loco. Y bajo esa sospecha

Pérez Galdós, prepara una broma a este introvertido personaje para describir “el

gran secreto” que encierra: se escribe a sí mismo, como mecanismo de respuesta a

una sociedad que no le ha dejado poner en funcionamiento su “Instrucción Pública”.

Pérez Galdós deja entrever, con pinceladas literarias los problemas que se empezaban a

vislumbrar ya en 1833, como la llegada de los nuevos aires de la filosofía neokantiana

alemana que plantearía crisis al krausismo en su manera de concebir la vida y la

educación. Esto se iba a traducir en una crítica social sobre todo, en la manera de cómo

se estudiaban las ciencias y en el desarrollo del positivismo en materia educativa. Por

ejemplo, cuando recuerda la actividad pasada de don Jesús, nos dice: “Ahora recuerdo:

empezaron a notar rarezas en sus informes y extrañísimas teorías traducidas el alemán.

Por tales ideas estrambóticas tuvo el Director un gran disgusto con el arzobispo de

Toledo”. Es un personaje que interpreta el caos institucional “educativo” incluso

llegando a la locura a causa de la incomprensión de sus ideas. La agonía de Jesús

Delgado es la opinión que tenía Pérez Galdós de la frustración de la “Instrucción

pública” y sus normas y las dificultades de su regulación o de la imposibilidad de una

Reforma de la Educación. Es un personaje sintomático del mal momento en que se

estaba viviendo en todo lo relacionado con la Enseñanza.

- Don Leopoldo Montes: “el andaluz” de pocos modales. Mediocre de pensamiento y

petulante de formas. ¿Acaso el reflejo del punto de vista sobre “lo andaluz”.

- Don Basilio Andrés de la Caña: Por designio de la fortuna no ocupaba cargo

ministerial. Redactor de un periódico en el ramo de la Hacienda.

A los que se les unirían sujetos corales como aquel que estuvo en Filipinas, o los dos

propietarios alcarreños propietarios de negocios, etc.

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La descripción de los personajes va a responder a las necesidades de información que

demandaba la sociedad de entonces: aspecto físico, carácter aparente, estudios

realizados que marcan al individuo, y un determinista final en relación con la profesión

que han elegido. Así entre la juventud destacaría: un joven ordenado, pulcro, comedido

que estudiaba para “leyes” y que llegaría a ser ministro; un joven cadete del Estado

Mayor, zafio y desordenado que moriría en las calles de Valencia; el amante de los líos

y la camorra, estudiante de “caminos”, agresivo y pendenciero que tendría su final en la

Armada; el enfermizo estudiante de “minas” que no tardaría en pasarse a la música de

las polkas y recuperar la salud, tendría cuatro hijos y terminaría como jefe de una gran

empresa minera; Cienfuegos, “el amigo”, hijo de viuda, hacía la carrera de medicina con

estrecheces, fortaleza estoica para el final de un médico rural.

En esta novela de hombres, la elipsis de la mujer no es sinónimo de debilidad, sino todo

lo contrario, absoluta fuerza y punto de referencia obligado. Isabel de Godoy, Virginia

o mujer-deseo-pecado, “la Tal”, se escapan de los tópicos misóginos de la novela

realista del siglo XIX. Tienen mucha carga literaria, aunque poco expresa. Las tres

representan la célula del drama: el origen de la tragedia (el dinero); el mantenimiento de

la supervivencia (la vida) y la causa del dramático final (la muerte). Las tres tienen algo

en común, frente al resto de personajes corales de la obra: están solas y actúan por sí

mismas y no necesitan hombres para existir vital o literariamente.

DOÑA ISABEL GODOY Y DE LA HINOJOSA: La tía de Madrid, rara, rarísima, a la

que hay que escuchar y seguirle la corriente porque subvenciona los vicios de Miquis.

La descripción sociológica no tiene desperdicio: “Tenía el cabello enteramente blanco y

rizado; los ojos oscuros, alegres y amorosos; era delgada, derecha como un huso, ágil,

dispuesta, y más que dispuesta, inquieta y con hormiguilla. Su edad, ¿quién lo sabe?...el

don de prolongarse y conservarse momificadas en vida para dar qué decir y qué envidiar

a dos o tres generaciones...era gran maravilla cómo sabía conservar su salud y sus

bríos...Tenía la ligereza de la ardilla y algo de lo impalpable y escurridizo de la

salamanquesa...”. Y esta relación de detalles continúa con precisión la historia de un

personaje anclado en la alcurnia de un apellido y una estirpe.

Las características personales las va a contextualizar en las de una casa convertida en el

“templo de la limpieza”; una manera de cocinar en la más auténtica tradición de los

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druidas. Orden, sapiencia, magia. Cualidades positivas que Benito Pérez Galdós

convierte en negativas, al politizarlas: “son las cualidades de una burguesa”.

La capacidad de observación de “lo femenino” es inagotable, pero tiene un fin para

Pérez Galdós y va mucho más lejos del papel tradicional de la mujer en el S. XIX,

destinada a ser “reina, estanquera o puta”. Este personaje representa una parte

sustancial de la obra: “financiación del vicio”. Es un ser maligno: es un ser capaz de

solo “ser generosa” por venganza del matrimonio de su sobrina con una persona

impropia de pertenecer a su familia; la que es capaz de dar una fortuna a un joven e

iniciarle en el despilfarro; la que es capaz de dejar morir a su sobrino, sin hacer nada

“positivo”. “Son los entretenimientos de una burguesa”.

VIRGINIA: Como no tiene ni apellidos ni antecedentes tiene que estar destinada a

aguantar a un marido que “pinta” y que le chulea dinero diario para el juego. Pérez

Galdós la dibuja como “mujer trabajadora”, luchadora: “Representaba más de treinta

años, y tenía el cutis blanquísimo, los dientes perfectos, el seno alto, el pelo negro, el

genio irascible y pronto, las manos perdidas del trabajo, el habla dulce, y castellana

fina, el corazón, ya duro, ya fundente, según las circunstancias; la voluntad, fuerte y

altiva”. Frente a esta luchadora de la vida, nos describe al héroe-marido: “Se pasaba el

día enredando, haciendo y deshaciendo, echando pestes y pintando aquellas monerías

insustanciales y desabridas de la heráldica”. El papel del consorte sin oficio, ni

beneficio permite dibujar el conflicto de género sin salida.

LA TAL: Aparentemente figura como la mujer fatal que causa la ruina, en apariencia,

de todos los hombres, pero la carga de significación por su carencia de diálogos y escasa

descripción. Vive en la sombra y sólo sale de ella para perjudicar al sacerdote o al

vanaglorioso estudiante; pero ante el pillo, “le da las siete pesetas”. A su manera

redistribuye justicia social y coloca a cada uno en su lugar, a través del poder del sexo.

4. Valor intertextual de los elementos estructurantes.

Aparecen los temas propios del realismo de la época: el poder, la influencia social, el

dinero, la posición política, etc. Temática al servicio de una intención de utilidad

sociológica. Galdós describe las miserias pero desde una posición crítica y pragmática:

¡Todo se puede solucionar con la educación! Es una novela vital que habla de la vida,

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del amor y de la muerte. A veces lo recoge de forma expresa, mediante diálogos, incluso

enfatizándolos con la ideología al uso, pero donde hay que fijarse es precisamente en la

información subliminal que Pérez Galdós deja caer, porque lo esencial está oculto.

Destacar que los temas de la novela son muy recurrentes en la obra de Pérez Galdós y

están estructurados por capítulos. En la primera parte, nos encontramos, Introducción,

Pedagogía y Quiromancia. En la segunda, Aquella casa y Fin. Esta última en tres actos.

Introducción: construye el contexto de la novela. El carácter didáctico del texto

comienza en las primeras páginas. La descripción del héroe permitirá entender tanto los

estereotipos de la época como la visión de la sociedad desde la perspectiva de un ser

marginal. Destacar la importancia de los símbolos de prestigio social que utiliza en las

prendas de vestir como la capa y el sombrero; la manera de hablar o “desaprender” del

héroe y el significado social de la escuela; relación de falsete de la sociedad y la

literatura. Son temas que desde distintos puntos de vista dan pista para entender la

sociedad del S. XIX, su afán por la apariencia social y el descuido de la educación del

ciudadano: Germen de la ideología de Pérez Galdós, compartida por el sentir popular.

Pedagogía: fundamenta la clave esencial. Va a marcar la trayectoria del capítulo II y la

proyección de la obra, a través de la figura de un decadente sacerdote, sin vocación

religiosa, ni educadora, que recurre a los dos oficios por razones de subsistencia. Los

diálogos de toda la obra no desperdician espacio para echar culpa sistemática a la

corrupta institucionalización del país. Si existen dos temas centrales van a ser la lucha

por la supervivencia -“la lucha por la supervivencia es la más cruel de las leyes”-; y la

falta de instituciones o Estado que se encargue de dar soluciones. Idea obsesiva en los

distintos personajes y diálogos, sobre el problema de las cesantías o el problema de la

miseria de los educadores. Siempre aderezados por temas secundarios pero de indudable

valor para entender la España decimonónica como la decadencia del “arte de escribir”,

la dramática triangulación gula-religión-literatura; o la triste simbiosis religión-

educación.

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Quiromancia La magia en las sociedades convulsas, como la del siglo XIX, es una

circunstancia lógica, puesto que la realidad social es un pozo de horrores. Que el interés

mágico dibuje el perfil femenino es sintomático de las paradojas que le proporciona a

Galdós, el sexo femenino: es lo previsible y también la huída de la realidad. Esa

dualidad del valor femenino va a caracterizar la obra de Galdós, de ahí la importancia y

riqueza que tiene la mujer como esencia. También hay un quiromántico, Federico Ruiz,

un espíritu desasosegado, poeta y músico. Personaje que le va servir de excusa para

cuestionarse el contenido mágico de la religión o la enfermedad de un Estado sin

conciencia por la educación, y con desprecio por la ciencia.

Es una novela sin “sexo”, pero con enorme carga sensual: la descripción paisajista y

colorida del balcón de doña Isabel de Godoy, la descripción de los olores del “templo de

la limpieza”, o la dieta alimenticia son evocadores del sensualismo y el despertar de los

sentidos.

Los temas fundamentales de esta primera parte conforman las hipótesis que luego

confirma con el desarrollo de la acción de los personajes centrales y corales de la

segunda parte de la obra.

- En aquella casa: La pensión de doña Virginia era un lugar “decente”, donde los

personajes tenían oficios o estudios. Se podía comer, se podía hablar y relacionarse. La

galería de personajes van incidiendo en la fotografía del país: el problema del cáncer de

la Hacienda, los problemas de la Instrucción pública, el valor del dinero (referencia al

prestamista de Torquemada que luego daría nombre a la serie de novelas). Por otro

lado, explica la crisis permanente del ius, así como la resultante del desprecio por la

literatura.

- La miseria (principio del fin o principio de la química de realismo): Los pícaros

truhanes que despilfarran fortunas acaban rodando por las calles, cogiendo

enfermedades y viviendo en sitios inmundos del Madrid histórico. Este es el caso de

nuestros personajes, en la funesta casa de Cirila, donde los préstamos de los huevos se

convierten en deudas inaplazables. El héroe de la España de finales de siglo es un pícaro

que explica la moralidad de una sociedad cerrada.

- La enfermedad (desarrollo del fin o principio de la química del romanticismo):

En la literatura europea del siglo XIX (Dickens, Balzac, Tolstoi, etc.) el personaje

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enfermizo es un recurso clave porque. La enfermedad unida a un proceso de miseria y

desamor es algo muy recurrente para destacar los ejes del trasfondo de la justica social o

de la injusticia del entorno.

-La muerte (fin del fin o principio de la química del naturalismo): Es la liberación

como punto álgido de lucidez de Galdós. La religiosidad aparece a lo largo de toda la

obra; sin embargo, va a ser en este último capítulo donde cobra una importancia

transcendental, ya que al morir Miquis, muere todo, ni siquiera su obra permanece. Ese

pesimismo existencial viene matizado con rebrotes de esperanza, como los dos

discípulos de don José Ido; o la posibilidad de que nuestro héroe, ahora llamado,

Aristóteles empiece a sentir y padecer. Y por si no quedase claro el fin didáctico de la

novela termina con los propósitos pedagógicos de don José Ido, resumiendo las

lecciones magistrales de los personajes del entorno, con todas sus virtudes y defectos.

La tesis está bastante clara: hay mucho que aprender y la escuela está en la calle.

5. Conclusiones: Claves de Análisis de la perspectiva de un marginal.

Primera: La estructura formal de la obra responde fundamentalmente a dos retos: por un

lado, a la necesidad de conmocionar a quien le lea; por otro, la obligación de mantener

una estructura clásica que al autor le sea cómoda para poder expresarse. Emoción y

Solidez: dos premisas de difícil química, que se aprecian en la intención, consciente o

inconsciente del autor.

Segunda: Reconocer que se escribe para que le lean, no es una tarea fácil para un artista;

requiere una dosis de seguridad y de conocimiento sobre el valor histórico de la novela,

difícil de aceptar en muchos momentos. Igual o más difícil es reconocer que se escribe

para subsistir. En el fondo de la novela está esa aceptación o reconocimiento. Al igual

que subyace la necesidad de mantener la corrección clásica sin concesiones a la

vulgaridad.

Tercera: Esta novela es una obra de arte por su estructura clásica y valor histórico.

Sobre Pérez Galdós se ha cuestionado tanto: por su krausismo, por su positivismo, por

su anti-monarquismo pero desde la simpatía por Alfonso XII; por su amistad con

Menéndez Pelayo o Pereda; por su representación como diputado republicano, de 1907

a 1910, por su socialismo, su espiritualismo, su ruina económica, o su “locura

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crematística”,...etc. etc. Si se analiza desde el sectarismo puede concluirse que era una

persona veleta, sometida a los vaivenes de la época. Pero si se profundiza en la

intrahistoria de la novela surge el artista capaz de descubrir la esencia del imaginario

social del siglo XIX; brindando la oportunidad de entender la tragicomedia del XIX

desde la perspectiva de marginalidad social que tiene un país como España

Cuarta: La tesis central de Galdós es que la modernidad de la novela es clave para

entender el valor de la pedagogía. Pérez Galdós llamó a las novelas escritas de 1881 a

1915, “novelas contemporáneas” y con ello quería destacar una modernidad

comúnmente aceptada por todos sus estudiosos. La aportación clave de Galdós es

entender esa modernidad bajo las tres variables que avalan la tesis, con las que

identificar y comprender la trágica modernidad española: el realismo (la miseria) el

romanticismo (la enfermedad) y el naturalismo (la muerte). Con ello, Pérez Galdós se

sitúa por encima de la discusión intelectual de la época: ¿por qué no sacar provecho a

lo que aportan las tres corrientes de pensamiento?.

Quinta: El método narrativo de cronista “enterado de todo” conlleva una descripción

minuciosa del detalle en los objetos, vestidos, mobiliario, edificaciones, siempre en

primer lugar o antecediendo a la descripción psicológica de unos personajes con sus

temperamentos, profesiones y vicios. Ese intento de evitar las “grandilocuencias”,

tendiendo a la austeridad de la prosa; esa necesidad de llegar al habla regional o popular

sin tener que caer en la caspa del costumbrismo perfilan a un escritor con un estilo

personal e intransferible del realismo europeo. Narrativa complejal que solo pueden

dominar aquellos buenos conocedores de los profundos vericuetos la lengua y del

habla.

Sexta: Galdós es creador de atmósferas. Hay una evolución del concepto “paisaje”,

porque el paisaje se puede cambiar, trastocar, o incluso evitar: basta con cerrar los ojos.

Sin embargo, Pérez Galdós va más lejos con su pedagogía creando atmósferas. La

atmósfera no se puede recolocar, ni quitársela de encima, se pega a los sentidos y en

todo caso se puede apreciar en el aire que se respira.

Síntesis para el diálogo: Un pillo, que llega a Madrid a servir a Pedro Polo y Alejandro

Miquis, es consciente de su situación y sólo quiere sobrevivir pero termina teniendo

conciencia. Toda una declaración de intenciones puesta al servicio de la perspectiva de

un ser marginal.

Page 25: El Dr Centeno JAULÍN CARMEN

Cuaderno de Intertextualidad nº7: Carmen Jaulín (2006) ISBN-10: 84-611-1736-0

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6. DIDÁCTICA DE INTERTEXUALIDAD. Benito Pérez Galdós: El doctor

Centeno. Alianza Editorial, Página 60.

“Una cualidad buena reconocían todos en Felipe, y era que jamás contestaba a las reprimendas, ni se daba

por aludido de los pellizcos, coscorrones y demás argumentos en vivo que en la escuela y en la cocina se

le hacían. Todo lo llevaba con paciencia aquel estoico, pequeño de cuerpo. Si no llegaba a decir, como el

otro, que el dolor es bueno, en su interior lo diputaba justo y merecido, y a solas lloraba de rabia,

encolerizado contra sí mismo, o se ponía de hoja de perejil, encareciendo su torpeza y brutalidad. ¡Si

aquello parecía arte del demonio! Él procuraba salir airoso en sus obligaciones, y todo le salía lo peor

posible. ¿De qué le valía poner en cada faena sus cinco sentidos y aun alguno más? Notaba en sus manos

una tosquedad que las hacía ineptas para todo lo que no fuera cargar espuertas de tierra. Mal o bien, ya se

iba haciendo a manejar platos y tazas; pero cuando le ponían una pluma entre sus tiesos y duros dedos,

cuando le sentaban delante de un papel rayando y el mandaban trazar…¡Dios de los pequeños, Dios de

los débiles! ¡Qué sudores, qué congojas, qué doloroso esfuerzo! La no se le ponía rígida y trémula; era

una mano de cartón que, en vez de sangre, estaba llena de cosquillas. Para someterla a la voluntad, el

angustiado alumno alargaba el hocico, hacía trompeta de sus labios, distendía todos los músculos de su

cuerpo, contraía los dedos de los pies…Ni por ésas: sólo conseguía mancharse de tinta hasta el codo, y en

tanto, el infame palote no salía. Daba grima ver aquel trozo curvo, erizado de púas como un cardo…Y

cuando, al fin, parecía que iba saliendo un poquito más derecho…,¡cataplum!, un coscorrón del pasante

que le hacía soltar el papel para llevarse la mano a la parte dolorida y rascársela cuando permitieran las

iracundas miradas de don Pedro…Nueva tentativa, nuevo fracaso acompañado de esta lluvia de flores:

- ¡Burro!; eso no es escribir; eso es dar coces….”

BIBLIOGRAFÍA

Blanco Aguinaga, Rodriguez Puértolas, y Zabala (1978): Historia social de la

literatura. Tomo II. Madrid: Editorial Castalia

Gil Cremades, Juan José (1975): Krausistas y liberales. Madrid: Ed. Hora H

Luzuriaga, Lorenzo (1926) El analfabetismo en España. Madrid: Ministerio de

Instrucción Pública y Bellas Artes.

Pérez Galdós, Benito (1999a) Ensayos de crítica literaria “Observaciones sobre la

novela española”. Barcelona Nexus-Península

Pérez Galdós, Benito (1999b) Ensayos de crítica literaria “Discurso en la Real

Academia Española”.. Barcelona Nexus-Península