El Deseo de Los Cristales Rotos.

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1 El Deseo de los Cristales Rotos

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Libro de Andrés Jllo, Produccion textual para Institucion Educativa.

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Andrés Choachí Jllo.

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Para Mariana Quien me enseño que las mejores cosas

No tiene nombre definido.

Para Jhon y Cristian Los que realmente puedo llamar

Amigos, en las Buenas y en las Malas.

Para Maleja y Mateo Mi amiga imaginaria Real y

El Negro que me dice como él y yo sabemos.

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“Tu alma, sobre la tumba de piedra gris a solas yacerá con sombríos pensamientos;

Nadie, en toda esa intimidad, penetrará en la delgada hora de tu Secreto,

Sé silencioso en esa quietud, la cual no es Soledad, ya que Los Espíritus de los Muertos,

quienes te precedieron en la Vida, en la Muerte te rodearán,

y con Sombras, tu quietud enlazarán;

La Noche, tan clara, se oscurecerá, y las estrellas nos arrebatarán su brillo

desde sus altos tronos en el Cielo, con su luz de esperanza para los mortales,

pero sus esferas rojas, apagadas, en tu hastío tendrán la forma de Fiebre y Llamas,

y te reclamarán para siempre.

Ahora son pensamientos que no desterrarás, Ahora son visiones casi desvaneciéndose;

De tu Espíritu no pasarán jamás, como la gota de rocío muere sobre la hierba

La brisa, aliento de Dios, es inmóvil,

y la niebla sobre la colina Sombría, sombría, y a la vez intocable,

Es una Señal y un Símbolo. ¡Cómo se extiende sobre los árboles,

Misterio de Misterios!”

Espíritu de los Muertos, Edgar Allan Poe

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Cristales Rotos

La deslumbrante luz del sol iluminaba cada rincón

del apartamento, los cristales brillaban con tal

magnitud que pareciesen no estar allí, Solo tres

habitaciones conservaban la penumbra de la noche,

protegidas de la luminosidad por persianas oscuras.

En una de aquellas alcobas el despertador sonó

como de costumbre, Exactamente a las ocho de la

mañana. Katherine se levantó como de costumbre

para prepararse y terminar un trabajo antes de ir a la

Universidad. La mayoría de veces, cuando ya estaba

saliendo de su hogar, sus compañeros, Andrés y

Elizabeth, continuaban durmiendo. Los tres se

encargaban de las responsabilidades propias de la

vivienda, se turnaban para limpiar y hacer compras,

para pagar las cuentas y hacer sus reuniones.

Katherine estudiaba Arquitectura, era la típica chica

aplicada pero que por influencias de sus amigos

terminaba haciendo sus trabajos antes de clase.

Ganaba algo de dinero como vendedora de un

almacén en el centro de la ciudad. Sus padres le

pagaban la universidad pero los gastos de

mantenimiento; vivienda y alimentación, corrían por

parte de ella. Por lo que termino compartiendo gastos

con otros dos compañeros de la universidad.

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Elizabeth Ramírez, su compañera de casa, estudiaba

psicología y ganaba dinero trabajando en un Call

center de una entidad bancaria. Siempre que su

tiempo se lo permitía, se iba de fiesta con sus amigos

celebrando algún parcial ganado e incluso perdido. Y

Andrés Méndez, otro compañero de vivienda,

estudiaba medicina y era de los estudiantes más

talentosos. Trabajaba como barman de un club

cercano al apartamento, por lo que llegaba a altas

horas de la madrugada y dormía hasta tarde siempre

vivía afanado por pasar algunas noches, en vela.

Algunos días pasaba derecho y venía a dormir en

clase o cuando lo podía hacer.

Al terminar la jornada de trabajo y clases todos se

reunían cerca de la biblioteca del campus para

esperar que llegara el resto de compañeros,

conversaban, adelantaban trabajo, pedían libros

hasta que Elizabeth, la última que terminaba de

trabajar llegaba. Luego preferían ir a comer a un

restaurante cercano con algunos amigos de la

facultad en vez de llegar cada uno a su casa a hacer

la cena. Aquel día no era la excepción. Por

coincidencias este grupo de amigos trabajaba cerca

al campus, laborar cerca a este, era un verdadero

privilegio ya que no debía gastar pasajes o si debían

viajar varias veces en un día no se convertía en un

gasto bastante elevado.

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– No sé, opino que los profesores deberían, no sé,

¿amar más a los estudiantes dejándoles menos

trabajo? – dijo Elizabeth con tono burlesco

– Te apoyo – dijo Andrés – ¿Cómo esperan que

trabajemos y les entreguemos cada viernes un

trabajo extenso?–

– Quizá ellos no podían salir los fines de semana en

su época – dijo Marcos Gutiérrez, un compañero de

clase de Elizabeth – Quieren que seamos más

aplicados –

–Eso dice usted porque... – dijo Andrés haciendo una

pausa para masticar una fritura –…tus padres te dan

la universidad –

– Tengo uno de esos trabajos para el calvo de

arquitectura – Dijo Katherine apuntando con un

cuchillo a sus amigos – ¡Me da una Rabia! –

–Bueno, Bueno – dijo Ana Valencia, una amiga

Katherine dijo burlándose de la acción de Katherine –

por eso no debes apuñalar a tus compañeros de

cena–

–Bueno, yo ya termine y me debo ir a trabajar, no

quiero otro regaño del borracho de mi jefe – dijo

Andrés mientras se levantaba de la mesa.

Le entrego el dinero a Elizabeth y salió, al poco

tiempo se fueron del local Marcos con Ana, y las dos

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últimas fueron Katherine y Elizabeth, ellas entregaron

el dinero y se encaminaron para el apartamento. La

noche en establecimiento fue como siempre, el

sonido de la gente hablando, de los sartenes

sonando, el olor dulce y salado mezclándose en el

ambiente, comida por doquier y en el exterior el

sonido de la gente caminando y el fluir de los autos.

Elizabeth y Katherine caminaron a casa como de

costumbre, mientras charlaban. Se habían convertido

en muy buenas amigas. Era difícil pensar que en un

comienzo no se hablaban, que solo se limitaban a

convivir en el apartamento, pero las cosas fueron

creciendo hasta que eran prácticamente

inseparables. Al llegar al apartamento Elizabeth fue a

su cuarto a completar algunas actividades que tenía

pendiente mientras Katherine estaba tomó una

ducha.

Hacía calor esa noche, por lo que Katherine se

ducho con agua fría, y tomo la decisión de rasurarse.

la cuchilla estaba algo vieja, pero ella decidió

rasurarse por que según su juicio, prefería tener una

cortadita leve a unas piernas con bastante vello.

Además quería debutar un nuevo conjunto que le

habían regalado de cumpleaños.

Disfrutó bañarse con agua fría, sentía que todo el

calor retenido en su cuerpo desaparecía, cerro la

llave del agua al poco tiempo, tomó una toalla y se

vistió un pijama que había dejado separado, que

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dejaba descubiertas las piernas y los brazos. Se

sentó sobre la tapa del inodoro y coloco una butaca

para elevar los pies del suelo.

Comenzó con la pierna derecha sin tener ningún

signo de haberse cortado o algo similar, afuera

Elizabeth ponía música mientras trabajaba, ella decía

que así conseguía no estresarse al tener que escribir

cosas que gran parte de la gente no entendería, a

veces ella misma se enredaba escribiendo y

terminaba diciendo cosas incoherentes. Katherine y

Elizabeth tenían un gusto de música muy similar,

quizá fue uno de los primeros temas con los que

empezaron a hablar, por lo que Katherine disfrutaba

poder escuchar su música sin tener que ir a

programarla en el equipo de sonido. Katherine se

entretuvo y de un momento a otro un grito resonó en

el cuarto de baño. Pasaron unos 3 segundos.

– ¿Qué paso? – preguntó Elizabeth desde el otro

lado de la puerta. – ¿estás Bien?

– Si, Em… – titubeo – solo me he cortado con la

cuchilla–

– ¿semejante grito solo para eso? –

–Sí, ve y sigue en lo tuyo – Katherine no quería

alarmar a Elizabeth

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La verdad era otra, Si, se había cortado con la

cuchilla pero no por haberse distraído, sino por la

impresión, por el impacto de ver a aquel hombre que

intentaba esconderse, una silueta negra, que se

había logrado esconderse entre el armario del baño

donde se guardaban los elementos de este. Que

para evitar que ella lo delatara con su compañera o

autoridades, se lanzó contra ella y amenazándola le

obligo a mentirle a su amiga. Katherine estaba

arrojada en el piso del baño, con la cortada de la

cuchilla sangrando. Las gotas rojas se deslizaban

por su pierna con gran lentitud, la respiración

irregular de Katherine y el temblor de su cuerpo

dejaban ver los nervios que intentaba esconder. La

mano de su iletrado de toda moralidad y dignidad

humana, se postraba haciendo presión sobre la boca

de Katherine evitándole pronunciar, aunque solo

fuera un solo fonema.

Al otro lado de la puerta, a Elizabeth le parcia raro

que Katherine hubiese gritado tan alto por algo tan

estúpido como una minúscula laceración. Por lo que

había desconfiado, y poniendo su oído contra la

madera, intento escuchar que ocurría al interior del

cuarto.

Las insignificantes gotas de sangre de Katherine ya

habían dejado un pequeño camino hasta una

alfombra de color rojo oscuro donde estaba apoyado

el pie de la joven, el tapete absorbía la sangre y

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parecía desaparecer entre el tono de la misma, era

muy complicado diferenciar aquella linfa rojiza del

objeto que la había absorbido, no era común, el

intruso detalló con asombro algo tan extraño, tan

anormal que lo dejaba asombrado, vio cómo se retiró

la sangre de la pierda de Katherine, parecía que la

alfombra hubiese succionado completamente el

líquido sin dejar evidencia alguna en la piel de la

joven. El extraño se acercó al oído de la chica y

murmulló.

–Nada malo te pasara si me obedeces ahora,

¿entendido? –

La joven asintió con la cabeza mientras unas cuantas

lágrimas nacían, producto del miedo que tenía.

– ahora esperaremos en silencio mientras yo ideo

como salir de aquí, ¿vale? – la cortesía de aquel

asaltante parecía algo asombroso, algo que no fuera

posible. Elizabeth recordó que el cuarto de baño

tenía una pequeña ventanilla por donde salía el

vapor cuando se utilizaba el agua caliente, que

estaba conectado por la escalera exterior de

emergencia, pasó por la sala y tomó su móvil,

camino intentando no hacer ruido hasta el balcón

donde el acceso a las escaleras estaba. Era un

edificio no muy antiguo y poseía características

propias de los edificios suburbanos de la ciudad de

Nueva York, Estados Unidos. Esto era de gran

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utilidad en estos momentos. Se acercó por un

extremo de la ventana evitando ser observada desde

el interior del baño. Lo que encontró fue una escena

típica de una de esas películas de suspenso que

tanto le agradaban ver con Andrés y Katherine los

fines de semana cuando no surgía ningún otro plan

más atractivo. Tomo su móvil y Marcó un numero

ágilmente, el número del teléfono de Andrés.

– ¿Si? ¿Hola? – el ruido del club se hacía evidente

por el auricular.

– ¡Andrés! – La exaltación fue evidente – ¡ven urgente, hay un ladrón en la casa y tiene a Katherine en el baño! –

– ¡¿Qué?! ¡Aléjate de ahí y llama a la policía ahora, ya voy para allá! –

Apenas colgó, Elizabeth corrió y se encerró en su cuarto, sus piernas le temblaban. Ella nunca pensó estar en una situación así. El pánico le saltaba a la vista, y sus palabras no estaban muy bien vocalizadas. Marcó el 123 Emergencias y conto rápidamente lo que estaba pasando, dudo que la operadora le hubiere escuchado con claridad ya que sus palabras no salían muy entendibles. Lo repitió varias veces.

Los segundos parecían Minutos y 5 minutos parecían una eternidad, el silencio que dominaba las calles que solo se interrumpía por el sordo sonido del pasar de los automóviles y de unos pasos veloces, de una

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figura fugaz, de alguien corriendo en mitad de la penumbra.

Andrés llego al edificio casi simultaneo con la patrulla, mientras corría hacia la entrada observaba como los edificios se tornaban de un rojo y azul intermitente y en la lejanía aparecía un débil sonido de sirena. Freno seco frete las puertas de elevador, oprimió repetidamente el control del mismo, y se subió en cuanto llego. Pareciese que el intruso pensaba que había más gente en el apartamento por lo que no se atrevía a salir, y que tuviese cierto presentimiento de que si liberara a Katherine saldría corriendo y lo capturarían. Ignoraba que algunas personas ya estaban advertidas de su presencia. La sonoridad de una puerta abriéndose ante el choque contra un cuerpo más voluminoso interrumpió sus pensamientos.

Andrés derribo la puerta principal y entro llamando a Katherine, el intruso había de pensar que la joven y quien recientemente había arribado tenían alguna disputa, Andrés camino a paso normal por toda la estancia, el corredor seguía derecho conectando la casa y que a la misma vez la dividía en izquierda y derecha, saco de su bolsillo la navaja que siempre llevaba consigo para defensa o cualquier cosa que se presentara. Y pateo la puerta, que cedió ante él y le permitió enfrentar al intruso.

El extraño, se levantó como una reacción ante el estruendo que género la puerta al abrirse, obligando a Katherine a levantarse a la par con el intruso. Si, Katherine confiaba ciegamente en Andrés pero lo

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que ahora la preocupaba era estar en medio de ambos, sabía que Andrés lo golpearía pero, quizá el ladrón se escudara con ella. Esto sería demasiado bajo hasta para el más sucio y oportunista usurero.

– ¡Suéltala Ahora! – ordeno Andrés enseñando la navaja al que parecía un desarmado merodeador.

– porque vienen a complicarlo todo, Yo… – dudo el ladrón, su tono expresaba preocupación –… solo quiero salir de aquí–

–Contare hasta tres…– advirtió Andrés

–Uno…–

No hubo respuesta alguna por parte del intruso.

–dos…–

El ladrón vio que Andrés estaba algo apoyado contra el marco izquierdo de la puerta, lo que le permitía empujarlo y salir corriendo por el lado izquierdo, tenía algo de miedo, su mente lo paralizaba. Así que sencillamente no pensó.

Justo antes de que Andrés completara el conteo, el intruso empujo fuertemente a Katherine hacia atrás, el cuerpo de la chica impacto contra la puerta de vidrio de la ducha, pareciese que el tiempo hubiese reducido su velocidad. El cuerpo frágil de Katherine golpeo fuerte la puerta de cristal que se rompió en mil esquirlas que volaron por toda la habitación. Katherine callo dentro de la ducha sobre algunos vidrios rotos que tiro el impacto hacia adentro, se apoyó ignorando la presencia de estos los que le

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cortaron la palma de la mano, mas esquirlas caían sobre ella y rasgaban las prendas de débil tela. Unas pocas se incrustaron como si alguien se las estuviera clavando una a una. El cuerpo de Katherine estaba sangrando y su cuerpo fusionándose con algunos vidrios, impregnándose de aquel oscuro deseo, Siendo uno con el espectro.

El ladrón logro salir por el espacio entre Andrés y el marco de la puerta, salió corriendo por todo el pasillo, mientras Andrés intentaba socorrer a Katherine que se encontraba inconsciente y herida en el baño. intentaba no cogerla por miedo de enterrar más las esquirlas sobre su piel blanca, que ahora, por algunas partes de aquel frágil ente, parecía estar manchada por sangre, como si por dentro de su compañera de casa hubiere entrado algo o alguien más, como si la presión hubiese explotado su interior y ahora solo quedase su piel como una funda.

El ladrón salió velozmente por la puerta principal abierta, pero choco de frente con un señor moreno que intento evadir pero este lo retuvo, otras manos se lanzaron sobre el reteniéndolo, los agentes lo habían capturado, quizá habían llegado tarde, pero si fuese por solo unos segundos más, este hubiera escapado. Había que reconocerles el mérito de la captura pero no el de una atención oportuna.

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Algo no está Bien

Los agentes llamaron una ambulancia para Katherine, y revisaron la casa en búsqueda de que no hubiera cómplices en la casa. Elizabeth seguía en su habitación con un bate para golpear si alguien entraba al recinto, Andrés la llamo y esta salió para dar su testimonio a los policías. La ambulancia no tardo y se sorprendieron al ver que en la espalda no había esquirlas, como si nunca hubiera caído en un piso lleno de estas, pero si estaba herida en las manos y en el resto del cuerpo. Andrés la llevo a urgencias para retirar el resto de cristales incrustados en los brazos y su pecho mientras que Elizabeth se quedó dando testimonios y limpiando un poco.

–Es usted muy afortunada– dijo el Doctor Cristian, un hombre alto de piel blanca, cabello castaño oscuro y que sus facciones de la cara indicaban que sabía más de lo que aparentaba

– ¿por qué lo dice? – dijo Katherine mientras esperaba que el terminara

–Algunas de estas astillas cayeron cerca a venas importantes– dijo mientras le mostraba en la pinza una de ellas –se hubiera desangrado–

–Hubiera muerto probablemente– dijo Katherine

–Quizá, su grupo sanguíneo es complicado de conseguir– dijo el doctor en tono burlesco.

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– ¿Qué hubiera puesto como causa del deceso? –

– muere desangrada por golpearse contra un vidrio,

¿le suena atractivo?–

–Para nada, suena algo absurdo–

El doctor Cristian sabía que para mitigar el dolor

debía mantener entretenida a Katherine, por lo que

conversaba mucho con ella contándole que veía

gente que llegaba con grandes heridas por que un

gato los aruño y otros casos, Katherine soltaban una

risa y continuaba la conversación a pesar del dolor.

Así pasaron alrededor de 2 horas y media revisando

que no tuviera ningún objeto en su cuerpo, al

terminar le mando algunas cremas y antibiótico para

mitigar el dolor y evitar que pudiera infectarse,

además de incapacitarla una semana, le entrego su

correo para que siguieran en contacto. Era agradable

hablar con ella, ya que era alguien muy social y con

su personalidad establecida.

Al regresar a la casa, todo estaba organizado, eran

ya las dos y media de la madrugada, Elizabeth había

organizado para Katherine una cama más suave

para que no la molestaran mucho las heridas y en el

sofá de la habitación puso una almohada y un

cobertor, Elizabeth y Andrés harían turnos para

cuidarla mientras terminaba su incapacidad. Se

habían convertido en una familia, muy unidos, y

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preocupados uno por el otro. Andrés llevo a

Katherine y la acostó.

–Puedo acostumbrarme a estos tratos– dijo

Katherine mientras se acomodaba en la cama y

hacia un gesto de pereza.

–Es solo mientras te recuperas– dijo Elizabeth

contestando con una sonrisa en la comisura de sus

labios –me “enfermare” cuando tú te sanes–

– Ya eso está sobre la mesa– dijo Elizabeth dirigiéndose a Andrés –mientras les preparo algo, colócalos por favor. Es un obsequio de la Administración–

–De acuerdo– contesto Andrés –sería una falta de respeto que nos cobraran los pestillos y la nueva clave–

Ambos salieron de la habitación de Katherine, Elizabeth comenzó a preparar un café con galletas saladas para ella y Andrés, mientras que este le colocó unos dos pestillos al portón y cambio las claves de las dos cerraduras de la puerta. No se demoró mayor cosa asegurando la puerta. Al día siguiente seria sábado y nadie tenía clase aquel día por protestas en la universidad, por lo que descansarían. Elizabeth durmió aquella noche en la recamara de Katherine, cuidándola y asegurándose de que tuviese todo lo que necesitara, pero como había tenido insomnio la última semana se durmió rápidamente, mientras que Andrés durmió normal, ya

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que repondría en la madrugada del domingo las horas que no trabajo por salir a socorrer a Katherine.

Esa misma noche los sueños de Katherine fueron turbulentos, en ellos se encontraba frente a un espejo, pero a quien veía en ellos no era su persona, sino como si fuera alguien distinta a la Katherine Uribe. Era un hombre alto, de piel demasiado blanca como para ser latino, un cabello negro enmarañado y sucio, rasgaduras en sus prendas y su piel. Amplia sonrisa y ojos negros completamente abiertos como los de un cazador sobre su víctima, que mantenía sus manos atrás mientras se movía como dejándose llevar por la brisa del bosque donde se encontraba. La imagen le daba temor y una sensación que nunca había sentido, su espalda le comenzó a doler, pero no en la piel, si lo por dentro de ella como si pedazos de cerámica filosos se movieran dentro de ella. El hombre libero sus manos y dejo ver que sostenía una escopeta, la tensión y el realismo del sueño aumentaba, ahora se retorcía en su cama, el hombre solo puso el cañón en su boca y al momento de apretar el gatillo se levantó sentada en su cama, sudando y falta de aire. Espero unos momentos, luego tomo un sorbo del vaso de agua que se encontraba en la mesa de noche y se volvió a acomodar en su cama para intentar volver a dormir, con la esperanza de no volver a soñar con aquella presencia.

Katherine pasó una mala noche, despertaba constantemente en medio de sudor. Cada bes que lograba conciliar el sueño, la misma figura siniestra aparecía para atormentarla. Quien paso la noche

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feliz fue Elizabeth quien se acomodó en el sofá y durmió profunda.

En la mañana comenzaron a evaluar precios para reponer el cristal. Katherine desarrollo cierto temor hacia ese baño en la semana siguiente al acontecimiento, prefería bañarse en el baño de la pieza de Andrés que entrar al baño donde le había ocurrido eso. Las pesadillas aumentaron, ahora con nuevas imágenes y más dolor, ahora no solo se levanta con problemas para respirar, ahora gritaba y despertaba a sus compañeros. El lunes cuando terminaba su incapacidad se preparó para volver a tomar las responsabilidades de su vida. Ignoraba que sus sueños tan solo era la preparación para lo que se avecinaba.

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Manifestación

Su día transcurría normalmente, entre personas interesadas en lo que había ocurrido, ella se limitaba a contar lo esencial. No quería que todos estuvieran sobre ella, según sus pensamientos lo que había pasado era una simple casualidad de la vida, que no repercutiría de ninguna forma, que con el tiempo solo quedaría en la memoria.

En clase de Planificación comenzó a sentir un dolor similar al de sus sueños en la espalda. Intento no moverse mucho, pensaba que era algo pasajero. Era casi imposible que prestara atención con el dolor que sentía, pero si continuaba faltando ¿Cómo lograría ganar el semestre? Respiro profundo y tomó de su botella un sorbo de agua.

–Debéis recordar que la vibración de un sistema

masivo de transporte, debilitara las infraestructuras

aledañas– el profesor Cecilio era un arquitecto

español que había terminado enseñando en américa,

– anotad un claro ejemplo, el metro de la ciudad de

Santi…– un sonido seco interrumpió al profesor.

Katherine había caído de su silla como si alguien la

hubiese tirado, se retorcía en el piso como si le

estuviesen cortando los talones. Los vidrios de la

sala se opacaron por sus bordes, dejando que los

rayos claros solo iluminaran claramente a Katherine.

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–Señorita Uribe, no estoy para tolerar vuestras

diabluras– dijo El maestro apuntando a ella con la

tiza.

Ana, su amiga siempre se sentaba junto detrás de

ella, al comienzo pensó que solo era una broma,

pero cuando observó que los ojos de Katherine

estaban en blanco completamente se lanzó a

ayudarla. Parecía un ataque epiléptico pero ella

nunca sufrió de esta enfermedad.

Los amigos más cercanos se acercaron para ver en

que podían ayudar mientras que el profesor saco al

resto del alumnado al enterase que no se trababa de

ninguna broma. En esos momentos no sabían que

hacer, pensaron muchas cosas, que quizás pararía

pronto o que se demoraría. Lo que era seguro es que

ninguno sabía cómo socorrerla.

– ¡¿Qué carajos debemos hacer?! – dijo Ana

preocupara mientras la cabeza de Katherine

reposaba en su muslo derecho.

–No tengo ni la menor idea– dijo Alejandro

inexpresivo

–arrojémosle un poco de agua a ver si se detiene la

convulsión– dijo Isabel, la hermana menor de Ana

que curiosamente también estudiaba Arquitectura.

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Tomaron el botellón de agua de Katherine que

estaba dentro de la mochila y le arrojaron un poco,

las convulsiones cesaron pero parecía desorientada,

de su boca salió un poco de sangre que recorrió su

mejilla y bajo hacia su cuello, donde se detuvo.

Katherine perdió el conocimiento y relajo su cuerpo.

–Parece que funciono– afirmó Isabel –ahora, ¿Qué

hacemos? –

–Llevémosla a la enfermería– dijo Ana mientras

apoyaba a Katherine contra ella.

–Sí, es la mejor idea. ¿Alguien tiene el número de sus padres para avisarles? – dijo Isabel mientras tomaba las cosas y la mochila de Katherine.

–Alejandro, ayúdame a levantarla– dijo Ana dirigiéndose al joven que estaba estupefacto.

Alejandro tomo a Katherine en sus brazos y espero que Ana se incorporara para que lo acompañara a llevarla. Ella era la amiga presente más cercana a ella.

– qué demonios tienes en tienes en tu hombro– dijo asqueada Isabel mientras le señalaba su hombro.

Ella miró y tuvo un mal presentimiento, sintió la humedad sobre ella, pero no una humedad ligera y breve, sino una impregnación oscura, una mancha rojiza.

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–Alejandro…–la vos de Ana titubeo –…Revísale a Katherine la espalda–

Al mirar se sorprendieron, la prenda blanca que llevaba aquel día estaba completamente manchada de sangre, como si le hubiesen abierto pequeñas cortadas en la espalda para que se drenara la sangre. Se quedaron un momento en silencio, y salieron hacia la enfermería.

La Enfermería de la Universidad estaba atendida por los practicantes de la facultad de medicina. Era un gran cuarto muy largo, blanco muy iluminado con una recepción donde se controlaba todas las prácticas de los estudiantes y donde se asignaban a un doctor y dos practicantes a los pacientes. Tenía camillas a lo largo del recinto divido por cortinas, tenía todo para prestar los primeros auxilios y al fondo un salón de clases.

Al llegar, Andrés estaba haciendo su práctica cuando llegaron con Katherine, él y Julián, otro practicante de la facultad, y amigo de Andrés lograron despertarla y comenzaron a revisarla exhaustivamente, no querían pasar por inadvertido ninguna cosa que saliera de lo común.

–Vuelvan a clase, yo y Andrés nos encargaremos de ella– dijo intentando despejar la zona ya que los profesores no permitían personas extrañas en la zona de procedimiento.

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–Aun no comprendo cómo puso sangrar, no tiene nada en la espalda– dijo preocupado Julián

– ¿seguro no te acuerdas de nada? – le dijo Andrés a Katherine que estaba tumbada en la camilla adormecida

–Segura– Dijo con palabras arrastradas

–Entonces esto es sorprendente– dijo Julián algo estresado. –iré por el profesor porque ¡esto no puede ser posible! –

Julián salió en busca del maestro para que revisara las causas del sangrado de Katherine, Andrés aprovecho para hablar en privado con ella.

–No sé, todo ha cambiado desde que tuviste ese accidente– dijo Andrés mientras jugaba con unos instrumentos

–Sí, si… Em…– respondió Katherine con vos quebrada – Eh… ¿puedo confiar en ti? –

– ¡Por supuesto! , yo soy tu confidente y medio psicólogo–

–Cambia psicólogo por consejero, la psicóloga es Elizabeth– dijo en tono burlesco y soltó una risa pequeña

–Bueno, al menos no has perdido tu humor– dijo sonriendo, – ¿Qué me querías contar? –

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–Júramelo que lo mantendrás en secreto y me ayudaras–

–te lo prometo–

Katherine espero un momento, intentaba organizar las palabras para que salieran de la forma más coherente posible, tenía miedo de que Andrés no le creyera, de que pensara que tendría un problema psicológico. De que cambiara con ella.

– Pensarás que estoy loca, pero desde aquel incidente, tengo unas pesadillas horribles y me duele la espalda como si tuviera esquirlas dentro de mí–

– ¿Qué? – Andrés tenía una cara de incredulidad.

–Sí, veo solo a un hombre que me da demasiado medio, yo ya no sé qué hacer– Katherine soltó algunas lágrimas –Esto está acabando conmigo, no sé a quién recurrir–

–yo puedo ayudarte, pero ¿tienes alguna idea de cómo? – la cara de Andrés tomó una cara comprensiva

–Tengo algunas ideas, pero hablamos de eso en casa–

Julián apareció con el profesor, por lo que Katherine dejo de hablar con el del tema. El profesor reviso pero no encontró nada,

–Yo no le encuentro nada– dijo el Docente encargado de prácticas –no tiene cortaduras. Quizá

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se apoyó en algo con sangre, de otra forma, no comprendo–

–Estoy segura que no se recostó en nada que tuviera algo similar a sangre– dijo Andrés

–Entonces– El maestro hiso una pausa y pensó. – mandémosle algunos exámenes para ver si la piel tiene algún daño que no se vea a simple vista y que se valla para su casa–

– de acuerdo, ya mismo la doy de alta– dijo Julián para quedar bien con el docente

– Es una Enfermería, Eso no se hace– dijo el profesor y se retiro

–Ya llame a Elizabeth, vendrá por ti, te traerá ropa e irán a comer– dijo mientras la hacía firmar unos papeles

Poco tiempo después Elizabeth la recogió y la llevo al restaurante de siempre. Durante el camino organizo sus ideas para comenzar a investigar.

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La Leyenda de Dacker

Al llegar al apartamento, encendió el computador portátil y busco acerca de retención de espíritus en objetos, utilizo un buscador especializado en estos temas. Encontró varias páginas que lo que decían, parecía una broma, intento varias veces cambiado las palabras de búsquedas hasta que encontró un Web Siete sobre objetos que retenían almas humanas cuando fallecían en el mundo físico.

Hablaba sobre los espejos que tenían la capacidad de atraer un espíritu, de objetos que mediante bujería se preparaban para esto, u objetos que tenían relación cercana con el deceso de una persona. Mostraba un ejemplo, como la leyenda del Vidrio de Dacker. Este llamo su atención por que narraba algo relacionado con su accidente.

“cuenta la historia que a finales del siglo XVIII, en la muy poblada Londres industrial, vivió un hombre llamado Charles Dacker los archivos oficiales confirman su nacimiento. Dacker era un burgués industrial que apoyo la era de las maquinas, remplazando miles de obreros. Un día, un movimiento luddista ataco la empresa destruyéndola por completo, dejándolo en la banca rota. Las deudas con los bancarios Británicos lo llevo a la miseria, viéndose sin salida se suicidó en una habitación de un sucio inquilinato, de un tiro en la boca, el disparo si lo mato, y el proyectil salió, y alcanzo una ventana cercana, pero el vidrio de la

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ventana no se quebró, solo rompió una fracción, desde ahí nació la leyenda de que el cristal contenía el espíritu de Dacker. La joven que limpiaba se cortó con el cristal, tiempo después del deceso de Dacker, los londinenses comenzaron el rumor de que el espíritu de Dacker había entrado en la Joven, al poco tiempo esta murió en una protesta contra la burguesía. Enviando ambas almas al más allá”

¿Acaso esto podría ser verdad?, almenos registros si decían que existió un hombre llamado charles Dacker en Inglaterra y que termino suicidándose tras caer en la bancarrota. El sitio explicaba cómo podía unirse un alma a un cristal. Eran pocos los casos registrados por que las autoridades incrédulas eliminaban detalles como esos de los reportes oficiales. Los recientes se descubrieron por las fotos de las escenas, ya que detrás del cuerpo se veía que faltaba un pedazo del cristal. Al igual que reaccionaban diferente ante el flash de las cámaras antiguas. Permitía ver a través de el en vez de reflejar el flash hacia la cámara, y el vidrio estaba oscurecido formando una silueta humana.

Las ideas se aclararon para Katherine, tomo del escritorio un block rallado y comenzó a escribir, si fuera el caso de que le pasara algo, de que alguien se diera cuenta de su investigación, de sus sospechas y de sus procedimientos.

Comenzó escribiendo resumidamente el mito sobre Dacker, y se hiso varias preguntas, ¿Quién habito la residencia antes que los actuales huéspedes?, ¿Quién era el Hombre de las pesadillas?, ¿Qué

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ocurrió con el intruso de aquella vez? Eran más preguntas pero estas eran las elementales para poder conocer que ocurrió, que estaba pasando y como la afectaría a ella.

Para cuando termino de consultar, Andrés llego a la casa, y ella le enseño su block, mostrándole que debían resolver, ahora la duda era como resolver las preguntas.

– Mira, conocemos poco de la historia de la casa, quizá ese cristal tenía algo extraño– dijo Katherine mientras le mostraba la página a Andrés

– ¿Quién puede saber sobre este apartamento? – Andrés lanzo la pregunta al aire.

– creo que la administradora en la habitante más antigua– la fugaz idea crecía cada vez más y se consolidaba como un método para hallar las respuestas.

– podría hablar con ella para que me contase algo… pero… ¡jum! – Andrés dudó

– ¿pero qué? –

– ¿si no quiere contarnos nada por miedo de que abandonemos el apartamento? –

–Buen Problema. –

– espera… ¿en la fiscalía no tienen los archivos de lo que ocurre fuera de lo común en las residencias? –

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– Creo que Si, entonces si la administradora no nos ayuda podemos consultar en la fiscalía– una sonrisa se formó en Katherine, ella quería salir de todo esto de una vez por todas.

– Bueno, ahora es tiempo de dormir para poder hacer esto pronto– dijo Andrés cerrando el computador.

Katherine estaba preparada, tomo una pastilla para dormir que pronto le hiso efecto, no podía más con el alcance de sueño que ahora tenía. Esa noche durmió sin soñar, al fin supo cómo eludir las pesadillas, pero el dolor en la espalda era el mismo.

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La Maestra

En la mañana, Elizabeth se levantó más temprano de lo normal, había olvidado hacer unos análisis, y necesito un block, y tomo el que se encontraba encima del escritorio de Katherine y lo uso por la parte de atrás para no tocar lo que su compañera había escrito. Solo necesitaría unas pocas hojas y sabía que Katherine no se enojaría por ello.

Elizabeth tomo algunas cosas de su habitación como lápices, esferos, reglas, la guía del nivel de Procesos Mentales, y uno que otro cuaderno. Y comenzó a trabajar. No había nadie en la casa, por lo que nadie la interrumpiría. Así que tomo el documento y comenzó a hacer su trabajo. Era alrededor de las diez de la mañana y tenía clase a las doce, el tiempo era el preciso para terminar y salir hacia la universidad.

El reloj y su sonido marcaron las once de la mañana, Elizabeth aún no había terminado su trabajo por lo que tomo todo y salió para la universidad, continuaría el trabajo en una de las mesas del campus o en el salón mientras la profesora llegaba y explicaba, o como siempre, empezaba con sus adivinanzas o preguntas capciosas a los estudiantes.

En el bus termino de leer el documento para que solo fuera cuestión de escribir, el movimiento y el daño que podía ocasionar a sus ojos no le importaba mucho, igual el trabajo valía un diez por ciento del semestre y por su inasistencia por quedarse dormida

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solo tenía un par de notas, con las cuales no cubría el puntaje mínimo para pasar.

Entro al salón donde solo estaba Marcos, su amigo, haciendo lo mismo que ella haría. Estaba tan concentrado y metido en el trabajo que solo se dio cuenta de la presencia de Elizabeth cuando ella le grito con la esperanza de asustarlo. Intentó no hacer mucho ruido.

–¡¡¡Marcos!!! – grito Elizabeth, que observo como del susto había golpeado la mesa y arrojando todo al suelo – ¿Por qué terminas la tarea?

–Maldita– Marcos se rio mientras recogía las cosas. –No te hagas, no estuvieras tan temprano si tú no tuvieras que terminar el trabajo–

– Que también que me conoces, pero a mí solo me faltan 2 páginas– dijo mientras se sentaba en el pupitre consecutivo al de marcos

–Bueno, yo acabo de empezar– hizo una sonrisa fugas y de nuevo volvió al documento.

Ambos continuaron, poco a poco fueron entrando los estudiantes al aula de teoría de neurología, para ser francos, pareciese como si nadie hubiese hecho el trabajo en sus casas, gran parte de la clase estaba terminando, para cuando entro la profesora.

–Alumnos, buenas tardes, hoy los llevare también al laboratorio para ver un video– dijo la Mariana, maestra. – sus trabajos en la mesa ahora. Hoy no se los dejare terminar en clase como la última vez–

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Elizabeth solo tenía que arrancar las hojas y marcarlas, pero todos ya la estaban entregando y saliendo del salón, ella marco en la primera hoja de atrás, la profesora se acercó a ella y le cerró el block justo antes de que pudiera desprender las hojas.

–Tranquila, yo le devuelvo el block– dijo la Maestra retirándole el block de las manos y dirigiéndose a la pila de trabajos. –Ahora salga de aquí por favor–

Elizabeth tomo sus cosas y salió del salón. Marcos la esperaba en la puerta como siempre, Elizabeth no era tan social por lo que no se hablaba con todo el mundo. Marcos, era su mejor amigo, su confidente, sin exceptuar que ella gustaba de él. Habían sido buenos compañeros durante su bachillerato, fueron novios en algún momento antes de la graduación, y por casualidades que tiene la vida, ahora también estaban juntos en la clase de procesos mentales.

Caminaron lentamente el camino desde el salón de teoría, hasta el laboratorio de neurología, la misma profesora dictaba ambas materias, era algo extraño en una universidad, pero las causas se reducían a las palabras “Renuncio” que había dicho el maestro anterior por las continuas bromas que le hacían los estudiantes, hasta un día, la clase de Elizabeth y marcos, en plena disección le tiraron un cerebro en la cara. Hasta tomaron fotos del impacto y le dieron la vuelta a la universidad.

Al llegar todos, la maestra cerró la puerta, encendió el proyector, y puso un documental sobre el síndrome de Tourette. Se sentó en su escritorio y comenzó a calificar cada trabajo. En el tablero había

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escrito una advertencia para quien molestara en la clase.

“Quien me haga interrumpir, lo saco del salón y le pongo un cero por más perfecto que tenga el trabajo”

Nadie hablaba, es más, hasta gran mayoría de los presentes estaban tomando nota, ya sabían que, video que vean, síndrome que se evalúa. Gran parte del salón perdía esas evaluaciones, por que cambiaba el método de evaluación.

La maestra Mariana era una psiquiatra y neuróloga reconocida en Europa, había estudiado toda la universidad en Alemania, su alma mater era la Universidad de Berlín. Termino en su país natal, tras divorciarse de un francés. Ahora era la profesora más exigente pero a la vez divertida de toda la universidad. Rompía el esquema del “maestro y alumno”, muchas veces salía con algunos grupos de universitarios a ver películas, o la veían por ahí saludando como se lo enseñaban otros estudiantes. Era muy extrovertida, pero cumplía con su trabajo.

–El trastorno lleva el nombre del médico Georges Gilles de la Tourette, neurólogo pionero francés que en 1885 publicó un resumen de nueve casos de personas con reflejos involuntarios. Otro médico francés, Jean Marc Gaspard Itard, describió en 1825, por primera vez, el caso de una mujer noble francesa de 86 años de edad con la enfermedad, la marquesa de Dampierre. – el video sonaba mientras la profesora continuaba revisando.

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–Marcos Gutiérrez, por favor viene un momento– lo llamó la profesora.

Marcos se levantó despacio del pupitre y fue hasta el escritorio de la profesora, que tenía su trabajo abierto sobre la mesa.

– Este trabajo no es el que pedí– dijo la profesora mientras le entregaba en trabajo –era un análisis sobre un caso de autismo, no sobre la Inducción de la guía–

–Yo no tuve la culpa, yo no asistí el día que usted puso el trabajo– dijo Marcos Excusándose

–Mira, ya que soy tan buena gente– la profesora hiso una pausa para pensar. – Tráemelo mañana y te lo califico sobre un 4–

–Pero, profesora– comenzó marcos a suplicar –yo necesito la nota, démela completa–

–No, usted vera si acepta mi oferta o saca un cero, Elija–

–Mañana se lo entrego–dijo marcos a regañadientes

–Eso me gusta–dijo la profesora muy entusiasta –a primera hora sobre mi escritorio y bien bonito–

Así continuo revisando los proyectos llamando a cada alumno para que lo justificara, era burlona pero mantenía esa apariencia de doctora seria que solo

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se ríe por las desgracias ajenas. Faltaba poco para que terminara la clase y el video estaba en las conclusiones por lo que se levantó del escritorio y se dirigió a los alumnos.

–Bueno, solo me falta el trabajo de las señoritas Ramírez y Castro– hiso una pausa y puso su cara para hacer reír a todos–, si todavía se les puede llamar así–

Todos rieron incluso Elizabeth y Victoria, la compañera que también mencionaron. Sorprendentemente cuando la profesora molestaba con los alumnos nunca los involucrados se sentían mal, hasta la animaban más para que continuara con su elocuencia.

–Salgan ya del salón–dijo apagando el video –se me quedan un momento Ramírez y castro. –

En poco tiempo el ruido de jóvenes adultos conversando, moviendo sillas e incluso riendo aun de los chistes de la profesora se fueron silenciando poco a poco, solo quedando la profesora y sus alumnas, esperando terminar lo más pronto.

–solo revisare el de Elizabeth y mañana te lo reviso en el siguiente bloque– dijo Mariana dirigiéndose a victoria –debo hacer algunas diligencias ¿no tienes problema en venir en dos horas?

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–No–dijo victoria con toque de amabilidad en su cara –tengo neurología dentro de 3 horas, no hay problema–

Victoria abandono el salón y el silencio lo domino completamente. Resonaba el sonido de la profesora jugando con su esfero mientras leía la parte posterior del block.

–Bien, tiene coherencia, y está muy bien fundamentado– dijo mientras lo giraba. –felicitaciones por las palabras tan sofisticadas–

–El otro lado no tiene nada que ver con mi carrera– dijo Elizabeth –se lo tomé prestado a mi compañera de cuarto porque no sabía dónde estaba el mío–

–Tu amiga no está muy bien según lo que dice esto– la voz de la maestra cambio completamente, ahora era como si estuviera analizando a un paciente.

– ¿Por qué lo dice? – pregunto Elizabeth ahora preocupada por su amiga

–al parecer, según el lado lógico, sufre de paranoia– dijo la profesora muy seria sin parar la lectura del escrito.

– ¿Por qué lo dice usted? – su vos sonó más aguda de lo habitual.

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–Aunque he escuchado algo sobre la leyenda de Dacker durante mi trabajo en Europa, siempre lo tome como un caso especial de paranoia–

–Profesora, no estoy comprendiendo muy bien– la vos de Elizabeth era inestable.

–Pues, en Europa, algunas personas se internaban por que tras un accidente con vidrios creen tener esquirlas incrustadas en su cuerpo– dijo la profesora explicándole a Elizabeth la situación –quedan traumados con los vidrios y empiezan a auto atacarse para hacerse sangrar en donde dicen haberse incrustado los vidrios–

A la mente de Elizabeth vinieron algunos recuerdos, las palabras de la maestra resonaban en su cabeza, todo encajaba, el misterio que encerraban Andrés y Katherine, los ataques, los gritos a mitad de la noche, todo encajaba. Elizabeth enmudeció sin tener palabras ni fuerzas para moverse de donde se encontraba. Las piernas le temblaban y sentía que podía caer en cualquier momento.

–aunque creo en lo paranormal y en el poder de Dios– dijo la maestra mientras cerraba el block y ponía la nota en la planilla que llevaba en su computador –en Europa hablan con sacerdotes, a ver si pueden tranquilizar al paciente. Aunque como que el cura salía afectado del encuentro diciendo que “estaban Unidos”. Habla con un padre para ver si él te puede ayudar–

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Elizabeth no era capaz ni de musitar una palabra, aún seguía inmersa en ese trance donde las palabras de la profesora y algunas preguntas se daban respuesta con el conocimiento de la maestra. En su mente solo daban vueltas pensamientos de aquella noche, de lo que ella había denominado cobardía, de no haber intentado ayudar a su más leal amiga solo por el temor de ser golpeada, solo por el miedo al enfrentamiento.

– ¿te encuentras bien? – le preguntó mariana, que ahora estaba justo al lado de ella

–Sí, si… solo algo… no sé cómo expresarme–dijo mientras salía del trance.

– han pasado como 3 minutos y no te has movido, ¿segura que estas bien? –

Las palabras de la profesora lograron sacarla de su trance, pero la hundieron en nuevas preguntas. ¿Por qué Katherine no le había platicado sobre esto? Ahora tenía un sentimiento similar al desengaño, se sentía traicionada por su amiga, pero a la misma vez preocupada. Debía salir de ahí pronto y leer lo que contenía el block, saber que era lo del mito de Dacker y comprender que estaba ocurriendo, para intentar ayudar a su amiga.

–Ahora debo irme– dijo Elizabeth firmemente, tomo el block y se dirigió a la salida

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–Elizabeth– el tono de preocupación de la profesora era evidente, lo que obligo a girar a la chica que tenía ya su mano postrada sobre el picaporte de la puerta

– ¿sí? – pregunto Elizabeth curiosa por la vos que ahora tenía la maestra.

–Mantenme informada, quiero ayudar–

– ¿Por qué? – pregunto con tono altanero la joven.

–me divorcié de mi esposo porque lo internaron parecía tener lo mismo que tu compañera– dijo mientras soltaba una lagrima– lo dejé morir, lo dejé abandonado en un hospital psiquiátrico solo porque ya no estaba cuerdo como antes–

–La mantendré al tanto– dijo mirando fijamente a la profesora. Luego salió de la habitación.

En la noche la lluvia que se veía en el cielo se desato, la gente caminaba intentando cubrirse en las salientes de los edificios y carpas de los locales. Los autobuses se llenaba de gente y los carros pasaban cerca a los charcos mojando a uno que otro peatón.

Elizabeth nunca llegó por lo que los demás se fueron para el restaurante sin ella. Katherine estaba preocupada y varias veces intento llamarla a su

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teléfono móvil, pero ni a Katherine ni a los otros compañeros les contestó.

Katherine se limitó a comer lo más rápido posible para ir a su casa para ver si estaba Elizabeth. ¿Dónde podría haberse metido ella? Comió rápidamente y salió para su casa. En el apartamento encontró a Elizabeth tumbada sobre su cama escuchando música y con su ordenador portátil consultando algo. Katherine le había llevado algo de comer a su amiga, porque a fin de quincena el apartamento ya no estaba tan bien abastecido.

– ¿Por qué no apareciste ni contestaste el móvil? –Le pregunto Katherine en el marco de la puerta– nos diste un gran susto,

Ella no contesto, Katherine pensó que ella no la había escuchado. La verdad es que Elizabeth estaba algo enojada con ella. Eran mejores amigas, de las que se contaban todo, se sentía traicionada por que Katherine recurrió a Andrés en vez de llegar con sus problemas a donde ella. Ellas siempre se ayudaban mutuamente, sentía la amarga presencia de la traición. Pasaron unos cuantos minutos y volvió a preguntar.

–Estaba preocupada por ti– Katherine hablo más fuerte de lo normal para asegurarse que Elizabeth la escuchara. – ¿Por qué te perdiste de esa forma? –

–no debo contestarte su no quiero– salió la extraña e inusual voz seria de Elizabeth.

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– ¿Por qué dices eso? – pregunto bastante intrigada Katherine.

Elizabeth tomó su mochila y saco el block enseñándoselo a Katherine por el reverso.

–No encontré el mío, entonces lo tome prestado– luego giro el block mostrando la parte de enfrente –pero mi profesora descubrió esto y me dijo cosas que tú nunca me dijiste–

–Y… yo... – a Katherine no le salían las palabras, mejor dicho, no las encontraba.

– ¿tú qué? – Elizabeth se paró – ¿Por qué no me dijiste nada?

–tu querías olvidar la noche del incidente… yo… en… yo– su voz subió de tono varias veces.

–y ¿yo que? ¿Qué esperas para mentir? – Dijo Elizabeth intentando lograr que no pensara. Sabía que las personas al estar en estrés dicen la verdad.

–No quería que sufrieras– gritó estresada Katherine

– ¿sufrir por qué? –

–Porque tú no me ayudaste mientras ese hombre me tenía en el baño–

–Eso, sabía que guardabas un resentimiento hacia mí por eso–

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–No, no es eso– dijo Katherine intentando calmarse –estudias Psicología, Creerías que estoy loca–

–No, intentaría ayudarte, porque eso hacen las amigas– dijo Elizabeth, dejo caer el block y unas cuantas lagrimas se aproximaron a sus mejillas –quiero ayudarte si me dejas–

Durante la noche Katherine le explicó a Elizabeth todo, desde el incidente hasta el momento en el que se había enterado, Elizabeth también le conto las explicaciones de la maestra. Después de la cita con Andrés en el archivo fiscal y tras hablar con la administradora, hablarían con Sebastián, el hermano de Elizabeth que había entrado al sacerdocio.

La noche fue tranquila con el sonido de la lluvia al exterior del apartamento, la valeriana con las pastillas que Katherine estaba tomando para dormir le hicieron efecto inmediato, estas evitaban que soñara pero no que sintiera la continua incomodidad en la espalda. Quien no tubo tan buena noche fue Andrés.

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Noctívago Accidente

En el bar la música llenaba el espacio, los clientes tomaban, bailaban y algunos hasta hacían cosa de las que, si estuvieran sobrios se avergonzarían y terminarían con sus matrimonios. Como cada noche no faltaba la discusión entre ebrios que terminaba en peleas que frenaban los hombres de seguridad. Y como de costumbre, Andrés con su compañero Estiven trabajaban en la barra sirviéndole a los clientes tragos que pedían.

Era un club bastante lujoso, no todos podían entrar allí, el techo era prácticamente de cristal sostenidos por una cuadricula casi invisible de metal plateado que se confundía con el ambiente. Las luces bajaban desde estas estructuras por medio de cables. El vidrio permitía ver la luna en la noche, esta vez dejaba ver como caía la lluvia, dándole un aspecto al lugar más atractivo y moderno.

Los muebles que decoraban el lugar VIP eran completamente blancos y resaltaban con la decoración negra del lugar, la pista de baile tenía luces blancas y negras, era un club nocturno extraño, era de los pocos en la Ciudad de Medellín que ponían Rocky sus subgéneros, no importaba la antigüedad.

Todo transcurría con normalidad, el sonido de la música silenciaba cualquier otra sonoridad. Copas

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venían e iban, las botellas poco a poco iban perdiendo contenido, la caja recibía dinero, mas meseras que iban y venían sirviendo, intentando pagar sus carreras. La mayoría de los empleados del club eran universitarios que buscaban pagar sus estudios de alguna forma. El dueño del bar era muy joven, y había tenido que trabajar en su adolescencia para costearse su técnica, por lo que les daba la oportunidad a los Estudiantes.

–Parece que lloverá toda la noche– dijo esteban mientras mesclaba un trago

–ojala no caiga granizo– advirtió Andrés –los vidrios están en reparación y se pueden romper–

– ¿no le pusieron protección? – Se rio de la estupidez de los de mantenimiento –al menos estamos resguardados en esta caseta–

–si los vidrios matan a alguien y el jefe cae en banca rota, nos despedirán. Que lo disfrute señor– dijo Andrés mientras entregaba una copa a un cliente

– Que escampe pronto– concluyo esteban.

La noche se hacía muchas veces casi infinita pero entre esteban, Andrés y una que otra mesera que se quedaba un tiempo en la barra intentaban pasarla lo más amena posible. Aplicaban dos leyes fundamentales, “tomé café” y la segunda “quien se va durmiendo una cachetada se gana”. El frio entraba por las puertas de ingreso y muchas veces

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hasta los mismos empleados se quedaban con los abrigos al interior del lugar. La Medellín diurna tenía un clima templado y llegaba a hacer calor, pero las madrugadas eran traicioneras, el frio que no hacía en el día se venía multiplicado en la noche. Aquella madrugada de un jueves no era diferente de las otras noches, una que otra lluvia y el sonido estridente de la música a alto volumen que dificultaba la comunicación entre los presentes en ese recinto.

– ¿Qué significa noctívago? – pregunto esteban a Andrés

– ¿Por qué lo preguntas?– dijo Andrés mientras recibía un dinero y lo registraba en la caja.

–Por que debo leerme un libro llamado el “Espíritu del Noctívago” – dijo esteban, su tomo de voz expresaba que le daba pereza tener que leer–

–Creo que significa algo que vaga en la noche, pero deberías consultarlo– Andrés se estiró y bostezo. –Yo no soy la Real Academia Española–

–Si quizá debe…. – esteban hiso una pausa y su rostro mostraba asombro –Mira, los vidrios del techo están oscureciéndose–

Andrés recordó todo lo que había leído sobre los cristales y la leyenda de Dacker, sus manos y rostro palidecieron, el calor de su cuerpo desapareció en cierto grado. Aun conservaba esa cara de asombrado, estaba atónito con lo que estaba

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ocurriendo. El ruido de la lluvia aumento, comenzó a sentirse leves golpes, estaba cayendo granizo muy rápido, que pronto aumento su sonido y superó el sonido de los parlantes del club. Andrés creyó escuchar la ructura de un cristal del techo. Una cachetada lo hiso reaccionar, proporcionada por esteban.

–te estas quedando dormido– dijo burlándose esteban –llamare a las meseras para que vengan a practicar sus golpes–

Andrés escucho el ruido seco de cómo se iba partiendo un cristal, en el momento menos esperado, el techo estaba separado por una cuadricula en caso de emergencia solo se rompiera uno y no el techo completo. El vidrio de una casilla cercana a la barra cedió, el sonido alerto a todos los presentes que salieron corriendo del desnivel de la pista hacia zonas con tejado firme, los trozos de vidrio se rompieron en pedazos y comenzó a entrar agua al desnivel. En el extremo sonó otro y otro, uno tras otro, el sonido resonaba en todo el lugar, los vidrios sobre los altoparlantes también cedieron y destruyeron la consola y la música paró. Los clientes corrían por todo el lugar intentando que ningún vidrio los tocara.

Era difícil eludir golpes, el granizo que entraba por las secciones abiertas mas las esquirlas que continuaban cayendo herían a los clientes, había poco espacio cubierto con techo firme por lo que había un caos completo. Los gritos de la gente y el

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sonido de los cortos eléctricos llenaban el lugar, cables eléctricos caían desde el techo electrificando el agua y haciéndola lanzar chispas. Las meseras se taparon con las bandejas y corrieron a la barra de tragos.

Si, como era de esperarse, uno que otro bloque cayó sobre algún cliente, e incluso contra una mesera, era de probable que hubieran muerto, los cristales seguían cayendo y el pánico no cesaba, esteban salió corriendo del lugar mientras Andrés se quedó paralizado al ver que cada trozo de vidrio al llegar cerca a la bola se tornaba negro antes de llegar al suelo, el agua inundo el desnivel e hiso flotar vidrios, cortando a todo aquel que se aventuraba a cruzar la pista que ahora era más similar a una piscina. Solo un vidrio que callo a pocos centímetros del lugar lo logro sacar del trance. Impresionado por la imagen de la pista saco a algunos clientes y a las meseras por la salida de empleados para mantenerlas seguras y evitar que tuvieran el accidente.

El desnivel estaba completamente inundado cuando llegaron los equipos de socorro, el granizado se había ido pero había dejado una llovizna que continuaba entrando al club destrozado, era peligroso entras, algunos vidrios solo eran sostenidos por un pedazo no muy firme de hierro y podía caer en cualquier momento, siete cuerpos se encontraban a merced del agua mezclada con vidrios, cinco muertos, uno que el vidrio le había ingresado en su caja torácica y lo mantenía dentro del agua enrojecida por sangre diluida en ella, era el cuerpo

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más impactante, el resto descansaba como si durmieran en un colchón de vidrios y linfa de un color rojizo.

A Andrés y las personas que él pudo sacar por la entrada de empleados les realizaron un chequeo médico, no pasaron de vendajes y alguna que otra curación menor. Andrés estaba desconcertado por el paradero de esteban se acercó y le pregunto a un miembro de la cruz roja.

–Discúlpeme mi amigo Esteban– dijo mientras señalaba el club –él trabaja ahí conmigo, usted sabe algo–

El miembro de la cruz roja reviso en la lista de heridos sin encontrar su nombre.

–Esteban Mariaca ¿es a quien usted busca? –

–Sí, ¿Dónde lo puedo encontrar? –

–Lo lamento, el murió, un vidrio le atravesó la caja torácica a unos cuándos pasos de las escaleras de acceso–

El miembro se alejó de Andrés y continúo con otra persona. Andrés habló con un par de investigadores, acompaño a manuela, una de las trabajadoras del club hasta su casa cerca al edificio donde Andrés vivía y luego el joven se fue a dormir al apartamento. Estaba completamente seguro que no era una casualidad, que algo había influenciado el accidente.

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Nunca había ocurrido esto ni con la más fuerte tormenta, Andrés creía que esto era producto de lo que atormentaba a Katherine, aunque él no hubiera caído en los vidrios rotos aquel día, el sentía en su pierna como si una esquirla estuviera allí, Andrés imagino que tenía una relación con lo que ahora investigaba conjunto a Katherine, que había un espectro en los cristales que los buscaba, que quería cumplir sus deseos, que tenía la característica más humana. Quería algo.

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El Nombre del Deseo

El jueves en la mañana, como de costumbre Katherine encendió el televisor para ver las noticias mientras desayunaba. Vio la noticia que los medios denominaron como “el club de cristal”

– “en la madrugada de hoy, se presentó un accidente en un reconocido bar cercano a la autopista norte y a la Ciudad universitaria de la Universidad de Antioquia, el techo de vidrio se desplomo en medio de un fuerte granizado que azoto a la ciudad alrededor de las 03:26 de la madrugada. Las autoridades no han podido llegar a la causa del siniestro, ni han tenido acceso al techo para las investigaciones ya que la energía electrifica en este momento las vigas y aun caen vidrios hacia el interior del... – sonaba en el televisor, Katherine corrió hacia la

habitación de Andrés y lo despertó.

– ¿te encuentras bien? ¿No te duele nada? – le pregunto angustiada Katherine a Andrés

–No, pero gracias por levantarme, debo ir a la fiscalía por ese archivo– dijo mientras se levantaba y se dirigía al baño. –No todos los días tienes un amigo que te saca los archivos–

Katherine y Andrés continuaron hablando a traves de la pared, Andrés necesitaba arreglarse rápido para no perder el momento en el que el Fiscal salía a desayunar.

– ¿Cómo van los ataques? ¿Han cesado?–

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–No, no lo han hecho, pero ahora los controlo más, me encierro en la habitación para no encontrar con que atacarme– dijo Katherine avergonzada

–Tranquila, esto pronto acabara– dijo Andrés mientras abría la ducha. –Será como nuestro pequeño secreto–

–Em… en lo que respecta a eso, Elizabeth leyó por accidente el block–

– ¿enserio? ¿Qué dijo? – dijo Andrés con un tono serio

–nada, se enojó porque no le conté nada, pero ella me ayudara, de hecho, en cuanto salgas para la fiscalía iremos a donde la administradora–

–bueno, amenos no estarás sola con esa señora loca–

–quizá enloqueció por algo, algo que nos sirva para detener lo que me ocurre–

– tienes razón, ten cuidado. Sabemos poco de sus reacciones, pinta ser una señora muy amable, pero nosotros le hemos oído gritar en su apartamento de la noche a la mañana–

Al poco tiempo Andrés, Katherine y Elizabeth abandonaron la casa, Andrés salió del edificio, se suponía que traería una fotocopia de4 los documentos en la noche, mientras que Katherine y Elizabeth bajaron al cuarto piso para hablar con Elvira Chavería

Tocaron la puerta, al interior una voz contestó, al poco tiempo la puerta se abrió y dejo ver a una señora de unos cincuenta años, cabello negro con pocas canas, una piel morena, ojos negros, y una apariencia de señora de alta sociedad. Era muy amable con todos por lo que había sido nombrada administradora del edificio, peo los

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ocupantes de los apartamentos del ala sur la escuchaban gritarle a cosas que según decían, era producto de su imaginación. Algunos se preguntaban, si está loca ¿Por qué no la retiran del cargo?, no la retiraban porque nunca había mesclado su supuesta esquizofrenia con las cuentas de la administración. Tomaban sus gritos como una manía y nada más.

–Hola, ¿en qué puedo ayudarlas? – dijo Elvira con un tomo muy amigable.

–queríamos… em… ver la posibilidad de hablar con usted, ya que es la inquilina más antigua– dijo Katherine intentando sonar educada.

–Lo siento, no puedo ayudarlas– Elvira intento cerrar la puerta, que Elizabeth evito poniendo su mano en la puerta y haciendo presión hacia adentro.

–Yo sé que sí, y créame que necesito su ayuda– la voz de Katherine sonó más aguda, había perdido el tono formal y lo remplazo por un tono de angustia.

–Sabía que este momento llegaría– dijo Elvira en voz alta para sí misma –pasen–

La casa era una decoración muy propia del romanticismo, muebles rústicos y fotos. Además de las estatuas de sus santos. Elvira les sentó en la mesa del comedor y les dio café mientras buscaba algo en el cuarto de almacenaje. Mientras esperaban notaron que los vidrios exteriores estaban cubiertos con cortinas, que permitían el paso de la luz. Elvira regreso con un álbum viejo de fotografías, lo abrió y les mostro a una joven pareja al lado de otra pareja, pero de unos cuantos años más.

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–La pareja de la derecha soy yo y mi esposo– señalando la fotografía– él trabaja en estos momentos y viene tarde de la noche–

Miraron la fotografía un tiempo, mientras que Elvira intentaba encontrar las palabras.

–la pareja de la izquierda de mi Hermana y su esposo, nos casamos en la misma ceremonia– dijo señalándolo y paso la página –éramos muy pobres en la época y no teníamos dinero para dos fiestas separada–

Katherine se quedó sin palabras, el hombre de la foto era el mismo que la atormentaba en sus sueños, solo que más arreglado y joven, Elvira se quedó mirando la foto e su esposo y ella abrazados en la playa durante su luna de miel.

–Sé que la imagen de Eduardo te es familiar jovencita– dijo Elvira dirigiéndose a Katherine

– ¿Qué ocurrió con él? – preguntó Elizabeth al ver que su amiga estaba sumergida en pensamientos.

–él trabajaba como minero, cuando volvió de Segovia, callo en algo que los médicos llaman, para… par atrofia… para…–

– ¿paranoia? – complemento Elizabeth

–SI, esos nombres raros– se rio Elvira –bueno, mi hermana y el Vivian en su apartamento hace un par de años, él se pedio en un viaje a panamá, pero extrañamente apareció un día en su casa muy mal vestido como si un animal lo hubiese atacado, le rasgo las ropas y parte de la cara. Mi hermana tuvo un paro cardiaco al verlo hace–

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Las palabras de Elvira hacían pensar demasiadas cosas, era como si las preguntas se fueran solucionando con fragmentos de lo que decía Elvira.

–muchas gracias por su ayuda, fue de mucha utilidad– dijo rápidamente Katherine y se aproximó a la puerta.

–de nada, si necesitan algo más me pueden decir– sonrió Elvira

–Claro, gracias por su ayuda– dijo Elizabeth a la vez que salía y cerraba la puerta

Katherine había ya recorrido media trayectoria del pasillo hacia el elevador, Elizabeth corrió para alcanzarla. Llegaron pronto al apartamento y Katherine llamo de inmediato a Andrés.

–Elizabeth, tu hermano, Sebastián ¿aún es cura? –

–por supuesto, ¿Por qué? –

–llámalo y dile que venga urgente–

Katherine se encerró en su habitación y comenzaron sus ataques. Elizabeth llamó a Andrés para ver que había encontrado en el historial criminal de la casa. Andrés le comento que la casa estaba sin antecedentes criminales pero que un hombre de unos 65 años que sufría paranoia reconocido como Eduardo Mendoza se había suicidado con un tiro de escopeta en la casa.

Katherine dejo caer el teléfono, había recordado que la leyenda de Dacker faltaba una parte del cristal por donde entro el alma, Se acordó que el cristal que se había roto aquella noche cuando el intruso empujo a Katherine le faltaba un pedazo de la esquina superior derecha.

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Desenlace

Elizabeth llamó a su hermano mayor Sebastián, él se había evocado su vida hacia el sacerdocio, siempre había estado asignado a las parroquias de la ciudad de Medellín. Quedaron en verse en la noche en apartamento de Katherine.

Durante la tarde, Katherine se quedó en su cuarto encerrada, Elizabeth intentó varias veces entrar a la habitación pero no pudo. Parecía que Katherine estaba sufriendo una tortura inimaginable, sollozos y una voz que no podía provenir de la garganta de Katherine se escuchaba al interior de la habitación.

En la tarde Andrés llego, había terminado sus clases en la universidad y llego con una carpeta de cartón bajo el hombro. Eran las fotocopias de los documentos de la fiscalía. Había ocurrido no hace mucho tiempo, solo un par de meses antes de la mudanza de Katherine y sus compañeros. Allí Vivian Eduardo Mendoza y Eleonor Chavería. En un viaje a panamá en el 2009 se había perdido en la selva panameña durante un paseo, sufría esquizofrenia paranoide y estuvo hasta junio de 2010 extraviado.

Su mujer lo busco mucho en panamá, pidió prestado dinero para costear la estadía allí mientras encontrar a Eduardo. Pero pronto el dinero escaseo y volvió a Colombia aguardando las esperanzas de que volviera.

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En octubre, alguien tocó a la puerta, a la que Eleonor atendió. Era Eduardo demacrado, parecía muerto, salido del mismísimo infierno, ella no pudo con el momento y un paro cardiaco la mando al otro mundo. Mientras que Eduardo deambulo por la casa un par de horas, como si quisiere encontrar algo oculto en la casa. Hasta que lo encontró. La escopeta que guardaba la ya fallecida Eleonor bajo su cama para protegerse de cualquier ladrón.

Tomó una navaja y la escopeta y entro al baño, su paranoia lo llevaba a este punto, se cortó un talón que de inmediato sangro y con aquel liquido en la pared escribió la frase “los bebes lloran por que vuelven a este manicomio”, luego entro a la cabina y de un tiro certero se voló la sien. La bala traspasó su cráneo. Y la bala rompió la esquina superior derecha. La policía encontró ambos cuerpos al día siguiente ya que, el entonces administrador había encontrado la puerta principal del apartamento abierta y a pocos pasos el cadáver de Eleonor.

Hubieron varias investigaciones, pero la autopsia de Eduardo no fue muy concisa ya que el cerebro no estaba integro para su estudio. El edificio pago la limpieza total del apartamento y a un sacerdote para que lo bendijera, pero nunca cambiaron el cristal ni nada dentro del baño, absolutamente nada. Al mes exacto llegaron los nuevos inquilinos.

Las descripciones que daba el documento eran concisas, despejaban muchas dudas de Elizabeth y Andrés que leyeron completamente el documento.

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Decidieron no sacar o al menos intentarlo, a Elizabeth de su cuarto mientras que llegaba el hermano de Elizabeth

Pasaron las horas, Andrés y Katherine esperaban sentados en la sala que llegara Sebastián. No hablaban mucho, y el silencio se rompía con los desgarradores sollozos que se escuchaban en la habitación. Alguien toco a la puerta, Sebastián había llegado a las seis de la tarde pasadas. Elizabeth y Sebastián se abrazaron durante un largo tiempo, no se habían visto hace mucho. Hablaron un poco y luego le pusieron al tanto de la situación.

–Necesito que veas a mi amiga– dijo preocupada Elizabeth –tuvo un accidente este mes y pensamos que puede estar… poseída–

–Bueno, primero debo verla, pero necesito, en caso de que ocurra algo una silla a donde podamos amarrarla– dijo Sebastián con una voz seria.

Ya Elizabeth le había contado algo por teléfono a Sebastián, por lo que él había traído algunos implementos como un crucifijo, una camándula, agua bendita y aceite. Sebastián fue a la habitación y con la llave abrió fácilmente la puerta.

Katherine estaba sentada con su espalda apoyada en el final de la cama. Se veía demacrada. Había tirado algunas cosas al suero y su mirada estaba perdida. Los ojos de Katherine se fijaron en Sebastián de inmediato al entrar el en el recinto.

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Sebastián presintió que algo no andaba bien. Con ayuda de Andrés la pusieron en la silla y la sujetaron firme. Solo la bendecirían, si hubiere algo anormal en ella se manifestaría y allí comenzarían el proceso regular.

Comenzaron pronto, y parecía que Katherine se opusiera, sus ojos seguían perdidos pero sus labios se movían como si quisieran morder algo, sus manos estaban tensionadas y sus pies intentaban soltarse, rugidos salían de su interior, las luces comenzaron a apagarse y los cristales se apagaron. Sin embargo continuaron la bendición, Katherine rompió una de las telas que le sujetaban la mano al brazo de la silla, y los vidrios de la sala se comenzaron a fracturar. El ambiente era muy pesado. Elizabeth pensó en salir corriendo pero su interior le decía que no, no permitiría que el temor la alejara de su amiga.

Los vidrios se rompieron cono en el club, miles de pedazos caían sobre en suelo, intentando atacar al sacerdote y sus acompañantes hasta a la misma Katherine. Los vidrios desgarraron las prendas de los que se encontraban al alcance del cristal.

Sebastián tomó el recipiente donde trasportaba el agua bendita, deposito algo en su mano y comenzó a lanzárselo a Katherine, ella parecía como si se quemara. Su espalda comenzó a sangrar. Los gritos aumentaban el volumen a la par de que Sebastián alzaba la voz expulsando al intruso y bendiciendo al cuerpo de Katherine.

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Algo sonó cuando golpeo la pared y dejo una pequeña mancha roja, en el piso se veía una esquirla y luego otra y otra, el sonido y las manchas en la pared aumentaron, como si el cuerpo de Katherine estuviere escupiendo, salieron esquirlas de su espalda a la par de que el agua bendita resbalaba por la espalda de Katherine. De un momento a otro salieron todas, que salpicaron la pared y formaron en el suelo una circunferencia con el cristal que había salido de su cuerpo. El cristal era negro completamente, el sacerdote le lanzo agua bendita y este se fundió en una esfera compacta que Andrés tomo y destruyó.

Katherine había quedado exhausta por lo que la acostaron de nuevo en su cama después de hacerle una sanación en su espalda.

–Muchas gracias por tu ayuda– Elizabeth despidiéndose de Sebastián

–Al menos ahora estará bien tu amiga– Sebastián tenía una cara de satisfacción.

–de todas formas gracias por lo que hiciste– le dijo Elizabeth a Sebastián en un abrazo de despedida.

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El Cuerpo de las Dos Almas

Ahora todos dormían en el apartamento, el ruido del viento entrando por las ventanas rotas era lo único que se escuchaba, eso de que alguien se levantaba de su cama.

Katherine, encendió su lámpara y en un cuaderno escribió algo. Se levantó y salió del apartamento en pijama, camino y camino hasta que llego al cementerio donde descansaban los restos mortales de Eduardo y Eleonor, deambulo por el lugar intentando encontrar las tumbas de ellos. Llevaba consigo un mensaje que había escribido en su habitación y una piedra grande en la otra mano que había tomado del campo santo.

Pronto encontró lo que estaba buscando, las tubas de Eduardo y de Eleonor. Se arrodillo frente la tumba de Eleonor y beso la tierra donde ahora descansaba. Su mirada estaba perdida. No miraba a ningún lado, su piel fría y ahora algo dura, su cara no mostraba ningún sentimiento.

Espero un momento arrodillada sobre aquella fría tierra y el olor indescriptible de los muertos en un cementerio. Pasado algún tiempo se arrastró hasta la tumba de la derecha, la tumba de Eduardo. Tomo la roca. Tenía una punta afilada, y comenzó a poner aquel mensaje en la lápida. Las letras escritas parecían más un garabato que letras de una joven universitaria, estaban repujadas y decía.

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“Si, se lo que hice aquella noche, creo que había sufrido mi cuerpo lo suficiente y decidí terminar con mi vida, no digo que fue mi principal motivo suicidarme. No. Quería reencontrar a mi mujer, a la luz de mi vida, pero parece que yo y mi enfermedad la matamos. Quien lea esto debe pensar que mi segundo cuerpo estaba loco. Que esto no puede existir, pero contra su pensamiento, aseguro que lo que hice no fue egoísta, mi alma sujetas a esquirlas incrustadas en una joven, eran imposibles de extraerlas. Libere mi alma y la de aquella infortunada mujer, sabía que este tormento no terminaría hasta que el cuerpo dador no padeciere. Aquí yace entre la hierba y mi amor, un cuerpo con dos almas.”

Al terminar de incrustar el mensaje en la lápida. Tomó la piedra y se la lanzo a su cabeza fracturándole el cráneo en pocos minutos moriría por muerte cerebral o se desangraría. Lo único certero era que no vería de nuevo la luz del sol entrando por su ventana. Que no volvería a charlar con sus amigos, que su corazón frenaría y no volvería a latir.

Su cuerpo callo sobre la hierba, su respiración era irregular y pronto se acabaría, la sangre que salía de su cabeza recorría la hierba y su piel perdió color, sus manos se pusieron frías y tiesas, la vida había acabado allí. Un reflector iluminaba aquella zona y se veía un pequeño resplandor. Era una esquirla, era un cristal. Se había consumado el deseo de los Cristales rotos.

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Índice

Cristales Rotos .......................................................... 9

Algo no está Bien .................................................... 20

Manifestación .......................................................... 25

La Leyenda de Dacker ............................................ 32

La Maestra .............................................................. 36

Noctívago Accidente ............................................... 49

El Nombre del Deseo .............................................. 56

Desenlace ............................................................... 61

El Cuerpo de las Dos Almas ................................... 66

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El Deseo de Los Cristales Rotos©

Autor: Andrés M. Choachí