El Debate de Las Ideas

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    MARTIN ESCOBEDO DELGADO

    El debate de las ideas . Prcpaga11da poltica e}1la Nueva Espai)a

    1792~1814

  • EL DEBATE DE LAS IDEAS. PROPAGA DA POLTICA E LA UEVA ESPA- A,

    1792-1 14

  • Edicin y diseiio: Juan Jos Macas

    1 a. Edicin, 2008

    Martn Escobedo Delgado Universidad Autnoma de Zacatecas

    Primera Edicin 2008 ISBN: 968-9099-12-4

    Programa Editorial, UAZ Pasaje Comercial Local 15

    Avenida Allende s/n Zacatecas, Zacatecas

    Telfono: (0 1 492) 92 213 79

  • Martn Escobedo Delgado

    ~~ debate de las ideas PrcpagaQda poltica e11 la Nueva tspa)a,

    17S21814

  • A Carmen Castaeda y Silvia de los ngeles Prez Mireles

    in memoriam

  • SIGLAS

    AGI AGN AHESLP

    AHEZ

    AHMS

    BCEEA

    BNLB

    Archivo General de Indias, Sevilla, Espaa. Archivo General de la acin, Mx ico, D. F. Archivo Histrico del Estado de San Luis Potos, San Luis Potos, S. L. P. Archivo Histrico del Esrado de Zacatecas, Guadalupe, Zac. Archivo Histrico del Municipio de Sombrerete,

    Sombrerete, Zac. Biblioteca de Colecciones Especiale Elas Amador, Zacatecas, Zac. Biblioteca Nettie Lee Benson, Austin , Texas, E. U.

  • AGRADECIMIE TOS

    Es muy grato para m, reconocer el invaluable apoyo de diversas personas e insriwc iones que han conrribuido, de disrintos modos. para que esre rexto salga a la luz. A l Doctorado en Historia Colo-nial de la Univer idad Aurnoma de Zacarecas, le debo la incu-bacin de la idea, que culmin con la rcsis doctoral que hoy le da forma a esre libro. De ral modo agradezco: A la asesora experra de los Doctores Francisco Ga rca Gonzlez, Jos Enciso Conrreras, Thomas Hillerkuss Finn, Mara Jos Sn-chez Usn, Julio Rodrguez Anido, Anuro Burciaga Campos y Marcelino Cue ra Alonso, pues la invesrigacin avan: por cana-les imrincados, pe ro lleg a buen pue rto. Al programa doctoral, donde enconrr una frucrfera inrerlocucin enrre mis condiscpulos, misma que conrribuy a la culminacin del rrabajo. Por ello, rambin, a las arinadas observaciones de la Dra. Gloria Trujillo, Almudena Orriz, Tere Pescador, Raquel Ciceley To-ribio, Jos Luis Acevedo, Armando Talamanres y Roberro Ba lrazar. A la Maesrra en Ciencias de la Educacin de la misma Casa de Esrudios, donde enconrr un espacio acadmico propicio para la reflexin y la inve rigacin. Por ral morivo, agradezco la calurosa hospiralidad que me ha brindado el Dr. Marco Anronio Salas y su esrupendo equipo de rrabajo. Al Cenrro de Acrua lizacin del Magisrerio, por la solidaridad . En especial a Honorio Jimnez por el dilogo y su inconmensu rable apoyo; a Samuel Muoz, Rosalba Ruiz y Aurora lvarez por su grarificanre presencia. Mi grarirud es muy grande con el Mrro. Manuel Gonzlez, Cronisra de la ciudad de Zacarecas, y con el Direcror del Insriru to Zacareca-no de Culrura, Mrro. David Eduardo Rivera Sali nas. Ellos, con su inquebranrable y decidida conrribucin, marerializaron el a:1 helo de ver impreso esre marerial. Asimismo, debo agradecer al Lic. Jaime Jurez Jasso, Delegado Es-rara! en Zaca recas del lnsriru to Federal Electoral, su amabilidad e inrers porque el esrudio, que enrronca direcramenre con el rema polrico electoral, fuera publicado. Del mismo modo reconozco el firme respaldo que siempre he enconrrado en el Dr. Francisco

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  • Javier Domnguez Caray, Rector de la Unive rsidad Autnoma de

    Zacatecas. Su apoyo fue determinante en la cu lminacin de l traba-

    jo y en su publicacin. A Mariana Tern le debo el gusto por el ofic io de historiar y por la temtica que ha guiado mis afanes investigativos. En gran me-dida, tambin se debe a ella, que este trabajo haya concluido sa -tisfactoriamente: mi incorporacin al proyecta CO A YT De las Intendencias a la Federacin. Zacatccas I 780- 19 1 O, se concre t gra-cias a su invitacin. El proyecto posibilit e l financiamiento para

    que pudiera realizar varias estancias de investigacin en archivos

    nacionales e internacionales, experiencia que me permiti com-

    plementar el estudio. En las actividades propias del proyecto tuve

    la fortuna de interactuar con Ren Amaro, dgar Hurtado, Eduar-do Cardoso, Marco Antonio Flores, Jaime E. Rodrguez, Marcelo

    Ca rmagnani y Alicia Hernndez Chvez, a quienes les guardo una

    enorme gratitud por todo lo que me ensearon . La Dra. Carmen Castaeda brind un amplio auxilio a darle senti-do al trabajo con las valiosas y esclarecedoras sugerencias que hizo a la versin de tesis; Jel mismo modo, las observaciones de la Dra. Alicia Bazarte fueron importantes para la conclusin del texto de-finitivo. A las dos les reitero mi agradecimiento. Especial mencin merecen el Dr. Marcelino Cuesta, que orient

    la investigacin con comenta rios pertinentes e indicaciones ace r-

    tadas. Su generosidad, sin lmite, coadyuv para que el resultado

    de la asesora llegara feliz trmino. En el mismo sentido, guardo un

    profundo respeto por Luis Felipe Jimnez, quien ha sido mi maes tro

    en la academia y en la vida. Mis amigos no podan quedar fuera de este inventa rio de gratitu-

    des. De Juan Jos Macas, a quien se le debe la lectura fluida de este texto, valoro su consideracin. De Sigifredo Esquive!, Rodolfo Ba-

    rraza, Leonel Rodrguez, Gustavo Villalpando, Rosendo Vzquez y

    Jos Luis Acevedo, su des interesado apoyo y su estimable presencia. Y si de presencia hablamos, agradezco la entraable compaa de mi familia: de mis padres, Roberto y Francisca; hermanos: Roberto, Mara lmelda, Francisco Javier, lrma Esthela y Alejandro; pero sobre todo, tengo que agradecer el inmenso amor y el incondicional afecto,

    en todo momento, de mi esposa Martina y de mis hijos Juan Martn y Florecita. A ellos les dedico todo mi amor y mi esfuerzo cotidiano.

    lO

  • PRE E TACI

    Los procesos electorales, hoy, se caracteri:an or u complejidad. Partidos po-lticos, candidatos, electores; tecnologas de la infom1acin y comunicacin; organismos, empresas y gobiernos, conforman un galimatas difcil de compren-der. La vorgine y la intensidad en las que e desarrollan las elecciones y roJo w conejo de discursos, enfrentamientos, concepciones y prcticas, sugieren que, en medio del torbe llino, se haga un alto con el fin de elaborar un balance sobre el rumbo que est tomando nuestra democracia y, con ello, reforzar o reorientar el derrotero a seguir. Este libro que el lector tiene en sus manos, representa un esfuerzo por diluci-dar las races de la propaganda poltica en Mxico, aspecto trascendental en el interjuego democrtico contemporneo. De cara a la celebracin del bicente-nario del inicio de la Independencia en nue tro pas, una temtica tan novedosa resu lta pertinente, debido a que la arista Je la propaganda poltica contribuir a conocer con ms amplitud nuestro proceso emancipador, al tiempo que ayudar a entender nuestro presente y a proyectar algunos escenarios futuros. La virtudes de este libro saltan a la vista: su confeccin, a lo largo de cinco aos, da muestra de un texto legible; de un trabajo intenso en archivos locales, nacionales e internacionales; de una acuciosa revisin de libros y revistas; de un dilogo fecundo entre el autor y diver;os humanistas; de una interpreta-cin lcida de los documentos; de un amplio dominio de temas relacionado con la poltica. En fin, este material representa un valioso aporte que ayuda a comprender ms y mejor el pasado y el presente de Mxico y de Zacatecas. En este tenor, su lectura es recomendable no slo para el historiador o el que se dedica al estudio de temas electorales, sino para un pblico ms amplio que pretenda sumergirse en los vericuetos del proce o independentista y quiera co-nocer las vicisitudes que vi\' ieron los actores de tan intrincada y spera lucha. Por ello es que el Instituto Federal Electoral se complace en presentar este libro, coeditado adems por el Instituto Zacatecano de Cu ltura y la Universidad Au-tnoma de Zacatecas . Las instituciones involucradas en la empresa editorial e congratulan por acar a la luz pblica este e plndido material que contribuye al conocimiento de nuestras races y de nuestro acontecer cotidiano.

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    LiC. ]AIME ] UREZ ] ASSO Delegado del !FE en Zacateca

  • PRLOGO

    L quince de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo lanz una proclama en el pueblo de Dolores que en la historiografa se ~conside ra como el inicio del proceso de independencia. Pero

    esa misma historiografa es bien consciente que los hechos histricos, si bien son tomados como referencia para situar en el tiempo el inicio de un cambio, en realidad eso hechos tienen causas que los preceden y explican, al tiempo que constitu yen la verdadera razn del cambio.

    Desde comienzos del siglo XX los historiadores se han preocupado por hacer un anlisis ms profundo de la historia, sin limitarse a ni-camente narrar de forma descriptiva los hechos del pasado, de ah que hoy en da se haga mayor hincapi en el porqu ms que en el cmo de los acontecimientos. Y es que cualquier acontecimiento de la historia sue le implicar un proceso ms o menos largo de preparacin ideolgica.

    ormalmente, toda sociedad acta de acuerdo a un sistema de ideas traducido en normas, regla o leyes. Esas ideas se basan en el principio de se r verdaderas, sea por tener un fundamento religioso, tico, o sim-plemente por considerarse necesarias y beneficiosas p

  • siderar el vnculo con Espaa como algo intocable, para luego aceptar como inevitable la ruptura del mismo.

    Con la llegada de los espaoles al Continente Americano, comenz el mestizaje, que no fue slo racial, sino tambin ideolgico. Los ame-rindios y espaoles debieron adaptar su manera de pensar, de sentir y de entender el mundo al tenor del encuentro entre las dos culturas. La fusin de ambos mundos dio origen a una nueva civilizacin: la hispa-noamericana, que presenta peculiaridades propias en cada territorio. Durante dos siglo y medio nadie se cuestion ese carcter hispano en el Nuevo Mundo, hasta que la ilustracin, acompaada de las reformas borbnicas, dio inicio a una nueva forma de entender las relaciones entre la metrpoli y las colonias. Los hispanoamericanos, que durante dos siglos y medio se haban sentido espaoles, poco a poco vieron en las imposiciones de Espaa una carga difcil de soportar. Los nuevos tributos y cargas fiscales, unidas a la propaganda contraria a stos gra-vmenes fiscales, transformaron a la metrpoli, a los ojos de los mexi-canos, de madre patria a nacin dominadora y extranjera. Afectados en sus intereses econmicos, y trastocados sus ideales, los mexicanos comenzaron por considerar al pas ibrico como potencia usurpadora de sus derechos legtimos e inalienables.

    Fue en el aspecto cultural, como bien dice Martn Escobedo Delga-do, donde se empieza a apreciar el cambio de mentalidad. Desde el si-glo XVIII, intelectuales como Antonio Bermdez y Manuel Bocanegra, Cayetano de Cabrera y Quintero, los doctores Jos de Mercado, Juan Gregario de Campos y Martnez, el padre Julin Gutirrez Dvila, Juan Jos Eguiara y Francisco Javier Clavijero, tomaron la pluma en defensa de las capacidades intelectuales de los americanos, frente a las crticas de otros autores europeos, quienes ponan en entredicho las cualidades de los americanos. Al defender lo americano comenzaron a diferenciar la identidad de los habitantes de este continente y, por tanto, a distan-ciarlos de los europeos.

    Estos factores, junto con otros muchos, nos pueden ayudar a enten-der cmo fue evolucionando la manera de pensar de los mexicanos, y su modo de ir aceptando los cambios necesarios que desembocaran en la emancipacin, sobre todo teniendo en cuenta que, para lograr sta, se deba pasar por el trauma de un enfrentamiento blico. Sin ese proceso ideolgico habra sido muy difcil que la poblacin hubiese seguido a los hroes de la independencia, y que la independencia hubiese triunfado.

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  • En este sentido, el libro re ulta especialmente ilustrativo para entender la transformacin de los ideales en la Nueva Espaa de finales del siglo XVIII y principios del XIX . El trabajo del Dr. Escobedo analiza la impor-tancia de los fo lletos, pasquines y peridicos en la difusin de las ideas insurgentes y contrainsurgentes. A travs de ello la poblacin zaca-tecana se fue mentalizando, aceptando los cambios que avecindaban. Como seala el autor, lo novohispanos que durante siglos e haban preocupado nicamente por cuestiones sociales, ec nmicas, religiosas y, en menor medida, por las cuestiones polticas, reorientaron sus gustos e inters por la lectura, la escritura y el dilogo, obre el origen de la so -berana, los sistemas de gobierno, la elaboracin de las leyes y las cons-tituciones, el equilibrio entre los tres podere , la funciones del E tado y de la Iglesia o la representacin del pueblo, entre otra muchas cosas.

    Martn Escobedo nos explica que los mtodos propagandsticos uti-lizados para concienciar al pueblo, no se diferenciaban mucho de los usados para exaltar al monarca y a la Corona espaola. En ese aspecto la ilustracin haba brindado a la metrpoli una serie de instrumentos propagandsticos, venidos a reforzar el papel de la Iglesia como medio difusor de la ideas absolutistas en el continente americano. As el ser-mn junto con el pasqun, el folleto y el peridico, difundidos en una sociedad que se presuma muy culta, contribuyeron a de arrollar lo que hoy conocemos como opinin pblica, no otra cosa que el modo de pensar diseado por unos pocos idelogos. stos repiten una serie de ideas a travs de los diversos medios de difusin, ha ta que la gente comn termina aceptando y asumiendo dichas idea como ve rdades inmutables. Esos mismos instrumentos fueron de pus utilizados por in-dependentistas y realista , quienes lgicamente buscaron ganar adeptos hacia sus fil as . Tal sistema, que hoy en da nos resulta tan familiar, co-menz a desarrollarse precisamente en esta poca, de ah la importan-cia del estudio del Dr. Escobedo, pues a travs de sus pginas se puede comprender cmo se inici el proceso de mentalizacin ideolgico y poltico en territorio mexicano; quines fueron los autores del sistema poltico, y cules fueron su mtodos a la hora de difundir e imponer sus forma de pensar.

    Es muy notable, por ejemplo, el anlisis que nos ofrece su autor, de cmo a raz de la invasin espaola por parte de las fuerzas napole-nicas, los mexicanos, mos traron u rechazo hacia lo que consideraron una afrenta al orgullo hispano, al tiempo que se adheran a la figura

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  • del depuesto rey Fernando VII. Y de cmo de la repulsa a la ocupacin francesa de la Pennsula Ibrica, se pas al repudio de la dominacin espaola y a la aceptacin de las proclamas independentistas.

    Bien es cierto que el proceso emancipador en la antigua intenden-cia zacatecana no se vivi con la misma intensidad que en otros terri-torios de Mxico; sin embargo, la difusin de las ideas y los debates propagandsticos se vivieron con la misma pasin que en el resto de la futura nacin. As, el discurso y la misma terminologa insurgente fue elaborndose, desarrollndose y consolidndose en Zacatecas, del mis-mo modo que en el resto del pas, gracias a que los lderes polticos de esta tierra contaban con numerosos recursos econmicos para dar una amplia difusin a sus ideas, dependientes de la minera.

    La participacin en dichos debates de los personajes ms destacados de la sociedad zacatecana, tuvo adems como consecuencia la creacin y consolidacin de la nacin mexicana. Y aunque no se pueda hablar de una escuela poltica zacatecana, no cabe duda que la aparicin de polticos como Francisco Garca Salinas, no se podra entender sin el ambiente ideolgico en el que se formaron.

    Por todo ello, es oportuno indicar que este libro: El debate de las ideas. Propaganda poltica en la Nueva Espaa, 1792-1 814, constituye una lectura obligada para quien quiera adentrarse ms en el conocimiento de este fenmeno social, articulado a travs del discurso persuasivo de la propaganda poltica, en su carcter emancipador.

    MARCELINO C UESTA ALONSO

    Universidad Autnoma de Zacatecas

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  • INTRODUCCI

    Ie"I NO de los principales rasgos de la historiografa del siglo XIX '. _: fu e su aficin por la poltica. La narracin y descripcin de

    ,, ~ sucesos donde intervinieron grandes personajes que marca-ron el rumbo de las naciones, fueron una prioridad. Historiar el pasado equivala a consignar slo gestas de reyes. 1 o haba posibilidad de in-cluir en la explicacin histrica otros procesos y personajes. La histori a poltica tradicional se reserv el derecho de admitir en su relato nica-mente a los sujetos que se relacionaron de manera estrecha con el pode r.

    Con el advenimiento de la nouvelle histoire franca ise existi un cam-bio radical en el tratamiento de la historia poltica. Dar cuenta de lo realizado por grandes lderes comenz a verse mal. "El siglo XX no poda ver con buenos ojos las historias de pocos, las historias de negociacio-nes o decisiones tomadas en mesas de discusin, aunque sus efectos alcanzaron a millones de seres". ' En adelante, ya no se trat de historiar lo que hicieron o dejaron de hacer los protagonistas de ciertos acon-tecimientos polticos. Para el movimiento de los Annales la prioridad era problematizar y analizar otro tipo de relaciones y procesos donde estuvieran involucrados nuevos actores en circunstancias plurales. La historia poltica se vio satanizada; quienes siguieron practicndola fue-ron tachados de retrgradas.

    Tuvieron que pasar varias dcadas para que la historia poltica se re-valorizara. La introduccin de nuevas metodologas y preguntas ventila-ron el agotado campo por el que avanzaba. El renovado anlisis abarc otros actores polticos y sociales y otros proyectos antes ignorados . De la misma manera, la lucha se multiplic y se dese centralizar los proceso polticos desde una perspectiva "a ras de suelo".3

    [ 1] Cario Ginzburg, El queso )' los gusanos. El cosmos segn un molinero del siglo XVI, Mxico, Ocano, 1997, p. 15 .

    [2] lvaro Marure, "Historia poltica", en El historiador fren te a la historia . Corrienres historiogrficas actuales, Mxico, Unive rsidad Nacional Autnoma de MxicO, 1999, p. 75 .

    [3] Jaques Le Goff, "El proceso de anrropo1ogizacinde la historia", en Carlos Barros (co-ord. ) ,Historiaadebate, SantiagodeCompostela, Universidadde la Corua, 1995,p. 35.

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  • 18 Martn E,cobeJ o Delgado

    El presente trabajo investigativo se inscribe en dicha corriente no-vedosa cuyo eje central es explorar la evolucin de la propaganda po-ltica vivida en la ueva Espaa y en Zacarecas, hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

    La iglesia catlica acu el trmino propaganda en el ai'lo de 1622 cuando el Papa Gregario XV fund la Congregatio de Propaganda Fide que pretenda vigorizar la "verdadera fe" y, al mismo tiempo, frenar el avance del protestantismo. El doble propsito marc su desarrollo ul -terior; pues defender y atacar se convirtieron en verbos recurrentes en las prcticas evangelizadoras realizadas en distintos puntos del orbe. La propaganda fungi como un poderoso instrumento de penetracin ideolgica para la Iglesia que amold las conciencias de los individuos.

    En el Siglo de las Luces, el concepto propaganda se traslad de la religin a la poltica. Los ilustrados se percataron de que con las ideas se podan hacer cosas, por lo que trataron de difundirlas en medios escri tos con el objeto de promover transformaciones sociales. La potencia de la palabra escrita se tradujo en el cambio paulatino de pensamientos, emo -ciones y comportamientos. Los individuos que impulsaron dichos cam-bios fueron contagiados por esas ideas que circul aban en papel y empren-dieron una revolucin poltica sin precedentes en el mundo occidenta l. 4

    En la centuria decimonnica la propaganda era la accin o efecto de dar a conocer una doctrina con el objeto de atraer partidarios a una causa y, de paso, denostar al bando enemigo.5 De esta manera, los textos -impresos y manuscritos- que circularon con estos fines, formaron parte del embate ideolgico que aneg la parcela del mundo hispni-co durante la crisis imperial. La propaganda poltica desempe un rol

    funda~ental en el difcil trance que condujo a los reinos americanos a convertirse en naciones independientes.

    [ 41 Sobre los cambios que promueve la lectura en los individuos, vanse Roger C har-tier, Lecuras y lecwres de la Francia del Amigtta Rgimen , Mxico, Institu to de Inves-tigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora, 1987. "Las prcticas de lo escrito", en Hiswna de la vida privada. El cambio en la sociedad del siglo XVI a la sociedad del siglo XVll/ , t. V, Buenos A ires, Taurus, 1990. Cuhura escriw, /ieraura e hiswria . Com ersaciones con Roger Chanier, Mxico, F E, 1999. Guglielmo Ca vallo y Roger C hartie r (co-ords.) , Hiswria de la lecura en el mundo occidemal, Madrid, Taurus, 200 l. Roben Darn ton, La gran ma[anza de gaws )' oros episodios en la hiswria culwrul francesa , Mxico, FC E, 1987. Edicin y subversin. Ueraw ra clandesina en el Amiguo Rgi-men, Mxico, Turner-FCE, 2003.

    [5] Diccionario de la Lengua Case/lana, t. IV, Madrid , Imprenta de la Real Academia de la Lengua Espai'tola, 1734, p. 357.

  • El Jebare de las ideas . Propaganda poluca en /a 'ueva EspaLI, 1792-1 814 19

    Si en la mutacin poltica, experimentada en el lapso al udido, la propaganda fue crucial, entonces ldnde se origin el uso poltico de la propaganda en su acepcin moderna?, iqu ines participaron en la difusin de ideas polticas?, iqu medios se utilizaron para divulgar la propaganda ?, icmo circularon las ideas polticas?, iqu es trategias em-plearon los bandos en disputa para salir avantes de la confron tacin propagandstica? , icu l fue el impacto que produjo la propaganda po-ltica en la sociedad novohispana y concretamente en la zacatecana?

    Interrogante~ con base en la evolucin de la propaganda poltica, en el mundo hispnico, que habr que explicar.

    Dos momentos sirven de coyuntura para ubicar temporalmente nues-tro estudio que inicia en 1792, ao en que se intensific la propaganda de la Revolucin Francesa en tierras americanas. A partir de entonces, la propaganda poltica comenz a fortalecerse en Hispanoamrica has -ta llegar a constituirse en un elemento fundamental que contribuy, en gran medtda, al proceso emancipador del nuevo continente. Hacia 18 14, y luego de pasar por diversas vicisi tudes, la propaganda poltica sufri un sesgo: la llegada de Fernando VII como rey absolu to de la monarqua espaola signific un aletargamiento de los esfuerzos propa-gandsticos por parte de los grupos disidentes. La propaganda moderna necesitaba la confrontacin de por los menos dos partidos antagnicos para tener una razn de ser. Al reinstalarse la monarqua absoluta en Espaa, el enfrentamiento sigu i otros derrote ros.

    Al presente trabajo le interesa mos trar el carcter crucial de estos veintids aos en la histori a de Hispanoamrica y, de manera particular, en la intendencia de Zacatecas, pues sin comprender lo que sucedi duran te la etapa final de la colonia en el mbito de las ideas polticas, ser difcil entender la conformacin de Mxico como Estado-nacin independiente.

    El estudio sostiene que en el mundo hispnico se gener un mo-vimien to poltico de grandes dimensiones que tom a la propaganda poltica como punta de lanza en la difusin de ideas revolucionarias. El uso deliberado de los medios, por parte de letrados militantes en bandos contrarios, convirti a toda Hispanoamrica en un campo de lucha donde se enfrentaron varios proyectos polticos que dieron forma a nuevas realidades. Para el caso de Zacatecas, la premisa es que esta sociedad de provincia teji redes comunicativas que aseguraron la difu-sin de la propaganda poltica entre casi todos los sectores de la inten-

  • 20 Martn Escobedo Delgado

    ciencia. La propaganda difundi el debate de las ideas sobre la validez de la monarqua, la libertad, los derechos y deberes de los individuos, la independencia, la justicia, la igualdad ante la ley, entre otras. Dichos planteamientos fueron conocidos y discutidos por la mayora de los ha-bitantes del territorio zacatecano. La propaganda proporcion un baga-je de conceptos, prcticas, rituales y smbolos polticos nuevos a la ma-yora de la poblacin; asimismo, la agudeza de la poltica incit pasione que se materializaron en encarnizadas disputas donde participaron, en diferente medida, los sectores que conformaron la sociedad zacatecana.

    La supuesta peculiaridad de Zacatecas no se alcanza a apreciar con nitidez debido a que los procesos polticos desarrollados en el lapso en cuestin, fueron muy similares en toda la ueva E paa. El carcter liberal que, segn Elas Amador6 y Miguel Othn de Mendizbal. ' ha distinguido a la geografa zacatecana, no es tan marcado como se cree. La intendencia ampar a individuos con distinta filiacin poltica. Por tal motivo, los partidarios del rgimen -agrupados en el norte- . pro -pagaron ideas proclives a la monarqua absoluta. En contraparte, el ur de Zacatecas apoy de diversas maneras la disidencia, entre las que se cuenta la difusin de noticias sesgadas en favor del cambio poltico-social. As, la sociedad zacatecana se fractur en dos partidos luchando por el poder poltico de la intendencia. La singularidad de Zacatecas reside en la constitucin de un grupo liberal, formado gracias a la circu-lacin de ideas polticas de vanguardia, a travs de distintos materiales escritos. El carcter letrado de esta plyade liberal deline, aos ms tarde, la posicin del Estado de Zacatecas y su preponderancia en el concierto de la nacin.

    En diferentes puntos localizados a lo largo y ancho de la intenden-cia de Zacatecas, la propaganda promovi nuevas prcticas polticas y cvicas que convivieron con algunos resabios del Antiguo Rgimen. En la capital se present con ms intensidad dicho fenmeno; sin em-bargo, en el periodo en que se investiga, no se configur por completo una nueva etapa, sino que se gener una transicin que culminara ms ade lante con la consolidacin del ideario liberal.

    [6 1 Elas Amador, Bosquejo histrico de Zacatecas , desde los tiempos remotos hasta el ao de 18 10, t. 1, Facsmil de la primer reimpresin de 1943, Zacatecas, Partido Re,o-lucionario Institucional, 1982.

    171 Miguel Othn de Mendi:ba l. Compendio histnco de Zacatecas. Zacatecas, Partido Re volucionario Institucional. 1992.

  • El debate de 1m 1deas. Propaganda poluca en la Nueta Espaa, 1792- 1 14 21

    Pese a que la historiografa contempornea ha priorizado el trata-mien to de temas polticos , el rubro de la propaganda poco se ha estu-diado. En el plano local no existen investigaciones. Los autores que han elaborado distintos estudios de carcter general sobre la historia de Zacatecas, han puesto poca atencin en el tema. Slo algunos de ellos como Elas Amador, Cuauhtmoc Esparza y Jess Flores Olague,6 tocan de soslayo la propaganda poltica, el resto la deja de lado.9

    Algunos trabajos, que sin tener como centro a la propaganda pe ro que la abordan en regular medida, son aquellos que estudian -para el caso de Zacatecas- algunas de las facetas de la historia del libro, la lec-tura y la escritura; no obstante, el anlisis discurre en otro sentido, por lo que el tema que nos interesa es tocado de manera subsidiaria. 1c

    Quien se ha encargado de investigar sobre la prensa zacatecana del siglo XIX es Marco Antonio Flores Zavala. Tomando como punto de partida al grupo masn, 11 el autor de diversos ensayos histricos anal iza la prensa y su funcin en el proceso poltico de la Entidad. En relacin con el tema que aqu interesa, destacan sus estudios sobre los primeros

    1 1 Elhs Amador, op cii. I982. Cuauhtmoc Espar:a Snchc:, Zacateca.s , suelo meuil!co bajo 1m nopaleras, Edicin experimental, Mxico, ecreta ra de Educacin Pt,blica, 1982. Jess Flores O lague (coord.), Glosa histrica de Zacatecas, Edicin en Disco Compacto, Colima, Universidad de Colima, 2002.

    [9] Miguel Othn de Mendizbal, op. cit. 1992. Jos del Refugio Gasea, Timbres ~ laureles zacatecanvs, Zaca tecas, Imprenta econmica de Mariano R. de Esparza, 190 1.

    [101 Se rgio Eduardo Llamas, Los Impresos en el s1glo XVI de la Biblioteca Ellas Ama-dor de Zacatecas. M~testrc.l catalogrfica, Tesis Je Licenciarura en Humanidades-rea Histori a, Zaca tccas, Universidad Autnoma de Zacatecas, 1996. Mart n Escobedo, Vivir y escriblr. Algunas prcticas de la escritura en Zacacecas durante la primera mitad del siglo XVIII , Tesis de Maestra en Humanidades rea Histori a, Zaca tecas, Universidad Autnoma de Zacatecas, 2002a . "Textos y lecturas en Zaca tecas: una histori a de restricciones transgredidas y de libertades restringi-das", en Estudios de Historia Novohispana, Mxico, Universidad Nacional Aut-noma de Mxico, 2003b. Armando Gonzlc: , Miscelnea bibliogrfica zacatecana. Siglos XVI-XX , Zaca tecas , C rnica Municipal de Zacatecas, Serie Elas Amador, 2000a. A 450 w1os de la circulacin del libro en Zacatecas, Zaca tecas, Instituto Zaca tecano de Cultura "Ramn Lpe: Ve larde", 2000b. La biblioteca conventual del Colegio A postlico de Propaganda Fide de Nues tra Seara de Guadalupe, Zacate-cas , Zaca tecas, Institu to Zaca tecano de Culrura "Ramn Lpe: Velarde ", 2001. Mercedes de Vega, "Bibliografas bsicas y cohesin cultura l: la biblio teca del Colegio de Guadalupe en Zacatecas", en La independencia de Mxico y el proceso autonomista novohispano 1808- 1824, Mxico, 200 1.

    1111 Marco Antonio Flores, El grupo masn en la polrica zacatecana , 1880- 1914, Mxi-co, Unive rsidad Autnoma de Zacatecas, 2002.

  • 22 Martn Escobedo Delgado

    impresos y peridicos locales, 12 las redes sociales, prcticas de lectura y publicidad de la Zacatecas decimonnica.13 Las lneas por las que avan-zan las investigaciones de Flores Zavala, dieron pauta para iniciar con el actual trabajo, no obstante, el periodo que se aborda en ambos casos es distinto y, por ende, las circunstancias varan de manera considerable. En el mismo sentido se ubica el trabajo de Rosalina Ros que atiende la prensa y las asociaciones cvicas de Zacatecas en un periodo que va de 1824 a 1833. 14 Ros indaga lo reseado por la prensa en la poca, para dar cuenta del dinamismo de la sociedad civil y explicar la construccin de la ciudadana. La intencin de la aurora no reside en examinar la importancia de la propaganda poltica; sin embargo el ensayo propor-cion elementos para afirmar el dinamismo social en torno a las ideas que circulaban por escrito.

    El tema de la propaganda poltica ha sido atendido en el marco nacional en buena medida. Estudios como El despertador Americano. Primer peridico Insurgente ;15 El discurso de la nacin: el patriotismo novo-hispano en la propaganda realista durante el movimiento insurgente de Hi-dalgo; 16 La Independencia mexicana y la prensa insurgente, 17 La disputa por las conciencias. Los inicios de la prensa en Guadalajara, 1809- 1835, 18 dan a conocer los avatares de la propaganda poltica - lase prensa- en los albores del siglo XIX. Adems, la ltima investigacin ofrece una nueva fo rma de abordar la funcin de las publicaciones peridicas. Ce-

    [ 12] Marco Antonio Flores, "Los primeros impresos y peridicos de Zacatecas. Apunres para una historia de la prensa regional , 1824-1 835", en Vnwlo jurdico, num. 59, Zacatecas, Unive rsidad Autnoma de Zacatecas, 2004.

    [ 13 ] Marco Antonio Flores, "Leer y escribir en Zacatecas: redes socia les, prcticas de lectu ra y publicidad en la Sociedad patritica de Amigo ",en Genaro Zalpa y Ma-riana Tern (coords.) , La trama y la urdimbre. Ensayos de Historia cultural, Puebla , Unive rsidad Autnoma de Zacatecas, 2005.

    [14] Rosalina Ros , "Contencin del movimiento: prensa y asociaciones cvicas en Zacatecas, 1824-1833", en Historia Mexicana, nm . 205, Mxico, El Colegio de Mxico, 1998.

    [ 15] Carlos Fregoso Genis, El Despenador Americano. Primer peridico insurgence de Amrica, Guadalajara, Unive rsidad de Guadalajara, 200 1

    [ 16] Jos Antonio Serrano, El discurso de la nacin: el patriotismo novohispano en la pro-paganda realista durante el movimiento insurgente de Hidalgo, en http://www.ejournal. unam.mx/hisroria-novoehn14/EHN 0 1407.pdf, pgina consultada el 23 de mar:o de 2006.

    [ 17] Jos Mara Miguel y Vergs, La independencia mexicana y la prensa insurgente, Mxi-co, 1 EHRM, 1985.

    [ 18] Celia del Palacio, La disputa por las conciencias. Los inicios de la prensa en Guadala-jara, 1809- 1835, Guadalajara, Universidad Autnoma de Guadalajara, 200 l b.

  • El debare de las Ideas . Propaganda polrica en la Nueva Espaiw , 1792-1 14 23

    lia del Palacio e preocupa por analizar el urgimiento y desarrollo de la opinin pblica en tierras tapara , por lo que propone "un nuevo acer-camiento a la prensa de de el punto de vista de sus lectores y el impacto que puede tener sobre la sociedad que la crea [ . . .]''. 19 A decir de la autora, esta preocupacin fue impulsada por Carmen Castaeda quien, desde el occidente mexicano, ha bregado por desentraar los secretos de la historia de la ed ucacin, de la palabra escrita y de la prensa en lo periodo colonial e independiente. Con una amplia y sustanciosa biblio-grafa que la respalda, la autora se ocupa de tpicos como la imprenta, el libro, las escuelas de primeras letras, la lectura, la enseanza superior, los impresos y peridicos. La evolucin intelectual de Castaeda avanza hacia el anli i y la interpretacin de los procesos histricos en los que la lengua esc rita desempe un papel preponderante.Z0 Las investiga-ciones de Fregoso Genis, Jos Antonio errano, Jos Mara Miguel y Vergs y Celia del Palacio, proporcionaron a este trabajo investigativo un excelente marco para sopesar las rutas emprendida por dichos his-toriadores, valorar los resultados obtenidos y analizar las formas y los procedimientos en que se ha abordado el tema. La obra de Carmen Castaeda orient gran parte de la investigacin al suministrar elemen-tos que delinearon la ruta a seguir. Sin embargo, el autor que provey de informacin y herramientas conceptuale a este trabajo en mayor medida, fue sin duda Fran

  • 22 Martn Escobedo Delgado

    impresos y peridicos loca les, 1 ~ las redes sociales, prcticas de lectura y publicidad de la Zacatecas decimonnica. 13 La lnea por las que avan-zan las investigaciones de Flores Zavala, dieron pauta para iniciar con el actual trabajo, no obstante, el periodo que se aborda en ambos casos es distinto y, por ende, las circunstancias varan de manera considerable. En el mismo sentido se ubica el trabajo de Rosalina Ros que atiende la prensa y las asociaciones cvicas de Zacatecas en un pe riodo que va de 1824 a 1833. H Ros indaga lo reseado por la prensa en la poca, para dar cuenta del dinamismo de la ociedad civil y explicar la construccin de la ciudadana. La intencin de la autora no reside en examinar la importancia de la propaganda poltica; sin embargo el ensayo propor-cion elementos para afirmar el dinamismo social en tomo a las ideas que circulaban por escrito.

    El tema de la propaganda poltica ha sido atendido en el marco nacional en buena medida. Estudios como El despertador Americano. Primer peridico Insurgente;; El discurso de la nacin: el patriotismo novo-hispano en la propaganda realista durante el movimiento insurgente de Hi-dalgo; 16 La Independencia mexicana y la prensa insurgenre, 17 La disputa por las conciencias. Los inicios de la prensa en Guadalajara, 1809-1 835, 18 dan a conocer los avatares de la propaganda poltica - lase prensa- en los albores del siglo XIX. Adems, la ltima investigacin ofrece una nueva forma de abordar la funcin de las publicaciones peridicas. Ce-

    [ 121 Marco Antonio Flores, "Los primeros impresos y peridicos de Zacateca

  • El debate Je las 1deas. Propaganda poluca en Ul ueva Espaa , 1792-1 14

    lia del Palacio se preocupa por anali zar el surgimien to y desarrollo de opinin pblica en tierras tapara , por lo que propone "un nuevo acj camiento a la prensa desde el punto de vista de sus lectores y el impac que puede tener sobre la ociedad que la crea [ ... ] ". 19 A decir de autora, esta preocupacin fue impulsada por Carmen Castaeda quie desde el occidente mexicano, ha bregado por desentraar los secret de la historia de la educacin, de la palabra e crita y de la pren a en 1 periodos colonial e independiente. Con una amplia y sustanciosa bibli grafa que la respalda, la autora e ocupa de tpicos como la impren1 el libro, las escuelas de primeras letras, la lectura, la enseanza superi lo impresos y pe ridico . La evolucin intelectual de Cas taeda avan hacia el anlisis y la interpretacin de lo procesos histricos en los q la lengua e crita desempe un papel preponderante.w Las investig cione de Fregoso Genis, Jos Antonio Serrano, Jos Mara Miguel Verg y Celia del Palacio, proporcionaron a este trabajo inve tigati un excelente marco para sopesar las rutas emprendidas por dichos hi toriadores, valorar los resultados obtenidos y analizar las formas y 1 procedimientos en que se ha abordado el tema. La obra de Carmt Castaeda orient gran parte de la investigacin al u mini trar ele me to que delinearon la ruta a seguir. in embargo, el autor que prove de informacin y herramientas conceptuales a este trabajo en may medida, fue sin duda Fran;:ois Xavier Guerra. En algunos de sus escrit plantea la importancia de la cultura escrita en la modernidad polti de Mxico e Hispanoamrica.21 A partir de un cuidadoso anli is de 1, textos producidos en la crisis de la monarqua espaola, su circulacin

    [191 lbd., p. 16. [20) Carmen astaeda, La educacin en Gundalajara durante la colama, 1552-1 a:;

    Guadalajara, El Colegio de Jalisco-El Colegio de Mxico, 1984. Imprenta, 1mpreso y peridicos en Guadalajara, 1793- 1 1 1, Guadalajara, Museo del periodi molas an grficas-Editorial gata-H . Ayuntamien ro Constitucional de Guadalajara-CI ESA 1999. Del autor al lector. l. Historia de/libro en Mxico , JI. Historia de/libro, Mx ic Porra-CO ACYT-CIESAS, 2002. "Censura y universidad en 1ueva E paa",' Carlos AlberroGonzlezy Enriqueta Vi l a Vi lar (coords.), Grafas del imaginario. Rep1 sentaciones culturales en Espaa y en Amrica (siglas XVI-XVIII), Mxico, FCE, 20C

    [ 2 1) Fran

  • 24 Martn Escobedo Delgado

    consumo entre los distintos sectore sociales, el autor explica las muta-ciones culturales hacia la modernidad a partir de un complejo entrama-do donde las nuevas sociabilidades desempearon un rol importante.

    Son numerosas las inve tigaciones e paolas dedicadas a hurgar el pasado de la propaganda poltica en territorio penin ularY Se tomaron varias de ellas para conocer informacin que result valiosa en nuestro trabajo; adems, algunas guiaron la conformacin de dos subapartados de este documento.

    uestro estudio se divide en tres secciones. La primera explora los antecedentes de la propaganda poltica a partir de los movimientos po-pulares ocurridos en la Amrica Espaola. El apartado examina el rol que desempe el pensamiento ilustrado en la difusin de ideas hete-rodoxas por Hispanoamrica, la ueva Espaa y Zacateca ; de manera particular se analiza el papel precursor de la propaganda revolucionaria francesa en el continente americano, incluido el caso zaca tecano. El segundo captulo da cuenta de la explosin propagandstica generada en el mundo hispnico tras la crisis de 1808; adems se es tudian los derroteros que siguieron las propagandas fernandi tas y libera les con sus respectivas contrapartes. En la tercera y ltima parte del trabajo, se analiza la importancia del discurso de exaltacin de la patria en la conformacin de la identidad nacional, elemento que desempe un rol fundamental en el proceso emancipador de Mxico. Asimismo, se expone la confrontacin propagandstica que se efectu entre los ban-dos insurgente y realista en la Nueva Espaa y Zaca teca .

    l Por qu nuestra investigacin presenta una secuencia de lo general a lo particular! Porque la visin de conjunto debe mantenerse en estos aos cruciales. Estudiar el caso de Zacatecas de manera aislada repre-sentara un craso error, pues en el lapso en cuestin la monarqua es todava una unidad. Durante la colonia, el peso especfico que Espaa mantuvo sobre sus dominios de ultramar fue primordial, pues duran-

    [22 ] Juan Lpez Tabar, Los famosos traidores. Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Rgimen (1 808- 1833), Madrid , Biblioteca Nueva, 200 1. Remedios Solano, "Un proyecto poltico para Alemania: Heinrich von Klett y la Guerra de Independencia espaola", en Espculo. Revista de estudios literarios, num . 17 , Madrid, Unive r i-dad Complutense, 200 l. Juan Antonio Alejandre , El control de la litera tu ra polti-ca despus del parntesis abierto por la Constiwcin de Cdiz, Madrid, Univer idad Complu tense, 2002. Remedios Solano, Lo guerra de Independencia a travs de Le Moniteur Universel (1 808- 1814), Mlanges de la Casa de Velsquez, Madrid , 2 2. Manuel-Reyes Garca, Guerra y propaganda a finales del siglo XV/l/. }os Felipe de Oliv y el Correo de Gerona (1 795) , Universidad de A Corua, 2003.

  • El de bar e de las 1deas. Propagan(la poltica en lu N11eva Espaa, 1792- 1 14 25

    te tres siglos la Pennsula fungi como centro poltico del imperio. El carcter pa rticular de un caso como el de Zacatecas se explica a partir de los procesos generales suscitados en el mundo hispnico, por eso, la pe rspectiva de anlisis parte de lo que acontece en Europa -especial-mente en Espaa- para luego avanzar hacia lo ocurrido en Hispano-amrica. Ms ade lante se indaga sobre el proceso propagandstico que se desarroll en la ueva Espaa, para cerrar con lo acaecido en la intendencia de Zacatecas. La secuencia de los tre captu los que confor-man nuestro trabajo transcurre en una lgica similar. Las causas locales de cualquier punto de la monarqua espaola siguieron los ritmos de la evolucin general del imperio. Lo anterior no quiere decir que los asu ntos locales carezcan de inters o de especificidad: en cada zona se ges taron particularidades y deben explicarse para contar con una visin de las diferencias suscitadas en las diversas regiones que conformaron la monarqua , pero las especificidades deben se r contempladas y definidas en razn de los procesos generales.

    Las fuentes utilizadas en la investigacin se locali zaron en diferentes fondos documentales, de modo concreto en el Archivo Histrico del Estado de Zacatecas, el Archivo Histrico del Municipio de Sombre-rete, el Archivo General de la Nacin, el Archivo General de Ind ias y el Archivo de la Coleccin Latinoamericana de la Biblioteca Nettie Lee Benson. La Biblioteca de Colecciones Especiales Elas Amador tambin fue un repositorio til en la b queda de datos relevantes. El cmulo de informacin obtenida sirvi para conformar un relato de la propaganda poltica en Zacatecas, que representa slo una parte de los procesos po-lticos vividos en esta demarcacin entre los aos de l 792 y 18 14. Cual-quier inves tigacin posterior deber considerar que este trabajo es un simple punto de vista sobre el tema que aborda. La reconstruccin de una historia ms amplia que pretenda desentraar las numerosas partes que an permanecen ocultas sobre la historia poltica local y nacional, deber contemplar otras preguntas y consultar un mayor nmero de fondo documentales, merced de comprender con amplitud el intrin-cado proceso poltico que condujo a lo reinos espaoles en Amrica a declarar su independencia, y con ello a iniciar una etapa distinta en el devenir.

  • CAPTULO I

    LO PROLEGME OS DE LA PROPAGANDA POLTICA

    -~-f ' A hi toriografa tradicional consigna que las grandes rebe -l..

    :~ ;;J lione en Hispanoamrica iniciaron en el alba del siglo XIX, .!. a raz de la agitacin que ocasion la crisis de A ranjuez de

    . Cuando las diferentes regiones de la Amrica Espaola se ente-raron de los sucesos que condujeron a la abdicacin de Fernando VII, las reacc iones no se hicieron esperar: el rechazo a los franceses se gene-raliz por cas i todo el continente, hubo una reagrupacin de los ameri-canos en torno a "el deseado", 23 los fieles vasallos de l rey en el Nuevo Mundo desconocieron al "usurpador" Jos I al tiempo que conformaban Juntas y posteriormente participaban en las Cortes espaolas. Pero tam-bin algunos procedieron a tomar las riendas de su propio destino al ver acfa lo el poder. 24

    Es cierto que la crisis de la monarqu a espaola iniciada desde d-cada a trs tuvo como consecuencia en la geografa americana la gene-racin de movimientos blicos , polticos y sociales que condujeron al nac imien to de nuevas naciones. Teniendo en cuenta esto, los histori a-dores van ms all y consideran el final del siglo XVIII y el principio del siglo XIX "como un punto de inflexin en los asuntos del mundo occi-Jental". 2' Sin embargo, para comprender lo ocurrido a principios de la centuria decimonnica, es preciso remontarse a la mitad del Siglo de las

    [23) Marco Antonio Landava:o, La mscara de Fernando VII . Discurso e imaginario mo-nrquicos en una poca de crisis. Nuem Espai\a, 180 -1 22, El Colegio de Mxico-Unive rsidad Michoacana de an ico ls de Hidalgo-El Colegio de Michoacn, Mxico, 200 l, p. 20.

    1241 Vanse John Lynch , I.a.s revoluciones hispanoamencanas, 1808- 1826, Ariel, Barcelo-na, 1980. Fran~o is Xavier Guerra, op. cic. 1997. Jaime E. Rodrigue: O. La indepen dencia de la Amrica espaola, FCE-EI Colegio de Mxico, Mxico, 1998.

    125) Eric Van Young, "De tempestades y teteras: crisis imperial y conflicto local en Mxico a principios del siglo XIX", en Le ticia Reina y Elisa Servn (coords.) , Crisis, Reforma y Revoluczn. Mxico: Hmorias de fin de siglo, Taurus-Consejo Nacional para la Cultu -ra y las A rtes- Institu to Nacional de Antropologa e Historia, Mxico, 2002, p. 161.

    27

  • 2

    Luces con el propsi to de vislumbrar distintos proceso que confluyen en el movimiento independentista de Hispanoamrica, que Hobshawm pasa de largo en su clsica EraJe la Revolucin. '.

    M OVIMIE:-.JTOS POPLARE E~ LA A MRJCA ESPAOLA

    Distintos puntos del terri torio americano experimentaron agitacin du-rante el siglo XVIII. Pese a que lo lugares donde ocu rrieron levanta-mientos armados e encuentran muy distantes entre s, las causa de !m movimientos son similares: despojo de tie rra , abu os de lo gobiernos locales, cambios jurisdiccionales o a tentados contra prcticas re ligiosas es rablec idas.'i Las rebeliones de Charca ( 1712), Paraguay ( 171 7- 1 7 35) y Oropesa (1730) son ejemplos del de contento popular que prevaleci en Sudamrica por las arbitrariedades cometidas por parte de las autori -dades. "Las rebeliones son ataques masivo localizados que generalmen-te se limitan a restablecer el equilibrio acostumbrado".'' La revueltas acaecida en otro sirios presentan caracter ricas del mismo orden . El levantamien to de los indios de Baja California encabezado por Botn y Chicori entre 1734 y 1735, tuvo como motivo detener el atrope llo de lo je uita , pues ome tan a lo natu rales al trabajo forzado, a pagar tri-butos excesivos y adems les decomisaban el ganado que con tanto es-fuerzo mantenan. La rebelin de Juan Santos Atau Huallpa efec tuada en 1742 en el ori ente de la se lva amaznica, intent detener lo excesos de las autoridades, mienrras que el alzamiento de Yaq ui y Pima en

    onora pretendi restituir los derecho que les haban sido arrebatados. Los movimientos mencionados tienen como origen el males tar de cier-tos grupos que vieron en la insurreccin una va para se r escuchados. Las cau a que los originaron presentan semejanzas palpables: mezcla de elementos ociales , econmico , cu lrurale , raciale y poltico .

    La centuria diecioche ca fue particularmente levantisca. La paz hispanoamericana durante e te periodo e aparenre. Es cierto que los dominios espaoles en Amrica experimentaban un letargo motivado

    [261 Ibd. 1271 John H. Coatsworrh, "Parrone de rebelin rural en Amrica Latina: Mx1co en

    una perspectiva comparada", en Friedrich Kat: (comp.), Revuelr.a , rebel1n y retolu-CIn. La lucha n1ral en Mx1co del s1glo XVI al s1glo XVIII, Era, Mxtco, 1999, p. 3C.

    [ 2 1 William B. Taylor. Embriague~. homicidio y rebebn en la.s poblaciones colomales mext canas, FCE, Mxico, 19 7, p. 173.

  • El deht.1le de las 1deus. Propaganda paluca en la Nuelll Espaa. 1792-1 , 14 29

    por el crecimiento del mesti:aje, por el fortalecimiento de la religin y por el auge de centros urbanos que garantizaban, en mayor o menor medida. el sustento general. Sin embargo, d equilibrio entre la armona y la discordia era muy frgil. La polticas borbnicas implementadas no valoraron tal ituacin, por lo que los motines y rebeliones aumentaron durante la segunda mitad del siglo aludido. En el cuadro 1 se aprecia el debilitamiento del orden colonial a consecuencia de la inconformida-de su citadas por la aplicacin de poltica que bu caban una admini -tracin ms efica: del territorio americano.

    CUADRO 1 Motines v levanram1enros de los pueblos (fragmento)

    Am Mxico Gu aremala Virreina ro de l Per Ecuad r Toral

    1700-09 4 2 2 9

    1710-19 7 2 10

    1720-29 6 2 6 14

    1730-39 9 2 16 2 29

    1740-49 9 4 7 2C

    1750-59 6 10

    1760-69 17 2 .,~ _) 4 4

    1770-79 2 62 5 7

    17 0- 9 19 7 Tupac A maru 6 32

    FUE:-.:TE: John H. oa r;, \\'orrh. 1999. op. w .. p. 35.

    En Vene:uela, los anales registran una rebe lin entre 1749 y 1752. Las profunda diferencia econmico- ociale alieron a relucir en dicho conflicto. Los campesino de la montaa respondieron de forma vio-lenta a una medida que creye ron arbitraria por parte del corregidor que haba aumentado las alcabalas. En lo pos terior, similares respuestas se sucederan en toda la Espaa americana.

    En Quito e desarroll otra protesta violenta en 1765 que puso de manifiesto varias fragilidades del rgimen colonial. La revuelta popular se efectu slo en el espacio citadino e involucr a los ectores de prote-

  • 30 Mart n Escobedo Delgado

    gidos. El rigor e intolerancia de los recaudadores de impuestos motiv el descontento, pues como la Corona enfrentaba dificul tades econmica por sus constantes guerras con otras potencias europeas, aplicaron la ley sin flexibilidad alguna. La poltica fisca l endureci cuando se nombr como oficial de la Caja Real a Juan Daz de Herrera -espaol que ha-ba efectuado con xito una empresa fiscal similar en Bogot- quien se prepar para mejorar la recaudacin. Uno de los puntos bs icos para hacerlo era la subsis tencia de l monopolio del aguard iente por parte de la Corona, mismo que haba sido impugnado en varias ocasiones por miembros del cabildo, pues la produccin privada de esta bebida pro-porcionaba enormes ganancias. El grupo ad inerado e impresion cuan-do el virrey quiso participar de dicho privilegio. Incluso el clero, in te re-sado en producir aguard iente para su propio beneficio, protest por esta medida, alegando que el alto consumo de aguardiente pe rjudicaba "la salud pblica, tanto fs ica como moral". 29 Asimismo, las alcabalas ope -radas por particulares fueron manejadas con mucho rigor por parte del gobierno virreina!, lo que ocasion un sinnmero de inconformidades.

    En realidad, las impugnaciones enfrentadas por la administracin virreina! es taban a cargo de los grupos oligrquicos, pues pensaban que tales medidas eran parte de un paquete fiscal ms amplio que indisc uti-blemente pe rjudicara sus intereses. A la cabeza del sector acomodado se situ Francisco de Borj a: se propuso confo rmar una alianza de resis-tencia con el objeto de revocar las medidas "que atacaban el derecho de los criollos". 10 Para ello, alent la creacin de una figura legal en desuso: el cabildo abierto. Se pensaba que , mediante la presin de un gru po nu -trido, el virrey mostrara ms flexibilidad en la aplicacin de las reformas fiscales. Borja se pronunciaba en pblico contra del ejercicio arbitrario del poder real y sealaba que su lucha era en fa vor del bien comn. Sus alegatos se desoyeron por el virrey que desde toda proposicin . El oficial de la Caja Real recibi indicaciones de llevar a cabo la recau-dacin de impuestos aun con el rechazo del clero y de la Audiencia. Entre noviembre y diciembre de 1764 un sinnmero de pasquines col-m la ciudad, incitando a la violencia en nombre de todos los barrios. 31

    [29] Anthony McFarl ane , "La rebelin de los barrios: una insurreccin urbana en el Q ui to borbnico", en Revt

  • El debare de las 1deas. Propaganda polrica en la Nueva Espmia , 1702- 1814 3 1

    Durante los primeros meses de 1765, Oaz de Herrera continu con su labor, pero sta fue frenada la maana del 22 de mayo con la apa ri-cin de varios pasquines en los que se convocaba a la masas para que , esa mi ma noche, se levantaran en armas. El llamado dio resul tado: el populacho inici un motn que concluy tras una larga negociacin entre las autoridades de la Audiencia y una comi in del pueblo. En la noche del 24 de junio se agolp una turba armada con palos, pie-dra , lanzas y armas de fuego. La milicia y varios voluntarios e paole le hicieron frente. El saldo fue favorable para los espaole : lo do defen ores de la autoridad pe rdieron la vida, mientras que de la parte in urrecta muchos fueron los muerto y los herido Y

    La asonada termin mediante una negociacin ; empero, segn el virrey, lo que qued latente fue el conflicto entre peninsulares y ameri-canos, pues los criollos "sen tan odio a las rentas, a los europeos, que es el escollo contra el que ms se combate, y a cuanto es sujecin".ll

    Con el fin de suavizar lo ucedido en Quito, las autoridades circula-ron propaganda sobre "el exte rminio de la aduana y el quite de pecho impues tos sobre todo gnero de bastimentos" / 4 asimismo, e public que la Corona absolvera a los insurrectos a condicin de no hablar m del asun to.

    El perdn tambin se aplic a los sublevados de Cepita y Pomata, po-blaciones enclavadas en el Ro de la Plata. Los primeros se amotinaron en 1773 negndose a ser censados, aduciendo que la revista era un buen pretexto para aumentar los tribu tos; los segundos hicieron lo propio en 1776 contra los cobradores del reparto de mulas y otros impuestos. 35 En ambos casos las revueltas se resolvieron mediante acuerdos.

    Otro conflicto similar se suscit en Santiago de C hile cuando en 1776 se levant la poblacin contra la ereccin de la Contadura Ma-yor, que representaba una recaudacin ms severa para lo vecinos de ese distrito. Con el propsito de calmar la furia popular, el fiscal de la Audiencia propuso que los sediciosos nombraran a cuatro representan-tes para discutir la mejor solucin al conflicto. Como la negociacin e

    1321 lbd ., p. 67. [33 1 Timm hy Anna, "Los orgenes de la Independencia Hispanoamericana", en Leslie

    Bethell (coord.), Historia de Amrica Launa, Crtica, Barcelona, 1991, p. 27. 1341 Jos Andrs Gallego, Quince revoluciones y algunas cosas ms , Editorial Mapfre ,

    Madrid, 1992, p. 258. 1351 lbd., p. 260.

  • 32 Martn Escobedo Delgado

    prolong, la angustia citadina fue creciendo: hubo quienes aumentaron la incertidumbre enviando annimos a las autoridades de la Audien-cia, advirtiendo la existencia de cuatro mil hombres dispuestos a al:ar e contra los impuestos gravosos . Los escri tos sin remiten te distribuido entre la muchedumbre fueron en aumento has ta que un mes Jespus "aparecieron carteles en la esquina de la plaza y en otra de la ciudad recordando los avisos anteriores y convocando a la plebe contra el es-tanco [del tabaco]". 36

    El estanco del tabaco fue cau a de otros motine . Los indios de Pa-pantla de la ueva Espaa se alzaron en 1767 demandando al alcalde La Barga algunas prebendas para los comerciantes y consumidore de tabaco. En e mismo virreinato, pero con descontento por la expubin de los jesu itas. mes tizos, indios y castas de San Luis Potos y sus alrede-dores, e rebelaron contra el sis tema establecido, pretendiendo matar a todos los espaoles. Cabe mencionar que los conjurados nombraron a sus propias autoridades: un rey, un comandante civil y militar y un patriarca de las Indias. La sublevacin se acall mediante la fuerza. A los cabecillas capturados se les enjuici. La sentencia la dict Jos de Glvez, condenndolo a morir en la horca por traidore y ed iciosos. A los cuerpos ce rcenaron las cabezas, puestas m tarde en picotas bien elevadas frente a la vivienda que tuvo cada uno, para escarmiento de la poblacin. Ji En San Luis de la Paz estall un motn por la mi~ma causa. El visitador Glvez dispuso disolverlo de inmediato y actuar con seve-ridad contra lo responsables. En la misma regin, frailes franciscanos y curas seculares conformaron un movimiento antiespaol en el se invo -lucraron muchos indgenas . La palabra de presbteros y religiosos, a como la circulacin de textos manuscritos "peligrosos" contribuyeron a avivar los nimos de esta zona. 38

    En Zimapn (valle de Oaxaca) el cura prroco del lugar en 1772 concluy que la agitacin se deba al psimo sistema del gobierno indio, pues "hasta las mujeres y los nios mandaban". Ante tal afirmacin realizada en pblico, los indgena mostraron su repudio al manifestarse verbalmente en contra del cura, cosa que desagrad a lo partidarios

    [361 lbd., p. 257. [37 1 Ibd ., p. 272. [38] Gerardo Lara. "Sobre la relati\"ldad de la disidencia o la disidencia como con

  • El debute Je las rdeas. Propaganda polwca en/a :-..ueta Espaa. 1792-1814 33

    del religioso, quienes clavaron un escrito annimo en la puerta de la vi-vienda donde resida el magistrado que investigaba las alteraciones del orden; el papel infamatorio visto por muchas personas deca: ''Aunque la mona vista de seda, mona se queda. El que hable de los indios habla mierda porque el indio es como el mono. Es as de sencillo, porque el indio, como el mono, profiere mil e tupideces que no tienen principio ni fin . Esta es la pura ve rdad. Son tambin muy malicio os y diablico ". 19

    Aos ms tarde, Nueva Granada fue e cenario de enormes revuel-tas; la tirnica actitud del regente y visitador general Juan Franci co G utirrez de Pieres fue la causa. Adems de aumentar las alcabalas en un 4%, reintegr un antiguo impuesto pa ra la defensa naval y restituy los monopolios del tabaco y del alcohol."" La mezcla entre el al:a de precios de los productos bsicos y la pobreza de la poblacin fue explo -siva. Luego de una serie de protestas y di turbios en 178 1, estall una rebelin que tuvo como centro las provincia de Socorro y San Gil. Los alzados se organizaron muy pronto y llevaron a cabo varias acciones: asa ltaron almacenes del gobierno, se nega ron a pagar impue tos, expul-saron a los peninsulare que fungan como autoridade y nombraron a sus propios dirigentes.

    Un criollo, Juan Francisco Berbeo, encabez el movimiento. Bajo el lema de "viva el rey, muera el mal gobierno", sus huestes, compuestas en su mayora por indios, e aprestaron para tomar a sangre y fuego la ciudad de Bogot. Las autoridades virreinales se apresuraron por entrar en contacto con el cabecilla, que influido por un grupo de criollos de la regin, capitul. A cambio, los altos funcionarios reales se comprome-tieron a reducir los impuestos, a desaparecer el monopolio del tabaco y crear espacios para que los americano -criollos- tuvieran acce o a cargo pblicos. Para que no hubiera duda en el cumplimiento de esta serie de compromi os, Berbeo fue nombrado corregidor de Socorro y varios criollos se beneficiaron con la administracin de alcabalas y exencin de impuestos.

    La mayora de los rebeldes advirtieron que las autoridade haban sa tisfecho las necesidades de un solo grupo, dejando en la indefensin a los indios y castas . Por ello, lejos de contenerse, lanzaron una ofensiva mayor, misma que creci con inu itada rapidez: de Socorro y an Gil se extendi a Santa Fe y Tunja, y de all has ta los llanos de Casanere [391 William B. Taylor, 19 7, op. crL , p. 186. [ 401 Timothy Anna, 1991, op. cit. , pp. 2 7-2 .

  • 34 Martn EscobeJ o [lelgaJ
  • El debare d las Jeas. Propaganda pol[lcu en la .\ '11, 1957, p. 151. 1441 Bo blao Lewm, Tt
  • 36 Martn Escobedo Delgado

    conforme pas el tiempo. A travs de manifiestos breves convoc a los criollos para "destruir a los europeos" y declar estar a favor de: "el amparo y la proteccin de todos lo espaoles criollos, de los mesti:os, zambos e indios y su tranquilidad por se r todos paisanos y compatriotas como nacidos en nuestras tierras, y de un mismo origen de los naturales, y de haber padecido todos igua lmente dichas opresiones y tiranas de los europeos".45

    Con lo anterior, el dirigente impuls un discurso protonacional que hizo circular mediante diverso material escrito. El sen timiento de per-tenencia a un sitio comn sirvi como paradigma para disear un no-vedoso planteamiento donde la identidad ocup un lugar privilegiado. En e te tenor, los que no haban nacido en la geografa peruana eran considerados extraos.

    Los criollos se sentan vctimas de una daina invasin inmigrante que haba a terrado las prerrogativas de los "oriundos de es te reino". Desde 1750, la Corona "redujo la participacin criolla tanto en la igle-sia como en la administracin y rompi paulatinamente las rel aciones existentes entre los funcionario y la familia poderosas a nivel local (sic). Lo m alto cargos eclesisticos se reservaron de nuevo para los eu ropeos. Entre los nuevos intendentes era raro encontrar a un criollo [ ... ]. La nueva poltica era desamericanizar el gobierno de Amrica".46

    La percepcin criolla sobre los peninsulares era ntida: se crea que llegaban al uevo Mundo a usurpar puesto correspondientes a los americanos. La opinin era compartida en los cuatro vi rreinatos, por ejemplo, en Nueva Granada los comuneros solicitaron que los puestos de gobierno se asignaran "a los nacido en ese reino". El mismo reclamo hizo Tupac Amaru, aunque los criollos, intimidados por el tamai'\o de la rebel in, se aliaron con los espaoles formando una fuerza militar disciplinada que bati en distintas zonas del Per a los rebeldes. En apa riencia, el desenlace de l episodio se cerr con la atroz ejecucin de Tupac Amaru y sus lugarteniente . Para enero de 17 2, la clase gober-nante haba recuperado el control del virreinatoY

    El movimiento encabezado por Tupac Amaru se en anch por toda Amrica del Sur. Pasquines con el mismo tono amenazante comenzaron a aparecer en varias audiencias. Entre 1780 y 178 1 aparecieron hojas

    1451 Boles lao Lewin, 1957, op. cir. , pp. 402-403 y 415-4 16. 1461 Timothy Anna, 1991, op. cir., p. 21. 14 71 lbd., p. 31.

  • El debate de las rdeas . Propagandtr poluca en In ,\ 'ueta Espw'ul . 1792- 1 14 37

    pegadas en cntricas calles citad inas de las audiencia de Charcas, Lima, Santiago y Buenos Aires. Por ejemplo, una fechada en marzo de 17 O comunicaba: "Los ciudadanos de La Paz que hasta La Presente, quietud han mantenido. Oy da a Los fieles Amigos convida que estn prontos alas tres bombas de n.ra. zea adar fin en la media noche con el Gallo, y sus Aves, Rompiendo los tiernos Cristales. Tambin a los Adulones advertimos, que si respa ldan al Corregidor: morirn martirez con el".4'

    Un movimiento alterno tambin gestado en tierras pe ruanas fue el liderado por Toms Catari . Fuertes vnculos se es tablecie ron entre Tu-pac Amaru y Cata ri , pues tenan un enemigo comn: "el patrn que coma de la pobreza de los campesinos". Luego de varia protestas por los abusos de las autoridades, estall una insurreccin a la que se unie-ron los grupos meneste ro os y que lleg a varias regiones del Per. En el pueblo de Pocoata, luego de enterarse que a su caudillo lo haban hecho prisionero, los indios se levantaron dando muerte a vario espaoles y prendiendo al intendente Joaqun de Alos, por quien ~o li c itaron la libertad de Catari . En 1 780 una oleada de pa~quines inund las villas y ciudades peruanas. Los escritos invitaban a la rebelin contra ministros, oficiales y dependientes de rentas, que se atemori zaron ante el empuje popular. En Arequipa, las hordas asaltaron la casa del intendente, mien-tras que en Porco y Pilaya, no conformes con el botn obten ido en la casas de gobierno, se abalanzaron hacia los templos, hurtando lo que encontraban a la mano. En Challapara, el intendente Manuel Bodega muri al intentar detener la turba; en Chichas, Lipes y Carangas suce-dieron desmanes similares.

    En ca i toda la insurrecciones la respuesta de la autoridad era enrgica: cuando los movimientos podan negociarse existan preben-das para sus lderes, comprometidos a apaciguar la sublevacin; cuan-do el levantamiento rebas los lmites, la respuesta fue violenta y sin miramientos. Una vez capturados, los cabecillas eran ejecutados ante la mirada de multitudes para e carmiento genera l: sus restos mortales eran exhibidos en parajes pblicos. A Tupac Amaru lo torturaron antes de ser descuartizado por cuatro caballos . El jefe de lo comuneros, Jos Antonio Galn, enfrent una suerte parecida: tras se r de trozado, su famili a fue declarada infame, su casa demolida y el solar sembrado de al. Poco ms ta rde, una firme intencionalidad emancipadora e re vel

    148] Humbeno Vzqucz MachicaJ o, Obras completas , vol. lll , Ediwrial Don Bosco, La Paz, 1988, p. 135.

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    en infinidad de pasquines que actuaron con la eficacia de un arma de combate en el terreno de la conspiracin.

    En 1785, Chuquisaca vivi una sublevacin conocida como "de los muchachos", donde se evidenci el acuerdo entre criollos y me tizos: mientras las cla es populares se enfrentaron a los soldados del rey, los criollos aportaron lo suyo con la difusin clandestina de pasquines que alentaban a la pelea e impul aban a la accin. Buscaban, de e ta for-ma, horadar an ms las dbiles estructuras virreinale , sembrar el des-prestigio, hacer correr las m variadas suspicacias y dar un estoque de muerte a las autoridades. "Esa labor picante, no slo tendenciosa, sino corrosiva, [ ... ] de amenazas ve ladas o abiertas, etc., haca tanto o ms dao que una revuelta intrascendente. Pinchaban en los puntos neurl-gicos del sistema y se ensaaban en sus vicio y defectos, los que no lo ponan al descubierto, sino que a veces exageraban a fin de aumentar mayormente el efecto de sus stiras y ataques"49, explica Vzquez Ma-chicado. Esta tctica de exasperacin del enemigo creaba el clima pro-pic io para el fermento de la ideas revolucionarias. Y "como los redac-tores de los pasquines estaban dentro del mismo medio contra el cual estaban dirigidos, saban muy bien dnde, cmo y cundo herir". ;c

    Si como sealan algunos autores,;' la Amrica espaola atrave aba por una relativa calma en la segunda mitad del siglo XV!Il, icmo ex-plicar las constantes asonadas a lo largo y ancho de Hispanoamrica?, ipor qu las autoridades reaccionaron con singular energa ante tales movimientos? Y ante el peligro de que se esparciera el motivo de la di -cordia iera factible destruir los papeles sediciosos y perseguir a quienes los elaboraban ?, icon las insurrecciones populares de la poca se inicia una incipiente opinin pblica en Hispanoamrica?

    Las rebeliones originada en la Amrica espaola no deben consi-derase hechos aislados porque , como ya se ha visto, existe un comn denominador que se origina por la tirante relacin de Espaa con sus dominios en ultramar. La poltica borbnica de desamericanizar la ad-ministracin pblica, aplicar a rajatabla la recaudacin de impuestos, liberalizar el comercio y reprimir violentamente las revueltas populares, motiv un clima efervescente contra la Pennsula. El pensamiento mo-nrquico entr en un proceso de desgaste, pues de las consignas "viva

    [491 Ibd., p. 138. 1501 Ibd. [511 Vanse John H. Coat wonh, 1999, op. cir. , y William Taylor, 1999, op. cir.

  • El debate de las 1deas. PropagunJa polllcu en lu NJ
  • 40 Mann Escobedo Delgado

    un ncleo ms amplio de la poblacin, porque las rebe liones no congre-garon nicamente a grandes masas ignorantes: un reducido nmero de letrados tambin se vio involucrado en estos movimientos sociales.

    La propaganda poltica cobr una singu lar relevancia en esta atms-fera levantisca, pues, paralelamente, en otras capas sociales empezaron a germinar ideas ilustradas que dieron paso al florecimiento de las pro-clamas revolucionarias provenientes de Francia. Desde una perspecti-va particular, tanto los papeles sediciosos que circularon por diversos pun tos de la geografa hispanoamericana, incitando a la rebel in, como la propaganda francesa que vino despus, constituyen un preludio a la opinin pblica que, en el caso de la Amrica espaola, se consolid en el siglo XIX.

    EL DESARROLLO DEL PE SAMIENTO POLTICO ILU TRADO

    La trad icin de Occidente hunde sus races en la civilizacin griega . Como cultura madre , Grecia cre varios elementos que le han dado soporte al mundo contemporneo. La repblica, filosofa y ciencia son slo algu nos pilares elaborados en la poca clsica que sustentan hasta hoy la tradicin occidental. De momento, se mencionarn slo dos de ellos.

    Al irrumpir con gran fuerza en el escenario griego, la filosofa -ese pensamiento racional que se declara independiente de la tutela divi-na- comenz a cuestionar el origen del universo. Las disquisiciones emanadas de tan novel disciplina, dieron como resultado explicaciones originales sobre el principio del cosmos. Pitgoras, Herclito, Parm-nides y un muy nutrido grupo de pensadores inauguraron una nueva forma de concebir al mundo. 52 El llamado siglo de oro de la filosofa griega confirma la madurez reflexiva a la que haban arribado algunos filsofos. Desde entonces, la fil osofa da sustento a nuestra civilizacin.

    La ciencia moderna, que se ha convertido en el modelo de desarrollo y de progreso de la humanidad, fue sostenida por Aristteles al concebir el mtodo cientfico, e l cual consiste en la formulacin de hiptesis y conjeturas para luego ser sometidas a una crtica implacable. Esta cr-tica se basa en la deduccin de consecuencias, contrastndolas con los

    !5 2] Rafae l Gambra, His toria sencilla de la filosofa , Editora de revistas , Mxico, 1986, pp. 43-57.

  • El debate de las tdeas Propaganda polrica en In l\'uem E;pmw, 1792- 18 1-f 41

    resultados de observaciones y experimentos. Desde que el pueblo griego la ide, la ciencia se fundamenta en los principios de obse rvacin, ex-pe rimentacin, con traste y formulacin de leyes, con el fin de ejercer un frreo control sobre la na turaleza. Sin embargo, el mtodo cientfico como tal, es sistematizado siglos ms adelante por Ren Descartes. ;3

    Desde esta perspectiva, la base de la ciencia es la razn, el cono -cimien to obje tivo; su propsito central es e l dominio de l entorno hu -mano. La ciencia divide al individuo en dos. El espritu es negado y relegado, la razn es el aspecto m importante del hombre, pues ante todo - afirmaban los fil sofos griegos- el hombre es un se r racional. Si la razn es el sustrato del se r humano, entonces la fe ya no importa, lo trascende ntal es el pensamien to, pues el hombre se ha erigido en la medida de todas las cosas.

    Esta trad icin separa al conocimiento del amor. Si bien la filosofa significa amor a la sabidura, el amor se entiende no desde el lado de la fe, sino desde la lnea del conocimiento. El sujeto cognoscente y el obje-to de conocimiento son entidades distintas. El sujeto es el que de termi -na al objeto, por tanto, la razn se erige en el tribunal del universo. La verdad de las cosas ya no depende de su esencia, sino del pensamiento humano que las puede conocer.

    Fru to directo del legado gri ego fue el movimiento renacen tista. Despus de una larga poca conocida como la Edad Media que abarc aproximadamente mil aos, Europa empez a estremecerse con una se-rie de ideas y prcticas novedosas que se aglu tinaron bajo un trmino comn: el Renaci miento. Este movimiento tuvo su cuna en Italia, don-de la reminiscencia de la antigedad romana todava estaba muy viva.

    La prosperidad de las ciudades italianas en los siglos XIV y XV ori-gin la aparicin de numerosos nobles y burgueses que rivalizaron por rodearse de obras de arte, convirtindose en mecenas de escri tores y artistas . En este sentido, destacaron los Mdicis en Florencia, rica fa mi -lia de banqueros que gobern la ciudad por generaciones. Dicho clan , tambin promovi la actividad cientfica, que vena desa rrollndose desde la e tapa fin al de la Edad Media, pero que en el Renacimiento se precipit.

    El ambiente que se viva en distintas ciudades italianas propici la aparicin paulatina de una nueva mentalidad . Pero no slo en Itali a haba motivos para que las ideas estu vieran cambiando. Los descubri-

    [53] Vase Ren Descartes, El Discurso del mtodo, Porra, Mxico, 1998.

  • 42 Martn EscobeJ o Delgado

    mientos geogrficos ampliaron el mundo conocido. lnvencione como la imprenta (Gutemberg, 144 ) y las arma de fuego, as como los desa-rrollos en el mbito martimo y comercial, aumentaron las posibilidades humanas en los campos de la inteligencia y de los sentidos, de l aber y del arte .

    Algunos hombres del Renacimiento pretendan gozar ampliamente la vida presente, al tiempo que reclamaban la absoluta libertad de la ra-zn para buscar la verdad, y con ello el mejor conocimiento del hombre y la naturaleza. Los renacentistas sintieron curiosidad por todo, y a todo le aplicaron la razn.

    Si durante la poca medieval la cosmovi in haba sido teocntrica (pues la teologa ocupaba el inters de los intelectuales y Dios era el centro de todo), en el periodo renacentista el centro de atencin era el hombre. Este carcter antropocntrico del pensamiento impul el de-sarrollo de la ciencia. La ciencia de carcter experimental se renov con el afn de expl icar todo lo que rodeaba al hombre. El mximo represen-tante de esta concepcin fue icols Coprnico (1473-1543), de origen polaco, pero formado en Italia. La teora de Coprnico revolucion el pensamiento antiguo al insistir que los astro no eran los que giraban en torno a la tierra, sino que la tierra y los dems planetas lo hacan alrededor del sol. Ante tal afirmacin, un amplio gru po de sabios y pen-sadores nutrieron la polmica. La concepcin geocntrica fue defendida fieramente, pues la cosmovisin imperante era lgica: la esfera armilar era la representacin coherente de la tierra como centro del universo. Empero, filsofos naturales como Galileo, Giordano Bruno, Kepler y Tycho Brae resignificaron la perspectiva heliocntrica dndole fuerza, entido y verosimilitud. Las repercusiones de este progresivo cambio

    de mentalidad en el terreno cientfico, impregnaron diverso itios de Europa e impul aran novedosas teoras en otros mbi tos.

    La filosofa y la ciencia necesariamente influyeron en otras e feras de la actividad humana. En lo concerniente a la poltica, lo E radas-nacin haban venido desarrollndose en Europa desde las po trimeras del siglo XV Los territorios feudales entraron en franca decadencia, lue-go de que los burgueses, ubicados en las crecientes ciudades renacen tis-tas, monopolizaron la riqueza, y con ello se ad uearon del poder polti-co. No obstante, por ms injerencia que tuvieran las ciudades en zonas regionales, el radio de influencia estaba reducido. Los derechos fora les que las villas y ciudades haban conquistado gracias a los convenios

  • El debate de las Ideas. Propaganda poluca en la .\:uem Esparia, 1792- 1 14 43

    ventajosos con eguido , presionando a prncipes y reyes, comenzaron a debilitar e como consecuencia de la imperiosa necesidad de cohesionar el poder en una sola persona. Ya Maquiavelo pugnaba por la consoli-dacin de l poder poltico concentrado en un solo personaje. ;; Hobbes realiz una penetrante crtica a la lgle ia y su poltica, afirmando que un Estado poderoso deba se r racionalista y laico, carac tersticas bsicas para construir un poder superior al de Roma. El poder de l Estado -se-gn Hobbes- se origina en un acue rdo que lo hombres e tablecen con el fin de restringirse a s mismos y asegu rar la propia conservacin y la convivencia armnica. 55 Coincidiendo con Locke, Hobbes afirmaba que el Estado era el depositario de las voluntades individuales, quedan-do con ello en un estadio superior al de cualquier individuo. Para Hob-bes existan diversos tipos de gobierno (monarqua, democracia y ari to-cracia), siendo la monarqua el mejor de ellos, siempre y cuando el rey actuara paternalmente y evitara el despotismo. El poder se conservaba si el acuerdo o pacto se mantena vigente , para ello el monarca deba recordar que "los pactos que no descansan en la espada no on ms que palabras, sin fue rza para proteger al hombre, en modo alguno". ;6

    Los Estados-nacin modernos, procu raron concentrar el poder en un monarca poderoso. Los hilos de la poltica fue ron controlados por un rey y su selecto grupo de colaboradores. Las potencias europea - lase Portugal, Espaa, Francia, Inglaterra- construyeron Estados slidos que, no sin dificultades ni excepciones, lograron mantener su hegemo -na respecto al resto de Occidente.;

    Los tericos del Estado justificaron por comple to a la monarqua absoluta. Diverso fueron los argumentos que se expusieron para probar el derecho que ostentaba el rey para gobernar con carcter legtimo a un Estado. No obstante, la renovacin comenz a sentirse en algunas zonas de Europa. La pesada tradicin del rgimen monrquico resinti la fuerza del embate que auguraba transformaciones enrgicas .

    A principios del siglo XVIII , el viejo continente se debata entre la cultura tradicional y las corrientes del cambio. Casi en todas partes

    [541 Vase Nicols Maquiavelo, El prncipe, Ediciones Culrurales, Mxico , 1999. 1551 Thomas Hobbe;, El Leviatn, fomw. y poder de una repblica eclesrstica y cit>rl , FC E,

    Mxico, 1997, p. 3 . [56] lbd. , p. 39. [57 1 M. S. Anderson , La Europa del srglo XV/11 (171 3-1789), Mxico, FCE, 1996,

    p. 95.

  • 44 Martn Escobedo Delgado

    se daba por sentado que eran inevitables las profundas desigualdades sociales heredadas de la Edad Media; sin embargo, el surgimiento y pos-terior fortalecimiento de la burguesa, el dinamismo econmico que se gener entre las potencias de Occidente y e l firme desarrollo de las ciencias de la naturaleza, propiciaron la creacin de una nueva forma de pensar.

    El inters popular por las ciencias fsicas aumentaba con sorpren-dente rapidez. "Se ha calculado que en el periodo 1750-1789 se funda-ron poco menos de 900 publicaciones peridicas de carcter cientfico contra solamente 35 en el periodo 1665-1699".5" Adems, para la mitad de la centuria estaba de moda en roda Europa el hacer experimentos cientficos. Tambin la asistencia a los cursos de conferencias pblicas sobre ciencia elemental se estaba convirtiendo en actividad cotidiana.

    Las ciencias naturales desempearon un importante papel en el de-sarrollo de las ciencias del hombre. Muchos pensadores y cientficos afiliados a las disciplinas nomotticas creyeron que el mundo poltico y social poda entenderse de la misma manera y por los mismos procesos que el mundo natural. Esta corriente de pensamiento influenci sobre-manera a estudiosos de las disciplinas sociales. D'Alembert y Helvtius son ejemplos de ello. Varios pensadores de las ciencias sociales pre ten-dieron un examen verdadero de los mecanismos polticos y econmicos a la luz de los mtodos de las ciencias de la naturaleza. 59

    El crecimiento vertiginoso de la racionalidad del hombre fue tal, que hacia el segundo tercio del siglo XVIII, los intelectuales encabe-zaron una corriente de pensamiento que irradiara con su luz a todo el mundo occidental. Partiendo del empirismo ingls del siglo anterior, los franceses aplicaron y divulgaron los principios de la investigacin cientfica. De su confianza en la razn y en la enseflanza se deriva el nombre de Siglo de las Luces o Ilustracin, cuyas races entroncan con la cultura griega y, ms reciente, con el humanismo renacentista. Es en este territorio donde el pensamiento cientfico deriv en un desbocado pensamiento poltico-social que redimension el orden existente. Una plyade de librepensadores debati e impugn los derechos del Estado, la autoridad del monarca y la poltica absolutista, propiciando con ello

    [58] Ibd., p. 162. [59] Vase Pedro Chacn Fuentes, "A. Comte, filosofa e ideologa en el positivismo,"

    en J. M. Bermudo (coord.) , Los filsofos y sus filosofas, vol. 3, Vinces-Vives, Barce-lona, 1983, pp. 3-34.

  • El debate de las ideas. Propaganda poluca en la Nuem Espaa , 1792-1 8 14 45

    un rompimiento de los esquemas prevalecientes hasta entonces. Con la irrupcin de las nuevas ideas, Francia experiment una crisis que se ca racte riz por la proliferacin de philosojJhes que esparcan sus argu-mentos en materiales escritos y en e cenarios pblicos. De este modo, la novela y el teatro se convirtieron en armas de ataque, de protesta social y poltica, donde la monarqua era cuestionada.60 Pero la crtica no que -daba ah, adems de contradecir las premisas absolutistas, los idelogos se preocuparon por es tablecer propuestas coherentes que vis lumbraban un mundo diferente, at ractivo por tanto para las clases desprotegidas y otros grupos que marchaban a la vanguard ia.

    Una de las obras que penetr hondo en la sociedad eu ropea del siglo XVIII, fue De !'esprit des Lois, impresa en 1748. Su autor, un aristcrata ll amado Montesquieu -formado en las letras y la abogaca- mucho se interesaba en los asuntos prcticos del gobierno. En dicho libro, Mon-tesquieu "identifica tres formas de ejercicio del poder soberano, lase cuatro, si se toman en cuenta las diferencias existentes entre la rep-blica democrtica y aristocrtica: e l poder soberano es ejercido por el pueblo como cuerpo en la repblica democrtica, un grupo de familias en la repblica aristocrtica , un prncipe respetuoso de las leyes es table-cidas en la monarqua y, en fin, uno solo segn su voluntad y caprichos en un gobierno desptico". 61

    Montesquieu elucida en su libro la forma en que se organiza la socie-dad en el mbito jurdico. Sin embargo, su aporte ms significativo es en el terreno de la doctrina poltica, apos tndole al gobierno constitucio-nal sobre todas las cosas: "Dos temas recorren la obra. Uno [ ... ] donde describe los diferentes factores cuya combinacin estructura los tres o cuatro grandes tipos de sociedades polticas. O tro, en el que preconiza la moderacin y la libertad poltica, oponiendo la repblica y la monar-qua al despotismo, y sobre todo, elogiando el equilibrio de poderes que se asegurara la constitucin inglesa".62

    Luego de la segunda mitad del Siglo de las Luces, apareci tambin en Francia una generacin de intelectuales conocida como los enciclo-pedistas, porque procedi a recopilar los conocimientos de todo orden en una sola obra: La Enciclopedia, que empez a publicarse en 17 51.

    [ 60] Jean-Marc Piotte, "Monresqu ieu," en Les grands penseurs du monde occidemal, Ed. Fides, Qubec, 1999, p. 37.

    [611 lbd ., p. 2. [62 1 lbd., p. 3

  • 46 Martn Escobedo Delgado

    Elaborada bajo criterios racionales y liberales - y dirigida por el filsofo Diderot y el matemtico D'Alembert- cont con la colaboracin de relevantes figuras como Voltaire y Rousseau. Este ltimo influy de gran manera en los acontecimientos que llevaron a Francia a la enc rucij ada de la revolucin de 1789.

    Los escritos de Rousseau siempre tuvieron un tmte noveJoso, mu-chos de ellos incendiario. En El contrato social, lo primero que clarifica es que Dios ya no interviene en asun tos polticos: "El orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los dems. Este derecho, sin embargo, no proviene de la natu raleza; est fundado por tanto, en con-venciones".6l Si el hombre nace libre por qu se suje ta a un Estado?, e pregunta Rousseau. Es aqu donde nace el contrato social, entendido

    como la convencin o forma de asociacin establecida con el fin de defender con roda la fuerza comn a la persona y los bienes de cada asociado; de modo que cada uno, unindose a todos, se obedezca tan slo a s mismo, quedando tan libre como antes.

    En Occidente, uno de los aspectos fundamentales en la sociedad es el contrato. Si en Rousseau ste parte de cada uno de los sujetos que conforman el Estado con el objeto de buscar el bienes tar comn, en Thomas Hobbes, el Estado surge de un pacto desigual que , a su vez, ge -nera ms desigualdades. "La causa final al introducir esta restitucin so-bre s mismos es el cuidado de su propia conservacin y, por aadidura, el logro de una vida ms armnica [ ... ]. Empero, renunciar a la libertad, es renunciar a la calidad de hombres, a los derechos de la humanidad, incluso a los deberes". A diferencia de Hobbes, quien para el siglo XVII visualizaba a la monarqua absoluta como la forma ms apropiada de go-bierno, Rousseau planteaba en su Contrato social que el poder del Estado es menor, y subordinado a la voluntad general del pueblo y que delegaba en el gobernante una autoridad con posible revocacin en cualquier momento.64 De esta manera -segn Rousseau- la autoridad ya no procede de Dios, sino que reposa en la voluntad del hombre.

    Tal premisa -aunada a una serie de escndalos que protagoniz la pareja real en Francia-65 condujo a varios sujetos a entrever la posi-[631 Jean-Jaques Rousseau, El concraw social, Ocano, Mxico. 1999, p. 32. [ 641 Georgcs Lefebv re, l... Ret'Oiacin Francesa y el Imperio ( 1785-181 5), FCE. Mxico,

    1960, pp. 22-25. [651 En la corte y entre la poblacin en general, ci rculaban rumores de que el rey care-

    ca de voluntad, adems se criticaba su obesidad, su aperiro voraz y el aspecro vul-gar que posea; de la reina se comentaban sus desenfrenos sexuales, sus caprichos

  • El debate de las tdem. Propagandu poluca en In l\'t
  • El debate de las rdeas. Propaganda poliuca en In l\'ueta Espal'ia , 1792-1 S 14 49

    rrotaron de textos que se lean con deleite .72 El caso del medio rural fue un tanto diferente . La literatura que circul en la campia francesa des-de el siglo XVI e caracteriz por ser barata, de baja calidad y pequeo formato. Los cuadernitos en cuarto y octavo con unas cuanta pginas eran ofrecidos a los campesinos "a viva voz" por parte de buhoneros que, de comunidad en comunidad, recorran las di tintas regiones de Francia ofertando "us mercancas . "Entre 1530 y 1630, la edicin de e tos folletos estaba en mano de los libreros e impresores de Pars ,. Lyon". 73 Estos e critos eran acompa'lados de un grabado por lo regular reutilizado en va rias ediciones camufladas. Las temticas tambin se repetan con cierta periodicidad; trataban sobre crmene y ejecuciones capitales, apariciones celestes, embrujamien to y posesiones diablicas , milagros y desa tres naturales, asuntos de especial in ters para los cam-pesinos.74 Tambin los diarios circulaban con regularidad por las aldea francesas. Un labrador del siglo XVIII evoca:

    Cuando ya no hay sino noche a mi alrededor, bebo como de costumbre un buen vaso de vino; el profe or de la escuela suele leer para m una nueva al azar de las que cuentan los diarios. ;

    La aparicin de la Biblioteca azuF6 introdujo una notable variedad en los temas, conquistando nuevos pblicos. Adems de lecturas populares, la Biblioteca azul incluy textos hagiogrficos, novelas de caballera y, por primera vez, introdujo literatura culta adaptada a los formatos econ-micos. Los libros de esta coleccin se vendan junto Lun otros mate ria-les impresos. Los buhoneros que deambulaban entre las ciudades y el campo di tribuan entre sus clientes documen tos de muy diversa ndole. M u y pronto, el vendedor ambulante de libro fue una figura comn. En 1660, su imagen es reconocida por los transentes parisienses:

    [721 BernarJ Leperi t , Las ciudades en la Francia moderna, ln; tituro de lnvestigacione., Dr. Jos Mara Lurs Mora, Mxico, 1996, pp. 1 -20.

    [731 Roger Chanier, 1994, op. w. , p. 25. [ 741 lbd., p. 26. [751 Roben Darnron , El lecwr como miSterio, en hnp: w\\w.fractal.com.mxiF2darn

    html. Consulta reali:ada el 12 de noviembre de 2005 . [761 Llamada as porq ue los libros en iormaro de bolsillo Je esta coleccin, tenan la

    pasta y las hojas de color a:ul.

  • 48 Martn Escobedo Delgado

    Para la segunda mitad del iglo XVIII, la lectura indiscriminada entre los sectores cultos france es era algo cotidiano. Es cierto que la alfabetizacin avanz a un ritmo acelerado, no obs tante la "epidemia lectora" de la que hablan algunos autores6b tiene que matiza rse . pues la mayora de la poblacin an era analfabeta y acceda a los materi ales escritos por medio de la escucha.09 De cualquier forma, es en el preludio de la Revolucin, cuando el acceso a la lectura se ampli a un pblico cada vez ms numeroso: muchas sirvientas tuvieron la neces idad de conocer el cdigo escrito para leer a sus patronas mientras realizaban actividades que les permitieran escuchar la voz que materializaba el tex-to; las seoras y seoritas de la aristocracia y burguesa se entretenan leyendo novelas de carcter sentimental; al mismo tiempo, tuvieron un gran auge las publicaciones mi ce lnea mensuales vendida en la va pblica por comerciantes ambulantes; el tiempo libre se empleaba, en-tre otras co as, en la visita con tante a las bibliotecas pblicas o a los gabinetes de lec tura que cobraban una mdica sum