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L a pregunta que surge es la siguiente: ¿fue Pidal el primero que trepó o destrepó por el Corredor? Claramente la respuesta es no, ya que por él deben haberse adentrado desde tiempos inmemoria- les cazadores de rebecos y pastores en busca de sus cabras, y el mismo Pidal comenta en su artículo de 1907 que la Peña Santa de Enol ya había sido ascendida por todas sus caras menos por la oriental. Sin embargo, cuando el marqués hace esta afirmación es casi seguro que estaba pensando úni- camente en las escaladas que se habí- 9 Vetusta El Corredor del Marqués: HISTORIAS ANTIGUAS Por Elisa Villa Cara norte de la Torre de Santa María desde las Barrastrosas (Foto: Fernando Calvo) En 1904 Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, protagonizó junto a Gregorio Pérez la gran hazaña de alcanzar por primera vez la cima del Urriello. Tres años más tarde, Pidal volvió a vivir una aventura en los Picos de Europa, pero esta vez estuvo a punto de costarle la vida. El suceso, contado por Pidal en el periódico madrileño La Época, ocu- rrió en Cemba Vieya, cuando el marqués acababa de descender de la Torre de Santa María por la franja pizarrosa que atraviesa su cara norte. Sin duda alguna, la historia es el origen de que, muchos años más tarde, los montañe- ros diesen a esa vía el nombre de Corredor del Marqués. Hoy día, el itinerario es bien conocido como actividad de invierno, cuando la franja pizarrosa se convierte en una blanca y empinada cinta de hielo que conduce a la cresta.

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La pregunta que surge es lasiguiente: ¿fue Pidal el primeroque trepó o destrepó por el

Corredor? Claramente la respuesta esno, ya que por él deben haberse

adentrado desde tiempos inmemoria-les cazadores de rebecos y pastores enbusca de sus cabras, y el mismo Pidalcomenta en su artículo de 1907 que laPeña Santa de Enol ya había sido

ascendida por todas sus caras menospor la oriental. Sin embargo, cuandoel marqués hace esta afirmación escasi seguro que estaba pensando úni-camente en las escaladas que se habí-

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El Corredor del Marqués:HISTORIAS ANTIGUAS

Por Elisa Villa

Cara norte de la Torre de Santa María desde las Barrastrosas (Foto: Fernando Calvo)

En 1904 Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, protagonizó junto a Gregorio Pérez la gran hazaña de alcanzar porprimera vez la cima del Urriello. Tres años más tarde, Pidal volvió a vivir una aventura en los Picos de Europa, peroesta vez estuvo a punto de costarle la vida. El suceso, contado por Pidal en el periódico madrileño La Época, ocu-rrió en Cemba Vieya, cuando el marqués acababa de descender de la Torre de Santa María por la franja pizarrosaque atraviesa su cara norte. Sin duda alguna, la historia es el origen de que, muchos años más tarde, los montañe-ros diesen a esa vía el nombre de Corredor del Marqués. Hoy día, el itinerario es bien conocido como actividad deinvierno, cuando la franja pizarrosa se convierte en una blanca y empinada cinta de hielo que conduce a la cresta.

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an llevado a cabo con ánimo estricta-mente montañero. Entre ellas estarí-an las realizadas por otros piquistaspioneros, como el conde de Saint-Saud, Paul Labrouche y GustavoSchulze.

1907, Pedro Pidal

Pedro Pidal cuenta en su artículo que,cierta mañana, salió de La Picota, lacasa que la compañía minera queexplotaba la Minas de la Bufarreratenía junto al lago La Ercina, conintención de ascender la cumbre queél, para diferenciarla de Peña Santade Castilla, llama Peña Santa de

Asturias o Peña Santa de Enol. Al ele-gir este objetivo, Don Pedro se separade las personas con las que había per-noctado en La Picota, entre las queestaban tres de sus hermanos, quie-nes pensaban dedicar la jornada a lacaza, Gregorio Pérez, el Cainejo, ocu-pado aquel día en asistir a los cazado-res, y el geólogo y alpinista GustavoSchulze, empeñado en sus estudiosgeológicos.

El marqués se encontraba eufórico,feliz de volver a su amada Peña des-pués de siete años de ausencia. Parael ascenso, eligió la cara este porque,según afirma en el escrito, era la

única por la que nunca se había subi-do. Todo fue bien, alcanzando sinproblemas la cima en la que se recreacontemplando un paisaje casi infinito.Para el descenso decide atajar por lapared norte ya que, según dice, es elcamino más corto y es la dirección enla que se encuentra el campamentode los cazadores. Por añadidura, con-fía en que podrá deslizarse por el ven-tisquero de Cemba Vieya como unavez hizo en Gavarnie, ahorrando asímucho tiempo.

Está claro que Pidal va a descenderpor la franja de capas pizarrosas quecruza con traza oblicua la cara nortede la Torre de Santa María hastaconectar en la base con el que enton-ces era el permanente nevero deCemba Vieya, pero los problemas sur-gen al llegar a éste: tiene cuatro ocinco metros de altura, está separadode la peña por una rimaya de metro ymedio de ancho y, lo que es peor, lanieve está completamente endureci-da. No sabe cómo afrontar aquellafuerte pendiente helada en la que susalpargatas de esparto poca huellapodían hacer y, finalmente, piensa enla posibilidad de deslizarse usando elrifle como un piolet en ramasse. Haceantes una prueba, pero la caída yafue inevitable: Don Pedro perdió elequilibrio y, a gran velocidad, se des-lizó incontroladamente durante másde doscientos metros (apreciaciónposterior de Schulze). Por suerte paraél, la parte baja de Cemba Vieya yarecibía los rayos de sol, por lo que lanieve estaba allí algo más blanda y lacaída se detuvo justo a tiempo de evi-tar que el marqués se estrellase con-tra las rocas. Magullado, sangrando,con la piel levantada y las ropashechas jirones, se incorporó comopudo y emprendió el camino hacia elcampamento, situado en el LlaguSecu de Cebolleda. En el trayecto seencontró con el geólogo Schulzequien, provisto de botas de clavos ypiolet, se ofreció a subir a CembaVieya para recoger el reloj, el sombre-ro y el rifle que Pidal había perdidoen el accidente. De regreso, Schulze,todavía impresionado, le comenta lagran longitud y pendiente de la caíday lo cerca que el marqués había esta-do de matarse. Este episodio ocurrióel 17 de septiembre de 1907, unafecha que sólo hemos conocido conexactitud casi cien años después,

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Ultimo largo del Corredor (Foto: Fernando Calvo)

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cuando se conocieron en detalle losdiarios inéditos de Schulze [ver ellibro “Gustav Schulze en los Picos deEuropa (1906-1908)”, publicado en2006].

1906, Gustavo Schulze

El 2 de agosto de 1906 atracó enPortugalete un barco procedente deHamburgo en el que viajaba el alpi-nista y geólogo Gustavo Schulze.Aquel día comenzó para él la primerade tres largas estancias en España quetenían como objetivo el estudio de lageología de los Picos de Europa, peroesta primera resultaría especial:durante la misma, el joven Schulzeiba a efectuar la segunda ascensiónabsoluta, y primera en solitario, alNaranjo de Bulnes, una hazaña por laque su nombre permaneció en elrecuerdo de los montañeros españo-les. En esta escalada abrió una nuevavía de ascenso en la cara este y otrade descenso por la pared sur.

Pero la aventura del Naranjo aún estálejos, ya que no se producirá hastaoctubre. En la primera quincena deagosto Schulze ha de dedicarse a múl-tiples gestiones, que incluyen un viajea Madrid. Es en la segunda cuando, alfin, podrá poner el pie en los Picos deEuropa, a los que entra porCovadonga y Los Lagos. Una noche, ladel 22 de agosto, acampado cerca delrío Redemuña (o Redimuña), dejaconstancia en su diario de la impre-sión que le produce la belleza dePeña Santa de Enol al ser iluminada

por los relámpagos de una tormentalejana. A la mañana siguiente, muytemprano, comienza una jornada deobservaciones geológicas y apuntes,pero sus pasos, consciente o incons-cientemente, le llevan hacia esa cima.A las 12 de la mañana, situado en labase de su cara norte, abandona loscampos de nieve en los que seencuentra y se dirige a una banda decalizas pizarrosas de color oscuro queatraviesan la pared. Ha entrado en loque más tarde se conocerá comoCorredor del Marqués. A la una de latarde alcanza la cima y desde allí con-templa con admiración la larga crestade la otra Peña Santa, la que él deno-mina en unas notas “cima principalde Peña Santa” y en otras llama PeñaSanta de Castilla y Peña Santa deValdeón. Y como observa que labanda de rocas pizarrosas continúapor la cara sur (la Grieta Rubia) es porahí por donde efectuará el descenso.

Con esta ascensión, desconocidahasta que se conocieron los diariosmanuscritos de Schulze, el geólogorealizó un recorrido por el Corredordel Marqués anterior al de Pidal. Peroél tampoco fue el primero, ya quesabemos de otro paso por el Corredoracaecido con 15 años de antelación.

1891, Conde Saint-Saud

Entre 1890 y 1924, Aymar d’Arlot,conde de Saint-Saud, realizó nueveviajes por los Picos de Europa. Larazón principal de los mismos era latoma de datos geodésicos destinados

al levantamiento de mapas, una laboren la que, según ha revelado recien-temente Luis Aurelio González Prieto(La Nueva España, 23-05-13), Saint-Saud actuaba por encargo del EjércitoFrancés. Pero Saint-Saud era tambiénun alpinista seducido por la gloria delas primeras ascensiones. En 1891, alascender junto a Paul Labrouche aPeña Bermeja y contemplar la impre-sionante pared meridional de PeñaSanta, se sintió atraído por la grande-za de esta montaña y el conocimientode que nadie había hollado aún sucima. Comprendiendo que por la carasur era imposible intentar la ascen-sión, los dos franceses se trasladarona Covadonga y, desde aquí, junto aalgunos porteadores, se pusieron enmarcha hacia el Lago Enol. Deseabanencontrar un guía que los condujese aPeña Santa y pretendían contar conPedro Cos, reputado cazador de rebe-cos y hábil escalador. Pero Cos afirmaque él nunca ha subido a Peña Santay les recomienda a su compañeroBlas, un joven que, al parecer, sí cono-cía el camino. La cumbre a la que ter-minarán subiendo al día siguienteserá en realidad la Torre de SantaMaría, detalle del que Saint-Saud solose percata cuando alcanzan la cima yven hacia el sur la crestería de la ver-dadera Peña Santa. El pobre Blas nocomprende el enfado de los francesesya que, para él, aquello también esuna cima virgen y se llama igualmen-te Peña Santa. Saint-Saud decidedenominarla Peña Santa de Enol,como dice que la llaman a veces en la

El nevero de Cemba Vieya (Foto: Elisa Villa)

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vertiente norte, aunque afirma queen aquel momento ignoraba que enCaín le daban el nombre de Torre deSanta María. De la otra cima señalaque es llamada Peña Santa de Castillapor las gentes de la región deCovadonga, y que lo hacen así paradistinguirla de esta Peña Santa, lamás cercana. Al año siguiente, PaulLabrouche, François Bernat-Salles yVicente Marcos, miembros de su equi-po, conquistarían la gran Peña Santa,una cumbre a la que, sin embargo,Saint-Saud nunca ascendió.

Del relato del conde [“Monographiedes Picos de Europa. Études et voya-ges”, 1922] se desprende que elascenso a la Torre de Santa María lollevaron a cabo por el sur, por una chi-menea, probablemente la GrietaRubia, que no les resultó nada fácil.Por esta razón, para el descenso deci-dieron variar el itinerario, efectuán-dolo por una vía que Saint-Saud defi-ne de este modo: “El descenso esduro. Para evitar la chimenea y atajarpor la vertiente norte tomamos unapared que cae a pico sobre un gla-

ciar”. Evidentemente, el glaciar esCemba Vieya (probablemente en1891 aún quedaba allí hielo glaciar),de modo que la ruta por la cara norteno puede ser otra que el Corredor delMarqués. El breve comentario sobreel descenso continúa con una referen-cia al modo admirable en el que losguías locales vencieron el salto hastael fondo de la rimaya: “¿Cómo hansaltado nuestros hombres para hacer-nos con sus cuerpos una corta escale-ra? Misterio de equilibrio imposiblede aclarar”.

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Nuestros tres protagonistas, a pesarde que pertenecían a generacionesdistintas (el conde Saint-Saud nacióen 1853, Pedro Pidal en 1869 yGustavo Schulze en 1881), se conocie-ron. Un relato difundido en los años80 del siglo XX, en el que se cuentauna anécdota que ha calado entre losmontañeros y se repite a menudo, haunido de modo especial sus nombres:se trata de la historia de una cenaque, supuestamente, habrían celebra-

do los tres en 1907 en la FondaVelarde de Bustio. Al parecer, durantela misma, Gustavo Schulze devolvió aPidal la tarjeta encontrada el añoanterior en el Urriello, agradeciéndo-le la botella de vino que el marqués yel Cainejo habían dejado en la cum-bre. Según el relato mencionado, losprimeros vencedores del Naranjohabrían subido nada menos que dosbotellas: una se la habían bebido y laotra había quedado depositada enaquella altura como un obsequiopara el siguiente escalador que logra-se alcanzarla. Pero esta historia, quese atribuyó a Saint-Saud, es completa-mente falsa. El origen del bulo, unpoco lioso para relatarlo de nuevoaquí, se cuenta con detalle en el librosobre Gustavo Schulze citado másatrás. No obstante, como acabamosde decir, los tres personajes se cono-cieron, compartieron días de monta-ña, mantuvieron correspondencia yhasta, en algunos casos, se visitaronen sus domicilios particulares. El nexocomún que les unía fueron sencilla-mente los Picos de Europa.

Pedro Pidal, Gregorio Pérez y otros cazadores en el campamento de Llagu Seco (Foto: Gustavo Schulze)

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