El Comité 1973 número 19. Transversal

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EL COMITÉ 1973 REVISTA DE DIFUSIÓN, CRÍTICA Y CREACIÓN LITERARIA año 4, número 19 / septiembre - octubre

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Revista de difusión, crítica y creación literaria.

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EL COMITÉ 1973REVISTA DE DIFUSIÓN, CRÍTICA Y CREACIÓN LITERARIAaño 4, número 19 / septiembre - octubre

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el Comité 1973

Director generalMeneses Monroy

Director EditorialIsrael J. González S.

cuidado de portafolioAlmendra Vergara

imagen y Diseño gráficoIsrael Campos Nava

Consejo colaborador

Agustín CadenaGuadalupe Flores Liera

Asmara GayDaniel Olivares Viniegra

Comité colaborador de este número

Alma Alicia Águilar GuerreroGuadalupe Flores Liera

Asmara GayIsrael J. González S.

Miguel Ángel Martínez MonterMeneses Monroy

Daniel Olivares ViniegraDulce G. Ramírez

Sandra Angélica Martínez Cruz

Portada y contraportadaIsrael Campos

Publicación BimestralAño 4. Núm.19. 2015.Septiembre - Octubre

Publicación indexada al catálogo de revistas electrónicas de arte y cultura del CONACULTAhttp://sic.conaculta.gob.mx/ficha.php?table=revista_elec&table_id=136

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Empezamos un nuevo año editorial con el ánimo ligero, con un toque de humorismo, con ganas de

sacar los disfraces, con ganas de tomar una copa o dos sólo por el gusto de hacerlo o para celebrar;

de mirar el futuro despreocupadamente. Al contra-rio de lo que decimos que hacen los organismos en

el tiempo, esta revista –nuestra revista, y no me sólo me refiero a quienes nos dedicamos a escribirla-,

pareciera ir haciéndose juvenil.

Ya habrá ocasión de ponerse un poco más serios y solemnes. Ahora los invitamos a que nos lean como

si fueran a su primera cita. Nuevamente les agrade-cemos por acompañarnos estos primeros tres años y

que, al comenzar el cuarto, no sólo sigan frecuentan-do este espacio, inviten a muchos amigos más. Deje-

mos ya las palabras no sin decir nuevamente:¡Gracias totales!

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Editorial

Dossier Polifemo Daniel Olivares Viniegra

Ensayo Antipoesía de ayer; de hoy (de siempre) Daniel Olivares Viniegra

La revolución de Avant-garde Asmara Gay Viñetas Miguel Ángel Martínez Monter

PortafolioSandra Angélica Martínez

Espacio libre

PoesíaCuatro poemas (Visita a la casa de la abuela,Semblanza, Perdí las joyas, Algarabía).Meneses Monroy

Ensayo y poesíaVasos Lyssaridis: el revolucionario irreductibleGuadalupe Flores Liera

RelatoElla muere por míDulce G. Ramírez

Una historiaIsrael J. Gonzáles S.

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* ...Ojo que nO ve igual a cíclOpe obligadO

* * El sOl, solO dejO de luz o mejor aún

eclipsadO caleidosc (opiO)

del ya efímero pan-Ora-ama céntrica sOrtija infOrme

De/viene/se opacidad para la cual entre áureOs destellOs derivadOs del espectrO,

supervive en tantO la memoria, diáfana que es, y es a(la) vez seductor abism

.

.O

postigO apenas lóbregO, tras cuya ausencia subsiste el casi (no colOr),

lo que pOr si acasO umbrOsidad implica, y tram)O(nta

oquedad fosO, pozO; fOsa // PoZA en la que nada se pOsa O es iridiscente

sima, cuando nO procelosO pié_lagO u osciloscopiO

trém o l O o multicromO palpitar

refulgente que clara[mente] hasta ahOra trasciende, y nada (( )) es

O sí: el ocasO:

inanidad nadando en la nada; (hada) in(h)ad(a)vertida.

* * *

Daniel Olivares Viniegra

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Nacida desde sus más remotos orígenes de la parodia (¿pero como cuál arte no?) sufre y goza siempre de las agrias o dulces mieles de su origen; se ubica casi en todo momento a la sombra de su muy galana y pretendidamente (y preteridamente) impoluta hermana mayor (la Poesía), mas, precisamente por descocada y mal portada, nombrémosla al fin con cada una de sus letras, la antipoesía lejos de ocultar las huellas de su licencioso linaje hace prenda de ello y hasta lo exhibe sin pudor. Asume por tal razón solo a regañadientes su nobleza, a la vez que –cada que puede– se burla tanto de aquella estorbosa etiqueta como del común sus abyectos o fementidos pasados, que vienen a ser todos los suyos sí, es decir, los de ambas: literatura y antiliteratura entreveradas, mezcladas; ligadas en una especie de incestuoso concubinato, irremediable e imperecedero, por decir lo menos.

Anti–todo, pues, por naturaleza, si se lo propone, que no antídoto (aunque sí, de igual manera, si lo desea), es entonces –como forma de expresión– palabra densa o etérea, de por sí, cuando no proyecta al menos ecos y/o rescoldos de sus propias antinomias de origen; al tiempo que es –también– música (ar-moniosa armonía) y en consecuencia canto–canción (de poderse) y mensaje, concomitante y concentrado, e igualmente imagen concreta y/o chispazo de luz: juego, aire, relajamiento y respiro, asimismo, que se da a sí misma, y –por tanto– otro tanto (o como diría la Bamba: “y otra cosita”).

de ayer; de hoy

Daniel Olivares Viniegra

(de siempre)

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Recurso lúdico, pues, antisolemne, provocador (provoca[ardor]), catártico: antiangustiante; recurso extremo ante el hartazgo de la forma estricta o ca-duca, del contenido contenedor, del rigor del texto y del contexto (elegan-cia, pompa y circunstancias y demás cansinas –ancias); exabrupto, eru(c)pto altisonante, postura más allá de la apostura, por necesidad de aires y so-siegos; cuando no piedra de toque y hasta arma cargada de futuro (Gabriel Celaya dixit), y –por tanto– con fuertes ligas hacia la tan denostada literatura social; pero no la densa, pero no la sacra, pero no la cívica, aunque sí (de ser factible) la cínicamente revelante y relevante… Hermana, por ende, del pueblo y –mejor– del populacho, de la cantina, de la protesta, del ruido y de la calle: bebe, fuma, aroma, inhala–exhala, y hasta se inyecta otros rigores, otros dolores, otros humores, y nuevos amores con los que laxa dialoga o para con los que, de plano, lúbrica y conspicuamente se entrega. Con ella el lenguaje de la plebe, el albur, el lunfardo, el caló, la tatacha y al último el rap (nos guste o no nos guste) se abren paso y/o comienzan a rifar(se)(la) desde cualquier lugar, para –por supuesto– venir a recaer (con el permiso de ustedes) (o hasta sin él) en lo políticamente correcto o incorrecto, puesto que –evidentemente– qué más da.

Con carta de origen, dado el caso, persígase en los cantos de guerra desde todos los chiquitibún atribuidos también a los antiguos griegos o romanos, pa-sando por los Carmina Burana medievales (Ma–cumba: madre cumba vamos a la catacumba), y hasta llegar a los marsellescos lares, después de los cuales finalmente un Arthur Rimbaud sinestésicamente danzará exultante junto a las (a)rrítmicas palmas de un ebrio (del mismo modo) Charles Pierre Baudelaire.

De igual forma, y al grito de las antiguas o nuevas libertades, en América, como en cualesquiera otros lares, hállese desde siempre donde impensa-damente, pero muy pesada y pausadamente aniden injusticias (rastréese en el musical y socavado improperio náhuatl, hermanado más tarde con el afro–blues o el naciente scat del jazz). Descúbrasele asimismo, rebasando los ochocientos, lo mismo en los ya mencionados indebidos lugares que inclusi-ve en los iniciales fulgores de Rubén Darío, y conságresele un altar muy más mayor, una vez que nos sentemos a un banquete cuyo plato principal ven-gan a ser desplumados y descabezados cisnes de cuello más que retorcido... Suena además (de lejos) lo mismo en el Bronx neoyorquino, que en campos o en montañas de todas las latitudes, si bien con mayor vigor en las antiguas o nuevas gestas que cantan gravemente, por ejemplo, Vicente Palés Matos y Nicolás Guillén con sus bongós repicando en toda su afrocaribeña negritud.

Mas, un tanto antes, habrá que remontarse a más europeizantes soledades, donde hermanarémosla con todo tipo de jóvenes renegados, recomenzan-do por los cantos de Maldoror, los poetas malditos y toda la caterva de infan-tes terribles que bien tuvieron, al menos en lo temático abjurar de los ya líricos o bucólico–perezosos efluvios, toda vez que Dios no juega a los dados, pero

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cómo se divierte, digamos al azar… Si bien es en las vanguardias donde alcanza sin duda mayor carta de identidad; desde aquel Dadá en el que ya nada se entiende; secundado por la trRrremenda explosión futurista de Marinetti… donde ya el poema (si es que aún lo es) pretende alcanzar categoría de forma plástica y hasta una nueva arquitectura. Acá apare-ce una postal desde la cual nos saluda sonrientemente Apollinaire. Para entonces, ya se revientan–reinventan todos los anteriores sacros concep-tos (estrofa, métrica, rima, sintaxis), hasta que finalmente, con un mundo aún polarizado, pero mucho más en calma, adviene un remanso en el que lo más importante resulta atender conscientemente al campo de lo inconsciente, parcela desde la cual nos vienen a saludar el señor Bretón y sus muchos, diversos y oníricos amigos, ciudadanos ya de un orbe sin fron-teras. Y de ahí desprenden, hacedores casi cada uno de su muy propia y personal revolución poética: Artaud, Moro, Cernuda, Aleixandre, García Lorca, Alberti y hasta el propio Miguel Hernández o Neruda, para hacer un corte anterior; seguidos por Alberto Hidalgo, Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas y hasta Benedetti en otro imaginario y coloquialísimo, después. Todo sin olvidarnos, gracias a san Salvador Dalí, que hay de cierto en el entorno un universo paralelo, palpable además y nada exento de locuras o ex-centricidades, donde –a la postre y como postre también– Gómez de la Serna y sus greguerías le dicen Mariano Brull: que a ver cuándo pasa usted a tomarse un cafecito por aquí a la casa y que si se trae por favor como invitadas a sus muy lindas y tan simpáticas jitanjáforas.

Baste lo anterior para decir y decidir también que toda vanguardia co-mienza siendo antipoética, como lo es de inicio toda posición juvenil, re-belde, marginal, antisistema, antiestablishment de todos los lares y de to-das las fechas; punk y rockers actuales y posmodernos incluidos desde ya (y antes de que estos se nos violenten y terminen destrozándonos las puertas).

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En cuanto a la amplia e influyente digresión arquitectónica y calligramática a la vez que minimalista y/o sintética que da la pauta para el nuevo desenfreno, o mejor dicho la nueva forma en el lenguaje, no han de desdeñarse ni las muy tras-cendentes influencias orientales (mandalas incluidos) que habrán de desembo-car en un casi inexplicablemente espléndido José Juan Tablada. Vertiente ésta que finalmente termina contaminada por las más avanzadas técnicas modernas de la publicidad y su natural e inmanente crítica (cultural–anticultural), misma que retomará con su breve, pero muy pertinente parénte)sis( la poesía concreta brasileña. Todo no sin que antes (o a la vez) sea oportuno asomarse a los amplios espejos y derruidos–reconstruidos puentes que desde el norte imperial y magnéti-co hacia todo el mundo tienden figuras de la talla de Ezra Pound, T. S. Eliot y E. E. Cummings, por mencionar a los más notables maestros, retomados por muchos otros, pero así también con gran acierto por Ernesto Cardenal, alterno oficiante tanto de espiritualidades cósmicas como de materialidades sociales y científicas integradas a un todo–lo–que–sea–posiblemente aún poetizable.

Otra horizontal y “mínima” revolución, digna de mencionarse, había ocurrido ya al desvanecerse las inconsútiles fronteras entre prosa y verso, con lo cual pu-dieron generarse igualmente poemas en prosa que inclusive novelas altamente contaminadas por el verso y sus musicalidades (vb. gr. Vamos de Lewis Carroll a James Joyce)… Y todo así, hasta que a la par de Oliverio Girondo, creacionística-nente “Al horitaña de la montazonte” se asome al fin Vicente Huidobro, u oblicua y auquénicamente César Vallejo nos recuerde trilcemente también otras validas honduras y nos las restriegue desdoblantemente entre jueves de aguaceros, solo con el afán de recordarnos que todos los grandes poetas (inclusive Octavio Paz) comenzaron siendo antipoetas, hasta que sus juveniles gritos e hitos se diluyeron en los mares de otra azarosa vanguardia, misma que a su vez sucumbió ante un nuevo ismo (… y vuelta a empezar).

Y baste lo anterior, así también, para dejar en claro que la antipoesía ha estado presente mayormente en cada uno de los creadores, momentos y producciones mencionados, si bien algunos de ellos (los más) ni remotamente se asumieron como tales. Con las aceptables salvedades antepuestas, se asienta entonces que para ser antipoeta hay que asumirlo más que parecerlo (aunque también, por supuesto, padecerlo). Así, agotado(?) casi del todo el caudal de la imagina-ción vanguardista, un solo y unigénito cascabel mayor quedaba meramente al alcance, para que a mediados del pasado siglo, gatunamente a éste se lo au-tocolgara, y con todos los honores, un desenfadado pero agudo Nicanor Parra (secundado en buena manera por Enrique Lihn). Como oficiante mayor de esta laica feligresía, es su más alto mérito bautizar y canonizar con cierto acierto todo el pasado y futuro embrollo que el atropellado devenir poético hasta entonces

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había causado, y pontificar mediante artefactos test(uales), manifiestos y afo-rismos resumidos el sentir de la nueva y ecuménica iglesia. “Los poetas bajaron del olimpo”, pregona, a la vez que como fórmula evangélica y abiertamen-te conciliadora propugnaría: “libertad absoluta de expresión”, y como breves mandamientos si acaso estatuiría: ni poesía de pequeño dios; ni poesía de vaca sagrada; ni poesía de toro furioso.

Situándonos de nuevo en nuestro país, resta decir que luego de la moderada explosión estridentista (con Manuel Maples Arce y Germán List Azurbide al fren-te), o luego también de algunos rimbombantes lances de Novo, Villaurrutia o Pellicer; pocos nombres hay que con todo mérito puedan situarse (así sea por momentos, y a querer o no, como ya lo decíamos) dentro de la vertiente del quehacer antipoético (amén de que con ello en nada se les beneficia o les per-judica), pero sin duda a la derecha del gran cocodrilo, Efraín Huerta, habrá que situar a Renato Leduc y flanqueándolo por el otro extremo, por supuesto, a Jai-me Sabines. Otras grandes plumas como las de Eduardo Lizalde, Elías Nandino, Rubén Bonifaz, Alejandro Aura o Vicente Quirarte, en su momento, no han visto menoscabo (sino al contrario) al arriesgarse a la arena; en tanto que adalides nuevos y sin rubor han venido a ser Ricardo Yáñez, Ricardo Castillo y Leopoldo Borrás, y en lo novísimo extremo Armando Alanís Pulido y su Acción Poética, éste último y en consonancia con la tradición muralista y el contemporáneo arte gra-ffitero, acudiendo a la variante de trascender del papel a los muros, y generan-do cual corresponde la contrarréplica que constituye la Atsion Poética Tepito; esta última, digamos de paso, harto manchada y ya no tan acá.

Rematemos, por tanto, afirmando que en cuestión de estética no hay verdad sino verdades, toda vez que hace rato el signo de los tiempos no es más el “debe ser”. Por otra parte, la antipoesía gracias al empuje posmoderno y contracultural es claro que goza de algo más que cabal salud, lo confirman sus infinitos ha-cedores, seguidores y publicantes (sobre todo con al auge de los memes o los ingeniosos retruécanos twitteros que pululan en las redes sociales), y más allá de las letras solas en toda la producción pop, popular y populachera, sin descartar a las movidas folk y rock que siguen a la cabeza y por momentos alcanza alturas trascendentes mediante mensajes que van de los icónicos Chico Che a Molotov y no paren ustedes ahora ni nunca de contar. Concluyo, como lo he hecho ya otras ocasiones, planteando en primera persona, la siguiente: APORÍA: Somos antipoetas/ porque/ finalmente/ somos/ todo lo contrario.

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El término avantgarde (‘vanguardia’), que era exclusivo de la milicia y que denomina a la avanzada de una tropa en una determinada exten-sión territorial (avant, ‘delante’, garde, ‘guardia’), es ocupado en 1825 por Henri de Saint-Simon en su obra Opinions littéraires, philosophiques et industrielles para significar este vocablo en un sentido revolucionario a partir del cual la sociedad (hombres de ciencia, artistas e industriales) re-novara su camino hacia el progreso. En este libro, Saint-Simon concluye que son los artistas quienes han de encabezar esta renovación:

Asmara Gayde Avant-garde

C’est nous, artistes, qui vous servirons d’avant-garde: la puissance des arts est en effet la plus immédiate et la plus rapide. Nous avons des armes de toute espèce: quand nous voulons répandre des idées neuves parmi les hommes, nous les inscrivons sur le marbre ou sur la toile; nous les popu-larisons par la poésie et le chant ; nous employons tour-à-tour la lyre ou le galoubet, l’ode ou la chanson, l’histoire ou le roman; la scène dramatique nous est ouverte, et c’est là surtout que nous exerçons une influence élec-trique et victorieuse. Nous nous adressons à l’imagination et aux senti-ments de l’homme, nous devons donc exercer toujours l’action la plus vive et la plus décisive; et si aujourd’hui notre rôle paraîtnul ou au moins très secondaire, c’est qu’il manquait aux arts ce qui est essentiel à leur énergie et à leurs succès, une impulsion commune et une idée générale (Saint-Simon, 1825: 341).

[Somos nosotros, los artistas, quienes servirán de vanguardia: el poder de las artes es, de hecho, el más inmediato y el más rápido. Tenemos armas de todo tipo: cuando queremos difundir nuevas ideas entre los hombres, las inscribimos sobre el mármol o sobre la tela; las popularizamos a través de la poesía y el canto; empleamos una a una, la lira o la flauta, la oda o la canción, la historia o la novela, la escena dramática nos es cercana sobre todo porque ejerce sobre nosotros una influencia tensa y victoriosa. Hacemos un llamado a la imaginación y a los sentimientos del hombre, debemos ejercer siempre la acción más viva y más decisiva, y si hoy nues-tro rol parecía nulo o al menos muy secundario, es que éste carecía de las artes que es esencial a su energía y a su éxito, un impulso común y una idea general.]

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Es la primera vez que avantgarde aparece relacionada con las artes, aun-que durante todo el siglo XIX el concepto de vanguardia estará más cerca del ámbito político-social que de la técnica artística. Este término, acuñado en Francia por los socialistas utópicos (Saint-Simon, Gabriel D. Laverdant), era tan querido por los predicadores de la revolución proletaria y social que, de hecho, en su cuaderno personal que llevó de 1862 a 1864 titulado Mon coeur mis à nu (“Mi corazón puesto al desnudo”), Charles Baudelaire cita de entre una larga serie de ejemplos para probar la predilección de los franceses por las metáforas militares el término littérateurs d’avant-garde, lo que significaba escritores de izquierda, radicales, que ponen por encima de las ideas estéti-cas su concepción de revolución social. De esta manera, el espíritu con que nace el término ‘vanguardia’ en el arte tiene una connotación revolucio-naria, combativa, transformadora que prevalecerá cuando esta palabra se retome durante la I Guerra Mundial.

Si bien son tres los términos con que se designa a las polémicas y divergentes manifestaciones artísticas de principios del siglo XX (‘arte nuevo’, ‘vanguar-dia’ e ‘ismos’), ‘vanguardia’ es la que mejor recoge el espíritu de la época por tratar de anteponer el arte a la guerra como medio de transformación social (expresionismo, cubismo, superrealismo, personalismo), además de que hace una clara señalización acerca del papel del creador de arte: transformar el arte para que el arte nuevo se sitúe por encima de sus contemporáneos.

La búsqueda de transformación social de los creadores de arte se ve des-plazada, de este modo, por una búsqueda de transformación estética. La sociedad está presente, pero la mayoría de las veces como espectadora de estas nuevas artes que no siempre entiende. Los movimientos irónicos, bur-lescos, hiperbólicos no son comprendidos, sobre todo cuando son ellos mis-mos quienes se atacan (como el dadaísmo). Sin embargo, cada propuesta de renovación artística es una huella de la ruptura que hacen los artistas a su formación en las escuelas de arte. A las reglas académicas de creación, los artistas opusieron sus propias reglas. Surgen así propuestas tan alocadas como las futuristas: “Es menester destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar, tal como nacen”, “abolir también la puntuación. […] Para acentuar

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ciertos movimientos e indicar sus direcciones se emplearán signos matemá-ticos: + ><- x : = y signos musicales” [Marinetti, 1978: 156-157]; propuestas que permitieron que autores posteriores las incorporaran en sus creaciones para dar nacimiento a nuevas estrategias literarias (como es el caso del flujo de conciencia que usa James Joyce en su obra Ulises, y que proviene de la abolición sintáctica futurista).

Los primeros treinta años del siglo XX se caracterizaron por gestar una a una vanguardias que intentaron dar un paso por delante de sus contemporá-neas, en el entendido de que la vanguardia debía ser tan revolucionaria que en su germen estaba el futuro: el cubismo prepara las bases para el futurismo y para el creacionismo; cubismo, fauvismo y futurismo hacen na-cer a su vez al dadaísmo, y todas la vanguardias anteriores son el vehículo a partir del cual nacerán, al menos, tres vanguardias: superrealismo, ultraísmo y estridentismo. Este anhelo revolucionario está empañado de un anhelo de juventud absoluta que recorre estos movimientos, un anhelo que dirigirá la posguerra europea a partir de la década del cuarenta, pero a diferencia de sus antecesoras, estas segundas vanguardias pondrán su mirada, sobre todo, en la recomposición social frente a la brutalidad de la guerra: existen-cialismo (Sartre y Camus), personalismo (Mounier), neorrealismo (Calvino, Moravia, Pavese), objetivismo (Beckett). (Esta discusión acerca de si las ar-tes deben ser vehículos de la revolución social, política, cultural o la revolu-ción debe ser el vehículo siempre presente en las artes está expresada de manera muy interesante en el libro editado por la editorial Siglo XXI: Literatu-ra en la revolución y revolución en la literatura, artículos de Óscar Collazos, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar publicados en periódicos.)

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Todos estos movimientos de arte, independientemente de su intención, transformaron la sociedad que los rodeaba. Hicieron una verdadera re-volución, como lo predijo en aquel temprano año de 1825 Henri de Saint-Simon, porque la sociedad empezó a ver el mundo a través de los ojos de estos artistas. Hay obras icónicas como el Guernica de Picasso que nos recuerda el dolor y la crueldad de la guerra, La persistencia de la memoria de Dalí, que nos habla de la futilidad del tiempo, o La fuente de Marcel Duchamp, cuya mirada nos remite a la inutilidad del arte y a la ambición desmedida de quienes se erigen como sus representantes.

Sin duda, la huella dejada por los vanguardistas no desaparece e incluso se utilizan de manera desmedida muchas de sus herramientas renovado-ras, a lo que habría que añadir que como se usan en forma de imitación ya no renuevan nada. Actualmente, hay pocos artistas interesados en la re-novación del arte y en la renovación social. Se dice comúnmente en estos tiempos que un artista es de vanguardia sólo porque ha logrado introducir tres palos expuestos en un museo de arte contemporáneo. Sin embargo, la vanguardia es otra cosa, implica un compromiso por escrito (un manifiesto) en donde el artista exponga sus razones por las que desea establecer una ruptura con el arte de su tiempo y cuáles son las armas técnicas que desa-rrollará para su nuevo arte. Nada más lejos de lo que ahora hacen muchos artistas, quienes en ocasiones ni siquiera saben qué están haciendo.

Fuentes bibliográficas

De Torre, Guillermo (1974). Historias de las literaturas de vanguardia. 3 Ts. Madrid: Guadarrama.

Marinetti, Filippo T. (1978), “Manifiesto técnico de la literatura futurista”, en Manifiestos y textosfuturistas. Barcelona: Ediciones del Cotal, pp. 156-166.

Poggioli, Renato (2011). Teoría del arte de vanguardia. México: UNAM.

Saint-Simon, Henri (1825). Opinions littéraires, philosophiques et industrielles. París: Galerie de Bossange Père, Libraire.

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Las novelas gráficas son muy similares al cómic. De hecho, hay novelas gráficas donde se utilizan a personajes de los universos Marvel, DC, Vértigo y muchos otros (por ejemplo la novela de Frank Miller, Dark Knigth Return), tratemos de diferenciarlas.

1.- La novela gráfica cuenta una historia finita. Dark Knigth Return es la his-toria de Batman mucho mayor, tiene que regresar a ponerse el traje para enfrentar a un Superman con delirios de grandeza. (Probablemente de lo que se trate Batman vs Superman, película que se está filmando actual-mente). Mientras que el cómic tiene un inicio, pero no un final. Quincena a quincena podemos comprar el número correspondiente de nuestra saga favorita. Por ejemplo The amazing spiderman, Spawn o Detective Comics presents. Son títulos que salen con cierta regularidad y que cuentan parte de una historia, sin embargo no tienen un final como tal. Es decir: la delimi-tación en los cómics tradicionales no existe puesto que los cómics tienen una especie de secuencia infinita. Por el contrario las novelas gráficas son de un solo número o tienen una numeración determinada, al acabar la historia, acaba el cómic. No hay nada después de ello.

Miguel Ángel Martínez Monter

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2.- Público. Aunque hay cómics para todo público, regular-mente la novela gráfica es mucho más seria y dura, por lo que regularmente está expuesta solo a un público más adulto.

3.- Cabe mencionar que estas diferencias no son válidas en todos los casos, ya que la línea entre una y otra suele ser muy difusa, lo que incluso ha generado serios debates sobre si esta diferenciación reside meramente en cuestiones de marketing de las grandes editoras o en cuestiones más artísticas.

Novela gráfica: entre literatura y pintura.Ciertamente encontraremos novelas con diseños artísticos muy específicos, a veces no parecen tener gran detalle. A primera vista Scott Pilgrim vs. The world no parece mostrar un gran trabajo visual, sin embargo es una mezcla bastan-te interesante entre la animación americana tipo toon y un trazo en detalles con tradición en el anime. También pode-mos encontrar trazos mucho más realistas como el de Alex Ross que puede considerarse como uno de los grandes de la ilustración. Partamos que él, como tal, no hace ilustración de cómic propiamente dicha, sino que trabaja al óleo con un estilo hiperrealista. Ha hecho obras como Marvels o Kingdo-me Come que si bien pertenecen al universo de Marvel y DC Comics respectivamente son obras mucho más serias. Estas obras nos hablan sobre las limitaciones del hombre cotidia-no al enfrentarse con un mundo donde existen seres mucho más poderosos. ¿Cuál es la psicología de la sociedad, cuál

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es su respuesta ante lo diferente? De eso hablan estas dos sagas, cada una desde un punto de vista muy propio. ¿Qué pasaría si en el mundo real exis-tieran súper héroes? Podemos ver el trabajo visual que nos envolverá en una atmósfera de credibilidad a Ross. Pero esto no puede funcionar sin un guion apropiado. Entre ellos está Alan Moore.

Alan Moore puede sonar como un desconocido total para las personas que no suelen leer cómics, pero el universo de éstos no serían lo mismo sin él. Igual-mente ha trabajado para las dos grandes (Marvel y DC) y como indepen-diente. Con él llega Batman: The killing joke; obra donde un Robin muere y Batman tiene que decidir si tirar la capa o no. Con esta obra Batman también regresó a esa esencia oscura con que hoy lo conocemos.

Entre sus obras más famosas nos encontraremos con The Watchmen, V de Vendetta y Miracleman. La mayoría de estas obras se han vuelto películas. Para quienes las han visto sabrán que sus temáticas impactan de lleno en lo político, en lo social. Igualmente la psicología de los personajes se encuen-tran definidas y la trama lleva un ritmo muy disfrutable. No son historias para niños y exigen del lector algo más que la simple lectura de viñetas. Hay una trama que ir desenmarañando y la forma en que la desenvuelve es exquisita. La obra de Moore podría haberse convertido en fabulosas novelas literarias. Sin embargo, el hecho de pasarlo a viñetas nos exige aprender otro tipo de relación, un análisis distinto. Ya no solo poner atención a la palabra escrita sino también a lo gráfico como parte clave del mensaje y la atmósfera.

No sé si la novela gráfica figure o no como arte (increíble la cantidad de dis-cusiones sobre este respecto), pero ciertamente existen grandes obras que merecen tener una oportunidad de ser leídas.

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Sandra Angélica Martínez Cruz(Tlalpujahuilla, Michoacán. 1990)

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Artista multidisciplinaria que ha participado en ex-posiciones y realizado intervenciones en espacios públicos en Toluca. Actualmente estudia Artes Vi-saules en el Instituto de Artes de la Universidad Au-tónoma del Estado de Hidalgo.

Observadora crítica de la realidad objetiva, apro-vecha el contexto en que vive como fuente de inspiración, buscando un lenguaje visual claro y en medida de lo posible, espacios públicos de exhibi-ción, para acceder espectadores no especializa-dos y lograr interacción con los mismos.

En la siguiente serie Holy Shit! Ironiza la masifica-ción de dispositivos inteligentes y el vínculo que se genera entre el usuario y su dispositivo, en una época en que la de devoción ya no es hacia un santo, sino hacia la propia imagen tras un filtro de “instagram”. Retoma la iconografía cristiana en un contexto específicamente católico y mexicano para que la idea resulte más comprensible.

Sandra Angélica Martínez Cruz(Tlalpujahuilla, Michoacán. 1990)

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Águeda IISerie Holy Shit!Cianotipia26.5 x19.5 cm2015

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Águeda IIISerie Holy Shit!Cianotipia y goma bicromatada28 x 19 cm2015

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ConexionesSerie Holy Shit!Van Dyke Brown30 x 20.5 cm2015

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Corazón IISerie Holy Shit!Goma bicromatada27.8 x 18.5 cm2015

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HerramientasCianotipia 29 x18 cm2015

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ImaginaciónVan Dyke Brown31 x 22.52015

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Lucía ISerie Holy Shit!Van Dyke Brown28 x 20.5 cm2015

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Me gustaSerie Holy Shit!Cianotipia19.5 x 29 cm2015

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Mujer con tableta IISerie Holy Shit!Cianotipia y Goma bicromatada26 x 19.5 cm2015

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Piedad IISerie Holy Shit!Cianotipia en tela27.5 x 21.5 cm2015

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Piedad ISerie Holy Shit!Cianotipia 26 x 17.8 cm2015

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PoderVan Dyke Brown30 x 22.7 cm2015

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Cuatro poemas Meneses Monroy

Visita a la casa de la abuela

Nuestros hijos corren, por la misma casa que nosotros hace tres décadas. Suben las mismas escaleras,recorren la misma calleafuera de la casa de la abuela.

Se ríen y se hacen llorarpor cualquier fechoríacomo nosotros hace tres décadas.

Ignoran lo mismo que sus padres cuando niños, que su cuerpo-como una flor- madura, y muere un poco mientras juegan.

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Semblanza

Hace treinta o cien añosque estoy aquí,varado.

Soy esta barcaza corroídaen puerto gris.

Soy el tedio de los díastranscurriendo iguales,sucesivos.

Soy piel tornándose llagabajo el sol de mediodía.

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Alma Alicia Aguilar Guerrero

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Perdí las joyas

Perdí las joyaspero no la poesía.Poco importa perdervestidos y alhajas si lo esencial permanece.

Algarabía

Se queja tu recuerdo,se quejan las yemas de mis dedosque extrañan tu silueta,se queja este orgullo desteñido.Pero no todo es queja,algarabía es el vino.

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Vasos Lyssaridis nació en Léfkara, en la isla de Chipre, el 13 de mayo de 1920. Cursó estudios en el Colegio Panchipriota y después Medicina en la Universidad de Atenas. Conocido por sus compatriotas como “El Médico” o “El Doctor”, debido a su profesión, Lyssaridis participó desde muy joven en todos los movimientos de reivindicación de su pueblo, primero para obtener su autodeterminación frente a la administración colonial británica y, después, su independencia de todo intervencionis-mo extranjero. Durante sus años universitarios estuvo entre los iniciado-res del Comité Panestudiantil por la Liberación de Chipre, del que fue presidente.

Tomó parte activa en el movimiento por la Unión con Grecia-Autode-terminación y participó en la revolución por la liberación de Chipre del yugo británico a través de la Organización Nacional de Combatientes Chipriotas (EOKA), entre 1955-1959. En 1960 Chipre consiguió su inde-pendencia y fue reconocida como Estado. Fue diputado de 1960 a 2006 y presidente del Parlamento Chipriota (1985-1991). En 1969 fundó el Partido Socialista (EDEK) que presidió hasta 2001. En el año 2000 es-

VASOS LYSSARIDIS:

EL REVOLUCIONARIO IRREDUCTIBLE

Guadalupe Flores Liera

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tuvo entre los fundadores del Movimiento Socialdemócrata, que presidió en un principio y del cual es hoy presidente honorario, tam-bién es miembro del Consejo Nacional.

Denunció y combatió el golpe de Estado contra el presidente Makarios en 1974 llevado a cabo por la junta griega y sus colabo-racionistas chipriotas (hecho que sirvió de pretexto a Turquía para invadir y ocupar la parte norte de la isla) y pugnó por que fuera restituido en su cargo como presidente, por esta razón fue víctima de un atentado en el cual resultó muerto el poeta Doros Loízou.

Lyssaridis es uno de los más activos detractores de la ocupación militar turca que sufre la isla de Chipre desde 1974. Su voz ha sido escuchada a nivel mundial en todos los foros, no sólo para denun-ciar esta violación a los derechos de su pueblo y proponer solucio-nes, sino para exponer las consecuencias de la invasión y ocupa-ción del 38.5 % del territorio por tropas turcas realizado y mantenido con el aval de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Chipre estuvo bajo administración británica desde 1878, en 1925 fue convertida oficialmente en colonia británica. En 1960, como se mencionaba anteriormente, consiguió su independencia y fue reconocida como Estado. En 1974 fue invadida y ocupada por tro-pas turcas con el fin de lograr la división de la isla en dos zonas, una greco y otra turcochipriota, situación de ilegalidad que continúa hasta el día de hoy.

Al mismo tiempo Lyssaridis se ha solidarizado con todos los pueblos que sufren las arbitrariedades y abusos de los estados intervencio-nistas. Ha sido vicepresidente de la Organización por la Solidaridad de los Pueblos de Asia y de África (AAPSO, Afro-Asian Peoplesʼ So-lidarity Organisation) y secretario general de la Organización por la Solidaridad con los Pueblos de Sudáfrica (ICSA, International Com-mittee in Solidarity Organisation) desde donde luchó por la liber-tad de Nelson Mandela, en conjunción con el Congreso Nacional Africano (CNA), entre otras causas. Lyssaridis está convencido de que si los hombres olvidan que hay pueblos que sufren la injusticia pierden el respeto por sí mismos antes que por los demás.

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Las luchas de Vasos Lyssaridis por Chipre, por la democracia, por la independencia, por el derecho a la autodeterminación de los pueblos, por los derechos humanos en general, su gran amor por la vida y por sus semejantes, encuentran en su obra poética su mejor y más fiel expresión. Sus versos son una manera más de ha-cer oír su corazón. Pero también una forma más de hacerse pre-sente en todos los terrenos, de recordar que el tiempo y la edad no son una justificación para abjurar de los ideales.

El Médico es autor de una poesía alimentada por sus esfuerzos por hacer del mundo un lugar mejor. La poesía para él no es un pasatiempo, sino una forma más de hacer oír la voz de quienes no tienen voz. Chipre, Grecia, Asia Menor, el helenismo continua-mente en el ojo del huracán, alimentan básicamente sus versos.

Otro personaje es la historia siempre viva, repitiéndose, de una nación atacada por hallarse ubicada en una zona estratégica de la geografía y de la cual Chipre es parte indivisible. Pero tam-bién canta a Palestina, a África y, en general, rememora a todos los perseguidos por las injusticias. Sus versos son sonoros, recios, sin que les falte dulzura y compasión por las luchas humanas. Sin embargo, defiende siempre su negativa a quejarse y llorar por las tragedias humanas, que sufre en carne propia como un atenta-do a su propia dignidad e integridad.

Lyssaridis prefiere la lucha, la resistencia, la negativa a dejarse pisotear. Canta a los hijos del pueblo que se burlan de la muerte, a los jóvenes que se entregaron a las causas justas y denuncia incansablemente las injusticias y las arbitrariedades de los pode-rosos contra los indefensos. Igual que sus discursos políticos, su poesía encarna la lucha eterna de los pueblos pacíficos por su derecho a vivir en libertad. Su lema es: “Si por tu voluntad no te arrodillas, ni muerto conseguirán hacerte arrodillar.”

Chipre es en estos momentos una de las ramas de la literatura en lengua griega más ricas e interesantes. Este país ha luchado con-tra viento y marea por hacerse escuchar a través de una historia accidentada y conocerla es conocer la trayectoria ruda de un pueblo hacia su libertad y su derecho a la autodeterminación, aún materias pendientes. La obra poética de Lyssaridis es una de sus mejores representantes porque nadie como él encarna las luchas de su pueblo por la justicia.

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Los siguientes poemas pertenecen a la antología poética Estaré aquí de Vasos Lyssaridis (selección, traducción, prólogo y notas de Gua-dalupe Flores Liera) que acaba de publicar la Universidad Autóno-ma de Nuevo León. Sirvan como un homenaje al autor, el revolucio-nario irreductible y para conmemorar los sesenta años del inicio de la lucha de liberación de Chipre del gobierno colonialista británico, que dio comienzo el 1º. de abril de 1955.

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MI HERMANO

Los hombrecillos pequeños,atrapados en la red de una araña idiotase esfuerzan por vivir todavía otra insignificante hora.Y desde afuera algunos candidatos a prisionerosaplauden a los arrodillados.Temo escupirpues podría dañar el sutilísimo veloy los que no se ahoguencaminarán con torpezahacia una distinta muerte inevitable.Mísero pueblo,incluso tus ídolos combatientes son mentira.¿Por qué no reparas en tu propia fuerza?Tú caminas por dentro y por encima de redes.Tú vives y pereces sin aplauso.Tú combates a las arañas y mientres estás vivo vives.¿Qué te puedo decir, mi hermano?Dame un poquito de humanidady te doy un millón de vidas.Mi hermano,nosotros avanzaremos combatiendo y escupiendo.

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PEQUEÑO

Pequeño, de pequeñecesmezquinamente pequeñas te ocupas.Lo sé,amarga, amargamente, con nostalgia amarguísimate acuerdas de la muerteque con indolencia te depositó en el rebaño vivo.Sabes que sólo con la muerte apropiadase vence a la mortal amnesia.Ahora te está esperando el lecho del deterioro.Calla.De un momento en otrorepicarán las campanas.Y para que lo sepas,no las oirás.

DAME MIL SIGLOS DE TU ESTÉRIL DULCE VIDA;no los cambio por una gota de mi dolor.Dame los palacios, las embarcaciones, las odaliscas y tu interminable opulencia;no los cambio por un instante de mi felicidad.Dame los binoculares, los laser, los telescopios y las parabólicas;no los cambio por los colores que me ofrecen mis envejecidos ojos opacos.Dame los premios, las condecoraciones, las alfombras rojas y los diplomas;no los intercambio por una frase sencilla salida del corazón.Dame los tronos, los cortesanos y los aduladores;no los cambio por un simple buen amigo.Tú vive como quieras.Yo elegí mi propio camino.

Guadalupe Flores LieraGrecia, 12 de junio de 2015.

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Alma Alicia Aguilar Guerrero

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Cuando llegamos esa noche a la escena del crimen el sitio era un asco, la sangre de la víctima estaba regada por todos lados y en algunos sitios se mezclaba con un líquido espeso color amarillo. Sobre la mesa del comedor se encontraba un escrito, que decía:

A quien corresponda, es mi deber informar, con la solemnidad que la situación merece, de los eventos trágicos que han acontecido en mi vida.

Todo empezó cuando la conocí, era tan delicada como los péta-los de una rosa, risueña y angelical, me enamoré perdidamente de su enorme belleza por dentro y por fuera.

Suelen decir: “hombre que fue educado por una reina trata a su mujer como una princesa”, procuré tratarla como una princesa. Le di todo mi tiempo y mi espacio, por supuesto le pedí que me diera todo el suyo, uno debe ser equitativo.

Le compraba muchas cosas: flores, chocolates, tarjetas, peluches, en fin. La gente decía que yo era un ejemplo de caballero román-tico de los que ya no hay. Por supuesto, como era tan bueno con ella me gané el derecho de tomar todas sus pertenencias, de che-car su celular, de elegir la ropa que usaba y cuando acostarnos. Dice la gente que si amas de verdad, lo das todo, lo sacrificas todo, cedes en todo.

Ella muere

por mí*Dulce G. Ramírez

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A veces me hacía enojar y yo la golpeaba en la cara, una vez la pateé, pero nos reconciliábamos y todo volvía a estar como antes.

Cambió conmigo, se mostraba enojada casi todos los días, una mujer no debería enojarse, se ven feas y poco femeni-nas, deben ser más blanditas solía decir mi madre. En oca-siones lloraba desesperada, pero está bien, ellas son lloronas y sensibles, probablemente sean las hormonas, pensaba. Yo le compraba más chocolates y flores, aunque se oponía, la llevaba a la cama para hacerla feliz.

Le dije varias veces que no podía ver a sus amigos, yo mere-cía respeto, en ella sí confiaba, pero no en los demás, debía protegerla. Sin embargo, insistía en salir y no llevarme. Pare-cía no entender que eso me enojaba y era la causa de los golpes.

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Alma Alicia Aguilar Guerrero

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Un día, ocurrió algo curioso, de repente se hizo pequeñita, pe-queñita, muy pequeñita, también su voz se volvió muy delga-da, casi inaudible. No me quedó más opción que encerrarla, el mundo tiene muchos peligros y ella tan pequeña, tan sin voz no podría sortearlos, podría haberse hecho daño.

Empecé a salir mientras ella se quedaba, así conocí a otras mu-jeres, me iba con ellas a lugares oscuros en donde me llenaban de besos y me chupaban la sangre entre otras cosas. Me sentía contento de que ella estuviera a salvo de ese ambiente, pero poco a poco me empecé a cansar, ya no me daba lo que me daba antes, aunque se veía bien dentro de la casa, combina-ba con las cortinas y los muebles.

Hoy en la tarde se puso muy impaciente y se hizo grande poco a poco, hasta quedar del tamaño original, se le notaba ojerosa, me dijo que se iba.

Dejarme… ¿a mí? ¿Cómo se le ocurría a este remedo de mujer dejarme a mí que tan bueno he sido con ella?

Discutimos fuertemente por todos los cuartos de la casa, llega-mos hasta la cocina, abrí uno de los cajones, tomé un cuchillo, la perseguí por todos los cuartos, al fin logré acorralarla y enterré la hoja afilada en su piel una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, cinco veces, mientras ella intentaba cubrirse con las ma-nos y pedía clemencia, vi con cierta curiosidad que su sangre no era roja, era amarilla, no me alteré ni me estremecí para nada, era como agujerear algo que no era humano, seguí enterrando el cuchillo varias veces más hasta que dejó de moverse.

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Cuando la vi tirada en el suelo entre manchas amarillas me dio coraje, yo la amaba demasiado y me hizo matarla. Ahorita, en lo que escribo esto, he tomado la decisión, mi sangre se mezclará con la suya, sólo así estaremos juntos para siempre.

Ahí era justo en donde terminaba el escrito, caminamos por la casa buscando más pruebas y entre el desorden encontramos bastantes frascos de mostaza quebrados en el piso, de ahí pare-cía provenir el líquido amarillo, no había otro cadáver sólo el del hombre que había escrito la carta.

-¿Qué se tomó este güey? –me preguntó mi compañero.-No sé, pero lo que haya sido se ve que fue demasiado fuerte o demasiado bueno – respondí.

*El título está inspirado en una canción que la autora piensa que disminuye y convierte en objeto a la mujer.

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Había sido un día agotador. Alejandro se dirigía a casa. Mientras esperaba a que el semáforo cambiara, buscó los cigarros; la cajeti-lla estaba vacía. Trató de recordar una tienda que estuviera abier-ta a esa hora. A unas cuantas cuadras había un 24 horas. Estacionó cerca de ahí, en una calle desierta y oscura. Le pareció curioso que hubiera una pequeña fila de bebedores esperando pagar. Pi-dió los cigarros y al buscar la billetera recordó haberla dejado en el auto. Afortunadamente traía algunas monedas. El tipo del estable-cimiento les echó un vistazo con un gesto de cansancio.

Antes de salir se percató de la cafetera. Si quería un café tendría que ir al coche. El aire le hizo pensar en la lluvia. Inhalo con placer. Tal vez por eso no le causó sorpresa encontrar la puerta del coche entreabierta. La tarjeta de circulación, un par de discos, una usb, entre otras cosas, estaban desparramadas en el piso y el asiento. Sin rastro de la billetera. Al menos había dejado la computadora en el trabajo.

Minúsculas gotas se acumulaban en el parabrisas. Alejandro pren-dió un cigarro. Nada que llamara su atención. Las pocas venta-nas iluminadas le parecieron los ojos de un ser curioso, expectante. Sacó el teléfono sin atinar encenderlo; éste parecía dormir. “Si aho-ra muriera nadie sabría quién soy”, pensó. La mera posibilidad vol-vió nítido lo que tanto tiempo había permanecido oscuro. Recordó que Susana permanecía despierta muy de madrugada. Al terminar el cigarro, marco el número y el aparato empezó a comunicar.

--¿Alejandro? ¿Cómo estás? Claro. Me harás un poco de compa-ñía. Haré café. “Es raro que Ale llame ahora”. No le importó si el motivo de esa lla-mada no fuera ella.

--¿Dejaste el coche abierto? –dijo extrañada.--Recuerdo haberlo cerrado- murmuró.--¿Por qué dejaste la billetera en el coche?, ¿habías dejado mucho dinero?

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Israel J. González S.

historiaUna

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Alma Alicia Aguilar Guerrero

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--El dinero no importa. Lo que me preocupa es no poder demos-trar quién soy. No te rías, no tiene gracia.--Está bien, tranquilo. Mañana sacarás tu licencia.--Claro. Pero en este instante es como si no existiera.

Alejandro encendió un cigarro. La luz de la sala lo reconfortó. Su-sana ocultaba su nerviosismo girando la taza entre sus manos. In-tentaron tomarse un respiro en el silencio, sin alcanzar esa tran-quilidad tanto tiempo buscada y que no habían podido hacerlo a solas, porque hasta ese momento habían descartado lograrla juntos. Esa duda les permitió encontrarse vulnerables y cercanos a mitad de la noche.

Hasta ese momento Susana se preguntaba por qué Alejandro la había buscado. No le molestaba no ser el motivo de que hubiera acudido a ella, pero tampoco le quedaba claro por qué. Durante todo el tiempo que llevaban de conocerse, él no había tomado ninguna iniciativa, más allá de un trato cordial, aun cuando pre-sentía que no sólo ella sentíase atraída. Habían salido unas cuan-tas veces pero no pasó más. Tampoco se hicieron grandes confi-dencias. Susana recordaba vagamente comentarle que dormía poco. Solía dormir cuatro o cinco horas sin sentirse cansada el res-to del día. Pensando que esa particularidad al menos, le provo-caría curiosidad. De primera impresión pensó que la timidez era la causa de que él no la buscara demasiado, más tarde consideró que la trataba con ambigüedad, y por último, su indefinición le pareció una falta de carácter de Alejandro. --¿Te molesta si apago la luz?- preguntó Susana

Alejandro negó con la cabeza. En la penumbra, uno intentaba aplacar su angustia. Ella buscaba ordenar aún más sus pensa-mientos. Se dirigió a la ventana y corrió la cortina. Cuando algo la hacía dudar le gustaba mirar a la calle. También quiso ganar tiempo ante las preguntas que le rondaban la cabeza. ¿Por qué había acudido a ella en una noche como esa?, incluso, ¿por qué habría acudido a alguien? Sobre todo porque un robo como ese era bastante común y no alarmaba en realidad a nadie. “No creo que esté angustiado pero, y si fuera verdad, o tal vez esa sensa-ción tenga otra causa”. Esa posibilidad le sugirió una nueva pers-pectiva, sin que pudiera tener alguna certeza de lo que se trata-

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ba, trató de hacer a un lado su inquietud. Sólo que no sabía muy bien a dónde se dirigían.

Hasta ese momento, Susana creyó que lo conocía. Pero ya no estaba tan segura. Tampoco le parecía tan claro el motivo por el que había tenido tal certeza. En algunas ocasiones encontraba el silencio como un refugio o una tregua, más que una barrera. Una estrategia para ganar tiempo. Alejandro callaba porque no tenía qué decir, al menos a si lo pareció. Sobre todo porque actuaba por impulsos a pesar de su aparen-te sobriedad. Esa era la causa de que Susana se sintiera sorprendida por la inesperada visita.

Aun cuando estar callados nos los incomodaba, la cercanía los hacía sentir a merced de sus emociones, como si de verdad pudieran despren-derse de todo pensamiento. Susana fue a sentarse junto a él y le tomó las manos. Recostado en el hombro de ella le preguntó:--¿Qué harás durante el día?

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Alma Alicia Aguilar Guerrero

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