El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

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El Comité 1973 Revista de difusión, crítica y creación literaria AAño. 1. No. 1 Agosto -Octubre 2012. Amistad y Tristeza según Montaigne. §Crítica §Ensayo §Ficción §Reseña §Poesía§ Ensayo sobre el Ensayo. 1. La amistad. Reseña. 2. You Are There -Mono. Ficción 3. . Y menos de Rojo.

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Revista de difusión, crítica y creación literaria. Marco Antonio Meneses Monroy, Israel J. González S., Daniel Castillo del Razo

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El Comité 1973Revista de difusión, crítica y creación literaria

AAño. 1. No. 1 Agosto -Octubre 2012.

Amistad y Tristeza según Montaigne.

§Crítica §Ensayo §Ficción §Reseña §Poesía§

Ensayo sobre el Ensayo.1. La amistad.Reseña.2. You Are There -Mono.Ficción3. . Y menos de Rojo.

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Editorial.

Muchos nacimientos pueden ser explicados fácil y armoniosamente, por ejemplo, nosotros los humanos, nacemos por la idea de dos enamora-dos, que sin dar paso a más preámbulos, llevados por su instinto, crean de manera natural a un nuevo ser. O los artículos de uso común, herra-mientas, máquinas etcétera que se crean, en su mayoría, para satisfacer necesidades para hacer más placentera la vida. En el campo de las letras, los cuentos y novelas se escriben para contar una historia o situación y los poemas para mover las fibras más sensibles de nuestros cuerpos.

La revista, El comité 1973, posiblemente surgió sólo por la idea tri-llada, de un grupo de jóvenes escritores, de expresar sus ideas de una forma que llegara a un mayor número de personas saltándose el des-dén y la critica pretensiosa de las cúpulas culturales. Otra posibili-dad es que esta revista se conforma por un grupo de escritores fan-tasmas, que buscan dar salida a temas que no son del interés literario convencional, ni del dominio de las masas. Tal vez se les ocurrió di-vulgar dos sentimientos comunes como la amistad y la tristeza desde la perspectiva del filósofo y humanista Miguel Eyquem de Montaigne y como se perciben actualmente, además de recopilar ensayos, poe-mas, ficciones y una reseña. Una última teoría, explica que esta revis-ta fue producto de una borrachera, donde de los escritores, con sus respectivos escritos, se juntaron inexplicablemente, quedando esta revista al secarse los ríos de alcohol, en la orilla de una mesa cual-quiera. La respuesta, tal vez nadie la sepa, pero usted, querido lector, tiene la última palabra al leer este novísimo material. Que lo disfrute.

-El editor fantasma.

Comité colaborador.

Claudia Simone. Daniel Castillo del Razo.

Israel González. Paul Olvera.

Marco Antonio Meneses Monroy. Timo Viejo.

Contacto.

[email protected]

AAño. 1. No. 1 Agosto -Octubre 2012. Editorial

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A Contenido

Crítica.

Montaigne y la amistad 4

Montaigne y sus ensayos 7

Ensayos.

La tristeza. 8

Ensayos sobre el ensayo. 10

Ficciones.

La Cucaracha 13

Azar 14

Y menos de Rojo. 18

Poesía.

Cuando ya no mire cielos en estrellas. 20

Si fuéramos música. 21

Reseña.

Resplandor de un anhelo. 22

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Montaigne y la amistadIsrael González.

A Michel de Montaigne se le considera el creador de uno de

los géneros literarios más importantes de la modernidad: el

ensayo. Sus textos en prosa se caracterizan por aparentar ser

reflexiones ligeras o simples divagaciones adornadas con su

erudición en literatura grecolatina. Como figura del Renaci-

miento, este autor comparte el interés por uno de los temas

principales de la época: la experiencia personal. Su profundo

conocimiento de la antigüedad clásica, es el referente princi-

pal para realizar un ejercicio de reflexión filosófico más per-

sonal, y si se quiere, de índole existencial, pero sobre todo, es

la puesta en marcha de un intento de pensar esencialmente

escéptico. En algunos de sus ensayos, aparecen las costum-

bres europeas más arraigadas como un simple hábito arbitra-

rio. Para entonces, el continente americano y gran parte del

mundo había sido contactado y, por lo tanto, se conocieron

diferentes culturas y costumbres muy distintas a las euro-

peas. En ese ambiente de relativismo o puesta en duda del

orden conocido, Montaigne también recupera un ejercicio de

distanciamiento de la vida, cercano a una corriente filosófica

post socrática llamada estoicismo.

Partiendo de la noción de que el objeto de los ensayos es él

mismo, es decir, en cuanto se puede pensar que uno mismo

no es sino experiencia del existir. Entonces lo que podemos

encontrar en sus ensayos es una reflexión sobre la propia ex-

periencia del mundo a lo largo de su vida, tamizada por la

escritura y la lectura. Es un esfuerzo por comprender desde

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su situación singular, el cúmulo de prejuicios, sentimientos,

intereses y vicios que condicionan el vivir en general.

La amistad ha sido una de las ideas más recurrentes de la lite-

ratura en general. Aunque Montaigne no cite los pasajes más

obvios de la literatura clásica, como los de Aquiles y Patroclo,

no deja de señalar algunos aspectos que en la antigüedad re-

sultan importantes de destacar en referencia a ese hecho.

Es sabido el hecho de que ya en los diálogos de Platón se tiene

la certeza de que la amistad verdadera, leal y confiable sólo se

puede dar entre hombres. Quizá porque ya en los mitos grie-

gos la figura femenina está relacionada casi siempre con el

caos, con el mal. Es probable que el argumento de Montaigne,

acerca de la imposibilidad de una amistad entre un hombre y

una mujer, no sólo se deba a las trabas sociales, como el amor

o el matrimonio, sino también de temperamento. En ese sen-

tido, tanto uno como otro están plagados de intereses egoís-

tas, ya sea en función del placer, del poder, del dinero, entre

otros muchos, casi todos ellos de persecución ardua y de sa-

tisfacción efímera. Lo que se encuentra de fondo en estos ar-

gumentos es la certeza de que la amistad sólo es posible entre

iguales. Entre hombre y mujer, no es posible esa igualdad.

Las relaciones verdaderamente íntimas están más allá de las

situaciones condicionadas por los prejuicios. En este caso, la

amistad entre el autor francés y La Boëtie pareciera más bien

una relación entre maestro y pupilo, en el sentido antiguo,

aunque platónica. O acaso también en esa descripción que

hace de la amistad tan sencilla “porque era él y era yo”, in-

tente justificar por un momento, el otrora placer, alegría, de

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Crítica

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saberse comprendido y al mismo tiempo de comprender, en

su vida la llegada y el despojo de esa riqueza con la muerte

del amigo.

Si bien, la modernidad nace en un torrente de preguntas, en-

tre ellas la de saber qué importancia tenía la opinión singular

para el mundo, en la actualidad, cuando se está en transición

hacia otro momento de la historia, la pregunta es si aún es

posible una opinión personal auténtica. En esta época de en-

simismamiento salvaje, es prudente inquirir, incluso si existe

el interés de escuchar otras opiniones además de la propia. En

este sentido, si ponemos un poco de atención y nos abrimos

al mundo, tal vez aparezca la oportunidad de encontrar entre

nuestras riquezas el deseo de compartir nuestro ser, sin nin-

guna otra ambición que la del placer de brindarnos.

Crítica

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Montaigne y sus ensayosMarco Antonio Meneses Monroy.

Montaigne en sus ensayos, utiliza el conocimiento adquirido

por la experiencia, aquél saber forjado de vivencias propias,

de tal modo que se le puede leer como si se le escuchara ha-

blar; así, cuando aborda su escrito acerca De la tristeza, co-

mienza: “Soy de los más exentos de esa pasión y no la amo ni

estimo”. Al finalizar el ensayo, refiere las consecuencias fatí-

dicas que puede traer a algunas personas, sentimientos como

la alegría o la vergüenza, y dice: “Mas muy poco me afectan

a mí estas violentas pasiones, que tengo la piel naturalmente

dura y el razonamiento me la fortalece”.

Su escritura es fluida a la par que sustentada, cita a los auto-

res Ovidio, Virgilio, Petrarca y Séneca también comenta his-

torias o anécdotas, con los que ejemplifica su pensar. De tal

modo que, sin querer generalizar con sólo un escrito la obra

de un autor, encuentro que no importando el paso de los si-

glos, Montaigne sigue vigente por haber ensayado de manera

lúcida temas imperecederos como la tristeza, la amistad entre

otros.

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La tristezaLa perspectiva de MontaigneClaudia Simone.

¿Cuántas veces hemos sentido enmudecer ante la imposibili-

dad de sacudirnos a través del verbo, la demencia, la cerrazón,

la negación o el desvarío de las sensaciones que nos agobian?

¿Cuántas veces, invisible y flotando en el aire, no percibimos

un elemento espeso que nos impide el descanso en el sutil y

generalmente inconsciente acto de respirar?

Michael de Montaigne, en su ensayo titulado “De la Tristeza”,

nos lleva de la mano hasta el túnel de nuestras entrañas a

recordar aquellos desesperados, por demás desafortunados y

jamás planeados momentos que, desgraciadamente, son sufri-

mientos. Parte de la vida de todo ser sintiente de este mundo,

por el sólo hecho de vivir, no puede evitar y, que ni todo nues-

tro empeño, deseo, poder o dinero puede impedir. Lo que

nos hunde en la más profunda desesperanza y frustración. Él,

ejemplifica la tristeza con obras de filósofos y artistas, como

la pintura “El Sacrificio de Ifigenia” de Timantes de Sición

S.IV a.C.; versos de los poetas Safo y “La Eneida” de Virgilio,

frases de Petrarca y del filósofo Séneca.

A través del ensayo “De la Tristeza”, Montaigne logra acer-

carnos a las emociones de los personajes que cita, y logra

también, hacernos sentir sobrecogidos ante este desbordante

sentimiento que les embarga.

En ocasiones, pensamos en el intenso dolor y la carga terrible

que nos habita, e imaginamos que no podremos soportar un

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gramo más. Sea que se manifieste éste en forma de una mala

noticia, una separación, un proyecto fallido, un sueño incon-

cluso o hasta un mal presagio. A esto, Montaigne expresa con

toda contundencia al hablar de la última pérdida sufrida por

un príncipe y expresada en dolor después de otras aún mayo-

res, según al entender de los testigos, habían sido aparente-

mente superadas con entereza: “Pero la verdad del caso fue, que

estando lleno y saturado de tristeza, la más leve añadidura hizo

que se desbordase”.

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Ensayo

Sacrificio de Ifigenia. Probable copia original de Timantes.

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Ensayo sobre el ensayoLa amistad

Timo Viejo.

El amigo que está con uno en la pobreza es el verdadero amigo.

En la actualidad, la palabra amistad, al igual que amigo, han

caído en un simple decir de labios. Cotidianamente exhibimos

amistades de distintos rubros: nuestros amigos de trabajo, los

del colegio, los que aconsejan, los vecinos, los de borrachera

y, lo peor, los que regañan, que se toman como verdaderos por

el simple hecho de no abstenerse a decir su opinión. Las rela-

ciones actuales, basadas en este precepto, no son más que de

servicios e intercambio de experiencias. Uno puede encon-

trar amigos para cualquier actividad, diversificando su vida

entre ellos. Mas no pueden quedarse en uno, y viceversa.

La amistad, se muestra como una imperiosa necesidad de en-

contrar alguien que sea digno de mirarnos como somos. Es

decir, desnudar algo más que el alma, la entereza de tu ser.

Entregar todos tus secretos, pasiones, deseos y dolores a otro

por completo sin temor. Este sentimiento intangible e incal-

culable, se encuentra fuera de nuestro raciocinio. La amistad,

podría ser considerada como predestinada, que de una u otra

forma la experimentaremos. Cierta ocasión, escuché decir a

alguien que él podría considerar a una persona como su ami-

go cuando pudiera pasar un día completo en silencio a su lado

sin cansarse de su presencia. Según lo escrito por Montaigne,

esto puede considerarse como amistad. Él menciona que llegó

un momento donde ya no necesitó platicar ni entrevistarse

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con su amigo La Boëtie, simplemente era el querer estar ahí

el uno cerca del otro. Esto muestra cierto paralelismo con las

relaciones de Samuel Beckett y sus amigos, donde sus entre-

vistas eran en silencio, sin intercambiar ninguna palabra.

Las amistades que surgen de manera natural e inexplicable,

donde la unión pareciese fortuita, son las que valdría consi-

derarse como verdaderas. En estas las personas no presentan

muros, ni secretos. Esto podría mal interpretarse como amor,

lo cuál no sería aberrante; sin embargo, en lo dicho por Mon-

taigne, la amistad mira con desdeño y altivez al amor, ya que

se considera como un sentimiento superior. El ejemplo más

claro son las relaciones filiales, en las cuales ni el amor de los

padres a los hijos ni el de los hijos a los padres puede conver-

tirse en amistad; siempre existirán secretos y sentimientos

tan íntimos que uno no le puede mostrar al otro. Incluso en

nuestra época está muy difundida la idea que al ser amigo de

los hijos, puede evitarles cualquier peligro, lo que ciega de

manera tácita que la llamada amistad filial se convierta en

una sobreprotección, o incluso, en la proyección de los pa-

dres en la vida de los hijos. Otra razón de la inexistencia de la

amistad filial, es que estas relaciones se basan en el respeto,

servicio y apoyo por sí mismas, a lo cual no se pueden ex-

poner las ideas o sentimientos con claridad de los hijos a los

padres, puesto que tienden a tacharse de rebeldía y subordi-

nación. Además, que por mucho que se niegue, es bien sabido

que las relaciones filiales no están exentas al odio, los celos

o perversiones, causadas porque en nuestros parientes pode-

mos observar una competencia natural al amor de los padres

y al reconocimiento de ellos. La amistad no insta a comparar

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Ensayo

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logros, ni siquiera personalidades o parecidos.

Otra confusión es que la amistad ha sido mezclada con el amor

sexual o de pareja. Se relaciona a este tipo amor estrictamen-

te, dado que la unión de estas personas es casual y también a

través de situaciones inexplicables. Aún así, en el amor, uno

no puede dejar de ocultarse ni tampoco puede mostrarse por

completo. Las relaciones de pareja en nuestro tiempo y en los

tiempos pasados se muestran más sólidas entre menos comu-

nicación haya entre las personas, incluso más resistentes si se

basan en mentiras o vestigios de verdades. Estas relaciones

manejan un estilo de negociación de secretos para mantener

feliz al amante. Otra confusión surge cuando la atracción car-

nal es tomada por amistad y amor al mismo tiempo; en esta

atracción no cabe ninguno de los dos sentimientos, ya que no

hay deseo de conocer ni de comprender su esencia, o incluso

a la otra persona en una desnudez más allá de la carnal.

La amistad es indivisible, y si es verdadera se da sin repro-

che, aunque en estos tiempos donde a un mero conocido se le

atribuye el mote de amigo, pierde valor y tiende a desvirtuar-

se; junto con ésta, también viene el demérito de otros senti-

mientos hermanos como el amor y opuestos como la tristeza.

Tal vez, la frase de Cicerón “El amor es el deseo de alcanzar

la amistad de una persona que nos atrae por su belleza” sir-

va para explicar el posible desarrollo y la comprensión de la

amistad y amor contemporáneos, por el simple hecho de que-

rer conocer la intimidad de otro, sin tener siquiera la mínima

idea de qué es lo que en verdad buscamos y sentimos.

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Page 13: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

La cucarachaMarco Antonio Meneses Monroy.

En la madrugada el hombre, sediento, suspende la lectura. Al

encender la luz de la cocina, una cucaracha se apresura; cier-

to horror afecta a ambos seres, sólo que uno de ellos huye, el

otro, más irracional, mata.

Ficción

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Page 14: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

AzarPaul Olvera.

Las posibilidades lo son todo, aunque no sean reales, me digo.

Me agrada jugar con el qué tal si ahora sí la bala está en su

sitio, que tal si éste es el último disparo que escucha mi alma

antes de yacer por siempre. Es azar, simple y llana probabili-

dad como todo lo que acontece en el mundo.

Como cada tarde de jueves, me planto en mi cuarto a beber o

fumar mientras algo de música clásica o post-rock suena, me-

lodías que equilibran mi alma con sonidos que trato de pen-

sar cuando los escucho. Me gusta interiorizar esa música que

no tiene letras, ese sonido perpetuo que obliga a pensar en

algo más, un algo derivado de las notas altas y largas.

Al igual que cada semana, saco el revólver que tengo escon-

dido en un cajón. Tiene sólo una bala. Fue un regalo de mi

amigo Carlos antes de irse de la ciudad. Me dijo que se lo ha-

bía robado a su padre hacía más de un año. Mi amigo quería

quitarse la vida, mas nunca pudo atreverse a usarlo. Cuando

su padre se dio cuenta de que el revólver no estaba en su sitio

lo culpó a él, pero nunca lo encontró porque Carlos me lo ha-

bía dado para que yo lo tuviera en caso de que, uno de estos

días, realmente lo necesitara.

Nunca lo necesitó, y antes de irse me lo dejó junto con algu-

nos libros y discos. «No tengo el valor suficiente para acabar

con mi vida» me dijo el día que se despidió, tratando de justi-

ficar el porqué de nunca haberlo utilizado, además del no que-

rérselo llevar. «No es cuestión de valor, sino de verlo como

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el acto más elemental, como si se respirara una bocanada de

aire para seguir viviendo» le dije antes de que nos despidiéra-

mos. Él sólo sonrió mientras se iba, dejándome sus deseos de

muerte dentro de su arma.

Como a los dos meses que se fue, tomé el revólver. Descubrí

que sólo tenía una bala. Así que decidí jugar ruleta rusa. Ponía

a girar el barrilete, acomodaba el revólver cerca de mi cabe-

za y disparaba. Es fascinante la sensación acre que resbala

por la piel cuando el sonido del arma se dispara, y después

darse cuenta de que no tiene bala que pueda estallar. Más de

tres meses llevo jugando con el azar que siempre acaba en

una sensación de poder absoluto ante la expectativa de que

la muerte llegue cuando se le tienta, la posibilidad de dormir

con una bala en mitad de la cabeza.

Recuerdo la vez que se lo mostré a Sofía. Fue un martes.

Ese día habíamos hecho el amor toda la tarde en mi cuarto.

«¿Crees que las posibilidades de morir son más grandes cada

vez que tientas a la muerte?» le pregunté cuando los dos es-

tábamos sentados en el piso. «No me importa la muerte. Sólo

quiero vivir y hacer el amor contigo» contestó mientras se

acercaba a besarme.

Su piel desnuda resplandecía ante la luz de la tarde que se co-

laba por la ventana. Saqué el revólver y se lo enseñé. Le conté

que había sido un regalo de un amigo y que sólo contenía una

bala. También le mencioné que algunas veces me gustaba ju-

gar con él. Sus ojos se tornaron inquisitivos cuando le dije que

si no querría jugar. «Déjate de bromas» musitó mientras se

levantaba para vestirse. «Espera, te quiero enseñar algo antes

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Ficción

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de que te vayas» dije levantándome y colocándome detrás de

ella, poniendo el revólver en su sien. Sentí como un temblor

infinito iba de sus pies a su cabeza mientras su mirada se des-

componía.

La luz pálida del atardecer hacía de nosotros unos personajes

inverosímiles: yo detrás de ella con un revolver apuntándo-

le la sien, los dos desnudos. Un suave girar del barrilete del

revólver se conjugaba con el silencio cubierto de sus latidos

cada vez más inclementes ante la posibilidad de morir. El re-

vólver crujió mientras decía que estaba listo para ser usado.

Finalmente, un sonido hueco mencionó que aún no era su

hora. «Estás loco» murmuró Sofía mientras alejaba el revól-

ver lentamente.

Cuando ella volteó pude verme reflejado en sus pupilas. Vi

cómo yo tomaba el revólver, cómo hacía girar el barrilete otra

vez antes de ponerlo en mi cráneo, miré cómo mi mirada se

tornaba muda mientras mi dedo apretaba el gatillo y un sonido

sordo me absolvía de la muerte. Ese era un rostro paralizado

por la posibilidad de morir en cuanto la suerte lo definiera.

Tiré el revólver en el suelo y me acerqué a Sofía para besarla,

abrazarla, hacerle el amor ahí en el suelo, sentir cómo nues-

tros cuerpos habían salido limpios ante la posibilidad de dejar

de existir.

Tal vez esa ha sido la mejor tarde de mi vida, Sofía y yo bur-

lando la muerte. Pero la costumbre no se ha ido, aún continúo

jugando. Pero hace mucho que Sofía ya no viene, aunque nos

seguimos viendo en su casa.

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Hoy, otro jueves, mientras un sonido monótono –mezcla de

silencios, guitarras y bajos– satura el ambiente de la habita-

ción, tomo el revólver, miro que la única bala sigue ahí desde

que Carlos se quiso suicidar. Hago girar el barrilete mientras

acerco el revólver a mi cabeza. Está apuntando mi sien, siento

el frío que acompaña al azar mientras presiono el gatillo y un

estallido se vuelve todo antes de no saber qué pasa…

Ficción

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Page 18: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

Y menos de rojoDaniel Castillo Del Razo.

Ella sabía que su conciencia la había traicionado, como aque-

lla emoción que acusa al sentimiento. Los nervios comienzan

a producirle cosquillas en el vientre. Espera que nada de lo

que ha planeado sea descubierto, o mínimamente sospecha-

do. Cree que luce como siempre, con un encanto desaliñado,

con un desinterés que observa.

No cambió nada. Estaba segura de que la manera en la que se

comportaba era la cotidiana. No había razón para estar ner-

viosa, sin embargo, lo estaba. Nada extraordinario iba a ocu-

rrir, todo seguiría su rumbo, ella se podría esfumar con rapi-

dez. Habían transcurrido más de veinte minutos y él no había

mencionado nada. No había manera de que algo pasara.

–Te marco al rato- Finalizó ella, de la manera más inocente.

– ¿Con qué hombre saldrás?- preguntó él – No le contestó,

pareciera que un corto circuito se había producido entre la

manija del coche y sus delicados dedos. Se sostenía aferrada-

mente, deseaba un escape fugaz y definitivo. Su voz no pro-

dujo ningún sonido entendible, las ansias la habían conquis-

tado.

No había vuelta atrás. Estaba expuesta. La evidencia se hacía

presente. Qué estúpida, pensó, sabía que esto iba a pasar. Sus

parpadeos eran lerdos, su boca y lengua no respondían, su

respiración era anormal. La anestesia la había adormilado por

completo.

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Page 19: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

-Tus labios- Exclamó él confundido, exhalando un enojo in-

efable. –Nunca los pintas, y menos de rojo- Reclamó.

Ficción

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Page 20: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

Cuando ya no mire cielos en estrellas…

Cuando ya no mire cielos en estrellas

ni campos con la noche sobre la hierba,

mis pasos andarán climas de antaño,

luces que desvirgarán mis hazañas.

Mi aliento será nítido como nube

que cae en inviernos de otoño;

no habrá descanso a las plumas,

tampoco alimento a lo gracioso.

Un ruiseñor nadará en la fuente

donde todo lo fatídico se baña,

los colibríes murmurarán polen

con su ganchos cruzados de espinas.

Será otro universo, otro infierno

con dos claros paraísos como guías

en la inclemente incertidumbre del caminar

tomaré a la espalda de mi olvido.

Poesía

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Page 21: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

Si fuéramos música.

Si fuéramos música,

amaríamos nuestros cielos,

rondaríamos enajenados las calles

vacías de nuestros alados cerebros;

no preguntaríamos en cada puerta

si alguien ha muerto para conversar,

ni sobre las últimas noticias que son granos

en nuestros espíritus tan áridos y frágiles.

No tendría que haber un dios.

Mucho menos un destino

que confluya en la muerte;

flotaríamos por un espacio opaco

lleno de sombras invisibles,

cubiertos de la indigencia de ser,

mas no del imperativo humano

de nombrarse para poder entender.

Por. Paul Olvera.

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Page 22: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

La resonancia de un anheloPaul Olvera.

Pocos artistas musicales pueden el día de hoy comunicar

ideas nuevas o reinventar las clásicas en moldes tan únicos

que hagan sentir que el arte es más que una simple tendencia

de un grupo de personas.

Recuerdo que empecé a oír a Mono hace casi cuatro años,

siendo la primera banda de Post-Rock que escuchaba. Había

descargado su último disco en ese entonces, You Are There, el

cual me impresionó porque era completamente instrumental:

dos guitarras, un bajo, una batería y diversos sintetizadores

creando atmósferas tan penetrantes a través de las notas lar-

gas, distorsionadas y acompañadas de silencios que se cer-

nían más en mis oídos y sensaciones.

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Yearning, fue desde entonces una de mis piezas favoritas de

esta banda japonesa. Es algo inaudito como describen con su

música el nacimiento de un anhelo silencioso, imperceptible,

que va tomando forma con las notas hasta hacerse un caos

melódico que no tiene armonía aparente, que exalta su propio

ser de anhelo para después de haber chocado de frente contra

la realidad apagarse poco a poco y regresar a ese mundo im-

perceptible y glorioso donde los sentimientos inasibles como

él pervivirán hasta el día en que el ser humano deje de habi-

tar la tierra.

He escuchado los demás álbumes de la banda y todos me han

impresionado por la narrativa musical que emplean, su contar

historias con instrumentos muy al estilo de la música clásica,

pues Mono se reconoce heredero de los compositores clásicos

occidentales. De hecho, este años sacarán nuevo álbum, del

cual ya lanzaron un sencillo que se encuentra en línea para

ser escuchado.

Esta banda de Post-Rock japonesa es una buena opción para

iniciarse en este estilo y comenzar a comprender el verda-

dero sentido de la música expresada sólo con sonidos, sin

necesidad de palabras para hacer sentir, únicamente un espí-

ritu y unos oídos abiertos para dejarse llevar por los paisajes

poéticos de sus canciones.

Reseña

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Page 24: El Comité 1973 número 1. Amistad y tristeza según Montaigne

Proxima Edición: Sexo en Literatura.

El Comité 1973