El Centro Comercial - Vicente Garcia

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Novela

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  • Los muertos se han vuelto alevantar de sus tumbas y a pasearpor las grandes ciudades delplaneta. Pocos son los que hanlogrado sobrevivir utilizando losescasos recursos a su alcance. Ungrupo de supervivientes ha logradorefugiarse en El Corte Ingls dePalma de Mallorca y fortificarlo,logrando tener a su disposicintodos sus recursos, aunque lascosas no resultarn nada sencillascuando los muertos vivientescomiencen a agruparse en masaalrededor del centro.

  • Vicente Garca

    El centrocomercial

    Apocalipsis Island - 6

    ePub r1.0Titivillus 07.06.15

  • Vicente Garca, 2013

    Editor digital: TitivillusePub base r1.2

  • Captulo INoche de Reyes

    Sofa haba decidido tomarse un respiroy abandonar su trabajo durante unosminutos para fumarse un cigarrillo.Aquella era una de las jornadas mscomplicadas en el centro comercial enel que trabajaba. Era la noche de Reyesy no solo abra hasta la medianoche,sino que la gente enloqueca con lascompras de ltima hora. Aquellas horaseran un magnfico ejemplo de

  • consumismo elevado a la mximapotencia, algo que ni el ApocalipsisZombi haba logrado erradicar treintaaos atrs.

    Era un interesante ejercicio dereflexin sobre la naturaleza humana vercmo, ao tras ao, centenares depersonas dejaban para el ltimo instantela compra de los regalos para sus seresqueridos. Daba igual si erancumpleaos, aniversarios o Reyes.

    Las dependientas iban como locasatendiendo a las preguntas de losclientes, cobrando y maldiciendo elpermanecer encerradas en aquelmamotreto de cemento y cristal mientrasla ciudad sala a la calle para

  • contemplar la caravana que seorganizaba para celebrar la llegada deSus Majestades de Oriente. En dascomo estos, Sofa se alegraba de no seruna de las empleadas que atendan alpblico. Se senta orgullosa de haberllegado a ser la responsable deseguridad de este gran centro a una edadtan joven. Y le daba una ciertatranquilidad notar el peso de su revlvercolgando del cinto, sentir el fro tactodel metal la ayudaba a encontrarse bien.

    Sofa dio una calada al cigarrilloantes de lanzarlo al suelo en un gestorutinario, ritual. Se gir hacia la puertaprincipal de los grandes almacenes,situada justo detrs. Contempl cmo la

  • masa de gente segua entrando ysaliendo. Un par de treintaeros segiraron desvergonzados para mirarle elculo con una sonrisa burlona en surostro. Estos hombres nuncacambiarn, pens ella aunque se sentahalagada. La distrajo, sin embargo, elrecuerdo de que tena que comprar a supareja el pack de DVD's de Fringe,aquella serie de televisin que tanto lehaban recomendado. Inicialmente, tenapensando un regalo mucho ms especial,pero haban discutido seriamente horasatrs y no le apeteca tomarse muchasmolestias para agasajar a su amante,especialmente si como ella crea habanroto su relacin.

  • De repente, de la zona del puertocomenzaron a sonar, atronadores, loscohetes que acompaaban la llegada deSus Majestades los Reyes de Oriente.Anunciaban la felicidad, una felicidadficticia, y servan para silenciar lasabundantes desgracias de losciudadanos. El ritual era el mismo queen su Argentina natal, solo cambiaba elclima. De su pas haba logrado huir alos doce aos, cuando tuvo lugar elprimer Apocalipsis Zombi. A partir deaquel momento se tuvo que abrir pasopor su cuenta en la vida. Su carcterluchador y su carisma le fueron de granayuda a lo largo de los oscuros aos 90,en los que decidi entrenarse en todas

  • las artes marciales posibles, desde elsavate al thai bo, el jiu jitsu o eltaekwondo.

    Fue entonces, cuando msensimismada estaba en sus recuerdos,cuando lo escuch. Primero fue elsiempre aterrador ruido de las gomaschirriando sobre el asfalto propio de uncoche que intenta, desesperado, frenar.Luego, el estruendo de una colisin.Sofa incluso pudo escuchar cmo loscristales se hacan aicos,esparcindose sobre la calzada. Nohaba duda. Era un accidente, eimportante. Segundos despus se oyotra colisin. Dos vehculos chocaron aunos metros del primero. Los accidentes

  • se fueron sucediendo en cadena. Lasamplias Avenidas se convirtieron en uncaos. Solo se escucharon clxones,gritos de pnico y explosiones.

    Los vigilantes de seguridad de lapuerta del centro comercial fueron losprimeros en llegar al primer vehculoaccidentado, que yaca volcado, paraauxiliar a sus ocupantes. Comprobaronsu estado e intentaron sofocar las llamasque empezaban a asomar por la partetrasera. El trfico se haba colapsado enambos sentidos de la amplia avenida. Aun lado, los conductores curiososbloqueaban el paso intentando saber quhaba pasado. Al otro, haba nmerosvehculos atravesados sobre el asfalto.

  • Sofa corri sin pensar para auxiliara los pasajeros. Se acerc a un cocheque ocupaba una pareja joven. La chica,bella y rubia, estaba aturdida, aunque nopareca tener ninguna herida degravedad. Su compaero, en cambio, untipo musculado de cabeza rapada,pareca ms grave. Por su camisa seexpanda una amplia mancha de sangre,que contrastaba con la tela blanca.

    Aydame a quitarle el cinturncuanto antes le dijo Sofa a la chica,al tiempo que intentaba desabrocharle elartilugio de seguridad. El trasto esteparece haberse deformado con el golpey no se abre.

    Sofa no cej en su empeo durante

  • un minuto, manteniendo todo el cuerpoen el interior del coche. Cuando levantla cabeza para echar un vistazo a sualrededor, todo haba cambiado. Yanadie se preocupaba por los heridos. Lagente abandonaba sus vehculos y sololos chferes de los coches ms lejanoscontinuaban haciendo sonar sus clxonespara protestar por el atasco. Tambin, alfondo, dos o tres despistados pitabanrtmicamente para unirse a la fiesta porla llegada de Sus Majestades los Reyesde Oriente. Pobres ilusos.

    Pero lo que ms llam la atencin deSofa fue una autntica masa humana quecorra despavorida de un lugar a otro,sin ninguna direccin concreta. Qu

  • coo est pasando?, pens para s.Intent descubrir el motivo de aquellavorgine. En seguida lo descubri. Aescasos metros de ella hall al primero.Dios mo, grit desde lo msprofundo de su ser. La peor de suspesadillas volva a caminar.

    Esparcidos por las avenidas habanumerosos zombis pululando de un ladoal otro, mordiendo a todo desgraciado alque pillaban despistado o haba sidopresa del pnico. Aquellos apestosos alos que Sofa esperaba no volver a vernunca ms haban regresado. Estaban denuevo all. Si malo era que estuvieran aapenas unos metros de ella y le hubieranpillado con la guardia baja, peor era que

  • surgieran de todas partes. Qu estsucediendo?. Esto era lo nico quepoda pensar.

    La respuesta tendra que esperar.Sofa vio que muchos de estos apestososya estaban frente a las diversas entradasde El Corte Ingls. Seguramente algunoya habra entrado. El edificio, comomuchos otros, se haba adaptadorecientemente a las ordenanzasmunicipales publicadas tras elAlzamiento. Primero fueron algunoshoteles los que lo hicieron de formavoluntaria, para dar ejemplo deseguridad. Luego vinieron los edificiospblicos y aquellos lugares donde seprodujeran grandes concentraciones

  • humanas. Todos estaban obligados aadoptar una serie de medidas deseguridad encaminadas a evitar quesucediera lo mismo que en la primerapandemia. Claro que se supona que erapara proteger a los que estaban dentrode la llegada masiva de zombis. Nadiecontaban con que en plena Noche deReyes aparecieran por sorpresa y atraicin, cogiendo a los ciudadanos conla guardia baja.

    Sofa se acerc a la puerta sur. En elms alto de los escalones que dabanacceso al centro, desde donde podacontemplar una amplia vista de la plantabaja, comprob cmo la realidadsuperaba la ms pesimista de sus

  • previsiones. Los zombis haban entradopor diferentes puertas, tambin por laprincipal, atrapando a la gente que habaen su interior, que no tena por dondehuir. Instintivamente se gir paraconstatar que, en efecto, ya los tena a suespalda, a escasos metros. La salv elhecho de que muchos de ellos seentretenan despedazando a las presasque iban pillando por el camino.

    Algo ms alejada, la pareja a la quehaba intentado auxiliar tras el accidentese haba convertido en una presa fcilpara los zombis, pues atados a suscinturones no haban podido escapar deaquellas despiadadas y desconsideradassanguijuelas. Desde donde estaba, y

  • pese al gran ruido, su maldito odofiltraba los desgarradores gritos de lachica a la que pareca que se le fueran aquebrar las cuerdas vocales.

    Por un momento le embarg la duda.Sola ser una persona de grandesreflejos, acostumbrada a tomardecisiones rpidamente, pero nadiepoda estar preparado para aquello. Nosaba qu hacer, pese a su aterradoraexperiencia en Argentina, a suadiestramiento como vigilante deseguridad y a que an hoy sola crearescenarios mentales similares para tenerclaro qu hacer en un momento comoeste. Deba entrar en el centrocomercial y salvar a quien pudiera o

  • salir corriendo en direccin al marintentando esquivar a aquellas alimaasen su carrera? Fue en aquel momentocuando se top con lvaro, uncompaero de trabajo. Huadespavorido. De un salto subi losescalones de la puerta principal. Cuandola vio, se detuvo un momento y,extraado, le pregunt:

    Qu haces ah parada? No vesla que hay organizada? Ser mejor quepongas pies en polvorosa si no quieresconvertirte en la cena de uno de estoscabrones.

    Sin esperar respuesta, lvaro siguisu alocada carrera hacia el exterior.Nunca le haba cado especialmente

  • bien. Era de esos que siempre intentabanescaquearse al mximo del trabajo ynunca tuvo ningn escrpulo a la hora detomar segn qu decisiones. Aquel eraun magnfico ejemplo.

    La actitud de lvaro llev a Sofa atomar su decisin. No era como sucompaero, ni quera serlo, y aunque nose consideraba una herona, saba que ladecisin correcta era ayudar a aquellagente. De hecho, para su desgracia, talvez aquella fuera la primera vez en suvida que saba cul era la decisincorrecta que deba tomar, aunquetambin pudiera ser la menos adecuada.

    El espectculo que tena frente a ellaera escalofriante. Desde su infancia no

  • haba vuelto a vivir una situacin comoaquella. Pese a todo se mostr decidida,descendi la escalera y se intern en elcentro comercial. Apenas poda avanzar.Una marea de gente la empujaba endireccin contraria, hacia la nicapuerta que pareca quedar libre dezombis. Pronto el centro se convertiraen una ratonera. La cena estaba servida.

    Sofa estaba atrapada. Comenz adudar si aquella haba sido la mejordecisin. Llevaba su pistola en la mano,pero no la dispar. Varios grupos deaquellos seres estaban organizando unaverdadera orga de sangre,desmembrando personas, extrayendointestinos y mordiendo los pedazos de

  • carne ms tiernos de sus desgraciadaspresas. El suelo estaba completamentecubierto de un espeso manto de sangre,al igual que muchas de las estanteras dela planta baja. La mente de Sofa nofuncionaba bien y todo aquello la estabasuperando. Lo comprob cuando sesorprendi a ella misma pensando en eltrabajo que tendran las seoras de lalimpieza al da siguiente arreglandoaquel desaguisado. Pero tal vez nohabra maana.

    Mirara donde mirara no saba cmopoda ayudar. Los vivos estabancayendo como moscas presas delpnico. La mayora de la gente no morapor el ataque de los zombis, sino

  • aplastada por la masa en estampida.Pero, quin les poda culpar por ello.Ante una situacin as, el pnico seaduea de las personas y se pierdecualquier control sobre uno mismo. Dehecho, ella estaba a punto de sufrir unataque de pavor. Los vdeos y lassituaciones que Sofa haba vivido en laacademia no servan ya para nada. Vermiembros arrancados en cualquierpasillo o tropezar con tripasdesparramadas por el suelo era una cosaque poda volver loco a cualquier serhumano.

    Cuando por fin alcanz las escalerasmecnicas, an en marcha, comprendique jams podra subir por ellas. La

  • gente descenda en masa hacia undestino que no poda ser otro que lamuerte. Decidi entonces probar suertepor la escalera del personal. Aunqueestaba algo alejada, se encamin a ella.De lejos vio cmo algunos desgraciadosintentaban romper los cristales de losescaparates para huir. Misin imposible,pues la nueva normativa obligaba a quefueran blindados. Resultaba desoladorcontemplar el rostro de aquella genteque haba visto frustrada su ltimaesperanza de salvar la vida. Aquelloscristales eran ideales para evitar que losseres malignos entraran, pero enaquellas circunstancias eran una trampamortal. Paradojas de la vida. De la

  • vida y de la muerte, pens Sofamientras iba hacia las escaleras delpersonal pistola en mano. En elrecorrido tuvo que golpear a todosaquellos que se interpusieron en sucamino. La gente haba enloquecido.Iban de un lado a otro como pollosdescabezados intentando encontrar unasalida en aquella trampa mortal.

    La presencia de los zombisempezaba a ser cada vez ms numerosay en la planta baja casi no se podacaminar, atestada como estaba de gente.Deba hacer algo y hacerlo rpido.Levant la pistola sobre su cabeza ydispar varios tiros al aire. Si lasituacin antes de los disparos era tensa,

  • aun siendo generosos, tras estos todoempeor. La muchedumbre no huaahora solo de los zombis, tambin lohaca de aquella manaca que lesdisparaba. Lo que consigui con lasdetonaciones fue abrir un hueco a sualrededor que le permiti llegar hastalas escaleras. Comenz a subir comoalma que lleva el diablo. En aquellazona no haba nadie.

    Sofa lo tena ahora claro. La nicasolucin era intentar llegar al piso msalto del edificio donde era tcnicamenteimposible que aquellos infernales sereshubieran llegado todava. Conformeacceda a las plantas, se senta ms yms agotada. Aunque no estaba en mala

  • forma fsica, aquel sprint y los nerviosque la invadan hacan que su coraznlatiera en su pecho como si quisierasalir de l. Aun as, tena bien claro queno se detendra hasta llegar al tico paraencontrarse con alguno de suscompaeros en la zona habilitada paralos miembros de seguridad.

    Le reconfortaba que los gritos ychillidos se fueran diluyendo conformeascenda las escaleras. Incluso sinticierta curiosidad por asomarse paracomprobar si tal calma era real, aunqueno lo hizo por miedo a hallar a un zombipersiguindola. En aquel momento sesinti ms segura. Pareca que habadespertado de una pesadilla, como si los

  • ltimos minutos fueran recuerdos vagosde un mal sueo.

    Nada ms llegar al tico pudocomprobar que las cosas estaban muylejos de solucionarse.

  • Captulo IIReorganizacin

    Sofa empuj ligeramente la puerta yasom la cabeza por la abertura. Queracomprobar cmo estaban las cosas porall antes de acceder. Entonces escuchel inconfundible sonido de una pistola alser cargada para disparar.

    Eh, para! Para, para! Estsloco? exclam Sofa fuera de smientras se tiraba al suelo temiendomorir de una forma estpida e

  • innecesaria.Los siguientes segundos se le

    hicieron eternos. Tumbada boca abajoesperaba en cualquier momento escucharel disparo que le reventara la cabeza yacabara con su vida. Lleg a ver,incluso, su cerebro esparcido por elsuelo. Tuvo suerte sin embargo y eldestino le regal un poco ms de tiempode vida. No escuch ninguna detonacin,sino una voz familiar que le deca:

    Joder, Sofi! Casi te reviento lossesos.

    Sofa levant la cabeza del suelo ypudo ver a su compaero Xoseguardndose el arma en su cartuchera.

    No me mires as, Sofi. Reconoce

  • que hubieras hecho lo mismo. Es ms, tseguramente me habras volado lacabeza sin contemplaciones.

    Vale, no te lo tendr enconsideracin dijo Sofa intentandorecuperar la normalidad. Y te hedicho mil veces que no me llames Sofi,ni So ni nada por el estilo.

    Los has visto, jefa? preguntXose mientras ayudaba a su compaeraa levantarse. Estos malditos cabronesestn por todas partes. Algunos hastaparecen extraamente giles. Resultamacabro verlos moverse de esa manera.

    Lo nico que s es que no esnormal. Ah abajo hay una verdaderamasacre replic Sofa intentando

  • poner en orden sus ideas al tiempo quebuscaba una explicacin razonable paratodo aquello. Y, encima, me hanestropeado la cita que tena con minovio o lo que sea en estos momentos.

    Sofa mir a su alrededor intentandosituarse. La ltima planta era la menosconcurrida. En ella se exponanproductos en oferta o de ocasin. All seencontraba el restaurante, con ampliasvista sobre la baha y la ciudad.Tambin estaba all el control deseguridad desde el cual Sofa procurabaque todo estuviera en orden.

    Haba una veintena de trabajadoresdel centro y una docena de clientes.Todos haban sabido mantener la calma

  • y no se haban precipitado escalerasabajo en una estampida humana quehaba acabado en una violenta masacre.Sofa se sinti tentada a encerrarse en lahabitacin blindada de seguridad ycontemplar lo que suceda por losmonitores. Pero desech la idea, notanto por problemas de conciencia, sinoporque saba que aquello no serapasajero y se prolongara ms de lo queen un principio caba esperar.

    Justo en aquel momento se diocuenta de que haba un ruidoso silencioen toda la planta. Los all presentes lamiraban a la espera de que fuera ella laque dijera lo que hacer. Ella llevabauniforme y pistola. Ella tena que

  • organizar aquel desastre. Era lo mnimoque se poda esperar de la jefa deseguridad de los grandes almacenes.

    Menuda mierda pens para s.Cuando acept el puesto fue porquetena mejor sueldo y mejor horario, nopara cargar con semejanteresponsabilidad.

    Cuntos miembros de seguridadhay en esta planta? pregunt Sofaintentando ganar algo de tiempo.

    Siete, contndonos a nosotros dosy a los tres que estn en la sala demonitores respondi Xose.

    Los quiero a todos aqu en dosminutos y trae las llaves de la sala demonitores, no quiero que a nadie se le

  • ocurran ideas ingeniosas desupervivencia. Y, sobre todo, intentalocalizar a un miembro del serviciotcnico.

    Unos segundos despus Xose estabade regreso con todo el personal deseguridad que haba en la planta. Elresto de personas formaba un corrilloalrededor de Sofa.

    Ante todo conviene que no cundael pnico dijo Sofa con la voz secamientras se aseguraba de recoger demanos de Xose las llaves de la sala decontrol. Sudaba en abundancia. Nosoportaba que todos estuvieranpendientes de ella. Solo recordaba unasituacin similar durante el proceso de

  • seleccin de personal de El CorteIngls, ya haca algunos aos. Notengo ni idea de lo que est sucediendoah fuera ni de dnde han salido todosesos zombis, simplemente s que enestos momentos el tiempo corre ennuestra contra. En cuestin de minutosestarn aqu arriba y de las decisionesque tomemos a continuacin dependernnuestras vidas.

    Qu significa cuestin deminutos? pregunt una de lasempleadas.

    Que los zombis no tardarn enaparecer por aqu y, cuando lo hagan,sern centenares. La calle estaba llenade esos seres y solo Dios sabe a cuntos

  • habrn infectado all abajo. Xose, haslocalizado a alguien de mantenimiento?pregunt de golpe.

    Uh no, a nadie de momento.Pues ve corriendo a la sala de

    seguridad e intenta encontrar a Marcos yLucas. Creo que hoy estaban de guardia.Y de paso mira en qu planta estn loszombis. Deberamos decidir si noshacemos fuertes en esta planta odescendemos un par de pisos ms y nosatrincheramos en la tercera o la cuarta.

    Nadie dijo nada. Si alguien tenaalgo que decir, no se atrevi. Genial pens Sofa, me va a tocar a mi tomartodas las decisiones.

    Ya que nadie opina, nos

  • quedaremos aqu. No hay nada en lasplantas inferiores que pueda sernos deayuda

    Puede que s lo haya lainterrumpi Mnica, otra empleada.Si cmo usted dice all abajo hay tantoszombis, pasarn varios das antes desofocar la revuelta, aunque esta no seatan grave como la de 1985. De todasmaneras, no estara de ms contar con lasexta planta, donde se ubica Muebles yDecoracin. As tendremos lmparas ycolchones por si hemos de pasar muchosdas aqu.

    Sofa agradeci que alguien msfuera capaz de pensar. Dio la razn a sucompaera y comenz a dar rdenes y

  • repartir tareas. An no saba que estabasalvando la vida a todos los allpresentes.

    Xose, voy a descender con losmuchachos. Avsame a travs del walkiesi ves alguna presencia hostil. Ylocalzame a los del servicio tcnico deuna puetera vez! El resto, coged lossubfusiles del control y bajad conmigo.

    La cabina de seguridad pareca unarsenal. El gerente del centro estabaobsesionado con los zombis y lasmedidas de seguridad eran bastantebuenas en aquel edificio. Una de las quese haban tomado era guardar numerosasarmas. Ahora lo agradecan.

    Aquella gente confiaba en ella,

  • porque nadie rechist y la siguieron ensilencio. Sofa encabezaba el grupo. Laplanta inferior estaba en el ms absolutode los silencios. Cada paso que dabanretumbaba como truenos furiosos es unadesbocada tormenta.

    Dnde est el grueso de loszombis? pregunt Sofa a Xose atravs del walkie. Estaba muy nerviosaen aquellos momentos.

    Lo de all abajo es una autnticacarnicera. Nadie se salvar,absolutamente nadie Los zombis estnentrando en masa por las cuatro puertasy las salidas del parking han quedadoinutilizadas por varias colisiones encadena. Espera creo que por la salida

  • del parking de la calle Aragn estnescapando corriendo aquellos queabandonan sus vehculos.

    Vale, no dejes de informar. Sersnuestros ojos a partir de ahora. Algunanovedad de Marcos y Lucas? preguntSofa mientras intentaba abarcar con lamirada aquella planta en toda suamplitud.

    Nada, no logro localizarlos.Resulta difcil porque hay muchospuntos muertos que no detectan lascmaras y porque la planta baja es unverdadero caos. De todas formas, labuena noticia es que los zombis sedirigen en su gran mayora al parking, loque nos dar algo ms de tiempo.

  • Perfecto, muchas gracias contest Sofa. Se tranquiliz alcomprobar que aquella planta estabalibre de zombis. Echad un vistazo porsi acaso. El resto que levante barricadascon los muebles ante las escalerasmecnicas y los ascensores. Toms, t tevienes conmigo abajo. Si aquella plantaest libre de bichos subiremosherramientas que nos puedan ser tiles.Necesitamos cemento, todo el quepodamos. Trajeron uno especial desdeFrancia que era una pijada de colorines.

    Sofa recorra la planta cogiendotodo aquello que pensaba que podaservir. Mantena sus cinco sentidos enalerta para no caer en las garras de

  • aquellos seres despreciables. Pese a noser muy giles, eran tan sigilosos que enmuchas ocasiones te sorprendan con laguardia baja. A veces permanecanquietos durante horas a la espera de queun humano pasara junto a ellos paraabalanzarse sobre l. Entonces estabasperdido.

    En una de sus idas y venidas escuchun ruido sospechoso en la zona deascensores.

    Maldicin, Xose, ests dormido!grit fuera de s. Hay algo junto alos ascensores! Averigua qu es.Rpido.

    Lo siento, Sofi, son muchascmaras y no puedo verlas todas a la vez

  • se defendi el hombre algo apurado.No te enrolles y dime qu

    demonios ves.Hay un tipo en el suelo, aunque no

    lo puedo distinguir bien. Mientrashablaba intentaba acercarse a aquelhombre con el zoom Durante unossegundos, que se hicieron eternos,guardaron silencio. No parece unzombi, aunque no le queda mucho paraserlo por su aspecto Ests de suerte,ah tienes a tu chico de mantenimientoexclam Xose.

    Sofa corri tan rpido como pudohacia la zona de los ascensores. Fue tanalocada la carrera que tropez y cay alsuelo. Por unos minutos haba olvidado

  • su mxima sobre la seguridad.

  • Captulo IIIHeridas sinalternativa

    Acababa de tropezar con una de lascajas que las prisas de ltima horahaban dejado tiradas en el suelo.Afortunadamente no se haba hechoningn dao. Se levant como pudo y enapenas unos segundos atraves la puertaque daba acceso a la zona de losascensores. Haba tres en total. All,frente a las puertas, estaba Lucas,

  • arrodillado y llorando sobre un pequeocharco de sangre de un rojo oscuro casinegro.

    Lucas! Ests bien? preguntSofa alarmada.

    El tcnico de mantenimiento levantla cabeza sobresaltado. En aquelmomento la chica pudo ver una herida ensu pecho por la que manaba abundantesangre. Se la cubra con las manos,intentando taponar la hemorragia.

    No me jodas, Lucas! Te hasdejado herir por estos malditosbastardos?

    Me temo que s. An no me creoque haya podido escapar con vida de ahabajo No recuerdo haber visto tanta

  • sangre en mi vida. Estaba esparcida portodos lados. Fue con esta sangre con laque resbal. Al caer me atrap una deesas nauseabundas alimaas.

    Mierda, Lucas! Lucas, Lucas,Lucas! No me dejas alternativa.Tendr que matarte bram Sofa apunto de llorar e intentando aclarar susideas.

    Deb quedarme abajo para morir,pero vi un ascensor abierto y no pudeevitar entrar para escapar de aquelinfierno.

    Transcurrieron unos segundos sinque ninguno de los dos hablara. Ambossaban lo que se tena que hacer. Pese aello, Sofa intentaba buscar una

  • solucin. Adems, para el plan quehaba preparado era indispensable unencargado de mantenimiento. El silenciofue roto por el timbre de uno de losascensores llegando a la planta. Ambospegaron un respingo. No hubo tiempopara ms. Un grupo de zombis, algodesorientados, sali de su interior.Haba tantos que Sofa tuvo tiempo desorprenderse por la capacidad delelevador. Un pensamiento intil enaquellos momentos.

    Deban haber seguido a alguien hastael interior, pues los restos de lo quehace unos minutos era un ser humanopermanecan esparcidos por el suelo.Durante un instante, Sofa pens en dejar

  • a su merced a Lucas, pero este entendilo que se propona hacer y la mirsuplicante. Lo ayud a levantarse ygiraron sobre sus talones en el mismomomento que los zombis se abalanzabansobre ellos.

    Corre, corre, por lo que msquieras! Aqu no tenemos la ms mnimaoportunidad contra estos malditos vocifer Sofa, que notaba como una vezms el corazn le lata desbocado.

    Correr con Lucas colgado de sushombros no era tarea fcil. Les habansacado unos pasos de ventaja, pero enaquel momento su compaero volvi atropezar y los dos acabaron tirados en elsuelo. Dos zombis estaban ya sobre

  • ellos, prestos a devorarles. Les salv laambicin por alcanzar a sus presas, queles hizo tropezar, cayendo de brucessobre ellos. Sofa sinti el ftido alientodel ms gordo sobre su rostro, lo que leprovoc una arcada que casi no pudocontener. Iba vestido de presidiario,algo que le llam la atencin. En aquelpreciso instante, Lucas solt un gritodesgarrador que hel la sangre a Sofa,que ya se incorporaba. Aqueldepredador haba asestado un dolorosomordisco en el cuello de su compaero,arrancndole un buen pedazo de carne.

    Maldicin! exclam al ver alpobre Lucas retorcerse de dolor,mientras el zombi saboreaba su bien

  • ganado premio con cara de satisfaccin.Sofa carg su arma y dispar a

    aquella criatura en la cabeza, querevent en mil pedazos. Cogi a Lucaspor las axilas y le ayud a incorporarse.Este casi no poda andar, pero la chicalo arrastr fuera de aquel pasillo, dondeeran presa fcil de aquellos seresmonstruosos, que estaban a pocoscentmetros. De hecho, sinti el tacto deuno de ellos, pero ni se gir. Comenz aempujar con toda su alma la puerta quesala del pasillo de los ascensores ydaba acceso a la tienda. El zombi habaasido su camisa, que se rasg conviolencia. Pero gracias a ello pudoescapar de sus garras y acceder otra vez

  • al centro comercial. Toms y Gmez,que haban escuchado el disparo, yaestaban all para defenderles. Armas enristre, apuntaban hacia las puertas. Enaquel momento estas se abrieron y loszombis entraron en grupo atrados por elolor a carne fresca.

    Gmez y Toms vaciaron suscargadores contra los muertos vivientes.Entre los nervios y que no eran muybuenos tiradores, la gran mayora debalas no dieron en su objetivo, lo queprovoc que dos de los zombis llegaranhasta Toms, al que comenzaron adesmembrar en unos segundos. Anteaquella escena, Gmez se quedpetrificado por el horror. Le salv de

  • una muerte segura Sofa, que habaalejado a Lucas de la escena y se habaacercado para disparar uno a uno aaquellos malvados. Disparos certeros yprecisos que acabaron con todas lasalimaas. En segundos, Ginart y Lpezse unieron a la fiesta. Poco despustodos los zombis yacan en el suelo.Sofa corri de nuevo hacia Lucas.

    Cmo te encuentras? dijo.Saba que la pregunta era retrica, eincluso una burla, pero no saba muybien qu decir a su compaero enaquellas circunstancias.

    Haz tu trabajo e intenta que sea lomenos doloroso posible replicLucas, que an se mantena

  • perfectamente consciente. Tena bienclaro cul era su destino.

    Siento ser tan egosta, pero nopuedo hacerlo asegur Sofa mientrashaca gestos a dos de sus compaerospara que montaran guardia junto a losascensores para evitar que se repitierauna escena como la que acababan devivir.

    No me vengas con esas, Sofi dijo algo decepcionado Lucas. O esque no tienes agallas para apretar elgatillo?

    Ja, ja, ja sabes perfectamenteque agallas me sobran, pero necesitoque me hagas un ltimo favor. Y no mellames, Sofi, jodido capullo!

  • Captulo IVEscaleras arriba,escaleras abajo

    Sofa arrastr como pudo a Lucas hastalas escaleras mecnicas y ambossubieron a la sexta planta. Verlosaparecer llenos de sangre, unogravemente herido, no ayud atranquilizar las cosas ah arriba. Lascaras de los presentes eran de autnticopavor, incluso alguno no pudo evitaremitir un breve gritito.

  • Hay algn mdico entrevosotros? pregunt Sofa mientrasmiraba a su alrededor.

    Tal vez yo pueda ayudar en algodijo Laura, una de las chicas quetrabajaban en el centro comercial.Estoy estudiando enfermera y creo quepodr frenar la hemorragia o al menoshacer algo para que no pierda tantasangre.

    Adelante. Lo necesitamos vivo.Ha de durarnos un par de horas mstodava sentenci Sofa, algo msanimada. Lucas, estamos en tus manosy necesito que nos ayudes. En pocotiempo, no s cunto, tal vez una hora,tal vez dos, tal vez diez, los apestosos

  • comenzarn a subir por esas jodidasescaleras mecnicas. Si llegan nopodremos hacer nada para detenerles.Es aqu donde apareces t. Necesito queinviertas el sentido de las escalerasmecnicas que dan acceso a esta plantay que aceleres su velocidad todo lo quepuedas. As estos malditos sacos decarne podrida no podrn subir yganaremos algo de tiempo mientrasvienen a rescatamos.

    Y si mientras tanto me conviertoen uno de ellos? pregunt Lucas,consciente del peligro.

    Por esto no te preocupes. No meseparar de ti. Te doy mi palabra de queantes de que esto suceda te habr volado

  • los sesos sin el menor miramiento.Cono, Sofa! Menudo consuelo

    suspir Lucas.Por tu constitucin creo que

    podrs aguantar bastante tiempo antes detransformarte. Ests fuerte y siempre hassido un ejemplo de vitalidad y fortaleza.Por lo que s, no has faltado ni un da altrabajo. Esto quiere decir que ests muysano. Nunca se sabe, puede que inventenuna cura contra el virus despus de loque est ocurriendo.

    No haba acabado la frase y Lucasya haba bajado a la quinta planta paratrastear en el pequeo panel de mandosituado en la parte derecha de lasescaleras.

  • Ser mejor que comience amanipular estas mquinas, no sea que teequivoques respecto a mi vitalidad.Aunque no lo he hecho nunca, no creoque sea muy complicado cambiar laconfiguracin y programarlo en elsentido que quieres aclar Lucas. Lasheridas le dolan con virulencia. Laurahaba conseguido frenar la hemorragia yle haba colocado unos paos y vendasque le hacan sentir ms cmodo. Seconcentr en el trabajo para intentarignorar el dolor.

    Fue entonces cuando el walkie deSofa atron para desgarrar el silencio.

    Ser mejor que os deis prisa.Estn subiendo inform Xose desde la

  • cabina de vigilancia.Maldicin! bram Sofa

    contrariada. Cuntos son?Me temo que todos contest

    Xose con un punto de pnico en la voz. Han acabado la masacre all abajo yya estn ascendiendo en busca de nuevasvctimas. Ahora mismo estn en lasegunda planta Tendras que verlos.Resulta escalofriante contemplar comosuben por las escaleras mecnicas, tanquietos, moviendo simplemente lacabeza de un lado para otro. Corredporque parecen tener claro su objetivoahora que se han quedado sinprovisiones all bajo.

    Lucas apretaba con fuerza los

  • dientes. El dolor iba en aumento yresultaba desgarrador. Senta como si lequemaran las venas por dentro. Adems,la fiebre le haba subido, era altsima.

    Tercera planta, Sofi informXose que iba viendo a los muertosvivientes por las pantallas de la cabina.Mientras, las escaleras mecnicasseguan funcionando en su sentidohabitual.

    Ya casi lo tengo, ya casi lo tengorepiti Lucas para darse nimos a smismo. En teora es una modificacinsencilla. Simplemente hay que resetearel programa y cambiar la combinacin.Estas escaleras estn preparadas paracircular en ambas direcciones.

  • Cuarta planta, Sofi. Los tenisdebajo de vuestros pies Sonalrededor de un centenar. Conformesuban se han ido desperdigando alpillar aqu y all a algn desgraciadoque se esconda para salvar su vida. Noos despistis. Van a por vosotros.

    Al cabo de unos segundos el coraznde los all presentes dio un vuelco al veraparecer al primero de ellos.

    Era un chico joven al que le faltabaun brazo. Ascenda por las escalerashacia ellos con una estpida sonrisa enla boca que haca aflorar toda sudentadura.

    Deba de estar contento cuandomuri se dijo Sofa mientras apuntaba

  • con su arma a la cabeza del zombi yapretaba el gatillo.

    No hubo ni diez segundos de pausa.Tras este aparecieron otros e iniciaronla ascensin.

    Sofi, el disparo parece haberalertado a todos los zombis del centro.Estn comenzando a subir los que sehaban quedado rezagados en las plantasinferiores. En breve habr unaverdadera marea de muertos vivientesah abajo.

    Sofa dispar tres veces. Suscompaeros la secundaron. Prontocomprobaron que sera intil. Eraimposible acabar con todos ellos. Nohaba ni municin ni tiempo suficiente.

  • Los primeros estaban a escasos dosmetros del final de la escalera cuandoLucas exclam:

    Ya est!Pero aquello no funcion. La

    escalera segua girando en su sentidohabitual. El primero de los zombis llega la altura de Lucas y, antes de que Sofatuviera tiempo de disparar, agarr por elcuello al tcnico.

    El bbbbbotn mascull Lucas conun tono de voz apenas perceptible. Tanbajo que nadie alcanz a entenderaquellas dos palabras. Sofa golpe conla culata del subfusil la cabeza delzombi, que solt a Lucas. Este, en ungesto magnnimo, an tuvo suficientes

  • fuerzas para alargar la pierna y apretarel botn rojo que haba en el extremoinferior de la escalera. En aquelmomento la cinta transportadora se paren seco y la mayora de los zombiscayeron al suelo impulsados por elfrenazo repentino. Ahora solo haca faltaapretar una vez ms el botn para que elsentido cambiara. Cuando Lucas intenthacerlo de nuevo, el zombi, que 1oagarraba de nuevo con fuerza por elcuello, se lo impidi a la vez que lehinc los dientes en su oreja. En aquelmomento Sofa percibi que el peligroera inminente y que si Lucas noconsegua apretar el botn morirantodos irremisiblemente. As pues

  • dispar su arma contra la cabeza delzombi que morda la oreja de Lucas.Pese a que qued completamente sordo,herido de muerte y lleno de sangre,Lucas consigui apretar de nuevo elbotn. Un instante despus las escalerasmecnicas comenzaron a funcionar, peroesta vez con direccin descendente.

    Se oyeron algunos gritos de jbiloen la quinta planta, en especial cuandolos zombis que an estaban sobre laescalera empezaron a caer y a rodarhacia el suelo de la planta inferior. Enaquel momento los gritos semultiplicaron, lo que impidi or a Xoseque adverta de un nuevo peligro del quean no se haban percatado. Cuando

  • Sofa consigui escuchar las voces quetrinaban desde aquel aparato, quedestupefacta.

    Dejad de chuparos las pollas ymirad detrs de vosotros gritaba Xosedesesperado.

    Sofa no se lo poda creer. Con latensin se haban olvidado de que aaquella planta se acceda por dosescaleras. Y la que tenan a unoscincuenta metros ya haba comenzado avomitar zombis. El peligro no habaacabado todava.

  • Captulo VEscaleras yascensores

    Rpido! dijo Sofa. Quieroaqu a todo aquel que pueda empuar unarma! Me da igual si es civil, militar osecular. De lo contrario juro ahoramismo que cuando hayamos arregladoeste desaguisado me ocuparpersonalmente de echarle a la putacalle Xose, encrgate de comunicarloahora mismo por los altavoces para

  • cualquiera que no me haya podido or enla sexta planta. El resto, conmigo.

    Una vez ms, el destino de todos losall presentes estaba en sus manos.Dependa de lo que hiciera en losprximos minutos. Sofa no lo dud niun instante. Avanz firmemente haciaaquella manada de caminantes. Cuandoestuvo a una distancia prudencial abrifuego. Tras ella, todos sus compaerosdispararon a discrecin. Uno de elloshaba recogido a Lucas para llevarlo envolandas hasta la segunda escalera.Cada vez salan ms zombis por aquelhueco, aunque unos minutos despusllegaron los refuerzos. Con ellospudieron reconducir la situacin y

  • limpiar de zombis la zona hasta llegar alos pies de la escalera.

    Venga, casi no tenemos tiempo exclam Sofa mientras sealaba la cajade mandos. Si no lo arreglamosestaremos perdidos, no podemos frenarmucho tiempo a esos apestosos.

    En efecto, cada vez se congregabanms bastardos en la cuarta planta y todosse dirigan hacia aquellas escaleras demanera hipntica, sabedores de la granrecompensa que les aguardaba arriba.Esta vez Lucas no tard mucho eninvertir el sentido de la escalera, aunqueel dolor le impeda casi pensar. Cuandotermin, la calma retom a la quintaplanta.

  • Ya tenemos esto prcticamentesellado suspir Sofa mientrascontemplaba cmo los zombis que seaventuraban a poner un pie en lasescaleras mecnicas eran escupidoshacia atrs por ella. Solo queda unpunto por el que pueden entrar: losascensores y las escaleras de servicio.Vamos a sellarlas para poder estartranquilos dentro de lo que cabe.Tengo ganas de poner en marcha algntelevisor y enterarme de qu narices estsucediendo ah fuera.

    Sellar las escaleras, dices? pregunt de repente Miquel, uno de losciviles. No me malinterprete,seorita. Agradezco mucho todo lo que

  • est haciendo por nosotros, pero no creoque sea prudente sellar un punto deescape que sin duda podramos utilizarms adelante. Tal vez no me conozca,pero soy un alto cargo del gobiernoautnomo, y creo ser la mximaautoridad competente para tomar esetipo de decisiones.

    Me parece que es usted quien noha entendido la verdadera situacin a laque nos enfrentamos aqu, seorito replic algo cansada Sofa. Hubieraagradecido ese liderazgo del que tangentilmente hace gala ahora cuandocomenzaron a aparecer los zombis porlas escaleras mecnicas. El que d suopinin ahora me parece algo

  • oportunista, lo que no me extraaviniendo de un poltico. As que, amenos que sea el mismsimo dueo deeste edificio y tenga las escrituras en elbolsillo para que yo las vea y puedademostrar que es mi jefe, le agradeceraque apartase su gordo culo de delante demis narices y me dejara hacer mitrabajo. Como jefa de seguridad de estesitio soy la mxima autoridadcompetente para sellar la mierda queconsidere oportuna.

    Sofa se tom unos minutos antes dedirigirse hacia la zona de ascensorespara dar las ltimas rdenes a los allpresentes. Aquel politicucho la habadesconcentrado. Le indignaba la actitud

  • de estos personajes. Para quitarse el malsabor de boca exclam, no sin cierta ira:

    Quiero en todo momento a unhombre armado delante de cada una deestas escaleras para evitar sorpresas. Ya un tercero para que vigile a los dosprimeros por si acaso. Xose, nopierdas detalle de los monitores,necesitar un informe de la situacin enuna hora. Y, por favor, que alguienlimpie toda esta sangre y ayude alpoliticastro ese a arrojar los cadveresescaleras abajo. Ah! Que alguien suba aLucas a la sexta planta y no lo pierda devista, no sea que tengamos el enemigo encasa. Yo necesitar que tres hombresmaosos y musculados me acompaen

  • hasta los ascensores ahora mismo convarios de los sacos de cemento quehemos subido antes.

    Acto seguido, se dirigi hacia lazona norte de la planta para comprobarque estuviera despejada y no hubierams zombis hambrientos en busca decarne fresca que llevarse a la boca.

    Perfecto, los ascensores no nostrado ninguna sorpresa dijo mientrasintentaba no patinar en el enorme charcode sangre que se haba formado frente alas puertas en la primera trifulca.Puedes orme, Xose? Necesito que meindiques si hay zombis subiendo por lasescaleras del personal.

    Hay unos cuantos Sofi, pero estn

  • todava algo perdidos en la segundaplanta.

    Perfecto, as tendremos tiempo desellar esta puerta. Y no me llames msSofi o te vuelo los cojones! gritSofa, que pese a la situacin anmantena un halo de coquetera.

    Antes de empezar a bloquear aquellaentrada tena una cosa que hacer. Noquera prescindir de los ascensores,pero era consciente de que eran unpeligro constante. Sofa apret el botndel primero de los elevadores. Sesepar un metro y apunt con su subfusilhacia la puerta. Diez segundos despusla campanilla del ascensor sonaba y suspuertas se abran. En aquel momento

  • son un dispar que hizo en mil pedazosel espejo de su interior.

    Lo siento, Sofa dijo algoavergonzando uno de los hombres que laacompaaban. Vi algo que se mova yno pude evitarlo.

    No importa, tenemos dosascensores ms por comprobar respondi Sofa echando un vistazo alinterior del habitculo donde quedabanlos restos completamente destrozados delo que haca menos de una hora habasido un cliente de aquel centrocomercial. Tenemos que bloquear elsensor ptico de las puertas para evitarque accidentalmente lo llamen uno deesos bichos y se acaben montndose

  • dentro. Al destino le gusta jugar con esetipo de cosas, de modo que cuantasmenos opciones le demos, mejor.

    Apret el botn del segundoascensor y ella misma se encarg debloquearlo. Quedaba el tercero. Tardalgo en llegar. Cuando se abrieron laspuertas, dentro haba cuatro zombis que,agachados, daban buena cuenta delcadver de un pobre desgraciado que leshaba servido de improvisado aperitivo.Un chorro de plomo les revent lacabeza.

    Tenis problemas all abajo? pregunt Xose por el walkie. Tantoescndalo ha alertado a las alimaas yse dirigen hacia donde estis. Se

  • encuentran todava lejos y se lo tomancon calma, pero suben sin pausa.

    Muchas gracias, Xose, nos daremosprisa dijo Sofa mientras abra lapesada puerta de metal con una reducidaventanilla de grueso cristal que asomabahacia las escaleras de personal. Elinconfundible, rutinario y desquicianterunrn de los zombis se poda escucharcon toda claridad desde donde estaban. No disponemos de mucho tiempo,pero nos debera bastar. Preparad elcemento y sellad por completo esapuerta. Tambin la de la planta superior.Es un material importado. Solo hacefalta mezclarlo con agua y algo de arena.As habremos logrado aislarnos por

  • completo de esas bestias y podremosesperar a que esta pesadilla pase yvengan a rescatarnos.

    Arena? pregunt uno de suscompaeros.

    Si. Tenemos bastantes sacos en laseccin de mascotas, del que se utilizapara los gatos. Y antes de que lopreguntis, tenis toda el agua quequeris en los lavabos de ah al fondoPor si acaso id con cuidado, no creo quehaya ningn zombi dentro, pero mejorcomprobarlo antes.

    Uno de los hombres queacompaaban a Sofa intervino en aquelmomento. No lo conoca, por lo quepens que sera un cliente que se vio

  • atrapado por aquel desastre:No quiero ser aguafiestas, pero en

    los sacos se puede leer que este cementotarda alrededor de una hora en secarse.Me temo que esos cabrones aparecernpor aqu antes.

    Maldicin, no puede ser! mascull Sofa. Mientras suscompaeros lo preparaban todo parasellar las puertas se concentr en buscaruna solucin. Estamos jodidos, amenos que ganemos un poco de tiempo.Tengo que pensar en algo. Y rpido.

  • Captulo VIEl ratn y el gato

    Xose, voy a bajar a la tercera plantapor el ascensor. Cmo est la situacinall abajo? pregunt Sofa mientrasentraba en el primer aparato.

    Ests loca? Hacer esto es un putosuicidio.

    Ser mejor que te des prisa. Yaestoy de camino y me gustara saber qume encontrar.

    Xose enfoc las cmaras hacia los

  • ascensores de la tercera planta.La buena noticia es que no hay

    muchos zombis por ah. Casi todos sehan concentrado en la cuarta atradospor vosotros. La mala noticia es queestn a punto de llegar los visitantes quesuben por las escaleras de servicio.

    Sofa sali del ascensor en la terceraplanta y lo envi vaco a la cuarta. Trastomar aire, peg su cara al ventanuco dela puerta e hizo ruido para llamar laatencin de la vanguardia de zombis quesuban con ritmo cansino. Primero lohizo tmidamente, pues no estabaconvencida de que aquella hubiera sidouna buena idea. Tal vez lo ms sensatoera volver al ascensor y escapar a la

  • sexta planta. De todas maneras, seconvenci de que no quedaba otraopcin. Si quera sobrevivir no habaotra. Ella y la gente que la acompaaba.

    En unos segundos los primeroszombis comenzaron a empujar la puertatras la que se hallaba Sofa. En unprincipio los empujones fueron leves,casi tmidos, para convertirse en fuertesy llenos de furia poco despus. Sofaaguantaba como poda la puerta con sucuerpo. Cuando ya no pudo contenerdurante ms tiempo a aquellos bichos,pens que haba llegado el momento delargarse de all e iniciar una furiosacarrera para salvarse.

    Comenz a correr por el pasillo ms

  • ancho. Los zombis no tardaron ni dossegundos a salir en su persecucin. Porsuerte para ella, pareca no habermuchos animalejos en aquella planta.Mientras corra, ech una mirada parahacer un repaso general de cmo estabala situacin en aquel piso. No eracuestin de correr a lo loco. Demomento todo pareca ir bien. Los pocoszombis que vea estaban desperdigados.Se encamin a la zona de los juguetes.Se gir varias veces para comprobar sila legin de zombis que haban subidopor las escaleras an la perseguan tal ycomo haba planeado. Efectivamente,all estaban. La imagen eraescalofriante, verlos avanzar hacia uno

  • hubiera helado la sangre del tipo msrudo de la isla, y seguramente delcontinente. Como les haba sacado algode ventaja, decidi derribar algunasestanteras. Los juguetes se esparcieronpor el suelo. Esto les distraera un rato.

    Pero saba que no tena muchasposibilidades de salir viva de all si nohua. Era hora de subir hasta la cuartaplanta. Hizo un brusco cambio desentido y corri tanto como pudo hacialas escaleras mecnicas. Ascendivelozmente por ellas, superando losescalones de tres en tres. En la cuartaplanta las cosas estaban mucho mejor.Los zombis haban comprendido por finque no podan subir por las escaleras,

  • ahora solo en sentido descendente, ypululaban de un lado para el otro sinsaber hacia dnde ir, pese a que,tozudos, no desistan de su idea dealcanzar los manjares que haba en laplanta superior.

    Descubri con pavor que la zona delos ascensores, hacia la que se diriga,estaba repleta de muertos vivientes. Nopodra llegar hasta las cabinas, quepensaba eran su salvacin. El plan quetena en mente haba fracasado. Eraimposible regresar junto a suscompaeros tal y como haba planeado.Tal vez tena razn Xose cuando dijoque aquello era un suicidio. Solo tenauna solucin, ascender por las escaleras

  • mecnicas que iban en sentido contrario.Estaba en buena forma y era bastantems inteligente que aquellos tipejos. Loprimero que tena que hacer era avisar asus compaeros de que era ella la quesuba. No hubiera sido una buena ideaque la confundieran con un zombi y lafrieran a tiros.

    Eh, los de arriba! Soy Sofa yvoy a subir. No disparis! Por lo quems queris, no disparis! vocifer.Un grito que le poda salvar la vida,pero que hizo que algunos de los zombisque tena ms prximos, a apenas cuatroo cinco metros, se apercibieran de supresencia y se dirigieran hacia ella.

    Estaba cansada. Las piernas le

  • temblaban sin control. Tena queconcentrarse en reunir todas las fuerzasque le quedaran para subir aquellaescalera que descenda rpida. Cuandoaquellos monstruos estuvieron a muypoca distancia no tuvo ms remedio queiniciar la carrera. El corazn se ledispar de nuevo y notaba sus latidosgolpendole con violencia en el cerebro.Tras poco ms de un minuto de carreraalocada, solo le faltaba un metro paraconseguir su objetivo. Entonces unpequeo tropezn le hizo retroceder unbuen trecho. Desanimada, pens quejams lo conseguira, que no llegaranunca al final. Ahora estaba agotada. Yallegaba al final, pero no senta las

  • piernas. Pero justo en el momento que yano poda ms, que estaba a punto deabandonar la lucha y dejar que aquellasescaleras mecnicas la devolvieran alos pies de los zombis que la esperabanabajo, sinti como unos brazos fuertes ymusculosos la levantaban y la suban porlos aires hasta la quinta planta.Permaneci varios minutos tumbada enel suelo, casi inconsciente. Cuandorecobr algo el aliento y pudo recuperarla visin, nublada por el agotamiento, susalvador ya haba desaparecido. Quizalgn da podra saber de quin setrataba.

    Ya recuperada, Sofa se acerc a lazona de los ascensores.

  • Joder, Sofi, de nuevo por aqu?le pregunt uno de sus compaeros.No hemos ganado mucho tiempo con tumaniobra, que digamos.

    Ser suficiente. Y si me vuelves allamar Sofi te meto el can por el culomascull entre dientes. Al menoshe conseguido que estn entretenidos ahabajo lejos de las escaleras. De todasformas, siempre puedes coger elascensor y bajar t mismo si no,convendra que alguien lo llamara ytenerlo de nuevo aqu para evitarsorpresas.

    Los primeros zombis en aparecer alotro lado de la puerta tardaron doshoras. Para entonces la zona estaba ya

  • sellada con varias capas de cemento.Aquella puerta no se volvera a abrir ano ser a base de martillazos.

    De momento, estaban seguros. O almenos eso pensaban.

  • Captulo VIIOpciones humanas y

    posibilidadesmundanas

    Aquel haba sido para Sofa el da msintenso de su vida. El momento deldesayuno de aquella maana preparandojunto a los jefes de seccin la durajornada de Reyes se le antojaba ahoratan lejano que pareca perdido en elespacio y el tiempo.

  • Desde que empez este drama, era elprimer momento que poda pararse apensar algo tranquila. No tena nipuetera idea de lo que estabasucediendo. Solo saba que tena queluchar para sobrevivir. Las lneastelefnicas, tanto mviles como fijas,estaban saturadas. La conexin con elexterior era imposible. Y la televisinque haba en la ltima planta noinformaba de nada. No saba dndeencontrar alguna luz entre tantaoscuridad. Se dirigi hacia la sala decontrol, donde Xose permanecaencerrado.

    Xose, abre. Soy yo! exclammientras aporreaba la puerta para que la

  • abriera. Sabes perfectamente que nome gusta que te encierres, y menos enestas circunstancias.

    Qu temes, que os deje a mercedde los zombis mientras yo me quedoaqu a salvo rodeado de mquinas y sinnada para comer ni beber? comentcon sarcasmo Xose mientras entrabaSofa.

    Alguna novedad? preguntesta obviando el comentario.

    Ninguna. Las cmaras exterioressolo detectan zombis y ms zombis.Parece que las fuerzas del orden pbliconos han dejado a su merced.

    Tanta previsin y tantossimulacros para que al final todo se haya

  • ido a la mierda con absoluta facilidad.Igual que la primera vez suspir Sofa. Si ves cualquier cosa que puedainteresarme avsame. Sea lo que sea: yasea el rastro de un superviviente en elcentro, movimientos extraos de loszombis en las plantas inferiores, lallegada del Ejrcito lo que sea.

    Acab la frase cuando ya estabafuera del cubculo. Se alej rumbo a unade las terrazas superiores, desde dondepoda divisar perfectamente la calle.Haba tenido la precaucin de hacersecon unos prismticos requisados en laquinta planta.

    Pas antes por la cafetera, situadaen el tico. Comprob que la mayor

  • parte de la gente que haba sobrevividose encontraba all. Parecan tranquilos.Algunos fumaban, otros tomaban caf.Casi todos estaban pendientes de latelevisin por si informaba de algunacosa. El silencio de la sala era tanaterrador como el murmullo colectivode los zombis que escuch nada mssalir a la terraza. Lo recordaba de suprimera infancia, pero tambin lo habaescuchado muchas veces endocumentales y en aquellosesperpnticos zoos de muertos vivientesque se haban creado en los ltimosaos. Pero orlo desde all arriba, enaquellas circunstancias, crispaba losnervios a cualquiera.

  • Se asom a la barandilla, demasiadobaja para su gusto. Era necesario hacerun balance en directo de la situacin allafuera. Aunque era de noche, la ciudadestaba bien iluminada por lo que desdela terraza de El Corte Ingls pudo ver unespectculo dantesco. Pequeosincendios aqu y all, coches estrelladoso volcados por doquier, sangre portodas partes y zombis, muchos zombis.La mayora pululaba sin rumbo fijo,otros se reunan en pequeos gruposarremolinados en torno a algn cadverdesmembrado. En la parte trasera deledificio, en la confluencia de las callesGilabert de Centellas y Costa i Llobera,un hombre, ya mayor, acababa de ser

  • atrapado por varios muertos vivientesjusto en el momento que sala de losrestos de lo que haba sido, aos atrs,un colmado. Se abalanzaron sobre l.Sofa pudo notar como su cuerpo semova y luchaba por sobrevivir bajo lamontaa de zombis a la vez queescuchaba un grito desgarrador.

    Sofa buscaba respuestas a tantosinterrogantes. A travs de los cristalesde los prismticos no encontr ninguna.Simplemente hall sangre y destruccinpor doquier. Justo en el momento en queseparaba los prismticos de los ojos, lelleg de lejos lo que pareca ser una vozque peda auxilio. Se le hel la sangre.Corriendo desde la zona de la Puerta de

  • Sant Antoni apareci la figura de unajoven que seguramente no tendra ni 20aos. Justo en aquel momento iba acruzar las Avenidas. Sinti unaimpotencia que le da el corazn.Poda ser ella misma, la que corradesamparada entre tanta podredumbre.Se pregunt cmo haba llegado hastaall aquella desgraciada muchacha.Seguramente llevaba un buen ratosorteando a esas alimaas presa delpnico. En su carrera esquiv algunoszombis pero aquella calle estaba repletade coches abandonados y accidentados,lo que dificultaba su avance. De detrsde un vehculo, un zombi sali de golpe.La chica choc frontalmente con l y

  • ambos cayeron al suelo. Del interior deotro coche sali un nuevo apestoso queconsigui agarrarla por el cuello. Enpocos segundos ya le haba hincado susdientes en la cara, a la altura de la boca,como si le quisiera dar un beso mortal.Sofa vio a travs de los prismticoscomo se le desgarraban los labios y lasmejillas, quedando al descubierto unosdientes blanquecinos manchados por lasangre. Sus ojos reflejaban el mayor delos espantos. Un tiempo despus ms demedia docena de bastardos sedisputaban a la infortunada joven, quesegua viva.

    La rabia sustituy a la impotencia.Sofa apunt con su subfusil y comenz a

  • disparar hacia los zombis que se comana la joven. Era difcil tener puntera atanta distancia. Algunas balas seincrustaron en la carrocera de loscoches. Otras impactaron en los cuerposde aquellos bichos. Uno cay muertocon una bala en la frente. Pero no eranellos el objetivo de Sofa. Su objetivoera otro. Finalmente una bala atraves elpecho de la joven. Haba acabado consu vida, pero tambin le haba acortadoel sufrimiento, uno de los mayorespadecimientos que puede vivir unapersona.

    Has hecho bien dijo una vozfemenina, clida, que la sobresalt. Ladesconocida estaba a sus espaldas y

  • ahora apoyaba su mano sobre el hombrode Sofa para ofrecerle un poco deconsuelo y comprensin.

    Cuando se gir, pudo comprobar queconoca aquella persona. Era AnaRamis, la chica que atiende lapastelera, en la zona del stano, junto alsupermercado.

    Yo hubiera agradecido esta bala sihubiera estado en su situacin.

    Sofa y Ana bajaron juntas hasta laquinta planta, sentndose en unoscmodos sofs que hasta haca pocashoras haban estado a la venta. Desdeall podan escuchar a los zombis de laplanta de abajo esperando tener accesoa sus codiciadas presas. Sofa se sinti

  • reconfortada al poder compartir suspreocupaciones con aquella joven.Siempre le haba resultado simptica y,aunque no mantenan amistad, en ms deuna ocasin haban estado un ratocharlando.

    No entiendo cmo esa gente puedepermanecer sentada en la cafetera sininmutarse se lament Sofa mientrascon la cabeza apuntaba hacia la plantasuperior. All abajo hay personasmuriendo y lo nico que les preocupa essu apestoso culo. A nadie se le hapasado por la cabeza, ni que fuera porun segundo, la posibilidad de intentarsalvar a la gente que seguramente estescondida en muchos rincones del

  • centro. No digo que lo debamos hacer,pero no estara mal tenerlo en cuenta almenos.

    Es la condicin humana replicAna. Pese a lo mucho que se haescrito sobre ella, no conocemos ni ladcima parte del porqu de nuestraconducta.

    Veo que sabes de lo que hablas.Estudio Psicologa. Aqu trabajo

    todos los fines de semana y los das derefuerzo para pagarme los estudios. Esduro haber nacido pobre Pero por hoyya has tenido suficiente. Debes estaragotada. Ser mejor que intentesdescansar un poco antes de queamanezca.

  • S, ser lo mejor dijo Sofa,que se levant para ir a la sala decontrol. Tal vez all tendra latranquilidad que necesitaba. No era muytarde, pero a aquel da ya le sobrabandemasiadas horas.

    Mientras iba hacia all intentcalcular cuntos eran y las provisionesde que disponan. Convena estarpreparados por si el encierro se alargarams de la cuenta. En total eran unoscincuenta. Por suerte, en la cafeterahaba abundantes provisiones. Podranpermanecer all bastantes das.

  • Captulo VIIILa votacin

    Decir que Sofa estaba cansada erautilizar un eufemismo que vagamente seacercaba a describir su situacin real.Mientras estuvo contando lasprovisiones que tenan, su nica idea eradescansar, dormir un rato y olvidaraquella pesadilla, aunque solo fuera porunas horas. Al salir del almacn, situadotras la cafetera, un buen nmero depersonas la aguardaba junto al control.

  • Xose, se puede saber qudemonios sucede? pregunt con unamueca de fastidio clavada en su rostro.

    La gente no se pone de acuerdosobre las luces respondi Xose.

    Las luces? De qu coo estshablando?

    Pues de que hay gente que paradormir las quiere apagadas. Otros que,si no se apagan, al menos se atenen. Ylos ltimos que prefieren dormir con lasluces encendidas.

    Sofa no daba crdito a lo que estabaoyendo. Hasta una decisin tan nimiacomo aquella quedaba en sus manos.Adems, saba que decidiera lo quedecidiera, siempre haba alguien

  • descontento. El debate podra ser eternoQue se queden encendidas

    exclam Sofa intentando sonar tajante yresolutiva para ver si apagaba el debateantes de que se iniciase.

    Tras varios segundos de silencio, elrunrn de los presentes invadi elespacio. Una voz de protesta se alz porencima de las otras.

    Encendidas? se preguntextraado un cliente de mediana edad decuyo brazo se agarraba una mujer quepresumiblemente era su pareja.Perdone que disienta, pero esto esimposible. En una cama que no es lanuestra y con las luces encendidas, nodormira ni Dios. Y puede estar segura,

  • seorita, que dormir es lo quenecesitamos todos en estos momentos.

    No piensa que nuestra seguridadest por encima de la comodidad? Lanz Sofa, ahora ya con indisimuladodesdn. Adems, con el cansancio queacumulamos no ser difcil dormir.

    Acaso no tiene usted conciencia?pregunt la mujer que colgaba delbrazo del seor. No comprende,seorita, que es necesario descansarpara poder olvidar todo cuanto hasucedido? Adems, con tanto estrsmuchos padeceremos de insomnio, y esopor no hablar de

    Sofa dej de escuchar a aquellaseora mientras se preguntaba a ella

  • misma si le molestaba ms que lallamarn Sofi o seorita.

    Maldita sea! No comprenden que siapagamos las luces nuestrasposibilidades de defensa se vernmermadas considerablemente interrumpi Sofa hastiada. Y sisucede algo

    Algo? Qu va a suceder? intervino en la discusin una tercerapersona. No ser que tiene miedo. Siteme a la oscuridad abandone el cargo,que no s quin le ha puesto al mando.

    Sofa contemplaba a suscompaeros, que con la mirada leindicaban que dejara a un lado sutemperamento y condescendiente con

  • aquellas personas.Un cuarto cliente se uni a la

    discusin:Esto no es una dictadura, creo que

    todos tenemos voz y voto en estadecisin.

    Qu quieren, una votacin? pregunt Sofa. Dnde estabanustedes cuando necesitbamos ayudapara bloquear las puertas o reprogramarlas escaleras mecnicas? Variaspersonas han muerto para defenderles.Acaso no entienden el enorme riesgoque supone quedar a oscuras? Estoscabrones son imprevisibles y nospueden sorprender de cualquier manera.Recuerden, esos de aqu abajo son

  • depredadores y, saben qu?, solo tienenuna presa en mente: nosotros.

    No ser para tanto intervinootro de los asistentes. Si apenaspueden moverse. Estoy seguro de que norepresentan ningn peligro real.Adems, si apagamos las luces elgenerador aguantar ms, que nunca sesabe el tiempo que podemos estar aqu.

    Obvian el hecho de que estamosrodeados por esas criaturas que ustedescalifican de inofensivas. No loentiendo! estall Sofa, presa delnerviosismo.

    Mire, seorita, por su acento veoque es argentina. No s cmo haran lascosas por all, pero supongo que no muy

  • bien porque as les ha ido. De Argentinanada se sabe desde la Gran Plaga volvi a la conversacin el primero delos hombres, cuya mujer asenta a sulado con la cabeza. Aqu vivimos enuna democracia. Por tanto, lo mejor servotar.

    Sofa se llev las manos a la cabeza,incrdula.

    Hagan lo que les salga de lasnarices. Yo me voy a dormir y, porcierto, mtanse las luces por el culo!

    Marimacho! grit la mujer queagarraba a su marido por el brazo.Este pas es una democracia aunque amuchos les moleste.

    Sofa ya se haba girado sobre sus

  • talones y daba la espalda al grupo. Nohizo caso de ninguno de los comentariosque vinieron despus. Cogi las llavesde la sala de control a Xose.

    Me voy a dormir. Esta gente esmuy cansina. Si mantienes las manitasquietas puedes venir conmigo. Cerrarcon llave y me olvidar de los pueteroszombis durante un par de horas.

    Me parece perfecto. Creo que esttodo controlado respondi Xose.Por cierto, si a pesar de todo en algnmomento necesitas una manita, dmelo.

    Vete a la mierda!

  • Captulo IXCorro, luego existo

    Pese a ser la Noche de Reyes, Sofa notuvo felices sueos. Cuando era niahaba sido para ella una noche llena deilusin y felicidad. Un dormir inquieto,atenta a cualquier movimiento. Y aldespertar, encontrar los regalos junto alrbol de Navidad. Si lo recordaba levenan ganas de llorar. Pero aquellanoche no fue as. La infancia quedabalejos, ya solo permaneca la nostalgia.

  • Aquella Noche de Reyes estuvo llena depesadillas para Sofa y para la granmayora de ciudadanos quesobrevivieron a la masacre del 5 deenero en Mallorca. De alguna forma, elsubconsciente colectivo tena quedigerir todos los horrores vividos,porque no hubo casa ni familia en todala isla que no hubiera tenido suparticular drama personal.

    Muchos se preguntaban qu estabaocurriendo. Nadie tena respuestas.Poco poda imaginar la gente que todoaquello obedeca a los desvaros deDoc, un cientfico megalmano quehaba convertido la isla en su particularcampo de pruebas. Y eso lo haba hecho

  • con la aquiescencia de las autoridadesmundiales.

    En el edificio de El Corte Ingls lossobrevivientes que se refugiaban en lasplantas superiores haban ido cayendopresas del sueo. El pobre Lucas,atormentado por el dolor, fue confinadoen una habitacin junto a Ana, que sehaba ofrecido voluntaria parapermanecer con l toda la noche. Elresto se fue repartiendo como pudo porlos rincones de la sexta planta. Cada unobusc el lugar que le resultaba mscmodo para concilio el sueo. Seestablecieron turnos de vigilancia en lasescaleras mecnicas. Poco a poco elsilencio se fue apoderando del lugar.

  • Durante unas horas rein la calina msabsoluta. La oscuridad se impuso. Lavotacin la haban ganado lospartidarios de apagar las luces. Segn lamayora, no haba forma de que loszombis pudieran acceder a las plantas.O s?

    El destino siempre tiene vericuetospor donde transita con dificultad. Fuepor esto que pocos minutos despus delas seis de la madrugada, la plcidanoche acab de sopetn. Varios disparosrasgaron la calma. An estaba oscuro.Provenan de la quinta planta. Todos sedespertaron de golpe, aunque algunos nosaban qu haba sucedido ni dnde seencontraban. Los que estaban ms cerca

  • de las escaleras fueron los primeros quevieron el horror acercarse. No sabanqu era exactamente, pues si era unzombi corra a una velocidad nuncavista. Superaba la escalera moviendoambos brazos como molinillos y lacabeza de derecha a izquierda congestos torpes y bruscos. De la boca lecaa un reguero de sanguinolenta saliva.

    Nadie tuvo tiempo de reaccionar.Aquel esperpento lleg en un abrir ycerrar de ojos a la planta y fuegolpeando y mordiendo a discrecin.Los tres desgraciados que estaban juntoa la escalera fueron sus primerasvctimas. Luego las personas queestaban a su alrededor, impotentes ante

  • tanta crueldad y virulencia. Qusuceda? Era un zombi aquello quevean acercarse en la penumbra? Unhumano herido? Cmo haba llegadohasta ellos?

    Una tras otra, las presas, todavaadormecidas, fueron cayendo comomoscas. En apenas unos minutos lamasacre era de dimensiones colosales.Aquella bestia, enloquecida, morda adiestro y siniestro. Una vez ms sedemostr que, por mucho que teprepararas para lo peor, el destinosiempre suba la apuesta. Una cosa eraque te explicaran lo que se deba haceren estos casos y otra muy distinta saberreaccionar frente a un ataque en vivo y

  • en directo.Sofa se despert con los disparos.

    Quera salir del control, pero Xose se loimpeda. Pensaba que antes de salirdeban tener claro lo que estabasucediendo.

    Enciende las putas luces! gritSofa cuando ya estaba fuera delcubculo.

    Y una mierda. Yo de aqu no memuevo le respondi el hombre desdedetrs de la puerta.

    Ms te vale que salgas aencenderlas o te juro que los zombissern el menor de tus problemas sentenci la muchacha.

    Xose agarr un subfusil y sali. Le

  • cost un buen rato acostumbrarse a lapenumbra. Caminaba pegado a la paredpara protegerse la espalda, en direccinal cuadro de mandos, situado cerca de lacafetera.

    Mientras, Sofa comenz a caminarcon paso firme hacia el lugar donde seescuchaban los gritos de desesperacinde las vctimas. Qu haba podidosuceder? En teora todo estabacontrolado. Antes de irse a dormir habarepasado una y otra vez el dispositivodefensivo organizado.

    Le costaba vislumbrar algo entre lapenumbra, pero cuando se acerc losuficiente contempl con cierta claridadlo que estaba sucediendo. Algo

  • acechaba a la pobre Laura, que estabaarrinconada y totalmente a su merced.Tena pocas opciones de sobrevivir sino se daba prisa en actuar. De un saltse plant detrs de aquel hombre y leasest un duro golpe en la espalda.Entonces, aquel tipo se gir. A Sofa elmundo le cay sobre las espaldas. Eraaquello un zombi? Pareca imposible.Sus movimientos eran giles y no secorrespondan con los de aquellos seresdel averno.

    Actu con rapidez. No le importmucho si era un hombre o una bestia. Lonico que saba era que resultabapeligroso. Mientras estaba en el suelo,le apunt con la escopeta en la frente.

  • No dud un solo instante. El disparretumb por toda la planta y los sesos deaquel cabronazo le salpicaron la ropa.

    Laura estaba fuera de s. Apenasbalbuceaba. En aquel momento seencendieron las luces. El escenario eradantesco. Cmo se haba podido llevara cabo semejante masacre en apenasunos minutos? Aquel era el nicopensamiento que le pasaba a Sofa porla cabeza mientras sujetaba a Laura, queestaba histrica al comprobar la muertey la desolacin que haba sembradoaquel ser. De nuevo, sangre por doquier.Mirara donde mirara, la sangre lo cubratodo.

    Qu demonios ha sido eso?

  • pregunt Xose al llegar hasta Sofa.No lo s. Se supona que una cosa

    as no poda pasar. Habamos tomadotodas las precauciones murmur lachica cubrindose la cara con las manosen seal de absoluta impotencia ydesolacin. Siempre pasa igual conesos putos apestados. Te confas unpoco, lo mnimo, y te encuentras con unasangra. Siempre es lo mismo. Malditasea! Maldita sea!

    Vale, Sofi la cort Xose.Dejmonos de lamentaciones intiles yde autocompasin innecesaria. Tenemosque descubrir lo que acaba de suceder.De lo contrario ser mejor que nosencerremos en la sala de control y no

  • salgamos para nada.Sofa asinti con la cabeza mientras

    intentaba recobrar el control de suspensamientos. En buena medida sentaque todo lo que haba ocurrido era culpasuya. Este sentimiento la estabamatando.

    Tienes razn dijo Sofarecuperando la compostura. Pero sermejor que no cometamos otro error. Ysobre todo, no olvidemos un pequeodetalle

    No estars pensando en? interrog Laura, suplicando. Notienes ningn derecho!

    Estn muertos, Laura.MUERTOS! No nos podemos arriesgar

  • a que se levanten en medio de la noche ynos pillen por sorpresa.

    Pero no sabemos si estncontagiados por esa cosa. Podran tardardas o semanas en transformarse, yasabes que el contagio evoluciona deforma diferente dependiendo de laspersonas. No les puedes privar de esetiempo de vida.

    Escucha Laura, si alguna vez estoyen una situacin similar te agradecerque no lo dudes lo ms mnimo. Nohagas lo que yo estoy haciendo en estosmomentos, aunque te pueda parecer justolo contrario.

    Eres una condenada hipcrita! bram Laura. Por qu no haces lo

  • mismo con tu amiguito Lucas y le vuelasla tapa de los sesos?

    Me gustara poderte decir que espor razones humanitarias respondiSofa, pero no es as. Es el nico quesabe cmo funciona todo esto y mientrasest con vida puede sernos de utilidad.Pero, si lo prefieres, coge esta pistola yrevintale t misma la tapa de los sesos.Estoy cansada de tener que ser yo quienhace el trabajo sucio y ser criticada porello despus. No quisisteis oscuridadpara poder dormir plcidamente? Pues,joderos, ah tenis las consecuencias!

    Laura se call de golpe y se retirsin ganas de discutir. Todo aquelloestaba resultando extremadamente duro

  • para ella y no se vea con fuerzas depelearse por algo que, en el fondo,estaba de acuerdo. No hubo caminado nidiez pasos cuando el primer disparoejecutor la sobresalt. No se gir.Prefera no mirar y as evitarse unaescena sangrienta al ya de por ssobrecargado panorama de recuerdoszombis.

    Los disparos se sucedieron uno trasotro. Dos de sus hombres se sumaron aaquella ingrata labor sin decir palabra.En dos ocasiones, el cadver ya habavuelto a la vida. Estuvo tentada dedejarlos vivir unos segundos para ver lareaccin que tenan y comprobar si susmovimientos eran tan rpidos y giles

  • como los del que les haba contaminado.Finalmente, cansada y sin ganas deasumir riesgos, decidi abandonar laidea e ir a lo seguro.

    Recorri cuatro veces las dosplantas del centro de punta a punta paraasegurarse de que no quedaba ninguno aquien reventar la cabeza. Al acabar, fuehasta la cafetera. Encontr sentados aLucas, Xose, Ana y Laura, adems deuna seora y tres civiles a los que noreconoca. Contando a Gmez y Ginart,solo haban sobrevivido once. Y esocontando que Lucas andaba muymalherido.

    Por los ventanales acristaladosempezaban a entrar los primeros rayos

  • de sol. Sofa agradeci el calorcillo quedesprendan. Era Da de Reyes, jornadade regalos y celebracin. A ella, eseao, Sus Majestades le haban dejado unpresente envenenado. Empez amanipular los mandos de la cafetera contorpeza. La logr poner en marcha ypreparar dos tazas: una para ella y otrapara Xose, que se haba mantenido todoel tiempo a su lado. Con las dos tazas enlas manos, se sent abatida en la mesa.La mayora de personas se sentaron a sualrededor. Era necesario saber lo quehaba ocurrido. Pero no tuvo laoportunidad de tomar la palabra.Alguien se le adelant.

    Quiero una explicacin, y la

  • quiero ya exclam una seora quedeba rondar la cincuentena. Vesta de laforma ms clsica imaginable y su cortede pelo pareca sacado de El manualdel buen conservador cristiano. Y leagradecera que la prxima vezpreguntara si alguien ms quiere tomarcaf.

    Sofa no sala de su asombro. Nopoda creerse aquella escena, al igualque el resto de los all presentes. Laurafue la siguiente en hablar.

    Les presento a doa Patri, una delas mejores clientas de la casa. Ella fuela primera en conseguir la tarjeta de ElCorte Ingls de Palma Laura adoptun tono ligeramente sarcstico que doa

  • Patri no fue capaz de captar. Alcontrario, pareci sentirse halagada consus palabras. Como no veo a sumarido, deduzco que debi dejamos enalgn momento de estas doce horas Laacompao en el sentimiento.

    Espero que el muy cap de faba almenos me pusiera como beneficiaranica del testamento dijo doa Patricon desdn.

    Sofa cambi de tema.Si queremos sobrevivir tenemos

    que descubrir de dnde sali la bestiaesa que nos ha atacado esta noche. Sutono era cansado y pareca muydesanimada. Ir con Xose a la sala decontrol para revisar las grabaciones de

  • las cmaras. Espero que podamosdescubrir alguna cosa.

    Ni hablar. Usted no se va de aqu,faltara ms doa Patri se mostrofendida. Su deber es protegernos,que me s mis derechos. No intenteeludir su responsabilidad o informar asus superiores.

    Sofa hizo caso omiso a aquellaspalabras. Haba calado a aquella mujerdesde el primer momento que habl. Eracapaz de decir exactamente el nombrede los programas de televisin que vea,las pelculas que le gustaban y elnmero de polvos anuales que solapegar. Conforme se alejaba de lacafetera no pudo evitar escuchar de

  • fondo un previsible:Esta sudaca no sabe con quin

    est hablando! Estar en la puta calleantes de que se d cuenta.

    La tecnologa estaba por una vez desu parte. Aunque algo oscuro, elcontenido de las grabaciones se podadistinguir con bastante claridad. Todaslas imgenes que recogan las cmarasde seguridad se guardaban en diversosdiscos duros de amplsima capacidad.Al cabo de unas semanas, se borrabanautomticamente. Todo lo que suceda enel centro quedaba registrado. Ella yXose no tardaron mucho en encontrar lacmara que mostraba el entorno de lasescaleras donde haba sucedido todo.

  • El proceso de rebobinado dur unosminutos. El caf haca su efecto y Sofase encontraba ms despierta y activa. Elcansancio haba desaparecido. MientrasXose buscaba lo que quera, ella hizo unminucioso repaso de lo que ocurra enaquel lugar a travs de las cmaras. Novio nada nuevo. La misma miseria y lamisma destruccin.

    Por fin, Xose dio con lo que estabanbuscando. Tal y como sospechaban, setrataba de un zombi, un caminante queera capaz de correr. No haba duda. Erauno de esos asquerosos seres que habanregresado de la muerte.

    Fjate cmo sube el hijo puta lasescaleras. Como si nada. Lo hace mejor

  • que t, que necesitaste que un ngel dela guarda te ayudara coment Xosealborozado. Le da igual que vayanmarcha atrs, las sube como lo haracualquier nio, torpe pero firme, directohacia su ansiada comida.

    Sofa no sala de su asombro. Supesadilla se haba cumplido. Qusucedera a continuacin? Si estos seresse volvan inteligentes era la muerte dela humanidad. Habra pronto zombisdisparando escopetas o abriendopuertas? Pero Sofa no era la nicasorprendida. En la cinta se poda vercmo Lpez, apostado en lo alto de lasescaleras mecnicas, vigilando,intentaba descubrir qu era lo que se le

  • aproximaba en medio de la noche.Incluso lleg a soltar el arma paraayudar a aquel ser. Aquella fue superdicin. Un golpe certero lo tir alsuelo y su cabeza fue machacada por elfilo de las escaleras mecnicas, queacabaron triturndola.

    Joder, qu asco! dijo Xoseapartando la mirada de la pantalla.

    Jams me tendra que haberdejado convencer para apagar lamayora de las luces musit Sofa.Esto jams hubiera sucedido si lohubiramos visto venir de lejos.

    No te tortures. Nunca sabrs loque hubiera ocurrido. Aunque lo hubieravisto, no creo que le hubiera disparado

  • sin saber exactamente si era un hombre oun bicho. Ya ves cmo se mueve. Parecehumano. Es espeluznante.

    Revisa todo el centro por si hayotro hijo puta de estos. Voy a ver sipodemos evitar que una cosa as serepita.

    Cuando sali del cubculo, Sofamir a ambos lados. Ya no se poda fiarde nada ni de nadie. Estaba claro queestaban ante un nuevo escenario que unavez ms pareca poner a la humanidad alborde de su extincin.

  • Captulo XCerrando entradas y

    salidas

    En el restaurante, los supervivientes dela Noche de Reyes estaban desayunando.Sofa andaba algo nerviosa. Eraconsciente de que la situacin eradramtica. Sin decir ni buenos das seplant en medio del restaurante y lessolt:

    No me ir por las ramas. Estamosbien jodidos. Lo que subi esta maana

  • las escaleras era un zombi, por lo quetenemos que deducir que hay algunosque pueden correr.

    Seorita, por favor. Usted no estbien de la cabeza le interrumpidoa Patri, que no pudo terminar dehablar.

    Las preguntas al final. Y no mevuelvan a interrumpir Lo digoespecialmente por usted, seora coment Sofa en tono enrgico.

    Si estuvieran aqu mi amiga Cruzo mi marido susurr doa Patrirabiosa.

    Como iba diciendo antes de serinterrumpida por la tercera edad, hemosde estar preparados para todo, de modo

  • que conviene asegurar las malditasescaleras mecnicas para evitar quevuelva a suceder una cosa as y esto seconvierta en un coladero de zombis.Empezaremos de inmediato yparticiparemos todos menos Lucas. Seha acabado esto de esperar sentados aque le solucionen los problemas a uno.

    No pienso hacer nada, y menosantes de acabar de desayunar. Qumodales se gastan en Sudamrica,jovencita. Me pregunto qu opinara deusted su madre si la viera en estosmomentos apostill doa Patri.

    Perfecto, lo haremos sin usted dijo Sofa sin alterarse esta vez. Esos, una vez la seora haya acabado de

  • desayunar, se pone a limpiar de restos ysangre toda la zona norte. Hgalo comoquiera, pero si a la hora de ponerse elsol encuentro un solo resto de carne a lavista, no tendr que preocuparse por sucena.

    Dicho esto, puso rumbo a la quintaplanta. Le segua el resto del grupo.Tena un plan pensado y busc todo elmaterial que necesitaba para llevarlo acabo.

    Nuestra misin es bien sencilla:tenemos que bloquear por completo lasbocas de las escaleras mecnicas. Yobajar para cerrar las tres ltimasplantas. Aqu no ha de lograr entrar niuna hormiga. Para esta planta

  • utilizaremos los grandeselectrodomsticos que tenemosexpuestos.

    Antes de que nadie pudiera decirnada, aadi:

    No se preocupen. Si alguna vezqueremos bajar podremos usar losascensores y, en todo caso, retirar loselectrodomsticos. Conviene darseprisa. Nadie se detendr hasta que noest acabado. Con lo que hemos vividoesta madrugada no creo que ninguno denosotros pueda dormir tranquilo sinacabar el trabajo, a menos que tengatendencias suicidas. Tenemos materialesde sobra. Cimentaremos el suelo ycolocaremos varias hileras de

  • frigorficos, lavadoras y secadoras. Lasapilaremos y las uniremos unas conotras con cemento. As nadie podrpasar. Manos a la obra!

    Disponemos de las cmaras deseguridad para poder comprobar en todomomento el estado de las escaleras aadi Xose.

    Perfecto, nos conviene saber qusucede en el resto de plantas del centro.

    Sin ms dilacin se pusieron atrabajar en dos grupos, uno en cadatramo de escaleras. De vez en cuando,en la planta cuarta, algn zombiintentaba torpemente poner los pies enlas escaleras para subir por ellas. Latentacin de las presas que vean arriba

  • era muy grande. Ninguno pasaba delsegundo escaln y caan torpementeescupidos por la velocidad de lamquina.

    Sofa trabajaba como la que ms,pero no poda evitar, de vez en cuando,contemplarlos all abajo. Lamentaba loque haba sucedido la pasadamadrugada. Haban sido demasiadasmuertes intiles. Pero pronto descubriraque, en el fondo, estuvieron de suertecon la aparicin de aquella especieevolucionada de zombi.

  • Captulo XIReforzando las

    defensas

    El grupo que trabajaba en las escalerasde la zona oeste haba acabado ya sulabor. Haban formado una muralla tanslida como improvisada:electrodomsticos y muebles seamontonaban dando una sensacin degran seguridad. Los que participaron enlas labores se mostraban orgullosos y sedecan unos a otros que sera necesario

  • el disparo de un bazuca para tirar abajoaquella muralla. Pese a la alegra por eltrabajo bien hecho, an se respiraba enel ambiente la amenaza de que encualquier momento pudiera aparecer unzombi evolucionado que acabara con lavida de todos los presentes.

    En las escaleras de la zona este, lostrabajos iban algo ms retrasados.Lucas, que pareca haber mejorado desus heridas, montaba guardia mientrasAna y Gmez acarreaban muebles hastala boca de la escalera. No perdan nuncade vista a su compaero que, infectadocomo estaba, era un peligro, pues encualquier momento poda convertirse enun muerto viviente. Pero hasta que

  • terminaron el trabajo, Lucas continuigual, sentado en el suelo, vigilando alos zombis que pululaban por el pisoinferior y que, en ocasiones, intentabansubir hasta ellos, intilmente.

    Una vez los dos grupos se reunieron,comenzaron a sellar las escalerasmecnicas que quedaban. Habancolocado ya la primera hilera delavadoras y se haban cerciorado de queestaban bien ancladas al suelo. Ahoraempezaban a colocar sobre ellas losfrigorficos. Era un trabajo duro, puesaquellas mquinas pesaban unabarbaridad.

    Era media tarde, alrededor de lascinco. Ya estaban acostumbrados a

  • zombis que intentaban subir por lasescaleras y eran repelidos por ellas.Pero fue entonces cuando apareci unoque mantuvo una actitud diferente. Llegarrastrndose por el suelo, lentamente.Todos pensaron que se trataba de losrestos revividos de un pobredesgraciado destrozado un da antes porla masa de zombis. Se situ frente a laescalera y comenz a ascender por ella.El fracaso no lo detuvo. Lo intent una yotra vez siempre con el mismoresultado: las escaleras lo devolvan asu punto de partida. En uno de estosintentos, los jirones de la ropa quellevaba quedaron enganchados en lasescaleras mecnicas. Esta vez no se

  • pudo escapar. Si aquel desgraciadohubiera podido gritar de dolor,seguramente lo habran odo en todo elcomplejo, porque la mquina seconvirti en una trituradora y aquelbicho qued hecho pedazos.

    Todo se hubiera quedado en unaancdota desagradable, pero sucedialgo ms. Fue Lucas el primero en darsecuenta de lo que ocurra. Las escalerasempezaron a chirriar. Primero, demanera poco audible, para luegodespedir un ruido desagradable que eramuy difcil descifrar. Todo sucedi muyrpido y Lucas no tuvo tiempo de avisara nadie. Las escaleras empezaron atemblar y en pocos segundos dejaron de

  • funcionar. Los restos del zombi sehaban introducido en el interior de lamaquinaria y haban estropeado elmecanismo. Aquel desgraciado no solose haba convertido en carne picada,sino que haba provocado un daoirreparable en sus defensas. Lucas sabaque ningn tcnico del mundo podraarreglar aquel desaguisado en lascondiciones en las que estaban.

    Oh, oh Tenemos problemas! grit Lucas intuyendo lo que iba asuceder. Me temo que en brevetendremos compaa.

    Sofa no se haba dado cuenta denada. Cuando la escalera se detuvo, elruido llam su atencin. Asom la

  • cabeza y vio abajo a un grupo de zombisque les miraban de manera curiosa. Sino fuera porque saba que aquellos serescarecan de emociones, hubiera dichoque alguno de ellos haba esbozado unasonrisa.

    Rpido, hemos de espabilamos oestaremos perdidos anim al resto delgrupo. Lucas, a la que asomen lacabeza, pgales un tiro.

    Pasaron seis minutos hasta queLucas apret el gatillo por primera vez.Uno de los zombis haba podido llegarhasta arriba. No saba muy bien por qupero lo haba logrado. Evidentemente,no eran conscientes de que las escalerashaban dejado de funcionar. Cuando ya

  • se encontraba casi al final, su cabezaexplot en mil pedazos. Lucas habahecho diana.

    El problema fue que, al verle, otrosse animaron a imitar su ejemplo. Paraalcanzar la escalera deban pisar losrestos del primer muerto viviente quehaba quedado atrapado all y que habaprovocado la rotura de la misma. Lucasdispar una segunda vez, y una tercera, yuna cuarta Al poco rato la subida deaquellos indeseables no se poda pararsolo con los disparos de Lucas.Empezaban a llegar en masa y seavecinaba una avalancha, pues lasdetonaciones haban atrado a otrosseres de todos los puntos del centro

  • comercial.Los zombis ya estaban en lo alto de

    las escaleras, separados nicamente desus presas por una curiosa muralla delavadoras. No haban tenido tiempo deponer una nueva hilera y la situacinpara los humanos era muy complicada.Sofa y sus compaeros no detuvieron sutrabajo. Seguan apilando frigorficossobre las lavadoras, aunque no era tareafcil, pues los zombis estaban a apenasun metro de distancia, separadosnicamente por los electrodomsticos.Si bien las lavadoras estaban bienfijadas en el suelo, los dos frigorficosque haba encima no estaban anclados,pues el cemento an no se haba secado.

  • Los zombis empujaban aquella murada ypretendan colarse por la zona ms baja.

    En aquellos momentos el caospareca reinar en la zona. Sofa estuvotentada a tocar retirada, pero decidino perder la calma y seguir trabajando.Con mucho esfuerzo, lograron colocarun tercer frigorfico. Y cuando parecaque tenan ms controlado el ataque, losempujones de aquellas bestias lograronderribar uno de los que ya estabanubicados, que a punto estuvo de aplastara Laura.

    Sofa tom un arma y comenz adisparar y a dar culetazos a los zombisque intentaban entrar por el huecorecientemente creado. As no

  • conseguiran nada. Por cada uno quecaa, llegaban dos o tres ms, y gracias aque no haba ms espacio.

    Ayudadme le dijo Sofa a unode sus compaeros, situndose detrsdel frigorfico que acababan de derribar. Empujemos este trasto hasta quecaiga escaleras abajo. De esta maneraquedarn bloqueadas o, al menos,retrasaran su subida.

    La idea, aunque descabellada, podafuncionar y les permitira ganar algo detiempo. Lucas, Xose y Gmezcontinuaron disparando, mientras elresto empujaba aquel aparatosoelectrodomstico, que no tard en rodarescaleras abajo, llevndose por delante

  • a todo cuanto zombi que encontr. Porsuerte, qued bloqueado por loscadveres antes de llegar abajo,cortando el camino a los atacantes.

    Lo hemos logrado! grit Xosecon verdadera alegra.

    Tras liquidar a los dos zombis quean estaban junto a la barrera, sepusieron otra vez manos a la obra.Antes, sin embargo, lanzaron otros dosfrigorficos por la escalera con el fin dedificultar an ms la subida de aquellosindeseables.

    Saban que aquellos obstculos eransolo provisionales, pero cuando losmuertos vivientes lograron pasar denuevo, el trabajo en el parapeto ya haba

  • finalizado. Pese a todo, Sofa, andesconfiada, levant un segundo muroformado por armarios y otros muebles.

    Aunque la tranquilidad haba vuelto,resultaba imposible no or a los zombis,con aquel constante sonido gutural,profundo, capaz de crispar los nerviospersona ms templada.

    Me parece que pocos dormiremosaqu abajo dijo Ana intuyendo elpanorama que se avecinaba. Sabe queestn tan cerca me pone los nervios depunta.

    No estara mal reforzar lasdefensas aadi Laura. Nosabemos si con esto bastar paradetenerlos indefinidamente.

  • Por suerte para todos, en la sextaplanta el sonido de los zombis seatenuaba y casi era imperceptible, ydesapareca por completo en el tico.Para pasar la noche, decidieron montarguardias constantes. Establecieron quehabra un vigilante ante los monitores yotro en las plantas cuatro y cinco. Antesde acostarse, reforzaron todas lasbarreras. Nadie deseaba volver aencontrarse cara a cara con aquelloscabrones.

  • Captulo XIITransiciones

    Pasaron varios das. En las dos plantassuperiores de El Corte Ingls se habanvivido unas jornadas sin sobresaltos,aunque nadie haba acudido en su ayuda.De hecho, pareca que nadie habaacudido al rescate de los ciudadanos.Era algo que llamaba la atencin,aunque la gente haba aprendido, por lafuerza, que en situaciones como aquellasera mejor no contar con la ayuda de

  • nadie, ni del Estado ni de las fuerzas deseguridad.