El Caso Sebald (Jul. 2003)

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38 : Letras Libres Julio 2003 Rodrigo Fresán EL CASO SEBALD Fresán ofrece las razones que han convertido a Sebald, el autor de Austerlitz y Vértigo, tras su muerte, en un escritor de culto, rastrea sus antecedentes y demuestra que algunos de sus temas se hallan también en otros escritores contemporáneos. Todo para discutir la calidad de clásico de un escritor excepcional pero canonizado con premura por sus acólitos. N o acaba de disiparse aún el desconcierto por la inespe- rada muerte de Winfried Georg Maximilian Sebald –también conocido como W. G. Sebald o “Max” Sebald– cuando ya se han puesto en marcha las bien aceitadas máquinas de su canonización. Nacido el 18 de marzo de 1944 en Wertach, Alemania, y muerto el 14 de diciem- bre de 2001 en East Anglia, Inglaterra, por un ataque cardiaco mientras conducía su automóvil (o viceversa; una muerte “mix- ta” y sebaldiana, en cualquier caso), Sebald desaparece de este mundo en el momento exacto de su triunfo internacional –a partir de la traducción de su obra al idioma inglés y al español y siguen las lenguas–, pero reaparece con renovado brío desde ese Más Allá del que disfrutan los pocos elegidos a la hora del llamado “clásico instantáneo”. Los porqués para su inmediata admisión a un club tan selecto son tan lógicos como inevitables. A saber: 1. Sebald era un académico respetado por los suyos quien, además, escribía unas ficciones “mixtas”, entre el ensayo y lo narrativo, que lo hicieron muy querido por cierta crítica y por ciertos lectores que antes ya habían pasado por Kundera, Eco & Co.: es decir, Sebald como un escritor inteligente para un lector con ganas de que lo hagan sentir todo lo inteligente que le gustaría ser. Y atención: Sebald no es un escritor “de ideas” sino un escritor “con buenas ideas”. 2. Sebald como Europeo Total: alemán oficiando primero como lektor y después como profesor de literatura en universi- dades inglesas durante casi cuarenta años a la vez que escritor en su idioma nativo (trabajando codo a codo con sus traductores) y sintetizador cum laude de la naturaleza de su continente. 3. Sebald fue un logrado agonista que, sin caer en los llori- queos de Sábato o en los exabruptos de Saramago, denunciaba con elegancia el apocalipsis en cámara lenta en el que nos encontramos todos metidos a la vez que confesaba su “incapa- cidad para escribir desde una posición moral”. Así, ominoso pero divertido, se benefició de lo mejor de ambos mundos: el compromiso descomprometido del pesimista bon-vivant. 4. Sebald funcionaba como un todavía más elegante divulga- dor procesando vidas y obras de otros para –subliminalmente y no tanto– relacionarlas con la suya e insinuar –otra vez, sub- liminalmente y no tanto– que Stendhal, Casanova, Browne, Conrad, Napoleón & Co. eran, de algún modo, parte insepara- ble de un Sebald que no se cansaba de repetir dos cosas: “no leo a los contemporáneos” y “no soporto los chirriantes ruidos de las novelas modernas”. 5. Sebald, devoto fotógrafo y apasionado de los archivos, supuestamente “descubrió” una nueva forma de “ficción-no- ficción”. Un método donde se funde lo autobiográfico con lo biográfico con imágenes –fotos, mapas, dibujos– y se pue- de competir y ganar con un estilo de libre asociación de ideas generando un aparentemente estricto aparato docu- mental pero que –atención– estaba lleno de “erratas” adrede para el placer narcisista de connoisseurs y happy few con la

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El Caso Sebald (Jul. 2003)

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  • 3 8 : L e t ra s L i b r e s J u l i o 2 0 0 3

    R o d r i g o F r e s n

    EL CASO SEBALDFresn ofrece las razones que han convertido a Sebald, el autor deAusterlitz y Vrtigo, tras su muerte, en un escritor de culto, rastrea susantecedentes y demuestra que algunos de sus temas se hallan tambin enotros escritores contemporneos. Todo para discutir la calidad de clsico deun escritor excepcional pero canonizado con premura por sus aclitos.

    No acaba de disiparse an el desconcierto por la inespe-rada muerte de Winfried Georg Maximilian Sebald tambinconocido como W. G. Sebald o Max Sebald cuando ya se hanpuesto en marcha las bien aceitadas mquinas de su canonizacin.Nacido el 18 de marzo de 1944 en Wertach, Alemania, y muerto el 14 de diciem-

    bre de 2001 en East Anglia, Inglaterra, por un ataque cardiacomientras conduca su automvil (o viceversa; una muerte mix-ta y sebaldiana, en cualquier caso), Sebald desaparece de estemundo en el momento exacto de su triunfo internacional a partir de la traduccin de su obra al idioma ingls y al espaoly siguen las lenguas, pero reaparece con renovado bro desdeese Ms All del que disfrutan los pocos elegidos a la hora delllamado clsico instantneo. Los porqus para su inmediataadmisin a un club tan selecto son tan lgicos como inevitables.A saber:

    1. Sebald era un acadmico respetado por los suyos quien,adems, escriba unas ficciones mixtas, entre el ensayo y lo narrativo, que lo hicieron muy querido por cierta crtica y porciertos lectores que antes ya haban pasado por Kundera, Eco &Co.: es decir, Sebald como un escritor inteligente para un lectorcon ganas de que lo hagan sentir todo lo inteligente que le gustara ser. Y atencin: Sebald no es un escritor de ideas sino un escritor con buenas ideas.

    2. Sebald como Europeo Total: alemn oficiando primero como lektor y despus como profesor de literatura en universi-dades inglesas durante casi cuarenta aos a la vez que escritoren su idioma nativo (trabajando codo a codo con sus traductores)y sintetizador cum laude de la naturaleza de su continente.

    3. Sebald fue un logrado agonista que, sin caer en los llori-queos de Sbato o en los exabruptos de Saramago, denunciabacon elegancia el apocalipsis en cmara lenta en el que nos encontramos todos metidos a la vez que confesaba su incapa-cidad para escribir desde una posicin moral. As, ominoso pero divertido, se benefici de lo mejor de ambos mundos: elcompromiso descomprometido del pesimista bon-vivant.

    4. Sebald funcionaba como un todava ms elegante divulga-dor procesando vidas y obras de otros para subliminalmente y no tanto relacionarlas con la suya e insinuar otra vez, sub-liminalmente y no tanto que Stendhal, Casanova, Browne, Conrad, Napolen & Co. eran, de algn modo, parte insepara-ble de un Sebald que no se cansaba de repetir dos cosas: no leoa los contemporneos y no soporto los chirriantes ruidos delas novelas modernas.

    5. Sebald, devoto fotgrafo y apasionado de los archivos, supuestamente descubri una nueva forma de ficcin-no-ficcin. Un mtodo donde se funde lo autobiogrfico con lo biogrfico con imgenes fotos, mapas, dibujos y se pue-de competir y ganar con un estilo de libre asociacin de ideas generando un aparentemente estricto aparato docu-mental pero que atencin estaba lleno de erratas adrede para el placer narcisista de connoisseurs y happy few con la

  • educacin necesaria para detectarlas.6. Su Gran Tema era la batalla de la memoria (la memoria es

    la espina dorsal de toda literatura respetable) contra el olvido,y su compulsin perfecta para un perfecto lector progre era la de sacar a relucir los recuerdos, lo olvidado a propsito, lo desaparecido, dragar esos ocanos de silencio. Para Sebald, laculpa est para sentirla y no para negarla (lo que explica ciertasreticencias de sus paisanos a la hora de certificar su grandeza),sin que esto evitara su profundo desprecio por la indus-tria del Holocausto la Spielberg & Co. y por todo tipo de confesionalismo.

    7. Sebald muri justo despus de publicar su admirable e indiscutiblemente mejor y ms clsicamente novelstico libro:Austerlitz. Obra donde por fin el autor presenta un personaje fuera de su persona: el atribulado y nmada Jacques Austerlitz,construido a partir de tres individuos y medio reales. Austerlitzconsigue un perfecto destilado entre trama, historia, recuerdo yamnesia, a la vez que obliga a pensar en todo lo que pudo habersido y no ser y que, por omisin, hace a Sebald todava msgrande a partir de una muerte en la plenitud de sus poderes.

    Un genio del marketing no hubiera podido producir un mejor producto.

    EL NUEVO ORDENLa muerte ordena y, s, pone las cosas en su justo sitio. La muerte en un escritor tan funerario como Sebald aporta un factor extra y definitivo: una nueva visin de sus libros a partirdel final en el que la obra en trnsito se convierte en sbita obracompleta. Un paisaje donde lo sebaldiano (el movimiento cons-tante del cuerpo y de la cultura) cambia de signo, de polaridad.Lo nmada vira a sedentario y el lector en castellano que se vioobligado a leer a Sebald a partir del recorrido trazado por lasediciones inglesas tendr en breve la oportunidad de leer intoto la obra de Sebald. Y en orden. A saber: el inicitico poemaen prosa de 1988 After Nature (aparecido en ingls el ao pasa-do), Vrtigo (1990), Los emigrantes (1992), Los anillos de Saturno (1995)y Austerlitz (2001), el recin editado en Hamish Hamilton On theNatural History of Destruction (polmico ciclo de conferencias sobre el bombardeo de ciudades europeas por los aliados y laresponsabilidad e irresponsabilidad en el asunto de los alemanes,cosa que no le cay nada bien a sus compatriotas), y For YearsNow, poemas ilustrados por la artista Tess Jaray. Agregar dos ensayos sobre literatura austriaca Descripcin de la miseria (1985)y La patria siniestra (1991), un conjunto de reflexiones sobreKeller, Hebel y Walser Hospedaje en una casa rural (1998) y eso,parece, es todo lo que habr hasta que alguien se anime a la inevitable recopilacin de papeles acadmicos, apuntes para susclases, etctera. Despus, claro, pasado el entusiasmo y descu-bierto un nuevo astro, habr que ver si Sebald sigue siendo unnuevo sol entre los soles con los que habitualmente se lo com-para (Borges, Proust, Calvino, James, Nabokov, Conrad, Kafkay Bernhard, a quien consideraba uno de mis modelos); o si,luego del encandilante momento de nova, pasar a ser otra de

    las miles de muy interesantes estrellas muertas. Provocar suausencia una legin de fciles imitadores? Porque, en aparieciaaunque no en calidad, Sebald es muy fcil de imitar. Meses atrs,en Barcelona, el italiano Roberto Calasso manifestaba su des-concierto ante esta veloz ascensin de Sebald a los territoriosmitomaniacos del pster jamesdeanesco. Calasso comparaba estavida post-mortem con la misma compulsin que ha marcado alviajero de ultratumba Bruce Chatwin. Sea cual sea el motivo deque de tanto en tanto el mundo intelectual parezca requerir losservicios de un icono consagrado y bendecido, una cosa, otravez, queda clara: todo juicio veloz por la prepotencia de unamuerte antes de lo que se supona es, s, inevitablemente un juicio apresurado. De este modo y sin demora, las necrolgicasy memoirs de amigos y colegas han elevado a Sebald a un altarmuy alto, tan alto que da vrtigo.

    EL VIEJO SISTEMA Y el vrtigo ofusca tanto a los sentidos como al sentido comn.La culpa otra vez no es de Sebald sino de los fans de Sebaldque prefieren no ver en su supuestamente indiscutible origina-lidad a los anteriores y simultneos representantes de la forma.

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    No me refiero aqu al Stendhal de Henry Brulard o al Sterne deUn viaje sentimental (o a la tan sebaldiana antes-de-Sebald in-cluyendo fotos y mapas Nadja de Andr Breton), sino a todosesos contemporneos de Sebald que muchos de los sebaldma-niacos prefieren ignorar por amor a su dolo o porque, sencilla-mente, prefieren no leer a tantos pudiendo leer slo a uno. Nom-bres y ttulos tan diversos como el Michael Ondaatje de Runningin the Family, el Rick Moody de The Black Veil, el Enrique Vila-Matas de Historia abreviada de la literatura porttil, el Paul Austerde La invencin de la soledad, el Pierre Michon de Vidas minsculas,el Douglas Coupland de Polaroids y La vida despus de Dios, el Ja-vier Cercas de Soldados de Salamina, el James Ellroy de Mis rinco-nes oscuros, el Haruki Murakami de Underground, el Don DeLillode Submundo, el Javier Maras de Todas las almas y Negra espalda deltiempo, el Jack Finney de Time and Again y From Time to Time, ytantos otros.

    S, recordamos y escribimos sobre nosotros mismos a travsdel recuerdo y la escritura de otros, explic Sebald un tanto obvio pero funcionalmente epigramtico. Lo que no ha impe-dido que sus aclitos suele ocurrir en estos casos prefirierany sigan prefiriendo leer para otro lado y celebrar su ingenio popular antes que su indiscutible y mucho ms exquisito genio:ese tempo y ese tono que hacen a todas y cada una de sus frasesperfectos ejemplos de eficacia narrativa y de orfebrera sintcticasegn la cual una encaja con otras pero que, a la vez, permite quese las pueda admirar en solitario, como si todo empezara y terminara en cada una de ellas.

    En este contexto de unnime apologa absoluta y de bsquedasolitaria de un estilo entre asctico y exquisito, la publicacin en ingls de After Nature piedra fundamental del edificio sebaldiano y obra de transicin entre el ensayo y lo narrativo casi coincidiendo con la publicacin en espaol de Austerlitz(Anagrama) tal vez aclare unas cuantas cosas gracias a que, paradjicamente, no es un gran libro de Sebald pero s es un libro muy interesante a la hora de catalogar al alemn clebrepor su posterior fiction-non-fiction. Para empezar, en After Natureresulta un tanto discutible su etiqueta de poema en prosa, ascomo sus intenciones de reflexin lrica sobre la destruccin de la naturaleza a manos del hombre. Cercano al zapping-enci-clopedismo de las canciones del italiano Franco Battiato (y alformato utilizado por Roberto Bolao en Tres o Hans MagnusEnzensberger en El hundimiento del Titanic), Sebald divide su ciclo potico en tres secciones estipulando desde el vamos la esttica de su sistema desplazndose, siempre, por la confusinque existe entre la historia y la historiografa como experienciahistrica. La primera parte de After Nature se ocupa del pintorMatthias Grunewald; la segunda de Georg Wilhelm Steller, unmiembro de la expedicin de Beringan; y la tercera la mejorde todas de W. G. Sebald inaugurando su personaje/caminata.Movimiento que no puede dejar de recordar al conductor deConnections aquella formidable serie televisiva de divulgacindonde todo se relacionaba con todo y que en Sebald es la per-fecta corporizacin del miniturismo como coartada perfecta pa-

    ra convertirse en maxihistoriador: en dueo de la Historia Uni-versal a partir de la deuda con la historia privada. La oscura no-che sale y avanza as se llama el tercer poema inaugura esevahdo-vrtigo que marcar despus, enseguida, posteriores exploraciones suyas. Viajes donde como suele ocurrir con lossupuestos reencarnados, que siempre son derivados de Cleopatrao de Leonardo Da Vinci y que nunca parecen representar a unhumilde pastor tebano o a un mendigo renacentista Sebald suele pasearse, casualmente, por los territorios de lo ms trascen-dente dejando los barrios bajos de lo annimo para otro da.

    El que este primer Sebald nos hable en versos desflecados enlugar de lneas a toda pgina, poco y nada modifica el resultadoen realidad irrita un poco por su gratuidad al ser comparadocon el de Los anillos de Saturno o Vrtigo. Resultado ste la llam-mosla autobiografa universal al que Sebald arrib cuandobuscaba una forma de escribir en la que el arte se manifestaracon discrecin y sin pompa basndome un poco en los docu-mentales que se pusieron muy de moda en la Alemania de 1970y que nunca fueron considerados importantes Un sistema conel que trabajar un efecto de realidad en la ficcin. Dicho y he-cho, y After Nature (a diferencia de la madura y sabia Austerlitz)se lee, segn se prefiera, casi como una deduccin demasiadotarda de un detective o una confesin anticipada del asesinoantes del crimen. En cualquier caso: ambas motivaciones la de buscar huellas digitales en el mango de un cuchillo o la declavarlo hasta el mango estn marcadas por una obsesin con los efectos del pasado sobre el presente y la admisin casi orgullosa de que los muertos siempre me han interesado msque los vivos.

    Aqu y ahora, muerto, Sebald es muy pero que muy inte-resante para todos los que lo sobreviven. Para los muchos que admiten en voz muy baja (tal vez por miedo a ser vctimas deuna maldicin faranica) lo un tanto exagerado de su prestigioy para los muchos ms que juran por su divino nombre al quesiempre invocan en vano para salir bien parados a la hora deresponder rpido a la pregunta de qu se est leyendo ahora.

    Sebald sirve, funciona, abriga, refresca mejor y es tan fashiony tan til para los nuevos ricos de la intelligentsia. Sebald es prc-tico y legible. Sebald prestigia a su usuario y consumidor. Sebaldno slo es culto: Sebald produce el agradable efecto o impre-sin de culturizar y produce tambin astucia evanglica.

    Otra vez, para que quede claro, para que nadie se enoje: lomejor de Sebald son sus libros considerados como gratificantesescalas en un largo viaje; lo peor de Sebald son los que piensanque Sebald es, inevitablemente y de golpe, el mejor de los mejo-res y el destino final y definitivo donde ms all slo puede habermonstruos.

    Y que su muerte as lo confirma. Queda por averiguar cunto tiempo permanecer el fan-

    tasma de Sebald poseyendo la biblioteca de nuestra casa em-brujada.

    Volvemos a hablarlo si ests ah, Max, por favor, da tres golpes en uno o tres o cinco o diez aos, s? ~