El azul silencio de tu mirada
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02-Apr-2016Category
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1
El Azul Silencio De tu Mirada
poemas (foto de Internet, misterio gracias)
Antonio Avils Rodrguez
2
Se me hace impenetrable la dureza de tus silencios,
ideados por la ira de un dios que no calcul su poder.
Cada espacio habitado
por el escudo protector de tu mirada, se llena de un misterio incontrolado al que no s llegar con mis palabras.
Y tengo miedo.
Se me altera la consciencia de lo real buscando en el vuelo de tus manos
el verbo exacto que me haga comprender los poemas que dibujas,
pero no los hallo.
Y t, persiguiendo mariposas por el aire, me dedicas una ruborizada sonrisa
capaz de difuminar todos los misterios que te rodean.
3
Tu silencio hace de m un eterno peregrino hacia tu palabra.
Necesito hablarte
y el suave murmullo de tu silencio acalla todos los ecos de mi voz.
4
Alzo la vista,
y entre el algodn plomizo de las nubes, un eco de silencio recibe mis splicas,
perdindose en el paisaje la amarga oracin de la mirada.
Y no hay respuesta. Slo un viento azul que clama al cielo,
resignado a su inutilidad y al falso reflejo de una esperanza.
Y t,
rescatndome de las tinieblas, pones en m tus ilusiones;
apoyas tu cabeza sobre mis hombros; cierras los ojos, para alejar
al mundo y sus presagios, y con el baile suave de tus manos
dices, acariciando el viento: Te quiero.
5
Se me hace raro mirar esta fotografa.
El verme menudo y sin forma, embutido en un traje
demasiado pequeo para mi talla. Sentir que aquello fui
y esto soy. Darme cuenta
que todos los sueos de antao son dolorosos recuerdos jams cumplidos.
Y recuerdo cuando era dueo
de un viento encabritado en caballos de espuma;
de una espada de punta roma y mellado filo de madera.
Cuando me disparaban balas de aire y mora de mentira,
resucitando, inclume y manso, a la llamada del maestro
o a la hora de la merienda.
Se me hace raro mirar esa fotografa. Obligarme a recordar lo callado.
6
Hacer de m un nuevo escenario
donde representar la invisible obra de mi vida
- ao tras ao - en eterna reposicin-
Y t,
a mi lado, me miras a los ojos
y con la fe del amor puesta en ellos, me dices con tu sonrisa:
An tienes el mismo brillo de inocencia que tanto me gusta.
7
He de llegar a ti desde lejos, buscando el aire que te mece - duea del mar y del viento -
He de llegar a ti,
atravesando el muro de maldad que nos separa,
la mortaja de ignorancia que nos cubre.
He de llegar a ti,
sediento y anhelante.
Dame, entonces, tu eterno respirar sin fondo, he inunda de paz mi cuerpo.
Dame el frgil cristal
que ennoblece tus ojos, irradiados de luz y reflejos.
Amansa con tus caricias
el bravo empuje de mis instintos, desbordado en deseos y aventuras.
8
Traza sobre mi vientre
el surco triunfal de tu figura y deja sobre mi frente
la marca indeleble de tus manos, poblando mi rubia crin
de sueos azules y etreos como t
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Hablarte, es profanar el lecho que noche nos una,
destruir el orgulloso silencio que te cubre y hermosea.
Callar,
la bendicin de la luna y el perdn de mis vanidades.
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An no he logrado ver dnde llega la misteriosa profundidad de tus ojos;
pero sigo buceando en el azul silencio que los rodea.
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Ahora comprendo todo lo que sufra
cuando en la noche de mi espritu -torturado por el miedo y la locura -
te aguardaba.
Ahora s que toda mi vida es un eterno crculo
que hacia ti me lleva.
Ahora puedo sentirme vivo
porque ests ah cuando te miro aunque tu boca no pueda decir nada.
Y t,
encerrada en tu silencio.
Y yo intentando salir de mi agnica ausencia,
para llegar a tus palabras eternamente mudas.
12
Quien pudiera escribir tu nombre con vocablos de silencio. Quien pudiera atravesar
en el blanco folio los sonidos de brisa
con aromas a espliego.
Quin, amada ma, pudiera reflejar con negra tinta,
el crujir de la hojas secas, el eco del arroyo
rodando por los cerros
Quin, desde el oculto hilo de las palabras, pudiera pintar el susurro de una ola;
tallar los trinos del ruiseor; creando en el frgil mundo de los sueos:
el cuadro ms bello, el retablo ms armonioso,
la ms perfecta de las esculturas.
Te quiero. Y me conformo, sencillamente,
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con unir mis manos a las tuyas y cogidos el uno al otro, dejar que sea el viento
quien trace los versos de nuestro poema.
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Y t, esperando que madure el tiempo
como una rosa en su humilde tallo, como una estrella
en la noche oscura del firmamento.
Y yo, corriendo hacia la rosa,
hacia la estrella, hacia el firmamento que te rodea.
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Slo tengo mi voz
para llegar a ti. Slo mi alma
para llenar la tuya; slo mi yo para contener tu yo.
Y t,
a mi lado, callada y en paz;
me llenas de felicidad con la simple caricia de tus ojos,
reconciliados los dos: t conmigo,
yo con el mundo.
15
Tanto tiempo buscando un verbo
que dignifique el sentimiento de ser poeta y ahora
junto a ti no necesito buscar palabras
que hagan inmortal la sencilla expresin de tu mirada.
Dos turquesas veo cuando me miras,
dos lagos profundos de misterio cuando me miras.
Cuando me miras...
un azul silencio me acaricia, como me acarician tus manos
cuando me hablas.
Cuando me hablas hay un poema esculpido
en el vuelo de tus manos, palomas son al viento
que dibujan las palabras.
Las persigo con mis azules gavilanes intentando, cuando me hablas,
desvelar las metforas
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que dibujas en el aire, la poesa escondida
en el etreo ballet con el que me hablas.
Y t, dulcemente calma, sonres levemente
atrapando en tu sonrisa mil alas de mariposa
que me llenan de felicidad
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Quien intenta jugar con el plido resplandor de la luna,
halla un anillo vaco; un crculo de gris plata aferrndole la garganta
hasta hacerle aullar de miedo; y nadie puede salvarlo de la angustia.
Y t,
casualidad hallada en noches de luna llena, dejas un halo de bondad
que llena de luz los huecos de mi alma;
germinando bajo tu sombra un mundo de esperanzas
- maduras y serenas- como el corazn que les da vida
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Quiz el recuerdo sea mi peor enemigo y las palabras dichas antao
hieran ahora mi boca hasta hacerla sangrar.
No hay retorno.
Y el tiempo lleva en su trnsito el castigo para mis ayeres
o el perdn para mis maanas.
Y t, al trasluz de la ventana,
miras las estrellas del infinito y sonres
mientras tus labios dejan un beso, tmidamente prendido en el cristal.
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Quiero atravesar el viento con mi voz
y deshacerme como el hielo en el aire caliente de la noche.
Quiero alcanzar el profundo sueo del
silencio, perderme en su infinito misterio
tras una capa de olvido. Pero no me dejan.
Tienen las uas cargadas de rabia y en los dientes
se les agolpa una infinita ira hasta hacerles dao:
y ladran.
Soy culpable, sin juicio ni preguntas,
sin respuestas, slo condenas.
Y me sentenciaron a tu perdida.
Ven. Dame la mano.
En el vaco hueco de mis palmas, hallars la verdad que promulgo
y la sinceridad que predico.
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Jugaremos t y yo con la aurora roja del miedo, entre las bordadas sbanas
de un lecho nupcial embellecido por el olvido.
Jugaremos t y yo
henchidos de anhelos y esperanzas, cargados de volcnica sencillez
que nos hace humildemente sinceros y amantes.
Tu figura realizar la proeza
de rerse del aire envuelta en el etreo caracol del viento.
Jugaremos...
y nos olvidarn.
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Ella callaba mientras los dems
hablbamos.
Su silencio contena el aliento de sus palabras.
Sus ojos dibujaban en el are
la simple luminosidad de sus sentidos.
Relea entre lneas el morado amasijo de nuestros labios, tumefactos de movimientos intiles
palabras vanas que nada dicen. La miramos,
nos mir, y comprendimos:
La verdad no necesita de muchas palabras,
a veces basta con un silencio.
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Salto sobre las vallas del pasado, he intento ser libre,
ser viento y soplar fuerte.
Recorro sendas silvestres que me llevan a la bsqueda da la verdad
-mi verdad Hice de los recuerdos un hato
y los ech al olvido, preparando los maanas con prudencia.
Hincho mis pulmones de palabras altruistas:
fe, esperanza, caridad, honor, patria, amistad;
las riego con la sangre que me inunda rabiosamente viva.
Oculto las mentiras que conozco, la hipocresa que he vivido; llego al centro del sendero
y me pregunto con resignacin: Cmo te va...? La verdad...?
Mal, terriblemente mal
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Siento dolor en mi alma sabiendo que voy perderte.
Siento vomitar mi odio contra este yo que han clavado
a la estaca de la miseria.
Sien