El apetito engañado

2
El apetito engañado Por ENRIQI.E SDRN \ a frustración sexual deja unvacío que muchasper- sonas intentan llenar con comida.Estemecanismo compensatorio, amplia- mente estudiado por si- cólogos y nutrióIogos, es una de las principales caus¿rs de obesidad en el mundo. La ingesta de fritangas o antojitos enga- ña por un momento al amante frustrado, que al no poder encontrar unverdadero desfogue para la libido cae en un círculo vicioso, pues la gordura le resta atractivo para ligar, la soledad lo entris- tece y para huir de la depresión se ve obligado a comer con más desenfreno. Es verdad que hay muchos gordos y gordas felices. También es ver- dad que la simpatía, eltalento, la inteligencia o la masterc.ardpueden hacer milagros en un cortejo amoroso. Pero quien ha engordado en demasía, por lo general flene problemas de salud a tem- prana edad y corre más riesgo de ser infeliz en el amor que rma persona esbelta. Los malos hábitos alimenticios se contraen en la infancia y en la cuando los niños consumen productos chatarra en el recreo. En México, los em- presarios del ramo son tan poderosos que impidieron la prohi- bición de sus golosinas en las escuelas, cuando el gobiemo de Calderón hizo una débil tentativa por salvar de Ia obesidad a la niñez mexicana. Los ocpertos en mercadotecnia saben que si lo- El autor es narrador y ensayista. Su novela más reciente es "La sangre erguida", publicada por Seix Barral gran enganchar a los niños, los tendrán como clientes cautivos para toda la vida. Pero a partir de La adolescencia, cuando las hor- monas imponen su ley, muchos glotones tienen la inquietud de adelgazar, lo cual puede reportar pérdidas enorrnes a las com- pañías que lucran con sus antojos. Por eso recurren a técnicas de engorda subliminal para incitar a comer en exceso a los chavos y chavas que en realidad necesitan perder calorías en la cama- La televisión moricana diirnde actualmente varios comerciales dirigidos alpúblico juvenil, enlos que laveladapromesade goces carnales, o de conq,ristas románticas, se utiliza como gancho para estimular el consumo de golosinas. Los fabricantes de Ru.¡fles han tenido gran éxito con rur spot en el que las papitas rizadas hacen striptease en un escenario, y al quitarse la toalla que les cubre el sexo, un locutor alburero proclama en son de triunfo : " 1Rufr|cs lue- nen chile!". ¿Cuántos gordos prematuros que se atiborran de pa- pas frente al televisor soñarán con hacer un ntimerc de striptease, rodeados de hembras voraces? También ellos tienen chile, pero el priblico femenino dificilmente se los podría ver bajo sus col- gantes lonjas de gfasa. Para no ceder terreno a la competencia, la marca de papitas t'aadas Layt Mar sacó un spot muy similar, en la que una papita g¡asienta baila en calzones f am too sery , mien- tras se acicala para salir a una fiesta. Como ambos spots toman eI se><o a broma, los censores deben haber pensado que son ino- fensivos. Lo son, en efecto, desde el punto de vista de la moral judeocrstiana, porque inducen aconñ¡ndirlas ganas de coger con las ganas de comer. Nada complace más alVaticano que aiejar a los chavos de la lujuria, poniéndoles delante ur crucifijo, un mártir decapitado o una bolsa de papas. Pero si nos preosupara un poco más la salud, la belleza y la felicidad sexual de los jó- venes, ambos comerciales tendrían que ser re- tirados del aire. La publicidad siempre ha vendido lociones, desodorantes, autos y ropa con el garlito de que ayudan aincrementar elpegue de sus compra- dores. Como esos productos pueden contribuir, en efecto, a mejorar el atractivo de mucha gente, ya sea por motivos o no se puede acusar sus fabricantes de menti¡ con flnes de lucro. En cambio, los productores de ali- mentos chatarra cometen la estafa de erotizar sus golosinas cuando enrealidad contribuyen a reducir els¿r appealdeqttense las traga. Enun abyecto comercial de mantecadas Bimbo que se transmite en la barra de programas juveniles, dos chavos oyen enelradio de un auto labalada Tan sob un miru.úo, mientras se re- tacan de mantecadas, y uno de ellos comenta entre suspiros: "¿Ya oiste esa rola? Es mi his- toria con Claudia". En este caso, los publicistas no sólo recurren una vez más a la treta del ape- tito sexual engañado, sino que pretenden convertir su producto en un pasaporte a la ple- ¿Cuántos gor- 't, oos prematuros , .l que se auDo- 1 rran oe papas frente al televi- sor soñarán con nitud amorosa. El subtexto implícito en el comercial sería que el primer amor sabe mejor acompañado con mantecadas. Pero en elpaís con mayor obesidad infantil del mundo ¿cuántos primeros amores mueren ahogados en grasaparaque los dueños de Bimbo sigan acumulando millones? hacer un núme- ro de stríptease, VOTACES? rodeados de hembras 6 D0M|NGO l ¡'i LD

Transcript of El apetito engañado

Page 1: El apetito engañado

 

El

apetito engañado

Por ENRIQI.E

SDRN \

a

frustración

sexual deja

unvacío

que

muchasper-

sonas intentan llenar

con

comida.Estemecanismo

compensatorio,

amplia-

mente

estudiado

por

si-

cólogos

y

nutrióIogos,

es

una

de

las

principales

caus¿rs

de obesidad en el

mundo. La ingesta

de

fritangas

o

antojitos enga-

ña

por

un momento al amante

frustrado,

que

al

no

poder

encontrar unverdadero desfogue

para

la libido

cae en un círculo vicioso,

pues

la

gordura

le resta

atractivo

para

ligar,

la soledad lo entris-

tece

y

para

huir de la depresión

se ve obligado a

comer

con

más desenfreno. Es

verdad

que

hay

muchos

gordos

y

gordas

felices.

También

es ver-

dad

que

la

simpatía, eltalento, la

inteligencia

o la

masterc.ardpueden

hacer milagros

en un cortejo

amoroso. Pero

quien

ha engordado

en demasía,

por

lo

general

flene

problemas

de salud

a

tem-

prana

edad

y

corre más riesgo

de ser infeliz en

el

amor

que

rma

persona

esbelta.

Los malos

hábitos alimenticios

se contraen en

la

infancia

y

en

la

cuando

los

niños

consumen

productos

chatarra en el recreo. En

México, los em-

presarios

del ramo son

tan

poderosos que

impidieron

la

prohi-

bición

de

sus

golosinas

en las escuelas, cuando

el

gobiemo

de

Calderón

hizo una

débil

tentativa

por

salvar de Ia

obesidad a

la

niñez mexicana.

Los ocpertos

en mercadotecnia saben

que

si

lo-

El

autor

es

narrador

y

ensayista.

Su

novela

más

reciente es

"La

sangre erguida",

publicada por

Seix Barral

gran

enganchar a los niños, los tendrán como clientes cautivos

para

toda la vida.

Pero

a

partir

de La adolescencia, cuando

las

hor-

monas imponen

su ley,

muchos

glotones

tienen la inquietud

de

adelgazar, lo

cual

puede

reportar

pérdidas

enorrnes a las com-

pañías que

lucran con sus

antojos.

Por eso recurren a técnicas de

engorda

subliminal

para

incitar a

comer en exceso a

los

chavos

y

chavas

que

en realidad necesitan

perder

calorías

en

la

cama-

La televisión moricana

diirnde actualmente

varios comerciales

dirigidos alpúblico

juvenil,

enlos

que

laveladapromesade

goces

carnales, o de

conq,ristas románticas, se utiliza como

gancho

para

estimular

el

consumo

de

golosinas.

Los fabricantes

de

Ru.¡fles han

tenido

gran

éxito con rur spot en el

que

las

papitas

rizadas hacen

striptease en un

escenario,

y

al

quitarse

la toalla

que

les

cubre el

sexo, un locutor alburero

proclama

en son de

triunfo :

"

1Rufr|cs

lue-

nen

chile!".

¿Cuántos

gordos

prematuros

que

se atiborran de

pa-

pas

frente

al televisor soñarán con

hacer

un

ntimerc

de striptease,

rodeados

de

hembras

voraces?

También

ellos tienen chile,

pero

el

priblico

femenino

dificilmente se

los

podría

ver bajo sus col-

gantes

lonjas

de

gfasa.

Para no ceder terreno a la competencia, la

marca

de

papitas

t'aadas Layt Mar sacó un spot muy similar,

en

la

que

una

papita g¡asienta

baila en calzones f am too sery

,

mien-

tras

se

acicala

para

salir

a

una fiesta.

Como

ambos spots

toman

eI se><o a

broma, los censores

deben

haber

pensado que

son ino-

fensivos. Lo

son, en efecto, desde el

punto

de vista de

la moral

judeocrstiana,

porque

inducen aconñ¡ndirlas

ganas

de coger con

las

ganas

de comer. Nada complace más alVaticano

que

aiejar a

los

chavos de

la lujuria,

poniéndoles

delante ur

crucifijo,

un

mártir

decapitado o una bolsa de

papas.

Pero si nos

preosupara

un

poco

más la

salud, la

belleza

y

la felicidad

sexual de los

jó-

venes, ambos comerciales tendrían

que

ser

re-

tirados

del

aire.

La

publicidad

siempre ha vendido

lociones,

desodorantes,

autos

y

ropa

con

el

garlito

de

que

ayudan

aincrementar elpegue de sus compra-

dores. Como

esos

productos pueden

contribuir,

en

efecto, a mejorar

el

atractivo

de

mucha

gente,

ya

sea

por

motivos

o

no

se

puede

acusar sus

fabricantes

de menti¡

con

flnes

de

lucro. En

cambio,

los

productores

de ali-

mentos

chatarra cometen

la

estafa de erotizar

sus

golosinas

cuando enrealidad

contribuyen

a

reducir

els¿r appealdeqttense las traga.

Enun

abyecto

comercial de

mantecadas

Bimbo

que

se

transmite

en la

barra de

programas

juveniles,

dos chavos oyen enelradio

de

un auto

labalada

Tan sob un

miru.úo,

mientras

se re-

tacan de

mantecadas,

y

uno de ellos comenta

entre

suspiros:

"¿Ya

oiste esa rola? Es mi his-

toria con Claudia". En

este caso,

los

publicistas

no sólo recurren

una vez más

a la treta

del ape-

tito sexual

engañado, sino

que pretenden

convertir su

producto

en un

pasaporte

a la

ple-

¿Cuántos

gor-

't,

oos

prematuros

,

.l

que

se auDo-

1

rran

oe

papas

frente al

televi-

sor soñarán con

nitud

amorosa.

El subtexto implícito en el comercial sería

que

el

primer

amor sabe mejor

acompañado con mantecadas.

Pero en

elpaís

con mayor obesidad infantil

del

mundo

¿cuántos

primeros

amores mueren

ahogados

en

grasaparaque

los

dueños de Bimbo

sigan acumulando

millones?

hacer

un

núme-

ro

de

stríptease,

VOTACES?

rodeados

de

hembras

6

D0M|NGO

l

¡'i

LD

Page 2: El apetito engañado