Ekklesía y Reino de Dios

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Ekklesía y Reino de Dios. Ekklesía La palabra ekklesía o ecclesia es de origen griego y significa “asamblea del pueblo”. En la Antigua Grecia, la ecclesia era la asamblea principal de la democracia ateniense. Fue instaurada en el 594 a. C. y todos los ciudadanos, sin distinción de clases podían acceder a ella, se consideraba ciudadano a todo hombre mayor de 20 años. Una de sus tareas más importante era la legislación ateniense. Allí se decidía sobre: declaraciones de guerra o de paz, elección de oficiales de guerra, y otros asuntos importantes. También esta asamblea tenía la facultad de llamar a los magistrados a rendir cuentas ante ella al final del año de su mandato. En el siglo V a.C. llegó a tener 43.000 miembros. Pero sólo podían participar de forma habitual aquellos que estaban en una mejor posición económica, ya que la misma les permitía pagar su estadía lejos de casa. Esto terminó con las reformas de Pericles en los años 451 y 452 a.C. Las mismas permitieron el acceso a todos los ciudadanos, ya que las tareas públicas comenzaron a ser pagas. En sus inicios, esta asamblea se reunía una vez al mes; pero luego fueron tres o cuatro veces mensuales. La agenda de la ekklesía la establecía el consejo popular: Boulé. Se votaba a mano alzada. Podemos ver claramente un pueblo protagonista en su presente, con estilo participativo, comprometido con su gobierno y con su historia. De esta misma manera se manejaban los primeros cristianos. Quizás por eso, antes que los conceptos del judaísmo, prefirieron los del mundo civil que expresaban mejor la Revelación de Cristo, la Nueva Alianza transformadora, la nueva Ética del Reino. Por eso, el movimiento cristiano desde el primer siglo adquirió el nombre de Ekklesía o Iglesia por su vida comunitaria y participativa. La misma, también incluía a todos los que libremente quisieran participar en el nuevo orden de la Creación; a todos: sin distinción. Tertuliano, durante el siglo II decía: “El fundamento de la comunión de la Iglesia es la Trinidad misma.

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Responde a preguntas como ¿de dónde surge la palabra Iglesia?

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Ekklesía y Reino de Dios.

Ekklesía

La palabra ekklesía o ecclesia es de origen griego y significa “asamblea del pueblo”. En la Antigua Grecia, la ecclesia era la asamblea principal de la democracia ateniense. Fue instaurada en el 594 a. C. y todos los ciudadanos, sin distinción de clases podían acceder a ella, se consideraba ciudadano a todo hombre mayor de 20 años.

Una de sus tareas más importante era la legislación ateniense. Allí se decidía sobre: declaraciones de guerra o de paz, elección de oficiales de guerra, y otros asuntos importantes. También esta asamblea tenía la facultad de llamar a los magistrados a rendir cuentas ante ella al final del año de su mandato. En el siglo V a.C. llegó a tener 43.000 miembros. Pero sólo podían participar de forma habitual aquellos que estaban en una mejor posición económica, ya que la misma les permitía pagar su estadía lejos de casa. Esto terminó con las reformas de Pericles en los años 451 y 452 a.C. Las mismas permitieron el acceso a todos los ciudadanos, ya que las tareas públicas comenzaron a ser pagas.

En sus inicios, esta asamblea se reunía una vez al mes; pero luego fueron tres o cuatro veces mensuales. La agenda de la ekklesía la establecía el consejo popular: Boulé. Se votaba a mano alzada.

Podemos ver claramente un pueblo protagonista en su presente, con estilo participativo, comprometido con su gobierno y con su historia. De esta misma manera se manejaban los primeros cristianos. Quizás por eso, antes que los conceptos del judaísmo, prefirieron los del mundo civil que expresaban mejor la Revelación de Cristo, la Nueva Alianza transformadora, la nueva Ética del Reino. Por eso, el movimiento cristiano desde el primer siglo adquirió el nombre de Ekklesía o Iglesia por su vida comunitaria y participativa. La misma, también incluía a todos los que libremente quisieran participar en el nuevo orden de la Creación; a todos: sin distinción. Tertuliano, durante el siglo II decía: “El fundamento de la comunión de la Iglesia es la Trinidad misma. El misterio de la Iglesia surge del ser comunitario, trinitario de Dios. La Iglesia es el sacramento de la Trinidad, donde está la Iglesia, ahí está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica:

“La palabra Iglesia significa convocación. Designa la Asamblea de aquellos a quienes convoca la Palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, alimentados por Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo”

“ ‘El mundo fue creado en orden a la Iglesia’, decían los cristianos de los primeros tiempos. (…) Dios creó el mundo a la comunión en su vida divina, comunión que se realiza mediante la convocación de los hombres en Cristo, y esta convocación es la Iglesia. La Iglesia es la finalidad de todas las cosas e incluso las vicisitudes dolorosas como la caída de los ángeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios más que como ocasión y medio de desplegar toda la fuerza

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de su brazo, toda la medida del amor que quería dar al mundo: ‘Así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salvación de los hombres y se llama Iglesia’ ”.

Entonces si en la Antigua Grecia la ecclesia era la reunión de los convocados; desde sus inicios la Iglesia cristiana fue la reunión de los convocados por Cristo. Ambas con un espíritu participativo, comprometido y transformador de la realidad de su tiempo. Ambas teniendo en cuenta el pasado para vivir intensamente el presente y poder pensar en el futuro. Así también a los católicos nos lo pide hoy el Papa Francisco en su carta a los religiosos por el año de la vida consagrada, tener una mirada agradecida del pasado nos ayuda involucrarnos más en el presente y pensar también en el futuro.

Los elegidos somos todos los bautizados: Ekklesi; el nuevo pueblo de Dios, y somos convocados para participar del Reino de Dios.

Pero entonces… ¿qué es el Reino de Dios?

Es todo espacio donde se busca la dignidad de las personas.

Implica el anuncio del Evangelio. El anuncio es explícito pero también (insistimos en esto) es trabajar por la dignidad del hombre, por la promoción humana; considerando que el ser humano tiene un valor en sí mismo. Tiene una libertad que le permite elegir, una voluntad que significa que no está predeterminado por nada ni nadie, y la posibilidad de trascender: de comunicarse con Dios. Esta dignidad la tenemos porque somos hijos de Dios hechos a su imagen y semejanza; y es condición indispensable para el Reino, Él la respeta completamente.

El Reino no se reduce a: épocas, lugares sagrados, ideologías, un grupo reducido de personas, intelectualidad, ni al cumplimiento externo de una religión o de prácticas morales externas al pensar y al sentir. Sino que es la compasión, la sensibilidad ante el sufrimiento de los demás y ante sus necesidades. No tiene una ética del deber y del cumplimiento, sino una ética de la necesidad y de la felicidad.

El Reino de Dios transforma plenamente la realidad en todos los órdenes: social, político, religioso, económico, artístico. Eso es lo que Jesús anunciaba y hacía. Eligió a los más pobres, oprimidos, maltratados y sufrientes que, en su tiempo, vivían en las orillas del lago Genesaret. El Reino es la causa de su predicación y de toda su vida y crece por Su amor que atrae a los hombres hacia Él.

Jesús quiere captar a todos los hombres y a todo el nombre. Incluir a todos sin distinción, pero a su vez a cada uno en su totalidad: física, psíquica, espiritual y social; quiere el cuerpo, la mente, el corazón.

El Reino se hace presente en la praxis liberadora de Jesús, sana a los leprosos, se preocupa por el pueblo, les da de comer, se ocupa hasta de sus necesidades más básicas. Ama. Promueve así una nueva forma de ser, de vivir, de relacionarse con los demás, de hacer justicia. Atiende sobre todo a los más débiles. Cuando cura a la hija de la mujer pagana, demuestra que el Reino es para todos.

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Jesús da a la Iglesia, a esta Iglesia que participa y se involucra con su realidad, la misión de anunciar el Reino, la misión de amar como Él, que plenifica a todo el hombre y a todos los hombres.

En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco reafirma todo esto, nos dice: “en la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz para todos” y luego “la verdadera esperanza cristiana que busca el Reino escatológico, siempre genera historia.” ¿Qué mejor manera de definir a la Iglesia? ¿Qué mejor manera de anunciar el Reino?

Allí el Papa también nos habla de los desafíos del mundo actual. Así trasluce claramente esta intención de Jesús y de la Iglesia de afectar a todos los órdenes de la realidad, porque habla de la economía, de la equidad, de la cultura. Como Jesús, tiene los pies sobre la tierra y los ojos en el cielo, conoce y difunde los problemas de nuestra realidad contemporánea, las crisis del mundo actual y alienta a la Iglesia a ser instrumento de transformación, de cambio. Vuelve una y otra vez a recordarnos con insistencia que Jesús es el modelo y un modelo totalmente accesible. Por eso nos invita a renovar ahora mismo nuestro encuentro con Cristo y en ese punto invita a todo cristiano “en cualquier lugar que se encuentre”. Así es como el Papa Francisco hace hincapié en el “todos” de Jesús. Nos habla de una Iglesia en salida, que “primerea” como lo hace Dios, que se involucra, acompaña, fructifica, festeja.

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Bibliografía

Carta del Papa Francisco a los religiosos por el año de la vida consagrada.

Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

Catecismo de la Iglesia Católica

Apuntes y fotocopias de clase

Video de la conferencia: “La Espiritualidad de Jesús” de José Antonio Pagola.