El Poder Del Reino de Dios

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EL PODER DEL REINO DE DIOS Al Padre le decimos: “Tuyo es el reino, el poder y la gloria” y debemos notar que son tres cosas diferentes. Reino es el gobierno del cielo, como podría ser la democracia en la tierra; el poder es la habilidad de gobernar, porque ningún gobierno es aplicable sin poder; y la gloria es la atmósfera de la presencia de Dios que impera en Su reino. Son tres elementos diferentes que se relacionan y son interdependientes. El reino de Dios es el gobierno invisible de Dios, es espiritual y sobrenatural establecido entre los hombres. Ese reino está en nosotros por el Espíritu Santo que nos fue dado, por el cual nos convertimos en Sus representantes. Así que debemos convencernos de que nuestra ciudadanía no está en la tierra sino en el cielo. Ser ciudadano significa que poseemos los mismos derechos de Cristo. Debemos renovar nuestra mente, porque cuando recibimos a Cristo entramos al reino a través del arrepentimiento. Representamos a un gobierno invisible y tenemos el derecho a la sanidad, la prosperidad, la restauración, la bendición, porque somos ciudadanos del mismo reino, en donde es ilegal la pobreza, la depresión y la enfermedad. Así que no digas: “Señor, si es tu voluntad, sáname”. ¡No! Habla con autoridad, como hijo, como ciudadano con derechos obtenidos por la sangre de Cristo. Además, como ciudadanos y representantes del reino de Dios, tenemos la responsabilidad de traer el gobierno de Dios a la tierra, y compartir esa libertad, sanidad, prosperidad y bendición que se encuentra en la Constitución del Reino. El reino de Dios es sobrenatural, no es de este mundo,[1] es decir que va más allá de lo natural y que las leyes de la tierra no aplican en él. Además, este reino no consiste solo en palabras sino también en poder[2], por ello, debemos manifestarlo con señales y prodigios. Este es un reino inconmovible[3] y real, no es ficticio, no es abstracto, es tan real que lo podemos experimentar en todo momento. Hay una diferencia entre quienes predican el Reino y quienes lo viven. Representamos al gobierno de Dios, por lo tanto, podemos orar por una persona enferma porque en el reino de Dios no existe la enfermedad. No es un concepto teológico, es una realidad que se vive. La iglesia está llamada a traer esa realidad a la tierra.

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EL PODER DEL REINO DE DIOS

Al Padre le decimos: “Tuyo es el reino, el poder y la gloria” y debemos notar que son tres cosas diferentes.  Reino es el gobierno del cielo, como podría ser la democracia en la tierra; el poder es la habilidad de gobernar, porque ningún gobierno es aplicable sin poder; y la gloria es la atmósfera de la presencia de Dios que impera en Su reino.  Son tres elementos diferentes que se relacionan y son interdependientes. El reino de Dios es el gobierno invisible de Dios, es espiritual y sobrenatural establecido entre los hombres. Ese reino está en nosotros por el Espíritu Santo que nos fue dado, por el cual nos convertimos en Sus representantes. Así que debemos convencernos de que nuestra ciudadanía no está en la tierra sino en el cielo. Ser ciudadano significa que poseemos los mismos derechos de Cristo. Debemos renovar nuestra mente, porque cuando recibimos a Cristo entramos al reino a través del arrepentimiento. Representamos a un gobierno invisible y tenemos el derecho a la sanidad, la prosperidad, la restauración, la bendición, porque somos ciudadanos del mismo reino, en donde es ilegal la pobreza, la depresión y la enfermedad. Así que no digas: “Señor, si es tu voluntad, sáname”. ¡No! Habla con autoridad, como hijo, como ciudadano con derechos obtenidos por la sangre de Cristo. Además, como ciudadanos y representantes del reino de Dios, tenemos la responsabilidad de traer el gobierno de Dios a la tierra, y compartir esa libertad, sanidad, prosperidad y bendición que se encuentra en la Constitución del Reino.

El reino de Dios es sobrenatural, no es de este mundo,[1] es decir que va más allá de lo natural y que las leyes de la tierra no aplican en él. Además, este reino no consiste solo en palabras sino también en poder[2], por ello, debemos manifestarlo con señales y prodigios. Este es un reino inconmovible[3] y real, no es ficticio, no es abstracto, es tan real que lo podemos experimentar en todo momento. Hay una diferencia entre quienes predican el Reino y  quienes lo viven. Representamos al gobierno de Dios, por lo tanto, podemos orar por una persona enferma porque en el reino de Dios no existe la enfermedad. No es un concepto teológico, es una realidad que se vive. La iglesia está llamada a traer esa realidad a la tierra.

Cuando Cristo vino a la tierra, cada vez que predicaba sucedían muchos milagros. El Reino trajo cinco tipos de milagros: sanidad de sordos, de mudos, de mancos, de mudos-mancos y la liberación de endemoniados[4]. De los cinco, el mayor es la expulsión de demonios, porque un reino no puede establecerse si no se remueve el que ya existe, y ahora, en el mundo está establecido el reino de las tinieblas. Dios no comparte espacio con el diablo, por eso la liberación de demonios es tan importante. Hasta que se remueve el reino establecido, puede constituirse el nuevo. Para que el reino de Dios venga a la vida de alguien, primero debe removerse el reino de las tinieblas. Y para luchar hay que comprender el estatus del enemigo. Cristo en la cruz derrotó, desarmó, destruyó y destronó a Satanás, así que la victoria es tuya. Nuestro enemigo está destruido, entonces, ¿por qué todavía hay muchos oprimidos? Porque desobedecemos las instrucciones del Rey. Tu desobediencia empodera a Satanás y tu obediencia le cierra todo derecho sobre tu vida. Si hay un problema en tu vida, arregla la desobediencia y ciérrale la puerta. Ciudadano del reino de Dios, echa fuera la enfermedad y la tristeza. Cristo le quitó el poder al enemigo, así que camina en obediencia, en sumisión y verás la gloria de Dios en tu vida.

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Somos ciudadanos del Reino, representamos al gobierno de Dios que está en nosotros; donde quiera que vayamos llevaremos el Reino, ya que tenemos los mismos derechos que Cristo, nuestro pasaporte tiene el sello del cielo. Estás llamado a demostrar el poder del reino de Dios porque ese poder confirma el Reino y al Rey. Cada vez que sanas un enfermo, validas el Reino de Dios y confirmas que es real. El poder del Reino es para confrontar y subyugar, es decir, para poner debajo del pie, derrotar la enfermedad y la pobreza. No estás llamado a ser subyugado por la pobreza, la tristeza y el miedo, tú debes subyugarlo.

Cuando venimos a instaurar ese Reino debemos actuar y demostrarlo, ya que todo mensaje que no se demuestre no es creíble. Sigamos ejemplos genuinos, verdaderos. Es fácil predicar si no hay nada que probar. Todo mensaje que se predica debe demostrarse. El Reino no es de celebridades, todos somos ciudadanos, así que todos debemos desatarlo con milagros y prodigios. El reino de Dios se expande con el poder de lo sobrenatural, la presencia de la Palabra y la gloria del Señor. La mentalidad del reino es expansiva y nos manda a ensancharlo y extenderlo sin limitación[5].

La mentalidad del reino es expansiva. Es tiempo de ensanchar tu ministerio, toma nuevos territorios, expande el reino de Dios. No seas escaso, ensánchate, lleva el reino de Dios a todo rincón. No te conformes, expándete. Estos son días para creer, soñar y arrebatar la tierra para el reino de Dios[6]. ¡Eres portador del poder del reino de Dios, demuéstralo con prodigios y milagros!

[1] Juan 18:36 enseña: Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

[2] 1 Corintios 4:20 asegura: Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.

[3] Hebreos 12:26 dice: La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.

[4] Mateo 12:28 explica: Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.

[5] Isaías 54:1-2 comparte: Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.

[6] Mateo 11:12 enseña: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

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TOMANDO PROPIEDAD

En la actualidad debemos enfrentar los problemas naturales con soluciones espirituales, reconociendo que somos dueños de la tierra porque nuestro Padre nos la heredó[1]. Nosotros somos los hijos de Dios y el mundo espera que nos manifestemos con poder para recuperar lo que nos pertenece. Se piensa que el cristianismo es solo una religión, pero ha llegado la hora de una manifestación sobrenatural de los escogidos de Dios. La tierra es nuestra herencia y es nuestra obligación salvarla. Somos los cristianos los que tenemos la solución para el mundo.

Isaías dice que Dios glorificará a Su iglesia. Será considerada el árbol de justicia. Es hora de que la iglesia asuma su posición correcta en el mundo. Hay que salir del clóset. Dios está a punto de usarte de forma sobrenatural. Naciste para la grandeza. Prepárate, el Señor tiene planificado algo grande para ti.

¿A qué me refiero con tomar propiedad? A recuperar lo que nos pertenece. Aquello que Dios nos entregó al crearnos, porque en el Edén, el primer hombre fue creado para sojuzgar y señorear la tierra, es decir que tenía el título de propiedad y el completo derecho sobre todo[2]. El Señor transfirió poder con Su Palabra creadora, pero Adán pecó y perdió el derecho, sin embargo, nosotros fuimos redimidos y debemos recuperar lo que nos pertenece. Tenemos poder, por eso, Satanás quieres derrotarnos.

Imagina si un solo hombre podía contener a seis mil demonios, tal como sucedió con el gadareno, ¡cuánto más no podrá enfrentar al nacer de nuevo con Jesús! Recordemos que fue Jesús quien nos otorgó poder al decir que cosas mayores harían quienes creyeran en Él. Entonces, si tú crees en Jesús, harás obras más grandes en Su nombre. Por eso tienes la capacidad de sanar y ministrar. El poder de Dios puede fluir a través de tu cuerpo. No esperes a que alguien más cuide de ti, porque eres tú quien debe buscar a quién cuidar. Usa tu fe, ejercítala. Jesús no dijo que haríamos conforme al dinero o al color de la piel, porque no hace acepción de personas; es conforme a la fe como podremos obrar. No esperes algo de Dios porque Él espera algo de ti, espera que actúes en fe. ¿Estás listo para ser bendecido? Jesús murió para proveerte. Activa tu poder, y tu palabra se volverá obra.

Tomar posesión y dominio significa asumir autoridad soberana y suprema, tener poder para gobernar o controlar, dirigir, disponer conforme a tu gusto. Eso es tener propiedad, ser dueño de algo. En USA la crisis inmobiliaria provocó que muchos se dieran cuenta de que no eran los dueños de su casa porque los bancos tenían las hipotecas. El sistema quiere engañarte, así como el diablo que no quiere que comprendas este principio de propiedad, pero Jesús murió para darte el título de propiedad, con Su sangre pagó por todo lo que te pertenece. Hay hechos concretos y verdades espirituales. No operes por los hechos sino por las verdades. Puede ser un hecho que estés enfermo, pero la verdad es que por Su llaga fuiste curado. Y la verdad es que la tierra ha sido dada a los hombres, así que ¡asume tu responsabilidad y gobiérnala! Él te ha concedido Su manual de usuario, Su Palabra, donde están Sus

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verdades, allí dice todo lo que te pertenece. Léelo y verás: los cielos son del Señor, pero la tierra se la ha entregado a los hijos del hombre.

Dios le dijo a Abram que le pertenecía todo lo que sus ojos vieran[3]. No se refería a los ojos naturales que son limitados, sino a los ojos del espíritu, y esa promesa es para nosotros. Satanás viene a cegar la mente de quienes dudan. Si logras asimilar la revelación de que todo te pertenece, esa verdad te traerá restauración total y lucharás por recuperar lo tuyo.El diablo es mentiroso, cuando lo comprendí, el Señor me añadió mucho más en todo sentido. Cuando Dios te entrega la tierra, te da bendición y también la responsabilidad de reabastecer a todos. Tal como hicieron Rosa Park y Martin Luther King, quienes asumieron la propiedad de sus derechos civiles y se los devolvieron a todos. En USA se vive mucha violencia en las escuelas porque removieron la Biblia de las aulas. Al quitar el conocimiento de Dios todo se derrumba, pero ahora debemos restaurar esa potestad. Es momento de despertar, somos dueños plenos con responsabilidad de mayordomos. Gloria a Dios por la bendición que te da, asume tu responsabilidad de erradicar toda pobreza y oscuridad.

Jesús es el dueño legal de todo, y nosotros somos coherederos[4]. La familia del diablo no es dueña de nada, por lo tanto, ha robado lo que tiene y debemos recuperarlo. Todo nos pertenece, la Biblia lo dice, así que es verdad[5]. La revelación de Dios traerá una revolución que te motivará a tomar lo que te pertenece en el nombre del Señor.  Tú puedes tomar la unción y hacer la obra del Señor en toda criatura. Este es tu día, es tu hora, todo lo que te afectaba se irá. Tus luchas han acabado porque ¡la victoria es tuya! El Señor lo dice, Su misericordia nos seguirá todos los días de nuestra vida. Nuevas promesas, nuevos negocios, bellas relaciones serán posibles si tan solo puedes creerle al Señor.

[1] Salmos 115:16 dice: Los cielos son los cielos de Jehová;Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

Romanos 4:13 comparte: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.

[2] Génesis 1:26 dice: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Génesis 1:28 también dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

[3] Génesis 13:14 dice: Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.

[4] Romanos 8:16-17 enseña: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y

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coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados

[5] 1 Corintios 3:20-23 muestra: Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

HACEN TODOS DE TODOS

Cuando recuerdo mis inicios como siervo de Dios, le doy gracias porque mi trabajo ha cambiado, pero no mi pasión por servirlo. Sin importar qué hice antes y qué hago ahora, sé que toda actividad ha sido importante y valiosa. Igual me esforcé cuando era el chofer que llevaba a Sonia y a otras jóvenes a su trabajo con niños, que ahora en una plataforma ministrando milagros en nombre del Señor.

En la Palabra leemos que Jesús es quien constituye a los apóstoles, a los profetas, a los evangelistas, a los pastores y a los maestros[1]. Es decir que Él sabe cuáles son las características que busca y los selecciona. Lo importante es que Él se preocupa por Su iglesia e interviene para que todo funcione bien.

Lo que cada persona hace en la iglesia es invaluable. Nadie tiene un papel más importante que otros, por lo tanto, no hay que presumir o sentirse superiores. Al final, todos somos servidores[2]. Por ejemplo, si vemos en la Biblia la figura de Juan el Bautista, descubrimos que fue un gran profeta, aunque no hizo milagros porque su misión era preparar el camino para Jesús[3]. Entonces, leemos que nuestro Padre toma esa figura de Juan para ilustrar lo importantes que somos todos, al decir que el más pequeño en el Reino es superior a este gran profeta, es decir que no hay nadie poco valioso, al contrario, aún creyéndote poco influyente, eres más que el hombre que tuvo el honor de preparar el camino para el Salvador[4]. Así que no pienses que tu trabajo es insignificante.

En este mundo nos dedicamos a calificar todo. Nos comparamos y nos preocupamos por las apariencias, pero eso no debería suceder entre los hombres y las mujeres de Dios. Sin embargo, sucede. Medimos quién tiene más seguidores, quién hace más milagros. ¿Qué nos pasa? ¡Corrige tu pensamiento! Deja de buscar comparaciones y medirte con el parámetro de lo que otros tienen o logran. Tu casa no te hace grande, tú haces grande tu casa. Eres hijo del Rey, así que donde vives es una mansión y tu carro es una limosina. Tus zapatos son bellos porque hermosos son los pies de los que anuncia al Señor. Si las personas con quienes te relacionas te tratan como te ven, cambia de relaciones, porque no son sinceras. ¡Deja de compararte y siéntete orgulloso de lo que haces por establecer el reino de Dios en la tierra!

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Cada miembro del cuerpo de Cristo tiene una actividad específica que coordinada con las demás, logra que la labor de evangelización sea poderosa y edificante[5]. Por ello, somos diferentes, como en un cuerpo humano cada parte y órgano es especial y cumple una función. Así que aprecia lo que haces. Si eres ojo, dedícate a ver. Debes estar cómodo en la posición que el Señor te ha dado. Todos somos importantes en el ministerio: los predicadores, los intercesores, los servidores. Todos trabajamos y nos esforzamos. Haz tu trabajo y deja que los demás hagan el suyo, nunca ataques a un predicador, a un servidor o a una iglesia.  Dios ordenó el cuerpo, algunos órganos se ven y otros no. Nadie dice qué lindo tu riñón, pero sin ese órgano no estarías vivo, así que todos los órganos son importantes. Para Noches de Gloria nos unimos equipos de diferentes iglesia para hacer la obra y bendecir. No te menosprecies y no menosprecies a nadie. Todos nos necesitamos en el cuerpo de Cristo[6].

Y sobre todas las cosas, no pierdas de vista el gran objetivo: amar y bendecir a las personas, porque el amor es lo que le da sentido al ministerio[7]. Di con seguridad: “Amo, luego existo”. Si no amas, no existes, eres una alucinación, un espejismo, porque nuestro Señor nos dijo que el amor es lo más importante[8]. De hecho, Dios es amor. Me atrevo a decir que en el pasaje donde se describe el amor, si sustituimos la palabra “amor” por “Dios”, tenemos una buena descripción de nuestro Señor: Dios es benigno, no tiene envidia, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, Dios nunca deja de ser.  Ninguno de nosotros amamos como Dios ama, pero tenemos que hacer nuestro mejor esfuerzo por lograrlo. No trabajes en la iglesia por demostrar algo, sino para satisfacer la necesidad de aprender y de amar. ¡Tu esfuerzo es visto con buenos ojos por tu Padre Celestial!

[1] Efesios 4:11-12 explica: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

[2] 1 Corintios 4:6-7 TLA dice: He hablado de Apolo, y de mí mismo, para que aprendan de nuestro ejemplo lo que significa el dicho: «No hay que hacer ni decir más de lo que dice la Biblia.» Así que no anden presumiendo de que un servidor de Dios es mejor que otro. No hay nada que los haga a ustedes más importantes que otros. Todo lo que tienen, lo han recibido de Dios. Y si todo se lo deben a él, ¿por qué presumen, como si ustedes solos lo hubieran conseguido?

[3] Juan 10:41-42 TLA dice: muchas personas fueron a verlo, y decían: Juan el Bautista no hizo ningún milagro, pero todo lo que dijo de Jesús era verdad. Y mucha gente de aquel lugar creyó en Jesús.

[4] Lucas 7:28 TLA comparte: Les aseguro que en este mundo no ha nacido un hombre más importante que Juan el Bautista. Sin embargo, el menos importante en el reino de Dios es superior a Juan.

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[5] Efesios 4:16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

[6] 1 Corintios 12:14-28 explica: Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

[7] 1 Corintios 13:1-8 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.  El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

[8] 1 Corintios 13:13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

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LA VERDADERA GRANDEZA EN EL REINO

Cuando pertenecemos al Reino por supuesto que tenemos privilegios, porque es como si fuéramos hermanos del que ganó la presidencia de la República. En el reino de Dios el que está al frente es Jesús, nuestro hermano, por lo que tenemos privilegios e influencia y es válido que aspiremos a ser grandes, a triunfar, pero recuerda que sobre un grande, hay otro más grande, Dios es el más grande. Por eso, hay que tener cuidado cuando aspiramos a ser grandes porque hay un camino correcto y otro incorrecto; y es necesario que comprendamos qué significa ser grande en el reino de Dios.

Entre pastores y ministros se suele preguntar, ¿cuántos miembros hay en tu iglesia? A los evangélicos nos gusta hablar evangelásticamente, y sin darnos cuenta buscamos ser reconocidos y obtener honor, pero debemos tomar en cuenta que ser grande no se mide por el tamaño del edificio de la iglesia, ya que sabemos de grandes edificios y catedrales que ahora están vacías. Por lo tanto, enfócate más en las personas que en conseguir grandes templos. Me pregunto, dentro de cien años, ¿qué será de Fraternidad Cristiana, de Casa de Dios o de nuestras iglesias que vemos grandes y multiplicadas? Por ello es tan importante pensar que la iglesia está a una generación de desaparecer. Sino le damos a nuestros hijos y nietos la visión que hemos recibido de Dios, la iglesia puede morir. Cuando la iglesia prospera materialmente tiende a olvidarse de Dios, ¡no debe suceder! Cuídate, no pierdas el rumbo por buscar la grandeza material.

Por supuesto que todos queremos lograr grandes objetivos, y en el reino de Dios es válido el reconocimiento, pero no por el templo que construyamos o por el dinero que obtengamos, porque todo eso es material y vano si no nos concentramos en lo verdaderamente importante. Tantos ejemplos de personas que de la pobreza saltaron a la opulencia, a la fama, pero a veces mueren solos. Pensamos que no puede sucedernos, pero sí es posible si nos dejamos llevar por lo que no es realmente importante. Sabemos que en Cristo nunca estaremos solos porque Él ha prometido estar a nuestro lado todos los días de nuestra vida, a pesar de que somos infieles, Él permanece y nos espera con los brazos abiertos. No busquemos la fama y la fortuna de las estrellas de cine o los artistas porque no somos como ellos. En el reino de Dios la grandeza se mide de otra forma. Pensamos que las adicciones no nos afectarán porque vivimos con el Señor, pero la tentación está presente. Whitney Houston era cristiana y adoradora, y terminó muerta en un hotel por una sobredosis de drogas.

Claro que en el reino de Dios hay permiso para prosperar, tener fama y fortuna, pero enfócate en lo verdaderamente importante. Debes aspirar no solo a tener dinero, sino el amor de tus hijos, de tu esposa, de tus padres y amigos. Jesús dijo que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes. En el reino de Dios se mide la grandeza no por la abundancia de bienes, sino por cuánto te esfuerzas por instituirlo en la tierra. Dios nos hizo seres para adorar, no para ser adorados. Cuando Jesús entró en Jerusalén, un pequeño asno lo llevaba. Yo aspiro a ser ese pequeño burrito

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que lleva al Señor a bendecir. No fuiste hecho para ser el centro de atención sino para adorar a quien está en el centro: Dios.  Los pastores somos famosos en Cristo, buenos en Cristo, pero sin Cristo, nada somos.

Todos queremos que nuestros hijos sean grandes, que prosperen, pero hay un camino para lograrlo. La madre de Jacobo y de Juan le pidió a Jesús que les diera preeminencia en el reino, pero Él le respondió que era el Padre quien tenía esa potestad[1]. Además, Jesús preguntó si ellos estaban dispuestos a beber el mismo trago amargo que Él bebería, porque la grandeza en el reino de Dios tiene un precio que se paga con esfuerzo, sacrificio y pasión por la almas. La vida cristiana no siempre es miel sobre hojuelas, hay que tomar la cruz y seguir a Cristo.

En el reino de Dios el que quiera hacerse grande debe servir a los demás[2].  Ser siervo significa ser sirviente y esclavo. La grandeza va de la mano del sufrimiento. Todo tiene un lado bonito y otro feo. Jesús era famoso por sus obras, pero también lo criticaban y perseguían, pero recordemos que en los momentos más difíciles el Espíritu Santo estará contigo.  Sirve con gozo y entusiasmo allí donde el Señor te ha puesto, porque en ese lugar te usará con poder, esa es la mayor grandeza.  ¡Si eres fiel en lo poco, serás puesto en mucho! No es el lugar el que hace a la persona, es la persona la que hace al lugar. No eres cualquiera, eres hijo del Rey. El que no vive para servir, no sirve para vivir. Pablo siempre se presentó en sus cartas como “Siervo de Cristo Jesús”.  La grandeza está en la sencillez y en la humildad. La grandeza del reino de Dios se traduce en servicio. Trabajar, sacrificarse, servir, ¡eso es ser grande en el reino de Dios! La gente grande y valiosa es la que sirve.

Todo el Antiguo Testamento se resume en tratar a los demás tal y como quieres ser tratado[3], con gentileza y afecto. Que no se te suban los milagros a la cabeza, porque la grandeza en el reino de Dios se mide en humildad. Como embajador del reino debes ejercer diplomacia, incluso cuando tienes que levantarte y saludar aunque estés a punto de comer. Aunque por detenerte se te muera tu amigo Lázaro, debes detenerte y saludar, tal como hizo Jesús. Si Dios te ha dado privilegios y grandeza, compártelo. Recuerda que ser es más importante que tener, y tu misión es demostrar que eres un servidor de Dios.

Si eres diligente siempre tendrás influencia[4]. No desperdicies tu vida siendo perezoso y ambicioso. Dios no bendice a los haraganes. No caigas en la trampa del orgullo o de idolatrar a otro ser humano. Los ídolos son para destruirse y si te idolatran, preparas el camino de tu destrucción. Toda corona que te den, ponla a los pies de Cristo porque solo Él la merece. Los dones que Dios te dio son para que sirvas, no para que te sirvas de ellos. Llénate de compasión por aquellos que se creen el centro del universo. Antes de la caída viene la altivez. No menosprecies a nadie, porque Cristo murió en la cruz por ese a quien desprecias por pecador. Solo Dios merece adoración. En todo momento, la gloria  y la honra son para el Señor[5], nosotros solo somos ese burrito que lleva al Rey que hace la obra.

Juan el bautista era un gran profeta, pero siempre reconoció que Jesús era el más importante[6]. Así debemos ser nosotros. Gracias Señor por usarnos porque somos Tus siervos, ayúdanos a servirte siempre. No permitas que nos perdamos por altivez y orgullo; ayúdanos a estar humillados bajo Tu mano poderosa. Ordena y nosotros

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haremos. Ayúdanos a servir hasta el final de nuestros días, con humildad, porque contigo somos más que vencedores. Que manifestemos la grandeza de Tu reino, esa que se nota por nuestro espíritu de servicio.

[1] Mateo 20:20-25 comparte: Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.  El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.

[2] Mateo 20:27-28 enseña: El que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

[3] Mateo 7:12 enseña: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

[4] Proverbios 22:29 dice: ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;No estará delante de los de baja condición.

[5] Isaías 42:8 advierte: Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.

[6] Juan 3:30-31 dice:  Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe. El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos.

SOMOS LA LUZ DEL MUNDO

En la Biblia leemos que cuando el Señor envió a Moisés de regreso a Egipto para liberar al pueblo de la esclavitud, lo primero que hizo fue afirma su identidad al decirle “Yo soy el soy”. Así que cuando le preguntaran quién lo envió, él debía responder: “Yo soy me envió”[1]. Suena algo confuso, pero Dios quería hacerle ver que ambos eran uno. Por ello, Moisés respondería: “Yo soy”, es decir que Dios y él eran uno mismo. Si tú pudieras comprender que Dios y tú son uno, entrarías en la dimensión del reino de

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Dios, tomarías lo que te pertenece y obrarías con poder. Pareciera una verdad que cuesta aceptar, porque nos hemos dejado influenciar por una falsa humildad, cuando realmente somos linaje escogido. La Palabra de Dios es cierta, por lo tanto, operar en el reino de Dios implica atender lo que nos dice. Si la Palabra me ordena algo, lo hago; si la Palabra me lo ofrece, lo tomo, y si la Palabra me lo pide, lo doy. Así de simple. Pero muchas veces comprendemos y no aceptamos. La instrucción es clara, si obedecemos, provocamos que el reino de Dios opere en nuestra vida.

 

Así que nuestra identidad como hijos debe estar clara, tal como Jesús tenía claro quién era, por lo que el diablo no pudo hacerlo caer en tentación cuando le dijo que demostrara que era hijo de Dios convirtiendo las piedras en pan[2]. Las mayores tentaciones vienen por falta identidad. Querer demostrar quién eres provoca que te dejes influenciar por quienes te retan. De esa cuenta, una jovencita tiene relaciones sexuales con su novio porque él le pide que le demuestre cuánto lo ama.

 

El Señor quiere hacernos partícipes de la naturaleza divina y nos ha dado grandes promesas que se cumplirán cuando aceptemos nuestra identidad y nos alejemos de la corrupción del pecado[3]. Sabemos que al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador nacemos de nuevo y el Espíritu Santo habita en nosotros, por lo que podemos movernos en la dimensión sobrenatural y divina del reino de Dios que se activa por fe. Entonces tendremos salud sin necesidad de ir al médico, podremos adquirir cuanto necesitamos sin el bien de intercambio terrenal y daremos testimonio de la gloria del Señor a toda criatura. Debemos fluir en esa naturaleza divina y hacer a un lado los argumentos del mundo. Si actuamos por la razón correcta, es decir, por obediencia a Dios y con el deseo de agradarlo, todo lo demás será añadido. Pero ¿cuánto has hecho por la razón incorrecta? Si lo que buscas con la prosperidad que anhelas es demostrar que eres exitoso, será difícil que lo logres, porque es una razón amarga que no edifica, sino que revela tu inseguridad como hijo de Dios. Si Jesús hubiera convertido las piedras en pan solo para demostrarle al diablo quién era y qué podía hacer, habría caído en la trampa del orgullo y la arrogancia, pero no lo hizo porque Él tenía clara Su identidad, por lo tanto, no necesitaba demostrar nada. Luego, hizo milagros y prodigios en beneficio de miles, pero no para envanecerse sino para bendecir.

 

Jesús es el pan de vida, el camino, la verdad y la vida[4], el buen pastor[5], la luz del mundo[6], y lo decía porque siempre supo quién era. Además, desea que estés seguro de tu identidad, como Él está seguro de su identidad en el Padre, con quien son uno[7].  Por lo tanto, aprende a caminar en la naturaleza divina, porque el Señor busca personas seguras de su identidad para encomendarles tareas dentro del Reino. No fue en vano que Él se dijo la luz del mundo[8]y luego dijo que nosotros también lo éramos, ya que nuestra identidad como coherederos nos permite disipar las tinieblas y hacer buenas obras para que Dios sea glorificado[9]. Acéptalo, eres parte del Reino de los Cielos y tienes una misión. Dilo con orgullo, proclámalo aunque otros te

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critiquen. Si te dicen que eres “creído”, no te sientas mal, claro que lo eres, de lo contrario serías incrédulo. Por supuesto que no hay que ser arrogantes sino humildes, pero con la valentía que otorga esa dignidad de ser hijos del Rey de reyes.

 

Por lo tanto, ¡deja de temerle a las tinieblas! Si eres luz, es tu responsabilidad echarlas fuera. Despierta, demuestra que sabes quién eres y cuál es tu posición en Cristo. Di con orgullo: “Yo soy como Jesús, la luz del mundo”.  Nada puede hacerte daño, no hay potestad de este mundo que pueda lastimarte si obras convencido de tu naturaleza divina. Las tinieblas deben disiparse cuando un hijo de Dios está presente. La Palabra dice que debemos resplandecer en medio de la perversidad y debemos iluminar al mundo[10], y lo lograremos si estamos conscientes de quiénes somos y si nos cuidamos, es decir, si nos mantenemos cerca del Señor, para que nuestra luz no se apague; además de cuidar nuestro cuerpo, especialmente lo que vemos, ya que los ojos son la lámpara de nuestro ser, y si lo que vemos es bueno, nos llenaremos de luz[11]. Así lo dice la Escritura, por lo que es cierto.

 

¿Por qué las tinieblas nos han abrazado tanto? Porque no hemos caminado seguros de nuestra naturaleza divina. No insistas en caminar en la naturaleza del mundo. Camina en tu nueva naturaleza, en la que Dios te ha otorgado, para avanzar según las fuerzas de Él no según las tuyas. Si queremos que el reino de Dios venga, debemos fluir como luz para que las tinieblas salgan de nuestra casa, de nuestro trabajo y de nuestra vida. Cuando empieces a declarar y a demostrar que eres la luz del mundo, la oscuridad se desvanecerá. Confiesa que tienes clara tu identidad: “Soy hijo de Dios, Su heredero y luz del mundo. Cuidaré todo lo que mis ojos ven, porque me llenaré solo de luz”.

[1] Éxodo 3:11-14 relata: Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

 

[2] Mateo 4:3-4 comparte: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

 

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[3] 2 Pedro 1:3-4 asegura: Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

 

[4] Juan 14:6 dice: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

 

[5] Juan 10:11 comparte: Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

[6] Juan 8:12 dice: Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

 

[7] Juan 10:30 asegura: Yo y el Padre uno somos.

 

[8] Juan 12:46 asegura: Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.

 

[9] Mateo 5:14-16 enseña: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

 

[10] Filipenses 2:15 enseña: Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

 

[11] Mateo 6:22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz.

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INTIMIDAD CON DIOS

Búscalo con pasión, Él te anhela.

En el libro de Cantares leemos un hermoso pasaje en el que la esposa busca con ansia al esposo, porque perdió su intimidad con él. De esa forma nos enseña sobre la intimidad que debemos buscar con nuestro Señor[1]. Hay muchos líderes trabajando arduamente, pero que han perdido su intimidad con Dios, por lo que es necesario que procuremos recuperarla. En el pasaje de Cantares dice que la esposa buscó a su amado en el lecho, pero no lo encontró. Lo mismo sucede con nosotros. No es en la comodidad donde encontramos a Dios, porque para hallarlo debemos salir de nuestra zona de confort y buscarlo. Debemos tomar conciencia de que sin el Señor, de nada sirve todo lo demás. El enemigo desea alejarnos de Dios porque sabe que mientras estamos íntimamente unidos a Él, nada puede dañarnos. Dios y tú hacen mayoría y vencen.

Busca recuperar tu intimidad con Dios porque en lo secreto de tu relación con Él, te hará comprender sabiduría[2]valiosa para avanzar en la vida. No permitas que algo se interponga entre el Señor y tú. No lo busques en los lugares equivocados, porque muchas veces, la comodidad de nuestro cristianismo limita lo que podemos recibir de Dios. Si Moisés no sale de Egipto, nunca se hubiera encontrado con Dios. Luego, cuando el pueblo ya había salido de la esclavitud, Moisés puso el Tabernáculo lejos para que fueran a buscarlo. A veces Dios quiere que sudes la gota gorda para encontrarlo. No digas: “Señor Jesús, Tú eres mi dueño, pero me voy porque tengo sueño”. Reprende la pereza, reprende a “sabanás”, levántate y sal en busca del Señor. Esfuérzate porque encontrarlo requiere denuedo, así como adelgazar requiere el sacrificio de la dieta y del ejercicio, porque no hay fórmulas mágicas para bajar de peso. Buscar la presencia de Dios no es fácil, mantenerse firme, continuar en medio del dolor no es fácil, pero es la única forma de encontrarlo. Hay momentos cuando Dios necesita que le busques hasta que le encuentres. Por ello, en Jeremías dice que lo encontraremos cuando lo busquemos con todo el corazón. A veces, las personas piensan que los pastores tenemos suerte al recibir Palabra y unción, pero son años y años persiguiendo al Señor, a nuestro Dios. Buscándolo como al oro y a la plata. A Dios hay que buscarle con ahínco, con sed, como los siervos buscan las corrientes. Tenemos que ser tan celosos de la presencia de Dios como Él es celoso por nosotros. Para recuperar nuestra intimidad con Dios, ¡hay que salir de la comodidad!

La esposa de la que habla Cantares también salió a buscar a su amado en diferentes lugares, pero no lo encontró. Nosotros tampoco recuperaremos la intimidad con Dios si lo buscamos en un templo, pero sin la actitud correcta. Claro que la presencia de Dios habita en lugares, pero recuperar tu intimidad con Él depende de la actitud de tu corazón. Puedes buscarlo en quinientas iglesias, pero si tu actitud no es la correcta, no lo encontrarás, ya que Su presencia no depende de un lugar físico, sino de una dimensión espiritual. Hay personas que no sentirán Su presencia ni en el cielo porque la actitud de su corazón no es de amor y deseo por encontrarlo.

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Cantares dice que la esposa también preguntó a otros por su amado, pero no lo encontró, porque a Dios no se le busca a través de hombres. Nadie sobre la faz de la tierra logrará conectarte con Dios, ya que lograrlo es algo personal. Los pastores podemos indicarte cómo hacerlo, pero eres tú quien debe buscarlo y encontrarlo. Nadie puede orar por ti para que logres intimidad con Dios. ¡Solamente tú puede anhelarlo y recuperarlo con la persistencia que demuestres! La esposa nunca dejó de buscar a su amado. Desarrolla esa hambre y sed de Dios que no te permita parar hasta ver Su gloria. No detengas ese anhelo por la plenitud del Señor. Cuando te propones seguirlo con toda intensidad, nada, absolutamente nada, te podrá detener.

En Cantares vemos que la esposa, al encontrar a su amado, ya no lo dejó jamás. A veces Dios tiene que permitir que la comunión se pierda para que la valoremos. Cuando pierdes algo y lo recuperas, lo aprecias un millón de veces más. Es bueno que no sientas ese fuego, unción y motivación, porque ahora comprenderás qué importante es recuperarla. Yo vengo como testimonio de alguien que se ha propuesto vivir en la plenitud de Dios, aún en los peores momentos. Incluso en el lecho de muerte de mi esposa, la dimensión de la gloria de Dios era tan espléndida que todos eran tocados. ¡Una enfermera musulmana temblaba bajo el poder de Dios! Nada, nada puede impedir que vivas en la dimensión del amor de Dios, si te lo propones.

El Señor dice que tiene contra ti que has perdido tu primer amor, así que vuelve y recupéralo. La esposa fue al lecho donde ella nació porque para encontrar intimidad hay que volver al lugar donde esa intimidad nació. Tus mejores tiempos serán aquellos al lado de tu Señor. Desnúdate de tus ropas reales como David lo hizo, porque delante del rey, eres un siervo que lo anhela. Búscalo, este será tu punto de partida hacia una nueva y profunda relación con el Señor. Tu corazón es un altar, ve delante de Dios y recupera esa conexión que antes tenías con Él.

La esposa, al recuperar a su amado, le dice a las doncellas que no hagan velar al amor. Es como si dijera: “La culpa fue mía, yo perdí mi conexión, él nunca quiso alejarse”. El deseo de Dios por nosotros es tan intenso que prefirió morir antes que vivir sin nosotros. Reconoce qué es lo que ha roto esa intimidad con Dios, y en el nombre de Jesús, renuncia a lo que te aleja de Su presencia. Todo pasará, los cielos y la tierra, pero Él permanecerá, ¡no te alejes de Su presencia! Renuncia a lo que te ha hecho perder el enfoque en el amor de Dios. Declara que Él es el eje en el que gira tu mundo, es tu alfa y omega, tu principio y final. Dile: “Te tomo por dueño, Rey y Señor para nunca dejarte”.

[1] Cantares 3:1-5 dice: Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;Por las calles y por las plazasBuscaré al que ama mi alma;Lo busqué, y no lo hallé. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? Apenas hube pasado de ellos un poco,Hallé luego al que ama mi alma;Lo así, y no lo dejé,Hasta que lo metí en casa de mi madre,Y en la cámara de la que me dio a luz. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,Por los corzos y por las ciervas del campo,que no despertéis ni hagáis velar al amor,hasta que quiera.

[2] Salmo 51:6 enseña: He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

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