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Educación y práctica de la medicina Conferencia de consenso Tratamiento de la hipertensión arterial y prevención de sús complicaciones (I parte*) Hernán Torres, Edgar Sanclemente, Gabriel Robledo, Luis Flórez, Francisco J. Barreto, Dagnóvar Aristizábal, Diego L. García, Alejandro A. Bautista Introducción 276 A c t a M é d i c a C o l o m b i a n a V o l . 2 1 Nº 5 ~ Septiembre-Octubre - 1996 ción, se ha observado un aumento en la expectativa de vida de las personas. La pirámi- de poblacional, incluso en los países en vías de desarrollo, vie- ne estrechando su base y am- pliando su vértice, mostrando un aumento importante de la pro- porción de adultos y viejos. Este cambio en la composición de la población se refleja en un incremento de la prevalencia de enfermedades relacionadas con el envejecimiento y el deterioro. El cáncer, las enfermedades degenerativas, y las enfermeda- des cardiovasculares forman par- te de aquellas patologías que afectan a una proporción de ha- bitantes cada vez mayor. De he- cho, las enfermedades cardiovas- culares contribuyen en forma sig- nificativa a la morbimortalidad en Colombia, especialmente en los grupos de mayor edad. Se sabe que en Colombia, alre- dedor de 15% a 20% de los adul- tos son hipertensos y muchos de ellos o no reciben tratamiento o simplemente no se conocen como hipertensos. La elevación de la presión arterial es el co- mún denominador de una gran diversidad de trastornos como la enfermedad cerebrovascular, la nefropatía, la enfermedad cardio- vascular, la enfermedad vascular periférica o la toxemia del em- barazo. Todas ellas, miradas en conjunto, dan cuenta de una enorme carga de morbimortali- dad relacionada, en última ins- tancia, con la enfermedad hiper- tensiva. En los últimos años han surgido tratamientos capaces de reducir la presión arterial, los cuales pa- recen constituir, asimismo, una herramienta útil en la preven- ción de las complicaciones de la enfermedad. * República de Colombia, Ministerio de Sa- lud. Dirección de Recursos Humanos, Julio 27-29. 1995. Hotel Chicamocha, Bucara- manga. Dr. Hernán Torres Iregui: Médico Nefrólogo, Jefe, Departamento Médico Hospital Militar Central, Santa Fe de Bogotá; Dr. Edgar Sanclemente Paz: Médico Nefrólogo, Profe- sor Titular Facultad de Salud Universidad del Valle, Cali; Dr. Gabriel Robledo: Médico Car- diólogo, Sociedad Colombiana de Cardiología; Dr. Luis Flórez Alarcón: Doctor en Psicología Experimental, Profesor Asociado, Universi- dad Nacional de Colombia: Dr. Francisco J. Barreto: Médico Nefrólogo, Presidente Socie- dad Colombiana de Nefrología; Dr. Dagnóvar Aristizábal: Médico Cardiólogo, Fundación Santa María, Clínica Cardiovascular Santa María, Medellín; Dr. Diego L. García: Médi- co Nefrólogo. Fundación Santa Fe de Bogotá; Dr. Alejandro Antonio Bautista Charry: Mé- dico Ginecoobstetra, Instructor Asociado, Uni- versidad Nacional de Colombia. Coordinador Servicio de Toxemias I.M.I. n la medida en que se ha logrado mejorar las condiciones generales de salud en la pobla-

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Educación y práctica de la medicina Conferencia de consenso Tratamiento de la hipertensión arterial y prevención de sús complicaciones (I parte*)

Hernán Torres, Edgar Sanclemente, Gabriel Robledo, Luis Flórez, Francisco J. Barreto, Dagnóvar Aristizábal, Diego L. García, Alejandro A. Bautista

Introducción

2 7 6 Acta Méd ica C o l o m b i a n a Vol. 2 1 Nº 5 ~ Septiembre-Octubre - 1996

ción, se ha observado un aumento en la expectativa de vida de las personas. La pirámi-de poblacional, incluso en los países en vías de desarrollo, vie-ne estrechando su base y am-pliando su vértice, mostrando un aumento importante de la pro-porción de adultos y viejos. Este cambio en la composición de la población se refleja en un incremento de la prevalencia de enfermedades relacionadas con el envejecimiento y el deterioro. El cáncer, las enfermedades degenerativas, y las enfermeda-des cardiovasculares forman par-te de aquellas patologías que afectan a una proporción de ha-bitantes cada vez mayor. De he-cho, las enfermedades cardiovas-culares contribuyen en forma sig-nificativa a la morbimortalidad en Colombia, especialmente en los grupos de mayor edad. Se sabe que en Colombia, alre-dedor de 15% a 20% de los adul-tos son hipertensos y muchos de ellos o no reciben tratamiento o simplemente no se conocen como hipertensos. La elevación de la presión arterial es el co-mún denominador de una gran

diversidad de trastornos como la enfermedad cerebrovascular, la nefropatía, la enfermedad cardio-vascular, la enfermedad vascular periférica o la toxemia del em-barazo. Todas ellas, miradas en conjunto, dan cuenta de una enorme carga de morbimortali-dad relacionada, en última ins-tancia, con la enfermedad hiper-tensiva. En los últimos años han surgido tratamientos capaces de reducir la presión arterial, los cuales pa-recen constituir, asimismo, una herramienta útil en la preven-ción de las complicaciones de la enfermedad.

* República de Colombia , Minis ter io de Sa-lud. Dirección de Recursos Humanos , Jul io 2 7 - 2 9 . 1995 . Hote l C h i c a m o c h a , B u c a r a -manga . Dr. Hernán Tor res Iregui: Médico Nef ró logo , Jefe , Depar tamento Médico Hospital Militar Cen t r a l , San ta Fe de B o g o t á ; Dr . E d g a r Sanclemente Paz: Médico Nef ró logo , Profe -sor Titular Facultad de Salud Universidad del Valle , Cali; Dr. Gabriel Robledo: Médico Car-diólogo, Sociedad Colombiana de Cardiología; Dr. Luis Flórez Alarcón: Doctor en Psicología Exper imental , Profesor Asociado , Universi-dad Nacional de Colombia : Dr. Francisco J . Barreto: Médico Nef ró logo , Presidente Socie-dad Colombiana de Nefro logía ; Dr. Dagnóvar Arist izábal: Médico Cardiólogo, Fundación Santa María, Clínica Card iovascu la r Santa María, Medell ín; Dr. Diego L. García: Médi -co Nef ró logo . Fundación Santa Fe de Bogotá ; Dr. Ale jandro Antonio Bautista Charry : Mé-dico Ginecoobstetra, Instructor Asociado, Uni-versidad Nacional de Colombia . Coord inador Servicio de T o x e m i a s I .M.I.

n la medida en que se ha logrado mejorar las condiciones generales de salud en la pobla-

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

El médico deberá estar en capaci-dad de instruir y educar a sus pa-cientes acerca de la importancia de la prevención mediante modi-ficaciones en el estilo de vida, y la introducción de otras medidas no farmacológicas. Además, deberá conocer la eficacia, la efectividad y la eficiencia de los diferentes tratamientos antihipertensivos dis-ponibles hoy en día. Es su obligación saber selec-cionar adecuadamente lo que

El problema

"Seleccionar el régimen o estra-tegia terapéutica que con mayor probabilidad prolongue la dura-ción y calidad de vida del hipertenso" (Am J Hypertens octubre de 1994)

Objetivos intermedios 1. Mantener las cifras de tensión arterial dentro de niveles "ade-cuados". 2. Prevenir las principales se-cuelas vasculares de la hiper-tensión arterial (infarto de mio-cardio, remodelación e hiper-trofia ventricular, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovas-cular nefrosclerosis)

A. Epidemiología clínica 1. Mayor riesgo con cifras supe-riores a 130/85 2. Más de 50 millones de hiper-tensos en los EE.UU, aproximada-mente seis millones en Colombia. 3. Mayor prevalencia a mayor edad 4. Mayor prevalencia en la raza negra

es bueno y apropiado para cada tipo de paciente en cada cir-cunstancia particular. No de otro modo le será posible in-tervenir efectivamente en la prevención de las secuelas de la enfermedad vascular hiper-tensiva. El Ministerio de Salud, a tra-vés de la Dirección de Recur-sos Humanos, lleva a cabo las Conferencias de Consenso que pretenden unificar criterios en

5. Mayor morbilidad en grupos desprotegidos 6. Usualmente asintomática 7. Frecuente coexistencia con otros factores de riesgo cardio-vascular 8. Mayor morbilidad y mortali-dad si hay compromiso de "ór-ganos blanco" 9. Compromiso de "órganos blanco" no relacionado única-mente con las cifras de tensión arterial

B. Resultados hasta la actualidad 1. Reducción significativa de la mortalidad por enfermedad cardiovascular y cerebrovascular. 2. Menor reducción en la morta-lidad por enfermedad cardio-vascular y en la ocurrencia de eventos coronarios 3. Eficacia de los cambios en el estilo de vida como base de cual-quier esquema terapéutico 4. Buenos resultados a largo pla-zo con diuréticos y betabloquea-dores

torno a las enfermedades de mayor prevalencia e impacto sobre la población colombia-na. Se pretende que la metodología de "Conferencia de Consenso" adoptada por el Ministerio de Salud, de acuerdo con los lineamientos internacionales, re-dunde en beneficio de los enfer-mos y de la población en gene-ral, así como de los profesiona-les de la salud.

Hernán Torres 5. Acción protectora sobre órga-nos blanco más manifiesta con algunos esquemas terapéuticos en diversos estudios a corto pla-zo 6. Altos costos, baja cobertura 7. Impacto subóptimo

C. Posibles causas del resultado "subóptimo " en el tratamiento de la hipertensión arterial 1. Inadecuado control de otros factores de riesgo cardiovascular coexistentes 2. Iniciación tardía del tratamiento 3. Efectos metabólicos adversos del tratamiento seleccionado 4. Control inadecuado de las ci-fras de tensión arterial 5. Menosprecio y escepticismo en los resultados obtenidos a cor-to plazo con otros esquemas farmacoterapéuticos

D. Aspectos controvertidos en la actualidad 1. Esquemas individuales versus esquemas predefinidos de trata-miento

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2. Evaluación costo-beneficio 3. Significado de la hipertrofia ventricular izquierda, la microal-buminuria, la resistencia a la insulina, los cambios estructura-les en la vasculatura y la hiperfil-tración glomerular para evaluar los méritos del tratamiento

4. Terapia farmacológica de pri-mera línea 5. Tensión arterial blanco: es decir, qué tanto reducir la ten-sión arterial 6. Importancia y significado de los factores locales, celulares y molecu la res en el daño

tisular; necesidad de control para prevenir el compromiso de los órganos blanco 7. Utilidad de las "Conferen-cias de Consenso" para defi-nir pautas oficiales en el trata-mien to de la h ipe r t ens ión arterial.

Modificaciones dietéticas en el tratamiento de la hipertensión Edgar Sanclemente

Las modificaciones del estilo de vida son medidas reconocidas como terapia inicial para la ma-yoría de los pacientes en los pri-meros tres a seis meses después del diagnóstico. Este enfoque te-rapéutico es una manera segura de disminuir la tensión arterial en un gran número de pacientes con elevaciones mínimas de la misma. La terapia no farmacoló-gica es aconsejable de manera concomitante con la administra-ción de drogas, con el fin de ob-tener una mayor disminución de la tensión arterial y controlar los factores de riesgo (trastornos de los lípidos e hiperinsulinemia). Las modificaciones del estilo de vida comprenden: reduccción de peso, aumento de la actividad física, restricción de sodio en la dieta, aumento de la ingestión de potasio, aumento de los ali-mentos con un alto contenido de fibra, restricción de los ácidos grasos saturados, consumo de los requerimientos diarios de calcio y magnesio, suspensión del há-bito de fumar, disminución del consumo de alcohol a una onza diaria y uso eventual de la tera-pia de relajación.

Estudios c l ín icos y ep idemio lóg icos

El estudio diseñado para el trata-miento de la hipertensión arterial moderada (TOMHS) demuestra un efecto antihipertensivo signifi-cativo (-8.6 mmHg en presión sistólica y diastólica) en terapias que incluían cambios en el estilo de vida consistentes en moderada pérdida de peso, reducción de la ingesta de sodio en un 10%, ejer-cicio y disminución en el consu-mo de alcohol. Las personas que recibían tratamiento antihiperten-sivo con drogas obtuvieron una disminución adicional de -4.8 y -2.5 mmHg en la presión sistólica y diastólica respectivamente, cuan-do cambiaron su estilo de vida. En el estudio de prevención de la hipertensión (TOHP-1) se obser-vó, en personas con tensión arterial normal alta, que con una moderada pérdida de peso y una restricción de sodio de 44 mmol/ día se obtenía un efecto signifi-cativo en la reducción de la pre-sión (Figura 1).

I. Reducción de peso 1. Estudios epidemiológicos. Los estudios epidemiológicos a ni-

vel mundial han demostrado la estrecha relación entre la obesi-dad (principalmente de la parte superior del t ronco) y la hipertensión. Sesenta por ciento de los hipertensos tienen más de 20% de sobrepeso. Los niños obesos tiene un alto riesgo de desarrollar hipertensión en la vida adulta. La obesidad se acompaña frecuentemente de hiperinsulinemia y resistencia a la insulina. 2. Estudios clínicos. Los estu-dios controlados demuestran que por cada kilo de disminución de peso hay una reducción de -1.6 y 1.3 mmHg en las presiones sistólica y diastólica, respecti-vamente. Una disminución im-portante de peso, del orden de los 7 a 10 kilos en el paciente obeso, es comparable desde el punto de vista de normalización de la presión arterial a cualquier régimen farmacológico. 3. Mecanismos . Alrededor de 25% de los hipertensos tienen hallazgos compatibles con el síndrome X descrito por Reaven y cuyas características son: resis-tencia a la insulina, hiperinsu-linemia, intolerancia a la glucosa,

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

aumento de las lipoproteínas (triglicéridos) de muy baja densi-dad (VLDL), disminución de lipoproteínas (colesterol) de alta densidad (HDL) e hipertensión. La hiperinsulinemia produce estimulación simpática y el au-mento de la aldosterona plas-mática observado en los obesos incrementa la absorción renal de sodio, lo que se traduce en hi-pervolemia y aumento del débito cardíaco. Los mecanismos fisio-patológicos enunciados anterior-mente son los responsables de la hipertensión relacionada con la obesidad, y se normalizan con la reducción de peso. Conclusiones. El programa de reducción de peso debe sugerirse hasta alcanzar una cifra cercana de 15% del peso ideal, princi-palmente para los pacientes con historia familiar de hipertensión. La dieta recomendada debe ser aproximadamente de 1000 a 1200 calorías, con menos del 20% de grasas, las cuales deben ser ricas en ácidos grasos no sa-turados (omega-3 del aceite de pescado, omega-6 de los aceites vegetales de girasol o ajonjolí). La dieta debe contener una can-

tidad moderada de carbohidratos evitando los azúcares refinados y debe incluir además un alto contenido de fibra, restricción de sodio e incremento de potasio.

II. Actividad física Después de un ejercicio regular repetido aeróbico (isotónico), la presión arterial en reposo usual-mente disminuye. Los 22 estudios sobre ejercicio e hipertensión arterial publica-dos entre 1980 y 1990 muestran una reducción de cinco a siete mmHg de presión sistólica y diastólica, independientemente de la pérdida de peso. Los mecanismos involucrados en la disminución de la presión de-bida al ejercicio incluyen: dismi-nución de la actividad simpática, aumento de la utilización de la glucosa, disminución de secreción de la insulina y aumen-to de la sensibilidad a la misma. Al iniciar el programa del ejer-cicio regular se debe efectuar un chequeo médico general que in-cluya una prueba de esfuerzo. El programa debe iniciarse gradual-mente y solamente es útil si se practica de forma regular, con

30 a 60 minutos de ejercicio dia-rio, tres a cuatro veces a la se-mana como mínimo. La relajación puede ser útil como medida complementaria para re-ducir el estrés en grupos especí-ficos de hipertensos. La relaja-ción muscular progresiva y el "biofeedback" han demostrado ser de ayuda terapéutica en hipertensos con taquicardia, ni-veles plasmáticos elevados de catecolaminas y alto nivel de ansiedad.

III. Restricción de sodio 1. Estudios epidemiológicos. El estudio epidemiológico interna-cional, Intersalt, en 32 países, demostró cierta relación entre la ingestión de sodio, la hiperten-sión y el aumento de la presión con la edad. Sin embargo, no hay una conclusión definitiva sobre la relación causa-efecto. En Colombia, en el estudio rea-lizado en 15 ciudades, no se en-contró relación entre la presión arterial y la excreción de sodio en orina de 24 horas. 2. Estudios clínicos. La restric-ción moderada de la ingestión de sodio en aproximadamente la tercera parte de la ingestión usual (aproximadamente 100 mmol/ día) demostró, en 20 estudios controlados, una disminución promedio de 4.9 mmHg en la presión sistólica y 2.6 mmHg en la presión diastólica. Law et al demostraron mayores efectos cuando se disminuyó de manera moderada la ingestión de sal en 38 estudios cruzados y en 10 estudios al azar. 3. Mecanismos. La relación en-tre la ingestión de sodio y la tensión arterial, tanto en indivi-duos normales como en hipertensos esenciales, ha defi-nido tres grupos de personas: a)

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sensibles a la sal; b) resistentes a la sal y c) grupo intermedio. Aproximadamente 50% de los hipertensos esenciales y 25% de las personas normales son sensi-bles a la sal. La sensibilidad a la sal se define como el aumento en 10% o de 10 mmHg en la tensión arterial cuando se admi-nistra una alta cantidad de sodio (200- 400 mmol/día), o la dis-minución de la tensión arterial en 10 mmHg o más cuando el paciente recibe una dieta baja en sodio (10 mmol/día), con admi-nistración de furosemida. Los individuos sensibles a la sal exhiben las siguientes caracte-rísticas cuando se incrementa el sodio en la dieta: gran aumento en el débito cardíaco, capacidad reducida de excretar sodio por el riñon, niveles más altos de norepinefrina, mayor respuesta presora a las catecolaminas, ni-ve les más al tos de fac tor natriurético atrial, aumento de la concentración de sodio en eritrocitos y aumento del calcio intracelular. Entre los pacientes sensibles a la sal se incluye un alto porcentaje de obesos, an-cianos, pacientes de raza negra y enfermos con hipertensión se-vera (Figura 2). Conclusiones. La restricción de sal en el t ratamiento de la hipertensión debe ser del orden de 100 mmol/día (2.3 g de sodio o 6 g de NaCl). Debería cono-cerse la sensibilidad a la sal del individuo normotenso con his-toria familiar de hipertensión, con el fin de determinar si la disminución de la sal en la dieta puede beneficiarlo.

IV. Suplemento de potasio 1. Estudios epidemiológicos. En los conglomerados humanos (in-cluyendo las tribus primitivas)

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cuya dieta contiene bajo sodio y grandes cantidades de potasio, la hipertensión es prácticamente inexistente. Existe evidencia de niveles más bajos de tensión arterial y muy baja prevalencia de hipertensión en vegetarianos. Hay una re lación entre la ingestión de potasio y los nive-les de presión diastólica: esta correlación negativa ha sido des-crita por Walker en los Estados Unidos. Los estudios en nuestro medio, usando los datos de eli-minación urinaria de potasio y de presión diastólica corroboran esta apreciación. Hemos establecido un parámetro que denominamos "índice de potasio", el cual se define como la relación porcentual entre la excreción de potasio y de sodio en la orina de 24 horas:

K en or ina de 24 ho ra s (mEq/L) x 100

Indice de potasio =Na en o r ina de 24 ho ra s

(mEq/L)

Se considera que un índice de potasio adecuado es de 100%, lo que correspondería a 2.3 g de sodio o 6 g de NaCl y 3.9 g de potasio. En el estudio epidemiológico de las ciudades colombianas se en-contró una relación negativa en-tre el índice de potasio y la pre-sión diastólica. 2. Estudios clínicos. En un metaanálisis realizado sobre tra-bajos clínicos que incluyó 412 pacientes hipertensos y 174 pa-cientes normotensos y publica-do entre 1980 y 1989, se demos-tró que los suplementos orales de potas io d i sminuyeron significativamente la presión sistólica y la diastólica en un promedio de -8.2 y -4.5 mmHg respec t ivamente entre los hipertensos (Figura 3). Varios estudios revelan la dis-minución de la tensión arterial con suplementos de potasio, principalmente en los grupos

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

humanos de bajo consumo como son las poblaciones negras. En nuestro medio, en la población de Puerto Tejada (Cauca) el su-plemento de potasio produjo una reducción importante de la ten-sión arterial. 3. Mecanismos. Los mecanismos por los cuales el potasio dismi-nuye la tensión arterial inclui-rían la supresión de la renina, y la acción directa sobre los vasos aumentando los factores de rela-jación derivados del endotelio, como el óxido nítrico. El potasio actúa como protector de la vasculatura de varios órganos: a) Protección contra accidentes cerebrovasculares: varios estu-dios han demostrado que al au-mentar el potasio en la dieta des-ciende de manera dramática la incidencia de accidentes cerebrovasculares. b) Protección contra las enfer-medades cardiovasculares por inhibición de los factores de cre-cimiento implicados en los pro-cesos ateroescleróticos. c) Nefroprotección, la cual se ha evidenciado en estudios experi-mentales.

Varios estudios han demostrado la acción protectora del potasio contra el efecto hipertensor del sodio en personas sensibles (normotensos, hipertensos, dia-béticos). La deficiencia de potasio activa la vasoconstr icción periférica, aumenta el débito cardiaco y aumenta la sensiblidad a la sal; su administración supri-me dicha sensiblidad. Conclusiones. Se deben ingerir cada día aproximadamente 100 mmol de potasio (3.9 g). Como recomendación para la población general, se deben reducir los ali-mentos con alto contenido de sal y escaso en potasio y reempla-zarlos por alimentos naturales con poco sodio y alto contenido de potasio. Alimentos ricos en potasio y con poco sodio: manzana, tomate, aguacate, toronja, tamarindo, le-chuga, limón, melón, plátano, fre-sa, durazno, banano, piña, man-go, ciruela pasa, papa, yuca, brócoli, fríjol, lenteja, cebolla

V. Suplementos de calcio y magnesio Calcio. Los suplementos de cal-

cio pueden aumentar la presión arterial en algunos pacientes y disminuirla en otros. Producen además hipercalciuria, la cual puede llevar a la formación de cálculos renales en pacientes sus-ceptibles. Por lo tanto no se re-comienda administrar suplemen-tos de calcio como tratamiento de la hipertensión. Magnesio. La administración de magnesio puede disminuir la pre-sión arterial en algunos pacien-tes con hipertensión. Sin embar-go, el magnesio sérico e intra-celular se ha encontrado normal en la mayoría de hipertensos sin tratamiento. De acuerdo con los estudios realizados hasta el mo-mento, los suplementos de magnesio estarían indicados en pacientes con hipertensión esen-cial y algún tipo de déficit. Las dietas vegetarianas son una fuen-te de magnesio y potasio, por lo tanto es recomendable incluir este tipo de alimentos en la ela-boración de la dieta del paciente hipertenso.

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Control de los factores de riesgo como tratamiento de la hipertensión arterial

La hipertensión arterial (HTA) constituye un factor de riesgo vascular, sin que haya podido esteblecerse un umbral a partir del cual se desencadena el ries-go, sino que existe una relación lineal entre los niveles ten-sionales y el riesgo de compli-caciones cardiovasculares. Este hallazgo se constata en ambos sexos y en todos los grupos de edades. La experiencia aportada por los estudios de intervención ha revelado que el tratamiento reduce netamente las complica-ciones hemodinámicas, pero se muestra menos eficaz en la re-ducción de las metabólicas, que además son las más frecuentes. El tratamiento no farmacológico constituye una parte importante de cualquier esquema terapéuti-co para el paciente hipertenso, ya que aun si estos métodos son insuficientes como terapia única para el control de la hipertensión arterial en un paciente, pueden reducir los requerimientos de medicamentos y el número o fre-

cuencia de efectos indeseables.. Existen una serie de "prescrip-ciones" no farmacológicas úti-les para la mayoría de los pa-cientes hipertensos: (a) Reduc-ción del peso corporal: la reduc-ción ponderal es el objetivo fun-damental; (b) Se limitará el apor-te dietético de sodio a 2 g/día (88 mmol/día), cuidando de no disminuir la ingesta de alimen-tos ricos en calcio; (c) No es necesar io incrementar la ingestión específica de potasio, porque éste aumentará al dismi-nuir el sodio; (d) Sólo se deben administrar suplementos de cal-cio y magnesio cuando existan deficiencias; (e) El aumento de fibra y la disminución de grasas saturadas son benéficas por otras razones y pueden contribuir ade-más a disminuir la presión arterial; (f) No es necesario dis-minuir las bebidas con cafeína, a menos que el paciente sea muy sensible a sus efectos; (g) Es ne-cesario suprimir el hábito de fu-mar, no con el fin de disminuir

Gabriel Robledo la presión arterial, sino para dis-minuir el r iesgo global de cardiopatía; se limita el consu-mo de alcohol a 1 onza (28.3 cm3) por día.; (h) Se debe esti-mular el hábito de ejercicio isotónico; (i) Aconsejar algún tipo de terapia de relajación; los sedantes y los tranquilizantes no disminuyen la presión arterial.

D i s m i n u c i ó n de p e s o Como se sabe, la obesidad —so-bre todo en el hemicuerpo supe-rior- se asocia comúnmente con hipertensión, combinación que a su vez se puede relacionar con la hiperinsulinemia secundaria a resistencia a la insulina. Los hipertensos obesos tienen la mis-ma incidencia de enfermedad co-ronaria que los delgados. La re-ducción de peso lleva a una dis-minución en la tensión arterial tanto en pacientes hipertensos como en normotensos. Existen varios estudios que han confirmado los beneficios de la disminución de peso en los pa-

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

cientes hipertensos, con una ma-yor reducción en la presión san-guínea en aquéllos con presio-nes inicialmente altas. En un es-tudio se alcanzaron niveles nor-males de tensión arterial en la mayor parte de personas hipertensas, al disminuir sola-mente la mitad de su exceso de peso corporal. Por cada kilo que disminuían se observaba una dis-minución de su presión arterial en 3.2 mmHg, con mayor efecto en hombres que en mujeres y con independencia de la modifi-cación de la ingestión de sal. Es deseable que los hipertensos mantengan un peso adecuado, lo que puede lograrse con una die-ta de contenido calórico acorde con sus necesidades y un pro-grama de ejercicio físico ade-cuado. Sería ideal que el índice de masa corporal (IMC) -índice de masa magra- no supere las cifras de 27.2 en los hombres y de 26.9 en las mujeres. Otro parámetro importante por tener en cuenta es el índice entre el perímetro cintura/cadera que en el hombre debe ser igual o me-nor de uno y en la mujer igual o menor de 0.8. La reducción de peso se asocia con otros beneficios potencia-les, incluyendo la disminución del colesterol sérico, de la gli-cemia y del ácido úrico. La re-ducción de un kg por semana sería una meta aconsejable.

C o n s u m o de a lcohol Los estudios epidemiológicos han mostrado la relación entre el consumo de alcohol y la HTA. El consumo de tres o más unida-des por día (una unidad equivale a una medida, un vaso de vino o una cerveza) está asociado con mayor riesgo de HTA que el con-sumo moderado (menor de tres

unidades por día) o nulo. Hasta el 10% de HTA en hombres está relacionado con el alcohol. En estudios prospectivos de bebe-dores importantes de alcohol, la abstención está asociada con dis-minución importante de la HTA.

Ejercicio físico Se ha demostrado que el ejerci-cio regular (por ejemplo, cami-nar durante 30 minutos, tres ve-ces a la semana) y el mejorar las condiciones físicas tienen un efecto benéfico en la disminu-ción de la tensión arterial, inde-pendientemente de la reducción de peso. Entre los ejercicios aconsejables, además de cami-nar, cabría citar el correr, mon-tar en bicicleta, nadar, etc. Estos ejercicios realizados con regula-ridad están asociados a descen-sos leves de la tensión arterial, provocados al parecer por una disminución de la resistencia vascular periférica. Otras formas de ejercicio físico, como el isométrico (basado en contrac-ciones musculares sin modifica-ciones en la longitud muscular como en el fisicoculturismo), no se deben realizar porque pueden generar niveles muy altos de ten-sión arterial. Se ha demostrado que el ejerci-cio mejora la sensibilidad a la insulina y modifica beneficio-samente algunas f racciones lipídicas.

Estrés Existen evidencias de que el estrés puede provocar cambios hemodinámicos, aumentando la tensión arterial. Se desconoce si situaciones de estrés sostenido son capaces de promover altera-ciones más duraderas que con-ducen fisiopatológicamente a una HTA definida. Los agentes

estresantes pueden ser físicos o sicológicos. Físicos, como el rui-do; los sicológicos o sociales son muy variados, aunque en gene-ral tienen como denominador común el que se trata de situa-ciones que suscitan reacción de miedo o ansiedad. Las técnicas de retroalimentación, el yoga, las terapias de relajación y la psicoterapia diminuyen la pre-sión arterial de sujetos hiperten-sos.

Tabaquismo El tabaquismo es la primera causa de mortalidad coronaria en ambos sexos, siendo el fac-tor de riesgo conocido evitable más importante. Uno de sus metabolitos, la cotinina, oca-siona liberación de catecolami-nas, con el consiguiente aumen-to de la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, el gasto car-díaco, el volumen de eyección y el consumo de oxígeno, dis-minuyendo la producción de PGI2. El tabaquismo no es cau-sa directa de HTA, pero se sabe que la prevalencia de HTA maligna es mayor entre los fu-madores.

Consumo de café No se ha establecido una rela-ción epidemiológica entre el con-sumo de café y la HTA estable-cida; sólo reduce una elevación pasajera de la tensión arterial. La mayoría de las indicaciones del tratamiento no farmacológico de la HTA son restrictivas; con-vendría no abrumar a los pacien-tes con prohibiciones absurdas que pueden favorecer el fracaso del tratamiento.

Grasas Algunas investigaciones han co-municado que regímenes dieté-

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ticos con reducciones de un 50% en las grasas, aumentando la re-lación grasas poliinsaturadas/sa-turadas, promueven descensos tensionales. Este efecto estaría mediado a nivel renal por prostaglandinas. El control de la HTA requiere unas modificaciones en el estilo de vida de los pacientes que in-

ciden en su alimentación y hábi-tos. A juicio de los pacientes es-tas restricciones limitan su cali-dad de vida. Más del 80% de los pacientes que acuden a una consulta de atención primaria salen con una prescripción farmacéutica, con una escasa relevancia de los con-sejos profesionales.

Según directrices marcadas por organismos internacionales so-bre el tratamiento de la HTA, se recomienda la indicación inicial de las modificaciones en el esti-lo de vida en todos los hipertensos, y muy especialmen-te en aquéllos con presiones arteriales diastólicas inferiores a 100 mmHg.

Autocontrol conductual en el tratamiento de la hipertensión arterial Luis Flórez

En esta presentación me propon-go desarrollar la tesis de que el autocontrol del comportamiento constituye un proceso suscepti-ble de análisis objetivo y de implementación de procedimien-tos con sustento empírico, que incrementan la probabilidad de que una determinada conducta varíe en un sentido deseado, en este caso para prevenir o tratar la hipertensión arterial. Al interior de los modelos sobre el proceso salud-enfermedad que rigen el diseño de políticas sani-tarias, el factor comportamental ha venido ganando en importan-cia, dada su presencia como ele-mento de riesgo o de protección en el cuadro de enfermedad y muerte propio de nuestra pobla-ción. En el caso de la hipertensión arterial son múlti-ples los compor tamien tos involucrados en todas las fases de la historia natural de la enfer-medad, tal como se expone en otras presentaciones de esta con-ferencia de consenso. No cabe

duda de que el autocontrol conductual, cuyo producto sean los estilos de vida más saluda-bles, juega un papel esencial den-tro de los procedimientos no far-macológicos, tanto en la preven-ción como en el tratamiento de la persona con hipertensión arterial.

¿Qué es comportamiento? El concepto "comportamiento" abarca toda la actividad de la persona, todo lo que la persona hace, de manera abierta o de manera encubierta. De manera abierta, tal como todas las con-ductas observables del individuo. De manera encubierta, tal como el comportamiento emocional y toda la actividad cognoscitiva del individuo. Lo que interesa resal-tar es que se trata de actividad hecha por la persona como agen-te activo y no como sujeto pasi-vo de fuerzas externas. Ahí radi-ca la posibilidad del autocontrol, en la medida en que es la propia persona la responsable de uno u

otro comportamiento. Un tema especial es el que compete al grado en que una actividad or-gánica involuntaria puede estar sujeta a control voluntario, tema que no trataré en esta exposi-ción. Otro aspecto relevante es que la evaluación del comporta-miento, con miras a su autocontrol, debe hacerse en tér-minos de probabilidad más que en términos absolutos. Así, por ejemplo, se habla de la probabi-lidad de que una persona dismi-nuya el consumo de un alimento indeseable, y no de que suprima por completo su consumo. Esa probabilidad se mide a través de la frecuencia de presentación del comportamiento.

¿Qué es autocontrol del comportamiento?

El autocontrol que el individuo ejerce sobre su propio comporta-miento se ha conceptualizado tra-dicionalmente como una dispo-sición de la persona para hacer o dejar de hacer algo que se propo-

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

ne, apoyada para su logro en lo que la gente comúnmente deno-mina "fuerza de voluntad". Des-de una perspectiva científica este concepto resulta muy ambiguo y endeble, por lo cual no permite hacer una predicción confiable acerca de cuándo la persona mo-dificará o no una conducta, cuan-do se propone hacerlo. En una perspectiva psicológica, más susceptible de-análisis cien-tífico, podemos entender el autocontrol del comportamiento como un proceso en el que la propia persona ejecuta algunas acciones cuyo resultado final es la alteración de la probabilidad de un determinado comporta-miento, por supuesto en el senti-do esperado. Esas acciones son esencialmente de tres tipos: 1) de autoobservación, 2) de toma de decisiones, y 3) de verifica-ción de resultados y modifica-ción de decisiones. En la fase de autoobservación la persona se aproxima inicialmen-te al área general de comporta-miento que desea modificar y luego va estrechando dicha área hasta identificar un patrón espe-cífico de conductas, que es el que finalmente va a cambiar. Por ejemplo, un área general puede ser la de la alimentación y un comportamiento específico pue-de ser "reducción de tres a dos panes en el desayuno", "incre-mento del consumo de fibra", etc. Para llegar a esos grados de especificidad la persona requie-re hacer un automonitoreo sobre aspectos fundamentales de su comportamiento, tales como: 1) la frecuencia: cuántas veces se presenta por unidad de tiempo; 2) la duración; 3) la topografía: la forma o cómo se realiza el

comportamiento (come rápido, despacio, mastica bien, etc.); 4) la intensidad (profundidad de sensaciones orgánicas, de seña-les externas, etc.); 5) las circuns-tancias internas: pensamientos, sensaciones, emociones y moti-vación intrínseca que se asocian al comportamiento; 6) las cir-cunstancias externas que se aso-cian al comportamiento: dónde, cuándo se realiza. Esta fase de autoobservación es crucial para el autocontrol, pues de su resultado dependen las de-más. Por otra parte, se trata de una fase en la que la persona debe recibir el mayor apoyo por parte de expertos profesionales. Es difícil que la persona le apunte a los aspectos relevantes que debe autoobservar y automo-nitorear si no tiene un claro co-nocimiento de ellos y el apoyo de instrumentos que le faciliten el proceso. Si es complejo hacer un automonitoreo objetivo de comportamientos abiertos como el ejercicio físico, imaginémo-nos por un momento la dificul-tad del proceso cuando se trata de comportamientos encubiertos tales como una emoción (ira, estrés) o un comportamiento cognosci t ivo ( forma distor-sionada de pensar) conducente al malestar. En la fase de toma de decisiones la persona adopta, entre las so-luciones posibles, la que consi-dere como solución más razona-ble para probabilizar el cambio del comportamiento. Se trata de soluciones que afectan las cir-cunstancias asociadas que se analizaron y se autoobservaron en la fase anterior. En un ejem-plo muy simple, la persona pue-de decidir "no tener pan a la

vista sobre la mesa del come-dor" como solución a un proble-ma de sobrepeso por consumo excesivo de carbohidratos. Lo importante es que la persona sabe que está afectando factores cla-ves, porque así lo ha registrado antes, y toma decisiones razona-bles para alterar esos factores. La razonabilidad se evalúa me-diante criterios que ponderan la exclusión de decisiones de todo o nada, el moldeamiento del re-sultado final por aproximacio-nes sucesivas, y la propia pre-dicción de la persona acerca de la probabilidad de ejecución exitosa de la acción. Las acciones de verificación de resultados constituyen una eva-luación del grado en que el re-sultado esperado se está cum-pliendo y la ratificación o modi-ficación de las decisiones que se habían adoptado para su logro. En síntesis, las disciplinas cien-tíficas y profesionales del área social están en capacidad de aportar medios de tratamiento no farmacológico para la hiper-tensión arterial, tal como el auto-control del comportamiento apli-cado a conductas de riesgo o de protección. Finalmente, un comportamien-to muy especial al que se debe aplicar el procedimiento de autocontrol es el cumplimiento del tratamiento farmacológico por parte del paciente hiper-tenso, ya que la adhesión de los pacientes hipertensos al régimen médico suele ser muy baja, por lo cual debe constituirse para la persona en un ob je t ivo de autocontrol, cuya consecuencia sea el aumento de la probabili-dad de seguir las recomenda-ciones médicas.

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Diuréticos en hipertensión arterial Francisco J. Barreto

La introducción de los diuréti-cos en el manejo del paciente con hipertensión arterial ha sido el mayor logro en la terapia hipotensora. Son los medicamen-tos más usados a pesar de todas las excelentes drogas que se han desarrollado posteriormente. En nuestro medio disponemos de las t iaz idas (h idroc loro t iaz ida , clortalidona e indapamida), los de asa ( fu rosemida y bu-metanida) y los ahorradores de potas io (esp i rono lac tona , triamtereno y amiloride); se cla-sifican de acuerdo con su lugar de acción, que puede ser la rama gruesa ascendente del asa de Henle, el túbulo contorneado distal o la región de la nefrona sensible a la aldosterona (túbulo colector). El efecto hipotensor de los diu-réticos se atribuye principalmen-te a la depleción de sal que pro-duce una disminución del 10-15% del volumen plasmático con disminución del gasto cardíaco y aumento en la resistencia periférica; se ha discutido que también tengan un e fec to vasodilatador directo al actuar sobre el transporte de iones en el músculo liso vascular.

Con los diuréticos se logra una d i sminuc ión de las c i f r a s tensionales en casi la mitad de los pacientes con hipertensión arterial esencial, cosa que no se logra con ningún otro fármaco como monoterapia; la mejor res-puesta se logra en pacientes an-cianos, negros y obesos. Un criterio útil para tratar de pre-decir la respuesta de los diuréti-cos puede ser la medición de la actividad plasmática de renina, ya que el 80% de los pacientes con renina baja responden ade-cuadamente a la depleción de vo-lumen, cosa que también sucede con buena parte de los pacientes con renina normal. Se ha encontrado que los diuréti-cos, al controlar la hipertensión arterial, protegen contra el acci-dente cerebrovascular y la falla cardíaca, pero no contra la enfermedad coronaria ni contra la progresión de la enfermedad renal. Los efectos colaterales más fre-cuentes incluyen la depleción de volumen con ortostatismo, la pre-sencia de hiponatremia, hipopo-tasemia, hipomagnesemia, hyper-uricemia, así como la aparición de arritmias, intolerancia a la glu-

cosa, el aumento de los niveles de colesterol y otros efectos in-deseables como impotencia, nefritis intersticial, colecistitis, rash, discracias sanguíneas, pancreatitis y ototoxicidad. Actualmente los diuréticos son solamente una posibilidad a elegir para el tratamiento inicial del pa-ciente hipertenso y su selección debe ser lo más individualizada posible, teniendo en cuenta que son medicamentos bien tolerados, económicos y efectivos, que ade-más pueden ser combinados con otros disponibles en el mercado. Son de especial interés en los pa-cientes con hipertensión y falla cardíaca lo mismo que en aqué-llos con falla renal. Se prefieren los diuréticos de du-ración de acción intermedia como las tiazidas, ya que permiten una sola administración diaria (pu-diendo en algunos casos prescri-birlos en días alternos o con des-canso el fin de semana). Es pre-ferible emplearlos en dosis bajas ya que al elevarlas no aumenta notoriamente la respuesta pero sí la frecuencia e intensidad de los efectos secundarios. Siempre se deben asociar a una dieta hiposódica moderada.

Calcioantagonistas en hipertensión arterial* La calcioantagonistas ocupan un lugar importante en la terapia cardiovascular y son considera-dos tratamientos de primera lí-

nea para la hipertensión y la an-gina de pecho. El número de calcioantagonistas continúa cre-ciendo. Representan un grupo

Dagnóvar Aristizábal

* T o m a d o de Arist izabal D. Frohlich ED. C a l c i u m A n t a g o n i s t s . In: C a r d i o v a s c u l a r Pharmacology and Therapeut ics . Eds: Singh B, Dzau V, Vanhoutte P, Woosley R. Churchill Livingstone, pp 185-202; 1994.

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Conferencia de consenso. Tratamiento de la hipertensión arterial

heterogéneo de sustancias desde el punto de vista estructural, fun-cional y por los efectos en los diferentes órganos. Se han pro-puesto muchas clasificaciones que tienen en cuenta la estructu-ra química, las propiedades far-maco lóg icas , el grado de interferencia con los canales de calcio, la especificidad tisular, etc. Nosotros preferimos la cla-sificación basada en la estructu-ra química (Tabla 1). Los calciontagonistas actúan uniéndose a los canales de calcio operados por voltaje. Espe-cíficamente interfieren el paso de calcio por los canales tipo L, que son los que permanecen abiertos más tiempo. Por la importancia que tiene el calcio en las células musculares y el miocardio, los efectos de esta interferencia con el transporte de calcio van a ser más evidentes en esos sitios. Es así como los dos principales efec-tos de los calcioantagonistas son la vasodilatación y la disminu-ción de propiedades cardíacas como la contractilidad y la fre-cuencia cardíaca. Algunos efectos reflejos como resultado de la vasodilatación y la reducción de la presión arterial, pueden hacer que los efectos sobre el corazón sean menos notorios mientras los efectos vasodilatadores e hipo-tensores se conservan. La Tabla 2 resume las propieda-des de los calcioantagonistas que los hacen efectivos en hiperten-sión y otras patologías. Existen muchas d i ferencias farmacocinéticas entre este gru-

po diverso de antihipertensivos. En general, todos tienen un pro-medio de absorción por vía oral rápido pero una baja biodispo-nibilidad debido a un primer paso metabólico hepático importante. Presentan un alto grado de unión a proteínas y su metabolismo es fundamentalmente hepático. Son compuestos antihiperten-sivos bien tolerados y la mayo-ría de efectos secundarios son debidos a la vasodilatación que ocasionan. El verapamilo y el diltiazem también ocasionan al-gunos efectos sobre el músculo liso y el músculo cardíaco que pueden ser clínicamente impor-tantes. (Tabla 3). En general las dihidropiridinas como la nifedi-pina, que tiene un marcado efec-to vasodilatador, inducen más efectos colaterales pero la ma-yoría son tolerados. Las nuevas formas de liberación sostenida reducen en forma importante es-tos efectos. Los calcioantagonistas poseen características estructurales y farmacológicas que los distin-guen pero en conjunto todos son vasodilatadores. Reducen la presión arterial sin inducir retención de líquidos ni altera-ciones en el estado metábolico. Revierten la hipertrofia ventri-cular izquierda y preservan el flujo renal y la filtración glo-merular. Finalmente, poseen potencial antiaterogénico. Por estas razones constituyen un grupo muy importante para el tratamiento de la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares.

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