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A modo de Introducción La modernidad, al abrirse paso a través de las grandes revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII, llevo a la humanidad a traspasar los límites de lo considerado como posible. Su impronta se hizo sentir en el convulso siglo XX, para adquirir expresión concentrada en el fenómeno conocido como Revolución Científico Técnica (RCT). Dicha RCT implicaba para la humanidad una mejora en su calidad de vida, irrumpió deshaciendo las concepciones acostumbradas del mundo circundante; pero imbuida en este proceso olvido que su fuente principal de abastecimiento: la naturaleza, tenía una capacidad de respuesta limitada. “La vida y el desarrollo del hombre transcurren en un hábitat, en una parte de la naturaleza, con la particularidad de que entre esta parte y el ser humano existe influencia reciproca. Al consumir de manera intensa, valiéndose de medios técnicos cada vez más potentes, los recursos naturales, la humanidad mejoraba consecuentemente las condiciones del desarrollo de su civilización. Pero “conquistando” la naturaleza ha socavado en gran medida las bases naturales de su propia vida”. 1 Hoy nuevos espacios institucionales (redes comunicativas, centros de estudio, universidades públicas) producen (y rescatan) un conjunto de saberes y valores que, articulados con actores (movimientos sociales, gobiernos progresistas, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y poderes locales de izquierda , etc.) buscan configurar agendas teórico- prácticas alternativas a la hegemonía neoliberal. Recrean lenguajes, conceptos y enfoques de investigación que difieren de los característicos de un tipo de racionalidad moderna. Algunas de ellas- como la Ecología Política- discuten las limitaciones de las ciencias sociales y el modelo de desarrollo tradicionales presentándose (por separado o en interrelación) como alternativas críticas del sistema mundo capitalista y sus rasgos de economicismo, individualismo, racionalidad instrumental y colonialización cultural. Ante un conjunto de amenazas globales (degradación de ecosistemas, amenazas a la biodiversidad y civilización, 1 Marinko, G: “Que es la Revolución Científico- Técnica”, Editorial Progreso, Moscú, 1989, Pág. 217

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A modo de Introducción

La modernidad, al abrirse paso a través de las grandes revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII, llevo a la humanidad a traspasar los límites de lo considerado como posible. Su impronta se hizo sentir en el convulso siglo XX, para adquirir expresión concentrada en el fenómeno conocido como Revolución Científico Técnica (RCT). Dicha RCT implicaba para la humanidad una mejora en su calidad de vida, irrumpió deshaciendo las concepciones acostumbradas del mundo circundante; pero imbuida en este proceso olvido que su fuente principal de abastecimiento: la naturaleza, tenía una capacidad de respuesta limitada. “La vida y el desarrollo del hombre transcurren en un hábitat, en una parte de la naturaleza, con la particularidad de que entre esta parte y el ser humano existe influencia reciproca. Al consumir de manera intensa, valiéndose de medios técnicos cada vez más potentes, los recursos naturales, la humanidad mejoraba consecuentemente las condiciones del desarrollo de su civilización. Pero “conquistando” la naturaleza ha socavado en gran medida las bases naturales de su propia vida”.1

Hoy nuevos espacios institucionales (redes comunicativas, centros de estudio, universidades públicas) producen (y rescatan) un conjunto de saberes y valores que, articulados con actores (movimientos sociales, gobiernos progresistas, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y poderes locales de izquierda , etc.) buscan configurar agendas teórico- prácticas alternativas a la hegemonía neoliberal. Recrean lenguajes, conceptos y enfoques de investigación que difieren de los característicos de un tipo de racionalidad moderna. Algunas de ellas- como la Ecología Política- discuten las limitaciones de las ciencias sociales y el modelo de desarrollo tradicionales presentándose (por separado o en interrelación) como alternativas críticas del sistema mundo capitalista y sus rasgos de economicismo, individualismo, racionalidad instrumental y colonialización cultural. Ante un conjunto de amenazas globales (degradación de ecosistemas, amenazas a la biodiversidad y civilización, crisis de la democracia y orden social capitalistas) esos discursos intentan expandir el horizonte de posibles alternativas superadoras de los pensamientos únicos (del socialismo estatista o del Consenso de Washington), acompañando experiencias locales emancipadoras y articulándose en redes nacionales, regionales y mundiales insertadas en los procesos de los Foros Sociales. Si bien dentro de los Estados existen mecanismos encargados de salvaguardar el medio ambiente, y un sin número de Instrumentos Internacionales recogen la responsabilidad de estos para con el entorno, frecuentemente las exigencias de un modelo de desarrollo claramente insostenible, junto a los intereses económicos y mercantiles parecen relegar la prioridad de la protección ambiental. Conscientes de esa limitación se han desarrollado, con mayor significación en los últimos 15 o 20 años, un conjunto experiencias (Organizaciones no gubernamentales que realizan labor ambiental) que, al integrar instancias de participación ciudadana y promoción de educación y cultura ecológicas, impulsan una transformación en la cultura participativa de los sujetos (en tanto conjunto de ideales, conceptos, valores) como elemento de vital importancia teniendo en cuenta la necesidad que tienen los hombres de tener espacios para participar, reflexionar, actuar e involucrarse en los procesos que marcan su propio desarrollo y la necesidad de dotar a esos hombres de herramientas que le permitan asumir ante su realidad posiciones críticas y transformadoras. Sobre la Ecología Política

1 Marinko, G: “Que es la Revolución Científico- Técnica”, Editorial Progreso, Moscú, 1989, Pág. 217

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La relación hombre-naturaleza no siempre ha sido de subordinación de la naturaleza al hombre. En un primer momento esta relación estuvo caracterizada por la existencia de un sustancial equilibrio ecológico natural entre los primeros homínidos y su medio. El paso de la humanidad a la vida sedentaria y a la agricultura, es decir de la economía consumidora a la productora condujo a que el hombre adquiriera una conciencia básica de la separación entre él y la naturaleza. Enfrentado a un medio adverso, el hombre arrancó a la naturaleza el milagro de la producción de alimentos, desforestando bosques para cultivar. Sin embargo, el desequilibrio total no llegó hasta la era de la industrialización, no por el desarrollo de la investigación científica sino por la falta de una cultura global ambiental con la que conseguir una correcta relación entre industria, economía y medio ambiente. A partir de la década del 60 y en las décadas posteriores se fueron desarrollando un amplio y confuso conjunto de ideas alrededor del tema del ambiente y de su relación con las actividades y actitudes de la sociedad. Poco a poco estas ideas se corporizaron en un no menos confuso movimiento social y político que fue creciendo y expandiéndose tanto en ideas como en lugares, que tiene como resultado una gran cantidad de movimientos que lo único que tiene en común es su preocupación por las relaciones socio ambientales. Poco a poco, la toma de conciencia sobre los efectos perturbadores de la actividad humana y del progreso científico- técnico creció y se extendió. Esta inquietud llevó a un cierto número de observadores a intentar discernir mejor los mecanismos económicos y políticos generadores de desequilibrios ecológicos. Según Adames Mayorga2, el primer paso de acercamiento en la relación conflictiva y problemática entre ciencias naturales y sociales debe comenzar por comprender de qué manera lo social esta inmerso en los ecosistemas y que el acercamiento entre estas debe conllevar una reconceptualización de episteme y una revalorización de las directrices éticas. Podemos encontrar movimientos ecologistas que van desde los fuertemente antropocéntricos, basados en la superioridad natural del hombre con respecto a la naturaleza y su necesario destino de organizador y usuario de la misma, hasta los que buscan una posición egocéntrica, negándole al hombre algún derecho sobre la naturaleza y poniéndolo al mismo nivel que otros seres vivos. Nos encontramos frente a dos posiciones extremas que dan como resultado un ambientalismo “superficial”, de un lado, preocupado por los temas ambientales pero adoptando un apolítica de regulación del uso de los recursos y conservación de la naturaleza desde el punto de vista de su utilidad para el hombre. Del otro lado, aparece el ambientalismo “profundo” que utiliza la hipótesis de Gaia para proponer un hombre totalmente integrado a la naturaleza, alejado del uso de productos materiales innecesarios, viviendo en comunidades pequeñas, que respeta a todos los integrantes del ecosistema. La palabra ecología se remonta a las raíces griegas oikos (casa) y logie, relativo al método. Siguiendo a Alain Lipietz3, el término Ecología aparece en la segunda mitad del siglo XIX asociado a la biología. Es en su origen una disciplina científica que estudia la relación triangular entre los individuos de una especie, la actividad organizada de esta especie y su medio ambiente, que es a la vez condición y producto de esta actividad, condición de vida de esta especie. Aplicada al hombre la ecología se vuelve el 2 Adames Mayorga, Enoch “Del Saber Ambiental a la Ecología Política. Problemas y Perspectivas” en Publicación seriada Tareas No 114, mayo- agosto 2003. Cela, Panamá, República de Panamá3 Lipietz, Alain “La Ecología Política ¿remedio a la crisis de lo político?” en Ilé, Anuario de Ecología, Cultura y Sociedad No 2, año 2002. Fundación Antonio Núñez Jiménez De la Naturaleza y el Hombre y Fundación Heinrich Böll, La Habana, 2002.

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estudio de la relación entre la humanidad y su ambiente, o sea, la manera como la primera transforma al segundo y este permite a la primera sobrevivir. La ecología humana es entonces el análisis de la interacción compleja entre el medio ambiente (medio de vida de la humanidad) y el funcionamiento económico, social y político de las comunidades humanas. Al igual que otros movimientos de inspiración ecológica, la Ecología Política tiene como punto de partida el Club de Roma que expresa por vez primera que debía existir un límite al crecimiento económico. Desde una perspectiva más académica4 cabe señalar que los tópicos de la Ecología Política son muy diversos y pluridimensionales. En marcos generales podría hablarse de una Ecología Política General, con temas tales como las bases éticas de la sostenibilidad, las relaciones culturales del poder y la naturaleza/ artificialaza, la Ecología y la democracia, las relaciones de poder global, la dimensión ambiental de los partidos políticos versus los partidos verdes, entre otros. Por su parte la Ecología Política Especial se ocuparía de los recursos hídricos, energéticos, la biodiversidad, el mar, los bosques, las ciudades, los desechos, las infraestructuras, entre otros. La Ecología pasa de ciencia a Ecología Política haciendo un análisis crítico del funcionamiento general de las sociedades industriales avanzadas y cuestionando en qué medida nuestra organización social, la manera en que producimos, en que consumimos, en qué medida estos diversos factores modifican nuestro medio ambiente. Ella nos va a decir cuales son los efectos de nuestros comportamientos y practicas. En resumen, es un cuestionamiento de la modernidad y la cultura occidental. La Ecología Política constituye una suerte de enfoque crítico acerca de las relaciones de poder, de las decisiones políticas y de cómo estas inciden en los valores, servicios ambientales o en los ecosistemas. Según Pierre Foy5 tiene que ver con el “que hacer” político respecto a los valores ecosistémicos. La Ecología Política considera tres ejes fundamentales para su desarrollo, el individuo, la sociedad (considerándola como la colectividad de los individuos y sus normas) y el medio ambiente que hace posible la vida del individuo y la sociedad. Según Jean Zin6 a la Ecología Política se le plantean cuatro problemas fundamentales: su relación con el liberalismo y el mercado; la alternativa entre crecimiento y desarrollo; la relación con el tiempo y la reapropiación de este, y la necesaria democracia cognitiva a crear. El constructivismo ecologista pretende ser realista, integrado los límites biológicos y materiales en nuestra libertad de acción y rechazando el sacrificio del largo plazo ante los caprichos del momento. “Al crecimiento, puramente cuantitativo y mercantil, medido por un dudoso PIB, hay que oponer un desarrollo local y cualitativo que solo encuentra su sentido en consideración al un verdadero desarrollo humano”. ( Zin, 2002) Para Carrasco Aquino7, la Ecología Política es el presupuesto para replantear las formas de la producción, el consumo, y distribución de bienes y servicios que cierto

4 Foy V, Pierre, “Acerca de la Ecología Política” en Boletín IDEA- PUCP, Instituto de Estudios Ambientales- Pontificia Universidad Católica de Perú, Año 2, No 11, Lima, 2005. Documento electrónico en PDF.5 Ibidem. 6 Zin, Jean “Los actuales desafíos de la Ecología Política” publicado en Transversales Science Culture 1, nueva serie, primer semestre 2002. Documento electrónico en página Web de Iniciativa Socialista. 7 Carrasco Aquino, Roque Juan “La Ecología Política como respuesta al problema medioambiental”, ponencia en IX Coloquio Internacional de Geocrítica Los problemas del mundo actual, soluciones y alternativas desde la Geografía y las Ciencias Sociales, Porto Alegre, mayo- junio 2007 Universidade Federal do Rio Grande do Sul.

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sector de la sociedad produce, además de trazar nuevas formas y alternativas para comprender y concebir la naturaleza. Particularmente él identifica a la Ecología Política con tres elementos: 1) se ve azotada por las reacciones ofuscadas de los humanos; 2) existe una inconciencia ante el saqueo del planeta por el sistema industrial y; 3) la rápida degradación de los recursos elementales. (Robin, Jacques, 2002) Para Enrique Leff8, partiendo de una crítica radical de los fundamentos ontológicos y metafísicos de la epistemología moderna, a la Ecología Política le conciernen no solo los conflictos de distribución ecológica, sino el explorar con nueva luz las relaciones de poder que se entretejen entre los mundos de vida de las personas y el mundo globalizado. La Ecología Política construye su campo de estudio y de acción en el encuentro y a contracorriente de diversas disciplinas, pensamientos, éticas, comportamientos y movimientos sociales. Alli colindan, confluyen y se confunden las ramificaciones ambientales y ecológicas de nuevas disciplinas como: la economía ecológica, el derecho ambiental y la ética ecológica, entre otras. La Ecología Política se establece en ese espacio que es el del conflicto por la reapropiación de la naturaleza y de la cultura, allí donde la naturaleza y la cultura resisten a la homologación de valores y procesos (simbólicos, ecológicos, epistemológicos, políticos) inconmensurables y a ser absorbidos en términos de valores de mercado. Una Ecología Política bien situada se sustenta en una teoría correcta de las relaciones sociedad- naturaleza, o en la desconstrucción de la noción ideológico- científica- discursiva de la naturaleza, capaz de articular la sustancia ontológica de lo real del orden biofísico, con el orden simbólico que la significa, que la convierte en referente de una cosmovisión, de una teoría, de un discurso sobre el desarrollo sustentable. “La Ecología Política no solamente explora y actúa en el campo del poder que se establece dentro del conflicto de intereses por la apropiación de la naturaleza; a su vez hace necesario repensar la política desde una visión de las relaciones de la naturaleza, la cultura y la tecnología. Más que actuar en el espacio de una complejidad ambiental emergente, se inscribe en la búsqueda de un nuevo proyecto libertario para abolir toda relación jerárquica y toda forma de dominación. Más allá de estudiar los conflictos ambientales, está constituida por un conjunto de movimientos sociales y prácticas políticas que se manifiestan dentro de un proceso de emancipación. La Ecología Política se funda en un nuevo pensamiento y en una nueva ética: una ética política para renovar el sentido de la vida”. (Leff, PNUMA 2002) En el caso de América Latina, esta se alimenta de perspectivas provenientes de la filosofía, la epistemología la ética, la economía, la sociología, el derecho, la antropología y la geografía; se alimenta además de autores y movimientos sociales que, más allá del propósito de ecologizar el pensamiento y la acción, están confluyendo en la aren apolítica y en el estudio de las relaciones de poder que atraviesan el conocimiento, el saber, el ser y el hacer.

8 Leff, Enrique “La Ecología Política en América Latina. Un campo en construcción”. Texto elaborado y presentado en la reunión del Grupo de Trabajo de Ecología Política de CLACSO, celebrada en la ciudad de Panamá los días 17- 19 de marzo 2003. Publicado en Alimonda, Hector (comp) “Los Tormentos de la materia. Aportes para una Ecología Política Latinoamericana”, Colección Grupos de Trabajo, CLACSO, 2006.

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Según Hector Alimonda9, a la vez que sistematiza el pensamiento de autores como Lipietz, O`Connor10, y Leff, agrega que la Ecología Política debe traer implícita una reflexión sobre la democracia y sobre la justicia ambiental, como ampliación y complementación de los derechos humanos y de ciudadanía. “La centralidad de la política en las relaciones sociedad- naturaleza puede tener significativas consecuencias teóricas y prácticas, al permitir una articulación de perspectivas de diferentes problemas “sociales”, y la apertura de un espacio de interpelaciones horizontales y de enunciaciones plurales”. ( Alimonda, 2006) Lipietz11 plantea a la Ecología como la ciencia que estudia la relación triangular entre los individuos de una especie, la actividad organizada de esta especie y su medio ambiente, que es a la vez, condición y producto de esta actividad, y por tanto, condición de vida de esta especie. Aplicada al hombre, la ecología deviene el estudio de la relación de la humanidad con su medio ambiente; es decir, el modo en que la una transforma al otro y en que el segundo permite vivir a la primera. Es definida por este mismo autor como el análisis de la interacción compleja entre el medio ambiente (medio de vida de la humanidad) y el funcionamiento económico, social, y político de las comunidades humanas. La Ecología Política tiene su base conceptual e histórica en la toma de conciencia de los efectos perturbadores de la actividad humana y del progreso técnico. Esta se ha profundizado a continuación en un análisis crítico del funcionamiento general de las sociedades industriales avanzadas, análisis que da lugar a una reflexión paralela sobre los medios que hay que poner en acción para llegar a un modo distinto de desarrollo. Constituye una interrogante sobre la modernidad y es llevada a desarrollar un análisis crítico del funcionamiento de nuestras sociedades. Análisis que pone en tela de juicio cierto número de valores y de conceptos sobre los que reposa la cultura occidental. La Ecología Política considera que han sido rebasados ampliamente los límites de lo aceptable y que ha llegado la hora de una puesta en tela de juicio general de las prácticas, pero también de las representaciones. La Ecología Política revela problemas que ningún contrato social, que ningún pacto fundador entre individuos libres puede regular. Obliga a redefinir los valores que guiaran el proyecto de sociedad ecologista. Meschkat12 plantea que cualquier análisis ecológico serio lleva inevitablemente a la conclusión de que el desarrollo de las fuerzas productivas bajo relaciones de producción capitalistas, está socavando la base natural de la existencia humana y de la mayoría de los seres vivos de este planeta. El pensamiento ecológico puede fortalecer y profundizar la crítica al capitalismo como sistema que tiene la tendencia intrínseca a conducir al suicidio a la especie humana.

9 Alimonda, Hector Presentación en Alimonda, Hector (comp) “Los Tormentos de la materia. Aportes para una Ecología Política Latinoamericana”, Colección Grupos de Trabajo, CLACSO, 2006.10 O´Connor, James “¿Es posible un capitalismo sostenible? En Alimonda, Hector (comp) “Ecología Política Naturaleza, Sociedad y Utopía” CLACSO, Buenos Aires, 2003. 1011 Lipietz, Alain “La Ecología Política ¿remedio a la crisis de lo político?” en Ilé, Anuario de Ecología, Cultura y Sociedad No 2, año 2002. Fundación Antonio Núñez Jiménez De la Naturaleza y el Hombre y Fundación Heinrich Böll, La Habana, 2002.1112 Meschkat, Klaus “La problemática ecológica y las perspectivas de la izquieda” en Ilé, Anuario de Ecología, Cultura y Sociedad No 2, año 2002. Fundación Antonio Núñez Jiménez De la Naturaleza y el Hombre y Fundación Heinrich Böll, La Habana, 2002.

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Manuel Baquedano13, después de identificar tres grandes prácticas ambientales en América Latina, el conservacionismo, el ambientalismo y el ecologismo, define a este último como aquel en que se comienzan a ver los límites del reformismo, va más alla del medio ambiente, tiene una perspectiva económica, social, cultural y política y que impulsa otra forma de organizar la sociedad. Existen una gran variedad de ecosofías, desde la ecología profunda de Naess; el ecosocialismo de O`Connor, el ecoanarquismo o el ecofeminismo. La Ecología Profunda14 tiene como premisa una integración total de la persona en naturaleza. No esta por encima ni fuera de la naturaleza. Es un movimiento que cuestiona y presenta alternativas a las formas convencionales de pensamiento occidental moderno. Busca una transformación de valores y de organización social. Entre sus propuestas se encuentran postulados como: Ni la calidad, ni la existencia humana, ni el bienestar humano debiera de medirse basándose en la cantidad de productos; la economía debe subordinarse a criterios ecológico- éticos; una tendencia rápida hacia métodos suaves de generación de energía y de utilización de tecnología apropiadas y autonomía local y descentralización El ecosocialismo piensa que el capitalismo es un sistema inherentemente dañino tanto para la sociedad como para el medio ambiente. Según Michael Lowy15 “cuando el tema es ecología y socialismo, lo primero a considerar es hasta qué punto la razón capitalista está llevando a nuestro pequeño planeta, y a sus seres vivos, a una situación catastrófica desde el punto de vista del medio ambiente, de las condiciones de supervivencia de la vida humana y de la vida en general”. Los ecosocialistas son ambientalistas comprometidos pero se adhieren así mismo a una izquierda radical, anticapitalista, que no se satisface con las insuficientes reformas que no van a la raíz de los problemas actuales. Esta posición supone que el capitalismo es incapaz de resolver los problemas sociales y ecológicos que genera porque este nunca atentará contra su propia esencia productiva enajenante, siguiendo a Wallerstein “la puesta en práctica de medidas ecológicas significativas y seriamente llevadas a cabo podría ser el golpe de gracia a la viabilidad de la economía mundo capitalista”. La ética ecosocialista, es social, humanista, igualitaria, democrática y radical; va a las raíces y es revolucionaria; se propone un nuevo modelo de civilización. El ecologismo social atiende simultáneamente a las causas socioeconómicas del empobrecimiento de los países y a la interrelación existente entre la vieja rémora de la desigualdad social y los desequilibrios medioambientales que afectan a muchas regiones. Según Fernández Buey16, el ecologismo social sabe que, para avanzar hacia la naturaleza y armonizar las relaciones con ella, debemos atender a los problemas socioeconómicos. Postula una nueva teoría de las necesidades materiales y espirituales, teoría que es una crítica del industrialismo y del consumismo inducido y se muestra sensible y atenta con las formas de humanizar la naturaleza que han sido propias de las culturas campesinas tradicionales. La ecología política de la pobreza se caracteriza por cuatro rasgos: propone una rectificación radical del concepto de progreso; descarta el punto de vista euro céntrico;

13 Baquedano, Manuel “La Ecología Política en América Latina” en Ilé, Anuario de Ecología, Cultura y Sociedad No 2, año 2002. Fundación Antonio Núñez Jiménez De la Naturaleza y el Hombre y Fundación Heinrich Böll, La Habana, 2002.14 Término acuñado por Arne Naess15 Löwy, Michael “Ecología y socialismo” en pagina Web Fundación Andreu Nin, traducción Andrés Lund Medina. 16 Fernández Buey, Francisco “Ecología Política de la Pobreza”, Ediciones Simbióticas, 24 noviembre 2005. Documento electrónico.

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avanza hacia una reconsideración de la creencia laica basada en la asunción de la autocrítica de la ciencia contemporánea y en la crítica del complejo tecnocientífico que domina al mundo y; solicita un dialogo entre tradiciones de liberación o de emancipación en las distintas culturas históricas para avanzar hacia un nuevo humanismo, un humanismo atento a las diferencias culturales y respetuoso del medio ambiente. Como hemos visto, la Ecología Política es objeto de un sin numero de de definiciones que aparecen en una variada y profusa literatura. Autores como Paul Hawken17 brindan una visión peculiar de los problemas ecológicos en relación con el comercio, con la idea del tránsito a un sistema económico donde la conservación resulte eje central para el funcionamiento de la economía sin alterar la lógica capitalista. Los textos de Riechmann, Leff, O´Connor y Alimonda enriquecen la discusión sobre una ecología política latinoamericana, campo que definen en construcción, y que necesita el esclarecimiento conceptual, trabajos críticos que analizan las relaciones entre la naturaleza y la historia local considerando las formas en que los poderes dominantes en las diferentes épocas concibieron y ejecutaron sus estrategias de apropiación de la naturaleza. Textos de autores cubanos compilados por Carlos Delgado y Thalia Fung18 brindan un acercamiento a la realidad cubana y sus vínculos con la ecología. En ellos encontramos cuestionamientos sobre la posición de la educación en relación a los problemas ambientales y la inserción de los estudios ambientales en los diferentes planes de educación. Se trata el tema también vinculado con el establecimiento de políticas ambientales y el papel del personal científico en su conformación y el papel del derecho ambiental. La ecología aparece en numerosos textos vinculada a graves problemas de la salud humana relacionada con fenómenos de contaminación y calidad de las aguas, o en relación a la bioética. Otros materiales interesantes aparecen en la Selección de Lecturas Ecología y Sociedad de Célida Valdés Menocal19. Allí encontramos referencia a importantes documentos programáticos base de nuestra concepción medioambiental. Encontramos textos vinculados a la economía como el de Martínez Alier, destacado autor en esta materia. Encontramos un conjunto de reflexiones acerca de la ética ambiental y la relación ecología desarrollo sostenible, críticas y límites de este concepto tan llevado y traído desde su consagración. Aunque en menor escala también encontramos referencia a la política ambiental del estado cubano y la ley del Medio Ambiente. Cabrera Trimiño nos acerca a la necesidad de incorporar la dimensión ecológica a las concepciones del desarrollo y sus relaciones con fenómenos como la demografía. Coinciden casi todos los autores en que la Ecología Política es considerada una disciplina cuestionadora, crítica y que cuando se llega a un determinado nivel de poder hay que evitar que pierda ese carácter crítico, y no se transforme en una mera gobernabilidad o gobernanza ambiental. Una reflexión interesante apunta a que, desde la antigüedad se considera que el hombre es un zoo politikon, coo manifestación de esto, podemos decir que es también un hombre que razona, ya sea mal o bien, y toma decisiones políticas en torno a su ambiente, por consiguiente, el hombre es también un zoo eco politikon. Esto nos pone

17 Hawken, Paul “La Ecología del Comercio”, Publicaciones Acuario, Centro Felix Varela, La Habana 2003. 18 Nos referimos a Delgado y Fung (comp) “Estudios de Ecología y Sociedad”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1999 y que contiene artículos de autores como María del Carmen Espinoza, José Ramón Acosta Sariego entre otros. 19 Valdés Menocal, Célida (comp) “Ecología y Sociedad. Selección de Lecturas”, Editorial Félix Varela, La Habana, 2005.

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frente a la realidad de que todos tenemos de una u otra forma, un rol permanente en las decisiones y en el qué hacer que incide sobre el entorno. Resumiendo, la ecología política estará presente en los diversos niveles de actuación política de las personas y ciudadanos. Todos tenemos un rol y una responsabilidad político ambiental y en esa medida estamos haciendo y ejerciendo una suerte de ecología política. Otra conclusión importante nos acerca al “aclimatamiento” que ha sufrido el ambientalismo de origen europeo y norteamericano, en su adaptación a la realidad regional y la formación de una corriente puramente latinoamericana, y que tiene como centro la rápida conexión que los ambientalistas latinoamericanos realizan entre los problemas ecológicos y los del desarrollo. “El llamado ambientalismo latinoamericano tiene un sentido utopista que rechaza el paradigma del desarrollo actual, pero también las visiones postmodernas ambiguas e individualistas. El ambientalismo critica la ideología dominante del crecimiento económico como motor del progreso social, que no solo no ha aumentado la calidad de vida, sino que la ha reducido, y a costa de un gran deterioro ambiental (…) De esta manera, el subdesarrollo pasa a ser también un problema ambiental, y la pobreza actual expresa una larga historia donde la explotación del hombre está asociada a la depredación de la naturaleza”. (Gudynas, 1992: 106)

Participación, Medio Ambiente y ONG.

Retomando la idea ante expuesta de Hector Alimonda, cualquier estudio o análisis de Ecología Política debe traer implícita una reflexión sobre los derechos humanos y de ciudadanía, y cuyo contenido histórico y social lo de la discusión política en torno a la democracia y la justicia ambiental. La perspectiva actual del fenómeno ecológico nos convoca a encontrar una nueva propuesta ético, política y cultural que permita equilibrar la relación hombre-medio ambiente, toda vez que las sociedades humanas y cada persona en particular han desarrollado la capacidad de manipular el medio y los procesos medioambientales según un proyecto propio. Cada persona, por consiguiente, tiene la responsabilidad de hacer uso de esta conciencia con una finalidad de promoción o de destrucción de la calidad del medio ambiente en el que vive y actúa: allí radica el fundamento de la construcción de una nueva ética medioambiental y de la reflexión sobre la presencia humana en el escenario natural. Los Estados devienen en la modernidad sujetos de Derecho Internacional, con amplias prerrogativas sobre los territorios que ocupan y la población que los puebla. Pero este poder también conlleva una amplia gama de responsabilidades: deben, en beneficio de sus ciudadanos, promover el desarrollo económico, justicia social, protección ambiental, entre otros. En relación al medio ambiente, en la Declaración de la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, quedaron plasmados un conjunto de principios que implicaban un compromiso de los Estados donde sobresalen, entre otros, velar por que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daño al medio ambiente de otros estados o de zonas que estén fuera de los límites de la jurisdicción nacional; cooperar para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la tierra; reducir y eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas; promulgar leyes eficaces en materia ambiental; y facilitar y fomentar la participación del público en las cuestiones ambientales, poniendo a disposición de todos la información de que dispongan.

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Aunque formalmente estos principios sean reconocidos por todos, las políticas implementadas han dejado mucho que desear. En múltiples ocasiones los estados no han podido poner los intereses económicos y mercantiles por debajo del medio ambiente, y no han encontrado una solución aceptable, definitiva y razonable que inserte la participación ciudadana dentro de la agenda medioambiental estatal. Ante esta limitación del Estado, han emergido formas organizativas de la sociedad con un rol destacado -como las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)-, encuadradas dentro de la Sociedad Civil. Bajo la definición de ONG se agrupan una serie de realidades difícilmente enmarcables dentro de una definición. Un acercamiento desde la sociología las define como “(…) organizaciones de la sociedad civil (no vinculadas con el Estado) que carecen de ánimo de lucro, cuentan con una estructura legal y una infraestructura mínima y actúan como intermediario de los intereses de terceras personas”.20

En sentido general podemos apreciar una serie de características o rasgos esenciales de estas organizaciones:

Organizaciones no gubernamentales. Se encuentran estructuradas como asociaciones o fundaciones, con estatutos y

personalidad jurídica propia. Entidades sin ánimo de lucro. Se constituyen de forma voluntaria Se orientan hacia intereses públicos.

Las Organizaciones No Gubernamentales ambientalistas (ONG ambientalistas) constituyen la unión de individuos en organizaciones privadas, que no perciben remuneración alguna del gobierno, que realizan acciones de educación, denuncia, investigación, preservación, protección, desarrollo integral y aprovechamiento responsable de los recursos del medio ambiente. “Las ONG ambientalistas son grupos de individuos que se han constituido de manera formal para la consecución de ciertos objetivos de naturaleza social y que, sin embargo, no son parte integrante de un gobierno; en este caso objetivos que se vinculan a la protección del medio ambiente”.21 De lo anterior se colige que una definición de ONG ambientalistas tendrá como sustrato los elementos constitutivos del concepto general de ONG expuestos en el epígrafe anterior; el carácter ambientalista lo darían los fines y objetivos a los cuales se orientaría su esfera de actuación: el medio ambiente. Como en todo movimiento social, no podemos encontrar una fecha exacta de cuándo se inicia la participación de las ONG ambientalistas en la esferas políticas y sociales, nacionales e internacionales. Quizás la conciencia internacional sobre las terribles consecuencias de la expansión nuclear, los acontecimientos militares, la guerra química, biológica y bacteriológica fueron elementos que llamaran la atención de la sociedad civil. Proliferan las propuestas alternativas en términos de salud, convivencia comunitaria, del desarrollo y utilización de tecnologías apropiadas, de acciones políticas y de resistencia popular contracultural frente al mundo dominante que llevaron a una gama amplísima de responsabilidades sociales que nutrieron una incipiente conciencia ecológica- social. Antes de la Conferencia de Estocolmo22, las organizaciones ambientalistas jugaron sólo un papel limitado, de observadores, dentro de la Organización de Naciones Unidas. Esta conferencia marcó un cambio en las deliberaciones de la organización respecto al

20 Revilla Blanco, Marisa. “Las ONG y la política”, Editorial Istmo, Madrid, 2003, Pág. 921 Barba Pirez, Regina: “Participación de Organizaciones No Gubernamentales ambientalistas”, Unión de Grupos Ambientalistas, México, 1997, Pág. 222 Conferencia sobre Medio Humano, Estocolmo 1972.

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medio ambiente, así como la introducción de las ONG ambientalistas dentro del sistema de la misma. Muchas ONG ambientalistas empezaron a participar en los foros de medio ambiente celebrados por la ONU, como miembros con voz y voto de las delegaciones oficiales de los países participantes. La Conferencia de Estocolmo fue muy significativa para el ambientalismo internacional ya que las ONG tuvieron una asistencia sin precedentes: 134 organizaciones se involucraron en los procedimientos oficiales y en actividades no oficiales vinculadas con la Conferencia, reflejando su accionar la persistencia de las divisiones norte-sur y las debilidades de las organizaciones de los países en desarrollo, las cuales sólo fueron el 10% del total de las que participaron. Años después la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, en 1992, Eco-Río 92 o Cumbre de la Tierra, también fue importante para las actividades de las ONG dentro del sistema de Naciones Unidas. Comparada con Estocolmo, la Eco-Río vio un aumento en la participación de las ONG y también en su influencia ya que por lo menos 14 países tenían representantes de estas organizaciones en sus delegaciones nacionales. El Foro Global de Organizaciones No Gubernamentales reunió a unas 7,890 ONG de 165 países del mundo, durante todo el proceso de Cumbre de la Tierra y su culminación en 1992, marcó de igual manera un nuevo rumbo en las actividades de los grupos civiles participativos, al lograr medidas para mejorar y reforzar un conjunto de redes de enlace y coordinación. El logro principal de la reunión fue el haber conseguido la vinculación de las ONG regionales y mundiales; así como el establecimiento de una serie de tratados internacionales entre ellas y la coordinación de un sistema de redes de enlace e intercambio de información. Cinco años después de la Cumbre de la Tierra durante la evaluación de los compromisos contraídos en esta conferencia mundial se ha percibido en todo el mundo un relajamiento en la participación social de las ONG para incidir en las políticas ambientales y en el cuestionamiento de la globalización económica en los ámbitos internacional y nacional. Aunque, por otro lado, muchas organizaciones se han abocado a la capacitación y educación ambiental y a la promoción de proyectos productivos sustentables. Si la diversidad de organizaciones que han venido participando en los asuntos ambientales globales ha sido considerada como un logro importante de los diferentes foros antes mencionados, también ha resultado ser su debilidad. Las ONG tienen más problemas que las delegaciones oficiales en llegar a acuerdos sobre los convenios, los grupos llegan con diferentes agendas exponentes de las contradicciones norte- sur. Las ONG ambientalistas en los países subdesarrollados enfocan su energía primordialmente a las cuestiones locales o nacionales, combinan objetivos de desarrollo ambientales pero también se involucran en cuestiones globales mediante de su oposición a proyectos y políticas gubernamentales que amenazan los bosques tropicales, el cambio climático, y a la destrucción de la capa de ozono. Las organizaciones ambientalistas del Sur hacen énfasis en los cambios estructurales; critican, denuncian y proponen modificaciones a lo social, lo político y lo económico para lograr el aprovechamiento y manejo responsable de los recursos naturales, humanos y culturales. Las organizaciones ambientalistas del Norte priorizan una acción conservacionista de la naturaleza y una política de paliación de los efectos de la contaminación provocada por la industrialización, el desarrollo y el incremento del consumo. Promueven la generación de tecnologías apropiadas y descontaminantes. Aunque ambos polos promueven acciones encaminadas a la protección del medio ambiente, la divergencia fundamental se encuentra en que las ONG del Sur necesitan

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incluir en el debate internacional el problema del desarrollo, tema resuelto para los ambientalistas del Norte, quienes prefieren discutir sobre la conservación de especies. Hoy la discusión y el análisis de los grandes problemas globales se efectúan por Internet, reafirmando en los países no industrializados las diferencias entre las ONG del Norte y las del Sur y, peor aún, es el contagio que algunas organizaciones del sur tienen de esta forma de discutir, dejando a muchas de las ONG fuera del debate debido a las carencias en infraestructura y recursos. Los objetivos de las ONG se han redefinido porque han ido aglutinando a expertos de indudable capacidad técnica que le han aportado seriedad científica a su trabajo, garantizándole la credibilidad que presentan para el conjunto de la sociedad. Por otro lado, suelen encargarse “de allegar los fondos que no es fácil sustraer de los presupuestos estatales”23para estos temas. Aunque el papel de las ONG ambientalistas, en un primer momento, se orientó hacia la formación de una conciencia ambiental; hoy el desafío es distinto, no solo intentan que la sociedad tome conciencia de los problemas ambientales sino que se instituyen como parte activa en la búsqueda de soluciones. En ese sentido deviene actores colectivos que integran voluntades para participar en el desarrollo de agendas ambientales, y espacios de participación donde los individuos interaccionan, contribuyendo a su formación y fortalecimiento cívicos. La noción de participación es una de las más citadas en los últimos tiempos aunque en la mayoría de los casos con alcance y significados diferentes. Para referirse a la participación hay que remitirse a diferentes aristas que componen este fenómeno y que giran entorno a el derecho de los hombres a decidir cuestiones vitales de su vida, la posibilidad de todo ciudadano común de ejercer su cuota de poder, la defensa de los ideales de igualdad, justicia, identidad y autonomía, junto a la posibilidad de jugar un papel activo y creador. Cuando nos acercamos al tema, saltan a la vista un sin número de definiciones, tipologías y alcances que tratan de enmarcan las disímiles connotaciones a las que se hace alusión con la participación. Encontramos que algunos autores conciben la participación como sinónimo de información y ven en ella la capacidad de la población de sensibilizarse, apoyar y actuar sobre la base de decisiones acerca del desarrollo ya tomadas previamente por el gobierno. Es una invitación a las masas a colaborar y a brindar su apoyo para la ejecución del plan. Participar se convertiría en sinónimo de respuesta dinámica y efectiva. Otros autores la consideran como un proceso de intervención popular que alcanza su autenticidad en la toma de decisiones. Participar es tomar parte en la formulación, planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de estrategia y políticas que conducen a la integración social.24 Según esta forma de interpretar la participación se destaca el valor de la descentralización, la implementación de mecanismos para conocer necesidades y aspiraciones, y la elaboración de instrumentos de evaluación y planificación. Se encuentran concepciones que califican a la participación como un proceso de educación no formal para la liberación y concientización donde la labor del grupo juega un rol fundamental. Desde esta óptica, influenciada por los conceptos de Paulo Freire, se revierten las formas tradicionales de instrucción y se apoya en una pedagogía no directa en busca de la estimulación de una conciencia crítica. La participación se entiende como expresión y condición de una comunicación educativa, en la cual el

23 Fernández Bulté, Julio: “Las ONG ¿Fuerzas progresistas o enemigas de los pueblos?, artículo inédito.24 Ver Cao Tri en La Participación ¿solución o problema? De Cecilia Linares, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana, Juan Marinello1996

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quehacer activo y consciente de sus miembros, permitirá simultáneamente la transformación de las condiciones de vida y de su propio ser. En casi todos los discursos sobre participación se hace referencia directa a las oportunidades de tomar parte en los procesos de decisión y la ubican como variable para determinar el grado o nivel que poseen los procesos democráticos en una sociedad. Es sinónimo de ejercer el derecho a elegir a sus autoridades de forma libre, secreta e informada; es posibilidad de la población de dar opiniones, formular demandas y aportar alternativas de solución de manera democrática. Es también entendida como noción sustantiva de la política oficial de los gobiernos democráticos, por ejemplo, para muchos gobiernos de América Latina la participación aparece asociada, de forma regular, a programas destinados a la superación de la pobreza y al papel activo que debe jugar la sociedad civil. En este marco, la participación se vuelve solamente adhesión e integración a un plan ya diseñado, quedando la población no como protagonista, sino como destinatario de acciones u objeto de consulta. En las últimas décadas, los movimientos generacionales, ecologistas, feministas, étnicos, religiosos, defensores de los derechos humanos y de diversidad sexual, entre otros, recogen en sus discursos y acciones que cualquier intento de participación debe tener en su centro el control y redistribución del poder y la influencia en las decisiones. La participación, en este marco, es socialización del poder, posibilidad de que el sujeto popular adquiera autoridad de involucrarse, decidir, y controlar los problemas que afectan su vida, valorar alternativas de solución, evaluar éxitos o fracasos de las estrategias desplegadas y corregir los desbalances que puedan producirse25. La participación es también vinculada al fortalecimiento de la legitimidad, a la integración social y a la construcción de una ciudadanía activa, entendiendo al ciudadano no solo como el sujeto de derechos constitucionalmente garantizados sino como quien actúa de manera responsable e interviene en la reproducción de la convivencia social y en sus condicionantes.26

Participar es, en primer lugar, ser parte, se refiere a la magnitud e intensidad de la participación, un compromiso hacia lo que se pertenece y la asunción de derechos y deberes sobre ese algo; en segundo, tener parte, jugar algún papel o tener alguna función en ese todo del que uno se siente parte y, por último, tomar parte, decidir, tomar conciencia de que se puede y se debe incidir en el curso de los acontecimientos. En cada una de las esferas en que se desarrolla constituye una acción que tiene que ver con las necesidades y aspiraciones humanas y la capacidad del hombre de concienciar esas necesidades y buscarle solución, por ello el acto de participar no significa solamente tener parte en algo preconcebido, ser consultado sobre algo ya decidido, o estar presente en una actividad determinada, sino que participar significa intervenir desde la propia determinación y concientización de las necesidades hasta la valoración y selección de sus posibles soluciones. Abordar el tema de la participación en la gestión ambiental implica vincularnos, como antes se expuso, en las particulares relaciones que se establecen entre los Estados y la Sociedad Civil; en cuanto esta participación es el punto de inflexión y refuerzo de las políticas centradas en la ampliación de la ciudadanía.

25 Cecilia Linares “Las asociaciones como escenarios de participación de la sociedad cubana”. Centro de Investigación y desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2006. 26 “Nada cubano me es ajeno: notas sobre la condición ciudadana”, Armando Chaguaceda, Revista Temas, 50-51, abril-septiembre de 2007.

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Se trata del análisis de la siempre compleja y contradictoria institucionalización de prácticas participativas novedosas que pueden establecer rupturas con las dinámicas dominantes; y trabajar en función del fortalecimiento del espacio público. Una sociedad civil activa y organizada es un marco fundamental para la emergencia de nuevas formas de participación ciudadana que generen un cambio cualitativo en la percepción del entorno y fortalezca capacidades críticas y de intervención de los actores sociales. En este aspecto, la participación ciudadana en la gestión ambiental se encuadra dentro de un proceso de redefinición de lo público y lo privado, dentro de una perspectiva de distribución del poder entre sujetos generalmente excluidos.

Las ONG: espacios y agentes de la participación.

La relación existente entre las ONG y la participación se lleva a cabo a través de diferentes vías, que pueden desarrollarse a nivel macro social, o a nivel micro social. Las ONG pueden funcionar como espacios donde se desarrollan prácticas participativas o funcionar ellas mismas como actores que participan en la conformación de las políticas ambientales. Un medio de participación de las ONG es el desarrollo de programas y proyectos que contribuyan a la Educación Ambiental27, y de esta forma que los individuos se identifiquen con los problemas ambientales más allá de la incidencia directa o personal que puedan tener sobre ellos. Si bien el Estado tiene los mecanismos para llevar a cabo estrategias de Educación Ambiental, la marginación, desnutrición y la falta de educación son obstáculos que impiden su realización plena. Ello es resulta algo comprensible, pues los sectores marcados por estos problemas se encuentran más preocupados por sobrevivir que por educarse. Las ONG ambientalistas se ocupan también de la conservación y protección de las áreas protegidas y en la elaboración de planes de manejo de dichas áreas, entre los que se encuentran el fomento del Ecoturismo, los proyectos de Agricultura Orgánica, reforestación, capacitación del personal que labora en dichas áreas y la introducción de tecnologías alternativas. Realizan estudios e investigaciones científicas que les permiten participar en la planeación ambiental mediante sugerencias sobre el aprovechamiento y conservación de los recursos naturales como la promoción del uso de fuentes de energía renovables. Desempeñan además, un papel de mediación entre el individuo y el Estado. Ante los sistemas políticos modernos, los individuos pueden sentirse empequeñecidos e incapaces de hacerse escuchar. La oportunidad de constituirse en estas organizaciones los provee de un contexto para discutir asuntos públicos de toda clase y hacer escuchar sus voces con mayor claridad. Particularmente en el plano internacional, las ONG son activas participantes en foros, cumbres, reuniones y conferencias internacionales que brindan la posibilidad de garantizar el derecho de los ciudadanos y de sus

27 Dirigida hacia la solución de problemas concretos. Consiste en la toma de conciencia por parte de los ciudadanos de los problemas que los afectan de forma individual y colectiva. Esto es con el propósito de encontrar las causas comprender el origen de los problemas y determinar las posibles medidas para su solución y lograr un enfoque crítico con el objetivo de fomentar un análisis profundo que tenga en cuenta los diferentes factores que intervienen e influyen en una situación ambiental determinada, y por consiguiente estimular la creatividad de los involucrados para encontrar nuevas soluciones que se dirijan hacia la protección del medio ambiente.

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organizaciones a ser escuchados y a participar en la toma de decisiones de sus gobiernos. Se analizan como el catalizador para una autoorganización de la sociedad que proporcione prácticas alternativas, ponga en marcha acciones y posibilite la expansión de la esfera de acción de los ciudadanos en el desarrollo de nuevas formas de participación ciudadana .Las ONG ambientalistas difunden los derechos relacionados con el medio ambiente con el objetivo de que los ciudadanos puedan entenderlos y ejercitarlos de mejor manera, enfocadas en el fortalecimiento de las capacidades ciudadanas y un mejor conocimiento de las disposiciones jurídicas. También pueden realizar una fuerte labor de promoción de campañas y acciones públicas que propicien el cumplimiento de las leyes. Sus formas de manifestarse pueden ir desde la protesta callejera hasta el sutil lobby o cabildeo. En ocasiones pueden establecer alianzas con distintos sectores y organizaciones e integrarse sus redes internacionales. Promueven acciones de vigilancia y denuncia de cuestiones que atenten contra el medio ambiente funcionando como defensorías ambientales a la vez que abogan por la necesidad de creación de un ombudsman ambiental. Convocan a consultas públicas, debates y acciones masivas que sensibilizan a la opinión pública acerca de diferentes problemas ambientales convirtiéndose en verdaderos mecanismos de alerta temprana. Ayudan a implementar y controlar el cumplimiento de acuerdos internacionales, así como a organizar y participar en diferentes proyectos de ayuda y cooperación en casi todos los países del mundo, lo que se traduce en educación y capacitación de personas que contribuyen al desarrollo. Las ONG como entidades que promocionan y canalizan la participación ciudadana constituyen por sí mismas una esfera de influencia en la sociedad. Influencia básicamente encaminada a la promoción de valores tales como la libertad, la justicia, la solidaridad, la ayuda humanitaria o la protección del medio ambiente, entre otros. Desde un punto de vista positivo las ONG son ejemplo en actitudes como la colaboración voluntaria, la creación de las bases para la resolución de conflictos, las propuestas innovadoras y animadoras de los cambios económicos y sociales. Particularmente en el ámbito ambiental, las ONG ambientalistas participan en la transmisión y divulgación de valores sobre la protección del medio ambiente, el desarrollo sostenible, las prácticas comunitarias sustentables y la participación ciudadana como punto de partida y medio condicionante de los resultados a obtener en las más variadas prácticas sociales. Dentro de las ONG se desarrollan formas de participación ciudadana de los miembros, que expresan aspiraciones de autonomía frente a las instituciones estatales y su ideología, y amplían el repertorio de lo tradicionalmente político mediante nuevos espacios organizativos, demandas y proyectos participativos. La participación dentro de las ONG se centra en representación de intereses y demandas sociales, configurando agendas, con énfasis en otra forma de institucionalización, lo que las convierte en entes públicos no estatales. En su sistema de valores se reduce el papel de la confianza explicita (moral) típica de movimientos comunitarios y gana fuerza la implícita derivada de reglas y procedimientos. La participación dentro de las ONG posee un plano legal donde el reconocimiento de los objetivos queda acotado por reglas y se reconoce lo imprescindible de conservar una cierta relación entre legitimidad y legalidad. Desde la participación, las ONG aportan un aprendizaje ciudadano enfocado en los derechos y capacidades de individuos y colectivos. Entre los retos que enfrentan se encuentran el de preservar dosis claras de autonomía (siempre contextualizadas) o devenir mera entidad paraestatal administradora de servicios públicos, en aumentar la democraticidad interna o convertirse en una élite, en mantener la conexión estrecha entre miembros y beneficiarios, en encontrar y crear símbolos e identidades pro

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participativos, en subordinar los mecanismos de representación al proceso e ideal de participación.28

28 Las ONG y la política, Marisa Revilla Blanco (ed), Ediciones Istmo, Madrid, 2002.

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