Dos Princesas Sin Miedo

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bueno, este es un libro de fantasia, con dragones, grifos, elfos, hadas, magos, y princesas, pero no se guien por el principio, tiene un desenlace que no se podria imaginar...

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12 GAIL CARSON LEVINE

DOS PRINCESAS

SIN MIEDO

Titulo original: The two princesses of Bamarre Traduccin: Carlos Abreu 1 edicin: noviembre, 2003 1 reimpresin: julio, 2004 2001, Gail Carson Levine

2003, Ediciones B, S.A. en espaol para todo el mundo Bailen, 84 - 08009 Barcelona (Espaa) www.edicionesb.com Impreso en Espaa - Printed in Spain I SBN: 84-666-0334-4 Depsito legal: CO. 1.085-2004 Impreso por GRAFICROMO Polgono industrial Las Quemadas (Crdoba) Reservados todos los derechos. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

Para Joan Abelove, mi compaera en este fantstico y alocado viaje. Un milln de gracias.

1Desde una tierra yerma hasta un pas agreste, de monstruos siempre plagado, el joven Drualdo condujo a una cuadrilla de astrosos. En los brazos acunaba al pequeo y tierno Bruce, que llegara a ser rey, el primero de Bamarre.

As comienza Drualdo, poema pico sobre el hroe ms clebre de Bamarre. Nadie saba si las historias que refera eran verdaderas o si eran invencin de un trovador que vivi en tiempos lejanos. Ni siquiera sabamos si alguna vez haba existido un hombre llamado Drualdo. No importa. Representaba el ideal de Bamarre. Drualdo era fuerte y valiente. Adems, tena buen corazn y temperamento alegre. Luch contra los monstruos de Bamarre los ogros, grifos, espectros y dragones que an infestan nuestra tierra y ayud a su monarca a fundar nuestro reino. Por esos das Bamarre necesitaba un hroe, ms que nunca. Cada ao los monstruos mataban salvajemente a cientos de bamarros, y la Fiebre Gris segaba la vida de muchos ms. Yo no tena un espritu heroico. Lo que ms anhelaba mi corazn era disfrutar de paz y seguridad. El mundo era un lugar peligroso, impropio para personas como yo. Una vez, cuando tena cuatro aos y estaba jugando en el patio del castillo, una sombra pas sobre m. Me puse a chillar, convencida de que se trataba de un grifo o un dragn. Meryl, mi hermana, corri hacia m y me rode con sus brazos, que apenas conseguan abarcarme. Se ha ido, Addie me susurr. Ahora est muy lejos. Y me cant con voz suave una estrofa del Drualdo: Paso a paso la esperanza surge despus del valor. Arrastra todo peligro, fiando siempre en vencer.

Me tranquilic, arrullada por la voz de Meryl y su clido aliento en mi odo. Meryl era mi protectora, tan imprescindible para m como el aire y la comida. Nuestra madre, la reina Daria, haba sucumbido a la Fiebre Gris cuando yo contaba dos aos y Meryl tres. Padre rara vez visitaba nuestro aposento. Bella, nuestra aya, nos daba consejos morales y nos rea, mostrndonos de este modo su particular afecto. Meryl me comprenda, pese a que ramos tan distintas como la noche y el da. Ella era rubia, y yo de tez morena. Su cuerpo era pequeo y recio, una reserva de energa concentrada. Yo siempre fui alta para mi edad, adems de gil, y siempre tuve una energa nerviosa y vibrante. Meryl nunca se burlaba de mi timidez ni me tomaba el pelo por mi miedo a las araas. Cuando vea una, me quedaba paralizada de terror, imaginando que correteaba por mi piel, que se meta en mi boca y en mis orejas, que me pasaba por encima de los ojos abiertos. Sin embargo, ni una ni mil araas podan asustar a Meryl. Si se topaba con una, sencillamente la recoga y la sacaba del castillo, pues ni ella ni yo desebamos matarla. De nia, a Meryl le encantaba representar escenas del Drualdo o de alguna obra teatral inventada en la que salvaba el reino. Nuestros juegos comenzaban en el mejor elemento de nuestro aposento: un carruaje en miniatura. Yo me sentaba en su interior, y Meryl en el asiento del cochero. Arreaba los caballos de madera con el ltigo y nos ponamos en marcha. Viajbamos a los montes Eskern, morada de ogros y grifos, o al castillo de la reina de los elfos, que se alzaba a la orilla del ocano Hauno, o al desierto del oeste, donde los dragones tenan sus guaridas, o al bosque de Mul, poblado de espectros. Ella me salvaba de dragones que escupan fuego y de ogros hambrientos. Cuando me tocaba el turno, pegaba un alarido de terror que no era del todo fingido, pero cuando poda me quedaba quieta para contemplar su interpretacin; eso era lo que ms me gustaba. Su juego preferido era la aventura de la Fiebre Gris. Curiosamente, esto no me asustaba. La Fiebre Gris no era un monstruo ni una araa de aspecto escalofriante. Era invisible. Si llegara a contraerla, estara en algn sitio dentro de m, y aunque en el mundo exterior abundaban los peligros, conoca bien mi interior. Tena la seguridad de que podra expulsar a cualquier intruso. En el juego, yo siempre encarnaba a la vctima de la Fiebre Gris. Durante la primera fase de la enfermedad, la de la debilidad, intentaba levantar a mi mueca Prudence, pero la encontraba demasiado pesada. La acariciaba con tristeza y echaba a andar hacia el rado sof de nuestro cuarto, debilitndome progresivamente al caminar. Daba unos pasos, caa de rodillas y me pona a gatear. Me arrastraba hasta el divn pero no consegua reunir fuerzas suficientes para subirme a l. Me dorma all mismo, en el suelo. Unos instantes despus abra los ojos y me levantaba, consumida por la fiebre. Corra hasta la chimenea para frotarme las mejillas con ceniza, pues el rostro de los enfermos siempre se tornaba gris cuando el fin se aproximaba. Me pona a tiritar e intentaba castaetear los dientes. Siempre me senta ridcula y deseaba que Meryl representase el papel de enferma para m, pues era una actriz nata.

Sin embargo, ella estaba demasiado ocupada luchando contra monstruos, consultando a brujos, escalando montaas y navegando por mares tempestuosos. Mientras me estremeca, la observaba de reojo, pues no quera empezar a morirme hasta que ella estuviese lista para rescatarme. Cuando ella triunfaba y hallaba la cura, yo me desplomaba en el suelo. Entonces ella corra hacia m, sosteniendo el remedio con ambas manos. Unas veces era un elixir en un cliz de oro; otras era la pluma de un grifo, el diente de un dragn o incluso una simple piedra negra. Se arrodillaba junto a m y susurraba: Lo he encontrado, doncella. Viviris. Me curaba y, acto seguido, me levantaba de un salto. Corretebamos por nuestro aposento, brincbamos alrededor del carruaje, aporrebamos la armadura de adorno y bailbamos de la mano en torno a la pequea rueca. Un da le pregunt a Meryl si crea que algn da se encontrara verdaderamente un remedio. Yo contaba nueve aos entonces, y Meryl diez. Claro que lo encontrarn. No has odo la historia del rey Wilardo y el espectro? Sacud la cabeza, y ella me gui hasta el trono que tenamos en nuestro aposento (una silla dorada). A continuacin retrocedi para dirigirse a una muchedumbre imaginaria. Fieles sbditos, hermana menor, escuchad con atencin el relato del rey Wilardo y el espectro. Su voz se hizo ms grave al pronunciar la palabra espectro. El rey Wilardo fue el monarca ms valeroso en la larga historia de Bamarre. Y aadi, en tono desdeoso: Mucho ms valeroso que padre. El rey Wilardo... Era tan valeroso como Drualdo? Osas interrumpirme? me pregunt mi hermana con el ceo fruncido. Solt una risita. Drualdo nunca rein en Bamarre explic. Era ms valeroso que nadie, pero el rey Wilardo lo era casi tanto como l. Y ahora, proseguir, si no tienes ms preguntas fastidiosas que hacerme. Solt otra risita. El rey Wilardo haba salido solo de caza cuando top con el espectro. El artero monstruo adopt la apariencia de un escudero y le implor que acudiese en socorro de su seor, que se hallaba rodeado por una cuadrilla de ogros. Sent un escalofro al imaginarme a aquel joven que en realidad no lo era. Al rey le hirvi la sangre al or aquello continu Meryl, y arda en deseos de rescatar a su sbdito fiel. En pie, mozo le indic, partamos enseguida. Ms cuando el escudero espectral se hubo levantado, la aguda vista del rey se pos en las huellas de monstruo que dejaba el chico. No eres un escudero rugi el rey Wilardo, sino un espectro vil, y te he descubierto. Ahora debes contestar a mi pregunta con la verdad. El rey orden al espectro que le revelase cul era el remedio contra la Fiebre Gris. El espectro, incapaz de mentir, hubo de confesar que no lo saba. Como el rey Wilardo an tena derecho a una respuesta, le pregunt si algn da se encontrara una cura. Vuestros ojos no lo vern, oh poderoso rey dijo el espectro con sorna. No te he

preguntado por mis ojos, monstruo atron el Rey. Te he preguntado por Bamarre. Se liberar algn da mi reino de esta pestilencia? Encontrar alguien un remedio? S asinti el espectro. Alguien encontrar el remedio, pero... la criatura se ech a rer no hasta que los cobardes cobren valor y la lluvia caiga sobre todo el reino de Bamarre. El espectro se desvaneci, pero permaneci el eco de sus risotadas. Me estremec de nuevo. Y por ello sabemos que un da se encontrar un remedio. Todo gracias al valiente rey Wilardo. Meryl hizo una reverencia. Le aplaud y descend del trono. Nunca te marchars en busca de ese remedio, verdad? le pregunt. Partir en cuanto sea lo bastante fuerte para montar sobre un corcel y empuar una espada. De modo que se marchara para no volver nunca ms! Caera en las garras de un monstruo. Meryl adopt una pose heroica, con las piernas separadas, blandiendo una espada imaginaria. Encontrar ese remedio, y los caballeros acudirn en masa a mi lado. Acabaremos con los monstruos y salvaremos el reino de Bamarre. Entonces volver a casa. No, no volvera. Estara muerta. De todas formas, me cuid mucho de decrselo. En lugar de eso, le pregunt: Y qu har yo mientras t ests lejos? Vaya pregunta! Baj su espada imaginaria y sonri. Sers la esposa de un apuesto prncipe y la madre de una princesita que estar aprendiendo a hacer bordados tan hermosos como los que haces t. Y si el prncipe an no ha llegado para entonces inquir sin devolverle la sonrisa o si no le gusto y l se va? Entonces vendrs conmigo. Ni hablar. Me dara mucho miedo, ya lo sabes. Vamos, Addie! suspir mi hermana con exasperacin. Pongamos que te digo que no me ir a ningn sitio hasta que ests felizmente casada. Te parece bien eso? Lo juras? Juro que me quedar en el castillo de Bamarre dijo, apoyndose en una rodilla hasta que la princesa Adelina se haya casado con su amor verdadero. Que mi espada se vuelva contra m si quebranto este juramento. Gracias. Me dej caer sobre el suelo, experimentando un enorme alivio. Faltaban muchos, muchos aos para mi boda. Se tumb junto a m y permanecimos tendidas un rato, contemplando el techo de madera.

Si alguna vez pillo la Fiebre Gris no morir, aunque no hayas encontrado el remedio todava le asegur a mi hermana. Meryl rod sobre un costado para mirarme. Porqu no? Porque no me rendira a ella. Cuando la enfermedad me produjera cansancio, fingira que no estoy cansada. Cuando me diera sueo, permanecera despierta. Si a pesar de todo tuviese calentura, correra de un lado a otro para entrar en calor. Si me niego a obedecer las rdenes de la Fiebre Gris, lograr ahuyentarla. Yo hara una gran hazaa afirm Meryl ponindose en pie con presteza, como escalar un monte o capturar un ogro. Me levant tambin y me sent en el divn. No s por qu se mueren. Yo tampoco s por qu la gente se muere dijo ella, sentndose tambin, excepto cuando los achicharra un dragn o un valiente caballero los ensarta con una espada. Reflexion por un momento y se encogi de hombros. Sabes? Yo encontrar ese remedio. Asent con la cabeza. Pero aunque caiga enferma antes de eso, no sucumbir a la muerte.

2Cuando yo tena doce aos, Trina, mi doncella, contrajo la Fiebre Gris. Era la primera vez que yo vea de cerca a alguien aquejado de esa enfermedad. Cada ao moran algunos moradores del castillo, pero yo apenas los conoca. Antes de caer enferma, Trina arrancaba las mantas de mi cama por la maana y las sacuda con fuerza. Era una mujer gruona, de rasgos angulosos y gestos enrgicos. Sin embargo, un da, amaneci sin fuerzas. Se llev mis mantas, movindose como si nadase en almbar. Ms tarde, Bella, nuestra aya, a cuyos odos haban llegado los rumores que corran por el castillo, nos cont a Meryl y a m que varios elfos enfermeros cuidaban de Trina. Uno de ellos la haba visto en un pasillo y se haba lijado en su andar vacilante. Eso bast para que el elfo supiese lo que le ocurra. Yo no quera que Trina muriese. Haba sido mi doncella desde que tena tres aos. Las maanas no seran las mismas sin su mal humor. Le haba cobrado mucho cario, al igual que a la rutina establecida y a todos los elementos permanentes de mi vida. Yo crea saber cmo vencer la Fiebre Gris, as que deseaba salvarla. Cuando terminaron nuestras clases con Bella, le rogu a Meryl que me acompaase a la alcoba de Trina, en la torre oeste. Trina la escuchara, porque Meryl era ms persuasiva que yo. Iba a ejercitarme en el manejo de la espada protest Meryl con el entrecejo fruncido. T puedes convencer a Trina tan bien como yo. Sacud la cabeza. Ella no... Es lo mejor. Despus de todo, a ti te conoce ms. No obstante, al final accedi a venir conmigo. Milton, un elfo enfermero, teja sentado junto al lecho de Trina. Cuando llegamos, baj de la silla y se inclin sonrindonos. A continuacin se puso de puntillas para sentarse de nuevo. Era el elfo con quien ms tratbamos. Nos atenda cuando estbamos resfriadas o nos dola la garganta, desde que me alcanza la memoria. Salud, Trina! dijo Meryl cruzando la habitacin a grandes zancadas. Tom asiento en una silla prxima a la chimenea.

Yo observ a Trina desde la puerta. Tena el aspecto de siempre, aunque resultaba extrao verla en camisn. Se levant para hacer una reverencia, sin dar muestras de gran debilidad. Algunos languidecan rpidamente, en tanto que otros se mantenan relativamente fuertes durante meses. La segunda fase, la del sueo, siempre duraba nueve das, y la fiebre tres. Despus sobrevena la muerte. Esperaba que a Trina le quedasen meses para luchar contra la enfermedad. Vi las flores en la repisa de la chimenea. Eran anmonas, que, segn se crea, ofrecan paz a los moribundos. Trina se acost de nuevo. Me dirig hacia el asiento de la ventana, pero me qued paralizada. Una araa estaba trepando por una de las patas de la cama de Trina. Addie me ha contado que... dijo mi hermana. Meryl! chill, apuntando con el dedo. El corazn me lata con fuerza. Era de las peludas, las que ms me asustaban. Me habra echado a correr, pero tema que me persiguiese. Meryl se levant de un salto. Qu sucede? pregunt Trina, apoyndose en un codo. Ya la veo, Addie. No te preocupes, yo me ocupar de ella. Meryl se acerc a la cama a toda prisa y empuj la araa sobre su mano izquierda. Con la derecha dio vueltas a la manivela para abrir la ventana batiente. Aunque no alcanzaba a ver qu haca, imagin que estaba colocando la araa en la pared del castillo. Ya est. Qu era eso? inquiri Trina con suspicacia. Addie me ha contado que no te encuentras bien dijo Meryl sin responder a su pregunta. Era una araa, verdad, princesa Adelina? pregunt Trina, directamente. Todos saben que vos les tenis miedo, con perdn. mirndome

Se me encendi el rostro mientras atravesaba el cuarto y me acomodaba en el asiento de la ventana. Seguro que todos me consideraban ms cobarde an que mi padre. Me volv hacia Milton, que teja plcidamente y no alz la vista. No haba ninguna araa dijo Meryl. Es slo un juego que nos hemos inventado la princesa Addie y yo. Era una araa asegur Trina, recostando la cabeza sobre la almohada. Qu enfermedad tienes, Trina? inquiri Meryl. Te lo ha mencionado Milton? Muy astuta. Yo jams habra logrado abordar el tema tan rpidamente, y era todo un detalle que se lo preguntara a ella y no al propio Milton. Dice que tengo la Fiebre Gris, alteza, pero se equivoca. De ser as, me sentira peor, no? Supongo que s. En ese caso no necesitas saber lo que la princesa Addie y yo hemos venido a decirte. Decirme qu, con perdn?

Que la princesa Addie sabe cmo vencer la Fiebre Gris. Ya os lo he dicho, no tengo la Fiebre Gris. Maana estar mejor. Puedes estar mejor ahora si sigues el plan de la princesa Addie. No tengo la Fiebre Gris repiti Trina, ponindose de cara a la pared. Meryl adopt la misma expresin que apareca en su rostro cuando Veneno, su caballo, se plantaba. En esas ocasiones recurra a las espuelas y al restallido del ltigo. En el caso de Trina, no le qued otro remedio que decir: Te ordeno que escuches el plan de la princesa Addie. Trina se limit a cambiar de posicin la cabeza sobre la almohada. Esta almohada es demasiado dura se quej. Debera tener una mejor, porque estoy enferma Te conseguir una mejor se ofreci Milton, ponindose en pie. Yo tambin me voy anunci Meryl, levantndose de golpe. Yo me quedar un rato ms dije. Meryl me haba defraudado. Por otro lado, Trina no era su doncella, as que no le corresponda a Meryl salvarla. Cuando se marcharon, me pas a la silla de Milton y la arrim a la cama. Intent pensar en las palabras adecuadas. No esperis que os entretenga, alteza. No repliqu, sorprendida. No esperaba eso. Se me ocurri una idea. Anoche so con mi madre. La vieja reina dijo Trina, sin volverse hacia m y sin demostrar inters. As es. Me inclin hacia delante. Sabes qu me dijo? No respondi. Dijo que echa de menos estar viva. Ser reina, eso es lo que echa de menos, alteza, con perdn. Y sabes qu ms dijo? No respondi. Dijo que se habra recuperado si hubiese luchado. Dijo: Addie, la Fiebre Gris estaba ah dentro, en mi pecho. Si la hubiese buscado, la habra encontrado. Trina se dio la vuelta y me mir. Yo prosegu, animada: Dijo: Podra haberla expulsado de m. Trina se humedeci los labios para seguir hablando. Yo aguard, ansiosa. Sois bonita dijo. Siempre me lo habis parecido. Frente amplia y lisa, ojos

hermosos. Huesos finos. Sois bonita. Gracias. Acaso no haba odo una palabra de lo que le haba dicho? Deberais llevar ropa de colores ms brillantes, con perdn. Asent con la cabeza. Me encantaba ver colores vivos en mis bordados y en la vestimenta de otras personas, pero no en la ma. Me concentr de nuevo en salvar a Trina. Mi madre habra querido seguir reinando a pesar de la enfermedad. Quiz tuve ese sueo para poder decirte que hicieras lo que la reina Daria quera. Trina hizo un mohn. Seguir reinando? Por unos instantes me pregunt atnita si la Fiebre Gris confera sentido del humor a la gente. No contest con una sonrisa, t debes seguir haciendo lo que haces siempre. No dejes que la enfermedad te lo impida. Lo que queris es conservar a vuestra doncella, princesa Adelina, con perdn. Lo que quera era que no muriese! Y deseaba demostrarle que era posible vencer la Fiebre Gris. No, quiero ayudarte a que te recuperes. Milton entr portando dos almohadas. Alguien lo segua... Era Rhys, nuestro aprendiz de brujo. Me levant de un brinco. Mi silla sali disparada hacia atrs y se volc. Turbada, me agach para levantarla, pero Rhys se adelant. Tras recoger la silla, me hizo la zalema ms ceremoniosa que haba visto en mi vida. Correspond a su gesto con una reverencia, sintindome torpe. l haba llegado haca slo una semana. Lo haba visto en el saln de banquetes, pero Meryl y yo ramos todava demasiado pequeas para que nos presentaran. Milton coloc las almohadas nuevas bajo la cabeza de Trina. Mi seora Trina dijo el brujo, lamento mucho que ests enferma. Te ruego que me comuniques si hay algo que pueda hacer para que te sientas ms cmoda. No quiero pociones mgicas, con perdn, seor. Nada de pociones mgicas asegur Rhys con otra reverencia y sonri. La afabilidad de su sonrisa me tranquiliz un poco. Era alto, como la mayora de los brujos. Tena el rostro casi plano, con mejillas anchas y pmulos altos. Sus ojos, grandes y azules, bordeados por las pestaas blancas y espesas caractersticas de los brujos, resultaban cautivadores. Llevaba un atuendo alegre: un jubn decorado con brocado y bombachos de raso morado. El anterior aprendiz de brujo de padre vesta nicamente prendas de tonos oscuros. Yo haba llegado a creer que la ropa de colores apagados era la norma entre los hechiceros, del mismo modo que lo era para m. Estas almohadas tambin son duras.

Si te sientas erguida, no las necesitars dije. Si me haca caso, quiz conseguira que estuviese de pie durante un rato, y entonces se curara enseguida. No quiero sentarme erguida, con perdn. Era tan testaruda...! Milton le mull las almohadas. Entonces me asalt un pensamiento terrible. Tal vez se haba debilitado mucho despus de inclinarse ante Meryl y yo. Todava puedes incorporarte? pregunt. Claro que puedo, alteza. Y me lo demostr. Por fin haba encontrado el truco para hacerla obedecer! Incorporarse no cuesta nada dije, pero no creo que puedas ponerte de pie. Con perdn, princesa Adelina, no lograris engaarme dos veces. Se desplom de nuevo en la cama. No me apetece ponerme de pie. Sacudi los hombros y aadi: Tres almohadas duras no son mejores que una sola. Quiz pueda introducir alguna mejora intervino Rhys. Se volvi hacia Milton. Me permites? Adelante. Trina se incorpor de nuevo, con visible alarma en el semblante. No quiero una almohada mgica que explote o me saque volando de aqu en plena noche. Jams ofrecera una almohada semejante a nadie afirm el brujo con los ojos desorbitados. Acto seguido abri la ventana, sac de una bolsa que llevaba colgada al cinto una varita, y apunt con ella al cielo. Era una tarde nubosa. Un mechn blanco se desprendi de una nube y baj flotando hasta el castillo, acercndose a nosotros. Rhys abri la ventana batiente con la manivela y, con un gesto ampuloso, atrajo aquella voluta al interior. Haba una nube dentro de la alcoba, con nosotros! No dejes que me haga dao! chill Trina, llevndose las manos a la cara. Ayudndose de la varita, Rhys compact la nube y le dio forma de almohada. Esboc una sonrisa. Trina ech una ojeada entre sus dedos y Milton se levant para ver mejor. Los sueos siempre son dulces cuando uno tiene una nube por almohada. Rhys se acerc a la cama. chate hacia delante. Ests seguro de que no es peligrosa? Completamente seguro. Trina obedeci, y Rhys le coloc detrs la almohada de nube. Not que la tocaba con delicadeza. Ya est dijo. Ahora, recustate. La traspasar! protest ella. Apoy la espalda con cautela mientras fulminaba a

Rhys con la mirada. De pronto, su expresin de desconfianza se esfum. La verdad es que as estoy un poquito mejor. Ver para creer! exclam Milton. Me ech a rer y dije sin pensar: La almohada no se pondr a llover, verdad? Rhys prorrumpi en carcajadas. A llover! Nunca se me haba ocurrido. Lluvia de almohada. Neg con la cabeza, sin dejar de rer. No llover, y Trina tendr sueos maravillosos. Trina suspir profundamente y cerr los ojos. Creo que voy a echar un sueecito. Yo no quera que echara un sueecito. Quera que me escuchase, as que apel a Milton. Trina debera luchar contra la Fiebre Gris, verdad? No le hara dao intentarlo, pero ahora debe dormir. Maana no podr descansar mucho. Sin duda percibi el desconcierto en mi cara, pues aadi: Maana, uno de los carruajes de vuestro padre la llevar a casa con su familia. Remeti el borde de la manta bajo el colchn. Trina, reflexionars sobre las sugerencias de su alteza maana en el carruaje, verdad? Ella asinti con la cabeza, sin abrir los ojos. Algo es algo pens, pero me hubiera gustado introducirme en sus dulces sueos de nube para convencerla.

3Rhys sali de la habitacin conmigo y juntos enfilamos el corredor. Alteza, veo vuestros bellos bordados por doquier en el castillo. Me alegro enormemente de conocer a la artista. Gracias murmur. No son muy buenos. Al contrario, son excelentes. Not que me sonrojaba. No dije nada, y los dos guardamos silencio por unos instantes. Hacer almohadas de nubes es una de las primeras lecciones que aprenden los brujos dijo al cabo de un rato. Quera saber qu otras lecciones aprendan, pero no me atrev a preguntrselo, por timidez. Era un principiante, como todos nuestros brujos. Saban volar, por supuesto. Todos los brujos podan. Para completar su instruccin deban pasar cinco aos al servicio de un rey, ejecutando encantamientos menores, realizando sencillos trucos con el tiempo y la lluvia y manteniendo el castillo libre de ratas. Si era capaz de ahuyentar a las ratas... Lamento lo de vuestra doncella dijo Rhys, exhalando un suspiro. Supongo que es un poco absurdo ponerse triste por alguien que apenas conozco, pero los brujos no enfermamos, sabis? Nunca nos encontramos mal. Por eso la enfermedad me parece algo trgico. Aguard a que yo dijese algo. Eh... Qu interesante. Llegamos a las escaleras de piedra que descendan en espiral desde la torre hasta las plantas inferiores del castillo. Eran demasiado estrechas para que pudiramos bajar uno al lado del otro, y Rhys tom la delantera caballerosamente. Prosigui la conversacin, mirndome por encima de su hombro. S que es interesante. Es interesante lo diferentes que somos de otros seres... lo diferentes que somos de los humanos, y lo diferentes que son los humanos de los elfos, los elfos de los enanos y los enanos de los brujos. Es fascinante. Esboz una sonrisa y a continuacin frunci el entrecejo. Os asusta convertiros en vctima de la Fiebre Gris? Sacud la cabeza. Sois valiente, princesa Addie. Nadie hasta entonces me haba llamado valiente. Me hizo sentir extraa, como una impostora, como si Rhys me hubiese confundido con Meryl.

Crees que...? titube y luego dije de corrido: Podras librar el castillo de araas? Ahora ya no me considerara valiente. Se detuvo de pronto, y a punto estuve de chocar con l. Creo que puedo. Hizo una pausa y luego asinti vigorosamente con la cabeza. Por supuesto que puedo. Volvi todo el cuerpo hacia m. Lo har esta noche. Son unas bestezuelas desagradables, verdad? As que tampoco le gustaban a l! Se dio la vuelta y continu bajando las escaleras. Gracias dije sonrindole a su espalda. Se detuvo y se volvi de nuevo. De nada. Hizo una reverencia de lo ms teatral, a pesar del reducido espacio de la escalera. Correspond a su zalema y reanudamos el camino. Al cabo de unos pasos, dijo por encima de su hombro: Si contamos en aos de brujos, soy un poco mayor que vos, pero no mucho. Tengo setenta y ocho. Si fuese humano, tendra unos diecisiete. Diecisiete a los setenta y ocho! Cuntos aos vivan? Envidio a los nios humanos. Aprendis todo lo que os hace falta muy rpidamente. Nosotros podemos hablar e incluso volar cuando nacemos, pero, aparte de eso, aprendemos a un ritmo tan lento que resulta casi insoportable. Cuando llegamos al pie de las escaleras, se inclin de nuevo. Y ahora debo dejaros. Espero que volvamos a hablar pronto. Yo tambin lo esperaba!

Bella estaba haciendo ganchillo a solas en mis aposentos. Me puse a bordar, pero me costaba concentrarme. Mis pensamientos vagaban entre Trina, Rhys y las araas. Media hora despus, Meryl regres de su entrenamiento con la espada. Se qued de pie detrs de m, observando mi bordado. Me gusta! ri. Cmo se te ocurri? Por lo general bordaba escenas de la vida de Drualdo, pero en esta ocasin estaba trabajando en la imagen de una de las numerosas grgolas que adornaban el castillo de Bamarre. El resto de la fortaleza apareca al fondo, con sus muros coralinos, sus torres de tejado azul, sus estrechas ventanas superiores y sus arcos ojivales entre torres contrafuertes. En primer trmino, la grgola representaba la cabeza de un grifo de ojos fieros y desorbitados que sujetaba cruelmente un hueso en el pico. Junto a l se cerna un grifo de verdad, atnito, con el pico abierto de par en par. El monstruo autntico tena un aspecto mucho menos amenazador que su rplica en piedra. No s cmo se me ocurri respond, aunque lo cierto es que s lo saba. Me

haba imaginado aquella escena para reconfortarme, con la intencin de amansar por lo menos a un monstruo. Decid cambiar de tema. Ha sobrevivido alguien que haya pillado la Fiebre Gris ? le pregunt. De vez en cuando llegan a odos de vuestro padre noticias de curaciones contest Bella, pero siempre resulta que el enfermo no tena la Fiebre Gris. Crees que las hadas podran curar a Trina? inquir. No tengo idea. Bella! le reproch Meryl. Desde luego que las hadas pueden curar la Fiebre Gris. Lo pueden todo. Tom su grueso libro sobre batallas contra monstruos y se sent en la silla dorada que nos serva de trono. Haca cientos de aos que ningn humano avistaba un hada. Se crea que se haban retirado a su hogar, situado en la cima del invisible monte Ziriat. De vez en cuando todava visitaban a los elfos, los brujos y los enanos, pero nunca a los humanos. Todos coincidan en echarlas mucho de menos. Antiguamente tenamos hados padrinos y hadas madrinas. Conocan nuestras cualidades ms positivas mejor que nadie y nos infundan nimos cuando surga algn problema. Se hablaba de hadas en el Drualdo, y se contaba que el mismsimo hroe las haba visitado en el monte Ziriat, convirtindose en el primer humano en merecer tal honor. Algn da encontrar a las hadas y las convencer de que vuelvan con nosotros asegur Meryl. Si para entonces no he dado con el remedio, se lo pedir a ellas. Pas una pgina del libro. Addie... te gustara que las buscase ahora para que salven a Trina? El corazn me dio un vuelco. No! No quera que las buscase. No quera que se marchase a ningn sitio. Buscar hadas! estall Bella. Eres una princesa, no un caballero ni un soldado. Una princesa! Quieres que lo haga, Addie? No dije rpidamente. Creo que Trina se salvar sola. Ha prometido que tendr en cuenta mi mtodo. Y aad en voz baja: Adems, no puedes irte. An no me he casado. Tenemos un acuerdo.

4Esa noche, despus de la cena, volv a la alcoba de Trina, pero ella estaba durmiendo y Milton no me permiti despertarla. A la maana siguiente, antes de que me levantase, un carruaje se la llev del castillo de Bamarre. Pens mucho en ella durante las semanas siguientes. Me convenc de que deba de estar plantando cara a la Fiebre Gris. Quiz dudara un poco al principio, pero conforme se debilitase empezara a asustarse y entonces se pondra a luchar. La imaginaba esforzndose por ponerse en pie y andar, por salir al aire libre. La imaginaba disfrutando de su recobrada salud. Tambin pensaba mucho en Rhys. Haba cumplido su promesa, y ya no me haba encontrado con ms araas. Me senta agradecida cada vez que entraba sin vacilar en una habitacin o caminaba confiadamente por un pasillo. Le habl a Meryl de la erradicacin de las araas, y ella se alegr mucho por m, pero Rhys le interesaba poco porque no montaba a caballo ni portaba espada. Me preguntaba cmo habra realizado Rhys el milagro de las araas y el truco de la nube. Saba muy poco sobre brujos aunque, por supuesto, estaba al tanto de su espectacular nacimiento. Nacan cuando un rayo alcanzaba el mrmol, fenmeno muy poco frecuente. No tenan padres ni hermanos. Las personas lo bastante adineradas como para permitirse el mrmol dejaban una losa de este material a la intemperie durante las tormentas con la esperanza de presenciar un nacimiento. Padre siempre colocaba fuera nuestro trozo de mrmol, pero nunca tuvimos suerte. Cuando se produca un nacimiento, el rayo y el mrmol engendraban una llama que creca y se abra como una rosa, pero mucho ms deprisa. Dentro de la llama apareca el brujo, totalmente desarrollado, resplandeciente an, con su desnudez cubierta por una envoltura brillante. El recin nacido miraba en torno a s y luego diriga la vista a su interior. Al descubrir su naturaleza, un arrebato de jbilo lo haca salir disparado hacia el cielo tormentoso, entre una lluvia de chispas. La envoltura se le quemaba debido a la velocidad de su vuelo, pero un rescoldo de la llama que le haba dado vida ardera en su pecho hasta su muerte. Eso era todo lo que saba. Para aprender ms, fui a la biblioteca y consult la entrada sobre los magos en el Libro de los seres. Despus de la descripcin de su nacimiento, deca:

Esperanza de vida del brujo: Los brujos slo necesitan aire para vivir. Pueden comer y beber por placer, pero no les es necesario. Son incapaces de dormir. Aunque nunca se ponen enfermos, pueden morir por muchas de las causas por las que fallecen los humanos: por accidente, por asesinato o en una guerra. Sin embargo, si no media desastre alguno, su llama se extingue transcurridos quinientos aos, y mueren. Pasan sus primeros doscientos aos como aprendices, viviendo en el mundo exterior. Al final de ese perodo se convierten en oficiales y se retiran a su ciudadela, de donde rara vez vuelven a salir. Aspecto: Su rasgo ms caracterstico es la blancura de sus pestaas. Todos los brujos, tanto varones como hembras, ya sean jvenes o viejos, tienen cabello negro y ondulado. Los individuos de esta especie tienden a ser altos: la estatura media de un varn es de un metro con ochenta y siete centmetros. Todos poseen dedos largos y afilados, as como cuellos estilizados y grciles. Entre ellos no hay dos rostros iguales, pues presentan la misma variedad de rasgos que se aprecia en los seres humanos. Los brujos que no han alcanzado la madurez tienen el semblante franco y terso de la juventud. Temperamento y relaciones con los humanos: No puede decirse que los brujos sean buenos o malos. Ha habido algunos hroes y algunos villanos entre ellos, pero el carcter de la mayora, como en el caso de los seres humanos, se compone de una mezcla de cualidades y defectos.

Aunque por lo comn demuestran indiferencia hacia los humanos, algunos jvenes atraviesan una fase de intenso inters que siempre se extingue cuando termina su perodo de aprendizaje. Los brujos se casan en muy raras ocasiones, y nunca entre s. Se han celebrado unos cuantos matrimonios entre brujos y humanos, y varios nios han nacido como fruto de dichos enlaces.

El artculo finalizaba en este punto, as que cerr el libro de golpe. No explicaba toda la magia que los brujos eran capaces de hacer, qu conocimientos asimilaban en su etapa de aprendizaje, qu suceda en su ciudadela, ni siquiera cuntos brujos haba. Volv a hablar con Rhys, pero no a menudo. Padre lo enviaba con frecuencia a lugares remotos para que ayudase a los granjeros con el tiempo y lo mantuviese informado sobre los estragos causados por monstruos. Me top varas veces con Rhys en los corredores del castillo. Entonces, charlbamos, y en una ocasin me habl de una feria de Dettford donde un artista haba bailado una giga sobre la cabeza de diez aldeanos que rean tan fuerte que a duras penas se aguantaban de pie. En otro momento me describi un tapiz que haba en el castillo de un conde y que representaba el encuentro entre el rey Wilardo y el espectro que predijo el hallazgo de un remedio para la Fiebre Gris. Coment que el tapiz era casi tan primoroso como mis bordados. No obstante, nunca me buscaba. Donde lo vea con ms frecuencia era en el saln de banquetes, a la hora de la cena. Con su atuendo de pavo real, resultaba difcil pasarlo por alto.

Era muy diferente de m. Tena una actitud teatral. Sonrea con frecuencia, frunca el entrecejo con soltura y se rea con espontaneidad y desenfado, echando la cabeza hacia atrs y sacudiendo los hombros. En una ocasin lo vi volar. Me encontraba en mi asiento de ventana, haciendo un bosquejo. Era un da gris, y una tenue neblina haba descendido sobre el castillo. Rhys se hallaba en el patio con mi padre, conversando. Padre le ley algo del Libro de las verdades hogareas, de donde sacaba todos los refranes que citaba constantemente. A continuacin cerr el libro y alz la mano en seal de despedida. Rhys se elev sin esfuerzo, como el humo. Desde unos pocos metros de altura hizo una reverencia a padre y, acto seguido, se alej volando de espaldas. Como ya empezaba a conocerlo, sospech que intentaba lucirse. Me pregunt si sera consciente de que lo estaba mirando. Antes de conocer a Rhys, haba estado enamorada de Drualdo durante aos. Sola dormirme imaginando que me encontraba con l. En estas fantasas le desgranaba mi larga lista de miedos y l me reconfortaba y me narraba sus aventuras. Sin embargo, ahora me imaginaba encuentros con Rhys. A l no le revelaba mis miedos, pues quera que se llevase una buena impresin de m. En cambio le hablaba de mis bocetos y mis bordados, y l me contaba sus experiencias vividas en Bamarre. Siempre, en algn momento, me aseguraba que le encantaba hablar conmigo, y entonces yo me sonrojaba y balbuca que a m tambin me gustaba hablar con l. Nunca me haba encaprichado de alguien que estuviese vivo, de un ser de carne y hueso. No obstante, encapricharse de Rhys era tan insensato como encapricharse de un hroe legendario. Yo era todava una nia, y Rhys era un brujo. Cuando yo tena diecisis aos, mi padre empez a construir un ala nueva del castillo de Bamarre, y para ello a menudo requera los servicios de Rhys a fin de enderezar paredes y evitar que las piedras cayesen encima de los albailes. La ventana de la sala que haba sido nuestro cuarto de juegos daba a las obras. Siempre que tena tiempo, me sentaba all con mi bordado para observar. En una ocasin, Rhys me salud con la mano al verme. Una semana despus movi cielo y tierra para encontrarme (y para encontrar a Meryl y a Bella tambin). Se apost en el jardn, en el camino que tombamos en nuestros paseos de las tardes. Los lirios se hallaban en flor, y yo estaba pensando en hacer un bosquejo de ellos cuando enfilamos el sendero de los rosales. All estaba Rhys, sentado en un banco, con la cabeza echada hacia atrs, aspirando tan profundamente el aire perfumado que vi su pecho subir y bajar. Se levant de un salto, y not que Bella se pona rgida. Consideraba forasteros a los brujos y desconfiaba de ellos. Cuando nos acercamos, Rhys se inclin respetuosamente. Princesas, doa Bella... salud. Luca un jubn con rayas verdes y azules, y espuelas doradas en las botas. Las tres hicimos una reverencia. Si me permits, tengo unos presentes para vosotras. Recogi algo del banco: una espada en una vaina de plata. Se arrodill para entregrsela a Meryl. Tengo entendido que os gusta la esgrima, alteza.

Ella tom la espada y la desenvain. Es preciosa. La sostuvo de modo que yo pudiese verla. A que es magnfica? Lo era, pero no me gust. Ella no necesitaba una espada, por lo menos mientras yo siguiese soltera. Debi de notar algo en mi expresin, porque me toc el hombro y susurr: Deja de preocuparte, Addie. Acto seguido, se puso a practicar esgrima con un rosal. Tomad esto, rosas cobardes. Tomad esto. Simulaba golpes y estocadas, manejando la espada con soltura y movimientos tan elegantes como los de una bailarina. Meryl, las princesas no... comenz Bella. Has visto cmo refleja la luz del sol? Espada, te bautizo como Muerdesangre. As se llamaba el acero de Drualdo. Siempre he anhelado una espada, pero... Levant la vista hacia Rhys. Cmo lo has sabido? Me cuentan que os han visto ejercitndoos con una espada de madera respondi l con una sonrisa. Gracias. La guardar como un tesoro y har buen uso de ella. No hagas uso de ella!, pens. Tambin tengo algo para vos, doa Bella. Rhys se llev la mano a una bolsa que llevaba al cinto. No puedo aceptar... Su voz perdi firmeza cuando Rhys sac un objeto que yo jams haba visto. Meryl dej la esgrima y se acerc a mirar. Era del tamao de mi mano, de un blanco perlado con tonos rosados y azules; tena un extremo ancho y se adelgazaba hasta acabar en punta. Es...? pregunt Bella sin aliento. S, la escama de la cola de un dragn. Bella extendi la mano para cogerla. Tened cuidado, es muy puntiaguda. Mataste t al dragn? inquiri Meryl en un tono bajo y reverencial. Gracias, Rhys dijo Bella tomando la escama por el extremo ancho y haciendo una zalema. No respondi l, al tiempo que corresponda a la reverencia de Bella. No mat al dragn. La escama procede de la ciudadela de los brujos, donde guardamos muchos objetos maravillosos. Puedo tocarla? pregunt, esperando que tambin tuviese algo para m. Bella me la alarg. Resultaba tibia al tacto, y tan seca que pareca absorber la humedad de mi dedo.

Tiene algn poder? quiso saber Meryl. Bella abri la boca para contestar, pero Rhys se le adelant. Tiene mltiples usos, princesa Meryl. Si la sujetis en un da fro, os dar calor. Si la colocis sobre la repisa de la chimenea, los ratones y las ratas se mantendrn alejados del hogar. Si la hervs en una olla, obtendris un caldo sabroso, picante y ligeramente amargo. Si despus la sacis de la olla y la dejis secar, os servir como un excelente abrecartas. Se inclin una vez ms. Bella guard la escama en su bolsa de mano con sumo cuidado. Y lo mejor terci Meryl es que el dragn al que perteneca esa escama est muerto. Eso es lo mejor de todo. Y ech a andar hacia el castillo, embistiendo y dando estocadas al caminar. Nosotros la seguimos. Ten cuidado le advirti Bella, y se alej de mi lado a toda prisa en pos de Meryl. Rhys avanzaba junto a m. Tengo un obsequio para vos tambin, princesa Addie. Sacud la cabeza, avergonzada por haber deseado uno. Meti la mano en un bolsillo de su jubn y sac una bola lisa de madera no mucho ms grande que una cscara de nuez. Advert que una fina juntura la recorra por el medio. Esto es ms de lo que parece. Desenrosc la bola y la abri en dos mitades. Del interior salieron metros y metros de tela de color azul intenso, tan increblemente fina que caba en un recipiente tan pequeo. Me la pas para que la tocase. Era suave como el aliento de un gatito. Fijaos en eso seal. En una esquina de la tela estaba ensartada la aguja ms delgada que yo haba visto en mi vida. Alc la vista hacia l. Sonrea y, cuando nuestras miradas se encontraron, su sonrisa se ensanch. Pareca de lo ms satisfecho, como si yo le hubiese hecho un regalo a l. Enroll la tela en torno a su dedo y la guard de nuevo dentro de la bola de madera. Tomad. La cog, imaginando ya lo que bordara en ella. Una escena en un bosque iluminado por la Luna... Drualdo con un espectro... Gracias. No bastaba con eso. Intentar hacerla ms bella. Alargu el brazo y le acarici la mejilla. Al sentir el calor de su piel, retir la mano. Vamos, Addie me llam Bella. Debo irme. Corr a su encuentro, apenada por marcharme y aliviada por alejarme.

5En nuestra sala, les mostr el regalo a Meryl y Bella. Rhys me cae bien coment Meryl. Es el mejor brujo que ha tenido pap. A m tambin me cae bien murmur. Deberamos regalarle algo a cambio agreg. Es cuestin de elemental cortesa coincidi Bella. Escoger uno de mis paitos para l. Quiz le guste esa funda de cojn que termin la semana pasadadije, encantada . Creis que los brujos usan cojines? Qu podra darle yo? Sus puntadas ms bien semejaban nudos enmaraados. Podras recitarle algo suger. Sus recitaciones eran magistrales. Cuando declamaba en nuestra sala, los cojines del sof se mullan, las sillas enderezaban el respaldo y la mesa se haca un par de centmetros ms alta. Esa noche, Meryl abord a Rhys en el saln de banquetes. Acordaron que los tres nos veramos tres das despus, el jueves. Yo estaba deseando que llegara ese momento. Quera que Rhys y Meryl se conociesen mejor para que los tres fusemos amigos. El martes Bella no pudo impartirnos nuestra clase debido a uno de sus dolores de cabeza. Meryl aprovech la oportunidad y me convenci de que cabalgase con ella hasta el lago Orrinic. Rara vez me aventuraba ms all de los campos que circundaban el castillo de Bamarre, pero el lago se hallaba a tan slo ocho kilmetros, y ningn monstruo se haba acercado tanto. Tena muchas ganas de ir porque quera vistas nuevas para mis bordados, y el lago Orrinic baaba un terreno cubierto de pinos, al pie de un acantilado. Era un da soleado y caluroso. Tendimos una manta en la orilla. Me voy a explorar. Meryl apunt a una cueva del acantilado, blandiendo a Muerdesangre. Quiz los murcilagos sepan de esgrima. Cuando se hubo marchado, me puse a bosquejar un episodio del Drualdo. En mi dibujo el paladn se ergua encima de una roca que sobresala del lago Orrinic, lu-

chando contra una bandada de grifos. El aire estaba repleto de plumas, y Drualdo rea mientras peleaba. Uno de los grifos tena un ala herida y, sobre el ojo, un corte del que manaba sangre. A veces mis imgenes cruentas y brutales incomodaban a Meryl, pero a m no me afectaban. Presenciar una batalla autntica contra un monstruo me habra matado de miedo, pero esos combates pintados o bordados slo me proporcionaban placer. Mientras dibujaba me olvid de todo, pero al terminar empec a preocuparme por Meryl. Para entonces, ya deba haber salido de la cueva. Corr hasta la entrada y la llam. No obtuve ms respuesta que el eco de mi voz. Di unos pasos hacia el interior y alcanc a distinguir los huesos de una ardilla muerta que yacan en la sombra, a unos metros de distancia. Una galera se adentraba en la cueva. Esperaba que Meryl no se hubiese metido all a explorar. La llam a gritos de nuevo. El eco reson, desalentador. Retroced, dicindome que seguramente ella haba salido de all. Me encamin a toda prisa hacia el pinar, el nico sitio donde ella poda estar. Los rboles se erguan enormes; algunos eran ms altos que las almenas de nuestro castillo. Me qued en el borde del bosque, echando un vistazo hacia dentro y sintindome pequea como una peca. No vea nada que se moviese ni oa sonido alguno. El silencio me atemorizaba. Me pareca precario, como si estuviese conteniendo el aliento, esperando. Meryl est bien, me dije, y ech a andar de regreso hacia el lago, preguntndome si deba correr a casa y volver con guardias para buscarla en la cueva y en el bosque. Seora! Me volv. Un nio surgi de las sombras, a varios metros de m, entre los rboles. Seora! Corri hacia m e hizo una torpe reverencia. Deba de tener unos seis aos, llevaba unos pantalones desgarrados y una camisa sucia. Era un cro gracioso, con un rostro dulce y regordete. Su cabello se rizaba en tirabuzones ambarinos y estaba despeinado en la coronilla, como si se hubiese enganchado en unas zarzas. Me pregunt qu estara haciendo en el bosque. Quiz su padre era leador. Sois vos la otra princesa? La princesa...? Sacudi la cabeza. Lo he olvidado. Has visto a mi hermana? El corazn me lata con fuerza. Cmo os llamis? Me ha obligado a prometerle que... Soy la princesa Adelina, Addie. Y ahora, contstame. Se le formaron hoyuelos al sonrer. Me ha dicho que... Dime, est bien ? Asinti con la cabeza. Quiere que vengis. Ha encontrado algo. Dice que debis verlo. De qu se trata? Gracias a Dios que estaba bien. Se le formaron hoyuelos de nuevo al sonrer.

No debo decroslo. El bosque ya no me dio tanto miedo. Meryl jams habra enviado a alguien a buscarme si hubiese algn peligro. Me alegraba tanto de saber dnde estaba! El muchacho me tendi la mano, y la tom. Estaba hmeda y sorprendentemente fra, teniendo en cuenta el calor que haca. Comenz a hablar, conducindome resueltamente de la mano. Le sonre. Haba visto a Meryl haciendo algo, aunque no quiso especificar qu, y ella le haba pagado para que me encontrase. Abri la otra mano y me mostr una moneda de plata. Voy a comprar pan de jengibre. Avanzamos unos pasos hacia el interior del bosque. Las agujas de pino conformaban una suave alfombra bajo nuestros pies. Me detuve de golpe. All poda haber araas. El nio me mir con curiosidad. Meryl no me habra mandado llamar si all hubiese araas. Eso no se le olvidara. Est muy lejos? No mucho. Quizs a medio... Una piedra le golpe detrs de la oreja, y advert que sangraba. Los dos nos dimos la vuelta. Meryl corra en direccin a nosotros desde las cercanas de la cueva. Meryl! Pero si se hallaba en el bosque... cmo poda estar aqu? Se detena cada pocos pasos para recoger una piedra y lanzarla. Con la mano izquierda blanda a Muerdesangre. Un guijarro le dio al nio en la frente, que tambin empez a sangrar. El chico se puso a llorar. Meryl! Qu haces? Para! Con mi mano libre encontr mi pauelo y le resta la herida de la frente. Sultalo, Addie! Era slo un nio! Aun as, dej caer su mano. Meryl nos alcanz y apunt al nio con la espada. Sus gemidos se hicieron ms agudos. Yo deseaba abrazarlo y consolarlo. Qu estaba haciendo Meryl? Aljate de mi hermana! No te apoderars de ella! El nio dej de llorar y solt una risita malvola. Entonces cambi. Se volvi translcido. Poda ver los rboles a travs de su boca abierta y carcajeante. Un espectro! Recul, atnita. Empez a desvanecerse. Detente, monstruo! dijo Meryl. Te lo ordeno. La cara del espectro se materializ de nuevo, pero su cuerpo conserv su aspecto fantasmal, transparente. Me estremec. Tena un monstruo justo enfrente! Dime le exigi Meryl, cundo comenzarn mis aventuras? El espectro continu riendo, y entonces atisb su maldad.

Acabas de vivir tu primera aventura, as que ya han comenzado. Sin embargo, la prxima no ser como esperas. Solt una risotada ms fuerte y empez a disiparse de nuevo. Y cundo ocurrir eso? Slo una pregunta. Con una ltima y estentrea carcajada, desapareci del todo. Oh, Meryl! Me habra ido con l. Me habra perdido para siempre. Habra estado condenada a vagar hasta morir de hambre o de desesperacin. Cmo lo has sabido? Era demasiado hermoso, as que me puse a pensar en cmo habra llegado aqu. Cuando me acerqu, not que no dejaba huellas. Aunque estaba asustada, me entraron ganas de llorar por la desaparicin de un cro tan encantador. Me habra matado, pero yo estaba triste por haberlo perdido. Eso s que era poder. Temblaba sin parar. Lo ves, Addie? seal Meryl, acuclillndose. Ech una ojeada. El suelo que bordeaba el bosque era blando y hmedo. Haba unas cuantas pisadas mas y de Meryl, pero ni una sola del chico, del espectro. A qu supones que se refera con eso de mi prxima aventura? Sacud la cabeza sin dejar de temblar. Se refera a algo horrible, de eso estaba segura. Podra haberme dicho cundo gru Meryl. En realidad eso formaba parte de la misma pregunta. Ya sabes cundo susurr. Despus de mi boda. Entonces, en mi fuero interno, jur que jams me casara. Bamarre sera un lugar muy peligroso sin Meryl.

6Pas el resto del da temblando y con ganas de llorar. Menos mal que los espectros nunca entran en las casas, pues de lo contrario habra sospechado de cualquier elfo o sirviente que no conociese bien. No perda de vista a Meryl en ningn momento, y al anochecer ya estaba de mal humor conmigo. Nos encontrbamos en nuestra sala, y ella intentaba desarrollar una estrategia de batalla para una compaa de cuarenta caballeros contra una manada de siete ogros. Yo estaba acariciando distradamente la tela de Rhys, sobre mi regazo. Deja de preocuparte, Addie! No puedo concentrarme. No estoy haciendo nada. A cada rato te estremeces y luego me miras. El mero hecho de verla me tranquilizaba. Observaba su perfil, su mandbula cuadrada y firme, su nariz respingona. Estaba inclinada sobre nuestra mesita, marcando con el pie un ritmo sobre la alfombra trenzada. Junto al codo tena una lmpara de aceite, y alcanc a distinguir una mancha de tinta en sus nudillos y en la manga. Sus vestidos daban autnticos dolores de cabeza a las lavanderas. Tengo que resolver esto. Escucha, Addie. Levant la vista. Si el terreno es escabroso y los ogros arrojan piedras, qu deben hacer los caballeros para defenderse? Huir al galope? Saba que no deba preguntrtelo. Se inclin de nuevo sobre su cuaderno.

Para el jueves mis temores se haban mitigado, desplazados por la emocin de darle a Rhys su regalo. Lo nico que me preocupaba era que lloviese. Pero eso no sucedi, aunque estuvo nublado todo el da. Cuando llegamos al jardn, l ya se encontraba all. Escond el cojn detrs de la espalda para que no lo viese. Corri hacia nosotras e hizo una reverencia. Doa Bella, princesas, estoy tan... Tenemos regalos para ti, Rhys asegur Meryl con una reverencia.

No deseo... dijo l, retrocediendo un paso. Es posible que haya una ley que prohba rechazar un regalo real seal Meryl. Por favor, no discutis les rogu. Yo no... titube l, sorprendido. Luego hizo otra zalema. Ser un honor para m recibir vuestros regalos. T primero, Bella dijo Meryl. Nuestra aya entreg a Rhys su paito y se qued rgida, aguardando. Es tan intrincado... coment l, sosteniendo el paito en las manos abiertas. Bella sonri con petulancia. Lo guardar como oro en pao, doa Bella. Lo pleg con extremo cuidado y lo meti en la bolsa que llevaba al cinto. Yo le alargu mi obsequio. Nunca me haba sentido tan cohibida. Espero que te guste. Contempl el cojn. Es una escena del Drualdo, verdad? Se le ve mucho ms pequeo que los ogros, pero aun as se nota que va a vencerlos, por su postura, por la confianza que muestra. Alz la mirada. Cmo lo habis conseguido? Me encog de hombros, sin saber muy bien qu contestarle. Y la expresin de ese ogro! ri Rhys. Denota imbecilidad, ira y malicia al mismo tiempo. Sois una hechicera de la aguja y el hilo, princesa Addie. S, es mgico convino Meryl. Su alteza es una costurera consumada asever Bella con decoro. Los tres me sonrieron. Ahora le toca a Meryl dije, incmoda por acaparar toda la atencin. Aqu no repuso. Nos hallbamos en el sendero ms transitado del jardn. Vayamos al viejo patio. Asent con un gesto de la cabeza. All nadie nos molestara. Meryl encabez la marcha, hablando por encima del hombro. Voy a recitarte algo. Se me da muy bien. Es muy buena musit. El patio viejo estaba en la parte norte del castillo, rodeado de parras. Crecan hierbajos entre las baldosas agrietadas, y la fuente ya no borboteaba. El banco de madera, que haba estado pintado en otro tiempo, ahora era gris. Meryl se apost delante de la fuente. Rhys me indic con un gesto que me sentase en el banco. Bella tom asiento junto a m, y l permaneci de pie al otro lado. Perciba su presencia todo el tiempo mientras Meryl hablaba.

Os narrar la batalla de Drualdo con el dragn Yune. Primero se nos presenta el dragn y luego Drualdo, que ya ha aparecido previamente. Respir a fondo y comenz.

Aliento de fuego, dientes feroces, saliva volcnica, vientre mrbido bordeado de pas vivientes con veneno en la punta; alas correosas, piel cubierta de escamas, cola restallante. Paciente, implacable como la arena del desierto rido, este dragn, Yune, inflige la muerte con amargos bocados.

Meryl dominaba la entonacin y los gestos tradicionales de la declamacin bamarra. Su voz morda a la vez que los dientes del dragn y restallaba a la par que su cola. Era como si se transformase en el dragn. Al mencionar el vientre de Yune, incluso sac la barriga y se la frot. Ahora el poema habla de Drualdo:

Nada de escamas ni cola restallante, ni aliento de fuego. Slo un rostro fulgurante, faro de batalla, destello en los ojos al posarse en monstruos y tambin en nios. Slo un hombre riente, el hombre ms alto, Drualdo, el guerrero.

Volvemos al dragn:

El tesoro de Yune: huesos de hroes, rodos y blancos; huesos de doncellas, calcinados y negros; diademas de rubes; coronas con gemas; zapatillas de oro. El tesoro de Yune se yergue alto como una torre.

Y de nuevo a Drualdo:

El ejrcito que a Drualdo acompaa: Obstinado, el corcel. Sacasangre, la daga que Drualdo porta; Muerdesangre, la espada que Drualdo empua; sus robustas piernas, Puntal y Compaa. Sus poderosos brazos, Defensor el uno y Atacante el otro; el ejrcito que a Drualdo acompaa, vigor y acero.

Meryl estaba realizando una interpretacin fascinante. Nunca haba estado mejor. La introduccin se prolong unos minutos ms, seguida por el desafo de Drualdo y la rplica burlona de Yune. Hroe y monstruo se enfrentaban en el desierto que rodeaba la cueva de Yune.

Yune exhal un vapor caliente y espeso, acre como hil. La nube envolvi al ejrcito entero de Drualdo. Dentro de la nube trastabill Obstinado, presa de la asfixia. Con los cascos bata la humareda. Drualdo, el riente, oy rer a Yune. Y alz a Muerdesangre/ Con un blanco fulgor, la espada abri una abertura para el sol, un tnel hacia el aire puro e, inadvertido, hacia el dragn.

A mi lado, Bella mova los labios articulando en silencio las palabras que pronunciaba Meryl. Mir furtivamente a Rhys. Estaba inclinado hacia delante, prestando mucha atencin, asintiendo con la cabeza conforme Meryl hablaba. Ella prosigui con el poema. Drualdo se ocultaba tras la nube para meterse sigilosamente bajo el ala de Yune y asestarle una pualada en el vientre. Se enzarzaban en una larga lucha y ambos resultaban heridos. Entonces la balanza se inclinaba en contra de Drualdo. Derribado del caballo, un golpe le arrancaba a Muerdesangre de la mano. Antes de que pudiese recuperar la espada, las llamas de Yune la fundan.

Meryl palideci, y me pareci que se estremeca. Se est agotando, pens, sin entender muy bien por qu. Sin embargo, su voz permaneca firme, ms profunda y sonora que de costumbre. Drualdo saba que slo su ingenio lo salvara. Arranc a correr hacia el tesoro de Yune, con el fuego lamindole los talones, y se hundi en l. Yune se trag las llamas, pues no deseaba daar sus riquezas. Empez a revolver entre el montn de huesos y joyas con la pata, buscando a Drualdo.

En aquel tesoro mohoso y daino, la mano de Drualdo encontr la espada de Arkule, el hroe, muerto haca tiempo. Yune remova con las garras aquella pila putrefacta y apunto estuvo de sacar a Drualdo el ojo derecho. La zarpa hall en cambio el hombro abrasado. El dragn solt un alarido de triunfo: Ahora eres mo! Ests a mi merced y puedo quemarte, acabar contigo. Levant a Drualdo, que, mientras suba, directo a su muerte, hinc a Sacasangre en la piel de Yune y clav...

Meryl se interrumpi, jadeando y llevndose una mano a un costado. Bella y yo nos levantamos de golpe. Rhys avanz un paso hacia ella. Estoy bien asegur Meryl, alzando una mano.

... y clav la larga y antigua espada del difunto Arkule en el ptreo corazn del dragn.

As finaliz la declamacin. Meryl se dispuso a hacer una reverencia, se tambale y a punto estuvo de caerse. Recuper el equilibrio y complet su zalema. Acto seguido se irgui, sonriendo. Me pareci una sonrisa forzada, demasiado radiante para ser autntica. Rhys aplaudi con vehemencia, ostentosamente. Yo me puse de pie, dando palmas. Bella aplauda tambin, pero tena el ceo fruncido. Las dos sabamos que Meryl sola prolongar la recitacin hasta el final de las estrofas sobre el dragn que describan la

cada de Yune, cmo Drualdo se salva por muy poco de morir ahogado y el reencuentro con su caballo Obstinado. Siempre insista en que la batalla no terminaba debidamente hasta que se hubiesen atado todos los cabos. Magistral, maravilloso! Rhys no paraba de aplaudir. Jams haba odo una interpretacin tan buena. Gracias. Meryl se dej caer sobre el banco. La expresin de entusiasmo de Rhys se transform en un gesto de preocupacin. Debe de estar resfriada, me dije, sentndome junto a ella. Deberas irte a descansar a tus aposentos seal Bella. Hace tanto calor hoy... Ests agotada... No estoy cansada. Recitar siempre me infunde vigor, ya lo sabes. Sin embargo, no se levant. Por lo general, despus de declamar estaba en condiciones de trepar rboles altos. Ahora me toca a m entreteneros. Rhys an pareca inquieto. Se supone que los aprendices no debemos, pero... esboz una sonrisa de culpabilidad no puedo resistirme. Ocup el lugar de Meryl frente a la fuente. Esas nubes me servirn. Sac su varita dorada y la apunt hacia arriba... Al instante nos encontramos rodeados por una niebla tan densa que mis brazos se hundan en ella hasta los codos. No, no o decir a Rhys. Se disip la niebla, y una nubcilla compacta qued flotando sobre la fuente. Un trueno, ms tenue y agradable que los de las tormentas, brot de la nube. No iba acompaado de un relmpago, pero tena ritmo: tantarn, tantarn. La nube lata al comps de los truenos, como bailando. Se me escap una sonrisa. Meryl sonrea tambin, apoyada en mi hombro. Alc la vista hacia Bella, cuyo semblante permaneca impasible. No resultaba tan sencillo ganrsela. Rhys levant de nuevo la varita. Un mechn se desgaj de una nube y se cerni en el aire junto a su compaera retumbante. Rhys apunt con la varita a la segunda nube, que comenz a ondear como si soplase un viento intenso. Se oan las rfagas, primero alto, CHSSS, luego bajo, chsss, alto, CHSSS, bajo, chsss. Tantarn CHSSS, tantarn chsss, tantarn CHSSS. A continuacin Rhys dirigi el extremo de la varita hacia la nubecilla. sta empez a despedir gotas de lluvia que caan en las baldosas con un agudo martilleo metlico, un grave chapoteo hmedo y suaves golpes sordos que en conjunto producan una msica alegre, absurda, borbollante. Meryl y yo rompimos a rer, e incluso Bella sonrea. Me sorprend movindome al ritmo de las nubes, y Meryl agitaba el dedo como dirigindolas. Y entonces Rhys se puso a cantar, dndole un toque an ms absurdo a todo aquello, haciendo oscilar su voz por toda la escala, desde un agudo falsete hasta un

bajo profundo. Gracias por mis regalos cantaba. Gracias, princesa Meryl, por declamar; y gracias, doa Bella, por el paito; y gracias, princesa Addie, por el cojn. Gracias por ser mis nuevas amigas. Alz la varita y la msica alcanz un apotesico crescendo. Acto seguido, con un pase, envi las nubes de regreso hacia el cielo. Despus se inclin. Le dedicamos una ovacin, y yo aplaud hasta que me dolieron las manos. Esperaba que Meryl lo colmase de elogios, pero guard silencio. Ha sido encantador, verdad, Meryl? pregunt entonces. Ella asinti con la cabeza, sonriendo, y despus se puso en pie. Bella, estoy cansada, quisiera... Disclpanos, Rhys. Bella se puso en pie de un brinco y rode los hombros de Meryl con el brazo. Debe de estar constipndose. El descanso la curar. Gracias por el espectculo dijo Meryl. Se despidi con una reverencia y dio media vuelta para marcharse. Yo me volv tambin. Esperad, princesa Addie pidi Rhys. Podis quedaros un rato ms? Sonrojada, hice un gesto afirmativo con la cabeza, curiosa por saber qu me dira. Ellas se marcharon, pero l no dijo nada. Simplemente contemplamos cmo se alejaban en silencio. Cuando desaparecieron tras un sauce llorn, Rhys se volvi hacia m y me percat de que tena los ojos llorosos. Algunos de vosotros mueren tan jvenes... Dirigi la vista al cielo. He hablado de ello con Orne, mi maestro, pero l slo me ha dicho: Viven pocos aos. Es su destino. Rhys sacudi la cabeza. No tiene compasin. Vuestra hermana... Se interrumpi de nuevo. Oh, princesa Addie, detesto tener que deciros que... Qu? pregunt alzando la voz. Qu? Ha ocurrido hoy. Ayer no la tena. As es como sucede. La princesa Meryl... ha contrado la Fiebre Gris.

7

Meryl? re forzadamente. Pero si esta maana corra de sus aposentos al establo, y despus hemos cabalgado durante horas. He visto demasiados casos... Viva en una aldea... Meryl, la Fiebre Gris? Ni hablar. Meryl no poda... Es imposible repuse con serenidad. No la conoces. Meryl es la ltima persona del mundo que pillara la Fiebre Gris. Es muy fuerte. Se negara a contraerla. Sub el tono. Adems, qu sabes t? No eres un elfo. Ni siquiera eres... He visto a cientos de personas afectadas por esa enfermedad. Me tom de las manos, pero yo las apart. No est enferma, ya lo vers. Ech a correr hacia el castillo. No poda estar enferma. Encontrara a Milton, y l me dira que ella se encontraba bien. En la botica haba dos elfos que apenas conoca. O mencionar el nombre de Meryl, pero eso no significaba nada. Milton no estaba all. Gir sobre los talones y segu corriendo. Bella se hallaba en el pasillo, llorando junto a la entrada a la alcoba de Meryl. Pas por su lado a toda prisa y abr la puerta. Meryl, en camisn, estaba incorporada en la cama, con Muerdesangre sobre el regazo. Al verla sent que me quitaban un enorme peso de encima. Tena el aspecto de costumbre. Era la Meryl de siempre, con la nica diferencia de que estaba en cama a media tarde. Milton se encontraba colocando unas anmonas en un florero que descansaba sobre la mesita de noche. Anmonas, las flores de los moribundos! Me abalanc sobre l y se las arrebat de las manos. No las necesita! Me acerqu a una ventana, la abr con la manivela y arroj las flores al exterior. Milton dice que tengo la Fiebre Gris. Me volv y le en sus ojos desorbitados que estaba aterrada. Pero si Meryl nunca tena miedo...! Corr hacia ella. Milton se equivoca asegur, fulminndolo con la mirada. La ests asustando. A m no me asustaba. Meryl no estaba enferma. Milton alz la vista. Tena la expresin ms triste que yo haba visto en mi vida. Me

sent en la cama y abrac a Meryl con fuerza. Muerdesangre me pesa mucho, Addie. Le dio la vuelta sobre su regazo. No poda pesarle tanto! Ests cansada, eso es todo. Te duele algo? Neg con la cabeza. Cuando Milton me ha dicho que tengo la Fiebre Gris, tampoco lo he credo y he ido a buscar a Muerdesangre para demostrarle que se equivocaba. Quera ensearle cmo manejo la espada, pero apenas he podido bajarla de la repisa de la chimenea. Solt una risa ahogada. Cmo voy a matar monstruos y a salvar el reino si ni siquiera puedo levantar la espada? Matars monstruos asever. Matars a cien monstruos. Aunque sea verdad que tienes la Fiebre Gris, luchars y la vencers. Solt otra carcajada, entrecortada por un sollozo. No era yo quien tena que ponerse enferma. Yo era la que deba buscar el remedio, recuerdas? Si luchas contra la enfermedad y la vences, habrs encontrado la cura dije. Cmo poda estar tan enferma? Observ su rostro, mas no logr averiguar qu pensaba. Por lo general lo descubra, pero ahora no fui capaz. Era imposible que padeciese la Fiebre Gris. Una brisa clida entr por la ventana abierta, acompaada por los gritos de los hijos de los criados que jugaban en el jardn. Addie dijo Meryl, esta maana en el establo, antes de que bajaras, he sido muy severa con uno de los mozos de caballos. Slo estaba demorndose un poco. T ni siquiera lo habras reprendido. Si hubiese sido ms amable con l... Hizo una pausa y prosigui Si hubiese sido ms amable, crees que la Fiebre Gris me habra dejado en paz? Sacud la cabeza, sin habla. Al fin, logr decir: No es culpa tuya que ests enferma. No es culpa tuya repet, y adems no tienes la Fiebre Gris. Padre entr en la habitacin con Rhys, seguido por Bella. Yo hice una reverencia y Milton se inclin. Buenas tardes, padre salud Meryl. l se acerc a la cama con su habitual porte seorial y el semblante ms sereno que nunca. Eso indicaba sin duda que no era verdad. De lo contrario, habra corrido a verla, e incluso l se mostrara angustiado. Hija... Meryl. Se volvi hacia Milton. Ests seguro de que est enferma? S, majestad. Es la Fiebre Gris. Padre se sac un libro pequeo y desgastado del bolsillo de su manto. Era su fiel

compaa, su amado consejero. He consultado el Libro de las verdades hogareas. Lo abri por una pgina y ley: La gangrena no se erradica con paos calientes. En el pasado he enviado emisarios en busca de un remedio para la Fiebre Gris. El libro me dice que no basta con eso. Debo ir yo mismo. No daba crdito a mis odos. Padre jams se haba atrevido a alejarse del castillo de Bamarre. Hija... S, padre? Extendi la mano para tocarla, pero enseguida la retir. Adis. Partir por la maana. Vamos, Rhys. Ech a andar hacia la puerta. Rhys mir a Meryl y luego a m. Se inclin con respeto y sigui a padre. Tan pronto se cerr la puerta, Bella se acerc rpidamente a Meryl. Mtete bajo las mantas, o te enfriars! Intentaba tratar la Fiebre Gris como un constipado. Entonces se me humedecieron los ojos, y lo comprend. Meryl tena la Fiebre Gris. Sal corriendo de la alcoba. El torrente de lgrimas brot en el pasillo. Entr en mis aposentos la habitacin contigua y me dej caer sobre la cama, sollozando. Me vinieron a la mente miles de imgenes de Meryl: Meryl ejercitndose con la espada, Meryl galopando sobre Veneno, Meryl estudiando con atencin sus libros sobre estrategias de batalla, Meryl escuchando mis preocupaciones, Meryl consolndome, Meryl contndome cuentos, Meryl salvndome de un espectro. Meryl, la fuerte; Meryl, la arrogante; Meryl, la valiente. Meryl. Llor y llor, pero al cabo de un rato me contuve. Me tragu las lgrimas y me esforc por respirar despacio y profundamente. No iba a llorar por ella como si ya hubiese muerto, sobre todo porque no iba a morir. Se enfrentara a la Fiebre Gris y la vencera. O tal vez padre encontrara el remedio. Record la antigua profeca: la Fiebre Gris se curara cuando los cobardes cobrasen valor y la lluvia cayese sobre todo el reino de Bamarre. Por lo visto padre haba cobrado valor, as que quiz la segunda condicin se cumplira tambin. Haba esperanzas de que eso ocurriese: el cielo no se haba despejado desde la declamacin de Meryl. Tal vez se estuviesen formando nubarrones por todo el reino, y la lluvia slo fuese cuestin de tiempo. Adems, Meryl era tan alegre y fuerte... Por qu no iba a vencer a la Fiebre Gris? Me pregunt qu habra sido de Trina, aunque no importaba. A Trina no se la poda comparar con Meryl. Re con amargura. Durante aos haba vivido temerosa de que Meryl abandonase el castillo de Bamarre y muriese a manos de algn monstruo. Jams pens que pudiese morir sin salir de casa.

8Esa noche no dorm. Aguc el odo esperando que lloviese y llor de nuevo, incontroladamente. Al fin despunt el alba. No llova, pero el cielo segua encapotado. Me vest y baj corriendo las escaleras para despedir a padre, pero en el patio slo encontr a un muchacho sooliento, con una escoba. Me inform de que el rey Leonel acababa de sentarse a desayunar. Por qu se demoraba en partir? Meryl no poda esperar. Me encamin a toda prisa hacia el saln de banquetes y me detuve, indecisa, en la puerta. Padre estaba all, masticando despacio, asintiendo pausadamente con la cabeza a algo que le deca el consejero que tena a su izquierda. Di media vuelta y corr hacia los establos. Los mozos de caballos iban y venan con cierto ajetreo. Uno de ellos estaba ensillando el corcel de padre. Varios caballeros aparejaban sus caballos y daban instrucciones a sus escuderos. Ligeramente reconfortada, regres al castillo. Meryl an dorma, aunque nunca se levantaba despus de las siete y ya casi eran las ocho. Milton teja, sentado en la silla azul. Me salud con un movimiento de cabeza cuando entr en el dormitorio de mi hermana, y me acomod en el asiento de ventana. Cada pocos minutos me asomaba al patio para ver si padre haba salido. Empec a preguntarme si haba cambiado de idea. A las nueve y media, Meryl abri los ojos. Me sonri, y enseguida not que se acordaba de su enfermedad. La sonrisa se le borr de los labios y cerr los prpados con fuerza. Los abri de nuevo, desorbitadamente, con expresin de rabia. La haba visto poner esa cara cientos de veces, al recibir malas noticias sobre monstruos, ante las normas ms absurdas impuestas por Bella o ante la cobarda de padre, pero nunca por m. Cuando me levant para acercarme a ella, sacudi la cabeza. Djame en paz, Addie. Me sent de nuevo. No, quiero decir que te vayas. Milton se quedar conmigo. Por qu estaba haciendo eso? Por qu se haba enfadado conmigo? Me dirig hacia la puerta.

Addie... Me volv, esperanzada. Milton te comunicar cundo puedes volver. Me march a mi habitacin, doblemente herida por su rechazo. Mir por la ventana, pero el patio continuaba vaco. Di varias vueltas a la idea de entrar en la alcoba de Meryl sin llamar y quedarme all aunque ella no quisiera. Al fin, poco antes del medioda, padre y sus caballeros empezaron a congregarse. Baj las escaleras a toda velocidad, aliviada de hacer algo. Me sorprendi que padre slo llevase consigo a quince caballeros. Deba desplegarse por lo menos con un batalln. No, el ejrcito entero, hasta el ltimo caballero, arquero y lancero, deba partir para salvar a Meryl. Los caballeros componan una escena ajetreada y bulliciosa; las piezas de las armaduras entrechocaban con ruidos metlicos, y los caballos piafaban y resoplaban. En medio de todo aquello, padre permaneca sentado serenamente sobre su montura, contemplando el paisaje que se abra al otro lado del puente levadizo. Llevaba puesta la armadura completa, pero tena el yelmo sobre el regazo. Vete pens. Mrchate. Ya has perdido bastante tiempo. Se haba formado una pequea multitud. Rhys estaba all, cerca de un puado de consejeros de mi padre. Me dirig hacia l y, como siempre, se inclin respetuosamente. Correspond con una reverencia y le habl en voz baja para que nadie ms me oyese. Sabes adonde piensa ir? Le he odo decir que acudira primero a la reina de los elfos, pues ella conoce el remedio de muchos males. Eso no tena sentido. Si la reina Sima conociese la cura para la Fiebre Gris, la habra puesto en conocimiento de sus enfermeros elfos. Milton estara al tanto. Adems, el camino del este que conduca a su castillo era el mejor y ms seguro de Bamarre. Padre haba cobrado muy poco valor, si es que haba cobrado algo. Al verme me indic con un gesto que me acercase. Obedec, esquivando en el camino a un corcel encabritado. Adis, hija. Ya lo dice el Libro de las verdades hogareas: La partida constituye un nuevo principio tanto para el que parte como para quienes se quedan atrs. Que as sea. Adis, padre. Que el xito cabalgue contigo. Salva a Meryl. Slvame a m. Se encasquet el yelmo y espole a su caballo. Sus caballeros se alinearon detrs de l. Por fin se ponan en marcha. Alc la vista al cielo con la esperanza de que se nublase ms. Cuando padre y sus caballeros cruzaron el puente levadizo, di media vuelta hacia el castillo, acompaada de Rhys. Me haba mantenido alejada de Meryl durante horas. Seguro que ahora me dejara entrar en su alcoba. Aunque Rhys no abri la boca,

percib su tristeza. Meryl estar bien afirm. Recobrar sus fuerzas, o padre encontrar el remedio. Rhys permaneca en silencio. Me par en seco. No puedes hacer nada por ella? Eres un brujo. Oh, princesa Addie... Es que no existe algn conjuro capaz de fortalecerla o de debilitar la Fiebre Gris? Sacuda la cabeza incesantemente. Pareca tonto repitiendo ese gesto una y otra vez. De qu servan los brujos? Ech a andar de nuevo, ms deprisa. No tenemos poderes suficientes. Slo las hadas los tienen dijo, dndome alcance con facilidad. Lo s murmur, arrepentida por haberle hecho sentirse mal. Durante un minuto, ninguno de los dos dijo una palabra. El rey Leonel me ha pedido que vuele a verlo cada da hasta que tenga que regresar a nuestra ciudadela dijo al fin. Debo asistir a una ceremonia para los aprendices. Ojal no se celebrase tan pronto. Cundo te marchars ? Dentro de una semana. Estar fuera nueve das.Abri la puerta de las escaleras y me cedi el paso. Hasta entonces, el rey me informar a diario sobre sus progresos, y yo habr de dar cuenta de ello a su consejo. Hizo una pausa. Levant la mirada hacia l. Y a vos tambin aadi, sonrojndose. Padre jams se acordara de m a menos que el Libro de las verdades hogareas se lo indicase. De verdad tienes que marcharte a tu ciudadela? pregunt sin pensar, y acto seguido me ruboric por mi atrevimiento. S, tengo que marcharme. No puedes llegar tarde? Estaba suplicndole. Era vergonzoso, pero como Meryl estaba enferma y no quera verme, yo necesitaba a alguien que... que me protegiese? Las lgrimas volvieron a asomar a mis ojos. Yo era una cobarde, como padre. No puedo llegar tarde respondi Rhys. Ser llevado all aunque no quiera. Ah. Recorrimos el resto del trayecto en silencio. Me preguntaba si Meryl continuara enfadada conmigo. Cuando llegamos frente a sus aposentos, me detuve. Y si an no quera saber nada de m? Llam a la puerta. Adelante. Su voz sonaba alegre.

Vi primero a Bella, que estaba sentada en una silla roja al calor del fuego. Despus avist a Meryl. Se encontraba al pie de su cama, levantada y vestida. Milton, con Muerdesangre en mano, se hallaba a pocos metros de ella. Meryl me recibi con los brazos abiertos, y yo corr a estrecharla. Lo siento, Addie me susurr al odo. Estaba demasiado enfadada para soportar la compaa de personas sanas. No volver a apartarte de mi lado. Adems, no estar enferma por mucho tiempo. Ech la cabeza hacia atrs. Me he dado cuenta de algo. La mir, expectante. Le relampagueaban los ojos. A eso se refera el espectro. sta era mi prxima aventura! La Fiebre Gris. Y si se trata de una aventura, mi muerte no puede ser inevitable, verdad? Tendra razn? Le devolv la sonrisa, asintiendo con la cabeza. Por supuesto que tena razn! Ahora hazte a un lado y mira. Milton, dame mi espada. La empu y la alz con ambas manos. Los brazos le temblaban del esfuerzo. Lanz un mandoble, perdi el equilibrio y se hizo dao en una rodilla al caer. Muerdesangre golpe el suelo embaldosado con gran estrpito. Todos nos precipitamos hacia ella. No! Hizo un gesto para que nos apartsemos. Me levantar yo sola. Se puso en pie con gran esfuerzo y se qued quieta, jadeando. Lo veis, sir Fiebre Gris? Puedo hacer lo que quiera. Pero lo cierto es que no poda. Apenas poda hacer nada. Bella rompi a llorar. Yo estaba completamente horrorizada. Las fuerzas de Meryl estaban agotndose a ojos vistas. La siguiente fase, la del sueo, vendra pronto. Despus de eso, slo le quedaran doce das de vida. Rhys recogi la espada y se la tendi. Gracias. Tir una estocada con las dos manos, pero esta vez no se cay. Era un consuelo. Vaya dije. Lo has conseguido. Llvatela, por favor. Le devolvi la espada a Rhys, de nuevo con los brazos trmulos. Continuar ejercitndome ms tarde. Ahora caminar un poco. Se dirigi hacia la puerta. Me pareci que se mova despacio pero sin problemas, hasta que vi sus puos apretados y la vena hinchada en su frente. Al llegar a la puerta gir sobre sus talones y camin hacia la ventana. Los dems la observbamos en un silencio tenso. Tras cruzar la habitacin por quinta vez empez a resollar. Aun as, dio tres vueltas ms. Al verla, yo senta que a m tambin me dolan las piernas y que me faltaba el aire. Tuve que morderme la lengua para no rogarle que se tomase un descanso. Al fin se detuvo. Creis que es suficiente, Addie, Rhys? Creis que estoy ganndole terreno a sir Fiebre Gris?

Creo que sir Fiebre Gris nunca haba encontrado un hueso tan duro de roer como t asegur, aunque en realidad tema que se desplomase en cualquier momento. Rhys se mostr de acuerdo y Milton la ayud a acostarse. Bella, podras impartirnos nuestra clase de hoy aqu? Quiero recibirla como si... Quiero recibirla. Maana volveremos a la biblioteca. Maana... Deberas descansar replic Bella. sa es la leccin de hoy: cuando la gente est cansada, descansa. Addie opina que no debo permitir que sir Fiebre Gris me avasalle. No puede darse por vencida convine, esperando no equivocarme. Creo que deberamos dar la clase. Podemos repasar el final de Drualdo y los ataques de los monstruos contra Bamarre? Si haba algo que pudiese infundir fuerzas a Meryl para enfrentarse a la Fiebre Gris, era sin duda ese pasaje. Milton dijo que una clase no le hara dao, de modo que Bella mand llamar a varios sirvientes para que trajesen libros y una mesa de la biblioteca. Rhys nos dej para entrevistarse con los consejeros del rey. Los criados trajeron tres sillas y las dispusieron en torno a la mesa. Meryl dio diez pasitos pausados para llegar a la mesa, una distancia que normalmente habra cubierto con dos zancadas. Se sent con un resoplido. Abr los puos y vi que tena marcas blancas de uas en la palma. Bella cogi el libro Grifos, ogros y dragones: guerras de Bamarre contra los monstruos. Sac unas gafas de su bolsa y adopt su tono de aya: Os acordaris de que el rey Alfredo es el primer monarca cuyas crnicas han llegado hasta nuestros das. Abri el libro y se puso a leer. Tres aos despus de que ascendiera al trono, una tribu de ogros arras... En la Primera Guerra contra los Ogros, el rey Alfredo haba tardado cinco aos en rechazar a una horda de ogros de vuelta a los montes Eskern, que marcaban nuestra frontera norte. Durante el reinado del sobrino de Alfredo, haban comenzado las correras del dragn Vollys, que an asolaba las aldeas de las llanuras de Bamarre. Cuando Bella hizo una pausa, Meryl pregunt: Addie, te acuerdas de lo que te dije el ao pasado, cuando Vollys se llev a aquel granjero? Dije que no con un movimiento de cabeza, aunque en realidad s me acordaba. Lo cierto es que no habra sido capaz de admitirlo sin echarme a llorar. Te dije que un da matara a Vollys y hara una tortilla con sus huevos. Meryl respir a fondo. Cumplir lo que dije. Espero que estis escuchando, sir Fiebre Gris: cumplir lo que dije. Por supuesto! exclam, intentando levantarle la moral. Y de paso la ma. Meryl la reconvino Bella, enferma o no, un dragn te atrapara en un abrir y cerrar de ojos. Vollys... Escucha, en esta misma leccin se toca ese tema. Enumer una larga lista de estragos causados por dragones: granjas quemadas, cabezas de ganado devoradas vivas, familias enteras secuestradas, caballeros achicharrados dentro de sus armaduras, castillos saqueados. Y mucha gente muerta o desaparecida

para siempre. Bella pas a hablarnos de la Segunda Guerra contra los Ogros. Al principio Meryl estaba sentada en la silla con la espalda erguida, haciendo preguntas o dando su opinin. Sin embargo, al cabo de un cuarto de hora se qued callada y levant la mano para asirse de la mesa. Que no se caiga de nuevo!, pens, y me puse en pie, al tiempo que Milton dejaba su tejido a un lado y corra a ayudarla. No os hara dao descansar le dijo. Creo que estar ms cmoda en la cama asinti ella. Bella cerr el libro. No interrumpas la leccin pidi Meryl, apoyndose en el hombro de Milton durante el breve trayecto hacia la cama. Me pregunt si su batalla contra la Fiebre Gris le produca debilidad o si, por el contrario, estara an ms dbil si no luchase. O quizs haba cado por completo en las garras de la Fiebre Gris y todo lo dems careca de importancia.

9Rectame el final del Drualdo, Bella pidi Meryl mientras Milton la arropaba con las mantas. Eso me dar nimos. No preferiras dormir un poco? Meryl sacudi la cabeza enrgicamente. Todava le quedan energas, pens desesperada. Slo quiero asegurarme de que te interesa que prosiga. Bella extendi la mano para coger el ejemplar del Drualdo de la biblioteca. Recordis que Drualdo slo tiene diecinueve aos cuando esta historia termina? Meryl y yo hicimos un gesto afirmativo con la cabeza. En aquel punto del poema pico, Drualdo y Freya, su amada, se enfrentan solos a los monstruos. Previamente, el ejrcito del rey Bruce e incluso sbditos comunes de Bamarre haban combatido a su lado. Juntos haban derrotado a los monstruos, hacindolos retroceder hacia las montaas, el desierto, el bosque. De este modo, a medida que pasa el tiempo, la gente est cada vez menos dispuesta a jugarse la vida luchando contra monstruos, que rara vez representan una molestia para ellos. El episodio final explic Bella comienza cuando Drualdo y su amada acampan en las afueras de la aldea amurallada de Surmic, en los montes Eskern. Mientras Drualdo sale a cazar, Freya se va de pesca al ro Surmic. Aunque Meryl tena los ojos cerrados, asenta con la cabeza conforme Bella iba hablando. Milton dej lo que estaba tejiendo y se puso a escuchar. Cuando el hroe regresa prosigui Bella, oye que Freya pide ayuda a gritos. Entonces galopa hasta el ro, donde la encuentra acosada por una docena de grifos. Ni un solo aldeano ha acudido a socorrerla. Ahora os leer: Dos grifos muertos yacan con las entraas al ai Dos grifos se tambalearon con las alas destrozadas. Drualdo se ech a rer al verla luchar con bro. Meryl abri los ojos y se enderez, sentada en la cama.

An rodeaban ocho grifos a Freya y le arrancaban trozos de su carne viva. Ella cay agotada e hirise las rodillas. Peleaba con gran denuedo, mas la sangre le manaba hacia el turbulento ro. La risa de l se extingui, y jams se oy de nuevo en el reino de Bamarre.

A Bella se le quebr la voz, y se son la nariz con su pauelo. Meryl recitaba por lo bajo, pero pese a la debilidad de su voz, declamaba con ms sentimiento que nunca. Esquivando dentelladas y zarpazos de los grifos, Drualdo alcanz a su amada, y arrodillado ante ella quiso restaar el flujo incesante de su sangre. Romp a llorar. Ese da la prdida de Freya me resultaba insoportable. Drualdo acuna a Freya en sus brazos y le declara su amor. Ella, pronunciando sus ltimas palabras, le asegura que siempre ha sabido que l no la abandonara. Y entonces expira. Las lgrimas me resbalaban por el rostro. Meryl lloraba tambin. Corr hacia ella y la abrac. No quiero morirme solloz. No quiero morirme. Bella acudi tambin a su lado. No llores, dulce... Contina, Bella jade Meryl entre sollozos. Quiero orlo... Pero espera... un poco... Me est haciendo... me har bien. Aguardamos. Me olvid de mis lgrimas al contemplar a Meryl llorar sobre mi hombro. Unos minutos despus, se apart de m. Estoy mejor. El llanto forma parte de la aventura. Sigue, Bella. Bella tard un poco en retomar el hilo. Y entonces reanud la lectura del poema: Un monstruo picote los mustios labios de Freya. Drualdo, lleno de ira, lo mat con un mandoble de su espada furiosa. Drualdo da rpida cuenta del resto de los grifos. Cuando ya todos estn muertos, las puertas de Surmic se abren y algunos aldeanos salen con paso vacilante. Drualdo los amenaza con el puo. Bella recit, ahuecando la voz: Y ahora sals? rugi el hroe. Ahora que no es menester?

Os atrevis a salir, ahora que mi amada ha muerto? Asustados, los aldeanos recularon murmurando entre ellos en voz queda, tan seca como la sal.

Drualdo recoge a Freya en sus brazos y da la espalda a los aldeanos. Echa a andar, sangrando por sus mltiples heridas. Una anciana sale en pos de l y le da alcance, para preguntarle si volver a ayudarlos cuando surja la necesidad. Drualdo contest a la vieja: Me exiliar de Bamarre hasta el da en que los cobardes marchen junto a los valientes. Pero mientras los audaces hayan de combatir solos, yo no volver a Bamarre. Meryl me tom de las manos y le acarici la mueca con el pulgar. Me pareca de lo ms curioso; hasta entonces nunca me haba percatado de la similitud entre la promesa de Drualdo y la prediccin del espectro sobre el remedio para la Fiebre Gris. Drualdo no volvera hasta que los cobardes marchasen junto a los valientes, y el remedio no se hallara hasta que los cobardes cobrasen valor. Deseaba descubrir algn mensaje que ayudase a Meryl, pero no vea ms que una coincidencia. Aun as, me pareca curioso. Meryl comenz a musitar, al unsono con Bella. Drualdo se march entonces a las montaas, llevndose consigo el cuerpo de Freya, de alma heroica, ahora perdida. Y ya nadie volvi a verlo en el reino de Bamarre. Ahora, cuando el espectro, el flamgero dragn, el cruel y sanguinario ogro o el grifo lanzan su ataque, Bamarre se defiende sola. Drualdo, el hroe riente, el ms alto de los hombres, no est ya entre nosotros. Mas la historia ah no acaba; todava un trozo queda. Ten valor, reino bamarro! Marchad, gente de Bamarre, cobardes junto a valientes. No dejis que vuestros hroes batallen sin vuestra ayuda. Y entonces llegar un da, la primavera del mundo, en que los monstruos ataquen, y resurja un hroe riente, el ms alto de los hombres. Drualdo, hroe de Bamarre, regresar a nuestro lado. Ten valor, reino bamarro! Ganaos, gente de Bamarre, la vuelta de vuestro hroe. Bella cerr el Drualdo. Milton se enjug los ojos. Yo me habra secado los mos de no ser porque Meryl an me sujetaba las manos y yo no quera retirarlas.

10Despus de la clase, Meryl se qued dormida. Yo me dirig a mi alcoba, donde me dej caer sobre la cama, demasiado cansada incluso para llorar. Demasiado cansada! As se haba sentido Meryl tras su declamacin. Me levant de golpe, aterrorizada, y sal al pasillo a toda prisa. Vislumbr a Milton, que se alejaba a paso cansino. Lo llam, y l se detuvo, aguardndome. S, princesa Addie? Los elfos haban notado que Trina estaba enferma con slo ver su forma de andar. Milton me haba observado mientras corra hacia l, de modo que ya lo sabra. Milton... No acertaba a preguntrselo. Esto... no me siento mal, pero estoy tan agotada que me preguntaba si... me preguntaba si... No habis contrado la Fiebre Gris me asegur Milton con una sonrisa. No estis enferma en absoluto. Cuando sonrea, las arrugadas mejillas se le ponan redondas como nueces, y sus ojos quedaban reducidos a rendijas de placer. Entonces, por qu estoy tan cansada? Las enfermedades resultan agotadoras, aunque las padezca otra persona. Levant el brazo y me toc el hombro. Lo he presenciado a menudo. La gente no se siente segura cuando un ser querido est... Meryl no morir. Me volv y me march casi tan deprisa como un minuto antes haba corrido hacia l. Al enfilar el pasillo siguiente, aminor la marcha, y mis pasos errantes me llevaron al jardn. Al cabo de unos minutos llegu al viejo patio donde haca tan slo un da Meryl haba llevado a cabo su recital. Me sent en el banco de madera y alc la mirada al cielo. Segua nublado, pero no haba cado una gota. Estara el destino o la profeca a la espera, evaluando los actos de padre, manteniendo listas las nubes? Si l se conduca con valor, la lluvia caera y se descubrira el remedio; de lo contrario, permanecera oculto y el cielo se despejara. Contempl el revoloteo de una mariposa sobre la hierba que sobresala de las grietas de las baldosas. El insecto se alej volando y yo me qued con la vista fija en el suelo. Ignoro cunto tiempo estuve all, sin pensar ni sentir nada. Al final levant la cabeza. La tarde tocaba a su fin. Las parras y la fuente se destacaban a la mortecina luz del anochecer. El fro aire vespertino me produjo escalofros.

Las capas de los brujos abrigan mucho. Me sobresalt. Rhys me cubri los hombros con su capa. Suele hacer fro cuando volamos. Gracias. Me pregunt si llevara mucho tiempo observndome. No. Qu motivo tendra para ello? Me arrebuj en la capa. Era calentita como la lana y suave como el terciopelo. Rhys rode el banco para ponerse a mi lado. Tengo algo que deciros. He hablado con Orne, mi maestro, sobre la enfermedad de Meryl. Su maestro conoca el remedio! Me levant de un brinco. Te ha revelado...? No pretenda daros esperanzas murmur Rhys, cariacontecido. Orne no sabe cmo ayudarla, pero me ha dicho: Soplan vientos de cambio en Bamarre. Le he preguntado qu significaba eso, pero l se ha limitado a repetirlo. Creo que debe de tratarse de algo bueno, pues casi sonrea al decirlo, y no acostumbra a sonrer. El viento... Tal vez los vientos de cambio traeran la lluvia! Y quiz se poda hacer algo para ayudar a esos vientos. Rhys, recuerdas que ayer hiciste msica con nubes y lograste que de una de ellas cayera lluvia? Podras hacer que lloviese en todas partes? No. Ojal