Domingos 25-28 TO (A) Guía

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VISIN DE CONJUNTO DE LOS DOMINGOS XXV A XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO.(Ciclo A, 2011)

Introduccin generalDentro de la seccin del evangelio segn san Mateo centrada en la vida comunitaria de los discpulos de Cristo y en la presentacin del verdadero Israel, en estos cuatro domingos la Iglesia aparece encuadrada en la historia de la salvacin. Cuatro parbolas la sitan en el designio salvador de Dios. Domingo XXV, 18 de septiembre. El Reino de Dios oferta gratuita a todo hombre En la historia de la salvacin, el nuevo pueblo cristiano es llamado a continuar el proyecto de salvacin de Dios que ya se realizaba mediante la eleccin y la historia del pueblo de Israel. Mas la continuidad de la Iglesia no es mera identidad, sino que el nuevo pueblo supera las esperanzas del antiguo pueblo de Dios.

Primera lectura: Is 55, 6-9: Mis planes no son vuestros planes.

El ser humano lleva impresa en su naturaleza la necesidad de trascenderse en la bsqueda de la verdad y la justicia. Todos estn llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel... este reino mesinico est destinado a acoger a los hombres de todas las naciones...(cf CIC 543-546).A todos, pues, se dirige la invitacin: Buscad al Seor...invocadlo, no sigis el camino de los malvados, avanzad por las sendas de la justicia, del amor y la fraternidad. La triste experiencia es que cuando no nos ajustamos, individual y socialmente, al plan de Dios, en lugar de prosperidad y paz, encontramos inquietud, enfrentamiento y destruccin.Adems, el profeta exhorta a crecer en el sentido de Dios y de su bsqueda; y, ante la tentacin del hombre de todos los tiempos de juzgar los planes de Dios conforme a las propias categoras, advierte de que Dios desborda nuestros pensamientos. Cada uno de nosotros, llamados a vivir y entrar en su Reino, ha de abandonar la presuncin de juzgar Dios y a los dems con sus propias medidas. Siendo Dios siempre mayor de lo que pensamos, no se somete a nuestra contabilidad o nuestros experimentos de laboratorio. Los caminos de Dios no coinciden muchas veces con nuestros caminos, tal como explicita luego la parbola del evangelio.

Salmo 144,2s.8s.17s.: Cerca est el Seor de los que lo invocan

Segunda lectura: Flp 1, 20c-24.27a: Para m la vida es Cristo.

En su itinerario personal y apostlico, san Pablo se encuentra en una encrucijada: est encarcelado y con perspectivas de martirio; se le abre la posibilidad de partir pronto para estar con el Seor, que para l es con mucho lo mejor, o la de quedarse en esta vida, lo que considera ms necesario para las comunidades cristianas. No sabe qu escoger. Y prefiere dejar en las manos de Dios, cuyos caminos no son nuestros caminos, su futuro personal y el de los cristianos. En cualquier caso, San Pablo enuncia lo que podramos llamar hoy el objetivo prioritario de todos los proyectos pastorales: que los cristianos llevemos una vida digna del Evangelio de Cristo

Evangelio: Mt 20,1-16a: Vas a tener t envidia porque soy bueno?

Ya era difcil de captar la lgica de la gratuidad, que ya desconcertaba a los oyentes de Jess en la parbola evanglica. En el mundo actual, donde las fluctuaciones burstiles condicionan no slo la vida econmica sino tambin la vida poltica de los pueblos; donde son determinantes las leyes del mercado porque todo se cobra y todo se paga, se hace todava ms difcil. La parbola del dueo de la via que paga a todos los trabajadores por igual, a los de primera hora y a los de ltima, destaca la justicia de Dios (cf CIC 1987-1995). Esta justicia es pura gratuidad, porque el hombre no tiene derechos ante Dios (cf 2007-2011) sino que todo lo recibe de l, conforme a su gracia sobreabundante. La lgica divina consiste en hacer compatible la justicia con la misericordia: el Padre celestial hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos (cf. Mt 5, 45). No se trata aqu de darnos informacin ms exacta acerca del ser y actuar de Dios. Lo que Jess quiere, ante todo, es hacernos entrar en la lgica divina para que seis hijos de vuestro Padre celestial. Es la generosidad en la respuesta a esta llamada al nuevo pueblo de Dios la que determinar que los ltimos sern los primeros y los primeros los ltimos.

Domingo XXVI . Se entra en el Reino por la acogida y el seguimiento de Jess

Primera lectura Ez 18,25-28: Cuando el malvado se convierta de su maldad, salvar su vida

Al profeta Ezequiel toc compartir con sus contemporneos del pueblo de la Antigua Alianza una etapa muy dura en la historia de la salvacin: el exilio de Babilonia.Hasta l llegaba la protesta de algunos judos que decan: Por qu nosotros tenemos que pagar las culpas de nuestros padres? Dios no es justo.El profeta reivindica la justicia de Dios juntamente con su misericordia: Dios quiere que todos los hombres se conviertan y vivan. Nadie carga con culpas ajenas y cuando uno reconoce el mal que ha hecho y se arrepiente, Dios perdona siempre. Al mismo tiempo recuerda que nadie puede eludir la responsabilidad personal excusndose en condicionamientos colectivos; cada cual es responsable delante de Dios de sus propias obras. Nos afectan y nos duelen las injusticias que padecemos en el mbito econmico, social, poltico y judicial; no debemos atribuirlas a Dios que es justo, enaltece a los humillados, derriba de sus tronos a los poderosos injustos, y se compadece de cuantos se convierten a l sinceramente. Tampoco debemos inhibirnos ante el mal y la injusticia haciendo dejacin de nuestras responsabilidades personales, sociales y polticas.Salmo 24,4bc-5.6-7.8-9: Recuerda, Seor, que tu misericordia es eterna

Segunda lectura, Flp 2, 1-11: Tened entre vosotros los sentimientos de una vida en Cristo Jess

San Pablo invita a los cristianos a crecer en la unidad y en el amor. Lo cual lleva consigo el crecimiento en la responsabilidad que les compete en la Iglesia y en el mundo. No os encerris en vuestros intereses, sino buscad todos el inters delos dems. Les propone en este sentido el modelo de Cristo Jess que no hizo alarde de su categora de Dios, tom la condicin de esclavo pasando por uno de tantos, y se rebaj hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz .La renovacin de la Iglesia y la regeneracin de la vida pblica dependen, como en Cristo muerto y resucitado, de la renuncia al alarde de poder y la dedicacin a servir a la gente humilde.

Evangelio, Mt 21, 28-32: Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios

Compromiso, coherencia, fidelidad, no son valores cotizados al alza en el momento presente. Las promesas electorales, en la conocida apreciacin de un astuto y hbil poltico, se hacen para no cumplirlas. El reconocido desprestigio de la clase poltica estriba en la divergencia, y a veces abierta oposicin, entre lo que expresan los programas y proclamas electorales de los partidos y lo que hacen los luego los polticos. A veces, tambin la vida de la Iglesia en los diversos niveles discurre por cauces distintos de los que sealan los documentos conciliares y los planes pastorales.En esta parbola Jess nos habla de la vigencia universal y permanente del valor de la claridad, la sinceridad, la coherencia. Y, ms an, que este valor se expresa y calibra no es tanto por las palabras como por los hechos.

Jess...no fue s y no; en l no hubo ms que s (cf. 1Co 1, 10). l nos ayuda con su vida y su palabra a ser fieles a nuestros compromisos bautismales tanto en la vida personal como familiar y colectiva.Vivir en la Iglesia lleva consigo la disponibilidad para, a semejanza de los obreros en la via, trabajar por los valores del Reino de Dios y su justicia, en la Iglesia y en el mundo.

DOMINGO XXVII El Reino comienza con la Muerte y Resurreccin de Cristo

Primera lectura Is 5, 1-7: La via del Seor de los Ejrcitos es la casa de Israel.

La liturgia nos dispone para or la enseanza de la parbola evanglica, donde Jess habla del traspaso del arriendo de la via a unos labradores que entreguen los frutos a sus tiempos, con este cntico del amor de Dios y de la falta de correspondencia de su via.Isaas, profeta del siglo VIII a. C., denuncia en la corte del rey de Jud la inmoralidad reinante en la vida pblica y privada de gobernantes y pueblo a causa de su desprecio a la Ley.Entonces como ahora, no puede haber regeneracin de la vida pblica sin unos determinados valores que, profundamente compartidos, promuevan el bien comn y favorezcan la participacin de todos sin exclusiones ni favoritismos ventajistas. Lo que Isaas desea para su pueblo es una regeneracin moral. El dueo de la via esper de los hombres de Jud observancia del derecho y se encontr con violencia y asesinatos; esper justicia y se encontr con lamentos de los oprimidos.Desgraciadamente, la educacin en los valores ticos que estn en la base del derecho y la justicia no es hoy suficientemente estimada por los lderes polticos y los medios de comunicacin. No es pues de extraar que la via de la vida social en lugar de dar uvas d agrazones.

Salmo 79, 9 y 12.13-14.15-16.19-20: La via del Seor es la casa de Israel

Segunda lectura, Flp 4, 6-9: El Dios de la paz estar con vosotros

Los cristianos hemos de ser, en medio de nuestro mundo, fermento de unidad y de paz. Las recomendaciones del Apstol a la comunidad de Filipos tienen vigencia para las comunidades cristianas de hoy, que son la via del Seor. La fidelidad al dueo de la via nos exige dar frutos en la oracin y en la accin. En un mundo secularizado, donde se va imponiendo el inters material como nico criterio vlido de conducta, la oracin a Dios, Padre de todos, nos lleva a reconocer al otro como hermano, sin exclusiones. La oracin lleva consigo la accin comprometida en la construccin del Reino de Dios, buscando cuanto es verdadero, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud y mrito

Evangeio, Mt 21, 33-43: Arrendar la via a otros labradores

El evangelio segn san Mateo, de manera especial en esta parbola, presenta a la Iglesia como la comunidad mesinica que prolonga la comunidad de la Antigua Alianza y le da extensin universal abriendo a todas las naciones las puertas de la salvacin.Por una parte, la parbola explica por qu, en la historia de la salvacin, Dios quit al pueblo dirigido por los sumos sacerdotes y los ancianos el cuidado de la via y la arrend a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos.Por otra parte, la parbola es una advertencia al nuevo pueblo mesinico de que lo que Dios espera de los nuevos labradores es que cultiven la via de manera que d frutos dignos del Reino de los cielos. La Iglesia no es propietaria del Reino, sino que los cristianos somos llamados a trabajar en la propiedad de Dios (la via) con el fin de que d fruto.

DOMINGO XXVIII. Invitados al banquete de la felicidad con Dios

Primera lectura, Is 25,6-10: El Seor preparar un festn y enjugar las lgrimas de todos los rostros El derecho fundamental y primero de todo ser humano, desde la concepcin hasta la muerte, es el derecho a la vida. Este derecho lleva consigo el de poder realizar un proyecto vital de plenitud humana y de felicidad. Antes que se hiciera una la formulacin moderna de los derechos humanos, la literatura bblica expresa el derecho a la vida feliz con la imagen de un banquete en el que todos los hombres comparten la felicidad entre s y con Dios. Todos estn llamados a ese banquete. Sin embargo, la terrible experiencia es que muchos seres humanos, an los ms inocentes, son privados de su proyecto de vida y de felicidad. El telogo Metz dice que los cristianos jams podremos volver a antes de Auschwitz. Como no podremos volver a antes del atentado de la torres gemelas de Nueva York, o al de los trenes de Madrid, o a las matanzas de Oslo, los enfrentamientos tribales o las hambrunas en pases africanos o en la India... Tambin existe el dolor, existen las lgrimas, el oprobio, el luto y la muerte en una poca donde tanto se proclaman los derechos humanos.Las personas que murieron antes de tiempo, victimas de la violencia de otros, esperan memoria, justicia y dignidad. Aunque les falte ahora el reconocimiento de los hombres, llegar un da en que hasta los muertos ya olvidados vean reconocidos sus derechos y colmadas sus esperanzas. Aquel da se dir: Aqu est nuestro Dios de quien esperbamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvacin.Salmo 22, 1-3a.3b-4.5.6: Habitar en la casa del Seor, por aos sin trmino

Segunda lectura, Flp 4, 12-14.19-20: Todo lo puedo en aquel que me conforta

Pablo sabe que el Reino de Dios, por cuya implantacin trabaja, tiene dos etapas:La etapa presente, donde ha experimentado hambre y privaciones, y en este momento la crcel, siempre acompaado por Cristo que le conforta y en quien todo lo puede. Los filipenses comparten sus sufrimientos y le han hecho llegar una ayuda econmica eficaz. San Pablo acusa recibo, agradece, y da por supuesto que, en la condicin presente, no hay vida cristiana sin compasin y solidaridad con los que padecen.Y la etapa futura y definitiva, los siglos de los siglos, donde toda justicia ser restablecida y toda generosidad ampliamente recompensada por Dios nuestro Padre.

Evangelio, Mt 22, 1-14: A todos los que encontris invitadlos a las bodas

La primera lectura y el evangelio tratan de hacernos entender el Reino de Dios como un alegre banquete de bodas, es decir una fiesta donde de Dios se hace presente a la humanidad como fuente de amor y de vida. Adems, la parbola evanglica destaca con fuerza estos otros rasgos de ese banquete de bodas del Reino:

Desde que el ser humano accede a la existencia tiene la dignidad propia de hijo de Dios y est llamado a la felicidad, siempre limitada en este mundo y siempre abierta a la plenitud. Todos estn invitados gratuitamente, malos y buenos. Mientras vivimos en este mundo nadie est facultado para privar a nadie de su derecho a vivir y a ser feliz.

Los primeros invitados al banquete no aceptan por razn del inters exclusivo en los propios asuntos y de su crueldad inmisericorde con los que vienen acreditados por Dios.

Para participar en la mesa del banquete hay que tener actitud de apertura a los dems y solidaridad con ellos: se requiere el vestido de boda.

Son ms los llamados que los escogidos. La llamada es universal; la aceptacin de la llamada depende de la libertad de los invitados.

Lo que sobresale en toda la parbola es y la generosidad y universalidad de la invitacin del convocante. Dios quiere que todos lleguen al conocimiento de la verdad y a la felicidad definitiva.

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