Domingo 3o Cuaresma, ciclo A - salesianoscentroamerica.org · 2017. 9. 26. · 19Le dijo la mujer:...

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Domingo 3 o Cuaresma, ciclo A

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Domingo 3o Cuaresma, ciclo A

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El texto: Juan 4, 5-42. 5Vino [Jesús] hacia una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la región que Jacob dio a su hijo José. 6Ahí estaba el pozo de Jacob. Entonces, Jesús, cansado del camino, se sentó allí sobre el pozo. Era la hora sexta. 7Vino una mujer de Samaria para tomar agua. Le dijo Jesús: "Dame de beber". 8Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad para comprar provisiones. 9Entonces le dijo la mujer samaritana: "¿Cómo es que tú, siendo judío, me pidas a mí de beber, que soy mujer de Samaria? 10Le respondió Jesús y le dijo: "Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice, 'dame de beber' tú le pedirías y te daría agua viva". 11Le dijo la mujer: "Señor, no tienes balde y el pozo es profundo, ¿de dónde tienes ahora agua viva? 12¿Acaso eres mayor que nuestro padre Jacob, el cual nos dio el pozo, del que bebió él, sus hijos y sus rebaños? 13Jesús le respondió: "Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo. 14El que beba del agua que yo daré no tendrá sed en eterno, mas el agua que daré se convertirá en él en una fuente de agua brotante para la vida eterna". 15Le dijo a él la mujer: "Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed y no venga aquí a sacar agua". 16Le dijo: "Ve y llama a tu marido y ven aquí". 17Respondió la mujer y le dijo: "No tengo marido". Le dijo Jesús: "Haz dicho bien: 'no tengo marido', 18pues cinco hombre tuviste y el que ahora tienes no es tu marido. Esto que has dicho es verdadero". 19Le dijo la mujer: "Señor, veo que eres profeta. 20Nuestros padres en este monte adoraron, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar". 21Le dijo Jesús: "Créeme, mujer, que viene la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén se adorará al Padre. 22Ustedes adoran al que no conocen, nosotros adoramos al que conocemos, porque la salvación es de los judíos. 23Pero llega la hora y ahora es, que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, pues el Padre a estos busca a sus adoradores. 24Espíritu es Dios, y los que lo adoran en espíritu y verdad deben adorar". 25Le dijo la mujer: "Conozco que vendrá un Mesías, el llamado Cristo, cuando venga aquel, nos anunciará todo esto". 26Le dijo Jesús: "Yo soy, el que te habla". [...] 41y muchos más creyeron a través de su palabra, 42y a la mujer decían: "No más creemos por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos escuchado y visto que este es verdaderamente el salvador del mundo"..

(Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

El diálogo entre Jesús y la Samaritana tiene tres núcleos bien definidos. 1) El agua viva 2) La adoración a Dios 3) La identidad del Cristo. Enmarca la situación la relación conflictiva entre judíos y samaritanos. Ya desde la división después del reinado de Salomón, el reino de Israel dejó de frecuentar el templo de Jerusalén y estableció santuarios en los altozanos (1Re 12) Después cuando Samaria, la capital del reino de Israel, cayó ante los asirios, su población fue deportada y en su lugar se trajo gente de otros lugares que se mezclaron con quienes quedaron y adoptaron la fe y la cultura de Israel. Esto no fue bien visto a los ojos de los judíos, el reino del sur. El pozo del que toma agua la mujer está relacionado con el patriarca Jacob, lo que afianza a Samaria como heredera de la promesa al patriarca. Es un agua antigua de la cual hay que beber para mantenerse vivos – humana y espiritualmente –; pero el agua de Jesús se presenta como don de Dios por tanto mayor al don de Jacob. El agua viva se convierte en manantial dentro de la misma persona. El agua viva supera pues en origen y efecto al agua patriarcal. Una discusión similar se encontrará con el maná y el Pan de Vida (Jn 6, 22-59). El lugar de la adoración a Dios sigue como una pregunta más profunda, pues la Samaritana se ha convencido de que está ante un profeta, basándose – como Natanael – en que Jesús conoce que ha hecho (cf. Jn 1, 48-49). Jesús afirma la promesa de la salvación desde el pueblo judío, confirmando la fidelidad de Dios a su pueblo y a Jerusalén; aunque no reprueba la adoración de Samaria. Pero la respuesta definitiva de la adoración se fija en los criterios de Dios y no de los hombres: en espíritu y

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verdad, pues Dios es espíritu. La auténtica adoración atiende a Dios y no a lugares humanos de culto nublados por la división. La tercer cuestión confirma la intuición de la samaritana: Jesús es el Mesías que habla con ella. No obstante ella lo anunciará como una posibilidad a sus conciudadanos. La fe se abre paso hasta que ellos confirman que han creído porque han visto personalmente.

(Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Con sed de Dios La luz de la fe se manifiesta a la mujer samaritana a través de un proceso de preguntas, hasta la revelación del misterio de ella misma y de su interlocutor. El agua viva va lavando el corazón de la mujer para poder entender el verdadero culto a Dios. Agua y Espíritu nos remiten a la realidad bautismal que el Mesías inaugura para poder entrar en la lógica de Dios. Nos conviene leer este diálogo en comparación con el de Nicodemo (Jn 3). Con diferentes personajes, el anuncio de la vida eterna por medio del agua y de la fe nos centra en el reconocimiento de Jesús como el Cristo, el enviado de Dios. Jesús no exige a la samaritana una conversión de su vida en búsqueda sin fruto del amor, sino que le ofrece una transformación de aridez a manantial. No sabemos qué acciones tomó la mujer, pero podemos observar su saciedad que dejando el cántaro corre a anunciar a Jesús. Había ido por agua, y regresó con un manantial para su pueblo.

(Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Bastó a Santa Teresa de Calcuta una frase de Cristo en la Cruz para su profunda conversión hacia la caridad: Tengo Sed (Jn 19, 28). Repite en tu corazón esta sed de Jesús, una sed que te pide de beber como a la Samaritana, y a la vez, reconociendo ante él nuestra limitación por el desconocimiento o el pecado, pidámosle el agua viva de su Espíritu en nuestros corazones para renacer esta próxima Pascua.

(Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)

¿Me siento mirado por Jesús en lo profundo de mi pecado, qué experimento cuando él me ofrece transformar mi corazón de roca en fuente de agua? ¿Qué tanto conozco a Dios en un encuentro personal en vez de dejarme llevar por tradiciones de culto? ¿Cómo dejarme saciar la sed del corazón?