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© 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América. Aprobación del inglés: 8/07. Aprobación de la traducción: 8/07. Traducción de Seminary Basic Doctrines. Spanish. 06149 002 1 1. LA TRINIDAD En la Trinidad hay tres personajes diferentes: Dios el Eterno Padre, Su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo (véase Hechos 7:55–56). El Padre y el Hijo tienen cuerpos tangibles de carne y huesos, y el Espíritu Santo es un personaje de espíritu (véase D. y C. 130:22–23). Ellos son uno en propósito y doctrina, y están perfectamente unidos en llevar a cabo el divino plan de salvación de nuestro Padre Celestial. Dios el Padre Dios el Padre es el Gobernante Supremo del univer- so y es el Padre de nuestro espíritu. Es perfecto, tie- ne todo poder y sabe todas las cosas. También es un Dios de perfecta misericordia, bondad y caridad. Jesucristo Jesucristo es el Primogénito del Padre en el espíritu y el Unigénito del Padre en la carne. Es el Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del Nuevo Testamento. Vivió una vida sin pecado y llevó a cabo una expia- ción perfecta por los pecados de toda la humanidad. Su vida es el ejemplo perfecto de cómo deben vivir todos los hombres (véase 3 Nefi 27:27). Fue la prime- ra persona en esta tierra que resucitó. Jesucristo ven- drá de nuevo en poder y gloria y reinará sobre la tierra durante el Milenio. Toda oración, bendición y ordenanza del sacerdocio debe hacerse en Su nombre. El Espíritu Santo El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es un personaje de espíritu, por lo que no tiene un cuerpo de carne y huesos. Se suele referir a Él como el Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador. El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo, revela la verdad de todas las cosas y santifica a los que se arrepienten y son bautizados (véase Moroni 10:5). 2. EL PLAN DE SALVACIÓN En la existencia preterrenal, nuestro Padre Celestial presentó un plan para permitirnos llegar a ser como Él y lograr la inmortalidad y la vida eterna (véase D. y C. 14:7; Moisés 1:39). En las Escrituras se hace referencia a este plan como “el plan de salvación”, “el gran plan de felicidad”, “el plan de redención” y “el plan de la misericordia”. El plan de salvación comprende la Creación, la Caída, la expiación de Jesucristo y todas las leyes, ordenan- zas y doctrinas del Evangelio. El albedrío moral, que es la capacidad de escoger y actuar por nosotros mis- mos, es también esencial en el plan de nuestro Padre Celestial. Gracias a este plan, podemos ser perfeccio- nados por medio de la Expiación, recibir una plenitud de gozo y vivir eternamente en la presencia de Dios. Las relaciones familiares pueden perdurar por la eternidad. Vida preterrenal Antes de nacer en la tierra, vivimos en la presencia de nuestro Padre Celestial como Sus hijos espirituales. En esa existencia preterrenal, participamos en un concilio con los otros hijos espirituales de nuestro Padre Celestial. En ese concilio, Él presentó Su plan y el Jesucristo preterrenal hizo convenio de ser el Salvador. Con la bendición del don del albedrío, tomamos decisiones importantes, tales como la decisión de seguir el plan de nuestro Padre Celestial (véase 2 Nefi 2:27). Nos preparamos para venir a la tierra, donde podríamos continuar progresando. A aquellos que siguieron a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo se les permitió venir a la tierra, a fin de experimentar la vida terrenal y progresar hacia la vida eterna. Lucifer, otro hijo espiritual de Dios, se Seminario DOCTRINAS BÁSICAS

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© 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América. Aprobación del inglés: 8/07. Aprobación de la traducción: 8/07. Traducción de Seminary Basic Doctrines. Spanish. 06149 002

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1. LA TRINIDADEn la Trinidad hay tres personajes diferentes: Diosel Eterno Padre, Su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo(véase Hechos 7:55–56). El Padre y el Hijo tienencuerpos tangibles de carne y huesos, y el EspírituSanto es un personaje de espíritu (véase D. y C.130:22–23). Ellos son uno en propósito y doctrina, yestán perfectamente unidos en llevar a cabo el divinoplan de salvación de nuestro Padre Celestial.

Dios el Padre

Dios el Padre es el Gobernante Supremo del univer-so y es el Padre de nuestro espíritu. Es perfecto, tie-ne todo poder y sabe todas las cosas. También es unDios de perfecta misericordia, bondad y caridad.

Jesucristo

Jesucristo es el Primogénito del Padre en el espírituy el Unigénito del Padre en la carne. Es el Jehovádel Antiguo Testamento y el Mesías del NuevoTestamento.

Vivió una vida sin pecado y llevó a cabo una expia-ción perfecta por los pecados de toda la humanidad.Su vida es el ejemplo perfecto de cómo deben vivirtodos los hombres (véase 3 Nefi 27:27). Fue la prime-ra persona en esta tierra que resucitó. Jesucristo ven-drá de nuevo en poder y gloria y reinará sobre latierra durante el Milenio.

Toda oración, bendición y ordenanza del sacerdociodebe hacerse en Su nombre.

El Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad.Es un personaje de espíritu, por lo que no tiene uncuerpo de carne y huesos. Se suele referir a Él comoel Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, elEspíritu del Señor o el Consolador.

El Espíritu Santo da testimonio del Padre y delHijo, revela la verdad de todas las cosas y santifica

a los que se arrepienten y son bautizados (véaseMoroni 10:5).

2. EL PLAN DE SALVACIÓNEn la existencia preterrenal, nuestro Padre Celestialpresentó un plan para permitirnos llegar a ser comoÉl y lograr la inmortalidad y la vida eterna (véaseD. y C. 14:7; Moisés 1:39). En las Escrituras se hacereferencia a este plan como “el plan de salvación”,“el gran plan de felicidad”, “el plan de redención”y “el plan de la misericordia”.

El plan de salvación comprende la Creación, la Caída,la expiación de Jesucristo y todas las leyes, ordenan-zas y doctrinas del Evangelio. El albedrío moral, quees la capacidad de escoger y actuar por nosotros mis-mos, es también esencial en el plan de nuestro PadreCelestial. Gracias a este plan, podemos ser perfeccio-nados por medio de la Expiación, recibir una plenitudde gozo y vivir eternamente en la presencia de Dios.Las relaciones familiares pueden perdurar por laeternidad.

Vida preterrenal

Antes de nacer en la tierra, vivimos en la presenciade nuestro Padre Celestial como Sus hijos espirituales.En esa existencia preterrenal, participamos en unconcilio con los otros hijos espirituales de nuestroPadre Celestial. En ese concilio, Él presentó Su plany el Jesucristo preterrenal hizo convenio de ser elSalvador.

Con la bendición del don del albedrío, tomamosdecisiones importantes, tales como la decisiónde seguir el plan de nuestro Padre Celestial (véase2 Nefi 2:27). Nos preparamos para venir a la tierra,donde podríamos continuar progresando.

A aquellos que siguieron a nuestro Padre Celestial ya Jesucristo se les permitió venir a la tierra, a fin deexperimentar la vida terrenal y progresar hacia lavida eterna. Lucifer, otro hijo espiritual de Dios, se

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rebeló contra el plan y llegó a ser Satanás. Él y susseguidores fueron echados del cielo y se les nega-ron los privilegios de recibir un cuerpo físico y deexperimentar la vida terrenal.

Vida terrenal

Esta parte de nuestra existencia es un tiempo deaprendizaje en el que podemos prepararnos para lavida eterna y probarnos a nosotros mismos para ver siharemos lo que el Señor nos ha mandado. Nuestroespíritu está unido a nuestro cuerpo físico, lo cual nosda oportunidades de progresar y desarrollarnos en for-mas que no eran posibles en nuestra vida preterrenal.

Vida después de la muerte

Cuando morimos, nuestro espíritu entra en el mundode los espíritus y espera la resurrección. Los espíritusde los justos son recibidos en un estado de felicidadque se llama paraíso. Muchos de los fieles seguiránpredicando el Evangelio a los que se encuentran en laprisión espiritual.

La prisión espiritual es un lugar provisional delmundo después de esta vida para los que murieronsin el conocimiento de la verdad o para los quefueron desobedientes en la vida terrenal. En estelugar se enseñará el Evangelio a los espíritus, quie-nes tendrán la oportunidad de arrepentirse y acep-tar las ordenanzas de salvación que se realicen porellos en los templos. Los que acepten el Evangeliopodrán morar en el paraíso hasta la resurrección.

La resurrección es la reunión de nuestro cuerpo espi-ritual con nuestro cuerpo físico de carne y huesos(véase Lucas 24:36–39). Después de la resurrección,el espíritu y el cuerpo nunca más se separarán, yseremos inmortales. Toda persona que ha nacido enla tierra resucitará gracias a que Jesucristo venció lamuerte (véase Job 19:25–26; 1 Corintios 15:20–22).Los justos resucitarán antes que los inicuos y saldránen la Primera Resurrección.

El Juicio Final tendrá lugar después de la Resurrección,y Jesucristo juzgará a toda persona, a fin de determi-nar la gloria eterna que él o ella recibirá. Este juiciose basará en la obediencia de cada persona a losmandamientos de Dios (véase Apocalipsis 20:12–13).

Hay tres reinos de gloria (véase 1 Corintios 15:40–42).El más alto de esos tres reinos de gloria es el reinocelestial. Los que sean valientes en el testimonio deJesús y sean obedientes a los principios del Evangeliomorarán en la presencia de Dios el Padre y Su Hijo,Jesucristo.

El segundo de los tres reinos de gloria es el reinoterrestre. Los que estén en este reino serán los hom-bres y las mujeres honorables de la tierra que nofueron valientes en el testimonio de Jesús.

El reino telestial es el más bajo de los tres reinosde gloria. Los que estén en este reino eligieron lainiquidad en vez de la rectitud durante la vida te-rrenal. Estas personas recibirán su gloria despuésde haber sido redimidos de la prisión espiritual.

3. LA CREACIÓN Y LA CAÍDA

La Creación

Nuestro Padre Celestial es el Creador Supremo.Jesucristo creó los cielos y la tierra bajo la direccióndel Padre. La tierra no se creó de la nada, sino quefue organizada de materia que ya existía. Jesucristoha creado innumerables mundos.

La creación de la tierra fue una parte esencial delplan de Dios, ya que proporcionó un lugar en el quepodríamos obtener un cuerpo físico, ser probados ydesarrollar atributos divinos.

Debemos usar los recursos de la tierra con sabiduría,juicio y acción de gracias.

Adán fue el primer hombre que se creó en la tierra.Dios creó a Adán y a Eva a Su propia imagen (véaseGénesis 1:26–27). Todos los seres humanos —hom-bres y mujeres— son creados a la imagen de Dios.

La Caída

A la transgresión de Adán y Eva y a los cambios queresultaron de ello, incluso la muerte espiritual y físi-ca, se le llama la Caída.

En el Jardín de Edén, Dios les mandó a Adán y aEva que no comieran del fruto del árbol de la cien-cia del bien y del mal; la consecuencia de hacerlosería la muerte espiritual y física. La muerte espiri-tual es la separación de la presencia de Dios, mien-tras que la muerte física es la separación del espírituy el cuerpo mortal.

Puesto que Adán y Eva transgredieron y comierondel fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal,fueron expulsados de la presencia del Señor, es de-cir, sufrieron la muerte espiritual. También llegarona ser mortales, lo que hizo que estuvieran sujetos ala muerte física.

En calidad de descendientes de Adán y Eva, hereda-mos una condición caída durante la vida terrenal, en

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la que somos probados por las dificultades de la viday las tentaciones del adversario (véase Mosíah 3:19).

La Caída es una parte esencial del plan de salvaciónde nuestro Padre Celestial. La Caída tiene dobleorientación: hacia abajo y, sin embargo, hacia ade-lante. Además de haber introducido la muerte físicay la espiritual, nos dio la oportunidad de nacer enla tierra y aprender y progresar.

Como resultado de la Caída, Adán y Eva y su poste-ridad podrían experimentar gozo y pesar, conocer elbien y el mal, y tener hijos (véase 2 Nefi 2:22–25).

4. LA EXPIACIÓN DE JESUCRISTOExpiar es sufrir el castigo del pecado, quitando así losefectos del pecado del pecador arrepentido y permi-tiéndole reconciliarse con Dios. Jesucristo era la únicapersona capaz de realizar una expiación perfecta portoda la humanidad. Su expiación incluyó el sufri-miento que padeció por los pecados de la humanidaden el Jardín de Getsemaní, el derramamiento de Susangre, el sufrimiento y la muerte que padeció en lacruz, y Su resurrección de la tumba (véase Isaías53:3–5; D. y C. 19:16–19).

El Salvador fue capaz de realizar la Expiación porquese mantuvo libre del pecado y tuvo poder sobre lamuerte. De Su madre terrenal heredó la capacidadde morir, y de Su Padre inmortal heredó el poder devolver a tomar Su propia vida.

Por medio de la expiación de Jesucristo, todos resu-citarán, y los que obedezcan Su evangelio recibiránel don de la vida eterna.

Como parte de Su expiación, Jesús tomó sobre Sílos dolores y las enfermedades de todas las perso-nas (véase Alma 7:11–12). Él comprende nuestrosufrimiento porque Él lo ha experimentado.

5. DISPENSACIONES, APOSTASÍAY LA RESTAURACIÓN

Dispensaciones

Una dispensación es un período de tiempo en elque el Señor revela las doctrinas de Su evangelio,Sus ordenanzas y Su sacerdocio. Es un período enel que el Señor tiene por lo menos un siervo au-torizado sobre la tierra que posee el santo sacer-docio y que tiene la comisión divina de declararel Evangelio a los habitantes de la tierra. La dis-pensación del cumplimiento de los tiempos es la

última dispensación, la cual comenzó con la reve-lación del Evangelio a José Smith.

Las dispensaciones anteriores se relacionaron conAdán, Enoc, Noé, Abraham, Moisés y Jesucristo. Hahabido, además, otras dispensaciones, entre ellas lade los nefitas y la de los jareditas.

El plan de salvación y el evangelio de Jesucristo sehan revelado y enseñado en cada dispensación.

Apostasía

Las personas o grupos de personas que se apartande los principios del Evangelio están en un estadode apostasía.

A lo largo de la historia del mundo ha habido perío-dos de apostasía general. Un ejemplo es la GranApostasía, que tuvo lugar después de que el Salvadorestableció Su Iglesia. Tras la muerte de los apóstolesdel Salvador, los hombres corrompieron los princi-pios del Evangelio e hicieron cambios no autorizadosa la organización de la Iglesia y a las ordenanzas delsacerdocio. A causa de la vasta iniquidad, el Señorquitó de la tierra la autoridad del sacerdocio. (Véase2 Tesalonicenses 2:1–3.)

Durante la Gran Apostasía, las personas no tenían ladirección divina de los profetas vivientes. Se estable-cieron muchas iglesias, pero no tenían la autoridadde conferir el don del Espíritu Santo ni de llevar acabo otras ordenanzas del sacerdocio. Partes de lasSantas Escrituras se corrompieron o se perdieron, ylas personas ya no contaban con el conocimientoverdadero de Dios.

Esta apostasía se prolongó hasta que nuestro PadreCelestial y Su Hijo Amado aparecieron a José Smith einiciaron la restauración de la plenitud del Evangelio.

La Restauración

La Restauración es la restitución que Dios hace delas verdades y ordenanzas de Su evangelio entrelos hombres de la tierra (véase Isaías 29:13–14;Apocalipsis 14:6–7).

Como preparación para la Restauración, el Señorlevantó hombres nobles durante lo que se llama laReforma. Intentaron restituir la doctrina, las prácti-cas y la organización religiosa a la forma en que elSeñor las había establecido. Sin embargo, no teníanel sacerdocio ni la plenitud del Evangelio.

La Restauración se inició en 1820 cuando Dios elPadre y Su Hijo Jesucristo aparecieron a José Smithen respuesta a su oración (véase José Smith—Historia 1:15–20). Algunos de los acontecimientos

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clave de la Restauración fueron la traducción delLibro de Mormón, la restauración del SacerdocioAarónico y el de Melquisedec, y la organización dela Iglesia el 6 de abril de 1830.

El Sacerdocio Aarónico fue restaurado a José Smith y aOliver Cowdery por Juan el Bautista el 15 de mayo de1829. El Sacerdocio de Melquisedec también se restau-ró en 1829, cuando los apóstoles Pedro, Santiago yJuan lo confirieron a José Smith y a Oliver Cowdery.

La plenitud del Evangelio se ha restaurado, y LaIglesia de Jesucristo de los Santos de los ÚltimosDías es “la única iglesia verdadera y viviente sobre lafaz de toda la tierra” (D. y C. 1:30). Con el tiempo,la Iglesia llenará toda la tierra y permanecerá parasiempre (véase Daniel 2:44–45).

6. PROFETASUn profeta es una persona que ha sido llamada porDios para hablar en Su nombre. Los profetas testifi-can de Jesucristo y enseñan Su evangelio; dan a co-nocer la voluntad y el verdadero carácter de Dios;condenan el pecado y advierten de sus consecuen-cias. En ocasiones, profetizan acontecimientos futu-ros. (Véase Amós 3:7.)

Sostenemos al Presidente de la Iglesia como profeta,vidente y revelador, como la única persona sobre latierra que recibe revelación para dirigir a toda laIglesia. También sostenemos a los consejeros de laPrimera Presidencia y a los miembros del Quórumde los Doce Apóstoles como profetas, videntes y re-veladores. (Véase D. y C. 1:38.)

7. SACERDOCIOEl sacerdocio es el poder y la autoridad eternos deDios. Por medio del sacerdocio, Dios creó y gobiernalos cielos y la tierra. Mediante este poder, redime yexalta a Sus hijos, “[llevando] a cabo la inmortalidady la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

Dios da la autoridad del sacerdocio a hombres dignosmiembros de la Iglesia para que actúen en Su nombrepara la salvación de Sus hijos. A los poseedores delsacerdocio se les puede autorizar para predicar elEvangelio, administrar las ordenanzas de salvación ygobernar el reino de Dios en la tierra.

Sacerdocio Aarónico

Al Sacerdocio Aarónico suele llamársele el sacerdociopreparatorio. Los oficios del Sacerdocio Aarónico sondiácono, maestro, presbítero y obispo. En la Iglesia

actualmente, los varones dignos miembros de laIglesia pueden recibir el Sacerdocio Aarónico a partirde los 12 años.

El Sacerdocio Aarónico posee las llaves de la minis-tración de ángeles, del evangelio de arrepentimientoy del bautismo (véase D. y C. 13).

Sacerdocio de Melquisedec

El Sacerdocio de Melquisedec es el sacerdocio mayory administra los asuntos espirituales. Este sacerdociomayor le fue dado a Adán y ha estado sobre la tierrasiempre que el Señor ha revelado Su evangelio.

Primeramente se le llamó “el Santo Sacerdocio se-gún el Orden del Hijo de Dios” (D. y C. 107:3), pe-ro después se le llegó a conocer como el Sacerdociode Melquisedec, llamado así en honor a un gransumo sacerdote que vivió en el tiempo del profetaAbraham.

Dentro del Sacerdocio de Melquisedec se encuen-tran los oficios de élder, sumo sacerdote, patriarca,setenta y apóstol. El presidente del Sacerdocio deMelquisedec es el Presidente de la Iglesia.

8. LOS PRIMEROS PRINCIPIOSY ORDENANZAS

“Creemos que los primeros principios y ordenanzasdel Evangelio son: primero, Fe en el Señor Jesucristo;segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por in-mersión para la remisión de los pecados; cuarto,Imposición de manos para comunicar el don delEspíritu Santo” (Artículos de Fe 1:4).

Fe

La fe es la “esperanza en cosas que no se ven, yque son verdaderas” (Alma 32:21). La fe es un donque aumenta al escuchar la palabra de Dios y al vivirrectamente. Más que una creencia pasiva, la fe seexpresa por la forma en que vivimos.

La fe se debe centrar en Jesucristo, a fin de llevar auna persona a la salvación. Tener fe en Jesucristosignifica confiar completamente en Él, y en Su ex-piación, poder y amor infinitos. Incluye creer Susenseñanzas; significa que, aunque no comprenda-mos todas las cosas, Él sí las comprende.

Los Santos de los Últimos Días también tienen fe enDios el Padre, en el Espíritu Santo, en el poder delsacerdocio y en otros aspectos importantes del Evan-gelio restaurado. La fe nos ayuda a sanar tanto espi-ritual como físicamente, a fin de seguir adelante,

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hacer frente a las dificultades y vencer la tentación;también nos brinda paz. El Señor obrará grandes mi-lagros en nuestra vida de acuerdo con nuestra fe.

Por medio de la fe, la persona obtiene la remisiónde los pecados y con el tiempo puede morar en lapresencia de Dios.

Arrepentimiento

El arrepentimiento es un cambio en la mente yen el corazón que nos da una nueva perspectivaen cuanto a Dios, a nosotros mismos y al mundo.Conlleva el apartarse del pecado y volverse a Diospara buscar el perdón. El motivo que lo impulsaes el amor a Dios y el deseo sincero de obedecerSus mandamientos.

Los pecados nos hacen inmundos, es decir, indignosde regresar y morar en la presencia de nuestro PadreCelestial. Por medio de la expiación de Jesucristo,nuestro Padre Celestial nos ha proporcionado laúnica forma de ser perdonados por nuestros peca-dos. (Véase Isaías 1:18.)

El arrepentimiento incluye un sentimiento de pesarpor cometer pecados; la confesión a nuestro PadreCelestial y, si fuera necesario, a otras personas; elabandono de los pecados; el intentar restituir hastadonde sea posible todo lo que se haya dañado o per-judicado a causa de nuestros pecados; y llevar unavida de obediencia a los mandamientos de Dios(véase D. y C. 58:42–43).

Bautismo

El bautismo por inmersión en agua por alguien quetenga la autoridad es la primera ordenanza salvado-ra del Evangelio, y es necesaria para que una perso-na llegue a ser miembro de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días. El bautismo tam-bién es necesario para entrar en el reino celestial(véase Juan 3:5).

La palabra bautismo proviene de una palabra griegaque significa “sumergir”. La inmersión representasimbólicamente la muerte de la vida pecaminosa dela persona y el renacimiento a una vida espiritual,dedicada al servicio a Dios y a Sus hijos. Tambiénsimboliza la muerte y la resurrección.

Puesto que no todas las personas que nacen en latierra tienen la oportunidad de aceptar el Evangeliodurante la vida terrenal, el Señor ha autorizadoque se realicen bautismos por los muertos (véase1 Corintios 15:29). Esto permite que los que acep-ten el Evangelio en el mundo espiritual reúnan losrequisitos necesarios para entrar en el reino de Dios.

Don del Espíritu Santo

Después de que una persona se bautiza, uno o másposeedores del Sacerdocio de Melquisedec ponen lasmanos sobre la cabeza de dicha persona y la confir-man miembro de la Iglesia. Como parte de la orde-nanza, que se llama confirmación, a la persona se leotorga el don del Espíritu Santo (véase Juan 3:5).

El don del Espíritu Santo es diferente que la in-fluencia del Espíritu Santo. Antes del bautismo,una persona puede sentir la influencia del EspírituSanto de vez en cuando y, mediante esa influencia,recibir un testimonio de la verdad. Tras recibir eldon del Espíritu Santo, una persona tiene el dere-cho a Su compañía constante si él o ella guardanlos mandamientos.

9. CONVENIOS Y ORDENANZAS

Convenios

Un convenio es un acuerdo sagrado entre Dios y elhombre. Dios establece las condiciones del conve-nio y nosotros acordamos hacer lo que Él nos pide.Dios entonces nos promete ciertas bendiciones co-mo resultado de nuestra obediencia. (Véase D. y C.82:10; 84:33–39.)

Todas las ordenanzas salvadoras del sacerdocio vanacompañadas de convenios. Cuando nos bautiza-mos, hacemos convenios con el Señor, y los reno-vamos cuando participamos de la Santa Cena. Loshermanos varones que reciben el Sacerdocio deMelquisedec conciertan el juramento y convenio delsacerdocio. También hacemos convenios adicio-nales en el templo.

Ordenanzas

En la Iglesia, una ordenanza es un acto sagrado yformal que tiene significado espiritual. Cada orde-nanza fue diseñada por Dios, a fin de enseñar ver-dades espirituales. Las ordenanzas se realizan por laautoridad del sacerdocio.

Algunas ordenanzas son esenciales para la exaltacióny se les denomina ordenanzas salvadoras, entre lascuales se encuentran el bautismo, la confirmación,la ordenación al Sacerdocio de Melquisedec (para losvarones), la investidura del templo y el sellamientomatrimonial.

Existen otras ordenanzas, tales como la Santa Cena,las bendiciones patriarcales y la bendición de losenfermos.

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10. MANDAMIENTOSLos mandamientos son las leyes y requisitos que Diosda a la humanidad. Demostramos nuestro amor porDios cuando guardamos Sus mandamientos (véaseJuan 14:15) y el guardar los mandamientos conllevabendiciones del Señor (véase D. y C. 130:20–21).

Los dos mandamientos más básicos son “[amar] alSeñor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tualma, y con toda tu mente... [y amar] a tu prójimocomo a ti mismo” (Mateo 22:37, 39).

Los Diez Mandamientos son una parte vital delEvangelio y son principios eternos necesarios paranuestra exaltación (véase Éxodo 20:3–17). El Señorlos reveló a Moisés en la antigüedad y los ha repeti-do en las revelaciones de los últimos días. Existenotros mandamientos como guardar la ley de casti-dad, pagar un diezmo íntegro, ser honrado, orardiariamente, tener un espíritu de gratitud y obser-var la Palabra de Sabiduría.

(Para mayor información en cuanto a estos temas,visite lds.org, Gospel Library, Gospel Topics, o véaseLeales a la fe: Una referencia del Evangelio, 2004.)