Doc.mixto

73
Doc.mixto Loreto (Baja California Sur) Para otros usos de este término, véase Loreto. Loreto Localidad de México 88x88px Escudo Loreto

description

Doc.mixto

Transcript of Doc.mixto

Doc.mixto

Loreto (Baja California Sur)Para otros usos de este trmino, vaseLoreto.Loreto

LocalidaddeMxico

88x88pxEscudo

LoretoLocalizacin de en Mxico

LoretoLocalizacin de en Baja California Sur

Coordenadas260046N1112036OCoordenadas:260046N1112036O(mapa)

EntidadLocalidad

PasMxico

EstadoBaja California Sur

MunicipioLoreto

Eventos histricos

Fundacin1697(Juan Mara de Salvatierra)

Altitud

Media3 msnm

Poblacin(2015)

Total17053hab.1

Huso horarioTiempo de la Montaa(UTC -7)

enveranoUTC -8

Cdigo postal23880

Prefijo telefnico613

Cdigo INEGI030090001

[editar datos en Wikidata]

Loretoes una ciudadmexicanadel estado deBaja California Sur. Es cabecera delmunicipio homnimoy se ubica a 354 km al norte deLa Paz, capital del estado.La fundacin de la ciudad de Loreto est ntimamente ligada con la fundacin de laMisin de Nuestra Seora de Loreto, fue capital deLas Californiasde1697a1777, ao en que la capital fue cambiada aMonterey,California. Loreto fue fundado en1697por Padres MisionerosJesuitas. La construccin de la primera iglesia de laMisin de Nuestra Seora de Loretofue iniciada en1697y terminada el8 de septiembrede1703.El pueblo es un centro turstico que atrae principalmente turistas estadounidenses y canadienses, con vuelos diarios desde losEstados Unidosque arriban alAeropuerto Internacional de Loreto.ndice[ocultar] 1Historia 2Demografa 3Cultura 4Economa 5Recreacin 6Educacin 7Eventos 8Gobierno 9Medios de comunicacin 10Trivia 11Ciudades hermanas 12Personalidades reconocidas 13Referencias 14Bibliografa 15Enlaces externosHistoria[editar]Artculo principal:Misin de Nuestra Seora de LoretoAl arribo de los espaoles a la regin existan tres grupos tribales perfectamente definidos: losperices,monguis,guaycurasycochimesLos Perices habitaban la parte sur de la pennsula y se extendan hacia elnorte, desde Cabo San Lucas hasta la parte media de la pennsula, los Guaycuras habitaban la parte media y los Cochimes en el extremo norte. Todos los nativos que habitaban la regin vivan una economa de subsistencia, recogiendo frutos y semillas cuando los haba, cazando pequeas especies o recogiendo moluscos y pescando en los litorales.En elotoode (1683) el Padre MisioneroEusebio Francisco Kinodirigi una expedicin evangelizadora que lleg costeando elMar de CortshastaSan Brunocerca de la actualLoreto, y desde esa estacin misionera la expedicin se abri paso poco a poco a travs de la rocosa sierra de la Giganta, a los cuatro meses de iniciada la exploracin el Padre Kino alcanz finalmente las costas delMar del Sur(Ocano Pacfico), se logr la amistad de los nativos y sus lenguajes fueron objeto de estudio, se administr el bautismo a los pequeos y a los moribundos. Tras el esfuerzo de un ao pareca haberse logrado el establecimiento de una misin permanente en lapennsula de Baja California.Pero en San Bruno el sol evapor el agua y sec las cosechas, el gran sueo se sec tambin y el AlmiranteIsidro de Atondo y Antilln, responsable de la expedicin someti a votacin el abandono de aquella empresa californiana financiada por la Corona espaola. ElPadre Kinose opuso pero en vano, se dieron rdenes de salvar cuanto pudiera regresar en los barcos, embarcaron y los tibios vientos alejaron las embarcaciones de las inhspitas tierras de la pennsula y el sueo de Kino de convertir a los nativoscaliforniosy crear un rosario de misiones en lapennsula de Baja Californialleg a su fin. Otros misioneros seran quienes con la cruz en la mano colonizaran la pennsula.En1697un pequeo grupo de europeos y gente de laNueva Espaa, pusieron nuevamente pie en la pennsula para intentar fundar all misiones entre los nativos que llamabancalifornios.El da19 de octubrede1697, ese reducido grupo a las rdenes del padre superiorJuan Mara de Salvatierradesembarc de la galeota "Santa Elvira" en la baha de San Dionisio en un lugar situado a 26 de latitudnorteal que los nativos llamabanConch, que significamangle coloradoy tomaron posesin del lugar que andando el tiempo se llamara Real de Loreto. En los primeros das de su llegada los padres misioneros elevaron una carpa que serva como capilla, al frente de la cual colocaron una cruz de madera. El da 25 de octubre llevaron en procesin solemne la imagen de la Virgen de Nuestra Seora de Loreto, en ese ritmo de fe, proclamaron esa tierra como territorio espaol. As comenz a existir la misin que lleva tal nombre y dio vida a la poblacin de Loreto.

Misin de San Francisco Javier.En 1699 el sacerdote jesuitaFrancisco Mara Pccolofund laMisin de San Francisco Javier de Vigg Biaundque hasta la fecha da servicio a la pequea comunidad de San Francisco Javier enclavada dentro de los lmites del municipio.Los misioneros jesuitas trabajaron en forma pacfica durante siete dcadas en la pennsula de Baja California, hasta que en febrero de 1768 les lleg a orden de expulsin de todos los dominios espaoles decretada por Carlos III un ao antes.A la salida de los misionerosjesuitaslaMisin de Nuestra Seora de Loretoqued en manos de frailes franciscanos, desde all parti frayJunpero Serrapara evangelizar laAlta California, hoy estado deCalifornia. En1773laMisin de Nuestra Seora de Loretopas a manos de la orden de los padresdominicos, que arribaron a la poblacin de Loreto en el mes de octubre del mismo ao, los frailes franciscanos que haban estado en la misin por cinco aos, partieron hacia laAlta Californiapara proseguir en su labor evangelizadora.En1777laMisin de San Carlos Borromeodel Ro Carmelofundada en la ahora ciudad deMontereypor frayJunpero Serra, pasa a ser la capital delas Californiasal ser nombrado el Padre Serra presidente de la orden de los jesuitas paralas Californias.Al ser separadas las provincias de la Alta y Baja California en1804con fines administrativos, Loreto fue designada de nuevo capital, pero nicamente de la pennsula de Baja California y se nombra como Gobernador al capitnFelipe de Goicochea. Al morir Goicochea, se design al ltimo Gobernador colonial de la provincia de Baja California, el capitnJos Daro Argelloquien concluye la etapa colonial en1822, un ao despus de haber obtenidoMxicosu independencia.La nueva Constitucin de la Repblica Mexicana promulgada en1824establece un solo jefe Poltico paralas Californiascon sede en laAlta California, con un jefe poltico en Loreto que le representaba.En1828concluye la etapa histrica de Loreto al ser trasladada la capital provincial aSan Antonioy posteriormente aLa Paz (Baja California Sur)en donde permanece. En1848con la prdida de laAlta Californiapor la guerra entreMxicoyEstados Unidos, se reorganiza el gobierno de la provincia deBaja California, crendose de nuevo dos territorios con los Partidos Norte y Sur (con el tiempo seran los estados deBaja CaliforniayBaja California Sur), se suprime a Loreto como municipio. Una larga noche iniciaba para Loreto y su Misin.En1947, a los 250 aos de su fundacin, Loreto es visitado por vez primera por un presidente mexicano, el Lic. Miguel Alemn; al ao siguiente dan inicio los trabajos de reconstruccin de laMisin de Nuestra Seora de Loreto. El palacio municipal fue construido durante la administracin del Gral. Agustn Olachea Avils, Gobernador de Baja California Sur de 1946 a 1956, poca en la que tambin se construy el camino a la misin de San Javier y el malecn de Loreto.En la dcada de los 70 del siglo pasado empieza a salir Loreto de su largo sueo, en1973se termina la carretera transpeninsular que une a la pennsula de Baja California de norte a sur y permite el trnsito carretero hasta la frontera Mxico-Estados Unidos adems de unir la pennsula con el sistema carretero mexicano. En1974inicia operaciones elAeropuerto Internacional de Loretoy de esa manera queda comunicado con el exterior por va area.La construccin de este aeropuerto fue parte de un proyecto que buscaba convertir a Loreto en un centro turstico. El plan maestro para ese proyecto fue diseado por los arquitectos Enrique yAgustn Landa Verdugo, por encargo deFONATUR. Consista en una urbanizacin vecina a la antigua poblacin con una zona hotelera, espacios para condominios, reas pblicas e infraestructura bsica. No ha sido sino hasta aos recientes que ha comenzado a desarrollarse esta nueva urbanizacin, principalmente con condominios.En1992, Loreto, la antigua capital de las californias, se convierte en municipio del estado deBaja California Sur.

Evcangelizacin.misin

Enfoque histrico del filme[editar]Sobre el enfoque histrico del filme expone el historiador F. Snchez Marcos:"Con la perspectiva del tiempo transcurrido, el balance de experimento de las reducciones (con sus aciertos, con las limitaciones de esa teocracia socialista con una fuerte dosis de paternalismo) est muy ligado a opciones muy de fondo sobre el ideal poltico-tico. No es extrao que las reducciones hayan despertado la simpata de los comunistas y socialistas y la de los cristianos, especialmente por su dinamismo misionero. Tampoco que hayan encontrado serias reticencias entre los liberales, especialmente los laicistas. The Mission est enfocada desde una perspectiva indudable de simpata por los logros de las reducciones y hay que relacionarla, sin duda, con el debate teolgico-cultural en torno a la liberacin cristiana. De hecho hay, al final del film, una referencia explcita y un homenaje final, a la continuidad hoy de ese servicio, por fe y amor, de muchos sacerdotes a los indgenas de Sudamrica y a su compromiso en la defensa de la cultura y las tierras de los indios. Pero La Misin no es una apologa o, al menos, pienso que no hay que interpretarla necesariamente, como una apologa del compromiso poltico revolucionario a partir del cristianismo: su final es suficientemente abierto y ambiguo."1Elementos artsticos[editar]La pelcula hace un magistral uso de la msica de Morricone, desde el momento en que la interpretacin de un oboe en mitad de la selva se transforma en el elemento que lleve a los indgenas a aceptar la prdica del jesuita. Los indgenas luego se transformarn en diestros artesanos de instrumentos musicales y como forma de probar su avance en su grado de civilizacin, mostrarn sus cantos corales a la comisin internacional. Tras el dramtico final el eplogo muestra una impactante escena donde un grupo de nios indgenas salvajes cargan un instrumento musical en su canoa, como muestra que algo qued del aporte de los jesuitas.Otro acierto es el desdoblamiento de la personalidad jesuita representado entre el pacfico Irons y el militar De Niro. Ambos tras fuertes discusiones toman caminos distintos para salvar la misin y ambos caminos llenos de herosmo (militar y civil) terminan trgicamente frente a fuerzas superiores.Premios[editar] Ganadora del premioscar1986,a la Mejor fotografa(Cris Menges). Ganadora del premioPalma de Oro1986 delFestival de Cannes(Roland Joff). Ganadora de 3premios BAFTA1987, al Mejor actor secundario (Ray McAnally), al Mejor montaje (Jim Clark) y a la Mejor msica (Ennio Morricone). Ganadora del premioDavid di Donatello1987, al Mejor productor extranjero (Fernando Ghia y David Puttnam). Ganadora del premioGlobo de Oro1987, a la Mejor msica (Ennio Morricone) y al Mejor guion (Robert Bolt).Vase tambin[editar] Reducciones jesuticas Pueblos de misin Guerra guarantica Antonio Ruiz de Montoya Tratado de Madrid (1750)Referencias[editar]1. Volver arribaLa Misin. Acceso 10-2-2015Enlaces externos[editar] Wikiquotealberga frases clebres de o sobreLa misin. Crtica de la pelculapor el historiador F. Snchez Marcos.Categoras: Pelculas de Reino Unido Pelculas de 1986 Pelculas en espaol Pelculas dramticas Pelculas en ingls Pelculas ganadoras de la Palma de Oro Pelculas religiosas Pelculas histricas Misiones jesuticas guaranes Pelculas ambientadas en el siglo XVIII Pelculas sobre el cristianismo Historia de Espaa en el cine Imperio espaol en el cine Iglesia catlica en la ficcin Pelculas ambientadas en Paraguay

La misin(Redirigido desde La Misin)Para la localidad del noroeste argentino, vaseLa Misin (Salta).The Mission

TtuloLa misin

Ficha tcnica

Direccin Roland Joffe

Ayudante de direccinMximo Berrondo

ProduccinFernando GhiaDavid Puttnam

GuionRobert Bolt

MsicaEnnio Morricone

FotografaChris Menges

MontajeJim Clark

ProtagonistasRobert De NiroJeremy IronsRay McAnallyAidan QuinnCherie LunghiRonald PickupChuck LowLiam Neeson

Ver todos los crditos(IMDb)

Datos y cifras

Pas(es)Reino Unido

Ao1986

GneroDrama

Duracin126 minutos

Idioma(s)Espaol

Compaas

DistribucinWarner Bros. Pictures

FichaenIMDbFichaenFilmAffinity

[editar datos en Wikidata]

La misines una pelculabritnicade1986dirigida porRoland Joffe interpretada porRobert De Niro,Jeremy Irons, Ray McAnally yAidan Quinnen los papeles principales, ganadora de varios premios cinematogrficos internacionales. Para darle un hilo conductor aldrama, quiz se toma como fuente de inspiracin la vida delsacerdotejesuita,misioneroyescritorperuanoAntonio Ruiz de Montoya(Lima, 1585 Lima, 11 de abril de 1652)[citarequerida], si bien desdobla su personalidad en dospersonajesy sita el desarrollo en un tiempo posterior.ndice[ocultar] 1Argumento 2Enfoque histrico del filme 3Elementos artsticos 4Premios 5Vase tambin 6Referencias 7Enlaces externosArgumento[editar]El largometraje britnico deRoland Jofftiene como teln de fondo elTratado de Madrid (1750), entreEspaayPortugal, por el que se dirimi momentneamente la disputa por laColonia del Sacramentoen la desembocadura deRo de la Plata y la lucha entre lasmonarquasabsolutas europeas y el poder detentado por laIglesiahasta la poca centrado en laCompaa de Jess; sta ejerca gran influencia en los mbitos cultural, econmico y en alguna medida poltico, agudizada esta ltima por la cuestin de su cuarto voto religioso a favor de la figura delPontfice. Por entonces observaban, los reyes catlicos europeos, la figura papal ms como un prncipe soberano que la de un pastor de almas, con lo que losjesuitaseran vistos como los representantes de un estado dentro de sus dominios.La pelcula comienza junto a lasCataratas del Iguaz, donde losmisionerosjesuitasintentan atraer a lafey lacivilizacina los indiosguaranes, que vivan en la selva. Tras el fallecimiento, comomrtires, de algunos religiosos de la Compaa, el P. Gabriel (Jeremy Irons) encabezar la labor pastoral en solitario acompaado de unaBibliay unoboe. Poco a poco su labor va adquiriendo cuerpo hasta que pasado el tiempo apoyado por otrossacerdotesyhermanosjesuitas logra crear lasreduccionesomisionesen la zona. Estas fueron una especie de comunidades autosuficientes donde los indios eran evangelizados apartndolos de sus temorespaganos e instruidos en las destrezas tcnicas y culturales europeas en el uso de herramientas para la agricultura, la msica, etc. adems de protegerlos de los tratantes deesclavos. Esta ltima prctica estaba prohibida por lasLeyes de Indiasdictadas por los reyes deEspaa, pero, en aquel lugar tan apartado del mundo y con la sustanciosa compra-venta que hacan los vecinos portugueses de los indios capturados (en territoriolusos estaba permitido), las autoridades locales espaolas no slo hacan caso omiso de la ilegalidad de estas prcticas, sino que se lucraban con ello.En el medio de esta labor misional, surge el personaje de un cazador furtivo de indios, el capitn Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), a quien la traicin nacida entre su amante y su hermano arrastrar a una confrontacin fratricida (un duelo) con un resultado mortal. A raz de esto, Mendoza sufre una transformacin fsica y psicolgica, ya que siente culpa por la muerte de su hermano y por los indios cazados. Es acogido por la orden jesuita en la ciudad, no obstante lo cual no logra perdonarse a s mismo. El padre Gabriel le invita a la reconciliacin conDios, con los indiosguaranesy consigo al proponerle ir con l a la selva y ayudar a la labor que llevaban a cabo en una de susreducciones. El capitn acepta, cargando voluntariamente con sus armas y bagajes, por un territorio accidentado, hasta donde viven libremente losguaranes. All es perdonado por estos que lo reconocen y liberado espiritualmente de toda carga pasada. La labor misional va viento en popa, hasta que la situacin geoestratgica internacional nubla aquel paraso en la tierra. ElnunciodeSu Santidad, cardenal Altamirano (Ray McAnally), es enviado a aquellas tierras para hacer desaparecer las reducciones jesuitas a travs de la va diplomtica y no soliviantar a las potencias deEspaayPortugal. La supervivencia de laCompaaest en juego en todo el orbe catlico. A pesar de todo ello, los misioneros le ensean la magnfica obra realizada que en la pelcula es magistralmente elevada al xtasis con la msica deEnnio Morricone con el objetivo de hacerle desistir de sus propsitos.El corazn y la inteligencia, la labor pastoral y las exigencias polticas de la poca harn dudar alnuncio, que, sin embargo, ceder ante las presiones recibidas creyendo, de este modo, salvar a la Orden y cumplir con su servicio a laIglesia. Craso error. Aos ms tarde estall laGuerra de los Siete Aos(17561762), un conflicto armado a escala mundial que se desarroll tanto enEuropacomo enAmricayAsia. Poco ms tarde (1767), laCompaa de Jessfue expulsada de todas las posesiones de laMonarqua Hispnicahecho que ya se haba dado con anterioridad en otros reinos cristianos como los dePortugaloFrancia y que, en conjunto, fue un desastre para los virreinatos americanos. Al final del largometraje se dar la lucha que afrontarn ahora losjesuitasde lasmisionesguaranesy que ser de dos tipos. Tanto pacfica y espiritual (padre Gabriel), como violenta y mundana (hermano Mendoza), ante la poltica de hechos consumados que resultar de la incorporacin de aquel hermoso territorio a laCorona de Portugal, por medio de las armas.

ndice[ocultar] 1Siglo XVI 2Siglo XVII 3El siglo XVIII 4Referencias 5Bibliografa 6Vase tambinSiglo XVI[editar]

Fray Bartolom de Las Casas.Aunque los misioneros espaoles ya acompaaron a los barcos de Coln en sus primeros viajes del siglo XV, no es sino hasta el siglo XVI cuando comienza la verdadera penetracin misionera en Amrica con la fundacin de numerosos pueblos con poblacin indgena dedicados desde un principio a las tareas agrcolas y que se convertan en centros de evangelizacin y alfabetizacin a travs de las escuelas. Los primeros pueblos de misin fueron fundados por losdominicos, tanto en lasAntillascomo en el continente (Venezuela). Aunque los primeros aos fueron muy duros, tanto para los indgenas como para los misioneros, en pocos aos la situacin cambi, gracias a la actuacin de algunos misioneros que se destacaron en su apologa de la poblacin autctona, y a travs de los nuevos libros de corte humanista (derecho de gentes) que venan publicndose en Espaa. Se destaca en esta accinFray Bartolom de las Casasquien, a travs de su obraBrevsima relacin de la destruccin de las Indias2logr la abolicin de la esclavitud entre los indios y un nuevo trato ms humanista para ellos.Siglo XVII[editar]

La misin de Nuestra Seora de Loreto, fundada en 1697 y ubicada en la costa oriental de la pennsula de la Baja California, constituy el punto de partida para la fundacin de todos los pueblos de misin de la Baja y Alta California.El siglo XVII es la poca de consolidacin colonial de Espaa en Amrica y el siglo en el que comienza a desarrollarse la fundacin de misiones en todo el continente. Durante este perodo se fundan misiones en territorios agrcolas sin riquezas minerales, que eran prcticamente desechados por los conquistadores, cuyopoblamientose concentraba en las zonas martimas o mineras ms importantes econmicamente.

Ruinas de la forja catalana en la Misin de San Juan de Capistrano, enCaliforniaEl siglo XVIII[editar]En muchas partes de Amrica, el siglo XVIII represent el apogeo de la obra misionera en Amrica. Diversas congregaciones misioneras, como los franciscanos mallorquines en California o los capuchinos catalanes en la provincia de la Nueva Barcelona (Venezuela), fundaron establecimientos misioneros que dieron pie a la aparicin de ciudades que fueron creciendo y prosperando gracias a la introduccin de nuevas tecnologas, tanto agrcolas como industriales y de construccin. Un ejemplo de estas tecnologas es la metalurgia del hierro gracias al establecimiento de lasforjas catalanas, de las que quedan restos a lo largo delCamino Real de California, el cual uni a 21 pueblos de misin establecidos en el actual estado de California en los Estados Unidos bastante antes de la Independencia de este pas.

Pueblo de misin

San Francisco de Ass, Misin Dolores(a la izquierda) fundada enSan Franciscopor los misionerosfranciscanosprocedentes de la isla deMallorca, que construyeron los 21 pueblos de misin delCamino Real de CaliforniaentreSan DiegoySonoma.Se llamanpueblos de misina los fundados pormisionerosde diversas congregaciones (dominicos,franciscanos,capuchinos,jesuitasy otras) con poblacin mayoritariamente indgena durante la poca colonial enAmrica. Los misioneros se establecan en una zona y trataban de atraer a los indgenas quienes, trabajando encayapa(trabajo cooperativo entre los indgenas) podan llegar a construir viviendas slidas y pueblos de acuerdo con las especificaciones dictadas en las ordenanzas deFelipe IIdelsiglo XVI. Centenares y hasta miles de poblaciones surgieron de esta manera en todo el continente americano. Muchas de estas poblaciones se iniciaban con la labor evangelizadora de los misioneros y despus llegaban colonos, pobladores procedentes de lapennsula Ibrica, de lasislas Canariaso de las ciudades pioneras que se fundaron en los primeros tiempos. En un principio eran enviados a las zonas ms remotas del continente y dejaban sentadas las bases para el establecimiento de la vida colonial hispanoamericana, con el desarrollo de laagricultura, la difusin de laganadera(desconocida en Amrica), la introduccin de plantas de cultivo (naranjos,dtiles,almendros, etc.). Uno de los ejemplos ms notables de este proceso de ocupacin por etapas por parte de los misioneros espaoles est en la creacin de las 21 misiones delCamino Real de Californiadurante el siglo XVIII oEl Camino Real de Tierra Adentro.

Los misioneros espaoles acompaaron desde un principio a las expediciones de conquista y colonizacin de los espaoles y portugueses en elcontinente americano. Su intervencin tuvo diversas formas, principalmente acompaando a los soldados que se encargaban de la conquista del territorio o a los colonos en lugares agrcolas y ganaderos y, sobre todo, por iniciativa propia a nombre de la congregacin a la que pertenecan. Es en este ltimo caso, en el que su expedicin (generalmente realizada por un corto nmero de misioneros) se encargaba de la fundacin de pueblos de misin despus de haber reclutado a algunos indgenas. Muchos misioneros resultaron vctimas durante las luchas de la poca de la conquista, como lo explica Eduardo Rhl en su obra pstumaHistoria de las ciencias geogrficas en Venezuela, al referirse a la muerte del PadreJos Gumillapor los soldados tratando de defender a los indiosbetoyesen un pueblo de misin que el mismo haba fundado en lo que ahora es elEstado Apure(Venezuela)1Por otra parte, tambin los misioneros sufrieron en carne propia tanto los excesos y crueldades que los soldados y conquistadores cometieron con los indgenas, como las propias acciones de respuesta blica de los indgenas, sobre todo en un principio. Es as por lo que la fundacin deCumanen la que intervinieron los primeros misioneros en el continente en 1516 (de aqu que se denomine a Cuman como laPrimognita del continente) result destruida por los indgenas, muriendo los misioneros y slo vino a ser refundada como Nueva Toledo unos aos despus.

Misin (religin)Lasmisionespuede referirse a los asentamientos o colonias establecidos pormisionerosparaevangelizarregiones inhspitas y a su vez prestarles ayuda humanitaria, como tambin puede referirse a organizaciones religiosasevanglicasresponsables por el envo de misioneros.La principal misin fue la de losjesuitasenAmrica del Sur(Paraguay,Argentina,Bolivia,UruguayyBrasil). El factor que motiv su desaparicin fue la expulsin de los jesuitas. Losfranciscanoscontinuaron con las Misiones de laBaja Californiay se expandieron hacia el Norte oAlta California, actual Estado deCalifornia(EE. UU.) y fue la obra conjunta de losvirreyescon sus gobernadores, los franciscanos,dominicosy jesuitas, los colonos y los indios. De hecho la cadena de misiones continuaba desde el sur de la Baja California hasta ms arriba deSan Francisco. Tambin toda la Frontera, desdeArizonaa laFloridaen los actuales Estados Unidos de Amrica.Algunas de las regiones que ocupaban las misiones que an conservan esta denominacin son: Eldepartamento de MisionesdeParaguay La provincia deMisionesdeArgentina

Consejo Mundial de Iglesias

Olav Fykse Tveit,secretario generaldel CMI.ElConsejo Mundial de Iglesias(CMI) es la principal organizacinecumnicacristianainternacional. Fue fundado por 147iglesias, el23 de agostode1948enmsterdam. Su sede est enGinebra,Suiza; a l estn afiliadas348 iglesias y denominacionescon cerca de 600 millones de cristianos en ms de 120 pases.Las iglesias que conforman el CMI viven en condiciones sociales, econmicas, culturales y polticas muy diferentes. Practican diversas formas de culto y mantienen diferentes formas de organizacin y gobierno. Son principalmenteiglesias ortodoxasAnglicanas yprotestantes, aunque tambin estn afiliadas otras, como lasantiguas iglesias orientales(etope,copta,armenia,siracayasiria) y laIglesia Catlica Antigua. LaIglesia Catlica Romanano est afiliada, aunque mantiene una relacin de trabajo regular con el CMI.En cada pas y regin el CMI trabaja por construir Consejos de Iglesias, los cuales a su vez pueden afiliarse al CMI. Entre estos puede mencionarse elConsejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI).El CMI enfatiza en la unidad en lafey en el testimonio comn en el trabajo de misin y evangelizacin. Promueve la unidad de los cristianos en la oracin, las relaciones fraternales entre las iglesias y el establecimiento de relaciones espirituales para aprender unas de otras. Desde su creacin, el CMI ha apoyado e inspirado la participacin de las iglesias en las luchas por la paz, la justicia y la solidaridad con los necesitados.ndice[ocultar] 1Estructura del CMI 2Iglesias que lo forman 3Consejo Mundial de Iglesias 3.1Iglesias instituidas en frica 3.2Iglesias anglicanas 3.3La Iglesia Asiria 3.4Iglesias Bautistas 3.5Iglesias Catlicas no en Comunin con Iglesia Catlica Apostlica Romana 3.6Discpulos de Cristo/Iglesias de Cristo 3.7Iglesias evanglicas 3.8Amigos (Cuqueros) 3.9Iglesias luteranas 3.10Iglesias menonitas 3.11Iglesias metodistas 3.12Iglesias moravas 3.13Iglesias viejas catlicas no en Comunin con Iglesia Catlica Apostlica Romana 3.14Iglesias ortodoxas (bizantinas) 3.15Iglesias orientales 3.16Iglesias pentecostales 3.17Iglesias reformadas 3.18Iglesias unidas y en vas de unin 3.19Iglesias libres e independientes 4Referencias 5Vase tambin 6Enlaces externosEstructura del CMI[editar]La Asamblea del CMI se realiza cada siete aos. El Comit Central del CMI es elegido por la Asamblea de entre sus delegados y acta como rgano rector supremo del CMI hasta la siguiente Asamblea, reunindose cada 12 18 meses. Es responsable de la aplicacin de la poltica general aprobada por la Asamblea, revisando y supervisando los programas del CMI y aprobando el presupuesto del Consejo. La Asamblea elige a los presidentes del CMI, que son miembros del Comit Central. El Comit Ejecutivo (incluida su Mesa) es elegido por el Comit Central y se rene normalmente dos veces al ao. El Secretario General desempea de oficio las funciones de secretario de los Comits Central y Ejecutivo. El actual secretario general esSamuel Kobia,metodistadeKenia, el moderador del Comit CentralWalter Altmann, luterano de Brasil, elegido tras la IX Asamblea General, realizada en Porto Alegre, Brasil, en febrero de 2006Se han efectuado los siguientes consejos: Imsterdam,Holanda.22 de agostoal4 de septiembrede1948. Participan 147 iglesias y el tema fueEl desorden del hombre y el designio de Dios; IIEvanston(Illinois),Estados Unidos.15al31 de agostode1954. Participan 161 iglesias y el tema fueCristo, la Esperanza del mundo; IIINueva Delhi,India.19 de noviembreal5 de diciembrede1961. Participan 197 iglesias y el tema fueJesucristo, la Luz del mundo; IVUpsala,Suecia,1968.4al20 de juliode1968. Participan 235 iglesias y el tema fueHe aqu, yo hago nuevas todas las cosas; VNairobi,Kenia.23 de noviembreal10 de diciembrede1975. Participan 285 iglesias y el tema fueJesucristo Libera y Une; VIVancouver,Canad.24 de julioal10 de agostode1983. Participan 301 iglesias y el tema fueJesucristo, Vida del Mundo; VIICanberra,Australia.7al20 de febrerode1992. Participan 317 iglesias y el tema fueVen, Espritu Santo, renueva toda la creacin; VIIIHarare,Zimbabue.3al14 de diciembrede1998. Participan 339 iglesias y el tema fueBuscar a Dios con la alegra de la esperanza; IXPorto Alegre,Brasil.14al23 de febrerode2006. Participan 348 iglesias y el tema fueDios, en tu gracia, transforma el mundo. La X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias tuvo lugar en Busan, Repblica de Corea, del 30 de octubre al 8 de noviembre de 2013.1Iglesias que lo forman[editar]Consejo Mundial de Iglesias[editar]Iglesias instituidas en frica[editar] African Christian Church & Schools Iglesia Africana del Espritu Santo African Israel Nineveh Church Church of Christ Light of the Holy Spirit Iglesia de Cristo Mision Harris(Iglesia Harrista) Iglesia de Jesucristo en la Tierra por su enviado especial Simon Kimbangu Church of the Lord (Aladura) Worldwide Concilio de Iglesias Instituidas de frica Organizacin de Iglesias Instituidas de fricaIglesias anglicanas[editar] Iglesia Anglicana en Aoteroa, Nueva Zelanda y Polinesia(Anglican Church in Aotearoa, New Zealand, and Polynesia) Iglesia Anglicana en Japn(Anglican Church in Japan) Iglesia Anglicana de Australia(Anglican Church of Australia) Iglesia Anglicana de Canad (Anglican Church of Canada) Iglesia Anglicana de Kenia(Anglican Church of Kenya) Iglesia Anglicana de Corea(Anglican Church of Korea) Iglesia Anglicana de Tanzania(Anglican Church of Tanzania) Iglesia Anglicana del Cono Sur de Amrica Iglesia en la Provincia de las Indias Occidentales(Church in the Province of the West Indies) Iglesia en Gales (Church in Wales) Iglesia de Sri Lanka (Church of Ceylon) Iglesia de Cristo en Congo - iglesia Anglicana Comunidad del Congo(Church of Christ in Congo Anglican Community of Congo) Iglesia de Inglaterra(Church of England) Iglesia de Irlanda(Church of Ireland) Iglesia de Melanesia(Church of Melanesia) Iglesia de Nigeria (Comunion anglicana)(Church of Nigeria (Anglican Communion)) Iglesia de la Provincia de frica Central(Church of the Province of Central Africa) Iglesia de la Provincia de Birmania(Church of the Province of Myanmar) Iglesia de la Provincia de frica del Sur(Church of the Province of Southern Africa) Iglesia del Ocano ndico(Church of the Province of the Indian Ocean) Iglesia de la Provincia de frica occidental(Church of the Province of West Africa) Iglesia de Uganda(Church of Uganda) Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil Iglesia Episcopal en Jerusalem y el Medio Oriente (Episcopal Church in Jerusalem and the Middle East) Iglesia Episcopal en Las Filipinas(Episcopal Church in the Philippines) Iglesia Episcopal en los Estados Unidos(Episcopal Church in the USA) Iglesia Episcopal de el Sudan(Episcopal Church of the Sudan) Iglesia Lusitana Catlica Apostlica Evanglica (Portugal) Provincia de la Iglesia Anglican de Burundi(Province of the Anglican Church of Burundi) Provincia de la Iglesia Episcopal en Ruanda(Province of the Episcopal Church in Rwanda) Iglesia Episcopal escocesa Iglesia Espaola Reformada Episcopal Iglesia Evanglica Unida "Comunion Anglicana en Angola"(United Evangelical Church "Anglican Communion in Angola") Consejo Consultivo AnglicanoLa Iglesia Asiria[editar]Santa Iglesia Catlica Apostlica Asiria de OrienteIglesias Bautistas[editar] Iglesias Bautistas Americanas en los Estados Unidos Iglesia Bautista Bangladesh-Sangha(Bangladesh Baptist Church Sangha) Asociacin Bautista de El Salvador Convencin Bautista de Hait Convencin Bautista de Nicaragua Union Bautista de Dinamarca Union Bautista de la Gran Bretaa Union Bautista de Hungra Union Bautista de Nueva Zelanda Convencin Bautista Bengal-Orissa-Bihar(Bengal-Orissa-Bihar Baptist Convention) Iglesia de Cristo en el Congo-Comunidad Bautista de Congo(Church of Christ in Congo Baptist Community of Congo) Iglesia de Cristo en el Congo - Iglesia Protestante Bautista en frica / Comunidad Episcopal Bautista en frica(Church of Christ in Congo Protestant Baptist Church in Africa / Episcopal Baptist Community in Africa) Convencin de Iglesias Bautistas de Filipinas(Convention of Philippine Baptist Churches) Iglesia Evanglica Bautista en Angola(Evangelical Baptist Church in Angola) Union Evanglica Bautista de Italia(Evangelical Baptist Union of Italy) Union Bautista de Jamaica(Jamaica Baptist Union) Convencin Bautista de Myanmar(Myanmar Baptist Convention) Convencin Bautista Nacional de Amrica(National Baptist Convention of America, Inc.) Convencin Bautista Nacional de Estados Unidos(National Baptist Convention, USA, Inc.) Iglesia Bautista Nativa de Camerun(Native Baptist Church of Cameroon) Convencin Bautista Nigeriana(Nigerian Baptist Convention) Convencin Bautista Nacional Progresista, Inc.(Progressive National Baptist Convention, Inc.) Samavesam of Telugu Baptist Churches Unin de Iglesias Bautistas en Camern(Union of Baptist Churches in Cameroon)Iglesias Catlicas no en Comunin con Iglesia Catlica Apostlica Romana[editar] Iglesia Catlica Apostlica Brasilea(Igreja Catlica Apostlica Brasileira)

En sntesis, Lefort observa que la interpretacin de Marx de los derechoshumanos parte de la idea de que estos convierten al individuo en el origen y el findel derecho, y enmascaran las relaciones de dominacin al interior de unasociedad de clases, que viene definida como burguesa. Frente a esta lectura,entiende que ms que sancionar derechos individuales, las Declaracionesanuncian libertades de relacin, instituyen una escena comn un espaciopblico sustrada del poder del Estado (Lefort 2007a, 413 y Lefort 2004b, 195).En este sentido, afirma queal ser estrictamente impensables el aislamiento, el monadismo del individuo porqueincluso cuando est separado de hecho de sus semejantes se trata tambin de unamodalidad de su relacin con los otros, la nica cuestin debera de ser la siguiente:cules son en tal o cual sociedad en tal o cual formacin social los lmitesimpuestos a la accin de sus miembros, las restricciones aportadas a susestablecimientos, a sus desplazamientos, a sus visitas frecuentes a ciertos sitios, a suentrada en ciertas carreras, al cambio de sus condiciones, a su modo de expresin ycomunicacin? En lugar de hacerse esta pregunta, Marx ignora extraamente ellevantamiento de mltiples prohibiciones que pesaban sobre la accin humana antesde la revolucin democrtica, bajo el Antiguo Rgimen; ignora el alcance prctico de laDeclaracin de derechos, cautivado como est por la imagen de un poder anclado en elindividuo y que solo puede ejercerse en el encuentro con el poder de otro (Lefort2004b, 192-193).14La crtica que realiza Marx, centrada como est en la denuncia del anclajede los derechos en un individuo que se encontrara liberado de sus relacionescon los otros, pierde de vista aquello que para Lefort es fundamental: el modo enel que ambas Declaraciones generan un nuevo tipo de relaciones que enruptura con el Antiguo Rgimen dan lugar a la emergencia de una esfera pblicaen la que se despliega una lgica efervescente del derecho frente al poder.1514Un poco antes y en el mismo sentido, sostiene que [n]o es tanto aquello que Marx lee enlos derechos humanos lo que debera despertar nuestras crticas cuanto lo que es incapazde descubrir en ellos. En efecto, Marx cae, y nos atrae tambin hacia ella, en una trampaque en otras ocasiones, pero tambin con otros fines, haba sido muy hbil paradesmontar: la de la ideologa. Se deja apresar por la versin ideolgica de los derechos,sin examinar lo que significan en la prctica, la conmocin que introducen en la vidasocial. Y este hecho lo ciega para aquello que en el propio texto de la Declaracin apareceal margen de la ideologa (Lefort 2004b, p. 192).15Lefort no concibe la esfera pblica en los trminos del liberalismo: su importancia para lademocracia no consiste tanto en que favorece el acuerdo racional entre los individuos,sino ms bien en que instituye una escena en donde el conflicto, la diferencia, aparece a lavista de todos. En este sentido, sostiene: [c]iertamente, el espacio pblico no es el teatrode un encantador debate entre individuos razonables. Las libertades polticas, que estnen su origen y lo mantienen, no estn hechas para crear una comunidad de ciudadanosLAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.19Marx no advierte que lo que las Declaraciones rechazan es, esencialmente, laexistencia de un poder que se encuentre en posesin del derecho, la idea de unalegitimidad que ancle su fundamento ms all del ser humano, la comprensinde una sociedad ordenada de acuerdo a una clasificacin natural de lasposiciones y las relaciones entre sus partes (Lefort 2004f, 153).Ahora bien, la desarticulacin de la crtica de Marx a los derechoshumanos no debe retrotraernos, afirma Lefort, a inscribirlos en la naturaleza.Como seala Arendt en relacin a la Declaracin de la Independencia americana,la apelacin a la naturaleza humana, presente en ese documento, reflejaba laperplejidad con la que se encontraron los revolucionarios a la hora de estableceruna nueva fuente de autoridad (Arendt 2004, 264-267). De modo similar a ella,Lefort entiende que la afirmacin del fundamento natural de los derechos, enrealidad sirvi para disimular la naturaleza misma de un acontecimientoextraordinario a travs del cual los seres humanos al vincular la fuente delderecho a la enunciacin humana del mismo, al desanclar la enunciacin delderecho de una fuente trascendente, devenan simultneamente sujetos yobjetos de la misma declaracin. Los derechos humanos, afirma Lefort, sonenunciados como derechos que pertenecen al hombre, pero, simultneamente, el hombre aparecea travs de sus mandatarios como aquel cuya esencia consiste en enunciar susderechos. Desde el momento en que nadie podra ocupar el sitio, a distancia de todos,en el que tendra autoridad para otorgar o ratificar derechos, es imposible separar elenunciado de la enunciacin. As, los derechos no son simplemente el objeto de unadeclaracin: pertenece a su esencia ser declarados (Lefort 2004b, 201; la cursiva espropia).A pesar de lo que indica su nombre, su fundamento no posee una figuradeterminada, no puede ser reducido a la naturaleza, no encuentra un puntoltimo de imputacin: pertenece a su esencia ser declarados. Y por esta mismarazn, los derechos humanos se sustraen tambin de cualquier instancia religiosa o mtica, monrquica o popular que pretendiese encarnarlos.16 En estesentido, Lefort entiende que la apelacin a la naturaleza presente en lasilustrados y conscientes de sus deberes; tienden a difundir, en cambio, el derecho a juzgar,un derecho que supone que no existe ningn lugar desde donde pueda ser enunciada laLey (Lefort 2007d, 225).16Consecuentemente, los derechos exceden cualquier formulacin producida hasta ahora:lo que tambin significa que su formulacin contiene la exigencia de su reformulacin oque los derechos adquiridos estn necesariamente llamados a sostener nuevos derechos(Lefort 2004b, 202-203).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2320MATAS SIRCZUKDeclaraciones no solo disimul la falta de fundamentos firmes sobre los queasentar los derechos, sino que tambin ocult el abismo que separaba estanueva concepcin del derecho del dispositivo simblico del Antiguo Rgimen.Los constituyentes, afirma,encuentran [la] raz [de los derechos humanos] en la naturaleza del hombre,vale! Pero los formulan en oposicin a un rgimen donde el poder deniega a sussujetos la facultad de oponerse a lo que ellos estiman ilegtimo, y pretendeposeer el derecho de imponer obediencia. Dicho brevemente, la formulacin delos derechos humanos a finales del siglo XVIII es inspirada por una reivindicacinde la libertad que arruina la representacin de un poder que se situara porencima de la sociedad, que dispusiera de una legitimidad absoluta ya sea queproceda de Dios, ya sea que represente la sabidura suprema o la supremajusticia, en fin, que se incorporara en un monarca, o en la institucinmonrquica. Esos derechos humanos marcan una separacin entre el derecho yel poder. El derecho y el poder no se condensan ya en un mismo polo. Para quesea legtimo debe de estar conforme en lo sucesivo con el derecho, y de este yano posee el principio (Lefort 2004f, 143-144).Las Declaraciones de Derechos, por tanto, rechazan toda representacinde un fundamento ltimo a partir del cual pudiera asentarse la trascendencia dela ley; pero, simultneamente, sealan la imposibilidad de identificar el derechocon su expresin positiva y con el poder que la enuncia. Instituyen un espaciosimblico sustrado de la autoridad del poder, una escena pblica que da lugar alcombate de opiniones y al conflicto entre las partes. Expresan simblicamenteun cambio radical con respecto al problema de la legitimidad del orden:aboliendo la posibilidad de referir a un fundamento ontoteolgico de la ley, danlugar a una nueva experiencia en relacin a ella que no queda atrapada en lainmanencia.Para decirlo de otro modo: las Declaraciones de Derechos de lasrevoluciones del siglo XVIII el procedimiento perfecto para que una accin semanifieste en palabras17 inauguran una experiencia en la que si bien desapareceel referente trascendente que garantizaba la legitimidad del derecho, no hace dela ley algo inmanente al orden del mundo ni la identifica con el poder. Por tanto,17En el anlisis que lleva adelante en Sobre la revolucin, Arendt seala que la grandezade la Declaracin de independencia americana no radica ni en su sutileza filosfica ni ensu destreza argumentativa, sino en constituir el procedimiento perfecto para que unaaccin se manifieste en palabras. Y aade que puesto que tratamos aqu con la palabraescrita y no con la hablada, nos enfrentamos a uno de esos raros momentos en la historiaen que el poder de la accin se basta para levantar su propio monumento (Arendt 2004,173; traduccin modificada).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.21sostiene Lefort, es preciso reconocer en la institucin de los primeros derechosuna fundacin (Lefort 2004f, 154; la cursiva es propia), la emergencia de unprincipio que reduce el derecho a la interrogacin del derecho (Lefort 2004f,153). Para ponerlo en sus palabras:[l]o que distingue a la democracia es que [...] [h]ace de la ley lo que, siempre irreductibleal artificio humano, no da sentido a la accin de los hombres sino a condicin de que laquieran y la conciban como la razn de su coexistencia y como la condicin deposibilidad, para cada individuo, de juzgar y de ser juzgado. La divisin entre lo legtimoy lo ilegtimo no se materializa en el espacio social, solamente es sustrada a la certezadesde el punto y hora en que nadie sabra ocupar el lugar del gran juez, desde el puntoy hora en que ese vaco mantiene la exigencia del saber. Dicho de otra forma, lademocracia moderna nos invita a sustituir la nocin de un rgimen regulado por leyes,la de un poder legtimo, por la de un rgimen fundado sobre la legitimidad de un debatesobre lo legtimo y lo ilegtimo, debate necesariamente sin garante y sin trmino. Tantola inspiracin de los derechos humanos como la difusin de los derechos en nuestrapoca dan testimonio de este debate (Lefort 2004f, 154-155).18Para Lefort, por tanto, la democracia se instituye a travs de lasDeclaraciones de Derechos como un modo de convivencia que se hace cargode la imposibilidad de clausurar definitivamente la pregunta por los fundamentosde la sociedad poltica, por la legitimidad del poder y de la ley. Su energa propiaemerge como resultado de esta dinmica de interrogacin ilimitada, en la que loslmites de lo legtimo y lo ilegtimo, lo bueno y lo malo, lo alto y lo bajo, lo justo ylo injusto, no estn definidos a priori, no encuentran un fundamento firme, y en laque la disputa por su sentido se constituye en el principio simblico que organizael espacio comn.19 Y all donde el derecho est en cuestin, la sociedad, estoes, el orden establecido, tambin lo est (Lefort 2004b, 203).20 En espejo de esta18En consonancia con esto, unas pginas antes Lefort afirma: [s]igo convencido de quesolo podremos apreciar el desarrollo de la democracia y las oportunidades de la libertad sireconocemos en la institucin de los derechos humanos los signos del surgimiento de unnuevo tipo de legitimidad y de espacio pblico, del que los individuos son tanto productoscomo instigadores; si reconocemos simultneamente que este espacio no podra serengullido por el Estado sino al precio de una mutacin violenta que dara origen a unanueva forma de sociedad (Lefort 2004f, 142; traduccin modificada).19Al respecto, Molina sostiene que [l]os derechos humanos no pueden aspirar a convertirseen nuevos referentes de certeza, en nuevas tablas de la ley sin traicionar su carcter dereferentes simblicos sometidos permanentemente a la empresa de su desciframiento(Molina 2001, 326).20Lefort aade que [p]or ms eficaces que sean los medios de que dispone una clase paraexplotar en su beneficio y denegar a las otras las garantas del derecho, o aquellos de quedispone el poder para que la administracin de la justicia le quede subordinada, o parasometer las leyes a los imperativos de la dominacin, esos medios permanecen expuestosLAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2322MATAS SIRCZUKforma de sociedad, Lefort se propone pensar sin garantas ltimas, sostener laindeterminacin, sin por ello renunciar a distinguir, aqu y ahora, la libertad de laservidumbre.Bibliografa utilizadaAbensour, Miguel (1998), La democracia contra el Estado, Buenos Aires,Ediciones Colihue. (2007), Reflexiones sobre las dos interpretaciones del totalitarismo deClaude Lefort, en Para una filosofa poltica crtica, Mxico, Anthropos,pp. 139-188.Arendt, Hannah (1981), Los orgenes del totalitarismo, Madrid, Alianza Editorial. (2004), Sobre la revolucin, Madrid, Alianza Editorial.Flynn, Bernard (1992), Political philosophy at the closure of metaphysics, NuevaJersey, Humanities Press. (2008), Lefort y lo poltico, Buenos Aires, Prometeo Libros.Ingram, James (2006), The politics of Claude Leforts Political: BetweenLiberalism and Radical Democracy, Thesis Eleven, 87, pp. 33-50.Lefort, Claude (1980), Un hombre que sobra. Reflexiones sobre El ArchipilagoGulag, Barcelona, Tusquets editores. (1981) Limpens de lunion de la gauche, en LInvention dmocratique.Les limites de la domination totalitaire, Pars, Fayard. (1990), Democracia y advenimiento de un lugar vaco, en La invencindemocrtica, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visin, pp. 187-193. (2004a), La imagen del cuerpo y el totalitarismo, en La incertidumbredemocrtica. Ensayos sobre lo poltico, Barcelona, Anthropos Editorial,a una oposicin de derecho (Lefort 2004b, 203). En la misma lnea, Abensour plantea que[m]odelada por el reconocimiento de un ser por excelencia indeterminado, la democraciaes esa forma de sociedad en la que el derecho, en su exterioridad en relacin al poder, serevelar en exceso respecto a lo que est establecido, como si lo instituyente resurgierapronto con la mira puesta en una reafirmacin de los derechos existentes y en la creacinde nuevos derechos (Abensour 2007, 184). Aclaremos tambin que Lefort sostiene que espreciso diferenciar la significacin simblica de los derechos de su realizacin prctica. Enla dimensin fctica, la crtica bien puede establecer que los derechos no se realizan, perosu efecto simblico es de largo alcance. En este sentido, afirma que [n]uestro objetivoconsista en poner en evidencia la dimensin simblica de los derechos humanos y hacerver que devino constitutiva de la sociedad poltica. Me parece que si se pretende ignoraresto, si solo se tiene en cuenta la subordinacin de la prctica jurdica a la conservacinde un sistema de dominacin y explotacin, o si se quiere confundir lo simblico con loideolgico, ya no se podr percibir la lesin del tejido social que resulta del rechazo delprincipio de los derechos humanos en el totalitarismo (Lefort 2004b, 204).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.23pp. 241-257. (2004b), Derechos humanos y poltica, en La incertidumbredemocrtica. Ensayos sobre lo poltico, Barcelona, Anthropos Editorial,pp. 181-219. (2004c), La lgica totalitaria, en La incertidumbre democrtica. Ensayossobre lo poltico, Barcelona, Anthropos Editorial, pp. 220-240. (2004d) Permanencia de lo teolgico-poltico?, en La incertidumbredemocrtica. Ensayos sobre lo poltico, Barcelona, Anthropos Editorial,pp. 52-106. (2004e), La cuestin de la democracia, en La incertidumbredemocrtica. Ensayos sobre lo poltico, Barcelona, Anthropos Editorial,pp. 36-51. (2004f), Los derechos humanos y el Estado de bienestar, en Laincertidumbre democrtica. Ensayos sobre lo poltico, Barcelona,Anthropos Editorial, pp. 130-161. (2004g), El poder, en La incertidumbre democrtica. Ensayos sobre lopoltico, Barcelona, Anthropos Editorial, pp. 23-35. (2007a), La pense politique devant les droits de lhomme, en Le tempsprsent. crits 1945-2005, Pars, ditions Belin, pp. 405-421. (2007b), Liberalismo y democracia, en Roldan, Daro (ed.), Lecturas deTocqueville, Madrid, Siglo XXI, pp. 1-17. (2007c), Maquiavelo y la verit effettuale, en El arte de escribir y lopoltico, Barcelona, Herder, pp. 233-278. (2007d), Tres notas sobre Leo Strauss, en El arte de escribir y lo poltico,Barcelona, Herder, 2007, pp. 185-231.Marchart, Oliver (2009), El pensamiento poltico posfundacional. La diferenciapoltica en Nancy, Lefort, Badiou y Laclau, Buenos Aires, Fondo de CulturaEconmica.Molina, Esteban (2001), La incierta libertad. Totalitarismo y democracia en ClaudeLefort, Mxico, Centro de Estudios de Poltica Comparada.Poltier, Hugues (1998), Passion du politique. La pense de Claude Lefort,Ginebra, Labor et Fide

la cual encontrar un fundamento seguro que permita garantizar la legitimidad delo que es, afirma que la invocacin constante del pueblo en democracia noremite a una sustancia real, actualmente presente, sino que revela la incapacidadestructural de quienes ejercen la autoridad pblica para encontrar un punto deanclaje definitivo. Si bien el origen de todas las instituciones parece provenir delpueblo, este no puede encarnarse en ninguna de ellas, es imposible que seidentifique plenamente con una entidad particular.8En este sentido, afirmar la soberana del pueblo supone para Lefortreconocer su carcter plural, la imposibilidad de reducir la heterogeneidad aunidad: la democracia vive de la contradiccin entre un poder que emana delpueblo y que, al mismo tiempo, no es de nadie, ninguno puede apropirselo.9As, afirma Lefort,[n]os equivocaramos si considerramos que el poder se aloja en lo sucesivo dentrodela sociedad por el hecho de que emana del sufragio popular; el poder sigue siendo lainstancia en virtud de la cual la sociedad puede ser concebida en su unidad y serelaciona consigo misma en el espacio y en el tiempo. Pero esta instancia no se refiereya a un polo incondicionado, seala una separacin entre el interior y el exterior de losocial que, sin embargo, instituye su relacin. Aquella instancia se hace reconocertcitamente como puramente simblica (Lefort 2004e, 47-48).10En la medida en que la diferencia de la sociedad consigo misma noremite inconfundiblemente al mundo invisible, que el exceso del ser sobre elaparecer no es representado como real, que no puede tampoco ser identificado8[A] pesar de ser afirmada la soberana del pueblo, es admitido tcitamente que la nacinno es sustancialmente una, que propiamente hablando no es reducible a una comunidad,puesto que el ejercicio del poder es siempre dependiente del conflicto poltico, y esteconfirma y mantiene el conflicto de intereses, de creencias y de opiniones en la sociedad(Lefort 2004g, 34).9Resulta interesante ver el modo en el que Lefort analiza el dispositivo a partir del cual semanifiesta la voluntad del pueblo mediante el sufragio universal. En ese momento,cuando la soberana popular debe hablar inconfundiblemente, los vnculos sociales sedeshacen y los individuos en su calidad de ciudadanos son sustrados de todas las redesde socializacin para transformarse en unidades contables. A travs del voto, el nmerosustituye a la sustancia (Lefort 2004e, 49). Vase tambin (Lefort 1981, 147-151 y Lefort1980, 171). En el mismo sentido afirma que [e]l encarnizamiento puesto en combatir laidea del sufragio universal no es solo el ndice de una lucha de clases. Altamenteinstructiva es la impotencia para pensar este sufragio de otro modo que como disolucinsocial. El peligro del nmero es algo ms que un peligro de intervencin de las masas en laescena poltica; la idea del nmero, como tal se opone a la de la sustancia de la sociedad.El nmero descompone la unidad, liquida la identidad (Lefort 2004a, 253-254).10Vase tambin (Lefort 2004d, 67-71; Lefort 2004g, 32-34; Lefort 1990, 190; Lefort 2004a,254 y Lefort 2004c, 226-227).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2314MATAS SIRCZUKcon ninguna entidad positiva, en fin, que nadie puede ocupar el lugar que antaoperteneca al prncipe; la instancia del poder se revela de modo tcito comopuramente simblica. La democracia se presenta as para Lefort como la nicaforma de sociedad de las que han aparecido a lo largo de la historia que significala distancia entre lo simblico y lo real mediante esta representacin del poder,segn la cual, nadie puede apropirselo.Esta nueva posicin del poder, advierte Lefort, va acompaada de unconjunto de transformaciones que no pueden ser entendidas comoconsecuencias de aquella sino que advienen como resultado de la mutacin enel orden simblico. Junto al fenmeno de desincorporacin del poder, se da unadesimbricacin de las esferas del poder, de la ley y del saber. En la medida enque no encuentra garanta en una instancia trascendente, en que su ejercicio seencuentra sujeto al cambio temporal y atrapado en el conflicto entre las partes, elpoder pierde eficacia como garante certero del derecho y del saber. Ambos seafirman frente a l con una exterioridad e irreductibilidad nuevas. Ni uno ni otropueden consustanciarse con el poder: [l]a originalidad poltica de la democracia, que me parece desconocida, aparece en esedoble fenmeno: un poder llamado en lo sucesivo a permanecer en busca de su propiofundamento porque la ley y el poder ya no estn incorporados en la persona de quien oquienes lo ejercen; una sociedad que acoge el conflicto de opiniones y el debate sobrelos derechos, pues se han disuelto los referentes de la certeza que permitan a loshombres situarse en forma determinada los unos con respecto de los otros. Doblefenmeno, l mismo signo de una nica mutacin: el poder deber en adelante ganarsu legitimidad si no enraizndose en las opiniones, al menos sin desvincularse de laconcurrencia entre partidos (Lefort 2004f, 141).11La institucin de una escena poltica en la que las diferencias de opinionesy el conflicto son representados ante la mirada de todos, en la que aparecencomo legtimos, habilita la divisin en todas las dimensiones de la vida social. Lacompetencia y el conflicto se encuentran garantizados no solo de hecho sinotambin de derecho. Lefort afirma que esta representacin y legitimacin del11Volveremos sobre esta cuestin en el apartado siguiente. Por el momento simplementesealemos que, a diferencia de lo que plantea Marchart, quien considera que el terrenoabierto por la revolucin democrtica asume para el pensador francs el estatus de unatrascendentalidad superpotente, es decir, que inaugura un horizonte difcil de superar(Marchart 2009, 130), por mi parte considero que para Lefort la democracia se inscribedentro de la contingencia histrica y, por tanto, el vnculo que se establece en esta formade sociedad con los fundamentos de la ley y la legitimidad no adquiere estatustrascendental alguno.LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.15antagonismo acredita la vocacin de la sociedad a estar dividida (Lefort 2004d,70). La democracia aparece as como una sociedad diferenciada, que no alcanzasu unidad sino a travs de sus divisiones, en la que el orden no puede estardisociado del desorden (Lefort 2007b, 3). En este sentido, entiende que el advenimiento de la experienciademocrtica del poder seala un cambio radical con respecto al pasado: alestablecer la legitimidad de la divisin en todas las esferas de la vida social ypoltica, la democracia rompe radicalmente con la imagen de una comunidadsustancial. Privada de la mediacin del prncipe, la sociedad en cuanto tal no esya abarcable ni puede representarse a travs de la imagen del cuerpo; resistetoda posible representacin de su unidad en trminos de totalidad orgnica(Lefort 2004e, 49). De este modo, la designacin del lugar del poder como lugarvaco adquiere toda su radicalidad cuando se la asocia a la imposibilidad derepresentar a la sociedad bajo la imagen de una comunidad sustancial,representacin en la que los lmites y los contornos de la sociedad estndeterminados o bien por la referencia a la trascendencia de Dios o bien por laidentificacin con la inmanencia del poder del pueblo. La referencia al lugar delpoder como lugar vaco se encuentra acompaada de la imposiblerepresentacin de la sociedad bajo la imagen del cuerpo, bajo la forma de unacomunidad positivamente determinada. As, afirma Lefort,[d]onde mejor puede ser reconocida la revolucin democrtica es en esta mutacin: elpoder deja de estar ligado a un cuerpo; aparece como un lugar vaco y quienes loejercen como simples mortales que solo lo ocupan temporalmente, o solo podraninstalarse en l por la fuerza o por la argucia; tampoco la ley puede ya ser fijada enenunciados que no puedan ser refutados y sus fundamentos susceptibles de serpuestos en cuestin; por ltimo, tampoco cabe ya la representacin de un centro y deun entorno de la sociedad: en adelante, la unidad no podra borrar la divisin social. Lademocracia inaugura la experiencia de una sociedad inasible, indomable, en la que elpueblo ser llamado soberano, ciertamente, pero en la que la cuestin de su identidadno dejar de plantearse, en la que la identidad permanecer latente (Lefort 2004a, 254).La consecuencia de este proceso de desincorporacin del poder y dedesimbricacin de las esferas del poder, del saber y de la ley, es la constitucinde un espacio pblico en el seno del cual los seres humanos y sus discursos nose encuentran sometidos a la autoridad del poder. Ni la ley ni el saber seencuentran liberados de la controversia, del debate. Sin poder referir a unainstancia trascendente, permaneciendo como una obra humana, no obstante, ladisputa acerca de su sentido no puede ser clausurada.LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2316MATAS SIRCZUKCon el objeto de interpretar esta novedad que adviene con la democracia,Lefort orienta su mirada hacia las Declaraciones de Derechos formuladas en lasrevoluciones modernas, tanto en la francesa como en la americana. A travs deuna descripcin fenomenolgica de su funcin simblica, descubre en ellas losprincipios generadores de la lgica democrtica.II. Derechos humanos y lgica democrtica: la experiencia moderna de laleyCul es el vnculo entre las Declaraciones de Derechos de lasrevoluciones del siglo XVIII y la institucin de la lgica democrtica? Es posiblepensar la distancia entre derecho positivo y legitimidad sin anclarla en unadimensin normativa, sin hacerla depender de un fundamento trascendente?Cules son las caractersticas de esta nueva forma de instituir la relacin entreel individuo y la sociedad en relacin con el derecho?Para responder a estas preguntas, Lefort diferencia su interpretacin de losderechos humanos tanto de la que los inscribe en la naturaleza, considerndoloscomo derechos naturales, como de la que pretende descalificarlos desde unpunto de vista historicista, denunciando su carcter abstracto. Frente a estasdos posiciones, se propone descifrar su significado simblico, pensarlos enrelacin con su comprensin de lo poltico, explorando el vnculo que consideraindisociable entre las dos grandes Declaraciones de derechos (la francesa y laamericana) y la institucin de la lgica democrtica.Con este objetivo en mente, afirma que no debemos interpretar lasDeclaraciones de Derechos como algo que pertenece al orden jurdico positivo,ni adscribirlas sin ms a los individuos. Tampoco considera que debamos leer enellas una afirmacin moral de carcter universal. Por el contrario, entiende queestn ligadas a una concepcin especfica de la coexistencia humana, a unnuevo tipo de legitimidad que se encuentra disociado tanto de la nocin denaturaleza como de la afirmacin de la trascendencia. Los derechos humanos,sostiene Lefort, no existen a la manera de instituciones positivas, sino por elcontrario animan a las instituciones, instituyen el principio que organizasimblicamente el espacio pblico (Lefort 2004b, 205). En este sentido, afirmaquelas libertades proclamadas a finales del siglo XVIII tienen la peculiaridad de serindisociables del nacimiento del debate democrtico. Ms an: son sus generadoras.LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.17Debemos, pues, admitir que cuando son atacadas todo el edificio democrtico corre elriesgo de desmoronarse, que donde no existen buscaramos en vano la primera piedrade este (Lefort 2004f, 155; la cursiva es propia).12Lefort interpreta el estatuto de los derechos humanos, interroga el efectosimblico nsito en la afirmacin del derecho a la libertad de opinin, decirculacin, de expresin o de asociacin, indirectamente, a travs de una lecturacrtica de la posicin que Marx desarrolla en La cuestin juda.13En trminos generales, Lefort plantea que si bien es cierto que comoMarx observa estas libertades tal y como estn proclamadas en lasDeclaraciones de Derechos parecen referir a un individuo abstracto independiente de su vnculo con los dems, no obstante, suponennecesariamente el reconocimiento de una vida civil que es siempre ya colectiva.Al respecto desarrolla tres observaciones: en primer lugar, seala que la libertadde movimiento no debe ser interpretada en su dimensin negativa (no implica elrepliegue del individuo en su esfera privada), sino que su efecto principalconsiste en la eliminacin de las prohibiciones a la libre circulacin que existanen el Antiguo Rgimen, posibilitando de este modo la multiplicacin de lasrelaciones entre los individuos. En segundo lugar, observa que la libertad deopinin no transforma al individuo en propietario privado de su opinin, sinoque lo pone en contacto con los otros. En la medida en que el uso de la palabrapblica est establecido de derecho, su resultado es la institucin de un espaciosimblico, independiente del poder, en el que nadie puede determinar lo que espensable o no, lo que es decible o no. En tercer lugar, indica que las garantas ala seguridad del individuo, en las que Marx no habra visto ms que la proteccindel burgus, tienen como resultado disociar la justicia del poder, poniendo alindividuo a resguardo de lo arbitrario (Lefort 2004f, 145-146; Lefort 2004b, 189-195 y Lefort 2007a, 414-415)

SEn este sentido, Lefort es un pensador difcil de ubicar. A la vez que1As por ejemplo, en Permanencia de lo teolgico-poltico? advierte que se ha impuestola idea de que una sociedad se distingue de otra por su rgimen, o digamos mejor, poruna cierta manera de dar forma a la coexistencia humana (Lefort 2004d, 58). O en Laimagen del cuerpo y el totalitarismo observa que el trmino rgimen, tomado en suacepcin convencional, resulta inadecuado para describir a la forma de sociedaddemocrtica, afirmacin que es tambin vlida para el totalitarismo (Lefort 2004a, 252).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2310MATAS SIRCZUKdefiende a la democracia contra el marxismo, entiende que su lgica no puedeser circunscripta dentro de los lmites del Estado moderno,2 ni debe serinterpretada en los trminos de la tradicin de la filosofa poltica. Conjuga ladefensa de la democracia con una crtica radical del orden instituido o, en todocaso, identifica en la invencin democrtica la institucin de una dinmica quehabilita de derecho la crtica y la interrogacin permanente de los fundamentosde la ley y la legitimidad (Poltier 1998, 195 y subs).3 Cul es, entonces, la lgicapropia de la democracia, que ni las ciencias sociales, ni el marxismo, ni lafilosofa poltica han podido capturar? Lo esencial, a mi modo de ver, [sostiene Lefort] es que la democracia se instituye y semantiene por la disolucin de los referentes de la certeza. Inaugura una historia en laque los hombres experimentan una indeterminacin ltima respecto al fundamento delpoder, de la ley y del saber, y respecto al fundamento de la relacin del uno con el otroen todos los registros de la vida social (Lefort 2004e, 50).[La democracia] nos invita a sustituir la nocin de un rgimen regulado por leyes, la deun poder legtimo, por la de un rgimen fundado sobre la legitimidad de un debatesobre lo legtimo y lo ilegtimo, debate necesariamente sin garante y sin trmino (Lefort2004f, 155).[La virtud de la democracia es la de] colocar a los hombres y a sus instituciones frente ala prueba de una indeterminacin radical (Lefort 1990, 187).[La democracia] es una sociedad privada de una unidad sustancial (Lefort 2004d, 69).Todas estas referencias, en cierto sentido equivalentes, enuncian lainterpretacin general de la democracia tal y como Lefort la entiende: laindeterminacin la ausencia de fundamentos es el fondo desde dondeemergen sus caractersticas particulares. En la democracia el lugar del poderpermanece vaco, y por tanto, la identidad social no es ya pensable bajo la figurade la comunidad, del cuerpo. Es la forma de sociedad que aceptando la divisinen todas las esferas de la vida social y poltica mejor acoge la libertad poltica.42Radicalizando la postura de Lefort, Miguel Abensour plantea que la lgica de lademocracia se instituye contra la lgica del Estado (Abensour 1998).3Esta particular posicin de Lefort que parece pendular entre la defensa de la democracialiberal y la crtica del orden instituido es analizada en James Ingram (Ingram 2006). SegnIngram, esta dualidad presente en la obra de Lefort se despliega en las obras de suscolaboradores: en Marcel Gauchet cristaliza en una defensa del liberalismo y en MiguelAbensour en una comprensin de la democracia como democracia radical y libertaria.Ambos ofrecen un contenido determinado a las posibilidades latentes presentes en elpensamiento lefortiano. 4En el contexto de su interpretacin de Maquiavelo Lefort afirma: [l]a libertad poltica seLAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23LAINVENCINDEMOCRTICA. UNALECTURADE LEFORT.11I. El lugar del poder como lugar vaco y la desincorporacin de la sociedadCules son las caractersticas propias de esta forma de sociedad? Enqu se diferencia de la democracia tal y como era concebida por la tradicin?Qu representacin nos ofrece del lugar del poder y qu vinculo establece conla divisin originaria de lo social?De todas las sociedades polticas que han aparecido a lo largo de lahistoria, afirma Lefort, la democracia moderna es la nica en la que el lugar delpoder aparece como un lugar vaco. Con esta descripcin, se propone destacarel hecho de que esta forma particular de sociedad no solo se distingue de lamonarqua, de la aristocracia, del despotismo o del totalitarismo, sino tambin dela democracia tal y como era concebida en la antigedad clsica.5En este sentido, la nocin del lugar del poder como lugar vaco se instituyediferencindose de dos representaciones opuestas: por un lado, la propia delAntiguo Rgimen segn la cual el poder, incorporado en la persona del prncipe,seala hacia un ms all de lo social. Por el otro, la representacin quesostiene que el poder pertenece a la comunidad, se identifica con la inmanenciade lo social. Para decirlo de otro modo, Lefort entiende que en la modernidaddemocrtica el lugar del poder no instituye una mediacin entre el orden delmundo y la trascendencia; por el contrario, parece circunscribirse al interior de lasociedad. Pero no por ello pierde su carcter simblico; aunque surja de lasociedad, el poder no puede ser reducido a la pura inmanencia de lo social.6comprende por su contrario; es la afirmacin de un modo de coexistencia dentro deciertas fronteras, tal que nadie tiene autoridad para decidir acerca de los asuntos detodos, es decir, para ocupar el lugar del poder. La cosa pblica no puede ser la cosa deuno solo o de una minora. La libertad, planteada como fin, implica la negacin de latirana, sean cuales sean sus variantes. Y luego aade: [p]ero implica tambin lanegacin de cualquier instancia que se arrogue el saber de lo que es el bien comn, esdecir, la negacin de la filosofa en tanto que ella pretende, aunque distinguiendo el idealde la realidad, fijar las normas de la organizacin social, concebir lo que es la vida buenade la ciudad y del individuo en la ciudad (Lefort 2007c, 268). Vase tambin (Lefort 2004f,138-139).5Lefort sostiene que en la democracia antigua el poder no poda ser apropiado por ningnparticular, pero perteneca en comn a la asamblea de ciudadanos.6Solo el totalitarismo pretende destruir toda referencia a la alteridad. Tal como argumentaBernard Flynn, Lefort considera que [e]n la sociedad pre-moderna existe una equivalenciaentre el orden simblico y el orden divino, el mundo suprasensible. En la democracia sedesanuda el orden simblico del divino; debido a que no hay ya cuerpo del rey pararepresentar el punto de mediacin entre lo humano y lo divino, se produce unadesincorporacin de la sociedad [...]. [L]a sociedad democrtica moderna conserva labrecha entre lo real y lo simblico en el lugar vaco dejado por la desaparicin del rey. Porel contrario, la sociedad totalitaria pretende abolir por completo el orden simblico yLAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-2312MATAS SIRCZUKEn relacin a la primera representacin, Lefort considera que lademocracia se instituye a travs de un movimiento doble: si bajo la matrizteolgico-poltica la cuestin del fundamento se resolva mediante la referencia alcielo, se figuraba en otro lugar, en la democracia esa dimensin no desaparece,aunque su representacin cambia. El lugar del poder sigue procurando a lasociedad el signo de un afuera. La sociedad no se vuelve transparente, sigueteniendo una referencia a la alteridad, pero esta referencia ya no es figurable, nopuede encarnarse en ninguna representacin definitiva. En la democracia el lugardel poder es an el polo simblico que representa la identidad social, se instituyecomo el punto de mediacin entre el adentro y el afuera, pero este afuera yano puede figurarse en un ms all de lo social. Conserva, transformndola, unadimensin que excede a lo que aparece; manifiesta as, la imposible coincidenciade la sociedad consigo misma.7En relacin a la segunda representacin el poder pertenece a lacomunidad, Lefort entiende que la designacin del lugar del poder como lugarvaco, si bien no remite a un afuera asignable a los dioses o a un orden natural,tampoco remite a un adentro completamente positivo, asignable a la sustanciade la comunidad (Lefort 2004g, 34 y Lefort 2004d, 69). No se traduce como unpoder que pertenece efectivamente a todos, sino por el contrario, como un poderque no puede ser apropiado definitivamente por nadie:[v]aco, inocupable de tal modo que ningn individuo ni grupo pueden serleconsustanciales, el lugar del poder se muestra como aquel al que no puede darse unadeterminada figura. Solo son visibles los mecanismos de su ejercicio, o los hombres,simples mortales, que poseen la autoridad poltica (Lefort 2004e, 47). Ahora bien, a pesar de no identificarse inmediatamente con la inmanencia,de no precipitarse plenamente en el interior de la sociedad, Lefort seala que enla democracia el origen del poder es el pueblo. Es decir, que parece proceder dela sociedad. Pero en lugar de percibir en el pueblo la instancia ltima a partir dereemplazarlo por una representacin imaginaria de la unidad de la sociedad consigomisma a travs del cuerpo del Fhrer o del Egcrata (Flynn 1992, pp. 193-194; latraduccin es propia).7Como sostiene Oliver Marchart, el acontecimiento irreversible que Lefort denomina lainvencin democrtica no conduce a la desaparicin del poder como tal. Lo que sucedihistricamente fue una mutacin en el nivel simblico que afect el modo en que serepresenta la unidad de la sociedad: su mise-en-scne. Al mismo tiempo, afect la maneraen que se forma la sociedad (la mise-en-forme, segn Lefort) y la manera en que se le dasentido (su mise-en-sens) [...]. Es esta dimensin de lo poltico en el sentido de losprincipios instituyentes de un dispositivo simblico dado lo que forma y, a la vez, dasentido a lo social representndolo para s mismo (Marchart 2009, 128).LAS TORRESDE LUCCAN 5 (julio-diciembre 2014): 7-23

La invencin democrtica. Una lectura de Lefort.*The Democratic Invention. A Reading of Lefort.MATAS SIRCZUKUniversitat Pompeu Fabra Inst. de Investigaciones "Gino Germani" [email protected]: en este artculo propongo abordar el modo en el que Claude Lefortinterpreta la democracia moderna como una forma de sociedad indita enrelacin a los fundamentos de la ley y la legitimidad. Como veremos, Lefort esun pensador difcil de ubicar dentro de la teora poltica contempornea: a lavez que defiende a la democracia contra el marxismo, entiende que su lgicano puede ser circunscripta dentro de los lmites del Estado moderno, ni debeser interpretada en los trminos de la tradicin de la filosofa poltica. Conjugala defensa de la democracia con una crtica radical del orden instituido o, entodo caso, identifica en la invencin democrtica la institucin de unadinmica que habilita de derecho la crtica y la interrogacin permanente delos fundamentos de la ley y la legitimidad.Palabras clave: democracia, derechos humanos, revolucin, modernidad,legitimidad.Abstract: In this paper I will present the way in which Lefort interprets moderndemocracy as a new form of society in regard to the sources of law andlegitimacy. Lefort is a thinker who is difficult to place within the context ofcontemporary political theory: he not only defends democracy againstMarxism but also thinks that this form of society cannot be circumscribedwithin the limits of the modern state, nor be understood through thecategories that the tradition of political philosophy has developed todistinguish between political regimes. Lefort combines the defense of*Agradezco a Fina Biruls, Claudia Hilb y Anabella Di Tullio por sus comentarios aversiones previas de este texto.7LAS TORRESDE LUCCAISSN: 2255-3827N 5 (julio-diciembre 2014): 7-23www.lastorresdelucca.org8MATAS SIRCZUKdemocracy with a radical critique of the established order. He identifies thedemocratic invention with the institution of a dynamic that makes, by right, theradical questioning of law the source of political legitimacy.Key words: Democracy, Human Rights, Revolution, Modernity, LegitimacyRecibido:9/11/2013.Aprobado: 17/12/2013.

Llegaron pues los bastimentos precisos de alguna harina y maces comprados; y los Padres de Hiaqui, vindome sin carne por haber quedado toda enGalicia, me dieron de limosna treinta reses, y casi toda esa carne se embarc en la embarcacin chica. Tambin pude embarcar un caballo, diez carneros y cuatro cabras con su macho, y cuatro lechoncitos que traje ms de cien leguas lejos. (...) Estbamos aguardando solo por horas al PadreEusebio Francisco Kinocuando recibimos carta de que por el peligro que corra Sonora por su ausencia no lo dejaban salir; conque por no perder del todo esta empresa (...) me fui a embarcar el sbado antes de la Dominica del Rosario: detveme algunos das dentro de la Galeota, sin navegar, por varios accidentes, hasta que el da de San Francisco de Borja (10 de octubre) a la tarde salimos del puerto.Ponen pie en la California[editar]El da 11, viernes nos dimos a la vela y (...) Ya de noche refesc el aire y as el da 12, sbado, amanecimos ya a la vista de California. El viento lo tuvimos contrario el domingo y no pudimos entrar en San Bruno, y as por tanta fuerza del (viento) Sudoeste nos dejamos llevar para arriba de suerte que el lunes 14 nos hallamos a la vista de la Serrana que llaman de las Vrgenes; y por no coger ms altura nos entramos en una gran baha llamada de la Concepcin. Dije misa y salt en tierra y all comimos pithayas. No vimos gente aunque reconocimos mucho rastro fresco. Al anochecer se nos levant un viento favorable y con el nos tiramos a la alta mar y caminamos esta noche como 20 leguas de suerte que amanecimos sobre San Bruno. El mircoles 16 a la tarde salt en tierra Esteban Rodrguez y otros marineros y descubrieron gente. (...) baj con el alfrez y teniente don Luis Tortolero y otros marineros, llegado a tierra hice hincar a todos los Indios y besar el Santo Cristo y el Relicario de la Virgen Santsima, preguntles por seas y media lengua por algunos de los indios mansos antiguos y nos hicieron seas de que estaban en el pueblo, convidndome a que fuera all . . . Al caer el sol llegamos muy fatigados al antiguo Real de San Bruno fundado en una loma en la que no hallamos ms que piedras cadas, todo derrumbado, entre abrojos (...) Al amanecer salimos y anduvimos por la misma vereda, vinieron en nuestra compaa algunos Indios y nos alcanz otro que dijo que se llamaba Francisco y hablaba tal cual palabra castellana.Mucho se desanimaron aqu los pocos conquistadores por razn del agua tan salobre, por la dificultad de desembarcar con tan poca gente y luego cargar ms de media legua, hasta el Real an por el camino ms corto. En esto el Capitn Juan Antonio Romero dijo: que en otra ensenada cercana haba hecho l aguada dos aos antes y estaba el agua buena y dulce, y que se llamaba la Ensenada de San Dionisio, que le pareci estar todo eso verde y en una cercana a la mar (...) habiendo dificultades por todos lados, echamos suertes y nos sali en suerte San Dionisio . . . luego que nos cay en suerte San Dionisio, a las tres de la tarde en 17 de octubre nos dimos a la vela y dormimos arrimados a la isleta de Coronados. El da siguiente viernes llegamos temprano a la ensenada a modo de media luna, vimos desde el barco todo verde y de punta a punta viene a tener como cuatro o cinco leguas, salt a tierra con el Capitn al puesto que les pareci a los marineros que haban hecho la aguada dos aos antes.(...) Volv a bordo con esta vista muy contento, pues ya era tarde y hora de comer, y llegando a bordo empezaron los marineros a dudar de si el puesto en que saltamos a tierra era en el que haban hecho la aguada dos aos antes, que an era mejor que lo visto y quedaba por el otro extremo de la media luna. Deseosos pues de acoger el mejor puesto y siendo fcil de aclararnos la verdad, navegamos como una legua ms hacia el Sur, saltamos en tierra y caminamos ms de una legua, siempre arrimados a la playa y con la amenidad del monte a mano derecha, hasta que entrando en un carrizal muy dilatado llegamos a una caada me pareci ms amena que la otra y con ms gento, pero los aguajes menos buenos. Volvimos a bordo y el sbado 19 de octubre nos volvimos al puesto que habamos dejado.La fundacin de la Misin de Nuestra Seora de Loreto[editar]Artculo principal:Misin de Nuestra Seora de Loreto ConchPronto aprendi el Padre Salvatierra la lengua de los nativos y gracias a la amabilidad con que trat a los californios, la Misin prosper y en los siguientes siete aos los jesuitas establecieron seis Misiones ms a lo largo de la costa delMar de Corts. En 1704 el Padre Salvatierra fue nombrado Padre Provincial de laCompaa de Jesspor lo que tuvo que ir a residir a la ciudad de Mxico, pero al concluir su gestin regres a las Misiones en Baja California.En 1717 recibe el llamado del virrey Marqus de Valero en el que se solicita proporcionar material para la redaccin de un libro sobre la "Historia de California" que el reyFelipe Vhaba ordenado escribir. Aun cuando estaba enfermo, el Padre Salvatierra obedeci la disposicin real y sali deLoretoel 31 de marzo acompaado del Coadjutor Jaime Bravo. Al llegar aTepicse agravaron los males que padeca de mucho tiempo atrs, siendo necesario transportarlo en camilla aGuadalajaradonde muri el 18 de julio del citado ao.Fue sepultado en la Capilla de la Virgen de Loreto, que l mismo haba mandado construir enGuadalajara, capital de laNueva Galiciacuando era rector del colegio jesuita de esa ciudad.Eplogo[editar]El Padre Juan Mara de Salvatierra es considerado como apstol delas Californias, el escudo oficial del estado deBaja Californiamuestra la imagen de un misionero, en carioso recuerdo a la obra misional de quienes llevaron la civilizacin cristiana a esas tierras olvidadas.El Padre Salvatierra escribi "Cartas sobre la conquista espiritual de Californias" (Mxico 1698) y "Nuevas cartas sobre Californias" (1699), ambos textos fueron usados por el padre Miguel Venegas para escribir su "Historia de Californias". En el Archivo General de la Nacin (Mxico), se conservan copia de su correspondencia epstolar. ==Enlaces externos[editar] Juan Mara de Salvatierra y los indios Seris de Sonora Catholic Encyclopedia La conquista de Las Californias en 1697Bibliografa[editar] Historia de Baja California por Pablo L. Martnez, Edicin del Consejo Editorial del Gobierno de Baja California Sur.Vase tambin[editar] Miguel VenegasCategoras: Nacidos en 1648 Fallecidos en 1717 Jesuitas de Italia Jesuitas de Nueva Espaa Religiosos de Italia del siglo XVII Religiosos de Italia del siglo XVIII Exploradores de Italia del siglo XVII Exploradores de Italia del siglo XVIII MilanesesMen de navegacin Crear una cuenta Acceder Artculo Discusin Leer Editar Ver historialPrincipio del formulario

Final del formulario Portada Portal de la comunidad Actualidad Cambios recientes Pginas nuevas Pgina aleatoria Ayuda Donaciones Notificar un errorImprimir/exportar Crear un libro Descargar como PDF Versin para imprimirHerramientas Lo que enlaza aqu Cambios en enlazadas Subir archivo Pginas especiales Enlace permanente Informacin de la pgina Elemento de Wikidata Citar esta pginaEn otros idiomas English Franais PolskiEditar enlaces Esta pgina fue modificada por ltima vez el 4 feb 2015 a las 15:29. El texto est disponible bajo laLicencia Creative Commons Atribucin Compartir Igual3.0; podran ser aplicables clusulas adicionales. Lanse lostrminos de usopara ms informacin.Wikipedia es una marca registrada de laFundacin Wikimedia, Inc., una organizacin sin nimo de lucro. Contacto

Juan Mara de Salvatierra

Juan Mara de SalvatierraJuan Mara de Salvatierra y Vizconti(Visconti) (1648-1717), naci enMiln,Italiael15 de noviembrede1648, muri en la ciudad deGuadalajaraMxicoel 17 de julio de 1717. Su padre era espaol y su madre italiana, era de ascendencia noble pues provena de los Duques de Miln. Sus estudios los realiz en un colegio jesuita deParma.A los 17 aos tom la decisin de seguir la carrera eclesistica, ingres a laCompaa de JessenGnova,Italiay lo enviaron a Mxico en 1675 en donde termin sus estudios en el Colegio Mayor deTepotzotln, Estado de Mxico. Durante varios aos imparti la clase de retrica en el Colegio de Puebla.Fue Padre fundador de laMisin de Nuestra Seora de Loreto Conchconsiderada como "Cabeza y Madre de las Misiones de la Alta y Baja California". Adems fue fundador del primer asentamiento espaol que prosper enlas Californias.ndice[ocultar] 1Inicia su apostolado 2Rumbo a la California 3Ponen pie en la California 4La fundacin de la Misin de Nuestra Seora de Loreto 5Eplogo 6Enlaces externos 7Bibliografa 8Vase tambinInicia su apostolado[editar]Solicit y obtuvo permiso para impartir el evangelio entre los indiostarahumarasen elnortede laNueva Espaa, fue destinado a la Misin deChnipasen los ms recndito de la sierra tarahumara del hoy estado deChihuahua, vivi entre ellos por espacio de diez aos dedicado a pacificar y reducir a la civilizacin a los nativos, fund varias misiones en el lugar.Posteriormente fue nombrado Visitador de Misiones en Sonora y Sinaloa, y all en 1691, al recorrer las misiones que estaban a cargo del PadreEusebio Francisco Kinose enter por ste de las condiciones en que vivan los indios californios, all les naci la idea de no descansar hasta lograr la conquista espiritual de los nativos y se formaron el propsito de restablecer las misiones enlas Californias, lugar que no haba podido ser conquistado por la espada.Con fervor misionero iniciaron los trabajos para obtener los permisos y los elementos materiales para llevar a cabo la empresa, a finales de 1696 el padre Salvatierra fue llamado a la ciudad de Mxico por el Provincial de la orden, donde se le comunic que se le otorgaba el permiso y se les otorgaban las licencias necesarias para proceder a la evangelizacin de California, sin embargo, se le comunic por el momento y dadas las circunstancias en que fracasaron todos los intentos anteriores de colonizar esas tierras, y dado que la ltima expedicin de la que haba formado elPadre Kinohaba costado una fortuna a la Corona, no habra esta vez ningn tipo de ayuda y correra por cuenta del propio Salvatierra el obtener el patrocinio necesario para el transporte, alimentacin y seguridad de los misioneros y sus auxiliares.Dice el PadreFrancisco Javier Alegreen su obra "Historia de la Compaa de Jess en la Nueva Espaa":Luego que el Padre Juan Mara se vio autorizado con la licencia del padre provincial para emprender aquel viaje, no pens ms que en buscar, como se le mandaba, los socorros necesarios. Entre muchas ricas y piadosas personas que ya desde antes le haban ofrecido su ayuda, junt en breve tiempoquince mil pesos. Se singulariz la piedad de los Sres. D. Alfonso Dvalos, conde de Miravalle y Dn. Mateo Fernndez de la Cruz, marqus de Buena Vista, que dieron cada unomil pesosen efectivo. De los otros trece mil los tres se juntaron en efectivo y los diez en promesas de diferentes republicanos. Dn.Pedro Gil de la Sierpe, Tesorero deAcapulco, ofreci proporcionar una galeota para el viaje y otro bastimento para el transporte de vveresProsigue el PadreFrancisco Javier Alegre:A costa de no pocas vergenzas y desaires que tuvieron que soportar los padres Salvatierra yJuan de Ugarte, que se le dio desde luego por compaero, juntaron otros nueve mil pesos que ofrecieron algunos piadosos para los cinco primeros aos. La ilustre congregacin de los Dolores, fundada en el Colegio de Mxico algunos aos antes, a diligencia del Padre Vidal, su fundador y primer prefecto, dio diez mil pesos para que con sus rditos se sustentase uno de los misioneros y para otros dos dio veinte mil pesos. Dn. Juan Caballero y Ocio, prebstero de Quertaro ofreci al Padre Salvatierra pagar cuantas libranzas vinieran de California firmadas de su manoSobre tan slidos cimientos se procedi a pretender del virrey Dn.Jos Sarmiento y Valladares, conde de Moctezuma, que desde el ao antecedente gobernaba el reyno, la necesaria licencia para aquella expedicin.El fiscal del rey se opuso fuertemente a que se les otorgara la licencia debida, apoyado en cdulas reales que vedaban intentar de nuevo colonizacin alguna en California, sin embargo el Padre Salvatierra hizo valer el inters de la iglesia por la evangelizacin de los nativos, y el hecho de no pedir nada que afectara el tesoro real fue motivo que el da 6 de febrero de 1697 recibiera la ansiada licencia.Por su importancia histrica se transcriben partes de la licencia otorgada.Don Joseph de Sarmiento Valladares, Caballero del Orden de Santiago, Conde de Moctezuma y de Tula, Vizconde de Ilucan, Seor de Monterrozano de la Peza, del Consjo de su Magestad, su Virrey lugar-teniente gobernador y Capitn General de esta Nueva Espaa y Presidente de la Real Audiencia de ella y . . .Habiendo visto el memorial presentado por el Reverendo Padre Provincial de la Sagrada Religin de la Compaa de Jess y la carta del Reverendsimo Padre General Tyrso Gonzlez, en que aprueba con las recomendaciones y satisfaccin que de ella consta, la persona de los Padres Juan Mara de Salvatierra yEusebio Francisco Kinopara la reduccin de los gentiles delas Californias, que segn los informes del tribunal de la Co