Distribuidora
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MARIHUANA:
AlterNatura
¿Cómo vive una
ecofamilia?
Iridologia:la ciencia
de los ojos
Entrevista a
Jesús Lloret,
profesor de Chi Kung
¿TERAPÉUTICA O LÚDICA?
1,5€
MAYO 2013 Nº 0
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‘La finca ecológica’ es un pequeño supermercado situado en la ciudadde Alcoy. Desde hace 16 años Lourdes Barea Castaño y Jordi MiraCarbonell, su marido, explotan este negocio. Ella trabaja las fincasde su propiedad y además ayuda a su empleada en la tienda, y élreparte los productos por varios puntos de la provincia de Alicante.
Versiónecológica
Lourdes y su marido abrieron la tienda hace más de 16 años./ Foto: Nadia Valiente
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Dice Lourdes que suvida ‘ecológica’ em-pezó un poco por ca-
sualidad. En su familia, su padretenía intolerancia a los químicos, ycomenzaron con un huerto para elautoconsumo. Hoy tienen más deocho hectáreas repartidas por la co-marca del Alcoià.
Su marido Jordi reparte los pe-didos dos veces por semana conuna vieja furgoneta. Y ella se en-carga de trabajar y de supervisar lastierras de cultivo; pero tambiénayuda a Mª Ángeles, su empleada, aatender a los clientes en la tienda,toda de madera y bien ordenada.
Toda clase de productos convi-ven en menos de 80 metros cuadra-dos: yogures, pan, pizzas, cereales,verduras, leches, zumos... La mayo-ría de marcas de alimentación tienensu versión ecológica en esta tienda.Además, los productos de higienepersonal, droguería, libros con te-mática natural, e incluso zapatos depiel, por supuesto ecológica llena-ban la tienda. “Pocos productosquedan que no sean ecológicos”,comenta la mujer, tras una mesa im-provisada en un rincón de la tienda.
“Más del 80% de las cosas de latienda tienen nuestra ‘eco-etiqueta’,comenta; se paga porque el sello sea
de la propiedad, no porque el pro-ducto lleve la indicación.
Todos los productos son de lahuerta del matrimonio, pero hayveces que, confiesa, hacen “cambiosentre los agricultores ecológicos dela zona; como cambiar, por ejemplolimones por lechugas”.
La profesión de agricultor
Lo que importa en esta profe-sión dice Lourdes, es la dignidad:.“No se puede permitir que se paguetan poco a un agricultor”.
Además, el matrimonio tienecontratados a varios discapacitadosde una asociación llamada Babilon,
La mayoría de verduras que la pareja vende es de su huerto./ Foto: Nadia V.
“Pocos productosquedan que nosean ecológicos”,señala Lourdes
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Prácticamente todas las marcas tienen competencia ecológica./ Fotos: Nadia Valiente.
”que les ayudan a realizar las tareasen el campo.
La dependienta de la tienda, MªÁngeles, también está a punto de re-novar su contrato. Desde principiosde año ‘La finca ecológica’ “fun-ciona como una Sociedad Limitada,por cuestión de papeleo”, aclaraLourdes.
Aunque Mª Ángeles, la emple-ada, lleva casi seis años en la tienda,y también ha dejado la alimentaciónconvencional: “te das cuenta de quecomes muchas (cosas) que no sonbuenas”. La joven dice estar muycontenta con su trabajo mientrasLourdes la mira sonriente.
“Hay gente que es clienta desdehace dieciséis años, y que antes de
“El cliente no mirael precio, busca lafrescura y la calidad”,dice Lourdes
abrir la tienda venía al propiohuerto”, explica la dueña. Es el casode Vicenta, que va comprar tresveces por semana. “Es muy dife-rente comer de aquí, que de Merca-dona”, opina. Lo que más le gustaes la verdura “porque siempre estáfresca y recién cogida”. Y diceLourdes: “el cliente muchas vecesno mira el precio, y busca la calidady la frescura”. Insiste además en queel trabajo del agricultor está “muypoco valorado”. Ella lo hace por la
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Para Lourdes y sufamilia el mundoecológico es unproyecto de vida
En España el mercado eco-lógico ha plantado cara a la cri-sis, y además al poco respaldoque reciben por parte de las ad-ministraciones públicas, segúncomentan los profesionales delsector.Durante la última década,
esta industria ha crecido un25%, más que en cualquier otropaís europeo. España aporta aEuropa en torno al 12% de laindustria ecológica. De continuar así el ritmo,
podría traducirse en la creaciónde miles de puestos de trabajoen España relacionados con laeconomía verde./ C. López
El futuro de laindustria ecológica
dignidad de la profesión, por lasuya propia, y por el futuro de sufamilia.
Forma de vida
Para ella y su familia esto es “unproyecto de vida”. Mientras loshijos corretean por la tienda salu-dando a los clientes, y Jordi siguedescargando cajas de la furgoneta,Lourdes explica que en su casa
todo se hace de forma ecológica:“mis hijos nunca han tomado unantibiótico”. Asegura que tampococomen nada que no sea ecológico.Explica que si un niño quiere unabolsa de patatas fritas porque llevaun tazo, “la comemos entre todos,para que ese ‘veneno’, no se locoma uno solo”, aunue “los niñosnunca han tenido ningún problemacon sus amigos del colegio”, co-
menta Jordi que pasaba cargadocon dos cajas.
Incluso gran parte de la ropaque utilizan es ecológica, zapatoshechos con piel ecológica, y pren-das naturales de algodón. “No noshace falta vestir de marcas caras”,dice orgullosa la mujer. En lugar depagar por la marca, prefieren pagarpor algo ecológico y natural, “fuerade intereses económicos”, añadió.
Lourdesda trabajoa 4 personas, y
además trabajan ella y su ma-
rido./ Foto: Nadia Valiente.
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AlterNaturaPregunta: ¿Qué tipo de clien-
tes predomina en la tienda?
Respuesta: Sobre todo gentejoven, de unos treinta años. Aunquetambién predominan las amas decasa, que vienen a comprar variasveces por semana.
P.: ¿Qué es lo que más se
vende en su tienda?
R.: Las verduras. La gente buscala calidad de lo fresco. Un plátanode una superficie comercial, y unoecológico, no tienen nada que ver.También se vende más la harina y lalevadura, que el propio pan. El con-sumidor ecológico prefiere prepa-rarse él mismo las cosas.
P.: ¿Ve que este mundo está
creciendo, hay más conciencia?
R.: Estoy convencida de que síInternet está ayudando mucho.Además, la gente no se da cuenta deque come muy mal. Si la mitad de loque come la gente fuera bueno, sesaciaría enseguida. La gente ecoló-gica es más consciente de la vida. Loque pasa es que hay mucha genteque prefiere gastarse el dinero enotras cosas antes que en alimenta-ción, con lo importante que es parael ser humano.
Carlos López.
“Merece la pena pagar un poco más por la cesta
de la compra y comer bien”, Lourdes./Foto: N.V
La gente joven y las amas de
casa son habituales en la
tienda./ Foto: Nadia Valiente
A parte de alimentación, en la tienda hay productos de
higiene, drogueria, libros y hasta zapatos /Foto: Nadia V.
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La gente no sabe lo que come. La
prueba de ello está en la noticia que
saltó a los medios hace unos meses: la
Organización de Consumidores (OCU)
encontró carne de caballo en hambur-
guesas que debían estar hechas de
carme de vacuno.
Lo preocupante llega cuando parece
que a mucha gente no le inquieta este
hecho, e incluso disculpan el engaño
con frases como “mucha gente come
caballo” o “en las tiendas se vende ca-
ballo”. El problema está en que las em-
presas engañan a los consumidores
con el etiquetado, algo que está prohi-
bido por ley. Cada producto debe llevar
en la etiqueta todos y cada uno de sus
ingredientes, ni más, ni menos.
Pero, ¿y si hay productos que están
bien etiquetados, pero que poseen cier-
tos ingredientes malos para la salud?
Son muchas las personas que
cuando conocen a alguien que les ex-
plica que no toman un determinado
producto o ingrediente y el motivo por
el que lo hacen (como por ejemplo, que
en muchas ocasiones se ha demos-
trado que es peligroso para la salud),
creen que están “locos”.
Y es que el negocio de la alimenta-
ción en España es muy permisivo en
cuanto a los ingredientes de los pro-
ductos. No es comprensible que en pa-
íses como Alemania, Reino Unido y
Francia se haya prohibido el uso de la
mayoría de los aditivos conocidos
como “E”. Y en España no se comience
ni siquiera a tomar medias contra el
uso de estos elementos.
Pero, ¿qué son estos aditivos estan-
darizados bajo la letra E? Se utilizan
para ayudar a la conservación de los
productos, para potenciar el sabor de
estos, en definitiva, para hacerlos más
llamativos para el consumidor. El pro-
blema de su uso está en que muchos
de ellos, no todos, contienen elementos
que, tras diversos estudios se ha de-
mostrado que son cancerígenos.
¿Cómo puede ser que en unos paí-
ses haya aditivos que estén prohibidos
y en otros estén aceptados? ¿Reciben
los países más permisibles algún tipo
de beneficio por permitir que se sigan
utilizando?
Hay muchos ciudadanos que ya se
han realizado estas preguntas. Y como
parece que por ahora no hay solución o
respuesta para estas dudas, muchas
personas deciden tomar sólo productos
ecológicos. Hay quienes tienen su pro-
pio huerto para poder cultivar ellos mis-
mos lo que toman, y quienes, como la
gran mayoría, deciden ir a distribuido-
ras ecológicas para poder comer tran-
quilos y con la seguridad de saber qué
se llevan a la boca. Y es que ellos sí
saben lo que comen.
La alimentación es un negocio
Marta Ortega López
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