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    Diodoro Crono, Aristóteles y el problema de la potenciaPablo Alejandro Marzocca

    DIODORO CRONO, ARISTÓTELES Y EL PROBLEMA DE LA POTENCIA 

    Pablo Alejandro Marzocca

    UBA

    INTRODUCCIÓN El debate helenístico acerca del determinismo, la idea filosófica de que todo evento

    se encuentra determinado por la relación de causas y efectos, ve claramente expresadas

    sus consecuencias éticas en lo que la tradición ha llamado con el nombre de „argumento

     perezoso‟, del que encontramos una clara presentación en el De Fato de Cicerón1:

    “Si está escrito que te recuperes de esta enfermedad, entonces te recuperarás, llames

    o no llames a un médico; igualmente, si está escrito que no te recuperes de esta

    enfermedad, entonces no te recuperarás, llames o no llames al médico. Pero lo uno o

    lo otro está predestinado, de modo que no tiene caso llamar al doctor.” Este tipo de

    argumento se llama correctamente perezoso y ocioso, pues por el mismo argumento

    toda actividad se retirará de la vida.2 

    Este argumento no es, sin embargo, una novedad. Se apoya en temáticas aristotélicas y

    Megáricas, que se encuentran plasmadas en el llamado „argumento dominante‟ (AD),

    adjudicado a Diodoro Crono y con el que el Estagirita polemizaría, al menos, en el

    capítulo nueve de  De Interpretatione. El AD puede ser presentado de la siguiente

    manera:

    “Hay una oposición común entre estos tres planteos unos con otros: que toda

     proposición verdadera referida al pasado es necesaria, que lo imposible no se sigue

    de lo posible y que existe lo posible que no es verdadero ni lo será.”3 

    El testimonio señala que, de dichas proposiciones, Diodoro Crono aceptaba las dos

     primeras, pero negaba la idea de que exista un posible que no sea verdadero ni vaya a

    serlo nunca. Como será desarrollado más adelante, negar la tercera proposición supone

    1  Hay también una presentación interesante en un texto de Diogeniano, contenido en: EUSEBIO, Preparación al Evangelio, 6.8.282 Cf. CICERÓN, De Fato, 28-93 EPICTETO, Disertaciones, II.19.1-5 (SVF , II.30,283,492) (SSR, II.F.24)

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    Diodoro Crono, Aristóteles y el problema de la potenciaPablo Alejandro Marzocca

    aceptar que lo que efectivamente existe y existirá es lo único posible, de lo que

    fácilmente pueden desprenderse argumentos como el perezoso.

    Sin embargo, el presente trabajo no se centrará en la relación entre el AD y el

    argumento perezoso sino en la impugnación aristotélica del primero de ellos;suponiendo la noción aristotélica de potencia (dunamis) una aceptación de la tercera

     proposición, pues efectivamente sucede que no todo lo posible se ve actualizado,

    Aristóteles ha de desactivar el argumento para defender una de las nociones más

    importantes de su aparato filosófico.

    El objetivo del presente trabajo radica, entonces, en estudiar el problema o la

     polémica en torno a la potencia que aparece entre los textos de Aristóteles y los

    testimonios de Diodoro Crono, considerando como hilo conductor el AD y teniendo en

    consideración las implicancias ético-filosóficas que esto tendrá para la Antigüedad

     posterior.

    ¿CÓMO FUNCIONA EL ARGUMENTO DOMINANTE?

    Hay, principalmente, tres líneas interpretativas a la hora de dar cuenta del AD; el

    más importante ejemplo de la primera línea interpretativa es E. Zeller 4, el de la segunda

    A. Prior 5 y el de la tercera J. Vuillemin6. Independientemente del hecho de que las tres

    reconstrucciones tienen problemas puntuales (la primera confunde el sentido lógico del

    verbo griego „akolouthein‟ con un sentido temporal, la segunda no distingue entre

    necesidad lógica e irrevocabilidad del pasado, además de suponer premisas adicionales,

    la tercera postula un grave error lógico en su formulación7), padecen de un error

    metodológico general: pretenden ofrecer una interpretación del AD que lo vuelva

    válido, lo que supone, principalmente, que evite las críticas aristotélicas. En las

    antípodas de esto, la idea del presente trabajo es presentar cierta ambigüedad en el AD,

    4  Cf. ZELLER, E. (1897),  Aristotle and the earlier Peripatetics, vol. 1, trad. de Costelloe yMuirhead, London, p. 2545 Cf. PRIOR, A. (1967),  Past, Present and Future, Oxford, Oxford University Press, pp. 32-4.Una version refinada de la interpretación se encuentra en: WRIGHT, G.H. VON (1979), „TheMaster Argument of Diodorus‟,  Essays in Honour of Jaakko Hintikka (ed. Saarinen, Hilpinen, Niiniluoto y Hintikka, Dordrecht, Reidel), pp. 297-3076 Cf. VUILLEMIN, J. (1996), Necessity or Contingency, The Master Argument , Stanford, CSLI, pp. 15-407  Considerando la extensión del trabajo no pueden presentarse aquí ni la interpretación de

    Vuillemin ni la subsiguiente crítica. Sin embargo, puede puntualizarse que el error radica en quese supone que la proposición „Es posible que exista un momento en el que se de  p‟ esequivalente con la proposición „Existe un momento en el que es posible que se de p‟. 

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    haciéndolo impugnable por lo presentado por Aristóteles en  De Interpretatione. Así, a

    costa de perder un argumento fuerte en demasía, se pretende ganar una interpretación

    históricamente coherente.

    Entonces, el AD puede entenderse de la siguiente manera. La primera proposición,“Toda proposición verdadera referida al pasado es necesaria”, ha de ser interpretada

    como un condicional: “Si algo ocurrió en el pasado, es necesario que ello haya

    sucedido”. Ahora bien, la segunda proposición, “Lo imposible no se sigue de lo

     posible”, ha de ser interpretada de la siguiente manera: “Si una consecuencia q se sigue

    necesariamente de una premisa  p, entonces, si q  no es posible,  p  no es posible”.

    Entonces, si se reemplaza el condicional de la primera proposición en la segunda

     proposición, se obtiene la siguiente críptica aseveración:

    “Si el hecho de que sea necesario  que algo haya sucedido en el pasado se sigue

    necesariamente de que ello haya sucedido en el pasado, entonces, si no es posible

    que sea necesario que ese algo haya sucedido en el pasado, no es posible que ese algo

    haya sucedido.” 

    Ahora bien, si se considera que la primera proposición es el antecedente, puede

    concluirse el consecuente: “Si no es posible que sea necesario que algo haya sucedido

    en el pasado, no es posible que ese algo haya sucedido”. Supongamos entonces la

    introducción de la tercera proposición del AD: “Existe lo posible que no es verdadero ni

    lo será”. Es evidente que este posible que no es verdadero ni lo será no es posible que

    sea necesario que se dé, pues si fuera necesario que se dé, por el Axioma de existencia,

    simplemente se daría y ya no sería un posible que no es verdadero ni lo será. Entonces,

     puede concluirse el consecuente de la combinación de las dos primeras proposiciones:

    no es posible un posible que no sea verdadero ni vaya a serlo, aseverar las dos primeras

     proposiciones lleva, indefectiblemente, a negar la tercera.

    LA INTERPRETACIÓN DEL ARGUMENTO DOMINANTE Y EL PROBLEMA DE LA POTENCIA 

    Como se ha señalado antes, la interpretación ofrecida del AD no tiene por objetivo

    hacerlo lógicamente impermeable sino históricamente coherente, y por eso, para extraer

    su conclusión, se vale de conceder una ambigüedad entre necesidad e irrevocabilidad

    del pasado, i.e., no se indexan temporalmente las modalidades de la primera

     proposición, y por eso se puede extraer la negación de la tercera proposición de forma

    tan simple. Con esto, sin embargo, no debe entenderse que Diodoro entendía la lógica

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    como privada de índices temporales sino más bien todo lo contrario: no hay índices

    temporales por ser éstos superfluos: todo en la lógica diodoriana se encuentra

    atravesado por la temporalidad. Esto puede verse claramente en su interpretación de la

    implicación:

    “Diodoro dice que verdadera es la inferencia en la que no era ni es posible,

    comenzando de lo verdadero, concluir en lo falso. Esto contradice la tesis de Filón.

    En efecto, la inferencia del tipo “si es de día yo estoy dialogando”, si en el presente

    es de día y yo estoy dialogando, de acuerdo con Filón es verdadera, ya que

    comenzando en lo verdadero “es de día” concluye en lo verdadero “yo estoy

    dialogando”. Sin embargo, de acuerdo con Diodoro es falsa, porque es posible que

    comenzando en un momento de lo verdadero, “es de día”, concluya en lo falso, “yo

    estoy dialogando”, cuando yo ya me callé”8 

    Como se puede observar, el texto remarca la idea de que la lógica diodoriana se

    encuentra atravesada por la temporalidad9, al señalar que no se pueden hacer

    implicaciones sobre cosas que son ahora  pero que no serán luego. De estas

    consideraciones se deduce que la implicación sólo puede versar sobre “lo que  siempre 

    será verdadero”, una definición temporal de lo necesario. Lo imposible, por oposición aesta idea, sería lo que no es verdadero nunca y, por lo tanto, lo posible sería meramente

    lo que se da en el tiempo, como se señaló al interpretar el AD.

    Esta nueva fuente parece avalar lo que se señaló anteriormente: en el pensamiento

    de Diodoro Crono aparece una negación de la posibilidad, o una posibilidad totalmente

    superflua, pues se identifica ésta con la necesidad entendida como verdad estable a

    través del tiempo.

    Tanto para evitar las consecuencias deterministas como para defender una noción

    cara a su filosofía, Aristóteles impugnaría la postura de Diodoro expresada en el AD. Si

    recordamos que la respuesta aristotélica a la aporía del movimiento, se entiende

    entonces por qué el texto de  Metafísica IX ofrece la primera defensa aristotélica de la

    diferencia de las nociones de potencia y acto: los Megáricos pretendían identificarlos,

    minando la posibilidad del movimiento. Diodoro Crono da un paso más en esa línea de

    8 SEXTO EMPÍRICO, Contra los Profesores, VIII.1 12-7 (SSR, II.F.20)9 Para evitar las paradojas de la implicación material que apoyaban a la posición opuesta, la de Filón.

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    ataque a la idea de potencia, no ya desde el movimiento sino desde la lógica y, por eso,

    ya no basta con la respuesta de  Metafísica  y hace falta el desarrollo de  De

     Interpretatione 9.

    Es llamativo que dicho texto comienza con la formulación de la primera premisa

    del AD: “en las cosas que son y que fueron, es necesario que o la afirmación o la

    negación sea verdadera o falsa” (18a28-30). Esta necesidad también se aplica a lo

     presente (lo que Vuillemin llama „necesidad condicional‟), pero, sorpresivamente, no a

    los singulares futuros: no es necesario que éstos sean verdaderos o falsos. Aristóteles

    comprende perfectamente las consecuencias de decir lo contrario: en el caso de dos

     personas que dicen una que algo será y la otra que no será: es evidente que uno de ellos

    dice la verdad (33-8). Pero si esto es así, entonces nada es ni llega a ser por azar, ni seráo no será, i.e., no habrá contingencia, sino que todo ocurrirá por necesidad (18b5-7). Si

    siempre era verdad decir que serían las cosas que llegaron a ser, se desvanece la

     posibilidad de que no vayan a ser: “Todo lo que será es necesario que llegue a ser. No

    será en absoluto ninguna cosa al azar ni será por azar, pues si fuera por azar no sería por

    necesidad” (18b13-7) y, entonces no será preciso preocuparse o deliberar acerca de las

    acciones (18b30-5): si la deliberación se da acerca de lo que podemos modificar y, en

    rigor, no podemos modificar nada, la acción humana es superflua. Aquí puedeobservarse como Aristóteles, para deshacerse del AD lo vincula con las consecuencias

    nefastas del futuro argumento perezoso. A la situación problemática que se genera

    respecto del futuro, no hay que responder que ninguna de las dos cosas (afirmación o

    negación) es verdadera respecto de un singular futuro. La principal razón para señalar

    esto radica en la violación del principio de no contradicción: si una afirmación es falsa,

    su negación no puede ser también falsa (18b18-25). La respuesta se encuentra en partir

    del hecho de que no todas las cosas son ni llegan a ser por necesidad, sino que en

    general en muchas de las cosas existe la posibilidad. El problema del AD radica en que

    va demasiado lejos: hay que admitir que “es necesario que lo que es, cuando es, sea, y

    que lo que no es, cuando no es, no sea” (esto es, se admite necesidad del presente y del

     pasado) (19a22-3), pero:

    “No es necesario ni que todo lo que es sea ni que todo lo que no es no sea: pues no

    es lo mismo que todo lo que es, cuando es, sea necesariamente y el ser por

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    necesidad sin más; de manera semejante también en el caso de lo que no es”

    (19a24-6)

    Lo máximo que se puede llegar a afirmar es que “es necesario que mañana suceda o nosuceda que  p”, pero nunca se puede pasar de esto a la disyunción mucho más fuerte

    “mañana es necesario que p o es necesario que no p”. 

    Diodoro, en la reconstrucción presentada, se valía de cierta ambigüedad en la

     primera premisa para aplicar las modalidades indistintamente. Aristóteles, para

    contrarrestar esta posición demoledora tanto para la situación del hombre en el mundo

    como para su propia filosofía, se vale de precisiones teóricas: comienza a haber una

    discusión sobre las modalidades, y, aunque admite que la necesidad se encuentra ligada

    a la temporalidad (pues es necesario todo lo pasado y presente), eso no hace que esas

    cosas sean necesarias  per se. En verdad, podría afirmarse que Aristóteles, contra

    Diodoro, es uno de los primeros autores en dar un tratamiento metafísico y no

     puramente temporal a las temporalidades, surgiendo entonces la diferencia entre la

    „irrevocabilidad‟ y la „necesidad lógica‟. No se puede dejar pasar el hecho de que

    Aristóteles abre un problema filosófico no menor: para hacer valer su posición tiene que

    dejar rodeado de cierto misterio al valor veritativo de los universales futuros.

    Probablemente sea por esto que las escuelas post-aristotélicas hayan optado por seguir

    discutiendo el AD y no considerar tout  court  la solución de Aristóteles: era demasiado

     problemático aceptar esa indeterminación respecto de las afirmaciones y negaciones

    concernientes al futuro. Sin embargo, es probablemente este planteo de  De

     Interpretatione 9, que probablemente se trata de uno de los últimos escritos de

    Aristóteles, la respuesta más fuerte que tenía contra los Megáricos. Si se acepta que la

    noción de potencia es una de las más grandes invenciones de la filosofía aristotélica, y

    que los Megáricos serían sus principales adversarios, la argumentación de  De

     Interpretatione 9 ha de ser vista como la última defensa aristotélica, defensa que bien

     puede haber desarticulado el AD en la interpretación que se ha ofrecido.

    IV. CONCLUSIÓN 

    Frente al persistente problema de dar cuenta, sin paradojas ni aporías, de la

    naturaleza del movimiento, Aristóteles se vale de los conceptos filosóficos de acto y

     potencia. Mediante su utilización, y la redefinición del movimiento como actualización

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    de una posibilidad, el Estagirita evita el modo de razonar característico de los filósofos

    eleáticos. Sin embargo, no eran nada más que los recuerdos de Parménides, Zenón y

    Meliso los interlocutores de las nuevas ideas aristotélicas (e incluso habría que poner en

    duda hasta dónde eran en algún punto sus interlocutores) sino también los Megáricos,que negaban la existencia del movimiento presente. Aristóteles descarta la postura de

    estos autores en Metafísica IX, pero una de ellas resiste: el AD de Diodoro Crono. Éste

    intenta extraer una consecuencia, la negación de la existencia de posibles no

    actualizados, a partir de premisas que parecen evidentes, lo que lo vuelve altamente

     peligroso para las posturas aristotélicas. La noción misma de potencia se vuelve

    superflua cuando lo posible no es más que lo que efectivamente se da, y eso es

     precisamente lo que provoca el AD.

    Se ha defendido la hipótesis de que una interpretación del AD que pretenda hacerlo

    inexpugnable, aunque tiene cierto interés lógico, carece de importancia interpretativa: es

    menester ofrecer una interpretación que permita situar al argumento dentro del marco de

    la filosofía de su tiempo, considerando las posiciones de las que surge y los autores que

    lo impugnan. Un intento en esta línea ha sido relacionar el AD con lo que conservamos

    de la filosofía de Diodoro: se ha trazado un puente interpretativo que vincula el

    argumento con la peculiar interpretación diodoriana de la implicación. Así, se defiende

    una interpretación del AD en la que éste surge como un refinado intento de defensa de

    las posiciones Megáricas, y que es a su vez impugnado por un Aristóteles viejo,

    consciente de que defiende un pilar de su filosofía. Para que esta impugnación

    aristotélica tenga sentido se confiere al AD, conscientemente, de ambigüedad en una de

    sus premisas: no se plantea ningún tipo de determinación de las modalidades; la forma

    de dar cuenta de la necesidad y de la posibilidad para Diodoro es puramente temporal .

    La posición de Aristóteles de De Interpretatione IX aparece entonces como la clave

     para presentar una desarticulación del AD, a partir del estudio más minucioso de las

    modalidades (en particular, a partir de lo que se ha llamado una consideración

    „metafísica‟ y no temporal de estas), que trae aparejada la negación del valor verita tivo

    de los futuros contingentes o, al menos, la indeterminación de los mismos. Aristóteles,

    en defensa del concepto de potencia y del libre albedrío que la acompaña, cuestiona los

    cánones lógicos ya presentes en su tiempo y que harían aún más fuertes en la filosofía

     posterior. El Estagirita asume una dificultad fuerte en términos lógicos negándose a

    aceptar consecuencias deterministas y reafirmando la importancia de la consideraciónde posibles no actualizados.